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1 Capítulo 1 MARCO CONCEPTUAL DE LA EMPRESA En este primer capítulo describimos el marco conceptual de la empresa examinando una serie de aspectos relacionados con su naturaleza, sus distintas formas y con el sistema económico en el que opera. 1. Naturaleza de la empresa y función empresarial Analizamos la naturaleza de la empresa en relación a la propia definición del término y en relación a la función que la empresa ejerce dentro del mercado como solución eficiente a los costes de transacción. Completamos este análisis con una referencia a la génesis de la función empresarial. Definición de empresa El vocablo empresa tiene su raíz etimológica en el término del latín prhendere que significa: "emprender una cosa que implica trabajo o presenta dificultades". El empresario es identificado ante todo como un emprendedor, significado que igualmente se asocia al término francés entrepreneur y al término inglés entrepreneurship. Una empresa puede definirse como “ente organizado que combina distintos inputs en cantidades determinadas para obtener un output con el fin de alcanzar unos objetivos definidos”. Es decir, ente organizado (algo que existe por voluntad propia, regido por un conjunto de relaciones de autoridad, coordinación y comunicación), que combina distintos inputs (activos o personas y pasivos o capitales) en diferentes proporciones (por ejemplo, dos máquinas por hombre), para obtener un output (producto o servicio) y con el fin de alcanzar un objetivo definido (cifra de ingresos, beneficios, rentabilidad). Por otra parte, en numerosas ocasiones, se habla indistintamente de los términos explotación, sociedad y empresa, cuando en realidad nos referimos a ámbitos distintos de la empresa, es decir el ámbito técnico, el ámbito jurídico y el ámbito económico de la empresa, siendo este último el que tiene mayor interés en nuestro caso, al definir a la empresa como una unidad de decisión. Efectivamente, la existencia de una explotación o de una sociedad son condiciones necesarias pero no suficientes para poder hablar de la existencia de una empresa, ya que por encima de estos dos ámbitos debe existir el ámbito económico de decisión que es el que verdaderamente caracteriza a la empresa. Diferentes combinaciones entre sociedad y explotación nos conducen a distintos tipos de empresa, los cuales van desde la empresa simple (una sociedad y una explotación) hasta la empresa compleja (varias sociedades y varias explotaciones), pasando por la empresa diversificada (una sociedad y varias explotaciones) y por la empresa compuesta (varias sociedades y una explotación). Mercados y empresas: costes de transacción y costes de coordinación El mercado es un mecanismo complejo según el cual los oferentes y demandantes toman decisiones en base a la información que les suministra el mecanismo de los precios. Una observación superficial a nuestro alrededor nos permite comprobar que el mercado es el nervio central del sistema económico actual. Si ahondamos un poco más

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Capítulo 1 MARCO CONCEPTUAL DE LA EMPRESA En este primer capítulo describimos el marco conceptual de la empresa examinando una serie de aspectos relacionados con su naturaleza, sus distintas formas y con el sistema económico en el que opera. 1. Naturaleza de la empresa y función empresarial Analizamos la naturaleza de la empresa en relación a la propia definición del término y en relación a la función que la empresa ejerce dentro del mercado como solución eficiente a los costes de transacción. Completamos este análisis con una referencia a la génesis de la función empresarial. Definición de empresa El vocablo empresa tiene su raíz etimológica en el término del latín prhendere que significa: "emprender una cosa que implica trabajo o presenta dificultades". El empresario es identificado ante todo como un emprendedor, significado que igualmente se asocia al término francés entrepreneur y al término inglés entrepreneurship. Una empresa puede definirse como “ente organizado que combina distintos inputs en cantidades determinadas para obtener un output con el fin de alcanzar unos objetivos definidos”. Es decir, ente organizado (algo que existe por voluntad propia, regido por un conjunto de relaciones de autoridad, coordinación y comunicación), que combina distintos inputs (activos o personas y pasivos o capitales) en diferentes proporciones (por ejemplo, dos máquinas por hombre), para obtener un output (producto o servicio) y con el fin de alcanzar un objetivo definido (cifra de ingresos, beneficios, rentabilidad). Por otra parte, en numerosas ocasiones, se habla indistintamente de los términos explotación, sociedad y empresa, cuando en realidad nos referimos a ámbitos distintos de la empresa, es decir el ámbito técnico, el ámbito jurídico y el ámbito económico de la empresa, siendo este último el que tiene mayor interés en nuestro caso, al definir a la empresa como una unidad de decisión. Efectivamente, la existencia de una explotación o de una sociedad son condiciones necesarias pero no suficientes para poder hablar de la existencia de una empresa, ya que por encima de estos dos ámbitos debe existir el ámbito económico de decisión que es el que verdaderamente caracteriza a la empresa. Diferentes combinaciones entre sociedad y explotación nos conducen a distintos tipos de empresa, los cuales van desde la empresa simple (una sociedad y una explotación) hasta la empresa compleja (varias sociedades y varias explotaciones), pasando por la empresa diversificada (una sociedad y varias explotaciones) y por la empresa compuesta (varias sociedades y una explotación). Mercados y empresas: costes de transacción y costes de coordinación El mercado es un mecanismo complejo según el cual los oferentes y demandantes toman decisiones en base a la información que les suministra el mecanismo de los precios. Una observación superficial a nuestro alrededor nos permite comprobar que el mercado es el nervio central del sistema económico actual. Si ahondamos un poco más

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en esta observación advertimos de la existencia de zonas en las que prácticamente se ha sustituido el mecanismo de los precios por un sistema de decisión que emana de una serie de agentes que por diversos motivos han decidido cooperar conscientemente. Estas zonas, son las que denominamos empresas. Y no es que en dichas empresas se haya eliminado el mercado, que sigue existiendo, sino que éste ha sido reducido de forma considerable y ha sido sustituido por la actividad empresarial de la cooperación consciente. En palabras de D. H. Robertson las empresas dentro del mercado, se asemejan a unas islas de cooperación consciente en el océano de la cooperación inconsciente. Todo lo anterior nos invita a realizar una serie de serie de reflexiones a modo de preguntas: a) por qué en determinados sectores existen numerosas empresas de reducidas dimensiones que parecen estar cómodas con esta situación, b) por qué en otros sectores existen empresas de grandes dimensiones que desean crecer todavía más, c) cuál es la explicación del proceso, según el cual pasamos de la cooperación inconsciente o “mercado” a la cooperación consciente o “empresa” (o de la mano invisible a la mano visible, según los términos acuñados por A. Smith). a) Programa contractual: R. Coase manifiesta que el mercado o cooperación inconsciente presenta una serie de fricciones y costes derivados de la búsqueda de la mejor opción y de la vigilancia de los contratos, los denominados costes de transacción. Dichos costes pueden reducirse mediante la empresa o cooperación consciente pero no eliminarse, apareciendo ahora los costes de coordinación. Este proceso de sustitución del mercado por la empresa, se lleva acabo mientras la disminución de los costes de transacción sea mayor que el aumento de los costes de coordinación. Cuando la disminución de los costes de transacción es menor que el aumento de los costes de coordinación, la solución es volver al mercado. En resumen, es rentable establecer una empresa porque existe un coste de utilización del mecanismo de los precios. Por otra parte, en opinión de diversos autores, para que la función de coordinación sea eficiente, ésta debe ser de tipo autoritario, pues de esta forma se simplifican los canales de información y se abarata el proceso de decisión; además, dicha función de coordinación debe recaer en los propietarios del capital, dada su menor aversión al riesgo y también por la cuidada vigilancia que debe realizarse sobre el uso del equipo capital. A. Alchian y H. Demsetz analizan el comportamiento de los sujetos que cooperan conscientemente dentro del mercado. Según estos autores, otra limitación importante del mercado es la incapacidad que tiene para conocer la aportación de cada sujeto al producto final cuando se coopera conscientemente. Como el mercado desconoce la productividad marginal de cada sujeto, no puede retribuirles con la renta correspondiente, por lo que uno de los cooperantes deberá realizar la función de coordinación (función empresarial). Ésta parece ser la solución más eficiente de entre otras soluciones que se han adoptado en numerosas ocasiones, tales como: a) dividir el importe del producto entre el número de cooperantes, b) rotar la función empresarial entre los distintos cooperantes. Además, para que uno de los sujetos cooperantes tenga interés por realizar la función empresarial, debe tener derecho a apropiarse de la renta residual o beneficio (diferencia entre la renta real y la comprometida). O. Williamson afirma que la sustitución de la cooperación inconsciente por la cooperación consciente es un proceso dinámico. Dicho autor mantiene la idea que en principio todo era mercado y que éste funciona eficientemente cuando toda la información necesaria es

