Capítulo 25. LAS FRONTERAS. SU PROBLEMÁTICA

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| 379 Capítulo 25. LAS FRONTERAS. SU PROBLEMÁTICA AYER Y HOY Luz María Oralia Tamayo Pérez 1 Xavier Oliveras González 2 Introducción L as fronteras, sean materiales o simbólicas, son un tema importante para la geografía de cualquier país, ya que delimitan el espacio que corresponde a un Estado y en el cual éste ejerce su soberanía territorial. Si bien los términos “límite” y “frontera” generalmente son utilizados como sinónimos, no son del todo coincidentes (Ferrari, 2014). El límite se asocia a una línea que separa a dos territorios sujetos a diferentes soberanías y, comúnmente, se traza en mapas; en cambio la frontera se refiere a una región que, aunque tiene características lineales en el terreno, más que una línea es una zona. A lo largo de la historia se han utilizado a manera de lími- tes naturales algunos accidentes geográficos, como ríos permanentes, cadenas montañosas y otras irregularidades del terreno, y también hay lindes artificiales representados por líneas seleccionadas, como paralelos y meridianos; su importancia como frontera se la dan los acuerdos políticos entre los Estados involucrados (Muratori, 2007:15). Asimismo, las fronteras señalan un área de encuentro, de contacto y de hibridación de dos prácticas culturales, institucionales, políticas y sociales. La glo- balización y el avance de las comunicaciones de alguna manera diluyen los confines entre los países (defronterización), aunque lejos de la utopía de un mundo sin fronteras, también han implicado, directa o indirectamente, procesos de refronterización; ejemplos de ello son las migraciones desde naciones menos favorecidas hacia otras, con la esperanza de tener un mejor nivel de vida y, simul- táneamente, el blindaje (legal y material) de las que son receptoras. La población inmersa en una situación educativa y económica más desfavorecida, a menudo ve a la migración casi como el único recurso; sin embargo, las desigualdades socioeconómicas, cultura- les y políticas entre países, así como las actitudes derivadas de identificarse como emisor o receptor, influyen para que los migrantes sufran discriminaciones, estigmatizaciones y persecuciones, en lugar de la mejoría esperada; esto sucede más frecuentemente cuando la migración es indocumen- tada. Aunque estas situaciones sean más graves en las zonas limítrofes, se extienden al interior de los países; hoy los controles fronterizos y las fronteras simbólicas ya ocupan la totalidad de los espacios estatales, encontrándose ante una situación de fronteras móviles y no fijas, como solía ser. Por la misma razón, se desatan campañas en los medios masivos de comunicación que culpan a los migrantes de los problemas sociales, como el tráfico de drogas, extorsiones, asesinatos y, en el mejor de los casos, de supuestos déficits de fondos públicos y de desplazamientos laborales de los habitantes del país receptor, quienes argumentan tener mayor derecho a los fondos y a los puestos de trabajo. Así, las fronteras se convierten en obstáculos que las personas tienen que sortear y cada vez presentan mayores dificultades y peligros. Al respecto, Valero (2002:43) señala: Las fronteras se convierten en componentes utilizados para la contención de la emigración, bien sea de los vecinos o países cercanos, o de otros que realizan grandes trayectorias hasta sus destinos finales. 1 Departamento de Geografía Social, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Cir- cuito de la Investigación Científica, Ciudad Universitaria, 04510, Coyoacán, México, D. F. Correo electrónico: [email protected] 2 Departamento de Estudios Urbanos y Medio Ambiente, El Colegio de la Frontera Norte, sede en Matamoros, 87499, Tamaulipas, México. Correo electrónico: [email protected]

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Capítulo 25. LAS FRONTERAS. SU PROBLEMÁTICA

AYER Y HOY

Luz María Oralia Tamayo Pérez1

Xavier Oliveras González2

Introducción

Las fronteras, sean materiales o simbólicas, son un tema importante para la geografía de cualquier país, ya que delimitan el espacio que corresponde a un Estado y en el cual éste ejerce su soberanía territorial. Si bien los términos “límite” y “frontera” generalmente son utilizados como sinónimos, no son del todo coincidentes (Ferrari, 2014). El límite se asocia

a una línea que separa a dos territorios sujetos a diferentes soberanías y, comúnmente, se traza en mapas; en cambio la frontera se refiere a una región que, aunque tiene características lineales en el terreno, más que una línea es una zona. A lo largo de la historia se han utilizado a manera de lími-tes naturales algunos accidentes geográficos, como ríos permanentes, cadenas montañosas y otras irregularidades del terreno, y también hay lindes artificiales representados por líneas seleccionadas, como paralelos y meridianos; su importancia como frontera se la dan los acuerdos políticos entre los Estados involucrados (Muratori, 2007:15). Asimismo, las fronteras señalan un área de encuentro, de contacto y de hibridación de dos prácticas culturales, institucionales, políticas y sociales. La glo-balización y el avance de las comunicaciones de alguna manera diluyen los confines entre los países (defronterización), aunque lejos de la utopía de un mundo sin fronteras, también han implicado, directa o indirectamente, procesos de refronterización; ejemplos de ello son las migraciones desde naciones menos favorecidas hacia otras, con la esperanza de tener un mejor nivel de vida y, simul-táneamente, el blindaje (legal y material) de las que son receptoras.

La población inmersa en una situación educativa y económica más desfavorecida, a menudo ve a la migración casi como el único recurso; sin embargo, las desigualdades socioeconómicas, cultura-les y políticas entre países, así como las actitudes derivadas de identificarse como emisor o receptor, influyen para que los migrantes sufran discriminaciones, estigmatizaciones y persecuciones, en lugar de la mejoría esperada; esto sucede más frecuentemente cuando la migración es indocumen-tada. Aunque estas situaciones sean más graves en las zonas limítrofes, se extienden al interior de los países; hoy los controles fronterizos y las fronteras simbólicas ya ocupan la totalidad de los espacios estatales, encontrándose ante una situación de fronteras móviles y no fijas, como solía ser. Por la misma razón, se desatan campañas en los medios masivos de comunicación que culpan a los migrantes de los problemas sociales, como el tráfico de drogas, extorsiones, asesinatos y, en el mejor de los casos, de supuestos déficits de fondos públicos y de desplazamientos laborales de los habitantes del país receptor, quienes argumentan tener mayor derecho a los fondos y a los puestos de trabajo. Así, las fronteras se convierten en obstáculos que las personas tienen que sortear y cada vez presentan mayores dificultades y peligros. Al respecto, Valero (2002:43) señala:

Las fronteras se convierten en componentes utilizados para la contención de la emigración, bien sea de

los vecinos o países cercanos, o de otros que realizan grandes trayectorias hasta sus destinos finales.

1 Departamento de Geografía Social, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Cir-cuito de la Investigación Científica, Ciudad Universitaria, 04510, Coyoacán, México, D. F. Correo electrónico: [email protected]

2 Departamento de Estudios Urbanos y Medio Ambiente, El Colegio de la Frontera Norte, sede en Matamoros, 87499, Tamaulipas, México. Correo electrónico: [email protected]

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| 380 SECCIÓN IV. LA SOCIEDAD Y SU DINÁMICA TERRITORIAL

En cierto modo es la aplicación de la vieja concepción de

muros y barreras físicas que impiden el acceso a quienes no

cumplan ciertos requisitos. Esa contención tiene diferentes

manifestaciones, unas son políticas como las establecidas en

las leyes de inmigrantes y otras son delimitaciones exclu-

yentes. Un “ejemplo modélico” de contención fronteriza

lo constituye la valla electrificada que se ha construido en

una parte de los 3 125 kilómetros de frontera que separan a

Estados Unidos y México.

