Carta de EstadosUnidosres oponen su absurda manera de vivir a otros seres que luchan por sobrevivir....
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prestigiosos que se otorgan en Españaa novelas; junto al Nadal, al Planeta yal Gabriel Miró. Fundado por un joveneditor, Carlos Barral, poeta y traductorde Rilke, y director de la 'colección Bi
.blioteca Breve, se concedió por primeravez en 1958 a un joven de 21 años, LuisGoytisolo -hermano de Juan Goytiso10-, por su novela Las afueras, que yaha sido traducida a varios idiomas. Alaño siguiente, obtuvo el premio otrojoven novelista de la nueva ola, JuanGarcía Hortelano, con su novela Nuevasamistades, inserta también, como Lasafueras de Luis Goytisolo, en la tendencia objetivista que hoy domina en granparte de los jóvenes novelistas españoles.El premio se dejó desierto en 1960, porno encontrar el jurado suficiente calidaden las novelas presentadas. Hay que tener en cuenta, además, que este importante premio se fundó con el propósitopúblicamente difundido de favorecer eldesarrollo de una corriente novelísticarenovadora en las letras españolas contemporáneas. Por tanto aquellos novelistas que presentan obras sujetas a lastécnicas narrativas tradicionales, tienenmuy poca probabilidad de llevarse elpremio.
Pero quizá les interese a ustedes saberalgo del novelista recientemente premiado. José Manuel Caballero Bonald es unjoven escritor andaluz, nacido en Jerezde la Frontera en 1926. Hasta ahora, eraconocido sólo como poeta, autor de cuatro libros de poemas, el primero aparecido en 1952 en la colección de poesía"Adonais" con el título Las ad:vinaciones, y el último, Las homs muertas, en1959. Caballero Bonald ha obtenido dosimportantes premios poéticos: el premioBoscán en 1958, y el de la Crítica en1959. Su premio de novela ha sido unasorpresa, pues no había publicado nuncanovela ni relato, y sólo poesía, más algún libro sobre baile y cante flamenco,tema que domina como buen andaluz.
¿Qué ha pretendido Caballero Bonaldcon su novela premiada Dos días de septiembre, escrita durante una estancia delautor en Colombia? "Dos días de septiemb¡'e -me dice Caballero Bonaldes una novela testimonial: pretende reproducir con la mayor objetividad posible una determinada situación social ymoral de mi país. La acción se desarrollaen un espacio y un ambiente concretos-las industrias del vino en un puebloandaluz- y en un tiempo igualmentedefinido: 1960. A lo largo de "dos díasde septiembre", y proyectados sobre doscontradictorios planos sociales, unos seres oponen su absurda manera de vivira otros seres que luchan por sobrevivir.Creo que este áspero contraste -añaderige el tono y el ritmo de la novela, enla que he intentado incorporar algunasuerte de moralizadora denuncia."
Pero dejemos' los premios literariospara hablar un poco de cine, y lamentar el tristísimo estado del cine espafíol,buen negocio económico, pero con resultados artísticos lamentables. A la pobreza artí~tica del cine )1ispánico contribuye la ferrea censura, pero la censurano lo es todo. Si se exceptúan un parde directores -Bardem, Berlanga- bayfalta de talento y de imaginación en lasnumerosas películas españolas que desfilan por las pantallas madrileñas. Se esperaba mucho elel último film de Berlanga, Plácido. Berlanga es, con Bardem,
,uno de los pocos directores de talentocon que cuenta hoy el cine español, ydejo fuera a Buñuel porque ha dirigidoen México casi todos sus films. Pero Plác,'do nos ha defraudado. La idea es excelente: una sátira de la falsa caridad quehipócritamente propaga el amor a unprójimo que nos tiene, en el fondo, sincuidado. Bajo el lema "Sentad a un pobre en vuestra mesa", se desarrolla unacampaña de Navidad en un barrio ma-
Por Manuel DURÁN
La nueva obra teatral de Tennessee W'illiams, ya próxima a estrenarse en NuevaYork, habrá de ser de especial interéspara el público mexicano cuando se raduzca y presente en México, cosa que notardará mucho en ocurrir. En efecto: laacción se sitúa en un pequeño hotel deAcapulco. Williams, que con su bigotitopasaría fácilmente por mexicano o sudamericano, ha tratado ya temas hispánicos en otras ocasiones, específicamenteen su magnífico y caótico Camino Teal.En esta ocasión México ofrece más bienun telón de fondo y ciertos personajessecundarios; los personajes principalesson norteamericanos que haQ llegado aMéxico huyendo de su pasado, como elguía de turistas O'Neal, que era anteriormente pastor protestante en Virginiay debido a su desordenada vida sexualse vio obligado a abandonar su grey,yendo a parar a un hotel de tercera claseen Acapulco. La propietaria del mismotoma la iniciativa al entrever el pasadode O'Neal, precisamente cuando éste sehabía prometido reformarse. La obra,que conocemos únicamente en su versiónprimera, en un acto, que se representóhace varios años'en el festival de Spoleto,ha quedado totalmente refundida: es ésta la cuarta versión, y Williams se hapasado más de dos aí'íos retocándola. Setitula Night of the iguana, La noche dela iguana. Bette Davis desempefíará enNueva Yor.k el p~pel de la propietariasensual .Y sm escr~pulos; y un joven actor, caSI desconondo todavía, el del expastor protestante. El ambiente de laobra, tal como la conocemos, es una mezcla de sensualidad y crueldad; el títulose r~laciona con .una iguana capturada yhenda que los cnados del hotel han amar~ado a un poste y que simboliza suceSIvamente al .ministro protestante y aotros personajes, tales como un viejopoeta de 98 afíos y carácter indomable,y varias solteronas pintorescas y arruinadas.