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transmitida entre los agentes a un cierto precio. Cuando se requiere más información sobre las transacciones, por ejemplo en el caso de una mayor incertidumbre y desconfianza, la empresa puede cumplir un papel importante al ejercer algún tipo de control entre los distintos individuos. Es celebre la frase de O. Williamson en la que manifiesta: “una transacción entre dos agentes sujeta a gran frecuencia y a cierta incertidumbre, tenderá a ser realizada mediante cooperación entre los dos agentes”. b) Programa del factor riesgo: en opinión de F. H. Knight la cooperación consciente es la consecuencia de los diferentes factores psicológicos de riesgo que tienen los distintos individuos. Los individuos menos propensos al riesgo son más proclives a alquilar sus servicios a aquellos individuos que tienen mayor propensión al riesgo. Lógicamente, estos últimos ejercen la función empresarial y, por el riego asumido, se apropian de la renta residual. c) Programa de las economías de escala: además de la reducción de los costes de transacción, este programa de investigación sostiene que mediante la cooperación consciente se posibilita la división del trabajo lo que nos lleva a un aumento de la productividad, la eficiencia y la cuota de mercado; lo que constituye un nuevo estimulo para incrementar la cooperación entre sujetos y aumentar así el tamaño de la empresa. En resumen, el mercado no siempre es la solución más eficiente, pues existen una serie de costes de transacción por la utilización del mecanismo de los precios. Estos costes de transacción pueden reducirse con la cooperación consciente, aunque ahora aparecerán los costes de coordinación. Minimizar la suma de estas dos clases de costes es la solución óptima. La figura del empresario en la teoría económica: tipos de empresario Para los economistas clásicos, al analizar preferentemente el comportamiento de los mercados, carecía de interés todo aquello que ocurría dentro de la empresa, la “caja negra” a la que continuamente hacían referencia. Les era indiferente el comportamiento y los objetivos de los cooperantes, la función de coordinación, dirección y control, es decir la función empresarial, ya que a la misma se otorgaba un papel trivial, limitado a una simple operación de cálculo económico. Apareció el interés por la función empresarial cuando se observó que, una vez pagadas las rentas de los distintos factores de producción, aparecía una renta que era apropiada por cierto individuo, el cual según las circunstancias y el momento histórico presentaba unas características bien definidas. Así nacieron los distintos tipos de empresario. - Empresario-capitalista: para A. Smith, empresario es el propietario de los medios de producción. El que vigila el uso que se hace del equipo capital. Controla y dirige el proceso productivo y se apropia del excedente empresarial una vez retribuidos todos los factores de producción a excepción del capital. - Empresario-control: J. B. Say desarrolla la idea de este tipo de empresario. Experto en técnicas de producción y trabajo, máquinas y herramientas. Sus principales funciones son las de controlar el proceso productivo, combinar y remunerar los distintos factores de producción y obtener beneficio. Funciones que realiza independiente de que sea o no propietario de los medios de producción.

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- Empresario riesgo: para F. H. Knight, un empresario se caracteriza no por ser el propietario de los medios de producción o por controlar el proceso productivo, sino por el riesgo que es capaz de asumir. Por los riesgos asumidos de todo tipo, tanto económicos como profesionales, es justa la apropiación del excedente empresarial. Los anteriores tipos de empresarios han sido analizados por la función que realizan en el seno de la empresa; los tipos de empresario que a continuación describimos, lo son por la contribución que realizan al progreso económico y a la riqueza, es decir, se configuran como verdaderos motores del desarrollo económico. - Empresario innovador: para J. Schumpeter cabe distinguir el sujeto innovador del inventor. El verdadero empresario debe ser ante todo un innovador, debe ser capaz de aplicar las innovaciones tecnológicas que van apareciendo. Introducción de nuevos productos, métodos de producción, mercados, materias primas o métodos de organización y dirección. Este tipo de empresario se encuadra en una época de grandes inventos de tipo técnico. Aunque a veces una simple receta culinaria es suficiente para realizar una nueva innovación. - Empresario completador: H. Leibenstein desarrolla esta idea argumentando que el empresario debe completar el proceso productivo que es incompleto por naturaleza. Para fabricar un producto no siempre encontramos todos los componentes necesarios, tal como se aboga en la teoría económica; a veces nos hace falta un componente, otras veces es escaso o caro. El empresario debe completar el proceso productivo, sustituyendo un componente por otro o cambiando los gustos del consumidor. - Empresario manager: figura propuesta por J. K. Galbraith. Es el empresario control actualizado, son los managers de las modernas y grandes empresas, la tecnoestructura en términos de J. K. Galbraith. Este empresario manager tiene gran poder discrecional gracias a la atomización del capital de la empresa y a la consideración de que es un factor de producción escaso, lo que le permite incluso, en numerosas ocasiones, modificar los objetivos tradicionales de beneficio hacia otro tipo de objetivos más relacionados con el crecimiento y el tamaño. Posee altos conocimientos en técnicas de gestión y dirección y suele apropiarse del excedente empresarial, una vez han sido remunerados los distintos factores de producción. Sin embargo, con respecto a la acepción de la palabra empresario caben hacerse algunas preguntas: ¿es empresario aquel sujeto que recibe una empresa en funcionamiento?, ¿es empresario un alto directivo de empresa?, ¿lo es el científico que realiza investigaciones en el laboratorio encontrando nuevos productos o nuevas combinaciones de materias primas?. No parece que estos ejemplos se ajusten a lo que comúnmente se entiende por empresario. La moderna teoría empírica de la empresa ha aportado luz a la cuestión, desarrollando un nuevo concepto de empresario. La figura del empresario en la teoría empírica de la empresa: características La teoría empírica de la empresa busca una definición operativa de empresario para posteriormente, en base a la evidencia empírica, identificar sus rasgos y características principales. D. F. Collins, D. G. Moore y D. B. Unwalla definen el empresario como: “aquella persona de carne y hueso que ha creado una empresa en marcha de la nada”.

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Previamente, vamos a hacer referencia a la aportación realizada por M. Weber, ya que la misma encaja con alguna de las características de la figura empresarial que son desarrolladas a continuación. Efectivamente, M. Weber realizó un primer intento de explicación de la función empresarial, asociándola con creencias o dogmas de tipo religioso. El objetivo era explicar la mayor abundancia de empresarios en los países protestantes que en los católicos. Los dogmas o postulados de la doctrina protestante que habrían fomentado este mayor número de empresarios serían: a) la prescripción del ahorro y la condena del consumo conspicuo (lo que propició la existencia de un stock mínimo de capital para iniciar la actividad empresarial), b) la noción calvinista de la predestinación (el destino no está escrito, cada uno de nosotros nos labramos nuestro propio destino), c) el concepto de vocación (la mejora diaria de cada persona en todos los ámbitos de la vida, incluido el económico). Aunque esta explicación contó en su tiempo con numerosos adeptos, no deja de ser una explicación parcial y de tipo sociológico. Fruto de numerosas evidencias empíricas y siguiendo la definición de empresario dada por D. F. Collins, D. G. Moore y D. B. Unwalla, la teoría empírica de la empresa ha identificado los siguientes rasgos y características de la figura empresarial: - Persona de alta motivación de logro: deseo de hacer las cosas bien hechas, plantearse metas y objetivos. El empresario reacciona con alegría, otorgándose recompensas, cuando alcanza los objetivos previstos y reacciona con tristeza, asumiendo responsabilidades, cuando no los alcanza. La alta motivación de logro, lleva implícitas las siguientes características adicionales: asunción de riesgos moderados, capacidad de innovación, asunción de responsabilidades individuales, utilización de retro-información (aprender de los errores) y planificación a largo plazo. - Control interno: creencia en que puede modificar o controlar los hechos que le rodean. Tal como dijimos anteriormente, esta característica se relaciona con la noción calvinista de la predestinación que M. Weber puso de manifiesto. La creencia en el control interno es todo lo contrario a la creencia en el control externo, ya que según este último, el destino está más o menos escrito y por lo tanto poco podemos hacer al respecto para cambiarlo. - Posesión de determinados conocimientos y aptitudes: conocimientos sobre el funcionamiento de los negocios obtenidos a través de la experiencia, es decir en “la escuela de la vida”, no en facultades universitarias o escuelas de negocios. Cuando se crea una empresa con éxito, el empresario suele tener 40 años. Por debajo de esta edad, el intento de crear una empresa fracasa un 50% de las veces. - Cierto capital para iniciar la actividad empresarial: capital mínimo “capital semilla” para crear la empresa. Este capital suele provenir de ahorros particulares, familiares o de préstamos de amigos. Como no podía ser de otra forma, dada la definición realizada de empresario, el capital es de poca importancia. - Hecho desencadenante: hecho desencadenante o suceso generalmente negativo por el que el futuro empresario asume definitivamente la idea de crear una empresa rompiendo con el estatus anterior. Estos hechos pueden ser de tipo traumático como la pérdida de trabajo o bien de otro tipo como desconfianza de sus superiores, incomprensión de los compañeros de trabajo o ansias de libertad. A veces este hecho se gesta en unas difíciles relaciones que se tuvieron con el padre durante la niñez.

