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Cuartas Jornadas del departamento de historia 24 y 25 de octubre de 2002. Comentarista: Ricardo Rivas Beatriz Ruival

Pedro de Angelis, erudito y ladrn Por Rosala Baltar

Una de las figuras destacadas en el mbito de la prensa rosista es el erudito napolitano Pedro de Angelis (Npoles, 1784 - Buenos Aires, 1859) que, como se sabe, form parte del botn que trajo Rivadavia de Europa para llevar a cabo un proyecto de gobierno que se dio en llamar "la feliz experiencia" y que, si bien tuvo sus costados felices, en especial en trminos culturales, padeci otros ms bien desastrosos, inaugurando, de alguna manera, nuestra larga tradicin de infortunios econmicos. Tanto Rivadavia como estos hombres compartan una visin ilustrada de la cultura y del mundo, visin que se destaca por algunos signos claves que pretendieron poner en ejecucin a travs de sus diversos proyectos culturales, todos de muy diversa ndole. Uno de esos signos es el espritu de orden que se canaliza en relacin con el reordenamiento del territorio urbano y rural, con la experiencia de demarcar los lmites de un territorio por dems vasto y casi inaprensible, lo que revela una visin de la naturaleza como un espacio dcil, domesticable, susceptible de ser modificado por la experiencia cientfica. Todo esto chocar, sin duda, con las posibilidades de realizacin concreta y con el mundo hostil que representa un territorio apenas conocido y una organizacin administrativa endeble. Sin duda, Pedro de Angelis asume como propia la responsabilidad de organizar varias cuestiones. Desde una de sus caras, la de erudito e historiador se ocupar de atesorar aquellos documentos relativos al territorio, a la historia colonial y prehispnica, a las iconografas, polmicas literarias y colecciones de minerales, monedas, mapas, utensilios, etc., ordenando, en catlogos jurdicos como la Recopilacin de leyes desde 1810, en la Coleccin de obras y documentos relativos al Plata, en distintas biografas e, incluso, en su Archivo Americano, instrumento de propaganda rosista, los mltiples materiales que iba comprando, pidiendo prestado, y hasta robando.

Emprende as una "poltica de regularidad" 1 que ser compartida con otros tcnicos y maestro del perodo rivadaviano y que pasaron, como en su caso, a formar parte de las huestes del estado rosista. No todos tuvieron el mismo derrotero. Jos Joaqun de Mora, el espaol que vino en el mismo viaje que de Angelis, rpidamente emigr hacia tierras ms propicias como Chile primero y Bolivia despus. A Pedro de Angelis le toc la desgraciada suerte de vivir una vida aorando el regreso que no fue y envidiando, de alguna manera, a aquellos compatriotas que no bien hicieron fortuna en Amrica, regresaron con gloria a Europa para no volver. Pese a compartir ideas generales y a poseer en su mayora una educacin y formacin comunes, existieron entre los miembros de este contingente relaciones dispares; algunas pervivieron aos y a travs de espacios diversos; otras, murieron apenas empezar. Por ejemplo, Mora y de Angelis, luego de habitar la misma casa en Montevideo durante un ao y de iniciar, ellos y sus respectivas mujeres, proyectos educativos de relieve, se pelearon para nunca ms permitirse una palabra amable entre ellos. En cambio, duradera y provechosa fue la amistad que estableci Don Pedro, como le deca Mansilla, con el arquitecto ingeniero Carlo Zucchi, cuyo archivo, conservado en el Archivio di Stato di Reggio Emilia, en Italia, ha sido recientemente descubierto y ha podido aportar un riqusimo material para la comprensin de la cultura en el Plata de aquellos aos. En l se encuentran numerosos documentos -planos, mapas, dibujos, bocetos- que refieren gran parte de la historia de su carrera profesional y de las reformas, construcciones y proyectos edilicios y urbanos que se llevaron a cabo durante el perodo. Adems, existe una coleccin de cartas personales compiladas hoy por Gino Badini y que muestran con desnudez los intereses y las preocupaciones de este grupo de intelectuales, en especial de aquellos que provenan del mismo origen: Carlo Zucchi, de Angelis, Giovan Battista Cuneo, Giuseppe Venzano, Ottaviano Fabrizio Mossotti, etc 2 . Aunque las cartas manifiestan la diversidad de intereses particulares y los estilos distintivos de cada uno (la recoleccin obsesiva de documentos y una insistencia permanente en de Angelis, la poesa y la remisin a la cita erudita y lrica en Venzano, el pedido de trabajo y los comentarios sobre sus proyectos arquitectnicos y de diseo en Carlo Zucchi, etc.), no dejan de evidenciar elementos comunes: desarrollo de un estilo cortesano en el trato, las maneras y los conceptos, espritu de colaboracin permanente entre unos y otros,ALIATA, Fernando, "Cultura urbana y organizacin del territorio", SURIANO, Juan (coordinacin general), Nueva Historia Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, Vol. III, 199-253. 2 BADINI, Gino, Lettere dai due mondi. Pietro de Angelis e altri corrispondenti di Carlo Zucchi, Reggio Emilia, Ministero per i beni e le attivit culturali, Archivio di stato di Reggio Emilia, 1999.Rosala Baltar/21

