Caniuqueo, Sergio - El Conflicto Mapuche en Los Tiempos de La Concertación (Presentación)

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Sergio Caniuqueo El conflicto mapuche Issn 0718-9427 SudHistoria, nº 4, enero-junio 2012 1 El conflicto mapuche en los tiempos de la Concertación Sergio Caniuqueo Magister (c) en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile Es complejo presentar textos alusivos a los conflictos de un pueblo del cual uno es parte. La razón: involucra una mira íntima a lo que uno es, a los aciertos y desaciertos políticos de los cuales uno ha sido parte, a mostrar y pronunciarse sobre miradas que comparte y no comparte. Los textos a presentar son fruto de investigaciones en que la metodología cualitativa ha sido el centro, con marcos conceptuales y prácticas de investigación variadas, siendo el foco de estudio el conflicto entre el Pueblo Mapuche y el Estado chileno. Hay que recordar que el país mapuche, Wallmapu, se encuentra divido actualmente en dos Estados, el chileno y el argentino. Se aprecian matices entre los textos: los que escriben desde Chile, como es el caso de Eduardo Mella y Fernando Pairican, que abordan ciertas particularidades por estar envueltos políticamente en los problemas, pero desconectándose de los fenómenos latinoamericanos y de prácticas coloniales-neocoloniales de luchas de liberación nacional ya desarrollados por otros pueblos. Por otro lado, el escrito de César Pineda, nos presenta un marco más latinoamericanista, con cuadros y conceptos teóricos interesantes a debatir, exhibiendo, además, una rigurosidad y coherencia en sus postulados. Sin duda los escritos presentados nos aproximan a realidades complejas. Son parte de la construcción de nuevos corpus para entender los conflictos indígenas con los Estados nacionales decimonónicos. Esto hace que los artículos se mantengan en relaciones binarias, en muchos casos por oposición entre uno y otro. Es así como se sigue interpretando la acción del Estado en un

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    El conflicto mapuche en los tiempos de la

    Concertacin

    Sergio Caniuqueo Magister (c) en Estudios Latinoamericanos,

    Universidad de Chile

    Es complejo presentar textos alusivos a los conflictos de un

    pueblo del cual uno es parte. La razn: involucra una mira ntima a lo que uno es, a los aciertos y desaciertos polticos de los cuales uno ha sido parte, a mostrar y pronunciarse sobre miradas que comparte y no comparte. Los textos a presentar son fruto de investigaciones en que la metodologa cualitativa ha sido el centro, con marcos conceptuales y prcticas de investigacin variadas, siendo el foco de estudio el conflicto entre el Pueblo Mapuche y el Estado chileno. Hay que recordar que el pas mapuche, Wallmapu, se encuentra divido actualmente en dos Estados, el chileno y el argentino.

    Se aprecian matices entre los textos: los que escriben desde Chile, como es el caso de Eduardo Mella y Fernando Pairican, que abordan ciertas particularidades por estar envueltos polticamente en los problemas, pero desconectndose de los fenmenos latinoamericanos y de prcticas coloniales-neocoloniales de luchas de liberacin nacional ya desarrollados por otros pueblos. Por otro lado, el escrito de Csar Pineda, nos presenta un marco ms latinoamericanista, con cuadros y conceptos tericos interesantes a debatir, exhibiendo, adems, una rigurosidad y coherencia en sus postulados.

    Sin duda los escritos presentados nos aproximan a realidades complejas. Son parte de la construccin de nuevos corpus para entender los conflictos indgenas con los Estados nacionales decimonnicos. Esto hace que los artculos se mantengan en relaciones binarias, en muchos casos por oposicin entre uno y otro. Es as como se sigue interpretando la accin del Estado en un

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    sentido de verticalidad y de uso del poder de cierta clase social y lite poltica a la cabeza de los Estados nacionales en contra de los mapuche. Lo cual no siempre es as. Los subalternos tambin tienen relaciones de complicidad y de beneficios de la subalternizacin dentro de los propios subalternos. Es por ello que nios y mujeres en estos artculos tienden a desdibujarse y se contempla una mayor presencia masculina de lderes entrevistados; esto, sin duda, sucede continuamente, pese a que como investigadores nos gustaran relatos muchos ms inclusivos.

