CAPEL, HORACIO. Crisis de Los Modelos Urbanos. Una Mirada Hacia El Futuro

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  • 7/24/2019 CAPEL, HORACIO. Crisis de Los Modelos Urbanos. Una Mirada Hacia El Futuro

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    www.mercator.ufc.br DOI: 10.4215/RM2013.1202.0001

    Mercator, Fortaleza, v. 12, nmero especial (2)., p.7-27, set. 2013.

    ISSN 1984-2201 2002, Universidade Federal do Cear. Todos os direitos reservados.

    CRISIS DE LOS MODELOS URBANOS.UNA MIRADA HACIA EL FUTURO

    crisis of urban models. a look into the future

    Horcio Capel *

    Resumo

    H vrias dimenses ou escalas da crise urbana. Este artigo aborda o problema, considerando: 1) a criseda cidade espalhada amplamente nas ltimas dcadas, 2) a crise da megalpole e o novo papel das cidadesmdias e pequenas, 3) a crise da cidade competitiva e exitosa, 4) a crise do modelo de desenvolvimentoeconmico que foi mantido durante os ltimos dois sculos, a partir do debate sobre os limites docrescimento, 5) a crise do modelo de desenvolvimento neoliberal; 6) a crise da cidade capitalista e a possvelcrise do prprio capitalismo. El artigo defende a necessidade de um debate que, necessariamente, deve terum carter interdisciplinar. Termina com algumas consideraes gerais sobre como fazer o planejamento.

    Palavras-chave: Modelos urbanos, Crises do urbanismo, Politicas urbanas, Planejamento.

    Abstract

    There are several dimensions or scales of the urban crisis. This paper addresses the problem by considering:1) the crisis of the sprawl city widely difused over the past decades, 2) the crisis of the megalopolis andthe new role of medium and small cities, 3) the crisis of the competitive and successful city, 4) the crisisof the economic development model, that has been maintained for the past two centuries, 5) the crisis ofneoliberal development model; 6) the crisis of the capitalist city, and the possible crisis of capitalism itself.The paper advocates the need for a debate, which necessarily must have an interdisciplinary character. Thearticle ends with some general considerations on how to do the planning.Key words:Modelos urbanos, Crisis del urbanismo, Polticas urbanas, Planeamiento.

    Resumen

    Existen varias dimensiones o escalas de la crisis urbana. En este artculo se aborda el problema considerando:1) la crisis del modelo de la ciudad dispersa, ampliamente difundido en los ltimos decenios; 2) la crisisdel modelo de la megpolis y el nuevo papel de las ciudades medias y pequeas; 3) la crisis de la ciudadcompetitiva y exitosa; 4) la crisis del modelo de desarrollo econmico que se ha mantenido durante losltimos dos siglos, a partir del debate sobre los lmites del crecimiento; 5) la crisis del modelo de desarrolloneoliberal; 6) la crisis del modelo de ciudad capitalista, y la posible crisis del mismo capitalismo. Se deendela necesidad de un debate, que ha de tener necesariamente un carcter interdisciplinario. El artculo acabacon unas consideraciones generales sobre la forma de realizar el urbanismo.

    Palabras-Claves: Urban models, Crisis of urbanism, Urban politics, Planning.

    (*) Prof. Dr. da Universitat de Barcelona - Gran Via de les Corts Catalanes, CEP: 585 08007, Barcelona, Espanha, Tel/Fax: (+ 34 93) 333 34 66 / 333 0614 - [email protected]

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    INTRODUCCIN

    Estamos en una crisis grave, que posee muchas facetas, una de las cuales tiene que ver con laciudad. Parece haber un acuerdo en la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo, en general, ydel desarrollo urbano, en particular. Pero no se sabe bien lo que eso signica. Se entiende de muchas

    maneras. Al empezar a pensar en el tema surge una primera duda: crisis del modelo urbano o de

    los modelos? Porque los modelos que estn o pueden estar en crisis son muchos.Podemos, efectivamente, pensar en varias dimensiones o escalas de la crisis urbana; desdela ms especca a la ms general seran stas: i) la crisis del modelo de la ciudad dispersa,

    ampliamente difundido en los ltimos decenios; ii) la crisis del modelo de la megpolis y el nuevopapel de las ciudades medias y pequeas; iii) la crisis de la ciudad competitiva y exitosa; iv) lacrisis del modelo de desarrollo econmico que se ha mantenido durante los ltimos dos siglos,a partir del debate sobre los lmites del crecimiento; v) la crisis del modelo de desarrolloneoliberal; vi) la crisis del modelo de ciudad capitalista, y la posible crisis del mismo capitalismo.Seguramente es de todos esos modelos de los que debemos hablar, lo que convierte el debate en unejercicio sugestivo, que necesariamente ha de tener un carcter interdisciplinario.

    Los primeros modelos en cuestin son los que probablemente resultan ms fciles de examinar,y tal vez con mayores posibilidades de llegar a acuerdos; los otros plantean cuestiones ms generales,y se ven afectados por las posiciones ideolgicas previas de los que participan en el debate. A todoello podramos aadir todava la crisis del modelo urbanstico, de las polticas urbansticas, que sehan centrado tradicionalmente en los usos del suelo, en la construccin de viviendas y equipamientos,en los espacios pblicos, y que hoy los mismos arquitectos consideran que deben superarse. Debehacerse para dar paso a una reexin y unas prcticas ms decididamente sociales, territoriales y

    de contenido poltico, que tengan en cuenta las diversas escalas que se imbrican en el gobierno dela ciudad, la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos, la proteccin del medio ambientey las exigencias de una mayor participacin en la construccin de la ciudad.

    Para empezar, hablar sucesivamente de las diferentes crisis que he enumerado anteriormente.

    A continuacin, seleccionar aqu una cuestin que me parece especialmente relevante para enten-der los problemas de la ciudad actual: la poblacin y el trabajo. Tal vez debamos acabar con unasconsideraciones generales sobre la forma de realizar el urbanismo.

    LA CRISIS DEL MODELO DE LA CIUDAD DISPERSA

    La crisis del modelo de la ciudad dispersa tiene que ver, sobre todo, con el coste de laprovisin de servicios a la urbanizacin extendida por un amplio territorio. El abastecimiento deagua, desage y energa se hace muy costoso con la dispersin urbana. El consumo de espacio esexcesivo y afecta al medio natural. Y nalmente, la dependencia del automvil privado hace que

    sea muy elevado el coste energtico y la demanda de infraestructuras para la movilidad (carreteras,autopistas ). Frente a ello, se valora de nuevo la ciudad compacta, propugnada incluso en EEUU

    por el llamadoNew Urbanism1.La ciudad dispersa es un modelo muy difundido en Gran Bretaa, Estados Unidos y otros

    pases que tuvieron pronto un fuerte crecimiento del parque automvil. Tambin conoci una ampliadifusin en diferentes pases que desde la segunda o tercera dcada del siglo XX experimentaronuna ampliacin del poblamiento diseminado en las reas suburbanas; y en otros, ms tarde, conel desarrollo econmico que permiti a muchas familias o individuos acceder a ese medio detransporte2. En Estados Unidos circulan hoy tres vehculos de motor por cada cuatro habitantes3,y China se ha convertido en el primer productor mundial de vehculos de motor; las cifras deautomviles y camiones circulando en el mundo se encaminan ya a los 1.000 millones de vehculos.

    Los datos sobre el crecimiento del espacio urbano son impactantes en muchas grandes reasmetropolitanas, y dicho crecimiento ha contribuido a producir, en muchos casos, una urbanizacin

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    fragmentada. Los datos sobre uso del suelo muestran el crecimiento de las reas construidas y laprdida de suelo agrcola, lo que supone continuar la tendencia a la fragmentacin del paisajey el aumento de los impactos ambientales4.

    Los datos muestran que el crecimiento del rea urbanizada es mayor que el de la poblacin.Diversos factores inciden en ello (desde la construccin de infraestructuras a la demanda de msespacio para viviendas y equipamientos). Entre los cuales, tambin la tendencia que parece haberse

    difundido hacia considerar todo el espacio como potencialmente urbanizable. El caso de Espaaes signicativo en ese sentido.Las ciudades espaolas han aumentado su espacio urbanizado ms que la poblacin. Se

    permiti la clasicacin de excesivo suelo como urbano sin expectativas inmediatas, esperando la

    inversin futura. Lo que se ha llamado la dcada prodigiosa del urbanismo espaol (el periodo1997-20065), fue posible por los cambios en la normativa, que estableci la Ley del Suelo aprobadaen 1998 por el gobierno del PP, segn la cual todo era urbanizable si no se protega; ello aumentlas facilidades para el crecimiento, con la ausencia, e incluso la deslegitimacin, del planeamiento

    pblico (CAPEL, 2010 ). En esa dcada se visaron en Espaa 6,3 millones de viviendas, se iniciaron5,6 millones y se terminaron 4,7 millones. Las cifras anuales fueron aumentando en relacin conlas expectativas: se pudieron construir una media de 700.000 viviendas al ao cuando solo se nece-sitaban unas 250.00 anuales6. Adems, la legislacin y el planeamiento permitieron calicar comourbana una supercie en la que se podran construir millones de viviendas (algunos hablan de ms

    de 20 millones) si cambiara la coyuntura econmica. Se ha sealado que en Espaa en 2007 losayuntamientos tenan ya proyectadas ms de tres millones de viviendas, cantidad que supera verda-deramente las necesidades del pas, incluyendo las de carcter turstico, y segundas residencias7.La cifra de viviendas existentes en Espaa pas de 10,6 millones en 1970 a 17,2 millones en 1991(de ellas 68,2 % principales, y el resto secundarias o desocupadas); diez aos ms tarde, en 2001,haban pasado a ser de 20,94 millones (67,3 % principales), y en 2010 ascenda a 25,8 millones. A

    pesar de esas construcciones y del suelo disponible y en contra de lo que vaticinaban los defensoresde la citada Ley de 1998 - , se produjeron aumentos desmedidos de precio de las viviendas: entre

    1995 y 2007 el precio de la vivienda se multiplic por 3,4, pasando de 614,8 euros /m a 2.085,5m en la ltima fecha8.