erudicin y ambicin de saber en todos. Tambin pueden leerse sus actitudes frente al nuevo mundo y su percepcin de ste: se registra el clima inestable de la poca en la que llegaron, el temor real por su porvenir y la supervivencia, la ansiedad por la paz -deseo despojado de ideales excelsos y ms bien vinculado a la posibilidad de negocios, al lucro y al desarrollo profesional, la primera mirada de incomprensin por esta tierra, el aprendizaje cotidiano, constante y decisivo que se tomaron el trabajo de ejercer respecto de la sociedad en la que se insertaron, conociendo sus lenguas, sus mecanismos culturales, sus medios de accin. Carlo Zucchi curs un destino semejante al de los que de Angelis consideraba envidiables: vino con Rivadavia a esta parte del globo, estableci excelentes relaciones laborales aqu, en Montevideo, en Ro, en Asuncin, gan mucho dinero (aspecto que, a juzgar por sus cartas, le absorba el cerebro casi tanto como a Grandet), satisfizo sus proyectos intelectuales y profesionales durante el primer perodo de Juan Manuel de Rosas para despus regresar a la patria, alejada de esta tierra de semisalvajes por esa inagotable y sana extensin de agua salada. Las relaciones que se leen en esta correspondencia privada interesan menos por los lazos que entre s establecieron sus interlocutores que por aquello que revelan de la figura de un tipo de intelectual y sus vinculaciones con la esfera del poder. En lo que respecta a la seccin de Angelis - Zucchi, el material es un tesoro porque a travs de las cartas que se escribieron entre 1827 y 1848, ao anterior a la muerte del arquitecto, es posible aventurarse en la cocina del mayor proyecto historiogrfico de de Angelis, la Coleccin. La recopilacin de las 230 cartas que de Angelis le escribiera a Zucchi sumadas a una serie de documentos que van desde cartas ms ntimas a la reproduccin de la voluntad testamentaria del arquitecto muestran el peso de la crtica tradicional y los vencedores de Caseros sobre todo lo referente al sector cultural del rosismo. No intento hacer apologa ni pretendo la santidad para ste u otro ser sospechoso, pero creo que puede ser til un anlisis que vuelva a examinar ciertos rasgos suyos condenados por la generacin romntica y por los que la emprendieron con la construccin de la historia nacional para re-ubicarlos y leerlos de otra manera, incluso en lo que tienen de cuestionadores y procaces respecto de sus estimados detractores. 1. Discurso cortesano/discurso republicano 33

Con respecto al desarrollo del discurso republicano en el discurso del rosismo, existe una lectura fundamental, la de Jorge Myers, que no intentar, por razones de espacio, sintetizar aqu. BasteRosala Baltar/3

