CAPITULO VI LA NUEVA CONFIGURACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS ...

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CAPITULO VI LA NUEVA CONFIGURACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DE RESISTENCIA AL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA LATINA. 1. Los Movimientos Sociales en las Ciencias Sociales. Este capítulo es considerado como la parte más crítica y reflexiva de esta investigación, atiende los procesos de movilización social en América Latina y es por ello que los movimientos sociales, como fenómeno político y social, han sido fundados como objeto y como sujeto para la investigación política, sociológica y antropológica, por poseer su propia especificidad fenomenológica. Se parte aquí de la manera de pensar, en las Ciencias Sociales, haciendo alusión al pensamiento crítico tanto en Alain Touraine y Jurguen Habermas, acerca de los movimientos gestados en respuesta a la crisis civilizatoria que hoy vive la humanidad y es por esta causa que con el resurgimiento tanto de las nuevas formas hegemónicas están las nuevas formas de emergencias alternativas que vienen operando por la puesta en marcha el Consenso de Washington. Las acciones colectivas y las protestas populares, que hoy han conformado una red de emergencias alternativas “han logrado desestabilizar 161

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CAPITULO VI

LA NUEVA CONFIGURACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DE RESISTENCIA AL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA LATINA.

1. Los Movimientos Sociales en las Ciencias Sociales.

Este capítulo es considerado como la parte más crítica y reflexiva de

esta investigación, atiende los procesos de movilización social en América

Latina y es por ello que los movimientos sociales, como fenómeno político y

social, han sido fundados como objeto y como sujeto para la investigación

política, sociológica y antropológica, por poseer su propia especificidad

fenomenológica.

Se parte aquí de la manera de pensar, en las Ciencias Sociales,

haciendo alusión al pensamiento crítico tanto en Alain Touraine y Jurguen

Habermas, acerca de los movimientos gestados en respuesta a la crisis

civilizatoria que hoy vive la humanidad y es por esta causa que con el

resurgimiento tanto de las nuevas formas hegemónicas están las nuevas

formas de emergencias alternativas que vienen operando por la puesta en

marcha el Consenso de Washington.

Las acciones colectivas y las protestas populares, que hoy han

conformado una red de emergencias alternativas “han logrado desestabilizar

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un conjunto de significaciones sedimentadas en el sentido común, por

décadas de políticas neoliberales y siglos de prácticas coloniales” (Contreras,

2008). Han puesto en tela de juicio las formas hegemónicas de la

racionalidad moderno-occidental que se asienta en el proceso de

mundialización donde han configurado de América Latina un sistema de vida

que gira en torno al capitalismo mundial, en términos de la racionalidad

económica, en torno al mercado.

Los movimientos sociales que se han dado en los últimos 30 años,

representan y simbolizan el nuevo imaginario insurgente y también

determinan el esquema de representación de la negación de la racionalidad

occidental, al mismo tiempo que determinan la disfuncionalidad de un

sistema cuya racionalidad ha dislocado los imaginarios locales.

El que la forma de fracturar el proceso de mundialización se aplique a

las funciones económicas del neoliberalismo en la estructura de la sociedad,

se reduce la voluntad innovadora a los aspectos vinculados con los ámbitos

culturales, pues éstos han permitido incidir sobre la organización social,

afectando el poder global del neoliberalismo. Aquellos ámbitos culturales,

indígenas, afro descendientes, campesinos, que forman parte de la

estructura y la diversidad del mundo, que conduce la acción política,

comprometen a las Ciencias Sociales a revisar las teorías correspondientes

para analizar las nuevas corrientes sociales.

Desde esta perspectiva, la importancia de los actores como Habermas

y Touraine, se busca esclarecer el concepto de los movimientos sociales y

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encuadrar con ambos autores, este fenómeno con la realidad y la búsqueda

de estos movimientos, su estructura como marco teórico para adaptarlo a los

hechos que se han suscitado en América Latina a raíz de la implementación

de los programas de ajuste, que trajo como consecuencia el despertar

colectivo para demandar su pertenencia. Habermas elabora una teoría crítica

en el que pretende, no solo la explicación y la descripción de lo social, sino la

transformación de lo social, es una manifestación honesta a la más pura

tradición marxista, por ello, le permite descubrir la nueva ideología de las

sociedades capitalistas. Ello le permite comprender las estructuras y

conflictos de la sociedad de hoy en día, de la supremacía del sistema

dominante sobre el mundo de la vida, personificada en la personalidad, la

cultura y la sociedad y de cómo una está supeditada a la otra y como

suprimir ese dominio en una sociedad que día a día demuestra más sus

complejidades.

En el caso de Tourain, su tesis conduce el fin de la esperanza

socialista, con relación al paradigma marxista. Tourain, se afana en

descalificar el marxismo clásico, define y defiende los movimientos sociales,

como actor político, inspirados en su afán de transformar las orientaciones

culturales a través de la organización social, “definidas a la vez por normas

culturales generales y por las relaciones de dominación social” (Touraine

1995). En estos dos aspectos se va a definir el propósito de estos

movimientos altermundista en su esencia sociológica y antropológica en

unión con la ciencia política.

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2. Los Movimientos Sociales en Alain Touraine y Jurguen Habermas.

La misma lógica acumulativa del capitalismo, caracterizada por la

separación del ser humano de la naturaleza y en el dominio de los espacios

culturales, por el capital mercantil, productivo industrial y especulativo

financiero internacional que ha impuesto la globalización neoliberal, ha

generado, a decir de Boaventura de Sousa Santos, un “fascismo social” y ha

desatado los impulsos emancipatorios de América Latina con características

multiétnicas.

