Boletín tukuy rikuq nº 2

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encuentran en la parte izquierda del ca- mino, este terreno de cultivo está dentro de la jurisdicción de Hualcará, anexo del distrito de San Vicente, capital de la pro- vincia de Cañete. Entre los autores que han escrito sobre los sitios arqueológicos de Cañete se en- cuentran Villar Córdova, Middendorf, Larrabure y Unanue, Harth-Terré, Kroe- ber, Hyslop y Rostworowski, pero ningu- no menciona el sitio a pesar de encontrar- se en el camino a la Fortaleza de Hungará y que debieron ver al pasar por allí, nisi- quiera se registran estos montículos en revistas cañetanas. Ambos montículos son conocidos por los pobladores como “Huacas de Hualcará”, desde ellos se divisan todos los cultivos de alrededor; son de posible carácter ad- ministrativo, fueron probablemente ocu- pados por el señorío de Huarco durante el Intermedio Tardío (1100 – 1470 d.C. aprox.). Estos montículos distan entre ellos aproximadamente 250 m., son edificios que tienen formas de pirámides truncas, tratándose de plataformas superpuestas hechas con la técnica del tapial, es decir, bloques de barro de grandes dimensiones que se arman dentro de moldes que se colocan uno sobre otro a medida que se va secando el material. Se levantan sobre una planta cuadrangular paredes con cierta inclinación hacia atrás, anchas en su base y estrechas en su cúspide. En ambas se observan entradas, rampas, divisiones en el interior y escasa basura contemporánea. Hace un par de años cuando fui a visitar “La Fortaleza de Hungará”, uno de los sitios arqueológicos más importantes construidos por el señorío de Huarco en la provincia de Cañete, observé en el camino de Hualcará dos montículos en pésimo estado de conservación que se Al llegar a la primera pirámide trunca llama la atención una construcción moderna de adobe que data de algunos años, son corrales que fueron hechos para criar ganado vacuno y gallinas; durante la destrucción de los tapiales se encontró una gran tinaja que fue rota al sacarla de forma brutal al tumbar los muros. En aquel entonces el dueño de los sem- bríos que circundan el montículo era el Sr. Antonio Gómez, el cual estaba des- truyendo el sitio hasta que lo interrum- pió el INC (según información de los pobladores, el cual le prohibió seguir con la destrucción). Tiempo después estos terrenos de cultivo fueron vendidos al ingeniero Van O’dor, quien maneja el actual fundo: Alevagro, que tiene un total de 7 hectáreas alrede- dor del montículo donde actualmente ha sembrado espárrago. Ahora el sitio ar- queológico es cuidado por el guardián de Alevagro, quien siempre se acerca al monumento al ver que alguien sube a la pirámide, además ya no se cría animales en esos corrales. Sobre el sitio se encuentran restos de maíz, lúcuma y productos marinos co- mo el “choro”. La paredes de orienta- ción sur alcanzan una altura de 5 m. des- de su base, parte de estas paredes aun conservan su enlucido. En la segunda pirámide la destrucción ha sido mayor; ya que el dueño de las tie- rras de cultivo aledañas, el ingeniero Rondón, en el año 2003 contrató a un adobero para que cultivara, esto se hizo derrumbando gran parte del montículo hasta el año pasado, cuando el teniente gobernador de Hualcará le exigió que no siguiera con la destrucción del sitio, de esta manera se puso alto a la fabricación de adobes, y desde entonces el sitio no ha sido tocado, pero nadie lo cuida a diferencia del primer montículo. Sobre su superficie hay cerámica diagnóstica, pedazos de gasas y algunos restos óseos. Al igual que estos sitios, en todo el Perú se está destruyendo nuestro patrimonio cultural, por eso importante es crear conciencia en la población, enseñar que estas construcciones son nuestro le- gado histórico, que nos pertenecen a todos y que por lo tanto debemos cui- darlas para dejar testimonio al futuro sobre nuestro pasado. Hualcará: ¿Cultivo o patrimonio? Favio Ramírez Muñoz Vista del Montículo 2. Foto Favio Ramírez, Octubre 2003. El Tukuy Rikuq seguirá atento, siempre vigilante del patrimonio, denunciando cualquier atentado contra éste. Autoridades y comunidad deben poner de su parte para que esta situación cambie, y no perdamos un extraordina- rio sistema agrícola que aún a pesar del tiempo sigue siendo admirado y poco difícil de superar. Notas: (1) No pretendemos discutir aquí la antigüedad de las hoyas, puesto que esto último será discutido en un artículo pos- terior. (2) Véase: Parsons y Psuty (1974), Engel (1987), Soldi (1982) Bibliografía Básica: ENGEL, Frederic-André 1987 De las Begonias al Maíz, vida y producción en el Antiguo Perú. CIZA- UNALM. Lima- Perú. PARSONS, Jeffrey y Norbert P. PSUTY 1974 Agricultura de chacras hundidas en el Antiguo Perú En: Revista del Museo Nacional, Lima-Perú. SOLDI, Ana María 1982 La Agricultura Tradicional en Hoyas, PUCP Fondo Editorial, Lima, Perú. Bienvenidos a una nueva edición del Boletín “Tukuy Rikuq”, ésta vez ya en su segundo número y con todas las ganas de seguir creciendo y mejorando la edi- ción de éste modesto Boletín. El Tukuy Rikuq apareció en Diciembre del 2004, concebido como el órga- no oficial de difusión del Grupo Kuntur, grupo de egresados y estudiantes de ar- queología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos reunidos por intereses comunes en la carrera pero sobre todo enfatizando nuestro accionar en dos cuestio- nes: la investigación científica en la arqueología y la defensa del patrimonio arqueo- lógico, tan venido a menos en los últimos años. La intención de este Boletín es el de disponer de un medio de comunica- ción ágil y rápido de reproducir que difunda notas arqueológicas relacionadas sobre todo a la destrucción y abandono de los sitios arqueológicos del país, y también no- tas relacionadas con la investigación y la teoría arqueológica En este segundo número aparecen notas relacionadas al deterioro y des- trucción irreversible que sufren algunos sitios arqueológicos del departamento de Lima, dos de ellos dentro del área metropolitana de la capital (el Sector 11 de Ma- ranga y Huantille) y dos sitios de la provincia de Cañete: las hoyas de Chilca y Hualcará. Para satisfacción nuestra el grupo a crecido en los últimos meses, motivo por el cual con mayor razón trabajaremos en el perfeccionamiento no sólo de nues- tras publicaciones sino también en la organización de eventos, siempre relacionados con las ciencias sociales y su difusión a la sociedad. Para terminar no queremos dejar de felicitar a los compañeros ingresantes, no sólo de nuestra universidad, sino también de la UNFV y la PUCP acá en Lima y de las otras cuatro universidades que en el interior del país enseñan la carrera de arqueología, felicitarlos por el triunfo alcanzado y por haber tomado la valiente de- cisión de estudiar esta tan fascinante y sacrificada carrera que es la arqueología en nuestro país; y en agradecer de antemano a nuestros lectores las críticas y sugeren- cias que hagan de nuestro modesto órgano de comunicación. Reiteramos también la invitación a las personas que deseen publicar notas o artículos para la próxima edi- ción. Sólo esperamos que lo expuesto aquí sea comprendido en su verdadera magnitud. GRUPO KUNTUR Editorial GRUPO KUNTUR Miembros: -José Luis Fuentes Sadowski -Alfonso Ponciano Gonzáles -Katty Zuzunaga Palacios -Ronald San Miguel Fernández -Alberto Ordóñez Livia -Carlos Campos Napán Hecho el Depósito legal en la BN: Nº 2004-8913 Cualquier correspondencia enviar a: [email protected] [email protected] Tukuy Rikuq BOLETÍN INFORMATIVO Abril 2005 Año 2, Nº 2 Tan cerca y tan lejos a la vez: el Sector 11 del campus de la Universi- dad San Marcos 2 Patrimonio arqueológi- co de Magdalena del Mar: La Huaca Huantille 4 Las chacras hundidas de Chilca: un sistema agrícola olvidado 7 Hualcará: ¿Cultivo o patrimonio? 8 Contenido: “El que todo lo ve” GRUPO KUNTUR Petroglifo de Toro Muerto, valle de Majes, Arequipa. (Tomado de Guffroy, 1999)

