Bernard Raymond - Imperio Invisible

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    EL IMPERIO INVISIBLE

    por RAYMOND BERNARD

    Legado Supremo para Europa - Gran Maestro para todos los pases de habla francesa.

    Es una tonta presuncin ir desdeando y condenando por falso aquello que no nos pareceverosmil; lo cual es un vicio ordinario de aquellos que piensan tener una suficiencia ms all de lacomn. Yo haca lo mismo anteriormente y si oa hablar de espritus que vuelven o de pronsticos decosas futuras, de encantamientos, de brujeras . . . me compadeca de la pobre plebe seducida por estaslocuras ! y ahora, encuentro que estaba por lo menos, compadecindome otro tanto de mmismo; noes que la experiencia me haya hecho ver despus por encima de mis primeras creencias y esto no hadependido de mi falta de curiosidad; sino que la razn me 1ha enseado que el condenar tanresueltamente una cosa, por falsa e imposible, es darse el privilegio de tener en la cabeza los lmites

    de la voluntad de Dios y del poder de nuestra madre Naturaleza; y que no hay ms noble locura en elmundo que la de reducirlos en la medida de nuestra capacidad y de nuestra suficiencia . .

    Montaigne, Ensayos, Captulo 27

    No te satisfar mucho tiempo, un mundo al que el misterio hubiera abandonado . . . Elconocimiento exila al infinito todo lo que debe extinguir. Quiz sea el nico misterio que hay. Sin elmisterio, la vida sera irrespirable. Es evidente, y esto es fundamental en todo mi pensamiento, que elmisterio no es interpretado tal como lo es entre los agnsticos, como una laguna del conocimiento,como una vida a colmar, sino al contrario, como una plenitud . . .

    Gabriel Marcel, El Iconoclasta

    Mi felicidad es la de aumentar la de los otros.

    Tengo necesidad de la felicidad de todos para ser feliz.

    Andr Gide.

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    INTRODUCCIN

    La Atlntida sin su leyenda. Tal habra sido quiz, para este manuscrito, el ttulo ms apro-piado. Hubo sin embargo, situada nicamente en un lejano pasado una historia que jams ha dejado deser actual y a la que en un tiempo muy prximo, las circunstancias, porque la hora ha sonado, de-

    volvern todo su vigor.

    Una historia que jams ha dejado de ser actual !.Esta constatacin debe ser tomada en su sentido ms absoluto, y para ser ms preciso, conviene a-firmar que si el continente llamado Atlntida ha desaparecido hace milenios, los atlantes, ellos no hancesado jams de perpetuarse y que existen todava en nuestros das. Por qu y cmo, eso es lo que mepropongo explicaros en estas pginas. Veris as un prestigioso imperio de antao proseguir su misinen el curso de las edades, de una manera diferente, secreta, ocultada y por lo tanto real, vigilante yactiva . . . El Imperio Invisible de la eterna Atlntida, os aparecer, en este relato, en su sublimerealidad, esperando el da cercano en que surgir revestido del poder de antes, a la faz de unahumanidad estupefacta al borde del abismo.

    Os est permitido dudar y mi propsito no es el de convencer.Os acordareis de que las Casas secretas de la Rosa-Cruz se acababan sobre el toque fnebre de untorturante Nunca ms, completado sin embargo, por la promesa de que otros relatos podran seguirdonde el conocimiento YA recibido en excepcionales encuentros sera transmitido EN ELMOMENTO ORDENADO bajo una forma en la que slo el adorno exterior, las circunstancias,seran QUIZAS imaginarias. Ese imperio invisible que vamos a recorrer juntos es, en todo caso,REALIDAD, y constataris que forma parte de vuestra existencia cotidiana lo mismo que loselementos vitales a los cuales estis habituados. De hecho, se podra decir que la humanidad vive orevive la historia de la Atlntida y que ha sido siempre as desde que el continente de los atlantesfue engullido por las olas del ocano...

    Es pues, a un verdadero descubrimiento que os invito. De ciertos hechos, a buen seguro, muchosde entre vosotros habris odo hablar, como este fue mi caso . . . antes de saber y sin duda en loinformulado de su inconsciente habrn percibido, a veces, alguna chispa de verdad pudiendo parecerlo que est disperso en una luminosa unidad!. .Nuestra tentativa comn ser diferente ya que iremos degolpe al corazn del imperio y que a partir de este punto focal, la unificacin realizada favorecer unaCOMPRENSIN total y definitiva.

    Algunas de las revelaciones que me corresponde transmitir parecern fantsticas a un gran n-mero. Tambin lo fueron para m, aunque jams un solo instante las he juzgado fantasiosas. Yo nopoda porque tena Fe en aquel que me enseaba. Adems, nada en este mundo es comn. El universono deja de ser un milagro a cada instante, aunque el hombre en su orgullosa exigencia cometa sincesar la impertinencia de olvidar las maravillas que le rodean y de las que l es una parte, para

    perderse en la cinaga de su egosmo y de los problemas que se crea a s mismo.

    En el espectculo del mundo, los decorados han sido desde siempre preparados. El papel quedebemos individualmente desempear, tomar una dimensin ms clara, si prestamos atencin al es-cenario en el que nos expresamos, y hoy, haremos ms. Vamos en efecto, a examinar el escenario ensu conjunto, como si la pieza se acabase, el teln presto a caer para siempre, y los accesorios nuevosque han necesitado los actos a medida del desarrollo del drama, nos aparecern as nicamente en surelacin con la permanencia del decorado de base . .

    En este mundo que nos ha acogido para una etapa de nuestro retorno, la Atlntida es a la vezel comienzo y el fin. De eso, este relato quiz os convencer. Si eso no sucede, os quedar por lo

    menos una visin diferente y digamos posible de la historia de la humanidad, tan discutible como laconsideris.

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    En uno u otro caso, ni vosotros ni yo, habremos perdido nuestro tiempo, aunque insistir, con riesgode repetirme, sobre mi entera creencia y mi inquebrantable fe en lo que me ha sido revelado. Mipropsito no es el de conquistar vuestra adhesin sobre una hiptesis vagamente fundamentada. Unatal intencin sera pueril y sin medida comn con el tema tratado. Una vez ms yo no hago, sinotransmitir aquello de lo que slo he sido el depositario del momento, en espera de que me sea dada la

    seal autorizndome la comunicacin a otros, ya que esta seal ha sido dada, he aqu la revelacin, heaqu el mensaje atlante, he aqu el Imperio invisible . . . que una necesaria parte documental precedersin embargo para permitir comprendernos y comunicarnos mejor.

    EL TESTIMONIO DE PLATN

    Es a Platn que la humanidad profana debe todo lo que es conocido de ella al respecto de laAtlntida. De hecho, mucho ms le fue comunicado, pero fue autorizado a transmitir nicamente loque refieren dos de sus dilogos: el Timeo y el Critias. Las citas que se han extrado por la mayora delos autores para cualquier tesis sobre la Atlntida, descuidan importantes pasajes para slo tener encuenta las informaciones relativas al continente perdido, resultando error y confusin en los comen-

    tarios edificados sobre esta base incompleta. Todo el Timeo y todo el Critias deberan ser ledos, es-tudiados, profundizados por cualquiera que es atrado por la historia atlante. Yo dira sin embargo,que es esencial conocer y meditar todo Platn, para el que est comprometido en la bsqueda tradi-cional y mstica. Platn es un transmisor en el sentido ms sagrado del trmino. Se dirige a la muche-dumbre, pero tambin al iniciado, al que sabe leer entre lneas, al que por encima de los siglos puedeponerse al unsono con su pensamiento y su sabidura, para extraer, una expresin universal de la ver-dad eterna. En su obra ha sembrado ampliamente lo que le ha sido permitido transmitir, y a veces anms. Revela con discrecin, con circunspeccin, pero sus dilogos reflejan su profundo conocimientoy para el que sabe estar en guardia, hay siempre en Platn, a la vuelta de una frase o de una sonrisa, lapalabra, la nocin, la llave de un problema mayor apenas ligeramente tratado y algunas vecessimplemente sugerido en otro lugar de su obra.

    Es preciso leer y releer a Platn, como se debe leer y releer a los autores antiguos, Plotino, Plu-tarco, Pitgoras y tantos otros. Se comprende verdaderamente entonces que nada es nuevo bajo el soly que nuestros tiempos modernos no tienen ms que aprender, que redescubrir lo que el oscurantismode los dogmas moribundos ha velado durante siglos, con celosa y temerosa fealdad. Ms bien, antesque buscar en las obras nuevas que no son a menudo ms que un plagio de ese lejano pasado, un pocoms de luz, es mejor regresar a las fuentes para recoger el puro brebaje de autntico conocimiento. Nohay en verdad mejor gua que esta sabidura del pasado; lo encierra todo, comprende el presente,comprende al hombre en su integridad y cada uno se vuelve a encontrar ntegro con sus problemas,pequeos y grandes, a los cuales una respuesta vlida, una solucin lgica les es entonces dada.

    As, porque la costumbre lo exige, y sobretodo porque el respeto y la veneracin lo recomien-

    dan, en lo que me concierne, importa que los dos textos de Platn referentes a la Atlntida, sean refe-ridos aqu. Las citas sern ms largas de lo usual, pero acabo de exponer las razones de ello y es laatencin ms intensa de mi lector lo que solicito para una enseanza donde cuenta cada palabra.

    TIMEO

    Hay en Egipto, dice Critias, en el Delta, en la punta del cual el Nilo se divide, una reginllamada satica, en la que la ciudad principal es Sais, patria del rey Amasis. Los habitantes honrancomo fundadora de su ciudad a una diosa, el nombre egipcio de la cual es Neith y el nombre griego, alo que dicen, Athena.

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    Aman mucho a los atenienses y pretenden tener con ellos un cierto parentesco. Habindole lle-vado su viaje a esta ciudad, Soln me ha contado que fue recibido con grandes honores, puesto quehabiendo un da interrogado sobre las antigedades a los sacerdotes ms versados en esta materia,descubri que ni l, ni ningn otro griego, no tena por as decirlo, ningn conocimiento. Otro da,queriendo invitar a los sacerdotes a hablar de la antigedad, se puso a contarles lo que se sabe entre

    nosotros de ms antiguo. Les habl Phoroneus, que fue, se dice, el primer hombre, y de Niob, luegoles cont: como Deucalion y Pytrha sobrevivieron al diluvio, hizo la genealoga de sus descendientese intent, distinguiendo las generaciones, contar cuntos aos haban transcurrido desde estos acon-tecimientos. Entonces, uno de los sacerdotes, que era muy viejo, le dijo: Ay!, Soln, Soln, vosotroslos griegos sois siempre nios y no hay viejos en Grecia?. A estas palabras: Qu quieres decir coneso?, pregunt Soln - Sois todos jvenes de espritu, respondi el sacerdote, porque no tenis en elespritu ninguna opinin antigua fundada sobre una vieja tradicin y ninguna ciencia encanecida porel tiempo. Y he aqu la razn. Ha habido y habr todava a menudo destrucciones de hombrescausadas de diversas maneras, las ms grandes por el fuego y por el agua, y otras menos por mil otrascosas. Por ejemplo, eso que se cuenta tambin entre vosotros de Phaeton, hijo del Sol, que habiendoun da uncido el carro de su padre y no pudiendo mantenerlo en la va paterna, abras todo lo quehaba sobre la tierra y pereci l mismo fulminado por el rayo, tiene, es verdad, la apariencia de una

    fbula; pero la verdad que se oculta, es que los cuerpos que circulan en el cielo alrededor de la tierradesvan su curso y que una gran conflagracin que se produce a grandes intervalos destruye lo queest en la superficie de la tierra. Entonces todos los que viven en las montaas y en los sitios elevadosy ridos perecen ms pronto que los que viven sobre los ros y del mar.

