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GERALD D. BERREMAN “DETRÁS DE MUCHAS MÁSCARAS : ETNOGRAFÍA Y MANEJO DE LAS IMPRESIONES EN UN PUEBLO DEL HIMALAYAEn: Monograph, Number 4, 1962. Publisher by Society for Applied Anthropolog y. Traducción: Victoria I. Casabona. *] Prefacio: por Robert J. Smith. No hace muchos años, cuando un grupo de nosotros se preparaba para abandonar la relativa seguridad de la clase de asistentes de enseñanza por el totalmente misterioso mundo del "campo", acudimos a uno de nuestros profesores y le pedimos que nos dijera cómo era eso. También expresamos algunas dudas acerca de nuestra capacidad para llevar a cabo el "trabajo de campo", en lugar de continuar el riguroso trabajo con etnografías, que habíamos realizado durante meses. (¿Los estudiantes graduados siguen aún leyendo etnografías?). Había habido algunas referencias al pasar acerca del proceso del trabajo de campo, hechas habitualmente en forma muy anecdótica, y muchas acerca de este o aquel informante, pero en dichas fuentes había pocos pasajes que realmente dijeran algo acerca del trabajo etnográfico. Habíamos incursionado en el texto clásico de Los Argonautas y en otros pocos, pero en ninguno se informaba mucho sobre la calidad de esta tarea. Nuestro director, que pertenece aún a la escuela del "húndete o nada", apenas si nos tranquilizaba Insistiendo en el hecho de que haríamos lo correcto una vez llegados al campo, y que, a pesar de lo poco preparados que nos sintiéramos, sabíamos qué preguntas formular y qué técnica, dentro de nuestra limitada batería sociológica y antropológica, resultaría apropiada ante una situación dada. Él mismo, según nos contó, había hecho su trabajo de campo en un área particularmente difícil, pero pudo realizarlo correctamente luego de sufrir algunas enfermedades y de haber realizado varias maniobras hábiles en su trato con administradores recalcitrantes. A pesar de no habérnoslo dicho, también volvió con abundante material de muy buena calidad y sin aparente renuencia a volver al campo, cosa que hizo en varios viajes subsiguientes. Sin embargo, sus consejos resultaron escasos ante nuestras expectativas, no porque hubiéramos pretendido solemnes advertencias sobre enfermedades o problemas sanitarios, sino porque buscábamos saber “cómo es” el trabajo de campo, antes que “cómo hacerlo”. En los años que siguieron, parece que todos lo realizamos a través de la experiencia, pero ninguno de nosotros ha hecho gran cosa para subsanar el vacío existente en la literatura acerca del proceso del trabajo de campo. Estoy seguro que la mayoría de nosotros ha encontrado situaciones familiares en Return to Laughter, en la notable sensibilidad de las mejores narraciones en In the Company of Man y en otras fuentes dispersas. A través de los años, las páginas de Human Organization también revelaron contener una variedad de apreciaciones sobre ciertos aspectos del  trabajo de campo y su metodología. Sin  embargo, y hasta la fecha, la presente monografía constituye el único intento que yo conozco que busca mostrar, dentro de un marco analítico, las sutilezas de lo que el autor llama “la experiencia humana” del trabajo de campo. Lo que me parece particularmente notable en este ejercicio es el hecho de que produce el efecto justo que uno espera. Elevando la discusión por encima de las particularidades de esta comunidad, de estos intérpretes, y de este trabajador de campo, el autor despierta en el lector una nueva sensibilidad frente a su propia experiencia de campo pasada, presente y futura. Un pasaje, citado en las páginas que siguen, dice: "A menudo encontramos una división entre una región posterior, en donde se prepara el desarrollo de una rutina , y una región frontal, en la que se presenta el desarrollo. El acceso a estas regiones está controlado a fin de evitar que la audiencia vea detrás del escenario, y que los forasteros se adentren en un 1

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GERALD D. BERREMAN “DETRÁS DE MUCHAS MÁSCARAS: ETNOGRAFÍA Y MANEJO DE LAS IMPRESIONES EN UN PUEBLODEL HIMALAYA”En: Monograph, Number 4, 1962. Publisher by Society for Applied Anthropology.Traducción: Victoria I. Casabona.

*] Prefacio: por Robert J. Smith. No hace muchos años, cuando un grupo de nosotros se preparaba para abandonar larelativa seguridad de la clase de asistentes de enseñanza por el totalmente misteriosomundo del "campo", acudimos a uno de nuestros profesores y le pedimos que nos dijeracómo era eso. También expresamos algunas dudas acerca de nuestra capacidad para llevara cabo el "trabajo de campo", en lugar de continuar el riguroso trabajo con etnografías, quehabíamos realizado durante meses. (¿Los estudiantes graduados siguen aún leyendoetnografías?). Había habido algunas referencias al pasar acerca del proceso del trabajo decampo, hechas habitualmente en forma muy anecdótica, y muchas acerca de este o aquelinformante, pero en dichas fuentes había pocos pasajes que realmente dijeran algo acercadel trabajo etnográfico. Habíamos incursionado en el texto clásico de Los Argonautas y enotros pocos, pero en ninguno se informaba mucho sobre la calidad de esta tarea.Nuestro director, que pertenece aún a la escuela del "húndete o nada", apenas si nostranquilizaba Insistiendo en el hecho de que haríamos lo correcto una vez llegados al campo,y que, a pesar de lo poco preparados que nos sintiéramos, sabíamos qué preguntas formulary qué técnica, dentro de nuestra limitada batería sociológica y antropológica, resultaríaapropiada ante una situación dada. Él mismo, según nos contó, había hecho su trabajo decampo en un área particularmente difícil, pero pudo realizarlo correctamente luego de sufriralgunas enfermedades y de haber realizado varias maniobras hábiles en su trato conadministradores recalcitrantes. A pesar de no habérnoslo dicho, también volvió conabundante material de muy buena calidad y sin aparente renuencia a volver al campo, cosa

que hizo en varios viajes subsiguientes.Sin embargo, sus consejos resultaron escasos ante nuestras expectativas, no porquehubiéramos pretendido solemnes advertencias sobre enfermedades o problemas sanitarios,sino porque buscábamos saber “cómo es” el trabajo de campo, antes que “cómo hacerlo”.En los años que siguieron, parece que todos lo realizamos a través de la experiencia, peroninguno de nosotros ha hecho gran cosa para subsanar el vacío existente en la literaturaacerca del proceso del trabajo de campo. Estoy seguro que la mayoría de nosotros haencontrado situaciones familiares en Return to Laughter, en la notable sensibilidad de lasmejores narraciones en In the Company of Man y en otras fuentes dispersas. A través de losaños, las páginas de Human Organization  también revelaron contener una variedad deapreciaciones sobre ciertos aspectos del trabajo de campo y su metodología. Sin embargo,y hasta la fecha, la presente monografía constituye el único intento que yo conozco quebusca mostrar, dentro de un marco analítico, las sutilezas de lo que el autor llama “laexperiencia humana” del trabajo de campo. Lo que me parece particularmente notable eneste ejercicio es el hecho de que produce el efecto justo que uno espera. Elevando ladiscusión por encima de las particularidades de esta comunidad, de estos intérpretes, y deeste trabajador de campo, el autor despierta en el lector una nueva sensibilidad frente a supropia experiencia de campo pasada, presente y futura. Un pasaje, citado en las páginasque siguen, dice:

"A menudo encontramos una división entre una región posterior, en donde seprepara el desarrollo de una rutina , y una región frontal, en la que se presenta eldesarrollo. El acceso a estas regiones está controlado a fin de evitar que laaudiencia vea detrás del escenario, y que los forasteros se adentren en un

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desarrollo que no está dirigido a ellos",1

Pero, ¡por supuesto! Inmediatamente nos viene a la mente la mutua perturbación porpresenciar un intercambio vicioso entre dos sacerdotes budistas, justo antes de que iniciaranel ritual en memoria de los ancestros familiares, en la casa del anfitrión. O en el de lascoristas de Peter Amo, cuyas caras cansadas, detrás del círculo de las luces se transforman

en idénticas sonrisas sintéticas dentro del círculo de luces. O de miles de otros incidentes, enlos que los conceptos muy familiares de la dramaturgia "región posterior7', "desarrollo","audiencia" y "región frontal", pueden asociarse en el estilo del análisis de Goffman, paraobtener una mayor comprensión de las conductas y las propias reacciones ante ello.En las páginas siguientes, el autor nos brinda más que una mera comprensión anecdóticade la situación de campo, sea que nos enfrentemos con una organización política en nuestrapropia sociedad, una banda de cazadores nómadas, la tripulación de un barco ballenero, olos ocupantes de un monasterio budista. Se trata de cómo es el trabajo de campo y, como loseñala el autor, resulta importante saber de alguna manera organizada y analítica, dóndeestá ubicado el etnógrafo con respecto al grupo con el que está trabajando. Esto es así paracualquier clase de trabajo de campo, etnográfico o no, y lo sabemos de modo más o menosgeneral (ver las controversias acerca de las bastante vagas prescripciones acerca de "cómo

tener un buen rapport ")  pero no siempre somos sensibles como debiéramos ante laimportancia de este tema. Las propias palabras del autor constituyen el mejor resumen de lanaturaleza esencial de esta toma de conciencia, que tiene tanta importancia en lo que hacea la calidad de los datos obtenidos:

“El uso de las impresiones es un rasgo, de toda interacción social.Aparentemente, constituye una condición necesaria para la interacción socialcontinuada. Resulta esencial para una etnografía competente entender sunaturaleza y los desempeños resultantes. Se deben emplear procedimientosmetodológicos que no sólo revelen el desempeño montado para el observador,sino también la naturaleza de los esfuerzos realizados para producirlos y lasituación de fondo que el mismo encubre.”

*] Prefacio

Raramente los etnógrafos han hecho explícitos los métodos por los cuales obtuvieron lainformación consignada en sus trabajos descriptivos y analíticos. Menos frecuentemente aúnhan intentado una descripción sistemática de aquellos aspectos de la experiencia de campoque quedan fuera de una definición convencional del método, pero que resultan crucialespara la investigación y sus resultados. El trabajador de campo potencial, en cualquier áreadada, al buscar información previa acerca de muchos de los problemas prácticos de suoficio, debe contentarse con ocasionales anécdotas verbales de sus predecesores, o con lasigualmente escasas observaciones incluidas en los prefacios a las etnografías. Para quien

enfrenta el trabajo de campo por primera vez, la falta de tal información puede parecer elresultado de una convicción, entre aquellos que saben, de que la experiencia sólo puedecorporizarse en el profesor. Alternativamente, pueden sospechar que los etnógrafos hanestablecido una conspiración de silencio al respecto de estos tópicos. Cuando él mismo seconvierte en un etnógrafo “bona fide” , puede unirse a esta conspiración sin advertirlo, o bienpuede sentirse obligado a unirse a ella no sólo para proteger los secretos de la etnografía,sino también para protegerse de sí mismo. Como resultado de las reglas de juego queimpidieron a otros comunicarle a él su experiencia, puede sentir que sus propias dificultadesen el terreno de la moral y el rapport , sus propios compromisos entre el ideal y lo necesariofueron únicos, e incluso signos de debilidad e incompetencia. Por consiguiente, estosfactores resultan ocultados o minimizados. Los aspectos más aceptables de la experienciade campo, como los referidos a los métodos de investigación formal, los riesgos de salud,

1 Goffman, Erving: La presentación de la persona en la vida cotidiana, Doubleday, New York, 1959, p. 238.

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las facilidades de transporte y el equipamiento útil, basta para responder a las preguntas delos curiosos. En gran medida, se trata de mantener una adecuada “fachada” (ver más abajo)ante una audiencia compuesta no sólo por los iniciados, sino también, en muchos casos, porotros etnógrafos.Como resultado de este patrón, Eleonore Bowen se vio en el apuro en que se ven muchos

neófitos antropólogos cuando, según su relato de ficción, llegó al África Occidental a hacersu trabajo de campo imbuida de la fórmula para el éxito de su profesor:“Siempre usen zapatillas baratas; el agua se seca más rápido, (y) necesitaránmás pares de los que piensan”.2

Esta monografía no es una exposición acerca de los métodos de investigación o las técnicasde campo en el sentido habitual. Es una descripción de algunos aspectos de miinvestigación de campo, analizada desde un particular punto de vista. Como tal, constituyeun intento de describir algunos rasgos de esta experiencia humana que es el trabajo decampo, y algunas de las implicancias que dicha experiencia tiene para la etnografía, entanto empresa científica. No pretende constituirse en modelo a seguir por otros. Dicesimplemente qué pasó, qué hice yo, y con qué efecto aparente. Como en todo trabajo decampo, las elecciones no siempre fueron mías y los resultados fueron frecuentementeinesperados. Pero las elecciones y los resultados se mostraron instructivos. Espero que esterelato sea útil para aquellos que emprenden trabajos de campo, y que pueda estimular amás etnógrafos a compartir sus conocimientos y perspectivas acerca de la experiencia decampo.3

 *] Introducción

A llegar al campo cualquier etnógrafo se enfrenta inmediatamente al hecho de tener que darcuenta de sí ante la gente que él se propone aprender a conocer. Sólo cuando ha cumplidocon esto puede proceder a la realización de su tarea de tratar de entender e interpretar el

modo de vida de dicha gente. La literatura antropológica ha discutido con más frecuencia laprimera problemática, y ello a pesar de que el éxito de la empresa depende tanto de unacomo de la otra. Ambas tareas, como toda interacción social, implican el control y lainterpretación de las impresiones, sea en este caso las producidas por el etnógrafo y sussujetos en su en su interacción.Las impresiones surgen de un complejo de observaciones e interferencias construidas apartir de lo que la gente hace así como lo que dice, tanto cuando está ante otros, cuandosabe que la miran, como cuando está en una situación privada, cuando piensa que nadie lamira. Los intentos por provocar la impresión deseada sobre sí mismo y por interpretaracertadamente la conducta y las actitudes de los otros, constituyen una parte inherente decualquier interacción social y resultan cruciales para la investigación etnográfica.Mi investigación dentro de una sociedad cerrada y altamente estratificada, servirá comoestudio de caso a partir del cual analizar algunos de los problemas y consecuenciasinherentes a la interacción entre el etnógrafo y los sujetos. Se pondrá especial énfasis en losefectos diferenciales de la identificación del etnógrafo con grupos de alto status y bajo statusdentro de la comunidad.

2 Bowen, Eleonore Smith: Return to Laughter, Harper, New Cork, 1954, pp. 3-4. 3 La investigación sobre la que se basa este informe se realizó en la India, durante los años 1957-58, gracias a una beca deentrenamiento en países extranjeros de la Ford Foundation. El informe completo de la misma ha sido publicado en una disertación delautor, titulada “Kin, Caste and Community in a Himalayan Hill Village”, Cornell University, 1959. La presente monografía fue preparadadurante un encuentro de investigación con el “Himalayan Border Countries project” del “Center for South Asia Studies”, “Institute of Internacional Studies”, University of California, Berkeley. El autor agradece a estas instituciones y a sus miembros por el apoyo que le

brindaron. Desearía agradecer a Aaron V. Cicourel, Erving Goffman, Dell Hymes y William L. Rowe por sus valiosos comentarios sobrelos primeros borradores de este trabajo. El autor agradece vivamente a los probladores de Sirkanda la amistad y la paciencia que tuvieronpara con él durante su investigación.