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encuentran en la parte izquierda del ca-mino, este terreno de cultivo está dentro de la jurisdicción de Hualcará, anexo del distrito de San Vicente, capital de la pro-vincia de Cañete.

Entre los autores que han escrito sobre los sitios arqueológicos de Cañete se en-cuentran Villar Córdova, Middendorf, Larrabure y Unanue, Harth-Terré, Kroe-ber, Hyslop y Rostworowski, pero ningu-no menciona el sitio a pesar de encontrar-se en el camino a la Fortaleza de Hungará y que debieron ver al pasar por allí, nisi-quiera se registran estos montículos en revistas cañetanas.

Ambos montículos son conocidos por los pobladores como “Huacas de Hualcará”, desde ellos se divisan todos los cultivos de alrededor; son de posible carácter ad-ministrativo, fueron probablemente ocu-pados por el señorío de Huarco durante el Intermedio Tardío (1100 – 1470 d.C. aprox.).

Estos montículos distan entre ellos aproximadamente 250 m., son edificios que tienen formas de pirámides truncas, tratándose de plataformas superpuestas hechas con la técnica del tapial, es decir, bloques de barro de grandes dimensiones que se arman dentro de moldes que se colocan uno sobre otro a medida que se va secando el material. Se levantan sobre una planta cuadrangular paredes con cierta inclinación hacia atrás, anchas en su base y estrechas en su cúspide. En ambas se observan entradas, rampas, divisiones en el interior y escasa basura contemporánea.

Hace un par de años cuando fui a visitar “La Fortaleza de Hungará”, uno de los sitios arqueológicos más importantes construidos por el señorío de Huarco en la provincia de Cañete, observé en el camino de Hualcará dos montículos en pésimo estado de conservación que se

Al llegar a la primera pirámide trunca llama la atención una construcción moderna de adobe que data de algunos años, son corrales que fueron hechos para criar ganado vacuno y gallinas; durante la destrucción de los tapiales se encontró una gran tinaja que fue rota al sacarla de forma brutal al tumbar los muros.

