BOLETI DE LA FRATERIDAD CISTERCIESE DE SATA MARIA … · el que me dice: Señor, Señor, entrará...

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1 BOLETI DE LA FRATERIDAD CISTERCIESE DE SATA MARIA DE HUERTA ¡Cuaresma, Pascua! Buen momento para hacer balance de nuestra existencia. Lo primero que debemos entender es la enorme suerte que hemos tenido. La enorme gracia recibida de sentirnos llamados a emprender este camino: "No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tu eres mío." (Is. 43,1). Y un camino en el que no vamos a estar nunca solos. "No temas que yo estoy contigo" (Is. 43, 5). La búsqueda de Dios implica sobre todo dejarse encontrar por El. Porque en esta travesía "dependemos más de los vientos que de los remos", como dice Tagore. Nuestra experiencia del camino de Emaús nos muestra como Dios es Alguien que nos acompaña. Alguien que se hilvana a mi historia, siguiendo su ritmo, sin alterar mi camino, respetando las sinuosidades y las curvas del mismo. Un Dios que respeta siempre mi libertad, acogiendo todos los altibajos de mi existencia y mis propios ritmos. Un Dios que me conoce, como amigo y sabe cuándo es el momento oportuno. Que sabe adaptarse y comprender. Que nos deja equivocarnos como a Pedro, con el que se puede discutir (Job), con el que se puede luchar (Jacob) y hasta regatear (Moisés), pero sobre todo al que se puede gritar al borde del sufrimiento cuando no se puede más (Jesús). Un Dios que nos pide ponernos en marcha, ligeros de equipaje, descalzos para pisar tierra sagrada acercándonos a Él. Descalzos para ser sensibles y descubrirle día a día en las pequeñas cosas. En este número: “Desde Huerta” – Nuestro paso por la ITV - por Isidoro “Reflexiones de nuestros fraternos” – Estoy a la puerta y llamo y ¿Qué Cristo transparentamos para los demás? - por Pilar. – Diálogos en el claustro materno por Chelo – Con mi Parroquia en Sta. Mª de Huerta – por Lourdes - Carta a mis hermanos – por Pilar – Luces, sombras y bendiciones – por Mari Paz Crónicas de la FraternidadVeinte años de andadura fraterna Tiempo de Cuaresma -por Luis. DIM” – Entrevista al Hno. José Luis. ABRIL 2017 3ª Época – º 66

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BOLETI� DE LA FRATER�IDAD CISTERCIE�SE

DE SA�TA MARIA DE HUERTA

¡Cuaresma, Pascua! Buen momento para hacer balance de nuestra existencia. Lo primero que debemos entender es la enorme suerte que hemos tenido. La enorme gracia recibida de sentirnos llamados a emprender este camino: "No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tu eres mío." (Is. 43,1). Y un camino en el que no vamos a estar nunca solos. "No temas que yo estoy contigo" (Is. 43, 5).

La búsqueda de Dios implica sobre todo dejarse encontrar por El. Porque en esta travesía "dependemos más de los vientos que de los remos", como dice Tagore. Nuestra experiencia del camino de Emaús nos muestra como Dios es Alguien que nos acompaña. Alguien que se hilvana a mi historia, siguiendo su ritmo, sin alterar mi camino, respetando las sinuosidades y las curvas del mismo. Un Dios que respeta siempre mi libertad, acogiendo todos los altibajos de mi existencia y mis propios ritmos. Un Dios que me conoce, como amigo y sabe cuándo es el momento oportuno. Que sabe adaptarse y comprender. Que nos deja equivocarnos como a Pedro, con el que se puede discutir (Job), con el que se puede luchar (Jacob) y hasta regatear (Moisés), pero sobre todo al que se puede gritar al borde del sufrimiento cuando no se puede más (Jesús).

Un Dios que nos pide ponernos en marcha, ligeros de equipaje, descalzos para pisar tierra sagrada acercándonos a Él. Descalzos para ser sensibles y descubrirle día a día en las pequeñas cosas.

En este número: “Desde Huerta” – Nuestro paso por la ITV - por Isidoro “Reflexiones de nuestros fraternos” – Estoy a la puerta y llamo y ¿Qué Cristo transparentamos para los demás? - por Pilar. – Diálogos en el claustro materno – por Chelo – Con mi Parroquia en Sta. Mª de Huerta – por Lourdes - Carta a mis hermanos – por Pilar – Luces, sombras y bendiciones – por Mari Paz “Crónicas de la Fraternidad” – Veinte años de andadura fraterna – Tiempo de Cuaresma -por Luis. “DIM” – Entrevista al Hno. José Luis. ABRIL

2017 3ª Época – �º 66

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“NUESTRO PASO POR LA I.T.V.”

por Isidoro, † Abad de Sta. Mª de Huerta

La actitud que tengamos ante la vida es lo que nos hace felices o infelices. Hay quien ve la prueba como una oportunidad y hay quien la ve como un obstáculo.

Los acontecimientos de la vida son una gran ITV (Inspección Técnica de la Vida) en la que se ponen a prueba todos y cada uno de nuestros resortes. A los vehículos se les prueba el acelerador, pero también los frenos, se le comprueban las luces largas y las cortas, el estado de las ruedas y la nitidez de los espejos. Hay quien ve la ITV como un incordio para sacarnos los defectos, y hay quien la ve como un estímulo para tener a punto todas las partes de nuestro vehículo.

Así sucede con la vida. La vida nos pone continuamente a prueba todos nuestros resortes. ¿Qué diríamos de alguien que al llevar su coche a la ITV, cuando le dicen que la caja de cambios no funciona bien, se sienta en el suelo a llorar y a increpar a los técnicos porque son malos, que dejan al descubierto el defecto de su caja de cambios, que le están avergonzando y haciendo daño? Probablemente, tras un momento de perplejidad, diríamos que esa persona no está madura.

Pues bien, la vida pone a prueba continuamente todos nuestros resortes. Los momentos agradables ponen a prueba nuestra sobriedad, mientras que los momentos desagradables ponen a prueba nuestra resistencia. Aquellos nos resultan tan atractivos que podrían embobarnos provocándonos algún accidente, como el que se embelesa con las luces de su vehículo mientras conduce, jugando con ellas y poniendo en riesgo su vida. Basta saber que están ahí y usarlas cuando se necesitan.

Pero lo que más nos marca, sin duda alguna, son las deficiencias que encontramos en nosotros o los acontecimientos desagradables que vivimos. Para muchos son un obstáculo vital ante el que se frenan y se ponen a llorar su mala fortuna, sin darse cuenta que la ITV de la vida le está descubriendo algo que no va bien y debe afrontar para ir más cómodo y seguro por la vida.

Hay algo que nos distorsiona la realidad y provoca en nosotros esas reacciones equivocadas. Eso nos sucede cuando funcionamos desde la comparación, desde metas que nos imponemos o los demás nos imponen, como si tuviéramos que alcanzar un patrón determinado que actúa como un juez severo sobre nuestras vidas. En una sociedad competitiva, donde prima el tener y el poder y donde la gratuidad no ocupa un lugar importante, la fuerza del amor no se utiliza. El amor como fuente satisfactoria del deseo, sí, pero el amor como forma de afrontar la realidad, no. Esta fuente del amor está dentro de nosotros, no fuera. Por ese motivo no dependerá de lo amable o poco amable que sea lo que tengamos delante, sino de cómo nosotros lo amamos. Las cosas podrán ser amables o no, pero en cuanto las amamos nos hacen felices, les damos un sentido. Como el que ama a un hijo poco dotado. Hay quien tiene una actitud tan negativa y pesimista que nada le resulta amable por muy amable que sea. Y, por el contrario, hay quien abraza la dificultad y termina transformándola. En este caso no se vive frente a las cosas comparándose con los demás, teniendo que responder a unas expectativas que nos imponen desde fuera. Simple y llanamente vivimos desde nuestro centro acogiendo en él a todo el que se nos acerca, nos guste más o menos. Es entonces cuando podemos ver nuestras mismas limitaciones y abrazarlas con amor para ir construyendo con ellas.

