Boca Infierno

CAPÍTULO IV

Visita heterodoxa al monasterio

«Taylor ha demostrado la creencia de Felipe II en lospronósticos hechos por la astrología, e interpreta ElEscorial como un diseño mágico basado en el círcu-lo, el cuadrado y el triángulo, además que las piedrasde cimiento de El Escorial y más tarde las de su igle-sia fueron colocadas en momentos astrológicamentefavorables, cuando Saturno y Júpiter, los dos plane-tas asociados con él, estaban en conjunción. Apartede estas consideraciones está el numeroso fondo bi-bliográfico de obras esotéricas en la biblioteca escu-rialense, unido a la simpatía y acogida que dispensóel rey a todo cultivador de la astrología».

RENÉ TAYLOR, «Arquitecture and Magic. Considerations on the Idea of the Escorial»,

en Química y sociedad.

EXTRAMUROS

La mejor forma de conocer este santuario-palacio-monaste-rio es cumplir con el rito de llegar hasta su interior por el ca-mino de Madrid, tal y como lo hacía el rey Felipe. Es la rutamás utilizada y permite acceder al recinto sagrado introdu-ciéndose lentamente en sus misterios. Porque el propio mo-nasterio es el mejor maestro para el hombre curioso y es-

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crutador. Tiene todo a la vista si se poseen las claves para in-terpretarlo.

Antes de llegar a la fachada oriental se asciende por unpaseo que los lugareños llaman «Los Camapés» (seguramenteuna deformación de «canapés», una referencia a los asientosde piedra que lo flanquean). El camino viene desde las de-hesas donde los Borbones edificaron siglos después un pe-queño palacete al que llamaron la Casita del Príncipe, lugaral que habrá que referirse cuando se trate sobre la desvirtua-ción del templo. Tras los citados asientos hay una tapia muysólida que muestra un plano inclinado y losas encimeras desección piramidal. Puede contemplarse al otro lado la huer-ta y el Jardín de los Frailes a través de un balcón abierto enla segunda mitad del siglo XX. También desde este lugar hayque fijarse en la práctica ausencia de elementos ornamenta-les en el muro sobre el que descansa el retablo en el inte-rior de la basílica.

Poco después, el viajero se encuentra ante el muro quecierra la explanada que rodea las fachadas norte y este. Losaccesos están flanqueados por estructuras que soportan gran-des esferas sobre acróteras (pináculos, diseño de Herrera). Ac-tualmente, los únicos elementos existentes a modo de cerra-miento son unas grandes y toscas cadenas de hierro, muyantiguas, que cuelgan en una amplia comba. Algunos graba-dos de siglos anteriores indican que en algún momento hubopuertas metálicas. Entre dos de las esferas hay un cartel gra-bado en una pieza ornamental en el que puede leerse unainscripción que reza: «Madrid, VII leguas». Los vanos sontodos iguales y dan acceso al espacio que se conoce como laLonja. A lo largo del muro hay grandes losas bajo las que es-tán los respiraderos de las alcantarillas. Esta fachada es fría,porque el sol, exceptuando los días de verano, apenas calien-ta sus muros.

La primera torre de la izquierda es la denominada «delas Damas». En ella hay una puertecilla que era la que em-pleaba con más frecuencia Felipe II para llegar por el caminomás corto y discreto hasta la escalinata que conduce a sus ha-

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bitaciones. En medio de la fachada está la puerta de acceso ala escalera que lleva al Palacio de los Borbones, creación die-ciochesca del arquitecto Juan de Villanueva. En esa escale-ra se puede contemplar a Aracné y la diosa Palas junto con Apo-lo desollando al sátiro Marsias, frescos pintados por Lucas Jordán(Luca Giordano, 1634-1705), junto a otras pinturas y algúnFlorero de Daniel Seghers. (La puerta de la izquierda condu-ce directamente al mismo lugar). Cruzando la Lonja hay unasrejillas en el suelo que denuncian la existencia de una galeríasubterránea que se dirige hacia las Casas de Oficios. Son laslucernas-respiraderos de la llamada La Mina, construida entiempos de Carlos III. Su función era facilitar el tránsito en-tre ambos edificios en los días de invierno. Las nieves quecaen sobre la Lonja, empujadas por los vientos que soplan des-de San Juan del Malagón, se acumulan en este lugar, dondela sensación de frío es intensa y desagradable. También porella se realizaban los cambios de guardia. La siguiente puer-ta es el acceso al Colegio de los Padres Agustinos.

