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BOLETÍN 8/2014

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL

Miembros del Comité Editorial Boletín MEDES

Flores Canoura, ÁngelesGerente de Información Médica Lilly S.A.

García Cañadillas, DavidDocumentalista. Comité Técnico de la Iniciativa MEDES

González de Dios, JavierJefe de Servicio. Departamento de Pediatría. Hospital General de Alicante

González Guitián, CarlosCoordinador de la Biblioteca Virtual del Sistema Sanitario Público de Galicia (BiblioSaúde)

Gutiérrez Fuentes, José AntonioConsejero Honorífico. Fundación Lilly

Jiménez Villa, JosepProfesor AsociadoDepartamento de MedicinaUniversidad Autónoma, Barcelona

Martín Arribas, M. ConcepciónJefe de Servicio. S.G. de Investigación en Terapia Celular y Medicina Regenerativa.Instituto de Salud Carlos III, Madrid

Navarro González, Fernando A.Especialista en Lenguaje Médico, Salamanca

Recalde Manrique, José MaríaEx-Coordinador CADIME. Escuela Andaluza de Salud Pública. Granada

Sacristán del Castillo, José A.Director de la Fundación Lilly

3/61Artículos de opiniónEl Acceso abierto: ¿Quién sufraga sus costes? El modelo Dialnet Ferrán Mateo Rueda

El Acceso abierto, una nueva via para compartir el conocimiento. ¿Adaptarse o quedarse fuera? Remedios Melero Melero

Evaluación de la investigación en Acceso Abierto: revisión por pares e impacto Emilio Delgado López-Cózar

La presión sobre las revistas. El modelo editorial ante el acceso abierto. Confrontación, adaptación o convivencia Tomás Baiget

Radiografía de la investigación biomédica española en el contexto de la Unión Europea: tendencias, especialidades e impacto internacional Daniel Torres Salinas

La presión sobre el investigador, ¿Cómo ha afectado al sistema científico? ¿Por qué se llega a la situación de “publicar o perecer”? ¿Cómo afecta a la calidad? Elías Sanz Casado

La edición de revistas científicas. ¿Cómo condiciona el idioma la valoración de una revista científica? Y, ¿para el lector? Cristina González Copeiro

Inglés o español: Motivaciones para publicar en una u otra lengua: puntos de vista del investigador y del editor Juan García Puig

Cómo acrecentar el reconocimiento internacional de las publicaciones científicas en español José Manuel Sánchez Ron

Las bases de datos bibliográficas como garantía de calidad de la publicación biomédica: el caso de MEDES como paradigma Carlos González Guitián Ángeles Flores Canoura

62Jornada MEDES 2014

64Base de datos MEDES

65Premios MEDES 2014

Avda. de la Industria, 30 - 28108 Alcobendas, MadridTel. (+34) 917 815 070 · Fax (+34) 917 815 [email protected] - www.medes.com

Editado 2014 Video disponible de la Jornada Medes 2014: www.fundacionlilly.com

Índice

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL A R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N 3

Resumen Las revistas científicas, internet, el acceso abierto

y la visibilidad. Conceptos que en pleno siglo XXI van absolutamente ligados y que están presentando un nuevo escenario, un nuevo paradigma para la comunicación científica.

A todos los conceptos referidos añadimos uno más, el idioma: vehículo principal para la comunicación. ¿Podemos pensar en el español como segunda lengua de transmisión científica?. ¿Cuál es la labor de Dialnet?

Y por último, en un escenario de acceso abierto al conocimiento científico y a su visibilidad y difusión, ¿quién sufraga los costes que conllevan?

Desde la década de los 90 la publicación científica está siendo cada vez más influenciada por la aparición, crecimiento y consolidación de Internet, en la medida que éste se convierte en una herramienta más de comunicación entre la comunidad científica.

En la comunicación científica el investigador actúa como creador y consumidor de los artículos. Por tanto, en esa doble faceta, podemos afirmar que por un lado el investigador, en tanto que productor de ciencia, lo que busca es la mayor visibilidad (y con la mayor rapidez posible) de sus resultados. Ese mismo investigador, como consumidor / lector necesita acceder a mayor cantidad de artículos y también con una gran rapidez. A lo que deberíamos unir, en ambos casos, que los artículos, o mejor dicho, toda la producción científica de un investigador, esté ordenada y clasificada a través de estándares existentes y que el lugar virtual sea de gran

acceso para la comunidad científica y que reúna unos criterios de calidad y de reconocimiento.

Internet aporta un mayor protagonismo a los investigadores en su doble perfil creador / consumidor.

Internet permite un mayor acceso a los resultados de la investigación a diferentes sectores de la Sociedad, lo que a su vez democratiza mucho más la ciencia y permite una mayor transparencia en los retornos de esos resultados. En definitiva, permite rendir cuentas a los ciudadanos de la investigación que se realiza en un país, en muchas ocasiones (la mayoría) financiada con recursos públicos.

En este escenario, el acceso abierto a la información científica, es decir a la disponibilidad libre y gratuita de los contenidos científicos en Internet, supone un cambio radical en el funcionamiento de la comunicación científica, “… es en realidad un cambio de paradigma, una revolución que quiere modificar de pies a cabeza el sistema de comunicación de la ciencia”

Este nuevo modelo en la comunicación científica se produce por la conjunción de dos factores fundamentales: las revistas científicas e internet. Ambos, con una diferencia de tres siglos, han sido fundamentales para alcanzar la situación actual. En definitiva, internet ha provocado un cambio radical en apenas 10 diez años en la manera de comunicar los resultados científicos. Un sistema que se inició en el siglo XVII con la publicación de Journal des sçavans y Philosophical transactions of the Royal Society of London y al que deberíamos añadir otros hitos muy relevantes:

El Acceso abierto: ¿Quién sufraga sus costes? El modelo Dialnet

Ferrán Mateo Rueda Fundación Dialnet. Universidad de La Rioja

[email protected]

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■ Año 1752: Comité Revisor (revisión por pares): “Philosophical Transactions of the Royal Society”.

■ Año 1960: Aparición de la Cienciometría (Dereck de Solla Price)

■ Año 1963: Eugene Garfield: publicó en Science un nuevo criterio para medir el impacto de las publicaciones científicas: el indicador factor impacto.

■ En el mismo año 1963: Se utiliza por primera vez el indicador factor impacto en el Science Citation Index (SCI).

■ Año 1969: ARPANET: el primer enlace entre las universidades de Standford y California (UCLA)

Como podemos observar, la década de los sesenta del pasado siglo fue muy significativa en todo lo concerniente a las publicaciones científicas y a la difusión de las mismas.

Pero no podemos obviar el idioma. Hasta ahora hemos hablado de dos instrumentos: la revista e internet, pero no hemos hablado de la lengua en la que trasmitimos el conocimiento científico. Tradicionalmente la lengua franca de transmisión científica ha sido y es el inglés, pero es cierto que en los últimos años han surgido iniciativas, sobretodo en el denominado espacio iberoamericano, que pretenden paliar algunos sesgos existentes con las publicaciones en inglés y en español, una lengua hablada por cerca de 500 millones de personas. MEDES (Medicina en Español) es un claro ejemplo de ello. Pero donde realmente se detectan mayores desviaciones es en los ámbitos de las ciencias humanas, jurídicas y sociales.

En el momento actual, como apunta Verónica Vivanco, el español se encuentra en una encrucijada. Tiene una amplia expansión como lengua de comunicación e incluso como lengua en los negocios, pero muestra muy escasa presencia como lenguajes de la ciencia y la tecnología.

A lo largo de los últimos dos años hemos analizado y estudiado en la Fundación Dialnet diferentes aspectos de la visibilidad de la ciencia en español y se han detectado diversos problemas que, a su vez, inciden directamente en la imagen que en ocasiones se transmite de los países de habla hispana y, sobre todo, el posicionamiento de las instituciones de Enseñanza Superior de dichos países en los diferentes ránkings internacionales.

Algunos de estos problemas son:

Escasa visibilidad de la Ciencia en español (el inglés como lengua principal en la comunicación científica, dejando fuera todo aquello que se produce en español)

Falta de representación significativa de la investigación hispanoamericana en bases de datos Internacionales, y en un menor porcentaje, de las Ciencias Sociales y Humanas.

Elevada dispersión de documentos en las distintas bases de datos: repositorios Institucionales.

Problema de la Identificación única de Autores, como consecuencia de la duplicidad de los registros y la no normalización de las firmas de los autores.

Resumiendo, la producción científica que se lleva a cabo en el ámbito de Latinoamérica es mucho mayor de lo que se refleja a nivel mundial y esto se debe a la falta de respaldo y de visibilidad a todas las publicaciones escritas en lenguas hispanoamericanas, fundamentalmente en español, al ser esta lengua hablada por no menos de 500 millones de personas en todo el planeta.

Efectivamente, la necesidad de contar con fuentes e indicadores de calidad que permitan evaluar de forma adecuada la producción científica en español se ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones, y se ha investigado sobre ello poniéndolo en evidencia, además de crear herramientas que ayuden a mejorar los procesos de evaluación de publicaciones en Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas.

Los científicos de las áreas citadas ven como de forma continuada el uso de herramientas como la Web of Science (Thomson Reuters) o Scopus (Elsevier) no atienden a las características de la comunicación científica de estos ámbitos. La publicación en español, la publicación en revistas españolas o latinoamericanas, actas de congresos y, sobre todo, libros y capítulos de libros son consustanciales a las formas de investigar en Humanidades y en algunas Ciencias Sociales y Jurídicas. Por esta razón, es preciso, relevante y necesario mantener, mejorar y ampliar las fuentes que ofrecen indicadores de calidad sobre estas áreas. Asimismo, resulta necesario vincularlas a las bases de datos que existen sobre producción científica en español y ampliarlo, en la medida de lo posible, al ámbito iberoamericano.

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visibilidad. No en vano, la publicación (el artículo) materializa los resultados de la investigación y da a conocer públicamente dichos resultados.

Dialnet es un proyecto de cooperación interbibliotecaria, en el que colaboran 55 universidades españolas y 9 de Latinoamérica, además de un total de 20 bibliotecas entre públicas y especializadas. Coordinado desde sus inicios por la Universidad de La Rioja pasó su gestión a la Fundación Dialnet de la misma Universidad desde mediados de 2009.

Dialnet es el 1er. repositorio web de literatura científica en Europa y el 2º del Mundo. Está especializado en los ámbitos de las Ciencias Humanas, Jurídicas y Sociales y la principal lengua de transmisión científica es el español. http://repositories.webometrics.info/es/top_portales

El principal cometido de Dialnet es dar el máximo de visibilidad a la literatura científica hispana, uniendo esfuerzos para ofrecer una serie de recursos y servicios de calidad, tanto a los usuarios en general, como a los investigadores, profesores, bibliotecas y editores de revistas. Para ello, recopila y facilita el acceso a contenidos científicos, ya sean referencias bibliográficas o textos completos. La tipología documental abarca artículos de revistas, monografías, obras colectivas y actas de congresos, y tesis doctorales. En el mes de julio de 2014 estaban referenciados en Dialnet más de 4.345.000 documentos.

Los principales activos de Dialnet (julio de 2014):

■ 4.345.000 documentos disponibles en Dialnet.

■ 9.128 títulos de revistas

■ 1.286.000 usuarios registrados (70% de Latinoamérica)

■ Más de 1.100.000 de alertas personalizadas al mes.

■ Páginas vistas: 79 millones (febrero’13 - febrero’14) (Google Analytics)

■ Ranking Mundial de Portales de Repositorios Web:

- 2º lugar a nivel mundial

- 1er. lugar en Europa

■ Page Rank: 9

■ Colaboran unas 90 Bibliotecas entre universitarias, públicas y especializadas.

■ Tráfico directo en el último mes: 12,92%.

En definitiva, tal y como ya se ha comentado con anterioridad, debemos intentar compensar algunos sesgos existentes entre las publicaciones en inglés y en español.

Comprobemos algunos datos que argumentan los sesgos citados.

Si comparamos tres “plataformas”: Web of Science, Scopus y Dialnet en lo que a contenidos en español se refiere y en relación a las publicaciones periódicas de Ciencias Sociales y Humanas que tienen referenciadas cada una de ellas, vemos que en el caso de Revistas Españolas, la WoS tiene el 1,3% (189) del total de 13.534 revistas referenciadas, Scopus tiene el 3,3% (1.094) del total de 33.000 revistas referenciadas y Dialnet tiene un 79% (7.249) del total de 9.128 revistas. A simple vista podemos concluir que la presencia de publicaciones periódicas en español es muchísimo mayor en Dialnet tanto en números relativos como en absolutos.

Analizando estas mismas plataformas pero en relación a las revistas en Ciencias Humanas y Sociales (en cualquier idioma), observamos que, la WoS tiene el 36% (4.876) del total de 13.534 revistas referenciadas, Scopus tiene el 27% (9.028) del total de 33.000 revistas referenciadas y Dialnet tiene un 81% (7.436) del total de 9.128 revistas.

Por tanto, Dialnet está claramente mejor posicionada en casi todas las comparaciones en números relativos y absolutos en lo referente a la ciencia publicada en español para las Humanidades y las Ciencias Sociales, a pesar de que es necesario incrementar en Dialnet de manera sustancial las referencias y los textos de revistas científicas publicadas en español, e incluso en portugués, en todo el “espacio iberoamericano”.

Si a todo lo expresado hasta aquí unimos el hecho de que los hábitos de publicación y de consumo de información de los científicos españoles de ciencias sociales poseen un perfil singular, en donde priman los canales de comunicación nacionales, entenderemos la necesidad de potenciar las herramientas que permitan un mejor acceso a las fuentes de información científicas españolas y en español.

Y es precisamente en esa labor de acercar y dar a conocer a la Sociedad la producción científica publicada en español y llevada a cabo por nuestros investigadores, donde un proyecto ya consolidado como Dialnet, puede reportar gran

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■ Perfil de los usuarios de Dialnet: usuarios de unos 45 años de edad, que en su gran mayoría son docentes o investigadores universitarios (61%), seguidos por un importante porcentaje de estudiantes.

La media de incorporación de documentos al mes:

■ 20.000 artículos de revista.

■ 4.250 artículos de libros.

■ 390 libros.

■ 145 tesis doctorales

El ritmo de crecimiento medio de usuarios registrados durante el último año ha sido de 20 nuevos usuarios registrados a la hora.

En resumen, la mejor manera de conocer y potenciar la investigación en español y potenciar la calidad de la investigación de los investigadores españoles y latinoamericanos es promover herramientas que por un lado favorezcan la visibilidad internacional de las publicaciones y por otro lado que permitan medir la calidad de las mismas. Por tanto, es necesario dar una respuesta real y urgente que sea capaz de cubrir las demandas que son cada vez más evidentes en todo lo concerniente a la visibilidad y evaluación de la producción científica en español en el ámbito de las ciencias humanas, sociales y jurídicas.

Si entendemos que la visibilidad es importante para potenciar la literatura científica en cualquier idioma y muy en especial en español, si creemos que el acceso debe ser lo más “abierto posible”, ¿quién sufraga o debe sufragar los costes de la visibilidad?

Gráfico 1. Crecimiento experimentado en el nº de artículos de revista. 2007 – Agosto 2014.

Gráfico 2. Crecimiento experimentado en el nº de tesis doctorales. 2007 – Agosto 2014.

Gráfico 3. Evolución del número de documentos (artículos, tesis, libros,..) en Dialnet .

Gráfico 4. Evolución del nº de usuarios registrados. (2004 – Agosto 2014).

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año 2016 la autofinanciación de la Fundación en un porcentaje cercano al 75%. Dicha autofinanciación debe provenir, como ya he comentado, de la venta de servicios como Dialnet Plus, Dialnet CRIS, Dialnet Métricas, proyectos ad hoc y alianzas estratégicas.

En la actualidad estamos ante un panorama económico en el que los pactos, acuerdos y alianzas para evitar duplicidades debiera ser una norma fundamental.

Quizás el que hemos denominado “nuevo paradigma” sea algo tan sencillo y tan antiguo como el hecho de pagar por utilizar unos servicios.

Bibliografía- Abadal, E. Acceso abierto a la ciencia. Editorial UOC. Colección El Profesional de la Información. Barcelona 2012.

- Castelló, E. Taller L’ avaluació de la recerca en Humanitats i Ciències Socials. Grup 7: Biblioteconomia i Documentació, i Comunicació. AQU Catalunya 2010.

- Delgado López-Cózar, E; Jiménez Contreras, E; Ruiz Pérez, R et al. INRECS: Índice de impacto de las revistas españolas de ciencias sociales. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Marzo 2005; Vol.X. nº 574.

- Fernández Quijada, D. Revistas científicas e índices de impacto. A propósito de “Hacer saber”. Área Abierta. Julio 2008; nº 20.

- Melero, R. Acceso abierto a las publicaciones científicas: definición, recursos, copyright e impacto. El Profesional de la Información. 2005; v.14, n.4, pp. 255-266.

- Vivanco Cervero, V. Proyección Internacional de la producción científica en español. Anales de Documentación. Julio 2008; vol. 13, pp. 275-284.

Hasta ahora hemos visto, implícita o explícitamente, diferentes aspectos relacionados con la comunicación científica: revistas científicas, libros, congresos, internet, repositorios, vía verde y vía dorada, idiomas (español vs inglés), ciencias humanas y sociales, … Quizás llega el momento de hablar de los costes que todo ello implica.

Veamos el ejemplo de Dialnet:

Detrás de Dialnet existen una serie de trabajos consistentes en la coordinación de una red de 90 instituciones, lo que conlleva la atención a nuestros colaboradores, la formación de los mismos y la solución de incidencias, entre otras tareas. La gestión diaria de más de 150 correos electrónicos de autores, editoriales, colaboradores,… Además del desarrollo y mantenimiento de los proyectos tecnológicos, el soporte técnico y el mantenimiento de servidores y equipamientos para dar respuesta al 1.300.000 usuarios registrados.

A todo ello debemos añadir la gestión de otra serie de proyectos dirigidos a la captación de fondos y a los gastos generales de la propia Fundación Dialnet.

Como podemos ver, al igual que el denominado autoarchivo, la vía dorada, el acceso abierto, los indicadores bibliométricos, la visibilidad también tiene costes.

A estas alturas creo que todos somos conscientes de que todas estas iniciativas conllevan unos costes, el debate se centra ahora en quién los puede asumir y no tanto en quién los debería sumir. La segunda cuestión, quién los debería asumir, nos podría llevar a otro debate y quién sabe si obtendríamos una respuesta pragmática. Yo me centraré en la primera (¿quién los puede asumir?) y en lo que podríamos denominar “nuestro modelo”.

Tras unos cuantos planteamientos en los últimos dos años, hemos llegado a la conclusión que lo más práctico es centrar los esfuerzos de Dialnet en ofrecer una serie de productos “licenciados” a la comunidad científica, en su sentido más amplio, y en llegar a acuerdos y a alianzas estratégicas con instituciones y empresas del sector. Todo ello sin olvidar que nuestro principal patrono (y creador) la Universidad de La Rioja hace una importante aportación económica a la Fundación Dialnet.

En el último Plan Director para el periodo 2014 - 2016 aprobado por el Patronato, plateamos como uno de los principales objetivos para el

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A pesar de que el acceso abierto a la ciencia es un movimiento imparable, existen todavía algunos puntos críticos que superar. En esta ponencia se muestran a modo de ejemplo y como si se tratara de un DAFO muy somero algunas de las debilidades y amenazas, a las que el acceso abierto a la ciencia está expuesto, y algunas de las fortalezas y oportunidades que ofrece a la comunidad científica y a la sociedad en general, desde el punto de vista de las publicaciones científicas.

Una de las amenazas a las que se enfrenta el acceso abierto y se ha visto reflejado en declaraciones y acciones por parte de algunos editores, es el intento de frenar a los autores a compartir y reutilizar sus publicaciones por miedo a que el depósito en repositorios institucionales o temáticos, o en otros portales académicos de descarga de publicaciones afecte a sus modelos de negocio. Tal es el caso de la editorial Elsevier que recientemente reclamó la retirada de los pdfs publicados en sus revistas y que habían sido subidos al portal Academia.edu (Michael Clarke, 2013). Otro ejemplo de esta misma editorial es la imposición de políticas editoriales que impiden el depósito de las versiones aceptadas cuando exista una política de mandato que requiera el depósito en repositorios institucionales o temáticos (Elsevier.com). Ante esta amenaza surge también la oportunidad para la comunidad científica de denunciar este tipo de abusos a través de la adhesión a declaraciones en contra de estas prácticas (The Cost of Knowledge)

Otro ejemplo de modelo de amenaza es la nueva práctica puesta en marcha de la revista Nature al exigir a sus autores, una vez aceptados

De acuerdo a la definición de acceso abierto de la Declaración de Berlín por el acceso abierto al conocimiento en ciencias y humanides (The Berlin Declaration on Open Access to Knowledge in the Sciences and Humanities, Octubre 2003) la literatura en acceso abierto se entiende como aquella libre de barreras económicas y de derechos de explotación que impidan su reutilización. De esta definición surgen las llamadas ruta dorada y ruta verde, la primera se refiere a las publicaciones en revistas de acceso abierto, en las que los usuarios acceden libremente a sus contenidos y utilizan licencias más o menos abiertas, y la vía verde se refiere al depósito de la producción científica en repositorios institucionales o temáticos. Si tenemos en cuenta el nacimiento del acceso abierto como se entiende hoy en día, es decir a partir de su primera definición en la Declaración de Budapest en el año 2002, el acceso abierto a la ciencia todavía estaría en una fase adolescente, sin embargo el desarrollo y evolución del mismo ha sido galopante en los últimos años, el apoyo de las instituciones gubernamentales, académicas y de investigación, y de entidades financiadoras de proyectos de investigación, ha facilitado que este desarrollo no tenga vuelta atrás. El acceso abierto es un proceso natural e irreversible en la difusión y acceso a la ciencia, y citando a la vicepresidenta de la Comisión Europea Neeli Kroes, la cuestión ya no se centra en acceso abierto, sí o no, sino en cómo:

“…Open access is a legal and technical reality today. The question is no longer „if“ we should have open access. The question is about „how” we should develop it further and promote it…”(Neeli Kroes, 2010)

Conflicto de intereses en las publicaciones biomédicas

Remedios MeleroInstituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (CSIC). Paterna, Valencia

[email protected]

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sus trabajos, la firma de una cláusula para que les exima del cumplimiento de su política institucional de acceso abierto (Techdirt.com), tal y como denunció la Duke University (Duke University Libraries, 2014). Las amenazas pasan también por la censura, como en el caso de la revista Prometheus publicada por Francis and Taylor que retrasó y censuró parte del contenido de un artículo en el que se ponía de manifiesto los precios abusivos que algunas editoriales imponen para la publicación de artículos en acceso abierto (The Times Higher Education, 5 junio 2014). En este caso el Consejo Editorial se planteó su dimisión ante lo cual la editorial optó por disculparse para evitar daños mayores (The Times Higher Education, 19 junio 2014)

Otro ejemplo de reclamaciones por el establecimiento de políticas de acceso abierto ha sido la protagonizada por la Asociación de Editoriales Británicas (UK Publishers Association) que expresó públicamente su queja al no haber sido consultada cuando los Royal Councils establecieron los embargos máximos para el depósito de las publicaciones: seis meses para las áreas de medicina, ciencia y tecnología y de doce para las ciencias sociales y humanidades (Techdirt, 2012)

En Estados Unidos existen políticas de acceso abierto que requieren el depósito de las publicaciones financiadas con fondos públicos como es el caso de los NIH (National Institutes of Health) , la ley Consolidated Appropriations Act aprobada por el Congreso Americano en 2014 (Congreso Americano, 2014) e incluso una Directiva de la Casa Blanca (White House Directive, 2013) entre otras. En un intento similar de oponer resistencia a estas directivas la Association of American Publishers (2011) apoyó la propuesta de ley Research Works Act (HR 3699) por la que podría bloquearse la ejecución de las mencionadas políticas en favor del acceso abierto a la producción científica. Sin embargo, parece que no todos los miembros de esta asociación estaba de acuerdo con esta declaración, entre ellos MIT Press, ITHAKA, Council on Library and Information Resources (CLIR), Penn State University Press, Rockefeller University Press o la University of California Press. Además de estas últimas han surgido numerosas protestas en contra de este proyecto provenientes de sectores tanto

académicos como de la sociedad en general (Harvard Open Access Project, 2013). La ley no ha sido aprobada, al menos todavía.

Si bien estos ejemplos representan algunas de las “amenazas” del sector editorial para inhibir el acceso abierto, existen iniciativas que constituyen fortalezas para el acceso abierto a la ciencia. Tal es el caso de la Comisión Europea (Comisión Europea, 2010) con su reiterado apoyo a la Ciencia Abierta (open science) y su política de mandato de acceso abierto respecto a las publicaciones de los proyectos financiados por la Comisión. La declaración Panton Principles (Murray-Rust et al., 2010) en favor de los datos en abierto o la declaración de la Liga Europea de Universidades (LERU, 1012) por el acceso abierto a las publicaciones y a los datos de investigación, constituyen otros ejemplos que fortalecen al acceso abierto. En el portal del Open Access Directory pueden consultarse estas y otras declaraciones desde las primeras iniciativas del siglo XX (Open Access Directory, 2014)

Otro ejemplo de fortaleza, son la creación de licencias abiertas que permiten el uso y reutilización de los trabajos en determinados términos. Las más conocidas son las licencias Creative Commons (http://creativecommons.org/licenses/ ), las de la Open knowledge Foundation (http://opendefinition.org/ ) o la Open Data Commons (http://opendatacommons.org/licenses/).

