Cap4-Aplicacion Modelos Mentales Comunicacion

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Capítulo 4.- APLICACIÓN DE LOS MODELOS MENTALES A LA COMUNICACIÓN 1.- ¿Cómo se relacionan los modelos mentales, el lenguaje y la comunicación? Las grandes cuestiones del lenguaje y la comunicación. Comencemos este capítulo haciendo también un ejercicio de la imaginación. Lee atentamente la siguiente descripción e imagina lo que vas leyendo con detalle, porque luego se te harán unas preguntas: 1. Te encuentras en una habitación. 2. Estás sentado en un sillón. 3. Enfrente de ti hay una mesa, y al otro lado hay una silla. 4. En la mesa hay una lámpara, un libro y un cenicero. 5. A la izquierda está la lámpara, encendida. 6. En el centro, está el libro. 7. A la derecha está el cenicero. 8. En el cenicero hay un cigarrillo encendido. Si te levantas del sillón, rodeas la mesa y te sientas en la silla: ¿Huele a humo? Si eres capaz de responder correctamente, es porque el modelo mental que has generado a partir de la serie de frases te permite hacer razonamientos e inferencias. ¿Qué movimiento tienes que hacer para coger el cigarrillo? Si tu mano se dirige hacia la izquierda, tu modelo mental es capaz también de guiar tus acciones en esa situación. ¿Qué tienes delante? Si eres capaz de describir correctamente los objetos que hay enfrente de ti y su disposición, es porque ese modelo mental también te permite hablar sobre la situación que representa. Este ejemplo pone de manifiesto varios aspectos centrales de la relación que existe entre modelos mentales y lenguaje. Para empezar, de alguna manera, cada frase contiene instrucciones para la modificación del modelo mental de la situación. A veces indican que hay que introducir elementos nuevos, quitar antiguos, cambiar las relaciones entre ellos, cambiar el punto de vista, etc. Pero las frases en sí son algo muy diferente del modelo. Basta con imaginar que esas mismas frases se han dicho en inglés a una persona que habla inglés. Todas las palabras, la sintaxis, etc. han cambiado, pero el modelo creado es, posiblemente, idéntico. De ahí se sigue que es el significado de las frases, y no las frases en sí mismas, lo que da instrucciones de creación y modificación de modelos. Sin embargo, el modelo mental que se genera en respuesta a una frase no es igual que el significado de la frase. El significado de las frases va creando el modelo en interacción con contenidos esquemáticos de la MLP. Las frases no contienen toda la información, sino sólo la suficiente para activar los esquemas adecuados y darle valores a ciertos aspectos, dejando otros muchos para que los esquemas los rellenen por defecto. (p.ej., en las frases del ejemplo anterior no se hace ninguna mención a que los objetos se apoyan en el suelo o sobre otros objetos, ni a que hay un techo, pero todo ello se supone porque están activos los esquemas de “habitación” y el más general de “espacio terrestre”, o sea, con gravedad). Asímismo, el significado de las frases interactúa también con lo que ya había creado en el modelo mental, para ir añadiendo nuevos aspectos al mismo. 1

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Capítulo 4.- APLICACIÓN DE LOS MODELOS MENTALES A LA COMUNICACIÓN

1.- ¿Cómo se relacionan los modelos mentales, el lenguaje y la comunicación? Las grandes cuestiones del lenguaje y la comunicación.

Comencemos este capítulo haciendo también un ejercicio de la imaginación. Lee atentamente la siguiente descripción e imagina lo que vas leyendo con detalle, porque luego se te harán unas preguntas:

1. Te encuentras en una habitación.2. Estás sentado en un sillón.3. Enfrente de ti hay una mesa, y al otro lado hay una silla.4. En la mesa hay una lámpara, un libro y un cenicero.5. A la izquierda está la lámpara, encendida.6. En el centro, está el libro.7. A la derecha está el cenicero.8. En el cenicero hay un cigarrillo encendido.