    La Ley de Rgimen del Suelo y Valoraciones de 1998, aprobada por el gobierno de derechasdel Partido Popular, fue la que, efectivamente, permiti el aumento del suelo urbano y de lasviviendas. Frente a la legislacin anterior (desde 1956), que calicaba el suelo en urbano,

    urbanizable y no urbanizable, esta ley estableca que todo era urbanizable a no ser que se protegieraexplcitamente. La Ley del PP dio lugar a planes urbansticos sin ningn control pblico e impuls,sin duda, la especulacin inmobiliaria con un amplio conjunto de recalicaciones descontroladas.

    Las expectativas de benecio incrementaban continuamente el precio del suelo y de la vivienda, y

    eran alimentadas por este crecimiento. La Ley permita la amplia recalicacin del suelo agrcola

    como suelo urbano e hizo posible una especulacin desenfrenada, facilitando un crecimientodesbocado en reas costeras y de montaa, y la creacin de urbanizaciones dispersas sin garantade servicios pblicos del suelo (NAREDO 1996, entre otros).

    Los trabajos de Jos Manuel Naredo respecto a Madrid (GONZLEZ REVERT, 2002;MUOZ, 2004 y 2008 ), los de Francesc Muoz y otros sobre la dispersin urbana en Catalua(BURRIEL, 2008 y 2009), los de Eugenio Burriel sobre la Comunidad Valenciana, o los de IvanMurray sobre las Islas Baleares9, entre otros, han puesto de manifesto el despilfarro de suelo a quedio lugar esa legislacin de 1998, y el desordenado y exagerado crecimiento urbanstico que

    produjo esta posicin ideolgica ultraliberal contraria a la intervencin pblica en la ordenacin delterritorio, y que permite un crecimiento dirigido por las empresas y no por los intereses generales.

    El nuevo gobierno socialista modic en 2007 dicha ley, volviendo a la distincin entre dos

    situaciones del suelo, rural y urbanizado (art.12), en relacin con las caractersticas actuales delsuelo y su potencial agrcola; y estableci que la calicacin del suelo como urbanizable haba de

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    hacerse en relacin con necesidades que lo justiquen, de forma motivada, reduciendo la capacidad

    de actuacin de los promotores inmobiliarios (art. 16.3). Segn la nueva Ley para escriturar unadeclaracin de obra nueva sera preciso disponer previamente de la licencia de obra. Al mismotiempo estableci que las Administraciones deban reservar el 30 por ciento del suelo residencialde las nuevas unidades de actuacin para viviendas sujetas a un rgimen de proteccin pblica, oviviendas protegidas. La Ley de 2007 trataba de establecer un nuevo marco legal que permitiera el

    control pblico de la urbanizacin.Pero el resultado de las elecciones de noviembre de 2011, con el nuevo triunfo del PartidoPopular, ha vuelto a modicar la situacin. En mayo de 2007 el PP anunciaba (a travs de Cristbal

    Montoro, actual ministro de Hacienda, y de lvaro Nadal) que, si ganaba las elecciones, la Leydel Suelo liberalizara nuevamente el suelo. Segn el punto de vista del PP la responsabilidad del

    boom inmobiliario fue el excesivo control del poder pblico sobre el terreno urbanizable, frentea lo cual se haca preciso , otra vez, establecer que todo el suelo es urbanizable, salvo que est

    protegido. Segn los dirigentes del PP eso permite incrementar el terreno urbanizable y conseguirla cada de los precios del suelo, lo que resulta maniestamente impugando por la evolucin de los

    precios en los aos de vigencia de la Ley de 1998. Aunque la nueva Ley, segn los responsablesdel nuevo gobierno no resulta urgente, ya que existe un exceso de stock de suelo urbanizable, seintenta activar la puesta en marcha de ella para dinamizar el sector de la construccin.

    La ciudad dispersa va unida muchas veces a la falta de planeamiento, y al dominio de lainiciativa privada en la construccin urbana. Lo que tiene tambin otras consecuencias negativas,de las que hablaremos ms tarde.

    Lo que hoy se pone en cuestin, en lo que se reere al modelo de la ciudad dispersa, es la

    prioridad de los intereses inmobiliarios para la promocin de vivienda, y los intereses de lasempresas automovilsticas y de petrleo, defensoras de la continua extensin de las infraestructurasy del uso del automvil. Es preciso, sobre todo, mejorar los sistemas de transporte colectivo; eneste sentido, se han propuesto reiteradamente medidas para mejorar la conectividad y la mejora delhabitat urbano, por ejemplo la Carta de Ciudades Europeas de Leipzig 2007.

    Se hace necesario una actitud decidida contra el despilfarro, contra el consumo de energa yel uso del automvil privado; en denitiva, el cuestionamiento de la ciudad dispersa en un mundo

    de ms de 7.000 millones de habitantes crecientemente urbanizados.La ciudad dispersa ha sido considerada una anti-ciudad, una anti-polis, que se aparta de la

    forma de ciudad tal como se ha entendido tradicionalmente. Lewis Mumford fue el que primeramentela caracteriz como anti-city, y consider que era por naturaleza fragmentaria ya que cualquier

    punto puede ser construido por cualquiera en cualquier parte y en cualquier momento; esa es lafrmula ideal para producir la desintegracin urbana total10. Otros muchos han seguido luego esemisma senda crtica en varios pases; una reciente aportacin crtica espaola ha insistido en quela anti-polis, que l calica de Antpolis, responde a una concepcin diferente a la ciudad clsica

    conocida, heredada de la polis griega, es la ciudad sin permanencia, sin diversidad, sin memoriay sin consistencia11. La ms caracterstica de esta anti-polis sera el Cinturn del Sol de EstadosUnidos, con suburbios indiferenciados, sin centralidades claras, sin carcter, sin diversidad y sin

    jerarqua, la ciudad de ningn-lugar, sin memoria, con dicultad de acceso al centro urbano, si lo

    hay, ya que las circunvalaciones evitan el centro y provocan su decadencia (GARCA VZQUEZ,2011, p. 58 ss).

    LA CRISIS DEL MODELO DE LA GRAN CIUDAD Y EL NUEVO PAPEL DE LAS CIUDADESMEDIAS Y PEQUEAS

    En la actual fase de Urbanizacin Generalizada las regiones urbanas se extienden ampliamente.

    Las ciudades medias, e incluso las pequeas bien conectadas, pueden tener ventajas comparativas,especialmente en lo que se reere a la calidad de vida de sus habitantes (CAPEL, 2009 ).

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    Ms de la mitad de la poblacin mundial es ya urbana. En 2009 segn los datos de NacionesUnidas la poblacin urbana superaba ya estadsticamente a la rural; pero sin duda era todava mselevada, por la generalizacin de las pautas de comportamiento urbano. Son muchos los datos quelo conrman, y muestran que estamos ya en el umbral de la Ciudad Universal. Entre ellos los del

    Instituto de Anlisis de Mercado Emergente de Credit Suisse, basados en proyecciones de NacionesUnidas y que estiman que en 2050 el 70 por ciento de la poblacin mundial vivir en ciudades (El

    Pas, 15 de abril 2012, Negocios, p. 22 ).En la fase en que ya estamos, el papel de la ciudad se modica, la gran ciudad se hacegigantesca e inhabitable. En muchos casos, la movilidad cotidiana para el acceso al trabajo en lasgrandes reas urbanas o metropolitanas se realiza a grandes distancias y, sobre todo, con grandescostes econmicos y de tiempo. Lo cual supone graves problemas para la calidad de vida, con du-raciones de viaje de hasta cinco y seis horas para los viajes de ida y vuelta, ms diez o doce horasde trabajo, lo que deja reducido tiempo para la comida, aseo, relaciones familiares y descanso12. Almismo tiempo aumentan la congestin y las dicultades de acceso al centro de negocios.

    El automvil permite una gran libertad de movimientos individuales. Pero los urbanistasreconocen ahora que como ha dicho uno de ellos- el coche es el invento ms apocalptico detodos los tiempos; ms an que la bomba atmica porque est por todo el mundo y no tiene vueltaatrs (KENNETH FRAMPTON El Pas, 6 de junio 2011, p. 44.). Las consecuencias de su difusin,estimulada por la industria del automvil, estn siendo muy fuertes desde muchos puntos de vista,y se hace preciso regular y limitar su uso en general y en las ciudades, en particular.