    Por otro lado, pese que los artculos abordan el conflicto con sectores del Pueblo Mapuche que se tensionan con el Estado, no abordan la diversidad que involucra el Pueblo Mapuche; esto no es culpa de los autores, sino de una corriente de cmo se ha representado a los indgenas en este tipo de conflictos. Hay un uso de la palabra pueblo por un sector organizado indgena, pero uno podra preguntarse si ese sector organizado ha consultado a todo el pueblo para desarrollar su accin poltica.

    Mi reflexin apunta a por qu y cundo hablamos de pueblo. Mi respuesta, creo, es cuando buscamos posesionar una alternativa poltica de un grupo en la cual hemos consensuado una visin a partir de un diagnstico, que es posible que otros sectores compartan o no pero, por lo general, no desarrollamos una consulta o una discusin amplia para legitimar nuestra posicin dentro del pueblo. As tambin, los intelectuales usan el concepto pueblo y tratan que las organizaciones investigadas sean representativas de ese pueblo, pero, en general, tambin en ello puede existir una trampa de querer mostrar a la organizacin como un ente hegemonizado o hegemonizador y no lograr ver los matices existentes dentro del pueblo real.

    Como vemos, hay una trampa en el uso y abuso del concepto pueblo para argumentar acadmica y polticamente. Si no hacemos esa crtica, cmo podemos abordar el concepto nacional o etnonacional en la cual se supone deben converger todos los sectores que componen un pueblo. Si no criticamos esa forma de proceder estaremos reproduciendo la historia de poder que establecieron las oligarquas en el siglo XIX dentro de las repblicas latinoamericanas, en la cual sujetos preclaros conformaron las actuales formaciones nacionales. As, en consecuencia, seguiramos con las historias de lites: una historia

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    masculina, una historia excluyente de otros sujetos sociales que son, finalmente, los que sostienen las luchas sociales.

    Si bien las organizaciones indgenas deben encarnar el sentido de su pueblo no siempre lo hacen, pues muchas veces dichas organizaciones y, porque no decirlo, tambin muchos intelectuales indgenas y no indgenas, se sienten en un estado superior, moral y polticamente, que el resto del pueblo que buscan representar. Sin duda, la soberbia y altanera no est lejano de los movimientos indgenas, no porque sean subalternizados, ellos no subalternicen a sus pares. De esta manera, hay que analizar y comprender a las organizaciones estudiadas, pero creer que son un modelo, sin la discusin de otros sectores, me parece arriesgado.

    Los textos que se presentan a continuacin son mirados desde una perspectiva crtica por un intelectual y activista indgena que a ratos opinar acadmicamente, como tambin, polticamente, pero que en ningn caso deja de valorar el esfuerzo que cada investigador verti en su escrito. Si a veces el lenguaje se torna fuerte no es nada personal con el autor, sino es un mecanismo de marcar posiciones alternativas. En el artculo de Csar Enrique Pineda, Dominacin y emancipacin en el pueblo mapuche. El pensamiento de la Coordinadora Arauco Malleco, podemos encontrar una intencin de conectar los postulados de la Coordinadora con un movimiento indgena latinoamericano. Si bien puede parecer un camino fcil, Pineda tensiona su narrativa ya que no slo es la reproduccin de premisas compartidas por los diversos movimientos, sino tambin en situar el discurso de la Coordinadora a las condiciones materiales y de poder en que se encuentra el pueblo mapuche frente al Estado chileno. En ese sentido, el artculo tiene la virtud de iniciarnos en discutir conceptos como etnonacional o etnopolticas dentro de un marco de reivindicacin.

    Aunque es interesante destacar la categora de movimientos indgenas-campesinos a nivel continental, llama la atencin que hoy, gran parte de los indgenas, han consolidado sus vidas en las urbes y parece ser que sus demandas sociales y polticas quedan invisibilizadas frente a estos movimientos. Una discusin sobre este concepto sera interesante, ya que nos lleva a reflexionar hasta qu punto hacemos una separacin de clase y no desarrollamos una ptica de pueblo. Por una parte, se consume el

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    discurso de liberacin nacional, pero a la hora de las reivindicaciones o de analizar el concepto de control territorial, se vuelve a una mirada rural y cosmovisional e, incluso a ratos, esencialista. Obviamente resolver este problema es ms amplio en trminos de anlisis y tiempo.

