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FICHA ETNOGRÀFICA: CARNAVALES OFICIALES Celebración y/o Fiesta Relevamiento y Registro Etnográfico Fecha de celebración La fecha oficial de la festividad religiosa varía año a año. En el calendario católico, el festejo del carnaval corresponde a los tres días previos a la cuaresma , la cual comienza el miércoles de ceniza. En la ciudad de Buenos Aires, los corsos funcionan durante los fines de semana desde finales de enero hasta principios de marzo (en 2011, desde el sábado 5 de febrero hasta el domingo 6 de marzo y además, el lunes 7 y martes 8 de marzo). Horario de la celebración Los sábados de 19:00 a 2:00 hs y los domingos de 19:00 a 24:00 hs. Periodicidad de la fiesta y/o celebración Anual Localización de los corsos 2011 Abasto: Córdoba entre S. de Bustamante y Agüero. Almagro: Corrientes entre Medrano y Bulnes. Bajo Núñez: Arias entre V. de Obligado y O’Higgins. Balvanera: Belgrano entre Saavedra y Pasco. Barracas: Montes de Oca entre Rocha y Olavarría. Boedo 1: Boedo entre Independencia y San Juan. Boedo 2: Belgrano entre Maza y Colombres. Coghlan: Congreso entre Donado y Lugones. Caballito: Avellaneda entre Nicasio Oroño y F. Sarmiento. Colegiales: Lacroze entre Gral. Martínez y Freire. Flores: Gaona entre Donato Alvarez y Boyacá. Liniers: Lisandro de la Torre entre Tuyutí e Ibarrola Lugano 1: Riestra entre Cafayate y Oliden. Lugano 2: Av. Cruz entre Oliden y Lisandro de La Torre. Lugano 3: Eva Perón entre Homero y Basualdo. Mataderos: Alberdi entre Araujo y Escalada. Monte Castro: Beiró entre Calderón de la Barca y Virgilio. Monserrat: San Juan entre Solís y Luis Sáenz Peña. Parque Avellaneda: Directorio entre Olivera y Lacarra. Paternal 1: Nazca entre Lascano y Baigorria. Paternal 2: San Martín entre Juan B. Justo y Camarones. Piedrabuena: 2 de Abril entre Gral Paz y Montiel. Pompeya 1: Chiclana entre Av. La Plata y Pirovano. Pompeya 2: Perito Moreno entre Ochoa y Taborda. Saavedra 1: Balbín entre Plaza y Jaramillo. Saavedra 2: Balbín entre Pico y Arias. San Telmo: San Juan entre Chacabuco y Tacuarí. Villa Crespo: Scalabrini Ortiz entre Corrientes y Velasco. Villa Pueyrredón: Mosconi entre Terrada y Bolivia. Villa Urquiza: Triunvirato entre Monroe y Olazábal Descripción del sitio Los corsos se realizan sobre avenidas representativas de cada barrio y suelen ocupar unas dos cuadras. Sobre uno de los extremos del corso, está el escenario, que suele estar adornado con banderitas de colores. Asimismo, suele haber sobre el corso pasacalles (por ejemplo, en el corso de Villa Crespo, el pasacalles decía: “República de Villa Crespo. Barrio de tango”) y banderitas que atraviesan la calle marcando su ubicación.

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Carnaval

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FICHA ETNOGRÀFICA: CARNAVALES OFICIALES

Celebración y/o Fiesta Releva miento y Registro Etnográfico Fecha de celebración La fecha oficial de la festividad religiosa varía año a año. En el

calendario católico, el festejo del carnaval corresponde a los tres días previos a la cuaresma, la cual comienza el miércoles de ceniza. En la ciudad de Buenos Aires, los corsos funcionan durante los fines de semana desde finales de enero hasta principios de marzo (en 2011, desde el sábado 5 de febrero hasta el domingo 6 de marzo y además, el lunes 7 y martes 8 de marzo).

Horario de la celebración Los sábados de 19:00 a 2:00 hs y los domingos de 19:00 a 24:00 hs.

Periodicidad de la fiesta y/o celebración

Anual

Localización de los corsos 2011

Abasto : Córdoba entre S. de Bustamante y Agüero. Almagro : Corrientes entre Medrano y Bulnes. Bajo Núñez : Arias entre V. de Obligado y O’Higgins. Balvanera : Belgrano entre Saavedra y Pasco. Barracas : Montes de Oca entre Rocha y Olavarría. Boedo 1 : Boedo entre Independencia y San Juan. Boedo 2 : Belgrano entre Maza y Colombres. Coghlan : Congreso entre Donado y Lugones. Caballito : Avellaneda entre Nicasio Oroño y F. Sarmiento. Colegiales : Lacroze entre Gral. Martínez y Freire. Flores : Gaona entre Donato Alvarez y Boyacá. Liniers : Lisandro de la Torre entre Tuyutí e Ibarrola Lugano 1 : Riestra entre Cafayate y Oliden. Lugano 2 : Av. Cruz entre Oliden y Lisandro de La Torre. Lugano 3 : Eva Perón entre Homero y Basualdo. Mataderos : Alberdi entre Araujo y Escalada. Monte Castro : Beiró entre Calderón de la Barca y Virgilio. Monserrat : San Juan entre Solís y Luis Sáenz Peña. Parque Avellaneda : Directorio entre Olivera y Lacarra. Paternal 1 : Nazca entre Lascano y Baigorria. Paternal 2 : San Martín entre Juan B. Justo y Camarones. Piedrabuena : 2 de Abril entre Gral Paz y Montiel. Pompeya 1 : Chiclana entre Av. La Plata y Pirovano. Pompeya 2 : Perito Moreno entre Ochoa y Taborda. Saavedra 1 : Balbín entre Plaza y Jaramillo. Saavedra 2 : Balbín entre Pico y Arias. San Telmo : San Juan entre Chacabuco y Tacuarí. Villa Crespo : Scalabrini Ortiz entre Corrientes y Velasco. Villa Pueyrredón : Mosconi entre Terrada y Bolivia. Villa Urquiza : Triunvirato entre Monroe y Olazábal

Descripción del sitio Los corsos se realizan sobre avenidas representativas de cada barrio y suelen ocupar unas dos cuadras. Sobre uno de los extremos del corso, está el escenario, que suele estar adornado con banderitas de colores. Asimismo, suele haber sobre el corso pasacalles (por ejemplo, en el corso de Villa Crespo, el pasacalles decía: “República de Villa Crespo. Barrio de tango”) y banderitas que atraviesan la calle marcando su ubicación.

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Asimismo, detrás del escenario suele haber un patrullero con agentes encargados de la seguridad del evento, mientras que a ambos lados de la Avenida del corso se suelen colocar los puestos de venta (choripanes y espumas) y de stands (Asambleas y organizaciones barriales y organismos oficiales). La avenida del corso está cerrada al tráfico con vallas, mientras que otras vallas son utilizadas para delimitar el espacio de actuación de las murgas, del espacio de ubicación del público. Asimismo, es usual la colocación de baños químicos en las inmediaciones del corso.

Relación con la ciudad (con determinados espacios, avenidas, calles, otros barrios, etc.)

La presencia del carnaval en la ciudad es muy marcada. Esta estrecha vinculación se plasma en la celebración de los corsos en prácticamente todos los barrios porteños, los cuales ocupan una o dos cuadras de las avenidas más destacadas de cada barrio. Asimismo, si bien cada barrio tiene una murga representativa, estas van actuando en los diferentes corsos de la ciudad. Por otra parte, en cada corso se intenta promover el sentimiento de la identidad barrial, recalcando constantemente los símbolos e historias conformantes de cada uno de ellos.

Clasificación de la fiesta y/o Celebración

Fiesta

Carácter de la celebración y/o fiesta (local, porteña, regional, nacional, de países limítrofes, etc.)

• Barrial : Cada barrio tiene su corso y murga que lo identifican.

• Porteña : Buenos Aires tiene un festejo de carnaval tradicional y particular.

• Internacional : El carnaval se festeja en todos los países cristianos

Organizadores (asociaciones, gobierno, vecinos, etc.)

