Bajemos un cambio, vayamos Al Trote - perio.unlp.edu.ar · serían así. Sinceramente, me dejaron...

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Siempre es un honor escribir las líneas de una editorial, más si se trata del primer número de una revista. Una revista de deportes que nace dentro de un proyecto periodístico más amplio, pensado y conducido por comunicadores y futu-ros profesionales comprometidos con un perio-dismo serio, responsable y profundo.

Dentro del ámbito deportivo se suceden dis-tintos hechos que se espejan en la esquizofrenia, en la histeria, en lo inmediato, en lo ¡ya! Y si no es de esta manera parecería que no vale.

Al Trote significa oír, no escuchar; es ver, no mirar; es sentir, no tocar. Por eso, cada dis-ciplina, cada rincón temático deportivo será la razón de la revista; no como algo inmediato, abstracto y efímero. Al Trote buscará en cada sección, en cada deporte, una visión atemporal de modo pausada.

En un mundo vertiginoso en el que los he-chos y los protagonistas van más rápido que la pelota y la información, en este proyecto pre-tendemos lo contrario. Deseamos que nuestros lectores sean dueños de otra mirada. Un tra-bajo responsable, de esfuerzo y sobre todo de credibilidad; algo difícil de encontrar por estos días en el mundo del periodismo (no generali-zamos, por supuesto). Intentaremos ser profe-sionales de la escritura y con seriedad iremos, de forma molecular, pensando los contenidos de cada página.

En un escenario globalizado, en el que la tec-nología conecta todo y el “correcaminos” es el máximo exponente, nosotros, como escritores de deportes, enfatizaremos en sus componentes. El juego táctico, técnico y estratégico no será lo más importante en esta revista. Ni tampoco en-

Bajemos un cambio, vayamos Al Trote

Editorial

tredichos ni “cuestiones de vestuarios”. No nos interesa esa parte, definitivamente.

Los hechos de violencia son moneda corrien-te en el globo del escenario deportivo, fundamen-talmente si se habla de fútbol. Porque el mundo que rodea a este deporte parece haber adquirido caracteristicas totalmente distintas a las del res-to de las disciplinas. Como si se tratara de otra cuestión, de otro universo. El fútbol se ha trans-formado en una cosa y los demás deportes en otra. Ahora bien, no culpemos al fútbol por las ya habituales malas noticias que los medios de co-municación dan a conocer cada fin de semana. El fútbol está aislado, mirando, inmóvil, dejándose moldear por quienes lo conforman: jugadores, hinchas, simpatizantes, dirigentes, trabajadores, allegados y, por supuesto, periodistas. Y el fútbol sólo se deja cascotear y mimar.

Cada sección de Al Trote buscará un mun-do existente; sí, que está, que se encuentra pre-sente, pero que muchas veces no se da a conocer (¿porque no vende?). Consideramos que el de-porte es un hecho social; hay personas y sucesos que lo hacen tal. Y si hay personas que toman una práctica, significa que también hay cultura.

Hermanados, el deporte y la cultura se nece-sitan. Para ello, debemos indagar de forma pro-funda, con conocimiento y con dudas. Al Trote será un puente, un lazo entre la cultura del de-porte y sus lectores. Esta revista irá al trote para lograr su objetivo; siempre en la vereda de en-frente de la histeria y la velocidad.

¡Salud lectores!, bienvenidos.

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Ellos también juegan

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SumarioTiempos violentos

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Tiempos violentos

“A las barras se les da identidad desde los organismos de seguridad”

Entrevistamos a Mónica Nizzardo, fundadora de la Asociación Salvemos al Fútbol

El fútbol bajo coacción

Tiempos violentos

Tiempos violentos

La hipocresía versus la batalla cultural

Enfrentar la patota

“Es un camino muy largo”

Ponemos el ojo en Bruno Sarmiento, un diez que pinta en la octava de Estudiantes

Tiempos violentos

Futuro trotador

Antes una diversión, hoy su fuente de trabajo

Leandro Ladogana, utilero de Gimnasia, nos cuenta las buenas y malas de su oficio

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Así Forma

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Número 1 - Julio 2012

Editor responsable: Facultad de Periodismoy Comunicación Social,Universidad Nacionalde La Plata

Jefes de redacción: Lucas Mateo David D‘Agostino

Corrector: Héctor Escobar

Redactores: Joel Gentil Víctor OliveraFernando Labal José ÁlvarezLucas Mateo David D‘AgostinoHéctor Escobar

Foto de tapa:AG La PLata

Fotógrafos: Martín Dutil Javier Aimetta Emmanuel Labal

Ilustrador: Martín Mateo

Arte y Diseño: Paula RomeroVíctor Vialey

Agradecimientos: Gastón LuppiPablo BlesaEva Cabrera Esteban Martirena

Contacto:[email protected]

Publicación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Diag. 113 Nº 291, La Plata, Buenos Aires, Argentina. Tel: 0221 4250133. www.perio.unlp.edu.arRegistro de la Propiedad Intelectual en trámite. Prohibida su reproducción total o parcial sin citar la fuente.Año 1 - Nº 1 - Julio de 2012.Distribución gratuita.

“A las barras se les da identidad desde los organismos de seguridad”

Entrevistamos a Mónica Nizzardo, fundadora de la Asociación Salvemos al Fútbol

“Los técnicos tenemos fecha de vencimiento”

Pedro Troglio le pone el pecho a la entrevista de Al TroteEl trotador

Messi y las palomasLa rompió

“La televisión es el carnaval del maltrato a la lengua”

Tomamos un café y charlamos sobre periodismo con Walter Vargas

De buena fuente

Cuestión de piel

Informe sobre el racismo en el fútbol brasileroParamos la bocha

“El fútbol y el rock generan pasión”

Hablamos con Emiliano Santillán, cantante de La Cumparsita Rock ’72

A rodar la guitarra

Heysel: la tragedia hecha soluciónEl aporte del deporte

Pluma y pelota

Juan Sebastián Verón, “el bailarín”

El Dios Ferrocarril Oeste

El Beach Vóley femenino es olímpico

El polifuncional

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Ellos también juegan

A los quince años, con rebeldía ado-lescente, decidió dar un paso al cos-tado en la escuela. Su vida parecía no tener rumbo fijo. Por eso, su padre, que por ese entonces trabajaba en Gimnasia y Esgrima La Plata, le con-siguió un trabajo de alcanza pelotas por un período de seis meses. La-dogana aceptó sin dudarlo, pues se cumplía el sueño de cualquier joven de su edad: estar cerca de los jugado-res que vestían la camiseta del club de sus amores.Los amantes del fútbol sostienen que ser utilero posee su lado positivo: conseguir camisetas, viajar y estar con el plantel, entre otras cosas. Sin embargo, con el correr de los años, a Ladogana se le transformó en un tra-bajo como puede ser cualquier otro.Hoy, el utilero lleva 18 años en la prác-tica del primer equipo del club. “Valo-ro más aquellas camisetas de jugado-res que se acercaron y me la regalaron sin que yo se las pidiera, eso para mí tiene un valor especial”, dijo.

- ¿Cómo es un día de trabajo de se-mana?- Empieza a las siete de la mañana en Estancia Chica, siempre que entrena el equipo. Lo primero que hacemos es preparar la ropa para los jugadores para que cuando lleguen al predio se cambien y estén a disposición del técnico. Mientras se alistan es nuestro momento de distensión. Preparamos el mate y charlamos con ellos. Una vez que comienza la práctica, esta-mos para lo que el entrenador nece-site, ya sea para alcanzarle lo que nos pida o ayudarlo en cualquier tarea. - ¿Y un día de partido?- Sin importar el horario del partido, puede que sea de tarde o de noche, también nos presentamos a trabajar en Estancia Chica a las siete de la ma-ñana, bien temprano. Preparamos las camisetas, la ropa de viaje y lustramos los botines, entre otras cosas. Tres ho-ras antes del horario del encuentro, ya estamos en la cancha para acomodar todo en el vestuario. A cada jugador

Leandro Ladogana,

utilero de Gimnasia,

confiesa que empezó

a trabajar en el club

como una diversión,

pero hoy lo

considera un trabajo

como cualquier otro.

Con 18 años en el

Lobo, asegura tener

más de cien

camisetas, entre

ellas la de Maradona,

pero que le falta

la de Carlos Tévez.

Por Joel Gentil

Antes una diversión, hoy su fuente de trabajo

Foto

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se le da el equipo: camiseta, pantalón y medias, más los botines y la ropa de entrada en calor. Durante el partido tenemos que estar atentos por si un jugador pide cambiar los botines o los tapones de acuerdo a las condicio-nes del campo de juego. O, puede ser una camiseta que se rompe. Cuando termina, juntamos todo y volvemos a Estancia Chica donde dejamos todo para que se lave. - En el fútbol de hoy, ¿hay pedidos especiales de parte de los jugado-res en cuanto a la indumentaria o accesorios?- Al menos en Gimnasia no. Sola-mente nos piden vinchas, que ya es algo normal. O, por ejemplo, ahora vienen los botines de todos colores y antes eran todos negros. Al princi-pio llamaban la atención, pero con el tiempo ya es algo que está instala-do y uno tiene que adaptarse a esos cambios.

- Imagino que en 18 años como utile-ro debes tener miles de anécdotas...- Sí, muchas... Pero ahora se me vie-ne a la memoria un partido del Lobo en el Bosque, no recuerdo el rival, pero sí que dirigía Ángel Sánchez. Los árbitros entran a la cancha con dos pelotas que son propiedad del club, y cuando termina el partido, me acerqué al vestuario a pedírselas y se negó. Insistí y nuevamente se negó. En el tercer intento, siempre yo muy amable, quiso tomarme del cuello. Gracias a Dios no pasó a mayores porque intervinieron varias personas que estaban en el lugar. - ¿Qué jugador te sorprendió?- Sin dudas que el “Beto” Márcico y Pe-dro Troglio me sorprendieron mucho, porque son jugadores con trayecto-rias impresionantes pero personas muy humildes que jamás pensé que serían así. Sinceramente, me dejaron una muy buena imagen. - ¿Y aquél jugador con quién la con-vivencia no fue de la mejor?- Luciano Leguizamón

- ¿Por qué?- Porque es muy especial... - ¿Es diferente la relación con los técnicos?- Normal, con algunos existe más afi-nidad que con otros, como en todo ámbito, pero generalmente hay bue-na convivencia. No se llega a entablar una relación de amistad pero sí de respeto.

- ¿Nunca se te cruzó la idea de ha-cerle un comentario al técnico so-bre la formación del equipo?- ¡No! Jamás. Uno lleva tantos años en el club que algo se aprende de fútbol, pero no tanto como para eso. Además, no me corresponde, sería una falta de respeto. Sí, hablamos entre nosotros, con los masajistas, pero comentarios como los que puede hacer cualquier persona en su casa con amigos, más de eso no.

