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Está ubicado en la Séptima Avenida, en el corazón de Nueva York. Espléndida a los 75, con una vida de leyenda, la genial diseñadora venezolana confiesa: “Me quedan todavía muchas asignaturas pendientes en mi vida” CAROLINA HERRERA ABRE LAS PUERTAS DE SU LUJOSO ATELIER EN MANHATTAN Considerada una de las mujeres más elegantes del mundo y dueña de un estilo moderno y sofisticado, Carolina posa con un entero de lana y cinturón de terciopelo en el taller de su atelier neoyorquino junto a uno de sus últimos diseños. “Mis creaciones siempre van a seguir una estética basada en la feminidad. Yo diseño vestidos pensando en que deben ser admirados tanto por hombres como por mujeres”, cuenta. L a vida de Carolina Herrera ha sido de leyenda. En 1981, con 42 años, lanzó su primera colección e hizo realidad el sueño de convertirse en diseñadora. Des- de entonces, cada una de sus colecciones la llevaron a ser una de las creadoras más reconocidas en la historia del mundo de la moda. Entró en el exclusivo y reducido grupo de mujeres que, como Coco Cha- nel, Madeleine Vionnet o Jeanne Lanvin, consiguieron hacer de su propia vida una obra de arte. Porque en la vida de Caroli- na, la elegancia y el refinamiento siempre fueron de la mano. Nacida como María Carolina Josefina Pacanins y Niño en el seno de una tradicional familia de clase alta venezolana –sus orígenes se remontan al inicio del Virreinato y de ella surgieron hacendados y grandes políticos–, desde muy pequeña tuvo un ojo privilegiado para detectar el buen gusto. Icono del chic y la sofisticación, en 1957 la tímida caraqueña se casó a los 18 años con Guillermo Behrens, con quien tuvo dos hijas –Mercedes y Ana Luisa– y del que se separó después de seis años de ma- trimonio. Sin embargo, Carolina encon- tró nuevamente el amor y en 1968 se casó en segundas nupcias con el aristócrata Reinaldo Herrera, en ese entonces mar- qués de Torre Casa –en 1992 renunció al título– y uno de los solteros más cotiza- dos del jet set. Con él tuvo dos hijas más –Carolina y Patricia– y a partir de aquel momento comenzó a dividir su tiempo entre Nueva York y Caracas, y junto con su marido formó una de las parejas más elegantes y refinadas de Manhattan. Educó con dedicación a sus cuatro hi- jas y después se lanzó al desconocido y despiadado universo de la moda. Muchas personas, entre ellas Diana Vreeland –la célebre editora de Vogue– y los condes de Crespi, la alentaron para que creara su primera colección. Pero fue Reinaldo Herrera, su marido y el hombre más im- portante en su vida, quien la impulsó a ser ella misma y hacer realidad su sueño. El éxito no tardó en llegar: consiguió vestir a Jackie Kennedy durante los últi- mos doce años de su vida, y en 1986 se ca- tapultó como la reina de la feminidad y el glamour con el traje de novia que diseñó para Caroline, la hija de John F. Kennedy. Hoy, treinta y tres años después de aquella noche en la que debutó en el Metropoli- tan Club y se perfiló como una promesa, logró convertir su marca en un negocio valuado en más de 450 millones de dóla- res, con más de trescientas boutiques alre- dedor del mundo. Esta mujer inteligente y visionaria abre las puertas de su mundo privado y recibe en exclusiva a ¡Hola! en su atelier de la Séptima Avenida para hablar de su vida, su familia y su imperio. CREER EN UN SUEÑO –¿Cómo fueron sus inicios en el mundo de la moda? –Todo sucedió en 1980, cuando comen- cé a idear mi primera colección, que vio

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Está ubicado en la Séptima Avenida, en el corazón de Nueva York. Espléndida a los 75, con una vida

de leyenda, la genial diseñadora venezolana confiesa: “Me quedan todavía muchas asignaturas

pendientes en mi vida”

CAROLINA HERRERA

ABRE LAS PUERTAS DE SU LUJOSO ATELIER EN MANHATTAN

Considerada una de las mujeres más elegantes del mundo y dueña de un estilo moderno y sofisticado, Carolina posa con un entero de lana y cinturón de terciopelo en el taller

de su atelier neoyorquino junto a uno de sus últimos diseños. “Mis creaciones siempre van a seguir una estética basada en la feminidad. Yo diseño vestidos pensando en

que deben ser admirados tanto por hombres como por mujeres”, cuenta.