El neoliberalismo de libre mercado, desatada a partir de la década de

los ’70 del siglo XX, inaugura una nueva forma de anticolonialidad a través

de los movimientos sociales o antisistémico mundial, según Wallerstein

(1997), conocido como,

Movimiento altermundista, se inicia a partir de tres momentos simbólicos como fueron la revuelta de los zapatistas en Chiapas en 1994, las protestas de activistas contra la OMC en Seattle en 1999, y el primer FSM en Porto Alegre en 2001

Estos movimientos han sido una alternativa para la emancipación del

sujeto (del yo y nosotros y el otro). Surgen en un momento en que la

izquierda mundial se había desarticulado a raíz del derrumbe del bloque

soviético y del comunismo como ideología anticapitalista. De acuerdo al

criterio manejado porTerán(2010),

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Fueron el muro de contención ante el rápido avance neoliberal en pro de la desposesión de sus recursos básicos para vivir; pero sobre todo, fueron alternativa por las formas cómo se estructuraron, se organizaron y por los sujetos y cosmovisiones encarnadas por ellos. Era el surgimiento del otro subalterno excluido, que se hacía sentir y aparecía de la invisibilidad a la que había sido condenado por la modernidad-colonial, pero era también el surgimiento de una alteridad de la propia «política», que apunta hacia lo que Dussel llama la transmodernidad Para el autor de esta investigación, se hace fundamental, interpretar a

dos autores de trabajos sociológicos que han venido analizando los llamados

conflictos que atraviesan las sociedades modernas a raíz de las mismas

diferencias de clases, en este sentido, en lo que atañe a la interpretación de

estos nuevos movimientos de protestas es fundamental hacer alusión a los

criterios manejados por Alain Tourain, sociólogo francés quien ha escrito

libros referido a los movimientos sociales, considerado dentro de su método

de análisis, el accionalismo.

Este concepto opera como un campo de la investigación sociológica y

surge de un enfoque y programa empírico en torno a las acciones sociales

incorporado a lo que Touraine ha denominado “Sociología de la Acción” y es

a partir de allí, desarrolla su teoría de la acción colectiva a través de los

movimientos sociales.

Otro aspecto a destacar es el manejo conceptual que desarrolla el

mismo Jurguen Habermas, sociólogo alemán, quien destaca el papel de los

movimientos sociales a través de sus categorías sociológicas sistema,

mundo de la vida y colonización del mundo de la vida. Utiliza las categorías

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marxista para analizar los conflictos sociales como las luchas entre el

proletariado y capitalistas, desde allí comienzan a interpretar estos

enfrentamientos a través de los movimientos sociales que es la lucha misma

contra el sistema.

2.1. Los Movimientos Sociales, como práctica colectiva según Alain Tourain.

Muchos de los investigadores de esta área de estudiose han abocado

a plantearse tres interrogantes para el análisis de este fenómeno que se

inició a partir de los años ’90 del siglo XX, como una formas de

inconformidad y de reclamos, por el rescate de la cotidianidad del sujeto, las

nuevas formas de protestas, es un desafío al discurso dominante, mediante

el reclamo de los espacios, de los productos que están dentro de ese

espacio, y del sujeto mismo que es parte de ese espacio. Estos elementos

son parte vital de existencia misma del sistema capitalista para su

preservación, “pues como nunca, este fin justifica los medios” (Terán, 2010).

De las presentes interrogantes surge el cuándo, cómo, por qué y para

qué de estos movimientos y sus formas de protesta. El ¿por qué? de estos

movimientos sociales constituye el análisis de este capítulo que vendría a

ser la variable dependiente de este estudio. Considerando que los

movimientos puesto en marcha específicamente en América Latina, posee

una especificidad muy propia al resto de los movimientos del mundo, se

auto-organizan para resolver problemas que no están dispuestos a postergar

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en aras de un futuro cambio social. Por eso, “toman iniciativas rápidas que

algunos han calificado como movimientos espontáneos” (Vitale, 1985)

En este sentido es necesario definir que son los movimientos sociales

y por qué surgen en un momento de crisis, a este respecto Ibarra (2000)

acota que:

Un movimiento social es una forma de acción colectiva, y la existencia de una acción colectiva implica la preexistencia de un conflicto, de una tensión que trata de resolver –haciéndolo visible, dándole dimensiones-esa acción colectiva. Pero –importante llamada de atención- no cualquier conflicto desemboca en una acción colectiva que toma la forma de un movimiento social.

AlainTouraine lo define desde la perspectiva de su propio análisis

sociológico denominado “Sociología de la Acción” evadiendo la tesis

estructuralista del accionalismo social que fue tomado por los modelos

estructuralistas y la teoría de las clases sociales, lo cual generaron un vacio

teórico con respecto a este término. “Touraine interpreta ciertos tipos de

acciones colectivas que han surgido acompañadas por nuevos actores

sociales, demandas novedosas, formas de acción y organización no

convencionales y por un conjunto de concepciones políticas y proyectos

socioculturales en ocasiones inéditos” (Castañeda, 2000).

Este enfoque manejado por Touraine permitió definir el por qué de los

movimientos sociales, mediante el enfoque accionalista, que ha permitido

detectar las acciones o intenciones contraculturales que giran en torno a

nuevas valorizaciones de demandas sociales. Con esta categoría, el mismo

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Touraine (1984), distinguió nuevas signos de organización y estilos de lucha,

logrando rescatar la heterogeneidad de lo social, lo que para Boaventura de

Sosa Santos es la diversidad e interculturalidad, para Touraine, esta

característica de los movimientos sociales, es lo que distingue lo social de lo

político, igual para Boaventura de Sousa Santos.

Touraine, se enfoca, para su interpretación y análisis en las

dimensiones culturales y sociales de las prácticas colectivas, “son los

actores sociales, a través de su acción los encargados de reinterpretar sus

normas y creencias, a las que les asignan nuevos valores, para rebasar los

límites que le ha impuesto la política.” (Castañeda, 2000).

Desde esta perspectiva, define a los movimientos sociales como

acciones colectivas, que buscan transformar las relaciones de dominación

social ejercidas sobre los principales recursos culturales. Los movimientos

sociales poseen un tipo de conducta colectiva, quizás de solidaridad, en las

luchas. La formula sociológica de Touraine para interpretar este fenómeno,

está en las mismas conductas colectivas y las luchas que son la clave para

analizar los conflictos sociales.

En este contexto un movimiento social “es una acción conflictiva

mediante la cual se transforman las orientaciones culturales y un campo de

historicidad en formas de organización social, definidas a la vez por normas

culturales generales y por relaciones de dominación social” (Touraine, 1995).

Algunos exponentes del marxismo definen el movimiento social desde

el punto de vista de la clase social, está de por si define una situación,

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mientras que el concepto en sí, de acuerdo con Touraine, es una acción, la

acción del actor, en este caso, el sujeto en sí. Es por ello, que el mismo

Touraine señala que es preferible hablar en “primera instancia de

movimientos sociales” antes que de clases sociales, en sus propias

palabras, manifiesta que los movimientos sociales están orientadas

culturalmente hacia la acción conflictiva, “de una clase social definida por su

posición dominante o dependiente en el modo de apropiación de la

historicidad, de los modelos culturales de inversión, de conocimiento y

moralidad” (Touraine, 1995). Por su capacidad organizativa, encuentra en

los movimientos sociales, agentes activos de cambio.

