CARLOS MEJÍA GAMBOA - Actiweb · Carlos Mejía Gamboa 9 PRESENTACIÓN Hay inquietudes que, con el...

CARLOS MEJÍA GAMBOA

Reflexiones de

Primavera

Markán Ediciones

Berlín

A Aija,razón de mis luces

y pasiones

ÍNDICE

Presentación ......................................................................... 07Demos extraviado en el tiempo ........................................ 09Si fuera Candidato, diría... .................................................. 12Una confesión sincera ........................................................ 15A propósito del Pacto Ético Electoral ............................. 17¿Sin ayer, sin mañana? ......................................................... 19¿Democracia sin ciudadanos? ............................................ 21Curiosa Axiología ................................................................ 23A nombre de Llapantzik ..................................................... 25Chuchún Punta ..................................................................... 27

Reflexiones de Primavera

8

Carlos Mejía Gamboa

9

PRESENTACIÓN

Hay inquietudes que, con el devenir del tiempo, cobran validez e importancia. Tal cual es esta reunión de textos, esbozos a manera de cortísimos ensayos, que fueron escritos en los momentos cercanos a las elecciones de octubre del 2010. Son reflexiones per-sonales que ayudaron en momentos de la campaña; sobre todo, cuando se planteaban preguntas fundamentales en la tarea de participar activamente. El afán no era teorizar en profundidad, sino, más bien, hacer más práctica y sencilla la comprensión de algunos elementos que considerábamos de vital importancia, en ese momento.

Finalmente, he agrupado lo que escribí en el mes de setiem-bre del mismo año. Habían personas interesadas en poseer alguna copia de estos textos que fueron dichos o leídos en la radio e inclu-so en alguna reunión informal. Cumplo de ese modo con mis amigos, a quienes dedico de modo especial por el aprecio que me expresaron al compartir algunos conceptos.

Esta publicación no persigue fines de lucro, como correspon-de al afán permanente que me estimula de compartir ideas, anhelos, sueños, con mis paisanos. Tampoco representa un foro mediante el cual desee propiciar la polémica, muchas de las veces infructuosa. Lo que deseo es conducir a cada individuo, que lea estas páginas, hacia la reflexión seria y honesta; verse en el espejo es incómodo pero como ejercicio resulta saludablemente positivo.

Ojalá el objetivo primigenio se cumpla. Ya con el hecho de estar en vuestras manos lo demuestra y eso me alegra. Com-partir un momento las ideas que este libraco contiene me esti-mula a continuar con el cometido. Desde luego, no peca de academicismo inútil y, más bien, procura ser simple como son las cosas importantes de la vida. Aija y otros lugares ayudaron a sumergirme en ese ejercicio tan necesario, gratificante. Entrego a ustedes las huellas de un período de mi permanencia en esos lares tan queridos y admirados, tan venerados con la transparencia que sólo el amor sabe definir.

EL AUTOR


8


9


9

DEMOS EXTRAVIADO EN EL TIEMPO

Manosear con tanta frecuencia, a veces por ser necesaria y otras por no serlo, ha ocasionado que el concepto de la palabra Democracia pierda su real connotación conceptual. Es más, produce una especie de desconfianza intentar sumergirse en la búsqueda de su real significado. Ya etimológicamente nos depara de un sentido estrictamente popular; aún cuando el término no ha sido traducido al castellano de modo preciso, sino solamente por composición a base de palabras griegas –por acumulación–, hemos heredado la idea de algo así como “gobierno del pueblo”, lo que más exacto sería “gobierno popular”. Pero, lastimosamente, este significado ha sido patrimonio de los gobiernos de tendencia socialista; de tal modo, perdimos una traducción más o menos adecuada para nuestro idioma castellano. Creo que más bien se les atribuyó a ellos su exclusividad, aunque, si mal recuerdo, fue una Internacional Socialista la que la proclamaba. Este tipo de gobierno, ya teorizado hace más de dos mil años, ha sufrido en su realización un gran cúmulo de inconvenientes cada vez que grupos humanos organizados aspiraron a ella. Su sentido referido a la estructuración de un Estado como consecuencia del deseo de un pueblo, siempre ha conducido a enfrentamientos contra el poder hegemónico que ha defendido su espacio histórico en desmedro de cualquier otra forma popular de pedirlo y exigirlo. Lo ateniense, al final y de mo-do inconsciente, ha gobernado su inconmovilidad y su dinámica; su dialéctica formativa se ha ido adaptando a través del tiempo. Tal vez, sólo su acepción se haya ido amoldando acorde a los grandes eventos de la historia, provocados por grandes presiones popu-lares. A la vez, dichas circunstancias, sin duda, no han ocurrido por nuestros lares; siempre y generalmente, han ocurrido en el viejo mundo o en sus cercanías. Cada vez que en el nuestro se han agitado ideales ligados a ella, las fuerzas que han aplacado todo intento de levantar la tesitura han sido crueles en el afán de exter-minar todo grito de libertad y democracia.