    Las crticas a la dependencia del automvil de uso individual se han incrementado en los ltimosaos, a la vez que el debate sobre las medidas posibles para disuadir de su utilizacin en las ciudades.El camino pasa por las limitaciones del uso del automvil privado, la insistencia en la importanciade los transportes pblicos y los estudios sobre el coste del transporte a las reas periurbanas deviviendas unifamiliares, para mostrar la necesidad del habitat compacto; la ordenacin de la ciudady el territorio puede atenuar los problemas ambientales. Las noticias son cada vez ms alarmantes,no solo sobre la incidencia medioamiental sino tambin sobre la salud: una y otra vez se conrma

    las consecuencias de los combustibles, y especialmente el gasleo sobre el aumento del cncer13.En la fase actual de Urbanizacin Generalizada el automvil privado debe ser sometido a fuertes

    limitaciones y la movilidad asegurada por redes de transporte pblico14. Es importante asegurar laconsolidacin de nuevas polaridades que aseguren los servicios esenciales a toda la poblacin, ytratar de conseguir la proximidad entre residencia y trabajo.

    En esa situacin, las ciudades medias y pequeas bien conectadas se constituyen como unaalternativa al modelo dominante; representan la posibilidad y la necesidad de congurar nuevas

    polaridades regionales15, y formas de policentrismo frente a la ciudada amorfa.

    LA CRISIS DE LA CIUDAD COMPETITIVA Y EXITOSA

    Desde los aos 1980 frecuentemente se ha puesto nfasis en la ciudad competitiva y exitosa.Pero hoy muchos consideran que es preciso cambiar ese modelo de competencia interurbanainternacional, que tiene tambin consecuencias negativas.

    Estariamos en un mundo controlado por grandes ciudades, las que fueron calicadas por Saskia

    Sassen como Ciudades Globales. Dichas ciudades (en un primer momento, Nueva York, Londres yTokio) eran presentadas como lugares de concentracin de empresas industriales, nancieras y de

    servicios, con capacidad para tomar decisiones que afectaban a escala mundial. En la estela abiertapor esa obra, muchas ciudades aspiraron a ser consideradas globales. Cules son estas urbes y lajerarqua mundial de las redes de ciudades ha dado lugar a numerosas investigaciones, cada vezms anadas; esos estudios han permitido encontrar otras muchas, menos globales pero todava de

    inuencia mundial.

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    El examen de diferentes tipologas que se han propuesto para identicar las ciudades ms

    dinmicas, muestra la necesidad de nuevos marcos tericos que tengan en cuenta los cambiostemporales que se han producido, y las consecuencias sobre la jerarquizacin de ciudades globaleso de inuencia mundial.

    Veinte aos despus de la primera formulacin, el mito de las ciudades globales persiste y hapermitido identicar varias decenas. Un trabajo de Jos Gavinha ha insistido en que la composicin

    del capital global es ms compleja que nunca, y es cada vez ms difcil discutir quin controla a quin,o a quin representan las empresas ubicadas en cada ciudad. Ha sealado que en estas dos dcadasha habido cambios en el signicado de los diferentes sectores econmicos, y una disminucin del

    papel de las grandes ciudades globales primeramente identicadas, as como la aparicin de otras

    en diferentes continentes. Igualmente ha mostrado la necesidad de una dimensin temporal en losanlisis y jerarquas de ciudades globales, a la vez que, con referencia a las tres ltimas dcadas,se han identicado varias fases con combinaciones de sectores en expansin o en recesin. En

    relacin con ello, la importancia y composicin de las concentraciones de sedes corporativas haido cambiando, y los cambios en las cuotas de ventas de empresas Top 500 basadas en Tokio (de 26% en 1994 a 9 % en 2006) o en Nueva York (de 16 % en 1984 al 8 % en 2006) son claro ejemplode cun profundos estos cambios pueden ser (GAVINHA, 2008 ).

    Ha destacado asimismo la necesidad de prestar atencin a la naturaleza del poder. Dicho ensus palabras: si bien hay acuerdo en la consideracin de las ciudades mundiales como los lugaresdesde donde se dirige a la economa mundial, los actores y los procesos relacionados con este tipode comando deben ser mejor examinados. Se puede concluir que los procesos de globalizacinno son homogneos y que, por tanto, hacen falta nuevas tipologas ms exibles y que tengan en

    cuenta criterios ms numerosos que hasta ahora.Entre las ciudades exitosas una de las ms conocidas es Barcelona, y el que se llam modelo

    Barcelona, un modelo que se congur con las medidas que se adoptaron en los aos 1980

    (recualicacin de la periferia, participacin ciudadana, rehabilitacin, urbanismo de bajo coste por

    la crisis), pero que cambi fuertemente de contenido en los aos 1990, y se vincul crecientemente

    con el neoliberalismo, la concertacin pblico-privada, el nfasis en la competencia mundial, y enla imagen. En qu ha fallado Barcelona es una cuestin que puede plantearse en estos momentos,tras el xito internacional de la ciudad (CAPEL 2010 b ).

    Ha habido muchas decisiones equivocadas en este periodo en que las ciudades (es decir lospolticos y los tcnicos que tenan la capacidad de decidir) estuvieron obsesionados con lacompetitividad internacional: especialmente la concesin de facilidades excesivas al capital inter-nacional, industrial, inmobiliario y nanciero, as como excesivo nfasis en la ciudad postindustrial.

    Los procesos de privatizacin y desregulacin que se han producido durante la fase lgida dedominio neo-liberal magnicaron el papel y la importancia del sector privado, al que se transrieron

    numerosos servicios que antes eran privativos de la administracin pblica.

    Tambin fue excesiva la obsesin por atraer creativos, proporcionndoles ambientesagradables, equipamientos culturales y deportivos. Un obsesin que poda ir unida, como en elcaso de Barcelona, a la destruccin de espacios que eran muy apropiados para ellos (como podanser los recintos fabriles del Poblenou)16. En realidad el nfasis esencial debera haberse puesto enconvertir en creativos a los ciudadanos, a su propia poblacin, empezando por los nios y los

    jvenes. La preocupacin debera haber sido la educacin y el bienestar de los ciudadanos, lo queno se hizo sucientemente.

    La obsesin por la ciudad competitiva y exitosa a escala internacional debe dejar paso a unapreocupacin prioritaria por la mejora de las condiciones de vida de los habitantes de cada ciudad.Podramos pasar de la ciudad competitiva a la ciudad colaborativa y solidaria? Cmo deberamoshacerlo?

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    LA CRISIS DEL MODELO DE DESARROLLO ECONMICO Y SOCIAL DE LOS LTIMOS DOSSIGLOS

    El crecimiento desbocado que se produjo durante las dcadas de 1950 y 60 dio lugar a lapolmica de los lmites del desarrollo, a partir de diversos informes sobre ello17. Un debateacentuado hoy por la constatacin de la magnitud del deterioro del medio natural en nuestro planeta

    y de la trascendencia que tiene la huella ecolgica del desarrollo y de la urbanizacin.Los cambios ambientales se aceleran a partir del siglo XIX, con la Revolucin Industrial, queintensic la capacidad tecnolgica, el crecimiento de la poblacin mundial, y con el aumento del

    consumo y la movilidad.Corregir la naturaleza, mejorarla por medio del arte o de la tcnica era un ideal que tena un

    sentido cuando Aristteles lo formul por primera vez, y la poblacin tena unos 100 millones depersonas. Segua teniendo sentido unos dos mil aos ms tarde, cuando en el Renacimiento Albertiexpres ese mismo ideal, o en el siglo XVIII cuando, como se enseaba a los ingenieros militaresque se formaban en la Academia de Matemticas de Barcelona, era importante transformar con elarte los defectos de la naturaleza. En ese momento la poblacin del mundo no llegaba a los 800millones, y a comienzos del XX no pasaba de los 1.800 millones.

    Pero hoy con ms de 7.000 millones de personas en el planeta (el doble que hace solo mediosiglo) las cosas han cambiado de forma importante, y la capacidad tcnica es ahora inmensa, y enalgunos aspectos supera a la naturaleza: en capacidad erosiva normal, en la degradacin de la

    biosfera o en la modicacin del clima con los efectos sobre el calentamiento global, o la capacidad

    para producir catstrofes de origen tcnico (como prueba la de Chernbil, o las que podra producirla ingeniera gentica), con efectos irreversibles sobre nuestro planeta. El hombre est creando unsegundo mundo dentro de la naturaleza, algo que ya intuy Cicern hace dos mil aos pero queen los ltimos dos siglos ha adquirido unas proporciones inmensas, y permite hablar, como ya sehabla, de una Post-Humanidad, y una Post-Naturaleza.

    El problema de los residuos y la contaminacin, el aumento de la la huella ecolgica de la

    urbanizacin y de la industrializacin ha sido cada vez ms acusado. Se ha calculado que entre 1790y 1980 el consumo medio diario de un norteamericano se ha multiplicado, al menos, por veinte(REES & WAKERNAGEL, 1996, p. 226 ).

    Nunca se han producido tantos alimentos, gracias a los avances tecnolgicos y a la llamadaRevolucin Verde. Pero, al mismo tiempo, nunca ha sido tan elevada la cifra de poblacin mundial,y nunca tan alta la demanda de alimentos. Por eso, a todos los problemas existentes se unen todavalos riesgos de la malnutricin, e incluso del hambre para una parte de la Humanidad.

