Bienvenidos al salvaje norte - Pasado y...

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KLONDIKE, UN LUGAR TAN REAL COMO MŒTICO. una región de inhóspita belleza situada en la provincia ca- nadiense del Yukón, frontera con alaska; allí donde la nie- ve y el frío imponen su implacable imperio. un lugar don- de hoy apenas viven unas cuantas almas, pero que a fina- les del siglo XiX se convirtió en destino de miles de aven- tureros endemoniados por la codicia: ¡había oro en aquel suelo helado! aquella tierra fecundó la muerte y la dicha, allí hizo fortuna el Tío Gilito, y allí viajo también uno de los escritores más interesantes de la historia de la literatura, Jack London; uno de esos tipos que decidió ponerse el mundo por montera y beberse su existencia hasta su últi- ma y prematura gota de vida. de aquella experiencia nos legó estos Once cuentos de Klondike, dispersos en dife- rentes antologías y que ahora recopila y edita el sello ar- gentino Eterna Cadencia con la magnífica traducción de Jorge Fondebrider, quien también se encarga de intro- ducir al lector en el laberíntico y personal universo del es- critor, situarle en los lugares donde tienen lugar las histo- rias narradas en estos relatos extraordinarios, y servirle de guía por las complejas y fascinantes costumbres de sus gentes mediante unas profusas e instructivas notas. Con todo este equipaje propone un viaje estremecedor al salvaje norte de américa, en el que aparecen agrestes paisajes tan bellos como amenazadores arañados por los trineos, en los que la se difumina la frontera que separa al ser humano de la bestia, y a estos de la propia naturaleza. Comerciantes, tahúres, buscadores de oro, indígenas, charlatanes, asesinos, perros salvajes, osos, caribús y al- ces, todos luchando por la supervivencia en un territorio hostil en el que la vida no vale ni el peso del alma. Como buen aventurero, London gozaba de un don muy especial, y fundamental para un escritor: el de observar. Gracias a ello conseguía trasladar al papel no sólo las imá- genes que captaban sus retinas sino aquello que se ocul- ta tras el envoltorio carnal de sus protagonistas, y más aún de la sustancia metafísica del comportamiento humano e incluso de la propia naturaleza, viva o inanimada. Por eso en sus cuentos no sólo narra hechos de un re- alismo deslumbrante, sino que transmite las sensaciones, ambiciones, anhelos y pasiones de sus protagonistas en- frentados a situaciones límite, que les convierten en esclavos de unas circunstancias que escapan a su control. sin gran- des alardes retóricos y con un lenguaje directo aunque com- plejo por el empleo tanto de topónimos y términos nati- vos desconocidos para el lector urbanita de entoces y no digamos el actual, London logra dotar a sus textos de una vida insólita que les confiere fluidez y una rara claridad. London no narra desde la distancia, sino en primera lí- nea: es un hijo del lobo que ha escuchado el silencio blan- co, ese que inunda los parajes donde acecha una muerte caprichosa; ha conocido la paciencia que mantiene vivo el recuerdo doloroso de quien aguarda su oportunidad, y los avatares de la codicia, tan trágicos como cómicos; co- noció a los indios que mueren de frío en soledad o a quie- nes mueren ajusticiados por defender sus tradiciones: la muerte llama a la muerte; como la que se profesan perro y amo, odiándose hasta el fin, o la que le procura el caza- dor fanfarrón al último de los mamuts; muerte de la que escapa ese hombre que recorre la tundra sin tener qué lle- varse a la boca durante ocho días; o muerte, la que bus- ca con ingeniosos ardides quien teme la tortura, y la in- exorable, esa que acecha en cada copo de nieve cuando no se es capaz de encender un fuego. son once relatos vivos, terribles, de una crudeza dolo- rosa, sin concesiones al sentimentalismo ni a la condes- cendencia: brutalmente honestos y por eso geniales. su vi- gor narrativo y la claridad con que muestra a los personajes, todos ellos cautivos de sus emociones, hacen de estos cuen- tos una experiencia inolvidable. es difícil abstraerse cuan- do London lleva al extremo