Es estos términos y de manera general, este autor, define a los

movimientos como acciones colectivas organizadas y entabladas contra un

adversario en un mismo entorno, aquí, es necesario admitir que dicha

definición posee matices que se les puedan adaptar al caso de los Chiapas

en 1994, un movimiento armado de indígenas y campesinos, que adversaron

la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) en México y para ese entonces

asumieron una actitud de adversidad, como acción de conflicto y se

desterraron en su propio hábitat, quienes retomando viejas demandas de

oprimido, plantean la necesidad de reconstruir un nuevo mundo, “un mundo

en el que quepan todos”.

Es en este sentido, que las viejas demandas propuestas en este

ejemplo es lo que indica Contreras (2008), que en lo político, estos

movimientos no emerge sino del reclamo de formas de ordenación

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simbólicas de la política (según Bourdeau), en la búsqueda de diversos

métodos de sobrevivencia y de participación, donde reclaman, democracia,

libertad y justicia, como signos distintivos que lo diferencia del resto de la

sociedad. Bajo este criterio gira el propósito de esta investigación.

2.2. Jurguen Habermas, el Sistema sobre el Mundo de la Vida.

Ante el fracaso de la razón burguesa de la sociedad capitalista puesto

en evidencia por sus aspectos deshumanizadores durante el siglo XIX, se

levanta, como una respuesta el pensamiento marxista y más adelante, el

pensamiento weberiano. La tarea de Marx fue la enfrentar y explicar los

argumentos puestos en práctica del capitalismo, en tanto Max Weber

conceptúa la expansión de la razón instrumental en las esferas económicas,

administrativas y jurídicas como la expansión de la razón instrumental, de allí

el manejo weberiano de la racionalidad burocrática.

Para Habermas, estas interpretaciones reduccionistas es lo que va a

enfrentar en su tesis, “tratando así de recuperar el legado del humanismo y

de la ilustración” (Unzueta, 1996). En su trabajo Teoría de la Acción

Comunicativa desarrolla un importante trabajo conceptual para explicar los

elementos que conforman la sociedad moderna, para Habermas,

considerando a Unzueta (1986), “La sociedad se muestra desde la

perspectiva del actor participante como mundo de la vida y desde la

perspectiva del observador como sistema”. A partir de allí, el autor en

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referencia distingue el concepto de sociedad mediante estos dos niveles,

donde cada uno presupone al otro.

Mediante la modernización del capitalismo ha predominado, según

aporta Habermas, un proceso selectivo de racionalización que conduce a la

colonización del mundo de la vida, en este sentido, es la conquista o la

imposición de la racionalidad burguesa o instrumental ante la racionalidad

sustantiva de los sujetos y es a través de la acción comunicativa lo que va a

dar cuenta razonada de las crisis y patologías de la sociedad capitalista

avanzada.

En la acción comunicativa, los sujetos logran comunicarse en el

horizonte del mundo de la vida para interpretar el mundo objetivo y el mundo

social que comparten, según su propio legado o acervo que les son propios

en su mundo que en su acción comunicativa van a afrontar en su mundo de

la vida las situaciones que se han tornado problemáticas, mediante acuerdos

entre los sujetos. Para Habermas, la misma tradición cultural compartida

entre sus miembros de una comunidad es un elemento constitutivo del

mundo de la vida. Este mundo de la vida intersubjetivamente compartido

constituye su trasfondo de la acción comunicativa.

Los movimientos de acción emergentes como respuestas a las

patologías sociales

Es el sistema que en la sociedad avanzada está por encima del

mundo de la vida, esta mediatización, según Habermas, se transforma en

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colonización del mundo de la vida, lo que da lugar a patologías sociales “sólo

cuando los mecanismos sistémicos expulsan a los mecanismos de

integración social de ámbitos en los que éstos no pueden ser sustituidos”

(Unzueta, 1996). En respuesta a las mismas patología y a la lucha de las

racionalidades interpuestas por un lado el sistema y por otro lado el mundo

de la vida como el entendimiento de participación es lo que conduce a una

mayor comprensión de la dinámica social, esto hace que la sociedad entre

en una etapa de crisis de racionalidad

La importancia del levantamiento de los movimientos en la acción

como emergentes, ha definido de manera teórica la nueva expresión que

hoy en día las Ciencias Política, Sociológica y Antropológica, maneja como

expresión social discursiva en contra de los valores impuestos por la

globalidad capitalista y como expresión de una nueva racionalidad

sustantiva, siguiendo a Habermas (1989)1, a través de la acción por las

patologías que afectan el mundo de la vida (entre ellos está el sujeto).

El Estado y la economía emprenden acciones contra el mundo de la vida y producen en él patologías y crisis. Estos sistemas despojan al mundo de la vida y la acción comunicativa se orienta cada vez menos hacia el logro del consenso. La comunicación se hace menos flexible, se empobrece y se fragmenta cada vez más, y el mundo de la vida aparece como un mundo envenenado al borde de la disolución (Ritzer, 1993:511).

1Exponente de la Teoría Crítica de la Sociedad de la Escuela de Frankfurt.

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A tal efecto, el mismo Habermas, recurre a las bondades

conceptuales de Marx al interpretar las luchas básicas en el seno de la

sociedad, mediante el conflicto entre el proletariado y los capitalistas, de las

formas explotadoras del sistema capitalista de donde Habermas se inclina

en el manejo de sus categorías, en la colonización del mundo de la vida por

el sistema de donde define a través de su formula conceptual las luchas que

se han venido produciendo a raíz de la crisis del mismo sistema. Considera

que el surgimiento de los movimientos sociales, según Seidman (1989:25),

Es por una mayor igualdad, una mayor autorrealización, de la preservación del medio ambiente y la paz (…), a pesar de la diversidad de intereses y de proyectos políticos de estos grupos heterogéneos, se han opuesto a la colonización del mundo de la vida. Para el mismo Habermas, el futuro se encuentra en la creación de un

mundo en el que el sistema y el mundo de la vida estén en armonía y se

enriquezca mutuamente en un grado superior de alianza.

Los conflictos que hoy en día se suscitan entre el mundo de la vida y

el sistema en vigencia ya no es por el reclamo de la distribución de los

bienes materiales que era el tipo de negociación al cual estaban asociados

los sindicatos o los partidos políticos, ahora se lucha por la reproducción

cultural y la socialización.