L a vida de Carolina Herrera ha sido de leyenda. En 1981, con 42 años, lanzó su primera colección e hizo realidad

el sueño de convertirse en diseñadora. Des-de entonces, cada una de sus colecciones la llevaron a ser una de las creadoras más reconocidas en la historia del mundo de la moda. Entró en el exclusivo y reducido grupo de mujeres que, como Coco Cha-nel, Madeleine Vionnet o Jeanne Lanvin, consiguieron hacer de su propia vida una obra de arte. Porque en la vida de Caroli-na, la elegancia y el refinamiento siempre fueron de la mano. Nacida como María Carolina Josefina Pacanins y Niño en el seno de una tradicional familia de clase alta venezolana –sus orígenes se remontan al inicio del Virreinato y de ella surgieron hacendados y grandes políticos–, desde muy pequeña tuvo un ojo privilegiado para detectar el buen gusto.

Icono del chic y la sofisticación, en 1957 la tímida caraqueña se casó a los 18 años con Guillermo Behrens, con quien tuvo dos hijas –Mercedes y Ana Luisa– y del que se separó después de seis años de ma-trimonio. Sin embargo, Carolina encon-tró nuevamente el amor y en 1968 se casó en segundas nupcias con el aristócrata Reinaldo Herrera, en ese entonces mar-qués de Torre Casa –en 1992 renunció al título– y uno de los solteros más cotiza-dos del jet set. Con él tuvo dos hijas más –Carolina y Patricia– y a partir de aquel momento comenzó a dividir su tiempo entre Nueva York y Caracas, y junto con

su marido formó una de las parejas más elegantes y refinadas de Manhattan.

Educó con dedicación a sus cuatro hi-jas y después se lanzó al desconocido y despiadado universo de la moda. Muchas personas, entre ellas Diana Vreeland –la célebre editora de Vogue– y los condes de Crespi, la alentaron para que creara su primera colección. Pero fue Reinaldo Herrera, su marido y el hombre más im-portante en su vida, quien la impulsó a ser ella misma y hacer realidad su sueño.

El éxito no tardó en llegar: consiguió vestir a Jackie Kennedy durante los últi-mos doce años de su vida, y en 1986 se ca-tapultó como la reina de la feminidad y el glamour con el traje de novia que diseñó para Caroline, la hija de John F. Kennedy. Hoy, treinta y tres años después de aquella noche en la que debutó en el Metropoli-tan Club y se perfiló como una promesa, logró convertir su marca en un negocio valuado en más de 450 millones de dóla-res, con más de trescientas boutiques alre-dedor del mundo.

Esta mujer inteligente y visionaria abre las puertas de su mundo privado y recibe en exclusiva a ¡Hola! en su atelier de la Séptima Avenida para hablar de su vida, su familia y su imperio.

CREER EN UN SUEÑO–¿Cómo fueron sus inicios en el mundo

de la moda?–Todo sucedió en 1980, cuando comen-

cé a idear mi primera colección, que vio

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El atelier y estudio de Carolina Herrera, recientemente reformado, se encuentra muy cerca

del Empire State y está ambientado con el exquisito gusto de la diseñadora

la luz un año más tarde en el Metropolitan Club de Nueva York. Recuerdo que a finales de la déca-da del 70, personajes como Diana Vreeland o los condes Rudi y Consuelo de Crespi siempre me ponderaban y me insistían para que hiciera algo en el mundo de la moda. Pero creo que gracias a Reinaldo, mi marido, fue que decidí y logré ha-cerlo. Porque él más que nadie me soportó y me impulsó desde un principio. Siempre he pensa-do que el mayor apoyo que alguien puede tener debe nacer en casa y eso fue precisamente lo que me dio fuerzas para lanzar mi primera colección. Hoy, cuando miró para atrás, me convenzo de que fue mi perseverancia, mi dedicación y mi pa-sión lo que hicieron que pudiera alcanzar el éxi-to. Porque aunque muchas personas creen que en este mundo todo es lujo y glamour, debo decir que el trabajo que hay detrás es inmenso.