Comisión de Carnaval y programa Carnaval Porteño En 1997, el ex Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires sancionó la Ordenanza Nº 52.039, por la cual declaró “patrimonio cultural la actividad que desarrollan las agrupaciones de carnaval” y facultó al Gobierno de la Ciudad a “propiciar las medidas pertinentes para que las mismas puedan prepararse, ensayar y actuar durante todo el año en predios municipales que puedan adaptarse a tales fines o bien a gestionar espacios en clubes y sociedades de fomento cuando las circunstancias así lo requieran”. Esta misma normativa puso en manos del Gobierno la responsabilidad de promover la

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organización de corsos en los barrios, estableciendo en la Secretaría de Cultura el ámbito de la coordinación con las entidades intermedias que los llevarían a cabo. Asimismo, esta misma ordenanza estableció la creación de la Comisión de Carnaval, integrada por un representante de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad, un representante de la Comisión de Cultura del Concejo Deliberante (hoy Legislatura) y dos representantes titulares y suplentes de las agrupaciones de carnaval, todos ellos designados ad honorem. A esta comisión se le atribuyó la responsabilidad de acordar las políticas tendientes a dar cumplimiento a lo establecido en esa ordenanza y en la Nº 51.203/96 que instituye el llamado “Festival de Candombe y Murga” en la ciudad de Buenos Aires. Asimismo, es la Comisión de Carnaval el ámbito de resolución de todos los conflictos suscitados a raíz de la realización de este evento, la cual pone por encima de cualquier interés sectorial, la búsqueda de una convivencia sana y armónica entre vecinos. También esta Comisión administra la provisión de permisos de ensayo para las agrupaciones, lleva un registro oficial de las murgas existentes y de sus características de identificación, organiza concursos y talleres tendientes a un perfeccionamiento cada vez mayor del nivel estético de sus presentaciones artísticas, y coordina los distintos aspectos involucrados con la realización de los corsos de la Ciudad. En otro orden, en 2004 la legislatura porteña aprobó la Ley 1527 en la que se aprobó la creación del Programa Carnaval Porteño dependiente de la Dirección General de Festivales y Eventos Centrales que tiene como uno de sus objetivos generar el impulso de las acciones positivas que el Gobierno de la Ciudad propicie con vistas al desarrollo de la comunidad del Carnaval, como ser emprendimientos productivos, sociales y culturales que potencien la acción de las agrupaciones de Carnaval, campañas de prevención de enfermedades, de difusión de propuestas contra la discriminación o la violencia, etc. Asimismo, en cada corso hay un Productor Asociado Territorial (P.A.T.) designado por el Programa Carnaval Porteño y tendrá como funciones: Asistir al “Programa Carnaval Porteño” en la organización del evento, Acompañar a la Asociación Civil que organiza el corso antes y durante la realización del mismo, Participar en la rendición de cuentas final de cada asociación, Observar el trabajo territorial de las asociaciones civiles organizadoras, resolver los inconvenientes que surjan del evento y armar el guión con el animador del corso. Actividades de la Comisión de Carnaval / Ordenanza 52.039/97 • Propiciar las medidas pertinentes para que las asociaciones

/ agrupaciones artísticas de carnaval puedan prepararse, ensayar y actuar durante todo el año en predios municipales (patios de juegos, polideportivos, centros culturales, teatros, plazas, parques, etc.)

• Redacción del Reglamento del Carnaval Porteño y del Pre-Carnaval, y establecimiento del sistema de evaluación y categorización.

• Extensión de permisos de ensayo para las asociaciones/

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agrupaciones artísticas de carnaval • Programación y diseño del sistema de evaluación por el

cual se clasifican las agrupaciones durante el Pre-Carnaval y el Carnaval Porteño.

• Actualización del Registro de Agrupaciones Artísticas del Carnaval Porteño

• Otorgamiento de subsidios según evaluación y categoría • Convocatoria y reuniones preparatorias con los miembros

del Jurado del Pre-Carnaval y del Carnaval Porteño; • Delinear y consensuar políticas vinculadas con el Carnaval

Porteño para desarrollar desde el Poder Ejecutivo a través del Programa Carnaval Porteño.

Acciones del Programa Carnaval Porteño (Ley 1527/04) (Dependiente de la Dirección General de Festivales y Eventos Centrales) • Ejecutar las políticas consensuadas en el seno de la

Comisión de Carnaval • Propiciar líneas de articulación institucionales para llevar a

cabo los objetivos fijados por la Ley 1527/04, a saber: instalar el Carnaval Porteño como atractivo turístico de la Ciudad, incentivar el desarrollo de asociaciones civiles en el seno de la comunidad del Carnaval para la postulación, ejecución y seguimiento de emprendimientos productivos, sociales y culturales que potencien la acción de las agrupaciones de Carnaval, etc.

• Producción, organización y logística del evento Carnaval Porteño, coordinando con asociaciones civiles de arraigo en los barrios para la realización de los corsos anuales;

• Articulación con los Centros de Gestión y Participación Comunal, teniendo en cuenta que es la política cultural de mayor expansión territorial y la de más amplio alcance sin distinción de sectores sociales;

• Articulación con Ministerio de Espacio Público, Fiscalías, Comisarías y Defensoría del Pueblo, a los fines de facilitar la tarea de supervisión y respeto de la normativa por parte de las agrupaciones de Carnaval que cuentan con permisos de ensayo en espacios públicos;

• Mediación con vecinos y, según el caso, derivación para mediación legal en el ámbito de los CGPC y la Defensoría del Pueblo;

• Articulación con Ministerio de Gobierno, Ministerio de Descentralización y demás reparticiones del GCABA para facilitar el desarrollo de las acciones consensuadas en Comisión de Carnaval;

• Producción, organización y logística del Pre-Carnaval; • Soporte administrativo e institucional de la Comisión de

Carnaval; • Realización de todo tipo de estadísticas y relevamientos

que favorezcan la elaboración de políticas precisas para el desarrollo del Carnaval Porteño y de la industria cultural que moviliza año a año su comunidad

• Desarrollo de acciones positivas que el Gobierno de la Ciudad propicie con vistas al desarrollo de la comunidad del Carnaval, como ser campañas de prevención de

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enfermedades, emprendimientos productivos, campañas de difusión de propuestas contra la discriminación o la violencia, etc.

Agrupaciones de Carnaval La murga es una formación que implica organización, desarrollo artístico, compromiso social y celebración popular. Este tipo de agrupación de carnaval, conforma un espacio de contención artística con sede en cada barrio, que genera la construcción de un espacio colectivo en el que se promueve el aprendizaje de trabajar en conjunto, la transmisión de una herencia y la creación de un lugar de identidad. Las murgas suelen practicar en una plaza particular de su barrio (no se comparten plazas entre murgas) y no actúan solo para carnaval, sino también para otros eventos específicos para los cuales son contratadas, como ser casamientos, cumpleaños de quince, fiestas corporativas o institucionales, etcétera, que contribuyen a la financiación de las mismas. Las agrupaciones que pretenden participar del Carnaval, deben inscribirse previamente en la Comisión de Carnaval cumpliendo con estos mínimos requisitos: nombre de la agrupación de Carnaval, colores de la agrupación de Carnaval y lugar de ensayo de la agrupación de Carnaval. Asimismo, participarán del sistema de evaluación aquellas agrupaciones previamente inscriptas en la Comisión de Carnaval y que hayan sido satisfactoriamente evaluadas en el Carnaval anterior, así como aquellas que hayan obtenido el puntaje requerido a tal efecto en el Pre-Carnaval. Por otro lado, la evaluación de las agrupaciones se realiza respetando las categorías consignadas en la ficha de inscripción. De este modo, las agrupaciones están divididas tanto por su cantidad de participantes, así como por el género que practican, que puede ser Centro Murga (que recrea el estilo de la Murga Porteña tradicional característica del carnaval de la Ciudad de Buenos Aires), Agrupación Murguera (Puede presentar modificaciones o algunos agregados siempre manteniendo su raíz, que es la Murga Porteña) o Agrupación Humorística Musical (inicialmente, se formaban en el barrio de La Boca, y sus personajes retrataban a los inmigrantes). Cabe destacar que está reglamentado para cada uno de estos géneros, como cada agrupación debe estar conformada, la disposición de los desfiles, el orden del espectáculo, los instrumentos utilizados, la demostración de baile y la vestimenta. El cumplimiento de estos ítems será tomado en cuenta por el jurado a la hora de evaluar cada agrupación, además de la calidad artística y el compromiso con la tradición cultural del Carnaval Porteño. La evaluación influye tanto para la clasificación para el carnaval próximo, así como para la obtención de subsidios. El jurado está compuesto por seis personas de acreditada trayectoria en el campo de la cultura popular y comprobable relación con el Carnaval Porteño, que al momento no sean integrantes de alguna de las asociaciones-agrupaciones artísticas de carnaval inscriptas y por artistas populares de diferentes manifestaciones, periodistas, críticos de arte, jurados

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de algún premio artístico e investigadores académicos. Asimismo, las instituciones intermedias de cada barrio, suelen ser los organizadores del corso barrial, en colaboración con los organismos oficiales avocados a dicha celebración. Pueden ser asociaciones vecinales, clubes del barrio o inclusive las mismas murgas del barrio (previamente habiéndose registrado como asociación civil en el gobierno de la ciudad). Agrupación Civil M.U.R.G.A.S. (Murgueros Unidos Recuperando y Ganando Alegrías Siempre) Esta agrupación, que reúne en asamblea a representantes de varias murgas porteñas, surgió en 1996 con el objetivo de construir un espacio propio, que hiciera posible la recuperación de la fiesta popular y vecinal del carnaval en la ciudad de Buenos Aires. En 1997 promovieron la aprobación de la Ordenanza 52039, a través de la cual se reconoció a la murga porteña como Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires. La agrupación se reúne todos los lunes a las 22 en la Mutual Homero Manzi, en Belgrano 3540 y funciona en asamblea general con representantes de cada murga, donde debaten y deciden actividades tendientes a aportar significativamente en el diseño del carnaval. Cabe destacar que previamente a la organización de los murgueros, cuando las diferentes murgas se cruzaban, se peleaban entre ellos por las rivalidades barriales-futbolísticas, pero a fines de los ´90, por intereses comunes (fuertes diferencias con los empresarios que organizaban los corsos y por el reclamo del feriado del carnaval) comenzaron a reunirse y a organizarse entre ellos.