Los nuevos conflictos y los movimientos sociales asociados, se

derivan solo de los problemas que pueden resolverlos reconquistando el

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mundo vital por medio de la razón comunicativa, y por transmutaciones

concomitantes del orden normativo de la vida cotidiana.

3. Aportes desde la perspectiva marxista en la comprensión de los movimientos sociales

Los aportes del marxismo para la comprensión teórica del esquema

de los procesos de conflictividad social en América Latina son

fundamentales por razones tanto en lo teórico como a nivel de la práctica

revolucionaria y por su especificidad en el continente latinoamericano. Sobre

este aspecto vale la pena destacar los aportes teóricos conceptuales para la

explicación de los conflictos sociales, esto resume que a raíz de los

procesos histórico-social, la ciencia de la dominación, llámese positivismo,

ha inculcado a nivel ideológico una racionalidad científica sobre la

interpretación de los procesos históricos, que se asume al margen de las

determinaciones sociales, ubicándose del lado de la observación

contemplativa de los procesos sociales.

De esta manera la ciencia se pone al servicio de la dominación y

subordinación. “Esa concepción misma de la ciencia, en el campo de la

racionalidad instrumental, configura un saber de los hechos para el

mantenimiento del orden social existente, con efectos políticos” (Fonseca,

1997:57). Abordar la relación de conocimiento tanto de las formas de control

político, como las formas de participación política de los sectores sociales y

sobre el orden, discurso político, progreso, representatividad, coerción,

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consenso, desarrollo, poder, coerción, entre otros, representan el análisis

conceptual dirigido en la comprensión del aspecto simbólico que mantiene la

dominación y la participación a nivel político.

Aquí de lo que se trata es la búsqueda del camino que permita

reubicar en una dimensión crítica la dinámica que se gesta en el proceso de

producción de conocimientos, “la relación de lo práctico y lo teórico, cobra

nuevo significado, deben unificarse y convertirse en unidad-síntesis”

(Fonseca, 1998:56), esto es lo que permite, dentro del carácter marxista de

interpretación de la realidad, generar la epistemología del saber y hacer, es

decir: conocimiento-sociedad, conocimiento-historia y conocimiento-

intencionalidad.

En este sentido, interpretar los hechos que se han acaecido en el

continente Latinoamericano desde el paradigma científico, conduciría a la

comprensión e interpretación y a la vez en un modo de conocimiento de los

sectores organizados que les permita instaurarse en sujetos de acción

histórica. Por esta razón, a partir de la corriente marxista, no pretende

exponer sobre un tema tan complejo, sino simplemente esbozar algunos

puntos de vista sobre sus conceptos claves puesta al servicio de la Ciencia

Social para comprender la realidad de los procesos históricos.

Los aportes que a continuación se mencionan permitirán rescatar la

comprensión de los movimientos sociales, considerados por el autor de esta

investigación propuesta no definitivas para el análisis sociopolítico de los

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movimientos sociales, pero que a la vez conducen a entender la significación

histórica y sociológica de la misma:

a) Relación entre sujeto-conocimiento: La opción por un conocimiento

alternativo pasa por un proceso de reestructuración de la relación entre

sujeto-conocimiento, relación constituye el núcleo central del estudio

epistemológico para la comprensión de los procesos sociales y desde allí los

sectores populares, en su dinámica cotidiana, desarrollan sus luchas y en

ese proceso se convierten en sujeto-actores, ejemplo de ello, la misma crisis

económica desatada en la década de los ’90 del siglo XX, a consecuencia de

ella, se desata igualmente se va incrementando la conflictividad social. Es

una respuesta por las mismas experiencias vividas que buscan aportar

nuevas experiencias, es decir, se ofrecen respuestas reflexivas a la

pluralidad de los acontecimientos que conforman la cotidianidad.

Para darle mayor vigor a esta expresión, Fonseca (1998:63), indica:

“La vida cotidiana de los sectores subalternos está llena de expresiones

organizativas, participativas y movilizadoras que se articulan en una

multiplicidad de actividades de la más variada gama, intensidad y

significación”, es decir, que cada una de las cuales se constituye en espacio

propicio para dar contenido a la lógica emancipadora.

b) El concepto de totalidad: En 1923 el marxista húngaro George

Lukacs en su libro “Historia y Conciencia de clase”, postulaba que “lo

definitivo del Materialismo Histórico no era su énfasis en lo económico sino

en la totalidad” (Lukacs, 1984:126)

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Para Marx, el concepto de totalidad es la razón de la sociedad en

forma total, no a través del análisis fragmentado. Por ello, la concepción

metodológica para entender los hechos sociales desde la totalidad es la que

se refiere al estudio de la ciencia social misma, “considerada no como un

saber compartimentado, fragmentado, sino como una ciencia unitaria de la

sociedad”. (Vega, 2002:78)

La misma concepción metodológica de totalidad a la que se refiere la

ciencia social misma, la ciencia alternativa, transformadora, “es ciencia

unitaria de la sociedad, ciencia que comprende aspectos económicos,

sociológicos, antropológicos, pero en la que estos aspectos figuran como

“disciplinas” sino tan sólo como las facetas de un mismo problema y de una

misma ciencia: ciencia social”. (Silva, 1975:199.

El aporte de esta categoría, para Marx, en el estudio de los

movimientos sociales o cualquier contenido de la conflictividad social, puede

ser comprendido en relación con el todo, que a su vez se refleja en los

fenómenos del acontecer.

En cualquier categoría “se refleja el hecho de que la sociedad

representa una unidad dialéctica entre ser y conciencia, y por tanto es un

todo”. (Kofler, 1973:51)

Para el estudio de los acontecimientos fenomenológico de la

sociedad, tal como acontece con los movimientos gestados a partir de los

años ’90 del siglo XX, su comprensión se manifiesta a precisar la existencia

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de un conjunto de relaciones que constituyen una totalidad concreta, lo cual

permite entender la esencia de una totalidad.

c) La conflictividad social como dinamizadora de la historia:

Uno de los elementos más calificados pero a su vez menos conocidos en la

tesis de Marx es aquel que está relacionado con las clases y la lucha de

clases, por eso afirmaba “La historia de todas las sociedades que han

existido hasta nuestros días - escribió Marx en el Manifiesto Comunista

(exceptuando la historia de la comunidad primitiva, añade más tarde Engels)

es la historia de las luchas de clases”, esta famosa frase, como sentencia,

“es una célebre afirmación programática para el conocimiento respecto a la

conflictividad social como motor de la dinámica humana a través de la

historia” (Vega 2009).

