Biblioteca de Alejandría

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Biblioteca de Alejandría Representación artística del interior de la Biblioteca de Alejan- dría, con base en algunas evidencias arqueológicas (O. Von Cor- ven). Se estima que la Biblioteca fue fundada a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo I Sóter. La Biblioteca Real de Alejandría o Antigua Biblio- teca de Alejandría, fue en su época la más grande del mundo. Situada en la ciudad egipcia de Alejandría, se es- tima que fue fundada a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo I Sóter, y ampliada por su hijo Ptolomeo II Fi- ladelfo, llegando a albergar hasta 900 000 manuscritos. La nueva Biblioteca Alejandrina, rememorando la origi- nal y promovida por la Unesco, fue inaugurada el 16 de octubre de 2002 [1] en la misma ciudad. Se carece de testimonios precisos sobre sus aspectos más esenciales, y no se han encontrado las ruinas del Museo, siendo las del Serapeo muy escasas. Para algunos escrito- res latinos, la Gran Biblioteca fundada por los Ptolomeos apenas resultó afectada en el incendio provocado por las tropas de Julio César en 48 a. C. Probablemente, ya ha- bía desaparecido en el momento de la dominación árabe, aunque algunos escritores comentan que el califa Umar ibn al-Jattab ordenó la destrucción de millares de manus- critos. Independientemente de las culpas de cristianos y musulmanes, el fin de la biblioteca debe situarse en un momento indeterminado del siglo III o del siglo IV, quizá en 273, cuando el emperador Aureliano tomó y saqueó la ciudad, o cuando Diocleciano hizo lo propio en 297. La biblioteca-hija del Serapeo, sucesora de la Gran Bibliote- ca, fue expoliada, o al menos vaciada, en 391, cuando el emperador Teodosio el Grande ordenó la destrucción de los templos paganos de la ciudad de los Ptolomeos. Desde el siglo XIX, los eruditos han intentado compren- der la organización y estructura de la Biblioteca, y se ha debatido mucho sobre su final. Los conocimientos so- bre la Biblioteca, cómo fue, cómo trabajaron sus sabios, el número exacto de volúmenes e incluso su misma si- tuación, son todos muy escasos, ya que muy pocos tes- timonios hay al respecto, y aún éstos son esporádicos y desperdigados. Los investigadores y los historiadores de los siglos XX y XXI han insistido en que se ha formado una utopía retrospectiva en torno a la Biblioteca de Ale- jandría. No hay duda de que la Biblioteca existió, pero apenas hay certezas en lo escrito sobre ella. Se han he- cho centenares de afirmaciones contradictorias, dudosas o simplemente falsas, realizando suposiciones a partir de muy pocos datos que, la mayoría de las veces, son sólo aproximaciones. 1 La Biblioteca en la Antigüedad La Gran Biblioteca de Alejandría, llamada así para dis- tinguirla de la pequeña o biblioteca-hija del Serapeo, fue fundada por los primeros Ptolomeos con el propósito de ayudar al mantenimiento de la civilización griega en el seno de la muy conservadora civilización egipcia que ro- deaba a Alejandría. Si bien es cierto que el traslado de Demetrio de Falero a Alejandría (en el año 296-295 a. C.) está relacionado con la organización de la Biblioteca, 1

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Biblioteca de Alejandría

Representación artística del interior de la Biblioteca de Alejan-dría, con base en algunas evidencias arqueológicas (O. Von Cor-ven).

Se estima que la Biblioteca fue fundada a comienzos del siglo IIIa. C. por Ptolomeo I Sóter.

La Biblioteca Real de Alejandría o Antigua Biblio-teca de Alejandría, fue en su época la más grande delmundo. Situada en la ciudad egipcia de Alejandría, se es-tima que fue fundada a comienzos del siglo III a. C. porPtolomeo I Sóter, y ampliada por su hijo Ptolomeo II Fi-ladelfo, llegando a albergar hasta 900 000 manuscritos.

La nueva Biblioteca Alejandrina, rememorando la origi-nal y promovida por la Unesco, fue inaugurada el 16 deoctubre de 2002[1] en la misma ciudad.Se carece de testimonios precisos sobre sus aspectos másesenciales, y no se han encontrado las ruinas del Museo,siendo las del Serapeo muy escasas. Para algunos escrito-res latinos, la Gran Biblioteca fundada por los Ptolomeosapenas resultó afectada en el incendio provocado por lastropas de Julio César en 48 a. C. Probablemente, ya ha-bía desaparecido en el momento de la dominación árabe,aunque algunos escritores comentan que el califa Umaribn al-Jattab ordenó la destrucción de millares de manus-critos. Independientemente de las culpas de cristianos ymusulmanes, el fin de la biblioteca debe situarse en unmomento indeterminado del siglo III o del siglo IV, quizáen 273, cuando el emperador Aureliano tomó y saqueó laciudad, o cuando Diocleciano hizo lo propio en 297. Labiblioteca-hija del Serapeo, sucesora de la Gran Bibliote-ca, fue expoliada, o al menos vaciada, en 391, cuando elemperador Teodosio el Grande ordenó la destrucción delos templos paganos de la ciudad de los Ptolomeos.Desde el siglo XIX, los eruditos han intentado compren-der la organización y estructura de la Biblioteca, y se hadebatido mucho sobre su final. Los conocimientos so-bre la Biblioteca, cómo fue, cómo trabajaron sus sabios,el número exacto de volúmenes e incluso su misma si-tuación, son todos muy escasos, ya que muy pocos tes-timonios hay al respecto, y aún éstos son esporádicos ydesperdigados. Los investigadores y los historiadores delos siglos XX y XXI han insistido en que se ha formadouna utopía retrospectiva en torno a la Biblioteca de Ale-jandría. No hay duda de que la Biblioteca existió, peroapenas hay certezas en lo escrito sobre ella. Se han he-cho centenares de afirmaciones contradictorias, dudosaso simplemente falsas, realizando suposiciones a partir demuy pocos datos que, la mayoría de las veces, son sóloaproximaciones.