    Pineda aborda el conflicto desde una genealoga que retoma ms adelante en trminos discursivos, que consiste en ligar el concepto de Pablo Gonzlez Casanova, colonialismo interno, para describir la subordinacin material del pueblo mapuche al Estado chileno (y agregamos tambin a la subordinacin al Estado argentino). Por ese motivo, hace mencin de la invasin militar de los Estados al Wallmapu, a fines del siglo XIX, para seguir en su lnea argumentativa con la descripcin general del despojo de las tierras que quedaron en manos de las comunidades mapuche. As, el relato vuelve a tener un punto de inflexin, que explica el origen del actual conflicto. Esto, a su vez, situado y reforzado por una memoria histrica.

    La discusin sobre el Estado y su monoculturalidad, as como la tendencia a una centralidad del poder, me parece interesante seguir reforzndola, no slo como una caracterstica de los Estados latinoamericanos, sino tambin como una caracterstica de los Estados decimonnicos. Ahora bien, dentro de esta construccin hegemnica, podemos encontrar distintos sistemas de gobernanza de los sujetos subalternos que, lamentablemente, el artculo no aborda. Creemos que ello se debe a la gran influencia de mirar siempre a los sujetos sociales en torno al Estado; es decir, el relato histrico que constituye a un sujeto social y de la misma manera le confiere una conciencia, que para el caso de este artculo, se centra en la memoria histrica que la CAM proyectara a nivel discursivo. Podemos destacar en esta narrativa que tanto autor como sujeto estudiado, siguen en la trampa colonizadora que la historia de los sujetos se construyen en el dialogo estatal. As el conflicto sigue en base a la relacin Estado-Pueblo Mapuche. Aunque en un principio el control territorial, como concepto, pareci una accin liberadora de la accin estatal, finalmente ni el discurso ni los objetivos de la CAM se han situado en un anlisis crtico de la realidad al interior de las comunidades. Su visin sigue siendo una realidad mediada, de acuerdo a lo presentado por el artculo, de la accin winka, de una sociedad sobre otra sociedad sin que la sociedad subordinada se haga cargo de sus propias

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    contradicciones. El artculo da cuenta de la subordinacin, lo cual es meritorio, pero no se hace cargo y, al parecer, la organizacin estudiada tampoco, en enfocarse en los problemas internos del pueblo mapuche. As, las acciones de complementariedad con los sistemas de opresin y la complicidad no logran ser explicados. De esta manera, no se exponen las contradicciones que ha sufrido esta organizacin, ni su cada vertiginosa en trminos de apoyo de las comunidades mapuche que trabajaron con ella. Sin duda, esto es parte de una discusin profunda que gracias a la lectura de este artculo podemos hacer.

    La liberacin nacional, propuesta por la CAM, como un avance por sobre la resistencia, carece de una visin programtica en trminos concretos y slo aparecen una serie de enunciados (slogan polticos). Asimismo, la reconstruccin de las estructuras polticas ancestrales terminan siendo reelaboraciones de antiguas estructuras y, por otro lado, la reconstruccin cultural termina siendo una especie de esencialismo estratgico, amparadas ambas, en la recuperacin de territorios y en una memoria agraviada. De esta manera, la gran masa de mapuche urbanos quedan fuera de estos esquemas; excluidos del esquema de liberacin nacional planteado por la CAM. No obstante eso, este artculo nos lleva a interrogarnos hasta qu punto el movimiento mapuche se ha preguntado de manera concreta sobre el tema de la autonoma territorial. Por un lado, se desprende de los planteamientos de la CAM, que existe una autonoma local articulada en una autonoma territorial de nivel nacional mapuche. Sin embargo, los lmites concretos no quedan claros al carecer de definiciones o especificaciones de lindes, por lo tanto, esto es parte de la discusin del movimiento mapuche. Llama la atencin que el artculo no considere la accin meditica que ha desarrollado la CAM en algunos crculos, como parte de una estrategia comunicacional que le ha dado visibilidad, pero finalmente no ha logrado consolidarla en el cotidiano del pueblo mapuche; muchas comunidades y personas mapuche ignoran los planteamientos de esta organizacin. Eso, en consecuencia, ha ayudado a la efectividad de la contra-propaganda del Estado frente a esta organizacin.