Los defectos siempre nos acompañan, y habremos de tomar conciencia de ellos de vez en cuando, pero no debieran estar en nuestros labios más tiempo del necesario. Quien se obsesiona con sus defectos, se paraliza. Quien se acostumbra a regodearse en los defectos y faltas de los demás y sacándolos a la luz con descaro o sutileza, termina siendo tóxico. Sólo el amor acoge, motiva y transforma.

Una vez leí lo que hacía un grupo de terapia con unos niños que tenían un trastorno alimentario que les llevaba a vomitar cuando comían alimento sólido. Cuando un niño conseguía mantener la comida en la boca durante más de un minuto, todo el grupo lo celebraba cantando, bailando, aplaudiendo, siendo el niño el centro de todo. Sin duda que esto fue mucho más eficaz que las reprimendas, insultos o castigos. El puro gozo de ser

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causa de tal felicidad cambiaba el sistema nervioso de los niños, que procuraban mantener en la boca la comida cada vez por más tiempo. Los niños deseaban los halagos y se sentían motivados por ellos, nosotros también.

Es bueno examinar cómo hablamos de los demás, si predominan las alabanzas, el reconocimiento de lo que hacen bien, o predominan las críticas, el resaltar lo que hacen mal. Es probable que enseguida justifiquemos nuestra mala tendencia con la excusa de motivar al otro a que cambie. Pero no nos engañemos, nuestra fijación en las faltas de los demás, en lo que nos molesta de ellos, ni nos ayuda a nosotros ni les ayuda a ellos.

¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué los demás se fijan más en nuestros fallos que en nuestros aciertos? ¿No será probablemente porque hacemos nosotros lo mismo? Y, sin embargo, no sólo estamos necesitados de reconocimiento o refuerzo positivo, sino que éste nos ayuda a mejorar y a sentirnos mejor, irradiando positividad a nuestro alrededor.

por Pilar Vargas

La Palabra del Señor a través del capítulo 3 del Apocalipsis nos interpela y pone en guardia cuando, dirigiéndose a la Iglesia de Laodicea, nos dice: “Conozco tus obras, no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca” (Ap 3,15-16) Ante la “dureza” de estas palabras, me he parado muchas veces a reflexionar como es la vida de muchos cristianos en nuestra sociedad actual, como es mi vida… Frío sería aquel que abiertamente rechaza todo lo que tiene que ver con Jesucristo, es decir, aquel que todavía no ha sido transformado por el Espíritu Santo. Caliente es aquel, que enamorado de Cristo, lo manifiesta viviendo en santidad, tratando de mostrarle con palabras y obras. Timoteo en su segunda carta (3:5) nos define a los tibios como a aquellos que tienen apariencia de piedad pero niegan la eficacia de ella y también el evangelista San Mateo en 7; 15-23 nos habla de ellos cuando nos dice:

"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad." Una clara descripción del tibio podría ser, la de aquel, que de labios para afuera dice que es de Cristo, pero sus obras muestran que Jesús no está en él.

Muchas veces escuchamos a nuestro alrededor decir: “Yo soy un buen cristiano, cumplo los mandamientos, no mato, no robo, voy a Misa los domingos, no tengo pecados...”, y me pregunto cuántas veces nos excusamos y engañamos a nosotros mismos interpretando a nuestra conveniencia la Palabra de Dios.

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Es cierto que nos arrepentimos de nuestros pecados de obra y de palabra pero, ¿que pasa con los pecados de omisión? ¡Cuántas veces por temor al qué dirán no hemos defendido con “uñas y dientes” nuestra fe en Cristo! ¡Cuántas veces nos hemos callado ante la injusticia o la crítica! ¡Cuántas veces hemos evitado encontrarnos o hablar con alguien que no nos agrada, sin pensar que tal vez esa persona pudiera necesitarnos! ¡Cuántas veces vivimos nuestro cristianismo de una forma tan poco comprometida, tan “tibia”…! ¡Cuántas veces nos instalamos en esa vida cómoda y egoísta, en la que solo pensamos en nuestro propio bienestar sin tener en cuenta el sufrimiento del que está cerca de nosotros! ¿Qué hacemos con nuestro tiempo libre? ¿Qué hacemos por nuestro prójimo? Podríamos seguir haciéndonos montones de preguntas más, y nos daríamos cuenta que esa tibieza, está instalada más o menos conscientemente en nuestro corazón y en nuestra vida, sin percatarnos que puede ser motivo para que el Señor quiera “vomitarnos" el día de nuestro juicio particular. ¿Qué importa ser un fiel cumplidor de la Ley y ser una persona de oración o Misa diaria si al final de nuestra vida puede Dios decirnos: «Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo»? Y sigue interpelándonos la Palabra de Dios: “Porque dices: Yo soy rico, me he enriquecido y no tengo necesidad de nada, y no sabes que eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo…” (Ap 3, 17) y nos vuelve a poner en guardia ante nosotros mismos que tan autosuficientes somos tantas veces, sin reconocer nuestra pequeñez y miseria, creyéndonos capaces de “comernos el mundo”, aún espiritualmente hablando, sin necesidad de la ayuda de Quien solo desea que nos abandonemos confiadamente en sus brazos. “Yo a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten pues celo y conviértete” (Ap 3, 19) Sigue el texto del Apocalipsis mostrándonos a un Dios Padre amoroso, que lo único que quiere es que regresemos a Él como le pasa al padre de la parábola del hijo pródigo. Y al fin, casi llegando al final del texto de la carta, nos encontramos con una escena preciosa, en la que Jesucristo, en el colmo de su amor hacia nosotros, nos dice: “Mira, estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20) Esta frase es para mí una de las más bellas del Nuevo Testamento, porque me recuerda continuamente que Cristo no deja nunca de esperarnos a cada uno de nosotros, de una manera individual y personal, dándonos la oportunidad de abrirle la puerta de nuestro corazón para que pueda entrar y estemos en comunión con El, y eso hace que no perdamos la esperanza de que algún día, cuando Él nos llame, no nos “vomite” sino que nos abrace fuertemente para toda la eternidad. La segunda carta de San Pedro (3,9) nos recuerda que el Señor usa de paciencia con nosotros, no queriendo que algunos perezcan sino que lleguen a la conversión. Por tanto no debería inquietarnos que es lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado, sino preguntarnos qué es lo que Dios desea de nosotros ahora, hoy y mañana y abrirnos a El, a su gracia y misericordia y entregarle todo nuestro ser.

por Pilar Vargas

El versículo 26 del primer capítulo del libro del Génesis nos relata que dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra...» y a continuación el versículo siguiente nos afirma que: «Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó» Esta lectura, primera que escuchamos en la noche Santa de la Vigilia Pascual nos hace meditar sobre la grandeza de Dios y su Creación. Durante cinco días Dios va creando la luz, la bóveda celeste, la superficie terrestre, la hierba y los árboles frutales, el sol la luna y las