- ¿Coleccionás camisetas?- Sí, tengo alrededor de 150, de equi-pos locales y extranjeros. Igual no soy muy fanático; mi hermano es el que más me pide que consiga. Eso sí, hay de un equipo de la ciudad que no tengo... (se ríe). - ¿Y cuál es la más preciada?- La de Maradona. Se la regalaron a mi papá que tuvo la oportunidad de viajar al Mundial de Estados Uni-dos del ‘94. Le regaló el pantalón y la camiseta del equipo que jugó la Copa América un año antes. Y del resto, valoro más aquellas de ju-gadores que se acercaron y me la regalaron sin que yo se las pidiera, eso para mí tiene un valor especial. O, por ejemplo, camisetas de Lucas Licht y Lucas Lobos que, estando de visita por Estancia Chica, me tra-jeron una cada uno. Eso me llena de orgullo. - ¿Hubo alguna que quisiste tener y hoy no está en tu ropero?- Sí, la de “Carlitos” Tévez. Tengo la de Riquelme, Orteguita, Gallardo, de ju-gadores de renombre pero me falta

“El ‘Beto‘ Márcico y Pedro

Troglio me sorprendieron

mucho, porque son

jugadores con trayectorias

impresionantes pero

personas muy humildes”.

la de Tévez. Igual, no pierdo la espe-ranza de tenerla algún día si es que vuelve a jugar en Argentina. - Muchos consideran el trabajo de utilero como un paraíso ¿Es así?- Es un trabajo más. Al principio lo tomaba como una diversión, el he-cho de estar cerca de los jugadores, viajar con el plantel y conocer dis-tintas provincias, pero con el correr de los años, se torna un trabajo más. Incluso, se trabaja muchas horas lejos de la familia y eso no es muy lindo. Este cambio va de la mano del crecimiento personal. Cuando era chico sólo quería estar cerca de los jugadores, hoy con unos años más, ya es otra la responsabilidad y hay que tomarse las cosas en serio. Por eso, digo que ser utilero tiene las mismas obligaciones que otros empleos.

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La narrativa clásica nos en-señó, desde pequeños, que en toda historia hay malos y buenos y que al final, los últimos triun-fan. Como contrapartida de esto, la actualidad del fútbol argenti-no nos cuenta un relato donde hay malos, muy malos y algunos poco buenos.

Contrario al pensamiento generalizado de que los “barras bravas” son un problema actual, existen investigaciones que de-muestran que las muertes gene-radas por episodios de violencia en el ámbito del fútbol datan desde la medianía del siglo XX.

El fútbol como fenómeno de masas tiene su apogeo luego de la profesionalización de la dis-ciplina, en la década del 30. La concurrencia a las canchas se da en números impensados para la época y el fútbol termina convir-tiéndose en el deporte nacional por elección. En esa identidad que se empieza a formar para

adentro de cada club, por medio de la identificación con el barrio, el grupo de personas o la ciudad, comienzan a formarse distintos grupos dentro de la misma afi-ción.

En sus Crónicas del aguante el investigador y docente, Pablo Alabarces, menciona el año 1958 como el comienzo de la “histo-ria moderna de la violencia en el fútbol”, donde se produjo la muerte de Alberto Linker, en un Vélez-River, producto de una tríada que se repetirá en el deve-nir de los años: enfrentamientos con el público, represión policial y desidia dirigencial. Lejos de resolver cuestiones, el tiempo se dedicó a perfeccionar y pulir la problemática.

La aparición en la escena pú-blica del presidente de Indepen-diente, Javier Cantero, como un Quijote que pelea contra intere-ses mucho más peligrosos que las raídas paletas de un molino

Tiempos violentos

Los hechos de

violencia en el

fútbol parecen

haber ocupado

nuevamente la

portada de los

diarios. La

aparición de Javier

Cantero abre una

puerta para

erradicar a los

barras aunque la

AFA se encarga

de cerrar otras.

El fútbolbajo coacción

Foto

s: T

élam

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de viento, puso nuevamente a la violencia en la mesa de debate.

Acto seguido, se sucedieron diferentes hechos violentos que perjudicaron a jugadores y di-rigentes y trajeron más muerte. Por más que desde los organis-mos de seguridad intenten ca-ratular los decesos como hechos “no vinculados al fútbol”, el joven de Newell´s baleado en Rosario por hinchas de Unión y el barra de Lanús caído en desgracia lue-go de un “ajuste de cuentas”, nos obligan a parar la pelota.

Es loable pensar que la sus-pensión del fútbol no sea la me-jor solución para enfrentar el conflicto. Menos aún, si no existe un verdadero sinceramiento por parte de los clubes, los respon-sables de la seguridad, la mo-narquía de la calle Viamonte y el gobierno nacional. De lo que no quedan dudas es que algo se debe hacer.

Identidad violentaAl igual que los bebés, los ba-

rras bravas no llegaron al mundo traídos por una cigüeña parisina; fueron gestados producto de una relación que, sin tener necesaria-mente amor, necesitó ir más allá del simple contacto.

Muy lejos del hincha de Dis-cépolo que peleaba por los colo-res para saciar su pasión, estos personajes han logrado conver-tirse en pseudo-empresas que brindan su fuerza de choque a quien solicite sus servicios. Sólo les falta personería jurídica para ser una organización legal, ya que el reconocimiento social lo obtuvieron hace tiempo. El mis-mísimo presidente de Boca Ju-niors, Daniel Angelici, se negó a aplicar el derecho de admisión argumentando que los socios les piden autógrafos en el club.

Otra demostración de esto es que de no haber sido por las

denuncias presentadas por la Asociación Salvemos al Fútbol, el Ministerio de Seguridad de la Nación casi puso en marcha una prueba piloto que transformaba a los hinchas identificados como barras en “preventores civiles” de la seguridad del público. Es decir, meter al zorro dentro del gallinero.

La miopía y el cortoplacismo de los dirigentes políticos permi-tió que el poder de los líderes de la tribuna se fuera acrecentando. Y la pelota se hizo tan grande que no la pudieron parar.

¿Cuántos son los dirigentes que no le deben algo a la barra de su club?

La mezquindad y las urgen-cias por ganar la carrera presi-dencial transforma a estos gru-pos en una herramienta impres-cindible a la hora de recolectar apoyo. Lo que comienza con la concesión de determinados es-pacios como los alrededores del estadio y los puestos de comidas para explotar los días de partido, más las “colaboraciones” de di-nero y entradas, termina convir-tiéndose en una entrega porcen-tual del club. La connivencia es tal que, desobedecer a los pedi-dos de estos grupos puede hacer tambalear a cualquier dirigente elegido por los socios.

La situación exige un cambio

Erradicar la violencia no sig-nifica “meter preso a los delin-cuentes”, ni mucho menos. Se requiere de un trabajo en con-junto.

Desde los estamentos guber-namentales deben establecerse leyes claras, de aplicación fácti-ca y unificar los criterios a nivel nacional.

Desde los medios, se debe brindar la información que ayude a desenmascarar a todos

aquellos que fomentan la violen-cia y no hacer una propaganda o mercancía de ella.

Los socios deben penar con su voto a los dirigentes que man-tengan las barras y contribuir a no reforzar, mediante cánticos, la toma de espacios en las tribu-nas y la cesión de poder simbóli-co de los líderes de la popular.

Todo es posible, pero la gran revolución tiene que surgir des-de el fútbol mismo y ahí es don-de se complica. Pedirle a Julio Grondona que tome cartas en el asunto es esperar el milagro. Se deben buscar caminos alternati-vos. El autoritarismo que gobier-na a la AFA desde 1979 está por encima de las leyes, lo que hace estéril cualquier intento. Por eso se deben buscar alternativas más allá de la calle Viamonte.

Avellaneda puede ser un buen lugar de partida, pero se necesitará mucho más que la de-cisión de un club para enfrentar a la violencia. De lo contrario, la aparición de Cantero pasará a ubicar un lugar en el ya repleto armario de los sueños truncados del fútbol argentino.

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“Lo más difícil es luchar contra la hipocresía del sistema”

Mónica Nizzardo es la fundadora de la ONG Salvemos al Fútbol. Asesorada legalmente por el doctor Mariano Bergés desde 2006, viene denunciando las vinculaciones que se establecen entre barras y los dirigentes del fútbol, ante la mirada esquiva de gobernantes y organismos de seguridad.

Por Lucas Mateo / Fotos: Martín Dutil - Archivo Asociación Salvemos al Fútbol

Tiempos violentos

Llegar a la sede de Salvemos al Fútbol (SAF) permite entender de antemano cuál es el alma de esta asociación que lleva seis años de-nunciando los distintos hechos de violencia que se suceden en el fút-bol argentino. Un departamento en-clavado en pleno barrio Congreso, de la Capital Federal, actúa como re-ducto de trabajo de Mónica Nizzar-do, su fundadora, además de ser su propio hogar. Dentro de esas cuatro paredes, los teléfonos no dejan de sonar convocando a esta mujer, do-cente de teatro y música de un cole-gio secundario, a salir en vivo en los

diferentes medios de comunicación que la ven como una de las pocas personas de referencia para hablar de violencia.

Salvemos al Fútbol surge de la indignación que le provocó ver cómo los barras bravas se paseaban por los pasillos del club Atlanta, en la época que ella formaba parte de la Comi-sión Directiva. En solitario enfrentó a uno de los líderes de la hinchada bo-hemia y con sus denuncias llegó has-ta un juicio oral, aunque no prosperó porque, según recuerda, “a la hora de declarar, los testigos no dieron nom-bre y apellido del barra”.

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- En estos seis años de luchas y frustraciones, ¿ha habido algo positivo?- Nosotros somos conscientes que desde Salvemos al Fútbol no vamos a cambiar nada solos. Acá se nece-sita una acción en conjunto. La primera causa que agarramos es el tema de Newell´s. Este era un club que estaba tomado ple-namente por la barra, cerrado a los socios. Había mucho miedo de denunciar porque ellos decían que había vinculaciones con la justica y con la política.Esto fue algo positivo para no-sotros porque demostramos la voluntad de los socios unién-dose. Allá, los medios estaban demasiado asustados. A mí, un productor de radio me dijo: “No se puede salir al aire a hablar de López”.

- ¿Era pesado el ambiente, realmente?- Una vez tuve mucho miedo cuan-do en la cancha de Newell´s había ido a acompañar a los socios, pero nadie de ellos me saludaba para no quedar expuestos ante la ba-rra. Todos se callan porque tienen el recuerdo de la agresión. Porque saben que son seis pero atrás hay tres mil más.

- Cuando vamos a la cancha notamos que todo sigue igual, que nada ha cambiado.- No hay trabajos de prevención. Lo que nosotros decimos en una nota que le entregamos a Abal Me-dina es que a las barras se les da identidad desde el propio Estado, desde los mismos organismos de seguridad. Como lo del derecho de admisión; un día me paré en la entrada de la cancha de Gimnasia y Esgrima La Plata y el jefe de se-guridad del operativo estaba ha-blando conmigo hasta que llega la barra, y él va, los atiende y me deja a mí hablando sola.