    Los mapas del hambre de la FAO muestran una indudable reduccin de la desnutricin enel mundo desde 1970 hasta hoy18. Y sigue en los ltimos aos, cuando se ha pasado del 20 porciento de la poblacin con desnutricin en 1992 al 17 por ciento hoy, lo que es muy signicati-

    vo por el crecimiento de la poblacin mundial en este periodo. A pesar de todo, todava quedanmuchas personas mal alimentadas en el mundo, una cifra que la FAO calcula en 854 millones. Loque es inaceptable con las condiciones tcnicas y nancieras que tenemos hoy. Pero, lo que es ms

    importante, la gravedad del problema puede aumentar en el futuro.Los informes de la FAO sealan los riesgos que existen y que se relacionan con el aumento

    del precio de los alimentos bsicos. Lo cual tiene que ver con varios factores. Uno el aumento dela demanda por el desarrollo econmico de China, India y otros pases, que supone el consumo demayores cifras de alimentos (en China se ha multiplicado al menos por dos el consumo de carne porhabitante en los ltimos veinte aos). Pero tambin, y esencialmente, por la demanda de productosagrcolas para biocombustibles que tratan de limitar el cambio climtico, a la vez que su uso se veestimulado por el aumento del precio del petrleo. La idea de que el uso de los biocombustiblesaumentar el hambre en el mundo parece sucientemente seria para tomarla en cuenta. El conicto

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    entre la comida y la energa (al que ha aludido Jean Ziegler en numeosos libros y artculos) pareceque se resolver en perjuicio de los ms dbiles, los pobres de los pases menos desarrollados.

    Finalmente, existen razones vinculadas al sistema nanciero, la especulacin con alimentos

    considerados como materias primas, las inversiones en los mercados de futuros El temor a laescasez impulsa a algunos pases a limitar las exportaciones, lo que contribuye al aumento de los

    precios de esos productos y hace aumentar la espiral de los precios.

    El aumento del precio de los productos agrcolas puede beneciar a los campesinos de lospases menos desarrollados, pero no es seguro que ese benecio sea para todos, y adems est

    vinculado al proteccionismo agrcola de la UE y EEUU. Y en todo caso, no benecia a los que no

    tienen tierras, que son la mayora de la poblacin.Sin duda todo ello impulsa a plantear nuevamente el problema de la reforma social en el

    campo, de la innovacin en las reas agrarias, de la solucin al comercio injusto. Un debateimportante se plantea entre los partidarios de los transgnicos y los de la agricultura tradicionaly el uso de mtodos ecolgicos, ms respetuosos con la naturaleza. Existe un enfrentamiento entrela agricultura familiar, que puede mantenerse y prosperar con formas de asociacin y cooperati-vismo19, y la gran explotacin agrarias intensivas en capital para la adquisicin de semillas,

    fertilizantes, pesticidas, maquinaria y acceso al agua, as como para la buena posicin en loscircuitos de comercializacin.Los problemas son dos: el de los agricultores y el de los consumidores de los productos

    agrarios. Los primeros exigen precios altos y medidas sociales que mantengan el nivel de vida delos trabajadores. El segundo precios bajos y agricultura intensiva.

    Por otra parte en lo que se reere al consumo, el problema no es solo la posible falta de

    alimentos sino el acceso a ellos. El mundo actual se caracteriza por exceso de alimentos en unoslugares, e incluso problemas de sobrealimentacin y obesidad por el consumo excesivo, y dcit

    de ellos en otros, por las bajas rentas de los consumidores y la imposibilidad de adquirirlos al preciode venta. En algunos casos, solo el recurso a la donacin de alimentos permite, momentneamente,evitar la desnutricin de la poblacin.

    La demanda creciente de alimentos para la poblacin del mundo, va unida a espacios agrariosafectados por la extensin de la urbanizacin y la desaparicin de suelos frtiles en llanurasaluviales sobre las que se extiende sta, al coste creciente de la produccin agraria debido a losinsumos necesarios (energa, abonos, pesticidas), a la menor capacidad de regeneracin biolgicade los ecosistemas debido a la huella ecolgica y, nalmente, al hecho de que las reas dedicadas a

    productos alimentos experimentan la competencia de las que se dedican a producir biocombustibles20.Simultneamente, la produccin de mercancas es paralela a la produccin masiva de

    residuos y, por consiguiente, de riesgos. Se toman decisiones sobre la explotacin de recursosno renovables que deberan ser patrimonio de la Humanidad, estn localizados en estadosconcretos y son controlados por oligarquas no democrticas y a veces corruptas.

    Se produce una acumulacin de residuos producidos localmente y almacenados localmente,pero con efectos a escala global y sobre todas las capas de la poblacin, incluso entre los que noproducen ni consumen. Aumenta la contaminacin de los acuferos, que hacen inutilizables losmantos freticos.

    El crecimiento econmico general y el de las ciudades se ha hecho a costa de la explotacinde amplias reas. Como ha escrito Jos Manuel Naredo, el principal problema reside en que lasostenibilidad local de las ciudades se ha venido apoyando en una creciente insostenibilidad globalde los procesos de apropiacin y vertido de los que dependen (NAREDO, 1996 y otros.).

    Numerosos informes de instituciones internacionales han insistido en la necesidad de undesarollo econmico sostenible, y en que economa y ecologa no deben ser enemigas sino

    potencialmente aliadas. Han sealado la necesidad de coordinar el sistema econmico y elsistema ecolgico.

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    Crisis de los modelos Urbanos. Una Mirada Hacia el Futuro

    La Humanidad y el planeta Tierra estn amenazados con la actual forma de crecimientoeconmico y de desarrollo social. Numerosos clculos sobre el impacto humano en la faz de la Tierra(desde la huella ecolgica al llamado metabolismo socioeconmico), tienen ya hoy una presenciainstitucional, y conrman la trascendencia de las transformaciones que se estn produciendo 21.

    Tambin se habla de la necesidad del decrecimiento. Pero ms all de ello, es convenientehablar de crecimiento de suma cero, en el que el desarrollo de los ms pobres ha de hacerse a

    costa de la riqueza de los ricos. La ciudad actual es insostenible y debe modicarse profundamentereduciendo su huella ecolgica, lo que solo puede conseguirse con la moderacin del crecimientogeneral y del consumo; y con cambios profundos en el sistema econmico dominante, en particular,

    para empezar, el modelo neoliberal.

    LA CRISIS DEL MODELO DE DESARROLLO NEOLIBERAL

    El pensamiento neoliberal ha expresado reiteradamente la fe absoluta en la capacidad delmercado para lograr situaciones de equilibro econmico y bienestar, y sostiene que laadministracin pblica no debe intervenir en subvenciones, ayudas o regulaciones. El resultado hasido la crisis que sufrimos.

    Los procesos de privatizacin de empresas pblicas se extendieron e intensicaron durantela ola neoliberal. En Europa la UE impuls dichos procesos, en los ferrocarriles, en la energa, elagua y en tantos otros. Por ejemplo, en correos, una institucin que en todos los pases ha sidofundamental para la organizacin de los Estados del siglo XIX, motivo de orgullo para losciudadanos, ha sido o est siendo desmantelada por los gobiernos en benecio de las empresas

    privadas de comunicacin y transporte.Esa desvalorizacin de las empresas pblica era interesada y no corresponda al funcionamiento

    real de la economa. En general, las empresas pblicas funcionaban bien y eran ecaces y tiles.

    Es posible que en algunos casos se hubiera llegado a situaciones de anquilosamiento en dichasempresas, y a actitudes acomodaticias y parsitas por parte de los empleados. Pero la solucin, sin

    duda, poda haberse encontrado dentro de las mismas empresas y de la administracin pblica, conmedidas drsticas de reforma.Se difundi la idea de que los mercados nancieros eran, como se ha escrito, omniscientes,

    falsos dioses (COSTAS; ARIAS2011 ), infalibles para asignar ecazmente los recursos y paraanticipar situaciones de riesgo; aunque como se ha escrito tambin, desde la crisis esa idea no

    podr ser defendida sin provocar indignacin intelectual o burla.Los ejemplos existentes muestran que los mercados no son capaces de evaluar los riesgos

    de inversores de los pases y empresas. Hay, adems, ejemplos numerosos de equivocacin de lasagencias de calicacin en la apreciacin de los riesgos de unos y otras.

    Los neoliberales se llenaban la boca de libertad; pero desde luego pensaban en la libertadde ellos para hacer lo que quisieran, sin someterse a ninguna regla, como hemos visto por loscomportamientos de los nancieros y de los poderosos; los servicios de autocontrol que haban

    establecido (los supervisores como Moody, y otros) se ha visto luego que trabajaban en estrechocontacto con ellos y de forma no solo engaosa sino incluso delictiva.

    Las regulaciones son imprescindibles, as como el control pblico en la actuacin de lasempresas. El Estado ha de intervenir contra la corrupcin, presente en el mercado, contra el fraude,contra las maniobras para obtener ganancias enormes, por encima de cualquier nivel razonable.

    Ante las dimensiones de la crisis es imposible negar hoy la necesidad de la regulacinnanciera y la superioridad de las decisiones polticas frente a la ecacia del mercado. Hay que

    volver a armar no solo la necesidad de regular el mercado, la importancia de la propiedad pbli -ca (estatal, o municipal) de ciertos sectores fundamentales de la economa en benecio de la

    poblacin. As como el rechazo de las privatizaciones de los servicios pblicos, como la UE o elFMI estimula o ha obligado a hacer.

