Bueno y malo

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APUNTES SOBRE CONSTELACIONES FAMILIARES El bueno y el malo. ¿Quién es quién? Hay mandatos sociales. Hay, en teoría, cosas que se deben hacer y otras que NO se deben hacer. Están los llamados buenos y los llamados malos. Están los que reciben aplausos y los que son señalados por los demás. Mi pregunta es: ¿Quién tiene la razón? Otra pregunta: ¿Quién es el bueno y quién es el malo? Gracias al trabajo y al aprendizaje que he tenido la suerte de ver y tener con Constelaciones Familiares, cada vez me paro menos a pensar en los buenos o los malos de las historias. Cada vez hay menos juicios ante lo que hace uno o el otro. Cada vez hay menos señalamientos. Trato de mirar cada historia con ojos bien abiertos y sin dejarme de maravillar de lo grande que es el balance y la compensación en cada grupo, y de cómo se cumple una y otra vez, especialmente, cuando alguien queda excluido de la familia. Del lado del “malo” Cuando me cuentan una historia de alguien “malo”, una persona que se comporta “mal”, una persona que hace “lo peor”, un ser humano que “se sale de lo establecido”, mi primer pensamiento es: ¿A qué persona de su familia estará representando? ¿Con quién estará embrollado? ¿De dónde proviene este supuesto mal? ¿Quién es el bueno y quién es el malo?

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Quién es el bueno y quién es el malo entre dos hermano. Desde la mirada de Constelaciones Familiares.

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APUNTES SOBRE CONSTELACIONES FAMILIARES

El bueno y el malo. ¿Quién es quién? Hay mandatos sociales. Hay, en teoría, cosas que se deben hacer y otras que NO se deben hacer. Están los llamados buenos y los llamados malos. Están los que reciben aplausos y los que son señalados por los demás. Mi pregunta es: ¿Quién tiene la razón? Otra pregunta: ¿Quién es el bueno y quién es el malo? Gracias al trabajo y al aprendizaje que he tenido la suerte de ver y tener con Constelaciones Familiares, cada vez me paro menos a pensar en los buenos o los malos de las historias. Cada vez hay menos juicios ante lo que hace uno o el otro. Cada vez hay menos señalamientos. Trato de mirar cada historia con ojos bien abiertos y sin dejarme de maravillar de lo grande que es el balance y la compensación en cada grupo, y de cómo se cumple una y otra vez, especialmente, cuando alguien queda excluido de la familia. Del lado del “malo” Cuando me cuentan una historia de alguien “malo”, una persona que se comporta “mal”, una persona que hace “lo peor”, un ser humano que “se sale de lo establecido”, mi primer pensamiento es: ¿A qué persona de su familia estará representando? ¿Con quién estará embrollado? ¿De dónde proviene este supuesto mal?

¿Quién es el bueno y quién es el malo?

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En este punto me recuerdo de Carola Castillo, quien en nuestra formación solía decirnos algo así como que cuando le mostraban al bueno y al malo, ella se sentaba al lado del malo, pues quizá los supuestos buenos eran más numerosos y quizá hacía falta alguien que se sentara junto al supuesto malo, lo mirara y le diera un lugar. Y es que regularmente, ¿Qué hacemos con los malos? Los excluimos, los sacamos de nuestra vida, lo execramos de la familia, les dejamos de hablar. Y allí comienza o sigue el desbalance, dependiendo de la historia. Por ejemplo, si vemos a dos hermanos: uno de ellos trabaja, estudia, es responsable, no se mete con nadie. El otro, es alcohólico, enfermo, quizá roba o es adicto. ¿Quién es el bueno? Respuesta rápida: el que no se mete con nadie. Quizá el otro sea el excluido, señalado, execrado, porque es el malo. En la teoría de Constelaciones Familiares, cuando se trata de los hermanos, se dice que entre ellos, sin importar la cantidad, se reparte (por así decirlo), los temas de la familia, tanto los buenos como los menos buenos. Sin embargo, puede pasar que uno de ellos, generalmente el mayor, tome una mayor carga de los problemas; de esta manera, los otros hermanos quedan con menos carga, más livianos. Lo anterior, aunque suene extraño, termina siendo un acto de amor, de lealtad. “Por ti, hermano y por mi familia, tomo esta carga. Te dejo más liviano a ti, más libre. Lo tomo yo antes de que lo tomes tú”, serían las palabras del hermano mayor. Con esta mirada y tomando el caso anterior, vale preguntarse de nuevo: ¿Quién es el bueno y quién es el malo? ¿Quién lo hace mejor y quién lo hace peor? ¿Quién paga el precio más alto?

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Mirar, asentir y honrar Bajo esta perspectiva y con el ejemplo anterior, hay dos aspectos importantes a tomar en cuenta. El primero, que el hermano “bueno”, pueda mirar y reconocer a su hermano “malo”. Que pueda asentir, aunque sea doloroso, a ese destino. Que pueda mirar que gracias a esta carga, él está un poco mejor. A veces es difícil, especialmente, cuando hay miedo, dolor, rabia e incluso puede haber una pregunta intrínseca: ¿Qué pasa que yo estoy “bien” y mi hermano está “mal”?. Puede también darse el siguiente pensamiento: “Yo quiero que mi hermano esté bien”. Y detrás de esta frase hay un irrespeto al destino del otro. No se reconoce su carga y se le critica. Es paradójico y es lo que señala la teoría de Constelaciones Familiares. La mirada que brinda solución entre estos dos hermanos es que el que está “bien” pueda mirar y honrar a su “hermano malo”, que pueda asentir a su destino. “Hermano, ahora puedo mirarte y puedo mirar lo que haces por mí. Honro tu destino, con amor y dolor. Y haré lo mejor que pueda con mi vida. Gracias por tomar esta carga por mí y por nuestra familia”, pudieran ser sus palabras de resolución. Con esta resolución, no sólo puede cambiar la relación entre estos dos hermanos, sino también puede evitar las repeticiones en las siguientes generaciones.

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Autora del texto: Raiza Ramírez Consteladora Familiar y Gestaltista

Mail [email protected] http://gestaltvenezuela.blogspot.com.ar/

Mirar, asentir y honrar Bajo esta perspectiva y con el ejemplo anterior, hay dos aspectos importantes a tomar en cuenta. El primero, que el hermano “bueno”, pueda mirar y reconocer a su hermano “malo”. Que pueda asentir, aunque sea doloroso, a ese destino. Que pueda mirar que gracias a esta carga, él está un poco mejor. A veces es difícil, especialmente, cuando hay miedo, dolor, rabia e incluso puede haber una pregunta intrínseca: ¿Qué pasa que yo estoy “bien” y mi hermano está “mal”?. Puede también darse el siguiente pensamiento: “Yo quiero que mi hermano esté bien”. Y detrás de esta frase hay un irrespeto al destino del otro. No se reconoce su carga y se le critica. Es paradójico y es lo que señala la teoría de Constelaciones Familiares. La mirada que brinda solución entre estos dos hermanos es que el que está “bien” pueda mirar y honrar a su “hermano malo”, que pueda asentir a su destino. “Hermano, ahora puedo mirarte y puedo mirar lo que haces por mí. Honro tu destino, con amor y dolor. Y haré lo mejor que pueda con mi vida. Gracias por tomar esta carga por mí y por nuestra familia”, pudieran ser sus palabras de resolución. Con esta resolución, no sólo puede cambiar la relación entre estos dos hermanos, sino también puede evitar las repeticiones en las siguientes generaciones.