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Investigar y trabajar apasionadamente la realidad, ciñéndose a sus dimensiones sensi- bles, con la finalidad de levantar de ella y mostrar a la convivencia humana su poten- cial belleza, sus calidades reconfortantes hasta ahora desconocidas, es trabajar para mejorar el mundo. Para hacerlo más amable como lugar de residencia. Esto es (está verificado y no existe duda alguna) lo que Sanjurjo hace. Y éste es un trabajo que no se emprende si no es partiendo de una actitud y de unas convicciones humanistas. A. G. BERNARDO SANJURJO ESTAMPA Y PALABRA

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Investigar y trabajar apasionadamente la realidad, ciñéndose a sus dimensiones sensi-bles, con la finalidad de levantar de ella y mostrar a la convivencia humana su poten-cial belleza, sus calidades reconfortantes hasta ahora desconocidas, es trabajar para mejorar el mundo. Para hacerlo más amable como lugar de residencia. Esto es (está verificado y no existe duda alguna) lo que Sanjurjo hace. Y éste es un trabajo que no se emprende si no es partiendo de una actitud y de unas convicciones humanistas. –a.g.

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Era el cambio del siglo xix al xx cuando un grupo de profesores asturianos supieron ver más allá

e imaginaron un mundo sin monstruos, donde la ignorancia no tuviera cabida y donde la razón

jamás soñara. Era el Grupo de Oviedo y nacía la Extensión Universitaria. Con mucho de ganas

y poco de medios, ellos pusieron nuestra universidad en el mapa y la convirtieron en ejemplo

de modernidad y transferencia de conocimientos. Y aún más, el saber o el debate intelectual

llegaron a lugares y a gentes para quienes antes había estado vedado.

Ahora, más de cien años después, otra nueva etapa y otros retos: los del siglo xxi, los de la

sociedad de internet de las cosas, de inteligencia artificial y bigdata. Y siempre presentes el arte,

la cultura con mayúsculas y la creación en su más amplia concepción.

Y además, este año 2021 la Universidad de Oviedo inicia una nueva andadura, con el

rectorado del profesor Ignacio Villaverde, quien está realizando una decidida apuesta por la

Extensión Universitaria y la Proyección Cultural, como ejes vertebradores del papel que nuestra

institución ha de jugar en la sociedad.

Y el estreno es hoy de lujo: Bernardo Sanjurjo y sus serigrafías.

«en el instante amarillo, el resplandor de sus lejanos párpados» sueña Gamoneda ante la

obra de Sanjurjo. Sanjurjo pintor, Sanjurjo que estampa, el Sanjurjo maestro que enseña y

moldea nuevos artistas, el Sanjurjo implicado que crea murales y obras que se integran en la

ciudad, el Sanjurjo que confía en una poesía como arma cargada de futuro. Es Bernardo el bardo

que siente la necesidad de desdoblarse en otro, y para ello excede los límites de su mundo y

busca, y encuentra, en la mente de poetas la forma de completar de manera holística su propia

experiencia onírica.

Bernardo Sanjurjo, rimador de la plástica, que seduce y moldea en lírica de cuidado método.

Porque Sanjurjo es pasión y técnica a partes iguales. Sus serigrafías, puras por depuradas,

rotundas por la solidez del concepto, nos envuelven y nos miran, ellas a nosotros. El artista

piensa y recrea, y para ello conoce cómo, desde dónde acometer, hasta dónde puede llegar

sin restar potencia. Lo que quita de estímulos innecesarios, lo resuelve con un cromatismo

acentuado y en ocasiones casi telúrico.

A quién se acerque invito a dejarse llevar por las palabras y sus ecos visuales; por los colores

y los versos que generan… porque hay pocos placeres sensoriales que mejoren la experiencia.

Carmen Adams FernándezVicerrectora de Extensión Universitaria y Cultura

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Los miniados contemporáneos de Bernardo Sanjurjo (2002-2015): oficiante de ver y maestro de los detalles

María del Mar Díaz GonzálezProfesora del Departamento de Historia del Arte y Musicología.Universidad de Oviedo

María del Mar Díaz González

Antonio Gamoneda

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samente en estudiadas y exuberantes sintonías bicromáticas o en cadencias monocordes de rojos, azules, verdes e incluso de negros profundos. Esta abstracción expresionista que defi-ne su trabajo de varias décadas se atempera paulatinamente. La gestualidad se torna mucho más reposada y adquiere, a veces en el centro de la composición, una consistencia cósmica lamida, incluso aureolada en sus contornos transparentes, logrados mediante diminutas pul-verizaciones cromáticas y goteados de mayor calibre. Recuerdo especialmente algunas expo-siciones que atestiguan estos cambios tan eficaces y hermosos, observados ya en Diez años de pintura (1996), Palacio Revillagigedo. Además, la galería gijonesa Espacio Líquido acogió en 2003 un compendio inolvidable y menciono igualmente la magistral muestra pictórica de 2007, en la Galería Vértice de Oviedo. No cabe eludir tampoco su Pintura germinal, exhibida en el Circulo de Bellas Artes en 2010. El autor también vertebra ahí la misma senda de lirismo, sosiego e inmaterialidad que caracteriza sus etapas más cercanas. Con el paisaje en el fondo de la retina, un ojo adiestrado en el oficio de ver y distinguir matices imperceptibles para los demás, Bernardo se enfrenta cotidianamente con brío y mucha disci-plina al reto del trabajo artístico. Asumida como una verdadera confrontación física, y dentro de una entrega mental agotadora, la creación se aviene en él pugna denodada con el soporte, las tintas y los barnices. Su dominio y conocimiento de los medios técnicos y de los produc-tos, le permiten modular un discurso leal y sincero de intachable belleza, trátese de pintura o de obra gráfica. Su compromiso siempre es el mismo, denodado y extenuante, sometiéndose durante los estíos al rigor de la estampación en la Escuela de Arte, donde fragua sus carpe-tas, cual verdaderos miniados poéticos que comentaremos líneas abajo.

