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CAPITULO 2 Los comienzos. Koala.

(1.985 – 1.986)

En el año 1.985 se celebraba la segunda reunión de la Asociación de Aviación Experimen-tal en el antiguo campo de vuelo próximo a la capital de Cáceres con un gran salto cuanti-tativo respecto a la primera.

Lorenzo Alzola terminó de construir el ultraligero Koala en la propia reunión de la A.A.E.

Habían salido de Vitoria llevándolo desmontado en dos vehículos y con la colaboración de Fernando Lahora, realizaron la culminación de su montaje y sus primeros vuelos de prue-ba.

Ese mismo día se realizaron vuelos de divulgación con un público atrevido que quería pro-bar el vuelo en el ultraligero.

Joaquín y Angelines también participaron del vuelo como representantes de la Asociación de Aviación Experimental.

A su regreso a Vitoria fue cuando decidimos compartir el ultraligero con el grupo Koala y comenzamos nuestra experiencia con pequeños vuelos de saltos, circuitos y vuelos de acomodación en el campo antiguo de Vitoria “General Mola”, que por aquel entonces se encontraba inutilizado por estar en funcionamiento el nuevo Aeropuerto Comercial de “Foronda” y se había convertido en unas campas de esparcimiento para la población en general, lo que nos obligaba a compartir espacio con otras actividades lúdicas.

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Valores como la cooperación, destinar un área de responsabilidad para cada uno y la gene-rosidad en el trabajo altruista, hicieron posible la permanencia en el tiempo del Grupo Koala.

Eran los comienzos de la aviación ultraligera y apenas existían reglamentos ni escuelas de formación, así que con nuestra experiencia aeronáutica, decidimos realizar un aprendizaje autodi-dacta en un campo seguro, amplio, no utilizado por otras actividades, sin tráfico aéreo y que estu-viera próximo a Vitoria, por lo que nos trasladamos al campo de “Numancia” en Garray (Soria).

Era un caluroso verano en Agosto de 1.985, se hacía necesario madrugar para aprovechar la atmósfera estable y que el aprendizaje resultara positivo.

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Al mediodía el aire se volvía turbulento por la acción de las térmicas y era el momento de cambiar la actividad del vuelo por la gastronomía, aseo, limpieza de las tiendas de campaña y sacos de dormir.

Cuando empezaba a caer la tarde retomábamos el aprendizaje del vuelo hasta que el Sol se ocul-tara en el horizonte.

Uno de los días de nuestra estancia, recibimos por sorpresa la visita de nuestros compañeros del Aeroclub de Vitoria.

Vinieron con dos avionetas a pasar el día y pudimos disfrutar de su agradable compañía, a la vez que el campo de “Numancia” parecía recobrar su vigor con una actividad aeronáutica inusual, has-ta que su partida nos devolvió nuevamente a la realidad.

Cuando el día daba el paso a la noche todo se transformaba.

La luminosidad del sol cambiaba por el cielo estrellado y los ruidos del rugir de los motores por el silencio interrumpido solamente por el cric – cric de los grillos.

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Momentos de recogimiento y ternura capaces de generar una nueva vida que florecería en la primavera del año siguiente fruto de Pablo y Encarna.

Aquellos primeros años fueron para el grupo Koala de “voladores nómadas” al no disponer de un campo de vuelo estable, así que pasamos por los pueblos de Zalduendo, Comunión y Maturana, todos ellos en la provincia de Alava, y al menos en Vitoria dispusimos de un han-gar precario en el antiguo aeródromo.

En el mes de Noviembre de 1.985 recibimos la invitación para participar en un programa te-levisivo titulado “DINAMO” en el que combinaban una actividad deportiva, principalmente mi-noritaria, con un grupo musical novel.

El rodaje se realizaría en Fuentemilanos (Segovia)

En nuestro caso, combinaron el vuelo en ultraligero con el grupo musical roquero de “Barón Rojo”

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Parecía que la aviación había vuelto a renacer con la aparición de los ultraligeros. Evidente-mente estaban de moda.

Eso hizo posible que participáramos en celebraciones de distinta índole.

Políticas, como en Calahorra (La Rioja) en Marzo de 1.986, donde nos recibieron maravi-llosamente y nos mimaron como ellos solos saben hacerlo, con su gastronomía y sus deli-ciosos vinos.

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No así con el protocolo, ya que nos colocaron debajo de los retratos de sus principales diri-gentes nacionales, si bien posiblemente desconocieran nuestras tendencias políticas.

Pequeñas fiestas, como en el pueblo de Lacunza (Navarra), donde con una furgoneta habilitada con megafonía y pintada con publicidad de Caja Laboral, anunciábamos la posi-bilidad de bautismos del aire y tirábamos caramelos desde el vuelo del Koala.

Grandes fiestas, como las patronales de San Mateo en Logroño en Septiembre de 1.986 donde se convertían en un festival aéreo con participación del ejercicio del aire y sus helicópteros junto con las brigadas paracaidistas.

Económicas, como las peticiones de realizar fotografía aérea que no llegamos a aceptar o como los realizadas para la empresa Expal en el lanzamiento de unas carcasas misterio-sas, que por la perspicacia de Pablo descubrimos que se trataba de investigaciones sobre lanzamientos desde el aire para “sembrar” de minas zonas arenosas o desérticas y que rechazamos rotundamente.

Colaboradoras, como en el picadero de Comunión (Alava) en los años 1.985 y 1.986, don-de conjugamos el vuelo en ultraligero con la hípica y los caballos, permitiéndonos conocer otra actividad y su mundo singular.

Asociación Aviación Experimental, participando Lorenzo Alzola en la 3ª Reunión Nacio-nal que se celebró en Fuentemilanos (Segovia) donde dio una charla sobre construcción y pasó a formar parte de la Junta Directiva como vocal.

Deportivas, como la participación en campeonato de España de Ultraligeros realizado en Sanchidrián en Mayo de 1.986.

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Participación en Castellón de paracaidismo.

Rallye aéreo Nuestra Señora de Loreto en 1.986

A finales de 1.986 conseguimos instalarnos de forma permanente en el hangar de un pri-mo de Fernando en la localidad riojana de Tricio, muy próxima a Nájera, donde supimos combinar el vuelo con los almuerzos de huevos al plato en el restaurante de carretera “Las Brujas”.

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Fueron tiempos de disfrutar de aquel primer “Koala”, totalmente abierto, fácil de pi-lotar, noble, con su molinillo de anemómetro y su garrafita de nivel de gasolina como úni-cos instrumentos y que como en cualquier aprendizaje no estuvo exento de algún peque-ño percance sin consecuencias.