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estrellas, los peces y los pájaros, y todo era bueno concluía diciendo. Pero al llegar el sexto día y poner sobre la tierra fieras salvajes y animales domésticos el Señor decide culminar su obra creando al ser humano haciéndole entrega de tanta belleza. He leído y escuchado el relato de la creación del hombre montones de veces a lo largo de mi vida, pero este año hay palabras que me han interpelado de una manera especial. Dios Padre no estaba solo. El evangelio según San Juan comienza diciendo que: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres». Pero es que muchos siglos antes, ya el primer libro del Antiguo Testamento nos estaba hablando de la existencia de Jesucristo con la palabra "hagamos" Dice él Génesis que: "macho y hembra los creó" "y también que "los creó a imagen suya". En el versículo 26 la palabra imagen va aparejada a la palabra semejanza. Muchas veces decimos de una persona: "Fulanito/a es la viva imagen de su padre/madre", bien porque físicamente son muy parecidos, bien porque sus gestos, su forma de hablar o su carácter nos hace recordar cuánto se "asemeja" a su progenitor/a y nos parece estar viéndolos nuevamente. Dios nos ha creado a imagen y semejanza suya, no para parecernos físicamente pues Él es Espíritu aunque encarnado en la Persona de Jesucristo, sino para ser su viva imagen reflejada en nuestra realidad de persona compuesta de cuerpo, alma y espíritu. Dice él Génesis (3,5) "seréis como dioses" pero esta afirmación el hombre siempre la ha interpretado a su manera. Ser como dios pero para tener poder sobre los demás, para ser servido, admirado, venerado, aún a costa del sufrimiento ajeno. Poder y dinero, los dos "dioses" más deseados por el ser humano desde su caída por el pecado original. Mucho más tarde, Jesucristo volvería a decirnos lo mismo pero con otras palabras "sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt. 5,48). Es decir: sed imagen de Dios a semejanza suya, no por el poder y la gloria de este mundo sino por la humildad, el amor y la cruz. Si Dios es Amor (Jn 4,8) esa es la semejanza que tenemos que tener con Él, la del Amor, pero amor verdadero con mayúsculas. Jesucristo nos propone ser perfectos como el Padre Celestial y esa perfección no está en otro sitio que en el amor, amor que llega incluso hasta el perdón a los enemigos, no un amor de palabra sino de corazón, con el mismo corazón de Cristo. Dios nos dice a través del profeta Isaías una frase que me gusta mucho: «Te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.» (Is, 49,6). En la noche del Sábado Santo encendemos nuestras velas con el Cirio Pascual. Es la misma llama que no se extingue al repartirla sino que por el contrario se extiende e ilumina a todos. Es la luz de Cristo que tenemos que reflejar nosotros en nuestra vida, en nuestros actos, en nuestros gestos y palabras. Luz y amor, ese es el Cristo que tenemos los cristianos que transparentar para los demás. El cómo podemos transparentar a Cristo nos lo está diciendo S. Pablo en su carta a los Colosenses 3, 9-17: «Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador... Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia... Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo» Nos narra el libro de los Hechos de los Apóstoles (4,32) que "los primeros cristianos tenían un solo corazón y una sola alma", de tal manera que Tertuliano en su "Apología contra los gentiles" cuenta cómo los paganos al contemplar esa fraternidad en la que vivían aquellos cristianos exclamaban

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con cierta envidia: "Mirad cómo se aman". Ese amor es el que nos hace semejantes a Jesucristo y por tanto ser imagen de Dios. Pues bien, teniendo en cuenta todo esto, deberíamos examinarnos y preguntarnos:"¿Qué Cristo transparentamos para los demás…? Si los demás nos dieran una definición de Cristo dependiendo de la imagen que damos de Él, ¿cuál sería?" ¿Sería la de alguien misericordioso, humilde, sencillo, paciente, entrañable, acogedor, alegre, servicial...?

por Chelo Solís

En el vientre de una mamá había dos bebés. Uno preguntó al otro: “¿Tú crees en la vida después del parto?” El otro respondió: “Claro que sí. Tiene que haber algo después de nacer. Tal vez estamos aquí para prepararnos a ser lo que seremos después, además tenemos capacidades que están hechas para algo más grande que sólo el estar aquí”.

¡Tonterías! dice el primero: “No hay vida después del parto ¿Qué clase de vida sería esa?” El segundo dice: “Bueno, supongo que si tenemos ojos, piernas y boca es porque hay un mundo exterior que tiene más luz que aquí adentro y así podremos mirar y será un lugar donde podremos caminar con nuestras piernas y comer con nuestras bocas. Tal vez tendremos otros sentidos, que no podemos entender ahora.” El primero contestó: “¡Eso es un absurdo! Caminar es imposible ¿¡Y comer con la boca!? ¡Ridículo! El cordón umbilical nos nutre y nos da todo lo que necesitamos. El

cordón umbilical es todo lo que hay ¿Quién necesita caminar? ¿y comer con la boca? ¡qué ridículo! Además el cordón umbilical es tan corto que la vida después de nacer lógicamente se acabaría. ¡La vida después de nacer es imposible!” El segundo insistió: “Bueno, yo pienso que hay algo más allá fuera de este útero y tal vez sea diferente de lo que hay aquí. Tal vez ya no necesitemos de este tubo físico”. El primero contestó: “¡Tonterías! si hubiera realmente vida después del parto, entonces ¿porqué nadie jamás regresó de allá? El parto es el fin de la vida y en el pos parto no hay nada más allá de lo oscuro, silencio y olvido. Él no nos llevará a ningún lugar”. “Bueno, yo no lo sé” dice el segundo “pero con seguridad vamos a encontrarnos con Mamá y ella nos cuidará”. El primero respondió: “¿Mamá?… ¿Tú realmente crees que tenemos una madre? ¡Eso es ridículo! Si mamá existe, entonces ¿dónde está ella ahora?” El segundo dice: “Ella está alrededor nuestro. Estamos cercados por ella. De ella nosotros somos. Es en ella que vivimos. Sin Ella, este mundo no sería y no podría existir”. Dice el primero: “Bueno, yo no puedo verla, entonces, es lógico que ella no existe”. El segundo le responde a eso: “A veces cuando estoy en silencio y me concentro realmente la llego a escuchar, puedo percibir su presencia y escucho su voz cariñosa, llamándome desde ahí arriba…”