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    Se ha podido comprobar que muchas veces la ingeniera nanciera no trataba de hacer ms

    eciente y transparente los ujos de capital sino de ocultar el funcionamiento real a los

    reguladores e inversores. Se comprueba tambin que los trabajos cientcos de muchos economistas,

    y las declaraciones de banqueros y otros agentes econmicos eran pura retrica que no describanadecuadamente la realidad. No solo ha habido una falta de los principios ticos ms elementales,sino tambin en muchas ocasiones prcticas de engao, fraude y comportamientos simplemente

    delictivos.Ha sido excesivo el peso de los economistas en la toma de decisiones, a partir de la pretensin

    de que poseen el conocimiento cientco de las leyes naturales de la organizacin de las sociedades.

    Hoy se ha comprobado que se han equivocado repetidamente. Pero, sobre todo, frente a ello hayque defender la primaca de la accin poltica en los sistemas democrticos.

    Los mismos bancos y gestores nancieros, desde Alan Greenspan a Ben Bernake acabaron por

    reconocer que fallaron al no vigilar adecuadamente que los capitales se invirtieran con prudenciay conocimiento de los riesgos.

    Durante varios aos se ocultaron los riesgos econmicos de las polticas econmicas que seseguan; por ejemplo los riegos del crdito inmobiliario, porque se esperaba que el tiempo acabara

    por resolverlos.Son muchos los que, despus de aos en que se defenda las bondades de la iniciativa privaday la necesidad de que el Estado no interviniera en la economa, llegada la crisis se apresuraron asolicitar esa ayuda en forma de inyecciones de crditos baratos de los bancos centrales, rescate de

    bancos en dicultades, polticas scales, apoyo al consumo y otras.

    Las hipotecassubprimepermitieron extender las ventajas de la innovacin nanciera y aplicarla abundancia de capitales a los grupos de rentas bajas, deseosos de adquirir una vivienda; perofracasaron por la incapacidad para la gestin de los riesgos y para controlar la complejidad de losmecanismos nancieros puestos en marcha.

    El modelo neoliberal ha tenido consecuencias nefastas sobre la economa y sobre laconguracin de la ciudad, y debe modicarse asegurando la prioridad de lo pblico y la necesidad

    de regulacin estricta de la actividad econmica y del urbanismo.

    LA CRISIS DEL MODELO DE CIUDAD CAPITALISTA Y LA CRISIS DEL CAPITALISMO

    Ms all de la crisis del modelo de desarrollo neoliberal lo que est en crisis es el modelode desarollo capitalista. Ms concretamente, en lo que se reere al tema que aqu tratamos, la

    conversin de la ciudad en una fuente de obtencin de inmensos benecios por las plusvalas

    inmobiliarias obtenidas y por el aumento del consumo.En la situacin actual de crisis econmica grave se oyen cada vez ms descalicaciones del

    capitalismo. Se tiene conciencia de la creacin inmensa de riqueza que ha generado, pero tambin

    de la incapacidad esencial para asegurar su distribucin equitativa a toda la poblacin, y de lasconsecuencias negativas que posee al estimular un desarrollo sin lmites.La crtica de la ciudad capitalista, realizada desde nes de los aos 1960 por Henri Lefebvre,

    por los miembros de la revistaEspaces et Societs, por David Harvey y por numerosos autoresiberoamericanos, entre los cuales Ana Fani A. Carlos, ha sido lcida y contundente. He hablado yade ello en otras ocasiones. Me limitar ahora a centrar la atencin en dos cuestiones importantes,como son la falta de control del capital nanciero, el exceso de consumo y la escasa ecacia y la

    debilidad del sistema scal.

    Inmensos capitales sin control pblico

    El sistema nanciero ha alcanzado un funcionamiento muy complejo que incluso conocidos

    acadmicos y nancieros no acababan de comprender y no controlaban; que es poco transparente

    o decididamente opaco, y en el que la autoridad poltica no puede intervenir ecazmente.

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    No controlamos nuestro dinero, ni siquiera los Estado parecen poder controlar los capitalesmviles y los ujos globales de capital a escala mundial.

    En el mes de abril 2008 la prensa hablaba ya abiertamente de una crisis de la envergadura dela del 29, o incluso peor (Esta crisis es como la del 20o va a ser peor? El Pas, 27 abril 2008,

    Negocios, p.1-9). Ante la gravedad cada vez ms evidente de la crisis nanciera y sus repercusiones

    en diferentes sectores econmicos y en pases distintos, se han multiplicado las interpretaciones

    catastrostas y se habla ya abiertamente de el apocalipsis del capitalismo.Lo que ahora se reconoce es el carcter especulativo, la uidez de los capitales ansiosos de

    ganancias rpidas y elevadas, que han acabado por afectar a todo el sistema nanciero provocando

    una gran desconanza. La necesidad de vigilar ms estrechamente todo el sistema nanciero es

    hoy una armacin creciente no entre los antisistema sino entre los economistas ms destacados y

    experimentados del momento, incluyendo algunos que han sido responsables de los problemas.Nunca ha habido tanta masa monetaria disponible como existe hoy. El sistema econmico

    ha generado cifras inmensas de capital, pero stas no se invierten adecuadamente. El problema, alparecer, es el retraimento de esos capitales a la inversin. Algo que se ha sealado en relacin conel debate que existe sobre los efectos de la inacin.

    En abril de 2012 el premio Nobel de Economia, Paul Krugman se manifestaba pblicamentea favor de la inacin, y estimaba que un aumento de los precios en torno a un 3 o 4 por cientoes casi seguro que ayudara a la economa, frente a las presiones de la derecha norteamericana

    para mantener baja la inacin (KRUGMAN, Paul.,Inacin insuciente.El Pas15 de abril de2012, Negocios, p. 23.). Segn l, una inacin moderada reducira el exceso de deuda privada, al

    reducir el valor real de esa deuda, y ayudara a la recuperacin del sector privado. Tambin sealabaque muchas corporaciones en Estados Unidos tienen acumuladas grandes reservas de efectivo;la perspectiva de una inacin moderada hara que el hecho de limitarse a dejar ese dinero ah

    amontonado resultase menos atractivo y les servira de acicate para invertir (lo que contribuira afomentar la recuperacin general).

    Ya se ve que el problema es complejo. No es que falte dinero, es que los capitalistas no quiereninvertir, sino que preeren mantenerlo para actuar en el futuro. Por otra parte, el debate planteado

    por Krugman sobre los benecios de la inacin tiene numerosas facetas. La cuestin fundamental

    es cmo se controla la inacin en los niveles oportunos. Porque una inacin desbocada tiene

    tambin consecuencias letales, como los brasileos y otros americanos pueden atestiguar; y comomuchos economistas no dejan igualmente de sealar. La cuestin sobre si las polticas restrictivasy la austeridad son buenas o no para el crecimiento es en la actualidad una de las fundamentalesen el debate econmico.

    Conviene prestar atencin a un problema esencial, sin duda, el del control de la masa monetariaa escala mundial, la regulacin de los mercados nancieros, el control de los capitales mviles a

    escala mundial. La situacin actual es de insucientes controles internacionales sobre el capital,

    y la permisividad para la existencia de parasos scales, especializados en la evasin scal y elblanqueo de dinero. Sin duda para el control de los capitales hay medidas ecaces dentro del

    sistema democrtico. Por ejemplo, un aumento sensible de los impuestos a esos capitales y, tal vez,conseguir que se pague por la nacionalidad o por donde se realiza la actividad, y no por el lugardonde se depositan dichos capitales.

    Los fondos soberanos provocan temores entre los capitalistas europeos y norteamericanos.Cantidades enormes de dinero estn en manos de entidades nancieras de China (por el supervit

    comercial de esa economa en la actualidad), de pases del Golfo Prsico (por el petrleo), o deRusia (por el gas, entre otros factores) controlados por los gobiernos o agencias gubernamentalesde esos pases, a veces poco democrticos. Esos capitales estn adquiriendo acciones de empresas

    occidentales, y acudiendo al rescate de sociedades en quiebra o suspensin de pagos. Han invertidoen Citygroup, en Morgan Stanley, en Barclays, en Bear Sterns y en otros. La incorporacin de

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    capitales asiticos en esos bancos se ve con recelo, y en Suiza ha dado lugar a una reaccin nega-tiva por parte de accionistas de la Unin de Bancos Suizos, al parecer por el riesgo de que esasinversiones impidan descubrir la responsabilidad que han tenido los gestores suizos en la crisis queles afecta. Pero adems en muchos pases hay tambin reticencias a que esos fondos controlados

    por gobiernos extranjeros pasen a tener el control de empresas energticas o nancieras que pueden

    tener un valor estratgico (El sndrome de Fu Manch. Jess Mota, El Pas, 8 enero 2008, p. 31.).

    El problema es que el crecimiento del sistema nanciero y la movilidad de capitales hacenmuy difcil la lucha contra los comportamientos ilcitos e ilegales. Pero esa actuacin es imprescin-dible y urgente. La crisis nanciera actual parece haber demostrado, nalmente, la necesidad

    de establecer algn tipo de reglamentacin mundial; como declar George Soros en el ForoEconmico de Davos, el sistema nanciero necesita un polica planetario (Fuera de control.

    La crisis eleva el clamor en pro de una mayor regulacin. Andrew Ross Sorkin, El Pas, 17 deabril 2008, The New Yor Times-El Pas, p. 1-4.). Existen, sin duda, medios para ello, aunque no lavoluntad poltica de aplicarlos.