El marco de trabajo le define tanto como la obra misma allí gestada, con tesón y una insistencia tozuda. Su estudio nos atrae, nos deleita, aportando al visitante referencias ineludibles y toda clase de informaciones pertinentes para comprender mejor sus aportaciones artísticas y su carácter perseverante. Situado en un bajo cubierta, este espacio se nos aparece luminoso e invadido por las plantas hasta el techo, los libros en sus anaqueles, las mesas de trabajo en seco, el área de pintura chorreante, el almacén y, entre medias, miles de cachivaches aquí y allí. Espacio y figura se ensamblan a la perfección, complementándose sus mutuos discursos. Inse-parables ambos, el uno vive indisolublemente del otro y con el otro en este bosque imaginario.

La poética de la coherencia, el compromiso y el rigor Aunque muy brevemente, cierto es, no quiero eludir ahora el enfoque artístico de Sanjurjo. De hecho, considero que su vocación se arraigó férreamente como el musgo sobre la piedra. Sos-pecho que nunca ha sido otra cosa, ni ha querido serlo, ni aspiró a nada más que a dar rienda suelta a su necesidad expresiva a través de la creación. Esta coherencia apareja un fortísimo sentido del compromiso difícil de equiparar en nuestra sociedad disoluta y altiva. Desde la retrospectiva de su extenso recorrido pausado y siempre atento, reflexivo y concien-zudo, el autor traza sus obras, pero también sedimenta su bonhomía personal. Quizás el rigor resplandezca como una de sus cualidades más llamativas, equiparable a la certeza de su ser interno, que sigue en la brecha. Desde este planteamiento, admite fácilmente muchas horas de mirar sin ver, otras muchas horas viendo y dudando, días enteros de ensayos y errores, reconocidos siempre por el artista con suma franqueza.

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Introducción

Cuando repasamos la trayectoria de un artista de la talla de Bernardo Sanjurjo (Barres, Cas-tropol, 1940), es fácil comprobar la abundancia de fuentes catalográficas que corroboran sus muchísimas exposiciones individuales y colectivas. Además, en cuanto a la hondura de su per-sonalidad artística y sus cualidades humanas, el ingente volumen de datos se ve refrendado por un nutrido elenco hemerográfico, su propio testimonio y el de otros artistas coetáneos. Desde este planteamiento, aportar innovaciones en cuanto a las descripciones y enunciados existentes se torna una labor compleja donde las haya, cabe incluso añadir redundante y, muy probablemente, innecesaria. No hace falta insistir, pues su carrera artística se incardina dentro de las de mayor notoriedad y fama en España. La reinterpretación de sus obras a la luz de los textos existentes, con el fin de anegar ahí nuestra percepción propia, en medio de tan solventes y acreditadas voces anteriores, resulta en mi opinión vacua e ineficaz1. También cabe la posibilidad de acercarse al trabajo del artista desde una vertiente introspectiva, fruto de una experiencia acumulada durante varias décadas de trato y, no lo eludo, de admiración. Al elegir este planteamiento, se abordan los hechos en clave emocional, frente a la consideración compiladora y analítica de la historiadora del arte. En mi caso, siento la necesidad irreprimible de seguir esta senda, dado que me conecta de forma más directa y entrañable con la progresiva espiritualización que su trabajo ha ido adqui-riendo a lo largo de los años.

Adscripción estilística En la Galería Vicent de Gijón, vi por primera vez una muestra de pinturas de Sanjurjo. Ese acontecimiento se remonta al año de 1975 y aún recuerdo mi perplejidad ante las obras exhi-bidas que, en una región tan sumamente tradicionalista en términos artísticos, se me antojaron de una modernidad inusitada. Aquellos cuadros de mediano formato engarzaban grandes áreas negras y rojas de una densidad geológica, casi al modo de lajas estratigráficas. A partir de esta primera experiencia visual, me interesó siempre la evolución del artista. Otros factores estimularon mi curiosidad, entre los cuales está su labor docente en la Escuela de Arte de Oviedo, donde impulsó el desarrollo de la gráfica a todos los niveles, atendiendo asimismo diversas técnicas, y no quiero eludir tampoco su francofilia familiar, evocando ahora el recuer-do de nuestra entrañable Françoise. Desde la dirección del centro, Bernardo Sanjurjo abrió sendas vocacionales, impulsó el conocimiento a pie de aula y amparó varias generaciones de artistas que le consideran siempre su verdadero mentor en sus actuales quehaceres2. El número de individuales y colectivas es amplísimo y, en cada una de ellas, Bernardo afianza-ba en mayor medida su compromiso pasional con el arte. Al pasar del tiempo, sumó rigor en sus planteamientos formales y reflexivos y despuntó asimismo una honestidad inquebrantable en la valoración autoexigente de sus propias obras. Nunca renunció al color, aplicado genero-

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– Madeline Miller, Circe, AdN, 2019, p.95.