Si te levantas del sillón, rodeas la mesa y te sientas en la silla: ¿Huele a humo? Si eres capaz de responder correctamente, es porque el modelo mental que has generado a partir de la serie de frases te permite hacer razonamientos e inferencias. ¿Qué movimiento tienes que hacer para coger el cigarrillo? Si tu mano se dirige hacia la izquierda, tu modelo mental es capaz también de guiar tus acciones en esa situación. ¿Qué tienes delante? Si eres capaz de describir correctamente los objetos que hay enfrente de ti y su disposición, es porque ese modelo mental también te permite hablar sobre la situación que representa.

Este ejemplo pone de manifiesto varios aspectos centrales de la relación que existe entre modelos mentales y lenguaje. Para empezar, de alguna manera, cada frase contiene instrucciones para la modificación del modelo mental de la situación. A veces indican que hay que introducir elementos nuevos, quitar antiguos, cambiar las relaciones entre ellos, cambiar el punto de vista, etc. Pero las frases en sí son algo muy diferente del modelo. Basta con imaginar que esas mismas frases se han dicho en inglés a una persona que habla inglés. Todas las palabras, la sintaxis, etc. han cambiado, pero el modelo creado es, posiblemente, idéntico. De ahí se sigue que es el significado de las frases, y no las frases en sí mismas, lo que da instrucciones de creación y modificación de modelos.

Sin embargo, el modelo mental que se genera en respuesta a una frase no es igual que el significado de la frase. El significado de las frases va creando el modelo en interacción con contenidos esquemáticos de la MLP. Las frases no contienen toda la información, sino sólo la suficiente para activar los esquemas adecuados y darle valores a ciertos aspectos, dejando otros muchos para que los esquemas los rellenen por defecto. (p.ej., en las frases del ejemplo anterior no se hace ninguna mención a que los objetos se apoyan en el suelo o sobre otros objetos, ni a que hay un techo, pero todo ello se supone porque están activos los esquemas de “habitación” y el más general de “espacio terrestre”, o sea, con gravedad). Asímismo, el significado de las frases interactúa también con lo que ya había creado en el modelo mental, para ir añadiendo nuevos aspectos al mismo.

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Finalmente, la inspección del modelo permite generar oraciones que lo describen, además de razonar y guiar la conducta motora. El modelo mental, o una parte de él, está a la base de lo que el emisor aspira a transmitir a su interlocutor. De nuevo, no es lo mismo esto que el significado de las frases que luego se usarán para transmitir tal modelo mental. Es posible que se necesiten varias frases, haciendo cada una una pequeña contribución al conjunto. También es posible que se usen las frases en sentido figurado, de modo que su significado literal será diferente, a veces incluso opuesto, al que se quiere comunicar.

Por tanto, tenemos en un extremo la representación central del modelo mental, y en el otro, las señales lingüísticas y no lingüísticas que el emisor usa para comunicar ese modelo mental. El gran problema del emisor es pasar del uno al otro extremo. El gran problema del receptor es volver a pasar del otro al uno. Estos problemas se pueden desglosar en otros más específicos, si bien no menos complejos y difíciles.

El primero de ellos es la cuestión de la generación y comprensión de señales lingüísticas: ¿cómo se codifica y decodifica el significado literal de una expresión lingüística? ¿Cómo se traduce entre frases en un lenguaje e instrucciones de creación y modificación de modelos mentales? A este tema se dedican los capítulos 9 al 13, donde se desglosa el conocimiento del código lingüístico.

Pero ese misterio es sólo el comienzo. El segundo gran misterio de la comunicación empieza cuando nos planteamos ¿cómo hacen las personas para ir más allá del significado literal? O, puesto en otros términos, ¿cómo se realizan inferencias en la comunicación? Tanto las señales lingüísticas (codificadas) como las no codificadas deben ser interpretadas en el contexto en que se producen para poder descubrir la auténtica intención comunicativa con la que han sido expresadas. Para ello hay que realizar multitud de inferencias basándose en las señales comunicativas y el contexto. Una tarea que, si cabe, estamos aún más lejos de entender. De nuevo, desglosar el problema en otros más específicos puede ayudarnos, al llevarnos a hacer preguntas más concretas.

El primer sub-problema es el de la conexión entre lenguaje y realidad: ¿cómo se pone en relación un modelo mental de la situación y una formulación lingüística? o, de otro modo, ¿cómo se pone en contacto el lenguaje con la realidad percibida? Comenzaremos a tratar este problema en el capítulo 5 (Proposiciones y Significados).