Procesos de conformación histórica de la celebración y/o fiesta (Origen, permanencias, cambios, presente): • Historia y Usos oficiales • Historia oral

El carnaval tiene su origen en las fiestas paganas que se realizaban hace más de 5.000 años en Sumeria y Egipto, así como en los bacanales griegos y en las saturnales del Imperio Romano, en las cuales se veneraba a Saturno, señor de la cosecha. Eran ritos de purificación celebrados en el mes de febrero que daban cuenta del pasaje de un año a otro en el que se producía la renovación del cosmos. En esos festejos, los romanos se entregaban a los designios de una deidad de la mitología griega, Momo, quien era el dios de la burla y la locura. Con la llegada del cristianismo, al igual que otras fiestas paganas, el carnaval fue incluido en el calendario religioso y concebido como un período de excesos permitido antes de la abstinencia de Cuaresma. Los festejos duraban los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza. De este modo, en la Edad Media ya era costumbre que en las llamadas "fiestas de la locura", la gente gastara bromas en lugares públicos oculta detrás de un disfraz. Aunque la Iglesia Católica intentó poner un freno a los excesos, no tuvo éxito. Estas costumbres que se difundieron desde Roma hacia toda Europa, más tarde llegaron a América de la mano de los conquistadores. En América, el carnaval incorporó elementos aborígenes y hasta alcanzó ribetes místicos precolombinos, como por ejemplo, en el Carnaval de Oruro. En el Río de la Plata, alrededor de 1600, los esclavos negros se congregaban junto a sus amos para celebrar este festejo. Durante la colonia, los carnavales porteños llegaron

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a ser famosos, e incluso fueron motivo de escándalo, como el "fandango" que se bailaba en la Casa de Comedias. En la ciudad de Buenos Aires, el festejo se caracterizó tradicionalmente por la sátira, el baile, la música callejera, el humor, el desparpajo y la burla como sus rasgos más distintivos. En 1771, el gobernador Juan José Vértiz, estableció los bailes de carnaval en locales cerrados, a fin de atenuar las “inmorales” manifestaciones callejeras de los negros. La comunidad negra demostró una gran capacidad asociativa desde los primeros tiempos de la colonia. Estas agrupaciones estuvieron destinadas en su mayoría a la organización de los bailes rituales de cada comunidad o nación, conocidas como Tangós. Por esta razón, en Buenos Aires estas asociaciones fueron prohibidas durante la colonia y en las primeras décadas revolucionarias. Las naciones fueron agrupaciones de negros que desde la colonia se identificaban según el lugar de procedencia del pueblo, tribu, o reino africano. Cada una de ellas organizaba sus candombes, los cuales eran bailes rituales cuya denominación genérica proviene de la pantomima de coronación de los reyes de la comunidad del antiguo Congo. Cada nación debía procurarse un espacio para la realización de aquellos rituales festivos. En Buenos Aires, se organizaban en ranchos construidos por los mismos negros en terrenos libres o cedidos temporalmente por los propietarios a sus esclavos. En 1772, un grupo de personas molestas por los bailes que se celebraban antes de la cuaresma y de los excesos que ocurrían en ellos, llevaron su descontento ante el rey de España. El monarca envió dos órdenes a Vértiz, por las cuales prohibía los bailes y le encargaba que: "arreglase las escandalosas costumbres en que había caído la ciudad". Vértiz protestó ante el rey contestando que como se bailaba en España, también se lo podía hacer en Buenos Aires. Pero, Carlos III promulgó una ley el 16 de diciembre de 1774, en la cual prohibía los bailes de carnaval, alegando que él nunca los había autorizado en las Indias. Obviamente, no se respetó esta prohibición, ni las siguientes promulgadas por los virreyes sucesivos. Tras la revolución de 1810, se volvió común entre la población, especialmente entre las mujeres, jugar intensamente con agua. Las aguas podían ser claras y perfumadas, pero casi siempre eran coloreadas, sucias y malolientes. Por su lado, los esclavos aprovechaban para mojar a todo el mundo, cobrándose así pequeñas venganzas. Estos juegos terminaban muchas veces con heridos o algún muerto. Por eso, cada comienzo de carnaval se dictaban medidas preventivas que nunca funcionaban porque los policías también jugaban al carnaval y los que estaban de servicio, preferían alejarse de los lugares de lucha para no ligarla ellos también. En los tiempos de Juan Manuel de Rosas, el carnaval era esperado con entusiasmo, en especial por la gente de color, quienes eran protegidos explícitos del caudillo. En 1836, sólo se permitía el juego con agua durante los tres días de carnaval. También fueron permitidas las máscaras y las comparsas, previa autorización de la policía. El horario de los juegos carnavalescos era anunciado desde la Fortaleza (actual Casa Rosada) con tres cañonazos al comienzo, 12 del mediodía, y

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otros tres para finalizar los juegos, al toque de oración (seis de la tarde). Cuando sonaba el cañón a las 12 en el fuerte, abandonaban los morenos sus barrios hacia el centro, con sus cantos en media lengua africana (llamada bozal) y diversos ritmos, danzas, e instrumentos. Desde luego sonaban los tambores, pero también mazacayas, marimbas, platillos, campanas, triángulos y el mate o porongo. Al frente marchaban los reyes del Congo con sus parasoles, insignia de dignidad real, le seguían los tatas viejos, herencia de los magos (shamanes o curanderos) y sacerdotes africanos con vestimentas de colores llamativos, con banda roja, color de Shangó dios africano del rayo y las tempestades (así como también es el dios de la música y dueño de los membranófonos), clausuraban el desfile los patriarcas de los tangós, vestidos con antiguos fraques y altas galeras. Los tambores, de diferentes tamaños, formas y usos, prolongaban la tradición africana de ser ellos la columna vertebral de la manifestación y ejercían una fuertísima fascinación sobre el conjunto de la población. Dicha costumbre pervive aún hoy con el protagonismo del bombo y el redoblante en la murga, en hinchadas de fútbol y en todo tipo de manifestaciones sociales. Asimismo, el martes de carnaval se llevaba a cabo una llamativa ceremonia conocida como Día del Entierro, cuya realización se prolongó hasta después de la caída de Rosas, al reanudarse los festejos. En la fecha señalada, los vecinos de cada barrio colgaban en un lugar determinado un muñeco hecho de paja y género, al que denominaban Judas, que luego era quemado en medio del regocijo general. En la etapa rosista se estilaba simbolizar en el muñeco la figura de algún enemigo político del Restaurador, obviamente siendo los elegidos aquellos intelectuales que se oponían al Régimen Rosista, peyorativamente denominados como «los salvajes unitarios». El más importante de estos actos solía realizarse en la plaza Montserrat, en el barrio homónimo conocido también como Barrio del Tambor, por la fuerte presencia de la comunidad afro-descendiente allí afincada. El espectáculo era presenciado por una multifacética concurrencia compuesta por soldados de la Federación, habitantes afro-descendientes del barrio y algunos funcionarios; más tarde se agregaron compadritos, cuchilleros, vagabundos y mujeres de baja estofa, provenientes de las fondas y casas de juego de la Calle del Pecado. Por estos años, los negros solían reunirse también por la noche para danzar satirizando a sus patrones, vistiéndose con una versión caricaturesca de sus atuendos. Por este motivo, hoy son utilizadas estas ropas como estandarte murguero: levita, galera, bastón y zapatos. Pese a las reglamentaciones de la época rosista, las costumbres del carnaval también fueron cayendo en excesos. Jinetes, disfrazados con plumas rojas en la cabeza y moños en las colas, aparecían sorpresivamente en la ciudad, arrojaban huevos de avestruz llenos de agua, cenizas y desperdicios; y se aprovechaban de las mujeres que jugaban al carnaval, manoseándolas, rompiendo sus ropas y hasta abusando de ellas. Rosas mismo, luego de haber fomentado el carnaval, lo suprimió por decreto el 22 de febrero de 1844.