Por lo tanto, cabe preguntar: ¿qué tipo de democracia existe en Perú? Si partimos de la clásica presentación de su formas, de-mocracia directa no es. Debe ser una modalidad de la indirecta o representativa, toda vez que elegimos a algunos individuos para


10


11

que en nombre nuestro decidan lo que consideren mejor y acorde a nuestras aspiraciones como sociedad. Aunque al parecer, el hecho de que participemos en referéndumes, iniciativas populares y ple-biscitos, le resta alguna puridad y la hace una semi-indirecta, un híbrido curioso pero que se constituye en un eufemismo necesario para no distorsionar una clasificación aceptable. Por las caracterís-ticas notables parece ser más bien una democracia liberal y de esto casi nunca nos han hablado, a pesar de que cada vez se escucha decir Estado de Derecho, respeto a la Constitución, protección de derechos y libertades, etc. Pero si para votar debo estar registrado, estaríamos hablando de un sufragio limitado, cosa curiosa en una forma de gobierno democrático liberal. Por otro lado, la limitación a mi candidatura, por el hecho de no residir dos años consecutivos en el lugar al que deseo representar, resulta antidemocrático; me pregunto entonces, ¿para que me sirve conservar mi nacionalidad ya treinta años o para siempre, si mi país me limita a postular a una representación? ¡Hecho absolutamente carente de sustento demo-crático! ¡Mi ejercicio ciudadano se ve lesionado!

Detalles como estos y otros más, nos hace considerar que no se debe ser purista en la conceptualización de la forma de gobierno que tenemos, después de todo la democracia peruana tiene sus bemoles. La democracia peruana será vista de un modo por los sectores pobres y de otro modo por la gente con mejores posibilidades económicas y culturales; si se considera que demo-cracia no sólo es votar, sino que se ejerce en el día día, nos to-paremos con una variopinta definición. Una visión por parte de quienes la quieren imponer; y, la otra, de quienes la quieren ejercer. De hecho ya hay una distorsión. La postergación histórica del sector mayoritario de la población peruana, la verdadera población peruana, sin duda, esboza también su propia acepción. En una etapa cercana a la elección de 20,000 autoridades, entre distritales, provinciales y regionales, parece notarse más la deficiencia de conceptualización y ninguno de los candidatos, a los que he escuchado, la tiene por lo menos presente; cada uno la ha distorsionado a su manera, como si hacerlo beneficiara ya, anticipadamente, al rédito electoral. Si parto de que un principio básico de la democracia es la limitación del poder, ¡me doy contra la pared! Ninguno aspira a limitar el po-der, sino a gozarlo a mansalva. Cuál será el resultado, entonces.


10


11

La aspiración natural es al totalitarismo, a las pequeñas dictaduras dentro de un marco nacional que pretende imponer un concepto democrático. Ya hay un punto de contradicción en los niveles de gobierno. La descentralización, no ha conducido a fortalecer la unidad nacional. No obstante, elegir a próximos representantes, cumpliendo el deber ciudadano del sufragio, no lograremos tener a los mejores candidatos, sino al que nos sorprenda por no haber votado por él. Esa es la paradoja de nuestros lares. No ganará el que más propaganda haga, el que más regalos haya distribuido, ni el que mejores propuestas presente; ganará el más cínico, el que parezca haber mentido menos, o al que se le detecten indicios de no saber hablar; no se le escuchó lo suficiente, por lo tanto, no se equivocó mucho. Al final, siempre estamos a la espera del outsider, lo que demuestra que nos gusta un poco el vacilón, y a la larga de-testamos las cosas demasiado serias.

Por estas razones debo suponer, a guisa de conclusión que hay una especie de desesperanza y desilusión respecto de la aspira-ción política hacia una Democracia que para nosotros debe ser pluralista, democracia popular es más precisa; pero si la agitamos nos sindicarán hasta de comunistas y allí radica ya un problema. Por eso habrá que seguir hablando cómodamente de simple “Demo-cracia” aún cuando sea difícil la difusión de su sentido estricto y sean pocos los oídos que aspiren a esclarecerse con precisiones correctas como exige ese vocablo. ¡Menudo vocablo, menudo em-brollo! Todo desemboca en la sutil forma de enmascarar los deseos personales de dirigir algo más serio, cuando quizá no se sepa dirigir cabalmente los destinos de algo más pequeño como es la familia.

No dudo que al día siguiente de las elecciones, el candidato ganador recién piense en su proyecto laboral para los próximos años. Será cuando se percate de que otras personas ya venían exi-giendo y sugiriendo obras concretas que ninguno de los aspirantes se atrevía a ofrecerlos. Tal vez rescate esas sugerencias. Para en-tonces ya nos habremos ido, como siempre, con la esperanza de ver a nuestro pueblo surgiendo de las cenizas cual Ave Fénix, y con-fiando que debe haber algo milagroso que nos salve, de una vez, de la mitomanía, tomando en serio la lucha contra la postergación que ya encarnada está y nos duele infinitamente.


12


13

SI FUERA CANDIDATO, DIRÍA...