    Nosotros tenemos el Nilo, nuestro Salvador, que, en semejante caso, tambin nos preserva deesa calamidad por sus desbordamientos. Cuando al contrario, los dioses sumergen la tierra bajo lasaguas para purificarla, los habitantes de las montaas, boyeros y pastores, escapan de la muerte, perolos que residen en vuestras ciudades son llevados por los ros al mar, mientras que aqu, ni en esecaso, ni en otros, el agua no baja jams de las alturas a los campos; es al contrario, suben naturalmentesiempre de abajo. He aqu, como y porqu razones se dice que es entre nosotros que se han

    conservado las tradiciones ms antiguas.

    Pero en realidad, en todas partes donde el fro o el calor excesivo no se opone, la raza humanasubsiste siempre ms o menos numerosa. Tambin, todo lo que se ha hecho de bello, de grande o denotable, bajo este aspecto, est entre vosotros, est aqu, est en todo otro pas del cual hayamos odohablar, todo eso se encuentra aqu consignado por escrito en nuestros templos desde un tiempoinmemorial y ha sido as conservado. Entre vosotros y entre los otros pueblos, al contrario, apenasestis provistos de la escritura y de todo lo que es necesario a las ciudades que de nuevo, despus delintervalo de tiempo ordinario, torrentes de agua del cielo caen sobre vosotros como una enfermedad yno dejan sobrevivir de vosotros ms que a los iletrados y a los ignorantes, de suerte que os encontrisen el punto de partida como los jvenes, sin saber nada de lo que ha pasado en los tiempos antiguos,

    es aqu, es entre vosotros. Porque las genealogas de tus compatriotas que recitabas hace un momento,Soln, no difieren mucho de los cuentos de nodrizas. Ante todo, no os acordis ms que de un solodiluvio terrestre, cuando ha habido muchos antes; despus, ignoris que la ms bella y mejor raza quese haba visto entre los hombres ha tomado nacimiento en vuestro pas, de la que vosotros descendis,t y toda vuestra ciudad actual, gracias a un pequeo germen escapado del desastre. Lo ignorisporque los supervivientes, durante muchas generaciones murieron sin dejar nada escrito. Si Soln,fue un tiempo en que ante la ms grande de las destrucciones operadas por las aguas. La ciudad que eshoy dia Atenas, fue la ms valiente en la guerra y sin comparacin la ms civilizada en todos losaspectos; es ella quien, se dice, realiz las ms bellas cosas e invent las ms hermosas institucionespolticas de que hayamos odo hablar bajo el cielo.

    Soln me ha referido que oyendo esto, qued asombrado y rog insistentemente a los sacer-dotes que le contasen exactamente y enseguida lo que concerna a sus conciudadanos de antao.

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    Entonces el viejo sacerdote le respondi: No tengo ninguna razn de rehusar, Soln, y voy ahacerte un relato en consideracin a t y a tu patria, y sobre todo para honrar a la diosa que protegevuestra ciudad y la nuestra y que las ha elevado e instruido, la vuestra, que ella ha formado primero,mil aos antes que la nuestra, de un germen tomado a la tierra y a Hefaistos; y la nuestra seguida-

    mente. Desde el establecimiento de la nuestra ha transcurrido ocho mil aos, esa es la cifra que llevannuestros libros sagrados. Es pues de tus conciudadanos de hace nueve mil aos que voy a exponerbrevemente as instituciones y lo ms glorioso de sus hazaas. Volveremos a tomar todo en detalle yenseguida, otra vez que tengamos la ocasin, con los textos en la mano. Compara primero sus leyescon las nuestras. Vers que un buen nmero de nuestras leyes actuales, han sido copiadas de aquellasque estaban entonces en vigor en vuestro pas. As es que al principio la clase de los sacerdotes estseparada de las otras; lo mismo la de los artesanos, donde cada profesin tiene su trabajo especial, sinmezclarse con otro y el de los pastores, de los cazadores, de los labradores. Para la clase de losguerreros, has observado sin duda que est entre nosotros igualmente separada de todas las otras,porque la ley les prohbe ocuparse de ninguna otra cosa que no sea la guerra. Aade a esto la forma delas armas, escudos y lanzas de los que nos hemos servido, antes que cualquier otro pueblo de Asia,habiendo aprendido su uso de la diosa que os lo haba enseado primeramente. En cuanto a la ciencia,

    ves sin duda con qu cuidado la ley se ha ocupado aqu desde el comienzo, as como del orden delmundo. Partiendo de este estudio de las cosas divinas, ha descubierto todas las artes tiles a la vidahumana, hasta la adivinacin y la medicina, que vela por nuestra salud, y obtiene todos losconocimientos necesarios.

    Es esta constitucin misma y este orden que la diosa haba establecido en vuestro pas al prin-cipio, cuando fund vuestra ciudad, habiendo elegido el lugar donde habis nacido, porque ella habaprevisto que su clima felizmente templado, producira hombres de alta inteligencia. Como ella amabaa la vez la guerra y la ciencia ha llevado su eleccin sobre el pas que deba producir los hombres mssemejantes as misma, y ese es el que ha poblado primero. Y vosotros os gobernabais por esas leyes, yan mejores, sobrepasando a todos los hombres en todos los gneros de mrito, como poda esperarse

    de retoos y alumnos de los dioses. Nosotros guardamos aqu, por escrito, muchas grandes accionesde vuestra ciudad que provocan la admiracin, pero hay una que las excede en grandeza y enherosmo. En efecto, los monumentos escritos dicen que vuestra ciudad destruy antiguamente unainmensa potencia que marchaba insolentemente sobre Europa y Asia entera, viniendo de otro mundosituado en el Ocano Atlntico. Se poda entonces atravesar este Ocano, porque se hallaba una isladelante, ese estrecho que vosotros llamis, decs las columnas de Hrcules. Esta isla, era ms grandeque Libia y Asia reunidas. De esta isla, se poda entonces pasar a las otras islas y de aquellas pasartodo el continente que se extiende enfrente de ellas y costea ese verdadero mar Porque todo lo queest haca ac del estrecho del que hablamos se parece a un puerto en el que la entrada es estrecha,mientras que el que est ms all forma un verdadero mar y que la tierra que lo rodea tieneverdaderamente todos los ttulos para ser llamada continente. Ahora bien, en esta isla de Atlntida, losreyes haban formado una gran y admirable potencia, que extenda su dominacin sobre la isla entera

    y sobre muchas otras islas y algunas partes del continente. Adems, hacia ac del estrecho, a nuestrolado, eran dueos desde Libia hasta Egipto, y de Europa hasta la Tirrena. Ahora bien, un da estapotencia, reuniendo todas sus fuerzas intent dominar de un solo golpe vuestro pas, el nuestro, ytodos los pueblos de este lado del estrecho. Sucedi, entonces, Soln, que el podero de vuestra ciudadhizo estallar ante los ojos del mundo su valor y su fuerza. Como se impona sobre todas las otras porel valor y todas las artes de la guerra, tom el mando de los helenos; aunque, reducida a sus nicasfuerzas por la falta de los otros y puesta as en la situacin ms crtica venci a los invasores, elev untrofeo, preserv de la esclavitud a los pueblos que no haban sido dominados todava y devolvigenerosamente la libertad a todos los que como nosotros, viven en el interior de las columnas deHrcules. Pero en el tiempo que sigui hubo temblores de tierra e inundaciones extraordinarias y, enel espacio de un solo da y de una sola noche nefastos, todos los combatientes que tenamos, fueron

    engullidos de un solo golpe en la tierra y la isla de Atlntida, habindose hundido en el mar,

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    desapareci del mismo modo. He aqu porque hoy da, an ese mar es impracticable e inexplorable, lanavegacin est dificultada, por los bajos fondos cenagosos que la isla ha formado al hundirse.

    CRITIAS

    Ante todo, recordemos que en suma han transcurrido nueve mil aos desde la guerra que, se-gn las revelaciones de los sacerdotes egipcios, estall entre los pueblos que habitaban fuera haciaall de las columnas de Hrcules y todos los que habitaban hacia ac. Es esta la guerra que es precisoahora contar con detalle. De este lado nuestra ciudad, se dice que tuvo el mando y sostuvo toda laguerra; del otro lado, fueron los reyes de la isla de Atlntida, isla que ya lo hemos dicho, era anti-guamente ms grande que Libia y Asia, pero que, hoy en da, engullida por unos temblores de tierra,no ha dejado ms que un limo infranqueable que dificulta el paso a los que navegan desde aqu haciael gran mar. En cuanto a los numerosos pueblos brbaros y a todas las tribus griegas que existan en-tonces, la continuacin de mi discurso, en su desarrollo, les dar a conocer a medida que los encon-trar; pero es preciso empezar por los atenienses de aquel tiempo y por los adversarios que hubieronde combatir, y describir las fuerzas y el gobierno de unos y de otros. Y entre los dos, es al de nuestropais a quien hay que dar la prioridad.

    En otro tiempo, los dioses se repartieron entre ellos la tierra entera, comarca por comarca y sindisputa; porque no sera razonable creer que los dioses ignoran lo que les conviene a cada uno deellos, ni que, sabiendo lo que conviene mejor a unos, los otros intenten apoderarse de ello en favor dela discordia.

