Tabla de contenido

Mimetismo y violencia ................................................................. 1

Religión, tierra y terrorismo ......................................................... 43

Lo sagrado y la violencia: ............................................................. 531- La violencia como reacción al desconocimiento de

un “derecho sagrado” ............................................................... 532- La violencia como reacción al desconocimiento de

un “derecho sagrado” II ........................................................... 763- El sentido de lo sagrado ........................................................... 100

Guerrilla y naturaleza ................................................................... 103

NOTA INTRODUCTORIA

Me propongo en este libro indagar algunas de las razones, no muymencionadas en el pensamiento científico-teórico y filosófico actual, quepresiden las conductas violentas de los seres humanos. Así en la exposicióncrítica del pensamiento de René Girard destaco la importancia cognoscitivade la razón psicológica –la imitación que hace cada individuo desde elcomienzo de su vida de la conducta de apropiación de objetos que observaen los demás- que ofrece para explicar la conducta violenta de los hombres.El valor de esta idea está en mostrar que la conducta de cada individuo seconstituye por el peso dominante de un deseo natural original: el deseo deimitar la conducta de quienes lo rodean diariamente o de los que aparecenen el campo visual de su existencia. Y para Girard la conducta de apropiaciónde los objetos externos es la primera conducta que los individuos aprendena imitar. Pero el hecho problemático y negativo está en que el individuo alimitar, al hacer suya, esta conducta se convierte en un agente o protagonistade un posible conflicto violento con quien o quienes le sirvieron de modelode imitación. Esta conducta mimética de apropiación de los objetos quesurgen del proceso de socialización de cada individuo es, entonces, la queparadójicamente ponen en peligro, cuando se extiende a todos los miembrosde una comunidad o sociedad, la posibilidad de su convivencia estable yduradera. De ahí la necesidad urgente que tienen estos mismos individuosde encontrar un mecanismo que les permita suprimir o reducir al máximoeste grave riesgo que los amenaza de destruirse mutuamente. Girard constató,repasando la historia de los pueblos “primitivos”, y sobre todo, de losantiguos judíos, que este mecanismo, el cordero emisario o chivo expiatorio,que los seres humanos hallaron desde los orígenes de su existencia no esreprimir o contener la posibilidad de sus conductas violentas sino, alcontrario, ponerlas libremente en práctica. Pero no entre sí mismos sinocontra un animal o un individuo, víctima generalmente inocente, que sinembargo, señalan como autor y culpable de todos los males y desgracias

X CAMILO GARCÍA

que los aquejan; es, entonces, en la ejecución común del sacrificio mortalde esta víctima donde los individuos de la comunidad realizan su conductaviolenta. Y al realizarla se liberan, así sea temporalmente, de la necesidadde practicarla entre sí. Con lo que esta conducta violenta se convierte en unrasgo común que une e identifica a los miembros de una comunidad, esdecir, se convierte en una condición que asegura y renueva periódicamentelos lazos de convivencia e integración social.

Girard sostiene, con razón, que fue Cristo el primer personaje de la historiaque, inscrito en la tradición judía, mostró enfáticamente con su palabra y suvida, que este mecanismo de integración social no es un mecanismomoralmente válido porque los individuos de la comunidad mantienen enpie la práctica de una forma de violencia, la violencia sacrificial, con la quese niegan a sí mismos una aspiración central que tienen naturalmente comoseres humanos, la de vivir sin violencia. Pero además porque cometen unacto de injusticia supremo: el de culpar a un inocente de ser el autor de lasinjusticias y sufrimientos que viven y padecen en su vida en común. De ahíque si los seres humanos quieren encontrar o forjar una forma de integraciónsocial acorde con su condición, tienen que renunciar a este falso mecanismo,es decir, tienen que hacer suya la revelación moral que Cristo hizo en sutiempo de romper con esta conducta de imitación recíproca de la violenciaproyectada sobre una víctima inocente. Revelación o saber que ha servidode fundamento para la constitución del moderno orden socio-políticodemocrático y que, sin embargo, no ha sido asumido y aprendido por muchosde sus miembros y de sus gobernantes. Basta mencionar solo el casoelocuente y negativamente ejemplar del gobierno norteamericano presididoG. W. Bush. Su decisión de emprender la guerra contra Irak negó de plano,a pesar de declararse reiteradamente en fiel seguidor de Cristo, su enseñanzabásica y trascendental; o mejor, reprodujo y actualizó la práctica de la violen-cia sacrificial, el mecanismo del cordero emisario, que Cristo rechazó comomoralmente infundado y reprobable. Pues el dictador Saddam Hussein, noobstante haber perseguido y asesinado a miles de ciudadanos de su país, dehaber masacrado a casi 5000 mujeres, niños y ancianos kurdos con armasquímicas, no fue, sin embargo, el autor o el culpable de los atentadosterroristas de septiembre de 2001 contra las torres gemelas de Nueva Yorky contra el Pentágono. De tal manera que el gobierno norteamericano alemprender la guerra contra él y su régimen con el propósito de prevenir unanueva acción terrorista sobre su territorio cohesionó a los miembros de su