Al decir de Echeverra y de su postrero constructor Juan Mara Gutirrez, de Angelis era un mero charlatn cuyo mrito se reduca a estar del lado de Rosas. Sin embargo, tanto las lecturas de estas cartas como los manuscritos del Archivo Americano y la Coleccin, entre otros textos, exhiben la simplificacin de esta mirada crtica, conformada, en parte, por el espritu de faccin, pero tambin por las distintas formaciones de los oponentes y sus diversas interpretaciones respecto de los vnculos entre los intelectuales y el poder, diversidad alojada ms que en las prcticas concretas, en los estilos sugestivamente desiguales que posean o adoptaron. Esta miopa es, desde luego, compartida y se explica tanto en un lado como en otro por las mismas motivaciones. Para de Angelis tambin Echeverra era un ser despreciable, un improvisado la diable, por no decir lo que opinaba de nuestro primer maestro,

Otro personaje singular es Sarmiento, que debe a la persecucin de Rosas la importancia de que se jacta y que le ha valido ocupar un lugar eminente en la administracin. Lo han hecho director de la instruccin pblica y ni sabe lo que no debe ignorar un maestro de primeras letras. Das pasados acababa un artculo de El Nacional exclamando: "O tmpora: o moribus!" Y una vez, hablando de la feracidad de las islas del Paran con la misma correccin deca, que all se comprenda el poder de estas palabras "crescimini et multiplicamini"(204-205) 4 . Este enfrentamiento sugiere valores distintos. La denostacin de Echeverra proviene, bsicamente, de la acusacin facciosa de faccioso, esto es, una invectiva poltica, diramos 5 . La de de Angelis tiene que ver con la formacin cultural -por lo menos

decir que la tesis de Myers es la de sostener que el discurso republicano de alguna manera estuvo presente en todas las formaciones discursivas del rosismo, incluyendo las de los periodistas cultos, como de Angelis. Sin embargo, lo que la correspondencia con Zucchi y el anlisis de los discursos preliminares de la Coleccin sugieren es que, en esta faz del polgrafo se evidencia con mayor nfasis la formacin europea que traa sin tanta contaminacin pragmtica, inclinada a mostrar su aspecto cortesano. MYERS, Jorge, Orden y virtud. El discurso republicano durante el rosismo. Buenos Aires, Universidad de Quilmes, 1995 4 ARANA (hijo), Enrique , "Don Pedro de Angelis", Anales del Instituto popular de Conferencias, Buenos Aires, vol. 19, decimonoveno ciclo, Edicin oficial Publicidad Vaccaro, Buenos Aires, 1934. 5 Dice Echeverra: "...porque a usted se la haba dado [fama] un partido, y los partidos y las facciones siempre han dado ttulos de capacidad entre nosotros; y porque una vez proclamada por ese rgano la reputacin de un hombre, nadie se atreva dudar de ella ni a examinarla a todas luces, aun cuando la imbecilidad o el charlatanismo se solapen bajo la esplndida mscara que le pusieron las facciones (174). ECHEVERRA, Esteban, "La defensa del dogma socialista. Cartas a Don Pedro de Angelis, Editor del Archivo americano por el autor del Dogma socialista y de la Ojeada retrospectiva sobre elRosala Baltar/4