    Es totalmente inceptable que una parte importante de los capitales internacionales algunosestiman que la mitad del total estn refugiados en parasos scales. Son decisiones polticas y

    acuerdos internacionales, como el control de los capitales y el aumento de impuestos sobre elcapital, lo que contribuir a resolver los problemas; lo que solo puede conseguirse con la presinciudadana. La solucin de los problemas econmicos mundiales no puede alcanzarse al margen dela poltica, sino con la poltica.

    Algunos gobiernos utilizan las polticas scales para luchar contra las crisis econmicas. Se

    tratara como propuso Ben Bernake, presidente de la Reserva Federal en Estados Unidos, en enero2008 para luchar contra el riesgo de recesin de reducir los impuestos a las familias con menosrecursos, para que dispongan de un dinero que les permita mantener el consumo, del que dependenlas dos terceras partes del PIB. Estimular el consumo para mantener la expansin tiene el riesgo deaumentar la inacin; y reducir los impuestos el riesgo de aumentar el dcit pblico en EEUU.

    En Estados Unidos los republicanos acentuaron desde los aos 1970 sus posiciones a favorde la rebaja de los impuestos con medidas legales que beneciaron sobre todo a los que tenan

    ingresos ms elevados, adems de permitir sueldos extremadamente elevados para los directivosde las empresas, lo que condujo a una desigualdad social creciente, que se haba intentado limitarcon elNew Dealde Roosvelt (KRUGMAN, 2008).

    Los polticos parecen haberse comprometido en una competencia para rebajar los impuestos,lo que sorprendentemente se ha extendido, a veces, a los partidos de izquierda. Se utilizan

    polticas scales para luchar contra la crisis econmica, reduciendo impuestos a las familias para

    que aumenten el consumo. Son polticas ortodoxas que se aplican tanto en Estados Unidos como enEuropa. En general, los economistas liberales consideran que los tributos excesivos causan en elcontribuyente prdidas de bienestar que no son compensadas por lo recibido por el Estado(Porqu

    tienen que bajar los impuestos?. Jos Luis Feito, El Pas, 17 de enero 2008, p. 41.). Pero losproblemas impositivos son muy complejos, como es sabido. No se trata solo de recibir (a travsde infraestructuras, por ejemplo), sino de redistribuir y, al mismo tiempo, disminuir el consumoexcesivo y el despilfarro de nuestras sociedades (nos referimos naturalmente, a las clases mediasy altas, no a las clases populares, aunque en stas tambin el consumo puede ser desmedido porsimple mimetismo). Los impuestos deben nanciar una sanidad pblica, y una escuela pblica de

    calidad y para todos, sin apoyar a los colegios privados mediante ayuda pblica.A veces las desigualdades aumentan por la capacidad para imponer rebajas de impuestos,

    en lugar de aumentarlos para resolver con inversiones pblicas los problemas sociales y urbanosexistentes.

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    El consumo

    Alan Greenspan ha declarado que el gasto del consumo tir de la economa despus del11-S, y lo que tir del consumo fue la vivienda; y ha insistido una y otra vez en que el consumoes el que asegura el dinamismo econmico, y que lo ms grave de la crisis nanciera actual es su

    repercusin sobre el comportamiento de los consumidores, que por la situacin de incertidumbre,

    reducen el consumo22

    .Prcticamente todas las declaraciones de los responsables econmicos en relacin con las crisisnanciera han insistido en la importancia del consumo para activar la economa.

    La economa actual se basa en el aumento continuado del consumo, lo que conduce, en lospases desarrollados, al consumo desmedido y al despilfarro. El consumo de bienes materialespor parte de una fraccin de la poblacin ha alcanzado unas cotas inadmisibles. Sin duda estamosviviendo por encima de nuestras posibilidades, y de lo que es razonable para el equilibrio social yambiental. Habra que insistir, en cambio, en los bienes duraderos, no en la renovacin permanente.

    Tambin la cultura y el ocio han adquirido un papel esencial en la economa capitalista. Seha aceptado de forma general esa posicin central, valorando las nuevas formas de ocio y culturamercantilizados y dominados por empresas locales y multinacionales que actan a escala global.

    Hay que buscar formas nuevas de ocio y cultura no mercantilizados, con componentes sociales yticos, un aspecto relevante, tambin, de la lucha contra el capitalismo. Lo cual incluye el rechazoal consumo de alcohol y de drogas, que desgraciadamente se extienden entre los jvenes que

    practican lo que en Espaa se denomina como botelln, es decir el consumo al aire libre, o fuera deun establecimiento, de bebidas adquiridas por los consumidores en establecimientos comercialesy no adquiridos en los bares. El ocio al aire libre, fuera de los centros comerciales y de los bares,sera una forma nueva y aceptable si no estuviera unida al consumo de alcohol y de drogas, y situviera un componente de mayor complejidad y renamiento en la interrelacin social.

    El nfasis en el consumo llega a la construccin de la ciudad, convertida en una fuente deinmensos benecios. Son muchos los factores que inuyen en ello.

    Conviene, en este sentido, recordar la incapacidad del sistema econmico dominante paraasegurar mecanismos ables de ahorro, que asegure a las personas una vejez tranquila, o atender a

    las situaciones de enfermedad y a los gastos imprevistos y urgentes. La inacin, las quiebras del

    sistema bancario, las oscilaciones y manipulaciones de la Bolsa, los corralitos cambiarios, y otraserie de vicisitudes nancieras han enseado a las personas desde el siglo XIX que los ahorros

    pueden quedar sin valor o simplemente desaparecer. Las estrategias de ahorro y de inversin sedirigen as hacia el inmobiliario, debido a la tendencia alcista de los valores de la propiedad in-mueble a medio y largo plazo.

    Pero a ello se une la capacidad de los agentes inmobiliarios y nancieros para apropiarse de

    las plusvalas generadas en el medio urbano, convertido en una mercanca para producir y vender.

    Da la impresin que los entornos urbanos actuales entran en decadencia ms rpidamente que losque se construan en el pasado. Lo que parece evidente es que se tiene ms premura en destruir queen adaptar los edicios. Pero eso no tiene que ver con el diseo moderno, sino con la aplicacin

    del consumismo a la ciudad, con la aplicacin de la obsolescencia programada a la construccinde la ciudad.

    Es preciso cambiar. En la ciudad ya construida hay que reinvertir y mejorar. Renovar no ha designicar expulsar a la poblacin que vive en un barrio y romper sus lazos sociales y sus formas

    de vida conguradas en aos de residencia, si es que no quieren romperla. No a la tabula rasa, noa la destruccin. Ha de haber continuidad en las formas urbanas, dilogo con el pasado. Lo queexige un respeto profundo por el patrimonio y las herencias vivas del pasado.

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    La poblacin y el empleo

    Los problemas que existen en las reas urbanas son muy numerosos (desde los problemasambientales a los de la justicia social), y nos conducen a introducir cambios en los modelos deciudad. Son tambin muchos los cambios que se han hecho evidentes en el mundo en estos diezaos: el prolongado crecimiento demogrco, los problemas de la energa y los debates sobre las

    fuentes que han de utilizarse para proveer al mundo de la que se necesita sin degradar el medioambiente, el impacto de las tecnologas de la informacin y la comunicacin, los cambios en eltrabajo, el aumento de las desigualdades sociales como resultado de las polticas neoliberales y lacrisis econmica reciente23, las amenazas a la biodiversidad. Son todos ellos problemas de granimportancia, y su escala mundial exige soluciones globales y cooperacin internacional.

    Tal vez suceda que no estamos en una poca de cambios sino en un cambio de poca. pocasde cambios ha habido muchas. Una poca nueva es algo ms importante, un cambio de mayortrascendencia.

    Si fuera as, habra que preguntarse qu es lo especco de esa nueva poca. Podramos hablar

    de la globalizacin econmica y poltica, al progreso econmico y tecnolgico, que han genera-do un nuevo escenario mundial. Pero tambin podemos imaginar el nacimiento de una sociedad

    postcapitalista.En todo caso, se trata de una sociedad que ha de enfrentarse a problemas nuevos tales como

    las cifras de poblacin y la falta de trabajo. Podemos hablar de ello a continuacin.Nunca ha habido tanta poblacin en el mundo. Somos, realmente, muchos y, adems, vivimos

    ms que nunca. En abril de 2012 el Fondo Monetario Internacional hizo pblico un informe en elque alertaba del riesgo del envejecimiento, y de que la gente viva ms tiempo de lo esperado.Segn los clculos del organismo los gobiernos, las empresas aseguradoras y los particulares, no

    podrn atender al coste del envejecimiento, en los pases ms desarrollados. En 1665 los primerosclculos de John Graunt sobre la esperanza de vida de la poblacin concluan que de cada 100

    personas nacidas, a los 34 aos haban muerto 8524. Segn los clculos la esperanza de vida a los

    60 aos, que era en Europa de 15 aos en 1910 ha llegado a 24 aos en 2010, y puede llegar a 26aos en 2050 (El FMI pide recortar pensiones y liga la jubilacin a la esperanza de vida. SandroPozzi,El Pas, 12 de abril de 2012, p. 20.). Las recomendaciones se reeren al retraso en la edadde jubilacin, en funcin del aumento de la esperanza de vida, y el recorte de las pensiones.