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Las celebraciones se reanudaron recién en 1854. No obstante, el carnaval volvió más reglamentado que antes, puesto que se realizaban bailes públicos en distintos lugares de la ciudad, previo permiso policial. Por esos años, en el barrio de Montserrat surgieron las primeras comparsas. Éstas organizaban los desfiles y usaban un repertorio previamente ensayado como en los candombes. A través de las comparsas se emitían toda clase de críticas de las que, ni siquiera los más altos funcionarios de la administración, quedaban exentos. Por su lado, con la declinación de las naciones africanas y el surgimiento de nuevos estilos de bailes entre los afro-argentinos más jóvenes, los candombes fueron desapareciendo gradualmente durante la segunda mitad del siglo XIX. No obstante, todas las naciones africanas reunieron grupos para desfilar en carnaval por las calles en brillantes trajes, cada uno con su conjunto de tambores y de bailarines, siendo estas comparsas negras las que dominaban las fiestas de carnaval de cada año hasta avanzada la década de 1870, cuando empezaron a dominar las comparsas blancas. De este modo, en los carnavales porteños se dio una progresiva eliminación de los aportes afro-argentinos en las comparsas. Caso contrario al montevideano, cuyos carnavales supieron mantener de modo continuado hasta el día de hoy dicho legado africano, el cual se manifiesta en el uso del tamboril por parte de sus comparsas, así como en las vestimentas de tipo africano y no europeo como en Buenos Aires (que preponderó tanto como sátira a las clases altas, como por la inmigración europea). Los carnavales porteños más esplendorosos se vivieron durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento. El mandatario era un gran adepto al carnaval y no le molestaba si le arrojaban agua cuando era presidente. En 1869 se realizó el primer corso en la calle de la Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen). Tenía 5 cuadras: llegaba hasta la plaza de Lorea y participaron 16 comparsas tocando guitarras, violines y cornetas. Se comentó que el mismo presidente Sarmiento había asistido con un gran poncho y cubierta la cabeza con un chambergo. Al despuntar el siglo XX, la Avenida de Mayo albergó al corso oficial de la ciudad que se extendía desde las calles Bolívar y Buen Orden (actual Bernardo de Irigoyen); hasta Luis Sáenz Peña. También en los bosques de Palermo se realizaban fastuosos desfiles de carruajes, evento al que se denominaba "Corso de Flores". Con la expansión de la ciudad hacia sus arrabales a partir de la década de 1920, comenzó a cobrar cada vez mayor importancia un nuevo componente en las relaciones de identidad en torno al carnaval: los barrios. Hasta esos años, los distintos grupos étnicos, tanto africanos como europeos o criollos, centraban su locación y sus actividades en barrios distintos: los negros en San Telmo y Monserrat; los italianos en La Boca; los judíos al sur de Palermo; los árabes en el Once, etcétera. De este modo, las agrupaciones de carnaval, antes fundadas sobre fuertes lazos étnicos, pasaron a organizarse según los nuevos lazos de vecindad. En este sentido, en los barrios nace una nueva forma de agrupación: la murga. Esta surgió como un conjunto de alrededor de quince o veinte muchachos, amigos del barrio, que

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se reunían para salir en carnaval a cantar por las calles canciones picarescas acompañados por instrumentos caseros. El contacto con los otros tipos de agrupaciones que continuaban existiendo, como las de colectividades o de negros, y con las nuevas comparsas, como “La Marina del Plata” que imitaba un desfile militar de marinos, fue nutriendo a las murgas con otros componentes y otras simbologías. La murga adoptó como instrumento de percusión el bombo con platillo que habían traído los inmigrantes españoles. Este instrumento tuvo una gran importancia en la murga porteña y fue, en las décadas posteriores, factor de identidad de las mismas. El desfile fue tomado de las comparsas, las cuales lo habían incorporado como parodia de los desfiles de bandas musicales o militares. Los ritmos y pasos de baile para el desfile surgieron de la mezcla entre los ya nombrados desfiles de bandas, con los pasos y ritmos de los negros. Las canciones de sus repertorios, cada vez más, fueron siendo parodias de canciones populares: a partir de la música de canciones masivamente reconocibles se componía una letra, comúnmente en doble sentido. Se incorporaron también las llamadas fantasías: banderas, grandes abanicos, representaciones de símbolos ligados al carnaval o al juego (dados), cabezudos; y disfraces característicos. A partir de este conjunto de incorporaciones, la murga se fue especializando y culminó en los centros murga de fines de los años '40. La murga de la década del '50, entonces, extrajo de las agrupaciones de carnaval de las décadas anteriores una cantidad de símbolos y formas, seleccionando del pasado un conjunto de componentes y creando con estos una nueva forma que, en pocos años, se fue estandarizando. El cambio más importante que introdujo la murga por esos años fue el de tomar al barrio como factor fuertemente identitario. Esto se vio reflejado en los nombres de cada murga: “Los Mocosos de Liniers”, “Los Viciosos de Almagro”, “Los Chiflados de Almagro”, “Los pecosos de Chacarita”, “Los Curdelas de Saavedra”, “Los Linyeras de La Boca”, “Los Cometas de Boedo”, “Los Locos del Spinetto”, etcétera. Nucleadas a partir del barrio, las murgas fueron seleccionando componentes carnavalescos del pasado para incorporarlos a los festejos actuales. Los trajes, en este caso las levitas, continuaron siendo un símbolo de identidad, reforzado en este caso por los colores que caracterizaban a cada murga. Barrio, nombre y colores son los tres fuertes factores de identidad de las murgas. Cada barrio creó además un estilo de baile y un “toque” rítmico particular. A partir de esta serie de elementos, se puede decir que se construyó una suerte de nacionalismo barrial murguero, que se iba a ligar con el nacionalismo barrial futbolero y que iba a ser característico de los Centros Murga a partir de los años '70. Desde la Revolución Libertadora en adelante, los sucesivos gobiernos militares intentaron controlar la fiesta de carnaval. No obstante, se encontraban con el inconveniente de que el carnaval se había extendido a otras prácticas, más allá de los corsos. En los clubes de barrio y luego en clubes más grandes se empezaron a realizar bailes de carnaval, con gran asistencia de público, en los que actuaban orquestas de jazz, de tango y

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de música tropical, difundiéndose por este medio las nuevas músicas populares. Lo que sí pudo controlar la Libertadora fue el uso de disfraces en los corsos; para demostrar que detrás de una máscara no se escondía un ladrón había que sacar un permiso en la comisaría más cercana. De este modo, tanto espectadores como artistas del carnaval siguieron sufriendo controles y prohibiciones según el gobierno o la dictadura que gobernase, lo que provocó el comienzo de la declinación de la fiesta. Llegado el año 1976, la última dictadura militar anuló los feriados de carnaval. Cabe aclarar que hasta ese momento el lunes y el martes de carnaval habían sido feriados nacionales, y sin feriados y en medio del terror en que se vivía, la fiesta del carnaval terminó su declive. Corsos hubo hasta 1981, pero a las murgas se les complicaba mucho la realización de su espectáculo. Sin los feriados había menos días para actuar y el control sobre las letras impedía la expresión: era imposible la crítica política, más allá de alguna crítica velada al ministro de economía. Muchas murgas dejaron de presentarse y en los últimos tres años de la dictadura ('81, '82, '83) no se presentó ninguna en la ciudad. El ansiado retorno de la democracia, sin embargo, no trajo consigo una rápida recuperación del espíritu festivo. Recién a fines de los ´80 la gente por fin volvió a ver en la práctica del carnaval un hecho social y cultural superador del miedo, sin que ello implicara la negación del dolor ni de la memoria. En este contexto de lenta recuperación, en 1997 el Concejo Deliberante de la ciudad sancionó una ordenanza por la cual “se declara patrimonio cultural la actividad que desarrollan las agrupaciones de carnaval” y se facultó al Gobierno de la Ciudad a “propiciar las medidas pertinentes para que las mismas puedan prepararse, ensayar y actuar durante todo el año…”. De este modo, dicha normativa puso en manos del Gobierno la responsabilidad de promover la organización de corsos en los barrios, estableciendo en la Secretaría de Cultura el ámbito de la coordinación con las entidades intermedias. Asimismo, la Comisión de Carnaval del gobierno porteño administra la provisión de permisos de ensayo para las agrupaciones, lleva un registro oficial de las murgas existentes y de sus características de identificación, organiza concursos y talleres tendientes a un perfeccionamiento cada vez mayor del nivel estético de sus presentaciones artísticas y coordina los distintos aspectos involucrados con la realización de los corsos de la Ciudad. No obstante, cabe mencionar que en oposición a esta regulación oficial del carnaval, un grupo de murgas decidió no someterse a la normativa oficial y comenzó a organizar corsos independientes (Ver ficha de Corsos Independientes). Por último, el 24 de junio de 2004, la Legislatura Porteña aprobó la Ley N°1322 que declara días no laborables los dí as lunes y martes de Carnaval para los empleados públicos de la ciudad; mientras que en 2010, la presidencia de la nación volvió a declarar feriados no laborables para todo el país al lunes y martes de carnaval a partir de 2011.