en los textos no periodsticos- de la nueva generacin, a la que considera un conjunto de "improvisados" y pretensiosos 6 . En algn punto o, al menos desde su propia concepcin de formacin, de Angelis est en lo cierto. Se recordar cmo era desdeada la educacin de las lenguas clsicas por parte de Alberdi, por ejemplo; sin duda, el progreso no vena de la mano del latn. Pero la cita deja advertir, sin embargo, cmo segua vigente el prestigio de ese saber que, faltndole a Sarmiento y a otros, buscaban demostrar poseer. En una y otra orilla resulta claro el discurso respecto del saber/poder. Para de Angelis, Rosas no era un "tirano", "un federal", un "rosista", esto es una faccin, sino que se haba convertido en el foco mismo del poder, como podra haberlo sido cualquier otro y, como tal, a l se deba. Esto ha conducido a la tradicional acusacin de Rojas y otros respecto de su oportunismo. Sin embargo, puede explicarse desde otras lneas al leer estas cartas en las que todos estos intelectuales guardaron relacin anloga con el Restaurador. En primer lugar, existe la constatacin de una circunstancia biogrfica algo aciaga compartida por parte del grupo y es que fueron contratados por Rivadavia, quienes les garantiz los medios de vida en Amrica a cambio de su colaboracin y participacin intelectual. Pero, al llegar a Montevideo, Rivadavia haba cado y en Buenos Aires no se informaban de una autoridad que reconociera aquel contrato, excepto Dorrego, a quien, de alguna manera, se entregaron. Segundo: los desequilibrios polticos no terminaron all y, por tanto, la inestabilidad econmica fue una realidad para estos eruditos quienes se vieron obligados a buscar recursos para sobrevivir en el dictado de clases de francs, en la apertura de escuelas, en la prctica periodstica -actividad que no slo consideraban menor, sino que, en de Angelis es decididamente despreciable. Por ltimo, y esto es fundamental, su formacin cortesana lo impela relacionarse con las esferas de poder ms altas y establecer con ellas un pacto de lealtad que implicaba, como buen espritu de cortesana, una permanente transaccin a fin de conseguir lo que le era de inters. Estos individuos provenan de espacios vinculados al antiguo rgimen, de modo que las relaciones de cortesa se establecan de un modo harto distinto al espritu republicano de los patriotas proscriptos. De Angelis y muchos de sus colegas provena de un mundo que, como seala Norbert Elas se sustentaba en la observacin de los seres humanos antes que en el juicio, en el cuidado de las formas, el ocultamiento de los sentimientos y, enmovimiento intelectual en el Plata desde el ao '37", ECHEVERRA, Esteban, Obras completas, Buenos Aires, Ediciones Antonio Zamora, 1972. 6 de ANGELIS, Pedro, "El General Rosas y los salvajes unitarios", Archivo Americano y Espritu de la prensa en el mundo (primera reimpresin), 30/06/1843, Buenos Aires: Editorial americana, 1946.Rosala Baltar/5

sntesis, en la construccin de los individuos como entidades interpenetradas de relaciones, abiertas a las redes sociales, individuos en "tanto su posicin social" 7 .

El tan mentando oportunismo de de Angelis fue concebido de la mano de su obsecuencia, registrada en la posicin manifiesta de adhesin de su prensa escrita y en el hecho de que no slo de Angelis le mostrara al Restaurador todo lo que deseaba publicar sino que, adems, permitiera que ste le hiciera correcciones y que su contacto fuera casi exclusivamente por escrito. Creo que algunas cuestiones de la relacin Rosas/de Angelis pueden interpretarse en ese marco de la figura del intelectual ilustrado y cortesano. Tal como lo atestiguan varios documentos, Rosas imparta rdenes, pedidos, etc. a travs de cartas con mucha frecuencia, puesto que el intercambio epistolar era una "prctica retrico-burocrtica a la cual recurra en ms de una ocasin" 8 . Pero, por otra parte, no era una prctica exclusiva de l, sino compartida por la poca, puesto que de Angelis se escribe con casi todos sus amigos y enemigos estn afuera o en Buenos Aires. De modo que nada parece tener de particular que periodista y dictador se relacionaran bsicamente por este medio. Adems, los manuscritos del Archivo y las sucesivas correcciones de Rosas ponen sobre el tapete otra prctica que parece haber sido habitual en de Angelis y se trata de la colaboracin permanente que exista entre distintas personas con el fin de ejecutar una obra segn fueran sus deseos. Carlo Zucchi lee sus trabajos y hace correcciones que de Angelis acepta con evidente gratitud y naturalidad:

Cio che avete notato nell' elenco dei governi di Buenos Aires e un errore e ho provveduto a farlo correggere. Nell' originale, il nome di Larrea seguiva quello di Mateu, e non so come sia stato possibile separarli nella composizione, cosa che ha dato luogo a cuesto disguido (69) 9 .