Pasando a un tema de carácter necrológico: la noticia de la muerte del aranhumorista James Thurber, acaecida hacepocos días, ha consternado a todos losamantes de la literatura norteamericana.Thurber era único, insustituible, comolo es todo gran artista. Su mezcla de ironía, candor y espíritu crítico, junto conun sentido muy desarrollado de lo grotesco y lo absurdo, lo había convertidoe~, el m~jor, má.s divertido y, quizá tambIen, mas efectIVO de los críticos de lasociedad norteamericana, y también delmundo moderno en general. Era, además,exce~ente escritor, con un estilo preciso,con lllsospechados giros de lenguaje; conocía a fondo el idioma inglés, y emplea-
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drileño, y surge la tragicomedia al moriren pleno festín uno de los pobres invitados a una confortable casa burguesa.La sátira es aguda y valiente, pero a lospersonajes' les falta humanidad, estándibujados como en caricatura, y aunquehay un par de situaciones divertidas, elfilm no nos convence sino en muy pocosmomentos. Lo que pudo ser una granpelícula; se queda en tímido intentofrustrado.
ba siempre la palabra exacta. Algunosde sus cuentos han pasado a la categoríade pequefías obras maestras, y dentro dedos o tres siglos, estamos seguros de ello,seguirán leyéndose y siendo admirados yaplaudidos. Sus dibujos, chistes y "cartones" son parte misma de la cultura norteamericana de hoy.
No queremos insinuar, por otra parte,que Norteamérica se haya quedado sinhumoristas. Quizá abunden más hoy endía los buenos humoristas que los buenos novelistas. Después de todo, ¿acasono es éste el país de Mark Twain? Unalista de los principales humoristas incluiría, en literatura, a S. J. Perelman,Peter De Vries y Patric;k Dennis, trinidadya bien establecida, a la que hay queafíadir el nombre de Alexander King,autor cuyos libros semi-autobiográficoshan alcanzado estos últimos años un número casi fabuloso de ventas, debido enparte a sus propios méritos, y en partea la propaganda que le ha hecho JackPaar en un famoso programa de televisión. En cuanto al humorismo de dibujos, caricaturas y "cartones", quizá loslectores mexicanos estén tan al corrientecomo cualquier residente en Estados Unidos, ya que esta forma de ingenio cruzalas fronteras con gran facilidad. En todocaso los nombres de Vergil Partch, Cobean, Peter Amo, Charles Addams y sobre todo' J ules Pfeiffer son bien conocidos, o deberían serlo, en México. Ungénero muy norteamerie-ano es el delhumorismo en discos: es decir, la reproducción, y gran difusión, a base dediscos, de números humorísticos representados en un cabaret o una salade espectáculos. A los conocedores delinglés les recomendamos especialmente los discos de Mike Nichols y ElaineMay, mezcla de fantasía, crítica social,mímica, y crítica del "eterno femenino",de efecto cómico irresistible.
