Ballestín, J. A. - Zizek, Lenin y la resistencia posmoderna [2007]

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1 Véase su ‘Prólogo’ a S. ˇ ZIˇ ZEK, A propósito de Lenin. Política y subjetividad en el capitalismo tardío, ed. de S. Weingarten, ATUEL Parusía, Buenos Aires 2004. 2 S. ˇ ZIˇ ZEK, La revolución blanda, trad. de S. Weingarten, ATUEL Parusía, Buenos Aires, 2004. 3 S. LÓPEZ-PETIT, El Estado- Guerra, Hiru, Guipúzcoa, 2003. 4 S. ˇ ZIˇ ZEK, La suspensión política de la ética, trad. de M. Mayer, FCE, Buenos Aires, 2005. 5 S. ˇ ZIˇ ZEK, Repetir Lenin, trad. de M. Malo de Molina y R. Sánchez, Akal, Madrid, 2004. lavoj ˇ Ziˇ zek (Ljubljana, 1949) es, sin duda, uno de los filó- sofos más interesantes del momento. El esloveno cuen- ta con una extensísima lista de obras publicadas de la más diversa índole, pero su atractiva biografía intelectual adquiere todavía otra dimensión cuando se conoce que su militancia política le llevó incluso a ser candidato a la presidencia de su país. Su método absolutamente multidisciplinar, con- junción singular entre una filosofía política de lo más heterodoxo y un psicoanálisis lacaniano hecho propio, hace de la lectura de sus libros, en el peor de los casos, un ejercicio profundadamente enriquecedor en cual- quier debate crítico sobre los temas contemporáneos más candentes, creando unos espacios donde se dialo- ga de forma polémica y subversiva con la cultura popu- lar, pero también (y eso es seguramente lo fundamen- tal en ˇ Ziˇ zek) con los postulados teóricos de los supues- tos intelectuales y académicos radicales de izquierda de más actualidad (el legado deleuzianista, Negri y Hardt, N. Klein; y los movimientos reales y prácticas políticas asociados, zapatismo, antiglobalización, etc.). Según Sebastián Weingarten, 1 ˇ Ziˇ zek es por derecho propio el autor de la globalización, no sólo porque el capitalismo global y el desarrollo de las comunicacio- nes y las tecnologías forman parte privilegiada de su temática, sino porque la existencia de una red global de producciones culturales e intelectuales constituye la condición de posibilidad de la obra filosófica del eslo- veno. La articulación de contenidos heterogéneos y multidimensionales en ˇ Ziˇ zek no debe confundirse con el eclecticismo posmoderno en boga, sino que debe enmarcarse en un estilo provocador y directo, paradó- jico, que le sirve al filósofo para, no ignorando, sino atravesando el discurso de críticas a la modernidad, sostener o rescatar los estandartes básico de la Ilustración (verdad universal, sujeto político, deseo de emancipación radical). Una de sus tesis más ineludibles es la de la necesi- dad de suspender la participación crítica que fortalece en última instancia el sistema; ˇ Ziˇ zek denuncia la pseu- doactividad, pasividad agresiva o interpasividad de muchos de los autodenominados movimientos críticos o antisistema de nuestra época histórica, cuando el poder sistémico prefiere y reclama precisamente ese tipo de actividad crítica que se lleva a cabo para que nada (de la totalidad) cambie realmente. En ese con- texto, la llamada al silencio, a la reflexión, a la agresivi- dad pasiva que permita establecer un verdadero cam- bio de las coordenadas sistémicas donde se inscriben todas las prácticas, es un acierto urgente. El capital es el universal concreto de nuestros días, 2 sobredetermina todas las formaciones alternativas, incluyendo las no económicas, y no se puede plantear una teoría y una práctica verdaderamente críticas sin cuestionar ese marco. El capitalismo no sólo interpela al consumidor al nivel del deseo, sino que le crea al sujeto una compulsión irrechazable a participar en el movimiento circular de expansón de la autorreproduc- ción sistémica. En este sentido, la descripción del fas- cismo postmoderno (en un contexto en el que la reali- dad es una con el capitalismo) de López-Petit 3 es muy reveladora: la (auto)movilización total de la vida por la vida que (re)produce esa realidad que se nos impone como obvia, la conjunción definitiva de (auto)control y producción de diferencias. Es así como los llamamien- tos de ˇ Ziˇ zek cobran sentido, ya que la importancia del cuestionamiento de las prácticas de resistencia y su crí- tica se hacen tan fundamentales como la denuncia de un poder sistémico cada vez más complejo, pero lite- ralmente más asesino, con sus variantes y disfraces de tolerancia liberal y multiculturalista adecuada a la lógi- ca del mercado global, del Islam fundamentalista, del capitalismo anónimo (aunque honesto) de la socialde- mocracia o de los populismos latinoamericanos. Estamos en mitad de una revolución blanda; las aler- tas deben saltar en tanto que el agente subversivo mun- dial son los Estados Unidos en el sistema omniabarca- dor del capitalismo tardío. La suspensión política de la ética a la que estamos asistiendo, 4 el cambio de las reglas internacionales no escritas y la incapacidad de las (falsas) resistencias para acometer una emancipa- ción radical, un cambio verdadero en las coordenadas hegemónicas del sistema global, le hacen plantearse a ˇ Ziˇ zek una recuperación de la figura política, una repeti- ción de Lenin. Una repetición muy especial, paradójica y con todos los matices, como no podía ser de otra manera en el esloveno. En 2000-2001, Slavoj ˇ Ziˇ zek dirige un grupo de traba- jo en el Instituto de Estudios Culturales de Essen (Alemania) sobre la vida y obra de Lenin para un sim- posio internacional acerca del líder revolucionario. 5 Lenin se convierte en un hilo conductor sobre el que hacer girar las reflexiones del esloveno sobre las cues- tiones políticas (y) en torno a la subjetividad del capi- talismo tardío. Pero fundamentalmente, y en ese aspec- to nos centramos aquí, los escritos de Lenin funcionan como confrontación crítica que problematiza los supuestos plácidamente compartidos por la mayoría de los intelectuales radicales de lo que podríamos llamar genéricamente la resistencia posmoderna. Intentar rehabilitar la figura de Lenin puede tomarse fácilmente como osadía imperdonable por parte no sólo de las corrientes filosóficas (neo)liberales y/o abiertamente reaccionarias (lo que nos importa menos), sino también y especialmente por la tradición teórica de la izquierda post-sesentayochista, declarada- mente antileninista tanto en los aspectos organizativos como en las herramientas de análisis y de inter vención política. Existe cierto consenso en la izquierda radical: hoy la forma de partido es repudiada por los movi- mientos contestatarios como portadora de un germen de dominación burocrática y elitista; conceptos “zom- bis” como toma violenta del poder, luchas de clases, ˇ Ziˇ zek, Lenin y la resistencia posmoderna JUAN ANTONIO BALLESTÍN GONZÁLEZ S Juan Antonio Ballestín González es doctorado interdisciplinar en Comunicación en la Universitat de València.