Otro tema que afecta a la publicación en revistas de acceso abierto es el precio que hay que pagar por hacerlo. Solomon y Björk (2012) publicaron un estudio sobre el rango de precios en revistas de acceso abierto de pago por publicar indizadas en el JCR de 2010 y presentes en el directorio DOAJ (Directory of Open Access Journals), según sus datos el intervalo de precios variaba entre un mínimo de 8 y un máximo de 3.600 dólares americanos, con una media de 904 dólares por artículo publicado. De la desviación estándar (SD= 742) se deduce una alta variabilidad entre precios en función de la revista. Según este trabajo, del total de revistas analizadas el 59% eran revistas biomédicas y que eran además las que más cobraban por publicar, y también que el coste de publicar en revistas editadas por sociedades científicas, universidades o centros de investigación era mucho más bajo que el estipulado por editores comerciales.

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Estos datos contrastan con nuevos modelos de revistas electrónicas como es el caso de PeerJ., creada por Peter Binfield (fundador de PloS), en la cual el autor paga una sola vez en su vida y en función de la cuota (entre 99 y 349 dólares) puede publicar de uno hasta un número ilimitado de artículos al año (https://peerj.com/ ). Esto demuestra que es posible cobrar por publicar con calidad y a bajo coste, y que los precios que establecen algunas editoriales por publicar no están justificados, sobre todo por la falta de transparencia en el cálculo de los mismos.

Otra publicación de acceso abierto creada pensando en cumplir con las políticas de acceso abierto del Howard Hughes Medical Institute, de la Max Planck Society y de la Wellcome Trust, es la revista eLife (http://elife.elifesciences.org/). No cobra por publicar, es gratuita para el lector, utiliza licencias CC By 3.0, y son esas tres instituciones quienes financian su mantenimiento y gestión. Por ahora mantienen este criterio. Una de las razones para publicar en eLife, de acuerdo a su política editorial, es el compromiso de generar indicadores cuantitativos para evaluar el alcance e impacto de los trabajos más allá del ISI Impact Factor.

En los últimos años los datos obtenidos durante la investigación y los datos provenientes de las administraciones públicas han cobrado una importancia relevante, compartir datos y ofrecerlos en abierto evitan la duplicidad de ensayos, dan transparencia a su forma de obtención, permiten su validación y su reutilización. En este sentido han aparecido revistas electrónicas, que incluyen los datos enlazados en sus trabajos, como por ejemplo las revistas de PLoS (http://blogs.plos.org/everyone/2014/02/24/plos-new-data-policy-public-access-data-2/) o la revista GigaScience (http://www.gigasciencejournal.com/) que publica artículos y dispone de una base de datos donde aloja los datos de los mismos en áreas de ciencias de la vida y biomedicina, y además provee de herramientas para su análisis y depósito en la nube. Existe otro modelo de revistas que se dedican a publicar trabajos dónde se describen datasets, son de creación muy reciente y ejemplos de ellas son Scientific data, publicada por el grupo Nature o la Open Health Data de la editorial Ubiquity Press que publica artículos sobre datasets en acceso abierto con un alto potencial para su reutilización (http://openhealthdata.metajnl.

com/ ). En ambos casos utilizan licencias de distribución Creative Commons.

Una de las fortalezas del acceso abierto a las publicaciones es el apoyo recibido tanto por organizaciones internacionales como la Unesco, La Organización Mundial para la Salud, la OCDE, El Banco Mundial, entre otras, o las universidades y centros de investigación, o entidades que financian la investigación ya sean públicas o privadas, creando políticas de acceso abierto que requiere el depósito de las publicaciones generadas por su personal o de las resultantes de la financiación a grupos de investigación externos. Estas y otras muchas pueden consultarse los directorios existentes sobre políticas de acceso abierto: MELIBEA (www.accesoabierto.net/politicas/ ), ROARMAP ( http://roarmap.eprints.org/ ) y SHERPA/JULIET (http://www.sherpa.ac.uk/juliet/)

Me gustaría destacar aquellas legislaciones, además de la ya mencionada Ley americana, que incluyen capítulos dedicados al acceso a la ciencia, entre las que se incluye la española:

■ España. Ley 14/2011, de 1 de junio, de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Artículo 37. Difusión en acceso abierto.

■ Perú. Ley 1188/2011-CR del Repositorio Nacional Digital de Ciencia, Tecnología e Innovación de Acceso Abierto (Octubre, 2012)

■ Argentina. Ley 26899: Creación de Repositorios Digitales Institucionales de Acceso Abierto, Propios o Compartidos (13 de noviembre, 2013)

■ Italia. Decreto Direttoriale 23 gennaio 2014 n. 197. Articolo 9: Open Access.

■ México. Decreto (25 mayo del 2014) por el que se Reforman y Adicionan Diversas Disposiciones de la Ley de Ciencia y Tecnología, de la Ley General de Educación y de la Ley Orgánica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. CAPÍTULO X. Del Acceso Abierto, Acceso a la Información Científica, Tecnológica y de Innovación y del Repositorio Nacional.

Por último, mencionar algunas de las respuestas (ver figuras 1, 2 y 3) obtenidas de la Encuesta sobre la Información Científica en la Era Digital que hizo la Comisión Europea en el 2012 con vistas al actual Programa Marco Horizon2020 (Comisión Europea en el 2012). De esta consulta se pueden detectar posibles debilidades u

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-Techdirt (2012) UK Publishers Association Outraged It Wasn’t Consulted Ahead Of The Public Over Open Access To Publicly-Funded Research.

http://www.techdirt.com/articles/20120323/10274118225/uk-publishers-association-outraged-it-wasnt-consulted-ahead-public-over-open-access-to-publicly-funded-research.shtml

-Techdirt.com (2 de abril 2014). Shame on Nature: Academic Journal Demanding Researchers Waive Their Own Open Access Policy. https://www.techdirt.com/articles/20140329/07301426726/shame-nature-academic-journal-demanding-researchers-waive-their-own-open-access-policy.shtml#comments.

-The Cost of knowledge.

http://thecostofknowledge.com/

-The Times Higher Education (5 junio2014). Resignations threat over Taylor & Francis ‘censorship’.

http://www.timeshighereducation.co.uk/news/resignations-threat-over-taylor-and-francis-censorship/2013752.article

-The Times Higher Education (19 junio2014) http://www.timeshighereducation.co.uk/news/taylor-and-francis-apologises-after-censorship-debate/2014017.article

oportunidades del acceso abierto a las publicaciones y a los datos de investigación. Resumidamente, podría decirse que el establecimiento de políticas claras, el apoyo a las redes de repositorios, los incentivos a los autores sobre todo por el depósito de datos son todavía algunos de los retos al que se enfrenta el acceso abierto en Europa.

Bibliografía-Clarke, M (2013). The End of an Era for Academia.edu and Other Academic Networks?. The Schollarly Kitchen 11 diciembre 2013.

http://scholarlykitchen.sspnet.org/2013/12/11/has-elsevier-signaled-a-new-era-for-academia-edu-and-other-professional-networks/

-Congreso Americano (2014). Consolidated Appropriations Act, 2014.

http://www.gpo.gov/fdsys/pkg/BILLS-113hr3547enr/pdf/BILLS-113hr3547enr.pdf

-Declaración de Budapest (2002). Budapest Open Access Initiative. http://www.budapestopenaccessinitiative.org/read

-Directiva de la Casa Blanca (2013). Increasing Access to the Results of Federally Funded Scientific Research. http://www.whitehouse.gov/sites/default/files/microsites/ostp/ostp_public_access_memo_2013.pdf

-Duke University Libraries (2014). Attacking academic values. http://blogs.library.duke.edu/scholcomm/2014/03/27/attacking-academic-values/

-Elsevier (2014). Author Rights.

http://www.elsevier.com/journal-authors/author-rights-and-responsibilities#author-posting

-European Union (2012). Survey on open access in FP7. http://ec.europa.eu/research/science-society/document_library/pdf_06/survey-on-open-access-in-fp7_en.pdf

-Harvard Open Access Project (2013). Notes on the Research Works Act. http://cyber.law.harvard.edu/hoap/Notes_on_the_Research_Works_Act

-Kroes Neelie (2010). Unlocking the full value of scientific data. http://europa.eu/rapid/press-release_SPEECH-10-518_en.htm

-LERU (2012). LERU statement on Open Access to Research Publications. http://www.leru.org/index.php/public/news/leru-launches-statements-on-open-access/

-Murray-Rust, Peter; Neylon, Cameron; Pollock, Rufus; Wilbanks, John (19 Feb 2010). Panton Principles, Principles for open data in science. http://pantonprinciples.org/

-Open Access Directory (2014). Declarations in support of OA. http://oad.simmons.edu/oadwiki/Declarations_in_support_of_OA

-The Berlin Declaration on Open Access to Knowledge inthe Sciences and Humanities (October 2003).

http://oa.mpg.de/berlin-prozess/berliner-erklarung/

Gráfico 1. ¿Cómo puede la CE contribuir a la circula-ción del conocimiento, específicamente al acceso y preservación de la información científica? (datos de la encuesta Survey on open access in FP7, European Union 2012).

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Gráfico 2. “Inconvenientes” para la publicación en revistas de acceso abierto (datos de la en-cuesta Survey on open access in FP7, European Union 2012).

Gráfico 3. Barreras al acceso a los datos (datos de la encuesta Survey on open access in FP7, European Union 2012).

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1.El imparable crecimiento del acceso abierto A pesar de las múltiples barreras, producto de los inconfesables intereses económicos existentes en el mundo de la edición y comunicación científica, la implantación y extensión del acceso abierto es imparable. Hoy día el porcentaje de documentos científicos en abierto se acerca ya al 40% [1]. Sea por una vía o por otra (ruta verde, dorada, plata, platino o el color que surja en el futuro) no dejará de crecer en los años venideros. Los factores que contribuirán a ello son los siguientes:

a) ¿Hay alguien en el mundo que se oponga por principio al acceso universal, libre y gratuito al conocimiento científico publicado? Este es uno de los llamados principios políticamente correctos que juega a favor del propio movimiento. Es difícil enfrentarse a él, incluso, por parte de las editoriales comerciales que, en principio, son las que veían más lesionados sus legítimos intereses monetarios. Han sorteado el problema mutando camaleónicamente su modelo de negocio, antes sustentado en la suscripción y ahora combinado con el pago por el autor. Ahora es el autor, si quiere que su documento figure en acceso libre, quien deberá pagar. PLOS One, la revista abanderada del acceso abierto, publicó en 2013 unos 31500 documentos bajo esta modalidad. A más de 1000 dolares por artículo, hagan la cuenta: un auténtico chollo. Desde luego una genuina “ruta de oro”, esto es, de cómo “hacerse de oro” en poco tiempo; modelo que intenta ser imitado por cientos de revistas… Convendría no olvidar lo que significa el acrónimo de PLOS (Public Library of Science): ¡qué sarcasmo! El cambio de modelo

de negocio para las editoriales de la publicación científica no será un “negocio” para el Estado y los organismos públicos o privados que financian la investigación. Seguirán como antaño financiando generosamente la investigación y su publicación: si antes lo hacían costeando la suscripción a las revistas a través de los presupuestos de las bibliotecas, especialmente las universitarias, ahora lo harán pagando directamente las facturas que presenten los autores por la publicación. Todo queda en casa: sólo cambiamos de negociado.

b) Las nuevas tecnologías de la información y comunicación (edición y procesamiento de textos, Internet, nuevas plataformas web 2.0) son decisivas para el impulso del acceso abierto. De hecho han dado paso a un nuevo modelo de comunicación: de la galaxia Gutenberg a la galaxia Web. Si en la galaxia Gutenberg el soporte (papel) y el medio de reproducción (impreso) condicionaban la difusión y el uso de modo que la publicación y distribución dependían absolutamente del editor, en la galaxia web, internet dio voz a los que no la tenían y altavoz a los que ya la poseían a la par que universalizó la comunicación científica e interconectó a los científicos (la aldea global). Y lo más importante, permitió al autor controlar por sí mismo todo el proceso de edición, publicación y difusión de su trabajo reduciendo las mediaciones en todo el proceso comunicativo (autor, editor, impresor, bibliografía/base de datos, librero, bibliotecario, lector) a un mecanismo elemental: del autor directamente al lector. En definitiva, ha posibilitado un nuevo modelo de comunicación

Evaluación de la investigación en acceso abierto: revisión por pares e impacto

Emilio Delgado López-CózarEC3: Evaluación de la Ciencia y de la Comunicación Científica

Universidad de Granada

[email protected]

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científica para la publicación y difusión de los resultados de investigación (Figura 1) [2]

c) La propia psicología del científico. Desde Merton sabemos que el científico se mueve

en su actividad tanto por la búsqueda del conocimiento (pasión por el saber y la satisfacción de resolver problemas) como por la búsqueda del reconocimiento (registrar la propiedad de sus ideas y la prioridad en sus descubrimientos, obtener recompensas laborales –ascenso, financiación- y sociales –reputación y prestigio); lo que nuestro querido Ramón y Cajal llamaba el “ansia por la nombradía”. Pues bien, una amplia y abierta circulación de sus publicaciones contribuye decisivamente a dicho reconocimiento en tanto en cuanto que aumenta la difusión, el impacto y la influencia de sus contribuciones científicas.

d) Presión por rendir en la publicación científica. En la ciencia postmoderna en que vivimos a los científicos se les juzga por el rendimiento de lo que publican. En todos los países los sistemas de evaluación del científico, preocupados por justificar las cuantiosas inversiones en la investigación e intentando facilitar y objetivar los mismos procesos de evaluación, están empleando medidas bibliométricas para contabilizar el impacto de las publicaciones. Los científicos son conscientes de que facilitando el acceso abierto a sus publicaciones mejorarán la visibilidad e impacto de las mismas [3] y subsecuentemente, asegurarán el éxito en sus carreras. Por esta razón están cambiando sus

comportamientos en la publicación [4], lo cual redunda en un incentivo al acceso abierto.

2.La evaluación de la investigación: revisión por pares e impacto.En la actualidad, los dos pilares en los que se asienta el sistema de evaluación de la ciencia son dos: la revisión por pares (evaluación ex ante) y la medición del impacto (evaluación ex post). La tradicional revisión por pares, basada en el juicio de los expertos, es el instrumento de control de calidad y certificación del conocimiento científico que viene empleándose desde las postrimerías del siglo XVII. Los trabajos a publicar deben ser evaluados por pares (expertos seleccionados ad hoc) para asegurar su originalidad, relevancia, rigor metodológico y claridad expositiva. A su vez, en el caso de las revistas, éstas son evaluadas de nuevo por las bases de datos (Web of Science, Pubmed…) con el fin de asegurarse que son relevantes y cumplen los estándares de publicación científica.

La medición del impacto científico realizado a través de los recuentos de citas, nacido en la década de los 60 del siglo XX, ganó su aceptación rápidamente en las ciencias naturales y experimentales, fue recibido con cautela en ciencias sociales aunque va siendo tolerado progresivamente en muchas de ellas, y fue rechazado, inicialmente en las humanidades, aunque empieza lentamente a penetrar en algunas disciplinas.

Pues bien, la implantación de la edición electrónica y de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, ha supuesto el enriquecimiento de los criterios y métodos de evaluación junto a la aparición de nuevas herramientas e indicadores de medición. En tres ámbitos han actuado. En primer lugar, han mejorado el proceso de evaluación por pares: permite la evaluación directa, simultánea y en vivo; todo se hace más rápido y más cómodo; y con una transparencia absoluta (todo se ve o se puede ver depende del modelo que adopte una revista o una editorial). Y, sobre todo ha hecho factible la evaluación ex post, protagonizada por cualquier persona con capacidad para comentar, discutir, mencionar, reseñar, referenciar, etiquetar, compartir o valorar (puntuar, gustar, votar) una investigación.

En segundo lugar, han incorporado nuevos medios de comunicación (repositorios, blogs, redes

Figura 2. Un nuevo modelo de comunicación

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sociales), nuevas fuentes y herramientas (Google Scholar, Web 2.0: blogger, twitter, facebook, slideshare…) Y en tercer lugar, han dado lugar a nuevos indicadores de citación (índice h y sus derivados), de uso (consultas y descargas) y de otras métricas que hacen posible la medición objetiva de las relaciones científicas practicadas en la web y en las redes sociales.

2.1 Acceso abierto y revisión por paresLas publicaciones electrónicas, primero, y las que se ofrecían en acceso abierto, después, fueron recibidas inicialmente con bastante recelo por la comunidad científica, en parte por esa reacción conservadora ante lo nuevo, pero también por las sospechas fundadas de que no se aplicaban las normas del método científico con el rigor necesario, y especialmente, la revisión por pares.

Tuvo que pasar tiempo hasta que revistas como PLOS, el abanderado del acceso abierto en el modelo de pago por publicación, o revistas apadrinadas por BioMed Central, la editorial más reputada de los pioneros del movimiento, junto a revistas promovidas por grandes editores (muchas de ellas agrupadas en OASPA (Open Access Scholarly Publishers Association) demostraran que era posible aplicar estrictos sistemas de evaluación, similares a los de las revistas tradicionales, e incluso se podía competir con ellas en el impacto científico, que es el factor que hoy proporciona la reputación académica.

Al amparo de estos ejemplos, al calor de la presión que sienten los científicos por publicar en “revistas internacionales de impacto”, y gracias a las facilidades técnicas con que pueden ser montadas estas publicaciones, a la reducción de los costes de producción y al hecho de que dichos costes serían trasladados a los autores, empezaron a proliferar revistas electrónicas en acceso abierto en todos los países y disciplinas. Especialmente alarmante, en los últimos años es la aparición de revistas publicadas en lengua inglesa en cuyos títulos figuran términos como “international journal…” o “american journal…”, que ofrecen publicación rápida y reconocida a cambio de un módico precio, justificado por poner el trabajo en acceso abierto. Con un mercado potencial de miles de científicos en el mundo, el negocio era redondo.

La alarma se extendió y condujo a la elaboración de listas de revistas denominadas “predators

journals” (Jeffrey Beall http://scholarlyoa.com) y con ello se extendió un manto de sospecha sobre las publicaciones en acceso abierto. ¿Afecta el pago por publicar al rigor del proceso de revisión por pares de los artículos publicados en revistas de acceso abierto? ¿es rigurosa y seria la evaluación por pares aplicada en estas revistas O por decirlo de manera más cruda ¿se publica porque se paga? ¿Influyen los intereses monetarios en las decisiones científicas? ¿Están montadas estas editoriales simplemente para obtener pingües beneficios sin importarle la calidad de la ciencia que publican?

Es en este contexto se publica en Science un experimento pilotado por John Bohannon [5] para descubrir si existen estas malas prácticas editoriales en las revistas en acceso abierto. Fabrica un artículo, con autores, metodología y resultados supuestos y lo envía a 304 revistas de acceso abierto. Los resultados hablan por sí solos:

■ El 61% de las revistas aceptaron el artículo falseado (157 revistas)

■ El 59,6% aceptaron o rechazaron el artículo sin revisión alguna (152 revistas).

■ El 52,2% de las revistas que aceptaron el trabajo (82 revistas) no realizaron revisión alguna. Este dato es demoledor.

■ Solo el 17% de las revistas aplicó una revisión substancial del trabajo

La mayoría de las revistas que figuran en el listado Beall presentan los peores comportamientos: fueron las que más aceptaron el artículo: duplicaron la tasa de aceptación (70%) frente a las revistas indizadas en DOAJ (Directory of Open Access Journals) y fueron las que más aceptaron el artículo sin revisión alguna (56% frente al 45%). La conclusión es evidente: la denominación de “revistas depredadoras y sin escrúpulos” (añadiría corruptas y bandidas) le viene como anillo al dedo.

Pues bien, señalar públicamente a las revistas estafadoras es una de las mejores contribuciones del trabajo de Bohannon. Pero, tuvo una derivada importante: se ha puesto en solfa el sistema de control que ejerce el principal directorio de revistas de acceso abierto del mundo que es DOAJ. ¿Por qué figuran tantas revistas en DOAJ que han demostrado un tan deficiente proceso de revisión por pares? ¿DOAJ comprueba prácticas editoriales o se limita revisar declaraciones de política editorial? Este suele ser realmente el problema

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que poseen muchos sistemas de calificación de revistas en función de parámetros ligados a calidad editorial: solo pueden valorar declaraciones pero no realidades. Se dice que se hace algo ¿pero realmente se hace? y ¿cómo se hace? Difícil y costoso comprobarlo. También se ha visto salpicada la OASPA, asociación que reúne a los principales editores comerciales del mundo con revistas de acceso abierto. Alguna de sus revistas se han visto afectadas y prometen una revisión de sus sistemas y controles.

En cualquier caso, conviene resaltar que los resultados solo pueden ser extrapolados a la muestra empleada, esto es a las 304 revistas implicadas. Por tanto, no se puede decir que las más de 10.000 revistas de acceso abierto que circulan adopten las malas prácticas aquí denunciadas. Pero, dicho sea de paso, jamás se empleó una muestra tan amplia en estudios de este tipo. La sombra de la duda, que siempre cayó como espada de Damócles sobre las revistas de acceso abierto, que debían demostrar que sus procesos editoriales eran homologables a los de las revistas tradicionales, se ha extendido de nuevo sobre ellas y el movimiento.

A pesar de que este experimento se ha centrado en revistas de acceso abierto, estoy convencido de que si el experimento se hubiera extendido a las revistas tradicionales “de prestigio” algunas habrían caído en la trampa; seguramente en menor proporción, pero hubiera sido grave que ocurriera. No hay más que comprobar otros recientes fraudes de proporciones colosales. Me refiero a la retractación de 120 comunicaciones falsas escritas automáticamente con un programa informático (SCIgen) y publicadas en congresos auspiciados por las prestigiosas editoriales científicas Springer y el Institute of Electrical and Electronic Engineers (IEEE) [6] o a la retractación por parte de SAGE de 60 artículos publicados en la revista Journal of Vibration and Control por un investigador taiwanés Peter Chen en una rocambolesca historia de falseamiento de trabajos, de identidad de revisores y de citas falsas [7]. O leer diariamente las noticias sobre retractaciones por manipulación o falseamiento de datos aparecidas en Retraction Watch (http://retractionwatch.com/): en la lista de afectados están las grandes revistas (Nature, Science) y editoriales (Elsevier, Springer, Oxford University Press).

Y a este respecto debo reafirmarme en lo que ya sostuve hace años respecto a la revisión por pares como sistema de evaluación y detección del fraude [8]:

“…no existen medios infalibles que puedan impedir que el fraude se produzca, ni la publicación por si sola es un sello que garantice la fiabilidad y validez de una investigación, ni el sistema de evaluación por expertos empleado es capaz de detectarlo y neutralizarlo. Básicamente por dos razones. En primer lugar, porque el edificio científico se asienta sobre un pilar axiomático que es falseable: se basa en la buena voluntad de los científicos; la honestidad se presupone; es inconcebible que un científico premeditadamente esté dispuesto a mentir. Por consiguiente, si un científico quiere mentir mentirá. Y como no cabe en la mente de la comunidad científica que esto ocurra la guardia estará permanentemente bajada. En segundo lugar, porque el sistema de alerta que emplea la ciencia para contrastar la verosimilitud y veracidad de un descubrimiento se aplica en muy pocos casos. La replicación y contrastación de la investigación por otros científicos, que es la auténtica máquina de la verdad de la ciencia, es impracticable dado el volumen actual que ha adquirido la ciencia.

Aunque supuesta y teóricamente las investigaciones pueden ser reproducidas, la sección metodológica de un trabajo ofrece los detalles que lo hacen factible, esto no se lleva a efecto más que con los grandes descubrimientos. Pero es que, además, la verificación de todos los resultados de investigación publicados es materialmente imposible: ¿Qué tiempo requeriría esta tarea? ¿Disponen de él los revisores que deben valorar los trabajos? ¿Poseen el mismo nivel de competencia, conocimientos, habilidades técnicas y el equipamiento necesario para hacerlo? ¿Están libres de intereses los propios revisores para que se les pueda confiar los trabajos de sus potenciales competidores? Evidentemente no. Pero es que si se pretendiera hacerlo la ciencia iría al colapso. Por consiguiente, se parte del principio de confianza y de la buena fe al que antes aludíamos: si los científicos declaran haber hecho algo, se cree en ellos y se da por cierto.