«Me adentré en el bosque y allí dio comienzo mi vida»

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orgánica disuelve la densidad de la preponderancia gráfica y cromática. La representación arranca siempre desde el centro del espacio plástico del papel para conformar una gran man-cha evanescente en los bordes que rige y condiciona toda la sintaxis general.

Mano a mano entre el arte y la poesía Tras tantas décadas de trabajo, Bernardo Sanjurjo desafía muchos retos y derriba conscien-temente los numerosos límites de los procedimientos tradicionales. Un proyecto común an-helado por ambos depararía la posibilidad de poder mostrar al público asturiano la prolija aportación del artista, en este sentido. De alguna manera, la presente muestra anticipa nues-tro deseo mutuo de poder trascenderla, en adelante, con muchas más estampas, anteriores y posteriores, completando la genuina selección que aquí presentamos. Como bien sabemos todos, al finalizar el curso es tradición arraigada en la Escuela de Arte de Oviedo la presencia de Bernardo en los talleres. Allí se aísla entre junio y julio, año tras año y durante casi dos meses, para sacar adelante las estampas que componen su extensísima y muy valiosa producción. Si es dueño en pintura de pequeños y primorosos formatos, también lo es en cuanto a la obra gráfica. No obstante, la dimensión espacial, tanto de las amplias sargas como del papel, le define más que ningún otro formato constrictivo. Desde 2002 en adelante, el artista inicia una senda difícil, aunque innovadora, al aunar su propia colaboración plástica con la aportación poemaria de un literato. Así han surgido ocho carpetas, desde 2002 a 2015, editadas todas ellas amorosamente por el artista y concebidas con una parsimonia y un celo al detalle totalmente inusitados. Sin importarle el tiempo decli-nado, Bernardo logra unos resultados finales que evocan la belleza de los miniados si bien, en este caso, los términos son contemporáneos en el plano estético y acordes, por supuesto, con su línea expresionista abstracta. Este proyecto no debe vislumbrarse como la suma de aportaciones disciplinarias neutrales, sino como el producto de voluntades independientes que aceptan libremente las cortapisas im-plicadas en este juego creativo a cuatro manos3. Se podría definir la primera experiencia como un pacto tácito entre los participantes, Gamoneda y Sanjurjo, pero sin imponerse restricciones apriorísticas. Cada uno de los intervinientes de la carpeta aporta su obra más genuina, más per-sonal y sin intermediación del otro. Ciertamente, ambos conocen bien sus mutuas trayectorias que, a veces, se conforman incluso coincidentes en el fondo y en la forma, por vías tangencia-les y divergentes cierto es. Desde el primer momento, rehuyen de los anclajes tradicionales: la glosa y la ilustración. El hilo conductor de las carpetas no ha querido derivar jamás por esa vía, erigiendo las bases de la colaboración sobre el respeto y la libertad creativa individual. Si la grafía de Gamoneda impone la belleza del signo convencional de la escritura, en el senti-do estético incluso, la plástica «sanjurjiana» desvela su propio contenido narrativo y espiritual. Este conjunto fragua una nueva contribución independiente con implicaciones mestizas, a partir de lo propio y de lo ajeno. En cualquier caso, dentro de cada edición los dos intervinien-tes son, al mismo tiempo, lo suyo y lo otro. La multiplicación de las posibilidades de lectura y visualización se amplían en todos los planos de referencia. A partir de sutiles nexos inter-medios entre ambas artes, el producto final, poema/serigrafía, también se ofrece al visitante

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En definitiva, no se puede alcanzar la maestría absoluta, que Bernardo detenta, sin unas pre-misas rigurosas e impulsadas desde la constancia y el tesón. A mi modo de ver, es consciente del reto de su elección primigenia, mantenida en el tiempo hasta configurar toda su intachable y extensa trayectoria, colmada ahora en las tres exposiciones que los asturianos tenemos a nuestro alcance en el Museo de Bellas Artes de Asturias (4 de marzo de 2021), en la Sala de Exposiciones del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo (11 de marzo de 2021) y en la Escuela de Artes de Oviedo (18 de marzo de 2021).

