Bibliografia Revista de Filosofia UCR Vol.3 No.10

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BIBLIOGRAFIA GUSDORF, GEORGES: Mito y Metafisica. Introducción a la Filosofía. Traducción de Néstor Moreno. Editorial Nova. Buenos Aires 1960. págs. 290. El subtítulo de la obra es el que ilumina el punto específico de la misma: se trata de una introducción a la Filosofía. Mas no una introducción adocenada, sino una introduc- ción muy honda y muy original, en la que se aclaran los factores que han hecho posi- ble el pensamiento filosófico y lo están ha- ciendo; en que se señalan las fuentes mismas del filosofar. El A. nos describe y nos ex- plica el origen de la razón filosófica que ha venido constituyéndose a expensas del mito y en la medida en que se ha separado de éste y nos cuenta la triste historia de esa misma razón convertida en racionalismo sin vida y sin esperanza. Para realizar su pro- pósito y ante la evidencia que arrojan los he- chos, el A. abandona la tesis apriorística de Comte, remozada después por Brunschvicg la tesis de los tres estados: no existe tal ley porque no se da sucesión sino simultaneidad: el mito no ha sido vencido, el mito perma- nece oculto y siempre está dispuesto a apa- recer, determinando misteriosamente la vida de la razón siempre. Otro principio básico sobre el que se sustenta la idea central del A. es que la filosofía es esencialmente di- námica, porque "ninguna filosofía ha podido jamás poner fin a la filosofía; y, sin embargo, ése es el deseo secreto de toda filosofía" (p. 9). El pensamiento filosófico es un com- promiso, es una tensión entre el pasado y el devenir. Como remate de su obra, el A. nos expone un programa de humanización de la filosofía, sirviéndose para ello del existen- cialismo, sin que esto signifique que yo in- tento encuadrado en alguna escuela existen- cialista popularizada. Por la índole misma de su actitud filosófica, el A. tiene que ser enemigo del sistema filosófico. La obra está repartida en tres partes: La conciencia mítica, la conciencia intelectual y la conciencia existencial. En otras palabras: la vida interna -histórica- de la concien- cia humana en su evolución. Se dilucida el aspecto filosófico coincidiendo con las lí- neas trazadas por otros filósofos y científicos cuyo centro es el hombre. El A. esclarece mediante la reflexión filosófica lo que desde otro ángulo nos hace 'ver' el genio de Teilhard de Chardin en su legado científico, condensado en su egregio "Fenómeno Hu- mano", La primera parte está dedicada a la com- prensión del mito, del hombre mítico, em- presa nada fácil por los obstáculos que opo- ne nuestra estructura mental que es raciona- lista. Sin embargo, "es necesario aceptar la conciencia mítica como una afirmación de la totalidad. .. Ex-sistencia significa secesión. Pero la conciencia mítica efectúa la reunión dando a la realidad un sentido humano ... el mito tiene por función hacer posible la vida" (p. 21). Para el racionalismo el mito no es otra cosa que una fábula; pero la realidad es otra cosa muy distinta: el mito es un repertorio donde se anuncian y se dan los eternos problemas que la filosofía, del signo que sea -ha venido tratando ya que "la conciencia mítica abraza, lo más ceñidamente posible, la realidad humana" (p. 245), y el rompimiento con esta matriz ha traído como funesta consecuencia el racionalismo, cuyo "dominio es el vacío del corazón, de la imagi- nación y de los instintos, el vacío absoluto donde toda concesión a la humanidad resulta un pecado contra el Espíritu" (p. 244). Nuestra ontología difiere radicalmente de la ontología primitiva, en la cual la física es metafísica porque todavía no se ha produ- cido la oposición entre el sujeto y el objeto, porque se confunden la inmanencia y la trans- cendencia. Sin embargo, si la esencia de lo

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BIBLIOGRAFIA

GUSDORF, GEORGES: Mito y Metafisica. Introducción a la Filosofía. Traducciónde Néstor Moreno. Editorial Nova. Buenos Aires 1960. págs. 290.