El modelo de intelectual en el que se inscribe de Angelis muestra a un preceptor preocupado exclusivamente por sus asuntos y que hace todo lo posible por sacar el mayor provecho de la situacin desventajosa que significa carecer de poder, situacin que slo mejora si se sabe articular una retrica adecuada para persuadir de que se est al servicio del otro mientras se extrae el mayor rdito para sus fines intelectuales. En ms de7

ELAS, Norbert, El proceso de la civilizacin. Investigaciones sociogenticas y psicogenticas, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 1993, 486. 8 PAGANI, Rosana, SOUTO, Nora, WASSERMAN, Fabio, " El ascenso de Rosas al poder y el surgimiento de la Confederacin (1827-1835)", SURIANO, Juan (coordinacin general), Nueva Historia Argentina, Tomo III, Buenos Aires, Sudamericana, 1998, 283-321, p. 310.

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una ocasin puede leerse el cansancio y hasto que a de Angelis le genera la actividad periodstica y que lo absorbe de sus verdaderos deseos y preocupaciones

historiogrficas. Contrariamente a la generacin del '37, a de Angelis no se lo ve para nada interesado en ocupar cargos pblicos sino que se conforma ms que satisfactoriamente con que Rosas o cualquier poderoso est dispuesto a sustentar econmicamente sus proyectos culturales. Si para ello tiene que hablar bien en su otra fase, la periodstica, no duda en hacerlo, puesto que le debe el subsidio En este sentido, su escritura se desdobla en dos caminos que, como en la actualidad, una serva para sustentar a la otra, una era pragmtica y despreciable y la otra era el desarrollo del espritu para el que se haba forjado su educacin. Es notable cmo de Angelis lleva hasta el extremo los lmites de la paciencia de sus "jefes", probndolas, momento a momento, con abrumadoras solicitudes, bien revestidas, por cierto, de una gracia y dulzura cortesana. Resulta, incluso, inverosmil y hasta cmico de qu modo este hombre escribe a Toms Guido o a Toms Anchoerena o, peor, al general Oribe durante el sitio de Montevideo, mediante Zucchi, para pedirles documentos y papeles viejos que a ninguno de estos personajes parecan interesarles, todo con el propsito de completar la Coleccin y contribuir grandemente con el

conocimiento de la, por ejemplo, tan ignorada geografa nacional. Hay episodios en las cartas que rozan el absurdo. Un pedido de de Angelis al puesto de campaa de Oribe para que ste fuera a examinar unos documentos en Montevideo y verificar su autenticidad explora ese lmite. Es inimaginable, creo, ejercer estas presiones, estas insistencias pedigeas sin ejecutar con precisin el oficio del cortesano, harto sabido por el napolitano en sus contactos con las monarquas europeas. Al mismo tiempo, la actitud cercana al mecenazgo se fusiona con un fuerte concepto de propiedad (la mia piccola colezzione) sumada a la solidaridad entre intelectuales. Sin duda, el tipo de proyecto que emprende de Angelis difcilmente pudieran hacerse en total soledad en las precarias condiciones del Plata en la primera parte del siglo XIX . El sentido de propiedad se expresa, especialmente, cuando la Coleccin se presenta al pblico y, en los comentarios preliminares, de Angelis ejerce con prudencia pero con firmeza su papel de consejero, preceptor del poder, poseedor del saber. En verdad, creo que todo esto surge de un modo de ver las relaciones intelectuales, algo desfasadas respecto de los romnticos, sin duda, que est sustentado en una perspectiva abierta de mecenazgo, que, si bien no aparece en los romnticos, de9

BADINI, Gino, op.cit. Carta del 11/04/1837.Rosala Baltar/7

modo velado est presente si profundizamos en las relaciones Alberdi/Lavalle o Sarmiento/Montt, por poner un ejemplo. Una vez aclarado esta cuestin de correccin y cortesa, me gustara examinar en concreto un aspecto fundamental de las cartas de estos dos intelectuales importados y es su contacto y relacin con los distintos universos lingsticos.

