Carta #60

2
Carta # 60 1 de marzo del 2015 Ojalá estés teniendo muy buen día. Me has hecho pensar demasiado. Y es que la cabeza no me alcanza para explicarme cómo hemos llegado hasta aquí. Cada vez creo más en la tesis de Kundera, que no somos sino productos de coincidencias. Y es que es una coincidencia que haya estado en la misma clase contigo y sólo una proyección el hecho de que haya estado en la biblioteca cuando lloraste, y que te haya abrazado. Pero no podemos ir por el mundo culpando. No es una coincidencia que haya sido (y también de ella) tan amigo. El hecho de que hayamos trabajado juntos, verte enojada, dormida, llorando y recién bañada. Todo eso lo fui decidiendo todos los días. Bien me puedo proteger en el consejo de una madre amargada que me dice que los amigos no existen y sólo ir viviendo, hacer lo que se tiene que hacer y nada más. Pero no. Sin embargo, toda esta reflexión no me deja claro cómo llegamos a esto. Sé que es una serie de hechos que no conozco del todo, porque sólo puedo vivir en mí mismo. Sé que también tiene que ver con hormonas y los sueños que se nos implantan del amor. Pero el amor no se piensa, es de esas cosas que no se explican con lógica formal o dialécticas. Sé que no te amo, que mis sentidos aún se encuentran con ella, o en la imagen que tengo de ella. Pero ahora pienso en ti mucho más que antes. Como si en verdad estuviera enamorado, la ilusión me encuentra todo el tiempo. Pienso en ti y tengo la preocupación de no ser lo que quieres. Sé que esta vez, contigo, si no funciona no voy a morir. Pero la ilusión siempre está presente, la búsqueda de la trascendencia, de encontrar un nuevo motor para la felicidad, de vivir otra vez de verdad. Tengo miedo de la ilusión rota. Tengo miedo de la ilusión incumplida. Que todas las cosas que se esperan no lleguen, porque el futuro nunca es como se quiere. Tengo miedo de tu enojo en mis

description

carta

Transcript of Carta #60

Page 1: Carta #60

Carta # 60

1 de marzo del 2015

Ojalá estés teniendo muy buen día.

Me has hecho pensar demasiado. Y es que la cabeza no me alcanza para explicarme cómo hemos llegado hasta aquí. Cada vez creo más en la tesis de Kundera, que no somos sino productos de coincidencias. Y es que es una coincidencia que haya estado en la misma clase contigo y sólo una proyección el hecho de que haya estado en la biblioteca cuando lloraste, y que te haya abrazado.

Pero no podemos ir por el mundo culpando. No es una coincidencia que haya sido (y también de ella) tan amigo. El hecho de que hayamos trabajado juntos, verte enojada, dormida, llorando y recién bañada. Todo eso lo fui decidiendo todos los días. Bien me puedo proteger en el consejo de una madre amargada que me dice que los amigos no existen y sólo ir viviendo, hacer lo que se tiene que hacer y nada más. Pero no.

Sin embargo, toda esta reflexión no me deja claro cómo llegamos a esto. Sé que es una serie de hechos que no conozco del todo, porque sólo puedo vivir en mí mismo. Sé que también tiene que ver con hormonas y los sueños que se nos implantan del amor. Pero el amor no se piensa, es de esas cosas que no se explican con lógica formal o dialécticas.

Sé que no te amo, que mis sentidos aún se encuentran con ella, o en la imagen que tengo de ella. Pero ahora pienso en ti mucho más que antes. Como si en verdad estuviera enamorado, la ilusión me encuentra todo el tiempo. Pienso en ti y tengo la preocupación de no ser lo que quieres. Sé que esta vez, contigo, si no funciona no voy a morir. Pero la ilusión siempre está presente, la búsqueda de la trascendencia, de encontrar un nuevo motor para la felicidad, de vivir otra vez de verdad.

Tengo miedo de la ilusión rota. Tengo miedo de la ilusión incumplida. Que todas las cosas que se esperan no lleguen, porque el futuro nunca es como se quiere. Tengo miedo de tu enojo en mis manos y de las malas intenciones almacenadas en el alma, de la banalidad de este amor insensato, del miedo mismo a quererte como una barrera para el amor.

Por ello es que me pregunto: ¿cómo llegamos aquí? Observo tu mirada que se pierde en el horizonte, posiblemente volteando al pasado, y mi pecho se ensancha. Ya no es infinito desconsuelo sino infinita la ternura que invade mi alma. Esos ojos que rivalizan con la luna media que descansa sobre tu cabeza. Y tu cuerpo es tibio como justo antes de la creación de la vida, con un sentimiento que precede al espíritu de Dios caminando sobre las aguas. ¿Cómo llegué a besar tus labios? Sentir tu aliento que se mueve como en viento dentro de las montañas. Nuestros labios luchan suavemente, no como quisieras, tratando de encontrar nuestro centro.

¿Cómo llegamos aquí?¿Cuánto durará? Son preguntas que no quiero responder.