El subtítulo de la obra es el que iluminael punto específico de la misma: se trata deuna introducción a la Filosofía. Mas no unaintroducción adocenada, sino una introduc-ción muy honda y muy original, en la quese aclaran los factores que han hecho posi-ble el pensamiento filosófico y lo están ha-ciendo; en que se señalan las fuentes mismasdel filosofar. El A. nos describe y nos ex-plica el origen de la razón filosófica que havenido constituyéndose a expensas del mitoy en la medida en que se ha separado deéste y nos cuenta la triste historia de esamisma razón convertida en racionalismo sinvida y sin esperanza. Para realizar su pro-pósito y ante la evidencia que arrojan los he-chos, el A. abandona la tesis apriorística deComte, remozada después por Brunschvicgla tesis de los tres estados: no existe tal leyporque no se da sucesión sino simultaneidad:el mito no ha sido vencido, el mito perma-nece oculto y siempre está dispuesto a apa-recer, determinando misteriosamente la vidade la razón siempre. Otro principio básicosobre el que se sustenta la idea central delA. es que la filosofía es esencialmente di-námica, porque "ninguna filosofía ha podidojamás poner fin a la filosofía; y, sin embargo,ése es el deseo secreto de toda filosofía" (p.9). El pensamiento filosófico es un com-promiso, es una tensión entre el pasado y eldevenir. Como remate de su obra, el A. nosexpone un programa de humanización de lafilosofía, sirviéndose para ello del existen-cialismo, sin que esto signifique que yo in-tento encuadrado en alguna escuela existen-cialista popularizada. Por la índole mismade su actitud filosófica, el A. tiene que serenemigo del sistema filosófico.

La obra está repartida en tres partes: Laconciencia mítica, la conciencia intelectual y

la conciencia existencial. En otras palabras:la vida interna -histórica- de la concien-cia humana en su evolución. Se dilucidael aspecto filosófico coincidiendo con las lí-neas trazadas por otros filósofos y científicoscuyo centro es el hombre. El A. esclarecemediante la reflexión filosófica lo que desdeotro ángulo nos hace 'ver' el genio deTeilhard de Chardin en su legado científico,condensado en su egregio "Fenómeno Hu-mano",

La primera parte está dedicada a la com-prensión del mito, del hombre mítico, em-presa nada fácil por los obstáculos que opo-ne nuestra estructura mental que es raciona-lista. Sin embargo, "es necesario aceptar laconciencia mítica como una afirmación de latotalidad. . . Ex-sistencia significa secesión.Pero la conciencia mítica efectúa la reunióndando a la realidad un sentido humano ...el mito tiene por función hacer posible lavida" (p. 21). Para el racionalismo el mitono es otra cosa que una fábula; pero larealidad es otra cosa muy distinta: el mito esun repertorio donde se anuncian y se dan loseternos problemas que la filosofía, del signoque sea -ha venido tratando ya que "laconciencia mítica abraza, lo más ceñidamenteposible, la realidad humana" (p. 245), y elrompimiento con esta matriz ha traído comofunesta consecuencia el racionalismo, cuyo"dominio es el vacío del corazón, de la imagi-nación y de los instintos, el vacío absolutodonde toda concesión a la humanidad resultaun pecado contra el Espíritu" (p. 244).

Nuestra ontología difiere radicalmente dela ontología primitiva, en la cual la física esmetafísica porque todavía no se ha produ-cido la oposición entre el sujeto y el objeto,porque se confunden la inmanencia y la trans-cendencia. Sin embargo, si la esencia de lo

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de que la historia es una dimensión antro-pológica, cuando es capaz de ser testigo desí mismo.

El A. somete el concepto de tiempo aun análisis extremadamente penetrante; e!tiempo, humano para e! ser mítico, cambiacualitativamente cuando se hace histórico; e!tiempo histórico es e! hilo conductor paraexplicamos la esencia del paso de la prehis-toria a la historia: "El tiempo intervieneen la existencia como la cuarta dimensiónque prolonga y completa las demás" (p. 104).La conciencia, desprendida de lo mítico, sesostiene en la razón, sustitutivo del mito,y la razón, alma del hombre histórico -"ca-tegoriaJ"- engendra el sentido de la univer-salidad y e! de la individualidad: la primera,mediante la idea de 'ley' -inherente a la as-trobiología; la segunda, con la idea de lapersonalidad- inherente a la enseñanza deSócrates. El A. no eJtá de acuerdo -y conrazón- con la teoría de! tiempo-eje de jas-pers, aunque admite que en un tiempo, cro-nológicamente muy indefinido, fueron apa-reciendo los factores que cuajan en esos doshitos: la universalidad y la individualidad.