2. Una Babel edificada en Npoles sin esa otra memoria que es un idioma... Jorge Luis Borges Comencemos, en principio, por el final, por el testamento de Zucchi al que hacamos referencia ms arriba. All, luego del legado de los valores materiales ms salientes, el arquitecto lega a don Pedro y a su mujer Melanie,

Lascio e desidero che sia compiuta questa ultima mia volont da mio nipote Pierdonnino Bongiovanni, ed che voglio che il signor de Angelis don Pietro, e sua moglie Melanie Dayet de Angelis abbiano un gioiello del valore di 300 franchi presi su i miei beni e che unito all'anellino che pende al mio orologio d'argento, gli siano inviati a Buenos Aires, in America del Sud, e ci potr servirgli e provarli la vera e costante amicizia, stima, affetto e rispetto che sempre conservai per essi coniugi e che tutt'ora mi accompagna e m'accompagner all'ultimo dei miei d 10 . Como puede apreciarse, la consideracin que tiene Zucchi de de Angelis dista bastante de lo que esta historia oficial ha dicho posteriormente. Todos tenemos por lo menos un amigo, es cierto, pero, la estima personal unida al reconocimiento intelectual ponen de manifiesto esa voluntad comn de saber ms que constituye el tema central de las cartas. Al valor pecuniario que parece tener el regalo se suma el preciosismo, el buen gusto, el detalle, aspectos frecuentes en los comentarios de la correspondencia. Dinero y sensibilidad esttica son pares que van muy unidos en los intereses de estos intelectuales.

En busca de los documentos que atesora el erudito, las cartas renuevan el interesante vnculo de de Angelis con las lenguas. Como afirman sus contemporneos, ste lleg aqu sin saber castellano, aunque lo aprendi rpidamente y enseguida pas a escribir en este idioma. Pero sus primeras cartas y conversaciones se llevan a cabo enBADINI, Gino, Lettere dai due mondi. Pietro de Angelis e altri corrispondenti di Carlo Zucchi, Reggio Emilia, Ministero per i beni e le attivit culturali, Archivio di stato di Reggio Emilia, 1999, 59.Rosala Baltar/810

francs. Entre l y su compaero de viaje Jos Joaqun de Mora hablan esa lengua, internacional en el siglo XIX y mientras se alojen juntos sa ser la lengua que domine la vida domstica de nuestro autor. De Angelis habla varios idiomas y, sin embargo, es lo suficientemente cuidadoso para no traducir -excepto del latn y, en lo personal, del francs- profesionalmente, como consta en los contratos a traductores que lleva a cabo en su calidad de editor del Archivo Americano que se publicaba en edicin trilinge. En las cartas a Zucchi, el idioma comn, primero que ninguno, es el italiano. Sin embargo, el que de Angelis adopta para escribir es el francs. A medida que pasan los aos, ste se ve contaminado por palabras, frases y finalmente prrafos enteros en castellano. Al principio, se subraya el cambio de idioma; hacia el final, el paso del francs al castellano e incluso al italiano se desarrolla sin distincin o aviso ninguno para el lector. Desde luego que Carlo Zucchi tambin estaba aprendiendo castellano, dadas sus estancias en Montevideo y aun en Buenos Aires, pero este aprendizaje se verifica -al menos en estas cartas- en tanto lector y no actor. Siempre que l toma la palabra lo hace en su lengua materna. Otro de los corresponsales, Venzano, tambin alterna italiano/francs y, cuando se refiere a la mujer de de Angelis lo hace exclusivamente en esta segunda lengua 11 . De algn modo, de Angelis sigue la conducta aprendida en Europa, consistente en hablar la lengua del poder, no la propia. Pero hay algo ms: muchas de las palabras con las que comienza a intercalar el castellano en las cartas son las que tienen que ver con el universo desconocido de la Federacin y del gauchaje: recado, federal, y otras que pertenecen a la oralidad y a la vida cotidiana (como tocayo). Naturalmente, de Angelis cometa errores que la prensa rosista contraria a su persona se encargaba de poner de manifiesto, lo mismo que los proscriptos, como lo atestigan las burlas hirientes de Echeverra en sus Cartas a Don Pedro. Un popular verso de Luis Prez seala:

Me han dicho que en la Gaceta han puesto un comunicato diciendo que en el Torito se habla con poco recato 12 .