- ¿Cómo aplicar el derecho de admisión?- No hay un criterio de unificación. En la ciudad de Buenos Aires el de-recho lo toma el club, porque son entidades privadas para la ciudad. Y la justificación en Provincia para no utilizarlo es: “¿Y cómo los reco-nocemos en la puerta cuando vie-nen?”.El derecho de admisión funciona en las jurisdicciones donde las personas tienen antecedentes. Es como que General Paz es la línea con Japón. Lo que nosotros pedi-mos es unificar criterios.

- ¿Y Cantero?, ¿qué significa para ustedes?- Cantero se sumó a SAF hace más de dos años. Vino sin saber todavía que iba a ser el candidato a presi-dente. Sí, se sabía que la agrupa-ción se iba a presentar en las elec-ciones.

- ¿Te imaginabas que se iba animar a esto?- Sí. Se veía, y lo sigo viendo como una persona muy honesta. Yo dije: “Qué bueno, ojalá que gane”. Que-ría que los socios se dieran cuenta que no es difícil esto, porque Can-tero está luchando contra los vio-lentos, está sacando muchas care-tas. Es más difícil luchar contra la hipocresía del sistema.

- Igualmente, se ve difícil la posibilidad de que la lucha de Cantero prospere, porque hay dirigentes como los de Vélez que a pesar de su transparen-cia debieron ceder ante las barras.- Hay que darle fuerza para que siga aguantando, porque nadie sabe cuánto va a aguantar. Lo que pasa es que hay muchos dirigentes que están ahí gracias a las barras, que tuvieron que transar. Bueno, ahí hay un nexo, pero eso debería ser castigado desde AFA. El proble-

“Las barras juegan con el miedo de la gente. Cuando el directivo

arregla es porque tiene miedo. Estoy plenamente

segura que el 80 por ciento de los dirigentes

estaría mejor si las barras no existieran”.

ma es que el primer cómplice es el señor Grondona. Lo que está haciendo Cantero no es de kamikaze, es lo que tiene que hacer una persona consciente.¿Para qué lo llaman todos dicien-do que se solidarizan? ¿Para qué vienen Garré y Abal Medina y se sacan una foto si después no hacen nada?

- ¿Qué dice la justicia en casos como el día que se ausentó la barra de Independiente y su lugar quedó ocupado única-mente por los bombos?- En la tribuna no hay libre circu-lación y eso es culpa del operativo de seguridad. Yo saco una entrada y no puedo circular. Este es el men-saje que se está dando desde el es-tado. Es gravísimo, porque no hay libre derecho de circulación.

- Hay una presencia simbólica en la ausencia de los barras bravas. - En el primer partido de Newell’s con la nueva dirigencia, al no estar la barra de López, quedó el hueco. El doctor Bergés, pedía por teléfo-no que se cierren y ocuparan esos espacios libres. Y no se podían ce-rrar porque había pibes alrededor que pegaban piñas para que no se ocupe ese espacio.

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Con la misma pasión y com-promiso con a que lleva adelante a la asociación, Nizzardo respon-de a las preguntas de Al Trote. Se nota convencida de lograr mo-dificaciones para acabar con las muertes. La intensidad de su voz refleja a una persona comprome-tida que ha sabido experimentar, con su propio cuerpo, las dificul-tades que se presentan a la hora de investigar a gente con muchas vinculaciones políticas.

- ¿Cuál es el beneficio de la po-licía en esa connivencia que se da entre ellos, los dirigentes y los barras?- El tema de los trapitos en la pe-riferia de los estadios es imposible que se haga si no hay una compli-cidad con la policía. Hay una parte que va a estos agentes.Es sabido, desde hace años, que cuando se toma lista de la presen-cia de policías en los operativos muchas veces está la mitad de los contratados. El otro día, Cantero contó que puso un escribano para contar a los policías. Bueno, ese también es el negocio y todos los clubes lo saben.

- Los clubes también aceptan que los policías vayan a co-brar su trabajo minutos des-pués de terminado el partido,

en plena desconcentración de la gente.-El policía se cree que es un juga-dor, que cuando toca el pito el árbi-tro se tiene que ir. Al contrario, es ahí donde más tiene que estar. Al menos dos horas más. Desde la creación de los organis-mos de seguridad no se solucionó el problema con la violencia en el fútbol y las muertes. Lo que hicie-ron fue correrlas de lugar. Y ahí se demuestra, una vez más, la compli-cidad de los organismos de seguri-dad con los barras. Les dicen: “Mu-chachos, acá adentro nada”.

-¿Y no es conveniente que los clubes peleen por sacar a las barras y se queden con ese di-nero?-Las barras juegan con el miedo de la gente. Cuando el directivo arre-gla es porque tiene miedo. Estoy plenamente segura que el 80 por ciento de los dirigentes estaría me-jor si las barras no existieran. Por-que los directivos que ahora están en funciones ya traen a las barras dentro del sistema. Es lo que decía Comparada: “Cuando yo llegué el club ya estaba tomado”. Ah bueno, ¿pero vos qué hacés para sacarlo?

-¿Se puede hablar de que los barras estén marcando

territorio después de lo de Cantero?-Nosotros no lo vemos desde ese lugar. En esta época del año siem-pre pasa. Es en los finales de cam-peonato, cuando se acercan las promociones y los descensos. Mayo y junio son los meses de mayores amenazas que tienen que ver con el descenso, que “si no ascendés te mato”, “si descendés te matamos” y, ¿por qué se pelea tanto por lo que el club puede perder? Porque los barras pierden la recaudación.

-¿Hay que protegerlo a Can-tero?, ¿puede estar corriendo peligro su vida?-Ahora tiene seguridad. Él llamó y se comunicó con el Ministerio de Seguridad de la Nación. Lo que Cantero dice es: “No quiero vivir custodiado” ¿Por qué una persona que denuncia y hace lo que corres-ponde tiene que vivir custodiado?Mientras no haya penas ni sancio-nes, estos delincuentes se sienten a sus anchas. Ellos tienen muchísimos contactos. Es lo que dijo una vez Di Zeo: “Tengo el teléfono de los que tienen el poder”.

-Están a un paso de estar legi-timados por ley, ya que la le-gitimación social, en muchos casos, está dada.

“El derecho de admisión funciona en las

jurisdicciones donde las personas tienen

antecedentes. Es como que General Paz es la

línea con Japón. Lo que nosotros pedimos es unificar criterios”.

Todo un símbolo: el hueco en la tribuna de Independiente.

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-Uno de los pasos fundamentales que dio la Asociación fue evitar que esto se transforme en legal, porque siempre estuvieron haciendo fuer-za y siguen haciéndola. -¿Sentís un respaldo unívoco de los medios, o el trato no ha sido de todos por igual?-La verdad, es que tenemos difu-sión en todos los medios. Lo que sí vemos es que el manejo de la información es distinto en cada medio. Depende también la épo-ca. En 2006, cuando todavía no existía la pelea entre el Gobierno y Clarín, los medios, respecto de lo de Atlanta, me decían: “Esto no lo podemos poner”. Hoy, aparece un delincuente y los medios te lo ponen en tapa.

-Se ve como imposible que Cantero, luego de lo realiza-do, de marcha atrás y pueda transar con los barras.-Yo creo que Cantero no tiene cara para transar con los barras. Y es como si yo anunciara ahora mi casamiento con “Bebote” Álvarez. La ética es lo principal a tener en cuenta, porque los dirigentes son los referentes que necesitamos para la educación. Las barras están matando a los clubes en sus activi-dades sociales, porque durante la

semana ellos van y se adueñan de las instalaciones.

-¿Podemos esperar algo de Grondona en su último perío-do al mando de AFA?-No pensemos que se puede evan-gelizar a Grondona. Hay que de-nunciarlo y esperar que actúe la justicia.

-Pero la justicia no ha actuado en su contra. Por lo que hay que esperar que el tiempo lo corra a un costado.-No pasa sólo por Grondona, igual. Si desaparece Grondona, de-saparece una fuerte parte del siste-ma “grondoniano”, pero no se des-arma el sistema.

-Pero nadie podrá reempla-zar su omnipresencia. Si apa-recen más Canteros en otros clubes se puede pensar en un cambio.-Yo creo que todos los socios nos debemos preguntar: “¿Por qué no tengo un Cantero como presidente en mi club? ¿De qué me quejo si no puedo motivar a uno del club que pueda llegar a la presidencia como Cantero?”.

-¿Tu condición de mujer ayu-dó para que no sufrieras una

paliza o de haber sido hombre se te hubiesen abierto más puertas?

-No lo dudo que me salvé por ser mujer, porque eso también me lo dijeron. Es más, la frase fue: “Te salvás porque sos mujer”. Es tan machista el fútbol que a las muje-res no se les pega.

¿Recibiste muchas amenazas?-No tantas. Primero con lo de Atlanta y después de que armamos SAF tuvimos amenazas por teléfo-no y por internet.Con todo esto de Independiente, por ejemplo, hace 20 días que ten-go hackeado el Hotmail. Yo hablo por teléfono y sé que estoy saliendo al aire. C laro que hay siempre un poco de miedo. Pero el miedo nos moviliza.Entiendo que esta gente juega con el miedo de los demás. Porque has-ta ahora no hay un dirigente muer-to por estos tipos. Ellos juegan con eso porque saben que reculan en-seguida.Las amenazas de estos tipos de-muestran que no son estúpidos. No son gente violenta que actúa de im-pulso. Te dejan arriba de tu agenda la dirección del colegio de tu hijo ¿Qué voy a denunciar?

Atlanta y después de que armamos

“En la tribuna no hay libre circulación y eso es

culpa del operativo de seguridad. Yo saco una

entrada y no puedo circular. Este es el

mensaje que se está dando desde el estado”.

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Uno de los principales ejes en la lucha contra la violencia en el fútbol es asumirnos como parte de la problemática. Todos los actores sociales que, de una u otra mane-ra, estamos vinculados con la ac-tividad futbolística profesional so-mos responsables de las conductas violentas. Tan generalizadas como naturalizadas que terminan por generar consecuencias comple-tamente indeseables para la gran mayoría de la sociedad.

\Como hinchas, simpatizantes o seguidores que no pertenecen a la “barra” de un equipo, muchas veces solemos contribuir a reforzar la tendencia violenta generalizada: nos empujamos para entrar y salir de los estadios, nos insultamos de tribuna a tribuna, legitimamos y avalamos cánticos discriminato-rios, estigmatizadores, xenófobos, machistas, homofóbicos, y, hasta amenazas de tiros y muerte. Suce-de todo de una manera tan natural que no hacemos más que formar parte de un torbellino que se lleva puesto todo.

Y aquí es donde la hipocresía de indicar que la violencia es patri-monio de las clases más humildes se torna más potente. Las conduc-tas violentas son también, en gran medida, ejercida por los simpati-zantes de las capas más altas de la sociedad (que en ocasiones hasta forman parte de las “barras”). Y aún, los que pagan costosísimos abonos a los mejores palcos y pla-teas no tienen el menor reparo en arrojar objetos contundentes (¿ha-blábamos de peligro de muerte?), escupidas a los integrantes del cuerpo arbitral, a jugadores y a en-trenadores rivales.