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• Descripción de la celebración y/o fiesta

- Actividades desarrolladas

La estructura de las actividades de los corsos suelen ser similares en todos los barrios. Todos los corsos tienen un animador que presenta a las murgas desde el escenario, quien además esgrime un fuerte discurso de identidad barrial. En cada corso, suelen actuar entre 5 y 6 murgas por noche, durando cada actuación entre 45 minutos (las de menos de 100 integrantes) y 55 minutos (las de más de 100 integrantes). El espectáculo de cada actuación está reglamentariamente estipulado según su género. Para el género Centro Murga, está reglamentado de la siguiente manera:

• Desfile de entrada. La disposición es la siguiente: Estandarte, Mascotas, Murgueras, Percusión, Murgueros y Fantasías (disfrazados, banderas, sombrillas, dados, cabezudos), que se ubican en diferentes lugares del desfile.

• Espectáculo: Una vez que los integrantes se hallan sobre el escenario, el espectáculo se compone de la siguiente manera: Glosa de Presentación, Canción de Presentación, Canción de Crítica, Glosa de Retirada, Canción de Retirada. La Canción de Homenaje es opcional en el espectáculo.

Asimismo, cada murga porteña tiene que contar con la presencia de uno o dos presentadores claramente destacados por su rol dentro de la función, y serán las personas que mantendrán el diálogo con el público transmitiéndoles y presentándoles cada parte del espectáculo. Para el género Agrupación Murga, la reglamentación del espectáculo es muy similar a la del Centro murga, salvo las siguientes diferencias:

• No siempre presenta niños y niñas (mascotas). • El orden de formación del desfile por lo general presenta

hombres y mujeres mezclados. • Diferencias estilísticas en las canciones y las danzas (ver en

ítem respectiva para más detalle). Por su parte, la Agrupación Humorística Musical tiene las siguientes características:

• Tienen entre 40 y 100 personas que se disfrazan de distintos personajes y van haciendo parodias a lo largo de su recorrido callejero. Cuentan también con hombres travestidos.

• Por lo general, van cantando todos juntos durante su caminar callejero.

Dependiendo de la estructura y organización de cada corso, pueden programarse intervalos entre la presentación de una murga y otra, o este intervalo puede darse luego del desfile de varias murgas. Durante este lapso de tiempo se realizan concursos de baile, de disfraces, rifas y sorteos. Asimismo el

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presentador se dedica a realizar el auspicio y agradecimiento a los comerciantes de la zona que generalmente colaboran con el otorgamiento de órdenes de compra, o regalos para premiar a los ganadores de los concursos.

-Bienes y/o elementos asociados (recursos utilizados: elementos y técnicas)

Con el origen de las agrupaciones murgueras en las primeras décadas del siglo XX, el festejo del carnaval desarrolló motivos originales que configuraron la particularidad de la celebración en la ciudad. Con el objetivo de mantener la pretendida autenticidad de la celebración, en el actual reglamento del carnaval porteño se estableció el mantenimiento obligatorio de determinadas señas que caracterizan al carnaval de Buenos Aires. Entre estos bienes reglamentarios, se encuentran:

• Fantasías: Banderas, grandes abanicos, representaciones de símbolos ligados al carnaval o al juego (dados) y cabezudos; así como disfraces característicos: el Oso Carolina (hombre disfrazado de oso que era llevado, cadena mediante, por el domador), payasos (llamados tonis), arlequines, pierrots, etcétera.

• Estandarte: Encabeza el desfile y es en donde va inscripto el nombre de la agrupación de carnaval.

• Bombo con platillo: Instrumento de percusión traído por los inmigrantes españoles, que con el correr de las décadas terminó siendo el factor de identidad del género murguero de Buenos Aires. Es reglamentario que este instrumento conforme al menos el 70% de los instrumentos de percusión y quien guíe la rítmica.

• Trajes: Tomados de las comparsas y de las agrupaciones de inmigrantes, conservando la forma de levita pero realizándola en géneros brillantes (raso y satén) y desechándose la tela de arpillera. A la misma se le agregan diversos apliques de motivos varios. Originalmente, esta vestimenta era utilizada por los esclavos negros del siglo XIX, quienes se vestían así para satirizar a sus amos.

Por otra parte, entre los recursos utilizados para la correcta ejecución del evento, se encuentran el escenario, las vallas, los equipos audio e iluminación, los baños quiímicos y las banderitas que indican la ubicación de un corso, al atravesar la avenida de lado a lado. Asimismo, los niños suelen jugar con espuma de nieve que se tiran unos a otros. El producto viene enlatado en pomos y se compra en las inmediaciones del corso.

Comida

Si bien no existe una comida particular asociada con la celebración, en cada corso hay puestos de choripán, que conforman la comida típica que se consume en los mismos.

Música

El reglamento del Carnaval porteño establece que para el género Centro Murga, las melodías a utilizarse pueden ser inspiradas en

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canciones populares o composiciones propias y originales, y que el formato de la canción de murga porteña es estrofa (cantada por solista o dúo) y estribillo (cantado por el coro). Asimismo, está estipulado que como el instrumento característico de la Murga Porteña es el bombo con platillo; el mismo tendrá que componer el 70 % de los instrumentos de percusión del Centro Murga y será quien guíe la rítmica. También es característico el silbato. En el caso de la Agrupación Murga, las canciones pueden ser interpretadas por más de dos personas, pero sus arreglos musicales no pueden remitirse a otros estilos ya conocidos que no sean representativos de estilos porteños. Asimismo, sí es imprescindible que mantenga determinados temas que son el corazón de la Murga Porteña. Este género denota un estilo más moderno al incluir un coro de más de 2 voces, coreografías y otros instrumentos como la guitarra, el redoblante, surdo y otros tantos traídos de diferentes rítmicas latinoamericanas. • Ejemplo de canción de presentación: Canción de Presentación de Los Cometas de Boedo Buenas noches la función va a comenzar En este tablado quiero presentar

A esta murga que no para de sonar (no para!) Los Cometas de Boedo aquí están Ofreciendo todo el brillo y su color Su estandarte reza historia y tradición De pendejo estoy atado a esta ilusión Que es dueña de esta locura y mi pasión Desde la cuna hasta el cajón Son los Cometas del murgón Es un latir, es la razón Que hay acá en mi corazón!

Y aunque no entiendan mi sentir Yo soy cometa hasta morir, Acá nací y me curtí, por eso nunca yo me fui

En la esquina Homero Manzi se fundó Y en un corso de la negra apareció Cincuenta años casi de esto ya pasó (medio siglo!) Y en mi barrio que jamás se la olvidó. En el nido mostraba el su pasar La finura de su estilo al desfilar Ese aplauso grabado en mi quedará Será siempre la reina del carnaval

Desde la cuna hasta el cajón Son los Cometas del murgón Es un latir, es la razón

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Que hay acá en mi corazón!

Y aunque no entiendan mi sentir Yo soy cometa hasta morir, Acá nací y me curtí, por eso nunca yo me fui

No se mueva del lugar en donde está Esta noche no conoce su final Este bombo hace eco en su compás En su parche se refleja este bailar Al culpable le queremos regalar Esta letra que hoy vinimos a cantar La fundaste y te olvidaste de avisar Que no hay cura para esta enfermedad

Desde la cuna hasta el cajón Son los Cometas del murgón Es un latir, es la razón Que hay acá en mi corazón!