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Así es como un escritor húngaro explicó la existencia de Dios… Este relato o parábola sobre la existencia de Dios, cayó en mis manos por casualidad como casi todo lo que llueve por internet. Sobre su autoría hay bastante controversia. Existen varias versiones pero todas vienen a decir lo mismo: un dialogo entre el ego y el espíritu. Parece ser que su verdadero autor es Pablo J.Luis Molinero que escribió el cuento original en 1980 y que luego fue plagiado y corregido. Su fábula se llama Chico y chica. A mí me recordaba más bien a esa historia que una vez me contó un querido amigo refiriéndose al pez que vivía inmerso en el océano y no lo sabía, estaba siempre buscando cómo llegar a él como su meta y sólo sabía que vivía en un agua que no le parecía océano y vivía siempre inquieto de acá para allá buscando cómo llegar a esa finalidad de la que ya estaba impregnado. Pensaba yo que los dos fetos hablaban de una mamá de la que dependían y de la que no podrían separarse nunca para no morir al intentar desarrollar sus verdaderas capacidades. Pero me dí cuenta pronto de que uno de ellos sólo creía en el cordón umbilical y en el peligro que les acechaba cuando ese cable físico desapareciera. Observé que en realidad, para mí, era una metáfora del paso de la muerte a la vida cuando ya hemos madurado suficientemente todo nuestro potencial físico, incluso quién sabe si espiritual y psicológico. Me vino a la mente algo que me lleva rondando bastante tiempo: morir es parir, es parirse. Es salir del claustro materno que nos creó para adentrarnos plenamente en la Vida y en el seno del que nos creímos separados una vez y que está abierto para nosotros no sin acompañarnos en los dolores de parto. Es también como dice San Pablo en la Carta a los Romanos (8,22-26) “Sabemos que hasta ahora la humanidad entera está gimiendo con dolores de parto. Y no sólo ella, también nosotros que poseemos las primicias del Espíritu, gemidos por dentro aguardando la condición filial, el rescate de nuestro cuerpo. Con esa esperanza nos han salvado. Una esperanza que ya se ve, no es esperanza, pues si ya lo ve uno ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, aguardamos con paciencia. De este modo el Espíritu socorre nuestra debilidad. Aunque no sabemos pedirlo como es debido, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inarticulados”. Ya se lo dijo Jesús a Nicodemo (Jn 3, 3-7) “…Te aseguro que, si uno no nace de nuevo, no puede ver el reinado de Dios.” Le responde Nicodemo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Podrá entrar de nuevo en el vientre materno para nacer? Le respondió Jesús: “Te aseguro que, si uno no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. De la carne nace carne, del Espíritu nace espíritu. No te extrañes si te he dicho que hay que nacer de nuevo.” Así mismo los dos discípulos de Emaús no pudieron reconocer a Jesús hasta que no salieron de su “zona de confort” como se dice ahora y como nos pasa tantas veces a cada uno de sus seguidores. Esta invocación, la escribió el Lama Angarika Govinda (1898-1985), aventurero, escritor y poeta místico extraordinario: “Tú que vives dentro de mi corazón…

¡Déjame ser semilla de tu luz viva!

Dame fuerza para reventar la coraza del egoísmo

y, tal como la semilla muere para renacer,

déjame cruzar sin miedo las puertas de la muerte

Para que pueda despertar a una vida más grande,

la vida que todo lo abraza de Tu amor,

el amor que todo lo abraza de Tu Sabiduría.”

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por Pilar Izquierdo

Querido Abad, queridos hermanos monjes, queridos hermanos fraternos.

Como ya todos sabéis me operaron el día 27 de febrero de la espalda. Parece que salió todo bien; será necesario

esperar unos meses para comprobarlo.

En estos momentos estoy bastante bien excepto por el dolor que me suele acompañar sobre todo por las noches.

El otro día me dieron unos parches que por el momento me van bastante bien.

Os quiero escribir estas líneas porque no podré ir el próximo sábado para que sepáis un poco como van las cosas.

Sobre todo quiero poneros ante el Señor delante del Sagrario en Huerta, donde tanto Amor he recibido y daros las

gracias por vuestras oraciones.

También deciros que realmente he sentido esa oración en los momentos más importantes de la operación.

El otro día analizando mi relación con Dios me dí cuenta dentro de mí, cómo en el momento que me dijeron que

me operaban me entró algo de miedo, pero no tarde mucho en ABANDONARME al Señor para que se hiciera Su

VOLUNTAD y a ello ha contribuido sin ninguna duda vuestra oración.

Así que como dice el Papa "Rezar por mí y yo por vosotros".

En el amor de Cristo.

por Lourdes García

El II Domingo de Cuaresma, un grupo de mi parroquia fuimos al Monasterio con el objetivo de profundizar en la vivencia de la fe en un ambiente de silencio y oración. Cuando me incorporé a la Frater, pensé que ya no necesitaría de la parroquia y resulta que ha sido todo lo contrario… ahora tengo un mayor compromiso en las actividades que se realizan en ella porque para mí, vivir la fe en comunidad con los hermanos, es necesario. Experimento el inmenso regalo de poder ir a Santa María de Huerta con personas con las que convivo en mi vida diaria y con las que comparto un mismo deseo “La Búsqueda de Dios”.

Tres fueron las pautas que se nos dio al grupo nada más llegar al Monasterio por parte del párroco que nos acompañaba: GUARDAR SILENCIO Se cumple bastante bien, nos sentimos como niños grandes experimentando un mundo nuevo tan distinto al mundo de ruido y estrés en el que habitualmente vivimos. Las miradas cómplices que cruzamos en los paseos por los claustros, denotan curiosidad, sorpresa, nerviosismo…,es evidente nuestra desmaña para saber

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movernos dentro de un ambiente donde lo importante no es hablar, sino callar, también mientras comemos lo que no es nada fácil. SENTIR SILENCIO Pasan las horas y empiezo a sentir el vacío, la oquedad la ausencia de la palabra y la comunicación verbal, y es ahí cuando trato de poner orden a mi bullicio interior, calmar la agitación y encontrar el pensamiento que me ayude a vislumbrar la razón por la que estoy allí: claustro, capilla, jardín, lectura, respirar y expulsar el aire lentamente con suavidad mientras escucho los pájaros del jardín o la música que suena por el claustro. El rezo de las horas con su ritmo pausado rompe la monotonía de mi oración y me ayuda a encender la llama de una fe, a veces vacilante, a veces fervorosa y siempre confiada. “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor” dice el salmista. Estoy en vigilias; unos cuantos nos hemos animado a acompañar en sus rezos a los monjes. ¡Qué hermoso es levantarnos a las cinco de la mañana para acompañarles! y en mi ánimo, la tercera pauta que se nos dio bajo el rosetón: DEBO OIR EL SILENCIO Acostumbrados como estamos en nuestra vida diaria a cumplir con las tareas que se nos encomiendan, entendemos que oír en el silencio es un mandato que se nos dió al venir desde Madrid, si no oímos nada ni a nadie pensamos que será un viaje fracasado… Quizá ahora que es de noche y todo guarda silencio pueda Oír… Han terminado las vigilias, los monjes se colocan en distintas zonas de la capilla. Algunos se ponen “capucha”, otros se arrodillan. Me digo quizás sea este el momento en que podré oír. Observo el espacio temporal que me rodea, la tenue luz va entrando por las ventanas de la capilla. Entorno los ojos, siento descanso, alivio y relajación; percibo que mi cuerpo está en contacto con el frío banco…En la distancia, veo el sagrario y las imágenes del Cristo y María a su Lado. Un pensamiento se va abriendo camino en mi corazón :”Señor, no te oigo, no te veo, pero me encanta saber que me amas y que estás aquí, a mi lado… y suena el salmo en mi cerebro “Señor, Tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me acuesto y me levanto, mis pensamientos te son familiares”. El silencio se hace oración callada, un lenguaje misterioso que propicia el encuentro amoroso contigo Señor y con el mundo que traigo en mi memoria. El domingo, después de la eucaristía, todo el grupo tuvimos una puesta en común de las experiencias tenidas en esos días y de dónde salieron propuestas para llevar a cabo. Solo un corazón en silencio es capaz de escuchar para después comunicar.

LUCES, SOMBRAS Y BENDICIONES

En la celebración litúrgica del Domingo de Ramos

hice esta foto, entre otras muchas.

Al pasarla al ordenador me detuve un momento en

la pantalla y la foto me trasladó a las luces y

sombras que nos acompañan en cada momento de

la liturgia de la vida.

Después centré la mirada en el recipiente que

sostiene el monje y me desveló otro mensaje:

“entre las luces y las sombras de todos los días, no

olvides que encontrarás bendiciones; si

permaneces atenta… te llegarán”.