La serigrafía: de la praxis al estudio teórico Consagrado a la pintura desde su juventud como bien sabemos, Bernardo afronta el arte de la serigrafía en 1978. Por supuesto, en esta disciplina raya a grandísima altura en el plano proce-dimental y teórico, dado que alcanzó el grado de Doctor en 1994, con una tesis defendida en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense. En tal sentido, sus primeras expe-riencias técnicas están relacionadas con la implantación de los talleres de grabado, serigrafía y litografía en la Escuela de Artes Aplicadas de Oviedo. Siendo director de la misma, impulsa estas disciplinas para la formación de los estudiantes. En efecto, la altura alcanzada en dichas enseñanzas forjó una extraordinaria cantera de grabadores asturianos, cuya destreza y calidad quedan avaladas en las innumerables muestras nacionales e internacionales de nuestros artistas. En el caso concreto del autor que nos ocupa, la serigrafía como recurso creativo es sin duda alguna determinante en su trayectoria formal y, desde su tesis doctoral, también en su espe-cialización teórica. No resulta exagerado afirmar que Bernardo ha llevado esta técnica artística a sus máximas posibilidades, logrando unos efectos y unas calidades desconocidas hasta aquellos momentos para otros muchos. Al desarrollar sus tiradas estivales en el recinto acadé-mico, que había tutelado durante varias décadas hasta su jubilación, el autor concilió la prác-tica de la pintura con la serigrafía y siempre con idéntica pasión y vehemencia. Concebidas en pliegos sueltos, en series específicas o agrupadas en carpetas, sus obras gráficas son un compendio de desafíos, en cuanto a los formatos y los métodos. De hecho, la superposición de tintas texturiza el plano compositivo a extremos impensables. Al discurrir en paralelo con sus pinturas, incluso de manera simbiótica, existen préstamos estéticos entre una y otra disciplina que refuerzan una sintaxis expresiva arrebatadora. La pro-ducción gráfica de Sanjurjo resulta, no obstante, mucho más desconocida del público que su pintura, prodigada en incontables exposiciones individuales y colectivas. Por lo contrario, su obra gráfica apareció casi siempre de manera complementaria en el contexto general de sus pinturas. La ya más arriba citada muestra de 2010, Bernardo Sanjurjo. Pintura Germinal, reu-nía varios poemas y serigrafías, al igual que la carpeta titulada Más allá de la sombra. Previa-mente exhibida, en 2002, esta colaboración mutua entre Antonio Gamoneda (poemas) y San-jurjo (serigrafías) conformó asimismo una individual en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Sus estampas mantienen las mismas directrices estéticas que sus obras pictóricas, y obede-cen a semejantes impulsos. De hecho, si se dispusiera su panorama evolutivo desde 1978 en adelante, toda su obra gráfica corroboraría la ambivalencia de sus etapas pictóricas y serigrá-ficas. A una fase de predominio matérico, acontece otra depurativa y de síntesis, decantándo-se en un momento dado por el gesto fluyente, voluptuoso y contundente, cuya consistencia

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Sanjurjo: la pintura y la realidad

Antonio Gamoneda

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como el ensamblaje de dos vías de creación diferentes. De este modo, se azuza consciente-mente la agudeza visual, lectora, emotiva, contemplativa y relacional del espectador, puesto siempre a prueba y como debe ser. Desde esta experiencia inicial gratificante, también despuntan las directrices subrepticias de las demás colaboraciones, surgidas todas ellas paulatinamente desde ese momento. Una renovada asociación entre Bernardo y Marcos Canteli (2004) alumbró otra dicotomía innova-dora en Herrumbres. Un poco más adelante (2007), José Miguel Ullán y el serigráfo aportan, Hay un mundo imposible. La carpeta Sólo del animal, concebida también en 2007, incorpora los poemas de Olvido García Valdés, junto a las estampas del artista. El binomio se verifica otra vez en 2008 y, en aquella ocasión, se ensamblan los trabajos de Bernardo con los de Eduardo Millán en Clorofilearía. Hasta 2011 no volvemos a disfrutar de otros miniados con-temporáneos, surgidos eso sí al amparo del autor y de Ricardo Menéndez Salmón, en un bellísimo Tríptico de la memoria. En 2013, Xuan Bello escribe su Variación sobre un tema de Bernardo Sanjurjo, integrado en la carpeta Oración. Para rematar el proceso, el colofón de este proyecto corre a cargo de una renovada asociación con su admirado y entrañable amigo Gamoneda. En efecto, le aporta los poemas de su última carpeta Amor/Odio, concernientes a las dos serigrafías excepcionales (2015) que integran el último conjunto, por el momento. Junto a las experiencias plenamente creativas, Sanjurjo estampó en solitario muchas más obras, algunas en sintonía poética con las integradas en estas ediciones concretas que ahora nos ocupan. Sin embargo, la especificidad de las colaboraciones determina su voluntad de perfección y también su deseo de salirse del marco de confort que muy bien domina. Con el fin de trascender lo cotidiano y explorar nuevas posibilidades, perpetra apuestas y desafíos conducentes a otras aventuras, formando parejas artísticas y aglutinando dos formas de ex-presión divergentes: la regida por el tiempo literario computable en segundos y minutos y la del espacio plástico aprehensible en su totalidad por nuestra vista emulando aquí, una vez más, a Horacio (65 a.c.–8 a.c.) y su Epístola de los Pisones, refrendada por Ephraim Lessing (1729–1781) en el siglo xviii. Además de las pulquérrimas estampas y poemas, la concreción del continente mismo de las obras, y su materialización, no elude ningún detalle y cada carpeta se personaliza de forma univoca. Arpilleras, justificación de la tirada, colofón, papel, encuadernados, cintas, cromática externa e interna, etcétera, nada queda al albur de la improvisación. Ciertamente, la limitación del espacio en sala, nos obliga a presentar tan solo una selección del cuerpo central de cada una de las carpetas, es decir los miniados mismos pero, en su conjunto, todas las labores re-iteran el trabajo moroso del scriptorium, del cual Bernardo nunca rehuye. Por lo contrario, ahí se deleita y vive, cual Circe en su propio bosque.

1. Entre los muchos autores que han reflexionado sobre sus obras cito a Lluis Álvarez, Santiago Amón, Javier Barón, Manuel Campa, Marcos Canteli, Paco Cao, Fernando Castro Flórez, Francisco Carantoña, Pedro Caravia Hevia, Carlos Cid Priego, Francisco Crabiffosse, Luis Mateo Díez, David Estévez Vi-llalón, Antonio Gamoneda, Olvido García Valdés, Carmen Gómez Ojeda, José Antonio Gómez Rodríguez, Pilar González Lafita, Félix Guisasola, Joaquín de Lapuente, Luis López Anglada, Jaime Luis Martín, Alejandro Mieres, José María Moreno Galván, Ángel Antonio Rodríguez, Ramón Rodríguez, Avelino Sala, Pedro de Silva, Rubén Suárez, José Miguel Ullán, Jesús Villa Pastur y Francisco Vizoso. Véase Bernardo Sanjurjo. Pintura germinal, Circulo de Bellas Artes y Caja Rural de Asturias, Madrid, 2010, pp. 137-139.

