Boletín Página al viento-N°17

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En este número: La vida de un sabio viajero / 2 Jesús Aguilar Paz / Jorge Fidel Durón / 4 “La geografía: el secreto de todo lo que es” / Jesús Aguilar Paz / 5 La iglesia de Curarén / Jesús Aguilar Paz / 6 Boletín informativo de la Editorial Universitaria Año III, No. 17 Marzo de 2014 Universidad Nacional Autónoma de Honduras Ciudad Universitaria, Edificio Juan Ramón Molina Tel. (504) 2232-4772 / 2232-2109 ext. 208 Correo: [email protected] editorialUNAH @editorialUNAH Diseño gráfico: Rony Amaya Hernández Mercadeo y publicidad: Tania Arbizú Apoyo logístico: Alejandra Vallejo, Maryori Chavarría Director: Rubén Darío Paz Edición: Suny del Carmen Arrazola Néstor Ulloa M arzo es un mes lleno de fechas importantes. Ini- ciando la segunda semana, en todo el mundo se festeja el Día Internacional de la Mujer; en nues- tro país, desde el 5 de noviembre del año pasado se decretó Día del Historiador Nacional en fecha 17; y para el 21—equinoccio de primavera— el Día Interna- cional de la Poesía. En este año, se sumó una efeméride más: el 31 de marzo, con el centenario del nacimiento del nobel mexicano, Octavio Paz, uno de los poetas hispa- nos más influyentes de la historia literaria. La Editorial Universitaria, en su continuo acercamiento con la comunidad universitaria y el público lector, ha conmemorado todas estas fechas en cada una de nuestras plataformas infor- mativas. Y como cualquier mes y cualquier día es apropiado para recordar, Página al viento en este número salda una deuda pendiente con un hombre cuya labor como forjador de nuestra identidad fue irrepetible: el doctor Jesús Aguilar Paz. Las siguientes páginas ofrecerán un acercamiento a lo que fue el quehacer de nuestra figura del mes, reconocido sobre todo por crear el mapa oficial de Honduras —nuestro rostro como patria— pero que igualmente destacó con gran en- comio en otras disciplinas. En un esbozo biográfico describiremos las múltiples proyecciones que tuvo el trabajo de Jesús Aguilar Paz, que fue, por ello, un erudito en toda la extensión de la palabra. Com- partimos unas breves palabras que el doctor Aguilar Paz ofreció hace cincuenta y cinco años en la última reunión panamericana de consulta sobre geogra- fía realizada en Ecuador. Y para no abordar úni- camente esa parte de su perfil intelectual repro- ducimos el texto mítico que escribió sobre la iglesia de Curarén, uno de los pueblos más antiguos de Honduras, junto a una breve reseña sobre este pueblo. Les invitamos a que consulten nuestro catálogo de publicaciones y que sigan nuestras actividades a través de las re- des sociales, y esperamos que conti- núen enviando sus comentarios y su- gerencias a nuestros correos electrónicos. Jesús Aguilar Paz: un referente de la geografía patria

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En este número: La vida de un sabio viajero / 2

Jesús Aguilar Paz / Jorge Fidel Durón / 4

“La geografía: el secreto de todo lo que es” / Jesús Aguilar Paz / 5

La iglesia de Curarén / Jesús Aguilar Paz / 6

Boletín informativo de la Editorial UniversitariaAño III, No. 17 • Marzo de 2014

Universidad Nacional Autónoma de HondurasCiudad Universitaria, Edificio Juan Ramón MolinaTel. (504) 2232-4772 / 2232-2109 ext. 208 Correo: [email protected] editorialUNAH @editorialUNAH

Diseño gráfico: Rony Amaya Hernández Mercadeo y publicidad: Tania ArbizúApoyo logístico: Alejandra Vallejo, Maryori Chavarría

Director: Rubén Darío Paz Edición: Suny del Carmen Arrazola Néstor Ulloa

Marzo es un mes lleno de fechas importantes. Ini-ciando la segunda semana, en todo el mundo

se festeja el Día Internacional de la Mujer; en nues-tro país, desde el 5 de noviembre del año pasado se

decretó Día del Historiador Nacional en fecha 17; y para el 21—equinoccio de primavera— el Día Interna-cional de la Poesía. En este año, se sumó una efeméride

más: el 31 de marzo, con el centenario del nacimiento del nobel mexicano, Octavio Paz, uno de los poetas hispa-nos más influyentes de la historia literaria.