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- Hechos o ejemplos que le hagan parecer verosímil la creación de una empresa: la existencia de amigos o conocidos que han creado una empresa y lo han hecho con éxito, son un aliciente para la creación de una empresa. Del mismo modo, la existencia de una cantera de empresarios en la zona, puede favorecer el acto de crear una empresa. - Una comunidad favorable: hemos de tener en cuenta si los poderes públicos, comunidad y entidades de crédito son proclives al hecho de crear una empresa. También es importante la valoración social e imagen que la comunidad en su conjunto tiene de la actividad empresarial. No siempre la actividad empresarial es valorada positivamente por la sociedad, pues en otras latitudes, actividades como la función pública pueden tener mejor valoración. 2. Principios económicos y formas de empresa según criterios jurídicos y socioeconómicos Descrita la naturaleza de la empresa y la génesis de la función empresarial, ampliamos el marco conceptual de la empresa haciendo referencia a sus principios económicos y a las formas de empresa según distintos criterios de clasificación. En relación a esta última cuestión es usual clasificar a las empresas en privadas o públicas atendiendo al criterio jurídico de la propiedad de los medios de producción. Atendiendo a criterios socioeconómicos la empresas se clasifican en función del sector productivo de pertenencia y en función del tamaño. Por la importancia que otorgamos a la cuestión del tamaño empresarial, éste será abordado en un nuevo apartado de este capítulo. Principios económicos de la empresa La actividad de la empresa viene enmarcada en lo que denominamos como economía de mercado, estando sujeta a una serie de leyes de equilibrio que se materializan en un conjunto de principios. De la observancia y cumplimiento de dichos principios depende la supervivencia de la empresa. Estos principios, son: - Productividad: la empresa debe ser productiva. Lo que significa que debe alcanzar valores máximos en el índice de productividad total IPT y en los índices de productividad parcial IPP. Entre estos últimos destacamos el índice de productividad parcial del trabajo IPPT y el índice de productividad parcial del capital IPPC. Estos índices son expuestos a continuación:

capitalInput

OutputIPPC

trabajoInput

OutputIPPT

Inputs

OutputIPT

- Economicidad: la empresa debe buscar la solución más favorable. Racionalizar el sistema productivo tal que para una producción dada, ahorre la mayor cantidad de recursos posibles. Es decir, reducir todo lo posible el volumen de recursos en transformación. - Rentabilidad: la empresa además de ser productiva debe ser rentable, ya que podría darse el caso de que el precio de venta del producto estuviera por debajo de su coste. Ahora se trata de obtener el mayor beneficio posible lo que nos lleva a la máxima rentabilidad. Podemos maximizar la rentabilidad sobre los recursos propios, RRP (rentabilidad financiera) y la rentabilidad sobre los recursos totales RRT (rentabilidad

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económica). A continuación se exponen los dos tipos de rentabilidad con su correspondiente desglose en margen × rotación:

RT

V

V

INTB

RT

INTBRRT

RP

V

V

B

RP

BRRP

Siendo V ventas, B beneficio, RP recursos propios, RT recursos totales e INT intereses. Pasamos ahora a describir las formas de empresa a partir del criterio jurídico de la propiedad de los medios de producción. Según este criterio podemos clasificar a las empresas en privadas y públicas. Empresas privadas La propiedad está en manos de particulares, personas físicas o jurídicas, no sujetas a derecho público. Asimismo, estas empresas suelen clasificarse en: - Empresas individuales: la propiedad está en manos de una persona física. Suelen ser empresas pequeñas en las que la gestión es de tipo personal y la responsabilidad es ilimitada, pues los patrimonios individual y empresarial se superponen. - Empresas societarias o en forma de sociedad: la propiedad está en manos de personas físicas o jurídicas, pudiendo tratarse de una agrupación de personas, una agrupación de capitales o una combinación mixta. Dentro de este grupo cabe distinguir: a) Empresas colectivas: es una agrupación de personas al tratarse de una extensión de la empresa individual. El crédito y reputación de cada individuo es fundamental. Típicas sociedades civiles en las que al menos debe aparecer el nombre de uno de los socios. Repartición de las tareas de gestión entre los distintos socios y responsabilidad ilimitada y solidaria entre cada uno de ellos. Este tipo de empresas escasean en la actividad mercantil dado el elevado riesgo que soportan sus socios. b) Sociedades de capitales: cabe destacar la sociedad anónima y la sociedad limitada. Mientras que en el caso de la sociedad anónima el capital está dividido en acciones, en la sociedad limitada lo está en participaciones. El poder político de este tipo de sociedades está en manos de la Junta General de Accionistas, otorgándose la mayoría del capital al 50% de las acciones más una. La gestión corresponde a los socios o terceras personas, aunque debe crearse un Órgano de Gestión (gerente, administrador o consejo de administración) que tiene determinadas responsabilidades propias. Los socios responden con el capital aportado pero no con su patrimonio personal. El beneficio repartible es proporcional al número de acciones o participaciones. En el caso español el capital mínimo es de 60000 euros en la sociedad anónima y de 3000 euros en la sociedad limitada. c) Sociedades mixtas: compuestas por socios individuales y capitalistas. Los primeros se responsabilizan de la gestión de la empresa, responden con su patrimonio personal y participan de los beneficios de la empresa en función de su implicación en la misma. Los segundos aportan el capital, no intervienen en la gestión, escapan de toda responsabilidad patrimonial y cobran un interés limitado por el capital aportado. Ejemplo de este tipo de empresas son las comanditarias, las cuales se crearon en numerosas ocasiones por