2. María del Mar DÍAZ GONZÁLEZ, «La estampa emergente en Asturias: nuevas versiones, otras percepciones» en María ÁLVAREZ MORAN (coord.), 10 años de Grabado y Edición de Arte en la Escuela de Arte de Oviedo, 2008, pp. 58-59.

3. Recomiendo la esclarecedora lectura del prólogo de Antonio GAMONEDA, «Más allá de la sombra» en Más allá de la sombra. Bernardo Sanjurjo, Antonio Gamoneda, Museo de Bellas Artes de Asturias, 2002, pp. 9-13.

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Quizá sea oportuno recordar aquí que una pintura no se considera buena o mala a causa de que sea o no sea figurativa o abstracta. Se confirma así que el criterio general tan utilizado no alcanza a definir ni valorar cumplidamente una pieza de arte.

Mi propósito es olvidar transitoriamente parte de la jerga crítica habitual para hablar de la obra de Sanjurjo como algo que necesariamente supone creación de una (de otra) realidad. Hacerlo así me ayudará a entenderme yo mismo y a explicarme. Empiezo a hacerlo desenten-diéndome también de otra noción acostumbrada, sea aplicable o no a Sanjurjo, del realismo. El realismo (inclinación a valorar la realidad imitándola en registros figurativos) está o no está en la voluntad realizadora y también en la apariencia del resultado pictórico. Si esta circuns-tancia no se da, es impropio calificar al pintor de realista. Sanjurjo no es convencionalmente realista porque no se plantea imitar realidades: Sanjurjo crea realidades. ¿Y en qué consiste sustancialmente la realidad que física y estéticamente crea Sanjurjo? La respuesta es breve y sencilla: en el color, en la creación de posiciones y situaciones del color.

Podría haberme preguntado y contestado mirando y considerando cualquiera otra pieza, pero ha sido, y me alegro de ello, una de la serie Más allá de la sombra, datada el 2002, en la que yo colaboré acercando breves poemas que alguna relación tendrían con las pinturas. Éstas, aunque no de manera excluyente ni exclusiva, suelen ofrecer el diálogo de dos colo-res, cuantitativamente dominantes, que se acogen o implican uno en el otro sobre un plano blanco vertical de 112 × 76 cms. En la serigrafía elegida, un amarillo y un negro (no entro en la discusión «metafísica» de si el negro es o no es color; me conformo con que sea visual-mente activo) «dialogan», como digo, posicionándose y relacionándose próximos, tangentes o superpuestos entre sí. Dentro de esta dinámica, los colores se intensifican o degradan, se compactan, quiebran o modulan, en virtud de iluminaciones o refracciones, dispuestas por el pintor, que recaen en ellos.

Es fácil llegar a la conclusión de que, si un cuadro depara percepciones placenteras (de equilibrio formal o cromático, de armonía o de contraste, de relación compositiva o rítmica), el talento artístico del pintor ha funcionado. Como así sucede en el caso de nuestro pintor, conviene algún detalle de su laboreo práctico y estético, tarea que, además de exigir sabi-durías técnicas, es de gran complejidad y de gran importancia en sus instantáneas e impre-visibles leyes internas.

Sanjurjo ha elegido, movido por su experiencia y su conocimiento, y más decisivamente quizá por su intuición y su sensibilidad, los colores amarillo y negro, y los ha sometido a una expansión y a una variabilidad decididas principalmente por impulsos. En este proceso van a darse, elegidas también dentro del dinamismo realizador, las asociaciones composi-tivas y cromáticas que ya he anotado u otras análogas. Es indiferente que, en la sucesión puntual, cada «hallazgo» se dé previsto, intuido o simplemente, encontrado: el talento elige sus propias realizaciones. Puede decirse, sin desviación, que se trata de atrapar y fijar el instante o la sucesión de instantes que, en el curso de la obra, manifiestan situaciones visuales conmovedoras de la sensibilidad. Obvia y objetivamente, estos «instantes» se dan en los materiales (en la realidad física) que el artista está moviendo. Lo natural es también que el movimiento creativo haya determinado la diversidad asociada de unos «accidentes» (de unos «instantes») finalmente fijados e integrados: superficies y gradaciones de co-

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Bernardo Sanjurjo es fiel a la costumbre de mostrar el crecimiento de su obra en su tierra —que afortunadamente es también la mía— antes y con mayor despliegue que en ningún otro sitio. Ahora cumple esta fidelidad colgando piezas simultáneamente en espacios de la Universidad de Oviedo, del Museo de Bellas Artes de Asturias y de la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo. El conjunto acoge pintura hecha desde los años finales del pasado siglo hasta la actualidad.

La voluntad de presentar hasta con tres perspectivas una sola panorámica es muy de agra-decer (sería significativo –y sorprendente– que alguien cuantificase los metros cuadrados de superficie pictórica que suman las tres muestras) por lo que conlleva de heroico trabajo recolector y organizador, pero aún más por lo que tiene de «confesión general»: Sanjurjo desnuda y exhibe no menos de veinte años de creación. Hay que atreverse. Y se atreve. Con absoluta solvencia y soberbios resultados.