Amigos:Cuando se emprende la realización de una tarea, sea ésta

pequeña o de gran envergadura, exige, del elemento actor de la misma, la elaboración de un plan para llevarla a cabo. Más aún, si los resultados de esa actividad redundarán en beneficio de más de una persona. Eso suele ocurrir en la vida cotidiana, en la materialización de objetivos personales, familiares, e incluso co-lectivos. Sólo después, cuando se ven los resultados o efectos de lo realizado, se dice que estuvo bien o mal. Estamos acostumbrados a que eso sea así. Pero, claro, no se está con frecuencia anotando o describiendo el plan –y se puede considerar que no es necesario– si el hecho no es de trascendencia.

En el caso, que en esta ocasión nos convoca, no habría modo más válido que dejar mínima y modestamente registrado un proyecto conformado por deseos, ideas, sueños, aspiraciones, propios de quien ama, respeta y adora el suelo que definió una imborrable cosmovisión en su ser más profundo de aijinidad. El reto que nos autoimponemos, desde ya, no abandona un ápice la modestia en la que debe sustentarse la capacidad, ni la honestidad que debe convertirse en la bitácora del éxito. Por otro lado, para que esas dos cualidades se conviertan en eje del desarrollo diario de nuestro plan, agitamos una fundamental transparencia que parta de nosotros, pero que, al mismo tiempo, sirva para que los demás supervisen la certeza de nuestros actos, la idoneidad de nuestros mé-todos y la corrección de nuestros pasos. Bajo estos fundamentos axiológicos, pretendo representar a nuestra Provincia.

El aspecto instrumental, formal, técnico del plan, sería in-suficiente si obviara confesar que el elemento político le da razón de ser. De allí que pongo en consideración de vosotros este plan con la finalidad de que lo lean, lo analicen y, finalmente, lo apoyen. En él encontrarán, sin lugar a dudas, algunas soluciones creativas a problemas de larga data, o a situaciones que nunca fueron previstas o pensadas. También, contiene un sesgo de corrección de errores. ¿Para qué? Para satisfacer expectativas añejas; para impulsar bie-nestar y orgullo provincial; para esbozar definitivamente una iden-


12


13

tidad que ocupe un lugar importante como lo lograron los hijos preclaros de esta tierra; para sentir que nuestra provincia existe en el mundo real y no sólo en nuestros recuerdos y nostalgias; para honrar el legado que nos han dejado nuestros antepasados y que ja-más debe ser olvidado, sino reivindicado; para estar seguros de que nuestras existencias no habrán sido inútiles y que dejaremos para las generaciones venideras lo mejor de nuestros deseos hechos rea-lidad, gracias a nuestras experiencias.

El aforismo hechos y no palabras, para nosotros no posee una verdad absoluta; consideramos que hechos y palabras en política deben ser coherentes. Lo escrito demuestra siempre la existencia de principios rectores que conducen un accionar y servirán para que los hechos no se distorsionen y, posteriormente, sean evaluados; pero, por sobre todo, lo escrito servirá para que la población super-vise si lo ofrecido se cumple o no. Por lo tanto, servirá para exigir se encaucen los desaciertos.

Nuestra participación en elecciones municipales hace in-evitable que posea carácter político; pero, eso no significa que ocu-pemos espacios a la sombra de posiciones izquierdistas, centristas o de derecha, como se acostumbra. No es necesario. Considero que la solución de problemas de un pueblo está por sobre toda posición ideológica. Cuando se lucha por el bienestar familiar no son válidas esas posiciones teórico-ideológicas, no se piensan ni se consideran. Aija es una gran familia que exige no desvariar en posi-ciones ortodoxas. Lo queremos demostrar y lo trataremos de hacer convocando a todos los aijinos: los de acá, de allá y acullá. Hay aijinos que permanecen en su seno; hay aijinos en la Capital del país y otros departamentos; y, también, hay aijinos repartidos por el mundo. Todos ellos esperan ser citados a contribuir al engran-decimiento de su terruño. ¿Tendrán que preguntarme la razón de mi decisión? La respuesta es obvia, como obvio es el esfuerzo que desplegaré en el cumplimiento de estas propuestas.

Este proyecto no pretende negar todo lo valioso que hasta ahora se ha realizado en pro del desarrollo de la provincia. Confie-so fehacientemente que todo lo que se ha hecho hasta ahora debe constituir soporte para lo que aspiramos hacer. La intención va


14


15

dirigida a definir un futuro mejor sustentado en la confianza en nosotros mismos como fuente de fortaleza y éxito. La historia nos ayuda a entender qué derroteros elegir para conseguir objetivos y metas satisfactorias. La evolución de los pueblos, no debe estar alejada de la evolución de otros pueblos del orbe, mucho más en tiempos en que las distancias geográficas han sido superadas por la distancia digital, superadas por el tiempo virtual. Por tanto, sinto-nizar dentro del contexto de la aldea global también es un reto que no vamos a eludir.

¡Por Aija democrática, moderna y global!