–Hablemos de ese proceso…–En un principio todo era una incógnita, ya que

por un tiempo no sabes con exactitud hacia dónde vas. Por eso es muy importante mantener la per-severancia y jamás perder la pasión. Porque uno descubre poco a poco muchas facetas desconoci-

El espacioso “showroom” es donde “La Dama de la Moda” –como la conocen en los círculos de moda neoyorquinos– recibe a personalidades del mundo entero que la visitan cada temporada

para ver sus últimos diseños. Abajo, izquierda: los sillones a rayas, las flores y los muebles forrados en pergamino le aportan un toque oriental minimalista. Y la terraza, decorada con piedras de río y macetas con cuidados arbustos se asemeja a la del patio de un palacio. Abajo, derecha: cada una

de las colecciones son un reflejo de su pasión por el color y los estampados de flores.

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“Andy [Warhol] era un gran amigo mío y es una de las personas más divertidas que conocí en mi vida. Tomó cincuenta polaroids para hacer este retrato”

das que van delineando tu estilo. Y es fundamental saber lo que harás con él y cómo quieres proyectarlo. Creo que muchos piensan que basta con copiar un poco de aquí y un poco de allá. Y no es así, ya que para triunfar tienes que ser especial y diferente. Tus dise-ños tienen que reflejar tu esencia y ser muy claros en cómo proyectan tu esti-lo. Desde mis inicios, tuve muy claro que todas mis creaciones tenían que ser muy femeninas, sofisticadas y con mucho glamour. Siempre supe que no quería hacer disfraces, que mis vesti-dos debían ser para una mujer de ver-dad. Porque hay muchas mujeres que se “disfrazan” creyendo que así están siguiendo la moda, pero no, para mí eso no es moda.

“A LA ELEGANCIA NO LA DEFINE NI EL DINERO NI LA BELLEZA”

–¿Qué es lo que hace a una mujer elegante?

–Varias cosas. La primera es la indi-

Arriba: muy cercana a su familia, Herrera tiene desperdigadas fotos de sus cuatro hijas y sus doce nietos por toda su oficina. Abajo: un rincón de la biblioteca en la que la venezolana atesora muchos de sus libros sobre moda. Derecha: Carolina posa con el fabuloso retrato que Andy Warhol le hizo en 1979.

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“Para ser elegante, una mujer tiene que estar muy consciente de lo que proyecta, porque a la elegancia

no la definen ni el dinero ni la belleza”

vidualidad. Y no me refiero a lo que lle-vas puesto, sino a cómo lo usas y cómo lo luces. Chanel decía: “La moda pasa, el estilo se queda”. Es por eso que estoy convencida de que para ser elegante, una mujer tiene que estar muy cons-ciente de lo que proyecta, porque a la elegancia no la definen ni el dinero ni la belleza. Tiene que ver con la origina-lidad, con el estilo, con la forma de pen-sar, de moverse. Una mujer elegante es aquella que decora su casa con buen gusto, que sabe elegir libros y obras de arte. Esas son las mujeres que realmen-te sobresalen, ya que la elegancia es un don y nace genuinamente.

–¿Qué es lo que convierte único a un diseño de Carolina Herrera?

–Mis creaciones siempre van a seguir una estética basada en la feminidad. Yo diseño vestidos pensando en que deben ser admirados tanto por hombres como por mujeres. Me gusta, igualmente, siem-

pre aportarles el justo equilibrio entre modernidad y sofisticación. Un vestido de Carolina Herrera tiene que combinar perfectamente con quien lo lleva para que realmente luzca como ningún otro.

“LOS OJOS Y EL TALENTO VAN DE LA MANO”

–¿En qué se inspira cuando diseña?–Yo creo en todo aquello que pasa

por mis ojos. La inspiración es un ejer-cicio constante que me hace estar muy atenta a todo lo que me rodea, porque donde pongo mis ojos pueden estar las musas. Ya sea en un museo, leyendo un libro, viendo una película, visitando un palacio o simplemente tirada sobre la playa, siempre intento ejercitar mi ha-bilidad para inspirarme. Creo que es algo que jamás podría dejar de hacer, porque crecí haciéndolo y es lo que me ha ayudado a crear cada una de mis co-lecciones. Estoy convencida de que los

“Quiero mucho a Argentina, porque mis vínculos con ese país son muy fuertes: ahí vive mi hija Ana Luisa y tengo tres nietos argentinos a los que adoro”

Arriba: el living de la oficina, que es en donde Carolina recibe a sus íntimos

y a sus colaboradores más cercanos. Lo decoró con muebles tapizados en

tejidos lisos y a rayas y con un enorme taburete de inspiración oriental. El espejo redondo y los apliques combinan a la perfección con el

ambiente y le aportan un toque único. Derecha: fotos de sus antepasados

decoran las mesas laterales, como el retrato de su padre, Guillermo Pacanins

Acevedo, que aparece a un lado de la cama de Gaspar, su inseparable caniche. Izquierda: su escritorio,

conformado por una pequeña mesa y dos sillas estilo Biedermeier, refleja su amor por la sobriedad y el

refinamiento. La escultura del caballo es de Miguel Berrocal, uno de sus

artistas favoritos. Izquierda, arriba: Carolina en un baile que el baronet

Harry Platt, el afamado médico británico, organizó en 1979 en el hotel

St. Regis de Nueva York.