En la esquina de las fachadas norte y poniente, bajo la to-rre norte o «del Cierzo» (posiblemente porque es el lugardonde más fuerte golpea el viento del norte), hay un pedestalesculpido de una pieza en un gran bloque de granito que entiempos debió ser soporte de algún elemento hoy inexisten-te, posiblemente una cruz (algunos sugieren que pudo ser tam-bién un farol o un portaantorchas). Desde hace muchos añossólo se puede ver en su parte superior un hueco donde seacumula el agua de lluvia y la arena que trae el viento. Pe-ro encierra un misterio. ¿Por qué ese bloque «cúbico» se en-cuentra justo allí? ¿Qué indicaba o qué función tenía? Pararesponder a estas cuestiones debe recordarse que ninguno delos elementos de la construcción fue puesto caprichosamen-te o para ser un simple adorno.

Este bloque labrado y de aspecto ciclópeo, del que nose ha podido encontrar documentación o referencias en lasfuentes consultadas, resulta enigmático y sorprendente, pre-cisamente por eso, por su abandono y olvido. Si fue porta-dor de una cruz, debió de servir como humilladero para que

VISITA HETERODOXA AL MONASTERIO

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los fieles se santiguaran antes de entrar en la basílica. Si enella hubo una luminaria de cualquier tipo, sería la perfectametáfora de la sabiduría, que es luz mediante la cual el ini-ciado encuentra el camino de la verdad. La sensación que pro-duce en el visitante es que este bloque fue menospreciado ynadie se ocupó de su restauración y cuidado a sabiendas. Es-to ocurrió probablemente, como ha sucedido otras veces, por-que este objeto quedó estigmatizado negativamente al estarasociado a algún tipo de conocimiento o rito que los respon-sables quisieron que se olvidara totalmente. ¿Es éste uno delos puntos de máxima concentración energética de la Lonja?Desde luego, es un objeto inquietante que suscita dudas ra-zonables al estar situado bajo la torre que mira a la monta-ña. Conviene observarlo porque se trata del primero de esosdetalles en los que casi nadie repara, y se colocó allí para trans-mitir algo que carece de interés para quienes elaboran lasguías oficiales, más ocupados en lo museístico que en sím-bolos incómodos. Por otra parte, es difícil que reflexionensobre algo que les parece irrelevante.

Es conveniente señalar que cada una de las cuatro esqui-nas principales del edificio tiene su propio estilo. La nor-te-este está ocupada por la tapia del Jardín de los Frailes. Laeste-sur, en el interior del mismo, sobre una puerta exteriorde los Panteones. La última es donde coincide la Torre de laBotica o de la Enfermería con la parte posterior de la Galeríade Convalecientes. Se ha señalado en distintos tratados quela unicidad del monasterio viene dada únicamente por susimetría, porque cada una de sus partes cumple funciones dis-tintas y con características diferentes al resto. Naturalmen-te, esta disposición afecta también a sus flancos y esquinas,que en definitiva son las fronteras entre la obra y el exteriory delimitan el espacio mágico-sagrado.

Continuando el recorrido del perímetro del monasterio,se llega a la fachada principal, la occidental, donde se abre lapuerta principal del edificio, flanqueada por otras dos más pe-queñas. Por una se accede al actual Real Colegio de Alfon-so XII, y por la otra, al convento.


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Este gran paralelogramo pétreo tiene una longitud de207 metros y 20 de altura. Sus dos torres, la de la Botica y ladel Cierzo, alcanzan los 55 metros de altura.

El enorme frontispicio por el que hay que pasar para po-der llegar al corazón del templo por excelencia, la basílica, re-cuerda una especie de templo griego cristianizado. Lo que mássorprende, en principio, es su enorme austeridad, que con-trasta con la riqueza ornamental e iconográfica que llegarona alcanzar tanto los edificios clásicos como los góticos. Suesencia son el ritmo y las matemáticas que inspiran una geo-metría sólo aparentemente sencilla. En la parte superior de lafachada puede verse un frontón rematado por pináculos co-ronados con las características esferas herrerianas. Es de fac-tura semejante a los frontones clásicos, pero distinto en suconcepto, puesto que no hay allí mitología, sino elementossimbólicos muy simples y sugerentes. El interior del triángu-lo isósceles está ocupado por un círculo sin adornos, imáge-nes ni signos visibles, entre dos triángulos con un cateto quese adapta a la curvatura del motivo central. En realidad, sumensaje no es descriptivo ni narrativo: se trata de inducir alestado extático mediante la contemplación de las formas or-denadas según una estructura armónica. Así se prepara el al-ma de quien pretende llegar al interior del templo, median-te un artificio tan simple como contundente. Como se haseñalado anteriormente, el círculo es símbolo de la eternidad,de la perfección y de los cuerpos celestes, en particular delSol. Representa también el Uno divino. El triángulo evoca laTrinidad, así como se convierte en la residencia donde morael Creador.