En el caso de la migración hacia Estados Unidos, los más perjudicados son los mexicanos y los centroamerica-nos (guatemaltecos, hondureños, etc.), quienes son trata-dos como delincuentes y personas non gratas. Situaciones parecidas ocurren con la migración centroamericana en México. Toda desigualdad se potencializa en las fronteras, que son puntos de encuentro y desencuentro, en los que la violencia se muestra con mayor frecuencia e intensidad. En la mayor parte de los casos esa violencia es causada por los cuerpos de seguridad del Estado, ciertos grupos delin-cuenciales3 y corporaciones civiles anti-inmigración o de vigilancia de las fronteras.

Si bien esta problemática es característica del presente, los conflictos en las fronteras no han sido los mismos des-de que se establecieron los límites vigentes. En el pasado se presentaba otro panorama que, aunque diferente, quizá pudo generar los problemas actuales. El objetivo de este ca-pítulo es analizar, a grandes rasgos, la problemática de las fronteras mexicanas (la del norte y las dos del sur) en los siglos XIX y XX, y contrastarla con la de hoy en día, para lo cual se caracterizan, en primer lugar, las fronteras entre México y sus países vecinos de acuerdo con los tratados in-ternacionales, para posteriormente analizar su situación en el pasado y en el presente. En virtud de que no es posible describir todas las problemáticas, solo se han seleccionado las principales o más representativas.

Para el estudio de las fronteras es necesario hacer tres puntualizaciones. En primer lugar, las dificultades a las que se aludirá no siempre se “viven” ni se “ven” de igual forma ni por las comunidades fronterizas ni por el Estado, que en este caso se encuentra radicado en el centro del país, muy alejado –geográfica y socioculturalmente– de aquéllas. En ocasiones, lo que para unos es un problema, para otros es una oportunidad; así, mientras que para el Estado es pri-

3 Es noticia recurrente que bandas de la delincuencia organizada atraen principalmente a jóvenes, con la promesa de salir pronto de un entorno de pauperización extrema y, en caso de negarse, los extorsionan.

mordial mantener y asegurar la soberanía, para los habi-tantes de las regiones fronterizas una “frontera dura” cons-tituye un obstáculo a la vida cotidiana. Un indicativo del posicionamiento respecto de la frontera es el lenguaje con el que es aludida; la “frontera norte” y la “frontera sur” solo son “el Norte” y “el Sur” en relación con una localización externa que se considera a sí misma central, tales apelativos son un reflejo de la visión desde ese centro. Por el contra-rio, las comunidades fronterizas no se identifican con aquel Norte y Sur, sino simplemente con “la frontera” y “el otro lado”, que constituyen su centralidad.

En segundo lugar, las fronteras (incluyendo ambos la-dos de la línea) son espacios donde confluyen e interactúan procesos de distintos orígenes: dinámicas de carácter local y regional tanto de los dos Estados-Nación, como de origen global. Esta superposición entre asuntos internacionales y domésticos es lo que se puede denominar como el “carác-ter interméstico”. En este sentido, las fronteras no solo res- ponden y atañen a los Estados colindantes, como se había considerado tradicionalmente en la geografía política, sino también a las comunidades locales y a otros actores (de distintos niveles) localizados en otros países; por ejemplo, Kramsch (2014:71) señala que “[…] habría que resituar la frontera norte entre México y Estados Unidos a través de una industria maquiladora cada vez más vinculada con Chi-na que con el gran vecino del norte”.

Por último, y en paralelo con la anterior, desde una perspectiva histórico-antropológica se ha argumentado que “todo México es frontera”, en tanto que existe una cone-xión transfronteriza entre el norte y el sur del país (Fábre-gas, 1994). Para Fábregas y González (2014:7), esta idea actualmente queda ilustrada por “las dinámicas generadas por el narcotráfico, el trasiego de trabajadores indocumen-tados, la circulación de turistas y comerciantes indígenas, [y] el conservacionismo en zonas de selva y frontera”. Esta observación puede conducir epistemológicamente a un callejón sin salida, por lo que conviene más abordarla desde una perspectiva geográfica que reconoce la existencia de las diferencias espaciales.

Algunas características generales de las fronteras

México (Figura 1) colinda con tres países: al norte, con Es-tados Unidos de América, cuyo límite tiene una extensión de 3 125.3 km. Al sur, la frontera tiene una extensión de 1 240 km y colinda con dos países, Guatemala, con una ex- tensión de 962 km, y Belice, con 278 km, incluyendo una parte que se extiende en el mar. Deben aún añadirse otras

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| 381SECCIÓN IV. LA SOCIEDAD Y SU DINÁMICA TERRITORIAL

dos fronteras, únicamente marítimas, que señalan los lími-tes del mar territorial con Honduras y con Cuba.

Además de tratarse de una gran extensión, en los 62 municipios fronterizos residen 8 388 474 de personas, que representan 7.5% de la población total de México (Inegi, 2010). Aunado a las anteriores apreciaciones, se observa que las fronteras de México encarnan una particularidad: son lí-mite y a la vez enlace entre el tercer y el primer mundo, y entre América Latina y América del Norte; sin embargo, cabe señalar que estas dualidades son ambiguas. Por ejemplo, en los estudios fronterizos sobre América Latina en ocasiones no se incluye hasta la frontera México-Estados Unidos; asimis-mo, en aquéllos sobre América del Norte en ocasiones no se considera hasta la frontera México-Guatemala-Belice.

La frontera norteEsta frontera (Figura 2) está definida en su mayoría por el cau-ce del río Bravo (Rio Grande, en Estados Unidos), que funcio-na como límite natural, así como por el coto artificial definido por una línea imaginaria que señalan algunos monumentos colocados en el terreno. Los estados fronterizos mexica- nos son Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; los estados fronterizos estadounidenses

son California, Arizona, Nuevo México y Texas. Esta fron-tera constituye mayoritariamente una región árida de clima seco (BS y BW), con excepción de Tamaulipas, que tiene cli- ma semicálido (A)C, con temperaturas extremosas como el resto de la región. La lluvia, no muy abundante (menos de 800 mm al año), se presenta en verano, aunque en el extre-mo noroeste cae en invierno (García, 2004). Existen extensas zonas de desierto comunes a los dos países (Altar en Sonora y Arizona), con la fauna (alacranes, víboras, venados) y la vege-tación (cactus, órganos, mezquites) que les son características. La región no tiene grandes montañas, pero un área importan-te contiene formaciones llamadas cañones, con una topografía única. Cuando se hizo la demarcación solo existían pequeñas localidades y ranchos en ambos lados de la línea, mientras que en la actualidad los municipios fronterizos mexicanos suman un total de 6 747 419 habitantes, los cuales tienen ciudades importantes y muy pobladas, estos municipios son Tijuana (1 559 683), Juárez (1 332 131), Mexicali (936 826), Reynosa (608 891), Matamoros (489 193), Nuevo Laredo (384 033) y Nogales (220 292), (Inegi, 2010).

El Tratado de Paz, Amistad y Límites, firmado el 2 de febrero de 1848 entre México y Estados Unidos de América, indica que:

OC

ÉA

N

O

PA

CÍ F I C O

GO

LF

OD

EC

AL

I FO

RN

I A

G O L F O

D E

M É X I C O

MA

RC

AR

I BE

E S T A D O S U N I D O S D E A M É R I C A

G U A T E M A L A

H O N D U R A S

B E L I C E

88°

88°

92°

92°

96°

96°

100°

100°

104°

104°

108°

108°

112°

112°

116°

116°

30° 30°

26° 26°

22° 22°

18° 18°

0 250 km

Fronteras de México

Frontera Norte

Frontera Sur

Fuente: elaboración propia.

FIgurA 1. Fronteras de México.