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*] El medio

La investigación sobre la cual se basa este trabajo se desarrolló en Sirkanda y susalrededores, un pueblo campesino del bajo Himalaya, en el norte de la India. Sushabitantes, como los de todo el bajo Himalaya, desde Kashmir hasta Nepal, son conocidos

como Paharis (de las montañas). El pueblo es pequeño, y albergaba a unas 384 personasen el año de mi estadía allí (1957-8); está relativamente aislado, ya que se encuentra entreescarpadas montañas y que se llega allí sólo a pie, tras recorrer las nueve millas que loseparan del camino más cercano y del servicio de ómnibus.

[I]

Los forasteros en el lugar son pocos y  resultan rápidamente identificables por la ropa y elhablar. Quienes son identificados como tales son rápidamente persuadidos de no quedarsemucho tiempo en el lugar. Para evitar tal recepción, una persona debe estar en condicionesde identificarse como miembro de un grupo familiar, a través de lazos de parentesco, decasta ("jati") y/o afiliación comunitaria. Dado que las dos primeras son características deadscripción la única esperanza que le queda al forastero para lograr su aceptación es

establecer su residencia en el lugar y, a partir .de la interacción social, adquirir el status dehabitante de la comunidad y, en el mejor de los casos, éste es un lento proceso.La renuencia de los pobladores de Sirkanda y de sus vecinos en aceptar a los extraños secomprueba en la experiencia de aquellos forasteros que han tratado con ellos. En 1957, unnuevo forastero fue designado en la escuela de Sirkanda. Era un Pahari proveniente de unaregión ubicada unas cincuenta millas del lugar. A pesar de su pertenencia Pahari, y de laconsecuente familiaridad con la lengua y las costumbres de la gente del lugar, tras unaestadía de cuatro meses en el pueblo, se quejaba que su recepción había sido menos quecordial:

"He enseñado en varias escuelas del valle, y la gente se mostró cordial conmigo.Me invitaban a comer a sus casas, me mandaban granos y vegetales de regalocon sus hijos, e intentaban hacerme sentir como en su casa. Ahora, hace cuatromeses que estoy aquí y, más allá de mis alumnos, casi no tengo otros contactossociales. Nadie me ha invitado a comer; nadie me ha enviado un grano de mijo;nadie me ha pedido que me siente a charlar; nadie me ha preguntado siquieraquién soy o si tengo familia. Me ignoran".

Tuvo más suerte que el maestro de otro pueblo de la zona, que tuvo que abandonar el lugar,después le tres meses de total boicot en contra de él y de su escuela.Entre los oficiales forestales que deben realizar periódicos controles en la montaña, la faltade hospitalidad de los pobladores es proverbial. Se quejan de que en el lugar uno debellevar su propia comida, el agua y la bolsa de dormir, pues no se puede contar con que lospobladores provean alguna de estas necesidades durante su viaje. El desarrollo comunitarioy el establecimiento de cooperativas de crédito -los programas gubernamentales en el

área— han fracasado, en gran medida debido a la imposibilidad de sus promotores paraestablecer relaciones con la gente. Mi asistente, que había trabajado durante más de un añoen un proyecto de investigación antropológica, en un pueblo de las llanuras, se frustrabaconstantemente por la reticencia y falta de hospitalidad de los pobladores.

Como él decía:"En Kalapur, cuando uno camina por el pueblo, los hombres lo saludan y loinvitan a sentarse a hablar con ellos. Sea que quieran hacerlo realmente o no, almenos lo invitan a uno como gesto de cortesía. Aquí, sólo entran en sus casas ole dan a uno la espalda cuando lo ven venir".

No hay que esforzase demasiado para encontrar las razones de tal reticencia. Loscontactos con los forasteros han estado limitados a los contactos con policías y agentes

impositivos –dos de las formas de las más bajas en la taxonomía Pahari. Dichos personajesson menos preciados y temidos no sólo porque traen problemas a los pobladores en lo que

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respecta a los impuestos, sino también porque exigen sobornos, amenazando con causarmás problemas, y frecuentemente parecen aprovecharse de sus posiciones como miembrosdel gobierno para descargar sus agresiones contra esta gente vulnerable. A partir de laindependencia de la India, las esferas de responsabilidad gubernamental se han extendidohasta incluir una rigurosa supervisión de las muy extensas zonas boscosas nacionales, ladistribución de ciertos bienes, la realización de ciertos programas de desarrollo, etc. Lasoportunidades de interferir en los asuntos del pueblo se han multiplicado con la proliferaciónde los agentes gubernamentales. Por consiguiente, cualquier forastero, puede ser agentedel gobierno. Como tal, es potencialmente problemático, e incluso peligroso.Los miedos de los pobladores no son infundados. Además de la injusta explotación quedichos agentes parecen emplear, las actividades ilegales o semi-legales que llevan a cabolos pobladores, al poder convertirse en objeto de sanción, son fácilmente utilizadas comobase para la extorsión. En Sirkanda, zonas de bosques nacionales, así como sus productos,han sido objeto de apropiación ilegal por parte de los pobladores; se ha ocultadoinformación sobre tierras gravables; se elaboran y comercializan bebidas alcohólicasilegalmente; se vende leche adulterada; con frecuencia los jóvenes se casan sin tener laedad requerida; los hombres desertan del ejército o se escapan de la cárcel; se han

adquirido propiedades ilegalmente. Cualquiera de éstas u otras infracciones, sean reales oimaginarias, pueden ser objeto de la curiosidad del forastero, por lo cual es lógico que sedesaliente su permanencia en el pueblo.La gente de los llanos considera que los Paharis son ritual, espiritual y moralmenteinferiores. Se cree que son afectos a la brujería y a la magia negra. Además, sonconsiderados rústicos. Los Paharis tratan de evitar contacto con aquellos que mantienenestos prejuicios. Los Brahmanes de otras zonas pueden llegar a desacreditar a sus igualesPaharis achacándoles su falta de ortodoxia; los comerciantes forasteros pueden llegar asus ingresos o productos mediante hábiles prácticas comerciales; otros asedian o raptan alas mujeres del pueblo; a veces llegan ladrones a robar sus pertenencias; los abogadospueden proveerse de evidencias para falsos procedimientos legales que un Pahari nopodría llegar a contradecir en la corte. Los Cristianos esperan cambiar sus creencias yprácticas religiosas. Por consiguiente, cualquier forastero es sospechoso de tener segundasintenciones, aún cuando no esté asociado con el gobierno.La única manera de sentirse seguro acerca de que tales peligros no son inherentes a unapersona, es sabiendo quién es ella; al saber esto, esta persona puede hallar algún lugar enel sistema social conocido. Sólo entonces se le somete a los controles locales de maneraque si comete transgresiones o si traiciona la buena fe depositada en él, puede sersancionado. La persona que está más allá del control no es confiable, siendo entoncesrechazada.Se trata, por ende, de una sociedad relativamente cerrada. La relación con los forasteros esmínima y la información que se les da a éstos es escasa y estereotipada. Resulta muy difícilpara un forastero acceder a esta sociedad.

[II]

Dentro de esta sociedad cerrada, existe una rígida estratificación en una serie de gruposhereditarios, endogámicos y jerarquizados –castas- comprendidos dentro de dos ampliasdivisiones: las castas altas o de nacidos dos veces y las castas bajas o intocables. Lascastas altas, Rajputs y Brahmanes, son propietarios agricultores; son numéricamentedominantes abarcando el noventa por ciento de la población. Son dominantes en loeconómico, dado que poseen la mayor parte de la tierra y los animales, mientras que lasotras castas dependen de ellos para su supervivencia. Son dominantes en poder político,pues tanto los medios de control tradicionales como los nuevos gubernamentales están susmanos. Dominan en el status ritual por ser nacidos dos veces; ritualmente son castas

limpias, en tanto que todas las otras castas son intocables ("achut"). En la mayor parte delos pueblos, como Sirkanda, los Rajputs superan en número a los Brahmanes, siendo así

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localmente dominantes, pero la distancia social y ritual entre ellos no es grande y,habitualmente, las diferencias económicas son nulas4.Las castas inferiores, cuyos miembros son artesanos presentan desventajas en todo aquelloen lo que las castas altas presentan ventajas. Dependen de las castas altas para susupervivencia y están sometidas a la voluntad de las mismas casi en todo sentido.

Idealmente, su relación con las castas superiores es de respeto, deferencia, obediencia. Encompensación, se supone que los miembros de las castas superiores tienen actitudespaternalistas. En la práctica existe un buen grado de tensión en la relación, y se mantieneestable, en buena medida gracias al poder ejercido5.Por otra parte, existen clivajes no jerárquicos entre las castas superiores y entre lasinferiores, basados en lazos de parentesco (siendo los principales las líneas de linaje y clan)y en camarillas y facciones informales.Como resultado de estos factores la comunidad en sí misma se misma se halla dividida. Entanto existe consenso al respecto de algunas cuestiones, hay acuerdo con respecto a otras.La aceptación por parte de un elemento de la comunidad no implica aceptación por lacomunidad en su conjunto y, en realidad, frecuentemente la impide.

*] La investigación

Fue en esta comunidad donde, un lluvioso día de septiembre de  1957, mi asistente eintérprete y yo caminábamos, inadvertidamente, esperando iniciar la investigaciónetnográfica. En nuestra visita inicial, sólo solicitamos acampar allí, mientras visitábamos unaserie de pueblos vecinos. Fuimos presentados por medio de una nota de un comerciantemayorista no Pahari del mercado de la ciudad más próxima, que por largo tiempo habíacomprado el excedente agrícola de los pobladores y, mediante maniobras y subterfugios,adquirió tierras en el pueblo. Solicitaba a los pobladores que trataran a los extraños como“gente nuestra” y que les brindaran su hospitalidad. Como puede esperarse, nuestrobenefactor no era estimado en el pueblo y fue más a pesar de su intercesión, que gracias a

ella finalmente logramos realizar nuestro año de investigación en el pueblo.La nota iba dirigida a un hombre de casta superior, quien mostró ser uno de los másdesconfiables del pueblo; era la cabeza de un grupo doméstico que acababa de ganar  unlargo pleito de nueve años en el que se disputaban tierras, lo cual puso en su contra a casitodo el pueblo; se trataba del líder de una facción de minoría muy desprestigiada, peropoderosa. Su recepción nada entusiasta fue un golpe para nuestro ánimo, pero constituyeprobablemente una bendición en cuanto a nuestras posibilidades.

[I] El asistente intérprete que me acompañó era un joven Brahmán, originario de la llanura, quehabía trabajado anteriormente con un rol similar para un vasto proyecto de investigación

desarrollado en el pueblo de llanura Kalapur. En adelante, en referiré a él como Sharma.Durante los tres primeros meses de nuestra estadía en el pueblo, pasamos la mayor partedel tiempo en la casa, tratando de establecer contactos, y ambas cosas eran difíciles.Según las comunicaciones que nos hicieron más tarde, en un primer momento lospobladores nos tomaron por misioneros, especie que no había invadido previamente estalocalidad, pero era bien conocida. Varios pobladores habían vendido leche en Mussoorie,una localidad de montaña distante 16 millas, que es frecuentada por misioneros. Al noinmiscuirnos en cuestiones religiosas, o porque mostrábamos sorpresa ante los ritualeslocales, esta sospecha fue desapareciendo. Habíamos previsto esta interpretación denuestras intenciones, por lo cual fuimos cautelosos en no mostrar excesivo interés en lareligión como tema de conversación. En nuestros contactos iniciales, utilizábamos

4 Cf. Srinivas, M. N.: "The Dominant Caste in Rampure", en  American Anthropologist,LXI (Febrero, 1959), 1-165 Berreman, Gerald D.: "Caste in India and the United States", en American Journal of Sociology, LXVI (Septiembre, 1960), 120-127.

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intencionalmente formas de saludo Hindú antes que otras no religiosas, y ello para que nose nos identificara como misioneros. Como tema de conversación de cortesía y, segúnesperábamos, neutral, elegimos la agricultura. También parecía apropiado, ya que la épocade cosecha empezó no mucho después de nuestra llegada. En parte, como resultado deesta elección de tema de conversación, apareció la sospecha de que éramos agentesgubernamentales enviados con fines de aplicar gravámenes, dada la productividad de lazona, mucho mayor que la declarada. También nos hizo sospechosos de ser investigadoresen búsqueda de averiguar el uso de tierras en áreas no autorizadas, dada la nacionalizaciónde las tierras no cultivadas de los alrededores. Mi apariencia física no tranquilizaba mucho aquienes sostenían estas sospechas. Un hombre comentó: "Cualquiera puede parecer unextranjero si viste las ropas apropiadas”. Gradualmente, estos miedos fuerondesapareciendo. Pero surgieron otros.Alguien sugirió que nuestras preguntas sobre genealogía podían ser el preludio de unreclutamiento militar de jóvenes. El más firme oponente a nuestra presencia aludió a que setrataría de espías extranjeros -un tipo de malvado vagamente conocido, pero activamentetemido. Pasaron casi cuatro meses antes de que abiertas sospechas de este tipo sehubieran disipado sustancialmente, y ello a pesar de que, por supuesto, algunas personas

habían sido convencidas de la inocencia de nuestras intenciones relativamente pronto y queotras se mantuvieron desconfiadas a lo largo de nuestra estadía. Aproximadamente cuatro meses después de nuestra primera visita al pueblo, se produjo unincidente que atemperó la abierta oposición a nuestras actividades en el pueblo. Una tarde,nos hallábamos hablando con el sacerdote Brahmán local. Éste había demostrado ser uninformante reticente, aparentemente a raíz de su miedo a los alienantes, poderosos y pococonfiables Rajputs, cuyos compañeros de casta superaban en número a la suya, en unarelación de más de treinta a uno (el suyo, era el único grupo doméstico Brahmán conrespecto a los 37 grupos Rajput existentes en Sirkanda), y por muchas razones le eranecesario mantenerse en buenas relaciones con ellos. De todos modos, se mostrababásicamente amistoso.