XIREFLEXIONES SOBRE LA VIOLENCIA

sociedad alrededor del “sacrificio” violento de una persona inocente de esaacción terrorista.

A continuación me pregunto por los motivos que se esconden detrás delcada vez más grave e inquietante fenómeno del terrorismo islámico actual.Apoyándome en la noción elaborada por Jacques Derrida de “crisis deautoinmunidad del sistema político de dominio de los países occidentales”trato de determinar los episodios esenciales que están provocando y exten-diendo esta crisis; es decir, los factores generados por este sistema que estánalterando o poniendo en peligro drásticamente su funcionamiento estable yregular.

Y finalmente presento algunos trabajos sobre la historia de la violenciapolítica en Colombia en los que trato de explicar esta realidad desde unaperspectiva diferente a las que se han propuesto hasta ahora en los estudioshistoriográficos y políticos. Los dirigentes, miembros y simpatizantes delos dos partidos liberal y conservador estuvieron atrapados durante largotiempo en la falsa creencia de que existían algunos derechos sagrados queera necesario preservar y defender a toda costa, así fuera con el uso de lafuerza y la violencia, cuando eran desconocidos por el gobierno del partidorival. Cada vez que uno de estos dos partidos en el gobierno desconocía conuna decisión política o con una medida jurídica un derecho que el partidorival en la oposición considera sagrado, se activaba su voluntad política deemplear la violencia para tratar de restaurar su plena vigencia. Sus dirigentesy miembros sentían y creían que tenían el “deber moral” y al mismo tiempoel “derecho legítimo” de usar las armas para tratar de restablecer la soberaníade ese derecho supremo negado; creían casi de modo ciego que el descono-cimiento de ese “derecho sagrado” les daba el “derecho” de usar la violenciapara hacerlo valer de nuevo. Y convencidos de la validez absoluta de estederecho lo único que hicieron en realidad fue instaurar el imperio de laviolencia en una buena parte de nuestra historia.

El autor

Mimetismo y violencia*

Como se sabe en los tiempos bíblicos los judíos tenían una práctica ritualmuy importante. Se trataba de que cargaban sobre la cabeza de un corderolas faltas y los pecados que hubiesen cometido; después lo conducían aldesierto y una vez allí lo perseguían y lo sacrificaban. En el capítulo XVIdel Levítico este acto ritual se describe así: “Aarón le pondrá las dos manossobre la cabeza y le dará a su cargo todas las faltas de los hijos de Israel,todas sus transgresiones y todos sus pecados. Después de haber cargado lacabeza del cordero de esta manera lo enviará al desierto bajo la conducciónde un hombre que se mantendrá alerta, y el cordero llevará todas las faltas aun lugar árido” (Lev. 16, 5-10). Y el sentido que dio lugar a esta práctica erael de liberarse de la culpa que los asediaba; al trasladarla a un ser comple-tamente extraño, en este caso a un animal, esa culpa aspiraba a borrar desus conciencias su presencia tormentosa. Primero, apartándolo de la comu-nidad a un lugar no apropiado para la vida para hacer desaparecer la presenciafísica del supuesto autor de los pecados cometidos; y segundo, persiguién-dolo para posteriormente sacrificarlo para poder rematar de modo definitivosu desaparición como carga de la conciencia.

Este hecho pone en evidencia, a mi juicio, que los judíos han sido elpueblo en el mundo que con mayor intensidad ha vivido y sentido elfenómeno de la culpa. Su deseo perentorio de liberarse de su pesada carga,de despojarse de su presencia, indica el fuerte arraigo que tenía en el mundosociocultural de su vida. Era un pueblo que sufría, y que sufre aún hoy, esesentimiento de culpa con extraordinario vigor. ¿Pero de qué se han sentidotan culpables los judíos? Seguramente del hecho de haber sido los autores

* Agradezco a la profesora Brigitte Hugon por haberme introducido en la obra de René Girard

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