1 La Biblioteca en la Antigüedad

La Gran Biblioteca de Alejandría, llamada así para dis-tinguirla de la pequeña o biblioteca-hija del Serapeo, fuefundada por los primeros Ptolomeos con el propósito deayudar al mantenimiento de la civilización griega en elseno de la muy conservadora civilización egipcia que ro-deaba a Alejandría. Si bien es cierto que el traslado deDemetrio de Falero a Alejandría (en el año 296−295 a.C.) está relacionado con la organización de la Biblioteca,

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2 1 LA BIBLIOTECA EN LA ANTIGÜEDAD

Ptolomeo II, impulsor de la Biblioteca.

también es seguro que al menos el plan de esta instituciónfue elaborado bajo Ptolomeo Sóter (muerto alrededor de284 a. C.), y que la finalización de la obra y su conexióncon elMuseo fue la obra máxima de su sucesor, PtolomeoII Filadelfo. Como Estrabón no hace mención de la Bi-blioteca en su descripción de los edificios del puerto, pa-rece evidente que no estaba en esta parte de la ciudad;además, su conexión con el Museo permitiría ubicarla enel Brucheion, el distrito real situado en el noreste de laciudad.Este santuario acogía un pequeño zoológico, jardines, unagran sala para reuniones e incluso un laboratorio. Las sa-las que se dedicaron a la biblioteca acabaron siendo lasmás importantes de toda la institución, que fue conocidaen el mundo intelectual de la Antigüedad al ser única. Du-rante siglos, los Ptolomeos apoyaron y conservaron la Bi-blioteca que, desde sus comienzos, mantuvo un ambientede estudio y de trabajo. Dedicaron grandes sumas a laadquisición de libros, con obras de Grecia, Persia, India,Palestina, África y otras culturas, aunque predominaba laliteratura griega y helenística.La biblioteca del Museo constaba de diez estancias dedi-cadas a la investigación, cada una de ellas dedicada a unadisciplina diferente. Un gran número de poetas y filóso-fos, que llegaron a ser más de cien en sus mejores años, seocupaban de su mantenimiento, con una dedicación total.En realidad se consideraba el edificio del Museo como unverdadero templo dedicado al saber.Se sabe que desde el principio la biblioteca fue un apar-tado al servicio del Museo. Pero más tarde, cuando estaentidad adquirió gran importancia y volumen, hubo nece-sidad de crear un anexo cercano. Se cree que esta segundabiblioteca (la biblioteca hija) fue creada por Ptolomeo IIIEvergetes (246-221 a. C.), y se estableció en la colina del

barrio de Racotis (hoy llamada Karmuz), en un lugar deAlejandría más alejado del mar; concretamente, en el an-tiguo templo erigido por los primeros Ptolomeos al diosSerapis, llamado el Serapeo, considerado como uno delos edificios más bellos de la Antigüedad. En la época delImperio romano, los emperadores la protegieron y mo-dernizaron en gran medida, incorporando incluso cale-facción central mediante tuberías con el fin de mantenerlos libros secos en los depósitos subterráneos.Los redactores de la Biblioteca de Alejandría eran espe-cialmente conocidos en Grecia por su trabajo sobre lostextos homéricos. Los redactores más famosos general-mente llevaron el título de bibliotecario principal.La diversidad geográfica de los eruditos muestra que laBiblioteca era de hecho un gran centro de investigación yaprendizaje. En 2004, un equipo egipcio encontró lo queparece ser una parte de la biblioteca mientras excavabaen el Brucheion. Los arqueólogos descubrieron trece sa-las de conferencias, cada una con un podium central. ZahiHawass, el presidente del Consejo Supremo de Antigüe-dades de Egipto, calcula que en las salas excavadas hastaahora se habría podido acoger a unos 5.000 estudiantes,[2]lo que indica que era una institución muy grande para suépoca. En el siglo II a. C., Eumenes II fundó un centro aimitación de la Biblioteca en Pérgamo.[3]

1.1 Organización

Ptolomeo II encargó a Zenódoto de Éfeso, ayudado porel poeta Calímaco, la tarea de catalogación de todos losvolúmenes y libros. Zenódoto fue el primer biblioteca-rio de Alejandría, y en estos años las obras catalogadasllegaron al medio millón.[4] El resultado de su labor fueel Pinakes, primer catálogo temático de la historia. Unasse presentaban en rollos de papiro o pergamino, que eslo que se llamaba «volúmenes», y otras en hojas corta-das, que formaban lo que se denominaba «tomos». Cadauna de estas obras podía dividirse en «partes» o «libros».Se hacían copias a mano de las obras originales, es decir«ediciones», que eran muy estimadas (incluso más quelas originales) por las correcciones llevadas a cabo. Laspersonas encargadas de la organización de la Biblioteca yque ayudaban a Calímaco rebuscaban por todas las cultu-ras y en todas las lenguas conocidas y enviaban negocia-dores que pudieran hacerse con bibliotecas enteras, unasveces para comprarlas tal cual, otras como préstamo parahacer copias.[5]

Los grandes buques que llegaban al famoso puerto deAlejandría cargados de mercancías diversas eran inspec-cionados por la guardia, tanto en busca de contrabandocomo de textos. Cuando encontraban algún rollo, lo con-fiscaban y lo llevaban en depósito a la Biblioteca, dondelos amanuenses se encargaban de copiarlo. Una vez hechaesta labor, el rollo era generalmente devuelto a sus due-ños. El valor de estas copias era altísimo y muy estimado.La Biblioteca de Alejandría llegó a ser la depositaria de

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1.3 Los bibliotecarios 3

las copias de todos los libros del mundo antiguo. Allí fuedonde realmente se llevó a cabo por primera vez el artede la edición crítica.