Alentado por nuestras crecientes relaciones en el pueblo, por sus propios sentimientos deafinidad con el intérprete Brahmán, Sharma, y por la privacidad de su recluido lugar deoración utilizado como ámbito de la conversación, aceptó con gusto discutir su árbolgenealógico con nosotros. En la mitad de nuestra discusión, uno de los Rajputs másinfluyentes y hostiles vino hacia nosotros —tal vez intencionalmente— y se sentó connosotros. Inmediatamente, el Brahmán se tornó tímido y poco comunicativo, pero erademasiado tarde como para ocultar el tema de nuestra conversación. Al poco rato, el Rajputinterrumpió preguntando por qué el Brahmán nos estaba contando esas cosas e inquiriendode modo desafiante cuál era la utilidad que ese tipo de información podía tener para unestudiante americano. Dio a entender con fuerte ironía que teníamos otras intenciones.Obviamente, la entrevista había terminado a esa altura; se había reunido un pequeño grupode curiosos. Dado que evidentemente se requería una respuesta satisfactoria y que la

mayor parte de los miembros de la audiencia no era de los habitantes que mejorconocíamos, hice de ésta una ocasión para dar una extensa y completa respuesta.Respondí explicando que antes de 1947, la India era nación que tenía poca importanciapara el resto del mundo. En el caso poco probable de que los Estados Unidos o cualquierotro país hubiera querido negociar asuntos concernientes a la India, sus representantes notenían más que tratar con los Británicos, que hablaban en nombre de la India. El puebloindio no tenía importancia para nosotros pues era un pueblo sometido. Ellos, a su vez, notenían necesidad de saber que América existía, cosa que, en realidad, pocos sabían. Y en1947, tras una larga lucha, la India había ganado su independencia; era ahora una naciónde gente orgullosa que conducía sus propios asuntos y participaba en las Naciones Unidasy en todas las esferas de relaciones, en pie de igualdad con Gran Bretaña y los EstadosUnidos. Por primera vez, los Indios hablaban por sí mismos. Así se hizo esencial para los

Indios y Americanos conocerse entre sí. Por lo tanto, Estados Unidos mandaba cientos deestudiantes, como era mi caso, a trabajar en la India. Nos habíamos empeñado en aprender

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su lengua y también queríamos conocer sus medios de vida, sus costumbres sociales,religión, etc., de manera que pudiéramos tratar con ellos de manera inteligente y justa, asícomo sus estudiantes estaban haciendo otro tanto en América. Afortunadamente, conocía aun estudiante Indio que estaba estudiando una comunidad rural en Utah, a quien pude citarcomo un caso comparable al mío. Señalé que los estudiantes Indios y Americanos habíanestudiado ciudades Indias y pueblos de las llanuras, para tener un buen conocimiento desus medios, pero que hasta el presente, los cinco millones de Paharis —residentes de unade las regiones más ricas, más hermosas, históricas y religiosamente más significativas dela India— no habían sido tenidos en cuenta. Hice hincapié en que los Paharis habrían detener un importante papel en el desarrollo de la India y que si tenían que asumirresponsabilidades y beneficiarse con las ventajas disponibles, resultaba esencial que se losconociera mejor en su país y en el mundo. Mi investigación fue presentada como unesfuerzo en esta dirección.Me gustaría poder relatar que a partir de este discurso, se me llevó triunfalmente en andaspor el pueblo y que en adelante se me trató como un habitante más del lugar. No es precisodecir que esto no ocurrió. Sin embargo, mi inquisidor estaba favorablemente impresionado,o al menos se sintió compelido a actuar así ante la audiencia. Me respondió diciendo que

me recibiría en su casa en cualquier momento y que trataría extensamente cualquiercuestión de interés para mí. También se ofreció a proveerme una serie de artículos para queme llevara a América como muestra de las habilidades Pahari. Pero debo agregar que, enrealidad, nunca me dio información alguna más allá de sus reacciones al clima y que, encuanto al Brahmán, éste evidentemente conmovido por la experiencia, nunca volvió a sertan abierto como lo había sido inmediatamente antes de este incidente6.No obstante, el desafiante Rajput dejó de ser hostil, en tanto que antes había sido un focode oposición a mi presencia.La relación dentro del pueblo, en términos generales mejoró notablemente y prácticamentedesapareció el estigma referido al hecho de hablar conmigo o con mi intérprete. Un notableefecto posterior se tradujo en el hecho de que mis oportunidades de tomar fotografías, hasta

el momento restringidas al paisaje, los niños pequeños o los adolescentes en actitud derecogimiento, se ampliaron repentinamente hasta incluir una amplia gama de circunstanciaseconómicas, rituales y sociales, así como gente de todas las castas, edades y sexos. Lafotografía en sí se transformó rápidamente en un valioso medio de entablar relaciones,dado que la gente pedía fotografías.La medida en que se me permitía o se me pedía tomar fotografías constituyó, en efecto, unindicador de relación bastante preciso. Uno de los más gratificantes incidentes de miinvestigación en Sirkanda tuvo lugar en una feria regional anual, unos ocho meses despuésde haber empezado mi trabajo. Ni bien llegué a la feria, un grupo de jóvenes mujeres dediversos pueblos, vestidas con ropas de fiesta, aceptó que las fotografiara. Inmediatamenteirrumpió un Brahmán encolerizado, a quien yo no conocía y les ordenó rechazar lapropuesta. Una anciana y muy respetada mujer Rajput de Sirkanda había estado mirando la

escena y se mostró francamente irritada por el incidente y el modo de intervenir delBrahmán. Caminó hacia el centro del grupo de muchachas, mirando fijamente al Brahmán, ydijo: "Por favor, sáqueme una foto”. Así lo hice. El Brahmán se fue. La cantidad de fotos queme pidieron luego durante la feria superó mi provisión de película.El incidente descrito más arriba, durante el cual el Rajput interrumpió mi entrevista con elsacerdote Brahmán, se resolvió favorablemente, debido en parte al contexto en el cual tuvolugar. Por un lado, ocurrió en un momento en que mucha gente me conocía a mí y a miintérprete. Al no tener motivo expreso para dudar de nuestras intenciones, estabandispuestos a creernos, si dábamos argumentos convincentes. Por otra parte, se habíareunido una considerable audiencia que presenció el evento. Mi explicación fue unarespuesta a un desafío realizado por un habitante de alto status y éste la aceptó

6 Esto se decidió en parte en reemplazo, poco después, de Sharma por un intérprete de bajo status, circunstancia que se trata másadelante.

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gustosamente. Era la primera vez que mucha gente estaba presente cuando yo hablaba ymi respuesta tenía un marcado tono afectivo, cosa que reconocieron. Era esencialmente unaapelación a su confianza y cooperación para una tarea que ellos sabían difícil y que,obviamente, yo consideraba importante. No eran incapaces de sentir empatía 7. Tal comohabía dicho anteriormente un hombre: "Usted puede ser un extranjero y nosotros sólopobres pobladores, pero cuando lleguemos a conocerlo, lo juzgaremos como a un hombreentre otros hombres... no como a un extranjero”. Con el tiempo, la mayor parte de lospobladores mostró la validez de este comentario, tratándome según su experiencia conmigo,antes que según el modelo estereotipado del extranjero o del hombre blanco.Pero lo más importante fue que mi discurso ubicó al auditorio en una posición de aceptar orechazar lo que estaba diciendo, mostrando su importancia como personas y comociudadanos -y esto despertó su orgullo. Ellos tienen un sentimiento de inferioridad conrespecto a los Paharis, lo cual cuenta en gran medida en su hospitalidad, y mi presencia, talcomo la definí en mi discurso, contrarrestaba estos sentimientos. Resultó especialmenteefectiva como respuesta al Rajput que planteó el desafío, un hombre severo y agraviante,que necesita público reconocimiento de su importancia. Se había distinguido oponiéndose ami trabajo; se hacía notar exigiéndome una amplia explicación y aceptándola luego

magnánimamente A pesar de que siempre seguí siendo un extraño y de que nunca se mehizo sentir que mi presencia en el lugar era activamente deseada por la mayoría de lospobladores, en adelante fui tolerado con considerable indulgencia. Me transformé en unresidente establecido en Sirkanda, aunque muy peculiar, y nadie trató de hacermeabandonar el pueblo. He escuchado a forasteros en camino hacia o desde zonasmontañosas cercanas preguntar a los pobladores acerca de mi identidad, y a quienes serespondía sucintamente: "Él vive aquí".

[II]

También empleamos otras estrategias menos espectaculares para establecer contacto conlos pobladores. Los hombres sin lazos con la población eran considerados peligrosos paralas mujeres del lugar, lo cual no dejaba de ser justo a la luz de la experiencia pasada y de la

moral Pahari. Este miedo con respecto a mi intérprete y a mí mismo disminuyóconsiderablemente cuando nuestras mujeres e hijos visitaron el pueblo y tras la visita deunos pocos pobladores a nuestra casa, en la ciudad donde residían habitualmente nuestrasfamilias. También ganamos alguna estima suministrando unos pocos remedios sencillospara dolencias comunes en el lugar. Durante este período, uno de los medios más efectivospara atraer a la población a nuestra casa, fue una radio a pila que habíamos traído, laprimera que se veía en la zona. Resultó ser una inagotable fuente de diversión para lospobladores, atrayendo a una audiencia regular, así como constituyó un centro de atracciónpara amigos y parientes de la población que visitaban el lugarEn un primer momento, y tal como se nos comunicara, se había especulado mucho acercade por qué dos personas de medios tan distintos como éramos Sharma y yo habíamosaparecido en el lugar como un equipo y no nos enviaba el gobierno ni ninguna organización

misionera. La veracidad de nuestra historia se hizo mayor cuando Sharma aclaró a lospobladores que él era mi empleado de confianza que recibía una paga en dinero por susservicios.La población nunca dejó de preguntarse, cosa que también yo hice algunas veces por quéhabía elegido dicho lugar para mi investigación. Esto lo explicaba yo en término de surelativa accesibilidad por tratarse de una zona de montaña, la hospitalidad y perspicacia dela gente de Sirkanda, la reputación que había adquirido Sirkanda en la zona de ser un "buenpueblo", y de mi impresión favorable sobre él, a partir de mi conocimiento de una serie depueblos similares. Pero la explicación más satisfactoria era que mi presencia allí se debía en

7 Describir a mi comité académico examinador como una instancia puesta por implacables y omniscientes profesores que infaliblementehabrían de detectar cualquier inadecuación o inexactitud en mi informe, y que quizá me reprobaran sobre la base de que no había logrado

mis objetivos profesionales, resultó ser un estímulo efectivo para lograr respuestas exactas de los pobladores. Esto provocaba simpatía ycooperación de parte de varios informantes, uno de los cuales afirmó que él asumía personalmente la responsabilidad por la precisión dela información suministrada o corroborada por él.

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gran parte al azar del destino. Todos concordaban en que ésta era la razón real. Lospobladores señalaban que cuando el artesano fabrica mil tazas idénticas, cada una tiene undestino único. De manera similar, cada hombre tiene un camino predeterminado en la vida, yel venir a Sirkanda fue mi destino.En una ocasión, cuando le regalé a un poblador una moneda americana, surgió el mismo

comentario: de todas las monedas americanas sólo una estaba destinada a quedarse enSirkanda, y así ocurrió. ¿Qué otra prueba del destino podía haber que no fuera el hecho deque la moneda, como yo mismo, había encontrado su camino hacía este pequeño y remotopueblo?Cuando los pobladores cayeron en la cuenta de que planeábamos quedarnos en Sirkanda yunirnos a ellos, todas nuestras aseveraciones acerca de nuestras intenciones y statusfueron puestas a prueba. La pertenencia de Sharma al status de Brahmán se controlócuidadosamente. Se hicieron extensos sondeos acerca de su familia y sus orígenes. Seseguía de cerca su comportamiento. Viajeros que viajaban a la ciudad inspeccionaban lacasa de su familia. Sólo entonces, los pobladores aceptaron que él era quien pretendía ser.Cuando todas las presentaciones nuestras que ellos pudieron controlar demostraron serciertas, la población se mostró evidentemente inclinada a creer también en aquellas

presentaciones que no podían verificar.El hecho de que las sospechas acerca de nuestras intenciones hubieran eventualmentedisminuido, no significaba que  en adelante pudiésemos saber lo que queríamos. Sólosignificaba que los pobladores sabían ahora y de manera general qué podían dejarnosconocer, qué impresiones les gustaría hacernos recibir. El grado de conocimiento permitidoera mucho mayor que el permitido a un extraño y mucho menor que el compartido por lapoblación. A pesar de que en el momento no me di cuenta de ello, nos mostraban aquellascosas que dieran una buena impresión a un fiable Brahmán de las llanuras. Los otrosaspectos eran suprimidos, y si los descubríamos, ello era a pesar de los mejores esfuerzosde los pobladores por ocultarlos, y surgían comúnmente como resultado de algunaconversación con algún individuo descontento, poco estimado en el pueblo. Nuestros

informantes, principalmente pobladores de las castas superiores, trataban de mostrarconformidad con los standars de conducta y creencia de los hombres de castas superioresde la llanura. La gente de las castas inferiores se mostraba respetuosa y reticente ante elcontacto con nosotros, en un principio, y hasta que se modificó esta situación, puesto queuno de nosotros era Brahman y que éramos identificados con los poderosos pobladores delas castas superiores.Pasamos tres meses casi exclusivamente construyendo rapport , configurándonos comoconfiables, inofensivos, amables e interesados observadores de la vida del lugar. En esteperíodo mantuvimos innumerables conversaciones, la mayoría relacionadas con el tiempo yotros tópicos pasajeros e inocuos. En este proceso adquirimos una buena cantidad deinformación etnográfica útil; aunque en muchos aspectos su validez era escasa. Obtuvimosmejor información por medio de la observación que haciendo indagaciones, en lo que

respecta a este período. Durante este tiempo frustrante e infructuoso desde el punto de vistade los resultados de investigación, para nosotros fue fuente de satisfacción el hecho de queestábamos ganando la confianza de mucha buena gente, lo cual esperábamos rindiera susfrutos más tangibles tiempo después. Cuando el último abierto oponente a nuestra tareaestuvo evidentemente convencido de nuestras buenas intenciones a raíz del incidenterelatado más arriba, sentimos que podíamos empezar realmente con la recolección dedatos.Hasta ese momento nos ocupábamos nosotros mismos de limpiar la casa, cocinar, lavar,traer agua y hacer el fuego. Estas actividades nos brindaron oportunidad de encontrarnoscon gente en situaciones espontáneas, así como nos permitían estar ocupados en unmomento en que el rapport  no era lo suficientemente bueno como para permitirnos

dedicarnos full-time a la investigación. Al ir mejorando nuestro rapport , vimos que las tareasdomésticas nos llevaban demasiado tiempo como para ser compatibles con nuestro trabajo.Tratamos de encontrar ayuda en el pueblo, pero como fue imposible encontrarla sumamos

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un tercer miembro a nuestro equipo, un muchacho de 17 años, originario de la casta inferiorde la llanura, pero que había vivido la mayor parte de su vida en la localidad montañosa deMussoorie y que conocía las costumbres y la lengua Pahari. Sus tareas eran las de unsirviente, asumiendo la responsabilidad total del cuidado de nuestra casa en el pueblo. Suscontactos informales con algunos de los jóvenes del pueblo fueron de utilidad para lainvestigación. Su origen de casta era tenido muy en cuenta en el lugar, pero no afectónuestras relaciones con los pobladores. Su contribución a la investigación residióprincipalmente en el excelente desempeño de sus tareas y en su circunspección en lasrelaciones con los pobladores.En este momento aparentemente promisorio para un trabajo productivo, Sharma, elintérprete asistente cayó enfermo, evidentemente, no podría reincorporarse a nuestrotrabajo en el pueblo durante algún tiempo. En las circunstancias de nuestro trabajo, esto seconstituyó en algo verdaderamente desalentador. Anímicamente, fue este el peor momentoque pasé en los quince meses de mi estadía en la India, ninguno de los cuales podríadescribir como estimulante. No puedo abundar aquí en los detalles de las razones de esteestado de ánimo: la permanente preocupación que uno siente cuando lleva consigo a unniño de 18 años de edad a un lugar de trabajo de campo como la India, especialmente si,

como en este caso, está totalmente separado de la familia una buena parte del tiempo; lasdificultades para mantener un hogar en la ciudad y llevar a cabo una investigación en unpueblo aislado; los constantes y frustrantes incidentes con funcionarios que causan todaclase de dificultades y retrasos; la virtual falta de contacto social fuera de la propia familia,los empleados y la población entre la cual uno trabaja; la sensación de no ser más quetolerado por aquellos entre los cuales uno trabaja y de quienes uno depende para la mayorparte de su interacción social. En tales circunstancias, la investigación suele convertirse enla principal causa de motivación, y sus progresos parecen lentos a los ojos de uno. Porconsiguiente, perder un asistente cuya presencia consideraba esencial para la investigación,y ello justo cuando estaba en la antesala de un avance tangible, constituyó un duro golpe.No podré olvidar por mucho tiempo la ansiedad que sentía a lo largo de las cinco horas deviaje hacia el pueblo, solo; después de haberme enterado de la enfermedad de Sharma.

Esperar a que se recuperara hubiera significado desperdiciar los mejores meses deinvestigación, dado que su enfermedad se produjo al comienzo del invierno, estación depoca actividad, cuando la gente, por primera vez desde mi llegada, tendría tiempo disponiblepara sentarse a charlar. En dos meses comenzaría la primera cosecha y la estación desiembra, y muchos potenciales informantes estarían demasiado ocupados y cansados comopara conversar.