Por otra parte, e! pensamiento ha recibi-do la lección de las cosas. Ha tomado lamedida del nuevo mundo, al leer su sentido(p. 112). El espíritu evoluciona con el tiem-po y es un contrasentido recurrir al 'milagrogriego' o cualquier otro milagro. La consti-tución de los imperios fue el hecho queprodujo el punto de arranque de la ideade la universalidad ;el espacio mítico se quie-bra. Luego se integra con la aparición dela astrobiología, la cual "introduce un pen-samiento de proporción cósmica" (p. 117).Es la representación sintética de lo real.

La aparición de la personalidad es si-multánea a la de la ley, y como signoinfalible, la aparición del nombre propio,Moisés o Hamurabí, el nombre de un ser hu-mano, determinado, de carne y hueso: "Cuan-do alcanzamos en e! pasado, a recoger nombrespropios, es que ha comenzado la historia"(p. 125). Luego de describir la evoluciónde la epifanía de la personalidad, culminacon Sócrates, quien no es producto de unageneración espontánea, sino condensación deprofundas y arraigadas tradiciones; apareceSócrates como hombre vuelto a sí mismo por-que encontró ese 'sí mismo' como hombre

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mítico es fundamentar la actividad vital, enla ontología mítica tiene que encontrarsela razón que nos explique cómo pudo en elmito engendrarse e! movimiento de desmiti-ficación. Para encontrar e-a razón, e! A. to-ma como punto de partida los tres núcleosesenciales de la Filosofía occidental: el Yo,el Mundo y Dios. En un movimiento retros-pectivo, llega al fondo de lo sagrado, deno-minado con la palabra Mana. Este análisis esrealizado magistralmente, siguiendo la inspi-ración que le ofrecen algunas luminosas in-tuiciones de E. Cassirer, de LevyBruhl y deMircea Eliade. Para mí, el capítulo mejorlogrado de esta primera parte es el titulado"Cosmos mítico", donde se analizan los pro-blemas medulares del espacio y del tiempoen la conciencia mítica, y la estructura delhombre primitivo, designado con la palabraKamo. Dos aspectos llaman principalmentela atención del lector: la descripción muydocumentada de la significación que el es-pacio-tiempo-fiesta implicaba para e! primi-tivo, y el de la conexión fundamental quetodavía perdura entre nuestra actitud exis-tencial y el alma de! mito, cuya finalidadintrínseca es "salvaguardar la plenitud onto-lógica, a despecho de los mentís de la ex-periencia" (p. 73).

En la segunda parte, nos hace ver cómola vida de la humanidad se enmancipa delmito. No se comprendería que este paso es e!verdadero paso de la prehistoria a la histo-ria, sin admitir "una especie de mutación,lenta y progresiva, del ser vital de la espe-cie" (p. 97); lo cual significa literalmente:"una nueva creación del mundo, creación con-tinua que convertirá al hombre, cada vez más,en amo y señor de la naturaleza" (p. 99).

Este tránsito supone la anulación de lapasividad de lo mítico, encerrado en el GranEspacio y en el Gran Tiempo, posibilitandoasí el advenimiento del horizonte para loindividual y para lo personal, juntamente conla universalidad del ser, con la responsabili-dad individual y, sobre todo, con la libertady con la razón. El reino humano se eman-cipa -ésta es la señal inefable- cuando en-tra en la historia, cuando se dispone a hacerhistoria, lo que no coincide con la invenciónde todos aquellos instrumentos a los que re-curren los historiadores; el hombre deja deser mítico cuando es capaz de la conciencia