Page 4: Capítulo 25. LAS FRONTERAS. SU PROBLEMÁTICA

| 382 SECCIÓN IV. LA SOCIEDAD Y SU DINÁMICA TERRITORIAL

La línea divisoria entre las dos Repúblicas comenzará en el

Golfo de México, tres leguas fuera de tierra frente a la desem-

bocadura del Río Grande, llamado por otro nombre Río Bravo

del Norte, o del más profundo de sus brazos; si en la desembo-

cadura tuviere varios brazos correrá por la mitad de dicho río,

siguiendo el canal más profundo, donde tenga más de un canal,

hasta el punto en que dicho río corta el lindero meridional

de Nuevo México; continuará luego hacia occidente, por este

lindero meridional (que corre al norte del pueblo llamado Paso)

hasta su término por el lado de occidente, desde allí, subirá la

línea divisoria hacia el norte por el lindero occidental de Nuevo

México, hasta donde este lindero esté cortado por el primer

brazo del río Gila (si no está cortado por ningún brazo del río

Gila, entonces, hasta el punto del mismo lindero occidental

más cercano a tal brazo, y de allí en una línea recta al mismo

brazo, continuará después por mitad de este brazo) y del río

Gila hasta su confluencia con el río Colorado; y desde la con-

fluencia de ambos ríos la línea divisoria, cortando el Colorado,

seguirá el límite que separa la Alta de la Baja California hasta el

mar Pacífico (AHSrE, Caja 3, expediente 1).

El 30 de diciembre de 1853 se firmó el Tratado de la Mesilla (o Gadsden), que modificaba una parte del límite anterior y que establece:

La República Mexicana conviene en señalar para lo suce-

sivo como verdaderos límites con los Estados-Unidos los

siguientes: Subsistiendo la misma línea divisoria entre las dos

Californias, tal como está ya definida y marcada conforme al

artículo quinto del tratado de Guadalupe Hidalgo, los límites

entre las dos repúblicas serán los que siguen: comenzando

en el Golfo de México, a tres leguas de distancia de la costa,

frente a la desembocadura del río Grande, como se estipuló en

el artículo quinto del tratado de Guadalupe Hidalgo, de allí,

según se fija en dicho artículo, hasta la mitad de aquel río al

punto donde la paralela del 31°47’ de Latitud Norte atraviesa

el mismo río; de allí, siguiendo la dicha paralela de 31°20’;

hasta el 111° del meridiano de longitud Oeste de Greenwich;

de allí, en línea recta a un punto en el río Colorado, veinte

millas inglesas debajo de la unión de los ríos Gila y Colorado;

de allí, por la mitad de dicho río Colorado, río arriba, hasta

donde se encuentra la actual línea divisoria entre los Estados-

Unidos y México (AHSrE, expediente H220:72-73).

Las fronteras del surAl sur, México colinda con Guatemala y Belice (Figura 3), cu-yos límites naturales los definen puntos orográficos notables y los ríos Suchiate, Usumacinta, Chixoy, Azul y Hondo, además

96°

98°

98°

100°

100°

102°

102°

104°

104°

106°

106°

108°

108°

110°

110°

112°

112°

114°

114°

116°

116°118°

34°

34°

32°

32°

30°

30°

28°

28°

26°

26°

24°

24°

Río

Colo

rado

Río Gila

Río Bravo ( Grande del Norte)

San Diego

Tijuana

Caléxico

MexicaliS. LuisColorado

Nogales

NogalesAgua Prieta

DouglasCiudad Juárez

El Paso

El Chamizal

111°

00' W

31°20' N

108°

12' W

31°47' N

PresidioOjinaga

Eagle PassPiedras Negras

Laredo

Nuevo Laredo

Mc Allen

Reynosa

Brownsville

Matamoros

PRESA INTERNACIONALFALCÓN

C A L I F O R N I A

A R I Z O N A

N U E V O M É X I C O

T E X A S

E S T A D OD E

B A J A CALIFORNIA

O C É A N O

P A C Í F I C O

R E P Ú B L I C A M E X I C A N A

S O N O R A

C H I H U A H U A

C O A H U I L A

N U E V OL E Ó N

T A M A U L I P A S

E S T A D O S U N I D O S D E A M É R I C A

G O

L F

O

D E

M

É X

I C

O

TRATADOS DE LÍMITES, DE GUADALUPE HIDALGO DEL 2 DE FEBRERO DE 1848Y DE LA MESILLA O GADSDEN DEL 30 DE DICIEMBRE DE 1853.3 125.3 kilómetros de frontera.

294

km

200 0 200100

KILÓMETROS

Fuente: Tamayo (2014:146).

FIgurA 2. La frontera de México con Estados Unidos.

Page 5: Capítulo 25. LAS FRONTERAS. SU PROBLEMÁTICA

| 383SECCIÓN IV. LA SOCIEDAD Y SU DINÁMICA TERRITORIAL

de líneas imaginarias que conforman los lindes artificiales. El clima predominante en esta región es (A), tropical lluvioso con lluvias todo el año o abundantes en verano. En las partes altas de las sierras se tiene clima templado húmedo (C), don-de las lluvias derraman al año entre 1 000 y 5 000 mm. Las temperaturas van de cálidas a semicálidas con poca variación (García, 2004). La vegetación es exuberante y antiguamente había gran cantidad de árboles de maderas preciosas, princi-

palmente caoba. La fauna característica comprende cocodri-los, aves de colores, monos, víboras, arañas y mosquitos, y en algunas regiones se llegan a encontrar imponentes felinos. Hay ríos grandes y caudalosos que, como se mencionó, sirven de límite internacional. Por el exceso de humedad se forman pantanos peligrosos y la topografía es contrastante, por un lado, de la Sierra Madre del Sur se deriva la Sierra de Chia-pas, que tiene varias ramificaciones en este estado y presenta

88°

88°

90°

90°

92°

92°

20° 20°

18° 18°

16° 16°

14° 14°

Mérida

Campeche

Villahermosa

Chetumal

Tenosique

Cd. Cuauhtémoc

Tapachula

Cd. Hidalgo

VolcánTacaná

Ruinas deBonampak

16°04'32"

Río de la Pasión

Río

Chi

xoy

RÍOUS UMA CIN

TA

17°15'08"

17°49'00"

90°5

9'29

"

R. S

uchi

ate

89°0

9'09

"

C H I A P A S

T A B A S C O

C A M P E C H E

Laguna deTérminos

G U A T E M A L A

B E

L I C

E

Río Azul Río

Hond

o

Cayo Ambergris

Canal de Bacalar Chico

M A

R

D E

L

A S

A N

T I

L L

A S

Bahía deChetumal

T E R R I T O R I OD E

Q U I N T A N A R O O

Y U C A T Á N

I. Cozumel

G O L F OD E

M É X I C O

O C É A N O

P A C Í F I C O

(FRONTERA DE MÉXICO CON BELICE)TRATADO DE LÍMITES, DEL 8 DE JULIO DE 1893.259.2 kilómetros de frontera.

(FRONTERA DE MÉXICO CON GUATEMALA)TRATADO DE LÍMITES, DEL 27 DE SEPTIEMBRE DE 1882.962.3 kilómetros de frontera.

Muxbal

Niquibil

C. Ixbul

V. Santiago

El Ceibo

Faro Rocky Point

Faro Bulkhead

100 0 10050

KILÓMETROS

Fuente: Tamayo (2014:146).

FIgurA 3. Las fronteras de México con Guatemala y Belice.

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| 384 SECCIÓN IV. LA SOCIEDAD Y SU DINÁMICA TERRITORIAL

cumbres importantes, como el volcán del Tacaná, que es un vértice de la frontera entre México y Guatemala; y por otro lado, las zonas bajas, por donde corren los cauces de los exten-sos ríos, formando cascadas y lagos de diversos colores que les da la vegetación de su fondo. A diferencia de la frontera norte, en esta la población es menos numerosa, 1 641 055 habitantes; destacan los municipios de Tapachula (320 451) y Ocosingo (198 877) en la frontera con Guatemala, y Othón P. Blanco (244 553), cuya cabecera es Chetumal, en la frontera con Be-lice (Inegi, 2010).