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  • 11 Vase su Prlogo a S.ZIZEK, A propsito de Lenin.Poltica y subjetividad en elcapitalismo tardo, ed. de S.Weingarten, ATUELParusa, Buenos Aires 2004.22 S. ZIZEK, La revolucinblanda, trad. de S.Weingarten, ATUELParusa, Buenos Aires, 2004.33 S. LPEZ-PETIT, El Estado-Guerra, Hiru, Guipzcoa,2003.44 S. ZIZEK, La suspensinpoltica de la tica, trad. deM. Mayer, FCE, BuenosAires, 2005.55 S. ZIZEK, Repetir Lenin,trad. de M. Malo de Molinay R. Snchez, Akal, Madrid,2004.

    lavoj Zizek (Ljubljana, 1949)es, sin duda, uno de los fil-sofos ms interesantes delmomento. El esloveno cuen-ta con una extenssima listade obras publicadas de lams diversa ndole, pero su

    atractiva biografa intelectual adquiere todava otradimensin cuando se conoce que su militancia polticale llev incluso a ser candidato a la presidencia de supas. Su mtodo absolutamente multidisciplinar, con-juncin singular entre una filosofa poltica de lo msheterodoxo y un psicoanlisis lacaniano hecho propio,hace de la lectura de sus libros, en el peor de los casos,un ejercicio profundadamente enriquecedor en cual-quier debate crtico sobre los temas contemporneosms candentes, creando unos espacios donde se dialo-ga de forma polmica y subversiva con la cultura popu-lar, pero tambin (y eso es seguramente lo fundamen-tal en Zizek) con los postulados tericos de los supues-tos intelectuales y acadmicos radicales de izquierdade ms actualidad (el legado deleuzianista, Negri yHardt, N. Klein; y los movimientos reales y prcticaspolticas asociados, zapatismo, antiglobalizacin, etc.).

    Segn Sebastin Weingarten,1 Zizek es por derechopropio el autor de la globalizacin, no slo porque elcapitalismo global y el desarrollo de las comunicacio-nes y las tecnologas forman parte privilegiada de sutemtica, sino porque la existencia de una red global deproducciones culturales e intelectuales constituye lacondicin de posibilidad de la obra filosfica del eslo-veno. La articulacin de contenidos heterogneos ymultidimensionales en Zizek no debe confundirse conel eclecticismo posmoderno en boga, sino que debeenmarcarse en un estilo provocador y directo, parad-jico, que le sirve al filsofo para, no ignorando, sinoatravesando el discurso de crticas a la modernidad,sostener o rescatar los estandartes bsico de laIlustracin (verdad universal, sujeto poltico, deseo deemancipacin radical).

    Una de sus tesis ms ineludibles es la de la necesi-dad de suspender la participacin crtica que fortaleceen ltima instancia el sistema; Zizek denuncia la pseu-doactividad, pasividad agresiva o interpasividad demuchos de los autodenominados movimientos crticoso antisistema de nuestra poca histrica, cuando elpoder sistmico prefiere y reclama precisamente esetipo de actividad crtica que se lleva a cabo para quenada (de la totalidad) cambie realmente. En ese con-texto, la llamada al silencio, a la reflexin, a la agresivi-dad pasiva que permita establecer un verdadero cam-bio de las coordenadas sistmicas donde se inscribentodas las prcticas, es un acierto urgente.

