¿CARA ó CRUZ?

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Esta mañana abro mi rostro, respiro la aurora, enderezo mi espalda y escojo la vida. Esta mañana abro los ojos, abrazo tu espalda, te doy mi palabra y escojo la vida. Esta mañana te busco en la muerte, te saco del fango, te cargo tan frágil y escojo la vida. Esta mañana te manso la paz, te alimento futuro, comparto alegría y escojo la vida. Esta mañana te escucho en silencio, te dejo llenarme, te sigo de frente y escojo la vida. ¿CARA ó CRUZ? Elegir la cruz de Jesús, escoger la vida : Y quizá también al revés: elegir la vida, aunque nos lleve a la cruz. Elegir VIDA con mayúsculas, vida compartida que si cruz, es vida para otros, y si cara, también es vida para otros ¿Y para sí? Pues para sí es Dios consigo y Dios con otros, es Dios con nosotros. Y es que en cada cruz hay tantas caras, tantos rostros que se salvan. Jesús amó tanto la vida, la escogió hasta tal punto que, si por ello le llevaban a la muerte, a la muerte iría. No escogió la cruz, pero escogió un camino que le llevó a ella porque así lo quisieron otros. Ayúdame, Señor, a elegir la vida y si me anuncian que esa vida me llevará a la cruz, apártala de mí si es tu voluntad, y si no, que no renuncie a caminar, pues el amor será el porqué de esa cruz y eso es lo que importa. La cara y la cruz del mundo Acuerdos de paz, deseos de fraternidad, la lluvia suave sobre la tierra seca, una buena cosecha, tantos niños que nacen, el pan de cada día, un atardecer tranquilo… Nuestra tierra también tiene su cara, sus buenas nuevas, que se nos regalan continuamente y de forma generosa, que se nos ofrecen a cambio de nada. La cara del mundo es reflejo de Dios en nuestras propias caras. Y tiene su cruz y sus crucificados: la miseria, el hambre, la injusticia, la desigualdad,… Y allí están todos los que las padecen. Más allá de una cruz de la que brota la vida, es una cruz de muerte y de muchos muertos. Son opciones de otros las que los han clavado. Observemos el mundo con los ojos de Dios, que se detiene en cada vida. La cara y la cruz de la vida Los éxitos, los abrazos, las verdaderas alegrías, la paz del corazón, amar sin querer ni poder remediarlo, la amistad sincera. Nuestra vida tiene su cara. Esos momentos más profundos de los que disfruto plenamente y que me gusta compartir. Pero también tiene su cruz, que a veces se oculta tras la imagen del espejo, la que se ve, la que dejo ver. En mi cruz están esas entregas dolorosas, ese intentar comprender lo incomprensible aunque me haga sufrir, optar por enfrentarme a mi pecado, que lo es por lo que me duele y porque me descubre roto por dentro,… Esa cruz que en todas sus formas me invita a arriesgar y a confiar. Y Dios en nuestra cara y nuestra cruz animándonos a mirarnos con misericordia por ambos lados, como él nos mira. Si no muero por ti no creceré en tus campos, no habrá frutos que arrancar ni semillas que sembrar en esta tierra. Si no muero por ti, si no salgo de mí; daré vueltas y vueltas, daré vueltas y vueltas, quedándome en mí. Si no muero por ti no habrá hombres que aprendan a amar sin esperar, a luchar sin descansar adentrándose en tus sendas. Te amor, Señor, fortaleza mía, Roca mía, castillo mío, mi libertador. Dios mío, en ti confiaré. Mi escudo eres Tú, y la fuerza de mi salvación. Te amor, Señor, fortaleza mía, Roca mía, castillo mío, mi libertador. Dios mío, en ti confiaré. Mi escudo eres Tú, y la fuerza de mi salvación. En mi debilidad me haces fuerte En mi debilidad me haces fuerte Sólo en tu amor me haces fuerte Sólo en tu vida me haces fuerte En mi debilidad te haces fuerte en mí. En la tierra nueva las casas no tienen llaves ni los muros rompen el mundo. Nadie está solo. No se habla mucho del amor, pero se ama con los ojos, las manos, y las entrañas. Las lágrimas son fértiles, la tristeza se ha ido para no regresar, y se ha llevado con ella la pesada carga del odio y los rencores, la violencia y el orgullo. Es extraña la puerta que abre esa tierra: es la sangre derramada de quien se da sin límite, es la paciencia infinita de quien espera en la noche, es la pasión desmedida de un Dios entregado por sus hijos; nosotros, elegidos para habitar esa tierra nueva. J.M. Rodríguez Olaizola

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Esta mañana abro mi rostro,

respiro la aurora, enderezo mi espalda

y escojo la vida. Esta mañana abro los ojos,

abrazo tu espalda, te doy mi palabra y escojo la vida.