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que duda y decide con responsabilidad per-sonal. Sócrates funda la razón y, para hacer-lo, vuelve conscientemente sus espaldas al mi-to; sin embargo, Sócrates no hizo más quecomenzar; los gérmenes de la razón socráticase desarrollaron mediante trabajo ímprobo du-rante muchos siglos y en forma exhaustiva.Factor importante en los inicios de la per-sonalidad fue e! cuerpo, el descubrimientode! propio cuerpo y e! recorrido termina conla negación racionalista de ese cuerpo, tal cualaparece en el intelectualismo moderno: el 'co-gito' cartesiano no satisface porque es 'de'Descartes; debe ser de todos, sobre e! espa-cio y sobre el tiempo. "Así pues, la con-ciencia reflexiva identifica al hombre con elpensamiento, Y el pensamiento mismo estanto más válido en cuanto no pertenece aaquél. El yo se desprende del cuerpo, desus instintos, de sus limitaciones. Se hadeslastrado del alma y de sus mitos" (p.150). Esto conlleva la idolatría por la lógi-ca: "El sentido simplemente lógico se impo-ne aquí, en lugar del sentido existencial. Esel espíritu en acto el que crea el mundo.No podría, pues, depender del mundo" (p.180). También insiste el A. en la esenciadel conflicto entre la revelación, que susti-tuye al mito, con e! imperialismo de la razón,con el resultado de la completa desnaturali-zación de lo sagrado: "El contenido míticode la fe es sustituido por un contenido prác-tico. La religión se transforma en moral"(P. 169).

Todo esto explica que la filosofía hayallegado a ser una filosofía de la emigracióny de la mala conciencia, "condenada a pre-guntarse sin cesar si no ha dejado escapar lapresa para retener la sombra" (p. 181). Ypor otra parte, los excesos del intelectualis-mo han engendrado, por contraste, la reacciónde un retorno crudo, exclusivista, a las ciegasprofundidades de lo primitivo mítico: "Hay-afirma el A.- para el hombre modernodos alienaciones posibles, la alienación delmito y la alienación del intelecto: ambas,infidelidades a la condición humana" (p.192). Ya no cabe tornar al nivel del hom-bre mítico: "Universo de! discurso y univer-so técnico exigen un nuevo tipo de instala-ción humana" (p. 92). Supuesto todo esto,el A. destina la tercera parte a formular unateoría en que encuentren armonización las

dos fuerzas, la reflexiva y la mítica. Elproblema ha de resolverse llegando a la 'sa-biduría' como expresión de la realidad hu-mana.

Efectivamente, toda la temática filosófi-ca queda centrada en el ser humano, en laexistencia, para lo cual diseña una antropo-logía filosófica de muy amplia base. Mereceespecial atención de! A. la dimensión de'ser-en-el-mundo', la cual se fundamenta enel hecho de 'ser' cuerpo; 'ser' cuerpo, y no,'tener' cuerpo. Todo su propósito se cifraen presentar una filosofía de la realidad hu-mana concreta en su natural unidad paraatajar los desvaríos racionalistas que conclu-yeron en el dualismo cartesiano. "El cuerpopropio reviste una validez ontológica... Esél quien nos instala en e! ser. Fuera de élnuestra presencia en el mundo no tiene nin-gún sentido" (p. 199). Para la comprensiónintegral del hombre no bastan las categoríasracionalistas, la cuales, por necesidad, tienenque terminar en "un sujeto transcendental ...despojado de su contorno material ... e ins-talado en un panorama matemático o axio-mático, sólo válido en derechos en cuantodotado de la presencia absoluta de lo ver-dadero en lo real" (p. 205). Desde el hom-bre cobra sentido el mundo vivido en primerapersona, con su espacio y con su tiempo.La filosofía existencial ha hecho posible e!recobramiento de la natural densidad del serhumano mediante la incardinación de toda larealidad en él.

Frente al tema de Dios, el A. asume unaposición que bien podría encuadrarse dentrodel existencialismo bien o mal llamado cris-tiano. Según su parecer, el racionalismo,también e! tornista, ha causado estragos muyhondos en la idea humana de Dios: "Cris-tiano o no, el Dios de los filósofos no esmás que un ser de razón, incapaz de repre-sentar el papel que se quisiera imponerle ...Intentar razonar sobre Dios, aun para jus-tificarlo, es invertir los papeles. De talsuerte, puede Gabrie! Mareel afirmar, en re-sumen, que 'la teodicea es ateísmo'" (p.234). Es e! Dios viviente al que la filosofíadebe descubrir y someterse.

La obra se cierra con dos espléndidoscapítulos en los que se determinan, medianteuna crítica honda y constructiva, los esencia-les alcances de la ciencia, de la razón, de la

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filosofía y de! mito. Las pretensiones desapo-deradas de la ciencia, quedan refrenadas tantopor sus fracasos como por sus aciertos; laciencia es insubstituible en cuanto es com-prensión de determinados aspectos del seren e! mundo, aspectos con los que necesaria-mente se ha de contar para integrar la sabi-duría; pero no podrá nunca substituir, comofrecuentemente lo ha pretendido, a la filoso-fía: ésta "no es una promoción de la cien-cia. La ciencia no economiza la conciencia"(p. 257).