    El acierto de este artculo es revelarnos el pensamiento de la CAM. Podemos sealar que logra realizar una buena sntesis en trminos de identificar los ejes de su pensamiento: el nivel

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    identitario; la idea de la crisis; la situacin opresiva a partir de las estructuras de dominacin estatales; su visin anticapitalista y la memoria agraviada. Pese a ello, al decir que el pensamiento de la CAM es sofisticado en plantear la liberacin nacional, se podra concluir que el nico sujeto que ve en la Coordinadora un actor social mapuche son las comunidades rurales que no tienen una articulacin con el resto de la sociedad mapuche. As la territorializacin, la resistencia estatal y anticapitalista slo puede efectuarse en la ruralidad. Del mismo modo, la articulacin poltica y la reconstruccin cultural, quedando excluidos los mapuche urbanos junto a los que piensan en otras estructuras polticas alternativas y quienes vislumbran otros mecanismos de reclutamiento social y reelaboracin cultural (partidos polticos mapuche, pastorales u otras expresiones), quedaran afuera. La propuesta de restauracin de pueblo se reduce a reconstruir a una parte del pueblo, con lo cual es una propuesta de liberacin nacional sin la diversidad del pueblo mapuche, lo que parece ya una propuesta fracasada.

    El Estado chileno frente a la protesta social mapuche. 2000-2010, artculo del trabajador social Eduardo Mella, nos muestra una sntesis de la respuesta del Estado frente a las comunidades movilizadas. La discusin se centra en el comportamiento de los dos ltimos gobiernos de la Concertacin, coalicin de centro izquierda en Chile. El primer hito que resalta el autor es la reforma procesal penal que se implementa en la Araucana, en el corazn del Pas Mapuche, as tambin le siguen las promesas de acceder a ms tierras para los mapuche por parte del gobierno de la poca. As tambin, la accin de los gobiernos frente a las protestas sociales mapuche en la cual responden con la ley n 18314, o ms conocida, como la ley antiterrorista. Este cuadro representa no solo la tensin en la cual los gobiernos no pueden resolver los conflictos sociales frente a derechos polticos y sociales, sino un tipo de salida que es la criminalizacin de las demandas a partir de una estigmatizacin poltica y social.

    Esta criminalizacin no solo es por parte de una poltica del ejecutivo, quien se hace parte de las querellas por acciones terroristas, sino tambin de una tendencia en los dems poderes del Estado de asumir la protesta social como parte de acciones terroristas. As, el problema ya no es de la gobernabilidad del ejecutivo, sino que se asume como una decisin del Estado. Pese a

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    la existencia de voces disidentes, en el grueso de parlamentarios y jueces prim la opcin de la criminalizacin.

    Es a partir del 2001 cuando comienzan procesos de persecucin poltica de diversos lderes mapuche por ley antiterrorista: los hechos presentados por Mella interpreta en ese proceso una poltica coordinada entre el Estado y los empresarios locales y nacionales y, porque no decirlo, ante el capital transnacional. As se resguardan los bienes de los empresarios a partir de la construccin de puestos policiales para generar un clima de hostilidad hacia las comunidades mapuche. Como demuestra el autor, las acciones de hostigamiento y criminalizacin son selectivas, aunque se podra cuestionar si son hacia las organizaciones de corte ms autonomistas o aquellas envueltas en procesos de recuperacin territorial. Sin duda las intervenciones telefnicas, seguimientos y otros procedimientos, afectan a dirigentes del movimiento mapuche en general.

    Aquella dcada se caracteriza por la muerte a manos de la polica chilena de tres integrantes del movimiento mapuche, los cuales han quedado prcticamente en la impunidad. Esta falta de justicia ante los mapuche muertos, se consolida en el accionar de los fiscales con el uso de testigos sin rostros con miras a asegurar una sentencia favorable. No importaba que muchas veces estos testigos fueran parientes de los imputados; as la fiscala certificaba tambin el quiebre interno de las comunidades, por lo cual es lcito interrogarse hasta qu punto estas estrategias de los fiscales buscaban un xito judicial y hasta qu punto era una estrategia poltica de subordinar a las comunidades en conflicto. De esta manera, el debido proceso de los imputados mapuche se ve perjudicado por un actuar poco transparente de las instituciones ligadas al poder judicial, siendo cuestionado en muchas ocasiones el accionar de la polica en trminos investigativos y su participacin en los juicios.