La proposición básica de que las clases sociales, el conflicto de clase

y la conciencia de clase existen y desempeñan un papel importante en la

historia y así se va construyendo los procesos transformadores en la historia.

Cada una se constituye en su propio espacio, uno en su lógica de

dominación y la otra, en su lógica de emancipación.

Las mismas experiencias cotidianas de las clases populares en el

proceso de cambio, constituyen un evento abierto hacia la transformación, si

la ideología que absorbe sus hechos, se transforme en conocimiento crítico,

de esta forma y como tal, se considere como parte fundamental su identidad

y su proyecto de vida.

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En otros términos, las clases sociales son las que cumplen un papel

particular en la sociedad, y por ocupar un lugar en la producción, pondera

cierto tipo de relaciones sociales con las otras clases, resguarda sus

intereses, genera una serie de valores ideológicos y “culturales”, son

aspectos perennes en la contribución de Marx a la explicación histórica.

La incorporación de la noción de clase al análisis de la historia

significó para el devenir histórico y el estudio de los procesos políticos, por

parte de Marx, la construcción de una “sociología histórica”; es decir, “el

intento de encontrar nexos funcionales entre distintos grupos de la sociedad,

relacionarlos con la totalidad social, examinar las formas de conciencia

social, la ideología, el Estado, etc.” (Gandy, 1985:201).

Para Marx, las clases sociales se constituyen en el proceso de su

enfrentamiento, obteniendo identidades y diferencias a partir del

conocimiento de las formas de opresión, de los mecanismos de explotación

o de supremacía (en el caso de las clases dominantes)., En este sentido,

algunos sociólogos, filósofos e historiadores marxistas han enfatizado la

contribución de Marx, en el sentido de que las clases no existen al margen

de la lucha, sino que ellas se configuran como tales en el desarrollo de su

confrontación.

Destacar el papel de las clases en el devenir histórico, es romper con una interpretación mecanicista de la historia, que le asignaría a fuerzas “objetivas” externas distintas a los hombres mismos y por encima de ellos, una determinación fatalista. Una teoría de las clases enfatiza que la acción de los sujetos conscientes es el verdadero motor (Vega, 2009)

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El estudio y comprensión de los procesos históricos, es atraer la

historicidad de los procesos o pensar históricamente. Para que Marx pudiera

desarrollar su famosa tesis económica, aunque no fue un historiador, tuvo

que pensar y discernir en términos históricos. Con ello, como bien lo indica

Vilar, (1979:178) “lo que se quiere significar es que si El Capital, por ejemplo,

no es un libro de historia, su autor sí reflexionaba como historiador integral”.

Marx partió de una rica y compleja visión de totalidad, trabajó

esmeradamente con fuentes históricas, empleó una rica herramienta

conceptual que le permitió absorber la riqueza del material empírico

detallado. “En el fondo de cualquier trabajo de Marx subyace la mirada

histórica para interpretar el nacimiento, desarrollo y contradicciones de

cualquier proceso, sea de naturaleza económica, política, social o cultural.”

(Vega, 2009)

La necesidad histórica para comprender las acciones colectivas entre

las clases que conformas el espacio social, las confrontaciones entre esas

clases, sus intereses de clase, sus luchas para construir una teoría de la

acción social critica

4. El reinicio del ciclo de protesta social a partir de mediado de la década de los ’90 del siglo XX en América Latina.

El continente latinoamericano, en su conjunto, se adhirió a los planes

capitalistas, después de la Segunda Guerra Mundial con una propuesta de

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desarrollo en tres periodos. En el primer periodo con el proyecto

desarrollista de la Cepal, orientado por el economista Raúl Prebish, quien

propuso, luego de la Segunda Guerra Mundial el modelo de industrialización

para América Latina, Sustitución de Importaciones, “El proyecto se apoyaba

en pactos sociales entre sectores capitalistas y la parte organizada de los

trabajadores y un papel regulador con el Estado” (Houtart, 2007), para ese

entonces se habían instaurado gobiernos populistas que se enfocaban en

las economías de bienestar keynesiano, donde el Estado era el regulador de

la economía. Este primer periodo una vez fracasado, se instaló en la región,

sobre todo en los países del cono sur y de esta manera entra el segundo

periodo que consistió en la instauración del primer periplo de la gesta

acumulativa del neoliberalismo, durante el gobierno de facto de Augusto

Pinochet en 1973 en Chile

A finales de 1979, con la elección de Margaret Thatcher en el Reino

Unido y posteriormente Ronald Reagan en los Estados Unidos en 1980, el

neoliberalismo se sumerge en su etapa de globalización y en este periodo se

da el lanzamiento de la globalización del mundo impulsada por las elites

económicas, propagándose por el resto de Europa y toda Latinoamérica,

desde finales de la década de los ’80 del siglo XX y a comienzo de la década

de los ’90 siguiente, considerado como la tercera etapa, se propagó a los

países ex comunistas.

Desde ese entonces se llevó a cabo un periodo de supuesta

consolidación, en presencia de los denominado regímenes “democráticos” el

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saqueo económico, social y cultural o como muy bien lo anuncia Harvey

(2004), “acumulación por desposesión”, para el sostenimiento de la lógica

acumulativa del capitalismo sobreviviente, “aunque en este caso sea sobre

los escombros de la humanidad” (Terán, 2010).

Durante las dictaduras en América Latina, el despojo económico por

parte de las grandes transnacionales, tuvieron la complacencia de estos

regímenes, destruyendo los movimientos de tilde revolucionarios, diezmando

de esta manera, la intencionalidad de expresarse colectivamente en contra

de las políticas impuestas por los organismos multilaterales como el FMI, el

BM, el BID, que conformaron el Consenso de Washington. En lo

económico,según Houtart(2007):

El neoliberalismo significó para el continente en general, con pocas excepciones una reducción relativa del crecimiento de PIB y una serie de crisis financieras. Hubo también una ola de privatizaciones, en ciertos países equivalentes a una verdadera piratería a favor de intereses capitalistas, en gran parte extranjeros y se iniciaron los tratados de Libre Comercio (TLC), empezando en México en 1994. Los salarios reales bajaron, muy a menudo en una escala más alta que en los países de fuerte industrialización y se precarizó e l trabajo. Esto, evidentemente forjo aun más la pobreza, la economía informal y

el aumentos de las migraciones y se incrementa la desigualdad, la

corrupción y una pérdida paulatina de valores, y a decir de Atilio Borón,

(citado por Espeche, 2003) “se debilita hasta los grados extremos la

183

integración social y se disuelven los lazos colectivos y la trama de

solidaridades preexistentes”

Con la presencia de las políticas neoliberales en el continente y con

toda esta amalgama de deficiencias políticas, sociales, culturales,

económicas y hasta culturales, se comienza a desatar una ola de protestas

que forjaron el advenimiento de los nuevos movimientos sociales con

características multiétnicas, de donde abrieron espacios para las luchas

sociales.