En aquel entonces el dueño de los sem-bríos que circundan el montículo era el Sr. Antonio Gómez, el cual estaba des-truyendo el sitio hasta que lo interrum-pió el INC (según información de los pobladores, el cual le prohibió seguir con la destrucción).

Tiempo después estos terrenos de cultivo fueron vendidos al ingeniero Van O’dor, quien maneja el actual fundo: Alevagro, que tiene un total de 7 hectáreas alrede-dor del montículo donde actualmente ha sembrado espárrago. Ahora el sitio ar-queológico es cuidado por el guardián de Alevagro, quien siempre se acerca al monumento al ver que alguien sube a la pirámide, además ya no se cría animales en esos corrales.

Sobre el sitio se encuentran restos de maíz, lúcuma y productos marinos co-mo el “choro”. La paredes de orienta-ción sur alcanzan una altura de 5 m. des-de su base, parte de estas paredes aun conservan su enlucido.

En la segunda pirámide la destrucción ha sido mayor; ya que el dueño de las tie-rras de cultivo aledañas, el ingeniero Rondón, en el año 2003 contrató a un adobero para que cultivara, esto se hizo derrumbando gran parte del montículo hasta el año pasado, cuando el teniente gobernador de Hualcará le exigió que no siguiera con la destrucción del sitio, de esta manera se puso alto a la fabricación de adobes, y desde entonces el sitio no ha sido tocado, pero nadie lo cuida a diferencia del primer montículo. Sobre su superficie hay cerámica diagnóstica, pedazos de gasas y algunos restos óseos.

Al igual que estos sitios, en todo el Perú se está destruyendo nuestro patrimonio cultural, por eso importante es crear conciencia en la población, enseñar que estas construcciones son nuestro le-gado histórico, que nos pertenecen a todos y que por lo tanto debemos cui-darlas para dejar testimonio al futuro sobre nuestro pasado.

Hualcará: ¿Cultivo o patrimonio? Favio Ramírez Muñoz

Vista del Montículo 2. Foto Favio Ramírez, Octubre 2003.

El Tukuy Rikuq seguirá atento, siempre vigilante del patrimonio, denunciando cualquier atentado contra éste.

Autoridades y comunidad deben poner de su parte para que esta situación cambie, y no perdamos un extraordina-rio sistema agrícola que aún a pesar del tiempo sigue siendo admirado y poco difícil de superar. Notas:

(1) No pretendemos discutir aquí la antigüedad de las hoyas, puesto que esto último será discutido en un artículo pos-terior.

(2) Véase: Parsons y Psuty (1974), Engel (1987), Soldi (1982) Bibliografía Básica: ENGEL, Frederic-André

1987 De las Begonias al Maíz, vida y producción en el Antiguo Perú. CIZA-UNALM. Lima- Perú.

PARSONS, Jeffrey y Norbert P. PSUTY

1974 Agricultura de chacras hundidas en el Antiguo Perú En: Revista del Museo Nacional, Lima-Perú.

SOLDI, Ana María

1982 La Agricultura Tradicional en Hoyas, PUCP Fondo Editorial, Lima, Perú.

Bienvenidos a una nueva edición del Boletín “Tukuy Rikuq”, ésta vez ya en su segundo número y con todas las ganas de seguir creciendo y mejorando la edi-ción de éste modesto Boletín. El Tukuy Rikuq apareció en Diciembre del 2004, concebido como el órga-no oficial de difusión del Grupo Kuntur, grupo de egresados y estudiantes de ar-queología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos reunidos por intereses comunes en la carrera pero sobre todo enfatizando nuestro accionar en dos cuestio-nes: la investigación científica en la arqueología y la defensa del patrimonio arqueo-lógico, tan venido a menos en los últimos años. La intención de este Boletín es el de disponer de un medio de comunica-ción ágil y rápido de reproducir que difunda notas arqueológicas relacionadas sobre todo a la destrucción y abandono de los sitios arqueológicos del país, y también no-tas relacionadas con la investigación y la teoría arqueológica En este segundo número aparecen notas relacionadas al deterioro y des-trucción irreversible que sufren algunos sitios arqueológicos del departamento de Lima, dos de ellos dentro del área metropolitana de la capital (el Sector 11 de Ma-ranga y Huantille) y dos sitios de la provincia de Cañete: las hoyas de Chilca y Hualcará. Para satisfacción nuestra el grupo a crecido en los últimos meses, motivo por el cual con mayor razón trabajaremos en el perfeccionamiento no sólo de nues-tras publicaciones sino también en la organización de eventos, siempre relacionados con las ciencias sociales y su difusión a la sociedad. Para terminar no queremos dejar de felicitar a los compañeros ingresantes, no sólo de nuestra universidad, sino también de la UNFV y la PUCP acá en Lima y de las otras cuatro universidades que en el interior del país enseñan la carrera de arqueología, felicitarlos por el triunfo alcanzado y por haber tomado la valiente de-cisión de estudiar esta tan fascinante y sacrificada carrera que es la arqueología en nuestro país; y en agradecer de antemano a nuestros lectores las críticas y sugeren-cias que hagan de nuestro modesto órgano de comunicación. Reiteramos también la invitación a las personas que deseen publicar notas o artículos para la próxima edi-ción. Sólo esperamos que lo expuesto aquí sea comprendido en su verdadera magnitud.

