BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO

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BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO

CUADERNO

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Baldomero Fernández Moreno

Nació el 15 de noviembre de 1886 en Buenos Aires, Argentina. Fue poeta y médico rural.

Su cargo de médico rural le permitió ir a distintas provincias argentinas, lo cual ayudó a que pueda inspirarse para sus primeros poemas. En 1915, con el apoyo de su amigo Nicanor Newton, editó su primer libro titulado, Las iniciales del misal, dedicado a Rubén Darío. En 1917 publicó Intermedio provinciano y Ciudad. En 1937 sufrió la pérdida de su tercer hijo. Este trágico hecho lo sumió en un cuadro de depresión que se refleja en su libro Penumbra. En 1949 tuvo un primer accidente cerebrovascular y, en 1950, un segundo accidente cardiovascular le ocasionó la muerte.

Falleció el 7 de junio de 1950 en Argentina.

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CuadernoBaldomero Fernández Moreno

Christopher Zecevich Arriaga Gerente de Educación y Deportes

Juan Pablo de la Guerra de Urioste Asesor de Educación

Doris Renata Teodori de la Puente Gestora de proyectos educativos

María Celeste del Rocío Asurza Matos Jefa del programa Lima Lee

Editor del programa Lima Lee: John Martínez GonzalesSelección de textos: Jerson Lenny Cervantes LeonCorrección de estilo: Margarita Erení Quintanilla RodríguezDiagramación: Leonardo Enrique Collas AlegríaConcepto de portada: Leonardo Enrique Collas Alegría

Editado por la Municipalidad Metropolitana de Lima

Jirón de la Unión 300, Lima

www.munlima.gob.pe

Lima, 2021

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Presentación

La Municipalidad de Lima, a través del programa Lima Lee, apunta a generar múltiples puentes para que el ciudadano acceda al libro y establezca, a partir de ello, una fructífera relación con el conocimiento, con la creatividad, con los valores y con el saber en general, que lo haga aún más sensible al rol que tiene con su entorno y con la sociedad.

La democratización del libro y lectura son temas primordiales de esta gestión municipal; con ello buscamos, en principio, confrontar las conocidas brechas que separan al potencial lector de la biblioteca física o virtual. Los tiempos actuales nos plantean nuevos retos, que estamos enfrentando hoy mismo como país, pero también oportunidades para lograr ese acercamiento anhelado con el libro que nos lleve a desterrar los bajísimos niveles de lectura que tiene nuestro país.

La pandemia del denominado COVID-19 nos plantea una reformulación de nuestros hábitos, pero, también, una revaloración de la vida misma como espacio de

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interacción social y desarrollo personal; y la cultura de la mano con el libro y la lectura deben estar en esa agenda que tenemos todos en el futuro más cercano.

En ese sentido, en la línea editorial del programa, se elaboró la colección Lima Lee, títulos con contenido amigable y cálido que permiten el encuentro con el conocimiento. Estos libros reúnen la literatura de autores peruanos y escritores universales.

El programa Lima Lee de la Municipalidad de Lima tiene el agrado de entregar estas publicaciones a los vecinos de la ciudad con la finalidad de fomentar ese maravilloso y gratificante encuentro con el libro y la buena lectura que nos hemos propuesto impulsar firmemente en el marco del Bicentenario de la Independencia del Perú.

Jorge Muñoz Wells Alcalde de Lima

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CUADERNO

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BREVE ELEGÍA

Era la sombra del amor,la sombra del amor: no pudo ser.Ya pasó por mi vida otro dolor,ya pasó otra mujer.

No era su pecho mi cabezal,no eran sus manos las guiadoraspor el camino triste y fatal.No era el consuelo para mis horas,no era la fuente para beber,ni el tronco firme donde enredarme,dar unas flores y envejecer.

Era la sombra del amor,la sombra del amor: no pudo ser.Ya pasó por mi vida otro dolor,ya pasó otra mujer.

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INVITACIÓN AL HOGAR

Estoy solo en mi casa,ya lo sabes, y triste como siempre,me canso de leer y de escribir,y necesito verte.Ayer pasaste con tus hermanitaspor mi puerta; tú seria, ellas alegres.Irías a comprar alguna cosa...Ganas tenía yo de detenerte,tomarte despacito de la manoy decirte después, muy suavemente:—La noche está muy fría,corre un viento inclemente...Sube las escaleras de mi casay quédate conmigo para siempre.

Y quédate conmigo, simplemente,compañeros, desde hoy, en la jornada.Tendremos un hogar dulce y sereno,con flores en el patio y las ventanas;bien cerrado al tumulto de la callepara que no interrumpa nuestras almas.

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Tendrás un cuarto para tus labores,¡oh, la tijera y el dedal de plata!Tendré un cuartito para mi costumbreinofensiva de hilvanar palabras...Y así, al atardecer, cuando te encuentre,sobre un bordado la cabeza baja,me llegaré hasta ti sin que lo adviertas,me sentaré a tus plantas,te leeré mis versos, convencidode arrancarte una lágrima,y tal vez acaricien mis cabellostus bondadosas manecitas blancas.