En el texto que sigue me voy a referir a obra serigráfíca porque es la que se cuelga en la Universidad, pero prescindiré, porque es prescindible, de valorar diferenciando este proce-dimiento técnico. Mis juicios y opiniones sobre la obra serán los mismos y tan válidos (o tan inválidos) limitados a las serigrafías como extendidos a las tres exposiciones. Puedo hacerlo sin daño alguno porque no existen desviaciones intrínsecamente pictóricas dentro de la obra total. Sanjurjo, en lo que concierne al concepto y a la sensibilidad, es unitario y coherente consigo mismo, sea cual sea el procedimiento que utilice.

Acabo de señalar un carácter unitario. Quiero decir sin demora en qué consiste este carác-ter. Es habitual y correcto en nuestros días usar la dicotomía –ya básica y clásica hasta el tópico– figuración y/o abstracción, para agrupar o diferenciar a obras, pintores y tendencias. Pues bien, siendo como es general y válida, la dicotomía no me basta para significar, con la precisión que pretendo, la pintura y la calidad de la pintura de Sanjurjo. Si se me apura, quizá diga que no me basta para ninguna pintura.

Vaya por delante una sencilla y triple anotación «histórica»: a) Toda la obra de las exposicio-nes actuales tiene el carácter que se dice abstracto. b) Sanjurjo, en su juventud al menos, hizo obra figurativa. c) Sanjurjo, ahora mismo, podría hacer piezas figurativas sin alterar la naturaleza ni la estética que rige profunda y ciertamente en sus obras abstractas. Destaco el interés de esta hipótesis c).

Nótese que no descalifico las nociones de abstracción y figuración, y que las acepto y ma-nejo como un dato y un valor relativo, pero limitarme a calificar de abstracta la pintura de Sanjurjo me resulta impreciso e insuficiente. Me explico.

Está establecido por criterios generalizados y por las academias que el arte imita a la natura-leza. No lo niego, pero sí subrayo que la imitación habrá de referirse únicamente a la voluntad del artista, ya que en el resultado de su trabajo, lo quiera o no, hay algo más; hay pigmen-taciones agrupadas y organizadas de alguna manera, y esto, en cualquiera y en todo caso, comporta una realidad autónoma (una creación y una realidad en sí misma y por sí misma) que viene a sumarse a la total realidad existencial.

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yo sé que esas regularidad y permanencia hacen innecesaria la observación de otras piezas para hacer estimaciones críticas generales.

Me acerco al fin de mis posibilidades de comentario, pero no quiero cerrarle sin mencionar dos serigrafías, particularmente relacionadas entre sí, que suponen un caso que cabría decir insólito. Cabría, sí, pero conviene hacerlo con prudencia.

Fuera de su costumbre, estas dos piezas de Sanjurjo conllevan una alusión explícita a reali-dades que no son específicamente pictóricas, «amor» y «odio», sino realidades intelectuales/sentimentales sin cuerpo tangible. Cada una con su palabra vigorosamente escrita. ¿Una no-vedad ocasional? ¿Un nuevo componente o una nueva tendencia? Me parece más probable la novedad ocasional, pero nada malo ni desconcertante habría en que fuese otra. Las alusio-nes al amor y al odio no están representadas (sería normal que lo estuviesen) por un hecho o una escena figurativos. Sanjurjo no ha violentado ni abandonado la abstracción.

Puede parecer, bien lo comprendo, que me detengo demasiado en una pequeñez sin gran sig-nificación. Admito que sea así, pero me agarro a la pequeñez porque ha bordeado cuestiones que son importantes en la historia del arte. Desde la prehistoria, con la magia, las religiones, los sentimientos revolucionarios o las convicciones y emociones sociales y culturales, hay un mundo sin consistencia corporal ni visual, cuantiosamente implicado en las manifestaciones artísticas, y parece enriquecedor, si no imprescindible, que así sea. Y aquí surge la incógnita que nos interesa. ¿Es Sanjurjo, tan sustancialmente volcado en la creación física y formal, un pintor indiferente ante las dimensiones espirituales y contextuales del arte?

No. Estoy seguro de que no. Y lo razono hasta un punto que me parece una demostración.

Investigar y trabajar apasionadamente la realidad, ciñéndose a sus dimensiones sensibles, con la finalidad de levantar de ella y mostrar a la convivencia humana su potencial belleza, sus calidades reconfortantes hasta ahora desconocidas, es trabajar para mejorar el mundo. Para hacerlo más amable como lugar de residencia. Esto es (está verificado y no existe duda alguna) lo que Sanjurjo hace. Y éste es un trabajo que no se emprende si no es partiendo de una actitud y de unas convicciones humanistas. Punto.

Podría seguir comentando y afirmando valores de la obra y la persona de Sanjurjo, pero ad-vierto señales inequívocas de que aquí debe terminar el texto.

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lor, modulación de tales superficies, asociaciones de dependencia o de interacción entre ellas. La serie de hechos configurativos no es casual pero tampoco es constantemente predecible.

He expuesto (con probables errores técnicos) un proceso de realización que quiero suponer cercano o semejante al que practica Bernardo Sanjurjo. Cabría pensar que he hablado de los materiales y de sus movimientos pero que no he dicho nada de la obra objetivamente acabada. La sospecha puede ser razonable pero, sinceramente, no la creo acertada.

Por sí sola, la realidad estética visual es tan sensible y perceptible como inexplicable. Para que deje de serlo parcialmente hay que acudir a analogías y referentes próximos y conoci-dos. Esto es lo que yo he intentado hacer. Me parece más sensato y honrado que apelar al «misterio de la belleza», que es la apelación más frecuente de los aficionados a verdades «ocultas o divinas» que, más ciertamente, no son más que verdades inexplicadas.