Ni que hablar de las de- saforadas cataratas de insultos, amenazas y agresiones físicas con-tra entrenadores y jugadores que visten la propia camiseta, los cua-les son moneda corriente cada vez que los resultados y/o rendimien-tos no completan las expectativas que estos hinchas elitistas supo-nen merecer.

Con respecto a los organismos de seguridad, vale destacar que un primer problema es la falta de unificación de criterios a la hora de

organizar los operativos. En mu-chísimas ocasiones, la metodolo-gía elegida depende de la decisión del comisario de turno, con la sal-vedad de que siempre se prioriza el acceso de la “barrabrava”, consen-suado con los jefes de la misma. Eso sí es algo que nunca cambia, y esto puede verificarlo cualquier persona que alguna vez haya pisa-do un estadio.

Luego, y para el resto de las parcialidades, sean locales o vi-sitantes, los controles y cacheos parecen estar al libre albedrío. A veces, son sumamente intensivos, a veces ínfimos, otras dependen de prejuicios como la cara, el pelo, el color de piel y la vestimenta del espectador que está intentando ingresar. En algunas ocasiones se deja pasar todo. En otras, se repri-me brutal e inexplicablemente.

Por su parte, los dirigentes han naturalizado, durante décadas, los vínculos con las hinchadas de las instituciones que conducen. Y tanto estrecharon lazos y cerraron filas en función de fortalecer su poder y obtener ventajas políticas (hacia dentro y hacia afuera de los

La hipocresía

Por David D´Agostino

la batalla cultural

versus

Tiempos violentos

Foto

s: T

élam

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clubes) que la obsesión por tener “la barra del lado propio” derivó en conceder espacios inimaginables. Sobran los ejemplos al respecto en la mayoría de los clubes.

La justificación posterior, cuando no la negación, ante las inevitables evidencias que emer-gen, suelen girar en torno del “acá no pasa”, “yo no sabía”, “cuando llegamos ya estaban”, “estamos trabajando en el tema”, o repu-dios superficiales de la boca para afuera. El argumento del miedo no parece ser suficiente para justificar connivencias cuasimafiosas. El silencio y la “vista gorda” tiñen la escena de complicidad.

En tanto, el rol de los medios de comunicación en este tema me-rece un capítulo aparte. En primer lugar, es ineludible mencionar que la violencia en el fútbol, como toda temática sangrienta y suscepti-ble de morbo, vende mucho. Es-pecialmente, teniendo en cuenta que, al ser el fútbol una actividad tan masiva y popular en nuestro país, su vinculación con destrozos, piedrazos, peleas, amenazas, tiros y muerte, es material jugosísimo para inundar las pantallas, los diarios y las radios, las veces que sea necesario. Una tarea que apela a enfoques superficiales y que de-nota un desconocimiento absoluto sobre la problemática.

En segundo término, es no-toria la intencionalidad que se le atribuye al tratamiento de este tipo de informaciones, en fun-ción de los intereses que defiende cada medio. El debate generado por la Ley de Medios, sancionada hace casi tres años, no hace más que poner de manifiesto también estas operaciones mediáticas, a la hora de buscar responsables, cómplices y culpables, ante he-chos de violencia en estadios e in-mediaciones, en días de partido y durante la semana.

La hipocresía de algunos co-municadores se torna más que evidente toda vez que fogonean un clima de tensión extrema ante

la “insolencia” de un resultado ad-verso, de un error arbitral, de un penal errado, de un cambio tardío, o de un planteo equivocado. Una estimulación al desborde inaguan-table, tal como sucedió en los días previos al descenso de River y como hemos presenciado ante el errático andar de San Lorenzo en la última temporada. Muchas ve-ces son los mismos que, luego de rasgarse las vestiduras, hablan de violencia.

O cuando celebran “la fiesta”, “el color” o “el folclore” de una tri-buna atestada de bengalas y fuegos artificiales, que más tarde repudia-ron luego, por ejemplo, con la trá-gica muerte de Miguel Ramírez en el recital de La Renga (en La Pla-ta hace poco más de un año), tras la que incluso el estadio de Vélez llegó a ser sancionado y que, cuan-do el tema se enfrió, todo volvió a ser parte de la “normalidad” y del “aquí no ha pasado nada”.

Encontrar las soluciones a una problemática tan compleja que nos atraviesa y nos moviliza es una tarea más que complicada. Acusar con el dedo y reclamar soluciones de varita mágica servirá de poco. Quizás ayude sentirnos parte del problema y modificar nuestros hábitos desde el lugar que nos to-que ocupar. Pero debemos creer,

pensar y sentir que se puede hacer algo. Que se puede mejorar, que se puede cambiar.

La batalla cultural nos convoca como sujetos de una historia que se está escribiendo. Los grandes cambios suelen requerir tiempo, esfuerzo y apertura de pensa-miento. Trabajo y decisión políti-ca. Normas claras y compromiso con la causa. Los últimos años han servido como ejemplo de que es posible emprender transforma-ciones profundas, de reclamos y reparaciones históricas. Nunca es tarde. El cambio comienza en uno mismo.

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La manera más fácil de en-frentar la cuestión de la violencia y la existencia de las barras en los clubes ha sido la de vincularla a las problemáticas del país. O sea, barrer la mugre debajo de la al-fombra.

La relación de connivencia entre dirigentes y barras, no es nueva. A cambio de entradas, protección judicial, dominio de espacios periféricos a los esta-dios u otras dádivas, la barra ofrece fidelidad, aguante físico y protección a dirigentes y gober-nantes. Porque esta casta, que germinó en el fútbol, fue ganan-do poder y ocupando otros espa-cios sociales.

La barra surge del fútbol pero termina convirtiéndose en un grupo de choque preparado para caminar cualquier superficie.

Basta con ver los últimos en-frentamientos entre facciones sindicales o identificar a los in-volucrados en la muerte de Ma-riano Ferreyra para comprender que estos grupos utilizan al fútbol como un medio a partir del cual se promocionan y proyectan.

Pero los problemas se solu-cionan admitiéndolos y eso es lo que hizo Cantero. Lejos de que-darse en una promesa de campa-ña, su postura se constituyó en la piedra fundacional que per-mite pensar que la erradicación de la violencia en el fútbol no es un sueño estúpido y carente de posibles.

Ante el desamparo total de las fuerzas de seguridad y el mu-tismo crónico de la AFA, decidió plantarse frente a una veintena de tipos que, bajo la rotulación

El presidente de Independiente, Javier Cantero,

comenzó a cumplir con las promesas

hechas durante su campaña. Se plantó

frente a la barra y denunció una

extorsión sufrida en su oficina donde

le reclamaban ciertos beneficios

perdidos. ¿Repercusión

en la AFA? Bien, gracias.

de líderes de la barra, burlaron los controles de acceso al club y se metieron en su despacho.

¿Los pedidos? Los mismos de siempre: micros, entradas, algún dinerillo y lugar para guardar sus estandartes de guerra.

Acostumbrados al “pase li-bre”, han copado los clubes y los han tomado de rehenes. Por esto es que “Bebote” Álvarez, líder de la barra, considera legítimo re-clamar lo que le sacaron.

La lamentable conducción de Julio Comparada potenció a es-tos personajes y los hizo intoca-bles. Con una dirigencia que ha-cía agua por todos los costados y un club al borde del abismo, sólo la relación amistosa con la barra

podía sostener a un presidente que destruyó un patrimonio de la cultura de Avellaneda y el país.

Con todas las de perder, te-niendo en cuenta que los éxitos dirigenciales están signados por los triunfos deportivos, Cantero decidió luchar en un terreno que se le presenta hostil y en solita-rio. Salvo unas vagas y difusas palabras de apoyo por parte de Daniel Angelici, presidente de Boca, el resto de los dirigentes se llamó a silencio.

No se puede pensar que la ac-titud de Cantero llevará a la elimi-nación de una problemática que se ha deglutido al fútbol como espectáculo. Aunque es válido tenerlo latente para saber que se puede enfrentar el tema, recono-ciéndolo y sintiéndose parte de la solución.

En una excelente recopilación editorial de trabajos que hablan sobre el fútbol y la sociedad, Diego Murzi, Santiago Uliana y Sebas-tián Sustas hablan de que se de-ben reconocer muchas violencias y no una. “Quien concurra con frecuencia a los estadios argenti-nos sabe que la violencia no em-pieza ni termina con las “barras bravas”. Es violento el accionar de la policía, el espectador de las plateas con los jueces de línea, los cánticos, los jugadores dentro del campo, es violento el tratamiento que recibe el espectador cuando paga una entrada y se encuentra con instalaciones indignas para un espectáculo, entre muchas otras manifestaciones de una vio-lencia naturalizada que ya nadie reconoce como tal porque nos he-mos acostumbrado a ella”. Cada uno deberá reconocer su grado de culpa. Cantero ya lo asumió.

Enfrentar la patotaTiempos violentos

Por Lucas Mateo

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Futuro trotador

Las habilidades futbolísticas del joven y el perfeccionamiento depor-tivo cada día en los torneos, acom-pañado por su padre Juan, hicieron que el juvenil se destacara de forma saliente sobre el resto de los jugado-res. Sus comienzos fueron en el “Club Atlético Nueve de Julio”, el equipo más importante de la localidad. Lue-go, pasó a formar parte de la institu-ción de su barrio, “Agustín Álvarez”, donde tuvo su primer acercamiento al sueño, cuando apareció Boca Ju-niors en un torneo interregional. Fue allí, cuando Ramón Madoni habló

con sus padres, Juan y Silvina, para que Sarmiento fuera parte de las in-feriores boquenses. “Por más que era categoría ’97, me faltaba un año más. De todas formas, me probaron y quedé. Iba una vez por semana, hasta que me dejaron libre”, contó el joven, agregando que esto “no le hizo bajar los brazos” y continuó luchando por su sueño. “Es un chico muy exigente con él mismo”, contó Juan.

Sus grandes maestros fueron “Tato” Márquez, entrenador de “Agus-tín Álvarez”, el padre, y también quien mencionábamos anteriormente que

lo llevó al club de la rivera, Madoni. El futbolista demostró en su corta carre-ra talento y responsabilidad. Sin em-bargo, consigo traía un inconvenien-te físico. “El mismo Ramón Madoni fue quien me descubrió el problema en las piernas. Tengo un pie más cor-to que otro, aproximadamente dos centímetros. Me hicieron hacer una placa y tenía dañada la columna. Para que no me afecte en el fútbol, me hicieron poner una talonera de dos centímetros; se emparejó la columna y mejoré. Eso se lo voy a agradecer siempre”, confesó Bruno.