De parecida manera enjuicia las preten-siones de la razón: la razón absoluta, des-personificada, atemporal y ahistórica es unailusión de consecuencias funestas. Y tal afir-mación se prueba con la historia de lasactitudes de los más egregios racionalistas,quienes, pese a todo, no pudieron en susconcepciones evitar las improntas de su tiem-po, de su condición personal, de su espaciovital. "El cielo de las ideas -escribe- noes independiente de la tierra de los hombres"(p. 264). y el mito, en qué relación se hallacon las potencias anteriores? El mito es elhorizonte posible para e! empleo total de larazón. y lo mismo respecto a la filosofía;ésta tiene al mito como a su natural matriz;él la alimenta y le confiere entusiasmo.

El divorcio entre la razón y el mito,engendra dos extremos: e! racionalismo tien-de lógicamente a un angelismo, y e! mitoa un satanismo. En nuestros tiempos, el mitoha adquirido nombres ilustres: Poder, Revo-lución, Clase, Raza, Capitalismo, etc. Estosmitos, deslastrados de todo humanismo, han

dado a la humanidad terribles lecciones. Ylas seguirán dando. Son el índice de nues-tro desacomodo existencial. Ya no es po-sible vivir el mito; ya no es posible vivir larazón. La historia se convirtió en historia;la razón ha evolucionado. ¿Dónde está lafórmula? He aquí la empresa de la filoso-fía. La armonía entre lo mítico y lo racio-nal debe buscarse y en términos evolucio-nistas. Lo mítico y lo racional en acciónrecíproca progresan.

La obra que analizo tiene, entre otros, e!gran rnéri to de sistematizar ciertos temas cen-trales que hoy se presentan señeros en elquehacer filosófico. Pertrechado e! A. de unainformación histórica tan seria como la queposee de la filosofía, aborda el tema con todasu amplitud y hondura.

En esta oportunidad hubiera sido mipropósito hacer la presentación filosófica de!ilustre profesor de Filosofía en la Universi-dad de Estrasburgo, pero no tengo todavíala información suficiente; ha escrito obrasfilosóficas más centrales, que desconozco, co-mo; "Tratado de Metafísica", "La experien-cia humana del sacrificio", "El descubrimien-to de sí mismo", "Tratado de la existenciamoral", "Introducción a las ciencias huma-nas", "La palabra", "Memoria y persona"etc.

Sólo me resta invitar al lector a que leael libro que comentamos, y que no pierda devista la obra filosófica de G. Gusdorf.

T. Olert«.

MONTERO MOLlNER, FERNANDO, Parménides, Madrid, Ed. Gredos, 1960.págs. 266.

Un estudio sobre Parménides, por e! tí-tulo, no anuncia nada nuevo. Sin embargo,Montero Moliner ha logrado ponerse en unnivel y estudiar al eléatiro desde un hori-zonte, que le han permitido darnos un Par-rnénides nuevo. Y al decir nuevo no entien-do novedades de interpretación modernista,sino que precisamente la novedad reside enel intenso esfuerzo por situar la figura entoda su radicalidad histórica, sin concesiones.Así, por ejemplo, la traducción del Poema,con que inicia su estudio, es de una fidel idad

rigurosa, que, en lugar de resultar mal, dauna contextura sabrosa al texto. Bibliográ-ficamente, la obra está al día, con acopiode erudición acertada y bien discutida.

Como tesis más general, ve en Parménidesal idealista extremado, pero destacando suvaloración no totalmente negativa del mundode las apariencias, que es el problema másdiscutido entre los historiadores. Con mu-cho acierto va estudiando el Poema en for-ma minuciosa y pormenorizada, y destacandolos dos planos del pensamiento parmenídco.

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El estudio de la "interpretación" que tienepor objeto las "opiniones" muestra una ac-titud ideaJista, diferente a la dada en Víade la Verdad.

Serían muchos los puntos concretos delanálisis en torno a lo-Ente que merecerían

ser destacados. Básteme con decir ahora quese trata de un estudio macizo y probable-mente decisivo, técnicamente perfecto y deverdadera hondura metafísica.

Conssantino Láscaris C.