    Algunos piensan que somos demasiados, y que hay que detener el crecimiento de la poblacin,con razones diversas entre las cuales la ambiental. Pero creo que el problema fundamental es que

    parece no haber trabajo para toda esa poblacin.Tareas que en las primeras dcadas del siglo XX requeran 200 trabajadores (por ejemplo, en

    la construccin o en la banca) pueden hacerse actualmente con 20, equipados con los mediostcnicos apropiados. Sin embargo hoy, con el crecimiento de la poblacin estn disponibles 400 o 500

    personas para ese mismo trabajo. Nunca en la historia de la Humanidad ha habido tantas personasy nunca se han necesitado tan pocos para los procesos productivos en la industria, en la agriculturay en los servicios, por las innovaciones tcnicas y cientcas que se han producido en esos campos.

    Seguramente la pregunta tradicional qu hacer? debe plantearse hoy ante todo con el empleo;y se convierte en sta: cmo crear empleo para todos?

    De entrada podramos imaginar medidas en relacin con la aplicacin de la tecnologa a laproduccin. Por ejemplo, podra pensarse en no aplicar la tecnologa a la reduccin del esfuerzohumano. Es lo que hizo hace ya dos milenios el emperador Vespasiano, segn cuenta Suetonio. Enla vida de este emperador, tal como se narra en Los Doce Csares, se valora de l su proteccina los ingenios y a las artes, y tambin el hecho siguiente: un tcnico se haba comprometido atransportar con poco gasto al Capitolio columnas inmensas, Vespasiano le hizo abonar una

    importante suma por su proyecto, pero aplaz la ejecucin, diciendo: Permitid que alimente alpobre pueblo (SUETONIO, XVIII).

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    De manera semejante podra hacerse hoy: descartar las tecnologas que reducen el esfuerzohumano y hacen menos necesario el empleo de mano de obra. Pero si esa reduccin de la tecnologaaplicada a la produccin no es aconsejable, o posible, no queda ms que otra solucin: redistribuirel tiempo de trabajo para repartirlo entre todos, lo que puede representar la disminucin de las horasde trabajo remunerado.

    El problema fue planteado ya por Keynes en 1930, en un texto titulado Economic posibilities

    for our grandchildren25. Keynes distingua entre un paro causado por las crisis econmicas, yque era de carcter temporal, y otro que denomin paro tecnolgico, relacionado con eldescubrimiento de medios para economizar el uso de mano de obra a un ritmo que supera el ritmocon el que podemos encontrar nuevos usos para la citada mano de obra. Sin duda, deca, esosavances permitiran resolver el problema del duro trabajo que haba tenido que desarrollar la Huma-nidad desde su comienzo y resolver los problemas de escasez que haban afectado a la Humanidad.Una parte cada vez menor del esfuerzo humano permitira atender a las necesidades productivas.

    Estimaba que dichos avances permitiran que hacia comienzos del siglo XXI la gente tendraque trabajar solo 15 horas a la semana, para producir todo lo que se necesitaba. A pesar de esosvaticinios, y de que se ha alargado el n de semana, muchas personas trabajan hoy 40 horas a la

    semana y algunos todava ms. Adems, hay los que no pueden trabajar porque estn en trabajoeventual, subocupacin, jubilaciones anticipadas y paro.

    En los aos 1950 y 60 haba pleno empleo, y trabajo abundante en los pases desarrollados.Luego podra haberse ido reduciendo la jornada laboral. Lo que no ha sido posible, entre otrasrazones, debido a la ansiedad por el consumo creciente. Y por el control que unos pocos tienen delos benecios obtenidos con el aumento de la produccin.

    La solucin es la reduccin de los tiempos de trabajo, el aumento del tiempo de ocio y deformacin personal, y la bsqueda de nuevos usos para la mano de obra que queda desocupada,aunque a veces pagada por el seguro de desempleo. Supone aceptar menores salarios, oponerse ala obsesin consumista.

    Una decisin poltica necesaria podra ser la de garantizar un salario minimo para todos, entodos los pases. Eso supone recursos inmensos por parte de la administracin pblica para poderlohacer; y, por consiguiente, reformas scales y aumento de los impuestos. Pero esa retribucin no

    debera darse sin exigir alguna compensacin por los receptores, en forma de trabajo para la colec-tividad. Lo que obliga a pensar en las tareas que pueden desarrollar.

    Se ha de repensar tambin el tiempo libre. El tiempo libre voluntario podra aumentar hoyde forma signicativa. Y sera preciso evitar que unos pocos se enriquezcan y se benecien de las

    ganancias conseguidas por el aumento de la tecnologa, controlando los benecios conseguidos.

    Tambin habra que disminuir el ansia de consumo, y el ocio mercantilizado.En todo caso, el trabajo es el problema fundamental al que hemos de enfrentarnos. Un problema

    que puede presentar tambin caractersticas agudas en el entorno urbano, a pesar de que ste es msfavorable al empleo, por la diversidad de opciones que existen en dichos espacios.

    Es asimismo en el espacio urbano donde existen las mayores cifras absolutas y tasas relativasde personas educadas, en condiciones de acceder a trabajos muy diversos, con calicacin para

    trabajos de ms calidad y ms remunerados, donde es mayor la amplitud de pensamiento, lacultura.

    Pero a veces no existen en las ciudades empleos para todos, y las cifras de paro son elevadas,inaceptables. Una situacin que no estalla por la amortiguacin que permite, a veces, la estructurafamiliar.

    Algunos autores arman que hasta 1950 todava era posible ascender en la escala obrera y

    llegar a puestos directivos. Frente a esa situacin, se dice que hoy el obrero no puede progresar

    y permanece donde estaba al principio. No es seguro que sea as, aunque la percepcin que se tengasea fuerte. Es posible que a veces se magniquen las posibilidades de ascenso en el pasado; tenan

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    que ver, en general, con la ciudad, el nico lugar en el que los pobres pueden dejar de serlo. Peroseguramente las expectativas han sido y son desmesuradas. Aludiendo a la situacin actual de crisisque vive su pas y a cmo afecta eso a los jvenes, un periodista griego declar recientemente: ami edad, 32 aos, mis padres posean dos casas y dos coches (El Pas 19 de junio de 2012, p. 5.).

    El comentario necesario es que sus padres cometan un exceso, y que l no debera argumentarcon esa situacin del pasado para mostrar la falta de expectativas que existen actualmente. Hoy

    siguen siendo altas las posibilidades de ascenso social a partir de los conocimientos (ejemplo, entreotros, la informtica y las tecnologas de la comunicacin y la informacin).

    La escuela es el camino esencial para el ascenso social. Se sabe que es el mecanismofundamental que lo permite, a pesar de las quejas que hoy existen sobre la calidad de la enseanzay del desnimo de una parte del profesorado.

    Las clases medias y las ms adineradas compiten por tener escuelas exclusivas, que garanticenuna enseanza diferenciada, de mayor calidad y el acceso a las titulaciones ms prestigiosas y msrentables econmica y socialmente. Ese ha sido normal en muchos pases y desde hace tiempo.Pero si las clases elevadas se cierran sobre si mismas todo est perdido. Como se ha escrito conreferencia a Francia: aterrorizados ante la idea de que sus hijos no puedan entrar en una gran

    escuela, las elites del pas libran una guerra escolar preventiva cada vez ms precoz, en ocasionesdesde el parvulario. La Repblica deja de ser una e indivisible para convertirse en campo cerradode la reproduccin social (COHEN, 2006, p. 113.).

    Las polticas educativas a veces no son acertadas, y han de cuestionarse. Tenemos necesidadde una escuela pblica inclusiva, que permita que la sociedad pueda enfrentarse a la segregacinurbana. Una separacin social que se est manteniendo en Amrica y en Europa, como resultadode la equivocada poltica educativa que han seguido los gobiernos, con su nfasis en los conciertos,es decir en la asignacin de recursos pblicos para las escuelas privadas.

    Hay que explorar nuevos yacimientos de empleo, en relacin con necesidades diversas y muyextendidas, de la produccin, de la vida social y de la convivencia y el bienestar colectivo. Senecesitan personas para empleos de carcter social: atencin a los mayores y discapacitados, tareascomplementarias en educacin, servicios ciudadanos, cuidado del bosque, y otras muchas. Puedehacerse de forma remunerada o como contribucin a la comunidad, en el caso de los que recibenel salario mnimo o las prestaciones por desempleo.

    CONCLUSIN

    Se necesita un nuevo modelo de realizacin del urbanismo. Se han de examinar nuevas formasde planeamiento, de intervencin, de organizacin y de gestin en las ciudades. Tambin nuevasformas de colaboracin entre lo pblico y lo privado. Si la empresa privada sigue existiendo, dichacolaboracin es necesaria; pero han de establecerse claramente las reglas, desde la superioridad delo pblico.

