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POR LA AMISTAD LO QUE CONTABA… A MIS AMIGOS No hay nada más bello que las luces de un árbol navideño, que un coche de bomberos nuevo, que contemplar el mar en invierno, que sentir la luz del fuego. En realidad no hay nada más bello, que compartirlo todo con un amigo verdadero. Boletín mensual de tu Biblioteca febrero 2011 TODO TENEMOS UN AMIGO: ¿Puedes hacer algo parecido? Johanna Spyri, Nació en Suiza, el 12 de julio de 1827. En 1870, esta novelista Que te hace reír mucho Que es diferente Que no se ve Que es muy estudioso Que le gusta el deporte Que te gusta como es

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POR LA AMISTAD

LO QUE CONTABA…

A MIS AMIGOS

No hay nada más belloque las luces de un árbol navideño,que un coche de bomberos nuevo,que contemplar el mar en invierno,que sentir la luz del fuego.En realidad no hay nada más bello, que compartirlo todo con un amigo verdadero.

Boletín mensual de tu Biblioteca febrero 2011

TODO TENEMOS UN AMIGO:

¿Puedes hacer algo parecido?

Johanna Spyri,

Nació en Suiza, el 12 de julio de 1827. En 1870, esta novelista comenzó a escribir para recaudar fondos para

la Cruz Roja Internacional, durante la guerra franco-prusiana. Su novela de mayor éxito fue Heidi que escribió con la finalidad de entretener a su hijo

Suiza

Que te hace reír mucho Que es

diferenteQue no se ve

Que es muy estudioso

Que le gusta el deporte

Que te gusta como es

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UNA JORNADA EN LOS ALPES 

Los dos niños emprendieron alegremente su camino, seguidos por las cabras. Las pequeñas flores azules y amarillas de los Alpes abrían gozosas sus corolas para recibir los cálidos rayos del sol y parecían sonreír a Heidi. Los prados estaban cuajados de ellas.

Cuando llegaron al prado elegido, Pedro se quitó el zurrón y lo colocó cuidadosamente en un hueco del terreno. Después, el pequeño pastor, se tendió cuan largo era sobre el césped soleado para reponerse de la fatiga de la ascensión.

Heidi se sentó al lado y contemplaba con asombro el majestuoso paisaje. Un gran silencio rodeaba a los niños.

A la hora de la comida Pedro extrajo el contenido de su zurrón y colocó los alimentos sobre la hierba. Luego tomó un tazón, ordeñó a la cabra Blanquita y puso el tazón lleno en medio del «mantel». Después llamó a Heidi.

Heidi bebió la leche y cuando hubo terminado, cortó el pan en dos trozos y ofreció la parte mayor a su amiguito, con todo el queso que estaba destinado a ella.

Pedro se quedó mudo de sorpresa. Al ver que él no lo cogía, Heidi se lo acercó. Pedro dio principio a una comida como no la había tenido en todos los días de su vida.

Paseando, con las manitas a la espalda, Heidi lo contemplaba todo con gran atención y hasta logró aprender los nombres de todas las cabritas.

Entretanto el día había declinado sin que los niños se hubieran dado cuenta de ello: el sol había alcanzado la línea del horizonte y estaba a punto de ocultarse tras las montañas. Un halo dorado parecía resplandecer sobre la hierba y las elevadas rocas

comenzaban también a irradiar luz. Heidi se puso en pie de un salto y exclamó:

-Pedro, Pedro ¡que está ardiendo! ¡Todas las montañas arden! Y la nieve también y el cielo.

-No te asustes. Eso pasa todos los días -respondió Pedro tranquilamente.- Mañana lo verás otra vez .Y ahora vamos que es hora de marchar.

Había sufrido tantas emociones aquel día, y su mente bullía con tantas ideas nuevas, que Heidi no podía hablar y los dos niños descendieron en silencio hasta que llegaron a la cabaña del abuelo.

Pedro exclamó desde alguna distancia:

-¿Verdad que volverás mañana?

Heidi se volvió rápidamente hacia él para tenderle la mano y para asegurarle que no faltaría al día siguiente.