Si el arbitraje científico es lento, costoso, despilfarrador del tiempo de la comunidad científica, subjetivo, propenso al sesgo, sin capacidad para evitar los abusos de editores o revisores, no puede garantizar la fiabilidad y validez de los trabajos, es

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incapaz de detectar la fabricación, falsificación, el plagio y el resto de deshonestidades científicas, ¿para qué sirve entonces? ¿por qué lo seguimos utilizando? Las únicas certezas que poseemos es que este sistema sirve para reducir la avalancha de información, para mejorar la redacción de los trabajos, para enseñar a los autores a presentar sus trabajos de acuerdo con los cánones del método científico y para seleccionar algunos trabajos buenos y rechazar muchos trabajos malos. Sólo podemos decir que cuanto más lo usamos menos nos gusta, pero cuando menos lo usamos más lo echamos en falta. Mayoritariamente se considera que, al igual que ocurre con la democracia, es el menos malo de los sistemas”.

2.2 Acceso abierto y medición del impacto: la nueva bibliometría. En justa correspondencia con la metamorfosis operada en el modelo de comunicación científica (de la galaxia Gutenberg a la galaxia web) en el ámbito de la evaluación científica estamos inmersos en la transición de la bibliometría (la disciplina controlada por unos pocos para medir a unos pocos) a la “webmetría” y la “altmetría” (la nueva bibliometría, la disciplina de todos para medir a todos, esto es, la popularización y democratización de la evaluación científica).

La antigua bibliometría, basada en la galaxia Gutenberg, medía la producción y el impacto de los documentos impresos, predominantemente mediante el recuento de publicaciones y citas bibliográficas de los artículos publicados en revistas o congresos indizados en las bases de datos de referencia internacional (ISI-Web of Science, Scopus) y con el factor de impacto como patrón oro de la medición, dirigido a medir del impacto del medio o canal de publicación en su conjunto (revista) y no el de los documentos individualmente considerados. Su capacidad de medición alcanza sólo a aquellos (campos y disciplinas científicas, tipos documentales, países, lenguas, instituciones o autores) que figuraran inscritos en dichas bases de datos que eran las únicas que ofrecían estas prestaciones. En fin, un mundo cerrado, controlado, supervisado, limitado a las élites científicas y a los campos de ciencias naturales y experimentales incardinadas fundamentalmente del mundo anglosajón y expresándose en lengua inglesa.

La nueva bibliometría, nacida al albur del lanzamiento de los productos híbridos de Google (Google Scholar Citations en 2011 para medir el impacto de los autores y Google Scholar Metrics en 2012 para medir el impacto de las revistas), de la aparición de nuevos indicadores bibliométricos (el índice h y sus derivados, datos de uso: visitas y descargas) y de la extensión de la web 2.0 con todo su enjambre de nuevos medios de comunicación (Blogs, Twitter, Facebook), nuevos almacenes de información bibliográfica (Mendeley, Citeulike) y científica (repositorios institucionales y temáticos), y de redes sociales científicas y profesionales (ResearchGate, Academia.Edu, LinkedIn), y ya, incluso, con herramientas de evaluación el mercado (www.altmetric.com, Impactstory.org) está en plena fase de ebullición.

La nueva bibliometría utiliza todo lo que se produce y consume en la galaxia web, en el sentido más amplio del término. Los documentos, almacenados en la web, pueden ser visitados, visualizados, descargados, enlazados, citados, compartidos, reseñados, mencionados, comentados, discutidos, referenciados, etiquetados, valorados, seguidos, difundidos. La huella digital es amplia y no se circunscribe solo a los documentos científicos sino a todas las actividades e interacciones sociales que los científicos, como cualquier usuario y ciudadano de la red, puede desplegar en su vida cotidiana. Por consiguiente, es capaz de captar tanto el impacto científico, educativo, profesional y social. No tiene restricciones en cuanto a los campos y disciplinas científicas (abarca tanto a las disciplinas básicas como aplicadas, a las experimentales como a las sociales y humanas), a los tipos documentales que controla (artículos en revistas, libros, informes técnicos, tesis, material docente, ensayos y comentarios en los medios de comunicación social y de masas…), a los países en los que trabajan los científicos y a las lenguas en que se expresan. Produce mediciones individualizadas tanto para personas como para documentos, así como agregados para organizaciones y dominios temáticos.

En definitiva, todo se puede contabilizar y todo se cuantifica, lo cual ha dado lugar a una profusión de medidas que nos deja atónitos [9], elaborándose y aplicándose aún sin saber qué se está midiendo. Por ello, la primera tarea de la nueva bibliometría es conceptual [10]:

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■ Inventariar todas las acciones y actividades de potencial interés fijando qué son y qué significan. Es evidente que no es lo mismo visitar un sitio, visualizar un documento, descargarlo, enlazarlo, comentarlo, discutirlo, mencionarlo, citarlo que tuitear un enlace o una publicación o mencionarla en un blog

■ Determinar todos los resultados (documentos u objetos) que pueden medirse ya sean científicos, técnicos, educativos.

■ Señalar cuales son las fuentes y herramientas de las que se obtendrán los datos señalando su cobertura y uso.

■ Operacionalizar los indicadores indicando cómo se elaboran y qué, cuánto, dónde y cómo miden, indicando con precisión qué tipos de impactos podemos medir (social, educativo, científico, mediático…) y qué indicadores se corresponden con cada tipo de impacto.

■ Establecer las unidades de agregación: documentos, individuos, organizaciones, dominios

A día de hoy no tenemos respuestas firmes y seguras a todas estas cuestiones, desconocemos de momento qué hay detrás de la nueva bibliometría. Estamos en plena fase de investigación y ya empezamos a vislumbrar algunas evidencias:

■ Es obvio que las nuevas medidas y sus correspondientes indicadores miden cosas distintas ya que responden a acciones diferentes. Los estudios correlacionales [11-12] nos permiten agrupar indicadores según su similitud. Así, constatamos como los distintos indicadores de citación obtienen altas correlaciones independientemente de la fuente empleada, distinguiéndose claramente de los de uso (visitas y descargas) y estos a su vez del resto.

■ Aunque muchos de ellos han sido ya incorporados en bases de datos (Scopus), plataformas de edición de revistas (BioMedCentral, HighWire), prestigiosas editoriales (grupo Nature) y revistas (Plos One), lo que predice una rápida penetración en la comunidad científica, a día hoy, son minoritarios en distintos niveles: pocos documentos reciben todos los indicadores [13], pocos los usuarios que los conocen [18-19] y los emplean o valoran favorablemente [18-19].

■ De entre todas las nuevas fuentes de información y herramientas de evaluación científica la más empleada es Google Scholar y sus productos derivados (Google Scholar Citations, Google Scholar Metrics) [20-22]

■ Entre los nuevos indicadores bibliométricos es el índice h el más conocido y usado (19), aunque tiene bastante buena aceptación el número de descargas [18-19].

y podemos columbrar tres graves peligros que amenazan a la nueva bibliometría como espada de Damócles:

■ la facilidad con que pueden ser manipulados los nuevos indicadores [23]

■ la fugacidad de los resultados y las medidas, en muchos casos difíciles de reproducir de manera estable [24]

■ así como la dependencia tecnológica de compañías que elaboran herramientas que aparecen y desaparecen en el mercado cual producto de consumo [24].

Lo que sí sabemos con toda certidumbre es que la nueva bibliometría se cimenta en la vieja bibliometría que ya definía el maestro López Piñero como la disciplina encargada de ofrecer “datos numéricos sobre fenómenos sociales de la actividad científica relativos a la producción, transmisión y consumo de la información en comunidades determinadas”. Los interrogantes de la nueva bibliometría son los propios de la bibliometría: ¿cómo medir los resultados de la investigación? ¿cómo medir su originalidad, relevancia, impacto? ¿cómo interpretar lo que realmente medimos? ¿Qué fiabilidad, validez y representatividad poseen las fuentes, herramientas e indicadores empleados?

En fin, vino viejo en odre nuevo. Claro que el nuevo recipiente puede condicionarlo. Al igual que las barricas determinan el sabor del vino, la web y sus derivados pueden determinar su orientación, sentido y prestaciones.

3. ConclusionesEn definitiva, se trata de resolver los viejos problemas de la comunicación y evaluación científica que no son otros que comunicar de manera más eficiente la investigación (más rápido, con más alcance, más accesible y de calidad contrastada) y de medir todo el impacto de la investigación de forma representativa, fiable y válida.

Conviene, por último, recordar que la ciencia suele ser muy conservadora y no cambia sus paradigmas y hábitos de la noche a la mañana. Alcanzar el consenso en los sistemas de comunicación y

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evaluación científica ha llevado mucho tiempo y es difícil mutarlos radicalmente.

Sin embargo, en la actualidad, todas estas nuevas tecnologías y el acceso abierto a las publicaciones, en la medida que es un derivado de las mismas, podría subvertir el orden imperante, pues han dinamitado todas las mediaciones y controles existentes, de manera que ahora los autores pueden dirigirse directamente a los lectores y ser evaluados por éstos de forma libre y abierta en la red. No sólo existe un modelo alternativo de comunicación científica sino también de evaluación científica. En este nuevo escenario los retos técnicos no son preocupantes, lo desconocido son las consecuencias sociológicas de los mismos: cómo afectarán al comportamiento de los científicos, a su personalidad y a sus relaciones sociales dentro de la comunidad y fuera de ella, con la sociedad.

En definitiva, nuevas fuentes, nuevas herramientas, nuevos indicadores, nuevos horizontes, nuevas oportunidades, nuevos peligros. [25]

Bibliografía

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se hizo efectivo sobre todo cuando las fotocopias empezaron a abaratarse de una forma importante a partir de los 80s, después que caducaran las patentes de Rank Xerox, y cuando la práctica de enviarse artículos ya fue de uso masivo con la llegada de los faxs, los escaners, la posibilidad de enviar archivos adjuntos por correo-e, y las revistas electrónicas.

Desde 1992 en España se fue instalando en casi todas la bibliotecas universitarias el software GTBib (Rodríguez-Gairín, 2013) que facilita el pedido e intercambio de artículos entre los servicios de obtención de documentos (SODs).

Las propias editoriales aceleraron las cancelaciones cuando ofrecieron el servicio “pay per view”, de compra de artículos sueltos, lo cual permitió a las bibliotecas dar de baja las suscripciones de las revistas menos utilizadas, y comprar los artículos concretos cuando sus usuarios se lo solicitaban. Así se estableció el modo de operar de la biblioteca “just in time” (pedido al momento) en vez del “just in case” (estar suscritos por si algún usuario pide leer la revista o un artículo concreto).

En 2010 incluso apareció el servicio DeepDyve “pay per view 24h” de visualizar –no descargar- artículos por 1 US$ durante un día, http://deepdyve.com

Las editoriales reaccionaron a las cancelaciones subiendo los precios de las suscripciones, con el fin de seguir teniendo el mismo nivel de ingresos. Varios estudios mostraron cómo durante años los incrementos fueron del doble y del triple que el IPC (ARL, 2003; Rentier, 2008; Tillery, 2012) (figura 1).

Decrecimiento de las suscripciones

Desde mediados de los años 90 no cesa de disminuir el número de suscripciones a las revistas científicas. Se trata de un fenómeno que se produce a escala mundial y que se debe a una serie de causas concurrentes. Una de ellas, a su vez algo compleja, es la conocida “espiral de revistas” que más exactamente debería llamarse “círculo vicioso de las suscripciones” propiciado en sus inicios tanto por la cooperación bibliotecaria como por los avances tecnológicos: a finales de los 70s y durante todos los 80s se habían ido creando consorcios y cooperativas bibliotecarias para compartir los servicios informáticos, entonces muy caros. Las bibliotecas se pusieron de acuerdo para pagar entre todas un centro de cálculo que alojara su incipiente catálogo colectivo online (opac) y organizar muchos otros servicios como cursos de formación, así como más tarde hacer las adquisiciones consorciadas de libros y revistas. Los primeros ejemplos fueron las redes London and South Eastern Library Region (Laser), Scotish Libraries Co-operative Automation Project (Scolcap), South West Academic Libraries Co-operative Automation Project (Swalcap), Birmingham Libraries Co-operative Mechanisation Project (Blcmp)..., y en los EUA, por citar algunos: New England Library Network (Nelinet) luego fusionada con la Pennsylvania Area Library Network (Palinet) y la Southeastern Library Network (Solinet) para formar ya en 2009...

Para esas cooperativas fue obvia una segunda opción de ahorro: compartir las suscripciones. Sólo se suscribiría a las revistas una de las bibliotecas, y cuando las demás necesitaran un artículo pedirían una fotocopia a la suscrita. Esto

La presión sobre las revistas. El modelo editorial ante el acceso abierto. Confrontación, adaptación o convivencia

Tomàs BaigetCentro Internacional para la Investigación en Estrategia y Prospectiva de la Información (CIEPI). Revista El Profesional de la Información

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Mendeley..., repositorios, blogs...) afectan los hábitos y que actualmente las revistas no son ya el único medio de estar al día y de adquirir nuevo conocimiento.

Gran parte de las cancelaciones de las suscripciones se debe a la cultura de lo gratuito que ha ido implantando internet. En internet hay mucha información no contrastada oficialmente, o sea, que no ha seguido procesos rigurosos de evaluación por pares como la que (se supone) hacen las revistas, pero el hecho de que cuelgue de páginas personales de autores conocidos o se haya incluido en el repositorio de una universidad ofrece suficiente confianza para que muchos la usen. Los autores prefieren resultados contrastados seriamente en los que basar sus propios estudios, pero muchas veces sólo buscan información general, ideas, opiniones..., para lo cual son suficientes las citadas fuentes no evaluadas, aunque en principio sean menos fiables. En este caso posiblemente naveguen por la Red y no necesiten tanto las revistas. Es decir, las revistas han perdido cierto protagonismo, se usan menos, y eso aumenta las probabilidades de que las bibliotecas cancelen la suscripción.

En la actualidad el número de investigadores es muy grande, y un mismo tema puede estar estudiándose en varios lugares simultáneamente, y lógicamente obtener resultados parecidos. Además, como antes ya dijimos, la presión por publicar hace que los autores repitan sus trabajos en varios artículos, por lo que al final una parte considerable de los resultados científicos que se publican son redundantes. Por ejemplo, Schein y Paladugu (2001) hallaron que 1 de cada 6 artículos de cirugía tenía duplicidades. Por otro lado, el movimiento de acceso abierto (open access) va avanzando inexorablemente: en 2012 el 17% de los 1,66 millones de artículos publicados durante 2011 e indexados en la base de datos Scopus estaban disponibles en acceso abierto 12% inmediatamente, y 5% a los 12 meses de la publicación (Laakso; Björk, 2012). Como consecuencia hay una cierta tendencia a cubrir las necesidades de información sólo con los artículos cuyo acceso es gratuito, como lo demuestra el hecho de dichos artículos se citan más. Y si la necesidad de información se puede satisfacer gratuitamente ¿quién va a pagar?

Figura 1. Durante años el precio de las suscripciones se ha incrementado más que el IPC, tanto en los Estados Unidos como en Europa (Tillery, 2012

A su vez, las bibliotecas con presupuestos para compras fijos –o menores, debido a las sucesivas crisis económicas- tuvieron que reaccionar cancelando más suscripciones, entrando el sistema en el citado círculo vicioso o lazo de realimentación positiva: más cancelaciones suscripciones más caras más cancelaciones...

Otra causa de la disminución del número de suscripciones es el gran número de revistas que se han ido creando, en especial en formato electrónico, pues éste tiene un coste de puesta en marcha muy reducido sobre todo si el servidor donde se alojan lo pone gratuitamente una universidad o administración pública. No hay mercado para todas: ni autores para escribir artículos originales, ni dinero para suscribirse ni tiempo para leerlas. La presión por publicar obliga a los autores a autoplagiarse en mayor o menor grado, y a los editores a aceptar artículos que no son enteramente originales. El sistema está viciado y se repiten tanto investigaciones como publicaciones.

¿Bajan las suscripciones porque se lee menos que antes? Esta cuestión lleva tiempo discutiéndose, y recientemente volvió a ser actualidad a raíz de un artículo de Van-Norden (2014) en Nature, comentado por Davis (2014) y otros. Carol Tenopir, la investigadora que más ha estudiado este tema –y sigue en ello-, dice que según sus encuestas el número de artículos que consultan los investigadores permanece constante a través de los últimos años (un promedio de 264 al año, dependiendo de edad, disciplina, país...) y lo que parece disminuir es el tiempo que dedican a ellos, pues ahora también deben dedicar tiempo a consultar los medios sociales (Wills, 2013). Es evidente que las otras fuentes (redes sociales como Academia.edu, ResearchGate,

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La crisis económica acelera la desaparición de las versiones impresas

La evolución tecnológica hace que poco a poco nos vayamos acostumbrado a leer en los formatos digitales. Alguien recordará como al principio del correo electrónico muchas personas tenían que imprimir los mensajes y guardarlos en carpetas. La calidad de las pantallas ha ido aumentando y ya no cansan los ojos. Y lo digital tiene varias ventajas conocidas por todos: aumentar el tamaño de la letra, buscar palabras en el texto, inmediatez, no ocupar espacio, apenas cuesta enviarlo...

Por otro lado la cantidad de información disponible online ha superado la impresa. Nadie puede prescindir de la información digital. Es decir, no sólo nos hemos acostumbrado a lo digital sino que ya es completamente obligado utilizarlo.

En general, el papel todavía resulta más familiar y agradable a las personas que tienen cierta edad, resultado de la costumbre de tantos años de leer y aprender así, y la espacialidad física de la revista o del libro ayuda a memorizar al poder situar mejor los conceptos entre un principio y un final de la página o de la obra.

La progresiva pérdida de protagonismo del soporte papel frente a lo digital se ha visto acelerada por la crisis económica. En una revista los gastos de imprenta son del orden del 30% y los de distribución un 6% del total. Así pues, cuando ha habido que reducir gastos muchas revistas han prescindido del papel y se publican sólo online. La decisión de dejar la versión impresa se ha producido con algún retraso respecto la idea inicial porque los editores se han animado a seguir unos pocos años más debido a la disminución de los precios de las imprentas, muchas de las cuales han cerrado y las que quedan intentan subsistir ofreciendo casi precios de coste. Imprimir en 2014 una revista a todo color, por ejemplo, 500 ejemplares de 100 páginas, cuesta 2.900 euros IVA incluido, menos que hace 5 años en blanco y negro.

Dejar el papel ahorra un 36% de los gastos, como hemos dicho, pero no supone un aumento equivalente de beneficios para las revistas que dependen de los suscriptores, pues el precio de éstas tiene reducirse en un valor similar. La

diferencia entre los precios de las suscripciones [impreso + online] y [sólo online] acostumbra a ser del orden de un 35%.

La crisis también ha reducido o eliminado los ingresos por publicidad, que en los buenos tiempos habían llegado a representar un 20-30% del total de los ingresos. Los precios cobrados por los anuncios en la revista impresa, del orden de 900 euros por página, no pueden trasladarse al medio online, como han comprobado tantas publicaciones.

Ofrecerse sólo online tiene unas ventajas, como por ejemplo no tener limitación en el número de páginas (aunque eso comporta más trabajo para la Redacción), recepción instantánea por parte de los suscriptores (sin pérdidas de los ejemplares como tantas veces ocurre con los ejemplares impresos, en especial los enviados a Latinoamérica) y publicar los artículos a medida que se terminan sin tener que esperar completar el fascículo.

La revista también procurará estar distribuida desde múltiples portales o plataformas, lo que obliga a realizar una serie de trámites administrativos con ellos.

Inexorablemente hacia el acceso abierto

Una vez online, lo poco que quedaba de publicidad se ha esfumado... Lo que se puede cobrar por un banner en la web es muy poco para una revista corriente (unos 150 euros/mes). Y las suscripciones siguen bajando...

Iniciado por la editorial Springer, muchas revistas han adoptado un modelo de financiación híbrida: siguen basándose en las suscripciones pero ofrecen a los autores la posibilidad de poner su artículo en acceso abierto (open choice). Para liberar un artículo hay que pagar un article processing charge (APC) de entre 1.500 y 3.000 US$. Recibir dinero por ambos conceptos se conoce en la jerga como “double dipping” (mojar 2 veces) y en teoría las editoriales serias deben rebajar el precio de la suscripción para todos si el año anterior muchos autores pagaron para liberar sus artículos.

Si la base de suscriptores sigue empequeñeciéndose la única salida que tiene una revista comercial (o sea, una que no recibe subvenciones) es pasar a ser de acceso abierto,

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cobrando a los autores en vez de a los lectores. Sin embargo esto lo pueden hacer sólo las revistas que han adquirido un prestigio (un factor de impacto) alto, de forma que pueden atraer a suficientes autores que abonen APCs.

Si funcionando en acceso abierto se consigue una situación financiera estable, la revista puede dar un salto hacia las posiciones superiores de los rankings de impacto pues al estar accesible por todos será más usada y más citada, en un lazo de realimentación virtuoso.

Estar al servicio de los autores en vez de los lectores significa también intentar aumentar la calidad y el impacto por todos los medios, pues el “mercado” de los autores es mucho más volátil que el de las bibliotecas suscriptoras (es proverbial el objetivo de los bibliotecarios de tener continuidad en sus colecciones): ahora el editor deberá hacer mucho más marketing (folletos, participar activamente en las redes sociales, estar presente en congresos, ofrecer contraseñas de demostración...).

Dado el actual entorno de globalización y que la distribución por internet no tiene límites geográficos, es posible que la revista inicie un camino más decidido hacia su internacionalización, lo cual es muy deseable. Ello quizá implique publicar en inglés, donde existe un “mercado de autores” dispuestos a pagar APCs mucho mayor. A igualdad de estándares de calidad, publicar en inglés implicará aumentar su factor de impacto, lo que nuevamente asegurará el atractivo para los autores y la viabilidad económica de la revista.

El panorama aquí descrito puede aplicarse a la gran mayoría de revistas. Existe el grupo de las revistas más selectas, caras y con muchos suscriptores (por ej. New England journal of medicine, Lancet, Jama, Science, Nature, Cell...), que previsiblemente tardarán años a pasar a ser OA o quizá no lo hagan nunca. Para tener el mismo volumen de ingresos tales revistas deberían cobrar APCs muy altas (a partir de 10.000 euros) que muy pocos autores estarían dispuestos a pagar.

Retos del online

Hasta ahora las revistas en versión online sólo ofrecían los pdfs idénticos a la versión impresa, pero cada vez más van ofreciendo también materiales complementarios, como los datos en

bruto de la investigación o experimento, vídeos, espacio de discusión sobre los artículos... (figura 2).

Va siendo habitual que tengan un blog, que muestren indicadores altmétricos de cada artículo (descargas, citas recibidas), o que el buscador presente automáticamente artículos similares a uno hallado. También van ofreciendo una app para leer la revista desde el móvil.

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Figura 2. Página principal de la revista The New England journal of medicine. Ofrece artículos gratui-tos, comentarios, entrevistas, estadísticas, imagen de la semana, preguntas concurso, correspondencia, noticias, vídeos, sumario en audio...

http://www.nejm.org

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Todo esto obliga a que el webmaster de la revista tenga que dedicar mucho más tiempo que antes.

Conclusiones

Hemos visto cómo todas las revistas pierden protagonismo (ahora existen otros canales para informarse) y cómo pierden suscriptores. Existen demasiadas revistas y se produce una competencia feroz para subsistir. Se evidencia que las revistas cuyos editores no se esfuerzan para llegar a la excelencia (es decir, estar al menos en el primer cuartil de los rankings de impacto) tienen poco futuro. Hoy día no tiene sentido publicar por publicar: hay demasiado para leer.

La evolución de lo impreso hacia lo digital, unida a la disminución de suscriptores, hace imparable que las revistas adopten el modelo de acceso abierto autor-paga (la llamada vía dorada). Los autores deberán acostumbrarse a pagar por publicar, y quizá ello redunde en un saludable efecto secundario: que se valore más el extraordinario trabajo que hacen los editores, que actualmente pasa inadvertido. Sin embargo, el trabajo del editor tiene una gran componente vocacional, y por desgracia no es previsible que a medio plazo esté debidamente remunerado como lo está cualquier otra profesión: será necesario todavía mucho voluntarismo para hacer frente a las revistas competidoras. Además, la crisis económica que padecemos obliga a tener más dedicación con menos recursos.

Las revistas deben asumir el fenómeno de la globalización (la ciencia sólo es una) y levantar sus puntos de mira a veces excesivamente locales.

La meta de los editores debe ser la calidad en todos los aspectos: buenos contenidos, revisión de textos, buena maquetación, contenidos auxiliares..., y sobre todo muchísimo marketing. El buen paño no se vende en el arca, ni mucho menos.

A pesar de la enorme presión por publicar que tienen los autores, estamos en un contexto de trabajo de más honestidad y más transparencia, puesto que las malas prácticas (investigación fraudulenta, resultados amañados, plagios, publicación duplicada...) se pueden detectar con mucha más facilidad que antes. A ello ayuda el hecho de que el mundo se haga pequeño, se viaje o se comunique con facilidad, y los investigadores se conozcan más entre sí.