Los estados fronterizos de México con Guatemala son Chiapas, Tabasco y Campeche, y los departamentos guatemaltecos colindantes son San Marcos, Huehuetenan-go, Quiché, Alta Verapaz y El Petén (Castillo, Toussaint y Vázquez, 2006). El Tratado de Límites4 entre México y Guatemala fue firmado el 27 de septiembre de 1882, y se-ñala lo siguiente:

Los límites entre las dos naciones serán a perpetuidad los

siguientes: 1° La línea media del río Suchiate, desde un punto

situado en el mar, a tres leguas de su desembocadura, río

arriba por su canal más profundo, hasta el punto en que el

mismo río corte el plano vertical que pase por el punto más

alto del volcán del Tacaná y diste veinticinco metros del pilar

más austral de la garita del Talquián, de manera que esta

garita quede en territorio de Guatemala. 2° La línea deter-

minada por el plano vertical definido anteriormente, desde

su encuentro con el río Suchiate, hasta su intersección con

el plano vertical que pase por las cumbres de Buenavista e

Ixbul. 3° La línea determinada por el plano vertical que pase

por la cumbre de Buenavista, fijada ya astronómicamente por

la Comisión Científica Mexicana, y la cumbre del cerro de

Ixbul, desde su intersección con la anterior, hasta un punto

a cuatro kilómetros adelante del mismo cerro. 4° El paralelo

de latitud que pasa por este último punto, desde él, rumbo

al Oriente, hasta encontrar el canal más profundo del río

Usumacinta, o el del Chixoy, en el caso de que el expresado

paralelo no encuentre al primero de estos ríos. 5° La línea

media del canal más profundo, del Usumacinta en su caso, o

del Chixoy y luego el Usumacinta, continuando por éste, en

el otro, desde el encuentro de uno u otro río con el paralelo

anterior, hasta que el canal más profundo del Usumacinta

encuentre el paralelo situado a veinticinco kilómetros al

4 Manuel González, presidente de México, y Rufino Barrios, de Guatemala, habían nombrado a Ignacio Mariscal, secretario del Despacho de Relaciones Exteriores de México, y a Manuel Herrera hijo, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario guate-malteco, para acordar el Tratado de Límites entre las dos Repúbli-cas, que, finalmente, fue firmado en 1882 (Pastrana, 1914:155).

Sur de Tenosique en Tabasco, medidos desde el centro de la

plaza de dicho pueblo. 6° El paralelo de latitud que acaba de

referirse, desde su intersección con el canal más profundo

del Usumacinta hasta encontrar la meridiana que pasa a la

tercera parte de la distancia que hay entre los centros de las

plazas de Tenosique y Sacluc, contada dicha tercera parte

desde Tenosique. 7° Esta meridiana, desde su intersección

con el paralelo anterior hasta la latitud de diez y siete grados,

cuarenta y nueve minutos (17° 49’). 8° El paralelo de diez

y siete grados, cuarenta y nueve minutos (17° 49’) desde su

intersección con la meridiana anterior, indefinidamente hacia

el Este (Pastrana, 1914:156).

El estado mexicano fronterizo con Belice es Quintana Roo, que colinda con los distritos beliceños de Orange Walk y Corozal. Su respectivo Tratado de Límites fue firmado el 8 de julio de 1893,5 y lo señala de la siguiente manera:

Comenzando en Boca de Bacalar Chico, estrecho que separa

el Estado de Yucatán del Cayo Ambergris y sus islas anexas,

la línea divisoria corre en el centro del canal, entre el referido

cayo y el continente, con dirección al sudoeste hasta el Para-

lelo 18°09’ Norte y luego al Noroeste a igual distancia de dos

cayos, como está marcado en el mapa anexo, hasta el paralelo

18° 10’ Norte; torciendo entonces hacia el Poniente, continúa

por la Bahía vecina, primero en la misma dirección hasta el

Meridiano 88° 02’ Oeste; entonces sube al norte hasta el pa-

ralelo 18° 25’ Norte; de nuevo corre hacia el Poniente hasta el

meridiano 88°18’ Oeste, siguiendo el mismo Meridiano hasta

la latitud 18° 28’ ½ Norte, a la que se encuentra la emboca-

dura del río Hondo, al cual sigue por su canal más profundo,

pasando al poniente de la isla Albión y remontando al Arroyo

Azul hasta donde éste cruce el Meridiano del Salto de Garbu-

tt, en un punto al Norte de la intersección de las líneas diviso-

rias de México, Guatemala y Honduras Británica, y desde ese

punto corre hacia el Sur hasta la latitud 17° 49’ Norte, línea

divisoria entre la República Mexicana y Guatemala; dejando

al Norte en territorio mexicano el llamado Río Snoshá ó Xno-

hhá (AHSrE, S.A.F., 5002-7, expediente 3, caja 90).

5 Fue firmado por Ignacio Mariscal, representante de la República Mexicana, y Sir Spenser Saint John, representando a su Majestad Británica, debido a que todavía Belice era una colonia inglesa co-nocida como Honduras Británica.

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| 385SECCIÓN IV. LA SOCIEDAD Y SU DINÁMICA TERRITORIAL

La problemática en las fronteras en el siglo XIX

La frontera norteDespués de la anexión de una parte del territorio mexicano a Estados Unidos, los principales problemas estaban ligados al escaso poblamiento y a los riesgos geopolíticos que se podían derivar de éste. Una gran extensión de tierras sin control efectivo podía motivar aún más la política expan-sionista de Estados Unidos. En esa zona no existían ciuda-des, solo había unas cuantas localidades y ranchos, además de presidios con guarniciones de soldados, algunos de los cuales estaban abandonados debido a la invasión estadou-nidense o a los ataques de tribus de comanches, apaches y otros grupos indígenas.6 De los comanches en particular, Manuel Payno7 tiene una opinión ambigua, ya que seña-la ciertos aspectos admirables, pero también los presenta como “salvajes”, reprobando su violencia, misma que en-frentaban continuamente los soldados de los presidios. Al respecto, narra lo siguiente:

Si se logra matar a un salvaje, puede contarse con la victoria,

porque en el momento en que los indios tienen alguna pérdi-

da […] procuran a toda costa llevarse los cadáveres y retirarse

a llorar y dar dolosos alaridos en derredor de ellos. Si por el

contrario, el presidial erró el tiro, su muerte es infalible; en-

tonces le arrancan la cabellera y buscan sangre que derramar,

sangre que beber, sangre con que empapar sus vestiduras. Los

excesos de crueldad que cometen en las guerras son increí-

bles: matan corderos, vacas, caballos, hombres, mujeres,

cuanto ser viviente encuentran, hasta que sus ojos se sacian

de ver el color rojo de la sangre8 (Payno, 1999:29).

6 Es necesario considerar que estos grupos de poblaciones autócto-nas habían sido desplazados de sus territorios originales, segura-mente con violencia; su actitud hostil hacia quienes consideraban invasores responde a las agresiones sufridas cuando fueron des-alojados de esas tierras. La visión de Payno, por tanto, pudiera ser parcial, ya que no considera que estas comunidades fueron prime-ramente agredidas.

7 Manuel Payno trabajó en la administración pública, primero en la Aduana de la Ciudad de México, a donde ingresó en 1839; poste-riormente fue enviado junto con Guillermo Prieto y Ramón Araiza a fundar la Aduana de Matamoros, lo que le permitió recorrer la región (Rosen, 1996:9). Los artículos escritos a propósito de estas áreas los publicó en el periódico Siglo XIX entre 1842-1843 y en 1970 fueron reimpresos en el Boletín Bibliográfico de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

8 Si bien en los diarios de los ingenieros que participaron se anotan algunas narraciones que mencionan actitudes hostiles hacia ellos y hacia otros grupos indígenas que cooperaban con los comisiona-dos, las notas de Payno seguramente obedecían a la imagen que

El contrabando era otro de los problemas, el cual lle-gaba en buques procedentes de Nueva Orleans y la Mobila trayendo mercancía como utensilios, vajillas y telas. Acerca de esto Payno (Ibid.:34-35) comenta cómo era el trueque: “cambiaban trastes de hierro y porcelana y algunos lienzos ordinarios por mulas y caballos; el comercio está exclusiva-mente en manos de extranjeros, los nacionales tienen solo raquíticos tendajos”. Al referirse a Matamoros indica que “es público y notorio que esta población debe su existencia al contrabando […] que ataca directamente […] la inconve-niencia de nuestras leyes aduanales”.