    El capital es el universal concreto de nuestros das,2sobredetermina todas las formaciones alternativas,incluyendo las no econmicas, y no se puede plantearuna teora y una prctica verdaderamente crticas sincuestionar ese marco. El capitalismo no slo interpela

    al consumidor al nivel del deseo, sino que le crea alsujeto una compulsin irrechazable a participar en elmovimiento circular de expansn de la autorreproduc-cin sistmica. En este sentido, la descripcin del fas-cismo postmoderno (en un contexto en el que la reali-dad es una con el capitalismo) de Lpez-Petit3 es muyreveladora: la (auto)movilizacin total de la vida por lavida que (re)produce esa realidad que se nos imponecomo obvia, la conjuncin definitiva de (auto)control yproduccin de diferencias. Es as como los llamamien-tos de Zizek cobran sentido, ya que la importancia delcuestionamiento de las prcticas de resistencia y su cr-tica se hacen tan fundamentales como la denuncia deun poder sistmico cada vez ms complejo, pero lite-ralmente ms asesino, con sus variantes y disfraces detolerancia liberal y multiculturalista adecuada a la lgi-ca del mercado global, del Islam fundamentalista, delcapitalismo annimo (aunque honesto) de la socialde-mocracia o de los populismos latinoamericanos.

    Estamos en mitad de una revolucin blanda; las aler-tas deben saltar en tanto que el agente subversivo mun-dial son los Estados Unidos en el sistema omniabarca-dor del capitalismo tardo. La suspensin poltica de latica a la que estamos asistiendo,4 el cambio de lasreglas internacionales no escritas y la incapacidad delas (falsas) resistencias para acometer una emancipa-cin radical, un cambio verdadero en las coordenadashegemnicas del sistema global, le hacen plantearse aZizek una recuperacin de la figura poltica, una repeti-cin de Lenin. Una repeticin muy especial, paradjicay con todos los matices, como no poda ser de otramanera en el esloveno.

    En 2000-2001, Slavoj Zizek dirige un grupo de traba-jo en el Instituto de Estudios Culturales de Essen(Alemania) sobre la vida y obra de Lenin para un sim-posio internacional acerca del lder revolucionario.5Lenin se convierte en un hilo conductor sobre el quehacer girar las reflexiones del esloveno sobre las cues-tiones polticas (y) en torno a la subjetividad del capi-talismo tardo. Pero fundamentalmente, y en ese aspec-to nos centramos aqu, los escritos de Lenin funcionancomo confrontacin crtica que problematiza lossupuestos plcidamente compartidos por la mayora delos intelectuales radicales de lo que podramos llamargenricamente la resistencia posmoderna.

    Intentar rehabilitar la figura de Lenin puede tomarsefcilmente como osada imperdonable por parte noslo de las corrientes filosficas (neo)liberales y/oabiertamente reaccionarias (lo que nos importamenos), sino tambin y especialmente por la tradicinterica de la izquierda post-sesentayochista, declarada-mente antileninista tanto en los aspectos organizativoscomo en las herramientas de anlisis y de intervencinpoltica. Existe cierto consenso en la izquierda radical:hoy la forma de partido es repudiada por los movi-mientos contestatarios como portadora de un germende dominacin burocrtica y elitista; conceptos zom-bis como toma violenta del poder, luchas de clases,

    Zizek, Lenin y la resistencia posmodernaJUAN ANTONIO BALLESTN GONZLEZ

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    Juan Antonio BallestnGonzlez es doctorado interdisciplinar enComunicacin en laUniversitat de Valncia.

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  • dictadura del proletariado, son rechazados de maneraentusiasta o despreciados como inoperantes en la rea-lidad del capitalismo tardo.

    De Lenin queda la idea de un revolucionario que apli-c de forma implacable las coordenadas formuladas ensu Qu hacer?, la necesidad de una vanguardia o elitedirigente, de una centralizacin y una disciplina milita-res en la organizacin del partido revolucionario. DeLenin queda la idea de una huella imborrable y catas-trfica en la poltica del siglo XX. A Marx todava se lerecupera como poeta de las mercancas, como el fil-sofo que consigui describir la dinmica del capitalis-mo. A Lenin, en cambio, se le desdea como a aqulque llev a la prctica el marxismo, haciendo posible laexperiencia del Socialismo Real que concluy en unadictadura burocrtica econmicamente ineficaz. Zizek,contra esa imagen heredada, mistificada por simplifica-da cuando no por inautntica, plantea la necesidadparalela de la izquierda hoy y en el tiempo histrico deLenin: la necesidad (posibilidad) de reinvencin de lascoordenadas bsicas ante la catstrofe poltica.

    Entre otras singularidades, Zizek ha llevado a caboun anlisis original del estalinismo, abordndolo sin lostradicionales complejos de la teora crtica de izquier-das. Aqu lo que realmente nos interesa es la contrapo-sicin Lenin-Stalin para superar precisamente lo quemuchos crticos anticomunistas intentan hacer pasarcomo verdad irrefutable: la continuidad (casi identi-dad) entre los dos. Estos crticos se apoyan muchasveces en la presunta falta de sensibilidad de Lenin antela dimensin humana universal; sin embargo, Zizekdemuestra que Lenin se mantena profundamente sen-sible al antagonismo entre arte y lucha por el poder (adiferencia de los dirigentes nazis, en los que se podarastrear una unidad no problemtica entre alta culturay barbarie). Hoy el cuidado de no violar la intimidad delotro puede dar paso a una insensibilidad brutal ante sudolor. sta es la realidad del capitalismo tardo: la abdi-cacin inaudita de la experiencia de los otros. Mientrasque con Lenin la violencia se admita abiertamente, entiempos de Stalin el terror surge como suplementotenebroso y obsceno de discurso oficial, cambiando sustatus simblico.