    Si bien, el gobierno de Bachelet se comprometi a no hacerse parte de querellas antiterroristas, las demandas continuaron por parte de las fiscalas y empresas. Del mismo modo, se ve una estrategia comunicacional para estigmatizar a las comunidades, aumentando la violencia en los procedimientos policiales en las comunidades que contaban con comuneros procesados. Asimismo, el 2006 se iniciaba una de las huelgas de hambre ms larga llevada

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    por comuneros mapuche, con el fin de revertir esta poltica de criminalizacin y obtener un juicio transparente.

    Finalmente, Bachelet termina su perodo con dos comuneros mapuche muertos por el accionar desmedido de la polica en el uso de la fuerza y sus armas de servicio. Los dos casos estuvieron envueltos en polmica, siendo los hechos cuestionados por diversos actores sociales y generando una protesta y repudio por el accionar de la polica y la falta de voluntad poltica del gobierno para esclarecer y condenar los hechos.

    De esta forma, la descripcin proporcionada por Mella se ajusta al sentir de las comunidades que sufrieron esta persecucin judicial. La pregunta, en consecuencia, es por qu el Estado va resolviendo por esta va, en todas sus esferas, parte del conflicto mapuche. Pues un cuadro que muestre a las comunidades movilizadas frente a las no movilizadas arrojara un porcentaje bajo; adems, muchas de ellas se encontraban en procesos de negociacin frente al Estado asesorados por consejeros de la CONADI (institucin indgena estatal) u otros actores polticos. A partir del artculo de Mella, uno podra explorar algunas hiptesis que no estn contenidas dentro del artculo; por ejemplo, la existencia de una alianza entre empresarios locales y nacionales junto a los intereses de las empresas transnacionales ha llevado a un lobby poltico para la adopcin de estas medidas. Esto nos genera la pregunta de si en realidad el empresario agrcola regional est de acuerdo con estas polticas econmicas. Una segunda hiptesis que podramos plantear es la guerra contra el terrorismo como parte de un entramado mundial en esta dcada y, con mayor intensidad, despus del ataque a las torres gemelas en los Estados Unidos. Realmente el Estado chileno se encuentra en esta lgica? Cunto son los recursos que se utilizan para estos efectos? Cunto es el gasto que realiza el Estado para la persecucin mapuche? Sera interesante registrar el incremento o cmo ha sido la fluctuacin en los ltimos 10 aos. O, incluso, pensar por qu los militares, expertos en luchas antiterroristas, no estn involucrados.

    Por otro lado, hay que pensar en observaciones mucho ms complejas, como por ejemplo, los grados de autonoma de la polica chilena. Este tipo de autonoma nos refleja que la polica es parte de un poder de facto en la cual no est subordinada al poder civil y de algn modo cuenta con una serie de marcos jurdicos que

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    le permiten esta libertad. Por lo tanto, no es raro pensar que en Chile, si la polica tiene estas facultades, cules son las atribuciones que tienen otros cuerpos armados, o bien pensar en que existen todava condiciones para un golpe militar de Estado basado en resquicios legales. As como se lee en el artculo, hoy los ciudadanos pueden llegar a sufrir dobles procesamientos, por lo cual no existen garantas para la ciudadana, pero si para las Fuerzas Armadas.

    El artculo de Fernando Pairican, Sembrando ideologa: el Auki Wallmapu Ngulam en la transicin de Aylwin (1990-1994), se enfoca en dotar de una genealoga el pensamiento autonomista basado en una lgica de autodeterminacin. Sita a la organizacin Auki Wallmapu Ngulam (Consejo de Todas las Tierras), como la encargada de producir un pensamiento anticolonial chileno, contemplando la posibilidad de reconstruirse social y culturalmente a partir de las comunidades.