    Habiendo pues obtenido en este justo reparto el lote que les convena, poblaron cada uno sucomarca y cuando ella fue poblada, nos criaron a nosotros, sus ovejas, sus criaturas, como los pastoresa sus rebaos, pero sin violentar nuestros cuerpos, como lo hacen los pastores que llevan a pacer suganado a zurriagazos, pero, situndose en la popa donde el animal es ms fcil de dirigir, ellos legobernaban usando la persuasin como timn y dominando as su alma segn su propio plan, y es as

    como ellos conducan y gobernaban toda la especie mortal.Mientras que los otros dioses arreglaban la organizacin de los diferentes pases que la suerte les

    haba asignado, Efaistos y Athena, que tienen la misma naturaleza y porque son hijos del mismo padrey porque concuerdan en el mismo amor a la sabidura y a las artes, habiendo recibido los dos encomn nuestro pas, como un lote que les era propio y naturalmente apropiado a la virtud y alpensamiento, hicieron nacer de la tierra gentes de bien y les ensearon la organizacin poltica. Susnombres han sido conservados, pero sus obras han perecido por la destruccin de sus sucesores y elalejamiento del tiempo. Porque la especie que cada vez sobreviva, era como ya lo he dicho antes, lade los montaeros y la de los iletrados, que no conocan ms que los nombres de los amos del pas ysaban poca cosa de sus acciones. Estos nombres, ellos los daban gustosamente a sus hijos; pero de lasvirtudes y de las leyes de sus mayores, no conocan nada, a parte de algunas vaguedades que se dicen

    sobre cada uno de ellos. En la carencia de cosas necesarias, en que quedaron, ellos y sus hijos durantemuchas generaciones, no se ocuparon ms que de sus necesidades, no preocupndose ms que deellos, y no inquietndose ms por lo que haba pasado antes de ellos y en los tiempos antiguos Losrelatos legendarios y la bsqueda de antigedades aparecen en las ciudades al mismo tiempo que elocio, cuando ven que ciertos hombres estn provistos de las cosas necesarias para la vida, pero noantes. Y he aqu como los nombres de los hombres antiguos se han conservado sin el recuerdo de susgrandes hechos. Y la prueba de lo que anticipo, es que los nombres de Cecrops, de Erecteo, deErichtonio, de Erisictn y la mayor parte de los hroes anteriores a Teseo de los que se ha guardadorecuerdo, son precisamente aquellos de los que se serva segn informe de Soln, los sacerdotes egip-cios cuando le contaron la guerra de aquel tiempo. Y ocurre lo mismo con los nombres de las mujeres.Adems los ropajes y la imagen de la diosa, que los hombres de aquel tiempo representaban armada

    conforme a la costumbre de su tiempo, donde las ocupaciones guerreras eran comunes a las mujeres ya los nios, significa que, entre todos los seres vivientes, masculinos y femeninos, que viven en

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    sociedad, la naturaleza ha querido que fuesen unos y otros capaces de ejercer en comn la virtudpropia de cada especie.

    Nuestro pas estaba entonces habitado por diferentes clases de ciudadanos que ejercan losoficios y sacaban del suelo su sustento. Pero la de los guerreros, separada de las otras desde el co-

    mienzo por los hombres divinos, viva a parte. Tenan todo lo necesario para la nutricin y la educa-cacin, pero ninguno de ellos posea nada propio; pensaban que todo era comn entre todos ellos perono exigan de los otros ciudadanos nada ms all de lo que les bastaba para vivir y ejercan todas lasfunciones que describimos ayer, hablando de los guardianes que nos habamos imaginado.

    Se dice tambin, en lo que concierne al pas, y esta tradicin es verosmil y verdica, ante todo queestaba limitado por el istmo y que se extenda hasta las cspides del Citeron y del Parnaso, de dondela frontera descenda encerrando la Oropia sobre la derecha y costeando el Asopos a la izquierda dellado del mar; que enseguida la calidad del suelo era sin igual en el mundo entero, de suerte que el paspoda sostener un numeroso ejrcito exento de los trabajos de la tierra. Una gran prueba de la calidadde nuestra tierra que es la que queda actualmente, puede rivalizar con no importa cual otra por ladiversidad y la belleza de sus frutos y su riqueza en pastos, justas a toda especie de ganado.Pero en aquel tiempo, a la calidad de estos productos, se una una prodigiosa abundancia. Qu prueba

    tenemos y que es lo que queda del suelo de entonces que justifique nuestro decir?. El pas entero, seadelanta lejos del continente en el mar y se extiende en l como un promontorio y se encuentra que lacuenca del mar que le rodea, es de una gran profundidad. Tambin durante las numerosas y grandesinundaciones que han tenido lugar durante los nueve mil aos, porque es este el nmero de los aostranscurridos desde aquel tiempo hasta nuestro das, el suelo que se desprende de las alturas en estostiempos de desastre, no deposita, como en los otros pases, sedimento notable y desprendindosesiempre sobre el contorno del pas, desaparece en la profundidad de las aguas. Tambin como hasucedido en las pequeas islas, lo que queda ahora, comparado a lo que exista entonces, parece uncuerpo descarnado por la enfermedad. Todo lo que haba de tierra esponjosa y blanda se ha despren-dido y no queda ms que el esqueleto desnudo del pas. Pero, en aquel tiempo, el pas intacto tena, enlugar de montaas, altas colinas; las llanuras que llevan hoy el nombre de Phellus estaban llenas de

    tierra esponjosa; haba sobre las montaas grandes bosques de los que quedan todava hoy testimoniosvisibles. Si en efecto, entre las montaas es donde no se cran ms que las abejas, no hace muchotiempo que se cortaban los rboles apropiados para cubrir las ms vastas construcciones, de las que lasvigas existen todava. Haba tambin muchos grandes rboles frutales y el suelo produca infinito fo-rraje para el ganado. Recoga tambin las lluvias anuales de Zeus y no perda como hoy da el aguaque discurre de la tierra disgregada en el mar, como la tierra era entonces espesa y reciba el agua ensu seno y la tena en reserva en la arcilla impermeable, dejaba escapar en los huecos el agua de las al-turas que haba absorbido y alimentado en todas partes abundantes fuentes y grandes ros. Los san-tuarios que subsisten an hoy da cerca de las fuentes que existan antiguamente, dan testimonio de loque anticipo en este momento. Tal era la conduccin natural del pas. Haba sido cultivado, comopoda esperarse, por verdaderos labradores nicamente ocupados en su trabajo, amigos de lo hermosoy dotados de una felicidad natural, disponiendo de una tierra excelente y agua muy abundante y fa-

    vorecidos en su cultivo del suelo por las estaciones ms felizmente templadas.

    En cuanto a la ciudad, he aqu como estaba ordenada en aquel tiempo. Primeramente la acr-polis no estaba entonces en el estado en que se encuentra hoy en da. En una sola noche, unas lluviasextraordinarias diluyendo el suelo que la sustentaba, la dejaron desnuda. Unos temblores de tierra sehaban producido al mismo tiempo que esta cada prodigiosa de agua, que fue la tercera antes de ladestruccin que tuvo lugar en el tiempo de Deucahon. Pero primero, en otra poca, tal era la grandezade la acrpolis que se extenda hasta Eridn y llisos y comprenda Puyx, y tena por lmite el monteLicabeto del lado que da la cara a Puyx. Estaba enteramente revestida de tierra y, salvo sobre algunospuntos, formaba una llanura en su cspide. Fuera de la Acrpolis al pie mismo de sus declives,estaban las viviendas de los artesanos y de los labradores que cultivaban los campos vecinos. Sobre la

    cspide, la clase de los guerreros moraba sola alrededor del templo de Athenas y de Efaistos, despusde haber rodeado la meseta de una sola valla, como se hace el jardn de una sola casa. Vivan en la

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    parte norte de esta meseta donde haban dispuesto los alojamientos comunes y los refectorios deinvierno y tenan todo lo que convena a su gnero de vida en comn, ya fueran viviendas, ya fuerantemplos, a excepcin del oro y de la plata, porque no hacan uso de estos metales en ningn caso.Atentos en guardar el justo medio entre el fasto y la pobreza servil, se hacan construir casas dondeenvejecan, ellos y los hijos de sus hijos, quienes transmitan siempre las mismas a otros semejantes

    de ellos. En cuanto a la parte sur, cuando la abandonaban en verano, como es natural, sus jardines, susgimnasios, sus refectorios. Sobre el emplazamiento de la acrpolis actual, haba una fuente que fueobstruida por los temblores de tierra y de la que quedan delgados hilitos de agua que chorrean en loscontornos; pero ella suministraba entonces a toda la ciudad una agua abundante, igualmente sana eninvierno y en verano. Tal era el gnero de vida de los hombres que eran a la vez los guardianes de susconciudadanos y los jefes reconocidos de los otros griegos. Velaban cuidadosamente de que sunmero, tanto de hombres como de mujeres, que podan llevar armas, fuese, si era posible,constantemente el mismo, es decir alrededor de veinte mil.

    He aqu pues, cuales eran los hombres y he aqu como administraban invariablemente, segnlas reglas de la justicia, su pas y la Grecia. Tenan renombre en toda Europa y en toda Asia por la be-

    lleza de su cuerpo y las virtudes de todas clases que adornaban sus almas y eran los ms ilustres de loshombres de entonces. En cuanto a la condicin y a la primitiva historia de sus adversarios si mal norecuerdo lo que he odo contar siendo todava nio, es lo que voy ahora a exponeros, para hacer par-ticipar su conocimiento a los amigos que vosotros sois.

    Pero antes de entrar en materia, tengo todava un detalle que explicaros, para que no seaissorprendidos al oir los nombres griegos aplicados a los brbaros. Vais a saber la causa de eso. ComoSoln pensaba en utilizar este relato para sus poemas, se inform del sentido de los nombres y en-contr que los egipcios que los haban escrito primero, los haban traducido a su propia lengua. Elmismo, recobrando a su vez el sentido de cada nombre lo transpuso y transcribi a nuestra lengua.

    Estos manuscritos de Soln estaban en casa de mi abuelo y estn todava en mi casa en este momento,y los he aprendido de memoria siendo nio. As pues, si os nombres parecidos a los nuestros, que estono os cause ningn asombro, ya sabis el motivo.

    Y ahora, he aqu aproximadamente de qu manera comienza este largo relato. Hemosdicho ya a propsito del sorteo que hicieron los dioses, que se repartieron toda la tierra en lotes ms omenos grandes segn los pases y que establecieron en su honor templos y sacrificios. Es as comoPoseidn, habiendo recibido en el reparto la Isla de Atlntida, instal los hijos que haba tenido de unamujer mortal en un lugar de esta isla que voy a describir. Del lado del mar, se extenda por en mediode la isla entera, una llanura que pasa por haber sido la ms bella de todas las llanuras y frtil por ex-celencia. Hacia el centro de esta llanura, a una distancia de alrededor de cincuenta estadios, se veauna montaa que era por todas partes de mediana altura. Sobre esta montaa viva uno de los hombres

    que en el origen, haban nacido en este pas de la tierra. Se llamaba Evenor, y viva con una mujerllamada Leucippe. Engendraron una hija nica, Clito, que acababa de alcanzar la edad nbil cuandosu padre y su madre murieron. Poseidn, prendndose de sta, se uni a ella y fortific la colina dondeviva recortando sus contornos por los cercos hechos alternativamente de mar y de tierra, los msgrandes envolviendo los ms pequeos. Construy dos de tierra y tres de mar y los redondepartiendo del medio de la isla, donde estaban en todas partes a igual distancia, de manera que hacanel paso infranqueable a los hombres; ya que no se conoca en aquel tiempo ni barcos ni navegacin. Elmismo embelleci la isla central, cosa fcil para un dios. Hizo brotar del suelo dos fuentes de agua,una caliente y otra fra, e hizo producir a la tierra los alimentos ms variados y abundantes. Engendrcinco parejas de gemelos varones, los cri y, habiendo repartido la isla entera de la Atlantida, en diezporciones, otorg al primer nacido del par ms viejo, la morada de su madre y el lote de tierra

    circundante, que era el ms vasto y el mejor; le estableci rey sobre todos sus hermanos y, de stoshizo unos soberanos, dndoles a cada uno de ellos un gran nmero de hombres para gobernar y un

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    vasto territorio. Les dio nombres a todos. El ms viejo, el rey, recibi el nombre que sirvi paradesignar la isla entera y el mar que se llama Atlntico, porque el primer rey del pas en esa pocallevaba el nombre de Atlas. El gemelo nacido despus de l a quien haba tocado en suerte laextremidad de la isla del lado de las columnas de Hrcules, hasta la regin que se llama hoy da Gad(rica en ese pas, se llamaba en griego Eumelos y en dialecto indgena Gadiro, nombre del cual la

    regin ha sacado sin duda el suyo. Los nios del segundo par fueron llamados, uno Amferes, el otroEvaimon. Del tercer par, el mayor recibi el nombre de Mneseus, el menor el de Autochthon. Delcuarto, el primer nacido fue llamado Elasippos, el segundo Mestor, al mayor del quinto grupo se ledio el nombre de Azas, al menor el de Diapreps. Todos los hijos de Poseidn y sus descendientesvivieron en ese pas durante largas generaciones. Reinaban sobre muchas otras islas del Ocano y,como he dicho ya, extendan adems su imperio, de este lado, al interior del estrecho, hasta Egipto yTirrenia.