Y aunque no entiendan mi sentir Yo soy cometa hasta morir, Acá nací y me curtí, por eso nunca yo me fui

• Ejemplo de canción de crítica

Valijeando – Por “Los alucinados de Parque Patricios” Era un día muy copado el bajon ya me pintaba y a los chinos fui a comprar una rica ensaladita con tomate y lechuguita me quería preparar Fui derecho a la verdura el hambre me devoraba no me pude controlar pero cuando vi los precios, pero cuando vi los precios yo me quise desmayar.

Para ir al super necesito la valija de Antonini en el changuito Para ir al super necesito la valija de Antonini en el changuito

Ni la nieve en Buenos Aires pudo congelar los precios que locura mi mamá por un kilo de tomates saqué un plan de 20 cuotas

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y me tuve que embargar. Después respiré aliviado vi la oferta del gobierno y a esa cola fui a parar era el vino del pingüino te lo daban picadito junto a una soda sin gas.

ESTRIBILLO

Me acordé que ese domingo me juntaba con los pibes y el asado fui a buscar pero la carne volaba y un bife se cotizaba en la bolsa de Taiwan. Era una buena idea empezar con una dieta y acabar con el estrés ni ayunando por un sueño ni bailando por un paty yo llegaba a fin de mes.

ESTRIBILLO El gobierno lo ocultaba la radio no lo pasaba pero yo pude saber, Argentina figuraba en el Guinnes por chamuyo y por los datos del INDEC. Si era por esa oficina las cosas ya no subian y eran mas bajas que ayer con los precios oficiales veraneaba en Calafate y vivia como un rey.

ESTRIBILLO Si me quedaba sin plata me batieron una fija no debía enloquecer una bolsa esperaba en el baño de Miceli quien la fuera a recoger. Si ese yeite no funcaba todavía me quedaba una cosa por hacer tempranito en Ezeiza bien vestido y con amigos valijero puedo ser.

ESTRIBILLO

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Danza

El estilo de la Murga en Buenos Aires es único, siendo el baile quizás su característica más particular. Guiado por la rítmica del bombo y del platillo, el murguero realiza saltos, patadas y contorsiones de gran destreza, fuerza y agilidad haciendo tierra en cada pulso del bombo. De este modo, el baile del murguero se convierte en algo muy vistoso para el público. De acuerdo al barrio cambia el estilo de la danza y hasta el ritmo de sus bombos, aunque en la actualidad ya se hayan entremezclado. El reglamento oficial del Carnaval porteño estipula que para la demostración de baile (denominada también Matanza), tanto para el género Centro Murga, como para la Agrupación Murga, ésta podrá realizarse en forma individual o conjunta, y será elección de cada agrupación que la misma se realice en el escenario o en el piso. Por otro lado, está establecido que no es obligación de las agrupaciones realizar la demostración en un momento específico de la actuación sino que en dicho caso se tendrá en cuenta el baile que la murga realice durante toda la presentación.

Vestimenta

El reglamento oficial del Carnaval porteño, establece que en su vestimenta, cada Murga debe utilizar los colores que la caracterizan y la representan. Los trajes deben ser confeccionados en telas brillantes, como raso, y el tipo de vestimenta a utilizar debe ser levita, casaca o rumbera y pantalones o pollera. Se le puede agregar el uso de galera, sombrero y guantes, procurando rescatar la ropa utilizada por los "dandys". La vestimenta suele decorarse con apliques bordados en lentejuelas y otros materiales con brillo, entre los cuales suelen predominar escuditos de fútbol, de bandas de rock, o personajes de caricaturas.

Tipo de Público (Asociaciones, gobierno, vecinos, procedencias, etc.)

Entre la gente que suele asistir a los corsos, predominan familias del barrio, grupos de jóvenes o familiares de los murgueros A veces no son habitantes del mismo barrio, sino de otros barrios aledaños a los que se realiza el corso. No obstante, no se puede homogeneizar al público de los corsos, debido a que la asistencia depende al barrio en el cual se desarrolla cada uno. De este modo, en los corsos de barrios humildes, el estrato que asiste es de clases populares, mientras que en barrios prósperos el público tiende más a ser de clase media. Asimismo, en corsos de zonas céntricas, como el de Avenida de Mayo o el de San Telmo, suele tener asistencia de turistas. A pesar de que no hay estadísticas oficiales de la asistencia a los corsos, tanto los medios de comunicación como los organizadores, sostienen que el número de público que asiste a los mismos fue aumentando año a año. Se calcula que aproximadamente concurren unas mil personas por corso. Según estadísticas que se manejan, a todos los corsos del carnaval de 2005 habrían asistido unas 800.000 personas y 19.000

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murgueros. Respecto a las dinámicas de la gente en el corso, cabe mencionar que el público no es activo en la celebración y no participa más que como asistente, como mucho, acompañará con las palmas la actuación de las murgas. Asimismo, suele ocurrir que la concurrencia de público va aumentando a medida que avanza la jornada. Habitualmente, entre una murga y otra, el público se dirige al buffet, recorren los distintos puestos de venta de choripán y bebidas, así como los de venta de espuma. Los niños son los que más se involucran en el festejo. Durante toda la noche, suelen jugar con espuma de nieve, mientras que algunos concurren disfrazados y son invitados a subir al escenario en el intermedio de la actuación de dos murgas (como ocurre en el corso de Villa Crespo).

Celebración en la ciudad: crecimiento y puesta en valor

Con la ordenanza del Consejo Deliberante porteño de 1997, en la que se declaró al Carnaval Porteño como Patrimonio Cultural de la ciudad, esta celebración experimentó un marcado crecimiento. Este incremento de la actividad carnavalesca porteña se plasmó de manera patente en el aumento exponencial del número de murgas y corsos surgidos en los últimos años. Por ejemplo, mientras que en 1997 hubo solo 3 corsos y 20 murgas, en 2008 se realizaron 41 corsos y actuaron 112 murgas. Pero a pesar de estos números, la celebración no logró aún salir totalmente de la franca decadencia en la que ingresó a lo largo del siglo pasado a causa de las limitaciones impuestas por los gobiernos de turno. En este sentido, la celebración no es de ningún modo una festividad masiva ni popular como sí los fue en décadas pasadas, generando incluso cierta resistencia de algunos vecinos a los corsos, así como por algunos comerciantes del barrio. No obstante, los objetivos de la comunidad del carnaval es lograr que esto vuelva a ser así. Por eso, para que la gente que se acerca a los corsos pueda ver un espectáculo digno y siga asistiendo a los mismos, se procedió a tomar diversas medidas (reglamentación, jurado, etc.) con el objetivo de mejorar la calidad del espectáculo. Este último punto es motivo de debate, ya que esto implica una cierta depuración y profesionalización de las murgas. De este modo, las agrupaciones que ponderan más la función social de las murgas por sobre su función artística (como la murga de la Villa 31) o que se niegan a cualquier tipo de reglamentación oficial (como Pasión Quemera), protagonizaron un cisma que terminó generando el circuito alternativo de los carnavales autónomos (ver ficha específica). Por otro lado, una de las principales quejas de los murgueros es por la falta de difusión que el carnaval tiene en la prensa local. Sostienen1 que mientras que el Carnaval de Gualeguaychú tiene cobertura masiva en todos los canales TV, en los diarios y en las revistas, el carnaval de la ciudad no sale en ningún medio. Alegan que esto sucede por una cuestión económica (y porque “son todos babosos” (sic)), ya que aquellos ponderarían más la cuestión turística, mientras que los locales aducen que les importa más la cuestión del patrimonio cultural y no el negocio.

1 Entrevista realizada a murgueros de “Los Chiflados de Boedo”

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En otro orden de cosas, respecto a la actividad de las murgas, cabe destacar que la mayoría de estas asumen un fuerte compromiso social y político. Las mismas están presentes en marchas reivindicativas, políticas, de derechos humanos, etc. Este compromiso se ha acentuado luego de la crisis del año 2001. Incluso, algunas mantienen comedores, bibliotecas, y diversas formas de asociacionismo, o también involucrándose en causas propias de su barrio, como por ejemplo la murga “Los Chiflados de Boedo”, quienes promueven en la legislatura la lucha por instalar una plaza en su barrio. Otra de las características de las murgas, es que en las calles de Buenos Aires es común verlas en forma frecuente, tanto en sus ensayos en las plazas como en todo tipo de eventos para los cuales son contratadas. Esa es una característica muy importante con respecto a otros países, pues para que actúe la murga, no hace falta que sea carnaval. Asimismo, debe señalarse que también la protesta callejera ha asumido formas murgueras, siendo los cacerolazos producidos a partir del fines del 2001 un claro ejemplo de ello, así como casi todas las manifestaciones sociales. De manera análoga, el movimiento del carnaval adoptó la modalidad de la protesta callejera para realizar sus propios reclamos, como por ejemplo, las marchas por los feriados de carnaval derogados por la dictadura. De este modo, desde el año 1997, todos los martes de carnaval las murgas marchan por el centro porteño haciendo saber su reclamo, desfilando por las arterias más significativas de la ciudad como lo hicieron a veces por Corrientes hacia el Obelisco o por Avenida Mayo hacia el Congreso, al igual que los itinerarios que efectúan todos los grupos que quieren hacer sentir sus reclamos de una forma visible.