GRUPO KUNTUR

Editorial

GRUPO KUNTUR Miembros: -José Luis Fuentes Sadowski -Alfonso Ponciano Gonzáles -Katty Zuzunaga Palacios -Ronald San Miguel Fernández -Alberto Ordóñez Livia -Carlos Campos Napán

Hecho el Depósito legal en la BN:

Nº 2004-8913

Cualquier correspondencia enviar a:

[email protected]

[email protected]

Tukuy Rikuq

B O L E T Í N I N F O R M A T I V O Abril 2005

Año 2, Nº 2

Tan cerca y tan lejos a la vez: el Sector 11 del campus de la Universi-dad San Marcos

2

Patrimonio arqueológi-co de Magdalena del Mar: La Huaca Huantille

4

Las chacras hundidas de Chilca: un sistema agrícola olvidado

7

Hualcará: ¿Cultivo o patrimonio?

8

Contenido:

“El que todo lo ve”

G R U P O K U N T U R

Petroglifo de Toro Muerto, valle de Majes, Arequipa. (Tomado de Guffroy, 1999)

Page 2: Boletín tukuy rikuq nº 2

Todos los estudiantes, profesores y perso-nal de la Facultad de Ciencias Sociales, suponemos que sobre todo los de arqueo-logía, saben que inmediatamente al costa-do noroeste de la Facultad se encuentra un sitio arqueológico, actualmente en total estado de abandono, es el denominado sector 11, los restos de un montículo que formó parte del complejo Maranga de la cultura Lima (200 d.C. – 600 d.C.) El estado actual de este sitio es una mues-tra palpable del estado del patrimonio ar-queológico nacional, que aunque se en-cuentre en las narices de gente supuesta-mente involucrada en el estudio del patri-monio arqueológico la actitud general es de la más completa y espantosa indiferen-cia, el sitio prácticamente no existe: sólo es un vertedero de basura de la Facultad y un terral que afea el aspecto de nuestra Ciudad Universitaria. La historia del “descubrimiento” e inves-tigación de este sitio fue de la mano con la construcción del actual pabellón de Ciencias Sociales, anteriormente práctica-mente ninguno de los investigadores que trató sobre el complejo Lima de Maranga hizo mención sobre él, en la foto aérea del SAN de 1944 aparece como un pequeño montículo de forma lineal paralelo en su eje a la desfigurada Huaca Concha, supo-nemos que fue derruido y aplanado junto con otros montículos Lima en la construc-ción del campus de San Marcos durante las décadas de los cincuenta y sesenta, prácticamente su existencia fue completa-mente olvidada e ignorada por la comuni-dad académica de arqueología de la uni-versidad hasta los inicios de la construc-ción del pabellón de Ciencias Sociales a finales de 1985.

En Diciembre de 1985, exactamente el día 23 de ese mes se empezó la remoción de tierras de la zona asigna-da para la construcción del nuevo y primer local propio de la Facultad de Ciencias Sociales, recientemente crea-da por el Estatuto Universitario de 1984, al producirse ésta remoción de tierra es que se descubrió la arquitec-tura arqueológica del montículo que aún se conservaba en el subsuelo, éste “redescubrimiento” del montículo sólo fue conocido por los estudiantes de arqueología de entonces hacia mediados de Enero de 1986 ya que las tres semanas anteriores habían estado de vacaciones, sabemos que del 21 de Enero al 15 de Febrero de 1986 un grupo de estudiantes realizó, hasta donde sabemos nosotros, los primeros trabajos de registro de este sitio arqueológico, lo dirigieron Elizabeth Isla y Daniel Gue-rrero, colaborando con ellos los estudiantes Fernando Fujita, Marissa Trujillo, Juan Paredes, Javier Alcalde, Carlos del Águila, Victor Ponte y Carlos Bacigalupo, el trabajo consistió en el dibujo de los perfiles expuestos por los cortes en el terreno hechos para construir los cimientos del pabellón de la Facultad; posteriormente se dio aviso al entonces Director de la Escuela de Ar-queología, Luis G. Lumbreras, en un documento de fe-cha 31 de Marzo de 1986 que envió el Secretario Gene-ral del CEAR de entonces, Johny Isla, adjuntando un resumen de los trabajos realizados por ese grupo de es-tudiantes, sugiriéndose en el documento que la Escuela de Arqueología asuma la protección del monumento y su estudio, y que podría vincularse algún curso para este fin. Posteriormente el arqueólogo y docente de San Marcos Idilio Santillana realiza una evaluación arqueológica del área de toda la Ciudad Universitaria de San Marcos, identificando por las fotos aéreas anteriores todas las estructuras arqueológicas que existieron en el área del campus y tratando de precisar el lugar donde estuvie-ron, esto se realizó con la finalidad de ubicar en qué zonas de la Ciudad Universitaria se situaron éstos mon-tículos y por ende qué sectores podrían aún contener evidencias arqueológicas de éstas arrasadas construc-ciones, el informe de Idilio Santillana, inexplicable-mente inubicable actualmente, se presentó a las autori-dades de la Universidad y al INC en 1988, fue este in-forme el que propuso una numeración para éstos montí-culos, asignando con el número 11 a este sitio del cual se habían descubierto sus evidencias en Diciembre de 1985, desde entonces fue bautizado y conocido hasta ahora como el “Sector 11”. Los trabajos arqueológicos, específicamente excavacio-nes, empezaron en 1989 y duraron al parecer ininte-rrumpidamente hasta mediados de 1998, desde entonces las unidades abiertas en el sitio fueron abandonadas a su suerte, con el consiguiente deterioro de la arquitectu-ra expuesta y el progresivo relleno de éstos espacios por la basura arrojada de la misma Facultad de Sociales y por los mismos estudiantes, lamentablemente esta triste y patética situación ha durado hasta nuestros días.