Fragmento de la Biblia de los Setenta, traducida del hebreo enAlejandría.

1.2 Los libros

Se estima que en la biblioteca se llegaron a depositar elsiguiente número de libros:

• 200.000 volúmenes en la época de Ptolomeo I

• 400.000 en la época de Ptolomeo II

• 700.000 en el año 48 a. C., con Julio César

• 900.000 cuandoMarcoAntonio ofreció 200.000 vo-lúmenes a Cleopatra, traídos de la Biblioteca de Pér-gamo.

Cada uno de estos volúmenes era un manuscrito que po-día versar sobre temas diferentes. Se cree que allí esta-ban depositados tres volúmenes con el título de Historiadel mundo, cuyo autor era un sacerdote babilónico lla-mado Beroso, y que el primer volumen narraba desde lacreación hasta el diluvio, periodo que según él había du-rado 432.000 años, es decir, cien veces más que en la

cronología que se cita en el Antiguo Testamento. Ese nú-mero permitió identificar el origen del saber de Beroso: laIndia (ver iuga). También se sabe que allí estaban deposi-tadas más de cien obras del dramaturgo griego Sófocles,de las que sólo han perdurado siete.[6]

1.3 Los bibliotecarios

A finales del siglo XIX se encontraron en el yacimiento deOxirrinco, en el pueblo de El-Bahnasa (pequeño puebloa 190 km al sur de El Cairo, en Egipto) miles de papirosque fueron estudiados a fondo por los eruditos. En uno deellos se hablaba de la famosa Biblioteca y se daba una listade nombres de varios directores o bibliotecarios a partirdel año de su fundación:[7][8]

Los nombres griegos de los directores de la bibliotecafueron variando con la época: primero fueron llamadospróstates, luego se los denominó bibliofýlax, epistátes, y,por último, tetagménos.No se puede hablar propiamente de Demetrio de Falerocomo bibliotecario, ya que la biblioteca como tal fue fun-dada tras su muerte. La inclusión como bibliotecarios deCalímaco de Cirene y Apolonio de Rodas tiene poca au-toridad y parece cronológicamente imposible.[cita requerida]Más allá del año 131 a. C., las fechas se tornan bastanteinciertas.

1.4 Los sabios

Los sabios que estudiaban, criticaban y corregían obrasse clasificaron a sí mismos en dos grupos: filólogos yfilósofos.

• Los filólogos estudiaban a fondo los textos y la gra-mática. La Filología llegó a ser una ciencia en aque-lla época, y comprendía otras disciplinas, como lahistoriografía y la mitografía.

• Los filósofos eran todos los demás, ya que laFilosofía abarcaba las ramas del pensamiento y laciencia: física, ingeniería, biología, medicina, astro-nomía, geografía, matemáticas, literatura, y lo quenosotros llamamos filosofía.

Entre ellos se encontraban personajes tan conocidoscomo Arquímedes, el más notable científico y mate-mático de la antigüedad; Euclides que desarrolló allísu Geometría; Hiparco de Nicea, que explicó a todosla Trigonometría, y defendió la visión geocéntrica delUniverso; Aristarco, que defendió todo lo contrario, esdecir, el sistema heliocéntrico siglos antes de Copérnico;Eratóstenes, que escribió una Geografía y compuso unmapa bastante exacto del mundo conocido; Herófilo deCalcedonia, un fisiólogo que llegó a la conclusión de quela inteligencia no está en el corazón sino en el cerebro;

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Tornillo hidráulico, aplicación de los estudios de Arquímedes.

los astrónomos Timócaris y Aristilo; Apolonio de Pérga-mo, gran matemático, que escribió en Alejandría Sobrelas secciones cónicas; Apolonio de Rodas, autor de lasArgonáuticas; Herón de Alejandría, un inventor de cajasde engranajes y también de unos aparatos movidos porvapor: es el autor de la obra Autómata, la primera obraconocida sobre robots; el astrónomo y geógrafo ClaudioPtolomeo; Galeno, quien escribió bastantes obras sobreel arte de la curación y sobre anatomía.

1.5 Testimonios

Estrabón.

Todo lo que se sabe en la actualidad sobre la historia dela antigua biblioteca se debe a algunas referencias de pos-teriores escritores, a veces de gente que incluso la llegó aconocer, pero son alusiones de pasada, no hay nada dedi-cado en exclusiva a comentar o describir el edificio o lavida que en ella se desarrollaba.

• El geógrafo y gran viajero griego Estrabón (c. 63 – c.24 a. C.) hizo una pequeña descripción, pues pareceser que estuvo en Alejandría a finales del siglo I a. C.Hablaba del Museo y dice que consta de una exedra(εξεδρα), es decir, una obra hecha al descubierto, deforma circular y con unos asientos pegados a la parteinterior de la curva. Cuenta que también vio una es-tancia muy amplia donde se celebraban las comidasde los sabios y los empleados. Y habla también de labiblioteca, de la gran biblioteca, algo «obligatorio»en el Museo.

• Aristeas, en el siglo II a. C., habló en las cartas diri-gidas a su hermano Filócrates de la biblioteca y detodo el asunto de la traducción de los LXX[15] (véaseCuriosidades y anécdotas, más abajo).

• Marco Anneo Lucano, historiador del siglo I, natu-ral de Hispania y sobrino de Séneca, cuenta en sucélebre Farsalia cómo ocurrió el incendio del puer-to, cómo se propagaron las llamas ayudadas por elviento, que no cesaba, desde los barcos también in-cendiados y anclados en el gran puerto oriental.