Se gesta una nueva forma, desde el punto de vista sociológico, de

conflictividad social, pero algo ocurre con la expresión de nuevos

movimientos sociales en América Latina “sí podemos hablar de la existencia,

desarrollo y consolidación de nuevos movimientos sociales –de obreros,

campesinos, sin tierras, sin techos, aborígenes, negros, mujeres

ambientalistas, defensores de los derechos humanos y otros”. (Regalado,

2006:227).

Estas características se dieron el contexto latinoamericano, puesto

que sus luchas, su composición y sus formas organizativas y el resto de sus

características, responden a nuevos contenidos de lucha y formas más

avanzadas de dominación y explotación. “Son en su mayoría, sujetos o

actores sociales históricos, hoy organizados en nuevos movimientos”

(Regalado, 2006:277). En este caso Petras (2008:12), ha manifestado que

“Los movimientos y procesos de cambio en América Latina, pocas veces han

adoptado patrones uniformes, al menos durante los últimos cuarenta años”.

184

A finales de la década de los años ’60 del siglo XX y comienzo de los

’70, en los países del Cono Sur, los países del área Andina, del Caribe como

Guyana y Jamaica, eran países con gobiernos de izquierda con poderosos

movimientos sociales. En cambio, en países como Brasil, Venezuela,

Colombia, América Central, República Dominicana, Grenada y México,

gobernaban regímenes militares o de derecha civil (Petras, 2008:12).

A partir de mediados de los 70 del siglo XX, en pleno auge de

dictadura chilena y el hospedaje de las medidas neoliberales de Milton

Friedman con los Chicagos Boys y hasta mediado de los 80, el Cono Sur,

Brasil y los países del área andina, habían dictaduras derechistas militares y

neoliberales. En Nicaragua estaba comenzando a gestarse la revolución

Sandinista.

Para la década de los ’90, casi todos los países latinoamericanos

tenían gobierno civiles complacientes con el capitalismo, con una

“democracia representativa y un Estado débil ante el mercado, entre ellos,

Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, México y

América Central, en ese contexto se fueron gestando poderosos

movimientos campesinos, trabajadores del campo y la gente de los centros

urbanos en condición de pobreza. Estos vieron ante la coyuntura y la propia

crisis estructural que había dejado el programa de ajustes, encontraron

expresarse como movimientos poderosos de la región.

A raíz de los catastróficos resultados que había arrojado el

neoliberalismo en el continente, las acciones de los movimientos sociales

185

fueron adquiriendo más ímpetu y acción que fueron buscando alternativas al

neoliberalismo. Se fue gestando una nueva izquierda, ejemplo de ellos, las

primeras revueltas de los zapatista, en Chiapas en 1994, quienes en un

principio se opusieron a la firma del Tratado de Libre Comercio entre

Estados Unidos, Canadá y México, la aparición de los piqueteros

argentinos, el Movimiento en Brasil de los Sin Tierra, los indígenas cocaleros

en Bolivia, el movimiento indígena en Ecuador, las protestas surgidas en

Ecuador en el año 2000 y en Argentina en el 2001, fueran éstas acciones las

que fueron generando una nueva manera de hacer política de protestas en

el continente, como una apropiación de sus espacios desafiante ante el

orden establecido, que logro estructurar un conjunto de recursos discursivos

para intensificar la debilidad que existía en la región, producto de las

medidas capitalistas de ajustes estructurales. (Ver Gráfico 4).

186

Gráfico 4 Movimiento antisistémico en América Latina

Fuente: Martínez, 2012.

Esto fue una demostración del resquebrajamiento de los paradigmas

coloniales y de la “manifestación como sujetos identitariamente diferente,

como alteridad no-occidental” (Terán, 2010). Fue un proceso de

fragmentación, que generó una ruptura de mentalidad sujeta a la

racionalidad occidental, para convertir los espacios en aéreas de reflexión

anticolonial.

187

Para Wallerstein, estos movimientos, denominados movimiento

antisistémico mundial o movimientos altermundista se inicia a través de

momentos muy emblemáticos en la historiografía de los movimientos

populares, las protestas que empezaron a finales de 1999 con la reunión de

la OMC en Seattle. Allí movimientos y organizaciones sin aspectos en

común se encontraron para protestar. Eran los sindicatos obreros de los

Estados Unidos, movimientos indígenas de América Latina, en particular los

Zapatistas, campesinos sin tierra, mujeres, ecologistas, que finalmente

tenían todos los mismos adversarios.

Estas protestas surgieron durante todo un periodo largo, contra los

poderes del mercado y los poderes de decisión económica a nivel mundial:

el Banco Mundial, el FMI, la OMC, el G8, la Cumbre Europea y la Cumbre

Latinoamericana.

Por otra parte, se desarrollaron también encuentros en concordancias

con los movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales ONG.

Uno de los primeros fue El Otro Davos, (Houtart y Polet, 2000), que se

organizó en enero 1999, donde se dieron cita cinco movimientos sociales

importantes, el Movimiento de los Sin Tierras de Brasil, los sindicatos

obreros de Corea del Sur, las cooperativas agrícolas de Burkina Faso, el

Movimiento de Mujeres de Quebec y el Movimiento de Desempleados de

Francia, juntos con algunos analistas, como Samir Amín, Susan George,

Riccardo Petrella, entre otros.

188

Estos encuentros estimularon la idea de dar origen al Foro Social

Mundial de Porto Alegre, que se celebró por vez primera en el año 2001,

donde tuvieron gran participación, los presidente Lula da Silva de Brasil,

Hugo Chávez de Venezuela. En dicho Foro, con el slogan "otro mundo es

posible", se convierte en un proceso permanente de búsqueda y

construcción de alternativas, no limitándose exclusivamente a los eventos

que le den apoyo. El Foro Social Mundial es un proceso de carácter mundial.