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1. Introducción La Medicina y la Bibliometría son dos

disciplinas íntimamente unidas. Desde los míticos trabajos del profesor López Piñero (López Piñero & Terrada Ferrandis, 1992) dirigidos a evaluar el estado global de la investigación en Medicina las aportaciones bibliométricas sobre este asunto en España se han sucedido. Buenos ejemplos de la herencia recibida han sido las contribuciones de los investigadores del CSIC (Gómez Caridad, 2004) o las de Jordí Camí y su equipo (Camí, Suñén-Piñol, Méndez-Vásquez, 2005; Méndez-Vásquez, Suñen-Pinyol, Cervelló, & Camí, 2008) a través del lanzamiento del Mapa bibliométrico de España 1994-2002: Biomedicina y Ciencias de la Salud. Estas visiones globales además se han visto complementadas por innumerables artículos destinados a analizar disciplinas concretas (por ejemplo: Ramos et al., 2009), revistas científicas (por ejemplo; Valderrama-Zurián et al., 2004) o aspectos más concretos como el liderazgo de los investigadores biomédicos (por ejemplo: Jiménez-Contreras et al., 2010).

Gracias a trabajos de esta índole podemos decir que la Medicina española no es ajena ni indiferente a su evaluación cuantitativa y la ponencia que presentamos se enmarca en esta tradición; tras algunos años de vacío bibliométrico creemos necesario tomar una nueva fotografía que refleje el estado actual de la investigación biomédica. No me gustaría además pasar por alto y señalar que en el último lustro la I+D+i nacional ha sido diezmada con una reducción drástica de la inversión por lo que este trabajo puede mostrar cuál ha sido el efecto de las políticas científicas que se han estado ejecutando en nuestro país.

Por ello muy brevemente nos detendremos a radiografiar los siguientes aspectos:

1) Cuál es el estatus actual de la investigación biomédica en España – tomando como referencia el quinquenio 2009-2013 – y qué posición ocupamos en el resto de Europa

2) Cuál ha sido la evolución de la producción científica y su impacto en comparación con las principales potencias europeas.

3) Cuáles son los principales campos y especialidades – en función de producción e impacto – en los que destaca y se centra la investigación Biomédica.

Evidentemente intentaremos cubrir con trazo grueso estos objetivos. Simplemente esperamos que esta ponencia permita al lector hacerse una imagen rápida, clara y precisa de en qué punto nos encontramos. Al final del texto es inevitable que nos refiramos a la influencia de la crisis en los resultados obtenidos ya que éste fue un elemento de debate importante con el público asistente a las Jornadas Medes. Finalmente queremos indicar que hemos liberado material audiovisual en YouTubei donde ofrecemos una visón más dinámica del asunto.

2. MetodologíaA continuación indicamos la metodología

seguida para nuestro análisis.

2.1. Fuente de información: In-CitesNecesariamente hemos de referenciar que

la fuente de información empleada ha sido la plataforma In-Citesii . In-Cites es una suite bibliométrica de evaluación científica distribuida

Radiografía de la investigación biomédica española en el contexto de la Unión Europea tendencias, especialidades e impacto internacional

Daniel Torres-Salinas EC3metrics, Universidad de Navarra

[email protected]

i https://www.youtube.com/watch?v=8_O-51Lxgp8ii http://researchanalytics.thomsonreuters.com/incites/

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en suscripción bajo pago por Thomson Reuters y que permite obtener directamente los indicadores bibliométricos tanto de países como de instituciones a partir de las bases de datos que integran la Web of Scienceiii (SCI, SSCI y A&HCI). Facilita, por tanto, la realización de comparativas y la obtención de indicadores normalizados que, de otra forma, serían difícilmente calculables. Se ha hecho uso especialmente del módulo de National Comparisons, que se ha empleado en este trabajo para contextualizar la producción científica internacional, sobre todo mediante la utilización del indicador de Citación Normalizada.

2.2. Indicadores bibliométricosSe han utilizado indicadores bibliométricos

básicos y clásicos. Para analizar el volumen productivo se ha considerado el Número de Documentos entendido éste como el número de trabajos publicados en revistas indexadas en la Web of Science. Para analizar el impacto científico se empleó el Número de Citas, el Promedio de Citas pero, especialmente, la Citación Normalizada también conocida como Crown Indicator (Moed, Debruin & Van Leeuwen, 1995) o Field Normalized Citation Score.

La Citación Normalizada se corresponde al conjunto del número de citas recibidas por las publicaciones de un país, área de investigación, etc... durante un período cronológico concreto las cuáles son comparadas con los promedios mundiales de citas teniendo en cuenta tipología documental, año de publicación y especialidad de de publicación. Este indicador se presenta como un número decimal que denota la relación del impacto con la media mundial. Por ejemplo, una Citación Normalizada de 0.9 de España en Biomedicina significa España se sitúa un 10% por debajo de la media mundial y un 1.2 indicaría que España recibe una citación superior en un 20% de la media mundial.

3. Resultados

3.1. Situación actual de las Ciencias Médicas y de la Salud

En la Tabla 1 mostramos la producción actual de las Ciencias Médicas y de la Salud en el contexto de la ciencia española. Como vemos actualmente supone el 28,34% de la producción científica con un total de 70.836 documentos

indexados en la Web of Science. Claramente se encuentra por encima del impacto mundial con una Citación Normalizada de 1,16 si bien no alcanza el nivel de impacto de otras áreas como las Ciencias Naturales o la Agricultura.

A través de la Tabla 2 contextualizamos estas cifras con los datos de diferentes países de la Unión Europea. En primer lugar hemos de mencionar como España es la 6ª nación con una mayor producción y se sitúa entre Holanda y Suecia. Sin bien, hay que apuntar, que se encuentra lejos de las primeras posiciones que son lideradas por Inglaterra y Alemania, ambas con más de 160.000 documentos.

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Tabla 1. Producción e impacto de la ciencia en España por grandes áreas de conocimiento. Período 2009-2013

Tabla 1. Producción e impacto de la ciencia en España por grandes áreas de conocimiento. Período 2009-2013

iii http://thomsonreuters.com/thomson-reuters-web-of-science/

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL A R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N 2 7

3.3. Principales especialidadesEn la última sección nos detenemos en

identificar las principales especialidades médicas, al menos aquellas que mayor contribución realizan en términos de producción e impacto. En primer lugar en la Tabla 3 desglosamos las Ciencias Médicas y de la Salud en grandes campos. La Medicina Clínica es actualmente la que más aporta con 41544 documentos Web of Science y es además la que mayor Citación Normalizada alcanza con un valor de 1,27. Por otro lado la Medicina Básica supone casi la mitad que la Clínica y además su impacto es mucho menor reduciéndose al 1,02. En el Gráfico 3 evidenciamos cuales son las especialidades más relevantes. Sucintamente: destaca por su tamaño e impacto la Oncología. Entre las de mayor tamaño hay que mencionar las Neurociencias, si bien no supera la media mundial de citación, aunque sí la Neurología Clínica, la tercera más productiva y con un impacto mayor. De las

Sin embargo, aunque podemos afirmar que gozamos de una buena posición en producción, no se puede decir lo mismo del impacto que está lejos de alcanzar el nivel de los países más avanzados. Con un valor 1,16 en Citación Normalizada no llegamos a los 1,61 puntos de Bélgica, los 1,57 de Holanda o los 1,41 de Suecia, por compararnos con aquellos países más cercanos a nosotros en volumen productivo.

3.2. Tendencias de la producción y el impactoEn las Gráficas 1 y 2 presentamos la evolución

de los indicadores Número de Documentos y Citación Normalizada desde los años noventa hasta 2013 y hemos decidido agrupar los datos por quinquenios para dotar a la serie estadística de un mayor sentido y estabilidad. Claramente los seis países de la zona euro con una mayor producción en Ciencias Médicas y de la Salud han tenido en los dos indicadores que hemos pintado un crecimiento constante a lo largo del tiempo.

Si apuntamos al caso concreto de España y más exactamente al número de documentos el incremento es sostenido siendo mucho más acelerado a partir del año 2004 y alcanzándose las cotas máximas de producción en el último quinquenio, en 2009-2013. El diagnóstico es análogo para la Citación Normalizada, no obstante debemos numerar dos hechos significativos: 1) en el quinquenio 2003-2007 por primera vez las Ciencias Médicas y de la Salud en España superan la media mundial de Impacto y 2) en el quinquenio 2008-2012 por primera nos equiparamos y superamos el impacto medio de la Unión Europea (UE-25).

Gráfico 1. Evolución quinquenal del Número de Documentos en “Ciencias Médicas y de la Salud” para los seis países europeos con mayor producción científica.

Gráfico 2. Evolución quinquenal de la Citación Normalizada en “Ciencias Médicas y de la Salud” para los seis países europeos con mayor producción científica.

Tabla 3. Indicadores de producción e impacto para “Ciencias Médicas y de la Salud” desglosados por grandes por grandes campos. Período 2009-2013.

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especialidades pequeñas pero con Citación Normalizada significativa sobresalen la Medicina General e Interna y la Reumatología.

4. Mal gobierno, buena cienciaEn este texto hemos puesto de relieve el

estado de salud de las Ciencias Médicas en España. De forma resumida podemos decir que los datos revelan que en términos de producción ocupamos una posición relevante, 6ª entre la UE-25, aunque en impacto aún estamos a rebufo de las principales potencias científicas. Hay que subrayar que se produce una evolución positiva en los indicadores, alcanzado su cenit precisamente en el último quinquenio (2009-2013). El crecimiento en la producción se aceleró sobre todo a partir del quinquenio 2004-2008. Asimismo en la actualidad nuestra Citación Normalizada ya supera a la media de la UE-25. Si distinguimos por campos destaca de forma significativa la Medicina Clínica frente a la Medicina Básica.

Ahora bien, tal y como se señaló en el debate celebrado con posterioridad a la presentación de este informe en las Jornadas Medes, los datos por ser positivos no dejan de ser paradójicos. Actualmente todos estamos sufriendo un sistema de I+D donde el porcentaje de PIB destinado a ciencia lleva congelado desde 2009, donde la inversión bruta en euros se ha hundido de los casi 10.000 mill de Euros de 2009 a los 6000 mill

de 2012 (Pain, 2012), donde se han mermado los RRHH brutos destinados a la I+D así como el número total de investigadoresiv ; un sistema de

I+D donde instituciones insignia como el CSIC han sido rescatadas in extremis de la quiebrav

- con mejor suerte que otras (Nature 2011) – y, un sistema – vergüenza internacional – donde los recortes y la huida de talentos a otros países son denunciados en las grandes revistas científicas (Nature, 2009; Moro-Martín, 2012). Ante un panorama de este calibre parece difícil pensar que nos encontremos con alguna tendencia o indicador positivo. Sin embargo, en el caso de las Ciencias Médicas, y bibliométricamente hablando, es así.

Es difícil explicar cómo un entorno hostil para la investigación tenga como consecuencia una mejora en los indicadores. Es correcto que este análisis se nos puede quedar corto, que tan solo dos indicadores no permiten un diagnóstico certero pero, no es menos cierto, que los datos mostrados si son representativos de lo que está sucediendo, y que desde hace décadas este tipo de indicadores vienen empleándose de forma homologada para calibrar el estado de la ciencia. Por tanto es nuestro deber concluir que la investigación biomédica, y en líneas generales la ciencia española en su conjunto (Torres-Salinas, 2014), pese a la afición por los recortes camina hacía delante. Sería necesario analizar si

A R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N2 8

Gráfico 3. Diagrama estratégico según Citación Normalizada y Número de Documentos de las principales espe-cialidades de Ciencias Médicas y de la Salud en España. Período 2009-2013.

iv http://icono.fecyt.es/indicadores/v http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/02/24/actualidad/1393271163_538095.html

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL

performance: Database description, overview of indicators and first applications. Scientometrics, 33(3), 381-422.

- Moro-Martín, A. Spanish changes are scientific suicide. Nature (2012 Feb 16). 482(7385): 277.

- Editorial. Nature (2009). No turning back. Nature 462, 137-138

- News. Nature (2011). Spanish institute faces cash crisis. Published online 1 November 2011 | Nature | doi:10.1038/news.2011.623

- Pain, E (2012). European Debt Crisis. Research Cuts Will Cause ‘Exodus’ From Spain. Science 13 April 2012: 139-140.

- Ramos, J. M., Masiá, M., Padilla, S., García-Pachón, E., & Gutiérrez, F. (2009). Producción española sobre tuberculosis a través del MEDLINE (1997–2006).Archivos de Bronconeumología, 45(6), 271-278.

- Torres-Salinas, D. La ciencia en tiempos de crisis: España crece… pese a todo. EC3metrics Noticias. http://ec3metrics.com/la-ciencia-en-tiempos-de-crisis-espana-crecen-pese-todo/

- Valderrama-Zurián, J. C., González-Alcaide, G., Valderrama-Zurián, F. J., Aleixandre-Benavent, R., & Miguel-Dasit, A. (2007). Redes de coautorías y colaboración institucional en Revista Española de Cardiología. Revista Española de Cardiología, 60(2), 117-130.

estas tendencias son fruto del esfuerzo e inercia de años anteriores, de redes de colaboración que permiten paliar las carencias, de un mejor aprovechamiento de los recursos o, simplemente, que las consecuencias aún no se han manifestado con contundencia. Sin duda es difícil de calibrar; mientras tanto, antes de llegar a conclusiones o lecturas erróneas, pensaremos que todo va bien y que el desprecio de la casta política por la investigación es solo una mala gripe por la que tenemos que pasar y que, por lo menos, cuando se marchen, la I+D+i seguirá a flote.

5. Material complementario audiovisual

Una visión bibliométrica y dinámica de la investigación biomédica en España

Bibliografía

- Camí, J., Suñén-Piñol, E., & Mendez-Vasquez, R. (2005). Mapa bibliométrico de España 1994-2002: biomedicina y ciencias de la salud. Medicina clínica, 124(3), 93-101.

- Gómez Caridad, I., Fernández Muñoz, M. T., Bordons Gangas, M., & Morillo Ariza, F. (2004). La producción científica española en Medicina en los años 1994–1999. Revista Clínica Española, 204(2), 75-88.

- Jiménez-Contreras, E., Torres-Salinas, D., Ruiz-Pérez, R., & Delgado-López-Cozar, E. (2010). Investigación de excelencia en España: ¿actores protagonistas o papeles secundarios? Medicina clínica. vol. 134, N. 2, pp. 76-81.

- López Piñero & Terrada Ferrandis (1992). Los indicadores bibliométricos y la evaluación de la actividad médico-científica: la aplicación de los indicadores. Medicina clínica, 98(10), 384-388.

- Méndez-Vásquez, R. I., Suñen-Pinyol, E., Cervelló, R., & Camí, J. (2008). Mapa bibliométrico de España 1996-2004: biomedicina y ciencias de la salud. Medicina clínica, 130(7), 246-253.

- Moed, H. F., De Bruin, R. E., & Van Leeuwen, T. N. (1995). New bibliometric tools for the assessment of national research

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https://www.youtube.com/watch?v=8_O-51Lxgp8de Ciencias Médicas y de la Salud en España. Período 2009-2013.

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL3 0

demás y a nosotros mismos, que el problema no era que fuéramos incapaces de desarrollar con notable acierto las tareas de investigación, sino que carecíamos de los estímulos y las estructuras necesarias para llevarlas a cabo de una manera regular, y que permitiera ir creando una base sólida y preparada de científicos que ejercieran su profesión en un escenario planificado. Como explica Emilio Muñoz (1998), la Ley de la Ciencia introdujo la ciencia y la tecnología en la agenda política.

En el preámbulo de la ley de 1986, ya se recoge lo que se acaba de comentar, al mencionar que “La investigación científica y el desarrollo tecnológico se han desenvuelto tradicionalmente en España en un clima de atonía y falta de estímulos sociales, de ausencia de instrumentos que garantizasen la eficaz intervención de los poderes públicos en orden a la programación y coordinación de los escasos medios con que se contaba, falta de conexión entre los objetivos de la investigación y las políticas de los sectores relacionados con ella…” (BOE, 18 de abril de 1986). En este preámbulo se determinan algunos de los grandes problemas de la realidad científica española, incluidos entre los “males tradicionales” de la ciencia en España, y se apunta la necesidad de corregirlos, con el fin de que “España participe plenamente en el proceso en el que están los países industrializados de nuestro entorno” (BOE, 18 de abril de 1986).

Evidentemente, la implementación de recursos en un sistema científico no hace que los resultados se obtengan de manera inmediata, pero si se continúa y profundiza en las medidas adoptadas,

1. La ciencia en España

En España no corren buenos tiempos para la ciencia. Probablemente nos estemos despidiendo de un período atípico en nuestra historia en el que, por primera vez, se dieron las condiciones adecuadas para que nuestro país abandonara la tradicional dejadez en asuntos importantes para nuestro desarrollo social, económico y cultural. Todo nos indica que estamos asistiendo al final de una época caracterizada por la ordenación de las actividades científicas que requirió del consenso político para dotar a la ciencia de la energía suficiente como para convertirla en objetivo colectivo. Fue una época en la que se dieron los pasos adecuados para desarrollar una política de Estado que pusiera las guías y directrices de cómo debería desarrollarse la actividad científica.

La promulgación de la Ley de 14 de abril de 1986 de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica (BOE, 18 de abril de 1986), también llamada “Ley de la Ciencia” fue la señal de salida de una serie de medidas que tenían como objetivo intervenir en la actividad investigadora española de ciencia y tecnología para dotarla de coherencia con los nuevos tiempos y con las exigencias que este tipo de actividad requería, si quería salir de la irrelevancia que había tenido durante tanto tiempo. Hasta entonces sólo hubo hitos de crecimiento puntuales promovidos por la presencia de determinados investigadores de gran prestigio, pero desgraciadamente su esfuerzo individual no ha implicado cambios significativos en el sistema científico español. Quizá su mayor aportación ha sido mostrar a los

La presión sobre el investigador, ¿cómo ha afectado al sistema científico? ¿Por qué se llega a la situación de “publicar o perecer”? ¿Cómo afecta a la calidad?

Elías Sanz-Casado1,2, Daniela de Filippo1,2, María Luisa Lascurain Sánchez1,2, Carlos García Zorita1,2

1Laboratorio de Estudios Métricos de la Información (LEMI). Universidad Carlos III de Madrid.

2Research Institute for Higher Education and Science (Instituto Interuniversitario “Investigación Avanzada sobre Evaluación de la Ciencia y la Universidad”: INAECU). Universidad Carlos III de Madrid-Universidad Autónoma de Madrid.

[email protected]

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Para ello, consultaremos varias de las bases de datos de la colección principal de Web of Science (Science Citation Index, Social Science Citation Index, y Arts & Humanities Citation Index). En ellas se recogerán los documentos publicados por las instituciones españolas en el período considerado. Los datos sobre los recursos económicos dedicados a las actividades de I+D+i, así como el número de investigadores participando en el sistema científico se obtendrán a partir de consultas a la base de datos INEbase del Instituto Nacional de Estadística (INE).

3. Resultados y discusión

En primer lugar, se trató de conocer la evolución de la producción científica de las instituciones españolas durante los 30 años analizados, así como su posible relación con algunos de los principales hitos que se produjeron en el sistema científico. En todos los años analizados el número de publicaciones ha aumentado respecto al precedente. Sin embargo, se observó que estos aumentos fueron más pronunciados a partir de algunos de los hitos considerados; por ejemplo, a partir de la creación de la CNEAI (en 1989) y la primera convocatoria de sexenios (en 1990) se observa un mayor crecimiento de la producción científica. Asimismo, con la creación de la ANECA (en 2002) y la nueva política de acreditaciones para la promoción y contratación del profesorado en las universidades, se observa otro incremento importante en la producción científica, incluso más pronunciado que el anterior (figura 1).

Cuando se compara la evolución de la producción científica española con la del resto de mundo se observan diferencias importantes en los porcentajes de incremento, puesto que en España el incremento que se ha producido en estos años (desde 1983 hasta 2012) ha sido casi del 1003%, mientras que en el resto del mundo este incremento ha sido mucho más moderado, alcanzando aproximadamente el 116% en todo el período. Todo ello ha propiciado que España alcanzara en 2012 la novena posición en el ranking de países por producción científica (Essential Science Indicators).

Otro de los aspectos que se analizó en este trabajo fue la evolución de los recursos económicos dedicados a financiar las actividades de investigación durante estos 30 últimos años. En la figura 2 se muestra la evolución de estos

el sistema debería responder de manera adecuada en un tiempo prudencial. La persistencia en la incorporación de estos esfuerzos es fundamental para la consolidación del sistema científico y para que sus logros impregnen a la sociedad en su conjunto, porque tal y como comentan Callon, Laredo y Mustar (1995) en su denominada rosa de los vientos de la investigación, ésta no solo (con ser importante) genera conocimiento científico, sino que fertiliza un gran número de actividades que van desde la innovación tecnológica, las innovaciones educativas, o las mejoras en la calidad de vida. Además, “los estados que incrementan su inversión en I+D al cabo de pocos años reciben el beneficio de un crecimiento de su PIB” (Rozman, 2003).Es decir, la investigación no solo tiene como objetivo generar conocimiento, que éste se quede limitado a incrementar el número de publicaciones, y que esto permita al país posicionarse mejor en los rankings internacionales de producción científica. No, tiene muchas más connotaciones, y estas son fundamentales para un desarrollo armónico de todo el tejido social, económico, cultural y ético de los países. De hecho, en los países más avanzados la ciencia ocupa una posición privilegiada en la agenda política de sus gobiernos.

2. Objetivos y metodología

Volviendo al caso español, en este trabajo nos proponemos conocer como ha sido la evolución de su actividad científica en un período de 30 años, desde 1983 hasta 2012. Para ello, vamos a considerar los retos que se propusieron al principio de la década de los 80, concretamente con la aprobación de la LRU en 1983, y con la promulgación de la Ley de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica en 1986. Nos proponemos observar si, de alguna manera los objetivos que se marcaron en dicha ley se han cumplido a lo largo de este período. En este trabajo nos vamos a centrar en tres de esos objetivos:

1 aumentar la contribución de la investigación española al progreso científico y tecnológico,

2 dedicar una mayor cantidad de recursos económicos para llevar a cabo las actividades de investigación e innovación, y

3 aumentar el número de investigadores dedicados a las actividades de I+D+i.

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recursos, y en ella puede observarse que la forma de la curva es muy similar a la mostrada en el caso de la producción científica, con incrementos más destacados a partir de la aprobación de la Ley de la Ciencia de 1986, la participación de las instituciones españolas en las convocatorias de investigación del Programa Marco de la UE, en el año 1987 que supuso la entrada de fondos para la investigación desde extranjero, equivalente en cuantía a los del Fondo Nacional, como comenta Pestaña (1996), así como con la creación de la ANECA y la nueva política de contratación de las universidades en 2002.

A partir de 2010 se observa una caída importante en los recursos asignados a las actividades investigadoras, lo que ha supuesto en total una pérdida del 8,2% en el presupuesto (1200 millones de euros en los dos últimos años). El tercer aspecto que se analizó fue la evolución de los recursos humanos dedicados a las

tareas de investigación, concretamente se quiso conocer cómo había sido la variación del número de investigadores que estuvieron trabajando en el sistema científico cada uno de los años considerados (figura 3). Tal y como puede observarse en la figura, la forma de la curva también fue muy semejante a las dos anteriores. Como en los casos anteriores se relacionaron los hitos más significativos con los datos observados. En este sentido, se encontró que el mayor efecto sobre la contratación de investigadores fue la aprobación de la LOU en 2001 y sobre todo la creación de la ANECA en 2002.

En la parte final de la curva se observa una disminución importante a partir de 2010, como resultado de los fuertes recortes de financiación que se producen en el sistema científico y que implica tanto el despido de investigadores como la práctica ausencia de reposición cuando los investigadores se ven forzados a abandonar el sistema por distintas causas, jubilación, enfermedad, etc. En los años 2011 y 2012, este número disminuye casi en un 6%, ya que se pasa de 134.653 investigadores que había en el año 2010 a los 126.778 que quedan en 2012.

La financiación por investigador permite también conocer el esfuerzo que se está haciendo en la financiación de las actividades investigadoras, aunque en este caso a nivel micro. En la figura 4 se muestra la evolución de está financiación, y en ella puede observarse que el crecimiento es prácticamente contínuo a lo largo de los años analizados. En 1983 a cada investigador trabajando en el sistema le correspondía 33.300 euros de financiación, mientras que en 2012 esta cantidad

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Figura 1. Evolución de la producción científica en Web of Science. Fuente: WoS. Elaboración propia

Figura 2. Evolución del gasto interno en I+D (en miles de Euros). Fuente: INE. Elaboración propia

Figura 3. Evolución del número de Investigadores en EJC. Fuente: INE. Elaboración propia.

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL

en estos 30 años. Sin embargo, en 2010 se

observa ya un continuo declive del número de

investigadores.

Cuando se analiza la financiación por investigador

se observa también que ésta ha aumentado de

manera significativa. Al final del período por cada

investigador trabajando en el sistema los recursos

financieros que se invierten superan en más de

tres veces a los que se contaban al principio de la

década de los 80.