¡Por la revaloración cultural de Aija!


14


15

UNA CONFESIÓN SINCERA

No hay modo más sublime de disfrutar la magnanimidad del terruño si no se decide llegar a ella, aniquilando toda distancia que genera en el individuo una especie de nostalgia alimentada por la ausencia. El tiempo, enemigo hasta de la propia existencia, contribuye a forjar una caparazón de protección ante el evidente deterioro del gran cariño que se pueda sentir por él; pero, ¡ay!, cuando ese sentimiento fuerza a dar el paso para regresar, las emo-ciones y expectativas de reencontrarse con el suelo que nos vio nacer se acrecientan haciendo vibrar al espíritu ante la maravilla que deseamos disfrutar. Los espacios y resquicios geográficos se convierten en la atracción que nos invade; a ellos, los recuerdos conservados desde nuestros primeros instantes conscientes afloran y se suman con gran cuota de interés; del mismo modo, nuestras aspiraciones satisfechas en otros lares nos ajustan las cuentas y deseamos, después de todo, ser útiles como los somos en otras latitudes o hemisferios. El regreso está marcado por la inquietud, por el prurito de saber qué es lo que estará ocurriendo en esa pa-tria chica, de la que jamás de los jamases nos desprenderemos. Ya nuestros sueños, los verdaderos sueños, están marcados por su existencia; definidos por su piel rugosa y sus accidentes siempre bellos y placenteros; nuestras nostalgias, por lo tanto, transitan por su calles resbalosas y estrechas que a cada paso me dan voz de alerta -como dice un vate aijino-; nuestras esperanzas, sin embargo, acarician la certeza de que nuestras gentes estarán contribuyendo a su destino, su mejor y merecido destino. Aija, así forma parte de nuestro mun-do interno que procuramos mantener inalterable. Eso, al final, nos permite sobrevivir en contraposición a culturas distintas que nos exigen integrarnos a ellas, con cierto menoscabo de nuestra aijinidad.

Llegar a nuestro pueblo, bendito pueblo, venerado, respe-tado, recordado y jamás olvidado, nos produce gran felicidad. Y sólo cuando han pasado algunos días más que aquellos que significan vacaciones o fiesta, lamentablemente, nos percatamos que todos esos sueños y bellos recuerdos no son tales. ¡Parece que hemos exagerado! La necesidad de sobrevivir fuera de este pue-blo, ha compensado nuestras penas con una especie de aliciente


16


17

soporífero, neutralizando nuestro sufrimiento y lo ha nutrido de orgullo exagerado. Que a nosotros nos ayuda a aliviar el dolor de la ausencia, sin duda; pero, que a los parroquianos que se que-daron les haya invadido conduciéndolos al marasmo, es digno de Macondo. Ya es famosa la frase “Aija: ciudad de los candados”, lamentable insulto a la dignidad de sus estoicos pobladores; pero, alguien ya profita, como título de un libro y pronto de un filme. Si fuera así, Aija no necesitaría un Alcalde sino un Guardián quien, tal vez, haría mejor el trabajo de garantizar el bienestar de sus pobla-dores. Me he enorgullecido de encontrar la piedra donde la dejaron cientos de años, nadie la ha movido para mi placer; sin embargo, las gentes ya no están para disfrutarla como yo. ¿Los han ahuyentado? O, ¿es que mi pueblo gira al eje de una fuerza centrípeta en que todos debemos partir?

Me opongo a la insinuación de que en Aija no hay nada que hacer. Sin demasiado esfuerzo mental, ni académico, sólo recu-rriendo al sentido común, nos percataríamos de que el problema es la ineficiencia de los que dirigen su destino. Pero, también, la otra parte de la cuota de responsabilidad recae sobre aquellos que los eligen sin el menor criterio de selección razonada. A esto podemos sumar la apatía de nuestros “genios”, por no decir profesionales, que destacan materializando sus ideas e inteligencias en otros pue-blos y no en el nuestro como correspondería.

Es lamentable y vergonzoso, por ejemplo, que nos enorgu-llezcamos de Santiago Antúnez de Mayolo Gomero y, a este caba-llero, no se le haya erigido un monumento como se lo merece. ¿Somos un pueblo ingrato?, tal vez. ¿Envidioso?, posiblemente. Y si pensamos que no es el único al que se le debe rendir memoria de ese modo, concluyo que somos egoístas para reconocer el triunfo de los demás. En esa lista de espera se encuentra Jacinto Palacios.

Lo que acabo de mencionar puede ser objetado. Sin embargo, no sólo se necesitan pavimentos, ni obras físicas, –mal llamadas de infraestructura–, no hay que olvidar que hay una población a la que una dosis de orgullo real le sería saludable. Acaso, ¿no somos con-siderados en la región como un pueblo culto? Descuidar ese detalle puede conducirnos al foso de los olvidados y, por sobre todo, al de los fracasados. ¡Dios nos recoja confesados!