Mari Paz López Santos

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por Luis, “Cronista Oficial de Fraternum”

“EN EL FINAL DEL AÑO”

CRÓNICA DEL ENCUENTRO DEL 17-12-2016

Es así nuestra vida de rápida, apenas un soplo. Hasta los salmos no lo recuerdan, para que no haya duda de la fragilidad de nuestra existencia y de la pequeñez de nuestra andadura vital. Y por eso los años discurren sin apenas darnos cuenta. Un año y otro pasan ante nosotros como un suspiro. Quien podía pensar, que algunos de nosotros llevamos caminando juntos veinte años, los que tiene la Fraternidad. Y hoy, 17 de diciembre, ha pasado otro año, y con este encuentro trimestral, nos encontramos a las puertas del Nuevo Año 2017. Al mismo asistieron 38 fraternos llegados de distintos lugares. Reunidos en la Sala habitual, antigua Capitular, se inició la jornada con la oración implorando la ayuda del Espíritu Santo, seguidas de las palabras del Abad. En su intervención informó de las novedades habidas en la Comunidad Monástica, los fallecimientos de los Hermanos Jaime y Marcelino, de la experiencia actual del Hº Israel en Méjico, de los nuevos postulantes, del tránsito del benedictino Antonio desde su monasterio a Huerta, de las obras previstas para suprimir la actual tienda y hacer la entrada principal por la Iglesia, y de otras obras en Montesión. Finalizó proponiendo el tema de análisis para los “grupos” de la tarde, que fue el siguiente centrado en la violencia: “¿Qué experiencia personal interior de violencia he tenido y como la he resuelto?”. Seguidamente cada coordinador de Grupo informó sobre cada uno de ellos, resaltando las vicisitudes habidas y las ausencias producidas en el día de hoy, ocasionadas por enfermedades y obligaciones personales ineludibles. A continuación Enrique, Coordinador General, tomo la palabra informando de los preparativos y situación al día de hoy del Encuentro Internacional de Ávila del mes de Junio. Expuso los distintos puntos de interés sobre la organización y asuntos a tratar, para finalizar solicitando la colaboración de los miembros de la Fraternidad que puedan asistir en tareas de apoyo. Terminada la exposición, tomo la palabra el P. José Ignacio para continuar con su labor formativa y desmenuzar el tema de hoy, si bien antes, quiso dejar constancia de unas aclaraciones sobre el tema anterior de la Misericordia, recomendando la lectura de la Carta Apostólica, que el Papa firma el día 20-11-2016 ( Año Jubilar) y que lleva por título “Misericordia et misera”. Ya centrado en el tema de hoy “Convivencia humana”, trazo las líneas maestras como es habitual en él, quiso dejar claro que es una convivencia no sólo de carne y sangre, sino como ciudadano que abarca todo el prisma humano del creyente. El honraras a tu padre y a tu madre se queda corto en nuestro tiempo, va más allá del cuarto mandamiento de “honraras a tu padre y a tu madre”, porque ese mandado se nos queda escaso, teniendo hoy una dimensión más amplia que afecta a la convivencia social. Esta convivencia que empieza a nivel familiar educando para el amor a Dios y al prójimo, llegando a la convivencia social y a la influencia que tiene en la vida de la sociedad a través de la autoridad pública. Como es norma de nuestro “Formador”, a él le gusta llamarse “catequista”, nos encomendó la labor de estudio y debate en los Grupos para el trimestre entrante. La jornada matinal finalizó con la celebración de la Eucaristía y comida fraterna en la Hospedería. Por la tarde se reunieron los “grupos” para analizar el tema propuesto por el Abad, que posteriormente fue puesto en común en la sala de la reunión, destacando las siguientes conclusiones, que fueron expuestas por el representante de cada “grupo”: la violencia está ligada a la impaciencia y a la gran violencia que hay en nuestro alrededor; a veces somos capaces de hacer frente a la injusticia sin violencia; es bueno para evitar la violencia ponerse en el lugar del otro; ¿qué es la violencia interior?: no es bueno guardarse en el interior algún poso de violencia; hay que evitar y superar el momento de ira; ¿cómo calibrar el dolor interno?; la Fe de alguna manera nos ayuda a controlarnos porque nos permite ponernos en manos de Dios; hay que reconocer con humildad lo que está mal; hay que evitar los impulsos incontrolados; hay que procurar no manifestar la violencia, pero eso nos lleva a sufrirla interiormente; muchas veces lo que nos provoca la ira interior es cuando creemos que se ha cometido una injusticia, es entonces cuando exteriorizamos la violencia; la oración, el

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dialogo y el perdón ayudan; La violencia viene de dentro, porque cuando atacan nuestro “ego” pensamos que nos hacen de menos; a veces nos viene a la memoria la frase evangélica “Dios te libre de la cólera del justo”……El P. José Ignacio intervino también para dejar como reflexión algunos puntos diciendo: hay que tener presente la escena de Jesús y los mercaderes en el templo, es ¿Jesús violento en ese momento?, ¿ejerció Gandi la violencia?, lo que está claro es que Jesús muere por la violencia, Jesús me invita a orar por nuestros enemigos y siempre perdona, no nos olvidemos de la violencia del silencio, del desprecio o de la ironía. Terminó el debate con la siguiente frase del Abad “la ira del hombre no produce la justicia de Dios”. A continuación, y en lugar de “Lectio divina”, como viene siendo habitual en los encuentros de Huerta, tuvo lugar en la capilla y con el “Santísimo expuesto” lectura y meditación de párrafos de la Carta Apostólica del Papa citada, terminado la jornada vivida en Huerta con el rezo de Vísperas. Para todos los fraternos venir a Huerta imprime cierto carácter, es convivir, es rezar, es empaparse del sentimiento monástico, es hermanarse con los monjes, y es sentir la fuerza espiritual de siglos que bajo las piedras del cenobio permanece desde siempre. A este humilde cronista, y creo que a todos los fraternos, este lugar nos parece mágico. Es cierto que para los sorianos no es demasiado conocido y mucho menos visitado, paradojas de la vida, y sin embargo es uno de los monumentos importantes de esta tierra. De él se ha hablado y escrito mucho, el Marqués de Cerralbo, Blas Taracena y José Tudela, Gaya Nuño, Enríquez de Salamanca, y tantos otros escritores nos han dejado páginas inolvidables. Lo mismo hicieron en el siglo pasado tres monjes del monasterio que escribieron sendas libros, que son tres piezas extraordinarias: “Santa María la Real de Huerta” de Tomás Polvorosa; “El Cister en Soria” de Agustin Romero; y “Santa María de Huerta, un monasterio cisterciense” de Agustín Romero junto con Isidoro Mª Anguita (hoy Abad) y fotografías de Luz Mª Luzón, que han dejado para la posteridad las claves para entender y valorar lo que significa el Cister y lo que ha sido y es Santa Mª de Huerta, el monasterio que ahora nos acoge. Es sublime pensar que este recinto con tanto historia y tanta espiritualidad es nuestra casa hoy. La que nos ha acogido en este final del año 2016, y de la que dice Tomás Polvorosa en su libro: “Aquí es grande por su esencia lo pequeño, / y hablándonos de Dios todas las cosas, / al revés de la ciudad, de los estruendos/ lo soberbio dice menos que lo humilde, / el reposo dice más que el movimiento, / las palabras hablan menos que los ruidos/ y los ruidos dicen menos que el silencio……”

“TIEMPO DE CUARESMA”