    Zizek demuestra y celebra en Lenin la fuerza y elsentido de la utopa frente al retorno realista, del senti-do comn que represent el perodo estalinista. Ascomo Lenin celebraba el potencial del mtodo de pro-duccin cientfico taylorista, la inscripcin de estemtodo en el estalinismo resultaba por inevitable, inso-portable, lo que llev a buscar un socialismo con ros-tro humano mediante el realismo socialista estalinista,la vuelta al marco del individuo psicolgico ms tradi-cional. En otro orden de las cosas, el ltimo Lenin pre-conizaba una estrategia que conjugaba un capitalismode Estado unido a la educacin de las masas (esto es,una revolucin cultural); por su parte Stalin, contraria-mente a las enseanzas de Lenin, adopt la estrategiadel Socialismo en un solo pas.

    En cambio, lo que s debera frenarse de una vez portodas, segn Zizek, es el ridculo juego de contraponerel terror estalinista al autntico legado leninista.Leninismo sera una nocin profundamente estalinista,en tanto que gesto necesario de proyeccin del poten-cial emancipatorio-utpico hacia el pasado para podersoportar la contradiccin inherente al proyecto estali-nista. Lo crucial aqu es distinguir el leninismo de laautntica ideologa y prctica polticas del periodo de

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    Lenin. Esa grandeza de Lenin no puede ni debe identi-ficarse con el mito (real) estalinista del leninismo.

    Zizek se toma la molestia de rescatar y alertarsobre las lecciones polticas clave de Lenin. ste noshabra enseado la necesidad de repetir la revolucin,de arriesgar para superar la forma que atasca la prime-ra revolucin. La revolucin slo se autoriza por smisma. Sera necesario rechazar la postura del queespera las condiciones objetivas para llevar a cabo larevolucin, as como las garantas necesarias; esta posi-cin de espectador (la anttesis del agente implicado)resultara ms un obstculo, poniendo en escena elmiedo al acto. Es necesario entender el tiempo de lascatstrofes como el de la posibilidad nica.

    Por otro lado, Lenin nos ensea que la verdad puedeser una herramienta y un derecho ineludibles. Ennuestro tiempo, la verdad sufre penurias: en la demo-cracia liberal slo existen opiniones; en los regmenestotalitarios, la verdad es slo una representacin quelegitima el poder. En general, en nuestra era posmo-derna las afirmaciones de verdad se denuncian yrechazan automticamente como afirmaciones demecanismos ocultos de poder. Sin embargo, Lenin nosrecordara y nos hara ver hoy ms que nunca que laverdad universal en una situacin concreta slo sepuede articular con un criterio completamente parti-dista. Darnos cuenta de este hecho es crucial: el res-peto a la multitud de perspectivas corre el riesgo deacabar apoyando narrativas ridculas. Frente al dere-cho a narrar posmoderno y el imperio de lo poltica-mente correcto (que puede acabar en un relativismoextremo que fomenta la inaccin), el derecho a la ver-dad sera hoy un valor por el que luchar.

    La verdad de Lenin es la del materialismo frente aloscurantismo new age. El gran problema filosfico deLenin fue combinar la mediacin subjetiva de la realidadobjetiva con un mnimo de materialismo. Zizek rastreacierto idealismo implcito en la teora del reflejo deLenin; lo importante es que ese acercamiento infinitoa cmo son las cosas dejara fuera que la parcialidad(distorsin) del reflejo se produce precisamente por-que el sujeto est incluido en el proceso. El obstculopara el conocimiento objetivo no es la realidad objeti-va exterior, sino que hay que resaltar la inherencia delobstculo exterior que no permite la identidad delpensamiento consigo mismo. Nuestra inclusin onto-lgica en la realidad es la que nos separa del conoci-miento objetivo.

    Sin duda, el tema del partido como forma de organi-zacin podra promover debates interminables en cual-quier foro, y tambin aqu es un problema central denuestra argumentacin. Lenin no asuma plenamentelas ideas de Kautsky sobre la necesidad de que unosintelectuales que estuvieran fuera de la lucha de clasesintrodujeran el conocimiento en las clases obreras. Elmatiz fundamental que introduce Zizek es que Leninhablaba de introducir la conciencia por parte de unosintelectuales que estuvieran fuera de la lucha econmi-ca, pero no de clases, es decir, atrapados a su vez en elconflicto de las ideologas. En ese sentido, Zizek se valede Brecht (al que caracteriza como artista estalinista)para ilustrar el partido no como saber positivo, sinocomo nueva forma de saber, alumbrando el paso del yoal nosotros, al sujeto colectivo de conocimiento. Zizekdetecta en Lenin la descripcin de una exterioridadinterna; la necesidad del partido surge porque la claseobrera no es nunca plenamente s misma.

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  • La conciencia adecuada no nace espontneamente,sino que se conquista a partir de un duro trabajo. Loespontneo sera la percepcin errnea de la propiaposicin social. El partido no nos interpreta (nosentiende mejor), sino que da cuenta de la forma denuestras actividades. Hablamos de la forma dialcti-ca; no se trata de un marco neutral, sino que tie cadaelemento de la totalidad. Lo que Lenin hace es for-malizar a Marx (definiendo el partido como forma deintervencin). Tras la muerte de Lenin, el marxismooccidental repudia el dominio totalitario inscrito en eldiseo del fonolgico del partido; por su parte, elmarxismo sovitico oficial lo identifica con el saberobjetivo. En otra direccin, algunos marxistas liber-tarios contraponen el Lenin malo (con sus seas deelitismo, vanguardia, el Lenin del Qu hacer?) alLenin bueno (de El Estado y la Revolucin, con susseas de abolicin del Estado burgus y la idea de laimplicacin de las masas en los asuntos pblicos). Eneste sentido, para Zizek habra que poner en duda lacontraposicin deleuziana entre buena colectividadrizomtica (esquizofrnica, molecular) y mala colec-tividad paranoico-molar (arborescente). El partidorevolucionario leninista en realidad anunciara unalgica distinta de la colectividad, que superara elmarco del Estado que reterritorializa la multitud parala organizacin social colectiva, sin caer tampoco enel espontanesmo o en la regresin a la violenciaindiferenciada. La violencia en Lenin se entenderacomo ingrediente de la accin poltica revolucionariaautntica; slo la utopa en acto supondra un ndiceinmediato de la propia verdad de la revolucin, supropia prueba ontolgica.