Las fronteras del surEn el sur, los problemas estaban asociados a la tala de ár-boles de maderas preciosas y el contrabando de armas para alimentar la guerra de castas en Yucatán, que se introducían por Belice, entonces Honduras Británica.

En el primer caso, antes de definirse los límites entre México y Guatemala se instalaron monterías de compañías madereras en las cuencas de los ríos Lacantún, Chixoy y la Pasión, ubicados precisamente en la región fronteriza entre ambos países. El principal problema se suscitó con la com-pañía Jamet y Sastré, que monopolizaba dicha zona debido a un contrato de arrendamiento firmado con el gobierno de Guatemala en 1880, el cual se había prolongado en tiempo hasta 1890 y también en extensión hasta el río Usumacin-ta. El contratista que mayores inconvenientes ocasionó fue Miguel Torruco, quien además de cortar grandes cantida-des de árboles de caoba, tanto del lado guatemalteco como del mexicano, hirió gravemente a José Ugalde, uno de los ingenieros de la Comisión Mexicana de Límites, cuando le reclamó por estar obteniendo madera ilegalmente (Urrutia, 1964:225-226).

Al respecto, Pastrana9 detalla lo siguiente:

El 4 (septiembre 1891) regresó a La Libertad el Sr. Pintado,

para dar principio a sus trabajos. Allí tuvo noticia de que el

ayudante de la Comisión Mexicana D. José Ugalde había sido

asesinado en una montería del río Usumacinta por D. Miguel

Torruco […] posteriormente supe que la montería en que se

había cometido el crimen fue la llamada Egipto, situada en

territorio mexicano […] el 11 de septiembre (1891) […] supe

que el Sr. Ugalde no había muerto, sino que estaba herido

(Pastrana, 1914:371-372).

los gobiernos de los dos países querían mostrar a la sociedad de la época para justificar sus acciones en contra de apaches, comanches y demás pueblos nativos.

9 Manuel Pastrana fue el jefe de la Comisión Mexicana de Lími-tes que demarcó la frontera entre México y Guatemala, entre 1882-1898.

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en 2010. Las tasas de crecimiento intercensal han sido muy elevadas, alcanzando entre 1950, 1960 y 1970 tasas de al-rededor de 60%. Algunos casos concretos (uno por estado fronterizo) permiten ilustrarlo claramente en el Cuadro 1.

Cuadro 1. Población de algunos municipios de la frontera norte

Censo 1900 1950 1990 2010

Matamoros, Tamaulipas 8 347 45 856 303 392 489 193

Piedras Negras, Coahuila 7 888 27 581 98 177 152 806

Ciudad Juárez, Chihuahua 8 218 122 566 797 679 1 332 131

Nogales, Sonora 2 738 24 478 107 119 220 292

Tijuana, Baja California 242 59 952 742 686 1 559 683

Fuentes: Arreola y Curtis (1993: Table 2.2); Inegi (2010).

El incremento poblacional no solo se concentró en las localidades ya existentes, sino que se fundaron nuevas, vin-culadas sobre todo con los desarrollos agrícolas,10 mineros y ferroviarios. Si durante la primera mitad del siglo XX el aumento de población se debió al crecimiento natural, en la segunda mitad se explica sobre todo por la migración desde otros puntos del país. La expansión urbana y demográfica, la debilidad de las administraciones locales y la mala pra-xis de los desarrolladores urbanos provocaron que se so-brepasara la capacidad de planificar. Esto condujo a que las ciudades crecieran, como tantas otras en México, en forma un poco caótica y con déficits en la provisión de vivienda, servicios básicos (agua, electricidad, etc.), equipamientos (escuelas, centros de atención médica) e infraestructuras (Palomares, 2003).

La segunda problemática a la que debe aludirse es la mayor integración de la región fronteriza con la economía estadounidense, más que con el mercado interno mexicano. Esto venía sucediendo desde el siglo XIX y continúa hoy. El crecimiento demográfico intensificó aún más la demanda de bienes, servicios y trabajo, gran parte de los cuales se satisfacían en Estados Unidos, lo que implicaba un crecien-te déficit en la balanza de pagos. Desde el ámbito local, el acceso a dos mercados no se veía tanto como un problema; sin embargo, al ampliar la escala, la opinión era distinta. Al respecto, Bermúdez –quien fuera alcalde de Ciudad Juárez y Director General del Programa Nacional Fronterizo– manifestaba que:

10 Un ejemplo de esto fue Ciudad Anáhuac, fundada en 1933 obede-ciendo a las políticas hidrográficas del México posrevolucionario, a partir de un distrito de riego (Cruz, 2013:80-85). El municipio de Anáhuac, Nuevo León, colinda con el Condado de Webb, Texas.

La compañía Jamet y Sastré liquidó el contrato de Torruco, pero éste ofreció sus servicios a la compañía ma-derera alemana Knapp y Cia, y siguió cortando para ella gran cantidad de árboles en diversas monterías que contro-laba, hasta que fue detenido y encarcelado; a su acusación se agregó la de contrabandista de licores y tabaco (Castillo et al., 2006:149-150).

Como se mencionó, la frontera con Belice tenía otra problemática, ya que aprovechando la Guerra de Castas que se había desatado en Yucatán desde 1847, los habitantes de Honduras Británica habían adquirido armamento bélico para venderlo a los indígenas yucatecos. Éstos se habían su-blevado contra la población blanca de ricos hacendados que habitaban en algunas poblaciones de la península de Yuca-tán. Este tráfico de armas y municiones alimentó la guerra durante más de 50 años, por lo cual, al firmarse el Tratado de Límites entre México y Honduras Británica (hoy Belice) se acordó que se detuviera dicha actividad, como se mencio-na en el artículo 2° del mismo:

La República Mexicana y su Majestad Británica, con el fin

de facilitar la pacificación de las tribus indias que viven cer-

ca de las fronteras de México y Honduras Británica y para

prevenir cualquiera futura insurrección entre las mismas,

convienen en prohibir de una manera eficaz a sus ciudada-

nos o súbditos y a los habitantes de sus respectivos dominios

el que proporcionen armas o municiones a esas tribus indias

(Toussaint, 2004:159).

Sin embargo, dicho tráfico de armas continuó hasta 1901, cuando el ejército federal, durante el gobierno de Por-firio Díaz, tomó la población de Chan Santa Cruz (actual-mente Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo) y dio muerte a los caudillos mayas que seguían en lucha.

La problemática en las fronteras en el siglo XX

La frontera norteEn la segunda mitad del siglo XX se registraron varios pro-cesos que transformaron la faz de la frontera norte. A la persistencia de diversas problemáticas anteriores se aña-dieron otras nuevas, entre las que se merece destacar tres. En primer lugar, las ciudades fronterizas tuvieron un nota-ble crecimiento urbano y demográfico (Arreola y Curtis, 1993), al ritmo del resto del país (Garza, 2003). Así, si en 1900 las principales localidades fronterizas no alcanzaban los 50 000 habitantes en total, en 1990 su población había rebasado los 3.5 millones, y se acercaba a los 6.5 millones

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Hemos descubierto que nuestra frontera [norte] se encuentra

a grandes distancias del centro del país, que carece de medios

adecuados de comunicación y de transporte, y que nuestra

industria es incipiente, todo lo cual hacía poco menos que

imposible pensar en el rescate de nuestro propio mercado, en

tanto que continuaban el enriquecimiento de las poblaciones

fronterizas “del otro lado” y el empobrecimiento de las pobla-

ciones fronterizas mexicanas (Bermúdez, 1966:18).