Vista del Sector 11 desde el techo de la Facultad de Letras. Foto José Fuentes Marzo 2005

Tan cerca y tan lejos a la vez: el Sector 11 del campus de la Universidad San Marcos

Tukuy Rikuq Año 2, Nº 2

“...sólo es un vertedero

de basura de la Facultad

y un terral que afea el

aspecto de nuestra

Ciudad Universitaria.”

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José Luis Fuentes Sadowski

El gran desierto costero del Perú analizado de manera concienzuda presenta una de las zonas más áridas del mundo, sin embargo en él se han desarrollado sociedades admirables que no hacen si-no pensar en su habilidad, destreza y sapiencia para lo-grar aprovechar los recursos que les proporcionaba su en-torno geográfico. Las chacras hundidas u hoyas son antiguas parcelas de terreno agrícola que se encuentran a lo largo del de-sierto costeño del Perú, las condiciones que han hecho posible este tipo peculiar de

explotación agrícola se da en los bajíos topográficos naturales (backmarsh) donde se han acu-mulado capas de grava cuater-naria, de arena y limo. Han sido labradas excavando la superfi-cie del terreno que se quería cultivar, hasta alcanzar un nivel próximo a la napa freática y así lograr que la humedad llegara a las semillas y plantas sin necesi-dad de riego. Las hoyas o cha-cras hundidas causan una gran impresión puesto que fue nece-saria una enorme fuerza de tra-bajo para labrarlas. Garcilaso señala que los espa-ñoles les llamaron hoyas y así parece ser, puesto que la mayo-

ría de fuentes históricas tempranas utilizan este tér-mino para designar una por-ción de terreno que había sido excavada a una profun-didad suficiente para descu-brir la tierra húmeda apta para el cultivo. La extrañeza y admiración que manifestaron todos los cronistas que describieron los cultivos en hoyas del desierto costero peruano prueba que ninguno de ellos había visto antes un sistema agrícola semejante en Euro-pa (1). La mayoría de fuentes colo-niales tempranas describen el cultivo en hoyas como el único en la quebrada de Chilca, asimismo todos sub-rayan la falta de agua en el río y lo árido del paisaje, sin embargo es bien sabido que a lo largo de la franja costera del Perú las hoyas se extienden en gran mane-ra (2). Las hoyas de Chilca se ex-tienden a lo largo de 200 Ha. de terreno ganado al desierto, en la parte baja de ésta quebrada (Ver Fig. 1). La quebrada de Chilca ubi-cada a 62 Km. al sur de Li-

Vista aerofotográfica de la parte baja de la Que-b rada de Ch i l ca (Tomado de Parsons y Psuty, 1974) Nótese en-tre La Bandurria y Cerro Lapalapa el conjunto de hoyadas. (Obs.: “La Vanduria” actualmente es “Cerro Bandurria”, “IV-G6-A” es “El Tam-bo” y “Cerro Lapalapa” es “Cerro Yaya”)

Las chacras hundidas de Chilca: un sistema agrícola olvidado

Tukuy Rikuq Año 2, Nº 2

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Vista actual de las hoyas de Chilca, imagen tomada desde Cerro Bandurria. Foto José Fuentes, Mayo 2000.

Carlos Enrique Campos Napán

“Es cosa notable de oir lo que en este valle (Chilca) se

hace que para que tenga la humidad nece-saria los indios

hacen unas hoyas anchas y muy hondas en las cuales

siembran y ponen lo que tengo dicho y con el rocio y la

humidad es Dios servido que se crie…” (Garcilaso, 1947:231)

ma se constituye en una de las pocas zonas donde aún se utiliza este extra-ordinario sistema agrícola del pasado. Sin embargo, el descon-trolado y caótico creci-miento urbano de Chilca, el establecimiento de granjas avícolas y la ac-ción destructora de las ladrilleras han contribui-do de manera significati-va a la destrucción de las chacras hundidas (Ver Fig. 2) Estas tierras aún productivas amenazan en convertirse en lo que fue-ron antes: un desierto. Señores: ¿Es eso lo que queremos? ¿Qué le deja-remos a nuestros hijos y a las generaciones venide-ras? ¿Dónde queda nues-tro legado y el legado de nuestros antecesores?