Esta estructura es un recurso geométrico-estético que seha utilizado muy frecuentemente en los edificios religiososy excede su función didáctica u ornamental. Porque ésa esla clave sagrada que resume todos los conceptos del santua-rio, donde lo esférico-circular y lo triangular-piramidal sonomnipresentes. La pirámide es guardiana y soporte de la ener-gía, y, por tanto, de la fuerza generatriz del Universo-círculo.De hecho, aquí pueden contemplarse tres pirámides que re-


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matan el frontispicio, y cuatro, más estilizadas, que culminanel segundo cuerpo del monumento.

Estas formas fueron utilizadas anteriormente en distin-tos lugares, sobre todo en Italia y, si se observa el grabadode la época en el que se ilustran las obras de construcción, po-drá comprobarse que antes de empezar la tarea de edificar laiglesia, las torres construidas (que también se asemejan a pi-rámides) tenían una esfera en lo alto. Según parece, fue He-rrera quien las incorporó en toda la fábrica como una de lasescasas concesiones a la estética formal; aunque en realidadson símbolos más que adornos. Por cierto, las utilizó en casitodas sus obras, por ejemplo, en la citada Fuente Grande deOcaña.

Más abajo, y entre cuatro medias columnas rematadaspor capiteles de orden jónico, hay una representación de sanLorenzo, el mártir que supuestamente murió en una parrillaromana en el siglo III y a quien está dedicado el monasterio.La figura es obra de Juan Bautista Monegro, que la esculpióen granito. La cabeza y las manos son de mármol blanco. Laadvocación de este impresionante conjunto arquitectónico su-giere preguntas quizá injustificadas. Por ejemplo: ¿es lógicoconsagrar un santuario de tal magnificencia a un santo me-nor, por mucho que fuese uno de los siete diáconos de Ro-ma? ¿O es una simple excusa que debería suscitar otras re-flexiones? Además, hay algo extraño en esa ordenación, algoimplícito en la intención del artífice de la portada, quien tra-ta de adaptar sus propios conocimientos a los deseos concep-tuales de su rey y trabaja con actitud pragmática. El escudoreal está debajo del santo, en clara referencia a la preeminen-cia de uno sobre el otro o, más bien, como una advertencia dela superioridad de lo espiritual sobre lo material. Felipe II qui-so que así fuera porque, según dice la carta fundacional, elmonasterio se fundó «a devoción y en nombre del bienaven-turado Sanct Lorenzo por la particular devoción que, comodicho es, tenemos a este glorioso sancto, y en memoria de lamerced y victorias que en el día de su festividad de Dios co-menzamos a recebir». De aquí se deduce efectivamente la cau-


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sa primera que impulsó la construcción del monasterio, pe-ro éste, en sí mismo, demuestra que había algo más, aunqueel rey no lo manifestó nunca, que se sepa.

Todo el segundo cuerpo parece reposar sobre un friso detriglifos y metopas aparentemente sustentado por ocho me-dias cañas rematadas por capiteles dóricos que reposan sobregrandes plintos, tan ciclópeos como todo el conjunto. Los va-nos están adornados por falsas ventanas cuadradas y hornaci-nas abovedadas.

Tanto el primero como el segundo cuerpo están regi-dos por el número ocho. Sin embargo, el tercero tiende ha-cia el tres como expresión de la Trinidad, estableciendo denuevo la distinción entre dos planos de existencia, uno bina-rio y otro ternario: materia, espíritu y energía, y Dios Pa-dre, Hijo y Espíritu Santo.

INTRAMUROS: EL UMBRAL SAGRADO

El caminante va sometiéndose gradualmente al poderoso in-flujo del recinto. El simple hecho de traspasar el umbral consus dos inmensas puertas significa un primer acto de inicia-ción involuntaria. El santuario recibe a cuantos llegan conel frescor propio de un templo egipcio en un pasaje portica-do sobre cuyas columnas descansa la biblioteca principal. Porencima de ella estuvo la biblioteca de manuscritos, pero losfrecuentes incendios hicieron prudente cambiarla a otra es-paciosa sala cuyas ventanas dan al Patio de Reyes, paso obli-gado hacia la basílica.

La notable altura de las paredes sobre un espacio cier-tamente angosto (64 x 38 metros) produce una sensaciónalgo agobiante que remite cuando al alzar la mirada se obser-van los distintos elementos del frontis de la iglesia. Pero, antesde llegar a ella, debe señalarse que en este patio se encuen-tra la última piedra del monasterio, colocada en 1583. Está enla pared izquierda, entre la ventana octava y la novena, y notiene más indicación que una cruz negra, casi imperceptible,


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en la vertical que desciende desde otra cruz formada por pi-zarras en el tejado.