Sentido y Apropiación de la celebración

La Asociación Civil Murgas, entidad que reúne en asamblea a los representantes de las distintas agrupaciones de carnaval de Buenos Aires y que participa activamente en la organización del evento en conjunto con las entidades especializadas del gobierno porteño y entidades intermedias, explica su sentir respecto al carnaval, de la siguiente manera: “Tras el objetivo de recuperar los feriados de carnaval, revalorizar el género y crecer en el arte murguero, la Agrupación se fue haciendo fuerte al calor del resurgir carnavalero que se viene dando desde entonces. Estamos recuperando la memoria y la identidad carna valera de la ciudad, estamos tomando una herencia, viviénd ola y dándole los aportes nuevos y propios que la misma dinámica cultural y popular le imprime al arte call ejero . Queremos volver a tener un carnaval desde Ushuaia a la Quiaca y a Buenos Aires vestida de guante y galera”. Asimismo, dicha agrupación también se autolegitima como representante de la continuidad carnavalera porteña, al decir que en su seno, se piensa a la “murga, al carnaval, en este tiempo, con esta realidad, con la presencia del pasado y de un recorrido murguero, como sostén de nuestro andar”. Asimismo, desde que en 1997 se proclamó al carnaval como patrimonio cultural de Buenos Aires, todos los martes de carnaval se realiza una tradicional marcha de agrupaciones murgueras hacia Plaza de Mayo para reclamar que se derogue el decreto de

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la última dictadura que en 1976 anuló los feriados nacionales de los lunes y martes de carnaval; para que se promulgue una ley de feriado nacional (aprobada finalmente en septiembre de 2010); por corsos gratuitos y libres en todo el país y por que se declare Patrimonio Cultural Nacional a todas las agrupaciones del carnaval de cada lugar. "Nuestro reclamo se sustenta en la necesidad de rescatar la memoria y la identidad pop ular que sucesivos gobiernos pretendieron sumir en el olvido . Se sustenta en la necesidad de rescatar el festejo y l a alegría del carnaval como patrimonio cultural de nuestro pu eblo" , reclamó la Asociación Civil Murgas en un comunicado que difundió durante la marcha de 2008. Asimismo, el comunicado añadió que “No puede seguir vigente un decreto de la dictadura que encima simboliza la persecución y re presión de la alegría popular… este reclamo se enmarca dent ro de la recuperación de los derechos humanos" , legitimando de este modo al carnaval con un sentido político de resistencia, adscribiendo así a la actividad murguera dentro del campo popular. Por su parte, desde cada agrupación, el sentido que se le da tanto al carnaval como a la murga, consiste en una reivindicación de su actividad como manifestación de auténtico arte popular y de resistencia a las clases dominantes, además de como celebración y orgullo de clase. Tal como afirman “Los alucinados de Parque Patricios”: “el murguero es un artista de barrio que no aprendió a producir arte en ninguna escuela, entonces hace suyo todo canal de expresión. La Murga hace plástica, danza, música y poesía con la frescura de un niño que juega. Y convierte a todo un barrio en niño que se dice que si a sí mismo”. Por otro lado, desde cada corso barrial, el sentido y apropiación que se le pretende imprimir a la celebración trasciende el mero festejo del carnaval, puesto que se apela a una suerte de nacionalismo barrial exacerbado, en el cual se exaltan y exageran los símbolos representativos de cada uno, como intentando instalar una marca barrial de identidad. Por ejemplo, el animador del corso de Villa Crespo en 2005, se la pasó repitiendo constantemente y de manera vehemente, un discurso alusivo al barrio, que decía: “Villa Crespo es un barrio de Tango....tiene una larga historia que comienza por 1880 … así se inicia el barrio, entre cueros, chimeneas y miles de trabajadores, entre el lodazal con el Maldonado abierto … Sobre principios de sigo, Villa Crespo era un barrio de obreros, pujante y mezclado, entre corrientes inmigratorias y nativos, conventillos e inquilinatos, iglesias, templos y sirenas, ladrillos y nuevas casas, huertas y comercios. El tango lo atravesó y sus principales figuras fueron de este barrio: Paquita Bernardo, Osvaldo Pugliese, Leopoldo Marechal, Osvaldo Miranda, Ángel Magaña.......Somos la República de Villa Crespo...centros culturales, teatros, parroquias, el Conventillo de la Paloma.” En otro orden de cosas, si bien la asistencia de público a los corsos no deja de aumentar año a año, la adhesión al festejo de carnaval no es aún ni popular ni masiva. La celebración está lejos de haber sido apropiada por el conjunto de la ciudad o al menos de ser percibida tanto por los propios porteños como por los visitantes, como un símbolo de la porteñidad. Es más,

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durante la época de corsos, son muy comunes las quejas de vecinos molestos por la realización de los mismos. Por ejemplo, en los foros relativos al carnaval de los principales diarios de la ciudad (La Nación y Clarín), es abrumador el rechazo de los foristas a la realización de los corsos en los barrios, argumentando la gran molestia ocasionada tanto por el “ruido”, la suciedad que queda o por los robos y malos tratos de los organizadores del corso. Además, es muy común el reclamo de que se trasladen los corsos a un lugar cerrado o a un corsódromo ubicado en un lugar alejado como Parque Roca o Parque Saavedra. Asimismo, en línea con esta postura, cabe citar un fragmento de una carta de lectores del diario La Nación de un ex legislador porteño2 que en su momento votó en contra del asueto de Carnaval para los empleados públicos porteños, alegando que esta norma “…no respondía a ninguna demanda social, ya que la celebración del carnaval había pe rdido en nuestra ciudad el carácter masivo que tuvo hace déc adas…” y que “… La dimensión que hoy tiene el carnaval entre los porteños no justifica la incorporación de nuevos fe riados” .

Incorporación de elementos de fiestas contemporáneas y/o globales

El carnaval de Buenos Aires se jacta de ser, junto a los del NOA argentino, uno de los más “auténticos” del país, al no estar influenciado por los carnavales brasileños, como sí lo están por ejemplo los de Corrientes o Entre Ríos, o por diferenciarse del carnaval montevideano, aunque con este compartiría lazos más fuertes por el origen común rioplatense, a pesar de la continuidad en el tiempo de la celebración uruguaya, cuyo desarrollo y calidad están en auge y así es reconocido en todo el mundo. No obstante, el carnaval montevideano sí tendría actualmente cierta influencia sobre el carnaval porteño, sobre todo a través de las agrupaciones murgueras montevideanas que cruzan a actuar en la ciudad. Por otro lado, con el objetivo de apuntalar el resurgimiento de la actividad carnavalesca a principios de los ´90, se hizo hincapié exclusivamente en la actividad de las murgas de la década de 1950, dejando afuera una multitud de expresiones que conformaban a la celebración del carnaval. En este sentido, “Coco” Romero, investigador del carnaval y uno de los principales promotores del resurgir carnavalero desde su actividad en el CC Rojas desde hace más de 20 años, afirma que3 “…vos vas a un corso y tenés ocho murgas. Realmente el carnaval no es así en ninguna parte del mundo. En el carnaval hay todas las categorías posibles, entonces en eso sí hay un movimiento incipiente a trabajar. Hace veinte años yo me propuse rescatar la murga, [ahora] hay que rescatar géneros populares ligados al teatro popular, no hay carnaval sin disfrazados, no hay carnaval sin alegría, no hay carnaval sin romper los límites”. Además, critica también cierta conducta verticalista y conservadora de algunos murgueros empeñados en mantener determinada estructura pretendidamente auténtica de la murga, cuando esta no sería más que la reproducción del festejo en un momento particular de la historia. Asimismo, Romero asegura que de no agregarse números de varieté,

2 Carta del Jorge Enríquez el 11 de marzo de 2008. 3 http://www.loopalterno.com/html_textos/entrevistas/entrevista_cocoromero.html