En cuanto a su llegada al equipo de La Plata, fue por intermedio de Paolo Rossi, luego que fuera observa-do por Estudiantes y Vélez. Cuando el jugador llegó al equipo pincharrata, arribó con Julián Castilla y Juan. Cas-tilla es una gran compañía para Sar-miento, ya que fueron juntos a Boca. Hoy, comparten delantera en el equi-po platense. “Yo los lleve a todos la-dos, siempre. Vinimos una semana, se probaron, y le dijeron que sí. Fue un alivio. De todas formas, también esta-ba la posibilidad de Vélez, pero hici-mos primero la prueba en Estudian-tes porque acá estaban sus abuelos”, manifestó su padre. A esto, el juvenil agregó que en las pruebas siempre se mostró paciente y seguro de sus condiciones, sabiendo que juega de armador, pero colaborando en la re-cuperación. “Entre medio estaba la pretemporada, entonces fui y me hi-cieron jugar primero contra el equipo de prueba del club. Ahí “resaltaba” de alguna forma. Fue allí, cuando co-mencé a jugar contra los de Estudian-tes. Jugué bien, fue un lindo partido, y luego empezaron a darme ropa de ellos; sentí que estaba adentro. Hice dos encuentros más, y tuve la suerte de quedar”, expresó el joven.

Las características de Sarmiento son netamente ofensivas, y su mo-delo de jugador es Riquelme, a quien

Personalidad y talento

Bruno Sarmiento lleva la número diez

de la octava división de Estudiantes de La Plata.

El futuro trotador de 15 años, oriundo

de Nueve de Julio, habla de las trabas del

desarraigo, aunque tiene clara su meta

en el fútbol: “No me veo haciendo otra cosa”.

“Es un camino muy largo”

Por Fernando Labal / Fotos: Emmanuel Labal

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admira, pero aclaró: “No soy un Ri-quelme, juego en la misma posición, pero si tengo que ayudar al cinco lo ayudo, no tengo problemas”. Bruno Sarmiento es, más allá de su tran-quilidad, un futbolista que expresa muy rápidamente cuando no está conforme de su rendimiento en la cancha. Es ahí, cuando aparecen los problemas de desarraigo y los de-nominados “bajones” que él mismo planteó. “Extrañar, siempre se extra-ña, pero hay días que “juego mal” y me bajoneo. Pienso que quiero estar con mi mamá, con mi papá, con mis otros abuelos, con los que siempre están, pero me mentalizo en que me tengo que quedar. Hay días que está todo bien en el colegio, fui a entrenar y jugué bien, y ahí me quiero quedar, porque estoy feliz. Son momentos y días”, admitió el juvenil.

Por otro lado, Bruno vive con sus abuelos, César y Teresa, instalados en City Bell. Según él, su abuelo es quien lo ayuda cuando las cosas “no salen bien”. Asimismo, Juan y Silvina, man-tienen comunicación constante con su hijo. Por eso, están relajados por la personalidad responsable del en-ganche. Además, porque sus abuelos lo contienen y acompañan siempre. “Mi abuelo me aconseja mucho. Se da cuenta muy rápido cuando estoy bajoneado. Mi llegada cambió en él, no su forma de ser, pero sí la forma de vivir. Él me hace reír mucho. Se da cuenta cuando estoy mal y trata de llevarme a hacer cosas o hacerme chistes”, señaló el jugador, plantean-do esto como algo fundamental para

el día a día. También, contó que se di-vierte y aprende mucho conviviendo con él, algo que le aporta contención. Sobre esto, Silvina agregó: “Sé que mi hijo está bien y haciendo lo que le gusta. Si está mal yo sé que me va a llamar. Que esté con mi papá me deja muy tranquila”.

En tanto, su padre, es quien lo llama constantemente. Lo hace cons-ciente por la corta edad del jugador. Pero a la vez, confiando siempre en su hijo. “Es un chico muy centrado, es terrenal. Eso me deja tranquilo. El año pasado lo liberé y me dejó muy con-tento porque no se llevó materias en el secundario, y se encontraba feliz, que eso es lo más importante”, señaló Juan, muy convencido. La persona-lidad centrada de Bruno no es algo común en una persona de su edad. Sarmiento sabe que esto lo ayuda mucho para su progreso. “Tengo una meta que es, primero jugar; después, pasar al año siguiente y estar en la consideración. Ir de a poco. Este año quiero pasar a séptima y luego el otro objetivo: jugar en sexta. Y no so-lamente en el fútbol, también deseo estudiar profesorado de Educación Física; por eso, me gusta andar bien en el colegio”, dijo el juvenil.

Sobre las confusiones y altera-ciones que genera el fenómeno fút-bol, sobre todo en una persona de 15 años, el futbolista tiene muy claro lo que hay que hacer. Sabe que no debe apuntar a cosas imposibles, ni pensar en otra cuestión que no sea jugar. “Si estás cerca del objetivo y te confundiste, te quedaste. Tenés que

seguir con la misma humildad”, expli-có Sarmiento. A esto, agregó una de las grandes enseñanzas que le dejó Madoni en la época en la que estuvo en el equipo xeneize: “Es un camino muy largo y se van a presentar mu-chos obstáculos. Si no estás prepara-do, no llegas. Si no jugas, tenés que seguir entrenando. La chance la vas a tener, tenés que seguir entrenando, aunque no juegues”.

Éste es el futuro trotador, Bruno Sarmiento, un jugador muy bien do-tado técnicamente, que sabe que debe ir despacio, y deja muy tran-quilos a sus padres por su personali-dad y la contención de sus abuelos, más allá de la distancia. “Fue una adaptación mutua. Es un chico muy independiente. Maduró mucho des-de que está acá, pero tiene que en-tender que sigue siendo un chico. Nosotros lo vamos a acompañar en todo”, coincidieron Juan y Silvina. Esa, fue la descripción de tener a un hijo a 300 kilómetros. “Éste año estoy mucho más tranquilo. Siento que mis compañeros del club me tienen más confianza que al princi-pio. Me adapté a vivir acá y a com-partir muchas cosas con ellos, que son fundamentales. Estudiantes es un club muy familiero”, concluyó el futbolista.

Bruno con sus padres, Silvina y Juan.

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El trotador

Por David D´Agostino y Joel Gentil / Fotos: Jota´s Fotografía

“Los técnicos tenemos fecha de vencimiento”“Los técnicos tenemos fecha de vencimiento”

El entrenador de Gimnasia

afirma que del negocio del fútbol

vive mucha gente, y que la

violencia parece no tener fin

porque hay sectores a los que no

les conviene que eso ocurra.

Remarca su fanatismo por el Lobo,

expone su visión sobre la tarea

del DT y opina acerca del nuevo

sistema de campeonato.

El entrenador de Gimnasia

afirma que del negocio del fútbol

vive mucha gente, y que la

violencia parece no tener fin

porque hay sectores a los que no

les conviene que eso ocurra.

Remarca su fanatismo por el Lobo,

expone su visión sobre la tarea

del DT y opina acerca del nuevo

sistema de campeonato.

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- ¿Por qué es tan especial Gimnasia para vos?- Porque creé un lazo muy grande desde el día en que vine como juga-dor de fútbol; porque fui creciendo con este afecto; porque mis hijos eran chicos y empezaron a hacerse hin-chas de este club. Y uno, lógicamen-te, empieza a encariñarse. Cada día, cada nueva demostración de afecto que me brinda la gente provoca que uno se enamore más del lugar, y de la gente con la que ha compartido

tanto tiempo. Verdaderamente, es un placer ser parte de Gimnasia. Oja-lá sea por muchos años más.

- La idea de tatuarte un Lobo, ¿cómo surgió?- Fue hace casi tres años, mientras acompañaba a mis hijos a hacerse un tatuaje. Surgió la posibilidad y me hice un lobo. Es

como una marca registrada que hoy llevo.

- Sos de llevar muchos chicos de inferiores a Primera…- Sí, porque me ha dado resultado. Creo que a veces uno se emperra en contratar quince jugadores, de los cuales después solo cuatro o cin-co son los que funcionan, y el resto termina ocupando un espacio que tranquilamente podría ser para chi-cos del club.

- Y que en ocasiones suelen ocupar muy bien, ¿no?- Tal cual. Entonces, uno muchas veces opta por poner un pibe que, además de ser un hecho que pone contenta a la gente, en muchísimos casos te puede dar, como mínimo, lo mismo que un tipo experimentado que viene sin demasiadas ganas de jugar. Por eso, en todos los clubes en que estuve he optado por hacer de-butar a muchos chicos y me ha dado muy buen resultado. Hoy, todos son jugadores. Realmente me ha ido muy bien.

- ¿Se trabaja especialmente con ellos a la hora del debut?- Generalmente lo primero que les digo es que se olviden todo lo que aprendieron en inferiores. Pero no por maldad, sino que es algo total-mente distinto a la Primera División. Especialmente, lo que tiene que ver con las manías y la presión. Después, transmitirles tranquilidad y tratar de aislarlos, porque sé que es una sen-sación muy dura y difícil de asimilar; entonces trato de calmarlos un poco, por sobre todas las cosas.

- ¿En general, se trabaja bien en inferiores?- Yo creo que sí. Lo que pasa que

la realidad es otra cosa. La equivoca-ción más grande sería trabajar sólo para formar bue-nos hombres. La-mentablemente, para el fútbol pro-

Si hay hombres valiosos en el fútbol, uno de ellos es Pedro Antonio Troglio. Su experiencia, su personalidad y su ama-bilidad constante, lo marcan como uno de los técnicos más respetados de nuestro país. El ex jugador de la selección ar-gentina, atendió a Al Trote luego de un entrenamiento de Gimnasia y dejó de lado “el casete” que suelen ponerse los protagonistas a la hora de declarar. En este diálogo íntimo, sus palabras lo demuestran: “Ojalá consiga grandes resulta-dos para no irme”, confesó el DT.

“En Gimnasia nunca me han venido a pedir

ni dinero ni nada, al menos a mí. No así en otros lugares”.

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fesional hay que formar ganadores. Por ahí no suena bien, pero como entrenador dependo de jugadores ganadores. No hay otra que traba-jar en la formación competitiva. Si no, estamos hablando de una es-cuelita de fútbol, o de juntarnos a

comer un asado y jugar por nada. Pero en el fútbol profesional jugás por dinero, con el patrimonio del club y con el sentimiento de toda la gente.

- Si te proponen ser el “Alex Fer-guson” de Gimnasia, ¿aceptás sin pensarlo?- Siempre quise quedarme acá toda la vida. Sucede que los técnicos tene-mos fecha de vencimiento. Cuando vine la primera vez, con todo lo que

PEDRO, EL GRANDE

Sin lugar a dudas, la carrera deportiva de Pedro Troglio es de primer nivel. Como jugador, fue campeón con River en-tre 1986 (campeonato local, Libertadores, Intercontinental y Copa de Oro) y 1987 (Copa Interamericana). Su talento y calidad de juego lo llevaron, en 1990, a disputar el Mundial de Italia con la Selección Argentina junto a Diego Maradona, Claudio Caniggia y Sergio Goicochea, entre otros, logrando llegar hasta la final.En 1988 llegó al Calcio italiano para competir durante seis años (Verona, Lazio, Ascoli). Luego, se erigió en una de las máximas estrella del fútbol japonés (Fukuoka), entre 1994 y 1997.Asimismo, en 1997 Pedro Troglio llegó a La Plata para vestir la camiseta del Lobo y enseguida se convirtió en ídolo, mer-ced a su despliegue, su categoría y su carisma. Así, enamoró a la parcialidad tripera durante cinco años y para siempre.Su carrera como futbolista profesional finalizó en Villa Dál-mine, donde en 2002, a los 37 años, fue protagonista estelar del campeonato de Primera “C”, jugando a un gran nivel y convirtiendo un recordado golazo de chilena que facilitó el ascenso del equipo de Campana.Como DT, además de Gimnasia, anduvo por Godoy Cruz de Mendoza, Independiente, Argentinos Juniors y Cerro Porteño de Paraguay (donde consiguió un campeonato y un subcam-peonato). Semejante recorrido avala con creces la opinión so-bre diversas temáticas vinculadas al fútbol de este verdadero trotador del deporte internacional.

habíamos logrado, salvarnos del des-censo, hacer setenta puntos, me dije: “De acá no me voy más”. Después, una catástrofe hizo que me tuviera que ir. Lo de Ferguson es un caso aparte porque le tocó dirigir un equipo que generalmente no pierde nunca.