16


17

A PROPÓSITO DEL PACTO ÉTICO ELECTORAL

Señores:Esta tarde estamos presentes en este recinto con la finalidad

de comprometernos con los destinos de nuestros pueblos. Pero, estamos olvidando que el primer paso que debemos dar es el de mostrar ante todos el espíritu transparente que nos estimula al gran reto de representar a los ciudadanos aquí presentes; es más, mos-trar la capacidad que poseemos para hacerlo de modo honesto, sincero, pero sobre todo con gran dosis de responsabilidad.

Para muchos es un reto. Para nosotros esa palabra no es útil, porque reto como expresión encierra por sí misma una naturaleza probatoria, un haber si puedo y nosotros no probamos porque te-nemos la certeza que nuestras existencias, por ejemplo, no son un reto, menos una prueba. Por ello, la excluiremos de nuestro vocabulario. Nuestras vidas exigen un esfuerzo definitivo dirigido a organizar soluciones que conduzcan al logro o consecución de ni-veles de bienestar y satisfacción de aspiraciones decididas a alcan-zar un mundo mejor. ¿Qué se requiere para eso? ¿Cómo llegamos a concretar nuestros objetivos políticos?

En principio, no debemos recurrir al concepto Política porque para manejar seriamente su trascendencia conceptual, se exige la premisa que consiste en definir y ubicar en nuestro mundo mental nuestra condición de ciudadano. Si no nos percatamos real-mente de esta condición como elementos de un conglomerado social que nos impele a obligaciones y nos reconoce un acervo de derechos, no seremos capaces de ejercer nuestro potencial político; por lo tanto, nos extraviaremos en su ejercicio y todo el esfuerzo que despleguemos nos conducirá a mediocres resultados, a magros objetivos, que siempre dejarán pendientes soluciones como consecuencia de equivocadas decisiones, confirmando nuestra ineficiencia.

La grandeza moral del ciudadano, diría mejor, su fortaleza moral, es el soporte ineludible para alcanzar la realización total de sus aspiraciones como ser social, en consecuencia la expectativa de los demás se compromete. No obstante aparecer la figura del líder,


18


19

esa situación resulta insuficiente porque conmina a éste a formular un pensamiento aglutinador; es decir, un pensamiento que encierre el convencimiento de aplicar sobre una realidad cierta, criterios ciertos, que signifiquen, a la vez, desarrollo.

Todos conocemos –creo que no todos– tenemos claro ese concepto. Si pidiéramos conscientemente desarrollo, los progra-mas de apoyo social, sin duda, no existirían por ser inútiles. No hay que sorprenderse porque éstos sólo sirven para mantener el subdesarrollo, el pauperismo y la pobreza. Yo decía, el otro día: “No debo almorzar porque no he trabajado”; los que me escucharon se avergonzaron, había entre ellos muchos que no lo habían pensado, pero eran personas que no habían trabajado. Con esa expresión estaba descubriendo la posición cómoda de sentarse a la mesa sin haber dado una mínima cuota de esfuerzo al desarrollo. Cuando el desarrollo se interioriza como concepto, el individuo anhela ejercer sus capacidades positivamente y si a eso sumamos un grado de consciente responsabilidad, tendremos un ciudadano a carta cabal y, si ese miembro de la sociedad nos ofrece sus capacidades para enrumbar adecuadamente nuestros destinos, nuestros futuros estarán en buenas manos y estarán garantizados nuestros éxitos como sociedad.

Pero, lastimosamente, sin mucho esfuerzo, nos percatamos que no es así. Ya esta iniciada lid electoral nos defrauda porque no identificamos esa solidez moral de la que hablamos antes. Todos como ciudadanos ya conocemos quienes nos ofrecen soluciones mágicas, exhibiéndolas impunemente. Nosotros también participa-mos pero con prudencia que nos aleje de esa fauna lo antes posible.

Valga esta oportunidad para darle a nuestro ejercicio polí-tico un carácter inteligente, que estimule a la reflexión porque esta fiebre o carnaval pasará, pero quedaremos los ciudadanos satisfe-chos o defraudados, conservando estas ideas vertidas por este honesto expositor que anhela ciudadanos moralmente coherentes que sueñen un mundo mejor como resultado de su esfuerzo y sa-crificio. Les invito a considerar a nuestra agrupación como buena y adecuada alternativa. Gracias.


18


19

¿SIN AYER, SIN MAÑANA?

Cuando leía a Oscar Wilde, y me sumergí en el mundo in-terno de Dorian Gray, me topé con la frase “los jarrones de barro de los peruanos que al tocarlos parece que salen de ellos cantos de pájaros”, me emocionó haciendo vibrar orgullosamente mi peruanidad; sentí la admiración de un genio por mi cultura, especialmente andina. Rememoré aquel terruño mío, rodeado de infinitos restos pre-hispánicos que lo resguardan como miles de años atrás, con la dife-rencia que hoy la ambición los ha deteriorado progresivamente, convirtiéndolos en verdaderas ruinas para satisfacción de quienes quieren que no queden huellas de nuestra gran civilización, una de las cinco más importantes de la Humanidad.