En fin: la importancia del humorismoen la cultura y la sociedad norteamericanas es tal que las obras sobre sociologíay sobre historia de Estados Unidos se venobligadas a tenerlo en cuenta como factor diferencial, y Turner, en su famosolibro sobre el influjo del oeste, de lacolonización de las tierras del oeste, sobre la sociedad y la cultura, dedica todoun capítulo a observar la forma en queel humorismo norteamericano difiere delinglés, y expone su teoría de que fue lavida en los campos de mineros o de leñadores, vida democrática y algo violenta,la que dio forma al humorismo norteamericano. En todo caso es evidente queel humorismo norteamericano no es exactamente ni como el inglés, ni como elmexican-o, ni' como el de otros países que
"La vida norteamericana con su fondo de energía desbordan/e"
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conocemos, si bien la gran difusión dela cultura norteamericana hace. que eltipo de humor de Estados Unidos vayasiendo aceptado en todas partes y acabeinfiltrando los productos autóct<;>nos deotros países. Yes evidente tambIén quela vida norteamericana, con su fondo deenergía desbordada, de violencia latente,de ambiciones victoriosas o frustradas,necesita toda una serie de dispositivosque frenen o suavicen los rozamientos,los choques, las fricciones. Una forma deamortiguar esta energía desbordada es elespacio: aislarse gracias al espacio, protegerse mediante las grandes distancias.Si las cosas se presentan demasiado clitíciles, el norteamericano cambia de ciudad, de región, de profesión, de esposa, eincluso de nombre. Hay espacio de sobrapara efectuar todos estos cambios y volver a empezar una y otra vez: o por lomenos así parece, aunque en la prácticalas restricciones no tarden en aparecer.Pero el humorismo es también un magnífico lubricante, que amortigua los choques, y, como el aceite en una herida,obra como bálsamo calmante y suavizalos golpes que la ambición y la despiadada competencia social pueden propinar en cualquier momento al habitantede este país. El exceso de ambición -ola falta de éxito- suelen desembocaren la úlcera estomacal, la crisis de nervios, o ambas cosas; el humorismo devuelve al norteamericano que de veras loposee un sentido de la perspectiva, de lasproporciones justas, que le ayuda a corregir su exigencia frente a sí mismo y a susociedad. Actúa, con frecuencia, comouna especie de calmante moral, distiendelos nervios y las voluntades excesivamente tensos. En un país que consume alaño una cantidad casi astronómica decalmantes farmacéuticos, el humorismoresulta relativamente barato y muchomás agradable.
Es un hecho público y notorio que laliteratura norteamericana no se encuentra en la actualidad en una de sus etapasmás brillantes. Escasean los nuevos valores; apenas si cabe hablar de dos otres, como Bernard Malamud y .J. D. Salinger; algunos escritores que prometíanmucho hace unos años, como NormanMailer y Truman Capote, no han dadolo que de ellos se esperaba y parecenincapaces de hacerlo. En poesía abundanla técnica y el talento, escasean el genioy la originalidad. El teatro se sostienegracias a media docena de personalidadesque escriben relativamente poco, y cadaaño se estrenan menos obras originalesescritas por norteamericanos.
Todo ello es cierto. Y sin embargo hayun sector de la literatura norteamericanaque posee todavía una notable vitalidad:es el ensayo. Quizá porque vivimos enuna época compleja, que cambia muyaprisa, y en la cual el ensayista trata dedarnos mapa y brújula para que los cambios no nos desorienten demasiado; quizáporque muchos escritores norteamericanos no son plenamente artistas pero síhombres cuidadosos y concienzudos queinvestigan a fondo ciertos problemas antes de presentarlos al público. El caso esque el ensayo es actualmente el géneroque más brilla, y los libros de ensayosse venden tanto como las novelas, a vecesmucho más. Incluso, a veces, se venden,inesperadamente, libros de ensayos técnicos o casi técnicos, científicos o de vulgarización: así los libros escritos sobreproblemas económicos por ","'alt Rostow
y por Galbraith se han convertido confr.ecuencia en "best-seIlers", y hay quienchce que Rostow está sustituyendo ya alilustre Maynard Keynes en el altar mayor de los economistas de Estados Unidos. Igual ocurre también con ciertoslibros de tema sociolóe-ico, como los deDavid Riesman y Van2'e Packard: el público se los disputa, los compra por entenares de millares, ansioso de contemplarse en ese espejo turbio y algo inquietante que le tiende el análisis sociológico.