Ante ello, el gobierno federal adoptó diversas medidas encaminadas a integrar la región a la economía nacional. Los esfuerzos se dirigieron a reducir la importación domés-tica de la población fronteriza y a evitar que las importa-ciones de la frontera se introdujeran ilícitamente al interior del país. Además, debe subrayarse el régimen de zonas y perímetros libres, el fomento del turismo fronterizo y de la industrialización, con acciones como el Programa Nacional Fronterizo (Pronaf), 1961-1965, y el Programa de Indus-trialización Fronteriza (PIF), iniciado en 1966.

Con estas iniciativas se buscaba asimismo frenar o revertir otra problemática. Desde México se observaba con preocupación la ‘americanización’ del Norte, percepción que tenía su contraparte en Estados Unidos a raíz de la también creciente “mexicanización” del suroeste (Pastor y Castañeda, 1988). Desde la frontera, además, había quie-nes vislumbraban y celebraban la aparición de “un tercer país” o “una tercera nación”, como resultado de la hibri-dación y de las mutuas influencias (Anzaldúa, 2007; Dear, 2013). Ante la penetración de diversos aspectos del estilo de vida y la cultura estadounidense (festividades, lengua, gustos estéticos, etc.), el Pronaf, por ejemplo, buscaba exaltar los valores culturales, históricos e identitarios de México, para ello se procedió a construir un paisaje nacio-nalista en varias ciudades fronterizas; ejemplo de ello es el Paseo de los Héroes en Tijuana (con monumentos a Cuauh- témoc, Simón Bolívar, Lázaro Cárdenas, Ignacio Zaragoza, además de a Abraham Lincoln) (Arreola y Curtis, 1993). La representación de la mexicanidad en y mediante el es-pacio público se ha mantenido, ante la americanización y/o ausencia de mexicanidad de la población fronteriza. Uno de los últimos ejemplos es la Plaza de las Culturas en Piedras Negras, Coahuila, inaugurada en 2005, donde se celebra a los pueblos indígenas originarios de Mesoaméri-ca (con réplicas de las pirámides de Teotihuacán, Chichen Itzá y El Tajín, 24 esculturas de las culturas maya, olmeca y azteca, y una estatua de Cuauhtémoc). Más allá de la construcción nacional de México, resulta paradójico, en tanto que la frontera norte formaba parte de las culturas indígenas de la Aridoamérica. Asimismo, ante la difusión de fiestas como Halloween o Acción de Gracias, las escue-

las se convirtieron desde los años ochenta en los princi- pales vehículos para su prohibición y para la promoción de las fiestas mexicanas, como el Día de Muertos.

Por último, los crecimientos demográfico, urbano, in-dustrial y agrícola tuvieron importantes consecuencias en el medio ambiente y la salud pública: contaminación de las aguas superficiales, no saneamiento de las aguas residuales, acceso limitado de la población al agua potable, sobreexplo-tación de los acuíferos, contaminación atmosférica, acumu-lación y ausencia de tratamiento de residuos (domésticos, industriales y de sustancias peligrosas), desaparición de los hábitats naturales y afectaciones a la salud materna y repro-ductiva, así como a la salud laboral. Uno de los casos más conocidos sobre los efectos en la salud humana por conta-minación industrial fueron las malformaciones congénitas (incluido el nacimiento de bebés sin cerebro), muertes por insuficiencia respiratoria y retraso psicomotor de recién na-cidos, que se presentaron en la década de los noventa en las ciudades fronterizas de Matamoros, Tamaulipas, y Browns-ville, Texas. Otros sucesos similares motivaron que las ins-tituciones del medio ambiente y de la salud de México y Estados Unidos, así como las empresas establecidas en la frontera, se apresuraran a gestionar la problemática de la “frontera tóxica” (Tiefenbacher, 1998); se alcanzaron acuerdos binacionales y se crearon la Comisión de Coope-ración Ecológica Fronteriza (Cocef) y la Comisión de Sa-lud Fronteriza México-Estados Unidos (CSFMEu), en 1994 y 2000, respectivamente.

Las fronteras del surEl siglo XX se continuó caracterizando por la conquista del territorio indígena y natural por parte de la población blan-ca y mestiza, para el uso agrícola y ganadero y para la ex-tracción de materias primas. Esta colonización tuvo como consecuencia, en primer lugar, una larga lista de conflic-tos entre ambos grupos y la explotación, discriminación y exclusión social, económica y cultural de las poblaciones mayas. Al mismo tiempo, las interacciones cotidianas entre indígenas y no indígenas alimentaron el proceso de “ladini-zación”11 de los primeros y de hibridación cultural. Es este segundo aspecto el que lleva a argumentar a Kauffer (2005) que la “frontera indígena” dejó de ser una realidad tangible en este siglo, si no es que antes, incluso.

Cabe mencionar que el último grupo indígena casi no contactado por la civilización occidental fue el lacan-dón, radicado cerca del límite fronterizo con Guatemala,

11 El autor lo define como el “proceso de adquisición de rasgos no in-dígenas por personas indígenas, siendo el ladino aquel cuya lengua materna es el español” Kauffer (2005:76).

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| 388 SECCIÓN IV. LA SOCIEDAD Y SU DINÁMICA TERRITORIAL

el cual consiguió evitar cualquier trato con los españoles, primero, y con los mexicanos, después, hasta mediados del siglo XX. A todo esto debe añadirse la relativa falta de atención de la administración federal a los estados del sur, los rezagos económicos, sociales, educativos, sanitarios, de infraestructuras, etc., y la profundización de las desigual-dades en el desarrollo regional (entre las áreas urbanas y las rurales y naturales). A fines del siglo XX, casi todos los municipios de los estados fronterizos presentaban niveles de marginación alta o muy alta, y entre los diez más mar-ginados en México se hallaban Ocosingo, Las Margaritas y La Trinitaria, todos ellos chiapanecos y fronterizos con Guatemala (Inegi, 1990).

Ante la pobreza y la exclusión de los pueblos indí-genas, así como la incapacidad del Estado para resolver sus problemas, en 1994 se produjo un levantamiento del autollamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Paradójicamente, y reflejo de la creciente globali-zación, ese movimiento tejió más alianzas con grupos de izquierda de alrededor del mundo que con los pueblos in-dígenas regionales y del otro lado de la frontera. En cierto sentido, tanto la política exterior del zapatismo como la reacción del gobierno federal mexicano –la militarización de la región– se pueden entender como una reafirma- ción de la frontera con Guatemala (Armijo, 2011; Fábre-gas y González, 2014).

En tercer lugar debe mencionarse el despojo sistemáti-co de recursos naturales y de tierras en general. Ese saqueo se realizó en múltiples frentes: la explotación petrolífera, maderera y minera; el desarrollo de complejos turísticos, como el caso notable de la zona costera de Quintana Roo; la construcción de plantas hidroeléctricas, todas ellas en cuencas hidrográficas transfronterizas, como la Net-zahualcóyotl y la Belisario Domínguez (La Angostura), en la cuenca del río Grijalva; o la quema de la selva para la ex-plotación ganadera y agrícola, tanto de subsistencia como comercial (Hernández, 2005). Estos procesos han favore-cido el desplazamiento forzado de los pueblos indígenas, la destrucción de los hábitats naturales y la aparición de conflictos jurídicos con Guatemala y Belice relativos a las aguas transfronterizas. En relación con este último aspec-to, por ejemplo, se observa que los proyectos desarrollados a ambos lados de las dos fronteras se efectuaron con una nula o escasa coordinación entre las instituciones guber-namentales mexicanas, guatemaltecas y beliceñas; ante el hecho de que las aguas debían ser compartidas, la falta de organización afectó a las poblaciones locales de los dos lados (García y Kauffer, 2011). No obstante las mejoras que se realizaron a nivel de coordinación de las políticas públicas, las instituciones creadas con facultades jurídi-

cas para atender la problemática de las aguas compartidas (la Comisión Internacional de Límites y Agua México- Guatemala y la México-Belice) mantienen, desde princi-pios del siglo XXI, una política de bajo perfil concentrada, sobre todo, en hacer notar físicamente la línea divisoria y defender el territorio de cada país.