    Se ha demostrado que las polticas solo urbansticas son insucientes. Hay que pasar a polticasurbanas ms amplias y que abarcan dimensiones que frecuentemente no se tienen en cuenta. Se tratade disear nuevas polticas dirigidas a alcanzar los objetivos de calidad de vida y sostenibilidaden nuestras ciudades, poniendo en prctica, en lo que se reere a este ltimo aspecto, las

    recomendaciones de la carta de Lepizig de 2007 sobre Ciudades Europeas Sostenibles, y adaptndoloa las diferentes realidades urbanas. Puede servir en ese sentido la denicin de poltica urbana que

    ha dado el European Urban Knowledge Network.La poltica urbana debe centrar su atencin en problemas que son importantes para la vida

    comn y para las funciones comunes en las reas urbanas. No se reere solo a cuestiones

    urbansticas y de construccin de infraestructuras, aunque estn incluidas. El aspecto esencial es que

    los problemas urbanos deben abordarse de una forma holstica, integradora. No se ha de partir solode las perspectivas de las diferentes disciplinas profesionales, sino desde los objetivos y las tareas

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    a realizar, y tratar de incorporar tambin los sectores econmicos y sociales que estn relacionadoscon ello, incluyendo los movimientos vecinales y organizaciones sociales, econmicas y ecol-gicas. Ha de ser por ello, necesariamente interdisciplinaria, y atenta siempre a las nuevas demandas.

    La puesta en marcha de polticas neoliberales ha representado, como sabemos importantescambios en la estructura del Estado, tanto por las relaciones que se establecen hacia arriba (esdecir, hacia las organizaciones supranacionales), como con la reorganizacin estatal y los nuevos

    vnculos con los espacios subnacionales (es decir, los que corresponden a los niveles regional ylocal)26. Estos ltimos han adquirido un creciente protagonismo en las dcadas de reestructuracincapitalista que siguieron a la crisis de mediados de los aos 1970.

    La denicin de poltica urbana destaca hoy, por ello, la necesidad de los enfoques

    descentralizados. A lo que debe unirse la importancia de conseguir la colaboracin de losmovimientos ciudadanos, a escalas sucesivas que van desde los distritos urbanos a las ciudades,reas metropolitanas y regiones urbanas. Cuestiones relevantes son el mercado de trabajo, la

    planicacin espacial, la vivienda, la sostenibilidad medioambiental, la seguridad, la movi-lidad, la economa, la cultura y las polticas de inclusin social27. En denitiva, el urbanismo ha dehacerse de otra forma: a partir del dilogo y la participacin.

    Finalmente, hemos de conar en la fuerza de los ideales. No hemos de tener miedo aformularlos. La ciudad es el lugar para pensar en iniciativas de colaboracin y solidaridad pararedistribuir el trabajo existente, en benecio de la comunidad, para la socializacion y reparto del

    trabajo para la ayuda mutua. El tiempo que se ahorre de trabajo se puede dedicar a actividadesformativas intelectuales por parte de la poblacin, que le permita avanzar en la comprensindel mundo y la naturaleza. Es posible que estn surgiendo ya iniciativas sociales en ese sentido.En todo caso, hemos de imaginarlas y ponerlas en marcha. Tambin en eso los cientco sociales,

    y los acadmicos general, debemos colaborar en lo que podamos. Podemos contribuir a cambiar elmundo a travs de la enseanza y la investigacin.

    NOTAS

    (1) , y la seccin Sprawl costs; .Desde 1993 se celebran los Congresos de New Urbanism .

    (2) Orfeuil 2011. y los estudios Ville en Mouvement .

    (3) Global Network of Science Academies, IAP Statement on Population and Compsumption, 14 June 2012 .El Pas15 de junio 2012, p. 39.

    (4) Para el conjunto de Europa la base de datos del proyecto CORINE (Coordination of Information on the Environment) LandCover de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) proporciona valiosas informaciones sobre la cobertura y uso delterritorio en la Unin Europea a escala 1:100.000, a partir de las imgenes de satlites, ; En el conjunto de 36 pases europeos, solo en seis aos (2000-2006) el rea cubierta por supercies articiales

    (residencial, industrial y comercial) aument en 6.258 km, crecimiento a un ritmo algo superior a la dcada anterior. ; .

    (5) Burriel 2008. Un ejemplo bien signicativo de los resultados de la poltica ultraliberal y la ausencia de planicacin territorial

    puede comprobarse en la comunidad valenciana entre 1986 y 2009, Burriel 2009.

    (6) Segn Julio Vinuesa, en sesin de Hacia un uso ms racional y sostenible del territorio La cifra de viviendas conustruidas alcanz en 2006 las increbles cifras de 920.000 viviendas visadas, 760.000de iniciadas y 657.000 las terminadas. Un ejemplo bien signicativo de los resultados de la poltica ultraliberal y la ausencia de

    planicacin territorial puede comprobarse en la comunidad valenciana entre 1986 y 2009, Burriel 2009.

    (7) Mario Rodrguez Vargas en http://territoriosostenible2011.bolgspot.com/, segn Julio vinuesa, en sesin de Hacia un usoms racional y sostenible del territorio.

    (8) Murray 2012, vol. III, y vol. VII, p. 2.954. Otros datos indican que en 2006 el precio por metro cuadrado de vivienda sesituaba en Espaa en torno a los 2.100 euros, lo que representaba tres veces ms del que tena nueve aos antes. A partir de 2007

    los precios comenzaron a descendeer y en el segundo trimestre de 1011 era de 1.752, 1 euros/m2.

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    (9) Murray 2012, Murray, Blzquez y Rulln 2010; Segn estos autores, en Baleares en el periodo 1956-2000 el suelo urbano-industrial se multiplic por 3,9 mientras que la poblaci lo hizo por 2,1. Los autores sealan que, ms importante que eso ha sidoel crecimiento del consumo de energa y materiales, que entre 1955 y 2004 se multiplic por 3,5 y por 7,4.

    (10) Lewis Mumford, The Megalopolis as Anti-City, escrito hacia 1962-3, incluido en Mumford, ed. Davern 1975. Mumfordabord el tema en City in History (1961); en una parte del captulo XVI trata de El suburbio de masas como anticiudad (ed.1966, vol.II, p. 674-676) , y vuelve sobre ello en el captulo XVII El mito de la Megalpolis, especialmente en La eliminacinde los lmites y en Un desorden gigantesco (p. 710 y ss.).

    (11) Garca Vzquez 2011, p. 8; datos sobre las bajas densidades, p. 94 ss.; sobre las estrategias de los promotores, a saltos, p. 96;sobre la miticacin de la naturaleza y ciudad norteamericana, p. 106; sobre la extensin de las supercies dedicadas a plazas de

    aparcamiento, p. 96. Segn este autor, 40-75 viviendas por hectrea es insostenible; solo lo es a partir de ciento y pico de vivl. /has.

    (12) Asi sucede en el caso de Ciudad de Mxico, como ha mostrado Azucena Arango (2010).

    (13) Como ha conrmado la Organizacin Mundial de la Salud en junio de 2012, Vanse tambin las declaraciones de Christopher Wild, Director de la Agencia de Cncerde la OMS: Un ciudadano no puede evitar el disel, pero puede presionar a su Gobierno, a la vez que peda que se endurezcanlas normas, El Pas, 13 de junio 2012 (Rafael Mndez).

    (14) Capel 2011 (Los ferro-carriles en la ciudad).

    (15) El ejemplo de Mxico, en Delgado (Coord.) 2008.

    (16) Grup de Patrimoni Industrial 2005, Tatjer , Urbiola et al. 2005, Caball 2010.

    (17) Un excepcional balance crtico de la bibliografa existente, en Murray 2012, vol. III.

    (18) Vase FAO Hunger Portal .

    (19) Como ha mostrado Miriam Hermi Zaar 2005 a 2011.

    (20) En abril de 2008, cuando el aumento del alza de los precios de los alimentos era evidente y ampliamente conocido, la UEsostena su apuesta por los biocarburantes, manteniendo el objetivo de alcanzar en 2020 el 20 por ciento de uso de stos en eltransporte. El relator de la ONU para estas cuestiones, el suizo Jean Ziegler consider que la utilizacin de los biocarburantesconstituye un verdadero crimen contra la humanidad Eco de esas crticas en El Pas, 15 de abril 2008, p. 28, y El Pas 29 deabril 2008, p. 23 (La ONU culpa de la crisis alimentaria a la poltica aberrante del FMI. Ziegler pide una moratoria de cincoaos para los biocombustibles).

    (21) El Programa Internacional Geosfera-Biosfera ha puesto en marcha un Sistema para el Anlisis, Investigacin y Formacinen relacin con el cambio global, dentro del cual se desarrolla el programa sobre Land Use and Land Cover Change (LUCC), que

    se han aplicado a escalas diferentes, desde la planetaria a la local , ; tambin Murray, Blzquez, Rulln, 2005.

    (22) Declaraciones de Alan Greenspan a El Pas 6 de abril 2008, p. 28-29. De manera ms amplia ha desarrollado sus ideas enel libro La era de las turbulencias (trad. espaola 2008).

    (23) Stiglitz 2012; la causa es la ruptura del pacto social del Estado del Bienestar; el autor estima que el 1 por ciento de lapoblacin tiene lo que el 99 % necesita. El aumento de la desigualdad es especialmente grande en EE UU, que tiene el nivel dedesigualdad ms alto de los pases avanzados.

    (24) Jori 2012, p. 442; los clculos fueron publicados en Natural and PoliticalObservations mentioned in a following Index,and made upon the Bills of Mortality, 1665.

    (25) Keynes 1930 < http://www.econ.yale.edu/smith/econ116a/keynes1.pdf>.

    (26) Vase sobre ello Brenner 2004.

    (27) http://www.eukn.org/Denmark/EUKN_dk_english/About_EUKN/Denition_of_the_term_Urban_Politics> De manera

    general, , y http://www.eukn.org/Spain/es>. Sobre polticas urbanas en Espaa . Tambin Subirats 2012.

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