su naturalismo más visceral, sobre todo porque no deja lugar a la duda de que lo que se está leyendo es tan real como el papel cosido que lo con- tiene, y basta con cerrar ese libro y luego los ojos para sen- tir cómo el cuerpo se estremece al pensar en lo que esas criaturas que pueblan sus relatos tuvieron que sufrir o hi- cieron sufrir. Y eso no es ni más ni menos que genialidad. El escritor norteamericano Jack London Bienvenidos al salvaje norte Jack London invita al lector a vivir una experiencia extrema en el salvaje norte de América, durante la fiebre del oro que atrajo a esas tierras tan bellas como hostiles a miles de personas borrachas de codicia. Son once relatos crudos y fascinantes en los que se siente en propia carne las sensaciones narradas. UNA DE LAS MISIONES M S AGRADABLES DE UN HISTORIADOR es hacer justicia con esas personas que, por diferentes razones, fueron condenadas a la trastienda de la historia, habiendo no obstante prota- gonizado gestas lo suficientemente notorias o al me- nos interesantes como para haber figurado en un lugar algo más destacado en el relato oficial. egoistamente es preferible que existan estos juguetes rotos, pues eso permite que se siga investigando y que se lleven a cabo trabajos interesantísimos como El viajero accidental, obra del historiador Harry Kelsey, quien ha rescatado de las sombras a esos personajes anónimos hasta aho- ra que compartieron en su día el honor de haber dado la vuelta al mundo a bordo de sus imponentes navíos. Como no puede ser de otro modo, kelsey inicia su particular aventura con el viaje de Magallanes, quien no tuvo precisamente muchos apoyos en su empresa y que, sin embargo, señaló el camino por el que luego habrían de navegar toda una serie de marinos de los que poco se sabía hasta ahora. el autor centra su investi- gación en los viajes de Loaísa y saavedra, Legazpi y Vi- llalobos, de quienes obtiene información valiosa en do- cumentos que siempre han estado ahí para quien qui- siera consultarlos. La cuestión es por qué no se ha he- cho. kelsey muestra así una faceta incómoda de la in- vestigación historiográfica, según la cual el análisis se centra sólo en casos notorios por alguna razón concreta, ya sea política, económica o de prestigio social, mien- tras que se eluden o sencillamente se reducen a la mí- nima expresión hechos de similar importancia, ofre- ciendo así una visión sesgada de la historia que en no pocas ocasiones alimenta la interpretación dogmática o el mito. El viajero accidental, una obra necesaria para com- prender el alcance de la estrategia imperialista de las dos grandes potencias navales y comerciales de los si- glos XV y XVi, españa y Portugal, descubre al lector no sólo una serie de empresas fundamentales para con- solidar las rutas marítimas que permitieron más ade- lante desarrollar viajes tanto comerciales como cien- tíficos a los confines del mundo, sino que ofrece tam- bién un relato apasionante y en ocasiones asombroso por la enorme resistencia de quienes llevaron a cabo se- mejantes aventuras. se trata por tanto de una obra sorprendente, bien construida y mejor documentada, que se lee con pla- cer y que permite saldar una deuda fundamental con algunos de esos pioneros que contribuyeron al progreso de la humanidad, pero que quienes escribieron la his- toria decidieron menospreciarlos hasta convertirlos en meras notas a pie de página. un libro apasionante, re- velador y necesario. J ack London EL LIBRO DE LA SEMANA / Relatos Por A. J. U. jaCk London Once cuentos de Klondike Traducción de Jorge Fondebrider ETERNA CADENCIA Apéndices Este volumen incluye dos apén- dices. Uno sobre los autores coetá- neos de London y otro que reúne dos artículos del autor sobre su ex- periencia en Klondike. Vuelta de hoja Antonio J. Ubero Los héroes olvidados de los mares 5 harrY keLseY El viajero accidental Traducción de David León Gómez PASADO & PRESENTE Nómina de viajeros El autor incluye un apéndice en el que relaciona a las personas que consiguieron dar la vuelta al mundo (varias veces algunos) en condiciones muy difíciles. LaOpinión sáBado, 17 de junio, 2017