CRÓNICA DEL ENCUENTRO DEL 25-3-2017

En este invierno/primavera tan inciertos que hemos vivido en el presente año, el encuentro del mes de marzo se presentó con unas características climatológicas un tanto adversas y nada favorables para el viaje, con frio intenso, que tampoco es de extrañar por estas tierras sorianas, motivo por el cual la presencia de fraternos fue algo menor que en otras ocasiones, pero aún así fuimos 30 los que acudimos a la cita trimestral. La reunión, como ya es habitual, tuvo lugar en la muy antigua Sala Capitular, ahora remozada y adaptada a las necesidades actuales, donde se apreciaba como novedad, y creo yo como último toque de la reforma llevada a cabo, la instalación del zócalo de madera ya completamente barnizado. Como es costumbre en todos los encuentros, la jornada de hoy se inició con la oración al Espíritu Santo implorando su auxilio para los trabajos de todo este día. Siguió la intervención del Abad Isidoro, que resaltó los hechos más significativos habidos en la comunidad monástica, y entre ellos, la presencia en el monasterio de un monje de Angola, dado que en ese país había dos monasterios uno masculino y otro femenino, pero que por los avatares del tiempo y del lugar se ha cerrado el masculino, repartiéndose los monjes que había por distintos lugares. Antes de proponer el tema de debate para los “grupos” quiso hacer una pequeña reflexión como introducción al mismo. Partía de un análisis de la historia reciente del mundo árabe y de la crisis global del mundo, la escalada de protestas y las redes sociales como altavoz de todo ello, la creación de confusión, la formación una conciencia interesada, todo ello cuestionando valores, y poniendo de manifiesto una serie de problemas que

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poco ayudan a la convivencia pacífica. Partiendo de estas consideraciones el tema de debate era el siguiente: “¿Cómo actuar frente a esa tensión creciente desde una actitud evangélica, y especialmente como posicionarse ante la avalancha de las redes sociales y su comunicación agresiva sin discernimiento?”. Terminada la intervención del Abad, tomó la palabra Enrique, nuestro Coordinador General, para a través de los Coordinadores de Grupo, analizar las ausencias habidas en el día de hoy. Dio cuenta detallada de la situación económica de la Fraternidad en el año anterior 2016, que resumió así: ingresos 1.915 €; gastos 2.323 €; saldo actual 1.408 €. Sobre los temas tratados en el Consejo del día anterior informó lo siguiente: Se refirió a la evolución que va habiendo en unos hipotéticos “grupos virtuales”, que según manifestó se materializan en varias líneas de trabajo y en varios fraternos que han tomado la iniciativa, hoy por hoy no hay nada concreto y no están integrados en la Fraternidad como tales grupos; evolucionan lentamente, puede ser un medio para hacer “lectio” en común, pero por el momento no está nada definido, y si algún día tuviesen vida propia habría que ver de qué manera podían participar, tal vez, asistirían sus miembros a las celebraciones litúrgicas, a otros actos comunitarios, pero no a las reuniones formales. En este sentido también Mª Paz habló sobre esta posibilidad que ella por su parte igualmente está estudiando, tema que ella denomina “semilla” y de los cuatro miembros que al día de hoy participan en esta experiencia de alguna manera. Igualmente se dijo, que el Grupo de Montesión está llevando a cabo alguna iniciativa en esta línea, y que a través de internet de una forma comunitaria se hace “lectio”, lectura del evangelio, comentarios de actualidad etc. y cosas similares, siempre que el tiempo lo permite. También Polo quiso añadir algún comentario en este sentido y habló de la posibilidad que está experimentando de algún grupo conectado por “Sky” en donde se pueden comentar los temas propuestos por el P. José Ignacio. Como se puede apreciar, terminó diciendo Enrique, hay una cierta inquietud por los “grupos virtuales” en donde cada uno de los que han intervenido han relatado su experiencia y las posibilidades existentes, de todas formas no hay nada concreto, queda mucho camino por recorrer; y el tiempo dirá lo que mejor puede ser, y de todo ello se tendrá convenientemente informados a todos los fraternos. Prosiguió el Coordinador General dando cuenta de la reunión del Consejo, refiriéndose ahora al Encuentro Internacional de Ávila del próximo Junio, se acordó que asistieran en representación de la Fraternidad el Coordinador General y otro fraterno elegido por votación, además del Monje formador, que en esta ocasión es José Ignacio. Los temas estrellas del encuentro será el análisis del Documento “Mirad como se aman”, y la elaboración del Reglamento. Se refirió también el tema de los voluntarios en los siguientes cometidos “acogida”, “documentación”,”atención sanitaria”, y recopilación de documentación. También se trató del tema de los oyentes en el Encuentro presente y futuros, en donde existe una propuesta positiva de la Fraternidad para que se incluya en el Reglamento. Llevada a cabo la votación para designar al fraterno que con Enrique formará parte de nuestra representación, fue elegido Leonardo con 24 votos, frente a 5 de Ramón. A continuación tomó la palabra el P. José Ignacio para plantear las líneas maestras del tema objeto de análisis por él propuesto: “El DON DE LA VIDA: cuidar la propia vida”, a saber, 1) La vida don de Dios; 2) El cuidado de la propia vida;3) Algunos atentados contra la propia vida: el suicidio. Como tema de “Lectio” para la tarde propuso, por ser tiempo de Cuaresma, el sermón primero del Padre Guerrico de Igny “NOS CONSUELA EN NUESTRAS TRIBULACIONES”. La jornada matinal finalizó con la celebración de la Eucaristía, a la que siguió la comida comunitaria en la Hospedería. La jornada vespertina se inició con rezo de Nona, y la reunión de los grupos de debate, sobre el tema propuesto por el Abad (“¿Cómo actuar frente a esa tensión creciente desde una actitud evangélica, y especialmente como posicionarse ante la avalancha de las redes sociales y su comunicación agresiva sin discernimiento?”). Terminadas las reuniones de los mismos se puso en común la conclusiones más significativas habidas, destacando las siguientes: no se puede estar indiferentes, a favor o en contra hay que decir algo, porque el que calla otorga; discutir con malintencionados es ponerse a su nivel; hay que posicionarse ante los temas espinosos; hay que hablar con claridad; tiene que predominar la paz, las redes sociales están controladas por grupos de presión y hay que tener mucho cuidado para no caer en sus redes como un ingenuo; son igualmente grupos de opinión, de publicidad etc.; el problema es educacional; hay que centrarse en el verdadero problema no en lo que le rodea; no se puede olvidar la oración; como cristianos hay que actuar como tales, que vean como somos y como damos ejemplo; el mejor predicador es Fray Ejemplo; aunque nos sintamos impotentes hay que ayudar en lo que podamos; tener cuidado con las redes sociales y como nos posicionamos para que no nos presionen en contra; no hacer caso de los mensajes catastrofistas; a veces es necesario cortar lo antes posible; mucho cuidado con las informaciones que se reciben que la mayoría de las veces están sin contrastar……

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Se terminó este apartado de la puesta en común con un breve intervención del Abad, que señaló: Lo que acabamos de comentar es reto actual, pero da la sensación que es la lucha de David contra Goliat, parece que no se hace nada, pero sin darnos cuenta o dándonos se hace, es necesario no entrar en la espiral y sin duda es una prueba de trabajo interior; compartir fortalece enormemente. Seguidamente tuvo lugar en la capilla la “Lectio” propuesta por José Ignacio, finalizando la jornada monacal de la Fraternidad con el rezo de “Vísperas”. Este humilde cronista (y como yo otros fraternos, sin duda) siempre que acude al monasterio tiene una vivencia interior muy especial y sentida, de vivir intensamente por unas horas entre las piedras centenarias del cenobio que tanta espiritualidad atesora desde su fundación. Al pasear, como cientos de monjes lo han hecho, por los claustros que tanta oración han vivido, se percibe una emoción muy intensa, y de la misma manera que tengo presente a todos estos monjes anónimos (llamados todos a la santidad) habidos desde que el monasterio existe, que han vivido en toda intensidad la oración y los valores de la Regla de San Benito, también tengo presente los que han alcanzado el episcopado, ejemplo, uno más, de la grandeza espiritual de Santa María de Huerta: Martin de Finojosa, soriano, primer Abad, Santo, Obispo de Sigüenza; Malaquías de Asso, aragonés, Obispo de Jaca; Ángel Manrique, burgalés; Obispo de Badajoz; Pedro de Oviedo, de Madrid, Arzobispo de Santo Domingo de Quito y de Charcas; Vicente Guevara, navarro, Arzobispo de Nombre de Jesús en Filipinas; Miguel de Fuentes, de Guadalajara, Obispo de Lugo; y, Calvo Quijada, Obispo de Nápoles y de Mondoñedo. En este frio día de marzo volví a pensar y a sentir la emoción contenida, una vez más, cuando paseaba por el claustro plateresco del monasterio, y con este recuerdo retorné a la bulliciosa Villa de Madrid, como el resto de los fraternos lo hizo a sus lugares de partida.