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EL POETA Y LA CALLE

Madre, no me digas:—Hijo, quédate...,cena con nosotrosy duerme después...

Cuando eras pequeñodaba gusto vertu cara redonda,tu tez rosada...

Yo a Dios le rogabauna y otra vez:que nunca se enfermeque viva años cien;

robusto, rosado,gallardo doncelle vean mis ojosallá en la vejez.

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Que no tenga ese airede los hombres quese pasan la nochede café en café...

Dios me ha castigado.¡Él sabrá por qué!—Madre, no me digas:—Hijo, quédate...—

La calle me llamay a la calle iré...Yo tengo una penade tan mal jaez

que ni tú ni nadiepuede comprender,y en medio de la calle¡Me siento tan bien!

¿Cuál es mi pena?¡Ni yo sé cuál es!Pero ella me obligaa irme, a correr,

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hasta de cansanciorendido caer...La calle me llamay obedeceré...

Cuando pongo en ellalos ligeros pies,me lleno de rimassin saber por qué...

La calle, la calle,¡loco cascabel!

La noche, la noche,¡qué dulce embriaguez!El poeta, la calle y la noche,se quieren los tres...

La calle me llama,la noche también...Hasta luego, madre,¡voy a florecer!

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CUADERNO

Cuaderno,cuaderno en que la amadacopia mis versos y dibuja flores.Eres como una rueca torneadadonde se fuera hilando, poco a poco,toda la buena seda de mi alma.¿En qué oculto cajónde quién sabe qué mueble y en qué casa,te encontrarán las manos revoltosasde nuestros hijos? (Ella tendrá tu cara,tus ojos sobre todo; él hará versos).Y abrirán el misterio de tus páginas,un poco amarillentas por los años,murmurarán tus versos en voz bajay asombrándose luego, tal vez digan:¡Mirá, papá y mamá, cómo se amaban!

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PRESENTACIÓN

Esta que viene aquí toda vestidade un traje blanco y un negro sombrerotiene la obligación de mi senderoy las rosas y espinas de mi vida.

Porque una noche el ánima afligida,mustia de soledad, dijo: Te quiero.Hace ya mucho tiempo que te esperocon una mano lánguida extendida.

Era una rara orquesta de violines,era un pasar de extraños bailarines,era un degüello de camelias rosas

bajo tus finas manos temblorosas.¡Era que el corazón se me moríade tanto, amada, como te quería!

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LOS AMANTES

Ved en sombras el cuarto, y en el lechodesnudos, sonrosados, rozagantes,el nudo vivo de los dos amantesboca con boca y pecho contra pecho.

Se hace más apretado el nudo estrecho,bailotean los dedos delirantes,suspéndase el aliento unos instantes...y he aquí el nudo sexual deshecho.

Un desorden de sábanas y almohadas,dos pálidas cabezas despeinadas,una suelta palabra indiferente,

un poco de hambre, un poco de tristeza,un infantil deseo de purezay un vago olor cualquiera en el ambiente.

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LA HORQUILLA ABANDONADA

Hecha una fierecilla deliciosase arrojó de la cama en un momento.

Vibró un instante la cadera de oro,rodaron por la espalda los cabellos,sonaron unos pasos por la alfombra,se abrió una puerta y se perdió a lo lejos.

Y me quedé solo... Un poco de tristezay el olor a manzanas de su cuerpo.

Pero una negra horquilla abandonadasobre las blancas sábanas del lechosu esbelta V a mi esperanza abríacomo iniciando esta palabra: Vuelvo.

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INICIAL DE ORO

Nací, hermanos, en esta dulce tierra argentina,pero el primer recuerdo nítido de mi infanciaes este: una mañana de oro y de neblina,un camino muy blanco y una calesa rancia.

Luego un portal oscuro de caduca arroganciay una abuelita toda temblona y pueblerina,que me deja en la cara una agreste fraganciame dice: ¡Mi nieto, qué cara más fina!

Y me llenó las manos de castañas y nueces,el alma de leyendas, el corazón de preces,y los labios risueños de un divino parlar.

Un parlar montañés de viejecita brujaque narra una conseja mientras mueve la aguja.El mismo que ennoblece, hermanos, mi cantar.

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LA CUNA

Hoy no pudimos más, y envueltosdel crepúsculo azul en la penumbra,nos fuimos por el pueblo lentamentea comprar una cuna.Y compramos de intento la más pobre,mimbre trenzado a la manera rústica,cuna de labradores y pastores...Hijo, la vida es dura.

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A LA RECIÉN VENIDA

Hijita, con tu venidaeste verano feliz,has agregado un matizmaravilloso en mi vida.Que te vea yo creciday no quiero más riqueza:entre la tuya que empiezay la de ella al terminarveré mis años pasar,más pasarán en belleza.

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VIEJO CAFÉ TORTONI

A pesar de la lluvia yo he salidoa tomar un café. Estoy sentadobajo el toldo tirante y empapadode este viejo Tortoni conocido.

¡Cuántas veces, oh padre, habrás venidode tu graves negocios fatigado,a fumar un habano perfumadoy a jugar el tresillo consabido!