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KLONDIKE, UN LUGAR TAN REAL COMO MŒTICO.una región de inhóspita belleza situada en la provincia ca-nadiense del yukón, frontera con alaska; allí donde la nie-ve y el frío imponen su implacable imperio. un lugar don-de hoy apenas viven unas cuantas almas, pero que a fina-les del siglo XiX se convirtió en destino de miles de aven-tureros endemoniados por la codicia: ¡había oro en aquelsuelo helado! aquella tierra fecundó la muerte y la dicha,allí hizo fortuna el Tío Gilito, y allí viajo también uno de losescritores más interesantes de la historia de la literatura,Jack London; uno de esos tipos que decidió ponerse elmundo por montera y beberse su existencia hasta su últi-ma y prematura gota de vida. de aquella experiencia noslegó estos Once cuentos de Klondike, dispersos en dife-rentes antologías y que ahora recopila y edita el sello ar-gentino Eterna Cadencia con la magnífica traducción deJorge Fondebrider, quien también se encarga de intro-ducir al lector en el laberíntico y personal universo del es-critor, situarle en los lugares donde tienen lugar las histo-rias narradas en estos relatos extraordinarios, y servirle deguía por las complejas y fascinantes costumbres de susgentes mediante unas profusas e instructivas notas.

con todo este equipaje propone un viaje estremecedoral salvaje norte de américa, en el que aparecen agrestespaisajes tan bellos como amenazadores arañados por lostrineos, en los que la se difumina la frontera que separa alser humano de la bestia, y a estos de la propia naturaleza.comerciantes, tahúres, buscadores de oro, indígenas,charlatanes, asesinos, perros salvajes, osos, caribús y al-ces, todos luchando por la supervivencia en un territoriohostil en el que la vida no vale ni el peso del alma.

como buen aventurero, London gozaba de un don muyespecial, y fundamental para un escritor: el de observar.Gracias a ello conseguía trasladar al papel no sólo las imá-genes que captaban sus retinas sino aquello que se ocul-ta tras el envoltorio carnal de sus protagonistas, y más aún

de la sustancia metafísica del comportamiento humanoe incluso de la propia naturaleza, viva o inanimada.

Por eso en sus cuentos no sólo narra hechos de un re-alismo deslumbrante, sino que transmite las sensaciones,ambiciones, anhelos y pasiones de sus protagonistas en-frentados a situaciones límite, que les convierten en esclavosde unas circunstancias que escapan a su control. sin gran-des alardes retóricos y con un lenguaje directo aunque com-plejo por el empleo tanto de topónimos y términos nati-vos desconocidos para el lector urbanita de entoces y nodigamos el actual, London logra dotar a sus textos de unavida insólita que les confiere fluidez y una rara claridad.

London no narra desde la distancia, sino en primera lí-nea: es un hijo del lobo que ha escuchado el silencio blan-co, ese que inunda los parajes donde acecha una muertecaprichosa; ha conocido la paciencia que mantiene vivoel recuerdo doloroso de quien aguarda su oportunidad, ylos avatares de la codicia, tan trágicos como cómicos; co-noció a los indios que mueren de frío en soledad o a quie-nes mueren ajusticiados por defender sus tradiciones: lamuerte llama a la muerte; como la que se profesan perroy amo, odiándose hasta el fin, o la que le procura el caza-dor fanfarrón al último de los mamuts; muerte de la queescapa ese hombre que recorre la tundra sin tener qué lle-varse a la boca durante ocho días; o muerte, la que bus-ca con ingeniosos ardides quien teme la tortura, y la in-exorable, esa que acecha en cada copo de nieve cuandono se es capaz de encender un fuego.

son once relatos vivos, terribles, de una crudeza dolo-rosa, sin concesiones al sentimentalismo ni a la condes-cendencia: brutalmente honestos y por eso geniales. su vi-gor narrativo y la claridad con que muestra a los personajes,todos ellos cautivos de sus emociones, hacen de estos cuen-tos una experiencia inolvidable. es difícil abstraerse cuan-do London lleva al extremo su naturalismo más visceral,sobre todo porque no deja lugar a la duda de que lo quese está leyendo es tan real como el papel cosido que lo con-tiene, y basta con cerrar ese libro y luego los ojos para sen-tir cómo el cuerpo se estremece al pensar en lo que esascriaturas que pueblan sus relatos tuvieron que sufrir o hi-cieron sufrir. y eso no es ni más ni menos que genialidad.