La Editorial Universitaria, en su continuo acercamiento con la comunidad universitaria y el público lector, ha conmemorado todas estas fechas en cada una de nuestras plataformas infor-mativas. Y como cualquier mes y cualquier día es apropiado para recordar, Página al viento en este número salda una deuda pendiente con un hombre cuya labor como forjador de nuestra identidad fue irrepetible: el doctor Jesús Aguilar Paz.

Las siguientes páginas ofrecerán un acercamiento a lo que fue el quehacer de nuestra figura del mes, reconocido sobre todo por crear el mapa oficial de Honduras —nuestro rostro como patria— pero que igualmente destacó con gran en-comio en otras disciplinas. En un esbozo biográfico describiremos las múltiples proyecciones que tuvo el trabajo de Jesús Aguilar Paz, que fue, por ello, un erudito en toda la extensión de la palabra. Com-partimos unas breves palabras que el doctor Aguilar

Paz ofreció hace cincuenta y cinco años en la última reunión panamericana de consulta sobre geogra-

fía realizada en Ecuador. Y para no abordar úni-camente esa parte de su perfil intelectual repro-ducimos el texto mítico que escribió sobre la iglesia de Curarén, uno de los pueblos

más antiguos de Honduras, junto a una breve reseña sobre este pueblo.

Les invitamos a que consulten nuestro catálogo de publicaciones y que sigan

nuestras actividades a través de las re-des sociales, y esperamos que conti-núen enviando sus comentarios y su-

gerencias a nuestros correos electrónicos.

Jesús Aguilar Paz:un referente de la geografía patria

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A instancias de las autoridades y fuerzas vivas del municipio de Gualala se erigió un monumento en recono-cimiento a la trayectoria de su hijo prominente.

Para nosotros siempre fue don Jesús, hombre bueno,

nunca perdió el estilo campesino, jovial, generoso

y sin dejar de ser —en el orden colectivo— útil a

la república: con el mapa de Honduras, con sus

investigaciones lingüísticas, con sus estudios históricos;

en una palabra, con su presencia y prestancia de

ciudadano ejemplar.”Medardo Mejía

La vida de un sabio viajero

“Maestro, algún día yo le voy a hacer un retrato a mi patria”,

fueron las palabras que el doctor Jesús Aguilar Paz le diría en algún momento a su maestro Pedro Nufio. Y así lo hizo. Recorrió palmo a palmo el país gran parte de su vida, acompañado de dos brújulas, un aneroide y un podómetro, con el objetivo de darle una cara a este pequeño pedazo de tierra —el ombligo de Centroamérica—: un mapa que nos identificara como Honduras.

Nació en Gualala, Santa Bárbara, el 15 de octubre de 1895. Como muchos han dicho, la genialidad jamás nubló su lado humano, siempre fue un hombre sencillo, que además de intelectual fue campesino y pastor de vacas, amante de la artesanía de los campos, pues tejía sombreros de palma.

Egresó de la Escuela Normal de Va-rones en 1914, por aquellas épocas dirigida por el maestro Pedro Nufio.

Luego de eso, fue secretario y sub-director de la Escue-la Normal de Occidente en La Esperanza, Intibucá. En

1937 se graduó como Doctor en Quí-mica y Farmacia de la UNAH, donde posteriormente ocuparía el puesto de decano. Asimismo, fue maestro de pri-maria, delegado para Honduras ante la UNESCO, diputado al Congreso Nacional, presidente de la Sociedad de Geografía e Historia de Honduras y miembro de la Academia Hondureña de la Lengua. Con su labor y gestión fueron muchas las entidades culturales que tuvieron gran empuje, entre ellas la Academia Nacional de Historia, el Ins-tituto de Cultura Hispánica y la Acade-mia Hondureña de la Lengua. Falleció en Tegucigalpa el 26 de junio de 1974.