El siguiente es el problema de la ambigüedad del significado: muchas veces el significado literal es demasiado amplio, o en otras palabras, es ambiguo. Por ejemplo, la frase “en el cenicero hay un cigarrillo encendido” es ambigua: el cigarrillo puede estar encendido normalmente, o estar ardiendo completamente. Las dos posibilidades cuadran con el significado literal de la frase. ¿Cómo se decide cuál de las dos opciones es la que se quiere utilizar en ese momento?

Otro problema es el del significado figurativo: Muchas veces las personas no hablan literalmente. P.ej., si una persona dice: “Ésa es una chica cañón”, no se está refiriendo a que la chica sea capaz de lanzar proyectiles. El lenguaje figurativo altera los modos “normales” en los que una frase se relaciona con la realidad. ¿Cómo descubrimos lo que se quiere decir realmente?

Finalmente, hay otra cuestión crucial: el problema de la intencionalidad. La comunicación siempre se da entre personas y con un objetivo social. En el ejemplo con que hemos abierto el capítulo, el objetivo del escritor es ilustrar una serie de ideas acerca de los modelos mentales y la comunicación. ¿Cómo descubrimos con qué intención se está diciendo algo, y por tanto, cómo reaccionar a ello?

Como decíamos más arriba, las personas son capaces de ir más allá del significado literal gracias a que pueden relacionar las expresiones lingüísticas con el

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contexto en que se realizan. Por tanto, todos estos problemas se pueden reducir a uno sólo: ¿cómo se relacionan las señales comunicativas con el contexto?, entendiendo el contexto en sentido amplio, como todo el conjunto de conocimientos relevantes que se activan en ese momento y forman el modelo mental de la situación. La facilidad, flexibilidad, rapidez y creatividad con que las personas resuelven este problema en cada intercambio comunicativo no hace sino aumentar la sensación de misterio irresoluble que genera al especialista que quiere entender los mecanismos internos que llevan a cabo esta tarea. Es sencillo tomar una frase cualquiera y variar su significado, a veces de forma extrema, cambiando el contexto, a veces solamente en un pequeño detalle. Tomemos la oracion “el barco está listo para zarpar”. En el contexto de una conversación entre una pareja en un puerto, cuando uno de ellos está a punto de coger un barco, es posible que el hablante quiere decir exactamente su significado literal, pero, sin duda, esto no es todo lo que quiere decir. La frase puede querer decir también “nos tenemos que despedir”. Y además, si la pareja se quiere, también puede querer decir “te echaré mucho de menos”. Si cambiamos este detalle del contexto y suponemos que la pareja no se quiere, quizá el significado extra de la frase es “aquí acaba lo nuestro”. En otros contextos, el significado literal de la misma frase puede no estar ni siquiera entre los significados que se pretenden, como, p.ej., cuando la dice un padre de familia que acaba de cargar el coche con todo lo necesario para ir de excursión. Los capítulos 6, 7 y 8 se centran en la temática de cómo se ponen en relación contexto y señales comunicativas para llegar a interpretar el significado que se quiere comunicar.

Resumiendo, la mayoría de los capítulos de este libro se van a centrar en describir las líneas maestras a través de las cuales se intenta dar respuesta a los dos grandes problemas de la comunicación: el problema general de cómo relacionar señales comunicativas con contexto para realizar inferencias sobre el significado pretendido, y el problema específico de las señales lingüísticas de cómo se realiza la codificación y decodificación de los mensajes.

Pero para poder plantearnos cómo se relacionan modelo y señales comunicativas, es necesario antes abundar en la cuestión de los modelos mentales y plantearse: ¿qué tipos de contenidos están presentes en un modelo mental de la situación para que su poseedor pueda comunicarse acerca de ella con un interlocutor? A esto dedicaremos la mayor parte de este capítulo. Al final del mismo trataremos también otra cuestión importante: ¿cómo se les da salida a esos contenidos? Decíamos en el capítulo 1 que hay dos grandes tipos de señales comunicativas, codificadas y no codificadas. ¿Qué relación mantienen las señales de ambos tipos que se emiten en relación a un mismo modelo mental? ¿Se trata de dos modos de comunicación completamente diferentes? ¿Son complementarios?