- Pero son muy pocos ese tipo de clubes… -La verdad que sí. En un club como Gim-nasia es factible que tengas momentos malos, y es ahí donde tenés que tener la capacidad para que la gente y los di-rigentes te banquen y no te agarre la locura de irte. Tendríamos que estar en un equipo que no perdiera nunca y eso es muy difícil. Pero, ojalá consiga gran-des resultados para no irme.

- ¿Y si te proponen el día de maña-na ser el presidente?- Hoy, no tengo intenciones de ser di-rigente. Será porque tengo ganas de dirigir mucho tiempo. La verdad, no lo pensé. Sí sabía, cuando dejé de ser jugador, que quería ser técnico. Pero no sé si quiero ser presidente. Ser di-rigente es demasiado quilombo. Hoy no tengo ganas; tal vez en unos años cambio de idea.

- ¿Cómo ves la mezcla que hay en el fútbol entre negocio, pasión y espectáculo? - La pasión genuina la tiene el hincha y aquel que hace este trabajo por el sentimiento que tiene, más allá de vivir de esto. Después, lógicamente hay un montón de personas que vive de este negocio, que se traduce en un ingreso terrible de dinero, de pa-ses, transferencias, etc., donde come mucha gente que no es del fútbol. A

“Fue hace casi tres años, mientras

acompañaba a mis hijos a hacerse un tatuaje. Surgió la

posibilidad y me hice un lobo. Es como una marca registrada que

hoy llevo”.

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veces, hasta come más que un juga-dor o que aquel que realmente tiene que ver con esto. Lo del hincha es distinto, porque se identifica con un club, se hace socio, lo sigue, y ese es un sentimiento que no cambia.

- ¿Qué opinás de lo que pasó en Independiente con el presidente Cantero?, ¿se puede terminar con la violencia?- Yo creo que no se está terminando, porque los dirigentes de Indepen-diente sufren amenazas todos los días. Y está quien tiene ganas de ex-poner a su familia y está el que no, y prefiere no meterse en esta pelea. Hay que ver si hacerlo vale la pena, porque lamentablemente es algo que ya está instalado y no podés ma-nejarlo. Hoy, quizás hacés ruido, pero dentro de unos meses esto queda en el olvido y te dejan sólo. Estás en una isla, por eso es muy difícil.

- Estuviste unos años en Cerro Por-teño de Paraguay, ¿allá pasa algo parecido?- No. Allá es muy tranquila la gen-te. Hay hinchada, barra brava, pero

como Asunción es una ciudad chica, todos se conocen, es diferente. Pero ojo, en Gimnasia nunca me han veni-do a pedir ni dinero ni nada, al me-nos a mí. No así en otros lugares. Tal vez, acá no me vienen a molestarme porque me quieren, pero en otros clubes pasa.

- ¿Qué opinión tenés del nuevo torneo?- Me gusta esto de los dos torneos y dos campeones. No, lo de un cam-peón, otro campeón y una final. Si es por torneos largos, prefiero como el que estamos jugando. Si va a haber una finalísima, no me gusta porque ahora salís campeón de un torneo pero no sos campeón, sino que te-nés que jugar otra final. A Gimnasia capaz que le pasa. Es típico que nos pase. Sí, me agrada en el Nacional B que haya tres ascensos directos, an-tes que la promoción, porque a la promoción vas con un handicap bas-tante importante.

- ¿Qué te sedujo para retirarte del fútbol profesional en Villa Dálmi-ne?

- Me llamó el “Pepe” Basualdo y me dijo que no tenía obligación de ir todos los días, que vaya simplemen-te a jugar, para armar un equipo de amigos. Y después me encantó. Salí campeón, ascendí, me encan-tó. Ayudaba a los pibes; eran chicos que laburaban todo el día e iban a entrenar a la noche; llegaban muer-tos. Había que darle unos mangos para que pudieran faltar al trabajo. Fue muy emotivo y me di cuenta que todo lo que hice a lo largo de mi vida, y más allá que fue mi sal-vación, fue hacerlo por pasión. Fue muy emocionante.

- ¿Soñás con la selección?- No. Sueño con seguir dirigien-do como lo estoy haciendo hoy. El sueño más importante en mi vida fue haber jugado al fútbol, estar en la selección, ser director técnico y poder vivir de esto. Si algún día me llega, no te voy a decir que no sería bárbaro, pero la verdad no me vuelvo loco. Lo que me hace bien es saber que cada mañana vengo y soy director técnico del club y la paso de primera.

“Hay un montón de gente que vive

de este negocio, que se traduce en un ingreso terrible de dinero, de pases, transferencias, etcétera, donde come

mucha gente que no es del fútbol”.

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La rompió

Messi y las palomas

“La va a tocar para Messi: ahí la tiene Messi; lo marcan dos, pisa la pelota Messi. Arranca por la derecha el genio de fútbol mundial, y deja el tercero ¡y va a tocar para Hi-guaín! Siempre Messi... ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... ¡Goooooolll!! ¡Goooooolll! Gracias Dios, por el fútbol, por Messi, por éste... Argentina 4, Brasil 3”.

La invocación de aquel entrañable relato de Víctor Hugo no intenta echar más leña al fuego en la compara-ción entre Diego y Lío, sino establecer algunos puentes paralelos que conectan a los dos máximos genios que ha dado el fútbol argentino.

En primer lugar, vale resaltar que el estadio norteame-ricano, donde se disputó el amistoso entre los conjuntos de Meneses y Sabella, dista mucho de ser aquel mítico Azteca que supo albergar al mejor gol de todos los tiem-pos. Tampoco el rival implicaba el mismo escollo, ya que aquella Inglaterra aspiraba a alzarse con su segunda Copa Mundial, mientras este sub 23 carioca, deambula entre las dudas de la consolidación como equipo y los nervios de ser los anfi triones del próximo evento mundialista.

Pero a la magia no le importa el contexto, sino que sólo requiere de un ámbito propicio para realizarse y de un espectador ávido de azorarla. Y eso sucedió. Porque Lionel Messi, el mejor jugador del siglo XXI, soltó conejos y palomas para animar un fi n de semana argentino que venía cargado de tensiones y poco espectáculo en el pla-no futbolísitico.

Y Brasil, siempre es Brasil. Bajo la batuta de Neymar y el desparpajo ofensivo de sus compañeros, se encargaron de darle una paliza táctica y técnica al conjunto de Sabella durante los primeros 30 minutos de juego. Sólo Romero pudo contener, con una soberbia actuación, la goleada del “scracht”.

Hasta que llegó el minuto ´30, y Messi picó al vacío para recibir un pase profundo de Higuaín, defi niendo seco y abajo, al palo derecho del portero brasileño. Tres minutos más tarde, ante el desconcierto rival, la “Pulga” tiró paredes con Di María que fueron poesía y enfi ló ha-cia el arco “verdeamarelho” haciéndonos recordar esa carrera alada de Caniggia en Italia 90. 2 a 1 para la alga-rabía de un pueblo que era un puño apretado.

Todo marchaba fantástico, como en un sueño. Finali-zó el primer tiempo y el conjunto nacional había estable-cido una superioridad en el score. Sin embargo, el juego

mostraba otra cosa completamente distinta. Argentina no fue esa sinfonía que trans-formaba en melodía Messi, sino más bien, un conjunto errático, descom-paginado y muy frágil en defen-sa. Brasil lo sabía y fue en busca de la hazaña. Y la encontró, con el pressing constante y la circulación de juego en espacios reducidos. Una jugada de “play station” para el empate y un grosero error de Romero, hasta ese entonces pilar de la victoria albiceleste, adelantaron a Brasil en el marcador.

Mientras tanto, el nú-mero 10 argentino volvía a parecerse a ese chiquito que no era feliz jugando para su país. Postrado a la derecha, casi en la mitad del campo, mostró esa pos-tura que tanto incomoda a sus detractores. La ñata contra el piso, los hombros que pare-cían derrumbarse y la mente añorando tirar pases con sus compañeros ibéricos en La Masía.

Pero con el empate de esa gran promesa central que es Federico Fernández, se abrieron las puertas al milagro. Un cabezazo certero le decía a Brasil que el desenlace era una incógnita. Por eso, Messi volvió a calzarse la galera.

En el epílogo del partido, la pelota fue a parar a la de-recha. A ese lugar donde hacía poco tiempo se encontraba un enano buscando quizás un trébol en el pasto. Aunque ahora rompía la inercia del juego y dejaba en ridículo a toda una defensa contraria que sólo podía tomarle el nú-mero mientras observaban la carrera de ese genio con la pelota (que por momentos parecen una sola cosa) en un camino oblicuo hacia la escritura de un fi nal feliz. Messi, decidió terminar su carrera en las cercanías del área gran-de para que sea ella la que continúe con el mandato.

Algunos vieron una pelota colgarse del ángulo. Otros aseguran que fueron miles de palomas.

Uno que la viene rompiendo seguido es Lionel Messi. El astro argentino tuvo su tarde consagratoria en el último partido amistoso frente

a Brasil. Tres goles para rememorar viejos recuerdos, hacer volar las palomas y ganarse un lugar en este espacio dedicado sólo para pocos.

mostraba otra cosa completamente distinta. Argentina no fue esa sinfonía que trans-formaba en melodía Messi, sino más bien, un conjunto errático, descom-paginado y muy frágil en defen-sa. Brasil lo sabía y fue en busca de la hazaña. Y la encontró, con el pressing constante y la circulación de juego en espacios reducidos. Una jugada de “play station” para el empate y un grosero error de Romero, hasta ese entonces pilar de la victoria albiceleste, adelantaron a Brasil en el marcador.