Estudios y publicaciones

Su trabajo —toda una amalgama de conocimiento— reflejan su amplio saber intelectual, que no se encasilla-ba en una sola línea o disciplina, pues Jesús Aguilar Paz —científico, histo-riador, académico, educador, folclo-rista y geógrafo— no tuvo límites para el conocimiento. En 1918 publicó su primer libro, Laberintos de alquimia,

una obra filosófica; Tradiciones y le-yendas de Honduras (1931) recoge las muestras de nuestro folclore tradicio-nal —costumbres, mitos y crónicas populares— cuya misión se completa con lo que, años después, presentaría en Toponimias y regionalismos de Hon-duras (1970) y El refranero hondureño (1981). Para 1938 apareció Flora tra-dicional, una recopilación de investi-gaciones sobre plantas medicinales de nuestro país. Fueron muy importantes sus estudios científicos, sobre todo el referente a los cinco temas sobre ener-gía nuclear y atomística, y el de crea-ción de campos ingrávidos y de la luz sin foco; sumado a ello, la publicación del folleto Interpretación química y ley periódica universal le valieron el Pre-mio Nacional de Ciencia “José Ceci-lio del Valle”. Fue autor de los textos Educación fundamental para Honduras (1948) y El alfabetismo en Honduras (1949) y de tres folletos referentes a los seminarios de educación celebrados en Caracas, Río de Janeiro y Montevideo, a los cuales asistió como representante de Honduras.

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Las juventudes actuales, quienes tienen ahora a su

cargo la misión delicada de orientar

este país hacia las metas de su desarrollo

y su dignificación, no podrán olvidar jamás la obra realizada por

hombres de la talla de Jesús Aguilar Paz,

sino que más bien estarán obligadas a

inspirarse en ella para el cumplimiento de

su misión presente y futura.”

Víctor Cáceres Lara

Geógrafo autodidacta

Desde muy joven mostró un gran in-terés en conocer su territorio. En el libro El alquimista de Gualala, Enri-que Aguilar Paz, su hijo, cuenta que: “Cuando Jesús Aguilar Paz se trasladó desde Gualala hasta Tegucigalpa, en diciembre de 1905, durante los cinco días que duró el viaje a lomo de mula iba dibujando croquis de los pueblos que visitó. Únicamente tenía diez años de edad, pero en esos primeros trazos se refulgía el talento innato en orienta-ción geográfica.” La que para muchos es su obra cumbre —el mapa de Hon-duras—, fue una labor que le llevó más de dieciocho años: desde 1915 has-ta 1933 —fecha en que presentaría la consumación de este trabajo. Además de ello, concurrió a varios simposios y asambleas en toda Latinoamérica como delegado de Honduras del Instituto Pa-namericano de Geografía e Historia. El amor que tuvo por esta disciplina era una extensión del amor a su país y a su identidad como hondureño. En 1957, escribiría: “Un mapa de Honduras es y será siempre el mejor amigo de su fa-milia y debe figurar de preferencia en el santuario del hogar, como un libro cuyas páginas están totalmente abier-tas, en todo instante, para la educación cívica y del carácter de los patriotas del futuro”.

Bibliografía consultada

--- (1956) “Breves biografías de acadé-micos: doctor Jesús Aguilar Paz” Boletín de la Academia Hondureña de la Lengua, agosto.

Aguilar Paz, Enrique (1995) El alquimis-ta de Gualala. Editorial Guaymuras: Te-gucigalpa.

Argueta, Mario (2004) Diccionario de escritores hondureños. Editorial Univer-sitaria: Tegucigalpa.

Cáceres Lara, Víctor (1974) “La muerte de un gran hondureño” Anales del Ar-chivo Nacional, VIII (13), diciembre, pp. 72-73.

Indumentaria básica que utilizó Jesús Aguilar Paz para recorrer el país.

Viajero, triste viajeroaburrido y cansado

¿cómo sigues aún cansadode conciencia y de razón?

En ellas leo mi historiay repaso el universo,

en los latidos del corazón.Del norte al sur

del levante al oestede la órbita celeste

al más pobre recodo,de puro viejo,

¡lo he sido todo...!Jesús Aguilar Paz

Jesús Aguilar Paz en uno de sus encuentros internacionales.