Son siete los escalones que hay que ascender para penetraren el interior del templo, tan anchos como lo es el patio yde poca altura. Dicen que podrían representar los círculos delcielo. Están pensados para que el ascenso sea solemne y ce-remonial. En algunas trazas no aparecía esta escalera. Sobrela plataforma superior hay seis medias columnas de orden dó-rico y dimensiones sobrecogedoras, entre las que se abren cin-co arcos. Los tres centrales se corresponden con las puertasde la basílica. Pero la sensación de elevación se acentúa conlas dos torres que alcanzan los 72 metros, donde están los cam-panarios y el reloj.

El investigador Francesc Llop y Bayó explica que segúnJean l’Hermite, un viajero de la época cuyos escritos se con-servan en la biblioteca, en la torre izquierda se situó un ca-rillón compuesto por siete u ocho campanas que fundió Pe-ter II van den Ghein, aunque probablemente su número fuemayor, hasta diecisiete campanas. Los primeros encargadosde dar conciertos con él fueron fray Charles Desponceaulxy fray Andrez, de origen holandés. Fray José de Sigüenzaadvierte que «con sus teclas como órgano se tañen acerta-damente y hacen la música que se podrían tañer en otro cual-quiera instrumento invención de los flamencos y alemanes,que tienen paciencia e ingenio para esto. Acá no nos suenantan bien como a ellos». Las campanas estaban dedicadas aFelipe II y debieron de llevar su retrato. Durante el incen-dio que se registró en 1671, se fundieron y el bronce bajóderretido «por los muros, como si fuera agua». El metal serecogió y refundió para hacer la denominada «Fa Bordón»,que hoy da las horas con la gravedad propia de sus cinco to-neladas de peso. En tiempos de Carlos II se situó otro ca-rillón de 31 bronces construido por el holandés Melchior deHaze, discípulo de los Hemony, cuyos secretos de fundiciónmurieron con ellos (sus campanas eran, al parecer, las me-jores de Europa). Este nuevo carillón desapareció en el in-cendio de 1826.


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La primera clave en la que hay que fijarse está enfren-te. Sobre la puerta principal de la basílica hay seis reyes bí-blicos de proporciones gigantescas: David y Salomón estánen el centro; a la izquierda, Josafat y Ezequías; y a la derecha,Josías y Manasés. Todos ellos tuvieron relación directa conel Templo de Jerusalén. Tienen cinco metros de alto y sus fi-guras fueron también esculpidas por Monegro aprovechan-do una gran piedra. Dicen que el material sobrante de estaobra está en el llamado campo «de los Reyes» en el cercanopueblo de Peralejo. («Seis reyes y un santo salieron de estecanto, y quedó para otro tanto», reza una inscripción). Losbronces dorados fueron añadidos por el escultor SebastiánFernández.

En la traza original de Juan de Herrera no aparecen esosreyes bíblicos. En su lugar hay otros seis de sus conocidosobeliscos rematados por esferas. El responsable de la susti-tución fue el heterodoxo Benito Arias Montano, a la sazónbibliotecario del monasterio, quien así se lo aconsejó al reyFelipe con toda intención, como puede deducirse de sus bio-grafías. En los pedestales hay seis inscripciones que fueronañadidas en el año 1660, redactadas por fray Francisco de losSantos, puesto que las realizadas por Arias Montano desapa-recieron misteriosamente en vida de Felipe II, quizá por-que rozaban aspectos doctrinales que podían resultar dudo-sos a ojos de la Inquisición. No obstante, las inscripcionesque se pueden contemplar en la actualidad son también bas-tante significativas.

La de Josafat dice: «Destruidas las prácticas idólatrasrenovó el culto de la Ley». Sus atributos son dos panes, unmacho cabrío y una hoz. Este rey fue el cuarto monarca deJudá, a los treinta y cinco años. Su reinado estuvo caracteri-zado por la tala de bosques, la destrucción de los llamados«lugares altos», donde se practicaba la idolatría, y el resta-blecimiento de los sacrificios legales. Su gobierno duró vein-ticinco años.

Bajo Ezequías puede leerse: «Limpió el templo y celebróla Pascua». Este rey, el trigésimo de Judá, gobernó Jerusalén


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durante veintinueve años. Se le recuerda por haber dotado ala ciudad de Jerusalén de agua mediante el llamado Canal deSiloé. Purificó el Templo durante ocho días y repuso las clasessacerdotales. Su símbolo es una naveta y, al igual que a Josafat,le acompaña un animal destinado al sacrificio pascual. Tam-bién suprimió distintos cultos idólatras, incluida la «serpien-te» fabricada por Moisés setecientos años antes. Este objetofue realizado por mandato divino: «Fabrica una serpiente debronce, ponla en un asta, y todos los que hayan sido mordi-dos y la miren quedarán curados» (Números 21, 8). Esto su-cedió cuando el pueblo judío se quejó de los años que llevabanen el desierto sin otro alimento que el maná y murmuraroncontra Dios, que los castigó enviándoles un gran número deserpientes venenosas. El rey Ezequías destruyó aquel sím-bolo porque se había convertido en un objeto idolatrado alque llamaban Nehustán y todavía quemaban incienso a pesardel tiempo transcurrido. Además, derribó los altares de los«lugares altos» y otros objetos que se habían convertido ensacrílegos, como los cipos o pilastras sepulcrales.