Los resultados obtenidos en este trabajo han

permitido demostrar que los esfuerzos que se

realizaron a mediados de los años 80, con la

ordenación del sistema científico a partir de “una

política científica integral, coherente y rigurosa en

sus distintos niveles de planificación, programación,

ejecución y seguimiento” (BOE, 1986), así como

la dotación de recursos de manera constante y

regular del mismo a lo largo de los años, ha sido

sumamente eficiente, y han permitido situar a

la ciencia española en una buena posición en el

panorama internacional. Esto debería servir de

reflexión para revertir el desalentador panorama

que presenta en estos momentos la ciencia en

España, y que, de no corregirse urgentemente, va

a suponer un serio retroceso de nuestra capacidad

científica.

Bibliografía

1. Callon, M; Laredo, P; Mustar, P. La gestion stratégique de la

recherche et de la technologie: l’évaluation des programmes.

Paris: Economica, 1995.

2. España. Ley 13/1986, de 14 de abril, de Fomento y

Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica.

Boletín Oficial del Estado, 18 de abril de 1986, núm.93, pp.

13767-13774

3. Muñoz, E. The Spanish system of research. Research and

innovation in Spain. Working Paper 98-15. Madrid: Instituto de

Estudios Sociales Avanzados (CSIC). 1998.

4. Pestaña, A. El sistema español de ciencia y técnica.

Investigación y ciencia, 1996, no 243, p. 6-13.

5. Rozman, C. Reflexiones sobre la investigación biomédica en

España. Medicina clínica, 2003, vol. 120, no 1, p. 19-23.

se incrementa hasta los 105.600 euros; es decir, el aumento es más de 3 veces la financiación basal.

Esta figura muestra claramente el gran esfuerzo que se estaba haciendo en la financiación de las actividades científicas, ya que el número de investigadores se incrementa también, pero en este caso más de 6 veces en estos 30 años.

Conclusiones

A partir de los resultados obtenidos en este trabajo las conclusiones a las que podemos llegar han sido las siguientes:

La escasa contribución española al progreso científico y tecnológico señalada a principios de la década de los 80 se ha ido corrigiendo durante

estos 30 años, en los que el sistema científico español ha ido respondiendo con bastante eficiencia a los cambios. Uno de los efectos más evidente es el importante incremento del número de publicaciones que aporta España al conjunto mundial, lo que ha supuesto que nuestro país se sitúe en 2012 en la novena posición de los países con mayor producción científica.

La tradicional insuficiente dotación de recursos económicos para realizar las actividades de investigación e innovación se ha ido corrigiendo de forma constante a lo largo de los años analizados. Sin embargo, a partir de 2010 se produce una notable disminución de la financiación de la investigación.

Otro de los “males” de nuestro sistema científico, como era el bajo número de investigadores que trabajaban en el sistema, se ha ido cambiando

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Figura 4. Evolución del gasto interno (miles de Euros) por Investigador en EJC. Fuente: INE. Elaboración propia.

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOLA R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N3 4

revista (Navarro, 2001), medida ésta con el factor de impacto de la publicación

En otros países, como es el caso de Holanda, las publicaciones en inglés se consideran de mayor calidad que las holandesas (Vandenbroucke 1989) que no se tienen en cuenta a la hora de valorar la labor investigadora de la universidad.

El objetivo planteado en el siguiente trabajo es un estudio preliminar de cómo el idioma condiciona a la valoración de una revista científica y por tanto como cómo influye al lector como productor y consumidor de la información científica. Para analizarlo, se han utilizado los datos obtenidos en las tres primeras ediciones de evaluación de la calidad editorial y científica de las revistas científicas españolas llevadas a cabo por la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT) durante los años 2007 y 2013.

Metodología

La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología FECYT es una fundación pública, nacida en 2001, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad a través de la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, cuya misión es impulsar la ciencia y la innovación promoviendo su integración y acercamiento a la sociedad, apoyando en el ámbito de sus funciones las necesidades de los agentes del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación. Desarrollar servicios para el sistema español de I+D+i es uno de los ejes de actuación que se llevan a cabo en la fundación, y entre los que se enmarca el proyecto de Apoyo a la Profesionalización de las Revistas Científicas Españolas (ARCE).

Introducción

La valoración de una revista científica muy a menudo está condicionada por el idioma en el que se escriben los trabajos que se publican en ella. El inglés se ha convertido en el idioma internacional de la Ciencia y el porcentaje de referencias bibliográficas en inglés ha ido aumentado en España progresivamente en el último siglo, pasando en 1920 de un 3% a un 80% en 1995 (Navarro y Alcaraz, 1997).

A partir de 1970, es admitida la supremacía mundial de la ciencia estadounidense y aceptado ya el inglés como idioma internacional de áreas como la Medicina. Comienza a aumentar además el número de autores no anglohablantes que publican sus trabajos en inglés, independientemente de la nacionalidad de la revista (Lippert, 1986).

En España, la edición de revistas científicas se podría englobar en tres modalidades: hay revistas que publican sus contenidos íntegramente en inglés, revistas cuyos artículos se publican completamente en español y revistas que publican los artículos en el idioma en el que llegan los manuscritos a la editorial de la revista (Cremades Pallas et al., 2013). El publicar los contenidos en inglés, o al menos los principales metadatos como son: título, palabras clave y resumen en inglés, presenta una serie de ventajas como son la mayor posibilidad de recibir mayor cantidad de manuscritos, sobre todo de autores de países anglosajones con mayor tradición y liderazgo en investigación y una mayor difusión de los contenidos en la comunidad científica. Por lo tanto, aumentar los autores y lectores de las revistas, repercute en la mejora de la calidad de la

¿Cómo condiciona el idioma la valoración de una revis-ta científica? ¿Y al lector?

Cristina González CopeiroDirectora. Dpto. de Gestión de la Información Científica Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT)

[email protected]

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como medio de comunicación científica, la calidad del proceso editorial, la calidad científica y la calidad de su difusión y visibilidad. Las bases de la última convocatoria y la guía de evaluación en donde se detallan todos los indicadores y fases del proceso se pueden consultar en http://evaluaciónarce.fecyt.es.

Para llevar a cabo este estudio, se han elegido los indicadores analizados a continuación ya que revelan como el idioma afecta a la valoración de una revista científica y por tanto cómo influye en el lector. Estos son los siguientes:

1.Traducción de los títulos de los artículos, palabras clave y resúmenes al inglés. El cumplimiento de este indicador requiere que el 100% de los artículos de investigación tienen que presentar títulos, palabras clave y resúmenes en inglés. La metodología utilizada es la comprobación de los ejemplares solicitados (atendiendo a su periodicidad) en el caso de las publicaciones impresas y en la página web en el caso de las electrónicas.

2. Internacionalidad. En este caso, como mínimo el 10% de los componentes del Consejo Asesor o el 10% de los autores deberán pertenecer a instituciones extranjeras. La metodología utilizada para medir este indicador es para el consejo asesor la comprobación en el último ejemplar publicado y para las autorías en las fotocopias de los sumarios solicitados.

3. Bases de datos en la que están indizadas las revistas. Las revistas deberán estar indizadas por alguna base de datos que tenga un alcance y reconocimiento científico internacional para la especialidad a la que pertenezcan, o bien por una base de datos multidisciplinar de amplia cobertura internacional. Se consideran las bases de datos relacionados en el Anexo 3 de la Guía de Evaluación, pero también se puede tener en cuenta la presencia en otras bases de datos no detalladas en la citada guía, siempre y cuando, de acuerdo a su alcance y reconocimiento internacional, puedan ser consideradas por la Comisión de Evaluación. [1]

4. Repercusión e impacto de la revista, en términos de citas recibidas, atendiendo al área del conocimiento al que pertenecen. Se trata de

El objetivo que el proyecto ARCE persigue es la mejora de la calidad editorial y de los contenidos publicados, decantar las revistas científicas españolas de calidad, aumentar la visibilidad y el impacto de la ciencia publicada en España, apoyar la profesionalización mediante el uso de software de gestión integral de edición y publicación electrónica y aupar a las revistas científicas españolas de calidad al “main stream” internacional

El principal instrumento de gestión del proyecto es la evaluación de la calidad editorial y científica de las revistas científicas españolas. Hasta la fecha se han realizado cuatro convocatorias cada dos años desde el año 2007.

El sistema de evaluación FECYT, al igual que otros sistemas de evaluación, utiliza unos indicadores basados, fundamentalmente, en tres criterios: formales, de difusión y de contenido científico (Delgado López-Cózar, 1997). El proceso de evaluación FECYT tiene delimitado el ámbito geográfico a las revistas que se publican en España pero, en cambio, no se ha delimitado el área temática de las revistas que han sido evaluadas.

Algunas de las características principales de este modelo de evaluación son que se trata de una evaluación voluntaria, que es un proceso de evaluación compuesto de varias fases y una evaluación contrastada, ya que se solicita a los editores de las revistas que son evaluadas una determinada documentación que justifique que efectivamente cumplen los criterios que declaran en su publicación (Coslado et al., 2008). Así, una evaluación positiva supone la posibilidad de usar la herramienta RECYT Repositorio Español de Ciencia y Tecnología http://recyt.fecyt.es y las revistas obtienen el sello de calidad FECYT, con el que son presentadas a los procesos de evaluación de las distintas agencias de evaluación, así como a Thomson y Elsevier para que puedan ser consideradas en su evaluación.

Los indicadores utilizados en el proceso de evaluación FECYT están basados en los criterios publicados por la Fundación en el manual: La edición de revistas científicas: directrices, criterios y modelos de evaluación (Delgado López-Cózar et al., 2006). Estos indicadores se pueden dividir en cuatro categorías relacionadas con: la calidad informativa de la revista

[1] Las fuentes utilizadas para comprobar la presencia en bases de datos están recogidas en la Guía de evaluación de la cuarta convocatoria de evaluación de la calidad editorial y científica de las revistas españolas FECYT. http://evaluacionarce.fecyt.es/documentos/guia_evaluacion_ARCE.pdf[2] La explicación detallada de las reglas de cálculo utilizadas en este proceso, se recogen en la Guía de evaluación de la cuarta convocatoria de evaluación de la calidad editorial y científica de las revistas españolas FECYT. http://evaluacionarce.fecyt.es/documentos/guia_evaluacion_ARCE.pdf

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOLA R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N3 6

criterios de objetivación formal indicativos de la

calidad de la investigación publicada, con el fin

de identificar a aquellas revistas que alcanzan

una repercusión suficiente entre la comunidad

científica.

Para establecer la metodología de medición

de este indicador se han tenido en cuenta las

diferencias en el esfuerzo de citación que se

producen entre las distintas modalidades a

las que se presentan las revistas , realizando

una ponderación de las fuentes consultadas

en función del área de conocimiento a la que

pertenezcan las revistas. El resultado es una

puntuación para cada una de las revistas, a

partir de las citas recibidas y en base a unas

reglas de cálculo, que contemplan la presencia

de la revista en diferentes fuentes.[2]

Una vez establecidas las puntuaciones se fija

un umbral proporcional a cada una de ellas y

dependiendo de cada modalidad temática. El

umbral de puntuación se estableció según un

porcentaje estipulado en el 2% de la puntuación

de referencia en cada modalidad.

Resultados

Tal y como se ha señalado anteriormente, hasta la

fecha FECYT ha realizado cuatro convocatorias de

evaluación de la calidad editorial y científica de las

revistas españolas, una cada dos años, siendo la

primera en 2007 y la última en 2013, además de una

adicional en el

2013 para renovar el sello de calidad a aquellas que

lo obtuvieron en las dos primeras convocatorias.

Por lo tanto, hasta el momento se han sometido

a la evaluación de FECYT un total de 894 revistas

en las cuatro convocatorias (dejando a un lado la

convocatoria de renovación llevada a cabo en 2013).

De todas estas solicitudes evaluadas 190 revistas

poseen en la actualidad el sello. A continuación se

exponen algunos resultados significativos.

En la tabla 1 se refleja la distribución de las

revistas que se han sido evaluadas en cada una

de las convocatorias, por modalidad temática. Hay que destacar el alto porcentaje de participación de

las revistas correspondientes a las modalidades

de ciencias sociales y humanidades, siendo entre

las dos un 82,33% del total de las solicitudes.

En la tabla 2 se pueden consultar los valores

absolutos y porcentuales del análisis de los cuatro

indicadores estudiados. En esta tabla se ve cómo

el aumento o disminución del cumplimiento de los indicadores de traducción al inglés de los metadatos y de la internacionalidad, influyen

directamente en la mayor presencia en bases de

datos y en la repercusión e impacto en términos

de citas.

En las tablas que se muestras a continuación

(tablas 3, 4, 5 y 6) se refleja el cumplimiento de

los indicadores en las distintas modalidades. En

todas ellas se puede comprobar que se repite

el mismo patrón y el aumento y disminución del

cumplimiento de los indicadores de traducción al

inglés y de internacionalidad, influye directamente

en los otros dos indicadores estudiados.

Tabla 1. Distribución por modalidad de las revistas analizadas en las cuatro convocatorias

Tabla 2. Análisis de los cuatro indicadores objeto de estudio

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL A R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N 3 7

ConclusionesTal y como se ha señalado anteriormente, hasta la A la luz de los datos obtenidos en este estudio, se puede concluir diciendo que al aumentar la presencia del número (%) de revistas con los títulos, resúmenes y palabras clave en inglés, aumenta el porcentaje de internacionalidad, presencia en bases de datos y visibilidad en términos de citas; facilitar el acceso del contenido a través de la traducción de los metadatos al inglés, hace que mejoren parámetros como los analizados en este estudio. Sin duda alguna el porcentaje de cumplimiento de los indicadores ha ido aumentando a lo largo de las

Tabla 3. Revistas de ciencias sociales que han supera-do los indicadores

Tabla 4. Revistas de humanidades que han superado los indicadores

Tabla 5. Revistas de ciencias de la vida que han supe-rado los indicadores

Tabla 6. Revistas de ciencias puras que han superado los indicadores

convocatorias y por tanto aumenta el impacto de la revista.

Tal y como se muestra en los resultados presentados en el apartado anterior, existe un mayor interés para las ciencias sociales y las humanidades en ser evaluadas por FECYT, puesto que, como ocurre en otros países, éstas no tienen el mismo acceso que las ciencias de la vida o las ciencias puras a estar indexadas en bases de datos de internacionales de prestigio (WOS, SCOPUS).

Por lo tanto, el idioma afecta directamente a la evaluación de la revista en la medida en la que el cumplimiento de estos indicadores facilita una mayor visibilidad y como se puede ver en el estudio, estas tendencias se repiten en las distintas modalidades, siendo más acusadas para ciencias de la vida y ciencias puras.

Bibliografía- Apoyo a las Revistas Científicas Españolas (ARCE) http://evaluacionarce.fecyt.es/ [consultado el 01 de mayo de 2014]

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- Cremades Pallas, R, Burbano, P, Valcárcel de la Iglesia, MA, Burillo-Putze, G, Martín-Saánchez, FJ, Miró, O (2013). El impacto de la inclusión de artículos escritos en inglés en revistas biomédicas españolas de edición multilingüe. Anales del Sistema Sanitario de Navarra vol. 36 (3), 467-470

- Delgado López-Cózar, E.; Ruiz-Pérez, R., y Jiménez-Contreras, E. (2006). La edición de revistas científicas: directrices, criterios y modelos de evaluación, Granada: Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología.

- Delgado López-Cózar, E. (1997). Evaluación y aplicación de las normas de presentación de publicaciones periódicas: revisión bibliográfica. Revista Española de Documentación Científica, vol. 20 (1), 39-51.

- Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología: http://www.fecyt.es [consultado el 01 de mayo de 2014]

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- Navarro FA (2011). El inglés, idioma internacional en Medicina. Panace@ vol. 2 (3)

- Navarro FA y Alcaraz MA (1997) El idioma de la dermatología en España a través de las referencias bibliográficas publicadas en Actas Dermo-Sifiliográficas entre 1910 y 1995. Actas dermo-sifiliográficas. vol. 88, (6), 358-364.

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es fácil. Nosotros aprendimos el ejercicio de la medicina clínica de una generación de médicos que modificó su práctica en España gracias, entre otros, a tres elementos:

■ Creación de grandes hospitales,

■ Nacimiento de las especialidades médicas y quirúrgicas,

■ Redacción de informes médicos escritos.

En la década de los años 60 del s. XX comenzó en España la edificación de los grandes hospitales de la Seguridad Social. El Hospital Universitario La Paz, “buque insignia de la sanidad española”, se inauguró en 1964, cuando se cumplían 25 años de paz (guerra civil, 1936-39). Después se crearon o incorporaron a la seguridad social muchos otros hospitales que hoy conforman una red asistencial bien tupida que ofrece una asistencia sanitaria de gran calidad. En este contexto surgen las especialidades médicas y quirúrgicas, alimentadas por médicos con gran generosidad y visión de futuro, porque el progreso y la inquietud por hacer las cosas mejor es consustancial al ejercicio de la medicina. El informe médico fue, en nuestra opinión, un elemento dinamizador de la actividad investigadora. En estos documentos estaba registrado casi todo lo relevante del episodio clínico que motivó la intervención médica, posibilitando innumerables trabajos en las más diversas áreas. Surgen por entonces diversas revistas biomédicas españolas que acogen buena parte de estas publicaciones.

Publicar ….. no lo hace cualquiera. Publicar en revistas, que tienen por costumbre recabar la opinión de expertos, es difícil, tanto más difícil

1. Introducción:

Las reflexiones que queremos compartir con el lector de esta ponencia deben considerarse en el marco de nuestro discurrir vital y profesional. Los tres autores somos médicos especialistas en Medicina Interna, ejercemos la medicina clínica en hospitales universitarios de Madrid, nuestra trayectoria profesional ha discurrido entre los siglos XX y XXI, hemos realizado diversas investigaciones siempre relacionadas con enfermos, y en los últimos 6 años hemos sido los responsables de la edición de Revista Clínica Española (Rev Clin Esp), fundada por el Prof. Carlos Jiménez Diaz en 1940.

Partiendo de este “marco general”, ofrecemos nuestras reflexiones, como investigadores y como editores, acerca de las motivaciones para publicar y para editar, respectivamente, en español o en inglés.

2. Comencemos por el verbo “publicar”:

Cuando hablamos de “publicar” nos estamos refiriendo a “investigar”. Es evidente que “publicar” también comprende la redacción de manuscritos que pueden no ser el producto de un proyecto de investigación. Esto es especialmente relevante en el caso de las publicaciones clínicas, muchas veces resultado de observaciones casuales que tanto contribuyen a ensanchar el saber clínico. ¿Cuántos de nosotros hemos diagnosticado, o mejor orientado el estudio de un determinado paciente, gracias a la lectura de un “caso clínico” publicado por otros? ¿Cuántos proyectos de investigación han surgido a raíz de una observación clínica aislada? Publicar en revistas biomédicas de prestigio no

Inglés o Español: Motivaciones para publicar en una u otra lengua. Puntos de vista del investigador y del editor

Juan García Puig(a), Gabriel Gaspar Alonso-Vega(b) y Juan José Rios Blanco(c). (a) Unidad Metabólico-Vascular, Servicio de Medicina Interna, Hospital Universitario La Paz, IdiPAZ, Madrid.(b) Servicio de Medicina Interna, Hospital Universitario Móstoles, Madrid.(c) Unidad de Enfermedades Autoinmunes, Servicio de Medicina Interna, Hospital Universitario La Paz, IdiPAZ, Madrid.

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL A R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N

cuanto más prestigiosa es la revista donde se pretende publicar. Se requieren dos elementos: rigor metodológico y disciplina profesional. Nuestra generación nace de la que ha venido en denominarse “medicina basada en la obediencia”. Algunos catedráticos, jefes de departamento o de servicio imponían sus criterios sin un soporte científico sólido. En nuestro entorno, esta conducta ha evolucionado y hoy en día creemos que es, afortunadamente, minoritaria; las decisiones son sometidas a deliberación y deben justificarse. El trabajo en equipo tiene una presencia muy superior al individualismo, y en muchos colectivos los integrantes del equipo pueden expresar su opinión y son escuchados.

Para lograr que haya personas que cultiven el rigor metodológico y la disciplina profesional es necesario que haya en primer lugar liderazgo, en segundo lugar una masa crítica razonable y en tercer lugar un camino de desarrollo profesional tangible y valorado por el que puedan transitar quienes eligen esta opción de desarrollo profesional.

El líder debe tener estas cuatro características: valiente, tener un proyecto, saber comunicarlo, y ser optimista. Una masa crítica razonable solo está al alcance de determinadas instituciones. Quien desee publicar (= investigar) debe estar de uno u otro modo vinculado a estas instituciones. En nuestro ámbito, y en nuestra opinión, el tercer elemento es el más deficiente. La investigación no dispone de una valoración proporcional al esfuerzo que exige y, en ocasiones, su ponderación, con respecto a otros méritos, parece fruto de la ignorancia. ¿Cómo se valora hoy en día, en nuestro entorno, la investigación = publicación? Sirvan tres ejemplos para ilustrar la valoración de la actividad investigadora en una convocatoria para médicos especialistas, dictada por la Consejería de Sanidad de la Comunidad Autónoma de Madrid en el año 2009 [1]:

- Ponencia en congreso internacional = 0,08 puntos, equivalente a 7 días como médico adjunto (interino).

- Artículo original, como primer autor, en revista internacional = 0,6 puntos, equivalente a 3 meses como médico adjunto (interino). Es decir, que un médico que cubra una “baja maternal de 6 meses” tendría los mismos puntos que un primer autor de dos manuscritos en cualquier revista internacional.

- Título de Doctor = 1,2 puntos, equivalente a 6 meses como médico adjunto (interino).

Nuestra generación, la que comenzó a ejercer en el último tercio del s. XX, apenas recibió adoctrinamiento en el arte de “publicar”. Nos fijábamos en cómo lo hacían otros, especialmente los clínicos extranjeros, y poco a poco nos iniciamos en esta actividad. Muchos de nosotros comenzamos a publicar en revistas nacionales, en español. Algunos de nosotros nos beneficiamos de un programa de “estancias en el extranjero” promovido por el Fondo de Investigación Sanitaria (FIS), y como parte de nuestra estancia en centros internacionales aprendimos a publicar en inglés, en revistas anglosajonas, de la mano de tutores con reconocido prestigio [2]. Al regresar a España, lideramos equipos de investigación que siguieron generando conocimiento relevante [3]. En esta etapa aprendimos que publicar investigaciones realizadas en España es mucho más difícil que si los resultados se generan en centros extranjeros. Estamos sumamente agradecidos a los editores de revistas nacionales que al rechazar nuestras primeras publicaciones nos ofrecieron comentarios, de revisores y de editores, que nos sirvieron de aprendizaje. Cuando deniega la publicación de un manuscrito, ofrece unos comentarios para que los autores conozcan los motivos de denegación. Esta acción tiene un indudable carácter docente que, pensamos, es una función inexcusable de las revistas biomédicas más próximas a los médicos clínicos de nuestro entorno.

3. Las “motivaciones” para publicar:

Cada persona tiene unas motivaciones diferentes para la consecución de sus objetivos y estas motivaciones no son muy diferentes a las que promueven la actividad de “publicar”. Las motivaciones de los humanos son finitas y bien conocidas (generosidad, reconocimiento, ambición, poder, superación, dinero, etc). Para investigar es imprescindible la curiosidad, la verdadera fuerza motriz de la ciencia [4]. Casi todos los científicos han pensado, alguna vez, en el Premio Nobel. En el ámbito clínico, la consecución del Premio Nobel es muy difícil, pero no imposible [5].

Entre los beneficios que aporta el ejercicio de “publicar” (= investigar) destacamos los siguientes:

■ Formación continuada,■ Rigor metodológico,

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■ Disciplina profesional,■ Consecución de recursos,■ Generar nuevo conocimiento,■ Mejora la imagen del equipo / servicio.

Pero no todo son “beneficios”; también hay dificultades que en muchas ocasiones superan a aquellos. De hecho, no son muchas las instituciones hospitalarias y los servicios que otorgan relevancia a la actividad investigadora y que puede ser muy beneficiosa no sólo para el equipo de investigación, el servicio y la institución donde se desarrolla, sino también, para los enfermos y para la sociedad en su conjunto. El “café para todos”, en más ocasiones que en menos, se impone sobre el concepto de que la investigación es un objetivo corporativo (al igual que la asistencia, docencia o gestión) y que para su desarrollo, los componentes del grupo/servicio deben participar de forma desigual para el beneficio del grupo. Algunos equipos o servicios han designado personas concretas para desarrollar “la investigación”. No conocemos estudios que hayan evaluado si este modo de organización es preferible a lo que hacemos la mayoría: simultanear la investigación clínica (= “publicar”) con la actividad asistencial. Este debate debe procurar una necesaria armonía entre ambas actividades, al igual que el ejercicio de la medicina “basada en la evidencia” versus “centrada en el paciente” [6].

4. Español o Inglés

La madre naturaleza nos enseña, que los primeros pasos, deben comenzar de la mano de alguien en quien podamos confiar. El medio y el idioma en el que nos hemos formado deben ser, para la mayoría, el caldo de cultivo del ejercicio investigador. Por tanto, nuestra reflexión es que el joven que tenga la curiosidad de contestar preguntas, debe iniciar este arduo camino en su lengua materna. Pero después de un aprendizaje adecuado, debe procurar “responder preguntas” (=investigar) en inglés. La audiencia del inglés, especialmente en el mundo científico biomédico, sigue estando muy por delante del español. El deber moral de “transmitir el conocimiento” tiene en la enseñanza de la investigación (= publicar) una de sus mayores potencialidades. Por tanto, entendemos que es deseable que los investigadores senior ayuden a los más jóvenes a publicar en español o en inglés.