    La raza de Atlas fue numerosa y conserv los honores del poder. El ms anciano era rey, y co-mo transmita siempre el cetro al mayor de sus hijos, conservaron el reinado durante numerosas gene-raciones. Haban adquirido riquezas inmensas, tales como no se vieron jams en ninguna dinasta realy como no se vern fcilmente en el futuro. Disponan de todos los recursos de su ciudad, y de todas

    aquellas que era preciso tener de tierra extranjera. Mucho les vena de fuera, gracias a su imperio,pero es la misma isla quien les suministraba la mayor parte de las cosas para el uso cotidiano, enprimer lugar, todos los metales slidos o fusibles que se extraan de las minas, y en particular unaespecie de la que no poseemos ms que el nombre, pero que era entonces ms que un nombre y que seextraa de la tierra en muchos sitios de la isla, el oricalco, el ms precioso despus del oro, de losmetales entonces conocidos. Despus, todo lo que el bosque suministraba de materiales para lostrabajos de los carpinteros, la isla lo produca en abundancia. Suministraba tambin abundantemente,animales domsticos y salvajes. Se encontraba tambin una raza de elefantes muy numerosa; pues ellaofreca un abundante pasto, no solamente a todos los animales que pacan a la orilla de los pantanos,de los lagos y de los ros, o en los bosques, o en las llanuras, sino an igualmente para este animal,que por naturaleza es el ms grande y el ms voraz. Adems, todos los perfumes que la tierrasuministra actualmente, en cualquier sitio que sea, vengan de raices o de hierbas, o de madera o jugos

    destilados por las flores o las frutas, los produca y los criaba perfectamente, y tambin los frutoscultivados y los secos que usamos para nuestra alimentacin, y todos aquellos de los que nos servimospara completar nuestras comidas, y que designamos por el trmino general de legumbres, y esos frutosleosos que nos suministran las bebidas, los alimentos y los perfumes, y ese fruto de escamas y deconservacin difcil, hecho para nuestro regocijo y nuestro placer, y todos aquellos que nos servimosdespus de las comidas para el solaz y la satisfaccin de aquellos que sufren de una pesadez deestmago, todos estos frutos, esta isla sagrada que vea entonces el sol, los produca magnficos,admirables, en cantidades infinitas. Con todas esas riquezas que sacaban de la tierra, los habitantesconstruyeron los templos, los palacios de los reyes, los puertos, los astilleros martimos, yembellecieron todo el resto del pas en el orden que voy a decir.

    Comenzaron por edificar puentes sobre los fosos de agua de mar que rodeaban la antiguametrpolis, para acondicionar un paso hacia fuera y hacia el palacio real. Este palacio, lo habanelevado desde el origen en el sitio habitado por el dios y por sus ancestros. Cada rey, al recibirlo de supredecesor, aada sus embellecimientos y pona todos sus cuidados en sobrepasarlos, tanto es as quehicieron de su morada un objeto de admiracin por la grandeza y la belleza de sus trabajos. Cruzarondespus el mar hasta el recinto exterior por un canal de tres metros de ancho, de cien pies deprofundidad y de cincuenta estadios de longitud; y abrieron a los barcos procedentes del mar unaentrada en ese canal como en un puerto, acondicionando una embocadura suficiente para que los msgrandes barcos pudiesen penetrar en l. Adems a travs de los cercos de tierra que separaban a los deagua de mar enfrente de los puentes, abrieron zanjas suficientemente largas para permitir pasar de unrecinto al otro, y por encima de esas zanjas, pusieron techos para que se pudiera navegar por debajo;pues los parapetos de los cercos de tierra estaban bastante elevados por encima del mar. El ms

    grande de los fosos circulares, el que comunicaba con el mar, tena tres estadios de longitud y el cercode tierra que le segua tena otro tanto. De los dos cercos siguientes, el de agua tena una longitud de

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    dos estadios y el de tierra era an igual al de agua que le preceda; el que rodeaba la isla central notena ms que un estadio. En cuanto a la isla donde se encontraba el palacio de los reyes, tena undimetro de cinco estadios. Revistieron de un muro de piedra el contorno de esta isla, los cercos y losdos lados del puente, que tena la anchura de un metro. Pusieron torres y puertas sobre los puentes yen todos los sitios por donde pasaba el mar. Extrajeron sus piedras del contorno de la isla central y por

    debajo de los fosos, en el exterior y en el interior de stas las haba blancas, negras y rojas. Y almismo tiempo que extraan las piedras, construyeron drsenas dobles cruzadas en el interior del suelo,y cubiertas del techo por la roca misma. Entre estas construcciones, una eran de un solo color, en lasotras entremezclaron las piedras de manera que hacan un tejido variado de colores para el placer delos ojos y les dieron as un encanto natural. Revistieron de bronce a guisa de pintura todo el contornodel muro que rodeaba el cerco ms exterior; de estao fundido el del cerco ms interior, y la querodeaba la acrpolis misma de oricalco con reflejos de fuego.

    El palacio real, en el interior de la acrpolis haba sido arreglado como voy a decir. En elcentro mismo de la acrpolis haba un templo consagrado a Clito y a Poseidn. El acceso a l estabaprohibido y estaba rodeado de un cercado de oro. Es all donde el origen haba engendrado y vieron elda la raza de los diez prncipes. Es all tambin donde se iban cada ao de las diez provincias que se

    haban repartido, a ofrecer a cada uno de ellos los sacrificios de la estacin. El templo de Poseidnmismo era un estadio de largo, de tres pletros de largo y de una altura proporcionada a estasdimensiones; sin embargo, tena en su aspecto algo brbaro. El templo entero, en el exterior, estabarevestido de plata, excepto las acroteras que eran de oro; en el interior, la bveda era toda entera demarfil esmaltado de oro, de plata y de oricalco; todo el resto, muros, columnas y pavimento, estabaguarnecido de oricalco. En l, se haban levantado estatuas de oro, en particular la del dios, de piesobre un carro, conduciendo seis caballos alados, y tan grande, que su cabeza tocaba la bveda,despus, en crculo alrededor de l, cien Nereidas sobre los delfines, porque se crea entonces queellas eran de nmero de cien; pero haba tambin muchas otras estatuas consagradas por losparticulares. Alrededor del templo, en el exterior, se erigan las estatuas de oro de todas las princesasy de todos los prncipes que descendan de los diez reyes y muchas otras grandes estatuas dedicadas

    por los reyes y los particulares, fueran de la misma ciudad o fueran de los pases de fuera sometidos asu autoridad. Haba tambin un altar en que la grandeza y el trabajo estaban de acuerdo con todo esteaparato, y todo el palacio estaba igualmente proporcionado a la grandeza del imperio, como tambin alos ornamentos del templo.

    Las dos fuentes, una de agua fra y la otra de agua caliente, tenan un caudal considerable yestaban, cada una de ellas, maravillosamente adaptadas a las necesidades de los habitantes por el pla-cer y virtud de sus aguas. Las haban rodeado de edificios y de plantaciones de rboles apropiados alas aguas.

    Haban construido alrededor de los estanques unos a cielo abierto, otros cubiertos, destinados alos baos calientes en invierno. Los reyes tenan las suyas a parte, y los particulares tambin; haba

    otras para las mujeres y otras para los caballos y otros animales de arrastre, siendo dispuesto cada unode ellos segn su destino. Conducan el agua que se derramaba en el bosque sagrado de Poseidn,donde haban rboles de todas las esencias, de una grandeza y de una belleza divinas, gracias a lacalidad de su suelo; luego, la hacan discurrir en los cercos exteriores por los acueductos que pasabansobre los puentes. All, se haban dispuesto numerosos templos dedicados a numerosas divinidades,muchos jardines y muchos gimnasios, unos para los hombres, otros para los caballos, estos ultimosestaban construidos a parte en cada una de las dos islas formadas por los recintos circulares. Entreotros, en medio de la isla mayor, se haba reservado el sitio para un hipdromo de un estadio ancho,que se extenda en longitud sobre todo el recinto, para consagrarlo a las carreras de caballos.Alrededor del hipdromo haba en cada lado, los cuarteles para la parte ms grande de la guardia.Aquellos de los guardas que inspiraban mayor confianza hacan guarnicin en el ms pequeo de losdos recintos, que era tambin el ms cercano de la acrpolis, y a los que se distinguan entre todos por

    su gran fidelidad, se haba asignado los cuarteles en el interior de la acrpolis alrededor de los mismosreyes.

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    Los arsenales estaban llenos de trirremes y de todos los aparejos necesarios a las trirremes,todo perfectamente dispuesto. Y he aqu como todo estaba dispuesto alrededor del palacio de losreyes.

    Cuando se haban atravesado los tres puertos exteriores, se encontraba un muro circular co-menzando en el mar y por todas partes, distante de cincuenta estadios del cerco ms grande y de supuerto. Este muro vena a cercar en el mismo punto la entrada del canal del lado del mar. Estaba todol repleto de casas numerosas y apretadas las unas contra las otras, y el canal y el puerto ms grandeestaban llenos de barcos y de mercaderes venidos de todos los pases del mundo, y de su multitud seelevaban da y noche los gritos, el tumulto y ruidos de toda especie.

    Acabo de daros un informe bastante fiel de lo que se me dijo antao de la ciudad y del viejopalacio. Ahora me es preciso intentar recordar cul era el carcter del pas y la forma de su organiza-cin. Ante todo, se me dijo que todo el pas era elevado y escarpado sobre el mar, pero que alrededorde la ciudad se extenda una llanura que la rodeaba y que era asmismo rodeada de montaasdescendiendo hasta el mar; que su superficie era lisa y regular, que era oblonga en su conjunto, quemeda por un lado tres mil estadios, y en su centro subiendo del mar, dos mil.

    Esta regin estaba en toda la longitud de la isla, expuesta al medioda y al abrigo de los vientosdel norte. Se alababan entonces las montaas que la rodeaban, de superar en nmero, en grandeza y enbelleza a todas las que existen hoy da. Encerraban un gran nmero de ricos pueblos poblados deperiecos, los ros, los lagos y las praderas que suministraban un pasto abundante a todos los animalesdomsticos y salvajes y los bosques abundantes y las esencias variadas ampliamente suficientes paratoda clase de obras de la industria.