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los Srs. Vicente Segura y Víctor Salazar, por R.M. 8179 del 20 de octubre de 1951, afirmando la pérdida del valor de la huaca, debido a su destrucción en un 65%; de lo cual se valió el Sr. Julio Olivera Ore (Director de la Casa de La Cultura de Mag-dalena de Mar) y el Dr. Al-berto Yábar R. (Alcalde del Distrito en 1972) para demo-ler la huaca, por considerarla un foco de infección y de peligro para la salud del ve-cindario (Oficio 67 – 72 del 20 de Noviembre de 1972), acto que no lograron. Por otro lado la migración de los pobladores de la sierra central hacia la capital, origi-

nó que algunos invadieran las zonas arqueológicas co-mo ocurrió en Huantille en el lado norte, en donde hoy se levantan edificios de hasta tres pisos. Sus títulos de pro-piedad fueron otorgados du-rante el gobierno del Gral. Velasco Alvarado, recono-ciendo la invasión del terre-no. Otro caso fue la cons-trucción del Mercado Mode-lo al lado oeste, en 1968 siendo Alcalde el Sr. Dióge-nes Cabrejos, en complicidad con la Junta Vecinal de aquel entonces. Sin embargo, la grandiosa idea del cercado de la Huaca en 1987 por el Alcalde Ri-cardo Flores no consideró la

reubicación de los invasores, facilitando de algún modo la ilegalidad de la ocupación en este sitio. Debido a esto, las empresas de servicios públi-cos les han dado todas las facilidades para una mayor residencia. En declaraciones a la prensa en el mes de Enero del 2005 el actual alcalde, Francis Allison, informó la iniciativa de financiar la salida de los invasores a través del progra-ma Techo Propio. Sólo se espera que no queden en simples propuestas como la han realizado anteriores al-caldes del distrito. En la actualidad, el acceso a la huaca se realiza a través de los jirones Castilla (cdra. 11), jirón Huamanga (cdra. 9) y jirón Echenique (cdra. 11), por donde nos damos cuenta del abandono y la pre-cariedad de las viviendas y la constante destrucción del patrimonio del distrito. Consideración final.- Ve-mos entonces que la monu-mentalidad de este importan-te SITIO ADMINISTRA-TIVO DE HUANTILLE ha sido afectada por todos sus frentes y por la dejadez de la autoridad local cómplice des-de la creación política del distrito poniendo en riesgo su conservación. Sólo espe-ramos que se aplique un si-milar proyecto de conserva-ción, investigación y puesta en valor como ocurre en los distritos de Miraflores, La Molina, Cercado de Lima, San Isidro y otros del interior del país en beneficio de la comunidad de Magdalena del Mar.

Vista de la entrada sur de Huantille, por la Cd. 11 del Jr. Castilla Foto Alfonso Ponciano Marzo 2005

Vista del Jr. José Salas. Foto Alfonso Ponciano, Marzo 2005

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“...la grandiosa idea del

cercado de la Huaca en

1987 por el Alcalde

Ricardo Flores no

consideró la reubicación

de los invasores...”

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Vista del Jr. Ayacucho. Foto Alfonso Ponciano, Marzo 2005

Durante todos los años en que se intervino el Sector 11 todo parece indicarlo que fue el arqueólogo y docente de la Escuela Jorge Silva el responsable de los trabajos en el sitio, durante todo este tiempo la excavación del sitio se hizo en el marco del curso de excavación, reali-zando el trabajo los propios estudiantes de arqueología, así desde la Base 87 hasta la Base 96, que fue la última en excavar el sitio, se sucedieron las diversas promocio-nes haciendo la mayoría de estudiantes sus primeros pininos en el sitio, junto con los numerosos informes de excavación presentados por cada estudiante la biblio-grafía del Sector 11 incluye un informe del curso de excavación (Taller II) presentado por Cecilia Jaime y Gilda Andonayre en 1989, un informe de análisis de cerámica del sitio del curso de Taller III por Cecilia Jaime presentado en 1990 y un informe del curso de Taller IV (el equivalente ahora a Prácticas Pre-profesionales) presentado por Cecilia Jaime en 1992, aparte de estos informes para cursos de pregrado sabe-mos que el responsable de los trabajos ante el INC, Jor-ge Silva, presentó dos informes de éstos trabajos en 1990 y 1991, un informe en 1993 junto con Cecilia Jai-me y un informe más en 1997 (ignoramos si son todos los informes presentados), hay que añadir además dos publicaciones que involucran al sitio: “El patrimonio arqueológico en el campus de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos” de Jorge Silva, Juan Paredes y Cecilia Jaime publicado en la Revista Alma Mater Nº6 en 1993 e “Investigaciones en la Huaca de San Mar-cos” de Cecilia Jaime publicado en la revista Investiga-ciones Sociales Nº3 en 1999. Esto es hasta donde sabe-mos todo lo que se ha publicado de los trabajos realiza-dos en el sitio. Lamentablemente no hemos podido conseguir todos estos informes para darnos una idea de la información recuperada de los restos de éste montículo, fuera de las dos publicaciones los únicos informes que hemos podi-do ubicar y consultar en el INC han sido los presenta-dos por Silva en 1990 y 1997, de todas formas con las referencias obtenidas sabemos que se excavó en el sitio los años 1989, 1990 y 1996 (suponemos también que los informes de 1991 y 1993 se refieren a trabajos reali-zados en esos respectivos años), ignoramos si se inter-vino el sitio en 1992 y 1994, aunque tenemos referen-cias que en el año 1995 no se excavó en el sitio. En 1997 y 1998 se intervino el Sector 11 puesto que fui-mos testigos de ello. Tratando de hacer un ajustado resumen de la informa-ción proporcionada por éstos estudios: el Sector 11 pre-senta una ocupación desde las fases 7-8-9 de la cultura Lima (500–600 d.C.) hasta el Intermedio Tardío (1200– 1440 d.C.), siendo las más importantes las ocupaciones Lima y de inicios del Horizonte Medio (Nievería), que fueron responsables de la construcción de prácticamen-te toda la arquitectura superviviente del lugar, lográn-dose definir hasta 11 fases constructivas en el sitio, so-bre la función del montículo fue posiblemente lugar de residencia de gente de un nivel social inferior a los que residieron en Huaca San Marcos y Huaca Concha. Como mencionamos anteriormente las excavaciones en el sitio terminaron en 1998, al año siguiente la Junta Directiva del CEAR de entonces solicitó a la Escuela de