En la siguiente inscripción se afirma que el rey David«Recibió la traza de la obra de manos del Señor». Este mo-narca es el gran rey de Israel y Judá, el unificador. Fue pastoren su juventud, tiempo en el que dio muerte al gigante filis-teo Goliat. El rey Saúl, a cuyo servicio entró David para re-confortarlo con los sones de su arpa, terminó por querer ma-tarlo, debido al prestigio como guerrero que el joven habíaalcanzado ante su pueblo. Le dio como esposa a su segundahija, Micol, y le impuso como dote luchar contra los filisteos,pero ayudado por Yahvé les venció de nuevo. Una vez alcan-zado el trono, las continuas batallas le impidieron edificar eltemplo de su Dios, porque éste le había manifestado que de-bía hacerse en tiempo de paz, aunque inspiró al profeta Na-tán la traza para que lo hiciera su hijo, Salomón. Los símbo-los de David son un arpa y un alfanje. Escribió un númeroindeterminado de composiciones que fueron incluidas en elLibro de los salmos, aunque algunos Santos Padres afirma-ban que fue autor de los 150 que lo forman.


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De Salomón se dice: «Edificó el Templo y lo consagróal Señor». Hijo de Betsabé y de David, este monarca pasópor ser el más sabio y prudente de su tiempo. Desde enton-ces ha conservado su aura mítica, forjada a base de nume-rosas leyendas relacionadas con la construcción del Templomás famoso de la Historia. Algunos especialistas modernossugieren que Salomón fue un importante mago que teníagran poder. Hay referencias abundantes, tanto en la Bibliacomo en el Corán, que prueban sus singulares habilidades.En la sura XXVII del texto musulmán se explica que Da-vid, siendo pastor, tuvo conocimiento del «lenguaje de lospájaros», que transmitió a su hijo. Algunos estudiosos se-ñalan que ese «lenguaje» no es sino un código secreto parainterpretar correctamente las leyes del Universo, entre ellas,la de la proporción. Sus conocimientos en esta materia que-daron plasmados en diversos libros, algunos de los cuales fue-ron escritos realmente años después de su muerte, aunqueposiblemente se transmitieron oralmente. Notable es el gri-morio conocido como la Clavícula de Salomón, una colecciónde conjuros e instrucciones para construir talismanes y rea-lizar pactos con los espíritus infernales. La leyenda describeal rey sabio poniendo también a su servicio al diablo Asmo-deo, a quien nombra guardián de los secretos del Templo.Incluso habría intercambiado su papel con él durante ciertotiempo. Es muy conocido el Sello de Salomón, que consiste enuna estrella de cinco puntas o pentáculo con el nombre deDios en su interior; este símbolo o talismán que servía paradefenderse de los demonios fue muy popular como amule-to en la Edad Media.

Independientemente de todas estas referencias, variosenigmas rodean la figura del rey Salomón. El primero es elsueño en que Dios se le aparece en Gabaón, al principio desu reinado (Reyes 3, 1-15), y le dice: «Pídeme lo que quierasque te dé», a lo que el rey respondió, entre otras cosas: «Daa tu siervo un corazón prudente para juzgar a tu pueblo y po-der discernir entre lo bueno y lo malo». Dios, al comprobarque su siervo no pide nada material, decide acceder a su peti-


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ción: «Yo te concedo lo que has pedido y te doy un corazónsabio e inteligente, tal como antes de ti no ha habido otro nilo habrá en adelante después de ti». Al principio del párrafocitado, se afirma que «Salomón emparentó con el faraón, reyde Egipto, tomando a una hija del faraón por mujer». Y aun-que no se dice cuál fue la dote, es perfectamente razonablepensar que pidiera objetos, documentos o ideas que tuvieranque ver con la construcción que iba a emprender, como, porejemplo, ciertos materiales y, por qué no, algunos secretosempleados por los arquitectos egipcios en sus templos.