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iniciativa de la Iglesia, en las que ésta participaba como socio capitalista. Ciertas cooperativas son también empresas de este tipo al coexistir socios cooperativistas, que se responsabilizan de la gestión y tienen responsabilidades patrimoniales personales, y socios capitalistas (asociados), los cuales no participan en la gestión, no tienen responsabilidades patrimoniales y cobran un interés limitado por el capital aportado. Aparte de este tipo de empresas cabe hacer mención de las empresas de economía social, las cuales pueden ser las cooperativas a las que nos hemos referido antes, aunque no exclusivamente. Son empresas con un doble objetivo de tipo económico y social y suelen estar tuteladas o reguladas por la Administración. En esta clase de empresas podemos incluir las cajas de ahorro, las mutualidades y las fundaciones. Empresas públicas La propiedad y la gestión corresponden al Estado, Organismos Públicos Dependientes o personas sujetas a derecho público. También determinadas empresas privadas, en las que la gestión es ejercida por el Estado o algún Organismo Público, son asimiladas como empresas públicas. Las políticas del “laissez faire, laissez passer”, según las cuales, la iniciativa privada debía ejercer todo el protagonismo en la actividad económica, limitándose el Estado a funciones mínimas, fueron superadas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, ya que la sociedad iba demandando una serie de servicios básicos a los que la iniciativa privada no acudía por falta de rentabilidad. Es en este contexto, en el que interviene el Estado moderno, para cubrir dichos servicios básicos; ya sea de forma indirecta, fomentando medidas de política económica sobre la iniciativa privada, o de forma directa, a través de los servicios públicos o a través de las empresas públicas. La empresa pública se convierte de esta forma en un instrumento de política económica. En función del grado de intervención deseado, el Estado utilizará uno u otro instrumento. En general, tienen carácter de servicio público la educación y la sanidad, aunque no exclusivamente, pues determinados organismos del sector de las comunicaciones o del transporte, también lo tienen. Cuando la intervención del Estado es más concreta y limitada y debe realizarse en el seno de un mercado competitivo, suele utilizarse un instrumento más ágil y dinámico como es la empresa pública. Aunque el objetivo general de la empresa pública es el de redistribuir renta y preservar el interés general, normalmente es creada con objetivos muy concretos. Algunos de estos objetivos son: a) fomento de la actividad económica (empresa cabecera de sectores industriales básicos), b) lucha en precios contra monopolios privados, c) promoción del desarrollo regional en áreas económicamente deprimidas, d) interés militar o soberanía nacional, e) interés estratégico-político y f ) mantenimiento del empleo. Evitando polémicas estériles de tipo ideológico sobre la justificación o no de la empresa pública, el debate actual debe centrarse en el control y calidad de su gestión y en el grado de eficiencia alcanzado por la misma. En este sentido es importante cuantificar la disminución de ingresos y el aumento de gastos derivados del cumplimiento de una directriz de política económica y la posible disminución de ingresos y aumento de gastos que se deben a una ineficiencia productiva o de gestión. De esta forma se pagará a la empresa pública la subvención socialmente óptima y, en su caso, se pedirán

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responsabilidades a los directivos por la ineficiencia productiva o de gestión. Esta no es cuestión sencilla, al no existir un estándar sobre el que comparar las magnitudes económicas y financieras de la empresa pública. En ocasiones este estándar viene referido al que se desprendería de un mercado competitivo, en otras, viene referido a un contrato programa preestablecido para la empresa pública. Ilustramos la cuestión con un ejemplo. Supóngase que en un mercado competitivo pueden transportarse 1000 usuarios al año a un precio de 10 por usuario. Ahora, las autoridades locales deciden crear una empresa pública a la que obligan a transportar 1000 usuarios al año a una tarifa de 7 por usuario. La subvención anual socialmente óptima a pagar a la empresa pública al final del año debe ser de (10 - 7)×1000 = 3000. Cualquier otra desviación en la cuenta de resultados de la empresa pública no está justificada y en ese caso deberían pedirse responsabilidades a sus directivos. Empresa según el sector productivo de pertenencia La empresa puede clasificarse también en función del sector productivo de pertenencia. La primera clasificación fue realizada por C. Clark: sector primario (agricultura, ganadería, silvicultura y pesca), sector secundario (industria y construcción) y sector terciario (servicios). Posteriormente, se han realizado diversas clasificaciones en subsectores o ramas de actividad de varios dígitos. La CNE (Contabilidad Nacional de España) realiza clasificación sectorial en ramas de actividad que van desde la rama 0 a la 11. Así, la rama 0 incluye actividades agrícolas, ganaderas, silviculturales y pesqueras; las ramas comprendidas entre 1 y 5 incluyen actividades industriales y de construcción, y las ramas entre 6 y 11 incluyen actividades de servicios. El objetivo de esta clasificación es tener conocimiento del tipo de empresa existente en un país y del efecto que sobre el mismo tiene una decisión de política económica. Así, por ejemplo, podría presentarse la siguiente información referida a cuatro países: Tabla 1.1. Estructura sectorial del PIB por país (%)

Sector País 1 País 2 País 3 País 4 Agricultura y pesca 50 5 10 5 Industria 15 60 15 20 Construcción 15 15 15 60 Servicios 20 20 60 15

Definimos a la empresa del país 1 como agrícola y la empresa del país 2 como industrial. También, podemos cuantificar el efecto que sobre el país 1 tiene la importación masiva de productos agrícolas para luchar contra los precios en origen o el efecto que sobre el país 3 tiene una posible devaluación de la moneda al tratarse de un país principalmente turístico. Empresa y tamaño Uno de los principales objetivos al clasificar las empresas según el tamaño, consiste en verificar la existencia de relación entre eficiencia y tamaño y aclarar de esta forma la existencia o no de un tamaño óptimo. Cómo este tipo de análisis requiere un tratamiento especial, el mismo será desarrollado más ampliamente en el próximo apartado. Sin embargo, a continuación realizaremos algunas reflexiones previas sobre el concepto de tamaño empresarial y su relación con la eficiencia.

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a) La clasificación empresarial según tamaño: una primera clasificación de las empresas según el tamaño consiste en clasificar a las empresas en pequeñas, medianas y grandes de acuerdo con algunas de las medidas proxy del tamaño empresarial más conocidas como son ventas, número de empleados o valor añadido. Ahora bien, cuando ahondamos un poco más en este tipo de clasificaciones nos encontramos con una serie de problemas. El primero es saber hasta que punto, algunas de estas medidas proxy del tamaño empresarial se identifican más directamente con el mismo. Por ejemplo, medidas de tipo monetario como el valor de la producción, el valor añadido bruto o las ventas, pueden llevarnos a conclusiones erróneas si comparamos empresas que están sujetas a distintos criterios de valoración contable o a distintos grados de inflación. Cuando utilizamos otras medidas de tipo físico como el número de empleados, la clasificación puede estar sesgada por tratarse de empresas con distintos grados de intensidad del capital o distintos grados de nivel tecnológico. Como es comprensible, los problemas se agravan cuando clasificamos empresas de distintos sectores productivos o distintos países, obteniéndose distintos rankings según que utilicemos una u otra medida de tamaño. En este sentido, cuando ordenamos empresas con el fin de estudiar la relación entre eficiencia y tamaño, debemos ser muy cuidadosos con este tipo de cuestiones. Es decir, deberíamos clasificar empresas de un mismo sector productivo, de una misma tecnología y de un mismo grado de integración vertical. Aún así, pueden aparecer distintos rankings de empresas en función de la medida de tamaño elegida. En ocasiones, para evitar estos distintos rankings de clasificación empresarial ha sido utilizada la técnica del valor multicriterio. Dicho valor se obtiene utilizando análisis factorial a las distintas medidas proxy de tamaño observadas. El valor multicriterio así obtenido viene dado en unidades de tamaño empresarial utes que no son más que una combinación lineal de las mencionadas medidas proxy. Dicho valor nos permite obtener un único ranking de empresas y en su caso visualizar la forma de la relación entre eficiencia y tamaño, pero no es capaz de identificar un tamaño óptimo concreto en base a alguna de las medidas proxy de tamaño observadas. b) Interés por el conocimiento de la relación eficiencia y tamaño: siempre ha existido un gran interés por conocer la existencia de relación entre eficiencia y tamaño y, en su caso, la forma de dicha relación. En este sentido, cabe realizar dos tipos de enfoque: a nivel de empresa y a nivel global. Ambos enfoques son igualmente importantes, dependiendo, de los usuarios de la información. Así, si a nivel de empresa se ha observado la existencia de una relación de tipo parabólico entre rentabilidad y tamaño con un máximo, el responsable de la empresa sabrá cuál es el tamaño óptimo y por lo tanto el tamaño en el que debe situar la empresa si desea hacer máxima su rentabilidad. Cuando ya hace algunos años los responsables de la política económica de nuestro país observaron que nuestros bancos tenían menor tamaño que el correspondiente a sus homólogos europeos y que además existía relación creciente entre eficiencia y tamaño, arbitraron una serie de medidas de tipo económico y fiscal con el fin de promocionar las correspondientes fusiones entre nuestros bancos. 3. La relación entre eficiencia y tamaño En los párrafos anteriores hemos concretado la relación entre eficiencia y el tamaño de forma muy general. En este apartado vamos a profundizar un poco en esta relación, tratando diversos aspectos de la misma.