Plano del Sector 11, elaborado por Casareto, Echevarría y Tara-zona en 1995. Las líneas punteadas es un agregado nuestro, que indica la extensión actual de las unidades de excavación.

Tukuy Rikuq Año 2, Nº 2

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Vista de un muro de adobitos del Sector 11. Foto José Fuentes Marzo 2005

Arqueología permiso para poder lim-piar el sitio de la basura acumulada, negándosele el permiso a pesar de estar apoyada esta solicitud por los entusiastas estudiantes de primer año, la Base 99, posteriormente durante el año 2002 la Junta Directiva del CEAR de entonces solicitó permiso nuevamente a la Escuela, recibiendo felizmente el apoyo de ésta, es así que por un lapso de dos semanas aprox. se limpió parte de la basura que había sepultado parcialmente las unidades del Sector 11, la última limpieza efec-tuada en el sitio fue en el año 2003, por los entusiastas ingresantes de ese año, desde esa fecha nadie más ha vuelto a tocar al Sector 11. Para terminar sólo queremos decir que preocupa la situación del Sector 11 no sólo por su abandonado estado, sino que es un síntoma de la terrible indiferencia que parece haberse pose-sionado de la comunidad académica de arqueología de San Marcos, si no importa la situación de un sitio vecino a la Escuela ¿Qué importancia enton-

ces tendrían los sitios des-perdigados por todo el Perú? Otro asunto latente es el pe-ligro de desaparición total que se cierne como una es-pada de Damocles sobre el sitio, cualquier intento de ampliación de la Facultad hacia ese “desierto” lado, como ya lo han insinuado algunas autoridades de la Facultad, arrasaría por com-pleto el sitio, creemos firme-mente que la investigación aún no se ha agotado en el Sector 11 a pesar de las de-claraciones de algunas per-sonas y que su conservación como uno de los últimos res-tos supervivientes del com-plejo Maranga de los Lima sería un síntoma del respeto a la memoria.

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El distrito de Magdalena del Mar alberga al sitio arqueológico conocido con los nombres de Orbea, Huantille o Wantille, San Miguel, Ladrillera, Huaca Grande y Huaca Echenique(este último en referencia a uno de los jirones que lo rodea). Se encuentra bordeado y escon-dido por los edificios de concreto y material noble del lugar, lo cual hace posible que se encuentre en peligro de desaparecer por com-pleto, debido a las constantes excavaciones clandestinas que se efectúan con el afán de ganar espacio a la huaca. Ubicación.- El sitio arqueológico está rodea-do por los jirones Mariscal Castilla (por el sur), Rufino Echenique y Ayacucho (por el oeste), José Salas (por el norte) y Rufino Echenique y Huamanga (por el este); calles que al ser trazadas no tomaron en cuenta su existencia, monumentalidad e importancia, de igual manera con las otras huacas ubicadas en el distrito.

Su ubicación geográfica corresponde a los 12°05’19” L.S. y 77°04’43” L.O. a 81.9 m.s.n.m. Posee un área de 6000 m2 (Ravines, 1984: n°66). Geografía.- El área geográfica de Magdalena del Mar se encuentra sometida a la acción de condiciones microclimáticas particularizadas dentro de la costa peruana tipificándolo como clima semiárido, bañado por las brisas mari-nas. Las precipitaciones son escasas, ocasio-nalmente son garúas invernales, cuando la saturación de humedad relativa ha llegado a su nivel máximo. Geomorfológicamente, se encuentra asentada sobre una terraza fluvio aluviónica del cono deyectivo del río Rímac, modelada por las aguas del Océano Pacífico. La zona presenta un relieve horizontal truncado por un acanti-lado irregular. El acantilado muestra indicios de actividad muy peculiar en relación con la acción dinámica del oleaje y del viento. Esta acción ha dado lugar a la formación de playas estrechas de cantorrales y acantilados empi-nados. El Distrito.- Las primeras referencias de Magdalena se remontan a los inicios de la Colonia. Cuando, por orden del Virrey Mar-quéz de Cañete, se ordena la reducción de los pobladores de Lima, Maranga y Huadca al Convento de Santa María de Magdalena (hoy Pueblo Libre o Magdalena Vieja) que fue administrado por los curas franciscanos hasta 1758. Según los documentos de la época, el terreno fue donado por el Cacique Gonzalo Tauli-chusco hacia 1557 porque buscaba obtener el favor de los españoles; esto se une a que los pobladores del valle de la Magdalena apoya-ron en la defensa de Lima contra las huestes cusqueñas al mando de Titu Cusi Yupanqui, en 1537. Magdalena fue fundada el 18 de enero de 1872 por “…un grupo de entusiastas…hombres de negocios se unen en sociedad para emprender la recreación de una nueva ciudad a orillas del mar…y el 1ro de julio de 1872 se da forma y estructura a la nueva ciu-dad…” (Biblioteca Municipal, 1999) Lo cier-to es, que tras la compra de los fundos Orbea