Entrevista al hermano José Luis Navarro de Midelt (trapense) Nos adentramos en la Casa de Nazaret de la mano de un contemplativo encarnado en el mismo mundo que de

Foucauld descubrió.

Entrevista publicada en el Boletín ecuménico de la Comunidad Horeb Carlos de Foucauld nº 75 Seguramente nos preguntamos quién es el Hermano José Luís, aunque la pregunta exacta sería ¿por qué trapense en el Atlas? En esta entrevista tenemos ocasión de conocerle un poco más desde el corazón, que es el lugar en el cual nos gusta ser hermanos y, desde esa profundidad, poder alcanzar a comprender por qué Marruecos y el islam, digamos que estamos continuando el contenido final del Boletín anterior (nº 74 - Septiembre) y adentrándonos al mismo tiempo en la Casa de Nazaret, en este caso de la mano de un contemplativo encarnado en el mismo mundo que nuestro Beato Carlos de Foucauld descubrió.

HOREB.- Un día cambiaste el Monasterio de Santa María de Huerta de Soria por la Trapa de Notre Dame de l’Atlas, en el Atlas marroquí; un cambio así no es por casualidad sino que procede de algún movimiento interior. H. JOSÉ LUIS.- No, no fue simple casualidad. He de confesar que desde siempre me atrajo de forma especial la cultura musulmana. Cuando llegaban mis vacaciones las aprovechaba para conocer mejor esta cultura y viajaba a Egipto, Turquía, Jordania, Palestina, Siria, Argelia, Marruecos,.. Entre mis mejores amigos había árabes musulmanes, con los que, junto con otros amigos de Zaragoza, fundamos una asociación hispano-árabe a la que llamamos "Sadaka". Y fue precisamente en un viaje para esta asociación, cuando descubrí el monasterio de Huerta (la Providencia tiene sus mediaciones). Por otro lado también tuve siempre una gran atracción por el Hermano Carlos de Foucauld. Y mucho más después de una peregrinación que pude hacer en camión con un pequeño grupo a visitar ciertos lugares emblemáticos de su vida en el Magreb. Fue un viaje con destino en el Hoggar, Tamanrasset y la ermita del Assekrem. También visitaríamos su tumba en El Goléa, sus pasos en In Salah, Béni Abbès,… El cambio del monasterio soriano de Sta. Mª de Huerta a Notre Dame de l’Atlas sobrevino a causa de los acontecimientos de Tibhirine. Cuando yo entré al monasterio, no conocía la existencia de una comunidad en Argelia. De haberlo sabido, tal vez hubiese entrado allí. Yo conocía Argelia, tenía allí muchos amigos y nos visitábamos en algunas ocasiones. Le tenía mucho cariño a ese país y a sus gentes. Cuando en marzo del 96 conocí el secuestro de los hermanos en Tibhirine sufrí un fuerte impacto. En principio descubrir esa comunidad

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y de esta forma terrible. Luego sentí un gran dolor por Argelia, por los musulmanes, por el impacto tan negativo que iba a producir en nuestra sociedad hacia ese país que yo amaba y hacia el Islam. Durante los casi dos meses de secuestro hasta el doloroso final, hubo tiempo de mucha oración y mucha reflexión. Cuando llegó la trágica noticia de su ejecución yo ya había decidido que si hacían falta voluntarios para rehacer la comunidad, estaba dispuesto a unirme. El día que se celebró en el monasterio de Huerta una Vigilia especial por los Hermanos de Atlas, en un momento determinado se leyó el Testamento del padre Christian, que nos acababa de llegar y la Providencia quiso que fuese yo el elegido para leerlo en la celebración. Recuerdo que me emocioné mucho y me costaba pronunciar las palabras. Sobre todo algunos párrafos, con los que me veía muy identificado, como este: “En efecto, no veo cómo podría alegrarme que este pueblo al que yo amo sea acusado, sin distinción, de mi asesinato…. Conozco el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente. Conozco también las caricaturas del Islam fomentadas por un cierto islamismo.” Aquel día de la lectura del Testamento del padre Christian, fue la fecha en que me comprometí espiritualmente con Christian y con los Hermanos de Atlas a hacer lo posible para unirme a la comunidad para que continuase. No pasó mucho tiempo sin que el Abad General hiciese una llamada a la Orden pidiendo voluntarios. A partir de ese momento lo manifesté a mi abad y expuse mi deseo de ir a Argelia. Mi abad acogió mi petición y la tuvo en consideración desde el primer momento. Pero no podía irme aún. Todavía era novicio, debía terminar mi noviciado, profesar y continuar con la formación monástica. Y en el año 2000 pude unirme a la comunidad de N.D. de l’Atlas, que canónicamente ya estaba trasladada a Midelt en Marruecos. HOREB.- En medio del Islam, sin intención de convertir a nadie, sin proselitismos ni propagandas, una vida de sencillez basada en la Regla de San Benito, ¿qué razón tiene de ser hoy en día? H. JOSE LUIS.- La vida cisterciense en el monasterio magrebí, tiene en cuenta la peculiaridad de nuestra situación en Marruecos, como lo era en Argelia. Esta singularidad la acogemos como un don de Dios de ser el único monasterio contemplativo de hombres en toda el África del Norte. En el Magreb, nuestra presencia y la de la Iglesia local, encuentra su pleno sentido en el encuentro con los creyentes del Islam, vivido como un don de Dios que debe dar fruto en un espíritu de respeto y verdadera apertura que implica mantenerse firme en las propias convicciones más hondas, con una identidad clara y gozosa, pero abiertos a comprender las singularidades del otro, conscientes de que el diálogo realmente puede enriquecer a cada uno. Conscientes también de nuestra humanidad común, comenzando por la convivencia y la buena vecindad. Ello nos invita a vivir con cierta mirada al exterior. No faltan en nuestro entorno, entre nuestros amigos y vecinos. Los acontecimientos familiares y sociales, las alegrías y las penas, las circunstancias de todo tipo, incluidas las fiestas religiosas, son ocasiones que se nos ofrecen para conocernos mejor, para ayudarnos unos a otros, para encontrarnos sin que sea necesario crear otras ocasiones artificiales. Pero hay también otro aspecto de nuestra actuación, cara a nuestro entorno. Hemos de considerarnos como « embajadores de Cristo » (cf. 2Cor 5, 20) en el Magreb. Para ello contamos como monjes con una vocación particular en la oración. Esta vocación es una responsabilidad muy particular de nuestra condición monástica y nos da la ocasión de ser un testimonio de la oración. En la sociedad musulmana la llamada a la oración resuena cinco veces al día, también nosotros tenemos la tarea de celebrar las alabanzas de Dios con asiduidad, como hijos de Dios. Y los monjes, muy especialmente, consagramos a esto toda nuestra vida mostrando que este Dios y Padre puede colmar toda nuestra existencia. A través de la oración, discreta, perseverante, en medio de una humanidad con la que compartimos nuestro día a día, hacemos presente y damos a conocer en qué consiste «Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria» (Col 1,27). La oración está en el corazón de nuestra vocación. Este ministerio de la oración, como toda nuestra vida, encuentra su fuente y su cumbre en la Eucaristía. Aquí nuestras eucaristías se revisten de una dimensión especial por la fragilidad y precariedad de nuestra presencia. Aquí podemos vivir lo esencial, aún cuando nuestra existencia parezca banal y sin relieve. La eucaristía adquiere un valor de universalidad y eternidad. Presentes junto al pan y al vino, toda la existencia de los que le rodean, por los hombres y mujeres que, aunque no conozcan necesariamente el Evangelio, buscan con rectitud amar y servir a Dios. Por esto nuestra presencia de Iglesia es indispensable, sea cual sea su extensión, sea cual sea su importancia. Cuando celebramos la eucaristía hacemos presente a Cristo en su sacrificio redentor que abarca toda la historia de los pueblos en los que vivimos. El P. Peyriguère, nos puede iluminar en una sola palabra de su reflexión sobre la Eucaristía. Él decía: “La misa la digo a solas, pero solo, no lo estoy nunca... Soy, estando a solas, todo el Cuerpo Místico que ruega y se inmola...” HOREB.- Dinos, como es la vida de un trapense en Midelt, qué hace en medio del Atlas o, dicho de otro modo, la fe y la iglesia cómo están encarnadas. H. JOSE LUIS.- Al P. Christian de Chergé, igual que a nosotros y la Iglesia del Magreb nos gusta vernos «en