Como es característica de nuestra visita a Aija, coincidimos con mis amigos Diana Maguiña y Mauro Pajuelo, en el deseo de recorrer caminos y lugares habitados por nuestros ancestros preaiji-nos, visita que siempre contribuye a reafirmar y fortalecer nuestro amor por la tierra que impregnó en nosotros una inalterable cos-movisión. Ya teníamos bastante con la ausencia de conocidos y queridos personajes, de quienes mantenemos significativos re-cuerdos; de allí que preferimos darle importancia a lugares que nos ayudaran a repotenciar nuestra amistad y nuestros sueños, tam-bién, comunes. Establecimos un recorrido que nos permitió, al final, visitar Quillayok, Amápampa, Chuchún Punta, Píruru Punta, Marcacunca, entre otros lugares. Con emoción emprendimos caminos de horas de duración, recordando nuestras infancias y re-latando nuestras experiencias; después de todo, nos habíamos he-cho adultos. Nos habíamos hecho mayores pero conservábamos la emoción de haber visitado esos lugares décadas atrás, disfrutando la curiosidad de la niñez y los ímpetus de la adolescencia.

Esta vez, un inmenso dolor nos procuró Amápampa; una vivienda de ese complejo arqueológico, había sido destruída alevosa-mente en su mitad. Nos confundimos en un abrazo lamentando el hecho. Los tres sufrimos como uno solo. La intensidad del agravio era grande. Regresamos al pueblo y de inmediato denunciamos ra-dialmente el hecho delictivo. Pocos se solidarizaron, otros no lo sabían y muchos no conocen el lugar.


20


21

Nuestra visita continuó y llegamos a Píruru Punta, la des-gracia continuó. Un alcalde miope mandó construir una “ermita” grotesca y horrible en una de las cúspides sagradas. ¡La misma autoridad destruye nuestra riqueza cultural con beneplácito de la gente y silencio cómplice del Instituto Nacional de Cultura!

Mis amigos partieron decepcionados. Yo, en mi solitud me entero de que las pinturas de Cheka Huayín, estudiada minuciosa y concienzudamente por Zenobio Mejía Moreno, han sido violenta-das a “comba limpia”, haciendo desaparecer una pintura rupestre que nos llenaba de orgullo.

Nadie dice nada, adormecidos por la distorsionada moder-nidad; mientras las autoridades y los candidatos a serlo no tienen ninguna palabra al respecto. La ignorancia se convierte en patrimo-nio general y los silencios cómplices contribuyen a la desaparición de nuestro orgullo ancestral. Para qué servirá el Ministerio de Cul-tura si sólo pretenderá defender lo peruano mestizo, negando la resistencia por siglos de pueblos que transitan siendo ignorados en nuestras ciudades, de una nación que se aferra a su existencia a pesar de los maltratos e ignominia.

Mientras, nuestros políticos prefieren y gastan en gigantogra-fías chuscas u ordinarias, en vez de reivindicar una pintura rupestre como paisaje de nuestros orígenes.

¡Oh, tiempo moderno, etéreo y febril!


20


21

¿DEMOCRACIA SIN CIUDADANOS?

Desde la distancia vemos la realidad de nuestros pueblos bajo una lupa caleidoscópica que, a veces, nos estimula a ser demasiado optimistas. Los datos estadísticos, y hasta los noticiosos, nos con-vencen que las cosas van a mejor. Cuando regresamos sólo de vacaciones no advertimos, o no estamos dispuestos a advertir, lo que realmente en ellos está sucediendo. Es fácil explicarlo: ¡Nunca llegamos sin dinero!; entonces, derrochamos como premio a nuestro sacrificio estoico en los países ricos: Hemos estado limpiando escaleras, departamentos, baños, etc. ¡Nos lo merecemos!

Mientras, precipitadamente, la pobreza y el pauperismo van tomando cuerpo en las mentes distantes de nuestra comodidad, seguridad y, en algunos casos, amnesia autoimpuesta. Hablamos con frecuencia de esas democracias informes o deformes; pero, no comprendemos que esa democracia está vieja, caduca y hasta ahora no la hemos aplicado o, por lo menos, nunca la hemos ejercido a la europea. Posiblemente se nos escurra entre los dedos sin poder asirla para hacerla realidad, porque no queremos enten-der que corresponde a una Europa tan distinta –no mejor– de nuestra cultura autóctona, que sobrevive a pesar de los pesares. Mientras pretendemos una democracia como forma de gobierno, con naturaleza muy política, nos enfrentamos a la existencia de una crisis mental que refleja ser consecuencia de dictaduras y ena-jenación de larga data, acentuada con una degeneración absoluta de la condición de ciudadanos moralmente sólida.