Ya que me he puesto en un orden de interpretación crítica poco reconocido y menos cele-brado, debo hacerlo de la manera más completa que pueda, y ocurre que, hasta aquí, ape-nas he mencionado la luz, un material físico y real, cierto hasta la necesidad en los hechos estéticos visuales. Sólo de pasada he anotado unas presuntas «iluminación» y «refracción». No es suficiente ni justo. Y no lo es especialmente en lo que afecta a Sanjurjo. Empiezo afirmando que la asunción de la luz en sus obras es un determinante principal de su valor, de su riqueza plástica y de su calidad.

El «diálogo» del negro y el amarillo en la obra que comento comporta cuando menos dos / tres zonas que, por superposición o alejamiento suponen mezcla y degradación de la intensidad de los colores: el negro deja de ser total (en rigor, ya no es negro) o el amarillo transparece débilmente a través del negro, degradándolo también. Es el resultado de los movimientos que digo y es algo más: en la realidad física y visual estos movimientos los ha determinado la incidencia de la luz; de una luz o unas luces linealmente directas o refractadas.

La luz y su actividad, múltiple y diversa o no, sobre las superficies del color ha sido decidi-da y aplicada por Sanjurjo precisamente para crear y fijar el instante estético de la obra, modificando su realidad inicial. La visión de este instante conmueve positivamente nuestra sensibilidad. La virtud estética se identifica funcionando.

Me tienta —y cedo— la repetición de mi aviso: el acto creativo de Sanjurjo no conlleva realis-mo en el sentido habitualmente pregonado, pero Sanjurjo ha trabajado con una realidad fí-sica transformándola (activando sus posibilidades estéticas) lo que equivale a haber creado una nueva realidad. No es lo mismo preferir o imitar la realidad que crear realidad.

El acierto en las elecciones y los movimientos de superficies y colores es determinante de la calidad de las obras, en unión de la destreza realizadora. En este orden, huelga decir que estamos ante un gran pintor. Supongo entendido también que haberme fijado en una sola obra para describir el proceso creativo, y valorar este proceso como clave estética, no su-pone exceso ni defecto mayores en mis juicios, gracias a la regularidad artística de Sanjurjo; él sabe que ha entrado y permanece en un campo en el que la variabilidad es inagotable, y

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Más allá de la sombra2002

Herrumbres2004

Hay un mundo imposible2006

Solo del animal2007

Clorofilearia2008

Tríptico de la materia2011

Oración2012

Amor/Odio2015

Antonio Gamoneda

Marcos Canteli

José Miguel Ullán

Olvido García Valdés

Ricardo Menéndez Salmón

Eduardo Milán

Xuan Bello

Antonio Gamoneda

TÍTULO POEMASCONTENIDO

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Más allá de la sombra

Detrás de la oscuridad

están los rostros que me

han abandonado.

Yo vi su piel trabajada

por relámpagos.

Aún viene a mí,

en el instante amarillo,

el resplandor de sus lejanos párpados.

Antonio Gamoneda

Más allá de la sombra, 2002

Serigrafía

112 × 76 cm

Serie de 10 estampas

Tirada de 75 ejemplares + 8 pruebas de artista

Impreso en la Escuela de Arte de Oviedo

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Marcos Canteli

esta es la herrumbre

más larva aura frente a estación

transparente

quien la invoca

entretelas supura

Herrumbres

Herrumbres, 2004

Serigrafía

112 × 76 cm

Serie de 2 estampas

Tirada de 75 ejemplares + 8 pruebas de artista

Impreso en la Escuela de Arte de Oviedo

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Hay un mundo imposible

Igual que si a las eses, de buenas a primeras,

les diese por echarse a llorar

recien nacidas,

magdalenas tibias aún (“no sigas” ),

y no pudiesen evitarlo,

vida

(“no la otra vida pero sí otra vida” )

–sin por ello dejar de hacerse eses,

aromas y señales

de otro destino incluso

menos expeditivo que este nuestro

(“ya

te tengo entre mis brazos” ),

tan urgido de nada más creíble

y también de una ambigua

desesperanza

inmersa

en esta gran succión

y desprovista

de causa alguna:

¡uf !,

Hay un mundo imposible, 2006

Serigrafía

112 × 76 cm

Serie de 2 estampas

Tirada de 75 ejemplares + 8 pruebas de artista

Impreso en la Escuela de Arte de Oviedo

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curva o puerta cerrada o vaivén,

en–la–más–que–remota–(im)–po–si–bi–li–dad

(“un parecido espantoso” )

de llegar a sentirlo

gota

sesteante,

que se derrama,

bajo espontáneas gasas,

sobre cualquier representación venenosa

de la dualidad

sangre – sueño.

Tal vez por eso todo cicatrice

tan mal

–zanjan los últimos.