Mientras tanto, el nú-mero 10 argentino volvía a parecerse a ese chiquito que no era feliz jugando para su país. Postrado a la derecha, casi en la mitad del campo, mostró esa pos-tura que tanto incomoda a sus

Messi y las palomasMessi y las palomas

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El bar Florentina, enclavado en pleno corazón de Palermo, fue la trinchera imaginaria que construimos para te-ner una deliciosa charla de café con Walter Vargas.Nacido en La Plata en 1958, supo destacarse en el oficio como espe-cialista en fútbol y boxeo. Pero lejos de quedarse con eso, se recibió de psicólogo social y editó diversos li-bros de poesía y de fútbol. Hoy, se desempeña como escritor “freelan-ce” marcando su estilo en el diario “Olé”, la revista “Animals” y la agencia Télam, además de ser comentarista en la cadena ESPN, docente univer-sitario y crítico literario de “La Gaceta de Tucumán”.Un ser entrañable que hace de las buenas formas del decir una filosofía de vida.

De buena fuente

“La televisión es el carnaval del maltrato a la lengua”

Walter Vargas

Con sus pensamientos, el periodista

y escritor, demuestra que su buena

pluma es producto de una mente

brillante. Un pasaje por el oficio del

periodismo deportivo, los modos de

comunicar y la violencia “barrabrava”.

Un pequeño gusto que nos dimos

con Al Trote.

Por Lucas Mateo y Víctor Olivera / Fotos: Martín Dutil

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-¿Cómo te gusta que te presenten, como periodista, escritor o psicó-logo social?-Por una cuestión cronológica ten-dría que decir, básicamente, que soy periodista. Además la ejerzo con mucho orgullo. Tengo una mirada de mucha gratitud hacia la profesión. De hecho, soy periodista porque me lo propuse, porque no lo estudié en la universidad.

-Estás dando clases en la universi-dad de Palermo.-El director de la carrera de Perio-dismo Deportivo me llamó para que realice las cosas que vengo trabajando hace muchos años y son parte de las charlas con él cuando nos encontramos a hablar. Durante muchos años nos encon-tramos a discutir el empleo del lenguaje. El empleo del lenguaje en términos de hablar o de escribir excede la cuestión de la comunica-ción, el problema no es sólo comu-nicar. Hace un tiempo, un amigo mío (cuyo nombre me lo reservo) que es un gran intelectual decía: “Bueno, si los chicos quieren escri-bir sin acentos o quieren abreviar como con los mensajes de texto que lo hagan, total lo importante es comunicar”. Me parece que es peligroso ese mensaje. Creo que el empleo de la lengua es nuestro trabajo central. Siempre digo que me parecería muy loco que un car-pintero no sepa trabajar la madera o un cirujano no sepa trabajar con el bisturí. Pero no parece raro que un periodista hable mal, se desna-turalizó totalmente.

-¿En qué medio se utiliza peor la palabra?-En la televisión, por escándalo. La te-levisión ha abierto las puertas a la es-tupidez al mal empleo de la lengua, a la guarangada sistemática. Parece que la televisión es el carnaval del maltrato de la lengua, de la apología a la estupidez.

-¿Pensás que agregar en tu currí-culum a la psicología social te da

más chapa para hablar de ciertos temas?-La psicología me abrió la cabeza enormemente y me ayudó a enten-der cantidad de fenómenos que tie-nen que ver con el fútbol, con cómo funcionamos las personas, cómo funcionan los grupos, dinámicas de todo tipo de una sociedad.

-El contexto también ayuda mu-cho. Quizás no se ven muchas plu-mas que resalten y uno se interese por leer particularmente.-Sí, es cierto. Es como que nos tienen rodeados. La vida va para otro lado. Encontré un recurso argumentativo que me parece potente para los jó-venes desinteresados por el empleo del lenguaje. A aquellos que les inte-rese trabajar en radio o en televisión, si escriben más o menos bien van a pensar mejor y van a estar en mejor posición para hablar mejor.

-Además, la escritura es la que más tiempo te da para reflexionar. Lo que se dice en radio o televisión queda ahí, no te dan doble chance.-Yo no sé manejar, pero creo que la secuencia podría ser así: en la escri-tura vas caminando, en la radio tenés que pensar al ritmo de un Turismo Carretera y en la televisión tenés que pensar al ritmo de un Fórmula 1.

-Pero vos has sabido manejarte dentro de determinadas “trinche-ras”, como dice Víctor Hugo, que salen de la locura del rating y la primicia o el “cholulismo barato”.-Diría que hace mucho tiempo no es que elija, pero lo que ha pasado es que he construido determinado per-fil, bien o mal, que me exime de que me llamen de determinados lugares.

-¿Cómo te preparás para armar un análisis de un determinado evento o para comentar cierto partido?-Históricamente, prepararme para comentar un partido de fútbol es saber cómo juega cada jugador. Después trato de hacer algo que hay que hacer, que no está fácil de hacer, que es tratar de desprenderte

del partido que crees que vas a ver. Me parece que lo que nos traiciona es la expectativa, y a veces vamos a ver un partido y acomodamos lo que vemos de acuerdo a lo que creíamos que íbamos a ver.

-¿Qué opinión te merecen los de-portistas que incursionan en el co-mentario deportivo?-Hay que analizar cada caso particu-lar. Por ejemplo Latorre es brillante. Porque Diego asumió que era un ex jugador de fútbol y usa su experien-cia como jugador para enriquecer, no por vanidad. Hay otros comenta-ristas que están todo el tiempo an-teponiendo su pasado glorioso. No creo que con el solo hecho de haber vivenciado el deporte estés capacita-do para ser un gran analista. Eso es una estupidez.

-¿Tenés referentes de la profesión? ¿Conviene buscarlos?-Sí, tengo algunos que tienen que ver con la radio de los ´60 y los ´70. Horacio García Blanco fue uno, Os-valdo Ardizzone fue otro. Y algunos de aquel Gráfico de la década del 60 como el “Veco”, Osvaldo Pepe y Car-los Ferreyra.

“A veces me preguntan: ‘¿Está bien que seas

hincha de un equipo?‘ ¿Por qué no? Yo descreo

de un tipo que quiere mirar fútbol y no es

hincha de ningún equipo”.

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Ahora, yo siempre he sido bueno en poder extraer lo mejor de los maestros. Y al mismo tiempo, y aunque creo que soy un veterano otoñal de casi 54, sigo aprendien-do. El otro día le decía a Fernando Pacini, que me tiene como un re-ferente, que yo lo escucho a él y aprendo. Con Diego Latorre apren-do, con Ezequiel Fernández Moores aprendo ¿Si eso es bueno o malo? Es buenísimo. Uno aprende a tra-vés de la capacidad de emulación. Freud dice que la personalidad se va formando a través de sucesivas identificaciones. Y en esas suce-sivas capas de cebolla uno forma su personalidad y en un quehacer específico es fundamental la emu-

lación, el modelo es fundamental. El tema es no quedarte aprisiona-do, sino ir tomando y formando tu propia impronta.

-¿Cómo ves el periodismo deporti-vo de hoy?, porque en una de tus charlas hablaste del “periodismo fierita”.-El periodismo deportivo está en crisis grande. No digo una crisis terminal, pero... Me parece que hay un deterio-ro completo del lenguaje. Creo que se ha subvertido la idea de lo colo-quial y de la cocina del periodista en aras de algo farandulesco. Hay dema-siada cercanía entre el protagonista y el periodista. Eso es el “periodismo fierita”. Me parece que el periodismo de hace 30 años era demasiado so-lemne en todo su formato, pero por lo pronto, había una tendencia fuerte a emplear bien el lenguaje y a ocupar la distancia entre periodista y depor-tista. La idea de que tenemos que es-cribir igual de como habla el hincha me parece criminal.

-¿Qué opinás del periodismo par-tidario?-Cuando estoy laburando soy tan hincha de Estudiantes como cuando tenía diez años. Si no veo un partido, quiero que me lo cuente un periodis-ta, porque “para el tablón” estoy yo. A esta altura de mi vida, después de 34 años en el oficio, tengo derecho a ser hincha de Estudiantes, Gimnasia, el Besiktas, el Galatasaray, y no me qui-ta ni un ápice de profesionalismo. A veces me preguntan: “¿Está bien que seas hincha de un equipo?”. Y si, basta que no lo ejerzas y no vayas a hacer papelones en un palco, ¿por qué no? Yo descreo de un tipo que quiere mi-rar fútbol y no es hincha de ningún equipo; el tema es que tenés que amar tu profesión y tener respeto por el tipo que te lee o que te escucha. -Respecto de “Futbol Para Todos”, ¿qué te generó cuando surgió hace tres años? ¿Hoy tenés una visión contraria con respecto a ese tiempo o seguís manteniendo la misma?

“…el empleo de la lengua es nuestro trabajo

central. Yo siempre digo que me parecería muy

loco que un carpintero no sepa trabajar la madera. Pero no parece raro que un periodista hable mal”.

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-Era, y es difícil estar en contra. El tema es que yo tengo la profunda certeza que detrás de eso hay una puja política muy grande, en la que estamos en el medio los ciudadanos comunes, y en algo si me desanimó: la calidad periodística es baja y creo que, salvo excepciones, se ha con-vertido en otra forma más de clien-telismo. Pero, si uno esperaba que FPT ampliara y se volviera más de-mocrático en la convocatoria de los periodistas, son mentiras: los que en-tran, en general, tienen que ver con una especie de simpatía previa, con una identificación con el gobierno, lo cual no está ni bien ni mal, pero no quisiera que se lo vendiera como el paraíso terrenal de la democracia. Hay que tener cuidado, porque hay valores que es imposible estar en desacuerdo, ¿cómo vas a estar en desacuerdo con que todo el mundo vea los partidos? Es un disparate. -¿Qué te parece la aparición de Ja-vier Cantero?-Estoy de lado de él. Hay que seguir-lo a Cantero, hay que acompañarlo. Creo que es una batalla perdida, pero es una batalla que hay que dar. Y no creo que prospere, porque no hay una decisión del Estado para erradicar a los barras. El tema de la violencia en el fútbol no sería posible sin una gigantesca cadena de com-plicidades, por acción o por omisión. El Estado no tiene la decisión política muy clara, y cuando hablo del Esta-do es el gobierno éste, el anterior, y el anterior; llévalo al año y al gobier-no que quieras. Entonces creo que es una batalla que se va a perder, pero que hay que darla con el convenci-miento de que se va a ganar. -¿Crees que mientras tanto es una ilusión efectiva mantenerla? Por-que como vos decís, quizás el tor-neo que viene nadie se acuerda de Cantero.-Si, hay que mantenerla. Lo que pasa que la dimensión de la lucha, es la dimensión ética de Cantero y de la gente que está con él, y eso, merece todo el respeto. Si vamos a perder;

bueno, vamos igual, aunque sepa-mos que vamos a perder. -El problema es que nadie lo acom-pañó y el apoyo que tuvo fue solo verbal… -Claro. Y Angelici (presidente de Boca) dice que el derecho de ad-misión es del Estado, ¿por qué? , porque Boca y los barras bravas, son una sociedad hace 25 años. -También argumentó que los hin-chas, en la cancha, les piden autó-grafos a los barras.-Y tiene razón, porque hay una “cul-tura barrabrava”. Mientras en este país se le pida autógrafo a “Rafa” Di Zeo se los legitima cada vez más. El merito de Cantero es que expuso a los dirigentes, y todos le pasan la pelota al gobierno; se sinceró y los comprometió. Al comprometer a Grondona, que es un aliado histórico de los barras, está logrando compro-meter al Estado. Creo… que le van a vender espejitos de colores, pero lo hizo y hay que acompañarlo. ¿Cómo vas a acompañar la cobardía de los que se hacen los boludos o el cinis-mo de los que, en la red del poder ejecutivo, te dicen “arreglá con los barras”? Hay que acompañar a Can-tero, porque hay batallas que uno las da por un problema de declaración de principios, aunque uno sepa que las va a perder.

