Carmen la mujer

2
Carmen La primera vez que la vi me sorprendí increíblemente, porque es una mujer que con su mirada intimida y desnuda el alma de quien se le acerca en cuestiones de segundos. Ella mira la vida desde sus espacios de una manera muy diferente por ser un hada escapada de un cuento ancestral. De esas hadas que uno nunca entiende si tienen vidas pasadas, si comen, duermen o viven enamoradas de la vida por vocación o por virtud. Tiene la paciencia de un sabio y la habilidad de un malabarista para moverse en los avatares de la vida. No es la Carmen que contaba sus dieciséis años, es la Carmen mujer, científica, poetisa y exquisita escritora de cuentos maravillosos. Esa, la que relata sus andanzas por este mundo en mágicas narraciones y puede hacerte llorar o reír a su antojo con cada una de sus experiencias. Esa, la que es sensible y llora como nadie cuando te recita con el alma una poesía o simplemente añora y recuerda vivencias que la han marcado para toda su vida. La admiro no sólo porque me invita a aprender más sobre la bendita comunión de los átomos cuando forman una molécula, sino porque me enseña de manera inconsciente a descubrir otros tonos y matices que la vida esconde. Cuando la veo, de inmediato recuerdo que esa es la mujer que le gusta bañarse con sus caracolas y tomarse un ron con limonada bajo el ritmo del cadencioso son caribeño, acompañada de un cielo lleno de estrellas. La mujer que expresa lo que siente sin tapujos ni rencores. Ella, que hoy es la representación renovada de Eva, mujer que fue desterrada del paraíso por osada y voluntariosa ante un Adán tan indeciso. La que vive y trata de transformar caras tristes en rostros alegres en este mundo tan vacío y corrompido.

description

Texto dedicado a la Dra. Carmen Vega del Recinto Universitario de Mayaguez por su hijo putativo. Celebrando su condición de científica y poetisa

Transcript of Carmen la mujer

Page 1: Carmen la mujer

Carmen

La primera vez que la vi me sorprendí increíblemente, porque es una mujer que con su mirada intimida y desnuda el alma de quien se le acerca en cuestiones de segundos.

Ella mira la vida desde sus espacios de una manera muy diferente por ser un hada escapada de un cuento ancestral. De esas hadas que uno nunca entiende si tienen vidas pasadas, si comen, duermen o viven enamoradas de la vida por vocación o por virtud.

Tiene la paciencia de un sabio y la habilidad de un malabarista para moverse en los avatares de la vida. No es la Carmen que contaba sus dieciséis años, es la Carmen mujer, científica, poetisa y exquisita escritora de cuentos maravillosos. Esa, la que relata sus andanzas por este mundo en mágicas narraciones y puede hacerte llorar o reír a su antojo con cada una de sus experiencias. Esa, la que es sensible y llora como nadie cuando te recita con el alma una poesía o simplemente añora y recuerda vivencias que la han marcado para toda su vida.

La admiro no sólo porque me invita a aprender más sobre la bendita comunión de los átomos cuando forman una molécula, sino porque me enseña de manera inconsciente a descubrir otros tonos y matices que la vida esconde.

Cuando la veo, de inmediato recuerdo que esa es la mujer que le gusta bañarse con sus caracolas y tomarse un ron con limonada bajo el ritmo del cadencioso son caribeño, acompañada de un cielo lleno de estrellas. La mujer que expresa lo que siente sin tapujos ni rencores. Ella, que hoy es la representación renovada de Eva, mujer que fue desterrada del paraíso por osada y voluntariosa ante un Adán tan indeciso. La que vive y trata de transformar caras tristes en rostros alegres en este mundo tan vacío y corrompido.

Pero queda mucha Carmen para rato, de eso estoy seguro, y para los que la queremos y apreciamos sabemos que siempre será nuestra niña dorada, la que nunca creció y que se encuentra encapsulada en un mundo de fascinantes colores, entre “vida y magia, entornos y sortilegios”.

Con mucho cariño y admiración que siente este humilde discípulo, con estas pocas y maltrechas letras que ante las suyas nunca se comparan, le aprecia…

Mario Ortega