    Sera necesario poder pensar conjuntamente en elLenin mximo estratega poltico y el Lenin tecncrata.Su grandeza estuvo en ver la urgencia de llevar a caboestas dos tareas, pese a no disponer de un aparato con-ceptual adecuado. Lenin nos enseara a combatirtanto al economicismo como a la poltica pura. Si la eco-noma es el terreno del dominio efectivo, resulta claroque es ah donde se debe realizar la intervencin, perosta habr de ser necesariamente poltica. Hoy elncleo duro del capitalismo es la democracia. Todo elmundo se presenta como anticapitalista, pero hayque descubrir y denunciar la democracia como signifi-cante-amo del capitalismo global; hay que problemati-zarlo junto con el concepto de libertad. Lenin nosense que la democracia liberal no sobrevive sin lapropiedad privada capitalista. Hoy el verdadero antica-pitalismo implica estas tareas.

    Dice la doxa dominante que, tras la Revolucin deOctubre, Lenin habra perdido la confianza en la capa-cidad emancipadora de las masas. Esto le habra lleva-do a hacer hincapi en el papel necesario de los cient-ficos y de la ciencia, apoyndose en la autoridad de losexpertos. Se tratara de la bsqueda de una pospolti-ca tecnocrtica? Las reflexiones de Lenin sobre elcamino al socialismo pasando por el capitalismo mono-polista parecen peligrosamente ingenuas hoy. Leninanaliza el aparato de contabilidad creado por el capita-lismo (banco central) y propone hacerlo an mayor,ms democrtico, a modo de esqueleto de la sociedadsocialista. En este punto lo que encontramos es la ideamarxiana de un general intellect que regula la vidasocial de forma transparente; se trata de un mundo pos-poltico, ya no ms administracin de las personas,sino administracin de las cosas.

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    66 G. ARRIGUi, HOPKINS, K.TERENCE, I. WALLERSTEIN,Movimientos antisistmicos,trad. de C. Prieto delCampo, Akal, Madrid, 1999.77 F. GUATTARI, A. NEGRI, Lasverdades nmadas, trad. deC. Prieto del Campo y M.Domnguez Snchez, Akal,Madrid, 1999.88 G. DEBORD, La sociedaddel espectculo, trad. de J. L.Pardo, Pre-Textos, Valencia,1999.99 J. HOLLOWAY, Cambiar elmundo sin tomar el poder, ElViejo Topo, Barcelona, 2002.

    Zizek, Lenin y la resistencia posmoderna

    Por supuesto que es fcil aducir potencialidades tota-litarias en esa forma de control social. Por supuestoque con Stalin el aparato de administracin se hizomayor an. Pero Zizek se pregunta: y si sustituimos elejemplo del banco central de Lenin por la World WideWeb de nuestro tiempo? Lo que haca Lenin era des-arrollar la teora de la WWW sin conocerla. Al parafra-searlo, obtendramos la siguiente frmula: Socialismo =libre acceso a Internet + poder de los soviets (staresultara la nica organizacin social en que Internetpuede desplegar sus potenciales de liberacin). UnLenin ciberespacial, pues?

    Veamos el otro eje de la trada mgica que nos ocupa.La resistencia posmoderna podra describirse comoantileninista: vamos a explicar detalladamente esta afir-macin. Comenzaremos por apuntar las caractersticasorganizativas de esta resistencia posmoderna. SegnArrighi, Hopkins y Wallerstein,6 en las dcadas de 1960y 1970 habran surgido nuevos tipos de movimientosanti-sistema, bsicamente a partir de una dinmicaantiburocrtica. Estos movimientos veran la luz acausa del anquilosamiento de los movimientos anti-sis-tema anteriores ya instalados en el poder, que se ver-an incapacitados para satisfacer las expectativas deemancipacin y justicia creadas, y gracias tambin alaumento de la eficacia de las acciones directas con elfin de infringir dao al capital en el proceso del trabajo.Este tipo de nuevos movimientos anti-sistema operaraen un tejido transestatal, mediante una estructurasocial abierta, en la que, a medida que aumentan lospuntos nodales, las intersecciones de las redes sehacen ms fuertes mediante su uso. Hoy se estaranproduciendo las explosiones y reivindicaciones espon-tanestas de los oprimidos por el fracaso de las ideolo-gas de izquierda como estrategia fundamental detransformacin social (tanto la socialdemocracia, comoel marxismo-leninismo y la liberacin nacional).

