Belleza Interior
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BELLEZA INTERIORCUANDO YO TE CONOCI
VI TU CARA TAN PRECIOSA
VI TU CUERPECITO LINDO
TU FORMA DE HABLAR GRACIOSA
Y YO YA NO VI MAS COSAS PERO EL TIEMPO ME HA IDO DANDO
DETALLES DE TU INTERIOR
Y CADA VEZ QUE TE ESCUCHO
TE VOY DANDO MAS VALOR ME HE DADO CUENTA QUE TIENES
UNA BELLEZA INTERIOR
FORTALEZA, UNA CULTURA
UN RESPETO, UNA TERNURA
UN CORAZN GENEROSO
Y UN CARIO PRODIGIOSO balcn sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarn. Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
esas... no volvern! Volvern las tupidas madreselvas
de tu jardn las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde an ms hermosas
sus flores se abrirn. Pero aquellas, cuajadas de roco
cuyas gotas mirbamos temblar
y caer como lgrimas del da...
esas... no volvern! Volvern del amor en tus odos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazn de su profundo sueo
tal vez despertar. Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengate,
as... no te querrn!
Volvern las oscuras golondrinas
en Volvern las oscuras golondrinas
en tu balcn sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarn. Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
esas... no volvern! Volvern las tupidas madreselvas
de tu jardn las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde an ms hermosas
sus flores se abrirn. Pero aquellas, cuajadas de roco
cuyas gotas mirbamos temblar
y caer como lgrimas del da...
esas... no volvern! Volvern del amor en tus odos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazn de su profundo sueo
tal vez despertar. Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengate,
as... no te querrn!autgrafo
Gustavo Adolfo Bcquer
tu balcn sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarn. Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
esas... no volvern! Volvern las tupidas madreselvas
de tu jardn las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde an ms hermosas
sus flores se abrirn. Pero aquellas, cuajadas de roco
cuyas gotas mirbamos temblar
y caer como lgrimas del da...
esas... no volvern! Volvern del amor en tus odos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazn de su profundo sueo
tal vez despertar. Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengate,
as... no te querrn!autgrafo
Gustavo Adolfo Bcquer