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“Disfruto mucho mezclar colores e idear el tramado

de los textiles de la próxima temporada, además de rescatar

diseños antiquísimos y darles vida nuevamente”

ojos y el talento van de la mano. La magia está en lo que haces con ellos.

–¿A qué di-señadores ad-

mira más?–Creo que jamás habrá

uno igual a Yves Saint Lau-rent. El para mi es el rey del clasicismo, un genio que con suma maestría materializó la elegancia. Muchos piensan que hablar de algo clásico es referirse a algo viejo, pero no es así. Lo clásico es el ingre-diente más importante para alcanzar la elegancia. Yves fue el hombre que con su inter-pretación del clasicismo se convirtió en un bastión de la historia de la moda. Porque aunque la moda es una repe-tición de ideas, él supo mez-clar los colores y las formas como nadie. Gracias a sus diseños me di cuenta de que la proporción y el corte de un vestido son la clave para crear algo extraordinario.

LA MUJER DETRAS DEL ICONO

–¿Cómo es un día en la vida de Carolina Herrera?

–Ningún día en mi vida es igual a otro, porque

esta profesión siem-pre te lleva a hacer

cosas distintas. Sin embargo, la

única rutina dia-ria que tengo es la

de desayunar en mi cama con Gaspar [caniche] y Michael [bóxer], mis adorados perros, a mi lado. Eso es de las cosas que más disfruto en la vida y que no cambiaría por nada.

–¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

–Sin duda, ocuparme de mis nuevas colecciones y pla-near el futuro. Explorar las tendencias y crear nuevos di-seños. Mezclar colores e idear el tramado de los textiles de la próxima temporada, por-que cada colección tiene sus propios géneros. Me encanta rescatar diseños antiquísimos y darles vida nuevamente. Aunque muchos famosos lo detestan, adoro que una per-sona se acerque a saludarme y me pida sacarse una foto-grafía conmigo. Creo que es lo más halagador del mundo y me río de aquellos que lo critican.

–¿Qué hace en sus ratos libres?

–Caminar por Central Park, leer, disfrutar del silencio, encontrarme con mis pensa-mientos... “Me gusta cuando callas porque estás como au-sente”, dijo sabiamente algu-na vez Pablo Neruda.

“SERAN ELLAS LAS QUE DECIDAN SI DESEAN SEGUIR CON MI LEGADO”

–Me doy cuenta de que sus hijas son sus más cerca-nas colaboradoras. ¿Cómo las prepara para ser las he-

Derecha: muestra uno de los géneros que se utilizarán en la próxima temporada. “Cada colección tiene sus propios diseños de telas y

eso hace que mis modelos sean únicos”, confiesa. Izquierda, arriba: esquema de la última colección. Izquierda: dos modelos con diseños de

inspiración minimalista.

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La diseñadora y sus hijas dos hijas menores Patricia y Carolina –fruto de su matrimonio con Reinaldo Herrera– en una imagen tomada en 2003 por el afamado fotógrafo Gilles Bensimon. “En lo que mis hijas más se reflejan en mí, es en la disciplina y en el amor por la familia. Las cuatro son muy diferentes,

pero son muy cercanas. Afortunadamente somos una familia muy unida y no me queda duda de que ellas serán igual con sus hijos”, enfatiza.

“No estoy preparando a ninguna de mis hijas para que sea mi sucesora. Patricia y Carolina trabajan

conmigo y me encanta que lo hagan, pero serán ellas las que decidan si desean seguir con mi legado”

rederas de su imperio?–Tengo cuatro hijas y son lo mejor que

me pasó en la vida. Aunque solamente dos de ellas son las que trabajan conmigo, debo confesar que no estoy preparando a ningu-na para que sea mi sucesora. Carolina tra-baja en el área de perfumes y Patricia, en el área de moda, y me encanta que lo hagan, pero serán ellas las que decidan si desean seguir con mi legado. Tanto ellas como sus hermanas son mujeres hechas y derechas y tienen muy claro lo que quieren hacer con sus vidas. Cada una tiene su familia y si

trabajan conmigo es porque les gusta.–¿Qué aspectos de su personalidad ve

reflejados en ellas?–Creo que la disciplina y la discreción.