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He aquí un hombre que la historia de

Honduras pronunciará mañana con el más un-cioso respeto. He aquí un hombre que la juventud hondureña provecho-samente deberá emular. Salido de la más recia y autóctona entraña que ha forjado nuestra na-cionalidad, fue induda-blemente el self-made man de la leyenda, que paso a paso, firmemente siempre, escaló todos los peldaños del éxito con vigoroso empeño. Difí-cilmente podrá encon-trarse en la limitada gale-ría de nuestros verdaderos prohombres un ejemplar humano más completo.

Se educó y se instruyó con intrepidez desde muy temprana edad, seguro, como que sabía el importante papel que desempeñaría en la vida nacional, como anticipando que sería citado un día como paradigma en la cátedra, en la tribuna, en la profesión, en el libro y en la obra permanente y perdurable.

Sin lugar a duda fue nuestro más acu-cioso científico. Así se le consagró en su

Jesús Aguilar Paz* Jorge Fidel Durón

gabinete de trabajo, llegando a alcan-zar los más codiciados galardones que Honduras ofrece a los ciudadanos de su talla. Fue de los pocos connaciona-les que conoció su patria y la recorrió alerta y vigilante, palmo a palmo, pues justamente creía que, para amarla, este profundo y personal conocimiento es esencial.

Muchas fueron las eminentes obras en que dejó la huella imperecedera de su reflexión, de su sabiduría y de su ci-vismo. Numerosos fueron los valiosos

* Prólogo del libro El alquimista de Gualala (1995) Editorial Guaymuras, pp. 13-14.

Salido de la más recia y autóctona entraña que se ha forjado nuestra nacionalidad

(…) Difícilmente podrá encontrarse en la limitada

galería de nuestros verdaderos prohombres

un ejemplar humano más completo.”

Enrique Aguilar Paz y su hijo junto al mapa que presentó su padre en 1933. Foto: Diario El Heraldo.

Recibiendo la Orden “Ramón Rosa” en 1969.

testimonios que, den-tro y fuera de nuestra geografía, ratificaron el producto de sus desve-los. Fuera de Honduras, soy testigo de los triun-fos en que su nombre quedó para siempre vinculado al de su solar nativo.

Jesús Aguilar Paz será un valor inapreciable muy difícil de reponer en nuestro medio. La madera de que estaba hecho este personaje dinámico y singular es augusta y rara. Los días futuros ratificarán las

palabras que, despertándonos a la rea-lidad, señalarán su inexorable falta, la pena de su ausencia. Y es que, precisa-mente, en él se conjugaban los valores de las múltiples personalidades que re-presentaba, así la del hombre sencillo y afable, cuya curiosidad por aprender era insaciable, y la del hombre estudio-so que conocía el precioso valor del tiempo en nuestro efímero paso por este valle de lágrimas. A Jesús Aguilar Paz lo debemos honrar y dignificar y jamás olvidar su inmortal ejemplo.

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El hombre, criatura que sufre y se construye minuto a minuto, ha

forjado su mente, verdadera maravilla cósmica, con los haberes arrancados al mundo ambiental, formando sus archi-vos, cual tesoros diamantinos, frutos de sus dilatadas experiencias en el largo recorrido de la piedra, el árbol y el ani-mal dentro del ámbito aún desconocido de la biocosmia. Enriquecida así la hu-manidad con los acaeceres del pasado del hombre, devuelve con precisión las enseñanzas pretéritas que la formaron, por medio de la divina facultad de la palabra (…) El hombre habla diversos idiomas, pero el universo tiene uno solo: el que vemos, tocamos y sentimos, y que todas las razas procuran interpre-tar en sus lenguas particulares. Mas, el lenguaje de la naturaleza está escrito en las cosas, en sus fuerzas, en sus fenóme-nos y agentes físicos, que son parte de la geografía, la reina de las ciencias.

Cuando el geógrafo describe la tierra, descubre algo o inventa maquinarias, estudia la atmósfera con sus tremendos cambios. Únicamente está devolviendo de su memorial mente milenaria lo que vio, la poesía y sentimientos que sintió, los hechos físicos que sufrió o experi-mentó, los sectores estelares que inquie-taron su inteligencia, ya que en definiti-va el hombre es, de la esencia universal, un resumen cosmogónico que contiene el todo, según leyes periódicas invaria-bles.