La problemática en las fronteras a principios de siglo XXI

La frontera norteLas problemáticas actuales se gestaron en la segunda mitad del siglo XX, aunque desde 2006-2007 se manifestaron en forma clara y casi simultánea. Se trata de varios fenóme-nos que han contribuido directamente al “endurecimiento fronterizo”; es decir, el endurecimiento legal, material y psicológico de la frontera, tanto de la línea limítrofe entre ambos países como de una franja a ambos lados, y las con-secuencias de ello para las poblaciones que ahí habitan y su cotidianidad (Oliveras, 2014).

Del lado estadounidense debe destacarse el diseño y aplicación de políticas fronteriza y migratoria más restricti-vas, reflejo de una evidente refronterización. Este proceso se intensificó a raíz del destructivo ataque del 11 de septiembre de 2001, que se ha traducido en un aumento de la percep-ción de vulnerabilidad y, consecuentemente, en la imple-mentación de diversas acciones de seguridad nacional. En la frontera con México se materializó en el endurecimiento material y legal de la infraestructura y los controles fron-terizo y migratorio (protección, aduana e internamiento), (Dear, 2013; Longmire, 2014), resultando paradigmática la construcción del muro, que si bien se inició en el condado de San Diego, California en 1994, se intensificó con la Secure Fence Act de 2006.

En el sector Texas-Tamaulipas, por ejemplo, las labo-res se emprendieron en 2007 con la extensión de una barda continua de cerca de 400 km de longitud, desde la boca del río Bravo hasta Laredo, Texas, la cual aún no se ha completa-do por distintas razones (altos costos económicos, conflictos jurídicos por la propiedad del suelo y rechazo de las comuni-dades locales, grupos indígenas y de ambientalistas). Reflejo de la confluencia e imbricación de dinámicas locales y na-cionales, pero también de la escenificación de las tensiones geopolíticas, es el conflicto por el uso de uno de los tramos no concluidos, el correspondiente al embalse de Anzaldúas. Del lado mexicano, éste es un popular lugar recreativo de Reynosa (una “playita” junto al río, un parque zoológico y otro acuático, etc.), además de religioso (una imagen de la Virgen de San Juan de los Lagos, instalada en medio del río para protección de los migrantes, y el paseo en barco de la

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Virgen de la Candelaria cada febrero). Del lado texano se halla un parque y algunos RV parks donde pasan el invierno los Winter Texans, parte de los cuales manifiestan recurren-temente sus temores a la migración indocumentada y a las actividades ilícitas. Justo allí, con el río fronterizo y México de fondo, en 2006 el entonces presidente George W. Bush presentó una operación para reforzar la seguridad fronteriza y la construcción del muro. Desde entonces, otros políti-cos estadounidenses han emulado la puesta en escena. La última fue en 2015, cuando una delegación del Homeland Security and Governmental Affairs Committee del Senado de Estados Unidos realizó una rueda de prensa para presentar las amenazas a la seguridad. A todo ello se suma que, a con-secuencia del Huracán Alex (2010), el cauce del río se alteró y con ello, el límite entre ambos países,12 cuestión que aún en 2014 estaba analizando la Comisión Internacional de Lí-mites y Aguas. Entre otros aspectos, desde el lado texano argumentan que ahora la estatuilla de la Virgen está en su lado y que debe ser retirada.13

Una segunda problemática se refiere a la violencia e inseguridad que se registra en México, asociada al combate iniciado en 2006 entre diferentes organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico (la narcoguerra) y entre el Estado y aquéllas (la guerra contra el narco). El conflicto respon-de a los flujos globales de drogas (principalmente cocaína, marihuana, y metanfetaminas) desde América Latina ha-cia Estados Unidos, por lo que sus causas, consecuencias y resolución no son exclusivas de México, sino que atañen también a otros países del continente (Colombia, Estados Unidos, por mencionar algunos). La creciente diversifica-ción de los grupos criminales agrava la situación; además del narcotráfico se suman otras actividades como el robo, el secuestro, la extorsión denominada “cobro de piso”, el con-trabando y comercialización de automóviles y de ropa usa-da. En la región fronteriza la lucha entre los cárteles rivales se ha centrado en la disputa por las “plazas”; esto es, por el control de las áreas donde ejercer sus actividades delictivas, entre las cuales destacan las rutas y los pasos fronterizos para el transporte, distribución y comercialización de dro-

12 Ya anteriormente el río Bravo había cambiado su cauce. Un caso ampliamente conocido es el de El Chamizal, en Ciudad Juárez: en 1864, terrenos que pertenecían a México pasaron al lado estadou-nidense. El conflicto se solucionó cien años después (1964), con su devolución. Para determinar la pertenencia de dicho territorio se consultaron los mapas y el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848. “La devolución de El Chamizal” (Revista Siglo Mexicano, 1963).

13 Newsletter Bajo Bravo-Rio Grande Valley, núm. 13, 31/03/2014, El Colegio de la Frontera Norte, Matamoros.

gas en dirección al norte, y de armamento en dirección al sur (Vulliamy, 2010). Algunas de las plazas más disputadas han sido Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros. La violencia y la criminalidad se materiali-zaron (tanto en el espacio público como en el ciberespacio) con balaceras, bloqueos carreteros, asesinatos, secuestros, extorsiones y ciberataques. El punto álgido se registró entre 2009-2011 y si bien desde entonces el nivel ha disminuido o es menos perceptible, existen lugares donde la narcogue-rra es aún cotidiana. Tal es el caso de la zona noreste de Tamaulipas, donde el propio gobierno federal y el estatal reconocen que “no hay avances en materia de seguridad” (Le Duc, 2015).

Ambos fenómenos han tenido consecuencias para la cotidianidad de las poblaciones locales y para las actividades económicas que hacen uso de la frontera, como lo refieren Kilburn et al. (2013) en el caso de los Dos Laredos (Nue-vo Laredo, Tamaulipas, y Laredo, Texas); destacando tres efectos: primero, el aumento de los controles fronterizos en Estados Unidos ha incrementado los ya de por sí elevados tiempos de espera y de revisión aduanal, agravando los pro-blemas en la movilidad cotidiana transfronteriza (por traba-jo, compras, estudios y ocio) y en el transporte por carretera y ferroviario entre ambos países. Ello, a su vez, ha lleva-do a la congestión vehicular de los accesos a los puertos de entrada. Segundo, la frontera norte es percibida como una “zona de guerra”, debido a la violencia e inseguridad exis-tentes, lo que ha causado la disminución de la movilidad transfronteriza desde Estados Unidos y, con ello, la clausura (o el traslado al otro lado) de un número significativo de ne-gocios dirigidos a los consumidores estadounidenses (servi-cios médicos, farmacias, restaurantes), así como la salida de industrias maquiladoras o la no instalación de nuevas fac-torías. Esta imagen negativa se ha desplazado, incluso, a las regiones fronterizas de Estados Unidos, como Rio Grande Valley, en Texas, con la consecuente disminución de la acti-vidad turística e industrial (Simpson, 2014). En tercer lugar, ha aumentado la movilidad residencial de las ciudades fron-terizas mexicanas a las estadounidenses, especialmente de la población más favorecida socioeconómicamente, lo mis-mo que el traslado a ese país de otros negocios y empresas.