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En primer lugar vamos a analizar la relación entre eficiencia y tamaño a nivel microeconómico, es decir a nivel de planta de producción o empresa monoproductora, competitiva y tomadora de precios, asociando la eficiencia al coste medio de producción y el tamaño a la producción física, ya que esta última es la variable proxy que mejor se ajusta al concepto de tamaño, entendido éste como “escala de producción”. En este sentido señalamos que tanto la teoría económica como la evidencia empírica han apostado por una curva de costes medios en forma de U, al mantener la existencia de como mínimo un factor fijo de producción. Factor de producción fijo y tamaño óptimo En este apartado justificamos la existencia de una curva de costes medios de producción en forma de U. Para ello utilizaremos dos enfoques: corto y largo plazo. a) Corto plazo: por definición, al menos uno de los inputs o factores de producción es fijo, lo que implica un determinado comportamiento de la función de producción y de las correspondientes funciones de costes totales y costes medios, siempre que los precios de los inputs sean constantes. En una función de producción Q con dos inputs, capital K y trabajo L, en la que el input capital es fijo, queda:

LKfQ , Lo que nos permite considerar que la producción Q depende exclusivamente del input trabajo L. Esta función de producción nos lleva a una función de costes C compuesta por una parte fija y otra variable (siendo pK el precio del capital y pL el precio del trabajo):

LpKpC LK La existencia de un input fijo causa, a partir de cierto nivel de producción, la entrada de la ley de las productividades marginales decrecientes en los inputs variables, apareciendo en primer lugar rendimientos crecientes y posteriormente rendimientos decrecientes. Mientras que los rendimientos crecientes se producen como consecuencia de la división del trabajo, la especialización y las economías del aprendizaje, los rendimientos decrecientes aparecen por saturación de la división del trabajo y de las economías del aprendizaje y por los típicos problemas de coordinación derivados de la existencia de cómo mínimo un input fijo. Por ejemplo, una empresa con 10 máquinas, puede contratar a un número variable de trabajadores. Si la productividad media del trabajo es máxima con 10 trabajadores, para ese nivel de contratación el coste medio de producción Cme (Cme = C/Q) es mínimo. En otros casos, la productividad media del trabajo es menor y el Cme mayor. En la tabla 1.2 pueden observarse los resultados para pk =100 y pL = 1000 así como la curva de costes medios en forma de U. Tabla 1.2. Factor productivo, producción y coste medio

Número de trabajadores L 5 10 20 Unidades de producto Q 1000 4000 6000 Coste total de producción C 6000 11000 21000 Coste medio de producción Cme 6 2,75 3,5

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b) Largo plazo: por definición, todos los inputs son variables y por lo tanto, teóricamente, la entrada de la ley de los rendimientos decrecientes no debería producirse nunca. Es decir Q = f (K, L), por lo que en principio, fruto de la división del trabajo y de las economías del aprendizaje, cabría esperar curvas de costes medios continuamente decrecientes. Sin embargo, dentro del análisis económico, prevalece la hipótesis de una curva de costes medios en forma de U, pues al final siempre hace su aparición la ley de rendimientos decrecientes como consecuencia de la existencia de un input fijo a largo plazo (factor empresarial). De todas formas, en numerosas ocasiones, la evidencia empírica nos ha mostrado curvas de coste medios a largo plazo de todo tipo, las cuales obedecen a situaciones muy concretas. Ahora la función de costes totales C, viene dada por:

LpKpC LK En la tabla 1.3. se introducen los cuatro casos posibles, obteniéndose los resultados correspondientes a pk = 1000 y pL = 1000. Tabla 1.3. Factores productivos, producción y coste medio

Número de máquinas K 5 10 20 Número de trabajadores L 5 10 20 Unidades de Producto 1 Q1 1000 2000 4000 Unidades de Producto 2 Q2 1000 4000 16000 Unidades de Producto 3 Q3 1000 1500 2250 Unidades de Producto 4 Q4 1000 4000 6000 Coste total de producción C 10000 20000 40000 Coste total medio Cme1 10 10 10 Coste total medio Cme2 10 5 2,5 Coste total medio Cme3 10 13,3 17,7 Coste total medio Cme4 10 5 6,6

Los cuatros casos son: 1) rendimientos constantes a escala (aumento proporcional en la producción al aumentar proporcionalmente todos los inputs), 2) rendimientos crecientes a escala (aumento más que proporcional en la producción al aumentar proporcionalmente todos los inputs), 3) rendimientos decrecientes a escala (aumento menos que proporcional en la producción al aumentar proporcionalmente todos los inputs), 4) rendimientos crecientes a escala en primer lugar y rendimientos decrecientes a escala después (primero aumento más que proporcional en la producción al aumentar proporcionalmente todos los inputs y posteriormente aumento menos que proporcional en la producción al aumentar proporcionalmente todos los inputs). Factores que inciden en un aumento o disminución del coste medio de producción Vamos a analizar ahora los factores que inciden en un aumento o en una disminución del coste medio de producción. Distinguiremos aquí dos tipos de factores: factores de tipo técnico y factores de tipo económico. Los factores de tipo técnico son los que inciden en el tipo de rendimientos de la función de producción (en este caso asumimos que los precios de los inputs son constantes). Aunque en principio estos factores suelen provocar rendimientos crecientes, una intensificación de los mismos o su prolongación en el tiempo pueden llevarnos a una situación de rendimientos decrecientes. Estos factores son:

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- División del trabajo: tal como observó A. Smith en la conocida fábrica de alfileres, la división del trabajo nos lleva a la especialización y al ahorro de tiempos muertos entre tareas, lo que provoca un aumento de la destreza y pericia de cada trabajador y a un aumento de la productividad del trabajo, impensable en un pequeño taller artesanal, en el cual no es posible realizar una pormenorizada división de tareas. - Integración de procesos: ciertas máquinas son capaces de integrar un gran número de tareas productivas que antes eran realizadas de forma individual. Dichas máquinas son muy eficientes, pero suelen tener costes fijos elevados, lo que unido a la existencia de una función de costes lineal, implica que sólo son rentables para altos niveles de producción. - Equilibrio o armonía de procesos: denominado también como principio de los múltiplos. Como consecuencia de la indivisibilidad de los factores de producción, en aquellos procesos productivos en los que se requieren varios equipos, se obtendrá la plena ocupación de todos ellos cuando se alcance un nivel de producción equivalente al mínimo común múltiplo de sus capacidades. También se obtendrá la plena ocupación de dichos equipos, cuando se alcance una producción equivalente al resto de múltiplos de sus capacidades de producción. Por ejemplo, si un producto se fabrica a partir de dos máquinas A y B, cuyas capacidades respectivas son de 200 y 300 unidades diarias de producto, sólo se alcanzará la plena ocupación de las máquinas A y B, si obtenemos 600 unidades diarias de producto, debiéndose adquirir en este caso 3 máquinas A y 2 máquinas B. También se obtendrá plena ocupación de las máquinas A y B para 1200 unidades diarias de producto y también para el resto de múltiplos de sus capacidades. Obsérvese que para 300 unidades diarias de producto deberán adquirirse 2 máquinas A y una máquina B, estando desocupada la mitad del tiempo una de las máquinas A. - Leyes físicas: los ingenieros diseñan los equipos industriales de tal manera que se aprovechen las propiedades de las leyes físicas. Este sería el caso de un horno para el tratamiento de mineral de hierro en forma cúbica. Es más eficiente un horno de 4 m3 de arista que uno de 2 m3; pues mientras que el primero trata 2/3 m3 de mineral de hierro por m2 de superficie, el segundo trata 1/3 m3 de mineral de hierro por m2 de superficie. Esto mismo ocurre en los oleoductos al relacionar superficie con volumen de fluido transportado. - Economías de escala estocásticas: relacionan la probabilidad de avería de una determinada máquina con la capacidad de producción. Por ejemplo, si la probabilidad de avería de una máquina es del 2%, una empresa con dos máquinas tiene una mayor probabilidad de trabajar al 50% de su capacidad que una empresa con cuatro máquinas. En el primer caso esta probabilidad es del 1,96% y en el segundo del 0,038%. Como señalamos anteriormente, los factores anteriores son de tipo técnico y en general promueven rendimientos crecientes en la función de producción, pero algunos de ellos más tarde o más temprano dejan de actuar en este sentido. El caso de las leyes físicas es evidente, y el caso de la división del trabajo, también. En este sentido también hacemos mención al “factor empresarial” al cual se han referido varios autores para explicar la existencia de un factor fijo a largo plazo causante de la entrada de la ley rendimientos decrecientes y de que el coste medio de producción aumente. N. Kaldor estudió con más detalle la naturaleza de este factor, afirmando que si bien las tareas de dirección y de control pueden ser delegables, las de coordinación no, o