2.- Los contenidos de los modelos mentales en la comunicación.

A lo largo de todo este libro, tomamos como punto de partida de nuestro análisis que la situación de comunicación prototípica es la conversación entre dos personas cara a cara. Éste fue el contexto en el que evolucionó el lenguaje, y el único que estuvo disponible para los interlocutores durante milenios. Otras modalidades de comunicación (como la escritura y el teléfono) son variantes de desarrollo muy posterior. Supondremos, junto con la mayoría de los teóricos de la comunicación, que estas variantes se basan también en los principios comunicativos desarrollados para la comunicación cara a cara.

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Por tanto, será una situación cara a cara la que tomemos como ejemplo básico para explorar los tipos de contenidos de los modelos mentales en situaciones comunicativas. Supongamos el siguiente contexto (véase la figura 1): Juan es un cabo, y está sentado a una mesa, leyendo un libro. En la mesa hay una lámpara y un bolígrafo a la izquierda, el libro en el centro y otro bolígrafo a la derecha. Entra Jose, un recluta, que necesita un bolígrafo para escribir una carta a su novia.

Figura 1.

La conversación se desarrolla como sigue:

1. ¿Tiene algún bolígrafo que no le sirva, mi cabo?2. ¿Cuál quieres? 3. Aquél mismo, el de su izquierda, si no le importa.

Vamos a ejercitar el escrutinio, metiéndonos en la mente de Jose en el momento en que entra en la habitación. ¿Qué hay en ella en ese instante? ¿Qué contenidos se encuentran activos?

1. Los elementos que ve en la situación: el cabo Juan, la mesa, silla, libro, lámpara, bolígrafos, la habitación, etc. Todo esto son creencias sobre los objetos presentes en la situación (adoptamos el término “creencia” porque sabemos que no podemos estar seguros de que nada exista en realidad, aunque la aplicación de la Teoría de la Realidad haga parecer que sí).

2. La intención de conseguir un bolígrafo. Como las intenciones son jerárquicas, hay que intentar desbrozar esta intención:1) Conseguir un bolígrafo.2) Conseguir que el cabo le de un bolígrafo.3) Pedir el bolígrafo.4) Hacerle una pregunta.5) Pronunciar una serie de palabras.En el momento en que entra, ya tiene todas las intenciones, es decir, ya tiene el plan. En cuanto a la ejecución del plan, se encuentra en el paso 1. Este plan es,

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de hecho, parte de un plan más amplio cuya meta es escribir la carta para su novia.

3. Actitudes y emociones. Por ejemplo, quizá se siente cohibido de pedirle algo a su cabo.

4. Dimensiones estructurales de la situación: las tres dimensiones del espacio, el tiempo, y la dimensión social de diferencia de jerarquía. En las situaciones sociales no sólo cuentan las dimensiones físicas, sino también dimensiones de tipo puramente social, como se pone de manifiesto por el modo de pedir el bolígrafo, propio de cuando uno se dirige a una persona de mayor rango (más sobre esto en el capítulo 8, Principios de Cortesía).

5. Su punto de origen deíctico: el punto desde el que él contempla la escena, en todas las dimensiones anteriores, tanto físicas como sociales.

6. Quizá lo más difícil de ver es que en el modelo mental de Jose existe también un modelo mental del interlocutor. Veíamos en el tema anterior que los modelos metalingüísticos, como el del recluta en este momento, son recursivos, es decir, pueden contener otros modelos. En el modelo de la escena que tiene el recluta Jose en ese momento, el cabo Juan no es sólo un objeto más, sino que es un objeto que tiene su propio modelo mental de la situación, incluyendo en él al propio Jose. El modelo mental del cabo incluye, por tanto, sus:

o Creencias sobre los objetos que están en la escena, incluido Jose. (Jose supone que el cabo Juan le ha visto).

o Intenciones propias, sobre las cuales el recluta Jose no está muy seguro (por lo menos por lo que respecta a los bolígrafos y a si le va a apetecer prestarle uno).

o Dimensiones estructurales físicas y sociales.o Punto de origen deíctico propio y diferente del de Jose.