• Tito Livio dice en sus referencias que la bibliotecade Alejandría era uno de los edificios más bellos queél había visto, con muchas salas llenas de estantespara los libros y habitaciones donde sólo los copis-tas podían estar, sin que fueran molestados. Inclusoapunta el hecho de que cobraban por cada línea co-piada.

• Lucio Anneo Séneca, filósofo cordobés y tío deLucano (poeta cordobés), en el siglo I, escribió unlibro llamado De tranquilitate animi. En él cuenta, através de una cita de Tito Livio, que en aquel incen-dio se llegaron a quemar 40.000 libros.

• El biógrafo Plutarco (c. 46-125) viajó en varias oca-siones a Egipto, donde en Alejandría debió escucharmuchas historias sobre el famoso incendio. Escribióuna biografía sobre Julio César y al tratar sobre labatalla en el mar, en ningún momento cuenta el in-cendio de la biblioteca, ya que en el desastre estabaimplicado César y parece ser que no quiso mancharsu nombre con aquel hecho. El mismo Julio César,en su obra Bellum civile donde habla de aquella bata-lla, omite por completo el incendio de la biblioteca.Otros escritores de la misma época también silen-cian la relación de César con el incendio de Alejan-dría.

• Mucho más tarde, en el siglo IV, San Juan Crisós-tomo hace una relación del estado en que se encon-traba en aquellos años la brillante ciudad de Alejan-dría, y comenta que la desolación y destrucción sontales que no se puede adivinar ni el lugar donde seencontraba el Soma (el mausoleo de Alejandro) nila sombra de la gran Biblioteca.

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2.2 Supervivencia de la Biblioteca 5

• En el siglo XV, un escriba se molestó en traduciral latín los comentarios de Juan Tzetzes (c. 1110 –c. 1180), que fue un filólogo bizantino. Dichos co-mentarios estaban tomados de la obra Prolegómenosa Aristófanes. Tzetzes habla en ellos acerca de la Bi-blioteca.

La enciclopedia bizantina denominada Suda[16] recopilaun conjunto de informaciones procedentes de toda la An-tigüedad grecolatina.

2 Destrucción

Julio César y Cleopatra, por Jean-Léon Gérôme.

2.1 Atribución del incendio a Julio César

Suele afirmarse que la primera gran destrucción que su-frió la Biblioteca de Alejandría fue la perpetrada por losromanos: Julio César, en persecución de Pompeyo, de-rrotado en Farsalia, llegó a Egipto para encontrarse conque su antiguo compañero y yerno había sido asesinadopor orden de Potino, el visir del rey Ptolomeo XIII Filó-pator, para congraciarse con su persona. Egipto padecíauna guerra civil por la sucesión del trono, y pronto Césarse inclinó a favor de la hermana del rey, Cleopatra VII.Consciente de que no podría derrotar a Roma, pero sí aCésar, y ganarse la gratitud de sus rivales en el Senado,

Potino le declaró la guerra. El 9 de noviembre del 48 a.C., las tropas egipcias, comandadas por un general mer-cenario llamado Aquilas (antiguo centurión), asediaron aCésar en el palacio real de la ciudad e intentaron capturarlas naves romanas en el puerto. En medio de los comba-tes, tras incendiarias fueron lanzadas por orden de Césarcontra la flota egipcia, reduciéndola a las llamas en pocashoras. Aunque según la versión del propio Julio César ensu Bellum Alexandrinum la ciudad apenas si se vio afecta-da, “por estar construidos los edificios sin maderas en quepudiera cebarse el fuego”.No obstante, según otras fuentes clásicas este incendio sehabría extendido hasta los depósitos de libros de la GranBiblioteca, que se encontraba en el barrio de Bruquión,cercano al puerto. Séneca confirma en su De tranquilitateanimi la pérdida de 40.000 rollos en este desafortunadoincidente («quadraginta milia librorum Alexandriae arse-runt»), citando su fuente, el perdido libro CXII de TitoLivio, quien fue contemporáneo del desastre. Paulo Oro-sio reitera en pleno siglo V esta cifra en su Historiarumadversum paganos: «...al invadir las llamas parte de laciudad consumieron cuarenta mil libros depositados porcasualidad en los edificios... »[17] Dión Casio[18] alude a ladestrucción de los almacenes (apothekai) del puerto, algu-nos de los cuales contenían rollos. Por su parte, Plutarcode Queronea[19] es el primero en mencionar de modo ex-plícito la extensión del fuego a la gran Biblioteca de Ale-jandría como si hubiera quedado reducida a cenizas parasiempre, y no sólo una destrucción parcial. Sin embargo,tan tajante afirmación de Plutarco acerca del incendio dela Biblioteca parece tener origen en un error filológico,provocado por el cambio de significado de término grie-go bibliotheke a finales del siglo I y principios del II. Lapalabra perdió su connotación de «biblioteca» para signi-ficar «colección de libros» (como la Biblioteca históricade Diodoro Sículo). Entretanto, «biblioteca» se designa-ría como apothekai tôn bibliôn (literalmente: ‘almacén delibros’), y el diferente significado atribuido a estos térmi-nos habría dado lugar a la confusión. Aulo Gelio,[20] y elmuy posterior AmianoMarcelino[21] aportaron una infor-mación similar a la anterior, siendo víctimas del mismoerror de significado, probablemente repetido por la igno-rancia o la credulidad de sus contemporáneos.Hay dudas sobre si los tesoros de la Gran Biblioteca re-sultaron destruidos en el incendio del año 48 a. C., co-mo llegaron a afirmar algunos historiadores clásicos. Losfamosos 400.000 tomos que habrían ardido podrían seren realidad unos 40.000, depositados en almacenes delpuerto, probablemente en espera de ser catalogados pa-ra la Biblioteca, o para su exportación a Roma, tal comoindican el Bellum Alexadrinum, Séneca y Dión Casio.