    Negri y Guattari describen el nuevo panorama (trasla revolucin mundial de 1968) como la lucha contracualquier ideologa de vanguardia externa.7 El objetivoprioritario sera el de la autonoma. Se dara una multi-plicidad irreductible de movimientos; tras el derrumbedel leninismo y el anarquismo, las transformaciones dela sociedad exigiran un nuevo tipo de organizacin,abriran la cuestin de qu mquinas de lucha sonnecesarias en un proyecto que rechazara absoluta-mente el centralismo. Los movimientos de la poca his-trica que incluye nuestro presente se postulan comoantijerrquicos, antiestticos y antiestatistas (porsupuesto, antiburgueses). Guy Debord ya escriba8 quelas condiciones prcticas de la conciencia hay que bus-carlas en la misma organizacin de la sociedad en elmomento revolucionario (esto es, el soviet). ParaDebord, con Lenin, el marxismo se convierte en la pro-fesin de la direccin total de la sociedad. Se daraentonces la oposicin radical entre la clase y la repre-sentacin de la clase. Los bolcheviques se habran con-vertido en los propietarios de los proletarios. Por elcontrario, en los consejos obreros revolucionarios, lateora de la praxis establecera una comunicacin nounilateral con las luchas prcticas, se alcanzara laforma de democracia realizada, no alienada. La organi-zacin y la prctica revolucionarias son necesariamen-te enemigos de toda ideologa revolucionaria.

    John Holloway describe el cambio operado desde el68 como el paso de una poltica de la organizacin a unapoltica de eventos.9 Holloway, con el zapatismo, recha-

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  • za la toma del poder del Estado. Las elites que criticanlas categoras del capitalismo (Estado, capital, mercan-ca, dinero) como cerradas estaran preparando unaconciencia de clase de vanguardia, legitimando la formaorganizativa del partido. Una jerarquizacin de los obje-tivos (priorizando la toma del poder) empobrece en laprctica la lucha de oposicin. La tradicin autoritarialeninista unida al concepto de ciencia positiva de Engelshabra conducido a una prctica poltica mayoritaria-mente monolgica. La revolucin hoy debe transformar(y surgir de) la vida comn, cotidiana, sin que esto seentienda como un llamamiento a la pasividad.

    El deleuzianismo podra ser un buen comn denomi-nador para la resistencia posmoderna. En MilMesetas,10 Deleuze y Guattari describieron el rizoma,seguramente el concepto que mejor describe (las prc-ticas y el modo de organizacin de) la resistencia pos-moderna. Un rizoma consta de los siguientes princi-pios: conectividad, heterogeneidad, multiplicidad, rup-tura asignificante, cartografa y anticalcamona.Deleuze y Guattari escriben su Mil Mesetas contra lossistemas-rbol, centrados, jerarquizados, es decir con-tra el pensamiento occidental clsico, pero tambincontra el pensamiento de la modernidad. Saban, sinembargo, que en los rizomas y en sus lneas de fugaexisten ambivalencia y peligros, fascismo, lneas demuerte, proliferaciones cancerosas. Zizek caracteriza aDeleuze como el idelogo del capitalismo tardo, aun-que el esloveno critica sobre todo las apropiacionespopulares del pensamiento de Deleuze, el deleuzianis-mo en boga. As desmonta la obra Netocracia,11 en laque se describe una nueva sociedad como red de rela-ciones cambiantes, sin jerarquas estables, donde lossujetos son nmadas. Zizek denuncia que la ideologade las clases dominantes de esta sociedad habra aca-bado siendo la de los ltimos filsofos de la resistencia:Foucault, Deleuze, Guattari.

    Sin embargo, el ejercicio de poltica deleuziana defi-nitivo sera para Zizek Imperio (y su continuacinMultitud) de Antonio Negri y Michael Hardt.12 stosanunciaran que en el nuevo marco del Imperio pos-moderno (fronteras mviles, mando flexible, poder enred, hbrido y descentrado) y su contrapoder, la multi-tud (multiplicidad de singularidades actuando encomn), el poder del espectculo que engrasa lamaquinaria imperial hace que no se puedan dar ya mslas formas tradicionales de lucha. La multitud excluyeen su tendencia la autoridad en la organizacin. Desdela explosin del 68 la democracia y la revolucin slopueden construirse desde abajo, a partir de formas enred, de multiplicidades irreductibles.

    En este nuevo marco de la produccin inmaterialdonde la produccin se hace biopoltica, el horizonteposible es la democracia absoluta. Negri y Hardt sedefienden previsoramente de las crticas: la multitudno sera ni una nueva forma de espontanesmo (as, losfilsofos no se atendran a la disyuntiva ldercentral/anarqua, sino que postularan el espacio socialintermedio de la comunicacin) ni de vanguardismo(no impondran ninguna identidad). La representacin,la soberana y la autoridad deberan quedar excluidasde la organizacin de la multitud. Respecto a este con-cepto, Paolo Virno habla de la multitud postfordistacomo la correspondiente al general intellect.13 La claseobrera, al responder a las caractersticas de esta multi-tud, se teira de ambivalencia (rebelin/servidumbre;nueva democracia/fascismo posmoderno); lo que es

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    1100 G. DELEUZE, F. GUATTARI,Mil mesetas. Capitalismo yesquizofrenia, trad. de J.Vzquez Prez y U.Larraceleta, Pre-Textos,Valencia, 1987.1111 A. BARD, E. SODERQVIST,Netocraciak, citado enSlavoj Zizek, La revolucinblanda.1122 M. HARDT, A. NEGRI,Imperio, trad. de A. Bixio,Paids, Barcelona, 2002;tambin Multitud, trad. de J.A. Bravo, Debate, Barcelona,2004.1133 P. VIRNO, Gramtica dela multitud, trad. de A.Gmez, Traficantes de sue-os, Madrid, 2003.1144 A. MNDEZ RUBIO, Laapuesta invisible,Montesinos, Barcelona,2003.1155 L. BLISSET, S. BRNZELS,Manual de guerrilla de lacomunicacin, trad. de Elkoketivo y Virus Editorial,Barcelona, Virus, 2000.