De hecho, este modelo del interlocutor es el elemento más importante del modelo mental del recluta Jose, puesto que son los conocimientos acerca de lo que el otro sabe, cree, y cuál es su perspectiva, lo que permite al recluta Jose predecir en cierta medida cómo puede actuar el cabo, y así intentar hacer y decir las cosas del modo que facilite conseguir lo que quiere.

Ahora metámonos en la mente del cabo Juan, justo en el instante en que el recluta Jose ha pronunciado la primera frase. Los contenidos de su mente incluyen:

• Creencias sobre la escena, incluyendo en ella al recluta.• Intenciones propias (quizá necesita usar un bolígrafo para algo).• Actitudes y emociones (quizá le cae simpático el recluta).• Dimensiones estructurales físicas y sociales.• Punto de origen deíctico en todas las dimensiones.• Modelo mental del interlocutor, con todos los componentes mencionados.

Y además, el modelo mental del cabo contiene ahora un contenido nuevo: una creencia sobre la frase que el recluta ha pronunciado. Se trata de un objeto lingüístico. Los modelos mentales contienen también, por tanto, frases concretas (en general, contienen todo aquello que en un determinado momento está presente en nuestra MT). La creencia sobre la frase dicha pasa a estar presente también en el modelo del recluta (pues él sabe qué frase ha dicho).

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La primera tarea del cabo, ahora, es descifrar, a partir de la frase dicha, cuál es su significado literal (el problema de la descodificación). A partir de una serie de procesos de reconocimiento de palabras y análisis sintáctico, llega a la conclusión de que el significado viene a ser PREGUNTA SOBRE LA POSESIÓN DE ALGÚN BOLÍGRAFO Y LA NO INTENCIÓN DE USARLO (en el capítulo 5 presentaremos una notación específica para representar el significado literal, las proposiciones). El significado literal de lo dicho pasa a ser también una creencia presente en su modelo de la situación, así como en el del recluta.

La segunda tarea del cabo es poner en relación el significado literal con el contexto (el segundo gran problema de la comunicación). El contexto es su modelo mental de la escena completa, incluido él mismo y su interlocutor. Al hacerlo se da cuenta de que hay dos objetos a los que se puede aplicar la descripción “bolígrafo”. Asímismo, comprueba que entre sus intenciones no se encuentra la utilización de ninguno de ellos. También descubre que, posiblemente, el recluta no está usando ninguno de los términos de modo figurativo o no literal.

Dentro de esta segunda tarea, un aspecto central es descubrir la intención del recluta Juan. Para ello tiene que inferir toda su jerarquía de intenciones: está claro que ha pronunciado ciertas palabras (nivel 5 en su jerarquía), y que ha transmitido cierto significado literal (nivel 4), y que lo hacía con la intención de comunicarse, pero ¿qué tipo de acción quiere realizar con ese significado? (nivel 3). Debido a una serie de razones (véase el capítulo 7), el cabo descubre que el recluta quiere hacer una petición y no sólo una pregunta (nivel 3), y eso le lleva a inferir que su objetivo (nivel 2) es conseguir que el cabo le dé un bolígrafo, como estrategia para satisfacer su objetivo de mayor nivel (1) que es tener un bolígrafo. Todo ello está dentro del plan de escribir una carta, pero el cabo no puede saber esto (siempre puede optar por preguntarlo, o quizá llegue a suponerlo).

Este es un buen momento para introducir vocabulario específico sobre los tipos de intenciones en acciones comunicativas:

• Intenciones o actos perlocutivos: Lo que el hablante quiere producir en la otra persona: persuadir, engañar, cambiar sus creencias, cambiar su conducta, etc. (nivel 2 en el ejemplo).

• Intenciones o actos ilocutivos: Lo que el hablante hace con el lenguaje, para satisfacer sus intenciones perlocutivas: afirmar, negar, pedir cosas, acciones o información, informar, ordenar, avisar, amenazar, sugerir, etc. Las intenciones o actos ilocutivos, o actos de habla, pueden ser:

- Directos: Si se manifiestan claramente en el significado y la forma de lo dicho (en el ejemplo, hay una pregunta que se realiza de forma directa).- Indirectos: Si no son explícitos (en el ejemplo, la petición se formula de manera indirecta).