[III]

Después de permanecer un tiempo solo en el pueblo, me di cuenta de que no podríatrabajar bien sin ayuda dado mi insuficiente conocimiento de la lengua. A pesar de que meaterrorizaba tener que seleccionar y presentar a un nuevo e inexperto asistente en el pueblo,esto parecía ser un paso necesario para preservar la continuidad de la investigación. Mi

deseo e intención era trabajar con un reemplazante sólo hasta que Sharma pudiera trabajarnuevamente.Como no quería perder mucho tiempo buscando un reemplazante, y dada la extremadaescasez de gente calificada, contraté, con muchas reservas y a prueba, a la primerapersona razonablemente prometedora que apareció. Felizmente, demostró ser un trabajadorexcepcionalmente capaz, voluntarioso e interesado en la investigación. Se diferenciaba deSharma en tres importantes aspectos: edad, religión y experiencia. Mohammed, como lollamaré en adelante, era un Moslim de mediana edad, ex maestro de escuela, que no tenianinguna familiaridad con la investigación antropológica.Estos factores representaron tanto ventajas y como desventajas. Yo podía guiarlo másfácilmente en su trabajo e interactuar más directamente con los pobladores, con respecto a

mi experiencia con Sharma, y ello simplemente porque aquél sabía de su inexperiencia,aceptaba rápidamente las sugerencias y se interesaba en ayudarme a conocer y acomunicarme directamente con los pobladores, antes que en mostrar su eficiencia como

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investigador o su importancia como intérprete. Dada su edad, promovía una cierta cuota derespeto. A raíz de su condición de musulmán, podía establecer excelentes relaciones conlas castas inferiores pero no con las superiores. Y quizás lo más importante, no seinvolucraba en los datos. Se interesaba en el tema y se mostraba objetivo con respecto a lacultura en la que estábamos trabajando, en tanto que Sharma se había mostrado ansiosopor impedir que yo me llevara una impresión poco halagüeña del Hinduismo y la vida de lacomunidad, dado que estábamos trabajando con un caso no ortodoxo (y para él muchasveces chocante) de pueblos Hindúes. Más aún, el Braman debía, casi inevitablemente,mantener su propio status ante las castas superiores del pueblo, en tanto el Moslim no teníatal obligaciónDado que probablemente Sharma volvería al trabajo en pocas semanas, decidí aprovecharlo mejor posible la situación, utilizando a Mohammed en circunstancias que me permitieronsacar fruto de sus ventajas y minimizar sus desventajas; puesto que sus puntos fuertes eranlos puntos débiles de Sharma, y viceversa. Mientras la gente de las castas superioresdesconfiaba de Mohammed a causa de su religión, los de las castas inferiores estaban máscómodos en su presencia, lo contrario sucedía con Sharma. Más aún, la gente de las castasinferiores se mostró, en muchos aspectos, mucho más comunicativa que la de las castas

superiores. Por consiguiente, planeé utilizar a este intérprete para obtener datos sobre lascastas inferiores y, con estos informantes, obtener todos los datos etnográficos posibles.Confiaba en que el regreso de Sharma me permitiría volver a las castas superiores yretomar así mi intención inicial de obtener información sobre ellas. No obstante, después devarias semanas, se hizo evidente que Sharma no volvería al trabajo en la comunidad. Porese entonces, habíamos comenzado a obtener una buena cantidad de material etnográfico,con miras a seguir profundizando mucho más. Además de la muy buena relación quehabíamos logrado con las castas inferiores (mejor de la que habíamos obtenido con Sharmaen general), estábamos ganando la confianza de algunas personas de las castas superiores.Por ende, me sentí alentado a seguir trabajando con Mohammed y a ampliar nuestroscontactos en los meses que restaban.Yo no había previsto en toda su dimensión las implicaciones que tendrían las diferencias destatus de mis dos colaboradores para la investigación. Por ejemplo, los pobladoresdeterminaron enseguida que Sharma no comía carne ni tomaba alcohol. Por nuestra parte,nosotros sabíamos que los pobladores sí lo hacían. No mucho después de la llegada deMohammed, los pobladores supieron que éste sí se lo permitía y que yo mismo podía llegara hacerlo. Más adelante nos enterarnos de la frecuente realización de fiestas en las que secomía carne y se tomaba alcohol, tratándose a menudo de encuentros entre las castas.Descubrimos que constituían importantes acontecimientos sociales, de los cuales estabanestrictamente excluidos los extranjeros. La relación aumentó notablemente cuando se supoque en nuestra casa se servía, en ocasiones, alcohol destilado en el lugar. Al mejorar larelación, se nos incluyó frecuentemente en tales acontecimientos informales. Y tambiénnuestro acceso a diversos tipos de información creció proporcionalmente.

La edad de Mohammed lo puso fuera de la sospecha que había recaído sobre Sharma encuanto a que éste estaba interesado en las mujeres del lugar. La relación de Mohammedconmigo, que gozaba de un status generalmente confiable, le ahorró la sospecha de quefuera un misionero o de que tuviera conexiones con el gobierno. Quizá su característica másimportante con respecto a las relaciones fuera su religión. Al ser Moslim, se trataba, al igualque en mi caso, de un individuo socialmente manchado, y más aún puesto que sesospechaba que comía carne de vaca. En muchos sentidos, ambos éramos intocables, apesar de lo cual se nos respetaba por nuestra riqueza y conocimiento.A partir de este marco, pueden analizarse los diferentes efectos que tuvo mi asociación conestos dos hombres en lo que hace a la investigación. Al discutir este punto, haremosespecial hincapié en las implicancias que tuvo el status de cada uno de ellos en lasimpresiones que recibimos de los pobladores y, a su vez, en las que nosotros causamos enellos. También se considerarán algunos de los problemas más generales de unainvestigación en un sistema social extremadamente cerrado y altamente estratificado.

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región posterior, a fin de adquirir nuevos conocimientos sobre la naturaleza de la situación yde los actores.Habitualmente, la evaluación del etnógrafo (la suya propia y la de sus colegas) se realizasobre la base de sus conocimientos acerca de la región posterior de actuación de sussujetos. A su vez estos últimos son evaluados por sus pares sobre la base del grado hasta

el cual protegen los secretos de su grupo y logran proyectar una imagen aceptable en lapresentación de la región frontal. Por cierto, a menudo se piensa que esta presentacióntambién satisfará al etnógrafo. Éste se inclina por evaluar a sus sujetos a partir del monto deinformación sobre la región posterior que ellos le revelan; en tanto él es evaluado por susinformantes en base al tacto que demuestre, en lo que respecta a no entrometerseinnecesariamente en la región posterior y, cuando la relación aumenta, en base a suconfiabilidad como alguien que no revelará los secretos de la región posterior. Elestablecimiento del rapport  depende en gran parte de saber deslizarse entre ellas, demanera de ser admitido a la región posterior de la actuación de los sujetos, sin perturbarlos.A veces, esto se logra por la admisión dentro del grupo de los sujetos; pero, con másfrecuencia, resulta de la aceptación del etnógrafo como confidente neutral.Por consiguiente, las impresiones que tanto el etnógrafo como los sujetos buscan

proyectarse entre sí son aquellas sentidas como favorables al cumplimiento de susrespectivos fines: el etnógrafo trata de acceder a la información de la región posterior; lossujetos buscan proteger sus secretos, dado que estos representan una amenaza a laimagen pública que desean mantener. Y ninguno de ambos lo logra totalmente.

[II] Debemos partir de la base que la integridad del etnógrafo como científico garantiza lanaturaleza confidencial de sus hallazgos acerca de los individuos que estudia. Dichosindividuos, sin embargo, probablemente no parten de este supuesto y, en realidad, amenudo suponen lo contrario. Así como pienso que tanto práctica como éticamente eletnógrafo debe hacer conocer su objetivo de conocer la manera de vivir de la gente que

intente estudiar, también creo que es éticamente innecesario y metodológicamenteinadecuado dar a conocer sus hipótesis específicas y en muchos casos incluso, sus áreasde interés. Dar a conocer estas cuestiones a sus informantes puede entorpecer laposibilidad de adquirir mucha información esencial para el logro de la comprensión de sumodo de vida. Estoy pensando aquí en mi propio caso, en lo que respecta a la densa esferade las relaciones intercastas, donde el reconocimiento del interés por ciertas personas ogrupos hubiera atentado contra el trabajo de investigación.La observación con participación como forma de interacción social siempre involucra elmanejo de las impresiones. Por consiguiente, en tanto técnica de investigación,inevitablemente implica secreto y algo de disimulo a no ser que nuestra concepción sobreesto sea muy estrecha. Si el investigador se siente moralmente constreñido a evitar toda

forma de disimulo o secreto, tendrá que privarse de la información que puede adquirirseconociendo aquellas partes de la vida de sus informantes que estos traten de esconderle.Con el tiempo un investigador puede ser autorizado a conocer partes que en un principioconstituían la región posterior de la actuación de su informante, pero pocos etnógrafospueden aspirar a una total aceptación dentro del grupo de sus informantes, dada lanaturaleza temporaria de su residencia en el lugar de trabajo, y su status de extranjero. Enuna sociedad en la que la adscripción es el único medio de obtener una total aceptación,esto se vuelve virtualmente imposible.Si el etnógrafo no logra acceder a la región posterior, tendrá que contentarse con una “visiónoficial”, derivada de las fuentes pública, por todos aprobada y sus intereses de investigaciónprofundamente limitados. Una salida para quienes se muestren sensibles a este respectopuede ser; por supuesto, hacer la investigación como debe ser hecha, pero utilizar los

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hallazgos sólo con la aprobación explícita de los sujetos.11 De cualquier modo, el etnógrafose presentará a sus informantes de una determinada manera y ocultará algunos aspectos desí. Aquellos harán otro tanto. Y esto es inherente a toda interacción social.

[III]

En la investigación etnográfica, el manejo de las impresiones suele constituir un esfuerzoagotador, que destroza los nervios, y ello tanto para una parte como para la otra,especialmente en las fases tempranas de la relación. Los etnógrafos pueden reconocerseasí mismos y a sus informantes en esta descripción:

"Si el carácter que se representa es sereno o despreocupado, de alta o bajacondición, el individuo que representa el carácter será tenido por lo que en granmedida es, un actor solitario involucrado en molestos asuntos para suproducción. Detrás de muchas máscaras y de muchos caracteres, cada actortiende a vestir una sola apariencia, una apariencia desnuda no socializada, unaapariencia de concentración, una apariencia de alguien que está comprometidoen una tarea difícil y pérfida"12 

La tarea es especialmente difícil cuando la brecha entre los participantes y la audiencia esgrande. Entonces, no siempre puede predecirse la impresión que provocará una accióndada; es difícil leer la reacción de la audiencia y resulta arduo juzgar la significación de   laactuación. En tales circunstancias, la mala interpretación suele ser frecuente y muchasveces desastrosa. Cualquiera que haya estado en el seno de otra cultura que no sea lapropia, puede citar faux pas  resultantes de tales malas interpretaciones. Entre ellas, soncomunes las faltas de respeto inadvertidas. A pesar de que no hayamos presentado aquíningún vivido ejemplo, en parte por mi exagerada cautela a este respecto durante lainvestigación de que es objeto este artículo, el autor experimentó tal mala interpretacióndurante una investigación entre los Aleut. En una ocasión estaba divirtiendo a los niños dellugar dibujando caricaturas sobre la ventana empañada del almacén del lugar. Al verlas unadulto las interpretó como insultantes caricaturas de  la gente del lugar, reaccionando,

amargamente, a pesar de que no eran más que caricaturas típicas, absolutamente inocuas.El adulto-audiencia las vio a la luz de una desgraciada experiencia pasada con losarrogantes extranjeros. Como resultado de este incidente, las relaciones se volvieron tensasy, de no haber ocurrido en una etapa tardía del trabajo de investigación —cuando la mayoríade los pobladores estaban persuadidos de las buenas intenciones del etnógrafo—, esteacontecimiento habría interrumpido la investigación.En una sociedad muy cerrada y altamente estratificada, la dificultad para el manejo de lasimpresiones es doble. En una sociedad cerrada, el extranjero puede ser excluido y se lepuede impedir casi totalmente la visualización de las actividades de sus miembros. Laregión frontal es pequeña y resulta extremadamente difícil ganar el acceso a cualquieraspecto de la actuación. La estratificación pronunciada produce muchos grupos, muchas

actuaciones, muchas regiones posteriores (una para cada actuación de grupo, así comopara cada audiencia), y mucha ansiedad por miedo a que un grupo sea indiscreto y revelelos secretos que sus miembros conocen acerca de otros grupos.En Sirkanda, el grupo etnográfico estaba compuesto por el antropólogo, un intérpreteasistente y, como miembro periférico, un muchacho que se ocupaba de cuidar la casa. Era

11 Para una discusión de muchos de los aspectos involucrados en esta cuestión, consultar Edward A. Shils, “Social Inquiry and theAutonomy of the Individual”, en The Human Meaning of the Social Sciences, D. Lerner (ed.), Meridian Books, New York, 1959, pp. 114-157.12Goffman, op. cit., p. 235. Las presiones que pueden ejercer el constreñimiento a realizar actuaciones en grupo, en el sentido de impedir que una persona actúe espontáneamente o que elija libremente el tipo de impresión que fomentará, han sido ejemplificadas en unaprofunda descripción hecha por George Orwell: "Shooting an Elephant", en Shooting an Elephant and Other Essays, Harcourt, Brace andCo., New York, 1950, pp. 3-12. Una vez, siendo oficial de policía en Bunna, Orwell mató un elefante, actuando en contra de sus opiniones.

Lo hizo únicamente para mantener su imagen de "sahib* ante una multitud expectante. "Porque la regla es que el sahib pasará su vidatratando de impresionar a los «nativos», y, por ende, en cada situación crítica tiene que hacer lo que los «nativos» esperan de él. Usa upamáscara y su cara se va adecuando a ella* (p. 8).

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todos los pobladores lo respetaban. Una vez que su status de Brahmán de la llanura hubosido verificado, éste influyó en la calidad de todas sus relaciones y, por consiguiente, en lasdel equipo por los pobladores. Los efectos que tuvieron estas relaciones en la investigaciónsurgieron de sus propios intentos de manejar las impresiones, como un actor ante variasaudiencias, así como de los intentos de los pobladores por controlar las impresiones que élrecibía de ellos.Lo que resultaba más importante era que Sharma era un Brahmán de la llanura. Como tal,se sentía obligado a provocar una aceptable definición de sí en este rol por parte de lospobladores entre los cuales trabajaba y por parte del etnógrafo para quien trabajaba. Antelos pobladores, estaba obligado a abstenerse de contactos informales extensos con lascastas inferiores. Se esperaba de él que se negara a participar en actividades tanenvilecedoras como el consumo de carne y alcohol; del mismo modo, se tenía la expectativade que mostraba todas la virtudes correspondientes a su status. En este contexto, actuabacomo el único representante en el lugar de los Brahmanes de la llanura, un grupo con el quese identificaba y se lo identificaba.Antes de trabajar con el etnógrafo, se había unido a un amplio grupo de referencia deHindúes indios de casta superior. Desde este rol, deseaba producir una definición del

Hinduismo que diera una buena imagen de sus practicantes a los ojos de los extraños.Cuando le era posible, mostraba un Hinduismo ilustrado, sofisticado, democrático. Dadoque, en tanto Hindú, se consideraba un igual con respecto a los pobladores, se sentíaobligado a dar al etnógrafo una impresión acerca de los actores de la comunidad que novariaba demasiado con respecto a la noción de Hinduismo que deseaba transmitir. Por lotanto, se mostraba reticente a discutir asuntos que pudieran contradecir las impresiones queél había fomentado –especialmente las prácticas religiosas de la casta superior y lasrelaciones entre castas, las áreas de más flagrante desviación (desde su punto de vista) conrespecto al ideal Hindú. Se mostraba proclive, quizá inconscientemente, a matizar susrelatos y a estructurar nuestras interacciones con los pobladores, de manera tal de dirigir lasimpresiones que yo recibía en tal dirección. En nombre del equipo de investigación, seesforzaba por ganar la aceptación y confianza de los pobladores, hecho éste que teñía demanera especial los relatos que él hacía a los pobladores sobre nosotros. Su habilidad partael manejo de las impresiones se evidenció en la relación que logró tanto con el etnógrafocomo con los pobladores, así como en el hecho de que yo mismo, como etnógrafo, fuiinconsciente de su manejo de las impresiones hasta el momento en que más tarde, accedía información sin su intermediación.