Los geógrafos de América, incluyendo los cartógrafos, que estratifican el dato geográfico, y los historiadores que es-criben en la hebra de las horas las palpi-taciones terrenales, van con paso firme descubriendo las reconditeces del con-tinente colombiano, poniendo en prác-tica la mística que les da fe, entusiasmo y resolución para alcanzar el noble em-peño de conocer los detalles de nues-tras tierras y el fondo del hombre que la habita como morador, y el de ella como morada que lo protege y sustenta (…).

“La geografía: el secreto de todo lo que es” *Jesús Aguilar Paz

Pero antes de terminar permitidme que con emoción filosófica pueda aún pon-derar y elogiar el capital incontable de la geografía, emperatriz de la creación, porque habrá día en que la humanidad termine su existencia y la madre tierra

quede abandonada, sola y desértica por el fuego apocalíptico que la abra-sará, destruyendo cuanto el hombre ha producido con sus esfuerzos, mas, ella misma en previsión de lo incier-to del porvenir, por medio del mismo protagonista de la civilización, está ex-plorando ya en los espacios siderales, extendiendo en los spucnik, satélites y cohetes estratosféricos, las fronteras de su ecuménica y a otros planetas enviará el grandioso mensaje de esta humani-dad terrícola, es decir, a otras gentes, y que por milenios luchó entre el dolor y la ignorancia por descubrir el secreto de todo lo que es. Más aún cuando desapa-rezca la criatura humana, en mi ficción pesimista, pero dentro de los dictados de las leyes naturales inmutables, la geografía seguirá viviendo como dueña y señora de lo creado. Entonces, según designios inescrutables, solo será posi-ble con la experiencia etérea acumula-da, que perdurará el aparecimiento de otro gran cielo, que en escala superior y luminosa, dará origen a otra humani-dad menos opaca y más diáfana, que re-petirá la ruta recorrida por la presente, en el espacio y en el tiempo.

* Fragmento del discurso pronunciado para la sesión de clausura de la V Reunión Panamericana de Consulta sobre Geografía, en Quito, el 16 de enero de 1959.

El doctor Jesús Aguilar Paz es uno de los hombres de ciencia

más sobresalientes que ha tenido este país. Ha tenido una

actuación dilata y fecunda en la vida pública de la nación en sus

múltiples facetas ciudadanas, ya sea como maestro insigne

de varias generaciones, ya como hombre de pensamiento,

ya como científico, ya como hombre de letras y ante todo y

sobre todo, como un hondureño ciento por ciento…”

Rafael Bardales

El doctor Jesús Aguilar Paz ofreciendo un discurso en 1958.

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No se crea que la iglesia del pue-blo indígena de Curarén ha sido

construida de igual suerte que los demás templos de la generalidad del país, por lo menos eso afirma la le-yenda, que tan amiga es de transfor-mar y contar los hechos del pasado, modificándolos y pintando con pin-celadas originales y de contraste her-moso, tal vez lo que es chocarrero y vulgar.

Ignoro si el lector conoce o sabe que la iglesia aludida, por defecto en la construcción arquitectónica, dista mucho de estar completamente a plo-mo, cuando más bien sus líneas de la fachada, es decir, sus aristas, parecen inclinadas como si de adrede se los hubiese recargado o empujado hacia el centro de la nave central. Pues bien, este detalle insignificante al parecer

La iglesia de CurarénJesús Aguilar Paz

dio origen para que la gente, que es la autora de las historias y leyendas, inventase la que a continuación se re-lata:

El Diablo, siempre en su afán de adueñarse del mayor número de al-mas para su reino negro, como la brea o las camacas, hizo una singu-lar apuesta con un señor de la locali-dad, es decir del célebre Curarén. La apuesta consistía en que el demonio, con su poder infernal, se comprome-tía a dar construida y terminada la iglesia del pueblo en una sola noche; en cambio, el hombre imprudente, si tal cosa se efectuaba, entregaría su alma al Diablo después de muerto. Mas, si no se terminaba el templo en las condiciones estipuladas, quedaría el hombre libre de compromiso algu-

no. Concertado el trato, se fijó cierta noche para el trabajo.