En este punto, quizá convenga remontarse a tiempos an-teriores, cuando se formaliza el pacto entre los judíos y Yah-vé. El objeto de poder más importante para los judíos fue elArca del Pacto o de la Alianza, símbolo de un acuerdo entreDios y el pueblo hebreo. Consistía en «un arca de madera deacacia de dos codos y medio de largo, un codo y medio de an-cho y un codo y medio de alto [111 x 67 x 67 centímetros apro-ximadamente]. La cubrirás de oro puro por dentro y por fue-ra, y en torno de ella pondrás una moldura de oro [...]. Fundiráscuatro anillos de oro, que pondrás en los cuatro ángulos, dosde un lado, dos del otro. Harás unas barras de madera de aca-cia y las cubrirás de oro, y las pasarás por los anillos de los la-dos del arca para que puedan llevarse. Las barras quedaránsiempre en los anillos y no se sacarán». (Éxodo 25, 10 y ss).¿Se trata entonces de un objeto que protege lo que contiene?Dice la Biblia que si alguien se acercaba sin estar autorizado(¿protegido?), caía fulminado sin remisión. Sobre ella diceDios algo enigmático: «En el arca pondrás el testimonio queyo te daré». El testimonio y ¿qué más? Lo único seguro que seguardaba allí eran las Tablas de la Ley recibidas en el Sinaí yuna jarra con una muestra del maná que alimentó a los he-breos en el desierto tras terminar su cautiverio en Egipto. Lahistoria bíblica relata cómo el faraón decidió liberarlos traslas diez plagas, pero inmediatamente después se arrepintió ylos persiguió hasta el Mar Rojo. ¿Se trató realmente de unarrepentimiento malvado o recibió la denuncia de que Moi-sés, alto funcionario del gobierno egipcio, se había llevado


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algo que no debía? Si Moisés había robado algún secreto po-deroso al faraón, ¿qué mejor sitio para guardarlo que el in-terior del Arca? Es legítimo pensar también que el «patriar-ca salvado de las aguas» había conocido secretos custodiadospor los arquitectos egipcios y conservó esos saberes pensan-do en la construcción del futuro Templo.

Es posible, pues, que Salomón dispusiera de algo más quela traza inspirada por Dios para emprender su obra.

EL ENIGMA DE HERMES TRIMEGISTO

Hay un egipcio misterioso al que obligatoriamente se debemencionar aquí, puesto que da origen a un adjetivo aplicadoal monasterio: Hermes, raíz del término «hermético».

Existen dos personajes con el mismo nombre, el míticoy el histórico. El primero es un ente intermediario que su-puestamente poseía conocimientos superiores que transmitióa los hombres por orden de los dioses, identificado tambiéncon el Mercurio romano, el dios mensajero, patrón de la me-dicina. El segundo fue un filósofo cuyo apellido (Trimegis-to) significa «el tres veces grande». Según Yogi Kharishnan-da, este filósofo nació el 9 de octubre del 1399 a.C. en Tebasy murió en el monasterio de El-Amarna el 22 de marzo del1275 a.C. (Hay que advertir que este tipo de precisiones bio-gráficas son más que dudosas.) Se le atribuyen 42 libros en losque los sacerdotes egipcios estudiaban las ciencias ocultas.Tratan de alquimia, medicina y física. En estos últimos es don-de se establecen normas para construir edificios sagrados conlas proporciones armónicas necesarias para cumplir su fun-ción como acumuladores de energías terrestres y cósmicasal servicio de lo sobrenatural. Aquí estaría la primera refe-rencia al número sagrado phi, el 1,618, presente en toda la ar-quitectura religiosa y parte de la civil. Se le atribuye el esta-blecimiento del principio fundamental de la magia: «Lo queestá arriba es como lo que está abajo» («Lo que atares en laTierra será atado en el Cielo», dice Jesucristo). Lógicamen-


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te, es el patrón de las ciencias ocultas, de todo lo relacionadocon el esoterismo y de todo cuanto se considera, precisamente,«hermético».

El siguiente rey que aparece en el frontispicio escuria-lense es Josías, quien «Encontró en las ruinas del Templo elLibro de la Ley». El decimosexto rey de Judá, hijo de Amón,subió al trono a temprana edad, cuando tan sólo contaba ochoaños, y reinó durante treinta y uno. El libro mencionado noes otro que el Deuteronomio bíblico, literalmente, «segundaley» en griego, porque contiene las leyes ya expresadas en elÉxodo, el Levítico y otros libros anteriores. (El título hebreopodría traducirse como «Éstas son las palabras»). Se tratade un texto atribuido a Moisés, recordatorio de la necesidad deevitar la caída frecuente de los hebreos en las distintas formasde idolatría a que les llevaba la desconfianza en su Dios enmomentos de tribulación. Este rey es también el reforma-dor que termina con estatuas, santuarios y altares dedicadosa dioses paganos tradicionales y reinstaura la Ley verdadera.Fue hombre piadoso que murió tras ser herido por las tropasde Nekó, rey egipcio, en Neguiddó. Sus símbolos son el ce-tro y el Libro de la Ley de Dios.