    Ahora bien, esta llanura haba sido, gracias a la naturaleza y a los trabajos de un gran nmerode reyes en el curso de largas generaciones, arreglada como voy a decir. Tena la forma de uncuadriltero generalmente rectilneo y oblongo; lo que le faltaba en regularidad, haba sido corregidopor un foso cavado en su contorno. El que mira la profundidad, la anchura y la longitud de este foso,le es difcil creer que haya tenido las proporciones que se le atribuyen, si se le considera que era unaobra hecha por la mano del hombre, aadida a los otros trabajos. Es preciso sin embargo, repetir loque hemos odo decir: haba sido cavada de la profundidad de un pletro, su anchura era alrededor deun estadio y como su longitud abarcaba toda la llanura, suba a diez mil estadios. Reciba los cursosde agua que bajaban de las montaas, daba la vuelta a la llanura, lindaba a la ciudad por sus dosextremidades, por donde se la dejaba desembocar en el mar.

    De la parte alta de la ciudad, salan unas zanjas de alrededor de cien pies de anchura, quecortaban la llanura en lnea recta y se descargaban en la fosa cerca del mar; de una a otra, haba unintervalo de cien estadios. Servan para el flotaje de troncos descendidos de las montaas hacia laciudad y para el transporte por barcos de las otras producciones de cada estacin, gracias a canalesque salan de las zanjas y las hacan comunicar oblicuamente las unas con las otras y con la ciudad.Notad, que haba todos los aos dos recolectas, porque el invierno se utilizaban las lluvias de Zeus, yen verano, las aguas que brotaban de la tierra que llevaban las acequias.

    En lo que respecta al nmero de soldados que deba proporcionar la llanura, en caso deguerra, se haba decidido que cada distrito era diez veces diez estadios y haba entre todo seismiradas. En cuanto a los hombres que se podan sacar de las montaas y del resto del pas, sunmero, por lo que se me ha dicho, era infinito; haban sido todos repartidos por localidades y porpueblos entre esos distritos, bajo la autoridad de los jefes. Ahora bien, el jefe tena orden deproporcionar para la guerra la sexta parte de un carro de combate, con vistas de llevar este efectivo adiez mil; dos caballos y sus caballeros, adems un tiro de dos caballos, sin carro, con un combatientearmado de un pequeo escudo y un conductor de los dos caballos transportado detrs del combatiente,ms dos infantes, los arqueros y los lanceros en nmero de dos por cada clase, los infantes ligeroslanzadores de piedras y de venablos en nmero de tres por cada clase y cuatro marineros para llenarmil doscientos navos. Es as como estaba reglamentada la organizacin militar de la ciudad real. Para

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    las otras nueve provincias, cada una tena su organizacin particular, la explicacin de las cualesrequerira mucho tiempo.

    El gobierno y los cargos pblicos haban sido reglamentados en el origen de la manerasiguiente: Cada uno de los diez reyes en su distrito y en su ciudad tena todo poder sobre los hombresy sobre la mayor parte de las leyes; castigaba y haca ejecutar a quien quera. Pero su autoridad, unasobre la otra y sus relaciones mutuas estaban reglamentadas por las instrucciones de Poseidn, talcomo les haban sido transmitidas por la ley, y por las inscripciones gravadas por los primeros reyes,sobre una columna de oricalco, situada en el centro de la isla, en el templo de Poseidn. Es en estetemplo donde se reunan cada cinco aos o cada seis alternativamente, otorgando el mismo honor alpar y al impar. En esta asamblea, deliberaban sobre los asuntos comunes, se enteraban si uno de ellosinfringa la ley y le juzgaban. En el momento de iniciar su juicio, se daban primero los unos a losotros las muestras de su fe de la manera siguiente: Haba en el recinto del templo de Poseidn toros enlibertad. Los diez reyes, dejados solos, rogaban al dios que les hiciera capturar la vctima que le fuesems agradable, despus de lo cual, se ponan a cazarlos con bastones y nudos corredizos sin hierro.Llevaban entonces a la columna el toro que haban cogido, lo degollaban en su cspide y hacanmanar la sangre sobre la inscripcin. Sobre la columna, adems de las leyes estaba grabado unjuramento que profera las terribles imprecaciones contra aquellos que desobedecieran. Despus quehaban sacrificado siguiendo sus leyes, consagraban todo el cuerpo del toro, luego llenaban de vinouna cratera, echaban en ste, en nombre de cada uno de ellos un cogulo de sangre y llevaban el restoal fuego, despus de haber purificado el contorno de la columna. Sacando de la cratera con copas,hacan una libacin sobre el fuego, jurando que juzgaran conforme a las leyes inscritas sobre lacolumna y castigaran a quienquiera que la hubiese violado anteriormente, que en el futuro noinflingiran voluntariamente ninguna de las prescripciones escritas y no mandaran ni obedeceran unmandato, sino conforme a las leyes de su padre.

    Cuando cada uno de ellos haba adquirido este compromiso para si mismo y su descendencia,beba y consagraba su copa en el templo del dios despus se ocupaba de la comida y de las ceremo-nias necesarias. Cuando la obscuridad llegaba y el fuego de los sacrificios estaba apagado, cada unode ellos revesta una ropa azul oscuro de gran belleza, despus se sentaban en tierra en las cenizas delfuego del sacrificio donde haban prestado el juramento y durante la noche despus de haber apagadotodo el fuego en el templo, eran juzgados o juzgaban si alguno acusaba a otro de haber infringidoalguna prescripcin. Una vez sus juicios acabados, los inscriban, al retorno de la luz, sobre una tablade oro y los consagraban con sus ropas, como un memorial. Haba adems muchas otras leyes parti-culares relativas a las prerrogativas de cada uno de los reyes, de las cuales las ms importantes eran nousar jams las armas unos contra otros, reunirse para prestarse ayuda, en el caso en que uno de ellosintentara destruir una de las razas reales de un estado, deliberar en comn, como sus predecesores,sobre las decisiones a tomar referentes a la guerra y los otros asuntos, pero dejando la hegemona a laraza de Atlas. El rey no era dueo de condenar a muerte a ninguno de los de su raza sin elasentimiento de ms de la mitad de los diez reyes.

    Tal era el formidable podero que exista entonces en ese lugar y que el dios reuni y volvicontra nuestro pas, por la razn que sigue. Durante numerosas generaciones, mientras que la natu-raleza del dios se hizo sentir suficientemente en ellos, obedecieron sus leyes y quedaron ligados alprincipio divino al cual estaban emparentados. No tenan ms que pensamientos verdaderos y grandesen todo punto, y se comportaban con dulzura y sabidura delante de todos los azares de la vida y conrespeto los unos a los otros. Adems no prestando atencin ms que a la virtud, hacan poco caso desus bienes y soportaban alegremente la carga que era para ellos el caudal de su oro y de sus otrasposesiones. No estaban embriagados por los placeres de la riqueza y siempre dueos de s mismos, noeludan su deber.

    Prudentes como eran vean netamente que todos esos bienes tambin crecan por el afecto mutuounido a la virtud y que si se les honra, stos perecen y la virtud con ellos. Mientras que razonaron asiy preservaron su naturaleza divina, vieron crecer todos los bienes de los cuales he hablado. Pero

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    cuando la porcin divina que haba en ellos se alter por su frecuente mezcla con un elemento mortalconsiderable y que el carcter humano predomin, incapaces desde entonces, de soportar laprosperidad, se condujeron indecentemente y para aquellos que saben ver aparecan feos, porqueperdan el ms bello de sus bienes preciosos, mientras que los que no saben discernir que es la verda-dera vida feliz, los encontraban justamente perfectamente bellos y felices, infectados como estaban deinjustas codicias y del orgullo de dominar. Entonces el dios de los dioses, Zeus, que reina siguiendolas leyes y que puede discernir esta suerte de cosas, apercibindose del desgraciado estado de una razaque haba sido virtuosa, resolvi castigarlos para volverlos ms moderados y ms sabios. A esteefecto, reuni a todos los dioses en su morada, la ms preciosa, la que, situada en el centro de todo eluniverso, ve todo lo que participa a la generacin, y habindolos reunido les dijo:

    (el manuscrito de Platn termina con estas palabras).

    EL TESTIMONIO DE IGNATIUS DONNELLY

    Al lado de hiptesis sorprendentes situando la Atlntida en Suecia, en frica Negra o en frica delNorte, el estudio de Ignatius Donnelly aparece como reflejando una gran parte de la verdad.Ciertamente, est lejos, muy lejos de ser completo y las hiptesis diferentes no son en s mismas ente-ramente errneas como lo veremos enseguida; no han hecho sino extender lo particular a lo general,atribuyendo al continente lo que no era ms que una colonia. Pero Ignatius Donnelly, en sus bs-quedas y conclusiones, no ha cometido ms que los errores de detalle y lo que l refiere debe ser co-nocido aunque lo esencial no est contenido. Este esencial, por otra parte, este manuscrito se os pro-pondr pronto por una voz prestigiosa como el coronamiento del testimonio de Platn y el de IgnatusDonnelly que he aqu ahora reproducido:

    Este libro ha sido escrito con el propsito de manifestar algunas concepciones bien determinadasy del todo nuevas. Se encontrar probado en el:

    1. Que antiguamente, en medio del Ocano Atlntico, enfrente de la entrada del Mediterrneo,exista una gran isla que era el resto de un continente atlntico y que fue conocido del mundoantiguo bajo el nombre de Atlntida.

    2, Que la descripcin dejada por Platn de esta isla no es del todo como se la ha admitido largotiempo, una fbula fantstica, sino que es de verdica historia prehistrica.

    3. Que la Atlntida fue la tierra donde el hombre por primera vez se elev por encima de la bar-barie y creci con la civilizacin.

    4. Que la poblacin de la Atlntida, en el curso de innumerables siglos, se desarroll en una nacinnumerosa y potente de la que el excedente de poblacin pobl razas civilizadas, las riberas delgolfo de Mxico, las del Mississipi, del ro de las Amazonas, del Ocano Pacfico, en Amricadel Sur y por la otra parte, el mar Mediterrneo, las costas de la Europa Occidental y del fricaOccidental, del mar Bltico, del mar Negro y del mar Caspio.

    5. Que la Atlntida no era otra cosa que el mundo antes del Diluvio con el jardn del Edn oParaso, con los jardines de las Hesprides, Los Campos de Eleusis, los jardines de Alcinous,del Mesonfalo, con el Olimpo, el Asgard de las tradiciones de los pueblos antiguos que, todos,constituyen el recuerdo de un pas donde los hombres desde los siglos de los siglos vivan en ladicha y en la paz.

    6. Que los dioses, las diosas y los hroes de los antiguos griegos, fenicios, hindes y de la mito-loga nrdica, no eran otra cosa que los reyes, las reinas y los hroes de la Atlntida y que los

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    actos o hazaas que les atribuye la mitologa no son otra cosa que el recuerdo confuso deacontecimientos prehistricos reales.