El demonio, al no más cerrarse la oscuridad nocturna por completo, comenzó su obra, oyéndose ruidos atronadores y estrépitos que produ-cían los materiales al ser acopiados y colocadas las piedras en su sitio co-rrespondiente; siendo ayudado en su gigantesca empre por una turba de diablos y diablillos que, en legiones incontables, hormigueaban por los alrededores, de negro uniformados y sus ojos chispeantes cual ascuas, por lo que en conjunto simulaban un bra-sero en mágico movimiento.

Fachada de la iglesia de Curarén, F.M.Foto: Rubén Darío Paz.

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La construcción de la iglesia marcha-ba a vapor y nuestro hombre compun-gido y temeroso atisbaba temblando, desde un rincón cercano. Pasaban las primeras horas de la noche y el tra-bajo aumentaba sorprendentemente, esbozándose ya en medio de las som-bras de la otra parte contratante. Ya por la media noche, los muros de las paredes laterales, trasera y frontal, es-taban rematándose, siguiendo el cie-rre de la bóveda de la nave, etc.

Cuando las horas de la mañana del siguiente día se iniciaban y el Dia-blo gozoso creía ya casi concluida la obra, nuestro héroe había pasado del miedo al terror angustioso por el negro porvenir que le esperaba en garras del maligno espíritu, del rey del averno. Sin embargo, “soldado prevenido nunca es combatido” dice el dicho y esto mismo puede decirse del poblano que expuso su alma, por ver terminado pronto el templo de su pueblo, pues con tiempo se armó de un gallo del gallinero de su casa, el que nunca separó del brazo. Este gallo lo salvó de la desgracia que se le avecinaba. En efecto, cuando nuestro hombre notó que la banda de diablos estaba para terminar la obra apostada y sabiendo que el propio Diablo no podría continuar el trabajo después del canto del primer gallo, por apro-ximarse los rayos del nuevo día, tuvo la buena idea de apretar del pescue-zo al mencionado gallo que portaba. Este, acosado, no tardó en soltar su claro y sonoro “quiquiriquiiiii”, tan decidor, que asustó a la diablada que creyó ser acogida por los claros del nuevo día.

El cojo mayor, viéndose perdido, montó en cólera y antes de desapa-recer, entre chispas y remolinos de viento, dio un tremendo puntapié al muro de la fachada de la iglesia, tan fuertemente, que la canteó hacia el interior según puede verse en la ac-tualidad, con lo cual la gente explica el defecto en la arquitectura de la casa de Dios.

NOTA: Parecida historia se cuenta del origen de cierto acueducto y pozos del mismo ve-cindario de Curarén y que ya son agregados a la presente leyenda.

En uno de los agrestes ramales de la sierra de Lepaterique se divisan las

montañas de Curarén, una topografía dominada por cerros, picos y peñones que invitan a disfrutar de una excitan-te experiencia que inicia con el ascen-so por empinadas cuestas.

En 1791, Curarén perteneció al curato de Aguanqueterique y en 1825, cuan-do se estableció la primera división te-rritorial de Honduras, pasó a formar parte del departamento de Comaya-gua. En 1843 se adhirió a Choluteca y en 1869, cuando La Paz alcanzó la categoría de departamento se insertó en sus dominios territoriales. Final-mente, en 1878, durante la reforma liberal, pasó a formar parte del depar-tamento de Tegucigalpa, que a partir de 1942 se llamó Francisco Morazán. Curarén colinda con varios muni-cipios de Francisco Morazán, entre ellos: Lepaterique, Reitoca, Alubarén, San Miguelito y La Libertad; y con los municipios de San Francisco de Coray, Langue y Caridad del departa-mento de Valle. De igual forma limita con Aguanqueterique y Lauterique, ambos pertenecientes al departamen-to de La Paz. Curarén tiene dieciséis aldeas, entre las que destacan algunas por sus nombres indígenas: Macanci-cre, Mandasta, Toncontín, Emituca, Cartagua y Cunimisca. Como en casi todos los pueblos de Honduras, en el casco urbano de este municipio se en-cuentra la iglesia católica y el Palacio Municipal, al que se llega por la popu-

Curarén: donde las fuerzas del mal perdieron su batallaRubén Darío Paz

lar Calle del Comercio. Con solo ver sus edificios principales se deduce que su ubicación no sigue el orden acos-tumbrado de las construcciones es-pañolas, dado que el templo católico se ubica al lado contrario del Palacio Municipal y a un costado su parque de reciente edificación.