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como mínimo presentan mucha más dificultad. Por lo tanto, las tareas de coordinación pueden considerarse como un factor fijo a largo plazo, siendo las causantes de la entrada de la ley de rendimientos decrecientes. Si relajamos el supuesto anterior de que la empresa es competitiva y que por lo tanto es tomadora de precios, puede darse el caso de que el aumento o disminución del coste medio venga dado por el aumento o disminución del precio de los inputs. Esta cuestión, es ante todo una cuestión de evidencia empírica. Por ejemplo, es fácil admitir que el precio de las materias primas disminuye al aumentar el volumen del pedido. Eso mismo, nos puede ocurrir en el mercado de capitales. La empresa que negocia un gran crédito puede presionar a la baja el tipo de interés, pues la alternativa para la entidad financiera es repartir ese mismo importe entre varios créditos menores a otras tantas empresas. Aunque también es posible que una escasez de materias primas o de recursos financieros, implique obtener dichos recursos a un precio mayor, lo que supondría un aumento del coste medio de producción. Sobre el input trabajo, hemos de plantearnos la siguiente pregunta: ¿pagan mayores salarios las empresas de mayor tamaño o bien las de menor tamaño?. La abundante evidencia empírica existente sobre la cuestión parece demostrar que son las empresas de mayor tamaño las que pagan salarios más elevados. Ambos tipos de factores y la propia definición de largo plazo son la causa de que la forma de la curva de costes medios a largo plazo sea motivo de controversia. De todas formas, destacamos que tanto desde el punto de vista teórico como empírico, se aboga por una curva de costes medios a largo plazo en forma de U, aunque asimétrica, con una parte descendente mucho más prolongada que la parte ascendente. Aproximaciones críticas sobre la forma de la curva de costes medios a largo plazo Como hemos comentado anteriormente, la propia definición del largo plazo, nos plantea la duda de si la empresa que hemos observado a lo largo de un prolongado periodo de tiempo es siempre la misma. Eso, juntamente con los problemas típicos de medición, es lo que ha llevado a cierta controversia sobre la existencia de un tamaño óptimo a largo plazo. a) Curva de costes medios en forma de U: la curva en forma de U aparece porque al principio, como consecuencia de la división del trabajo, la pericia y el aprendizaje, la producción aumenta en mayor proporción que los factores productivos. Posteriormente, la aparición del factor empresarial como factor fijo, causa la aparición de la ley de los rendimientos decrecientes, lo que provoca que la producción se incremente en menor proporción que los factores productivos y que el coste medio de producción aumente. Además de N. Kaldor, al cual ya nos hemos referido anteriormente, diversos autores han mantenido que la naturaleza de este factor fijo es de carácter empresarial. A. Marshall en su celebre analogía de los árboles del bosque relacionó el empuje y crecimiento de los negocios con el ciclo vital del empresario. Es el viejo empresario, el que más pronto o más tarde pierde eficacia al frente del negocio como consecuencia del decline de su propio ciclo vital. Esta teoría que actualmente ha perdido interés en la gran empresa dada la separación de funciones entre propiedad y control, sigue teniendo numerosos adeptos en el ámbito de la pequeña empresa.

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O. Williamson enfatiza en la pérdida de eficiencia que aparece en las grandes empresas con estructura M o Multidivisional debido a la pérdida de calidad en la información cuando ésta transcurre por los distintos niveles jerárquicos. Esta información deficiente es la causante de que aparezca la ley de rendimientos decrecientes lo que provoca que los costes medios aumenten. Esta pérdida en la calidad de la información viene motivada por dos causas: 1) el “ruido” generado en la propia información al transcurrir por los distintos niveles jerárquicos, 2) la manipulación de la información que en su propio beneficio realizan los integrantes de los distintos niveles jerárquicos. H. Leibenstein manifiesta la relajación o laxitud con la que se trabaja en las grandes empresas (ineficiencia x), lo que implica que, para cualquier nivel de producción, no se minimicen costes medios. Esto suele producirse en las grandes empresas, las cuales gozan de un gran poder de mercado al no estar sujetas a las presiones externas de los mercados competitivos, lo que les permite plantear objetivos en términos de beneficios aceptables antes que beneficios máximos. b) Curva de costes medios decreciente: son críticas más bien de matiz sobre el grado de simetría de la curva de costes medios en forma de U. Aquí se presenta la idea de que son precisamente las tareas de gestión y dirección las que promueven mayores sinergias y por lo tanto rendimientos crecientes. La separación entre propiedad y control puesta de manifiesto por A. Berle y G. Means ha motivado que los problemas de gestión y dirección, si aparecen alguna vez, son para tamaños muy elevados. Constantemente aparecen economías de escala de todo tipo en las tareas de dirección y gestión (difusión del conocimiento, nuevas técnicas e instrumentos de gestión empresarial), lo que nos conduce a que lo relevante sea una curva de costes medios decreciente, aunque es posible que aparezcan problemas de coordinación pero para tamaños muy elevados. c) Otras formas de la curva de costes medios: hacemos referencia aquí a la curva de costes medios constante y a la curva de costes medios creciente. Se trata de dos casos particulares. La curva de costes medios constante puede provenir de alguna tecnología concreta en la que aparezcan rendimientos constantes. También, el caso muchas veces observado, de que el coste total medio es el resultante de la suma de los distintos costes medios correspondientes a los diferentes ámbitos de la empresa, dirección, producción y comercialización. Cada uno de estos ámbitos puede tener el coste medio en forma de U, pero coordinar los distintos tamaños óptimos presenta en la práctica muchas dificultades, con lo que la suma de los distintos costes conduce en ocasiones a una curva de costes totales medios “aproximadamente plana”. En cualquier caso, no se rechaza la existencia de una curva de costes medios en forma de U, aunque ahora se habla de una gran meseta de tamaños óptimos. Es decir, lo relevante es el coste medio constante. El caso de la curva de costes medios creciente es aún más raro. Nos puede aparecer en el caso agrícola. Efectivamente, el agricultor que dispone de una extensión de tierra suficientemente garnde; el primer año y en función de sus necesidades cultivará la parte más fértil. Supóngase que esa parte más fértil equivale a una hectárea de terreno la cual le proporciona 1000 unidades de producto. Si al año siguiente cultiva dos hectáreas de terreno, es muy posible que al añadir terreno menos fértil, la producción sea de 1800 unidades. Es decir, nos encontramos en una situación de rendimientos decrecientes. Para finalizar este primer capítulo, analizamos distintos aspectos relacionados con el sistema económico en el que opera la empresa.