    7. Que la mitologa de los egipcios y del Per constitua la religin primitiva de los atlantes, queconsista en una veneracin al sol.

    8. Que los tiles y otros utensilios de la edad del Bronce en Europa provenan de la Atlntida, yque los atlantes fueron los primeros en trabajar el hierro.

    9. Que la Atlntida era el lugar donde residieron primitivamente tanto los troncos tnicos arios ofamilias indo-europeas, como las razas semticas y quizs tambin la raza turndia.

    10. Que la Atlntida fue aniquilada por un espantoso cataclismo natural que engull en el mar latotalidad de la isla hasta el nivel de las ms altas cspides (estas cspides constituyen actual-mente las Azores), con casi todos sus habitantes.

    11. Que solamente algunos individuos se escaparon en barcos o balsas. Llevaron a los pueblos es-tablecidos sobre las costas orientales y occidentales del Ocano la noticia de la espantosa ca-tstrofe, de la que el recuerdo persiste hasta nuestra poca, entre muchos de los pueblos de losdos continentes, bajo la forma del recuerdo de un diluvio universal.

    Apoyndonos sobre una infinidad de hechos sacados de las fuentes ms diversas, ensayemosahora, despus de los resultados de nuestras bsquedas, de reconstituir el cuadro general tan fiel comosea posible, de lo que era la humanidad antidiluviana y hacer renacer a nuestros ojos la Atlntida.

    El reino de Atlntida, en el sentido estricto de la palabra, estaba constituido, como sabemos,por una gran isla alrededor de la cual haba sembradas probablemente, tanto al este como al oeste.semejantes a piedras miliarias, entre Europa y Amrica, un gran nmero de pequeas islas. Sobre laisla principal se elevaban montaas volcnicas, que suban hasta el alisio superior y de las que lacumbre estaba cubierta de nieves eternas. Al pie de estas montaas, se extendan las altas mesetassobre las que los reyes vivan con sus cortes. Debajo de esta regin de altas mesetas se encontraba lagran llanura de la Atlntida. De las montaas centrales descendan cuatro ros cada uno de los cualestena su direccin siguiendo a cada uno de los puntos cardinales, hacia el norte, el sur, el este y eloeste. El clima era el actual de las Azores, dulce y agradable. El suelo, volcnico y fecundo, era en susdiversos niveles, adecuado a la produccin, tanto de los frutos de los trpicos, como los de las zonastempladas.

    La poblacin primitiva estaba constituida al menos, por dos razas humanas diferentes, unaraza morena oscura o rojiza, parecida a las poblaciones de la Amrica Central, a los berberes o a losegipcios y una raza blanca parecida a los griegos, a los godos, a los celtas y a los escandinavos. Entrelos diversos pueblos tuvieron lugar conflictos de razas, para la conquista de la supremaca. La raza decolor oscuro parece haber sido la ms pequea en lo que concierne a la estatura, como lo indica lapequeez de sus manos; la raza de color claro era de talla mucho ms alta. De donde las leyendasgriegas relativas a los Titanes y a los Gigantes. Los guanches de las islas Canarias eran hombres de al-ta estatura. Como los objetos fabricados en la Edad de Bronce revelan una raza humana de mano pe-quea y como por otra parte, la raza que posea los barcos y la plvora de can, tom parte en laguerra contra los gigantes, se puede concluir que la raza de piel oscura era la ms civilizada, que era lade los trabajadores de los metales y de los navegantes.

    El hecho que costumbres anlogas y una concepcin anloga de la vida dominaran sobre las dosorillas del ocano, supone la comunidad de su origen. El hecho que la explicacin de muchos usosconstatados en los dos continentes no puede ser encontrado ms que en Amrica, indica que haba enAmrica una poblacin primitiva que, en sus migraciones, transport bien sus usos consigo, peroolvid su origen, la ocasin de su constitucin.

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    El hecho de que los animales domsticos y las producciones agrcolas ms necesarios son in-dgenas de Europa y no de Amrica, podra indicar que una poblacin americana primitiva que emigrde alguna manera de Amrica hacia la Atlntida, estaba desprovista de civilizacin y que enseguidasolamente se produjo en la Atlntida una floracin de la civilizacin.

    En una poca todava ms reciente, las relaciones de los atlantes con Europa fueron ms f re-cuentes y ms regulares que con Amrica. En lo que concierne a los animales domsticos de bastantegran talla, eran ciertamente bastante ms difcil de transportarlos sobre los barcos desprovistos depuentes de aquel tiempo, de la Atlntida hacia Amrica, sobre una larga extensin de mar, de la At-lntida a Europa, lo cual poda hacerse por etapas hasta la costa de Espaa, pasando por este grupo deislas, ahora sumergidas que se hallaban delante de la entrada del mar Mediterrneo.

    Se puede decir tambin que el clima de Espaa y de Italia haya sido ms favorable al desa-rrollo del centeno, del trigo candeal, de la avena, que al del maz, cuando la atmsfera ms seca deAmrica convena mejor a este ltimo. Todava ahora, se cultiva relativamente poco trigo candeal ocebada en Amrica Central, el Per y Mxico y por as decirlo, nada en las zonas bajas de estos pa-ses, mientras que, al contrario, se cultiva relativamente menos maz en Italia, en Espaa y en EuropaOccidental en la que el clima lluvioso no es favorable a esta planta. Como hemos visto anteriormente,se tiene toda la razn al creer que en tiempos muy lejanos el maz era ya cultivado en las regionessecas de Egipto y de la China.

    Del mismo modo que la ciencia lingstica basndose sobre la presencia o sobre la ausen-cia de ciertas familias de palabras en las diversas lenguas derivadas de la lengua aria primitiva ha he-cho posible una reconstruccin de la historia de las migraciones de los arios, igualmente un tiempovendr en que la comparacin metdica y cuidadosa de las palabras, de las costumbres, de las artes,de la concepcin de la vida existente, sobre las dos orillas opuestas del Ocano Atlntico permitir laconstitucin de un bosquejo aproximadamente exacto de la historia atlante. El pueblo de la Atlntidahaba llegado muy lejos en la va del progreso de la agricultura. La existencia del arado en Egipto y enel Per demuestra que este aparato era conocido tambin en la Atlntida. Y como los cuernos de Baalestablecen la alta estima en que se tena al ganado, debemos tambin admitir que los atlantes habansuperado desde mucho tiempo el perodo en que el arado es tirado por el hombre (como en Egipto yen el Per en los tiempos antiguos, y an en Suecia en la poca histrica), para llegar al perodo enque el arado es arrastrado por un caballo o al menos por bueyes. Fueron los primeros que criaron alcaballo como animal domstico y esto es tambin porque el dios del mar Poseidn o Neptuno, tiene sucarro tirado por caballos, de donde tambin los campos de carreras para los caballos, como Platn losdescribi. Tenan corderos y fabricaban lana, criaban tambin cabras, perros y cerdos. Cultivaban elalgodonero y fabricaban tambin tejidos de algodn; cultivaban el maz, el trigo candeal, la cebada, elcenteno, el tabaco, el camo y el lino, quiz tambin la patata. Construan grandes acueductos;conocan la irrigacin artificial de las tierras. Tenan un alfabeto, trabajaban el zinc, el bronce, laplata, el oro y el hierro.

    Cuando la poblacin de este pas, despus de un muy largo perodo de paz y de progreso, empezfinalmente a convertirse en superabundante, enviaron al este y al oeste, hasta los confines del mundograndes expediciones colonizadoras. Esto no fue la obra de algunos aos, sino la de siglos enteros y lasituacin que se cre entre estas diversas colonias debi ser poco ms o menos la misma que la queexisti ms tarde entre las colonias de los fenicios, de los griegos o de los romanos. Los colonos semezclaron de igual modo con las poblaciones primitivas o autctonas de los diversos pasescolonizados y los cruzamientos de pueblos que se reprodujeron durante los tiempos histricos debenya de haber tenido lugar durante millares de aos, antes, dando nacimiento a nuevas razas y a nuevaslenguas. El resultado fue que las pequeas razas primitivas fueran modificadas en el sentido de uncrecimiento de su talla y que el color de la piel pas insensiblemente del blanco ms claro al negroms oscuro, por una serie de tonalidades intermedias.

    En muchos aspectos, el conjunto del Imperio atlante se pareca a lo que es la Inglaterra dehoy con el Imperio Britnico actual, la british commonwealth. La Atlntida pudo presentar la

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    misma variedad de razas, como tambin una mayor variedad que el Imperio Britnico actual. Tuvocolonias, como actualmente Inglaterra, en Asia, en Europa, en frica y en Amrica y expandi conellas su civilizacin hasta los confines de la tierra. En el III siglo y el IV siglo de nuestra era, hemosvisto ya las poblaciones inglesas aposentarse sobre las orillas de Francia y de Armrica constituir co-lonias donde se ha continuado la nacionalidad, as como la lengua de la madre patria, pueblo de orgenatlntico. Podemos suponer que igualmente hubo expediciones colonizadoras hamticas de laAtlntida hacia Siria, Egipto y los pases berberes. Si imaginamos hoy una emigracin masiva dehiglanders escoceses, de galos, de irlandeses y de habitantes de Cornualles abandonando todos juntosel suelo de las Islas Britnicas y trasplantando hacia nuevas patrias la civilizacin inglesa, tendremosuna imagen exacta de lo que se deriv del hecho de las expediciones colonizadoras de los atlantes.Inglaterra, con su civilizacin de origen atlntico, poblada de razas provnentes del mismo tronco,renueva en los tiempos modernos el imperio de Zeus y de Cronos y, del mismo modo que hemos vistoTroya, Egipto y Grecia tomar las armas contra el tronco primitivo, hemos visto tambin en lostiempos modernos la Bretaa francesa y las colonias americanas separarse de Inglaterra, lo que no haprivado a las particularidades raciales de permanecer comunes, pero que ha roto los lazos de la unidadpoltica.

    En lo que concierne a la religin, la Atlntida haba ya llegado a todas las concepcioneselevadas y fundamentales que, cualquiera que fuese en la prctica su influencia real, constituan contodo las bases tericas de casi todas las religiones modernas. La concepcin de lo divino estaba yabastante afinada para que los atlantes hubieran reconocido la existencia de una grande y primitivacausa primera general y todopoderosa. Nos volveremos a encontrar el crculo de ese dios nico en elPer y en el Egipto primitivo. Consideraban al sol como el smbolo poderoso y el instrumento de undios nico que manifestaba por l su voluntad. Una concepcin tan elevada no poda ser ms que elfruto de una alta civilizacin. La ciencia moderna ha establecido cun absolutamente la vida entera dela tierra depende de los rayos del sol.

    Entretanto, el pueblo de la Atlntida haba ido muy lejos. Los atlantes crean que el alma humanaes inmortal y que deba revivir en su envoltura corporal. En otros trminos crean en la resurreccinde los cuerpos y en una vida eterna. Es por eso que embalsamaban a sus muertos.