Manasés es el abuelo de Josías y, según la inscripción de labasílica de El Escorial, «Arrepentido, restauró el altar de Dios».Fue el decimocuarto rey de Judá. Hijo de Jafsiba, subió al tro-no a los doce años de edad, y, a diferencia de su padre Eze-quías, se apartó del culto piadoso para restaurar los santuarioslocales en altozanos donde tradicionalmente se daba culto aentidades menores. Entre ellas, la más célebre fue Baal, un diosque se representaba con cuatro ojos y sendas alas. Los ritos deeste dios de aspecto demoniaco incluían la ofrenda de niños,que eran quemados en un hueco de su estatua, en recuerdo delsacrificio que éste hizo de su propio hijo para propiciar la sa-lud de los hombres. También se realizaron ofrendas a la dio-sa de origen sirio Astarté, conocida también como Hera enla mitología mediterránea. Durante su reinado fueron rehabi-litados temporalmente los nigromantes y espiritistas, que ha-bían sido prohibidos. Utilizó parte del Templo para dar culto


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a la totalidad de los «ejércitos celestiales». Dios le castigó porsu impiedad, permitiendo que fuera apresado por el rey de Si-ria. Durante su cautiverio, se arrepintió de sus errores y vol-vió sus ojos hacia Yahvé. A su regreso a Jerusalén, deshizo to-do cuanto había construido en contra de su Dios y restauró elaltar y los sacrificios según la Ley mosaica. Sus símbolos sonel «compás y la escuadra», aunque también se incorporaronuna cadena y sus ropas de cautivo.

Aparentemente, lo que une a estos reyes es que todos es-tuvieron relacionados con el Templo de uno u otro modo,aunque fray José de Sigüenza propuso sustituir a Ezequíaspor el rey Joás. Pero hay algunos aspectos que habría queaclarar y, entre ellos, el principal es por qué Arias Montanopropuso esos personajes y por qué Felipe II aceptó semejan-te sugerencia. Hay que tener en cuenta que en la fábrica sedan muy pocas concesiones a la estatuaria, sólo presente aquí,en la entrada y en el Patio de los Evangelistas. En un lugardonde nada es superfluo, la presencia de estos cíclopes bíbli-cos tiene que tener algún significado más allá de la evocación.En principio, apártense a David y a Salomón, cuya relacióncon el monasterio es patente, puesto que fueron, respectiva-mente, el «promotor» y el «ejecutor» del Templo de Jeru-salén. Los otros cuatro son restauradores del culto ortodoxoa Yahvé.

Vale la pena detenerse en un detalle que tuvo que pesaren el ánimo de Felipe II, y es el concepto asociado a los seisreyes como «guardianes del umbral», según el concepto ex-puesto por James George Frazer en El folclore en el AntiguoTestamento. Y el autor de La rama sagrada añade: «En el tem-plo de Jerusalén había tres funcionarios, sacerdotes a lo queparece, que tenían el título de Guardianes del Umbral». Seda una creencia supersticiosa difundida en todas las culturasdel mundo según la cual no se debe pisar el umbral de unlugar sagrado, porque es una ofensa a Dios y acarrea castigosy mala suerte. El cristianismo ha establecido un rito lustralque purifica a todos quienes han traspasado el umbral: santi-guarse con agua bendita, para conjurar la impureza de que to-


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do pecador es portador. Estos personajes, a veces se muestrancomo diablos protectores del edificio, como los dos que flan-quean la puerta de la catedral de Ávila, por ejemplo. Ningunode ellos es ajeno a la función que en el románico desempeña-ban algunos canecillos con figuras monstruosas que, supues-tamente, habían de alejar los malos espíritus.

Si hoy se conocieran los textos que redactó Arias Mon-tano para justificar la inclusión de los monarcas hebreos en lafachada escurialense, probablemente se desvelaría la verda-dera razón por la que se incorporaron estos reyes, en mediode los cuales se abre la ventana por donde entran los rayos desol que iluminan el presbiterio en el atardecer. Quizá tambiéncustodian la luz que ilumina el punto donde confluye aquí to-do lo sagrado.

¿Es El Escorial un nuevo Templo de Salomón? El pa-dre Sigüenza defendió esta tesis en su tiempo.

EN EL SANCTASANCTÓRUM

El viajero ya está en el interior de la basílica, el más visiblecentro de poder del monasterio. Al parecer, hubo un proyec-to para la iglesia que se encargó al ingeniero-arquitecto ita-liano Francesco Paciotto (1521-1591), para contrastarlo conel de Juan Bautista de Toledo (costumbre típica en el rey Fe-lipe). Lo más probable es que el inicio de las obras se basaraen la traza del segundo. Se sabe que Rodrigo Gil de Honta-ñón supervisa los planos en julio de 1564 mediante un dicta-men que se le solicita como experto y en el que se muestrapreocupado por el grosor de los pilares, que restan luz.