[VI]

También los pobladores tenían particulares definiciones de sí que querían transmitir alequipo etnográfico. Estas definiciones surgían, en gran medida, de su interpretación acercade la naturaleza e intenciones de este equipo. Dado que el equipo contaba con un Brahmánubicado en una posición de relieve, la gente de las castas inferiores se mostraba reticente aconectarse con nosotros. Por otro lado, la gente de las castas superiores estaba deseosa dedemostrar la validez de sus pretensiones por un status elevado, ante un extranjero de altostatus.Habitualmente, los Brahmanes y Rajputs Pahari (las castas superiores de esta zona) hacenmuchas cosas que resultan inaceptables en los círculos de las castas superiores de lallanura. Por consiguiente, estos les niegan su estima. La gente de la llanura, a menudoutiliza burlonamente los apelativos de “Brahmán Pahari” y “Rajput Pahari”. Entre otrasactividades no ortodoxas, estos Pahari sacrifican animales, comen carne, toman alcohol, noestán familiarizados con las escrituras, ignoran casi por completo los grandes dioses delHinduismo, consultan a adivinos y shamanes, no observan muchas de las ceremonias yrestricciones rituales que los hombres de las castas superiores de la llanura consideran

necesarias, aceptan dote en los matrimonios, las viudas se vuelven a casar, no esinfrecuente la poligamia (dándose en algunas zonas la poliandria), ocasionalmente se casan

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entre diferentes líneas de castas, los hermanos tienen esposas en común, venden mujeres ahombres de la llanura de dudosa condición. Para impresionar favorablemente a un Brahmánde la llanura, deben ocultar estas actividades en la medida de lo posible, y esto es lo quehacen. Así como Sharma deseaba dar una impresión de Hinduismo ilustrado al etnógrafo,los pobladores deseaban transmitir a Sharma su idea de Hinduismo ilustrado. Ambosobjetivos eran complementarios. Ambos resultaron en la proyección de una exageradaimpresión de ortodoxia religiosa. Esta exageración de la conducta que indicaba adhesión a"los valores de la sociedad oficialmente propugnado" constituye un rasgo característico delmanejo de las impresiones ante los extraños.16 Un manejo de este tipo resulta especialmente difícil cuando la audiencia —como es elcaso del equipo etnográfico- tiene un interés sabido o sospechado en detectar actitudes yconductas de la región posterior, y cuando está en íntimo contacto con los actores.Prácticamente todo el pueblo de Sirkanda constituía al principio una región posterior parael equipo etnográfico; gran parte del comportamiento convencional era un comportamientode trastienda. Los pobladores intentaron impedir “intrusiones inoportunas”, intrusiones queGoffman escribe de la siguiente manera:

"Cuando un extraño entra accidentalmente en una zona donde se estádesarrollando una actuación, o cuando un miembro de la audiencia entra, sinadvertirlo, en la región posterior, el intruso puede llegar a sorprender a lospresentes en flagrante delito. Sin ninguna intención, la persona presente en laregión puede descubrir que ha sido testigo del desarrollo de una actividadincompatible con la impresión que, por diversas razones sociales, los actoresse ven obligados a dar al intruso”.17'

Por ejemplo, cuando el equipo etnográfico tuvo la oportunidad de mudarse a una casa en elcentro del pueblo, los pobladores —que se habían mostrado deseosos de mantener unacierta hospitalidad— se sintieron repentinamente alarmados al punto de inducir a unintocable a plantear objeciones a los potenciales intrusos. La objeción tuvo el efectodeseado, a pesar de que sus instigadores de casta superior la repudiaron inmediatamente,

criticando la irresponsable intrusión de un mero intocable. Así, lograron asegurar laprivacidad del pueblo, sin dañar su fachada de hospitalidad. Para hacer que el intocableplanteara objeciones, se lo había coercionado y emborrachado. Más tarde comentó que lospobladores habían dicho que la gente, y especialmente las mujeres, se sentirían inhibidasen la realización de sus actividades habituales si los extraños estaban siempre en el medio;es decir, la región posterior se vería expuesta a la mirada de la audiencia.En esos momentos, y ante el equipo etnográfico, el pueblo presentaba una fachadaaparentemente unificada. Los pobladores de todas las castas cooperaban no sólo paraocultar cuestiones adversas a la actuación de las castas superiores, sino también aquellasque se pensaba podían resultar adversas a la gente en su conjunto. Por ejemplo, unadisputa intra-casta entre intocables culminó en un casamiento de gente de casta superior,donde los oponentes estaban sirviendo como músicos. Mientras los oponentes estabanpresentando su caso ante un consejo informal de gente de castas superiores, surgió unargumento urticante. Se lo acalló inmediatamente, levantándose el consejo aduciendoexplícitamente que el etnógrafo se enteraría y pensaría mal del pueblo.Durante este periodo de la investigación, los intocables se encontraban comúnmenterelegados en un rol secundario, principalmente en la región posterior. Contando con unBrahmán dentro del equipo etnográfico y con relaciones con gente de las castas superiores,los pobladores de casta inferiores se mostraban reticentes a contactarse con nosotros ymucho menos a revelarnos información de la trastienda. A sus ojos, éramos relaciones del

16 Cf. ibid., p. 35. Estoy en deuda con Thomas S. Chambers por haberme sugerido la siguiente definición de Ambrose Bierce; unadefinición que puede servir de lema a esta monografía: "Intérprete, sust. Aquél que permite a dos personas que hablan diferentes

lenguajes entenderse entre sí, repitiendo a cada una lo que la otra, en opinión del intérprete, habría pretendido que se dijera" (AmbroseBierce, The Deuil's Dictionary, Dover Publications Inc., New York; 1958, p.69).17 Ibid., p. 209.

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grupo de casta elevada y, como tales, éramos gente a la que había que tratar cautelosa yrespetuosamente. Los pobladores pertenecientes a las castas superiores no iban abrindarnos tal información, pues ante sus ojos éramos miembros del grupo de Brahmanesde la llanura, y una fuente de potencial descrédito de los Paharis de casta superior.En este contexto, la información etnográfica que obtuvimos era, en gran medida, material

considerado inocuo por los pobladores –observaciones acerca del tiempo yacontecimientos corrientes, técnicas de agricultura, etc. Y mucha de esa informaciónestaba distorsionada. Por ejemplo, nuestras genealogías iniciales omitían toda referencia alas viudas de más de una unión; los relatos de matrimonios y otros eventos rituales seconformaban extremadamente a la concepción de los pobladores acerca de la ortodoxia dela llanura. Parte de la información resultó ser falsa. Y no podíamos acceder a la mayorparte de la información. La región posterior era celosamente guardada. Todavía lasrelaciones entre el equipo etnográfico y el pueblo eran relativamente simpáticas. Cuandodespués de cuatro meses de trabajo, un Moslim reemplazó al Brahmán, esto tuvoimportantes consecuencias en la concepción de los pobladores del equipo etnográfico y,por ende, en su actuación ante dicho equipo. El progreso y los resultados de lainvestigación reflejaron estos cambios.

Mohamed, el intérprete Moslim era respetado por su edad y su instrucción, era apreciadopor su simpatía e ingenio, aunque se le relegaba al status de intocable a causa de sureligión. Esto no le molestaba. Dado que era una persona educada y no muy religiosa,personalmente se involucraba poco en la jerarquía de castas, de la población y no seinteresaba demasiado por las impresiones que se llevara el etnógrafo acerca del Hinduismo.Personalmente, era objetivo y tomaba el trabajo con interés, aproximándose más aproyectar hacia los pobladores una visión favorable del equipo etnográfico que cualquierimagen particular de su status personal. En tanto actor, jugó un rol menos preeminente quesu predecesor. Esto se reflejaba en su trabajo de interpretación. Sharma había optado porinterpretar virtualmente todas las frases y por dirigir el curso de la conversación de maneratal de resguardarse de ofender a los pobladores (y de ponerse él en situacionesembarazosas), evitando tocar temas peligrosos. Mohamed se preocupaba porque lacomunicación entre el etnógrafo y los sujetos fuera los más directa posible; porque, exceptocuando buscaba intencionalmente tocar ciertos tópicos. Por consiguiente, traducía sólocuando era necesario; el etnógrafo y sus sujetos determinaban el curso de la conversación.En tanto audiencia, el efecto que produjo el Moslim sobre la actuación de los pobladoresfue drásticamente diferente al producido por el Brahmán. Los pobladores pertenecientes alas castas superiores no deseaban relacionarse abiertamente con un Moslim, pues pordefinición era ritualmente impuro. De ninguna manera constituía un miembro de su grupo,como había sido el caso del Brahmán; en algunos aspectos era casi tan extraño como elmismo etnógrafo. Por consiguiente, el comportamiento de los pobladores de casta superiorera correcto, pero distante. Las conversaciones informales y las visitas disminuyeron sufrecuencia. Algunos pobladores de casta superior dijeron al etnógrafo en privado que ya no

se relacionarían estrechamente con él.Por el otro lado, los pobladores de las castas inferiores se volvieron menos inhibidos.Cuando la experiencia les mostró que el Moslim estaba aparentemente al margen de lacuestión de las castas, comenzaron a mostrarse amigables. Dado el vacío de interacciónsocial provocado por la retirada las castas superiores, no fueron rechazados. El efecto fuecircular y muy pronto el domicilio del etnógrafo fue identificado principalmente como un áreade castas inferiores.No toda la gente de casta superior se retiró de la relación con el equipo, pero la mayoríaprefería hablar en sus propias castas, de donde estaban excluidas las castas inferiores,antes que en la casa del etnógrafo. Algunos habrían de visitar al etnógrafo sólo cuando seles había asegurado que ninguna persona de casta inferior estaría presente.

En estas circunstancias, el pueblo dejó de presentar el aspecto de un grupo unificado. Sehizo evidente que el pueblo estaba dividido. Desde el punto de vista de las castas

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superiores, había por lo menos dos grupos: castas superiores e inferiores. Las últimastemían el poder de las primeras; las primeras temían que se revelaran los secretos detrastienda, a raíz de lo que pudieran decir las últimas. Desde el punto de vista de las castasinferiores, parecía haber por lo menos tres grupos: las castas superiores, “nuestra casta” y(otras) castas inferiores. Las castas superiores eran temidas; las otras castas inferiores eran,en alguna medida, competidoras por el status ante los forasteros. La competencia adquiríala forma de reclamos conflictivos como tipo y naturaleza de interacción de unos con otros, ycada casta buscaba tratar como inferiores (o a veces como iguales) a otros que, a su vez,reclamaban un status igual o superior. Realmente, en este contexto de comunidad cerrada,una buena parte de las interacciones entre las castas inferiores se daba sin dar demasiadaimportancia al status.

[VII]

La posición de las castas inferiores —los intocables— resultaba interesante con respecto alconjunto de la población y su .actuación. Los intocables se hallaban en una posición tal quepodían ser admitidos fácilmente en la región de los secretos de la trastienda. Eranforzosamente miembros de la población, pero eran miembros incómodos y no muyconfiables. Goffman afirmado que:

"Uno de los principales objetivos de cada grupo consiste en sostener ladefinición de la situación que promueve su actuación. Esto involucrará laexcesiva información sobre algunos hechos y la escasa información sobre otros.Dada la fragilidad y la necesaria coherencia expresiva de la realidad que sedramatiza en una actuación habitualmente se presentan hechos que, si se losobserva con atención durante la actuación, se convertirán en disruptivos,desacreditarán o invalidarán la impresión que persigue dar la actuación. Puededecirse que estos  hechos proveen “información destructiva”. Entonces, unproblema básico para muchas actuaciones, es el del control de la información; laaudiencia no debe enterarse de información destructiva acerca de la situación

está siendo definida ante ella. En otras palabras, un grupo debe estar capacitadopara guardar sus secretos y para mantenerlos guardados".18

En Sirkanda, los pobladores de las castas inferiores están en una posición que les permiteconocer los secretos de las castas inferiores, dado que todos los pobladores están encontacto casi constantemente; tienen poca privacidad. Las castas no se hallan física, socialo ritualmente separadas hasta el punto de ubicarse, en muchas áreas. La cultura de lascastas superiores e inferiores, incluyendo las conductas de trastienda, mostraron ser muysimilares en este pueblo de montaña.19 Pero, en el caso de la gente de casta inferior, lazona de trastienda —la parte que debe ocultarse— es mucho más pequeña que en el casode las castas superiores. No se sienten obligados a proteger los secretos del pueblo hasta elpunto en que lo hacen los de las castas superiores, simplemente porque su prestigio yposición no están en juego. No comparten (o no están severamente conminados a hacerlo)los “valores comunes oficialmente legitimados” que la gente de las castas superiores dicensostener, cuando están en presencia de extraños. Por ejemplo, los hombres de castasuperior tenían cuidado de ocultar el hecho de que, en su sociedad, los hermanos teníanacceso) sexual a las esposas de los otros hermanos. Por el contrario un hombre de castainferior, que había hecho para el etnógrafo una lista con el nombre y el-pueblo de origen delas mujeres de su familia, incluyendo a su esposa y a las esposas de sus hermanos, alpreguntarle cuál era su esposa, contestó sin contrariedad: Para mí, son todas comoesposas".Contrastes más notables aún se presentaron en las actitudes hacia, el comportamientoreligioso de los pobladores. Después de un tiempo, la gente de casta inferior invitó aletnógrafo a asistir a sus prácticas religiosas hogareñas, cuando se realizaban danzas de

18 Ibid., p. 141.19Cf. G..D. Berreman, "Cultural Variability and Drift in the Himalayan Hills",  American Anthropologist,LXII (Octubre, 1960), pp. 774-794.