    Los atlantes tenan una casta sacerdotal organizada. Su religin era pura y simple. Vivan bajoun rgimen monrquico. Tenan reyes con una corte. Tenan jueces, crnicas, monumentosconmemorativos cubiertos de inscripciones, minas, fundiciones, fbricas, telares, molinos para granos,barcos y veleros, conductos de agua, canales y canteras. Tenan procesiones banderas, arcos detriunfo para sus reyes y sus hroes. Construan pirmides, templos, torres redondas y obeliscos,conocan la brjula y la plvora de can. En una palabra, disfrutaban de una civilizacin que se ele-vaba casi tan alto como la nuestra. No les faltaba ms que la imprenta y las invenciones fundadas so-bre el vapor, la electricidad y el magnetismo. Se nos cuenta que Deva Nahusha haba visitado las co-lonias ms lejanas de la India. Un imperio que se extenda desde Cordillires hasta el Indostn y an

    hasta la misma China, debi ser en todo caso un imperio de un fabuloso podero. En sus grandes feriasy en sus grandes mercados, deba de encontrarse el maz del Mississipi; el cobre del Lago Superior; eloro y la plata de Mxico y del Per, las especies de la India, el zinc del pas de Gales y deCornnualles, el bronce de Espaa, el mbar del Bltico, el trigo y el centeno de Grecia, Italia y Suiza.

    No es extraordinario que la cada de ese poderoso pueblo primitivo, el sbito hundimiento desus tierras bajo la superficie del Ocano, en medio de espantosos temblores de tierra y de cataclismosatmosfricos, hayan dejado en la imaginacin de la especie humana impresiones indelebles.Supongamos que en la jornada de hoy mismo, las Islas Britnicas todas enteras con todos sus habi-tantes y todos los tesoros de su civilizacin sufriesen la misma suerte y que fueran engullidas en elmar hasta cerca de la cumbre de las ms altas montaas de Escocia, qu espanto se apoderara de lascolonias inglesas e igualmente de la humanidad entera!. Admitamos an, que despus de este suceso,

    el mundo fuese conducido a recaer en la barbarie universal, entonces los hombres como Guillermo elConquistador, Ricardo Corazn de Len, Alfredo el Grande, Cronwell y la Reina Victoria no

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    sobreviviran en la memoria de las nuevas generaciones, ms que transformados en dioses o en de-monios, pero el recuerdo de la enorme catstrofe, en la cual habra desaparecido la madre patria, elcentro del mundo, no podra jams desaparecer de la memoria de los hombres. Subsistira ms o me-nos fragmentariamente en todos los pases de la tierra, primero bajo la forma de un relato de carcterhistrico verdico, luego, en el curso ulterior de los tiempos, como leyenda, como tradicin, comofbula, como cuento. El recuerdo de un tal suceso sobrevivira al de millares de transformaciones delmundo menos profundas y menos terribles, sobrevivira a las dinastas, a las naciones, a las religionesy a las lenguas. El recuerdo de semejante suceso durara hasta el fin de los tiempos, tanto tiempo,como hubiera hombres sobre la faz de la tierra.

    Es apenas que la ciencia moderna debuta en su misin de reconstruir el pasado y de edificar lahistoria de las civilizaciones olvidadas de los pueblos antiguos.

    En el plan de este trabajo ningn estudio sabra ser ms interesante ni ms atrayente yninguno ofrecera a la imaginacin, ms horizontes que la historia de este pueblo desaparecido, lahistoria de la humanidad antes del diluvio.

    Esos hombres fueron los inventores de todas nuestras entes, de todas nuestras ciencias. Fueronlos creadores de todas nuestras concepciones fundamentales sobre la ciencia del mundo y sobre lavida. Fueron los primeros civilizadores, los primeros navegantes, los primeros colonizadores de latierra.

    Su civilizacin era ya una vieja civilizacin cuando la de los egipcios estaba en sus principios.Su imperio databa ya de millares de aos, mucho antes que pudiera ser cuestin de Babilonia, Roma ode Londres.

    Ese pueblo desaparecido fue el de nuestros precursores. La sangre de esos hombres circulapor nuestras venas. Las palabras de que nos servimos, eran, en su forma primitiva, las que se oan enlas ciudades, los palacios y templos de la Atlntida. Todas las particularidades de las razas, de los

    troncos tnicos, de las creencias, todos los matices de nuestro pensamiento, dan la ocasin de remon-tar en ultimo anlisis a la Atlntida.

    Podramos aqu expresar el deseo de que las naciones civilizadas modernas, encuentranpor fin una meta interesante para los cruceros generalmente intiles que efectan sus barcos de guerra.Debera examinarse si sera posible extraer del fondo de los mares, al menos, algunos restos de esa ci-vilizacin desaparecida. Ciertas partes de lo que fue la isla de Atlntida, por ejemplo lo que los mapasingleses llaman Dolphinbankno se encuentran ms que algunos cientos de brazas bajo la superficieen las inmediaciones del archipilago de las Azores, la exploracin metdica del fondo del mar, con-ducira ciertamente a algunos resultados interesantes. Se ha organizado en diversas pocas, con muygrandes gastos, expediciones para sacar algunos millares de piezas de oro hundidas en un paquebote.Por qu no se hara otro tanto para llegar a las maravillas desaparecidas de la Atlntida?. Una sola ta-

    blilla por tanto inscripciones sacadas de las profundidades donde yace la Atlntida de Platn, tendrapara la ciencia infinitamente ms valor para la humanidad civilizada, un inters mucho ms emocio-nante que todo el oro que los espaoles de antao quitaron a los peruanos y que todos los documentos,tan preciosos como pueden ser, que se encuentran en el suelo de Egipto o Caldea.

    No se puede preguntar tambin si las pretendidas monedas fenicias que se encuentranen Carvo, una de las islas Azores, no fueran originarias de la Atlntida? Es posible que el granpueblo fenicio, la importancia del cual ha sido tan capital, en tanto que fundador de colonias, hayavisitado esas islas desde el comienzo del perodo histrico y las haya dejado enseguida desiertas,como los portugueses las encontraron en su descubrimiento?.

    Apenas si hemos comenzado a comprender el pasado. Hace un centenar de aos, el mundono sabia todava nada de Pompeyo ni de Herculano, nada del vnculo lingstico que une a las nacio-nes indo-europeas, nada de lo que significa la enorme cantidad de inscripciones dadas por las tumbas

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    de Egipto y de Babilonia, nada de las civilizaciones admirables que revelan hoy da los monumentosen ruinas del Yucatn, de Mxico y del Per. Pero hemos llegado ahora al umbral de la ciencia y losprogresos de nuestros conocimientos se desarrollan rpidamente.

    Si comparamos la ciencia adquirida en los ltimos centenares de aos, al desolador desiertodel pensamiento teolgico de la Edad Media, quin podra dudar que dentro de cien aos, nuestrosgrandes museos estarn adornados con estatuas, armas, utensilios y joyas de la Atlntida engullida,que nuestras bibliotecas poseern las traducciones de las inscripciones atlantes, iluminando las lucesde conocimientos nuevos todo el pasado del mundo y del gnero humano y aportando la solucin detodos los misterios que buscan an en vano penetrar los pensadores y los buscadores de nuestro tiem-po?.

    EL GRAN TESTIMONIO SECRETO

    En diversas circunstancias, como cada uno sabe, he tenido el privilegio de excepcionales en-cuentros. Algunos los he contado y otros no. Quiz estos ltimos los dir un da, puesto que, algunaprohibicin me ha sido significada, pero el momento no me parece llegado. Seguramente, cuando leolo que esta escrito actualmente o lo que lo ha sido en una poca reciente sobre el maestro llamado H. osobre el maestro llamado K. y de otros an, me entran deseos de cojer mi pluma para transmitir lo ques, para rectificar los errores cometidos y para recoger el reto del inconcebible sacrilegio que consisteen rodear del misterio de un H. o de un K., la noble figura de Maestros Sublimes, de los cuales todo loms aquellos que hablan tan pblicamente y con una pretendida experiencia, no hacen ms que bordarun imaginario encaje, no teniendo ningn parecido - ni de lejos - con la realidad.

    Luego inmediatamente, mi pluma la dej, censurndome de mi ambiciosa pretensin. Co-mo, en efecto, sobre los asuntos ms sagrados, osar bajar a la arena de la contestacin! Por qu yen virtud de qu autoridad, juzgando yo la obra de otros, cuando esta obra ha podido aportar algunasnuevas fuerzas y consuelo!? . Sin duda, he recibido de los que saben ms luz sobre los seres de unaimportancia primordial en la conduccin del destino humano y estara as en medida de restablecer laverdad pura en lo que les concierne, pero haciendo eso, entregar al mismo tiempo esa verdad a unacrtica estril y destructiva y no puedo decidirme a ello todava. Si hubiera recibido mandato deemprender esa nueva revelacin sobre asuntos inverificables al nivel del hombre en general, no habravacilado un solo instante en hacerlo. Ese mandato no me ha sido dado. Si lo es un da, sabra lo queentonces escribira, sostenido por una fuerza suprema y por consecuente admisible y comprensiblepara todos en el fondo de su alma. Es preciso esperar. La verdad para ser iluminadora debe sertransmitida en el momento preciso en que ella pueda llevar su cometido y alcanzar su propsito yaquellos que saben conocer ese momento. As, yo espero, pero estoy dispuesto!.

    Por lo tanto, quien me ha instruido de la Atlntida y de su importancia ACTUAL,pertenece aese dominio que no me parece apropiado abrir a otros antes de una seal que no ha llegado todava. Hetergiversado pues conmigo mismo durante semanas, he compuesto la redaccin de este manuscrito parael cual, adems, dos elementos adquiridos despus, me hacan falta y he llegado, en ltimo anlisis a micompromiso, que juzgo satisfactorio para mi conciencia. Hablar pues de Aquel con quien he estado encontacto, explicar de qu manera lo he encontrado, pero no precisar nada, sino por alusin sobre suposicin en el conjunto jerrquico que ocupa sobre el plan esotrico, un conjunto que no es de estemundo, y que, a pesar de todo, est ntimamente mezclado con l

    Tres ciudades han cobijado estas conversaciones.conversaciones!!, que impropio eltrmino, pero, cul emplear para designar lo que fue una enseanza en la que el instructor disertabatmidamente interrumpido por intiles preguntas? Un discpulo a los pies del maestro?. S, eso serms exacto pues en estas tres ciudades, no he sido otra cosa

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    BRUSELAS

    Como soy francs, quizs debera sentirme halagado cuando un amigo belgame afirma que Bruselas es un pequeo Pars, pero en el Lbano la misma cosa me ha sido dicha deBeirut y en otras partes del mundo, de otras ciudades. Ahora bien, ni Bruselas ni Beirut ni otrasciudades son Pars en miniatura. Cada gran ciudad sobre nuestra tierra, posee su originalidad y susmaravillosas exclusivas. Beirut tiene las suyas y Bruselas me encanta porque Bruselas ESBruselas yno una simple copia de Pars. Que diversas influencias en el curso de las edades hayan embellecidoBruselas de admirables joyas, eso no sabra ser contestado, pero el adorno no es ms que un homenajea la belleza y si ella ha recibido tantos ornamentos de los que la codiciaron no era eso al principiopara tentar en vano - de conquistar sus encantos naturales.