Estoy muy cerca de la contienda electoral en Perú y advierto con mucho pesar que nuestros candidatos, y los de otras agrupa-ciones, carecen de responsabilidad ciudadana aunque ostenten títulos y grados académicos. Pobres. Toman alternativas de solu-ción superficiales llenas de eufemismos, soluciones irrealizables y propuestas acentuadamente demagógicas. ¡Hay que decir lo que la gente desea escuchar! es la explicación a toda observación. De este modo, contribuimos a la desgracia moral de los electores; lo más triste es que se denigra in extremis la posibilidad de crecimiento como ciudadanos, alejando cada vez más al ser social que contribuya


22


23

efectivamente a la consecución del auténtico desarrollo.

Entonces, por ejemplo, el cacareo desde el Presidente García hasta su último funcionario, es sólo eso. La realidad desmiente esa verborrea basada en cifras que son mentira encriptada. ¿Hay que sentirse orgullosos por eso? Sin duda que no. ¿Qué haremos en-tonces? ¿Dejar que la rueda arrolle en su trayecto?

La situación nos impele, sino a oponerse, por lo menos a disentir sin ambages de esos métodos que por siglos perduran y construir espacios auténticos en los que los ciudadanos puedan reivindicar su condición de elementos motores del desarrollo, ex-pectorando de modo definitivo toda mediocridad oportunista que continúe infestando los espacios aún recuperables.

Si antes estos legendarios electores recibían espejuelos y chucherías; ahora, de igual modo, esperan polos, viseras, un kilo de arroz o cervezas; tal vez, una gigantografía les sirva, pasada la fiebre electoral, de carpa. Justifican sus apetencias argumentando que es la única época en que los visitan y que nunca más volverán.

¡Hay que ganarse alguito!


22


23

CURIOSA AXIOLOGÍA

La presentación de programas de gobierno, mejor dicho de trabajo, –porque Planes de Gobierno lo tienen las dictaduras o regímenes totalitarios, toda vez que no son reflejo o resultado de un acuerdo democrático, sino de un grupo de personas que se con-sideran expertos o predestinados mesiánicos–, al ser difundidos o mostrados con el afán de atraer electores, nos llenan de sorpresas que estimulan a rasgar una sonrisa. Es admirable la capacidad de síntesis que los carteles y afiches, en este tema, encierran. Es tam-bién posible que muchas personas sólo lleguen a observar las fotos o lo más visible.

Los textos a leer se reducen a palabras específicas. El circo electoral ha abierto sus puertas, pero un poco reflexivo recuerdo a Pascal que decía: “La verdad está tan obnubilada en este tiempo y la mentira está tan sentada, que, a menos de amar la verdad, ya no es posible conocerla”. Considerando que lo que observo no es casual, queda suspendida la verdad de las propuestas en otras circunstancias, menos en esta o, tal vez, en ninguna. Se aprecia un abanico vocabular interesante y hay palabras como: honestidad, honradez, cambio, experiencia, exitosa gestión, trabajo, capacidad, entre otras; desde luego, sabiendo de quienes viene representa el desparpajo con el que se ofertan como mejor candidato. La pregunta cae de madura: ¿Si esos valores les caracteriza, por qué este pueblo está sumido en el olvido y la decadencia? A cada uno de esos individuos les rige una escala axiológica que haría suponer que son coherentes con su aijinidad; sin embargo, existe un rostro como miembro de esta sociedad y una máscara útil para el caso que comentamos.

Cuán hermoso sería contar con personajes así, pero en la vi-da cotidiana. Se convertirían en paradigmas que engrandecerían y fortalecerían no sólo el ejercicio ciudadano, sino la idiosincrasia de este pueblo que anhela alcanzar su desarrollo. Desgraciadamente, cuando se habla de desarrollo, parten de una preconcepción del dinero; ¡se olvidan que un asno puede llevar sobre sí un saco de oro puro y de buena ley, pero el asno será siempre asno!; por lo tanto, es necesario preocuparse por la inconmovilidad de nuestros ideales y la indubitabilidad de nuestras buenas acciones. Sólo así el apoyo o respaldo que brindemos tendría soporte moral serio y también


24


25

coherente, con nuestras aspiraciones de sociedad. ¿No sería, acaso, desear mucho?

No estamos fundando o creando un pueblo. Estamos casi rogando que nos hagan el favor de no seguir mintiendo como si fuéramos imberbes criaturas, cuando, por el contrario, somos un pueblo histórico y orgulloso. No obstante haber permitido esta decadencia, expresada en una desesperanza patológica, aún queda una dosis de impulso renovador que exige honestidad, honradez, etc., valores que dicen poseer; pero, sobre todas las cosas deseamos verdad. Y como los veo golpeándose el pecho cuando hay ocasión, les recuerdo lo que Cristo pedía para sus discípulos: “¡Santifícalos en la verdad!”