José Miguel Ullán

a mí me da que el círculo

de arrepentimiento

no consigue formarse,

no anega de verdad;

y, de aquella abstracción

ni sonrosada,

la humedad es lo único

ofrecido de balde al que transita

del aire del embudo hacia el acaso

óseo

y allí mismo – aquí mismo

deja al raso su sombra comprensible

(el pasado del ala /

el sentido

de orientación)

y tuerce porque sí, por donde puede,

y puede

que para siempre se distraiga

con el serpentear de otro camino

confuso,

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Olvido García Valdés

con el frío no hay nada que hacer

se queda el pie derecho del muñeco

así, sin más, a la intemperie

los tubos enemigos y enemigo

punteado, ahí, cerrado y

abierto a la par –pon de silencio

el compás a lo que vayas

pensando– como si,

alimento del vierbe, con esos

puntos y el frío, viento

silbando entre casas, como

si fueran vencejos, o muge

en los jardines cerrados

impenetrables, los hechos

aprieta el terco hueso los labios

gracias, saludo de despedida

lo solo del animal

Solo del animal

Solo del animal, 2007

Serigrafía

112 × 76 cm

Serie de 2 estampas

Tirada de 75 ejemplares + 8 pruebas de artista

Impreso en la Escuela de Arte de Oviedo

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Eduardo Milán

el impacto de un verde tan vivo –el verde uno–

clorofilearía el mundo

si lo dejaran solo hacer

Sanjurjo con la masa cuajada, desplegada

Saturno, a su vez, escondería melancolía

brotan pigmentos cuya intensidad retumba

retina tirada bajo un iris

del de acá, del que recibe

un colirio baja por el gajo

uno por la naturaleza entera

allá de donde viene no se calla

no hay palabra ni necesidad

Clorofilearia

Clorofilearia, 2008

Serigrafía

112 × 76 cm

Serie de 2 estampas

Tirada de 75 ejemplares + 8 pruebas de artista

Impreso en la Escuela de Arte de Oviedo

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III

Túmulos.

Piedras en que padres de la especie grabaron

leyes, muertes, memorandos,

la plétora del mundo.

Anunciaciones de basalto.

Ricardo Menéndez Salmón

Tríptico de la materia

Tríptico de la materia, 2011

Serigrafía

112 × 76 cm

Serie de 6 estampas

Tirada de 75 ejemplares + 8 pruebas de artista

Impreso en la Escuela de Arte de Oviedo

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Oración

L’estil del gadañu de la muerte

nun tien empuñadura. Pero la vida

clavuña tódolos días la lluz

de lo que nunca veremos. Asina

las fontes del silenciu: un ruxerrux

ente la herba, alcuando dalguna piedra

que mozca la fueya, que cartia

la sede de ser. D’esta manera

las pontes arduas sobre’l baleiru

del tiempu.

OU

TR

A V

AR

IAC

IÓN

NU

N T

EM

A D

E B

ER

NA

RD

O S

AN

JU

RJ

O

Oración, 2012

Serigrafía

112 × 76 cm

Serie de 2 estampas

Tirada de 75 ejemplares + 8 pruebas de artista

Impreso en la Escuela de Arte de Oviedo

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nun t’entardes tanto que la nueite torza

ya de la primer fonte que veas a la esquierda

nun biebas por muita sede que tengas;

sigui alantre anque la tua alma nagüe

nun siendo que quieras esqueicete pa siempre

de quien fuste.

Alcuando dalguna aguya

manca no reló, una d’ellas mata,

pero’l ríu sigue aduces unde la frontera

acumula lleras, toxos, cabanas tamién

onde la lluriga de los contrabandistas.

Hai un camín más alló que lleva

a una puerta pechada: nun la abras

se sos profanu, pa nada diba valite,

ábrila se no misteriu de la lluz

ya del silenciu que guaña palabras

penseste muitas veces na nueite insomne.

Esfoutáu entra entós no xardín

onde quien sabe nun prez.

Sigui alantre,

Xuan Bello

Sigui alantre, a modín,

contempla las formas ya’l fondo,

el color de las vocales, el sentíu plenu de las cousas

ya verás outra fonte allí, bien siñalada

por una bidul que crez al sou llau:

d’esa biebe a fartar hasta qu’entendas

el significáu del rayu, l’esllendor de la sabencia.

Tas preparáu:

garra’l gadañu de nublu

ya roza la sebe del tiempu.

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Antonio Gamoneda

amor El amor no es un aliento intangible.

Quizá es un árbol de fuste generoso que guardas en tu corazón. Busca

su acopio de ramas ofrecidas,

búscalo en ti.

Toma las ramas prietas de médula y de sombra. Toma la médula

noble,

ponla suavemente en tus venas,

siente como fluye en ti, como conduce

tu voluntad de ser en otro ser.

Considera luego los cuerpos unánimes, vuestro pensamiento resuelto

en un solo pensamiento, los deseos del uno naciendo en el otro.

En la cumbre de la reunión, es el amor:

estáis construyendo un único destino, un sólo horizonte para vuestras

miradas.

Pero el amor ofrece otros frutos;

frutos de amistad y solidaridad, de convivencia lograda.

Resérvalos.

Han de alimentar una fraternidad numerosa.

Amor / Odio, 2015

Serigrafía

112 × 76 cm

Serie de 2 estampas

Tirada de 75 ejemplares + 8 pruebas de artista

Impreso en la Escuela de Arte de Oviedo

Amor/Odio

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Bernardo Sanjurjo. Estampa y palabra

Del 11 de marzo al 18 de abril de 2021

Sala de Exposiciones. Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo

RectorIgnacio Villaverde Menéndez

Vicerrectora de Extensión Universitaria y CulturaCarmen Adams Fernández

Coordinación Ana Quijada Espina Sara Vázquez-Canónico Costales

Textos:María del Mar Díaz GonzálezAntonio Gamoneda

Fotografías Marcos Morilla

Diseño y MaquetaciónManuel Fernández (MF)

Edita Universidad de Oviedo

ImprimeServicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo

Depósito Legal: AS 155-2021

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