5. Nuestra experiencia como editores.

Nos hicimos cargo de la Dirección de en noviembre del año 2008. Doce meses después publicamos el primer número (noviembre 2009), con los contenidos que consideramos más adecuados para la mayoría de los médicos de Medicina Interna de habla española. Desde entonces hemos editado 49 números (noviembre 2009 a junio/julio 2014). En estos 5 años hemos publicado una inmensa mayoría de manuscritos en español y solo una minoría en inglés (un manuscrito en cada uno de los años 2009, 2010 y 2011[7-9]) y 6 manuscritos en el año 2012) (Figura). A partir de 2013, para una mayor difusión de los contenidos de , los artículos de las secciones originales, actualización clínica y artículo especial se han traducido al inglés, y se editan en español y en inglés. Así, en 2013 se han publicado 6 manuscritos en inglés y 43 en castellano e inglés simultáneamente (total en inglés, 49 artículos). En el año 2014 llevamos editados 5 números de de los 9 programados para todo el año. Se han publicado 12 artículos en inglés y 23 en español y en inglés simultáneamente (total en inglés, 35 artículos). Es previsible que al finalizar 2014, cuando se hayan publicado los 9 números programados para 2014, el número de artículos en inglés se haya incrementado notablemente. Pensamos que la traducción de los artículos principales al inglés conllevará una mayor difusión de los contenidos que editamos. De hecho, de las 47 citaciones que ha recibido en este año 2014 (fuente, SCOPUS, 10 de junio 2014) 13 (28%) corresponden a revistas extranjeras.

En suma, estos datos indican que los contenidos en inglés de han ido aumentando de forma notable en los tres últimos años (2012 a 2014) (Figura). Este hecho podría atribuirse a cambios en las secciones, implantación de nuevos contenidos, o sesgos de publicación. En la tabla se recogen las secciones de que hemos considerado más adecuadas para nuestros lectores, su evolución en los últimos 5 años (2009 a 2014) y proporción de artículos publicados con respecto a los programados. Podemos apreciar que el cumplimiento global, con respecto a lo previsto, es muy próximo al 100%. Ha habido una gran deficiencia de conferencias clínico-patológicas (18% de las que hubiéramos querido publicar) y una sobre-publicación de “imágenes del mes” (46% sobre lo previsto) y de “casos clínicos” publicados en formato electrónico (60% sobre lo previsto). De

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toda la actividad desarrollada y cambios producidos durante nuestro periodo de actuación hemos informado dos veces por año a la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) [10-14].

6. Conclusiones

Las reflexiones que hemos compartido, como investigadores y como editores de , pueden resumirse en:

■ Publicar en revistas que exigen la aprobación de revisores externos, no es fácil.

■ Si equiparamos publicar a investigar, esta actividad exige rigor metodológico y disciplina profesional. Y estas características se pueden alcanzar con liderazgo, con una masa crítica razonable, y un camino de desarrollo profesional tangible y valorado.

■ Como editores de durante los últimos 5 años, no tenemos preferencia por manuscritos redactados en español o en inglés. Entendemos que la difusión de los manuscritos en inglés es muy superior a la de los artículos en español, y consideramos que los “primeros pasos” en esta ciencia y en este arte que es “publicar” debe efectuarse en el idioma materno.

Agradecimientos

Esta ponencia ha sido posible gracias a la Fundación Lilly y a la iniciativa MEDES. Agradecemos las ayudas del Fondo de Investigación Sanitaria del Instituto de Salud Carlos III (FIS, 08/0009 y 11/0598), de la Red Española de Atención Primaria (2009/70) y de RECAVA (RD/12/0042/0024).

Agradecemos a los Presidentes de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), Dr. Ramón Pujol, Dr. Pedro Conthe, Dr. Javier García Alegría y Dra. Pilar Román su apoyo para la realización de nuestro trabajo durante los cinco años que hemos dirigido.

Dña. Mª Eugenia Eisman y Dña. Marisa del Barrio (ELSEVIER) nos han proporcionado la ayuda solicitada para la edición de .

Agradecemos de forma muy especial la colaboración de la secretaria de SEMI, Dña. Mª Carmen Escobar. La coordinadora editorial Dña. Mercedes Sánchez, ha desempeñado un papel esencial y ha sido de una ayuda inestimable en la

gestión editorial de los 49 números de sobre los

que hemos reflexionado.

Bibliografía

[1] Consejería de Sanidad. Resolución del 10 de febrero de 2009

de la Dirección General de Recursos Humanos del Servicio

Madrileño de Salud, por el que se convocan pruebas selectivas

para el acceso a la condición de personal estatutario fijo en

plazas de Facultativo Especialista de Area de la Comunidad de

Madrid. BOCAM del lunes 16 de febrero de 2009.

[2] Puig JG, Fox IH. Ethanol-induced activation of adenine

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1984; 74:936-41.

[3] García Puig J, Mateos Antón F, López Jiménez M, Conthe

Gutiérrez P. Renal handling of uric acid in gout: Impaired

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[4] Editorial: Curiosidad en Marte. El Pais, 7 agosto 2012.

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[10] Vaquero J, Parajón A, Ferreira E, Ramos A. Intracranial

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empyema. Rev Clin Esp 2011;211:e76-7.

[11] García Puig J, Gaspar Alonso-Vega G, Ríos Blanco JJ. Informe

de los editores, 2009. Rev Clin Esp 2010;210:33-40.

[12] García Puig J, Gaspar Alonso-Vega G, Ríos Blanco JJ. Informe

de los editores, 2010. Rev Clin Esp 2011;211:33-40.

[13] García Puig J, Gaspar Alonso-Vega G, Ríos Blanco JJ. Informe

de los editores, 2011. Rev Clin Esp 2012;212:31-9.

[14] García Puig J, Gaspar Alonso-Vega G, Ríos Blanco JJ. Informe

de los editores, 2012. Rev Clin Esp 2013;213:34-41.

[15] García Puig J, Gaspar Alonso-Vega G, Ríos Blanco JJ. Informe

de los editores, 2013. Rev Clin Esp 2014;214:38-45.

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Figura 1. Artículos publicados en español, inglés y ambos idiomas en Revista Clínica Española, periodo noviembre 2009 a junio/julio 2014 (número bimen-sual).

Los autores han sido responsables de los contenidos de 2 números en el año 2009, de 11 números en los años 2010, 2011 y 2012, de 9 números en el año 2013 y de los 5 números hasta ahora publicados en el año 2014

Tabla 1. Manuscritos previstos para publicar en las diferentes secciones de Revista Clínica Española (no-viembre 2009 a junio/julio 2014, número bimensual) y número de artículos publicados. Total 49 números.

Fuente: página web de Revista Clínica Española (http://www.revclinesp.es/).

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Los organizadores de esta jornada me han pedido que hable de una cuestión complicada, muy complicada, la de cómo acrecentar el reconocimiento internacional de las publicaciones científicas en español. Enfrentado a esta cuestión, a este problema, la primera idea –una obviedad– que me viene a la mente es, claro, que se publiquen trabajos de excelencia científica escritos en español. Es posible que si fuéramos productores de ciencia, si el español o, al menos, los hispanohablantes hubiesen tenido o tuviesen más fuerza y presencia en el mundo de la ciencia y la tecnología, el problema del escaso papel de hispanismos en el lenguaje científico se plantea¬se en otros términos. Si en nuestros laboratorios de la segunda mitad del siglo XX hubiese florecido la, por ejemplo, física del estado sólido, tal vez el mundo no hablaría de chips, sino de “obleas”, “fichas”, “tabletas”, o quién sabe qué otra expresión. Y bit sería dib (de digito binario). Si nuestros astrónomos hubieran competido realmente con los de otros países – tarea en la que ahora se afanan – acaso utilizaríamos como unidad astronómica de distancia el parseg y no el parsec, término que procede de “paralaje por segundo”, pero segundo en inglés (second), de ahí su “c” final y no la “g” de “segundo”.

Pero con la excepción de Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), no hemos tenido grandísimos científicos, ni tampoco otros que aunque no fuesen tan excepcionales dejaron su recuerdo en la historia y en el lenguaje; científicos como Volta, Galvani, Ohm, Ampère, Watt o Joule, en cuya memoria se han construido términos como voltio, galvanizar, ohmio, amperio, vatio o julio.

Si tuviésemos o hubiésemos tenido más científicos de la talla científica de Cajal la situación sería, acaso, diferente. Y es que no en la ciencia no hay mejor instrumento terminológico que la excelencia científica. Veamos un ejemplo en este sentido.

Sabido es que la entrada del gran histólogo en el mundo de la ciencia internacional tuvo lugar a raíz de su participación en el Congreso de la Sociedad Anatómica Alemana, celebrado en Berlín en octubre de 1889, donde presentó sus ideas y prepara¬ciones. Albert Kölliker, acaso el principal histólogo de su época, fue quien más interés mostró por los resultados que Cajal mostró en Berlín y quien más hizo por difundir sus ideas en la comunidad internacional de histólogos y neurocientíficos. Muestra de los esfuerzos de Kölliker es el contenido de la carta que éste escribió a Cajal unos años después, el 29 de mayo de 1893 (en francés en el original):

“Mi querido amigo:En primer lugar, le expreso mi más vivo agradecimiento por el envío de su grande y bella obra sobre la retina, que hace innecesarias otras observaciones. Le quedaré muy agradecido si me envía algunas de sus preparaciones, que muestren los aspectos principales. Le devolveré estas preparaciones, ya que no quiero privarlo de sus materiales de estudio.En cuanto al trabajo sobre el asta de Ammon que me anuncia, estoy dispuesto a traducirlo del español al alemán, ya que he aprendido bastante bien su idioma, por la necesidad de estudiar sus memorias. Solamente le ruego que encargue copiar su manuscrito a una persona que tenga una

Por una alianza hispanoamericana en defensa del español en la ciencia y la tecnología

José Manuel Sánchez Ron Real Academia EspañolaUniversidad Autónoma de Madrid

[email protected]

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letra clara, porque me resulta bastante difícil leer la suya. Estaré en Würzburg hasta los primeros días del mes de agosto y me haría falta tener antes su manuscrito.”

Kölliker cumplió su promesa de ejercer de traductor. Así, el 8 de agosto (1893) escribía a Cajal (en francés en el original):

“Querido amigo:

Le he enviado unas pruebas de imprenta de su trabajo sobre el asta de Ammon, con la única finalidad de que pueda ver si no hay errores de traducción. Se trata, sobre todo, de la palabra ‘arcasas’, página 6241, que no he encontrado en mi diccionario. Le ruego que remita estas primeras pruebas aquí. Las otras se las enviaré pronto. El dibujo adjunto es un corte transversal del cerebro de un gato, en el que encuentro, en la zona del lóbulo inferior señalada con una a las mismas pirámides grandes que en el asta de Ammon, con un cilíndroeje ramificado del tipo II de Golgi.”

Al igual que Kölliker, el sueco Gustav Retzius, otro de los grandes de la neurociencia de aquel tiempo, se esforzaba por aprender español para leer a Cajal, como se comprueba en la carta que le escribió el 16 de mayo de 1896 (en alemán en el original):

“Querido colega y amigo:

Acabo de recibir el volumen I de la Revista Trimestral Micrográfica, que me ha enviado y que agradezco cordialmente. Con esta nueva publicación veo que ha iniciado usted la edición de una nueva revista. Es una gran empresa con la que sin duda piensa dar un nuevo impulso a la ciencia española. Ha hecho usted otro gran servicio a su patria, por el que le felicito cordialmente. A nosotros, pobres extranjeros, nos plantea una cierta dificultad: poder leer correctamente el idioma español. Conociendo las lenguas latina y francesa que estudiamos en la escuela, no nos resulta imposible entender y estudiar también la española. Hace tiempo compré un diccionario español para leer sus trabajos. De vez en cuando se tropieza con dificultades, pero no son insuperables”.

Sé muy bien que hoy más que ayer la dinámica interna de la investigación científica

obliga a los científicos a emplear el inglés si pretenden ser admitidos en la comunidad internacional, si quieren publicar sus artículos fuera de España. De hecho, esto sucedía incluso en tiempos del propio Cajal, y él lo sabía muy bien. Recordaré al respecto lo que escribió en su conmovedor libro Recuerdos de mi vida, inmediatamente después de recordar a científicos como Kölliker y Retzius, que se preocuparon por aprender español2:

“Quedan, por fortuna, en Europa y América algunas, aunque escasas, grandes capacidades entregadas al cultivo de la Histología y, singularmente, de la Neurología; no las nombro, receloso de ser injusto al omitir nombres gloriosos. Mas para España, la pérdida de algunos de los sabios precitados constituyó verdadero duelo nacional; porque eran precisamente los que se tomaban la molestia de estudiar el español y se interesaron benévola y a veces ardorosamente por los descubrimientos surgidos de nuestro laboratorio. Los biólogos actuales desconocen, en su inmensa mayoría, el idioma de Cervantes. No es, pues, de extrañar que, al consultar las obras más recientes de Neurología, reconozcamos, con pena, que las dos terceras partes de las aportaciones modernas de los españoles sean absolutamente desconocidas. Por donde una de las más urgentes tareas de nuestros jóvenes investigadores deberá consistir en traducir al inglés, francés o alemán lo más esencial de los hechos descubiertos en nuestro país, muchos de los cuales han sido redescubiertos, por autores exóticos desconocedores de nuestro idioma, diez, quince y hasta veinte años después de aparecidos en España”.

Cajal sabía esto, pero dos detalles le distinguieron. El primero fue su ciencia, su maravillosa ciencia, que todos debían conocer, fuese cual fuese el idioma en que estuviera escrita. El segundo su patriotismo, el deseo que le animó toda su vida de defender y promover a su patria, España, incluyendo a su idioma. En el discurso que pronunció en 1900 en la Universidad de Madrid, titulado “A patria chica, alma grande”, Cajal transmitió a los jóvenes españoles esta noble consigna: “Aumentar el

1 En la publicación original en español la palabra que aparece es “escasa”. De ahí el desconcierto de Kölliker.2 Santiago Ramón y Cajal, Recuerdos de mi vida, 3a. edición (Imprenta de Juan Pueyo, Madrid 1923), p. 394. Esta obra la constituyen dos partes; la primera (Mi infancia y juventud) apareció publicada en 1901, mientras que la segunda (Historia de mi labor científica) data de 1917, año en que vio la luz junto a la primera parte.

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caudal de las ideas españolas circulantes por el mundo” Las ideas y, deberíamos añadir, la lengua española, que él, Quijote de causas acaso pérdidas pero por las que merece la pena luchar, ennobleció con su trabajo y ejemplo.

En última instancia, la razón de la escasa presencia actual del español en los lenguajes de la ciencia y la técnica es, efectivamente, consecuencia de nuestra historia, la de España y de los países hispanoamericanos. Y no sólo de nuestra parca historia científica, también existen otros factores, porque la presencia terminología de una lengua tiene que ver con su pasado y el legado que éste ha dejado. Recordemos, en este sentido, lo que escribió Verónica Vivanco Cervero3:

“La lengua española también ha sido transmisora de su patrimonio léxico. Desde el siglo XVI la influencia del español sobre el inglés se ha debido a hechos históricos o a causas económicas, políticas o sociales. Esta huella léxica ha sido más abundante en los campos de la flora, la comida, la virilidad y la vida al aire libre que muestran un léxico de origen español que ha impregnado otros idiomas además del inglés. Doval apunta que las voces breeze (brisa), hurricane (huracán) y tornado son hispanismos meteorológicos en el inglés actual.4 Lorenzo indica que los términos armada, galleon, scutte (escotilla), flotilla, cargo y stevedore (estibador) son hispanismos adoptados en Estados Unidos.5 Lapesa señala los ejemplos de demarcación, cabotaje, embarcadero, sobrestadía y arrecife como tecnicismos españoles que pasaron al inglés y al francés.6 Al mismo tiempo, el término cargo, es un hispanismo que se introdujo en Estados Unidos al mismo tiempo que embargo, prohibición comercial y de transporte, y de ahí que las dos adoptaran, por analogía la misma forma (carguero – cargo – embargo)”.

Lo que estoy diciendo parecería indicar que creo que mejoraría la presencia y el reconocimiento internacional del español en el mundo de la ciencia si fuésemos grandes productores de ciencia, o si fuésemos una potencia internacional. ¿Estoy diciendo esto? No realmente.

El inglés es actualmente, y continuará siendo, la lingua franca de la ciencia, como antes lo fueron

el latín o el alemán. Y si los hispanohablantes mejoran su posición en el mundo científico será porque publiquen y se relacionen utilizando el inglés: los tiempos de Cajal han pasado a mejor vida. Ahora bien, existen otros aspectos de la cuestión, uno particularmente importante y pleno de posibilidades. Me refiero a que España forma parte de una comunidad de casi 500 millones de hispanohablantes, a que el español es, después del chino, la segunda lengua más hablada del mundo. Y en este punto quiero llamar la atención de ustedes acerca de que una cosa son los productores de ciencia y otra sus consumidores. Y en mundo actual, aparte de los bienes primarios – alimentación, educación, sanidad, protección frente al desamparo –, probablemente no haya una necesidad más perentoria para las personas que disponer de conocimientos científicos, porque no hay configurador del mundo más importante y omnipresente que la ciencia.

Cuando la tomografía, la ecografía o la resonancia magnética son técnicas habituales en la práctica médica, cuando los retrovirus, los circuitos integrados, los linfocitos, el láser, el interferón o la world wide web (www) están en la calle, cuando la gente habla de cosas como ADN, Big Bang, transgénicos, agujeros negros o bosón de Higgs, incluso de exoplanetas o extremófilos, cuando el actual sistema del mundo está dirigido de manera dominante por la tecnología, cuando la llamada Sociedad de la Información en la que estamos sumergidos está produciendo una transformación radical aún más profunda, es necesario que la ciudadanía disponga de mecanismos organizados, y centralizados, para que accedan a los contenidos y novedades del mundo científico. Se trata, bien lo sabemos, de un mundo que cambia rápida y continuamente. Las personas que, por ejemplo, ya han alcanzado los sesenta años de edad saben que cuando nacieron acababa de comenzar la aplicación de la penicilina y, de su mano, la era antibiótica; se acababa de inventar el transistor, pero no se conocía la tectónica de placas en geología el descubrimiento de la estructura en doble hélice del ADN no se produciría hasta 1953,

3 V. Vivanco Cervero, El español de la ciencia y la tecnología (Arco/Libros S.L., Madrid 2006), p. 47.4 D. Doval, “Teaching Spanish loanwords: intercultural awareness”, Studies in Contrastive Linguistics (Universidad de Santiago de Compostela, Servicio de Publicaciones, Santiago de Compostela 2002), pp. 353-361; p. 357.5 E. Lorenzo, Anglicismos hispánicos (Gredos, Madrid 1996), p. 167.6 R. Lapesa, Historia de la lengua española (Gredos, Madrid 1981), p. 460).

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de manera que tuvieron que aprender este hecho básico no en la escuela o el instituto sino mediante otros medios. Los elementos químicos andaban alrededor del centenar, frente a los 112 hoy reconocidos y nombrados. Nadie había oído hablar de los púlsares y los cuásares; no digamos de las partículas elementales y de su extrañeza y sus encantos. No existía ninguna de las técnicas hoy tan habituales de la imagen clínica, al estilo de la ecografía, la resonancia magnética o la tomografía de emisión de positrones. Con dificultad se podía prever el desarrollo actual de ciencias como las espaciales y oceanográfica. Más aún, en poco más de una década se han identificado nuevas enfermedades y síndromes, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, por ejemplo; los procedimientos de la biotecnología dieron lugar en el pasado cercano a los anticuerpos monoclonales, las plantas y animales transgénicos, la fecundación in vitro, las múltiples variantes de clonación – molecular, terapéutica y reproductiva – y la terapia génica. Las ciencias ambientales y el estudio del cambio climático han sacado a relucir el agujero de ozono, la lluvia ácida y toda una serie de contaminantes químicos, al estilo de los fluorocarburos. Los descubrimientos de nuevos materiales han creado los fullerenos, los nanotúbulos, los materiales mesoporosos y los catalizadores quirales. De las ciencias de la computación y la ingeniería del conocimiento han emergido con extraordinaria rapidez nuevos lenguajes de programación, las redes neuronales y la inteligencia artificial, que intentan desvelar e imitar el funcionamiento del cerebro humano. Sin mencionar los centenares de nuevas sustancias que, cada pocas semanas, se describen y se nombran en la impresionante búsqueda de los mecanismos de la muerte celular programada – la apoptosis – y de los variadísimos tipos de transducción de señales biológicas como nuevos mecanismos etiopatológicos, a la vez que blancos de la acción de otras tantas nuevas colecciones de agentes terapéuticos.

¿Cómo sabe la gente de estas cosas? De mala manera: a través de noticias de periódicos u otros medios de comunicación, cuya vida es, por su propia naturaleza, efímera, o leyendo libros de divulgación. Y poco más. Pero entre las innumerables virtudes de la era de la información, está la posibilidad de

construir plataformas digitales que no conocen fronteras. Lo que me gustaría proponer aquí es que las naciones hispanoamericanas se unan, formalicen un pacto de Estado, para construir una organización que se encargue de producir y mantener semejante plataforma. No es lo sé, una idea ni sencilla ni modesta, pero si la ciencia y la tecnología constituyen dos de las asignaturas pendientes del mundo hispanoamericano, construir esto, ahora que la tecnología digital lo permite, representaría un gran paso adelante. Un paso, además, que ayudaría a acrecentar el reconocimiento internacional de la ciencia expresada en español. Porque los contenidos de esa ambiciosa plataforma deberían, por supuesto, estar en español.

Existe un precedente de esta idea, debida a uno de los grandes ingenieros españoles, uno cuya fama no conoció fronteras: el gran ingeniero de Caminos e inventor Leonardo Torres Quevedo (1852-1936). El precedente al que aludo fue una iniciativa que Torres Quevedo presentó al leer su discurso de entrada en la Real Academia Española, acto que tuvo lugar el 31 de octubre de 1920. “Comprendimos”, manifestó entonces el ingeniero cántabro, “que una de las principales tareas encomendadas a nuestra futura sociedad internacional había de ser la publicación de un Diccionario castellano tecnológico, empresa que ofrece no pocas dificultades. Mientras se trate de neologismos científicos, se resuelven siguiendo las reglas establecidas para formarlos con raíces griegas o latinas que den idea de su significado. Es este proceder utilísimo; constituye un principio de lenguaje científico universal y su aplicación no ofrece inconvenientes en la práctica, porque la necesidad de esas voces se hace sentir en el laboratorio del investigador, o en el gabinete del filósofo, y quien las necesita, si no puede formarlas por sí mismo, encuentra fácilmente alguien que se encargue de darle hecho ese trabajo”. Y continuaba:

“Los neologismos propiamente técnicos no aparecen de la misma manera, no son creaciones arbitrarias que responden a una necesidad claramente percibida. Los hombres dedicados a la técnica no saben, por lo común, de raíces griegas, ni pueden esperar a que otros les den ya formadas las palabras que necesitan para entenderse; sus neologismos nacen en el campo, en el taller, en

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la fábrica, en el arsenal, en todas partes donde hay obreros; también son debidas con frecuencia a extranjeros, que los aportan al aportar nuevas artes o nuevos procedimientos; son vulgarismos o barbarismos, que se extienden y se imponen a veces muy rápidamente.

No es posible, ni sería razonable tampoco, pensar en suprimirlos; pero conviene elegir y, si se puede, imponer los más aceptables con propósito decidido – al cual deben subordinarse todas las otras consideraciones, por importantes que sean – de conservar la unidad de la lengua.

Para obtener noticias bastante completas de todos ellos será preciso que trabajen, en íntima colaboración, todos los países de lengua castellana, y a eso obedece la organización prevista en nuestro proyecto, según la cual han de nombrarse varias juntas: una, nacional, en cada uno de los países asociados, ‘encargada de realizar los trabajos de Tecnología y Bibliografía científicas de su propio país’, y otra, internacional, con residencia en Madrid, ‘encargada de reunir y clasificar los materiales preparadas por aquéllas’ […]

Según el proyecto indica, se han de tener en cuenta, al aceptar neologismos, las necesidades de nuestra Gramática […] No bastará, a nuestro juicio – y eso queríamos significar al hablar de las exigencias de nuestra Gramática –, elegir los neologismos más convenientes.

Será preciso con frecuencia, sobre todo cuando se trate de extranjerismos, acomodarlos a nuestro idioma y hacerlos manejables, conservando las sílabas raíces, que constituyen su esencia íntima, para que sigan siendo siempre los mismos, y variando únicamente en su conformación aquellos detalles que impidan escribirlos con nuestro alfabeto, pronunciarlos fácilmente y oírlos sin molestia”.