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4. La empresa y el sistema económico En este apartado abordamos la incidencia que el sistema económico tiene en la actividad de la empresa y la incidencia de ésta sobre el sistema; en este segundo caso con especial referencia a los costes sociales y la responsabilidad social de la empresa. Para finalizar, analizamos el efecto que sobre el tipo de control y los objetivos de la empresa tienen algunos de sus principales estamentos como son los accionistas y la alta dirección. Variables económicas, sociales e institucionales que inciden en la actividad de la empresa La empresa como parte del sistema económico al que pertenece está sujeta a una serie de variables de tipo socioeconómico e institucional, que inciden en su actividad. Las principales variables son: - Nivel general de actividad económica: incidencia del ciclo económico. Dependiendo de si nos encontramos en una fase expansiva o contractiva del ciclo económico, este hecho incidirá de una manera u otra en la actividad de la empresa. En general una fase expansiva favorece la actividad económica de la empresa. - Grado de desarrollo regional: aquí nos referimos al grado de desarrollo de las infraestructuras (transportes, redes informáticas y comunicaciones) a nivel de la región en la que está instalada la empresa. Un buen grado de desarrollo de estas infraestructuras es deseable para una adecuada actividad de la empresa. Se trata de evitar, por esta causa, el estrangulamiento económico de la empresa. - Índice de crecimiento de la población: afecta a la actividad de la empresa en la medida que, juntamente con la renta, constituyen el potencial de mercado. Un índice bajo en el crecimiento de la población, incide muy negativamente en la actividad de empresas de terminados sectores. - Nivel de salarios: tiene un doble efecto, como componente del coste de producción y como componente del potencial de mercado. En general, los salarios altos inciden positivamente en la actividad de la empresa pues garantizan un aumento de la demanda y del potencial de mercado, aunque deben venir acompañados por los correspondientes niveles de productividad. Es evidente que salarios altos y baja productividad perjudica considerablemente la actividad de la empresa. Plantas de producción en regiones con bajos salarios y su comercialización en regiones con altos salarios, requiere el estudio detallado de los costes de transporte y distribución. - Distribución de la riqueza: en general a la empresa le interesa una distribución de la riqueza lo más igualitaria posible, pues proporciona mayor amplitud del mercado en la mayoría de productos. Sin embargo, si el producto de la empresa es de lujo, interesa una mayor desigualdad de la riqueza, pues de esta forma puede centrarse en un segmento concreto del mercado. - Situación de la balanza de pagos: un desequilibrio de la balanza de pagos puede afectar negativamente a la actividad de la empresa. Por ejemplo, si el proceso productivo de la empresa requiere de la importación de materias primas y las autoridades del país deciden introducir una serie de restricciones. Por el contrario, en ese mismo caso, la empresa

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puede verse beneficiada si su proceso productivo no requiere de la importación de materias primas y las autoridades incluyen determinadas ayudas a la exportación. - Tipos de interés: conforman parte del coste de producción de la empresa. Altos tipos de interés afectan negativamente a la actividad de la empresa, pues aumentan el coste de producción del producto y contraen la demanda. Bajos tipos de interés, nos llevan justamente a la situación contraria. - Marco tecnológico y social: el marco tecnológico condiciona la actividad de la empresa al imponer un determinado grado de intensidad del capital y un determinado nivel tecnológico equivalentes a los de las empresas de su entorno. Nuestra empresa no puede ser intensiva en trabajo, cuando justamente todas las demás son intensivas en capital. Lo mismo ocurre cuando existe un determinado grado de nivel tecnológico. También el marco social condiciona la actividad de la empresa en el ámbito laboral (modelo de participación de los trabajadores en la gestión de la empresa, grado de sindicación laboral o grado de cumplimiento de acuerdos laborales). No es posible que nuestra empresa mantenga un tipo de relación autoritaria con sus empleados, cuando las empresas de su entorno mantienen un modelo próximo a la cogestión. Responsabilidad social de la empresa La empresa, mediante su actividad, incide sobre las personas y sobre las cosas que la rodean. Esta incidencia puede ser positiva como el empleo, rentas y salarios generados por la actividad económica de la empresa, pero también puede ser negativa, cuando ciertos costes son repercutidos sobre empleados, medio ambiente o clientes; es decir, cuando la empresa incurre en los denominados costes sociales. Sobre esta última cuestión nos referimos a continuación. a) Proceso de internalización de los costes sociales: la cuestión básicamente radica en el grado de compromiso que debe asumir la empresa en relación a los costes sociales que genera. Es decir, si los repercute directamente sobre la sociedad o si los internaliza. En este último caso hemos de tener en cuenta que toda internalización de los costes sociales supone un incremento del coste de producción. Efectivamente, una empresa vierte directamente al río los residuos que genera su proceso productivo, el cual tiene un coste anual de 100. Ahora se plantea comprar una máquina para el tratamiento de dichos residuos con un precio de adquisición de 1000, valor residual nulo y amortización lineal en 10 años. El coste de producción anual será ahora de 200. Sobre esta cuestión, determinados autores han manifestado su opinión: - Enfoque 1: M. Friedmann aboga porque la empresa debe ser eficiente y los posibles costes sociales en los que pueda incurrir deben recaer en la sociedad en su conjunto. Nunca deben ser internalizados por la propia empresa, ya que de esta manera podría estar encubriendo algún tipo de ineficiencia productiva o de gestión. La empresa sólo debe preocuparse de ser eficiente y de maximizar beneficios. - Enfoque 2: la empresa debe internalizar los costes sociales, pues de esta manera mejora su imagen y posicionamiento ante la sociedad, lo que a la larga implica una mejora de sus magnitudes económicas y de su rentabilidad.

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- Enfoque 3: I. Ansoff defiende que la empresa debe soportar de forma natural un impuesto para paliar los costes sociales que revierte sobre la sociedad. En este sentido, manifiesta que de la misma manera que la empresa paga dividendos o impuestos, debería pagar este impuesto como si se tratase de la remuneración de un factor de producción más. El carácter general o particular del impuesto así como el ámbito de su implantación y la responsabilidad de su gestión ofrecen muchas dudas sobre su operatividad. b) Modelos de estudio y cuantificación de la responsabilidad social: en este apartado estudiamos aquellos instrumentos y modelos que han sido introducidos para cuantificar la responsabilidad social de la empresa. No podemos hablar de modelos estandarizados sino más bien de una serie de técnicas e instrumentos “ad hoc” en cada caso. Estas técnicas suelen ser de tipo económico, estadístico, contable, cuestionarios o descriptivas. - Modelo del beneficio social: consiste en calcular el saldo social de una determinada actividad industrial que tiene un gran impacto social. Dicho modelo utiliza el análisis económico y ha sido aplicado a explotaciones mineras, centrales térmicas, nucleares o construcciones con elevado impacto ecológico. En términos generales: Beneficio Social = Ingreso Social - Coste Social. Si Beneficio Social > 0 => Saldo social positivo, si Beneficio Social < 0 => Saldo social negativo. Como ingreso social se cuantifican no sólo los flujos económicos positivos derivados de la propia actividad, es decir los beneficios privados, sino también los beneficios externos que no son más que las rentas de los factores productivos. También se cuantifican las rentas de todo tipo que la actividad genere de forma indirecta. Como coste social se recogen no sólo los flujos económicos negativos derivados de la propia actividad, sino también aquellos de carácter externo que causan fuerte impacto social negativo (salud para los trabajadores y población en general, o deterioro del medio ambiente). - Modelo de Seidler: es un modelo similar al anterior, pero utilizando una metodología contable. Fue realizado para cuantificar el balance social de la Universidad Americana. Se utiliza una cuenta de resultados con debe y haber social. Nuevamente, en el haber social se recogen los ingresos relacionados directamente con la actividad universitaria y también los relacionados indirectamente como son la formación del alumnado, la difusión del conocimiento, la investigación o la autorrealización del profesorado. En el coste social recogemos los gastos relacionados directamente con la actividad universitaria y también los relacionados indirectamente como pueden ser una actividad docente insatisfactoria por parte de profesores y alumnos o una valoración negativa que la sociedad en su conjunto realiza sobre la actividad de educación e investigación. - Modelo de costes y utilidades sociales: consiste en elaborar una serie de informaciones que suelen quedar reflejadas en las memorias económicas y financieras de las empresas. Posiblemente se trata del modelo más estandarizado. Podemos señalar tres tipos de actuaciones: a) resaltar partidas de la cuenta de resultados de la empresa con fuerte contenido social; tales como cursos de formación, becas de estudios, revisiones médicas no obligatorias y dotaciones a planes de jubilación, b) informar de cómo se reparte el valor añadido bruto y el surplus o excedente de productividad entre los distintos factores de producción a lo largo de un periodo, c) cuantificar las actuaciones de tipo social realizadas a lo largo del año sobre empleados, medio ambiente y productos. Estas actuaciones constituyen el haber social. Cuantificar las actuaciones de tipo social que estaban programadas a lo largo del año, y que por diversos motivos no han podido ser realizadas.