Aunque sea de paso, no quiero dejar de mencionar el papel relevante que adquieren las mujeres en esta correspondencia, lo que da un rasgo de paridad para ellas, por una parte, y tambin es un procedimiento que acenta la necesidad de que el otro sienta confianza.

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Pero sin duda, su cocoliche nunca llega a ser tal y los errores, en general surgen de la transparencia lingstica o de la oralidad. Lo cierto es que pasa de una lengua a otra, por fragmentos donde claramente se distingue en qu idioma quiere expresarse:

Vi prego di dire al sig. Hernandez, que se dar Cesar lo que es de Cesar para valerme de sus palabras. Entretanto desearia que se ocupase de hacer nuestro balance, para saber en que aguas voy navegando. Eso nada tendr que ver con el apero, pero deseo mucho saber como estamos de cuentas con l 13 . En ese traspaso de lenguas aparece refrendado un inters muy marcado de de Angelis por las culturas que comienza a conocer. En este caso es la rioplatense, despus de 1810, pero, a diferencia de los romnticos, ese inters se extiende a las lenguas aborgenes. De Angelis escribe un diccionario guaran en tanto apndice de una de las obras de la Coleccin y pretende escribir un tratado sobre las lenguas indgenas ms importantes: guaran, araucano, quichua. De la mano de esta inquietud se hace patente cmo llevaba al extremo su deseo de apropiarse de estos documentos, aun a costa de pedirlos reiteradamente y "molestar" a un sin nmero de personas y adems, cmo estaba a la pesca de las obras, atento a cualquier evento social y cultural que pudiera darle algn dato de la existencia de estos papeles y cmo conseguirlo:

Nel discorso inaugurale del sig. Larragnaga in occasione dell' apertura della biblioteca, egli parla di opere esistenti di artes, y vucabolarios, guarani, quichua y araucanos. Possiedo gi i guarani ma non posso procurarmi gli altri, il che molto grave, dato che senza di essi non posso finire di scrivere un' opera sulle lingue primitive d' America 14 .

La cuestin lingstica se extiende, en el armado de la Coleccin en un gesto intervencionista respecto de sus trabajos con los textos. Ya Paul Groussac se ha

SCHVARTZMAN, Julio, Microcrticas. Lecturas argentinas(cuestiones de detalle), Buenos Aires, Biblos, 1996, 13 BADINI, Gino, Lettere dai due mondi. Pietro de Angelis e altri corrispondenti di Carlo Zucchi, Reggio Emilia, Ministero per i beni e le attivit culturali, Archivio di stato di Reggio Emilia, 1999, 86. Carta del 7/02/1838. BADINI, Gino, Lettere dai due mondi. Pietro de Angelis e altri corrispondenti di Carlo Zucchi, Reggio Emilia, Ministero per i beni e le attivit culturali, Archivio di stato di Reggio Emilia, 1999, 67. Carta del 13/02/183714

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enfurecido lo suficiente con sus simplificaciones y traducciones. Sin embargo, revelan una poltica lingstica interesante. Dice el siempre gentil Vicente Fidel Lpez,

Comparando la edicin paraguaya con la del seor Angelis, le hallamos tan numerosas discordancias que llenaramos mucho papel si tratsemos de mencionarlas todas. Aun el ttulo de la obra no es literalmente el mismo: los perodos que faltan en la duplicidad en Buenos Aires, y por el contrario, hllanse en sta, con mucha frecuencia, palabras y frases cortas que no se encuentran en aqulla. Ntase bastante variedad en los nombres guaranes; y si hemos de estar a los informes que nos dio el impresor de la Asuncin, el mismo seor Lpez, presidente de la Repblica Paraguaya, cuid de la correccin de aquellos nombres indgenas 15 . La cursiva es ma. Las intervenciones lingsticas de de Angelis van en dos sentidos: por una parte, intentan simplificar, aclarar, iluminar los textos, con la perspectiva didctica propia de la Ilustracin y, por la otra, una poltica novedosa para la poca, como lo es el mantener los nombres en lengua original, sin traduccin. De ello se queja Lpez y de ello se envanece de Angelis.