    Bruselas para el que permanece all por algn tiempo, es un apasionante descubrimiento que yohe tenido muchas veces el privilegio de emprender tanto de noche como de da y que estoy lejos dehaber llegado a su trmino. Entre los tesoros que mi recuerdo ha recogido, y que el vuestro, tarde otemprano, compartir, la Gran Plaza es aquel al ritmo del cual con amor, mi corazn vibra parasiempre. Un tal esplendor no se describe, que se experimenta con deleite y es un goce tan sublime ytan variado, segn la hora y el tiempo, que instintivamente, se busca en ella el abrazo, igual que tantasotras cosas que es preciso conocer en Bruselas, han cautivado temporalmente nuestra curiosidad.

    En esta noche de junio, he dejado hace unos instantes, el hotel Amig muy cerca y heme aquen la Gran Plaza iluminada, baada de su mgico esplendor y en la indecible dicha que despierta lacontemplacin de la belleza. Los paseantes de la tarde no me incomodan, estoy por entero en la GranPlaza y en m mismo Le gusta a Vd. esta plaza?. La importuna voz crea sbitamente en m, elsentimiento de tiempo y espacio, que haba perdido. Voy a responder con una vanaldad, cuandoposando mi mirada sobre quien me ha interpelado, me estremezco de sorpresa y de incredulidad. No!Es imposible! l, aqu en Bruselas, l, delante de m, l, que me habla. De un brusco sobresalto devoluntad, recupero m total conciencia del mundo exterior y si no fuera este lugar, estara ya derodillas, pero de mi alma ya ha surgido todo el amor que en una palabra clama:

    Maestro !.. Vos.Aqu!

    Encontrar este Maestro en Bruselas no tiene ciertamente nada de extraordinario. El mundoactual y la etapa considerable que debe franquear en TODOSlos dominios, comprendido y en primerlugar, en el de la evolucin colectiva e individual, necesita donde es preciso, en ocasiones de-terminadas, la PRESENCIA EFECTIVA Y REAL de aquellos que asumen la responsabilidad cerca-na o lejana de esta evolucin. Es, naturalmente, a los Maestros Invisibles a quines me refiero aqu,porque el trmino invisible no significa en ningn aspecto que han dejado NECESARIAMENTEelplano material y no dispongan de un cuerpo fsico. Por invisible, hay que entender simplemente queno son vistos o reconocidos de una manera general. Para cumplir su misin conforme a la leyestricta de la IMPERSONALIDAD, no se dan a conocer y evitan as el culto personal que, paratantos postulantes, en el sendero mstico, es el escollo irremediable. Hay, en efecto, entre un nmeroimportante de discpulos en resumen aceptables, la curiosa necesidad de un maestro tangible,susceptible de materializar el propsito a alcanzar las esperanzas informuladas de s mismo y los avi-sos o consejos que la inspiracin sola y la intuicin an no ejercida, no estn en medida de revelar conuna claridad satisfactoria. Tales maestros naturalmente existen en cantidad impresionante, y en lamayora de los casos, son sinceros consigo mismos y con sus fieles. Que no se equivoquen por supropia cuenta, que estn en la verdad es evidentemente otro asunto, pero esa no es la cuestin. Siprestan temporalmente servicio a algunos, tienen su razn de ser y un da llegar en que sus discpulosrebasaran esta etapa de ilusin y de errores, para una marcha eficaz sobre una va impersonal, yautntica, tal como la Orden Rosacruz AMORCpor ejemplo, de la que la enseanza y la terica, comose dirigen a los adeptos cercanos del No retorno, est obligada a recordar sin cesar que , NOEXISTE OTRO MAESTRO QUE EL QUE LL EVAN EN ELLOS: EL MAESTRO INTERIOR, losmaestros exteriores, verdaderos o falsos, no son ms que su reflejo ms o menos deformado.

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    No sera correcto, en todo caso, confundir los reflejos con los Maestros Invisibles, el papelde los cuales es, en primer lugar, de vigilantes silenciosos en el universo inicitico y en segundo lu-gar el de guas desconocidos y no obstante, siempre presentes para el discpulo verdadero a quienellos se aparecen - entended: Hacen comprender su presencia - cuando l est preparado.

    Puede parecer difcil situar perfectamente a los seres teniendo una misin determinada quecumplir en el conjunto manifestado o no de la creacin. La dificultad, por lo tanto, no es ms queaparente. Ante todo, es esencial hacer una eleccin en la terminologa y asimilar el lenguaje mstico oesotrico. Est claro que los arcngeles y los ngeles as llamados para facilitar la comprensin pocoprofundizada del fiel religioso, sern reconocidos bajo otros nombres y explicados de manera msprofundizada por una escuela tradicional de misterios. En seguida, la palabra maestro siendo em-pleada con el calificativo que sea, csmico para el uno, invisible para el otro y diferentementetodava para los miembros del Alto Consejo de la A y los Rosa-Cruces, conviene referirse alsistema jerrquico que preside todas las cosas EN TODOS LOS PLANOS, comprendido el nuestro yque quiereQUE NINGUNA RESPONSABIL IDAD, NINGUNA FUNCION Y NINGUNA M ISIONNOESTEN EN UN NIVEL EQUIVALENTE. As, cada oficio se define ante todo por la obra parti-

    cular que implica y es pues conociendo el objeto de la misin que se puede diferenciar los seres invi-sibles y visibles de los que se trata.

    Este postulado establecido, un poco de reflexin solamente, es necesaria y sera verdadera-mente dar pruebas de mala voluntad o de una increble dificultad de razonar, el confundir el papel deun Maha con el de un Rosa-Cruz o de un Maestro Csmico con un Maestro Invisible, o con elCardenal Blanco. Todos tienen no obstante, un rasgo comn: OBRAN HACIA UN FI N ULTIM OCOMUN-EL BIEN SUPREMO

    El Maestro delante del cual estoy en este momento es, por excelencia un Vigilante Silen-cioso. Su funcin en el mundo secreto de la iniciacin, es de un alcance imposible de evaluar entrminos humanos. No se llama ni H, ni K. y su nombre, si tiene uno, no ha sido jams revelado, desuerte que es conocido por los altos iniciados como el MAESTRO DESCONOCIDO. Es de una

    talla mediana y aquellos, muy pocos, que han tenido el insigne privilegio de conocerlo por lo que es,concuerdan en afirmar que, sera azaroso el querer evaluar su edad. Las descripciones que han podidoser hechas de l, hace veinte aos, no habran de ser modificadas - ni tan solo un poco -para re-presentarlo tal cual es hoy. Al verlo as vestido con cierto refinamiento, me pregunto si la multitudsabra reconocer en l al Maestro y responder negativamente. Para comprenderle hay que armonizartodo el ser con l, hay que ponerse en su diapasn y por consiguiente, saber DE ANTEMANOquin es. De otra manera, no se supondra tener trato con alguien de quien emana una fuerza, unpoder, un magnetismo particular y es eso precisamente, lo que concreta la impersonalidad del Maestroy que, al mismo tiempo, le protege. EL MAESTRONO SE DESCUBRE, SEDEJA DESCUBRIRSIN JAMAS, FACILI TAR LA TAREA.

    Todo esto, no lo ignoro y mi emocin no es menos profunda de saberme all, delante de l,fascinado por LA

    LUZque representa y transmite. Debera guardar silencio y me oigo decir,

    ridculamente:

    Estoy en el hotel Amig!Es all donde yo estoy tambin. Venga!El, en el hotel Amig, en mi hotel! Coincidencia

    es una palabra banal excluida del vocabulario magistral. Entonces7Seor! Que mi mente, estanoche, me deje en paz!. Tales horas son demasiado capitales para ser profanadas por humanasconsideraciones. Estoy CON el Maestro, estoy CONel Maestro. Oh, alma ma regocijate en laalegra de este sublime encuentro1

    En su apartamento, una mesita redonda, separa los dos sillones grises rayados de negro quenos han acogido, ES a l a quien corresponde hablar y yo espero humildemente su palabra de sabi-

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    dura. Vuelto haca m, se apoya en la mesita redonda y extendiendo las manos hacia m, la palmahacia el exterior, me dice:

    Site sus manos bien planas sobre las mas!

    Desplazo ligeramente m silln hacia la derecha y hago lo que l ha ordenado. Sus ojos, entonces to-

    man posesin de los mos. Su brillo se vuelve insostenible y no puedo sin embargo apartar de ellos mimirada. Su rostro se acerca y un ligero halo nos envuelve que parece absorber todo mi ser como sestuviera de repente totalmente unido al Maestro, como si l y yo estuvisemos confundidos hasta elpunto de no ser ms que uno, . . . y es el olvido de una beatitud infinita en que todo se vuelve SUYO ydonde no existe ninguna separacon ....

    He aqu el retorno progresivo en que la individualidad vuelve a tomar forma, en que launidad se escinde en dos seres distintos, las manos vuelven a ser mas, en que dejan su husped aco-gedor y en que, los ojos ahora cerrados, mi corazn rebosa de reconocimiento y de amor por la ben-dicin recibida. Escucho:

    No estoy aqu por Vd., pero he querido este reencuentro despus de tantos aos - y su alma

    ha respondido a mi llamada, puesto que ha venido - .Antes, he preparado el CAMINOque Vd. haseguido y no he cesado de velar. El servicio se acompaa de amargura, pero la amargura es elbrebaje de la vida en este mundo y este mundo no es ms que un temporario crisol de experiencia. Elservicio es cumplido por s mismo y no por lo que resulte de ste. En todo momento, debe Vd. obe-diencia, ms all a veces de su comprensin. Sea feliz de obedecer . . .Esto es la grandeza del hombre yla sabidura del servidor ya que l recibe as el incesante socorro de sus maestros y su obra essantificada . . .No va muy lejos el que no franquea los dudosos y quimricos lmites de su yo y de susemociones ordinarias. .

    Pero no le he conducido delante de m para las consideraciones que habra podido inspi-rarle de otra manera, Vd. lo sabe bien, as como no ignora las lecciones que puedo darle y a otros siel servicio lo exige, y cuando el buen camino debe ser mantenido a despecho de todo.

    Hay, por el mundo, una atraccin aparentemente nueva por la Atlntida y eso, naturalmente,

    no es debida al azar. Este pujante inters que se manifiesta actualmente en los pases ms alejados, poras decirloprovocado. Entienda que es la obra de Aquellos de quines, en una fecha relativamentereciente, Vd. ha recibido el mensaje para Vd. y algunos otros. Mi papel y el de los miembros delinvisible cnclave ha sido el de estimular en esa direccin el inters de responsables, pudiendotransmitir un conocimiento ms reservado y ms preciso que las informaciones pblicas referidas endiversas lenguas por numerosos autores modernos. Este conocimiento secreto, en efecto, los gruposms cerrados pueden ahora recibirlo. Vd. debe transmitirlo, no en su integridad, no como mepropongo comunicrselo, sino en lo esencial y cuando el momento ser llegado para Vd. el de darleforma y escribirlo,