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posesión y sacrificios de animales. Los pobladores pertenecientes a las castas superioresnunca quisieron que el etnógrafo estuviera presente cuando practicaban los mismos rituales.Algunos de ellos objetaron también mi presencia en las ceremonias de las castas inferiores yejercieron presión para que se me excluyera de las mismas. Aparentemente, la razón eraque la gente perteneciente a las castas superiores sentía que si tal conducta se conocíafuera del pueblo, ello comprometería su pretensiones de pertenecer a un alto status. Lagente de las castas inferiores no tenía que mantener tal status. Los de las castas superiores,reconociendo que la cultura local era esencialmente la misma en todas las castas y que esoyo lo sabía, sentían que la actuación de las castas interiores amenazaba su posición.Contrariamente a los de casta superior, los pobladores de casta inferior no se jugaban elprestigio en las concepciones que los extraños tuvieran acerca del modo de vida Pahari. Noestaban compitiendo por el status con la gente de la llanura, ni buscando su aceptación,como lo hacían los de las castas superiores. Todos pensaban lo peor acerca de losintocables de modo que éstos no ganaban mucho ocultando sus secretos. Esto no quieredecir que no haya una definición particular de su situación que los intocables tratan deproyectar o que no se esfuercen en perpetuar. Por ejemplo, el grupo de menor status enSirkanda trató de cambiar su reputación con respecto a la prostitución, abandonando

algunas de las actividades asociadas a ella. Pero, la dimensión que cobran los secretos dela región de trastienda entre las castas inferiores, resulta limitado en comparación a lo queocurre entre las castas superiores. Dicha región no se extiende a las prácticas Pahari comotales, sino que se limita principalmente a aquellas pocas prácticas cruciales para sucompetencia por el status con otras castas bajas del lugar, y, lo que resulta más importante,se restringe a las actitudes negativas hacia las castas elevadas; actitudes que debenocultarse, dada la estructura de poder de la sociedad. Goffman observa que:

"...hasta el punto en que los compañeros de equipo y sus colegas forman unacomunidad social completa, que ofrece' a cada actor un lugar y una fuente deapoyo moral..., hasta ese punto parecería que los actores pueden protegerse dela duda y la culpa y practicar cualquier tipo de conducta no esperada". 20

Los actores de casta superior no pueden confiar en sus colegas de casta inferior para quemantengan voluntariamente la actuación debida, y ello porque en esta sociedad altamenteestratificada el apoyo moral y las recompensas se otorgan según las castas. La genteperteneciente a las castas inferiores siente esta posición de inferioridad y las desventajasque le son inherentes.21 No sólo están desvinculados de la actuación del pueblo, que es engran medida una activación de las castas superiores; más aún, a menudo y en privado,desacreditan algunos aspectos de esta Se trata de factores que el etnógrafo debe conocer.Por consiguiente, si los miembros de las castas inferiores se sienten en una relación seguracon el etnógrafo, no se muestran reticentes a revelar información sobre la vida comunitaria,que resultaría embarazosa para los pobladores de casta superior. Por supuesto, tambiénpuede darse el caso de que inventen información para desacreditar a las castas superiores,al igual que estas últimas pueden proveer intencionalmente la falsa información para

 justificar su trato con las castas inferiores. El etnógrafo debe estar en constante alerta frentea tales impostura, utilizando procedimientos tales como controles cruzados, observaciónindependientes, etc., para verificar sus datos. Eventualmente, puede identificar informantesconfiables y aquellos temas con respecto a los cuales, ciertos informantes o categorías deinformantes resultan poco confiables.La población de castas superiores reconoce la vulnerabilidad de su actuación y temen quelas castas inferiores, al relacionarse con un extraño, como ser un etnógrafo, puedanrevelarla. Cualquiera que se relacione demasiado libremente con tales extraños, resultasospechoso, en el sentido de que puede hablar demasiado; pero no sólo los pobladores decastas inferiores resultan sospechosos de decir cosas que pueden cuestionar seriamente elstatus de las castas dominantes. La sospecha acerca de que las castas interiores no son

20Goffman, op. cit., pp. 214-215.21Berreman, "Caste in India and the United States", op. cit.

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enteramente confiables en lo que hace a conservar la fachada no se debe, pues, a laparanoia de aquellos que pueden verse afectados; es un peligro real. Por otro lado, losmiembros de las castas superiores alientan la relación entre extranjeros y castas inferioresenviando estos últimos a que se contacten con los extranjeros que llegan al lugar y, de serposible, a que los alienten a irse. Al hacer esto, las castas superiores evitan el riesgo de sermolestadas o manchadas por los extraños. Al mismo tiempo, están aumentando lasposibilidades de las castas superiores de contactarse con el afuera, de adquirir nuevasideas, etc., y por lo tanto están incrementando sus propios temores con respecto alcomportamiento y las actitudes de las castas inferiores. Aparentemente, están másdispuestas a enfrentar este temor que a correr el riesgo de iniciar un contacto personal conlos extraños. Como consecuencia de ello, algunas personas pertenecientes a las castasinferiores tienen mayor contacto con los extranjeros y dan a conocer más de si y de suspatrones de pensamiento, que la mayoría de la gente de casta superior.Dado que no están dispuestas a extender a las castas inferiores el status, el poder y losbeneficios materiales que los colocarían dentro del grupo de casta superior, y que no lesencomendarían la actuación de la casta superior, las castas superiores se apoyanprioritariamente en amenazas de sanciones económicas y físicas para mantener en línea a

sus subordinados y para que estos secretos que esa gente conoce, permanezcan ocultospara los extraños. Cuando la gente de casta inferior mantiene la actuación, estánevidentemente respondiendo a su miedo a las sanciones de las castas superiores antes quea un mandato internalizado que los lleve a realizar dicha actuación.

[VIII]

Incluso la población perteneciente a las castas superiores no presentan una fachada unidao una actuación consistente en todos los terrenos. Por ejemplo, en estas montañas, elestablecimiento de una dote de casamiento es tradicional y hasta épocas recientes, sólo lapobreza podría dispensar del pago por una esposa. Para la gente de casta elevada de lasllanuras, pagar un precio por una esposa resulta censurable. Esta actitud ha tenido efectos

en la zona montañosa, de manera tal que los Paharis, y especialmente los de castasuperior, no con poca frecuencia, renuncian a poner precio a la novia para el casamiento. Aeste respecto, existía una interesante división en las actitudes expresas de los pobladoresde castas superiores de Sirkanda.A pesar de que en la práctica no había diferencias consistentes entre las familias, algunospretendían que sus familias nunca aceptarían o solicitarían un pago por la novia, en tantootros decían que sus familiares nunca darían, o tomarían una esposa sin un pago por ella.Nunca logré dar cuenta de esas diferencias en términos de las características económicas,educacionales u otras. Finalmente, me di cuenta de que éstas se daban, en gran medida,en función de la relación que el informante particular tenia conmigo y con mi asistente v,más específicamente, según la impresión que el informante quisiera producir. Muchosquerían dar una imagen correspondiente a la ortodoxia de la llanura y construían entoncesun relato de las transacciones matrimoniales que se ajustara a la misma._Unos pocos,notablemente algunos de los hombres ancianos de la casta Rajput propietaria de tierras,querían transmitir su concepción de la tradición Pahari, quizá porque sabían queconocíamos su práctica de poner en precio a la novia y que, entonces, era inútil ocultarla.Desaprobaban la mera dote y proclamaban no ser partidarios de tales arreglos. Explicabanque, en tanto Rajputs, no aceptarían caridad (como lo hacían los Brahmanes) y queinsistirían en pagar por cualquier cosa que obtuvieran, incluso por una esposa; comocontrapartida, exigirían un pago por sus hijas, porque no se hace caridad con otros Rajputs.Más aún, las esposas regaladas mueren jóvenes y no tienen herederos, afirmaban.Algunos pobladores eran más francos que cualquiera de los grupos aludidos y, cuando nosconocían, describían bastante libremente las circunstancias específicas según las cuales se

daban o no el pago por la novia o la mera dote, en las transacciones matrimonialesrecientes.'  

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Al menos en una ocasión, un Rajput reveló información altamente polémica, dado que habíasupuesto erróneamente que otros miembros de su casta habían estado suministrando aletnógrafo información que lo dejaba en una posición incómoda. Al poco tiempo de habercomenzado la investigación me enteré que el pueblo se había visto dividido por una pelealegal por tierras, que había empezado unos veinte años atrás, y a pesar de que sabía, entérminos generales, quienes y qué estaba involucrado, no manejaba los detalles. Una tarde,el más orgulloso y desconfiado de los miembros de la facción ganadora, aparecióinesperadamente en mi casa, con un farol en la mano, y sin ningún preámbulo comenzó areseñar los nueve años de batalla legal, paso a paso. Evidentemente, estaba tratando decontrarrestar información que presumía me había suministrado la facción perdedora. Fue asícomo pude controlar su versión con otras varias de ambos bandos, para poder reconstruiraproximadamente los factores involucrados en este episodio complejo y emocionalmentecargado.Por consiguiente, los miembros de las castas superiores no están libres de sospechas ydudas en lo que respecta a la medida en la que pueden apoyarse en sus  papes paramantener su actuación. Incluso entre las castas superiores, existen diferentes actuacionesque diversos grupos tratan de proyectarse entre sí y, ocasionalmente, a los extraños. Entre

ellos, la línea de las diferentes actuaciones y manejo de impresiones suele seguir el grupode parentesco y la pertenencia de casta. Estos grupos de actuación de casta superiorsuelen ser grupos facciosos dentro del pueblo, que compiten y disputan entre sí. A menudotratan de desacreditar a sus contrincantes dentro del contexto de las castas superiores,utilizando argumentos tales como el cuestionamiento de la pureza de sus ancestros. Lacabeza de la familia más grande de Sirkanda, un miembro de uno de los dos clanes Rajputsmás grandes del pueblo, puso en duda que el otro gran clan, al que pertenecía su mujer (lamadre de sus cinco hijos adultos), fuera real y legítimamente un clan Rajput. Este era untema recurrente. Con frecuencia, los clivajes entre grupos de casta superior involucrabanlargas disputas por la tierra y/o mujeres.Los grupos de actuación de las castas superiores también se diferenciaban entre sí por laedad, el sexo, la educación y la experiencia de sus miembros con el afuera. Los grupos asídefinidos pueden ser descriptos como grupos de actuación al diferir en sus definicionessobre sí mismos y sobre la situación del pueblo, definiciones que buscan proyectar haciavariadas audiencias. Sin embargo, raramente abandonan el grupo de casta superior ante losextraños o las castas inferiores, dos de las audiencias más cruciales.Lo mismo puede afirmarse acerca de ciertas castas inferiores a pesar de que éstas, entanto sector, pocas veces cooperan para realizar una actuación grupal. Habitualmente, cadauna de las castas inferiores realiza su propia actuación, tratando de sustanciar suspretensiones de status con respecto a otras castas inferiores, adyacentes jerárquicamente.Hasta el momento en que Mohammed empezó a trabajar como intérprete mío, lospobladores me identificaban con y me trataban como un aliado marginal del grupo de castassuperiores, a raíz de mi asociación con Sharma. Con la llegada de Mohammed, esta

identificación desapareció. En poco tiempo, ambos fuimos más estrechamente identificadoscon los pobladores de castas inferiores. Dado que la gente de las castas inferiores hablabafrancamente sobre los “secretos” del pueblo y otros muchos ítems sólo cuando no temíanque las castas superiores se enteraran y tomaran represalias (es decir, por ejemplo sóloante una audiencia de casta inferior), el cambio de intérprete me permitió por primera vezacceder a la información que ellos manejaban. En esta zona, la cultura de la casta superior yde la casta inferior son similares. La parte de la cultura que constituía la trastienda y que, porende resultaba inaccesible para el equipo etnográfico, era más reducida entre las castasinferiores que entre las superiores. Por consiguiente, el trabajo con las primeras nos permitióconocer muchos más elementos pertenecientes a ambos grupos.La amenaza de las sanciones de las castas superiores seguía atentando contra la libre

comunicación entre el equipo de investigación y las castas inferiores, pero su influenciadisminuía en tanto algunos individuos de casta inferior llegaron a confiar en nosotros y aconsiderarnos sus confidentes. Incluso aquellos que estaban dispuestos a hablar libremente

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con nosotros, solían tomar precauciones para asegurarse de que ningún testigo de castasuperior estuviera cerca. La casa del etnógrafo se componía de tres habitacionescomunicadas entre sí, una de las cuales siempre estaba ocupada por dos o más búfalos.Los miembros femeninos de la familia de su propietario de casta superior eranhabitualmente quienes cuidaban a los búfalos. Los informantes de casta inferior solíaninspeccionar esta habitación para verificar que nadie estuviera escuchando, y en ocasionesrecorrían la casa para controlar la presencia de posibles intrusos. En un sentido, estosinformantes se transformaron en miembros de un equipo que incluía al etnógrafo y cuyopropósito era convencer a los demás de que mantenían conversaciones inocuas y queescuchaban radio, cuando en realidad estaban hablando de costumbres y secretos delpueblo. En estas circunstancias la_"confabulación grupal” se transformó en un normaestablecida. Por "confabulación grupal” Goffman entiende:

“...cualquier comunicación cautelosamente manejada de manera tal que noamenace la ilusión que se crea para la audiencia”22

Dentro del equipo del etnógrafo, la confabulación adquirió la forma de señales que indicabancuando un tema de conversación debía terminarse, o cuando se debía rechazar unainvitación. La confabulación se detectaba dentro de los grupos de informantes: uno de ellos

podía dejar de hacer apreciaciones al etnógrafo, ante una mirada significativa y pocodisimulada de un colega. La confabulación entre el etnógrafo y los informantes fueejemplificada por un hombre de casta inferior, que le pidió al etnógrafo que le enseñara unapalabra en inglés, con la que pudiera advertir que sospechaba que alguien podía estarescuchando y que indicara que cambiaría de tema de conversación o que susobservaciones subsiguientes no tenían que tomarse en cuenta. Para ello, utilizamosexpresiones de doble sentido. En la casa del etnógrafo había "búffalo cows";  en lenguajecoloquial, el término puede usarse en sentido despectivo, para referirse a una mujer (estonaturalmente, dio pie a muchas bromas que se gastaron al etnógrafo). Los informantespodían, pues, comentar que los búfalos estaban en la otra habitación, o que estabaninquietos, para indicar que las mujeres que cuidaban los búfalos estaban allí y queprobablemente estuvieran escuchando.Desde el punto de vista de la recolección de datos, la presencia de Mohammed no afectónuestras relaciones con los pobladores de casta superior de modo totalmente negativo. Ensu presencia, no se sentían compelidos a ajustarse a los modelos de los Brahmanes de lallanura, cosa que sí ocurría ante la presencia de Sharma. El Brahmán más rico de la zona,por ejemplo, nos había señalado a Sharma y a mí que, si bien algunos Paharis de castasuperior llegaban a comer carne y a tomar alcohol, cosa que probablemente hubiéramosescuchado decir, él nunca había tocado esos objetos contaminantes. Tiempo más tarde,cuando todos sabían que Mohammed y yo conocíamos estas prácticas y que habíamosparticipado en su consumo con gente de casta superior, el mismo Brahmán compartió connosotros una parte de cabra hervida y un cuarto de alcohol, que había comprado comoregalo. Se había mostrado poco comunicativo acerca de su familia ante Sharma e insistía en

que los Paharis eran convencionales en todos los aspectos; pero, en una oportunidad, nosinvitó a Mohammed y a mí a comer a su casa, y en ningún momento ocultó que tenía tresesposas. De todos modos, había cosas que no decía tanto a Mohammed como a Sharma.Se hubiera desconcertado, cuando menos, si hubiera sabido que conocíamos susactividades de juventud, como miembro de una notoria banda de vendedores de mujeres, yque, en razón de ello, había pasado algún tiempo en la cárcel.Así, aunque la gente de casta inferior era nuestra informante, ir aumentando la confianza enel equipo etnográfico, algunos miembros de los demás grupos de pobladores nos hicieronsus confidencias y hablaban de secretos que otros miembros del mismo grupo no hubieranrevelado. Corno regla general, cosa que no es sorprendente, la gente no revela hechos osecretos que contradigan 'directamente las impresiones que buscan promover acerca de símismos o de miembros de sus hogares. Muchos secretos de trastienda sólo eran revelados

22Goffman, op. cit, p. 177.

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por gente que no era miembro de los grupos de cuyos secretos se hablaba.