Vista de Huantille des-de la entrada por el Jr. Echenique (Cd. 11). Nótese los adosamien-tos de los muros de ta-pia hacia el norte Foto Alfonso Ponciano Marzo 2005

Patrimonio arqueológico de Magdalena del Mar: la Huaca Huantille

Vista de viviendas modernas dentro de Huantille Foto Alfonso Ponciano Marzo 2005

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Alfonso Rógger Ponciano Gonzáles

y Oyague, se inician las obras del ferrocarril que uniría Lima con Miraflores, la repartición de so-lares y la construcción de zonas de esparcimien-to. Esta compra también pudo originarse por la baja producción de las haciendas como ocurrió en 1753 cuando Doña Josefa Vásquez de Velas-co vende el 15 de febrero a Don Diego de Orbea y Arandia sus tierras debido a la crisis del agro, que comenzaba a afectar a toda Lima. Por entonces Magdalena Nueva o “Mar Be-lla” (hoy Magdalena del Mar), se ubicó a orillas del litoral rodeada por el antiguo canal, que par-tía de la ciudad amurallada de Lima (Portada Guadalupe) y con esto se dio paso a la urbaniza-ción de las zonas agrícolas y la destrucción de las áreas arqueológicas. Antecedentes históricos.- Los viajeros del siglo XIX, a su paso por el Perú, detallan las particula-ridades de las ciudades y sus antigüedades; es así que Alphonse Bandelier (1892) elabora un plano titulado “Magdalena del Mar” en donde “…aparecen más de una docena de montículos de los cuales sobresale uno que consiste en dos pi-rámides escalonadas con rampas de gran tama-ño y adosadas que se orientan hacia el Este…La pirámide doble corresponde a la actual Huaca Huantille o Magdalena…este edificio debió co-rresponder al “templo de Magdalena” que des-cribe Squier (1973:83-85) como una estructura de suntuosa construcción, finamente decorada y sede del famoso ídolo denominado Rímac o Li-mac…” (Cornejo, 2000: “Los Incas en Lima”) Ernst Middendorf, en 1894, relata lo siguiente “si continuamos nuestro paseo desde la Magda-lena…encontraremos una Fortaleza que por su gran extensión se distingue, de todas las demás de esta región. Se trata de la huaca San Miguel, llamada así por el nombre de la hacienda veci-na…” (Middendorf,1973) por otro lado, detalla sobre el estado ruinoso de las fortalezas y caserí-os situados en Magdalena construidos con gran-des muros de tapia. Por otro lado el Dr. Villar Córdova agrega: “Cuando se viaja por la Avenida de la Magdale-na…en tranvía o en automóvil, se puede visitar las ruinas de “Chaya-Calca”, cuyas pequeñas aldeas, fortificadas con grandes murallas, se ex-tienden por la Magdalena Vieja y San Mi-guel.” (Villar Córdoba, 1935:177). En una reciente publicación del Museo de Ar-queología y Antropología de San Marcos del Ar-chivo Tello (1999) se hace referencia a las hua-cas de Grupo Huantille las cuales estaban sien-do afectadas por las ladrilleras y la construcción de viviendas y avenidas en 1944. Se identifica un total de cinco montículos de gran tamaño de los cuales solo sobrevive Huantille.

Huantille y su estado actual.- Huantille está constituida por tres terraplenes, sobre los cuales se levantan las estructuras de tapia. En lo que queda visible se distinguen las diferentes remodelaciones de los espacios construidos así como los cuartos, pasadizos, patios, escaleras y diferentes accesos hacia el interior y exterior de las estructuras inter-nas de la huaca. En el “Inventario de Monumentos Arqueológicos del Perú: Lima Metropolitana” ela-borado por Rogger Ravines en 1984, hace referen-cia a lo siguiente: “El conjunto se edificó a partir de muros de contención con rellenos y muros su-perficiales en la parte superior. Los muros de con-tención son paramentos irregulares y con talud que se adosan lateralmente para lograr el espe-sor deseado…” Esta Huaca funcionó como un im-portante centro administrativo durante el período Intermedio Tardío y Horizonte Tardío, en esta par-te del valle. Su conservación ha sido afectada gravemente des-de la autorización otorgada por el Patronato Na-cional de Arqueología a la ladrillera “La Edifica-dora”, que dirigía el Sr. Tomás Percivale, en 1942, gracias al D.S. del 29 de Enero de 1941, que regla-mentó la demolición de Huacas. Las primeras excavaciones fueron efectuadas por

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“... calles que al ser

trazadas no tomaron en

cuenta su existencia,

monumental idad e

importancia, de igual

manera con las otras

huacas ubicadas en el

distrito.”

Plano de Magdalena en 1879 (Hampe 1990:114)

Plano de Magdalena en 1872