• Intenciones o actos locutivos: Lo que el hablante dice. Dentro de ellas se distinguen dos niveles:- Proposicionales: el significado literal dicho (en el ejemplo, se hace una pregunta con el significado literal descrito).- De pronunciación: las palabras, sílabas y fonemas que han sido pronunciados.

Finalmente, el cabo Juan debe decidir cómo actuar en su turno, que comienza ahora. A partir de su modelo, en el que hay dos bolígrafos, decide preguntar cuál quiere el recluta. Con ello introduce un nuevo objeto de tipo lingüístico en la escena (una

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frase), que el recluta deberá decodificar e interpretar en términos de su significado literal, figurativo e intencional. Y así en adelante...

3.- La importancia del conocimiento mutuo

En el capítulo 6 discutiremos en detalle que, de todos los contenidos de los modelos mentales de los interlocutores en la comunicación, hay un subconjunto de especial importancia: el conocimiento mutuo. Éste se define como el conocimiento que los dos interlocutores saben que el otro sabe, y que el otro sabe que uno sabe. Dejamos para entonces una demostración de la importancia de este tipo de conocimientos y por qué. Para los objetivos de este tema, sólo hay que enfatizar que todos los conocimientos contenidos en los modelos mentales de los interlocutores en la comunicación estarán marcados como conocimientos mutuos o no mutuos.

La figura 2 resume el conjunto de contenidos de los modelos mentales que se emplean en la comunicación junto con el conocimiento de la MLP que participa en su creación.

Figura 2.

Contexto

Modelo mental de Jose

Teoría de la Mente

Principio de Racionalidad

Otros conocimientos relevantes

Conocimiento a largo plazo de Jose

Creen-cias de Jose

perlocutivasilocutivaslocutivas

Intenciones de Juan

Creencias de Juan

perlocutivas ilocutivas locutivas

Actitudes/emociones de Juan

Inten-ciones de Jose

Actitu-des y emocio-nes de Jose

Conocimiento mutuo

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4.- Modelos mentales y gestos comunicativos no verbales

Aunque en el estudio de la comunicación no se les suele prestar tanta atención a los gestos no verbales como al lenguaje, gesticular es una parte esencial de las señales comunicativas que utilizan las personas. Hay, por supuesto, grandes variaciones individuales y culturales en el tipo, cantidad y estilo de gestos que usamos, pero la inmensa mayoría de las conversaciones van acompañadas de gestos. Las personas incluso gesticulamos a menudo cuando hablamos por teléfono, o incluso con nosotros mismos.

El análisis de los gestos no verbales se ha centrado a menudo en los gestos manuales. La clasificación de McNeill (1992) de tipos de gestos nos va a ayudar a describirlos e ilustrar muchos aspectos interesantes.

En primer lugar, es necesario separar los gestos manuales codificados de los no codificados o “expresivos”. Los gestos de la lengua de signos de las personas Sordas (LS) constituyen un ejemplo del extremo de la codificación: son en todo sentido análogos a las palabras de los lenguajes hablados. Tienen significados arbitrarios y reglas de combinación en oraciones, lo que les convierte en auténticos códigos lingüísticos.

Un tipo de gesto que no llega a ser un código lingüístico, pero que sí forman un código en sentido amplio son los llamados emblemas. Los emblemas son gestos como el de hacer autostop, el gesto de ok con el pulgar hacia arriba, el de burlarse de alguien sacando la lengua, hacer la V de la victoria, etc. Se trata de gestos que mantienen una relación arbitraria y convencional con el significado que transmiten. De hecho, varían a menudo de unas culturas a otras (p.ej., en Senegal se hace autostop apuntando hacia la carretera con el dedo índice extendido). Para ser un código lingüístico sólo les faltarían reglas que permitieran combinarlos en oraciones.

Tanto los gestos de las LS como los emblemas son de naturaleza completamente diferente a los gestos manuales “expresivos” o no codificados, y éstos son los que más nos interesan en este apartado. Entre ellos, se distinguen los siguientes tipos.