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Bienvenidos al salvaje norte

Jack London invita al lector a vivir unaexperiencia extrema en el salvaje norte deAmérica, durante la fiebre del oro queatrajo a esas tierras tan bellas comohostiles a miles de personas borrachas decodicia. Son once relatos crudos yfascinantes en los que se siente en propiacarne las sensaciones narradas.

UNA DE LAS MISIONES MçS AGRADABLES DE UNHISTORIADOR es hacer justicia con esas personasque, por diferentes razones, fueron condenadas a latrastienda de la historia, habiendo no obstante prota-gonizado gestas lo suficientemente notorias o al me-nos interesantes como para haber figurado en un lugaralgo más destacado en el relato oficial. egoistamentees preferible que existan estos juguetes rotos, pues esopermite que se siga investigando y que se lleven a cabotrabajos interesantísimos como El viajero accidental,obra del historiador Harry Kelsey, quien ha rescatadode las sombras a esos personajes anónimos hasta aho-ra que compartieron en su día el honor de haber dadola vuelta al mundo a bordo de sus imponentes navíos.

como no puede ser de otro modo, kelsey inicia suparticular aventura con el viaje de Magallanes, quienno tuvo precisamente muchos apoyos en su empresay que, sin embargo, señaló el camino por el que luegohabrían de navegar toda una serie de marinos de los quepoco se sabía hasta ahora. el autor centra su investi-gación en los viajes de Loaísa y saavedra, Legazpi y Vi-llalobos, de quienes obtiene información valiosa en do-

cumentos que siempre han estado ahí para quien qui-siera consultarlos. La cuestión es por qué no se ha he-cho.

kelsey muestra así una faceta incómoda de la in-vestigación historiográfica, según la cual el análisis secentra sólo en casos notorios por alguna razón concreta,ya sea política, económica o de prestigio social, mien-tras que se eluden o sencillamente se reducen a la mí-nima expresión hechos de similar importancia, ofre-ciendo así una visión sesgada de la historia que en nopocas ocasiones alimenta la interpretación dogmáticao el mito.

El viajero accidental, una obra necesaria para com-prender el alcance de la estrategia imperialista de lasdos grandes potencias navales y comerciales de los si-glos XV y XVi, españa y Portugal, descubre al lector nosólo una serie de empresas fundamentales para con-solidar las rutas marítimas que permitieron más ade-lante desarrollar viajes tanto comerciales como cien-tíficos a los confines del mundo, sino que ofrece tam-bién un relato apasionante y en ocasiones asombrosopor la enorme resistencia de quienes llevaron a cabo se-mejantes aventuras.

se trata por tanto de una obra sorprendente, bienconstruida y mejor documentada, que se lee con pla-cer y que permite saldar una deuda fundamental conalgunos de esos pioneros que contribuyeron al progresode la humanidad, pero que quienes escribieron la his-toria decidieron menospreciarlos hasta convertirlos enmeras notas a pie de página. un libro apasionante, re-velador y necesario.

J ack London

EL LIBRO DE LA SEMANA / Relatos

Por A. J. U.

jack LondonOnce cuentos de Klondike

Traducción de Jorge FondebriderETERNA CADENCIA

ApéndicesEste volumen incluye dos apén-

dices. Uno sobre los autores coetá-neos de London y otro que reúnedos artículos del autor sobre su ex-periencia en Klondike.

Vuelta de hoja

Antonio J. Ubero

Los héroes

olvidados de

los mares

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harry keLseyEl viajero accidental

Traducción de David León GómezPASADO & PRESENTE

Nómina de viajerosEl autor incluye un apéndice

en el que relaciona a las personasque consiguieron dar la vuelta almundo (varias veces algunos) encondiciones muy difíciles.

LaOpinión sábado, 17 de junio, 2017