[X]

Como la relación aumentaba y se iba acumulando información sobre la trastienda elequipo etnográfico logró llevar adelante una rica investigación, a una mayor escala, que

permitió comprender actividades y actitudes que al principio resultaban incomprensibles,relacionar hechos que antes aparecían desarticulados, formular preguntas inteligibles, hacerchequeos cruzados y verificar información. El efecto fue acumulativo. Cuanto másaprendíamos, teníamos acceso a mayor cantidad de información. Al mostrarnos interesados,no críticos; circunspectos y meticulosos en el mantenimiento de su confianza, fuimosganando el favor de los pobladores. Por ejemplo, gente de casta superior que evitaba uncontacto estrecho con Mohammed en el pueblo, visitaba su casa en la ciudad, e inclusocomía con él, con la promesa de que él no diría nada en el pueblo. Nadie descubrió nuncaestas indiscreciones, y aquellos que, las cometieron supieron apreciar esto. Contrariamentea los primeros miedos de los pobladores, ningún misionero, policía, recaudador de impuestou otro extraño vino a Sirkanda como resultado de la información que obtuvimos nosotros allí.Tratábamos de mostrar nuestro creciente conocimiento como una mayor comprensión denuestro entorno, y no repitiendo información. Como sabíamos más, se nos ocultaba menosinformación, dado que presumiblemente la conocíamos y que nos mostrábamos indiferenteshacia muchas cuestiones que los pobladores guardaban en secreto. Dimos por sentadascosas que algunos pobladores suponían eran "oscuros secretos" (por ejemplo, hechoscontrarios a la impresión que esperaban producir en nosotros),23 y las consideramos fuerade nuestro alcance. Cuando, al trabajar sobre la genealogía, preguntábamos el nombre dela esposa de un hombre, siempre se nos daba un solo nombre. Cuando descubrimos que lapoligamia no era poco frecuente, preguntábamos primero cuántas esposas tenía un hombre,obteniendo luego la información precisa. La mayoría de los pobladores desconocían quenuestros intereses iban más allá de los registros genealógicos formales, de la informaciónsobre técnicas económicas y el cumplimiento de ritos. Muchos secretos nos fueron

revelados en gran medida a partir de un interés en ellos aparentemente casual, y porque lospobladores se habían acostumbrado a nuestra presencia en el lugar, de manera tal que nose nos consideraba una audiencia tan clave como lo fuéramos en algún momento.Algunas de las más reveladoras instancias de interacción social se produjeron entre genteque aparentemente no tenia en cuenta la presencia del etnógrafo. Con frecuencia, era unlapso pasajero. La actuación que se estaba desarrollando ante el etnógrafo podíaabandonarse cuando aumentaba la tensión o la concentración en un tema de conversación,o cuando se producía entre los actores algún otro factor que intensificaba la interacción.Tales instancias de preocupación mutua entre ellos resultaban importantes, dado que seexpresaban actitudes o información que normalmente habría sido suprimida. Esta ruptura enla actuación, a veces daba lugar inmediatamente o un tiempo después, a una situación deincomodidad, a la formulación de disculpas, o a la realización de ingentes esfuerzos para

contrarrestar su presunto efecto en la visión del etnógrafo acerca del pueblo o de aquellosinvolucrados en el incidente. Instancias menos relevantes del mismo fenómeno seconvirtieron en frecuentes fuentes de comprensión del funcionamiento de la sociedad y enlugares de confirmación o refutación de datos acerca de los informantes.La precisión de la información sobre temas de trastienda podíamos controlarla coninformantes que no la habrían revelado intencionalmente. Esto lo hacíamos trayendo el temanaturalmente a la conversación, como si se tratara de un asunto de información general.Quiere decir que el etnógrafo la definía como no restringida a la región posterior de laactuación ante la cual él era audiencia.Sin embargo, no pudimos verificar adecuadamente algunos “secretos”, y ello dado que elhacerlo habría traído dificultades a los involucrados, especialmente a aquellos de quienes se

sospechaba que contaban secretos. Estos secretos iban desde chismes acerca de diversas23Cf. Ibid., p. 141.

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transgresiones pasadas e indiscreciones cometidas por ciertas familias o individuos, hasta elhecho de que pobladores de todas las castas comían ocasionalmente carne de animalescomo cabras y ciervos, que eran encontrados recién muertos o que se cazaban en elbosque. Un hombre de casta inferior me dijo que había secretos que no podía contarmehasta el momento que tuviera la valija en la mano, cuando dejara definitivamente el pueblo.Temía que se escapara algún indicio de los mismos y que se lo castigara como el único quehubiera revelado la información perjudicial. Después de haberme despedido, definitivamentede la gente del lugar, este hombre viajó 16 millas hasta mi casa de la ciudad, ante todo paraasegurarse algunos objetos que le había ofrecido, pero también para contarme algunosincidentes que había temido contar o incluso mencionar durante mi estadía en el pueblo, yque no relataría en presencia de mi intérprete o de cualquier otra persona. Estos incidentestenían que ver especialmente con el explosivo tema de las relaciones sexuales ilícitas,intercastas y otras, entre los miembros poderosos de la comunidad.Para este hombre, así como para otra gente de casta inferior y para unos pocos amigos decasta superior, el etnógrafo se había convertido que Goffman llama un “confidente”: alguienque se ubica fuera del grupo y que participa

“… sólo supletoriamente en la actividad de la región posterior y frontal”24

 Desde este rol tuve acceso una cantidad de información que no siempre resulta accesiblepara aquellos que vienen de afuera del grupo. Allí donde la membresía es por adscripción,éste parece ser el único rol factible para que el etnógrafo pueda obtener ciertasinformaciones.

[XI]

Algunos secretos seguían siendo demasiado oscuros, como para que, incluso quienes másconfiaban en mí, los revelaran. Con respecto a algunas prácticas o creencias que resultabandemasiado perjudiciales para todos (o para cierta gente de casta superior) como para poderser reveladas a un extraño, el pueblo se comportó como un grupo, unido en su actuación.Obviamente, como en el crimen perfecto, la mayoría de esos secretos permaneció oculta.Sin embargo, recibimos alusiones con respecto a unos pocos. Por ejemplo, para mi habríapasado inadvertida una vieja disputa que terminó en una división facciosa entre Rajputs, siun anciano no hubiera aludido a ella al pasar, breve y amargamente. A pesar de haberhecho todo lo posible, no pude saber nada más al respecto, más allá de que involucró a unhombre; y a una mujer de los clanes enfrentados, que fueron vistos hablando y riendo  juntos, cerca de las fuentes de agua, algunas generaciones atrás. Hasta los informantesmás dispuestos no afirmarían más que: "toda esa gente está muerta ahora, así que ya noimporta".Supe que algunos pobladores Pahari sacrificaban ocasionalmente un búfalo a sus dioses,pero esto nunca había ocurrido en Sirkanda: Estuve convencido de tal cosa después de quelas indagaciones y observaciones parecieron confirmarlo. Entonces, poco tiempo antes de mi

partida final, un perro depositó la comprometedora evidencia de tal sacrificio; en la calleprincipal del pueblo, cuando pasaba yo por ahí. Los pobladores de todas las castas se_ negaron a discutir un asunto en el cual, obviamente, estaban todos implicados. Mi únicaoportunidad para conseguir una cándida explicación se presentó en el momento de hacer eldescubrimiento, cuando le pregunté a un niño que estaba a mi lado a qué dios se habíasacrificado el búfalo. La respuesta parecía inminente, cuando su hermano mayor, que estabaunos pasos más atrás, silenció la conversación, así como toda posibilidad de una indagaciónfructífera al respecto. Los pobladores pensaban que, para la gente de la llanura, esto habríaresultado similar a matar una vaca, la mayor de las manchas, y por ende debía ocultarserigurosamente.Evidentemente, el sacrificio se había realizado durante mi ausencia.

"Si durante su actuación, un individuo debe expresar el modelo ideal, tendrá

24 Ibid., p. 159.

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entonces que dejar de lado u ocultar aquella acción que resulte inconsistentecon dicho modelo. Cuando, como es a menudo el caso, esta conductainadecuada es en. Cierto modo satisfactoria en sí misma, uno sueleencontrarse con que se permite practicarla en secreto. De esta forma, el actorpuede privarse de su torta y también comerla”.25

Fue seis meses después de mi llegada cuando se empezó a sacrificar animales y a practicarrituales relacionados con ello en mi presencia, a pesar de que ya se llevaban a cabo en miausencia, o sin que yo me enterara. Asimismo, no fue sino hasta después de la partida deSharma que presencié fiestas en las que se bebía y se tomaba alcohol.Dado que yo dejaba el pueblo durante dos o tres días una vez por semana, en términosgenerales, se presentaba una oportunidad para llevar a cabo bastante librementeactividades esenciales pertenecientes o la zona de trastienda, v esta oportunidad no eradesperdiciada. En realidad, esto debe haber colaborado para que mi investigación en elpueblo se hiciera más llevadera para los pobladores. Fue en gran medida la amenaza a suprivacidad lo que motivó a los pobladores a asegurarse que no me mudara al centro delpueblo (como relaté arriba), sino que quedaría viviendo en la periferia. Sin duda, una de lassituaciones más ansiógenas que el hombre conoce es el hacer publico aquello que

considera privado, es decir, el comportamiento de trastienda.[XII]

Estando yo presente en el pueblo, la gente de casta superior siempre aparecía actuandopara la audiencia de casta inferior, así como su grupo de referencia del afuera, la gente decasta superior de la llanura. Ante las castas inferiores, se esforzaban por aparecer lo másunidos posible en cuestiones que los relacionaban con dicha audiencia, principalmente enasuntos considerados necesarios para mantener su status. Ante el grupo de referenciaexterno, trataban de mostrarse lo más convencionales que fuera posible, al menos en lo queera su concepción de lo convencional para las castas superiores de la llanura.No era muy difícil mantener la fachada ante las castas inferiores cuando sólo estabaninvolucrados

los pobladores. Sin embargo, cuando aparecían extraños, la fachada se conmocionaba en lamedida en que los extranjeros podían dejar de cumplir el rol asignado por su pertenencia adeterminada casta. Es decir, se temía que agentes gubernamentales pertenecientes a lacasta superior, vinieran y se mezclaran demasiado libremente con intocables, o que agentesde casta inferior que llegaran al lugar esperaran o demandaran mezclarse con las castassuperiores. Estos miedos se activaron con la presencia de Sharma y Mohammed,respectivamente, como miembros del equipo etnográfico. La atenuación de los miedos fueun proceso gradual. Se temía que, a partir del contacto con los extraños, los intocablespudiesen adquirir nociones perturbadoras con respecto a su propio status. La prédicagubernamental sobre la abolición de la intocabilidad, así como la promoción oficial de unideal igualitario intensificaban estos miedos. El presidente del concejo local se mostraba

dispuesto a actuar según las reglas del gobierno, y comía entonces con otros presidentes deconcejo y agentes gubernamentales de casta desconocida, pero esto no lo hacía nunca en elpueblo ni ante la presencia de gente de su pueblo, por miedo a que ello sentara unantecedente peligroso, disminuyendo así su status ante los ojos de los demás. Mucho másinmediato que el miedo a la pérdida de status o a la introducción de inquietantes ideasforáneas en las castas inferiores, era el bien fundado temor a que éstas dejaran filtrarinformación comprometedora o potencialmente perniciosa acerca del pueblo, en' presenciade extraños —sobre todo el equipo etnográfico—, tal corno se expuso antes.Las actuaciones de cada grupo descriptas aquí se dirigían a audiencias específicas. Porconsiguiente, la “segregación de audiencia” se hacía esencial para los actores.

“Con la segregación de su audiencia el individuo se asegura que aquellos antelos cuales desempeña una de sus partes, no serán los mismos individuos ante

25 Ibid., p. 41.

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los cuales desarrolla otra parte diferente, en otro contexto".26

Probablemente no haya situación más reveladora o comprometedora, en Sirkanda o encualquier otro, que la que se produce cuando presencian la misma actuación dos audienciaspara las cuales resultan adecuadas actuaciones diferentes. Un ejemplo de ello es elincidente descrito más arriba, cuando el Rajput irrumpió, provocando la finalización de una

entrevista entre el etnógrafo y un Brahmán local.La segregación de audiencia por parte de los pobladores se manifestó en el hecho de quesu conducta difería en presencia de Sharma o de Mohammed; que difería cuando yo estabapresente o ausente, y que también difería cuando nos confrontaban estando solos o engrupos. La actuación de la gente de casta inferior era distinta en presencia del equipoetnográfico (cuando éste incluía a Mohammed) y en presencia de la gente de casta superior,aproximándose la primera, aparentemente, a la conducta que tenían entre sus iguales (porejemplo, su comportamiento ante nosotros —sea individual o grupal— era consistente ycontrastaba marcadamente con su comportamiento ante nosotros, en presencia depobladores de casta superior). La mayor diferencia se registraba en sus expresiones deresentimiento contra las castas superiores, en presencia nuestra y de sus iguales,expresiones que eran inhibidas ante las castas superiores.

Ocasionalmente, se daban algunas excepciones, que podían estar estimuladas en parte porla presencia del etnógrafo. Uno de los ejemplos más memorables al respecto tuvo   lugarcuando un joven Rajput, de prestigio personal y familiar relativamente bajo, trajo su hachapara que se la afilara el herrero, que estaba escuchando la radio del etnógrafo. El herrerotomó el hacha, la inspeccionó con notable fastidio y dijo: "Este hacha vale ocho annas (10ctvs.). Mi piedra de afilar vale 15 rupias (3 dls.). Si se afilara este hacha sin valor arruinaríami valiosa piedra. Vaya a buscar una piedra lisa, y afílela usted mismo”. Los ruegos delRajput no tuvieron más respuesta que la negativa del herrero, y aquél se fue,presumiblemente en busca de una piedra lisa. Si bien esto era inusual, no era uncomportamiento sin precedentes para un herrero. El herrero no se hubiera comportado asícon un Rajput más prestigioso o con un cliente importante. Y en el caso de que hablamos, la

situación probablemente no se habría producido si el etnógrafo, con su presencia, nohubiera inhibido cualquier disputa.Salidas de este tipo se producían ocasionalmente, sin que estuviera presente un extraño; ya pesar de que no siempre derivan en una inmediata y abierta disputa, se las recuerdadurante mucho tiempo con simpatía por parte de los pobladores de castas inferiores y conresentimiento por parte de los de castas superiores.La gente de casta inferior se mostraba a veces reticente a ser identificada demasiadoestrechamente con el etnógrafo. Eran concientes de que yo estaría en el lugar por untiempo demasiado corto y que las ventajas que podían obtener de mi compañía, seríanescasas y transitorias, comparadas con la compensación que los envidiosos y desconfiadospobladores de podían exigirles durante el resto de sus vidas. Una o .dos personaspertenecientes a la casta superior expresaron sentimientos similares.Algunas personas de casta superior actuaban de manera distinta en presencia nuestra yfrente a pobladores de casta inferior. Como dijera, podían llegar a comer conmigo yMohammed en la ciudad, pero eran pocos los que lo hacían en el pueblo. Nunca lo habríanhecho en presencia de gente de casta inferior. En presencia nuestra, algunos expresabanun sentimiento de encono hacia las castas inferiores, sentimiento que no habrían expresadodirectamente a sus destinatarios, a no ser que estuvieran muy enojados. En privado, unospocos nos expresaron su disposición a interactuar más libremente con la gente de las castasinferiores, o mostraron respeto por ciertos miembros de las castas inferiores, cosa que nohabría sido aceptada por sus pares de casta.