En primer lugar, están las batutas (en inglés, beats). Es el típico gesto de los políticos, un movimiento en el cual la mano va y viene sin hacer ningún gesto en medio. La mano simplemente parece golpear marcando un ritmo, siempre en conjunción con puntos de mayor énfasis en el habla que los acompaña. Se pueden hacer batutas también con la cabeza, cuerpo o pies.

En segundo lugar, tenemos los deícticos. Son gestos de apuntar o señalar hacia algo o hacia algún punto del espacio. Toman su significado de aquello a lo que apuntan, como cuando a uno le preguntan dónde está algo y responde “allí”, apuntando con el dedo hacia lo que sea. Si observamos cuidadosamente, los deícticos revelan enseguida que el espacio físico que rodea a las personas contiene en realidad muchos elementos y dimensiones estructurales que no se pueden ver a simple vista. Imaginemos que entra una persona en una oficina y le dice a la secretaria “¿puedo ver al jefe?”, mientras apunta con la mano hacia arriba (la oficina del jefe no se encuentra en el piso de arriba). Ese gesto revela que el concepto de jefe se encuentra localizado en el espacio superior de esa persona. Otro ejemplo es cuando decimos: “Aún falta muuuucho tiempo para eso” y apuntamos hacia adelante con la mano y con la mirada. El futuro parece estar localizado delante de nosotros (y el pasado detrás), aún cuando en realidad los tiempos pasados y futuros no están localizados en ningún punto del espacio. Nuestros gestos revelan que nos movemos dentro de un modelo mental de la realidad, y no dentro de la realidad misma.

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En tercer lugar están los dos tipos de gestos manuales en los que el gesto representa su significado por virtud de la forma que toma la mano. Los primeros son los gestos icónicos, en los que el gesto se refiere a un objeto concreto y la mano adopta una forma que recuerda a ese objeto o a aquella parte o propiedad del mismo que es más relevante. Un ejemplo es cuando una persona dice “y lo cortó con el hacha” mientras que con las manos simula coger un hacha y asestar un golpe lateral en un tronco de árbol.

Finalmente, tenemos los gestos metafóricos. Son como los icónicos, pero se refieren a conceptos abstractos. Los metafóricos son un tipo de gestos extremadamente interesantes, porque de nuevo revelan aspectos sorprendentes de ese mundo construido en el que en realidad se mueven las personas. Muchas veces nos referimos a conceptos abstractos, pero los gestos metafóricos hacen evidente que esos conceptos toman formas concretas en nuestro modelo mental de la situación. Por ejemplo, en una clase magistral un profesor dice: “Por un lado, tenemos la teoría de Chomsky” mientras levanta la mano izquierda abierta como si sujetase algo sólido, y mira hacia ese objeto imaginario. Continúa: “Por otro lado, tenemos la teoría de Lakoff”, y, sin bajar la mano izquierda, ahora levanta la mano derecha que parece sujetar otro objeto sólido al que mira mientras habla. Y añade: “... y si sopesamos los pros y los contras de cada una...”, mientras mira alternativamente a una y otra mano y hace gestos como si estuviese viendo cuál de los dos objetos es más pesado. Estos gestos metafóricos sugieren que en el modelo mental de la situación que el profesor está usando en ese momento, las dos teorías están siendo representadas por un elemento concreto, algún tipo de objeto sólido que ocupa un lugar en el espacio (una primera metáfora), y cuyo peso tiene que ver con el grado de adecuación de la teoría (una segunda metáfora). Como veíamos en el capítulo anterior, los modelos mentales capturan todo tipo de situaciones mediante elementos concretos que se introducen en el modelo y que representan sus significados gracias a una acción intencional del sujeto. Esto es así tanto cuando hay que representar objetos concretos como ideas abstractas. Los gestos metafóricos revelan la forma que toman y el lugar que ocupan esas ideas abstractas.