24


25

A NOMBRE DE LLAPANTZIK

Amigos:La materialización de ideas y anhelos exigen en el individuo

una gran fortaleza perseverante. Esa actividad dirigida a hacer realidad lo preconcebido en el mundo interno, tropieza con toda una retahila de dificultades, dependiendo de la naturaleza de las aspiraciones. La realidad es una partera huraña de los sueños. En consecuencia, el esfuerzo en identificar el medio adecuado para llevarlos a la práctica está teñido de incertidumbre que, a veces, puede amilanar con consecuencias negativas y desalentadoras. Sólo la sólida fe y la muy perfilada decisión conducen a una efectiva consolidación de objetivos, contraponiéndose contundentemente. Cuando esas ideas y anhelos tienen trascendencia individual, quiero decir que cuando el beneficio es personal, no es muy complicado llevarlos a cabo, incluso se puede recomenzar cada vez que fuere necesario; pero, cuando como proyecto recae sobre un grupo de personas, de un sector social, se exige una gran responsabilidad porque compromete el destino de muchas personas. Por ello, las decisiones deben ser honestas, las perspectivas claras, los esfuerzos eficaces; no obstante estar regidos por un gran optimismo, la transparencia no debe descartarse como soporte fundamental de nuestra actividad. Debe constituirse en una especie de espejo que nos ayude a delimitar la soberbia, la autosuficiencia y –por qué no decirlo con precisión– la debilidad de nuestras actitudes.

No obstante, no estar de acuerdo con el aforismo: “El fin justifica los medios”, afirmación maquiavélica muy usada, debemos aceptar que la presión que ejerce el fin de nuestra tarea nos impulsa inevitablemente a identificar el medio como instrumento con el que se puedan anclar los sueños; ese instrumento controlado por nosotros deja de ser imperativo. Dócil sirve para alcanzar la meta alcanzada.

Llapantzik se perfila como el mecanismo aglutinador no só-lo de energías, sino, cual red lanzada al agitado río, atrapa la suma de complicidades positivas, atrapa las coincidencias saludables del alma, atrapa las esperanzas aletargadas, para despertar bajo el sentido profundo de su fuerza conceptual. Emerge por su propio


26


27

origen idiomático como grito nuestro, procurando convertirse en la tesitura que reivindica nuestra identidad y expresa nuestra fortaleza tanto tiempo dada a menos. Por ello, asumimos que somos nosotros mismos los que debemos forjar nuestro futuro y no lo conseguiremos si no nos hacemos escuchar, si no nos comprometemos activamente en el ejercicio cotidiano de nuestra condición de ciudadanos, si no contribuimos en sumar esfuerzos que redundarán en nuestro beneficio. Nuestra formación moral contribuirá positivamente en el cumplimiento de nuestros obje-tivos, por esa razón nuestro compromiso siempre intentará resul-tados veraces.

“El mayor castigo para un hombre de bien, cuando se niega a gobernar, consiste en ser gobernado por otro inferior a él”, dice un gran filósofo desde hace más de dos mil años. Conscientes de la carencia de espíritus combativos, esforzados y honestos, asumimos responsablemente el ejercicio de nuestras ideas esperando representar un espacio que sirva de foro, de fuente de propuestas y de tribuna desde la que podamos lanzar soluciones.

Desde ya, nuestro aporte a la sociedad se encuentra compro-metido. Ese compromiso es la esencia de la decisión de conformar Llapantzik. En consecuencia no hay que temer acercarse a esta asociación que por su naturaleza nunca estará al margen de los intereses de nuestro pueblo y, más bien, contribuirá a fortalecer nuestra aijinidad en los contextos que sean necesarios.


26


27

Remembranza

CHUCHÚN PUNTA

El viento acaricia el lomo-cuesta fornida- de Chuchún Punta;mi sombrero cual inerme jilguerillose bate, posándose en un arbusto,rodado por el abrupto pedregal.

Entonces, invoco al supremo Apuno me flagele, no me castigue más,está haciendo difícil mi avance;mis pasos curtidos resistirán.Me despediré. Lo hago siempre.

Partiré a alguna distancia conocida ya,desde la que mi nostalgia me agotará;en mis sueños aparecerá como hoy,por las noches mi espíritu le verábajo el azul cielo y el viento zumbará.

¿Acaso me tratas así para el recuerdo,único sendero cierto que me traerá a tí?¿Acaso apruebas mi afecto sereno,cuando agitas mi alma, como ayer?¡Juguetón, el viento que te guarda!

Mis descalzos pies, en tu cima vibran,mi cuerpo echa raíces en el roquedal,siento que tienes el vientre febril;mis huellas se difuminan prestocual alas del colibrí que te hurga.

Estás aquí presente, como siempre,abrigando esperanzas en los que te ven;


28


29

pero, rendido ninguno se aproxima.Corroído por el indolente tiempoluchas, esperas... paciente esperas.

Te dejo mi alma, ya seremos dos,dos que matan el olvido y soledad,dos que disfrutan un secreto manjar,dos cómplices que juntos compartiránde tu vientre el aliento y la pasión.

¡Melífluo mensaje de tu milenario ser!


28


29

CARLOS MEJÍA GAMBOA - Actiweb · Carlos Mejía Gamboa 9 PRESENTACIÓN Hay inquietudes que, con el...

Documents

Transcript of CARLOS MEJÍA GAMBOA - Actiweb · Carlos Mejía Gamboa 9 PRESENTACIÓN Hay inquietudes que, con el...