Porque es la discreción lo que le apor-ta cierto misterio a la mujer. En la vida siempre debe existir el misterio, ya que alimenta las fantasías. Pero creo que en lo que más se reflejan en mí es en la dis-ciplina y en el amor por la familia. Las cuatro son muy diferentes, pero son muy cercanas. Afortunadamente somos una familia muy unida y no me queda duda

de que ellas serán igual con sus hijos. Con esos valores me educaron a mí y así es como yo las eduqué a ellas.

“SIEMPRE HE SIDO UNA GRAN ADMIRADORA DE ARGENTINA”

–Tengo entendido que le gusta mucho viajar a Buenos Aires…

–Quiero mucho a Argentina, porque mis vínculos con ese país son muy fuertes: ahí vive mi hija Ana Luis y tengo tres nie-tos argentinos a los que adoro. Además, siempre que viajo a Buenos Aires la paso

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“La inspiración es un ejercicio constante que me hace estar muy atenta a todo lo que me rodea, porque donde pongo mis ojos pueden estar las musas”

muy bien porque la gente es encantadora y me hace sentir como en casa. Recuerdo que cuando Reinaldo y yo visitamos por primera vez el país, allá por los años 70, so-lamente íbamos por una semana y ¡termi-namos quedándonos dos meses! Sin duda, siempre he sido una gran admiradora de Argentina. Es uno de mis países favoritos.

–¿Le queda alguna asignatura pendien-te en su vida?

–No me queda una, ¡me quedan muchísi-mas! Y creo que aunque llegara a vivir cien-tos de años más, jamás terminaría. Porque soy una persona muy curiosa y eso es lo que hace que nunca me aburra y que sea una mujer muy fantasiosa que aún cree en los sueños. Porque justamente mi mundo, que es el de la moda, es un mundo de sueños.

“TE CAMBIO TU RETRATO POR ESTA CARTERA”

–¿Cuál es la historia que hay detrás del

retrato que le pintó Andy Warhol?–Andy era un gran amigo mío y es una

de las personas más divertidas que co-nocí en mi vida. Cuando decidimos que me pintaría, allá por 1979, solamente me pidió que llevara todas mis joyas el día que visitara su estudio, ya que le encantaban. Sacó cincuenta polaroids para hacer este retrato y recuerdo que a los pocos días de haberlo terminado coincidimos en una cena a la que yo asistí con una minaudière de oro con bri-llantes. No dejó de observarme en toda la noche y cuando nos despedimos, se acercó y me dijo al oído: “Te cambio tu retrato por esa cartera”. Sin dudarlo, acepté. Llegando a casa se lo conté a mi marido y no podía creerlo. Andy fue un tipo único que hoy estaría encantado de ver sus cuadros exhibidos en los museos más importantes del mundo.

–Si hiciera un repaso de su carrera,

¿qué momentos rescataría como los más importantes?

–Creo que mi primer desfile. Porque fue en esa noche que tomé consciencia de que me había sumergido en un mundo que me fascinaba, pero que era totalmente desconocido para mí. Me acuerdo de que fue una velada única en la que una banda de música tocó temas de Cole Porter y que la convocatoria fue extraordinaria, ya que realmente estaba todo Nueva York: mode-los, personalidades, periodistas… Todos los días recuerdo ese momento y me doy cuenta de que si no hubiera tenido el valor de haber lanzado esa primera colección, hoy no estaría donde estoy.•

Arriba: Carolina Herrera y su equipo creativo en su “atelier”. Junto a ella, aparece sentada su hija Patricia, quien trabaja en el área de moda de la marca desde hace varios años y se ha convertido en una de sus más cercanas colaboradoras. “Me gusta siempre aportarles a mis diseños el

justo equilibrio entre modernidad y sofisticación. Un vestido de Carolina Herrera tiene que combinar perfectamente con quien lo lleva para que realmente luzca como ningún otro”, cuenta.

Texto y coordinación: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Roberta Marroquín Doria y archivo

personal Carolina Herrera

Maquillaje de Carolina Herrera: Ida RosemanMaquillaje y peinado de la modelo: Joseph Carrillo