La propuesta de Torres Quevedo cuajó y el 19 de abril de 1921, prohijada por la Real Academia Española, se creaba por un Real Decreto una Junta Nacional de Bibliografía y Tecnología que debía ser el núcleo en torno al cual se formase una Unión Hispanoamericana de Bibliografía y Tecnología, con el fin primordial de componer un Diccionario Tecnológico Hispanoamericano, del que apareció un primer fascículo en 1926, publicándose finalmente en 1930 el tomo I, que en más de 500 páginas

comprendía la letra “a” hasta el término “anfidinio”. Ahí, sin embargo, quedó todo.

Un primer problema al que tal plataforma, o cualquier otro proyecto que se ocupe de verter al castellano términos nacidos en otras lenguas, es el de cómo adecuar nuestro idioma, el español, a los términos científicos y técnicos bautizados en esos otros idiomas. Después de recibir un ejemplar del primer (y a la postre único) fascículo de la Guía de Traductores que a instancias del ingeniero, físico y matemático, además de miembro de número de la Real Academia Española y de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Esteban Terradas publicó el Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica en 1947, Vicente García de Diego, secretario perpetuo de la Real Academia Española, escribió a su compañero de corporación que lo había “leído con sumo gusto”, y que le había “impresionado por su trascendental intento, por lo que dice y por lo que sugiere. Plantea usted un problema que entre nosotros no ha tenido una exposición técnica, ni ha encontrado más que solucio¬nes incoherentes. Frente a la tendencia divulgadora y chabacana de la sinonimia fácil, lo urgente era la distinción rigurosa de cada voz. Frente a la jactancia de la riqueza sinonímica de nuestra lengua se imponía una labor académica de fijación, medio único de dar precisión al idioma”. Y añadía: “Por un complejo de inferioridad nacional y por un deficiente conocimiento de nuestra lengua se elige el cómodo camino de la aceptación pasiva de todo tecnicismo. El prestigio de lo extraño y el desconocimiento de que el nuevo tecnicismo importado no es un denominador exacto de la realidad sino de un detalle saliente de ella nos retrae de la traducción castellana, hallando defectuosa ésta por no ver que la nueva acepción o extensión de sentido es la misma que se ha dado en la lengua extraña. Sólo una seria colaboración de técnicos y lingüistas podría resolver el extranjerismo que en algún caso habría que respetar como tecnicismo universal y la masa de voces nuevas que podrían traducirse para no desfigurar y disolver una lengua que tan magníficos recursos de expresión ofrece”. 7

Existen, no les voy a engañar, problemas serios para avanzar en esta dirección, pero no es imposible, y sí necesario para que la presencia de

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la ciencia en las naciones hispanohablantes sea efectiva. La Comisión del Vocabulario Científico-Técnico de la Real Academia Española, comisión de la que formó parte, se enfrenta continuamente a estos problemas, aunque es cierto que a un nivel, de términos no demasiado especializados, a la que la plataforma que tengo en mente no puede limitarse. La Real Academia Española también proporciona un buen ejemplo de las posibilidades de que exista una colaboración hispanoamericana eficaz: desde hace más de una década todas sus obras, desde el DRAE hasta la Ortografía, pasando por la Gramáticay la Fonética, están consensuadas y aprobadas por las 22 Academias que forman la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Si dispusiésemos de esa plataforma, entonces sería más fácil pasar al siguiente nivel: disponer de revistas científicas escritas en español, que pudiesen competir en el mundo internacional. Esto, que en realidad es de lo que los organizadores querrían que hubiese hablado, también podría hacerse ya, pero no en todos los campos: sería imposible en los dominios de la matemática, física, química y las ciencias biomédicas más básicas, pero no en otras, no menos importantes, como las ciencias medioambientales, de la evolución humana, y de la salud, dominio este último en el que MEDES ha marcado, y continúa marcando, la pauta a seguir. Claro que para que existan tales publicaciones, deben existir organizaciones potentes que las sustenten. Las sociedades profesionales figuran entre ellas. La cuestión es: ¿existen sociedades profesionales españolas o, siguiendo el espíritu que antes apunté, hispanoamericanas, potentes? Creo que no, no lo suficientemente poderosas, consecuencia en parte, del atraso español e hispanoamericano en ciencia.

Las corporaciones del ámbito médico, y es oportuno decirlo en un encuentro como el presente, ofrecen mejores posibilidades, y ello por la sencilla razón de que la distancia que les separa de “su público”, de sus usuarios, es menor que en otros casos: pocos – afortunados ellos – no tienen una relación directa, frecuente e íntima con las ciencias y tecnologías de la salud.

Tenemos la obligación moral y práctica de hacer todo lo posible porque los hispanohablantes se relacionen mejor y más fácilmente con la ciencia y la tecnología. Refiriéndose a los pueblos de Iberoamérica, donde las limitaciones de la educación están más extendidas, en el discurso que pronunció durante la inauguración del II Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra América América (La Habana, 29 de noviembre de 1985), el gran Gabriel García Márquez clamó contra la falta de una educación en la ciencia que lastraba el futuro de Iberoamérica:

“Me atrevo a recordarles, en primer término, algo que quizás recuerden de sobra: que cualquier decisión a mediano plazo que se tome en estos tiempos de postrimerías es ya una decisión para el siglo XXI. Sin embargo, latinoamericanos y caribes nos acercamos a él con la sensación desoladora de habernos saltado el siglo XX: lo hemos padecido sin vivirlo. Medio mundo celebrará el amanecer del año 2001 como una culminación milenaria, mientras nosotros empezamos apenas a vislumbrar los beneficios de la revolución industrial. Los niños que hoy están en la escuela primaria preparándose para regir nuestros destinos en la centuria venidera, siguen condenados a contar con los dedos de la mano, como los contabilistas de la más remota antigüedad, mientras ya existen computadoras capaces de hacer cien mil operaciones aritméticas por segundo. En cambio hemos perdido en cien años las mejores virtudes humanas del siglo XIX: el idealismo febril y la prioridad de los sentimientos: el susto del amor.

En algún momento del próximo milenio la genética vislumbrará la eternidad de la vida humana como una realidad posible, la inteligencia electrónica soñará con la aventura quimérica de escribir una nueva Iliada, y en su casa de la Luna habrá una pareja de enamorados de Ohio o de Ucrania, abrumados por la nostalgia, que se amarán en jardines de vidrio a la luz de la Tierra. La América Latina y el Caribe, en cambio, perecen condenados a la servidumbre del presente: los desmanes

7 Citado en Antoni Roca Rosell y José Manuel Sánchez Ron, Esteban Terradas. Ciencia y técnica en la España contemporánea (INTA/Serbal, Barcelona 1990), p. 314.

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telúricos, los cataclismos políticos y sociales, las urgencias inmediatas de la vida diaria, de las dependencias de toda índole, de la pobreza y la injusticia, no nos han dejado mucho tiempo para asimilar las lecciones del pasado ni pensar en el futuro”.

El momento del “próximo milenio” del que hablaba García Márquez ha llegado ya, inmersos como estamos en la segunda década del siglo XXI. En su dimensión social, la del habla y la cultura de todos, nuestra lengua, el español, no puede sentirse ajena a la ciencia y la tecnología.

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■ Cumplimiento de los requisitos editoriales

internacionales: títulos de revistas informativos,

resúmenes descriptivos, palabras clave, datos

bibliográficos completos en todas las referencias

citadas, filiación institucional de cada autor…

■ Adhesión a guías éticas y conflictos de interés.

■ Análisis de citas: Factor de impacto, índice de

inmediatez.

■ Revistas electrónicas: acceso permanente,

licencias de acceso…

En el siguiente cuadro se muestra las bases

de datos, años de inicio, número de revistas

indexadas, cobertura de revistas europeas, número

aproximado de registros y número de revistas

La información científica de ciencias de la salud se publica fundamentalmente en revistas científicas. Actualmente se estima que se publican más de 25.000 títulos de revistas de esta disciplina en todo el mundo. Latindex, que incluye las de América Latina, Caribe, Portugal y España, contiene más de 3.800 títulos de revistas, de los cuales se encuentran en el Catálogo 1.270 títulos [1].

Las revistas recurren a diversas estrategias para mejorar su visibilidad y difusión, y por lo tanto aumentar su número de lectores. Una de ella consiste en indexarse en las bases de datos bibliográficas (BD).

Las BD, debido al elevado número de artículos que se publican, se ven obligadas a desarrollar una estricta política de selección de las revistas que indexan. Para garantizar su calidad las BD establecen unos criterios para la inclusión de una publicación, es el caso de Medline [2], WOS-SCI [3-7], Embase [6], Scopus [7], IBECS [8] y MEDES [9].

Los criterios que utilizan las BD podemos concretarlos en los siguientes puntos:

■ Temática de la revista acorde a la BD.

■ Representación geográfica.

■ Cumplimiento de la periodicidad declarada.

■ Audiencia y difusión: Presencia en bases de datos, difusión, suscripciones, presencia en bases de datos nacionales e internacionales, en bibliotecas, repertorios bibliográficos…

■ Composición del equipo editorial.

■ Proceso de evaluación y selección de manuscritos: revisión por pares

■ Calidad de contenido: trabajos originales…

Las bases de datos bibliográficas como garantía de calidad de la publicación biomédica

Carlos González GuitiánCoordinador de la Biblioteca Virtual del Sistema Público de Salud de Galicia

[email protected]

4. Español o Inglés

Tabla 1. Datos básicos de las principales bases de datos en el ámbito de Ciencias de la Salud.

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españolas que indexan. En las dos BD españolas, el número de revistas indexadas y los registros.

Las revistas españolas estos últimos años han aumentado su presencia en las bases de datos internacionales. A ello no es ajeno la política editorial desarrollada estos últimos años por las Sociedades Científicas y las editoriales [9].

¿Qué significa para una revista estar indexada en una BD?

■ Aumento de su visibilidad y prestigio.

■ Incremento del factor de impacto y mejor cuartil. Todas las Sociedades que editan revistas o grupos editoriales desarrollan políticas de mejora de calidad de sus publicaciones para ser incluidas en BD y la indexación es ampliamente comentada en sus páginas [11-17].

¿Puede mejorarse la calidad de las revistas de biomédicas españolas?

Es necesario desarrollar unos criterios de calidad para las revistas de ciencias de la salud españolas, que permitan adecuarse a los requerimientos solicitados por las BD, a los criterios que diversos organismos están utilizando para evaluar la calidad de la actividad científica, o bien para solicitudes de ayuda. Iniciativas como las de DICE [18]., o informes como el APEI sobre revistas científicas [19]., políticas como las promovidas por la FECYT , Evaluación de la Calidad Editorial y Científica de las Revistas Científicas [20], todas ellas pueden ser excelentes puntos de partida para iniciar una propuesta de establecimientos de unos criterios de calidad para las revistas de Ciencias de la Salud. Estos criterios deberían servir de orientación a organismos como la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (BOE» núm. 279, de 21 de noviembre de 2013) http://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2013-12234, a la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) http://www.aneca.es/, a los Institutos de investigación http://www.isciii.es/ISCIII/es/contenidos/fd-investigacion/fd-financiacion/fd-convocatorias-ayudas-accion-estrategica-salud/acceso-solicitud-ayudas.shtmlo o a los servicios de salud para establecer criterios de actividad científica, solicitud de ayudas o evaluación de méritos profesionales.

Bibliografía

[1] Latindex. México; 2014. [acceso 10/9/2014]. Disponible en: http://www.latindex.unam.mx/index.html?opcion=2

[2] National Library of Medicine. Journal Selection for MEDLINE® Indexing at NLM. Bethesda: NLM; actualizado 4 de junio 2014 [acceso 10/9/2014]. Disponible en: http://www.nlm.nih.gov/pubs/factsheets/j_sel_faq.html

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[8] Instituto de Salud Carlos III. Requisitos e instrucciones para la inclusión de revistas en IBECS. Madrid: Instituto de Salud Carlos III; actualizado enero 2012. [acceso 10/9/2014]. Disponible en: http://ibecs.isciii.es/iah/online/E/help/requisitosInclusion.pdf

[9] Medes: Medicina en español. Criterios de calidad. Inclusión de revistas en la base de datos Medes. Fundación Lilly, 2014. [acceso 10/9/2014]. Disponible en: http://fundacionlilly.com/es/actividades/medes-medicina-en-espaniol/medes-criterios-de-calidad.aspx

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[13] Lucas Morante T. Endocrinología y Nutrición, nuestra revista, en MEDLINE. Endocrinol Nutr.2009; 56(09) :437-8.

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[15] Cirugía Española logra su primer Factor de Impacto. Cir Esp. 2012;90:417

[16] Alonso J, Donate A. Diálisis y Trasplante indexada en Scopus. Dial Traspl. 2009;30:28.

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8:00 horas. En la cafetería de cualquier centro de salud…

ÉL: Llevo varios días intentando localizar la bibliografía en español para la sesión. Me estoy quedando sin tiempo y me da la impresión por lo que he encontrado en PubMed de que me faltan cosas…

ELLA: ¿Has probado a buscar en ?

ÉL: ¿ ?

ELLA: , Medicina en Español. Dices que sabes buscar el PubMed, ¿verdad? Pues

se parece bastante así que no creo que tengas problemas en utilizar su buscador. Tiene una opción sencilla, un cajetín en el que puedes escribir sin más el tema en el que estés interesado. El buscador, sin que tú no te des cuenta, aplica los algoritmos de búsqueda Lucene. Es decir, que aunque para ti es sencillo, la base de datos trabaja a tus espaldas.

ÉL: ¿A mis espaldas, eh? ¿Y si quiero complicarme la vida y hacerlo yo?

ELLA: Pues adelante. La búsqueda avanzada, como te digo, se parece mucho a la de Pubmed así que no tendrías que aprender un sistema nuevo.

ÉL: Pero cómo busco, ¿meto las palabras en español o en inglés? Porque en PubMed lo que me pasa es que no estoy seguro con la equivalencia de términos…

ELLA: En español. El contenido es íntegramente de revistas en español y se busca utilizando los términos en el mismo idioma; no tienes problema de equivalencias.

ÉL: ¿Y qué contenido tiene?

ELLA: Ahora mismo contiene las referencias de más de 77.000 artículos publicados en 84 revistas españolas que se seleccionan utilizando unos criterios que aplica un comité de expertos. Creo que lo que encuentres en puedes estar seguro de que se ha publicado en revistas de calidad. Las revistas incluidas en hacen revisión por pares y el 80% pertenece a Sociedades Médicas de ámbito nacional. Si quieres saber más, lo tienen todo publicado en la web. Por cierto, que la web es www.medes.com

ÉL: ¿Y qué te piden para suscribirte?

ELLA: Nada. Vas a medes.com y ya puedes empezar a buscar. Sólo tienes que registrar tu email si quieres activar el sistema de alertas, como pasa con otras bases de datos. Es lógico, si el sistema te va a enviar un email con lo nuevo publicado sobre un tema tendrá que conocer tu correo electrónico ¿no?

ÉL: Claro, claro. ¿Y luego como consigo los artículos si necesito alguno?

ELLA: A un porcentaje alto de artículos puedes acceder directamente desde la propia referencia porque son de acceso libre. Cada referencia viene con la url de la editorial y con el DOI. Si accedes a desde tu hospital te podrás aprovechar de las suscripciones propias… y ya sabes que siempre hay algunos más difíciles de conseguir. Tendrás que ir a tu proveedor de artículos…

ÉL: No dudo de que estará muy bien pero yo necesito bibliografía reciente. Por eso siempre voy a PubMed…

Las bases de datos bibliográficas como garantía de cali-dad de la publicación biomédica: el caso de MEDES como paradigma

Ángeles Flores Canoura Departamento de Información BiomédicaLilly S.A. Iniciativa MEDES

[email protected]

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ELLA: La base de datos se actualiza a diario. La mayoría de las referencias se descargan automáticamente en cuanto se publican, así que eso no es un problema. Solo hay que recordar que a cada referencia se le asignan palabras clave, y eso puede llevar algo más de tiempo; dicen que unos 7 días de media, pero si realmente buscas lo más reciente, decántate por buscar en los campos título o resumen.

ÉL: Cuando llegue al hospital esta tarde igual ya no me acuerdo de todo lo que me has contado.

ELLA: Es una base de datos muy sencilla de utilizar, pero de todas maneras, hay tutoriales y un manual de usuario online. Todo está en medes.com, como ya te he dicho.

ÉL: Y tú ¿cómo sabes tanto de ?

ELLA: Soy médico, ejerzo aquí, me gusta informarme de lo que se publica en mi ámbito geográfico y además me gusta leerlo en español.

ÉL: Termínate el café, hoy va a ser un día largo.

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He sido profesor visitante en varias universidades a lo largo de mi vida. Una de las ventajas de esta condición académica es que como vas a estar tan solo un semestre, nadie se mete contigo. Al contrario, los colegas suelen ser amabilísimos porque no te ven como un competidor que lucha por los mejores puestos, sueldos o estudiantes. Pero también hay desventajas. La más notable es que nunca terminas de saber quién es quién ni qué es qué, parece como si flotaras.

Bueno, pues a mí me pasa lo mismo en estas jornadas. A pesar de que se trata del simposio Medes, ustedes son médicos y yo soy un tipo raro, un lingüista. Todo el mundo sabe qué se puede esperar de un médico: al fin y al cabo conforme cumplimos años cada vez los vamos persiguiendo con mayor ahínco. Pero casi nadie sabe para qué servimos los lingüistas. Por lo común, nos confunden con los traductores y con los intérpretes. Se supone que sabemos lenguas y, además, bien. Déjenme asegurarles que están en un error: no solemos hablar demasiadas y a menudo lo hacemos mal. Y es que un lingüista a lo que se parece de verdad es a un coleccionista –de sellos, de cromos o de mariposas, poco importa–. Nosotros somos coleccionistas de lenguas y nos privan las más raras, aunque sean minoritarias. Entre el inglés y el hixkaryana, un idioma amazónico que solo hablan unos centenares de individuos que aún viven en el paleolítico, pero que tiene el orden de palabras OVS (¡), nos inclinamos por el segundo. El inglés: ¡vaya vulgaridad! Recopilamos datos de muchas lenguas, los comparamos y a la postre establecemos categorías abstractas, los llamados universales del lenguaje. Parece que todo

esto no sirve para nada, pero esto sucede siempre con la ciencia básica. Al final acaba resultando que de la misma se derivan sorprendentes aplicaciones.

En el caso de la lingüística la utilidad de estos universales del lenguaje podría estribar en que definen categorías del pensamiento. Lo cual nos lleva a un tema controvertido, que tiene que ver con el título que me propusieron: Lengua, conocimiento y pensamiento. Desde luego un lingüísta jamás habría titulado así una conferencia y no porque sea irrelevante, sino, al contrario, porque estas tres palabras encierran la verdadera caja negra de la lingüística. La lengua se oye y se puede registrar, el pensamiento y el conocimiento no, a no ser que nos sirvamos de la primera para evocarlos. Pero aquí chocamos con la triste evidencia de que no hay una lengua, sino muchas, en torno a seis mil. ¿Acaso nos proporciona la misma imagen del pensamiento una lengua que otra? Aristóteles debió creerlo así y partió directamente del griego para ejemplificar los silogismos de su Lógica. Sin embargo, hoy tenemos la sospecha de que Aristóteles compartía el prejuicio de sus compatriotas respecto a las lenguas diferentes de la griega a las que llamaban bárbaras porque recordaban los trinos de los pájaros.

Basta comparar la manera que tienen varias lenguas de expresar una sensación fisiológica universal –ese vacío que se pone en la boca del estómago cuando llevamos unas horas sin comer- para darnos cuenta de que lengua y pensamiento no son lo mismo:

Lengua, conocimiento y pensamiento. ¿Influye la lengua en el contenido del discurso?

Ángel López García-Molins Catedrático de Lingüística General. Universidad de Valencia

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He aquí tan solo media docena de lenguas, es decir, un uno por mil del total y, sin embargo, seis puntos de vista completamente diferentes sobre algo que nos sucede periódicamente a todos los animales. Supongo que ustedes los médicos me dirán que fisiológicamente el hambre consiste en el estímulo ejercido por ciertas sustancias sobre el cerebro cuando bajan determinados niveles en sangre y que esto le ocurre igual a todo el mundo, a tirios y a troyanos. Pero si así es, ¿por qué se expresa de seis maneras tan distintas? En español los seres humanos poseemos casas y estamos enfermos, no *poseemos enfermos ni *estamos casas. Por otro lado, los seres humanos somos altos y saltamos obstáculos no *somos obstáculos ni *saltamos altos. Y, en fin, identificamos nuestro nombre con nuestra relación de parentesco, somos primos de alguien, y consideramos los miembros del cuerpo como partes del mismo, nos rompemos un brazo, no *somos brazos ni *nos rompemos un primo. Todo esto nos parece de puro sentido común. Pero entonces, ¿por qué al salir del hogar confortable de nuestra lengua materna nos encontramos con las insensateces aludidas arriba? ¿Es que las otras lenguas no tienen sentido común? No parecen tener ninguno.

Les concedo que describir la sensación de hambre no es cosa fácil y no es sorprendente que se produzcan las divergencias de arriba. Pero, ¿qué pasaría con un terreno en el que las cosas se ven y se tocan, un ámbito referencial incuestionable? Por ejemplo, el siguiente: Salgo al campo y entro en un bosque. El bosque consta de árboles, y si hay muchísimos, hablaré de selva. Si los corto, obtengo leña. Cuando la trate, se convertirá en madera. Selva, bosque, árbol, leña, madera: no me digan que estos conceptos dependen de la lengua utilizada, en este caso la española, son cosas que están ahí y que cualquiera debería reconocer. Esto es árbol,

aquello es leña, la mesa es de madera, paseo por el bosque, cruzo la selva. Evidente, ¿no?: –Pues no. Consideren cómo se presentan estos conceptos en varias lenguas bien conocidas:

Hasta hace bien poco, en efecto, se pensaba que la mayoría de las lenguas no tenía sentido común. Por eso en el siglo XVI los misioneros españoles que escribieron gramáticas de lenguas amerindias para poder predicar el cristianismo a los indígenas destacaron desaprobadoramente que muchas de ellas carecían de los tiempos verbales más comunes: como dice Bernardo de Lugo en su gramática muisca que estudié hace algunos años, resulta que esta lengua pretérito pluscuamperfecto “no tiene” (no criticaron que el español careciese de muchos de los casos nominales de estas lenguas, pero esa es otra historia). Y por eso también en el siglo XVIII el conde Antoine de Rivarol escribió un tratado, De l’universalité de la langue française, en el que concluía que no es que el francés fuese la lengua más lógica de todas es que era simplemente la razón. Sin embargo, con el tiempo los occidentales se fueron abriendo a la lógica de la diversidad y aceptaron que hay mucha diversidad entre las lenguas y que unas no son mejores que otras. Hace un siglo se puso de moda la famosa teoría de la Weltanschauung, que había sido formulada a comienzos del XIX por Wilhelm von Humboldt, y autores como Edward Sapir y B. Lee Whorf la ejemplificaron con muestras de numerosas lenguas exóticas. Cada lengua conllevaría, según ellos, una visión del mundo y resultaría imposible equiparar sus respectivos análisis de la realidad. Por ejemplo, según observa el citado Lee Whorf en su artículo “Languages and logic” (Technological Review, 1941, 43) las expresiones aparto la rama a un lado y tengo un dedo extra en el pie, que no parecen tener nada en común, son muy parecidas en shawnee, una lengua algonquina de los EEUU:

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¿A qué se deben estas divergencias tan notables? A que el análisis de la realidad que cada lengua implica puede llegar a ser muy diferente. Por ejemplo, siguiendo con Lee Whorf, ahora en su artículo “The Status of Linguistics as a Science” (Technological Review, 1940. 42), resulta que la distinción nombre / verbo nos parece lo más natural del mundo, hay COSAS como libro, pan, casa, perro que son nombres, y hay SUCESOS como correr, trabajar, buscar que son verbos. Esta es una manera un poco informal de hablar y todos convenimos en que resulta mejor decir respectivamente sustancias (y de ahí sustantivo) y procesos, pero nuestra suspicacia no suele ir más allá. Por ejemplo, no nos llama la atención que puñetazo, ola o emoción sean nombres y no verbos, aunque obviamente signifiquen sucesos. Tampoco nos extraña que extender (España se extiende desde los Pirineos hasta el estrecho de Gibraltar) o persistir sean verbos y no nombres a pesar de que no significan cambio alguno. Otras lenguas no ven el asunto de la misma manera: por ejemplo en hopi, una legua uto-azteca de EEUU, llama, ola o pulsación son verbos. Peor todavía: el nootka, otra lengua americana de la isla de Vancouver, ni siquiera se plantea la distinción entre nombres y verbos, de manera que llama y se quema es la misma palabra.