Original mausoleo. Muy cerca de Las Brisas, uno de sus más antiguos ba-rrios, se encuentra uno de los monu-mentos de mayor trascendencia en el país, debido a sus dimensiones y estilo. Es el mausoleo de la familia Cardona, construido a finales del siglo XIX y que sirve de reposo a varias generacio-nes. Es urgente conservar este edificio ya que junto a los cementerios de Yus-carán, Trinidad, Corquín y Santa Rosa de Copán, es una de las muestras más importantes de la arquitectura necro-lógica poco estudiada en nuestro país.

Fiestas de febrero. En el interior de la iglesia se guarda un sencillo retablo dedicado a la patrona de Curarén, la Virgen de la Candelaria; una peque-ña imagen de vestir que es parte del orgullo de los curarenes. Las festivi-dades en su honor, muy concurridas, se llevan a cabo el 2 de febrero y en la misma convergen habitantes de los municipios vecinos, sin faltar los cu-rarenes que residen en la ciudad capi-tal. Una de las primeras escuelas con que contó la población data de 1856, inició con un profesor asignado. En la actualidad, todas las aldeas de Cura-rén están dotadas de su propia escue-la y en algunos casos con centros de educación básica. El instituto “Fran-cisco Rodas Hernández” funciona en el casco urbano del municipio.

Cómo llegar a Curarén. A la altura de la carretera pavimentada que de Tegu-cigalpa conduce a la ciudad de Cholu-teca, y en las proximidades del desvío del municipio de La Venta a mano de-recha se sigue una carretera de tierra, se pasa por el municipio de Reitoca y luego se llega a Curarén.

La pisada del diablo, ubicada al costado izquierdo de la iglesia de Curarén. Foto: Rubén Darío Paz.

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¡Disponibles en la Editorial Universitaria!

El otro Morazán, el desconocidoEnrique Aguilar Paz

“En este libro, Enrique Aguilar Paz hace un análisis sobre los interesantes desempeños que el máximo prócer centroame-ricano realizó en múltiples áreas de carácter civil. El autor lo despoja de su uniforme militar y nos presenta, entre muchos otros, a un Morazán humano, amigo, demócrata y educador.”

Las luces del cielo de la iglesia/El mosqueador añadidoAntonio de Paz y Salgado

Bajo una edición muy cuidada de Héctor M. Leyva, el libro ilustra “dos de los extremos que conoció la obra de Paz y Sal-gado: la escritura oficial en el lenguaje elevado y altamente formalizado del barroco (…) y la más personal, en el lengua-je llano y humorístico de la sátira de costumbres.”

Breves de actualidad

La Editorial Universitaria, siguiendo con sus acti-vidades culturales, estará presentando próxima-

mente Animal no identificado, el último libro del poeta hondureño Rolando Kattán. La obra fue recientemen-te traducida al italiano por la doctora Piera Mattei y se presentó en Roma, Italia el pasado mes de febrero,

convirtiéndose en el primer poemario de nuestro país traducido a este idioma.

En esta ocasión, Kattán nos ofrece una edición de lujo para la versión en español. Sobre esta, el también poe-ta Néstor Ulloa ha dicho: “Los textos poéticos de este libro son, de alguna manera, la respuesta a una cons-tante búsqueda que el poeta ha acometido desde que se dejó abrazar por el fuego de la poesía, con el ob-jetivo de conocerse y reconocerse entre el barullo de una sociedad posmoderna que nos minimiza; que no pierde oportunidad para ningunear la singularidad del ser humano, y que se traduce en esa voz que el poeta escucha goteando ‘no construyas castillos en el aire’. Pero el poeta Kattán hace llover escaleras en su texto

y haciendo caso omiso a la sentencia, traza su ruta hacia lo realmente trascendente: la poesía.”

Rolando Kattán también es autor de Fuga de sombras (2000); Lo que no cabe en

mí (2002); Exploración al hormigue-ro (2004); y Poemas de un relojero (2013), que le valió la Mención de Honor en el Premio Centroamerica-no de Poesía “Rubén Darío”.

El evento se realizará el jueves 10 de abril, a las 4:00 p.m. en la Librería Universitaria.