[XIII]

26 Ibid., p.49.

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Finalmente, yo mismo amoldé mi comportamiento a mi audiencia de Sirkanda.Cuidadosamente y con bastante éxito —según pienso— oculté la amplitud de mis interesesy el grado en que me interesaba en asuntos tales como las relaciones intercasta. Mecontenía de ir allí donde no se me quería, incluso cuando sabía que no me iban a rechazar,y aún teniendo muchas ganas de acudir. Un ejemplo de ello fue cuando decidí no mudarmea la casa ubicada en el centro del pueblo. Otro ejemplo es que nunca concurrí a un funeraldel pueblo. En las dos ocasiones en que habría podido hacerlo, me pareció que mipresencia produciría ansiedad y que esto podía incomodar a los huéspedes provenientes deotros pueblos, y ello a pesar de que los pobladores de Sirkanda afirmaban que seríabienvenido. Cuando me quedaba en casa, se producía un evidente alivio en la gente.En el pueblo, ocultaba la relevancia de mi toma de notas, haciendo la mayor parte de estetrabajo por la noche o en privado. Sólo ante unos pocos informantes clave y después de untiempo considerable, me sentí en libertad de tomar notas abiertamente. Ante todos losinformantes, registraba algunas informaciones detalladas, como genealogías y rendimientosde las cosechas, y ello cuando estuve seguro de que podía hacerlo sin inhibirapreciablemente las respuestas. Esto también exigió tiempo y circunspección. Podíaregistrar libremente algunos temas, como la actividad ceremonial, ante algunos informantes

mientras que ante otros no podía hacerlo en absoluto. Descarté de mis planes el uso decuestionarios puesto que pensé que sería más perjudiciales en términos de la_ relación quebeneficiosos en términos de la recolección de datos a partir de las actitudes de la poblaciónv de mi relación con ella. Nunca tomé fotografías sin permiso. Oculté prácticas foráneascomo el uso de papel higiénico —una costumbre por la cual se suele criticar a losextranjeros en la India. Simulé gustar de los platos clásicos que componen la dieta de losPaharis. Más heroicamente aún, oculté mi disgusto por el fuerte alcohol destilado en ellugar, cuyo consumo signaba cada fiesta y celebración. Tales simulaciones buscabanmejorar la relación, y por lo tanto valían la pena. Con esta conducta, mantenía una fachadapara mantener una peculiar definición de mi situación; una definición que pensabaaumentaría mi acceso a la vida de trastienda del pueblo, lo que contribuiría al objetivo finalde entender el modo de vida de este pueblo

+] Conclusiones

El cambio de intérprete-asistente durante mi investigación en el pueblo Pahari pareció, en sumomento, amenazar seriamente el avance de la investigación. Considerándoloretrospectivamente, este cambio resultó metodológicamente instructivo y sustantivamenteventajoso. Si hubiera iniciado mi contacto con esta comunidad cerrada en compañía delintérprete Moslim, quizá habría podido establecer una relación que me permitiese acceder aella. Trabajando siempre con el intérprete Brahmán, dudo que hubiese podido obtenerinformación semejante a la que obtuve —completa y precisa— acerca de muchas áreas, yespecialmente sobre aquellas áreas de mayor importancia para mí: las relacionesinterpersonales e intergrupales.

[I]

En una sociedad tal, el etnógrafo inevitablemente es un extranjero, y nunca cambia sustatus. Las personas entre las cuales trabaja lo juzgan sobre la base de sus propiascaracterísticas y las de sus asociados. Se lo identifica con aquellos grupos sociales enestudio a los que tiene acceso. La naturaleza de los datos que recoge está determinada engran parte por la identidad que le atribuyen sus sujetos. El hecho de ser aceptadocortésmente, e incluso la amistad, no siempre significa que esté garantizado el acceso a lasconfidenciales regiones de trastienda de la vida de aquellos que tienen esas actitudes paracon nosotros. El extraño será excluido de una amplia y vital área si es visto como alguienque no guarda los secretos ante las audiencias hacia las que se dirigen las actuaciones, y

sobre todo si se lo identifica como miembro de una de dichas audiencias.Sharma era un hombre de casta superior de la llanura y, por ende, miembro de una

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audiencia muy importante para el pueblo —audiencia que era rigurosamente excluida deuna extensa área de trastienda de su vida, tanto por parte de las castas superiores, comode las inferiores. Como tal, nunca habría podido entablar con los pobladores un tipo derelación que permitiera el acceso a gran parte de la trastienda de Sirkanda. Para eletnógrafo resultaba esencial acceder a dicha región, ya que allí se desarrollaba una granproporción de las actitudes y comportamientos de todo el pueblo. Mohammed podía lograruna relación sustancial con las castas inferiores. En vista de las actitudes de lospobladores, de la composición social y de la estructura de poder locales, las castasinferiores (aquellas menos estrictamente conminadas a mantener la actuación del pueblo)constituían la única fuente factible de información sobre la trastienda. Eran una fuenterazonablemente satisfactoria de este tipo de información en todo el pueblo, porque lascastas mantenían un contacto tan estrecho que tenían pocos secretos entre sí y porque sucultura no difería mayormente. Esto no significa que la información obtenida fuera completao totalmente precisa, sólo afirmo que era mucho mayor que la que habría obtenido siSharma hubiera sido mi único asistente.

[II]

En una sociedad altamente estratificada, en donde los miembros del grupo subordinadosaben mucho acerca del grupo dominante, al tiempo que sienten las ventajas diferencialesque implican los status, el grupo subordinado representa una constante amenaza desubversión a los ojos del grupo dominante. Ante la actuación de sus superiores, se muestrandisidentes e incluso agraviados

“Un miembro descontento siempre puede volverse un renegado y develar a laaudiencia los secretos del acto que todavía están representando quienes fueranalguna vez sus compañeros. Todo rol tiene sus sacerdotes degradados,dispuestos a decirnos qué está pasando en el monasterio...”27

Las castas intocables de Sirkanda están en una situación análoga, con algunas diferencias,a la de los sacerdotes degradados. Como ellos, son los informantes con mejor predisposición

a hablar de la trastienda de su sociedad, y sobre todo del grupo que conocen, pero al cual nopueden pertenecer. A diferencia de los sacerdotes degradados no se los ha relevado, sinoque se les ha negado una participación completa en la actuación con la que estánfamiliarizados. Son los que Barnett llama los miembros “resentidos” de su sociedad, en tantoque los sacerdotes degradados serían individuos "desafectados".28

Por supuesto, se debe sopesar el testimonio del informante disidente y vengativo así comose lo hace con el del chauvinista. Y ésta es sólo una fase del problema etnográfico generalde evaluar los datos a la luz de los intereses creados de los informantes, de las fuentes deinformación, las actitudes hacia el etnógrafo, y muchos otros factores.Los "secretos” que los pobladores de casta superior de Sirkanda se preocupaban más porguardar incluían muchos de aquellos encontrados en todos los grupos, y algunos eran

compartidos por todas las castas. Sin embargo, resulta con frecuencia que los secretosresultan especialmente comprometedores para aquellos que buscan mostrarse comoinocentes o que están tratando activamente de cambiar su imagen pública (que tienen, porejemplo aspiraciones de movilidad ascendente), en tanto que aquellos cuya posición esconsiderada como degradada e invariable, están menos comprometidos a guardar sussecretos. Por lo tanto, tienen menos que ocultar y resultan informantes más ricos al respectode muchas cuestiones.La condición de "intocable” o el status de paria puede no estar desvinculada del hecho deque la gente perteneciente a este status suelen ser buenos informantes acerca de la zonade trastienda. Dicho status suele adscribirse a los grupos denigrados, que mantienen uncontacto íntimo poco habitual con sus superiores en el desarrollo de actividades

27 Ibid., p. 164.28H. G. Barnett, Innovation, the Basis of Cultural Change, Mc-Graw Hill, New York, 1953, pp. 389

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rigurosamente definidas como pertenecientes a la trastienda, o cuyos miembros realizan —para las castas superiores— servicios contaminantes o desprestigiantes. (Este status puede,también, ser asignado a otros; en tales casos, no resultará aplicable el siguientecomentario). Estas personas se mueven con libertad dentro y fuera de la trastienda de lavida de sus superiores, mientras están cumpliendo sus obligaciones, sin que aparentementenadie repare en ellos. A menudo, parece que a la sociedad le gustaría desconocer el hechode que estos servicios se llevan a cabo.29 Los miembros de estos grupos de bajo statussaben mucho acerca de la trastienda de los grupos de status alto pero, sin embargo, noestán personalmente compelidos a mantener su actuación. No son confidentes neutrales ytampoco es que tengan el privilegio de entrar en la trastienda bajo ciertas circunstancias,como resultado de una posición de confianza profesional, como es el caso de los médicos yabogados en nuestra sociedad. Constituyen una amenaza y una potencial complicación —en las palabras de Goffman, un “riesgo para la actuación”. Una manera de morigerar laamenaza (y quizá la culpa) es definirlos como “no personas”, por ejemplo como nototalmente humanos, o por lo menos pertenecientes a un tipo diferente de humanidad. En elcontexto que enmarca el cumplimiento de sus obligaciones, simplemente no se losconsidera una audiencia. Se encuentran entre los ayudantes que los actores necesitan para

montar su escena, pero resultan irrelevantes para la actuación, según la ve una audiencia.Como resultado de esta definición, no se encuentran en una posición que les permitacomunicarse libre o efectivamente con aquellos hacia quienes  las castas superiores dirigensu actuación. No se los define como competentes para opinar sobre asuntos de las castassuperiores. Si se aventuran a hacer tal cosa frente a una audiencia, se supone o se esperaque se los ignore. Esta actitud de status elevado se manifiesta frecuentemente. "No le presteatención, sólo se trata de un..." (esta frase se completa con el nombre de un grupo inferior).Richard Wright brinda un buen ejemplo de esto cuando describe su trabajo de botones:

"Crecí acostumbrándome a ver a las prostitutas blancas desnudas... Sepresumía que nosotros, los niños negros, dábamos por supuesta sudesnudez... Nuestra presencia no despertaba en ellas ningún sentimiento devergüenza, puesto que los negros no éramos considerados humanos".30

Goffman cita a los niños, los borrachos y los indiscretos como personas que representan unriesgo para la actuación, y frecuentemente son tratadas como no-personas.31 Siempreexiste el peligro de que esta gente cuente lo que sabe y que esto sea tomado en serio poralguna audiencia. Esto hace necesario mantener rígidos controles sobre aquellos queconstituyen un riesgo para la actuación. Estos controles suelen manifestarse en forma desanciones físicas y económicas, especialmente cuando los riesgos son representados porun grupo coherente de disidentes. Es así como, en la generalidad de los casos, el grupo"intocable" no se atreverá a exponer la vida de trastienda de sus superiores, o lo pensarádos veces antes de hacerlo. En virtud de estos factores, existe mucha tensión entre estosgrupos32 El etnógrafo debe cuidarse de no revelar la información de trastienda que recoge yel hecho de que la recibe, y ello a fin de proteger a sus informantes de las sanciones que

pueden instrumentarse en su contra, y de proteger su propia acogida dentro de lacomunidad.Barnett ha señalado que los miembros socialmente desplazados o insatisfechos de unacomunidad tienen mayor probabilidad de convertirse en innovadores, al menos en aquelloscontextos en los cuales la innovación no está socialmente aprobada, y ello puesto quedichos miembros están menos constreñidos a mantener el status quo.33 Por la misma

29 "Encontramos que hay muchas actuaciones que no se producirían si no se hubieran realizado tareas físicamente sucias, semilegales,crueles y degradantes en otros sentidos... Para decirlo en palabras de Hughes, tendemos a esconder a nuestra audiencia toda evidenciade "trabajo sucio”, sea que hagamos este trabajo privadamente o que se lo encomendemos a un sirviente, al mercado impersonal, a unespecialista legítimo o a uno ilegítimo". Goffman, op. cit., p. 44. Ver también: Herbert Passim, "Untouchability in the Far East",Monumento. Nipponíca, IX (1955), pp. 27-47.30Richard Wright, Niños Negros, Harper, New York, 1945, p. 17631Goffman, op. cit., p. 91.32Berreman, "Caste in India and the United States", op. cit33Barnett, op. cit, p. 378.

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razón, suelen ser los informantes mejor dispuestos a revelar datos sobre la trastienda. Sinembargo, manteniendo constante la variable casta, las mujeres, los niños, los hombres jóvenes y viejos suministraban información sobre la vida de trastienda con mayor facilidadque los hombres adultos (los responsables del status y el bienestar de sus familias ycastas). En todos los casos, los informantes más reticentes acerca de su propio grupo eranlos hombres de entre 35 y 55 años. Solían preocuparse por el hecho de que sus hijos,mujeres, los jóvenes o los viejos, revelaran demasiadas cosas. Estás últimas categorías semostraban notablemente más distendidas, interesadas y comunicativas cuando no estabapresente la cabeza masculina del grupo doméstico. A partir de esta investigación, y de otrasexperiencias en mi propia cultura y en otras, me pregunto si es generalmente cierto que losinformantes más reticentes con respecto a temas que no sean la "línea oficial" o laactuación de fachada, son aquellos que tienen la mayor responsabilidad en la producciónde la actuación, e incluso el mayor involucramiento en su éxito. En Sirkanda, este grupoestaba conformado por las cabezas activas de los grupos domésticos de casta superior(cuando disminuían sus responsabilidades, al pasar al status de "viejos", esa actitud, asícomo muchas otras, cambiaba). Eran valiosos informantes, pero su información erasesgada e incompleta. Quizá, si hubieran tenido una posición segura en su status, se

habrían mostrado más libres en el manejo de la información, ya que habrían tenido pocosmotivos de temor y, así, pocas cosas que ocultar. Como estaban preocupados por el statusde Paharis de casta superior, tenían mucho que ocultar, resultando ser informantesinhibidos.

[III]

He tratado de mostrar que existe más de un grupo en lo que hace a la "puesta en escena” deSirkanda; el forastero recibe o puede recibir más de una definición de la situación de lacomunidad. A medida que el etnógrafo va accediendo a información suministrada por genteperteneciente a diferentes grupos sociales y ubicados en diferentes situaciones, es probablese vaya dando cada vez más cuenta de ello. La cuestión acerca de si la actuación, definición

o impresión fomentada por un grupo es más real o verdadera que aquella propuesta por otro,o si una impresión planificada es más o menos verdadera que el comportamiento detrastienda que está detrás de aquella, no constituye una problemática fructífera para ladiscusión. Todos estos aspectos resultan esenciales para la comprensión de la interacciónsocial que se está estudiando.

"Si bien podemos adoptar la noción de sentido común de que las aparienciascreadas pueden ser desacreditadas por una realidad discrepante, a menudo nohay razón para pretender que los hechos discrepantes con la impresión creadasean más la real realidad que lo que lo es la realidad creada que ellos vienen aperturbar. Una visión cínica de las actuaciones cotidianas puede ser tan sesgadacomo aquella promovida por el actor. Desde un punto de vista sociológico, inclusopuede no ser necesario decidir cuál es más real, si la impresión creada o aquella

que el actor trata de evitar que llegue a la audiencia”.34

La región de trastienda es el lugar en donde es sabido se contradice regularmente laimpresión creada por la actuación en la región frontal.35 Como tal, no está sujeta aindagación, en el mismo sentido en que lo está la actuación, ya que no se la presenta a laaudiencia. Tanto su accidental proyección en la región frontal como la inesperada intrusiónde la audiencia en la trastienda, constituyen disrupciones y generalmente son los únicosindicios que tiene una audiencia sobre las actividades de trastienda. La zona de trastienda esimportante no porque sea la realidad total o verdadera, sino porque es parte de la realidad,una parte que resulta esencial para la comprensión del todo, y que fácilmente puede sersobredimensionada o malinterpretada. Si el etnógrafo no la comprende, en el mejor de loscasos se forjará una imagen artificial o distorsionada de sus sujetos.

34Goffman, op. cit., pp. 65-66.35Cf. ibid., p. 112.

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