    Representaciones del intelectual

    claro es que necesariamente cambian las formas tradi-cionales de organizacin y conflicto. Zizek planteamuchas dudas a las obras de Negri y Hardt; entre ellas,se plantea si realmente estaramos entrando en unmomento en que la produccin (inmaterial, biopoltica)se convierte automticamente en comunicacin; ade-ms, se cuestiona qu tipo de administracin se estaraalcanzando, si es poltica o radicalmente pospoltica(administracin de las cosas); por ltimo, Zizek poneen duda la nocin de democracia absoluta, destacandoque la democracia nunca puede ser absoluta, siemprese basa en un mnimo de representacin y, en caso deconcretarse, lo hara bajo la forma opuesta del terror.La multitud no sera sino un eslogan (de celebracin)de la resistencia que perdera la ambigedad que pre-sentaba en Spinoza (o la ambivalencia en Virno). Enotro orden de cosas, para Zizek la multitud sera unerror anlogo al comunismo de Marx como fantasadefinitiva capitalista, inherente al sistema (donde lacontradiccin u obstculo es a su vez la condicin deposibilidad).

    Zizek y otros presentan serios cargos contra el cele-brado zapatismo del subcomandante Marcos: no pre-supone tambin cierto tipo de vanguardia? Es acaso elzapatismo un tipo de resistencia tico-potica (simbli-ca) que sobrevive como mera sombra de poder, o pre-tende ser una verdadera revolucin cultural que prepa-re el colapso definitivo del poder? Incluso los militantescontra la globalizacin, que han llevado a cabo unalabor intenssima desde finales del siglo XX, precisa-mente aprovechando el impulso del zapatismo y de losnuevos movimientos sociales, se hallan hoy en unimpasse cercano al coma, asumidos, criminalizados oinvisibilizados.

    Qu decir de los Nuevos Movimientos Sociales(NMS) desde 1968! Antonio Mndez los esboza a par-tir de los siguientes ejes:14 sustitucin de la concienciade clase por una heterognea y ms extensa concienciasocial; la prctica de una nueva poltica social o popular,contra los marcos tradicionales del Estado o los parti-dos; la asuncin de una forma organizativa descentra-da, plurilgica, tendencialmente horizontal (contra eldiseo unidireccional, masivo, jerrquico del partido)Por su parte, Lpez-Petit escribe, en la obra citada,que, aunque en un primer momento los NMS constitu-yeron un desafo simblico para el sistema, puesto quesubvertan los cdigos dominantes (sobre todo el pol-tico), hoy aparecen totalmente institucionalizados (pre-cisamente a causa de su debilidad).

    A largo plazo, no habran sino favorecido la estabili-dad de orden poltico, ya que los cambios promovidosfortalecen la continuidad de la sociedad criticada. Unejemplo de prctica poltica a modo de resistencia pos-moderna y NMS lo encontramos en la guerrilla de lacomunicacin:15 plasmando el descontento con laizquierda radical tradicional, se buscara un nuevo tipode prcticas polticas subversivas y divertidas a la vez.Se postulara contra el vanguardismo y por la vida coti-diana. El objetivo bsico sera perturbar la gramticacultural hegemnica, para despus construir cdigosabiertos. Pero es esto suficiente?

    La izquierda posmoderna se debatira entonces, vistolo visto, entre la resistencia potica y el intento (impo-sible) de colapso del poder. Segn Zizek, el abandonoprogresivo del compromiso sociopoltico con lo Real seejemplificara en las opciones de paso al acto directoque se tomaron tras el agotamiento de las potenciali-

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  • dades emancipadoras del 68 (goce sexual extremo,terrorismo poltico de izquierdas, misticismo oriental).Hoy, frente a la lnea de partido leninista, la resistenciaposmoderna se basa en la coexistencia de diversaslneas de fuga, de distintas agencias que slo conver-gen puntualmente, pero que mantienen diferenciasprogramticas permanentes. Cmo sera una multituden el poder? La actualizacin se llevara a cabo en unlder autoritario, un significante vaco capaz de agluti-nar los distintos intereses en conflicto, segn el anli-sis del esloveno.

    La necesidad de (repetir) Lenin surgira de la inca-pacidad de los movimientos anti-sistema actuales(resistencia posmoderna) en el interior del pacto libe-ral dominante en el que las reglas implcitas de lo admi-sible ya limitan las posibilidades de la accin poltica.Zizek se vale del film Matrix Revolutions para ofrecer elmapa cognitivo del fracaso de la izquierda actual frenteal sistema, debatindose entre el juego de la resisten-cia local, la nocin de revolucin que conlleva la des-truccin total sin esperanza o la triste colaboracintrans-clase. As, peor que la celebrrima Tercera Varesultara la celebracin pseudodeleuziana de la exito-sa rebelin de la multitud. Zizek estara denunciandoacertadamente las solidaridades invisibles entre laresistencia y el sistema. Massumi ya explic que elcapitalismo abandon por fin la lgica de la normalidadtotalizante para asumir la lgica del exceso errtico.16Se estara produciendo una convergencia muy proble-mtica entre la dinmica del sistema (que ha aprendi-do a valorizar el afecto) y la dinmica de la resistencia.