2.2 Supervivencia de la Biblioteca

Después del desastroso incendio, la muerte de César y delascenso de Augusto, Cleopatra VII se refugió en la ciudadde Tarso (en la actual Turquía) junto conMarco Antonio.

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6 2 DESTRUCCIÓN

Inscripción de Tiberio Claudio Balbilo, confirmando la existenciade la Biblioteca en el siglo I, tal como afirman las fuentes clásicas.

Fue entonces cuando el triunviro le ofreció los 200.000manuscritos traídos desde la biblioteca de Pérgamo (enAsia Menor), que Cleopatra depositó en la biblioteca co-mo compensación por cualquier posible pérdida.La existencia de la Biblioteca tras su supuesta destrucciónqueda confirmada por una inscripción hallada a principiosdel siglo XX, dedicada a Tiberio Claudio Balbilo (56).Balbilo desempeñaba un cargo «supra Museum et ab Ale-xandrina bibliotheca» combinando la dirección del Mu-seo y la Biblioteca como si se tratara de una academia.[22]

Cayo Suetonio Tranquilo tampoco dice nada de la des-trucción de la Gran Biblioteca. Es más, en la biografía deClaudio refiere que el Emperador, tras escribir en griegouna historia de los etruscos y otra sobre los cartagineses(hoy perdidas), quiso celebrar la escritura de estos librosy creó un anexo del Museo:

…añadió al antiguo Museo de Alejandríaotro nuevo que llevaba su nombre y se estable-ció que todos los años, en determinados días, sehabría leer en las salas públicas de recitación,en uno de los museos, la historia de los etrus-cos, y la de los cartagineses en el otro, ambas,y cambiando de lector a cada libro...

[23]

Ello da a entender de manera más que manifiesta que elviejo Museo seguía existiendo y en pleno funcionamien-to. El mismo Suetonio, al narrar la vida de Domiciano,indica que mandó restaurar con grandes gastos bibliote-cas incendiadas a lo largo y ancho del Imperio, haciendo

buscar por todas partes nuevos ejemplares de las obrasperdidas, y «envió a Alejandría una misión para sacaresmeradas copias o corregir los textos».[24]

Un tercer testimonio es el de Ateneo de Naúcratis (c. 200)que escribió detalladamente en su Deipnosophistae sobrela riqueza de Ptolomeo II, y el número y poderío de susflotas. Pero al llegar al Museo y a la Gran Biblioteca, dice:

¿Para qué referirse a los libros, al estable-cimiento de las bibliotecas y las colecciones enel Museo, cuando están en la memoria de todohombre?

2.3 Los desastres de los siglos III y IV

Sin embargo, durante el siglo II y a lo largo del III, unaserie de desastres se abatieron sobre la antigua capital delos Ptolomeos: en primer lugar, la Guerra de Kitos (115-7), en que los rebeldes judíos destrozaron buena parte dela urbe egipcia. Posteriormente, la llamada Guerra Bu-cólica (172-5) también se extendió hasta Alejandría. Aésta siguieron la rebelión de los usurpadores Avidio Ca-sio (175) y Pescenio Níger (193-4); el brutal saqueo deAlejandría por capricho de Caracalla (215); la pléyadede tumultos y revueltas civiles y militares que hubo du-rante la Anarquía Militar a raíz de la crisis económica yla aplastante presión fiscal; los ataques de los blemmíes…La ciudad fue destrozada por Valeriano (253); de nuevoen 269, cuando se dio la desastrosa conquista de la ciu-dad por Zenobia, reina de Palmira; y en el 273, cuandoAureliano, al reconquistarla para los romanos, saqueó ydestruyó completamente el Bruchión, desastre que nece-sariamente hubo de afectar al Museo y la Biblioteca, yque probablemente fuera la causa de su destrucción. Sedice que en aquella ocasión los sabios griegos se refu-giaron en el Serapeo, que nunca sufrió con tales desas-tres, y otros emigraron a Bizancio. Finalmente, en 297la revuelta del usurpador Lucio Domicio Domiciano aca-bó con Alejandría tomada y saqueada por las tropas deDiocleciano, tras un asedio de ocho meses (victoria con-memorada por el llamado «Pilar de Pompeyo»). Se diceque tras la capitulación de la ciudad, Diocleciano ordenóque la carnicería continuara hasta que la sangre llegara alas rodillas de su caballo. La accidental caída de éste li-bró a los alejandrinos de la muerte, y para conmemorar elhecho erigieron una estatua al caballo. Se sabe asmismoque Diocleciano ordenó quemar millares de libros rela-cionados con la alquimia y las ciencias herméticas, paraevitar que alguien pusiera en peligro la estabilidad mone-taria que a duras penas se había conseguido restaurar.En 330, con la fundación de la nueva capital imperial,Constantinopla, es probable que lo que restara de su con-tenido fuera incautado por las autoridades imperiales ytrasladado a la Nueva Roma. Para colmo, entre 320 y1303 hubo 23 terremotos en Alejandría. El del 21 dejulio de 365 fue particularmente devastador. Según lasfuentes, hubo 50.000 muertos en Alejandría, y el equipo

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2.4 Los cristianos 7

de Franck Goddio del Instituto Europeo de ArqueologíaSubmarina, ha encontrado en el fondo de las aguas delpuerto cientos de objetos y pedazos de columnas que de-muestran que al menos el veinte por ciento de la ciudadde los ptolomeos se hundió en las aguas, incluyendo elBruchión, supuesto enclave de la Biblioteca.Es probable que la Biblioteca original de los Tolomeosfuera destruida en alguno de estos desastres, restando tansólo parte de su contenido -unos 40.000 rollos- custodia-dos en una biblioteca secundaria ubicada en el complejodel Serapeum, templo dedicado al dios Serapis, patrón dela ciudad.