Melancólico, pobre, descubierto,tu hijo te repite, padre muerto.Suena la lluvia, nublan mis ojos,

sale del subterráneo alguna gente,pregona diarios una voz doliente,ruedan los grandes autobuses rojos.

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VACAS

¿Habrá en el mundo vacas más benignas que estas?Se anuncian con un claro cencerro matinal,y en las ruidosas puertas de hoteles y pensiones,al pie de las crías flacas, se dejan ordeñar.

Viven en pobres tambos, pacen escasa hierba,entre piedra y arena, tamarisco y cardal;pero siempre rebosan medio litro de lechepara los niños tristes que envía la ciudad.

Y, su misión cumplida, se van sin un mugido,subiendo cuestas agrias con lenta majestad.Mas yo sé cómo sigo, ellas no saben nada,su campaneo de oro por la orilla del mar.

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EL POETA

La tempestad podrá en olas deshechasfingir pluma en el aire de un navío,dejando entre la sombra y el vacíoerizadas las tablas más derechas.

El fuego podrá en llamas como flechashacer cenizas del palacio frío,llevarse un pueblo desbocado río,y rebaños y bosques y cosechas.

Podrá un cuerpo caer tras la saeta,o tras la enfermedad o la locurarumiar limosna el hambre más secreta.

Mas siempre la canción irá a la altura.Se yergue entre las ruinas el poeta:no hay desventura contra su ventura.

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CENA

Tranquilamente la comida observó:son cuatro hombres y una mujer vieja.Ellos están caídos sobre el plato,comen con rapidez y silenciosos.Con cada cucharada me pareceque se tragan también un pensamiento.Y en camisa los cuatro, recogidaslas mangas hasta el codo, y en la espaldalas equis negras de los tiradores.Ella atiende a los cuatro como puede,solícita, nerviosa, hasta con miedo.Se ve que con el último bocadose han de ir a dormir sin más palabras.La única alegría de la mesaes un sifón azul que está en el medio.

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PRESENCIA

Cómo duermes, pequeña, en tu cunita,cerca del fuego que te abriga y dora.Te contemplo un minuto, media hora,y tú sigues dormida, dormida.

Un carro pasa, un leño azul crepita,sube una voz del aire triunfadora,y tú como si tal, mínima aurora,la pestaña, ¡ay de mí!, casi infinita.

Eres la primordial indiferenciaante la expectativa, ante el anhelohechos de resignación, vueltos paciencia.

Soy tu primer poeta y soy tu abuelo...Tal vez clames un día mi presencia:búscame por la tierra y por el cielo.

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CASI ÉGLOGA

Con las primeras luces de la auroraviene el lechero a la casa contigua.Se acercan tintineando las esquilasde un par de vacas con sus terneritosy un ruido seco, familiar, menudo,hacen contra la piedra las pezuñas.Con tanta claridad veo la escenacomo si fuera de cristal mi cuarto.

Llega el lechero y su impaciente dedooprime el timbre repetidas veces.De pronto siento sobre mi cabezaen el piso de arriba caer dos pies:Dos pies desnudos, firmes, decididos,que al arrojarse de la cama al suelosubir han hecho por las finas piernasun estremecimiento delicioso.Es Amarilis, la mayor, que tienenombre de hierbas, para mi alegría.Apartando las crías, implacable,ha empezado a ordeñar el de la boina.

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El hilo blanco de la henchida ubrea la vasija de metal apuntay al rebotar en el estrecho fondolevanta un eco cantarín que luegoal crecer de la espuma se ensordece.Ya baja apresurada la escalera,frotándose los ojos, mi vecina.Debe estar hermosa con el pelotodo aplastado aún de la almohaday con las leves ropas del estíopuestas, al despertar, de cualquier forma.No atina a abrir la complicada puerta,tiene las manos flojas, como torpes,de ese segundo sueño que persistepor la mañana en los dormidos miembros.Oigo un doble ¡buen día! Y a la jarraque presenta Amarilis, el buen vascotrasiega poco a poco el dulce líquidomientras envuelve a la turbada niñaen un mirar jocundo y prolongado.Se oye de nuevo el tintinear de platay el ruido de pezuñas que se aleja.Sube Amarilis diligentementea hervir la leche para sus hermanos.

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AROMAS

Cuando regreso a casa, no me lavo las manossi es que he estado contigo un instante no más,el aroma retengo que tú dejas en ellascomo una joya vaga o una flor ideal.

Por aquí huelo a rosas y por allá a jazmines,alientos de tus ropas, auras de tu beldad,aproximar una silla y me siento a la mesay sabe a ti y a trigo el bocado de pan.

Y todo el mundo ignora por qué huelo mis manoso las miro a menudo con tanta suavidad,o las alzo a la luna bajo las arboledascomo si fueran dignas de hundirse en tu cristal.

Y así hasta media noche cuando vuelvo rendidopegado a las fachadas y me voy a acostar,entonces tengo envidia del agua que las lavay que, con tu perfume, da un suspiro y se va.

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