Esta mañana te busco en la muerte,

te saco del fango, te cargo tan frágil y escojo la vida.

Esta mañana te manso la paz,

te alimento futuro, comparto alegría y escojo la vida.

Esta mañana te escucho en silencio,

te dejo llenarme, te sigo de frente y escojo la vida.

¿CARA ó CRUZ?

Elegir la cruz de Jesús, escoger la vida: Y quizá también al revés: elegir la vida, aunque nos lleve a la cruz. Elegir VIDA con mayúsculas, vida compartida que si cruz, es vida para otros, y si cara, también es vida para otros ¿Y para sí? Pues para sí es Dios consigo y Dios con otros, es Dios con nosotros. Y es que en cada cruz hay tantas caras, tantos rostros que se salvan. Jesús amó tanto la vida, la escogió hasta tal punto que, si por ello le llevaban a la muerte, a la muerte iría. No escogió la cruz, pero escogió un camino que le llevó a ella porque así lo quisieron otros. Ayúdame, Señor, a elegir la vida y si me anuncian que esa vida me llevará a la cruz, apártala de mí si es tu voluntad, y si no, que no renuncie a caminar, pues el amor será el porqué de esa cruz y eso es lo que importa.

La cara y la cruz del mundo Acuerdos de paz, deseos de fraternidad, la lluvia suave sobre la tierra seca, una buena cosecha, tantos niños que nacen, el pan de cada día, un atardecer tranquilo… Nuestra tierra también tiene su cara, sus buenas nuevas, que se nos regalan continuamente y de forma generosa, que se nos ofrecen a cambio de nada. La cara del mundo es reflejo de Dios en nuestras propias caras. Y tiene su cruz y sus crucificados: la miseria, el hambre, la injusticia, la desigualdad,… Y allí están todos los que las padecen. Más allá de una cruz de la que brota la vida, es una cruz de muerte y de muchos muertos. Son opciones de otros las que los han clavado. Observemos el mundo con los ojos de Dios, que se detiene en cada vida.

La cara y la cruz de la vida Los éxitos, los abrazos, las verdaderas alegrías, la paz del corazón, amar sin querer ni poder remediarlo, la amistad sincera. Nuestra vida tiene su cara. Esos momentos más profundos de los que disfruto plenamente y que me gusta compartir. Pero también tiene su cruz, que a veces se oculta tras la imagen del espejo, la que se ve, la que dejo ver. En mi cruz están esas entregas dolorosas, ese intentar comprender lo incomprensible aunque me haga sufrir, optar por enfrentarme a mi pecado, que lo es por lo que me duele y porque me descubre roto por dentro,… Esa cruz que en todas sus formas me invita a arriesgar y a confiar. Y Dios en nuestra cara y nuestra cruz animándonos a mirarnos con misericordia por ambos lados, como él nos mira.

Si no muero por ti no creceré en tus campos,

no habrá frutos que arrancar ni semillas que sembrar

en esta tierra.

Si no muero por ti, si no salgo de mí;

daré vueltas y vueltas, daré vueltas y vueltas,

quedándome en mí.

Si no muero por ti no habrá hombres

que aprendan a amar sin esperar,

a luchar sin descansar adentrándose en tus sendas.

Te amor, Señor, fortaleza mía, Roca mía, castillo mío, mi libertador.

Dios mío, en ti confiaré. Mi escudo eres Tú, y la fuerza de mi salvación.

Te amor, Señor, fortaleza mía, Roca mía, castillo mío, mi libertador.

Dios mío, en ti confiaré. Mi escudo eres Tú, y la fuerza de mi salvación.

En mi debilidad me haces fuerte En mi debilidad me haces fuerte Sólo en tu amor me haces fuerte Sólo en tu vida me haces fuerte

En mi debilidad te haces fuerte en mí.

En la tierra nueva las casas no tienen llaves

ni los muros rompen el mundo. Nadie está solo.

No se habla mucho del amor, pero se ama con los ojos, las manos,

y las entrañas. Las lágrimas son fértiles,

la tristeza se ha ido para no regresar,

y se ha llevado con ella la pesada carga

del odio y los rencores, la violencia y el orgullo.

Es extraña la puerta que abre esa tierra:

es la sangre derramada de quien se da sin límite,

es la paciencia infinita de quien espera en la noche,

es la pasión desmedida de un Dios entregado

por sus hijos; nosotros, elegidos para habitar

esa tierra nueva. J.M. Rodríguez Olaizola