2.4 Los cristianos

Volumen del siglo V que ilustra la destrucción del Serapeum porTeófilo.

Por lo que se refiere a esta segunda Biblioteca, tambiénconocida como Biblioteca-hija o Biblioteca del Serapeo,a finales del siglo IV, el emperador Teodosio el Grande,en respuesta a una petición del patriarca de Alejandría,envió un decreto de prohibición contra el paganismo enEgipto: en el año 391, el patriarca Teófilo de Alejandríapromovió una revuelta durante la cual el templo de Se-rapis resultó asaltado pues en él Diocleciano, tras el sa-queo de la ciudad, había mandado erigir en su honor unacolumna conmemorativa en su calidad de dios viviente,y este emperador resultaba la personificación de las per-secuciones contra los cristianos, por lo que en el lugar se

consagró como iglesia dedicada a San Juan Bautista lacual subsistió hasta la conquista árabe.[25]

Algunos historiadores afirman que la Biblioteca del Se-rapeo fue saqueada y desperdigada o destruida; otros loponen en duda toda vez que no nos han llegado fuentesdirectas de que ello sucediera y en las referencias de larevuelta se recogen múltiples detalles pero ninguna alu-sión se hace a la Biblioteca. Así unas décadas después elhistoriador romano Sócrates de Constantinopla propor-ciona el relato de la revuelta en el libro V de su Historiaecclesiastica, escrita alrededor del año 440:

A petición de Teófilo, obispo de Alejan-dría, el emperador publicó una orden para de-moler los templos paganos en esa ciudad, or-denando también que debía ser puesto en eje-cución bajo la dirección de Teófilo. Aprove-chando la oportunidad, Teófilo se esforzó almáximo para exponer los misterios paganosal desprecio público. Y para comenzar orde-nó que el Mithreum fuese limpiado y se exhi-biesen los símbolos de sus sangrientos miste-rios, que caricaturizó en público. Luego saqueóel Serapeum, que también mostró lleno de su-persticiones extravagantes, e hizo arrastrar elfalo de Príapo por el foro. Así acabaron esosdisturbios, con el gobernador de Alejandría, yel comandante en jefe de las tropas de Egip-to ayudando a Teófilo a demoler los templospaganos.[26]

Para algunos comentaristas es lógico pensar que si se hu-biese producido la destrucción de los libros por órdenesde Teófilo el relato habría recogido alguna referencia,por ello no hay acuerdo entre los historiadores en tornoa la suerte que corrió la Biblioteca del Serapeo. Algunoscreen que seguramente se salvaron buena parte de los fon-dos de la Biblioteca, toda vez que habrían sido traslada-dos con anterioridad, otros que ya para aquel tiempo noexistía la Biblioteca como tal.También se ha llegado a asociar la destrucción de la Bi-blioteca con la muerte de Hipatia de Alejandría, si bienno hay ninguna referencia literaria que vincule ambos su-cesos. Su asesinato tuvo lugar en el año 416, la Gran Bi-blioteca no sobrevivió más allá del siglo III, o quizá delIV, y su sucesora, la Biblioteca-hija del Serapeo en todocaso de haber desaparecido en este periodo lo habría he-cho con mayor probabilidad en el año 391. Por otra partesegún las fuentes, Hipatia enseñaba a sus discípulos en supropia casa, no constando que tuviera un vínculo directocon la institución, y fue asaltada en la calle y llevada alCesáreo, donde fue asesinada, no al Serapeo.En cualquier caso, no sería extraño que el contenido dela Biblioteca del Serapeo fuera dañado por las sucesivasalgaradas que sufrió la ciudad en esta época, la cual era fa-mosa en la antigüedad por la naturaleza levantisca y pen-denciera de sus habitantes. A lo largo de los siglos IV y V

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8 2 DESTRUCCIÓN

fueron frecuentes los motines populares, que provocaronla muerte a dos obispos cristianos, Jorge y Proterio, en el361 y 457 respectivamente, la de la filósofa Hipatia (415ó 16) o la del Prefecto imperial Calisto en 422.Sea como fuere, la cuestión dista mucho de estar cla-ra, puesto que, si bien es cierto que en 416, el teólogoe historiador hispanorromano Paulo Orosio vio con mu-cha tristeza los restos de la biblioteca del Serapeo, confir-mando que «sus armarios vacíos... fueron saqueados porhombres de nuestro tiempo».;;[27] no lo es menos que enpleno siglo VI, el filósofo alejandrino Amonio de Hermia(c.440-c.520) llega a describir la Biblioteca y los librosque contenía, recogiendo, por ejemplo, que custodiabados copias de Las Categorías de Aristóteles, como si aúnexistiera por entonces, lo que arroja serias dudas sobre sudestrucción o pervivencia.