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comicidad, humor, clown, circo, malabares y “todo ese género popular que es, al fin, el carnaval”, la celebración en la ciudad se tornará inviable, “ya que el corso como está concebido hoy, es una cosa que no tiene destino, porque sólo hay murgas” (cabe recordar que en la Comisión de Carnaval, que es la que organiza el carnaval porteño, sólo están representadas determinadas murgas, y no asociaciones de vecinos, ni agrupaciones artísticas no murgueras, ni siquiera murgas que incorporan elementos diferentes al cánon oficial establecido). En otro orden, cabe mencionar que en algunos corsos se incluyeron otro tipo de actuaciones, como por ejemplo agrupaciones del NOA que reprodujeron sus carnavales típicos, pero como número extra y no como incorporación al tipo de celebración local. Por otro lado, el estilo de murga en el cual se basa el carnaval porteño, está fuertemente influenciado por los inmigrantes europeos que llegaron al país e incorporaron sus expresiones festivas al carnaval local, destacándose por ejemplo, los aportes del carnaval gaditano, del cual se tomó tanto el estilo de murga, así como algunos de los instrumentos. Por otra parte, es muy importante la influencia en el carnaval de la música del rock y viceversa. Dado que la música de rock nacional, tanto como la cumbia, es la música que suelen escuchar los murgueros, la influencia suele ser de modo individual y sutil y por ahí no tan marcada en la producción artística. Esto se puede apreciar en la impostación vocal de los cantantes, así como en los apliques de los trajes murgueros, que además de las bandas locales, suelen ser bastante usuales el símbolo de los Rolling Stones y el de Bob Marley. Por su parte, muchas bandas de rock nacional incorporaron ritmos rioplatenses marcadamente carnavalescos en sus melodías, como por ejemplo Los Fabulosos Cadillacs, Los auténticos Decadentes o Bersuit Vergarabat, contribuyendo así de modo notable a difundir este género.

Relación con otras fiestas de la ciudad

La actividad carnavalesca tiene una estrechísima vinculación con el despliegue de ritmo y color que se puede apreciar en la fiesta que se da en cada tribuna popular de todas las canchas de fútbol de la ciudad. La relación entre murga e hinchada de fútbol no solo es intensa, sino que además son dos formaciones totalmente simbióticas e interrelacionadas desde sus orígenes. De hecho, no ahora, pero antes en los ´70 u ´80, los directores de las murgas solían ser también los jefes de las hinchadas del club del barrio. Dado que una de las principales señas de identidad barrial radica en su club de fútbol, las murgas de cada barrio suelen adoptar los colores del mismo en sus vestimentas; pero debido a que hay más murgas que barrios, no todas pueden hacerlo, no obstante las que sí lo lograron, suelen tener un sentido de arraigo más fuerte en el barrio, así como una identidad más poderosa y aglutinante. Por su lado, las hinchadas suelen hacer uso de la estética murguera en su ingreso a la tribuna, al desfilar con sus bombos, banderas y estandartes entonando su canto

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característico. Además, muchos de los cantos de aliento más tradicionales surgieron de la música carnavalesca. Para ejemplificar esta fecundísima interacción entre estas dos tradicionales manifestaciones populares de la ciudad, cabe mencionar el origen de la súper conocida marcha peronista, plasmándose así también esta influencia en las expresiones sociopolíticas del pueblo. Mientras que la melodía del estribillo de la marcha fue compuesta por una agrupación carnavalera de La Boca para un concurso de murgas de 1926, la melodía de las estrofas fue escrita por un vecino de Barracas, quien la tocaba con su bandoneón en los días de carnaval por las calles del barrio durante la década del ´20. En un primer momento, esta melodía fue adoptada por los muchachos del Barracas Juniors como himno del club. Luego, la hinchada del club sumó a las melodías del himno, los versos de dicha comparsa de La Boca, conformando así la estructura central de la macha peronista, que fue tomada por el movimiento a fines de la década del ´40 obteniendo un éxito inmediato. Por su parte, no solo muchas hinchadas adoptaron la melodía de la marchita como himno propio, sino que el tradicional “¡Dale campeón!” con que toda hinchada saluda el título de su equipo, lleva la música del estribillo de la marcha.

Glosario : Calle del Pecado: Nombre que recibió la Calle del Toril circundante a la Plaza de Toros de Monserrat, motivada por la mala fama que le dieron las pulperías y lupanares allí instaladas. Candombe: Género musical afro-rioplatense reconocido por la UNESCO, en su versión uruguaya, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Se basa sobre todo en la percusión y en el uso de diferentes tipos de tambores. Carnaval: Del latín carnelevarium (“quitar la carne”). Hace referencia tanto a la prohibición religiosa de consumo de carne durante la Cuaresma como a la exacerbación de la sexualidad que la fiesta proponía. Carnaval de Oruro: El Carnaval de Oruro es una gran celebración popular celebrada cada año en la ciudad boliviana de Oruro y es una de las más grandes manifestaciones de arte popular y cultura tradicional andina. Utilizando trajes propios de las culturas andinas, la fiesta se centra en celebrar a la Pachamama, aunque por influencia de la Iglesia Católica el objeto de culto fue transformado en la Virgen del Socavón, propia del sincretismo cristiano. Casa de Comedias: Teatro inaugurado por el Virrey Vértiz en 1783, convirtiéndose en el centro de la actividad lírica y teatral de la ciudad de Buenos Aires hasta su incendio en 1792. La sala, que fue la primera que existió en Buenos Aires, se levantó en la esquina de las calles San Carlos y San José, actuales calles Alsina y Perú, y se la conoció como Teatro de La Ranchería. Cuaresma: Es el periodo del tiempo litúrgico destinado por la iglesia Católica Romana para la preparación de la fiesta de Pascua. La cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza (40 días antes del Domingo de Resurrección) y finaliza el domingo de Ramos

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antes de la misa de la cena del Señor. A lo largo de este tiempo, los fieles católicos están llamados a reforzar su fe mediante diversos actos de penitencia y reflexión. Fandango: Estilo de baile originario de la península ibérica muy popular a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Dado el carácter de la danza, la expresión "Fandango" ha sido utilizada como sinónimo de ajetreo, tumulto o incluso como exhibición de maestría. Fiestas de la locura (Carnaval medieval): El sentido del ritual carnavalesco medieval, según Mijail Bajtin, era el siguiente: “Los espectadores no asisten al Carnaval, sino que lo viven ya que el Carnaval está hecho para todo el pueblo. Durante el Carnaval no hay otra vida que la del Carnaval. Es imposible escapar, porque el Carnaval no tiene ninguna frontera espacial. En el transcurso de la fiesta sólo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir de acuerdo a las leyes de la libertad (...) El Carnaval era el triunfo de una liberación transitoria, más allá de la órbita de la concepción dominante, la abolición provisional de las relaciones jerárquicas, privilegios, reglas y tabúes (...) Todos eran iguales y reinaba una forma especial de contacto libre y familiar entre individuos normalmente separados en la vida cotidiana por las barreras infranqueables de su condición, su fortuna, su empleo, su edad y su situación familiar”. Eran tan sólo unos pocos días en el que el sentido del mundo se invertía y el tonto era coronado rey. Miércoles de Ceniza: El Miércoles de Ceniza es el anterior al primer domingo de Cuaresma. Ese día, los fieles católicos realizan el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente. La ceniza representa la destrucción de los errores del año anterior al ser éstos quemados. Momo: Dios del panteón griego de la burla y la locura e inspirador de escritores y poetas. Era famoso por divertir a los dioses del Olimpo con sus críticas agudas y mímica grotesca, aunque por sus constantes críticas terminó exiliado del Monte Olimpo. El dios Momo, que se destacaba por su gordura, es el rey bufón que se ríe de todo. Es a su vez un pobre-rico, un anciano-niño, un amo-esclavo. Momo personifica la crítica jocosa y la burla inteligente. Habitualmente se lo representa vestido de arlequín, escondido tras una máscara y acompañando cada una de sus manifestaciones con una vara terminada en forma de cabeza de muñeco, símbolo de la locura. Plaza Monserrat: Ubicada en lo que es ahora la Avenida 9 de julio y Av. Belgrano, era el corazón del barrio. Durante el virreinato funcionaba como mercado de frutos. Entre 1791 y 1800 se instaló allí una Plaza de Toros, lo cual generó un mal ambiente, que espantó a las familias acomodadas que allí vivían. Entonces, el barrio se fue llenando de negros y mulatos, quienes utilizaban la plaza como escenario para todo tipo de procesiones y festejos. Revolución Libertadora: Nombre con el que se autodenominó la dictadura militar que gobernó la República Argentina tras derrocar al presidente constitucional Juan Domingo Perón, clausurar el Congreso Nacional y deponer a los miembros de la Corte Suprema, mediante un golpe de Estado iniciado el 16 de septiembre de 1955 y que, tras más de dos años de gobierno, hizo entrega del mismo al presidente Arturo Frondizi, el 1 de mayo de 1958.