Las fronteras del surComo señala Armijo (2011:35), a principios del siglo XXI la frontera sur es “un área geográfica donde es posible visuali-zar crecientemente nuevos problemas de carácter intermésti-co relacionados con el crimen organizado, la seguridad y los derechos humanos”, sin que se hayan resuelto las dificulta-des anteriormente mencionadas. Como sucede en la frontera norte, aquí también las problemáticas venían manifestándose

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desde antes. A partir de los años ochenta tuvieron lugar dis-tintos acontecimientos, tanto en la región fronteriza como fuera de ella, relacionados con la seguridad y con los proce-sos migratorios. Las guerras civiles en los países de América Central y, posteriormente, las restricciones económicas, mo-tivaron una creciente migración desde Guatemala, Honduras y El Salvador a México y, a través de éste, a Estados Unidos.

Inicialmente la presencia de centroamericanos en las fronteras del sur no generó problemas serios ni rechazo por parte de la población local; sin embargo, esta actitud cambió a principios de siglo XXI por razones de diversa índole, a me-dida que las condiciones de seguridad de los migrantes en la zona fronteriza empeoraban; destacan entre otras causas el desempleo, la captación de elementos por parte del crimen organizado, la proliferación de pandillas violentas (mara salvatruchas), así como la rigidez de la política migratoria de México, a la par que la de Estados Unidos, y el aumento de la presencia militar en las entidades fronterizas, sobre todo en respuesta al levantamiento zapatista. En síntesis, también en la frontera sur se ha producido un endurecimiento fron-terizo; como muestra, se tiene la implementación en 2001 del Plan Sur, que contemplaba el fortalecimiento de accio-nes de intercepción de migrantes indocumentados desde las fronteras con Guatemala y Belice hasta el Istmo de Te-huantepec. Según Armijo (op. cit.), se desconoce si existie-ron presiones desde Estados Unidos para que las autoridades mexicanas ejercieran un mayor control en estas fronteras, pero las similitudes son evidentes. Sea como fuere, el incre-mento de los controles fronterizos y la ausencia de políticas orientadas a la gestión de los crecientes flujos sur-norte con-tribuyeron directamente a convertir en un serio problema la migración centroamericana. A todo ello se debe sumar, como otro agravante, la deportación desde Estados Unidos y México de dichos migrantes.

Paralelamente aparecieron otros problemas relativos a la seguridad, no solo de los migrantes sino también de la población local. Entre otros aspectos, se puede citar el reclu- tamiento de migrantes y deportados por parte de las maras y de los cárteles mexicanos, lo cual favoreció y fortaleció la transnacionalización de estas organizaciones delincuencia-les; la extorsión, el secuestro y la trata de personas. En este contexto, Guatemala y Belice, como países fronterizos, y el sur de México, se han convertido en plataformas o puentes para el narcotráfico y para las actividades criminales en general.

Conclusiones

México tiene fronteras muy extensas, con problemáticas di-ferentes en algunos aspectos y similares en otros; algunas

características evidencian una línea de continuidad a lo largo de los últimos 160 años. En primer lugar está la violencia; en la frontera norte, desde la perpetrada en el pasado por las disputas territoriales con los colonos angloamericanos, el desalojo del territorio ocupado por los pueblos indígenas y la respuesta de éstos en contra de los comisionados y los grupos autóctonos que cooperaban con ellos, hasta la actual violencia relacionada con el crimen organizado, tanto en el norte como en el sur, de la cual han sido víctimas pobladores y migrantes, incluyendo a comunidades indígenas asentadas en la zona. Si hubo tráfico de armas en la frontera con Belice en el siglo XIX para la guerra de castas, en la actualidad se lleva a cabo uno igual de importante en la frontera con Es-tados Unidos para responder a la demanda de los grupos del narcotráfico. En segundo lugar está el avance de la coloniza-ción, de la explotación de los pueblos indígenas y de los re-cursos naturales, como resulta evidente en las fronteras del sur desde el siglo XIX hasta la actualidad, y también en los procesos de “mexicanización” de la frontera norte. En tercer lugar está la defensa y reafirmación de las fronteras por par-te del Estado, ante las amenazas a la integridad territorial de México, como es el caso del expansionismo de Estados Uni-dos y la americanización de la frontera norte, o el zapatismo en el sur. Esa defensa fronteriza se hace mediante los trata-dos de límites y la creación de comisiones al respecto, la mi-litarización y la aplicación de políticas públicas de fomento de las infraestructuras del transporte, del mercado interior, del poblamiento y del desarrollo regional (industrialización, desarrollo agrícola y turístico, etc.). En cuarto lugar se tiene el contrabando y, por lo tanto, la existencia de productos a un lado y otro de las fronteras con diferente disponibilidad, precio y/o legalidad, variando a lo largo del tiempo aquéllos que son objeto de comercio ilícito (ya sean bienes de consu-mo cotidiano, electrodomésticos o narcóticos).

La frontera norte, demarcada en el terreno desde 1857, presentaba un problema derivado de la codicia de los colonos angloamericanos que buscaban adueñarse de más territorio. La labor de las comisiones de límites detuvo esos intentos, pero no otros, como el contrabando. El Sur, en cambio, debido a su riqueza en maderas preciosas, fue invadido por taladores de montes contratados por compañías extranjeras que prác-ticamente acabaron con los árboles de caoba. Aquí también el contrabando causó problemas como el tráfico de armas que, procedentes de Belice, sirvieron durante más de 40 años para prolongar la guerra de castas en Yucatán.

Sin embargo, esos conflictos podrían considerarse como mínimos comparados con los actuales, los cuales ya no son específicos de la frontera norte o de las fronteras del sur, sino que son compartidos y poseen un carácter transnacional. Sin bien existen diferencias sustanciales, en forma general puede

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concluirse que la atracción que ejerce Estados Unidos, hace de México (su vecino más vulnerable) un territorio de paso de migrantes de los países empobrecidos de todo el mundo –no solo mexicanos y centroamericanos, como cabría espe-rar, sino también de China, Filipinas, África y Sudamérica–, atraídos por el estilo y nivel de vida americano que se difunde por todos los medios. La atracción no se limita únicamente a la migración, ya que la gran demanda de drogas de aquella nación deja, por un lado, ganancias exorbitantes a los trafi-cantes y por otro, seduce principalmente a jóvenes, con la promesa de altos ingresos obtenidos de manera rápida, con los cuales suponen poder salir de la pobreza familiar; la desilu-sión se presenta cuando se dan cuenta de que no pueden ale-jarse a voluntad de esa actividad, y si intentan dejarla se les presiona e incluso llegan a sucumbir.

Las redes del narcotráfico han penetrado en muchos sectores de la sociedad y del gobierno, siendo el fenómeno que mayores daños ha ocasionado a México, ya que no se limita a las regiones fronterizas, sino a todo el territorio, de sur a norte, y su control resulta cada vez más difícil. Del lado de Estados Unidos la respuesta a la migración indocu-mentada y al narcotráfico ha sido el blindaje de su frontera sur y, posiblemente, el presionar a México para que haga lo mismo con la suya, siendo, por tanto, una solución basada únicamente en la refronterización; sin embargo, tanto en Estados Unidos como en México y los países de América Central, hay quienes cuestionan la eficacia de esas medidas y denuncian los altos costos humanos que acarrean.

Agradecimientos

Los autores agradecen a la Lic. María de Lourdes Godínez Calderón la elaboración de los mapas identificados como Fi-guras 1 y 2; a la Lic. María Elena Cea Herrera por la revisión preliminar, así como al dictaminador por sus comentarios.

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Glosario

Defronterización. Declive de la significación del territorio nacional y de las fronteras como elementos clave para la organización de la vida social, el desarrollo eco- nómico y el orden político.

Demarcación. Colocación de marcas (monumentos) en el terreno que definen la línea de frontera.

Refronterización. Reforzamiento de las medidas de seguri-dad y control en las fronteras de los Estados y, poten-cialmente, en todo su territorio, ante supuestas ame-nazas externas.