Decimos todo esto porque en estas últimas semanas han aparecido en EstadosU nidos varios libros de ensayos que prometen ejercer influencia especialmentepoderosa: son interesantes, están bien escritos, y contribuyen a revelar al norteamericano medio algo importante acercade sí mismo o del hombre en general.Me refiero, en particular, al libro de Robert Ardrey titulado African Genesis,acerca del origen del hombre primitivo;al libro de John A. Kouwenhoven titulado The Beer Can by the Highway, quecontiene, entle numerosos Y divertidosejemplos concretos de la vida en EstadosUnidos, toda una teoría sociológica y filosófica acerca del desarrollo y las características centrales de la sociedad norteamericana. Y finalmente a un libro de"super-periodismo", por decirlo así, esdecir, de análisis de hechos y noticias enun plano cuidadoso e inteligente, llevadoa cabo por John Bainbridge en su obraThe Sl/,per-Ame1'icans, que no es ni m{lsni menos que la crónica del Estado deTexas, con su historia, su mentalidad peCldiar, el análisis de los acontecimientosque han contribuido a moldearla, etcétera. Los tres libros son relativamente caros. Si el precio de los libros resulta enMéxico a veces más elevado de lo quequerríamos, siempre cabe consolarse pensamIo, por ejemplo, en que el primerode los libros que hemos mencionado cuesta 6 dólares 95 centavos; el segundo, 4.50;y el tercero, 5.95. Comprar los tres a lavez equivale a gastarse una pequeña fortuna. Por suerte, las bibliotecas de Estados Unidos siguen funcionando a la perfección, y no es difícil hallar estos librosen cualquier biblioteca pública, que permite a sus lectores, por otra parte, llevarse los libros a' su hogar, para leerloscon tranquilidad alIado ele un buen fuego en la chimenea, mientras suenan los
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compases de alguna composición clásica.Por otra parte, este idílico ambiente casero no cuadra muy bien con el contenidodel primero d~ los libros ~ene!onados,African Genesls, relato mas bIen sangriento y sombrío e? que se subr~y~ elorigen animal de Ciertas, caractenstl~~ssociales del hombre. Pero este es tamblenel libro que nos parece más importante,y sin duda va a dar origen a una largaserie de controversias y debates. Desdeluego, el estudio en cuestión no es en elfondo más que la vulgarización de lasideas del antropólogo Raymond Dart, yel autor, Robert Ardrey, es un dramaturgo norteamericano que ha abandon~~ola literatura en favor de la especulaclOncientífica. La revista Life ha publicadoun artículo, que sin duda ha aparecidotambién en la versión española de lamisma revista, firmado por KennethMacLeish, acerca del libro y sus teorías.Yo he preguntado a varios antropólogosde la Universidad de Yale qué pensabanacerca de la obra; todos ellos me hancontestado, algo irritados, que el libro lesparecía interesante pero algo exagerado,con una presentación demasiado literaria y unas conclusiones algo forzadas. Aregañadientes han admitido que se tratade una obra revolucionaria que habrá detener un impacto profundo en 'la antropología moderna. (Yale es buen plantelde antropólogos; basta recordar que aquíenseñó casi toda su vida el gran RalphLinton, y también el ilu tre George Gaylord Simpson.) Las conclusione de 1'
drey son las siguientes: el hombre aparece por primera vez, con cara terísticaque podemos consielenr humanas, enÁfrica, y no en Asia amo se habÍ'! el' 'ídopor muchos allos; no inventa f nnas devida sociales, sino que las hereda delantropoide del que desciende, y en I artiC\.dar hereda cierto tipo de organiza iónterritorial, existente en muchas especi sanimales, y sobre todo ntre los pájarosy los simios. Sella lemas d . pasu en estepunto que Ardrey cree "er en estas custumbres pre-humanas el urigen, embrió·nico pero decisivo, del nacionalismo y delas guerras. Finalmente, el hombre noinventó armas e instrumentos, sino que.en cierta forma, fue "inventado" porellos, es decir, que antes de que pudieradesarrollar un cerebro típicamente humano, estaba ya manejando instrumentos
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y armas de muerte y destrucción, y fueprecisamente...Ja° neces.i?ad de adapt~rse
al manejo y construcCIon de armas e InStrumentos cada vez más complicados loque poco a poco acabó por desarrollarsu cerebro, hasta que adquirió el volumen y la versatilidad que llamamos específicamente humanos. El libro está llenode detalles curiosos, significativos, y queparecen convincentes. Veamos, sin embargo, antes de entusiasmarn~s demasiadopor algunas de sus conclusIOnes, lo quedice el antropólogo Marston Bates, dela Universidad de Michigan, acerca deestas ideas: "Concuerdo con Ardrey enque nuestros antepasados prehuman05fueron muy probablemente animales d.oeádos del instinto de 'territorio': es deCir,se movían en una zona o terreno de cazabien definido, y lo más probable es qu~