Según un documento fechado en 1566, el rey manda a JuanBautista que «haga las plantas, monteas y perfiles de toda laiglesia principal». ¿Se hicieron nuevas trazas para rectificar elprimer proyecto? Sea así o no, y tras llegar unas nuevas e inú-tiles en 1573, comienzan las obras en el verano de 1575, sien-do aparejadores Pedro de Tolosa y Lucas de Escalante, auxi-liados por su obrero mayor fray Antonio de Villacastín.


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En el primer libro de los Reyes se dice: «El templo fueconstruido con piedras preparadas en la cantera; durantesu construcción no se oyeron allí martillazos ni sierras ni ins-trumentos de hierro» (1 Reyes 6, 7). Salomón estableció estanorma por «inspiración divina». Pues la misma es la que es-tableció Juan de Herrera cuando se incorpora como arqui-tecto en enero de 1576 y dispone que las piedras vengan yalabradas de la cantera. Con esta medida se aceleró la cons-trucción que, a partir de entonces, duró siete años. ¿La coor-dinación de todos los artesanos implicados fue únicamenteresponsabilidad del cántabro? Es necesario tener en cuentaque Herrera tenía que viajar continuamente, unas vecesacompañando al rey y otras solo, para supervisar distintos pro-yectos en marcha. Parece que la mano de fray Antonio de Vi-llacastín fue más importante de lo que comúnmente se cree.

Pero antes de avanzar por la nave de la iglesia hay quepasar por debajo de la originalísima «bóveda plana» diseña-da por Herrera, ya mencionada. Este lugar es muy especialporque, situándose bajo su centro, el visitante puede sentirque aquí se concentra la energía vibratoria del edificio que sederrama por todo el vestíbulo, donde están las pilas del aguabendita. Un efecto parecido al de un muelle comprimido quepudiera saltar en cualquier momento.

La visión de la iglesia es sobrecogedora cuando se pe-netra en ella por primera vez, pero poco a poco envuelve alperegrino en su misterio, sin agresividad, hasta proporcio-narle una acogida amorosa. Todo allí es solemne, silencioso yaustero, a pesar de algunos elementos lujosos. En su gran ca-ja de resonancia se concentran susurros, pisadas y crujidos,acompañados en ciertos momentos por el eco de las campanasy, a veces, por los potentes sones y acordes de sus órganos.Todo allí suena de un modo peculiar, buscado a propósito pa-ra que la energía acústica sea capaz de impregnar el alma yconducir a un mayor recogimiento y humildad.

Felipe II dotó a la iglesia con siete órganos: dos estánen el crucero, otros tantos en el coro y cuatro, más peque-ños y portátiles, acompañaban en distintas ceremonias. Se cree


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que los muebles de estos instrumentos son diseño de Herre-ra, y los tubos y mecanismos se atribuyen al flamenco GillesBrevost, importante luthier cuya obra fue seguida por sus hi-jos. Los teclados están en medio del coro.

Apenas comienza el peregrinaje por el interior del re-cinto, el visitante descubre a su izquierda una capilla dondelo principal es un Cristo de blanquísimo mármol, esculpidoen 1562 por el florentino Benvenuto Cellini (1500-1571). Sele conoce como el Cristo de Lepanto, porque fue regalo de losduques de Toscana en conmemoración de aquella batalla.La cruz es de mármol de Carrara de color negro, engastadoen una de madera que la asegura y protege. Se caracteriza por-que su tamaño y aspecto vienen determinados por las medi-das de la impronta de la Síndone, la Sábana Santa de Turín,lo que significaría que ése sería el aspecto exacto que tendríaJesús de Nazaret en el momento de su muerte.

El crucero de la basílica está envuelto en la luz cenitalproporcionada por los ocho ventanales de unos diez metrosde alto que taladran el tambor de la cúpula o cimborrio. Es-tá coronado por una linterna con sendas ventanas cuadradasde cinco metros. Por encima hay una aguja rematada conuna esfera de bronce de dos metros de diámetro coronadacon una cruz de hierro de igual altura. En ella puede verseuna plancha dorada donde Felipe II situó varias reliquias,entre ellas, las de san Pedro y santa Bárbara, cosa que se hi-zo también en otras torres, buscando la protección sobre-natural del edificio ante fenómenos meteorológicos, comolas tormentas.

En el interior del templo hay luz suficiente para que sevean todos los detalles, por ejemplo, las 43 pinturas que ocu-pan capillas, altarcillos y hornacinas situados en paredes y co-lumnas. Hay algo que caracteriza a muchas de ellas, notorioa simple vista: muchos de los cuadros representan a dos per-sonajes, sean masculinos o femeninos. En la actualidad sólose puede contemplar esta curiosidad en ciertas pinturas, por-que algunos originales fueron sustituidos y trasladados a otroslugares.


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