2.5 Los musulmanes

Ruinas del Serapion

En el siglo VI hubo en Alejandría luchas violentas en-tre monofisitas y melquitas y más tarde aún, en el 616 lospersas de Cosroes II tomaron la ciudad. Alejandría seguíasiendo, no obstante, una de las mayores metrópolis medi-terráneas en el momento de la conquista musulmana, en642, tras 14 meses de asedio. El historiador Eutiquio citauna carta escrita el viernes de la luna nueva de Moharramdel año vigésimo de la Hégira[28] donde el comandantemusulmán Amr ibn al-As, al entrar en la ciudad, se di-rigió al segundo sucesor de Mahoma, el califa Umar ibnal-Jattab e hizo un inventario de lo encontrado en la ciu-dad de Alejandría: «4.000 palacios, 4.000 baños, 12.000mercaderes de aceite, 12.000 jardineros, 40.000 judíos y400 teatros y lugares de esparcimiento».El cronista y pensador Ibn al-Qifti, afirmó en la Crónicade los sabios que Amr se entrevistó con el comentaristaJuan Filópono, quien le pidió tomar una decisión sobreel futuro de los libros de la Biblioteca debido a que lasactividades de este lugar estaban momentáneamente sus-pendidas. Amr no se atrevió a responder, y prefirió enviarotra misiva al califa, pidiendo instrucciones. La epístola

tardó más de treinta días en llegar a las manos del polé-mico Omar, quien estaba ocupado para ese entonces ensus conquistas y en la redacción escrita del Corán. Pasa-dos treinta días más, Amr recibió la respuesta través deun mensajero y leyó a Filópono la decisión de Omar:

Con relación a los libros que mencionas,aquí está mi respuesta. Si los libros contienenla misma doctrina del Corán, no sirven paranada porque repiten; si los libros no están deacuerdo con la doctrina del Corán, no tiene ca-so conservarlos.[29][30]

Amr lamentó este criterio, pero fue obediente, según elhistoriador Abd al-Latif, y no vaciló en cumplir la ordenrecibida, con lo que la biblioteca de Alejandría fue incen-diada y totalmente destruida. Añade Ibn al-Qifti que lospapiros sirvieron como combustible para los baños públi-cos por espacio de seis meses.[31][32]

La historia de la quema de la biblioteca del Serapeuma manos de los árabes está recogida en los escritos debastantes autores árabes antiguos como Ibn Al-Nadim (c.950-995) o el padre de los historiadores egipcios Al Ma-krizi (1364–1442); igualmente en su libro Prolegómenos,el historiador andalusí Ibn Jaldún (1332-1406) apoya estaversión. Aunque para otros historiadores más modernoseste episodio no constituye más que una leyenda.La primera noticia que llegó a Occidente sobre el supues-to acontecimiento figura en la traducción que Edward Po-cocke hizo en 1663 de Specimen historiæ arabum de BarHebraeus, que en 1713 fue considerada una falsedad porEusèbe Renaudot. Posteriormente muchos eruditos hancoincidido con la opinión de Renaudot, como Alfred J.Butler, Victor Chauvin, Paul Casanova y Eugenio Griffi-ni.[32] En apoyo de esta opinión hay varios datos:

1. No se conserva ningún testimonio coetáneo de loshechos. Abd al-Latif e Ibn al-Qifti vivieron entre lossiglos XII y XIII, e Ibn Al-Nadim en el X, es decir,al menos tres siglos después al acto, y no hay da-tos para afirmar que recogieran los antecedentes detextos más antiguos.

2. La versión de al-Qifti no pude ser correcta, al menosen lo que a la participación de Juan Filópono se re-fiere, pues éste no pudo conversar con Amr, ya quevivió en el siglo VI y no en el VII.

En 1990 Bernard Lewis argumentó que la historia era fal-sa, justificando que sobreviviera porque era un mito útilpara el caudillo del siglo XII Saladino, que lo encontrónecesario para eliminar los textos ismailistas de la colec-ción fatimita de El Cairo, en su lucha por la restauracióndel sunismo en Egipto. Lewis sugiere que las historias so-bre la destrucción de la biblioteca por el califa Umar ibnal-Jattab hacían más aceptables las acciones de Saladinoante su pueblo.[33]

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Pese a la abierta controversia al respecto, en todo casoes probable que los musulmanes destruyeran gran núme-ro de libros, fueran de la Gran Biblioteca o no, al igualque hicieron en otras ciudades de Oriente Próximo, comoCesarea de Palestina, cuya biblioteca contenía la mayorcolección de textos cristianos, o en Gaza, sede de una im-portante universidad en época tardoimperial. Alejandríamantuvo su importancia cultural en los siglos V y VI, ysin duda mantuvo una floreciente producción literaria.En todo caso la ciudad egipcia abrió sus puertas a una ex-pedición romana de auxilio en 645, pero al año siguien-te cayó nuevamente en manos musulmanas. A partir deentonces la importancia y población de la ciudad cayeronen picado, en beneficio de la nueva capital de los conquis-tadores, Fustat (El Cairo), perdiéndose todo rastro de laBiblioteca.

Vista exterior.

3 La Biblioteca en el siglo XX

En el año 1987 salió a la luz un ambicioso proyecto cul-tural: construir una nueva biblioteca—la Bibliotheca Ale-xandrina— en la ciudad de Alejandría para recuperar asíun enclave mítico de la Antigüedad, patrimonio de la Hu-manidad. Esto ocurría 1.600 años después de la desapari-ción definitiva de aquellas grandes colecciones del saber.Para llevar a cabo semejante proyecto se unieron los es-fuerzos económicos de diversos países europeos, ameri-canos y árabes, más el gobierno de Egipto y la Unesco.[34]

4 Véase también• Anexo:Grandes bibliotecas de la antigüedad

• Alejandría

• Alejandro Magno

• Dinastía Ptolemaica

• Historia de las Bibliotecas

• Historia del libro

• Programa Memoria del Mundo

• Ágora (película)

• Casa de la sabiduría

5 Notas y referencias[1] Fecha de inauguración

[2] La Biblioteca descubierta.

[3] Leonard Whibley (1916): A Companion to Greek Studiesp. 123.

[4] W.W. 1928. Ptolemy II. The Journal of Egyptian Ar-chaeology, 14 (3/4), 246-260.

[5] Erksine, Andrew. 1995. Culture and Power in PtolemaicEgypt: The Museum and Library of Alexandria. Greece &Rome, 2nd ser., 42(1), 38-48.

[6] Leonard Whibley (1916): A Companion to Greek Studies,pp. 122–123.