Todos los eventos que se realicen como parte de este proceso tendrán una

dimensión internacional.

Para este Foro del 2001, se esperaban unas 4 000 personas y se

presentaron 20. 000. Al año siguiente, en el 2002, se encontraron 60. 000,

en el siguiente 100. 000. En Mumbai, en 2004, participaron 110. 000

personas. A Porto Alegre, en 2005, asistieron 155. 000. En 2006, el Foro

Social Mundial se descentralizó, en Bamako, Caracas y Karachi. Se

organizaron foros continentales en Asia, África, América, Europa; hubo foros

nacionales y foros temáticos.

Es bueno destacar el contexto donde se gestan estos grandes

movimientos globales que comenzaron a darle un giro a la interpretación

sociológica a las acciones sociales y a los agentes históricos que buscan

sean escuchados sus voces, por el rescate de su identidad, de la otredad.

Estos movimientos, de significancia planetaria han logrado además

“reconfigurar las agendas públicas de los Estados nacionales

latinoamericanos y otorgar nuevos significados al formato demo-liberal

189

occidental naturalizado como forma comprehensiva de las realidades de la

región” (Contreras, 2008:09), las demandas han sido las respuestas en tres

vertientes, la primera, se justifica por las demandas sociales en términos de

pobreza, desigualdad, hambre, desempleo, pérdida de valores, corrupción,

entre otros, en tanto, por su condición de actores sociales o como sujetos de

acción, buscan la ruptura del cordón umbilical con el sistema, con el proceso

histórico-estructural; la segunda vertiente, el rescate de sus espacios

territoriales de vida producto del saqueo y el tercero, por el reclamo de su

identidad como sujetos históricos.

En términos sociológicos y antropológicos, este nuevo panorama

político ha sido influido por las vertientes mencionadas y por los movimientos

de resistencias que han sido caracterizadas por las tendencias, que han

creado un nuevo paradigma en oposición al pensamiento único, según

Theotonio dos Santos. Para investigadores como Hardt y Negri (citados por

Houtart, 2007), han propuesto el término de multitud, para expresar su

reacción contra el neoliberalismo, considerados para ellos, una multitud de

agentes creativos2. Ellos, para Hart y Negri, forman un sujeto social activo a

partir de lo que las singularidades tienen en común. Un sujeto capaz de

comunicar y actuar como un todo. De esta forma, para los autores citados

por Houtart (2007:07), ya no mencionan movimiento popular, sino

movimientos de multitudes y de muchedumbre, porque la multitud no está

2Considérese que para hoy en día ya no se les reconoce como grupos espontáneos

190

fragmentada, anárquica o incoherente, puesto que en ella convergen una

gama de diversidades multiétnicas con varios fines.

Dentro de la misma idea, estos autores insisten en la importancia de

las redes de apoyo, comunicación y solidaridad, es decir, de convergencia,

pues en estos grupos, hay democracia, hay política y solidaridad. Pero el

término de multitud, no tiene aceptación política, porque solo es un concepto

manejado por Hardt y Negri y no como sujeto de acción quizás sin un fin

político.

4.1. La Epistemología del sur como alternativa de emancipación social.

Con el advenimiento a la palestra social y quienes han sido

invisibilizado durante toda la historia del capitalismo, por el poderío de los

monopolios, aparecen en respuesta, en palabras de Boaventura de Sousa,

nuevos “actores colectivos”, provocadas por la crisis socio-estructural que

habían sido estimuladas por las medidas económicas de ajustes, y en otrora,

por el vacío político que había dejado el neoliberalismo y que desde la

perspectiva de Basualdo (2002), “en esta crisis fue determinante la

cooptación por parte del poder económico de dirigente políticos y sociales”.

El mismo autor se refiere, en términos gramscianos de “transformismo” de la

dirigencia.

“Esto sumado al aniquilamiento de referentes sociales durante las

dictaduras, produjo un descabezamiento de las clases populares” (Espeche,

191

2003), este descabezamiento fue a consecuencia de que muchos de esto

dirigentes colaboraban con ciertas medida impuestas por el neoliberalismo,

como por ejemplo, con las reformas de ajustes y las privatizaciones de las

industrias. “En tanto los partidos político que representaban a la mayoría

homogeneizaron su discurso y sus prácticas, despegándose en algunos

casos de sutradición ideológica (Basualdo, 2002).

Toda esto generó una situación de vacío y un resquebrajamiento de

las iniciativas políticas que durante los gobiernos denominados por los

Dependentista “populistas”, se había articulados y tenían un proyecto

coherente de cambio y transformación social.

El enfoque que desarrolla Boaventura de Sousa, quien viene

estudiando minuciosamente la situación de acción colectiva, destaca el

término de “pluralidades despolarizadas” (de Souza Santos, 2008:166), lo

que sin duda significa que hay una ruptura epistemológica con aquellas

teorías que explicaban de manera muy mecánica la acción de los

movimientos sociales. Desde allí, Boaventura de Sousa acuña la posibilidad

de un concepto diferente de unidad de acción. Aquí Boaventura de Souza,

comienza a analizar la acción colectiva, no como “multitud”, sino como

actores colectivos, es decir, el vinculo entre los movimientos sociales con

organizaciones política bien fragmentadas ya no se trata de multitudes, ya

de lo que se trata es de una nueva dinámica a favor de las acciones

comunes, tal es el caso de la reunión efectuada en el Centro Martin Luther

King en la Habana en el año 2007, donde participan 50 movimientos sociales

192

con el tema: “América Latina: Movimientos Sociales, alternativas políticas y

paradigmas emancipatorios”. Ya aquí no se trata de asumir una forma de

negar la diversidad, siguiendo las propias ideas de Rebellato, como

paradigma emergente, de lo que se trataba era de superar el paradigma de

la simplificación sustentado sobre la base del pensamiento único. (Rebellato,

2000)

Asumir una nueva postura, no de resistencia, sino de convergencia,

donde la multiplicidad de agentes de cambios asuma el papel integrador de

los actores reunidos para manifestaciones de protestas, para el debate e

intercambio de experiencias, para la construcción de alternativas.