    El autor escudria entre las explicaciones que otros autores ofrecen, cmo interpretar el pacto de Nueva Imperial en 1989. Un pacto que abri una nueva forma de participacin de los indgenas, la emergencia de un nuevo actor social que busc ser considerado de manera distinta: una nueva forma de movilizacin social inspirada en las comunidades; una alianza con una nueva coalicin de gobierno; la apertura a un nuevo tipo de demanda como autonoma y autogobierno-autonoma.

    Las demandas y reivindicaciones mapuche colisionan contra dos procesos: la no democratizacin del pas y la consolidacin del modelo neoliberal. En ese sentido, el autor pone nfasis en los tipos de gobiernos y las formas de abordar los problemas sociales que tienen diversos matices, aunque existen ciertas lneas programticas. El movimiento indgena latinoamericano, paralelamente, va abriendo propuestas de profundizacin de las democracias: la autonoma y la autodeterminacin se transformaron en ejes rectores de la movilizacin indgena. Es justamente esa demanda, de la cual el AWN, como otras organizaciones, origina desde las movilizaciones hacia un renovado esquema poltico. Sin embargo, sealar si esto es parte de una maduracin de los movimientos es discutible, pues los movimientos no siempre actan en trminos evolutivos y lineales; responden, muchas veces, a contextos polticos y conceptos del perodo.

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    Pairican comienza a explorar el paso desde una dictadura militar a un nuevo rgimen, incierto para todos, pero cargado de esperanzas. As comienza la historia de un desencuentro entre aspiracin mapuche y la visin gobernante, que sita el problema como un argumento de pobreza, rehuyendo los derechos indgenas. De este modo, tenemos la travesa de la ley indgena con seis borradores. Por otro lado, un sector del pueblo mapuche comienza con acciones de tomas y a reivindicar su derecho a tierras en base a una deuda histrica.

    Este autor releva el acierto que tiene AWN al reivindicar las tradiciones y proveer una continuidad poltica al pueblo mapuche. As, elementos como el palin o ceremonias, generan un cuerpo que se defina poltica y corporalmente frente a las instancias estatales. Al mismo tiempo, se establece la necesidad de ampliar los horizontes y cimentar la idea de nacin; por ese motivo, la creacin de la wen foye (bandera mapuche) fue un gran paso. La idea de un Pueblo, una Nacin, comenzaba a materializarse a partir de nuevos smbolos y las antiguas tradiciones. Pero esto era un movimiento continental de los distintos pueblos originarios, quienes cuestionaban su actual situacin y se rencontraban con un pensamiento anticolonial y recobrando su memoria para colocarla sobre la mesa.

    Si bien es arriesgado concluir que el AWN tuvo una visin de largo plazo para fijar su poltica, cabe sealar que sus postulados se mantienen en mayor o menor medida dentro del movimiento mapuche. En muchos casos se reproducen sin mayor crtica, como los conceptos de autonoma y autodeterminacin. Por ejemplo: no existe un programa de liberacin nacional que involucren a todos los sectores mapuche que conforman el Pueblo; cmo esos distintos sectores pueden ejercer su derecho a la autodeterminacin; cul va a ser la participacin de los sectores urbanos dentro de las autonomas; cmo generar procesos de autogobiernos; qu experiencia se convertirn en una praxis de liberacin nacional. Las preguntas anteriores son dudas que el movimiento mapuche no se las plantea dentro de su discusin, teniendo propuestas que se enmarcan en un tipo de ruralidad y que no atienden tampoco a los diversos tipos de ruralidades existentes dentro del mundo mapuche.

    Los textos presentados son un avance para seguir discutiendo los procesos polticos y las miradas acadmicas que se generan en

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    torno a esos tpicos. Son artculos abiertos a una discusin. Son procesos incluso de descolonizacin ideolgica y metodolgica. Son una bsqueda no solo por representar una realidad, sino tambin de interrogarse y de mirar crticamente las realidades sociales de Chile y Latinoamrica.

    Agradezco la confianza, por parte de la coordinadora del dossier, Javiera Donoso, de presentar estos trabajos y espero que generen las mismas o ms interrogantes que a m me surgieron al leerlos, despertando inquietudes para abrir nuevos dilogos.

    Gulu Mapu (Territorio Mapuche) Wallmapu (Pas Mapuche)