    En una revolucin blanda, de pugna entre dos capi-talismos (financiero e industrial), los Estados Unidosasumiran el rol del agente subversivo mundial. La gue-rra contra el terror podra estar dirigida de manera nosecundaria contra las potencialidades emancipadorasde su propia sociedad, y tambin contra la primera efer-vescencia de la antiglobalizacin como movimientoreal de resistencia anticapitalista global.

    Un leninista furibundo como Bensad coincide enmuchas de las crticas de Zizek a los movimientos deresistencia sealados y sus adalides tericos.17Bensad denuncia que la revolucin tranquila delcibermercado no suprime ni la explotacin ni la alie-nacin, y que la confianza en la rizomtica de las nue-vas tecnologas nunca puede ser suficiente para unaemancipacin radical. El discurso de la subversinposmoderna resultara estrictamente isomorfo con elnuevo espritu fluctuante e hbrido del capitalismo tar-do. El ambiguo carnaval sera la forma encontrada dela resistencia posmoderna. Bensad critica a los anti-leninistas neolibertarios (Holloway, Negri) su feti-chismo ilusorio de lo social. El francs promueve enla globalizacin imperial un gesto leninista frente alpeligro de la naturalizacin de la economa y de lafatalidad de la historia. El partido debera contem-plarse como caja de velocidades u operador estratgi-co. Segn el francs, Lenin ya habra intentado res-tringir los peligros de burocratizacin de la prcticapoltica a partir de reglas concretas para la represen-tacin poltica, preservando la pluralidad necesaria,dando cabida a la lucha por los matices. Si la polticaes una pluralidad organizada, Lenin no habra aposta-do por una vanguardia centralizada, sino que habraluchado contra la desorganizacin entre partido yclase (lo poltico y lo social). El voluntarismo arbitra-rio hoy no llevara ms que a una resistencia esteti-

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    1166 B. MASSUMI, NavigatingMovements, citado en SlavojZizek, La revolucin blanda.1177 D. BENSID, Cambiar elmundo, trad. de Redaccinde Viento Sur, Madrid,Catarata, 2004.

    Zizek, Lenin y la resistencia posmoderna

    cista, desembocando en un espontanesmo ilusorioo en un vanguardismo elitista.

    En este sentido, Zizek (que pese a sus crticas a laresistencia posmoderna no sufre ninguna nostalgiapatolgica hacia la modernidad) se detiene en la anti-globalizacin para ejemplificar la necesidad de la orga-nizacin. As, sera necesario hacer realidad las acusa-ciones de manipulacin marxista que los media vertie-ron sobre los manifestantes de Seattle, creando unaestructura organizativa que confiera al malestar gene-ral la forma de exigencia poltica universal. Sin la formadel partido, el movimiento permanece atrapado en elcrculo vicioso de la resistencia, el verdadero tpico dela poltica posmoderna. Zizek advierte: no queremos unmovimiento antiglobalizacin domesticado. La leccinleninista crucial sera, por fin, que la poltica sin parti-dos es poltica sin poltica; los que slo quieren ver alos NMS pretenden una revolucin sin revolucin. Ellmite de los movimientos es que no son polticos ensentido de un singular universal, solamente reivindicanun tema, no plantean una relacin con la totalidad.

    Seattle (antiglobalizacin, resistencia global) sfue/es un movimiento global (en contenidos y enforma), de ah su valor, su mrito y su principio deesperanza. Los liberales y los NMS explotan el males-tar de las clases oprimidas sin poner realmente en peli-gro el sistema. Ese sistema sabe escuchar, fagocitar lasreivindicaciones y despojarlas de sus aristas polticas.La verdadera Tercera Va habra que encontrarla toda-va entre los NMS y la poltica parlamentaria institucio-nalizada. Ah Lenin representara un punto neutralentre la poltica de la purificacin y la de la sustraccin.Cmo conseguir llevar a cabo una poltica de la sus-traccin una vez se pasa de la resistencia a estar en elpoder?

    Hoy el significante Trotsky aparece, para Zizek,como el significante ms digno rescatable del legadoleninista (porque no tena cabida ni en el socialismoreal ni el comunismo nostlgico tras la cada del muro).En la actualidad los leninistas oscilaran entre la erudi-cin con la vista puesta en el pasado o una jerga inofen-siva sobre el presente poltico. En cambio, los marxis-tas occidentales, los trotskistas que quedan, parecenatrapados en el fetiche de la clase obrera autntica(que no existe), cuyo potencial se frustra sin una autn-tica direccin revolucionaria. El marco del marxismo-leninismo sirve hoy para lo mismo que sus opuestos,los nuevos paradigmas: para no pensar lo nuevo.

    Repetir Lenin significa, para Zizek, insuflar nuevavida a la esperanza. No se trata de una vuelta a Lenin,sino de aceptar que su solucin particular fracas;comprender el destello utpico que vale la pena resca-tar en l, distinguir lo que hizo en realidad de las posi-bilidades que inaugur. Entender la tensin entre larealidad y otra dimensin. Repetir no lo que hizo, sinolo que no logr hacer. Tener en cuenta las oportunida-des perdidas. Hoy se presenta a Lenin como proceden-te de otra zona horaria, de otro tiempo histrico (msque como un idelogo que representa una amenazatotalitaria). Pero Zizek nos inocula la preocupanteincertidumbre: y si nuestra poca es el verdadero pro-blema (si ha perdido una determinada dimensin his-trica)? Al final, de lo que hablamos es de conservar deLenin ms o menos slo el nombre: su valor es el deaquel significante que formaliza un contenido encon-trado en otra parte, transformando una serie de nocio-nes comunes en una formacin terica subversiva.

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