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Estas actuaciones constituyen el debe social. La diferencia de saldos entre el haber social y el debe social conforma el balance social positivo o negativo de la empresa. La empresa y el tipo de control Siempre había existido la idea de que eran los propietarios de los medios de producción o accionistas los que poseían el control de la empresa, entendido éste como “el dominio sobre las decisiones políticas de la empresa y la capacidad de nombramiento del Consejo de Administración y demás Órganos de Gestión de la empresa”. Sin embargo, desde que A. Berle y G. Means pusieran de manifiesto el creciente grado de atomización del capital de las grandes empresas norteamericanas como consecuencia del proceso de crecimiento en el que estaban inmersas, se empezaron a generar dudas sobre la verdadera capacidad de control por parte de los accionistas. Efectivamente, esta atomización del capital comporta el que ningún accionista posea una parte significativa del capital, desentendiéndose paulatinamente de la gestión de la empresa y limitando su interés al seguimiento del valor de la acción y al cobro de dividendos. Por el contrario, los altos empleados, inmersos en una gestión diaria de complejidad creciente, rodeados de una gran aureola de posesión de conocimientos y técnicas, vistos como el factor de producción escaso, alcanzan gran protagonismo tanto en la gestión como en el proceso de dominio y control de la empresa en detrimento de los accionistas. En palabras de J. K. Galbraith se ha producido un verdadero fenómeno que el propio autor denomina como la “revolución de los managers”, pues éstos ejercen el control y dominio de la empresa sin tener la propiedad. Por el contrario, los accionistas poseen la propiedad sin ejercer el control. De todas formas este fenómeno no se produce en todas las grandes empresas, pues en muchas de ellas observamos como un accionista o un grupo familiar ostenta el dominio o el control de la empresa con apenas el 10% de las acciones. Evidentemente, este dominio o control se ejerce gracias a las procuraciones de votos que el resto de accionistas ponen a su disposición hasta alcanzar la mayoría de capital. Ahora bien, el que sean los accionistas o los directivos los que ostenten el control de la empresa, ¿en que puede afectar este hecho a los objetivos de la misma?. Sin ánimo de profundizar en la cuestión, por escapar a los límites de esta exposición, podemos resumir que los propietarios o accionistas persiguen objetivos de tipo financiero relacionados con la rentabilidad del capital invertido, mientras que los directivos persiguen objetivos relacionados con el mantenimiento del empleo, el estatus, la autorrealización y la estima social. Es decir objetivos estos dos últimos de nivel superior según la terminología empleada por A. Maslow cuando describe en forma piramidal los objetivos o motivaciones de la condición humana. Eso nos llevaría a admitir que las empresas controladas o dominadas por sus directivos presentan objetivos más relacionados con el crecimiento y el tamaño que con los beneficios (entendidos estos últimos más bien como beneficios repartibles). Y aunque hemos dicho que este hecho no es siempre extensible a todas las grandes empresas, es en éstas en las que es más fácil que aparezca, pues existe lógicamente una mayor atomización y un menor grado de concentración del capital. En estos casos suelen aparecer situaciones de confrontación entre accionistas y directivos. Esta situación, difícilmente puede darse en las pequeñas empresas, en las que una de sus principales características es su alta concentración del capital. Así, con las lógicas reservas podemos presentar la siguiente tabla resumen:

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Tabla 1.4. Clase de empresa, concentración del capital, tipo de control y objetivos

Clase de Empresa Grande Pequeña Grado de concentración del capital Bajo Alto Tipo de control Interno (directivos) Externo (accionistas) Objetivo [Max] Crecimiento [Max] Beneficio

Maximización de beneficios versus maximización de crecimiento Estos dos objetivos, aunque correlacionados en el tiempo, pues no se entiende uno sin el otro a largo plazo, suelen entrar en contradicción a corto plazo, lo que provoca situaciones enfrentadas entre accionistas y directivos. Efectivamente, cuando realizamos un proceso de crecimiento en la empresa, debemos aumentar las inversiones, lo que a corto plazo provoca una disminución del beneficio pues por una parte no se ha alcanzado el periodo de maduración de las inversiones y por otra deben destinarse importantes dotaciones a amortizar I + D e inmovilizado. A continuación, realizamos dos ejemplos concretos en los que podemos observar esta controversia entre crecimiento y beneficio. Previamente introducimos el concepto de elasticidad entre dos variables en un punto. Sean cantidad Q y precio p; definimos la elasticidad de la cantidad Q con respecto al precio p en el punto (Q0, p0) como EQ/p:

0

0

01

01

0

0

0

0/ Q

p

pp

QQ

Q

p

p

Q

p

pQ

Q

E pQ

Interpretándose como la variación porcentual en la cantidad Q, al variar el precio p en un 1%. Dicha variación, dependiendo del signo, puede ser positiva o negativa. a) Caso 1: una empresa vende 1000 unidades de producto Q a un precio p de 10. Se conoce la función de costes que viene dada por C = 2000 + 5Q. Se sabe que los recursos propios RP0 son 10000 y que la EQ/P = -2. En estos momentos podemos concluir que el beneficio es B0 = I0 – C0 = 10×1000 – (2000 + 5×1000) = 3000 y la rentabilidad sobre los recursos propios RRP0 es del 30% (RRP0 = 3000/10000). Ahora los directivos bajan el precio del producto en una unidad con el fin de aumentar la cantidad demandada y de esta forma alcanzar el objetivo de crecimiento. Queda:

12001000

10

109

100022 1

1

0

0

01

01/

QQ

Q

p

pp

QQE pQ

Luego, B1 = I1 – C1 = 9×1200 - 5×1200 - 2000 = 10800 - 8000 = 2800 y RRP1= 2800/10000 = 28%. Por lo tanto: p Q I (objetivo de los directivos) B RRP (no objetivo de los accionistas), lo que lleva a que los objetivos de los directivos y de los accionistas vayan en distinta dirección. Ahora bien, sí EQ/p = - 3, entonces:

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21

13001000

10

109

100033 1

1

0

0

01

01/

QQ

Q

p

pp

QQE pQ

Y ahora, B1 = I1 – C1 = 9×1300 - 5×1300 - 2000 = 11700 – 8500 = 3200 y RRP1 = 3200/10000 = 32%. Por lo tanto: P Q I (objetivo de los directivos) B RRP (objetivo de los accionistas), lo que nos lleva a la coincidencia de objetivos entre directivos y accionistas. b) Caso 2: una empresa presenta la siguiente función de ingresos I = pQ, donde el precio p = 10 – Q, la siguiente función de costes C = 4 + 4Q y unos RP = 100. Calculemos la cantidad que hace máximo el ingreso y el beneficio de la empresa.

304410

5010102

2

QQBBMaxQQQCIB

QQIIMaxQQQQpQI

Podemos adelantar, que mientras el objetivo de los accionistas es situarse en Q = 3, el objetivo de los directivos es situarse en Q = 5 (ver gráfico 1.1). Aún así, podemos encontrar situaciones de coincidencia entre los objetivos de accionistas y directivos. Gráfico 1.1. Beneficio versus crecimiento Supongamos que la empresa se encuentra en el nivel de producción Q = 3. Esto implica p = 7 y también que I = 21, B = 5 y RRP = 5%. Si los directivos bajan el precio del producto en una unidad con el fin de aumentar la cantidad y los ingresos, obtenemos los siguientes resultados: p = 6, Q = 4, I = 24, B = 4, RRP = 4%. Por lo tanto, P Q I (objetivo de los directivos) B RRP (no objetivo de los accionistas), lo que nos lleva a que los objetivos de los directivos y accionistas vayan en distinta dirección. Por el contrario, si la empresa se sitúa en el nivel de producción Q = 2, entonces p = 8, I = 16, B = 4, y RRP = 4%. Si ahora los directivos bajan el precio en una unidad con el fin de aumentar nuevamente la cantidad y los ingresos, resulta que p = 7, Q = 3, I = 21, B = 5 y RRP = 5%. Luego, P Q I (objetivo de los directivos) B RRP (objetivo de los accionistas), lo que nos lleva a la coincidencia de objetivos entre directivos y accionistas.

Q

I

C

B

Q = 5 Q = 3