[7] Leonard Whibley (1916): A Companion to Greek Studies,pp. 122–123

[8] Fragmento de papiro (P.Oxy.1241): Lista incompleta delos directores de la Biblioteca de Alejandría.

[9] Casson Lionel: Libraries in the Ancient World, ISBN 0-300-08809-4, Yale University Press, 2001.

[10] Moreno Villa, Mariano. Filosofia. Vol. III: Ética, Politica EHistoria de la Filosofia (MAD-Eduforma. Sevilla: 2003),p. 456

[11] Padilla Segura, José Antonio.Universidad: Génesis y Evo-lución (Universidad Nac. del Litoral. San Luis de Potosí,México: 2000) pp. 54-55

[12] Diálogos de Platón. TomoVI (Ediciones Ibéricas y L.C.L.,1/01/1995), p. 461

[13] Martínez Pérez, Patricia Verónica. Realidad Bibliotecaria,«Bibliotecarios famosos de la Biblioteca de Alejandría»(San Miguel, El Salvador: 2010), p. 9

[14] Ferraris, Maurizio. Historia de la Hermenéutica (EditorialSiglo XXI, 1/01/2002), p. 16

[15] Cartas de Aristeas 9–12

[16] Edición on-line de la Universidad de Kentucky, (en inglés)

[17] VI, 16, 31-33.

[18] XLII, 38, 2-5.

[19] César, XLIX, 3, 2-3.

[20] VII, 17, 3.

[21] XXII, 16, 13.

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10 7 ENLACES EXTERNOS

[22] Handbuch der Bibliothekswissenschaft. Wiesbaden: GeorgLeyh, 1955.

[23] Suetonio, Claudio, 42.

[24] Suetonio, Domiciano, 20.

[25] Gibbon, Edward; The History of the Decline and Fall ofthe Roman Empire capítulo XXVIII: “Destruction of Pa-ganism”, secciones “The temple of Serapis at Alexandria”y “Its final destruction, A.D. 389” (en inglés)

[26] Socrates Scholasticus, Historia ecclesiastica libro V, capí-tulo XVI (en inglés)

[27] Paulo Orosio Historiarum Adversum Paganos libri septem,libro VI (en latín)

[28] 22 de diciembre de 642)

[29] Butler, Alfred J. (2007). Arab Conquest of Egypt. ReadBooks. ISBN 1-4067-5238-X.

[30] ¿Quién quemó la Biblioteca de Alejandría?

[31] Es posible que los libros se emplearan para encender losfuegos, restringiendo el número de libros quemados a unacierta cantidad diaria.

[32] Informe Straight Dope: ¿Qué ocurrió con la gran biblio-teca de Alejadría?

[33] Lewis, Bernard. “The Vanished Library”. The New YorkReview of Books. 37(14). 27 September 1990.

[34] Bibliotheca Alexandrina (en inglés).

6 Bibliografía• Aguado Bleye, Pedro (1935, 2ª edición). Curso deHistoria para segunda enseñanza, tomo I. Madrid.

• Canfora, Luciano (1998). La biblioteca desapareci-da. Ediciones Trea, Gijón.

• El-Abbadí, Mustafá (1994). La antigua bibliotecade Alejandría: vida y destino. Traducido por JoséLuis García-Villalba Sotos. Madrid: Unesco. ISBN84-89139-00-8.

• Escolar Sobrino, Hipólito (2001 (3ª edición 2003)).La biblioteca de Alejandría. Madrid: Editorial Gre-dos. ISBN 978-84-249-2294-8.

• García Maza, Julia (1997). Siempre estuvimos enAlejandría. Madrid: Asociación de Amigos de la Bi-blioteca de Alejandría. ISBN 84-7952-184-8.

• Lerner, Fred (1999). Historia de las bibliotecas delmundo: desde la invención de la escritura hasta la erade la computación. Traducido por Inés Frid. BuenosAires: Troquel. ISBN 950-16-2061-1.

• Luminet, Jean-Pierre (2002). El incendio de Alejan-dría. Ediciones B, México. ISBN 84-666-1319-6.

• Maris Fernández, Stella (1998). Retablo de bibliote-cas. Buenos Aires: Sociedad de Investigaciones Bi-bliotecológicas. ISBN 987-97102-2-3.

• Revista de Arqueología 230, año XXI. Madrid.

• Sagan, Carl (1982). Cosmos. Planeta, Barcelona-Madrid (España).

• Seignobos, Charles (1930). Historia UniversalOriente y Grecia. Daniel Jorro, Madrid.

7 Enlaces externos

• Wikimedia Commons alberga contenidomultimedia sobre la Biblioteca de Alejandría.Commons

• Wikiquote alberga frases célebres de o sobreBiblioteca de Alejandría. Wikiquote

• El mito del incendio de la biblioteca de Alejandríapor los árabes, artículo de Ricardo Shamsuddín Elía

• El relojero de Alejandría, artículo de Hayssam Kha-chaba

• Bibloteca de Alejandría, Historia

• Bibliotheca Alexandrina (sitio oficial) (en inglés)

• Bibliotheca Alexandrina (colección de fotos) (en in-glés)

• La nueva Biblioteca

• Carl Sagan: La biblioteca de Alejandría

• Reconstrucción

• Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejan-dría México (sitio oficial mexicano)

• Podcast de ciencia e historia llamado “La Bibliotecade Alejandría” (en español)

• “La Biblioteca de Alejandría” Revista Añil Danza

Coordenadas: 31°12′32″N 29°54′33″E / 31.20889,29.90917

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8 Origen del texto y las imágenes, colaboradores y licencias

8.1 Texto• Biblioteca de Alejandría Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_de_Alejandr%C3%ADa?oldid=89297835 Colaboradores: Jo-

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