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Visitación». Nos gusta leer en el relato de la Visitación (Lc 1, 39-56) nuestra misión. Como María que lleva a Jesús, nosotros salimos a visitar a nuestros hermanos y hermanas y cada encuentro es como una efusión del Espíritu Santo. Como en el relato de la Visitación, el Espíritu es el artífice del encuentro, posibilitando la acción de gracias por los frutos recibidos, frutos que son siempre sorprendentes. María porta la Gran Esperanza. El Espíritu empuja a María y a la Iglesia para que se den prisa, dispone a la acogida y abre a la fecundidad del Cielo. Nos hace experimentar una alegría parecida a la que brotó durante el encuentro entre Isabel y María. Los tesoros que una y otra llevaban en su seno se estremecieron dentro de ellas mismas. Conducidos por el Espíritu, en nosotros brota la alegría cuando nuestros corazones se abren al misterio del otro. De igual modo, nosotros mismos, situados en este nivel de verdad, atentos al encuentro con el otro y a recibirle tal y como es, nos unimos desde lo que llevamos, experimentando una comunión verdaderamente espiritual. Fijándonos en María, en este misterio de la Visitación, aprendemos a ser gratuitos, a pasar de la eficacia a la fecundidad. Así poder entrar en el servicio gratuito, en donde la relación es puro respeto, don sin prejuicio, acogida del camino del otro, de su luz, su esperanza. Sabiendo que la conciencia de cada uno es un misterio sagrado, al que no podemos aproximarnos sin antes quitarnos las sandalias. Y así experimentar, en el corazón de lo cotidiano compartido con humildad, un crecimiento en humanidad cuya última etapa es el encuentro con Dios. Puedo decir que llegamos a amarnos los unos a los otros. Amo al pueblo que nos acoge y nos sentimos amados por ellos. Los sufíes del grupo "Ribat es-Salam", ("Vínculo de Paz", grupo en el que participaban los hermanos de Tibhirine) utilizaban una imagen para hablar de nuestra relación con los musulmanes. Es como una escalera con doble pendiente. Está puesta en el suelo y la cima toca el cielo. Nosotros subimos por un lado, ellos suben por el otro, cada uno según su método. Cuanto más cerca estamos de Dios, más cerca estamos los unos de los otros. Y recíprocamente, cuanto más cercanos estamos los unos de los otros, más cercanos estamos de Dios. Toda la teología está ahí dentro. Y ello nos acerca más a ambos a Dios. HOREB.- Tú que nos conoces bien, ¿qué queda de la visión del Hermanito Carlos de Foucauld y de los marabouts de corazón rojo que siguieron su estela? H. JOSE LUIS.- La Comunidad de Ntra. Sra. del Atlas se mira mucho, desde siempre, en la espiritualidad del Hermanito Carlos de Foucauld. Como colofón a esta vinculación, está el guardar la tumba con los restos del P. Peyriguère, en su memorial, junto a la Capilla de Charles de Foucauld. Existen muchos vínculos entre Carlos de Foucauld y Notre Dame de l’Atlas. Es suficiente con leer las homilías de los Hermanos de Tibhirine, así como las charlas de los capítulos del P. Christian y las cartas de unos y otros para descubrir lo fuerte que era la presencia de Carlos de Foucauld entre ellos, entre los 7 sin excepción. También nuestros hermanos que sobrevivieron a los acontecimientos de Tibhirine, los padres Amédée y Jean-Pierre Schumacher, estaban influidos de ese mismo espíritu. De hecho cuando el p. Amédée, en su juventud, dejó los Misioneros de África, quiso entrar en los Hermanos de Jesús; pero el padre Voillaume le aconsejó ir a la Trapa de N.D. de l´Atlas en Tibhirine… Lo mismo podemos decir del p. Jean-Pierre Schumacher, que se sentía muy atraído por la vida escondida de Nazaret y por la espiritualidad de los Hermanitos en el libro «En el corazón de las masas» del P. Voillaume que fue por mucho tiempo su libro de referencia. El Hermano Carlos de Foucauld está reconocido por todos como «un hermano universal, afirmado en el apostolado de la amistad, en la experiencia de "vivir con" y en el compartir como un signo de testimonio. Él fue un pionero en mostrar al mundo una nueva manera de presencia en el respeto al otro a pesar de las diferencias de cultura y religión. Y en esto podríamos terminar con René Voillaume cuando explica cómo vivir una amistad desinteresada: "Los seguidores de Foucauld, a través de su presencia silenciosa, manifiestan, por su manera de amar, ese respeto misterioso por la libertad de la inteligencia y del corazón que hallamos en Dios: esa paciencia incansable de la misericordia divina, que está humildemente sentada a la puerta del pecador o del incrédulo, y allí espera. Y manifestar a alguien una amistad enteramente desinteresada, amándole por sí mismo, sin intentar convencerle o traerle a la fe, aunque, desde luego, sin ocultarle nuestra fe, puede ser a menudo la única manera de revelarle la plenitud del amor que reside en Dios" (Lettres aux Fraternités I, Cerf, Paris 1960, 337). Y esto podríamos considerarlo como nuestro modo de vivir nuestra vocación en tierras del Islam. HOREB.- Queremos agradecer al Hno. José-Luís el esfuerzo realizado pues, entre sus múltiples labores se halla la hospedería y atención a los visitantes del Monasterio de Notre Dame des Neiges del Atlas, un lugar muy visitado por jóvenes y no tan jóvenes que buscan un reencuentro desde el silencio y al que estamos invitados a asistir. Para nuestra Comunidad HOREB es un lugar de referencia que nos mantiene unidos al espíritu de los marabouts de corazón rojo y al testimonio de los mártires. En el siguiente enlace podéis contactar: http://www.ocso.org/monastery/midelt/?lang=es

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