La observación cuidadosa de los gestos expresivos y el habla concomitante pone de manifiesto varios aspectos de gran importancia en cuanto a la relación que mantienen entre sí estos dos tipos de señales, las unas no codificadas y las otras codificadas. Primero, gestos y habla son siempre co-expresivos: los dos se refieren a una misma idea subyacente. Prácticamente nunca observamos a una persona referirse a algo en el habla y hacer a la vez un gesto que tenga un significado no relacionado. Segundo, gestos y habla son simultáneos: los dos se producen a la vez, aunque en ocasiones se pueden observar retrasos del habla con respecto a los gestos. Esto sucede, p.ej., cuando hay problemas para encontrar una palabra: “Y lo cortó con el..., con un..., con un hacha”, mientras las manos ejecutan la acción de cortar algo con un hacha.

Pero el fenómeno más interesante que descubre este tipo de análisis es que muchas veces, gestos y habla tienen significados complementarios. Siguiendo con el ejemplo de la descripción del corte del árbol, supongamos que la persona dice “Y cortó el árbol de un golpe”, mientras con sus gestos escenifica cómo fue el corte, haciendo un movimiento lateral de derecha a izquierda y como sujetando un hacha. El modo del corte no ha sido mencionado en el habla, mientras que el árbol no es “mencionado” en los gestos. Ejemplos como éste muestran que de toda la información contenida en el modelo mental y que se quiere comunicar, una parte es dirigida hacia el habla mientras que otra se expresa mediante los gestos.

Así, lenguaje y gestos comunican la idea de modos diferentes, pero complementarios. El lenguaje es un código, y por ello, desbroza esos aspectos del

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modelo en sus elementos componentes, utiliza un signo para cada uno de ellos, y los agrupa siguiendo ciertas reglas. Se trata de un modo analítico-proposicional de comunicación. Los gestos no son un código, sino que se vinculan directamente a los aspectos del modelo que expresan mediante una relación analógica, de parecido (aunque se trate de ideas abstractas). Se trata de un modo imagístico-global.

5.- Conclusiones

Los modelos mentales, con toda su complejidad, son la representación mental de los contenidos que se encuentran en nuestra memoria de trabajo en un momento determinado. Constituyen así el contexto en sentido amplio, dentro del cual nos movemos, razonamos, planificamos y nos comunicamos. Ese contexto en situaciones comunicativas incluye creencias sobre contenidos de la situación, intenciones a satisfacer, actitudes y emociones, todas ellas enmarcadas en una trama de dimensiones estructurales y contempladas desde un cierto punto de vista. Crucialmente, también incluye una representación del modelo mental de nuestro interlocutor, con los mismos tipos de componentes. De todos esos contenidos, una parte está marcada como conocimiento mutuo, y jugará un papel esencial en la elección y el diseño de las señales comunicativas y en su interpretación por parte del interlocutor. Aquella información que se decide comunicar será enviada simultáneamente a dos canales de comunicación diferentes: el canal codificado, que utiliza un modo analítico-proposicional, y el canal no codificado, que usa un modo de comunicación imagístico-global. Conjuntamente, los dos canales transmiten una totalidad o gestalt comunicativa. El receptor se enfrentará a los problemas de descodificar la información que llega por el primer canal, y poner en relación con el contexto la de los dos canales, con el objetivo de llegar a descubrir el auténtico significado pretendido por el emisor y las intenciones que quiere satisfacer con él.

6.- Referencias

McNeill, D. (1992) Hand and Mind. Chicago: University of Chicago Press.

7.- Conceptos clave

• Significado literal.• Modelo mental.• Problema de la codificación-decodificación.• Problema de la conexión lenguaje-realidad.• Problema de la ambigüedad del significado.• Problema del significado figurativo.• Problema de la intencionalidad.• Problema de la relación lenguaje-contexto.• Creencias.• Intenciones.• Actitudes-emociones.• Dimensiones estructurales.

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• Punto de origen deíctico.• Modelo del interlocutor.• Intenciones perlocutivas.• Intenciones ilocutivas.• Intenciones locutivas.• Intenciones proposicionales.• Intenciones de pronunciación.• Gestos codificados.• Gestos expresivos.• Emblemas.• Batutas.• Deícticos.• Icónicos.• Metafóricos.• Complementariedad gestos-habla.• Modo imagístico-global de comunicación.• Modo analítico-proposicional de comunicación.

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