Para Boaventura de Sousa la construcción teórica de la

Epistemología del Sur, es buscar la ruptura de todo discurso abstracto sobre

la diversidad, por ello con Boaventura de Sousa se logra definir una

emergencia histórica de la diversidad que desafía la impronta abstracta y

universalista del los paradigmas de los discursos de la negación, de lo que

se trata es de lograr una alternativa que suponga un cambio de la

percepción de la realidad y de los mismos valores dentro de esa percepción.

En este caso, en su trabajo Epistemología del Sur, se trata de aprender del

sur “que es una comprensión del mundo mucho más amplia que lo que nos

da la comprensión occidental y que a pesar de ser cada vez más clara no

está todavía contabilizada en las soluciones políticas y teóricas que por

ahora tenemos” (De Sousa Santos, 2011).

193

Por eso su Sociología supone una ruptura con el universalismo

eurocéntrico al llamar a la producción de la Epistemología del Sur por medio

de una ecología de saberes donde estén sumados los científicos sociales

hasta epistemologías y saberes Otros producidos desde el Sur. “La ecología

de saberes es un principio epistémico fundamental en la obra de De Sousa

Santos que constituye el punto de partida dialógico que permite escapar del

monólogo monoculturalista eurocéntrico” (Grosfoguel, 2008)

El trabajo de De Sousa Santos, es de igual manera, una contribución

fundamental a descolonizar las ciencias sociales, su trabajo implica una

teoría critica de la descolonización producida desde el mundo occidental, se

trata de descolonizar la razón occidental, en diálogo crítico con el

pensamiento del Sur Global, y por ello afirma De Sousa Santos (2011)

Hay que aprender de toda la riqueza práctica y también teórica que en el Sur Global ha surgido en las últimas décadas. Por eso es necesario pensar que la diversidad del mundo es inagotable, por lo que hay una teoría general que pueda surgir y dar cuenta de toda esta diversidad.

En este contexto, las Epistemologías del Sur reflexionan sobre una

realidad que está en crisis, donde las injusticias y las desigualdades van

acompañadas de poder y hegemonía, ofrece un diagnóstico critico del ahora,

del presente que tiene como elemento constitutivo la emergencia de

reconstruir, expresar y legitimar opciones para una mejor sociedad, y eso es

lo que De Sousa plantea en su “anti-texto”.

194

De Sousa Santos justifica su posición y su propuesta por la crisis

profunda que vive la teoría crítica eurocéntrica, y se manifiesta de varias

maneras, según el autor, a) una de ellas es la respuesta a la crisis mundial y

los mismos conceptos que deben ser integrados como derechos humanos,

democracia y desarrollo, que durante la Guerra Fría fueron utilizadas para

impedir la emancipación, al igual que la palabra desarrollo para colocar al

lado la palabra subdesarrollo, “para que la gran mayoría de los pueblos del

mundo sean considerados, de un día para otro subdesarrollados.

La palabra desarrollo fue creada para generar ese efecto (De Sousa

Santos, 2008); b) la segunda crisis se manifiesta por la emergencia de los

cambios y no precisamente del sistema sino de civilización, “de

mentalidades, de sociabilidades, de maneras de vivir y de convivir. Por ello

hay una contradicción entre la urgencia de los cambios y la transformación

civilizatoria que se requiere” (De Sousa Santos, 2008); c) la tercera tiene que

ver con la pérdida de los sustantivos (De Sousa Santos, 2010), como

socialismo, comunismo, luchas de clase, reificación, fetichismo de las

mercancías, alienación.

Eran palabras que correspondían al lenguaje del pensamiento crítico,

muy utilizado para interpretar la situación económica y social de los países

“subdesarrollados” y eran muy utilizados por la teoría crítica eurocentrica

hasta quedarse ahora con los adjetivos. “Es decir, si la teoría convencional

habla de democracia, nosotros hablamos de democracia participativa,

radical, deliberativa; si la teoría convencional burguesa habla de desarrollo,

195

nosotros hablamos del desarrollo democrático, sostenible, alternativo (…)”

(De Sousa Santos, 2011), finalmente, d) la cuarta manifestación, la relación

entre teoría y práctica, como una relación fantasmal [sic].

La teoría crítica no ha reconocido que los cambios progresistas

efectuados han sido los grupos sociales, para ellos, estos están

invisibilizados, las mujeres, los indígenas, los campesinos, los obreros, entre

otros. “Así, se ha negado el proceso histórico a un conjunto de gente, de

actores que, además, no viven en las grandes ciudades urbanas como

pensábamos, siguiendo a Karl Marx” (De Sousa Santos, 2011). A partir de

esta idea, la relación teoría y práctica tiene una relación fantasmal, puesto

que la teoría no habla con la práctica y a la inversa.

Reinventar la emancipación social para De Sousa Santos, al pensar

en la diversidad del mundo, tiene que ver con la idea de diversidad e

interculturalidad y es allí donde parte de la premisa de que hay que

comprender el mundo, entenderlo y aplicarlo para la transformación social,

desde la Epistemología del Sur.

Es una reflexión teórica y epistemológica de De Sosa Santos que le

permiten estudiar las alternativas a la globalización neoliberal y al

capitalismo global que han diseñado por los movimientos sociales y las

organizaciones no gubernamentales en su lucha contra la exclusión y la

discriminación en diferentes campos sociales y en diferentes países. El

objetivo del proyecto radica en determinar en qué medida la globalización

196

alternativa podía ser producida desde abajo y cuáles son sus posibilidades y

límites.

Existen formas y maneras de pensar, sentir “de sentir pensando y de

pensar sintiendo”, actuar de diferentes formas de relación, de humanos con

no humanos, con la naturaleza. Por estas razones, la Epistemologías del Sur

parten del trabajo de otro subalterno, de la cotidianidad, de la diversidad, de

la interculturalidad, considerando el presente “como un pasado incompleto”

de cada hecho real a través de la Sociología de las ausencias y la Sociología

de las emergencias, que no es más que proponer una no una ciencia social

alternativa, sino un modelo diferente de racionalidad, es “expandir el

presente y contraer el futuro”, se trata de un presente más amplio, como lo

evalúa De Sousa Santos(2006:02):

“Sólo así será posible crear el espacio-tiempo necesario para conocer y valorar la inagotable experiencia social que está en curso en el mundo de hoy. En otras palabras, sólo así será posible evitar el gigantesco desperdicio de la experiencia que sufrimos hoy día. Para expandir el presente, propongo o una sociología de las ausencias; para contraer el futuro una sociología de las emergencias.