los intrusos que procedían de zonas veCInas fueran combatidos si trataban de robar caza. También contamos con pruebascontundentes que demuestran que en todas partes los seres humanos y los prehumanos han estado matándose unos aotros durante muchísimos años. Cosa curiosa, pues las disputas 'territoriales' entre los demás animales raras veces resultan fatales. Konrad Lorenz, estudiosoaustriaco que ha observado las costum-
.bres de los animales, lo explica como consecuencia de que la evolución culturalde las armas se adelantó a la evolución
-biológica de las inhibiciones, lo cual J:la~
rece plausible. Pero ?y. la g.uerra? QUlzalas disputas de familias rIvales ~n lasmontañas de Kentucky o de Albama sonrestos de la expresión de este instinto'territorial'. Sin embargo, para alcanzarsiquiera a vislumbrar una posible explicación del fenómeno de la guerra, tenemos que atenernos a la experienciahumana, a ideas similares a las que expone Lewis Mumford acerca del carácterdel cambio mediante el cual los hombrespasaron del poblado a la ciudad y a ladudad-Estado. Un petirrojo que defiende su terreno en mi jardín no me ayudaen absoluto a comprender este fenóme:no." y también: "Hay un abismo de experiencias humanas entre el petirrojo -oel gibón o el babuino- y el soldadoorientado por propaganda patriótica quepilotea un avión cargado de bombas atómicas." En fin: si bien muchas de lasideas expuestas en el libro de Ardrey, yvulgarizadas por la revista LiJe, puedenresultar de gran interés como punto departida para lIna especulación antropológica de altura, debemos desconfiar dealgunas de sus conclusiones. Ya Pascalafirmaba que el hombre se halla a mediocamino entre el ángel y el animal, y quecuando pretende elevarse hasta el ángelsuele caer al nivel del animal. Y auncuando el subrayar los descubrimientosde la conducta de los animales, y ponerlos en contacto con la paleontología humana y la psicología de hoyes tarea tanfructuosa como necesaria, creemos quesi bien el h{)mbre se comporta con frecuencia como un simio, hay sin embargo en él profundas diferencias que loseparan del simio, incluso diferencias deorigen e intencionalidad. Quizá Ardreyha ido demasiado lejos. Por otra parte,bas~a con recordar los alaridos de indignación que acogieron las primeras hipótesis de Darwin y Huxley para comprender que una actitud negativa ante talesd.escubrimientos siempre resulta más fá.~¡J Ymás cómoda que un interés positivo,Incluso con las necesarias reservas.
Por Arnoldo LIBERMAN
Voy a referirme en ~sta ca.rta a las obrasargentinas que conSidero Importantes, yque, con justicia, se;, ~ntreveran en laslistas de "best-sellers , Junto a LawrenceDurrel, Jean Paul Sa.rtre o Juan Goytisolo. Hablaremos pnmeramente de. unjoven cuentista, de militancia católica:Dalmiro Sáenz. N o, el segundo de suslibros de cuentos, ha llegado ya a untiraje de 15 mil ejemplares, cos~ verdaderamente inusitada para un libro deficción de escritor argentino. Este notable éxito de Sáenz, y de su editor J ~anGoyanarte, ha motivado, como es lógiCO,que su primer libro de cuentos, Sete:::taveces siete, publicado hace algunos anos,se haya convertido también ~n. un "bestseller" 1961. En nuestra opInión N o esmuy inferior a e.ste pr~mer libro deSáenz escritor de IncuestIOnable talentoy pos~edor de una prc;>sa de la más estricta estirpe faulknenana (en nues~ro
país también se trata de emular, mejordicho de imitar, escrupulosamente, aFaulkner) . Sus temas son de un desn~do
realismo y de permanente compulSiónhumana, características que hicieron decir a Abelardo Castillo, otro talentosocuentista joven, que la prosa de DalmiroSáenz es una "prosa a cachetadas". Sáenzmaneja con pericia el mecanismo delcuento, sus resortes íntimos, sus espec-
0- tacularidades últimas, su asombro escueto y descarnado, pero. en N o se ?~ja
arrastrar por una obsesIOnante tematlcasexual que agota, en sus personaj~s, todala realidad. Lo que es falso. La Imagendel mundo de un autor o de sus hijosliterarios no puede, cotidianamente, reducirse al sexo y sólo al sexo. Hay en eIJouna limitación (ausente en Setenta vecessiete) que puede hacer que ese autor pague un oneroso impuesto a la eternidad:no participar de ella. No se puede -como lo diría Ernesto Sábato- encarar larealidad para pintar de ella sólo lo queest:l a la derecha y arriba, olvidando elresto de las zonas. O el arte es integraly retoma la condición humana en su totalidad, o fracasa en su intento de interIn'etar el hombre y el mundo, y dar deellos su más completa expresión.