Bueno, bueno, dirán ustedes, se trata de lenguas de pueblos primitivos. Además, ni siquiera es seguro que los lingüistas que las han estudiado hayan comprendido bien los problemas de clasificación de palabras. No sería la primera vez que engañan al hombre blanco, queriendo o sin querer. Como es sabido, Yucatán no era el nombre de la península que avistaron los conquistadores españoles, sino que procede de una confusión, de que al preguntar a los nativos cómo se llamaba aquella tierra oyeron uh yu ka t’ann (“oye cómo hablan”) o Ci u t’ann (“no entiendo”). Se non è vero, ben trovato. Lo de que a menudo uno no puede fiarse de los informantes es absolutamente

cierto y no hablo solo de los llamados primitivos. Pero salvada esta restricción, que se resuelve multiplicando los contactos y los datos, no ganamos nada sospechando de las lenguas primitivas (por cierto: lo primitivo son las culturas, nunca las lenguas) porque también en las grandes lenguas de cultura puede suceder que los nombres y los verbos se distribuyan de manera diferente a la que nos parece natural o que simplemente no se distingan. Por ejemplo, en chino, los gramáticos suelen distinguir nombres, verbos y adjetivos por influencia occidental, pero realmente a menudo son palabras de la misma forma cuya categoría gramatical depende enteramente de su posición en la oración y de ciertas partículas que las acompañan. Así, kai chin significa lo que para nosotros es un adjetivo, “contento”, pero se compone de lo que para nosotros es un verbo + un sustantivo, esto es, de kai, “abrir” y xin, “corazón”. En estas condiciones parece evidente que no podemos servirnos de las categorías gramaticales de las lenguas indoeuropeas para describir todas las demás.

No se puede pensar libremente. Lo queramos o no nuestros pensamientos están condicionados por la lengua en la que los manifestamos. Se me podría objetar que esto es así en el momento de su manifestación verbal, pero no antes, pues deben existir categorías universales del pensamiento que luego las lenguas recortan y combinan a su gusto. Esta posición es muy antigua en filosofía: las categorías aristotélicas y las categorías kantianas son otros tantos inventarios de estas supuestas categorías conceptuales. Modernamente se ha postulado la existencia de un lenguaje del pensamiento llamado mentalés:

“Las personas no piensan en inglés, español, chino o apache, sino en un lenguaje del pensamiento. Es probable que este lenguaje se parezca en parte a todas estas lenguas, seguramente dispone de símbolos para representar conceptos, y estos símbolos están organizados para representar quién hizo qué a quién … Sin embargo, al compararlo con una lengua cualquiera, el mentalés tiene que ser más rico en algunos aspectos y más sencillo en otros … Sin embargo, para que estos lenguajes del pensamiento pudieran emplearse para razonar, tendrían que parecerse mucho más entre sí de lo que cada uno se parece a su correspondiente versión hablada. Y lo más

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probable es que tuvieran que ser idénticos, lo que equivale a decir un idioma mentalés universal. Así pues, conocer una lengua es saber cómo traducir el mentalés a ristras de palabras y viceversa. Las personas desprovistas de lenguaje seguirían teniendo el mentalés, y los bebés y muchos animales no humanos tendrán seguramente dialectos más simplificados de él. Es más, si los bebés no tuvieran un mentalés del que traducir a su propia lengua, no podría explicarse cómo aprenden esa lengua ni tan siquiera lo que significa aprender una lengua” (Steven Pinker, The Language Instinct. How the Mind Creates Language, Cambridge, The MIT Press.1995, 85-86).

Esta idea del mentalés ha sido muy debatida y es difícil llegar a una conclusión. No hay duda de que plantea un cuadro muy atractivo para los traductores, quienes siempre se han preguntado qué hay entre un texto de la lengua origen y su traducción en la lengua meta. Lo que habría, según

Pinker, es este mismo texto en mentalés:

Tal y como expresa el dibujo de arriba el mentalés coincide con el referente, sería una re-presentación de la realidad. Aceptémoslo provisionalmente. El problema es que en la mayoría de las expresiones no hay una situación del mundo que pueda equiparársele: me duele la cabeza, sospechó de su sinceridad, la incertidumbre la devoraba, la raíz cuadrada de cuatro es dos, asesinado por el cielo / entre las formas que van hacia la sierpe… Todas estas expresiones pueden traducirse a otras lenguas sin problemas y, sin embargo, no parece que tengan que pasar por ningún mentalés. Sin embargo, las que tienen más difícil encontrar un referente, la matemática y la poética, han sido remitidas curiosamente a una fase prelingüística por alguno de sus creadores. Así Einstein decía que en el momento de ocurrírsele las fórmulas que definen la teoría general de la relatividad no pensaba en ningún idioma concreto, ni en alemán ni en inglés, y algo parecido sostenía García Lorca a propósito de Poeta en Nueva York, el libro al que pertenece el verso citado.

En cualquier caso, es de notar que el mentalés se sitúa entre las dos lenguas a las que sirve de transición en un eje horizontal, pero que al mismo tiempo habría un eje vertical en el que se mide el grado de complejidad de un mensaje. A lo largo del eje vertical también hay traducción, solo que intralingüística y no interlingüística. Por ejemplo, el mensaje el balón está sobre la mesa puede complicarse en la forma el balón de reglamento que trajiste está colocado en el centro de la mesa de caoba y puede simplificarse como balón, mesa en el habla de un niño de dos años:

el balón de reglamento que trajiste está colocado en el centro de la mesa de caoba

Como se puede ver, la cuestión del pensamiento y el lenguaje es mucho más compleja de lo que parece, pues eso que llamamos “pensamiento” no es una condición estable, varía con la lengua que le sirve de instrumento de expresión y varía con el auditorio al que en todo momento intentamos acomodarnos. Por eso, parece más seguro invertir el punto de vista y comenzar en el mundo, en los llamados realia, dejando que sean ellos quienes se expresen. Este cambio de perspectiva nos lleva del pensamiento al “conocimiento”. Como dice el DRAE:

pensar1. tr. Imaginar, considerar o discurrir.2. tr. Reflexionar, examinar con cuidado algo para

formar dictamen.

conocer1. tr. Averiguar por el ejercicio de las facultades

intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas.

2. tr. Entender, advertir, saber, echar de ver.

Es decir que mientras pensar (y pensamiento) aluden a una pura actividad mental (imaginar, considerar, discurrir…), que puede aplicarse al mundo real o no, creando todo tipo de mundos imaginarios, en cambio conocer (y conocimiento)

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son actividades mentales inducidas por ciertos estados del mundo (averiguar cualidades y relaciones de las cosas, entender, advertir…):

Planteado de esta manera, parece preferible adoptar la perspectiva cognoscente y no la pensante, es decir, comenzar nuestros procesos intelectivos en el mundo. En filosofía esta opción se conoce por el nombre de racionalismo y se opone al idealismo. Así el idealismo transcendental de Kant establece que el origen del conocimiento son las formas a priori de la sensibilidad y del entendimiento que están en el sujeto y que, no preexistiendo en la realidad, son imprescindibles para captar el mundo objeto. Evidentemente en estas condiciones la verdad no es algo coprobable. Por eso el racionalismo, representado por Leibniz (y antes por Spinoza y por Descartes), considera necesario partir de un instrumento ajeno a la subjetividad: el conocimiento verdadero serìa el de las matemáticas, cuyos enunciados no son verdaderos ni falsos, sino formalmente correctos o incorrectos. Sin embargo, dado que no podemos reducir el mundo a un conjunto de verdades racionales que se imponen por sí mismas –verdades de razón, en las que el predicado está incluid en el sujeto–, hay que completar estas proposiciones analíticas con las proposiciones sintéticas de las verdades de hecho, que deben ser confirmadas por la experiencia.

El problema es que el mundo no se manifiesta sin más, es decir, que, contra lo que pudiera parecer, su estructura no es algo evidente que salta a la vista. Por eso, la tarea más importante del racionalista consiste en adoptar un formalismo matemático que dé razón de la estructura del mundo. Este planteamiento, típico del método hipotético-deductivo, fue inaugurado por Galileo quien sostenía que “el libro de la naturaleza está escrito con números”, es decir, que las leyes de la naturaleza son de índole matemática. Como todos sabemos, la ciencia hizo buen uso del

lenguaje matemático constituyéndolo en sustento del nuevo método que sustituiría al inductivo. Desde entonces nuestros conocimientos ya no iban a depender de las generalizaciones extraídas a partir de un conjunto de datos experimentales, las cuales siempre están al albur de un nuevo dato que las desautorice. Si se encuentra una función matemática que los abarca a todos, a partir de ella podremos predecir –y de hecho predecimos- cualquier número de datos no registrados hasta el momento:

Por ejemplo, una función matemática tan

simple como la que subyace a la tabla de multiplicar –A=B×C– conduciría en poco más de un siglo a progresos espectaculares en cinemática (e=v×t), dinámica (f=m×a), electromagnetismo (V=I×R), física de fluidos (V=P×T), etc.

Los científicos de los demás campos siempre han envidiado esta simplicidad, elegancia y rotundidad de la Física. Pero no se llaman a engaño. En sus campos respectivos las cosas suelen ser más complicadas y el lenguaje matemático es insuficiente. Ya probó serlo incluso en Química, una disciplina muy próxima a la Física, pero que desde Lavoisier tuvo que echar mano de una ampliación del lenguaje matemático, la cual podría tildarse de lenguaje lógico. En realidad, cuando decimos que el hidrógeno (H) y el oxígeno (O) se combinan para formar agua (H

2O) es como si dijésemos que 3+2=5, pero no es así. La prueba la tenemos en que en presencia de una descarga eléctrica de elevada energía lo que se obtiene es peróxido de hidrógeno (H2O2). No es que no podamos expresar matemáticamente este resultado dispar (en el agua hay un 11,2% de H y un 88,8 % de O, en el peróxido, un 5,93 % y un 94,07 % respectivamente), pero ya no se trata de una deducción. Todo se presenta más bien como cuando decimos que la unión de dos palabras da un resultado ambiguo, por ejemplo, cuando se confronta hombre pobre (“sin recursos económicos”) con pobre hombre (“desventurado”). En este caso, al igual que en la combinación de H y O, los resultados no son predecibles y por eso en otras combinaciones hay alternativas diferentes:

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un hombre solo y solo un hombre, que hasta la última reforma académica diferían en una tilde, son distintos, pero no a la manera de hombre pobre y pobre hombre; similarmente, la combinación de carbono (C) y oxígeno (O) también conduce a dos resultados posibles, aunque no se oponen en la forma H2O / H2O2, sino en la forma CO2 / CO.

Este tipo de dificultades condujo a ampliar el lenguaje matemático como formalismo de la ciencia. A comienzos del siglo XX se desarrolla la escuela del positivismo lógico, la cual postula una notación susceptible de dar cuenta de la estructura de la realidad en sentido amplio, es decir, no solo de la realidad física, sino también de la realidad biológica. De lo que se trataría es de depurar el lenguaje natural para liberarlo de sus ambigüedades. Así Rudolf Carnap proclama la superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje, en su artículo de 1932 del mismo título, y le secundan Ludwig Wittgenstein, Bertrand Russell o Hans Reichenbach. Como decía Wittgenstein en el Tractatus logicus philosophicus “Der Satz zeigt die logische Form der Wirklichkeit”, es decir, “la proposición muestra la forma lógica de la realidad” y su valor veritativo se determina confrontándola con los datos sensoriales. Uno de los desarrollos más elaborados de esta plasmación del conocimiento serían los Elements of Symbolic Logic de Reichenbach (New York, 1948), donde, por ejemplo, x1 moves slowly se representaría como sigue: ( x) f(x1). μ (f). (f), que se parafrasea como “existe un x, donde x1 es una instancia de x involucrada en un movimiento individual que puede ser determinado por una propiedad específica exclusiva f en cuanto a velocidad, dirección, etc; varias propiedades específicas de este tipo pueden incluirse en la clase de propiedades de movimiento μ (f); a su vez, junto con otras propiedades específicas no exclusivas, f se incluye en la clase de propiedades (f).

Durante algún tiempo se mantuvo la ilusión de que investigadores de todo el mundo podrían representar la realidad mediante este tipo de formalismos lógicos cualquiera que fuera su lengua materna y comunicarse entre ellos. Si bien se mira, el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) no fue ajeno a estos desvelos del positivismo lógico. Tal y como la definiría John McCarthy en 1956, la IA trata de desarrollar algoritmos heurísticos parangonables a la cognición humana. Se ha usado ampliamente

en ingeniería y en medicina e incluso intentó aplicarse en lingüística cuando Chomsky se sirve de lógicas booleanas (algoritmos semi Thue) en su obra fundacional Syntactic Structures (1957) y luego en Aspects of the Theory of Syntax (1965). La idea es que lo que una misma expresión comparte en diferentes lenguas sería su estructura profunda, la cual tiene forma lógica y, tras sufrir varias transformaciones, llega a producir estructuras superficiales diferentes, que son otros tantos enunciados de lenguas distintas:

Lo han adivinado, la estructura profunda (EP),

que luego se llamaría gramática universal (GU) y a la que se supone una base genética (¡) es el mentalés. Parece que no logramos salir de este círculo vicioso. Primero está el pensamiento; luego, el conocimiento, que es pensamiento consolidado y recordado; finalmente, el lenguaje, que es, además, pensamiento comunicado. Pero esto no quiere decir ni que el pensamiento sea el final de un proceso de generalización ni que sea el inicio de un proceso de especificación. En realidad lo que hay es una secuencia de estados alternativos. No solo ontológicamente, también desde el punto de vista genético porque como muy bien demostró Piaget el pensamiento y el conocimiento en el niño son anteriores al lenguaje. Es interesante destacar, sin embargo, que ontogenéticamente las fases centrífugas de diversificación alternan con fases centrípetas de unificación, Habría un desarrollo evolutivo desde la fase sensorio-motora, que maneja esquemas de acción, hasta la fase conceptual, que maneja pre-operaciones y luego operaciones. En la fase sensorio-motora el niño no distingue entre sujeto-acción-objeto, aunque ya hay inteligencia y, con ella, pensamiento (Jean Piaget, The Origins of Intelligence in Children, 1963, 1ª: 1936). Pero la búsqueda de objetos ocultos terminará por independizar el objeto y llevar a construir categorías de objetos en la fase pre-operatoria: así surge el conocimiento del niño, todavía centrado en sí

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL

mismo (Jean Piaget, Play, Dreams and Imitations in Childhood, 1962, 1ª:1946). Cuando estos objetos dejen de estar centrados en el yo, llegaremos a la fase de las operaciones, la cual implica la consolidación del lenguaje en dos etapas, la de las operaciones concretas, entre los siete y los doce años, y la de las operaciones formales, de los doce en adelante (Jean Piaget, The Child’s Conception of the World, 1969, 1ª: 1926). Esta última etapa, característica del pensamiento lógico-matemático, no la alcanzan todos los seres humanos en su plenitud y parece una nueva generalización a partir de la diversidad lingüística. En resumen:

El niño va procediendo, pues, en su desarrollo

cognitivo a alternar la diversidad con la uniformidad: ¿por qué habría de ser diferente en los científicos cuando son los únicos adultos que se enfrentan al mundo con parecida actitud inquisitiva?

Ahora ya estamos en disposición de contestar a la pregunta que encabezaba el título de esta ponencia: ¿influye la lengua en el contenido del discurso? Y la respuesta es: depende. De lo dicho arriba se infiere que, de la misma manera que la pluralidad de pruebas experimentales no solo no es un inconveniente, sino que resulta necesaria para ampliar el corpus de datos empíricos hasta lograr su clausura, así también la variedad de verbalizaciones, dentro de una lengua (en sentido vertical) o entre lenguas distintas (en sentido horizontal) contribuye a matizar los distintos aspectos de la realidad observada y debería ser bienvenida. Yo no me atrevo a suscribir la idea de B. Lee Whorf cuando sostiene que la Física habría llegado mucho antes a concebir la luz como un fenómeno de campo y no solo como una onda si junto a la visión occidental del enunciado, que es de la forma sujeto+predicado, es decir, el sol brilla, se hubiese tenido presente su equivalente hopi que es

A R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N 6 1

simplemente rehpi, “brillar”. Pero sí puedo decirles que la sintaxis de la lengua en la que hacemos ciencia es importante porque condiciona hasta cierto punto nuestra manera de ver las cosas.

En mi opinión, uno de los retos más serios que afronta el español en el siglo XXI es el de convertirse (o, mejor dicho, reconvertirse: fue, con Alfonso X, la primera lengua científica moderna) en una lengua adecuada para la exposición científica, lo cual pasa, ineludiblemente, por fijar una norma. La cuestión no es baladí porque, si bien la ciencia pura escrita en español constituye, hoy por hoy, un proyecto irrealizable, no ocurre lo mismo con la ciencia aplicada, con la tecnología. El ingeniero de minas, el mecánico de automóviles, el especialista que nos arregla la lavadora, muchos especialistas clínicos de la medicina, el técnico de la tienda de ordenadores, todas estas personas y muchas más están usando continuamente términos técnicos y construcciones que nacieron en la ciencia. Estas personas no utilizan el inglés para escribir sus artículos, entre otras razones porque no escriben artículos y porque la mayoría no domina el inglés. Esto no es grave. Lo grave es que no dominan el español de la tecnología, porque nadie lo ha regulado y, naturalmente, no se lo han podido enseñar. Sin embargo, la misma dinámica de expansión de la lengua española provocará un incremento exponencial de escritos científico-técnicos en un plazo muy breve. Existen grandes diferencias entre los países hispánicos por lo que respecta a la formación lingüística instrumental que se recibe en los distintos niveles de enseñanza, pero, hoy por hoy, el apartado de la lengua científica no se enseña en ninguno de ellos. Y mientras esto no se haga, mientras no se comprenda que las facultades de Ciencias necesitan como materia formativa complementaria una atención continuada –que es mucho más que una asignatura– a esta parcela, lo nuestro no tendrá remedio porque nuestros científicos y nuestros técnicos se hallarán lastrados por su impericia en el manejo del instrumento que les sirve para pensar y para comunicar sus pensamientos.

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Programa de la VIII Jornada MEDES

LA CALIDAD DE LA PUBLICACIÓN BIOMÉDICAEUROFORUM, San Lorenzo de El Escorial (Madrid) Jueves, 3 de julio de 2014

12.00 MESA 2: LA PRESIÓN PARA PUBLICAR: CAUSAS Y EFECTOS

Moderador: : Javier González de Dios Servicio de Pediatría. Hospital General Universitario de Alicante. Universidad Miguel Hernández, Alicante. Codirector de Evidencias en Pediatría.

Tomás Baiget Director de El Profesional de la Información (EPI). Presidente del Centro Internacional para la Investigación en Estrategia y Prospectiva de la Información (CIEPI). La presión sobre las revistas. El modelo editorial ante el Acceso abierto. Confrontación, adapta-ción o convivencia

Daniel Torres Salinas Grupo EC3: Evaluación de la Ciencia y de la Comunicación Científica. Centro de Investigación Médica Aplicada. Universidad de Navarra. Radiografía de la investigación biomédica espa-ñola en el contexto de la Unión Europea: tenden-cias, especialidades e impacto internacional

Elías Sanz Casado Catedrático del Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Carlos III de Madrid. Director del Instituto INAECU y del “Laboratorio de Estudios Métricos de Información, LEMI”. La presión sobre el investigador: ¿Cómo ha afectado al sistema científico? ¿Por qué se llega a la situación de “publicar o perecer”? ¿Cómo afecta a la calidad?

13.00 Coloquio

13.30 COMIDA / DESCANSO

14.45 MESA 3: EL IDIOMA COMO FACTOR DE CALIDAD DE LA PUBLICACIÓN CIENTÍFICA

Modera: Fernando Navarro González Médico y traductor médico. Director Técnico del Diccionario Médico de la RANM. Autor del Diccionario de dudas y dificultades de traducción del inglés médico.

9.45 INAUGURACIÓN Bienvenida y apertura

Javier Ellena Aramburu Presidente Fundación Lilly

José Antonio Gutiérrez Fuentes

José A. Sacristán del Castillo

10.00 MESA 1: TENDENCIAS ACTUALES EN LA PUBLICACIÓN: EL MODELO ACCESO ABIERTO Y SUS CONDICIONANTES DE CALIDAD

Moderadora: Francisca Abad García Catedrática de Historia de la Ciencia y Documentación. Facultad de Medicina. Universidad de Valencia.

Ferrán Mateo Rueda Director de la Fundación Dialnet. Universidad de La Rioja El Acceso abierto: ¿Quién sufraga sus costes? El modelo Dialnet

Remedios Melero Melero Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del CSIC. Investigadora y editora de “Food Science and International Technology”. Exvicepresidenta de la Asociación Europea de Editores Científicos (EASE) El Acceso abierto, una nueva vía para compartir el conocimiento. ¿Adaptarse o quedarse fuera?

Emilio Delgado López-Cózar Catedrático de Documentación. Grupo EC3: Evaluación de la Ciencia y de la Comunicación Científica. Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Granada Evaluación de la investigación en Acceso abierto: revisión por pares e impacto

11.00 Coloquio

11.30 DESCANSO/CAFÉ Y FOTO DE GRUPO

MEDES MEDICINA EN ESPAÑOLJ O R N A D A M E D E S 2 0 1 4 6 2

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL

Ángel López García-Molins Catedrático de Lingüística General. Universidad de Valencia. Lengua, conocimiento y pensamiento.

17.45 Coloquio.

18.15 Clausura y entrega de diplomas

J O R N A D A M E D E S 2 0 1 4 6 3

Cristina González Copeiro del Villar Directora del Departamento de Gestión de la Información Científica. Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT. La edición de revistas científicas. ¿Cómo con-diciona el idioma la valoración de una revista científica? ¿Y al lector?

Juan García Puig Director de la Unidad Metabólica del Hospital Universitario La Paz. Editor de Revista Clínica Española. Inglés o español: motivaciones para publicar en una u otra lengua. Puntos de vista del investiga-dor y del editor

José Manuel Sánchez Ron Académico de la Real Academia Española. Catedrático de Historia de la Ciencia. Universidad Autónoma de Madrid (UAM) Cómo acrecentar el reconocimiento internacional de las publicaciones científicas en español

15.45 Coloquio

16.15 Epílogo

Carlos González Guitián Coordinador de la Biblioteca Virtual del Sistema Sanitario Público de Galicia, (BiblioSaúde) Las bases de datos bibliográficas, como garantía de calidad de la publicación biomédica

Ángeles Flores Canoura Gerente del Departamento de Información Médica de Lilly. Miembro del Comité Técnico de MEDES El caso de MEDES como paradigma

16.45 Coloquio

17.00 Conferencia de clausura

Presenta: Ignacio Ahumada Lara Lexicógrafo. Profesor de Investigación. Instituto de Lengua, Literatura y Antropología del CSIC. Director del proyecto Corpus Iberia.

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOLB A S E S D E D A T O S M E D E S 6 4

El elemento nuclear de este proyecto es la base de datos MEDES. Se trata de una herramienta de consulta online, en abierto y gratuita, cuyo objetivo es poner a disposición tanto del profesional sanitario como del bibliotecario o experto en documentación biomédica, del especialista en traducción de textos biomédicos o de los periodistas y medios especializados en el entorno de la salud, una fuente de consulta bibliográfica en español que permite recuperar de una forma sencilla, precisa y eficaz referencias de publicaciones médicas seleccionadas en el ámbito de los países que nos comunicamos en nuestro idioma y disponer de los accesos directos al texto completo de los registros.

La base de datos MEDES contiene las referencias bibliográficas publicadas desde el año 2001 en una cuidada selección de revistas españolas de medicina, farmacia y enfermería, editadas en español. Las revistas incluidas están en continua revisión por parte de un Comité de expertos y la incorporación de los artículos se realiza de manera constante y puntual, lo que hace de MEDES una fuente de información completa y actualizada.

Desde el inicio de su andadura, el número de títulos incluidos en la base de datos ha ido creciendo paulatinamente, así como las funcionalidades de consulta y acceso al texto completo de los artículos. En la actualidad, MEDES recoge aproximadamente 70.000 registros o artículos publicados en más de 80 revistas españolas que abarcan cerca de 50 materias.

La base de datos MEDES se puede consultar de forma gratuita y sin necesidad de registrarse en la siguiente dirección:

www.Fundacionlilly.com

Bibliografía médica en español

Más de 70.000 registros

Actualización semanal

85 revistas seleccionadas

Con resumen de autor

Interfaz de usuario amigable

Búsqueda sencilla o avanzada

Base de datos MEDESMedicina en Español

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Avda. de la Industria, 30 - 28108 Alcobendas, Madrid - Telf. 91 781 5070 - Fax 91 781 5079E-mail: [email protected] - [email protected] - www.medes.com

El plazo de presentación

de candidaturas finalizará el 30de septiembre

de 2014

Bases de la convocatoria enwww.fundacionlilly.com

www.medes.com

MEDES es una iniciativa de la Fundación Lilly. Tiene como obje-tivo contribuir a promover la publicación científica en revistas biomédicas en español, así comofavorecer su difusión nacional e internacional mediante diversas actividades de investigación, formación y divulgación.

Los Premios MEDES se crearon para reconocer en el ámbito de los países de habla hispana aque-llas iniciativas que favorecen la utilización del español en la comu-nicación del conocimiento de las ciencias de la salud en general y del conocimiento médico en parti-cular, así como a las instituciones o entidades que hacen posible el logro de estos objetivos.

A la Mejor INICIATIVA

en el fomento del uso

del idioma español para

la divulgación del

conocimiento biomédico.

A la Mejor INSTITUCIÓN

o ENTIDAD destacada en

la promoción y difusión de

la publicación biomédica

en español.

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