3. Historiografa y propaganda

Decir que la poca de Rosas fue turbulenta, que la imagen del gran dictador instaurada sobre un fijismo social, lejos de ser autntica puede, por el contrario, leerse de otra manera, esto es, como poca de tensin, donde el discurso republicano, como ya lo advirti Myers es fundamental, no es, por cierto, nada nuevo. Recordemos otro dato que aporta el historiador: la multifactica propaganda puesto que el discurso del rosismo se benefici con este contexto de monopolizacin de las instituciones pblicas y

y adquiri su eficacia precisamente por la relacin entablada con los distintos niveles de circulacin y recepcin de mensajes ideolgicos que aquel entramado institucional fue perfilando. Este discurso se distingui por su notable capacidad de interpelar a sectores sociales grandemente dispares, por su pericia en el manejo de medios de comunicacin muy distintos entre s y por su eventual monopolizacin de todo el espacio pblico bonaerense y argentino 16 .

LPEZ, Vicente Fidel (1970), Historia de la Repblica Argentina, Buenos Aires, 347-8 MYERS, Jorge, Orden y virtud. El discurso republicano durante el rosismo. Buenos Aires, Universidad de Quilmes, 1995, 22.16

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Lo que puede resultar de inters para la memoria de las letras es el detenimiento sobre lo que se escriba y deca en el espacio de la cultura letrada, no ya en el exilio y la proscripcin sino desde ese foco de poder que era la mano negra el Resturador. Es por eso que se hace necesario observar cmo esa literatura de propaganda, a su vez, tuvo otros aspectos que se explican ms all del juicio y la denostacin de los vencedores y ms all del olvido programado de quienes construyeron los pilares de la literatura nacional. No se trata de hacer una nueva reposicin de hroes al estilo revisionista, como deca Borges, sino de beneficiar nuestro recuerdo con el aprendizaje de todas las hebras que vuelan por los aires de la poca y que, de alguna manera, contradicen la imagen del rgimen como vaca de "literatura", al estilo ambiguo de Rojas 17 . Una de las producciones ms destacadas es la de Pedro de Angelis, que bsicamente puede dividirse en la expresin historiogrfica y periodstica, ambas contaminadas de republicanismo (en la propaganda) y discurso cortesano. En estas mscaras se halla presente la voluntad por recuperar el pasado, atesorarlo y verlo desde el presente. Esa forma de ver el pasado ser distinta de los proscriptos, aun cuando todava se hallen dentro de los territorios nacionales. Distintas sern tambin las visiones de territorialidad que los atraviesa. Territorialidad referida a los espacios de poder, a las polticas lingsticas y a la tierra.

Digo ambiguo porque los comentarios de Rojas van de decir, por ejemplo, "Durante los 20 aos de predominio absoluto de Rosas, no se produce dentro del pas ninguna obra literaria que merezca recordarse, y los personajes sobresalientes de su prensa asalariada, son dos extranjeros: el ingls Love y el italiano de Angelis que insulta a los proscriptos", a dedicar parte de su Historia de la literatura argentina a esos extranjeros y otros personajes, incluso el curiossimo comentario respecto de Claudio Cuenca, un mdico que muri dentro de las huestes rosistas durante Caseros y que pstumamente se encontr una abundante produccin hasta all desconocida. Recordemos brevemente que este autor tiende a no desdear ningn documento y a atesorar -quizs al mejor estilo de Angelis-, todo lo que encuentra y an lo que no encuentra. Lo de "asalariados" forma parte de otro de los tpicos de la crtica antirrosista y que encuentra su razn de ser en el destacar cierta virginal actitud de los proscriptos respecto de sus necesidades econmicas, que, desde luego, las padecan como cualquiera. ROJAS, Ricardo, "Gnesis de la literatura argentina"1537-1862, LEVENE, Ricardo, Historia de la Nacin argentina,Tomo 8, Buenos Aires, El ateneo, 1955. ROJAS, Ricardo, Historia de la literatura argentina, Buenos Aires, Losada, 1948.

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