Otro de los libros de gran éxito deventa ha sido la primera novela de JulioCortázar, Los premios, publicada por editorial Sudamericana. Cortázar es, a juicio de Roger Caillois, el segundo (conméritos de primero) de nuestros cuentistas. Borges sería el primero (eventualmente el segundo). Compartimos estejuicio. No creemos que exista todavíaun escritor argentino de ficción -salvoel nombrado Magister Ludi Jorge LuisBorges- que esgrima ese notable talentoy esa despiadada lucidez con los queJulio Cortázar lucubra la temática y lae~critura de sus imaginerías. Su BestiaTio,sus Armas secretas (donde quizá se encuentre uno ele los cuentos más bellosque hayamos leíelo: "El perseguidor"),son obras de un refinado y extraño lenguaje formal y de una sustanciosa y prolija gestación de personajes antológicos.En Final de juego, cuentos de Cortázarpublicados en México, sucede lo mismo,y allí está su cuento "Torito" para abrirle a cualquiera las puertas de la eternidad, "las puertas del cielo", como diría el
mismo Cortázar. Los p,oemios, obra incuestionablemente profunda, rica, plena:de alegorías (pese a la nota final delautor curándose en salud y atajándosepreventivamente de supuestas interpretaciones de esta índole), nos parece, sinembargo, de menor validez artística dentro del contexto general de las obras deCortázar. Comparto con Juan VicenteMelo, redactor de la revista Universidadde México, la interpretación de Los premios como un prolifero y diversificadomural, vasto de connotación humana ymetafísica, pero insisto en su secundaridad respecto a las definitivas narrac~o
nes que Cortázar nos acerca -"entre sue110 y presencia"- en los libros primeramente citados. Ninguno de "los' personajes que cruzan las páginas de esta novela,con su carga de humillación, de tristeza,bondad, locura, hipocresía o elementalidad, puede parangonarse, por ejemplo,a esos dos personajes, a esas dos desgarradas biografías hechas de lamento, hueso y carnadura, que son el Justo Suárezde "Torito" o el Charlie Parker de "Elperseguidor". No obstante, Los premiosdebe ser, por sus valores indiscutibles,la mejor novela de 1961 publicada ennuestro país de autor argentino.
También Beatriz Guido ha publicadoeste afío -hace algunas semanas- suscuentos, bajo el título de La mano enla tmmpa. Dos de ellos fueron trasladados al cine por Leopoldo Torre Nilsson.Esto, naturalmente, ha colaborado enla venta de esta nueva obra de la singular novelista, discutida, ensalzada, vituperada, pero presente, sin lugar a dudas, entre las mejores expresiones literarias de este país. Su novela Fin de fiesta (también trasladada al cine por Torr.eNilsson) la colocó entre los pocos escntares que han intentado interpretar, conmayor o menor fortuna, con mayor omenor autenticidad, los diversos aspectos de nuestra múltiple realidad. No noscontamos entre los admiradores incondicionales de Beatriz Guido. Por el contrario, en varias ocasiones, hemos hechopública nuestra discrepancia ante su manera de encarar las cosas, ante su formade deletrear el mundo y la sociedad desu tiempo, pero, no por ello -y esto eslo que reprochamos a algunos obcecadosdetractores de la novelista.:... vamos a negar sus méritos, sus sólidos méritos creadores. Existe sí en su obra una imagencaprichosa del medio ambiente que larodea, y caprichosa no en su retrato sinoen sus limitaciones, C:ado que BeatrizGuido no parece poder superar su origende alta burguesía y su casi continuadafrivolidad personal. Quizá esto cons~
cuencia de aquello. Pero, es en ese testimonio por descuido, en esa explicablerepulsión que -con excepciones- nosproducen sus personajes, en esos deleznables temperamentos burgueses, en los queencontramos, como en ninguna otra obraargentina, la denuncia, "la delación"(como diría Castillo) de una sociedadque se muere, de una sociedad en desintegración, de una clase social que el proceso histórico va arrinconando hasta dejar al margen. Lo reprochable es queBeatriz Guido nos enfrenta con este problema tangencia.lmente, a través de con-