“Uno aprende a través de la capacidad de

emulación. Freud dice que la personalidad se va

formando a través de sucesivas

identificaciones. Y en esas sucesivas capas, uno forma su personalidad”.

-¿Pensás que lo de Cantero seguirá por este campeonato y después se va a diluir?-No lo sé. A juzgar por la escasa re-percusión que tiene entre sus pares: me temo que va a perder la pulsea-da, porque, aparte, se metió con una barra muy pesada, cobijada por todo el poder político y sindical. No sé cuánto puede durar; el vicepresi-dente del club fue amenazado. Me gustaría pensar que el próximo año vamos estar hablando de lo que hizo Cantero como una especie de hito.

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“No es de Brasil o de otro país específico. Yo recibo invitaciones de selecciones de todas partes del planeta constantemente, pero ese nunca fue mi foco”, reveló Pele, en referencia a su negativa a po-nerse el buzo de DT. Se reservó así el derecho de contar qué seleccionados quisieron hacerse con sus servicios.

El fútbol, deporte popular por excelencia, llegó a Latinoamérica de la mano de inmigrantes de la eli-te británica que lo practicaban en tiempos de ocio, dejando la costumbre en los pueblos autóctonos. Y uno de sus mejores aprendices fue Brasil, que ostenta cinco campeonatos mundiales. El común denominador de esos títulos es que sus respectivos entrenadores fueron todos de piel blanca. Como en toda su historia. El seleccionado nunca fue dirigido por un DT de color.

En el “Brasileirao” (certamen doméstico), el Flamengo en 2009, casi pionero, contrató a Jorge Luís Andrade, que después de cuatro interinatos, tuvo su oportunidad. El periodista brasileño, Tel-mo Zanini, de Sport TV, catalogó el hecho como “un hito” y anheló: “Esperemos que esto se con-vierta en un día simbólico para el fútbol brasileño y para ayudar a abrir puertas a los entrenadores negros”. El otro entrenador fue Gentil Cardozo, hace más de 50 años.

Después de un tiempo largo, Andrade tuvo la chance de dirigir pero no fue del todo bueno, de-bido a que sufrió el racismo y los “comentarios humillantes”. Hasta la obtención del campeonato era considerado con poca seriedad, a pesar de ha-ber ganado cinco trofeos como jugador del club. En alusión a esa crítica, después de llevar al título al equipo carioca tras 17 años, se desahogó: “Muchos pensaron que yo no era capaz de hacer un buen tra-

bajo, se dieron cuenta que estaban equivocados. Y luego está la cuestión del color. En Brasil tenemos pocos entrenadores negros”.

Históricamente, el fútbol en Brasil fue domina-do por entrenadores blancos. Una de las explicacio-nes del fenómeno, quizás sea que los directivos de los clubes, que tienen la decisión final, son mayori-tariamente de piel blanca. En ese sentido, no pare-ciera ser curioso que un entrenador exitoso como Didi haya tenido que salir del país para disfrutar del éxito. Estrella de Botafogo y de su selección, en los mundiales 1958 y 1962, condujo a Perú a los cuartos de final en la Copa del Mundo de 1970. O que Dunga, de la elite blanca, haya sido elegido en-trenador del seleccionado sin experiencia previa.

Sin embargo, los conflictos raciales en Brasil vienen de otrora. En 1919, el país contó con un pre-sidente de descendencia afroamericana, Nilo Pro-

El puesto de entrenador en Brasil ha sido dominado por la elite blanca. El histórico caso de Andrade en el Flamengo y la investigación que la Universidad de Brasilia realizó sobre esto. La influencia de los medios

de comunicación en la construcción de sentidos negativos hacia los “negros”.

Paramos la bocha

Cuestión de piel

Por Víctor Olivera

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cópio Peçanha. Pero investigadores de la época evidenciaron que las fotos del mandatario eran retocadas para blanquear su piel. Todo tiene que ver con todo.

A pesar de esas “cuestiones de piel”, la aparición del periodismo deportivo tuvo una gran importancia en la construcción de un público multi-clasista. Es el caso de Mario Filho (a quien el mítico estadio Maracaná debe su nombre), quien contribuyó a la merma de discriminación. El surgi-miento de varios jugadores, como Pelé y Garrincha, encontró en el fútbol una forma de ascenso social en la sociedad brasileña.

Con respecto a Andrade, a finales de 2010, per-maneció dos meses en el Brasiliense (equipo de la segunda categoría). No pudo evitar el descenso y lo despidieron. A pesar de haber sido el primer entrenador de piel oscura en obtener un título, no tuvo propuestas de clubes más importantes. Sólo contactos con el Duquede Caxias de la serie B, fun-dado en 2005. En ese marco, el programa “Esporte espetacular” de la cadena O Globo, se preguntó si la discriminación no es una de las causas de su des-empleo.

En un informe que realizó la Facultad de Co-municación de la Universidad de Brasilia (UNB), “Racismo en los Medios de Comunicación: Un análisis de la cubierta del entrenador Andrade”, en julio 2011, sostiene que “en el periodismo la expre-sión del racismo adquiere otros matices y formas,

La discriminación no solo recae en los entrena-dores. Existieron futbolistas que también padecieron el racismo. El historiador brasileño, José Sérgio Leite Lopes, en la revista Nueva Sociedad, escribió en su artículo “Fútbol y clases populares en Brasil. Color, clase e identidad” (Ed. 154, marzo-abril, 1998) la his-toria de Carlos Alberto, un jugador de piel oscura que Fluminense decidió llevar a sus filas en 1916. Antes de

entrar al campo de juego, el futbolista se pasó polvo de arroz (maquillaje) en el rostro para blanquear su piel. Esto trajo repercusión debido a que en un juego contra el América, el sector de la hinchada que tenía más cercano no lo perdo-nó: “¡polvo de arroz!”, le gri-taron. A esto, Carlo Alberto ignoró los dichos, pero interiormente se lamentó por la situación.

Otro caso, es el de Manteiga, un trabajador

del área portuaria que fue tentado para jugar al fútbol (en el América). Manteiga aceptó y se con-virtió en jugador del club. Al momento de su debut, estaban todos sus compa-ñeros en el vestuario listos para jugar, pero nueve de ellos renunciaron en protesta a la inclusión del nuevo jugador; el color de piel de Manteiga subyacía en el reclamo.

Asimismo, algo similar sucedió con los futbolistas

“negros” de Brasil que fue-ron a Montevideo en 1923. Durante una cena de pro-tocolo, un jugador blan-co de Fluminense simuló tomar lavanda, destinada al enjuague de las manos; los jugadores de origen popular que nunca habían visto ese ritual copiaron el acto. La broma pretendía darles la razón a algunos dirigentes que propicia-ban el veto de jugadores de piel oscura en partidos internacionales.

Casos con jugadores

la más común es la invisibilidad de la carrera”. Cuando fue confirmado ofi-cialmente en su cargo el Vicepresi-dente del Flamengo, Marcos Braz, fue consultado sobre la elección y dijo: “Cualquier entrenador es reco-

nocido en el cargo o no dependiendo de los resultados. No podemos tener

ningún tipo de perjuicio en relación con Andrade, quien fue campeón como jugador”.

Por otra parte, la problemática del racismo tiene su raíz en otros ámbitos. Una clara evi-dencia son los estigmas sobre “el negro” que re-fuerzan los medios de comunicación. Una mues-tra, es una campaña promovida por el Consejo Nacional de Justicia, en 2009, para incentivar a los empleadores a contratar a graduados del sistema penitenciario. En esa línea, la investiga-ción de la UNB, destaca que en la foto del spot aparece un hombre con el rostro dividido en dos partes. En una, blanca y más brillante, aparece la palabra “trabajo”. En la otra mitad, oscura y con poca luz, se destaca la frase “Vuelve a la delin-cuencia”. Todo bajo el lema: “Ayuda a un ex con-victo para hacer la elección correcta”. Se crean alrededor del blanco parámetros de normalidad y estigmas en los de tez oscura.

Por último, en 2010, el entrenador Jorge Luis Andrade fue despedido del Flamengo, pero el des-tino dirá si su caso fue un hecho aislado del futbol brasileño, o si el deseo del periodista Zanini puede ser una realidad de cara al futuro.

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GENERAN PASIÓN”“EL FÚTBOL Y EL ROCK

Es la voz de una de las bandas de la ciudad de La Plata con mayor proyección: La Cumparsita Rock ’72. Se trata de un grupo de jóvenes que comenzó hacer música por hobbie y sin darse cuenta, o quizás sí, hoy llenan el estadio de Ate-nas, como lo hacen, por ejemplo, Divididos, Bersuit Vergara-bat o Ciro, bandas ya consagradas.Ya con su segundo disco “El misterio de lo sencillo” en la calle -el primero se denomina “Todo en la estación”-, la banda se prepara para salir a tocar. Eso que tanto le piden sus fans.Pero su historia ya es conocida en el mundo del rock ar-gentino. Sin embargo, hay un aspecto que se sabe poco y nada de “La Cumpa”: su relación con el deporte. Es por eso, que “Fino” se refirió a ese lado oculto de la banda; un eslabón que deja en claro que, al menos para ellos, el rock y el fútbol son similares en cuanto a la pasión que gene-ran en sus seguidores. “El deseo de todo músico es que una hinchada cante una canción tuya, es como la frutilla del postre”, aseguró San-tillán.

-¿Tiene la banda alguna relación con el deporte?-Sí, sin dudas. Nosotros nos sentimos como un equipo de fútbol, porque cada uno cumple su rol dentro de la can-cha, que es el escenario. Por eso digo que es muy similar un equipo de fútbol con una banda de rock.

-Si se tienen que definir como un equipo de fútbol, ¿quiénes serían?-En una época, Augusto Graciosi (ex guitarrista, más co-nocido como “El cara”) decía que éramos Lanús, un equi-po medio pelo, que salió campeón, que todos iban para adelante, donde cada uno cumplía su rol, y ganaba. Un equipo fuerte, con humildad, con perfil bajo. Ese equipo somos nosotros.

Emiliano “El Fino” Santillán,

cantante del grupo platense

La Cumparsita Rock ’72, confesó

su pasión por el fútbol y aseguró

que fue especial haber tocado

en la cancha del Lobo, pero que

sobre el escenario tiene puesta

una sola camiseta: la de su banda.

Además, habló del respeto

que tiene el conjunto hacia

los distintos hinchas

que acompañan en cada show.

A rodar la guitarra

GENERAN PASIÓN”“EL FÚTBOL Y EL ROCK

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-¿Y Emiliano que puesto de la cancha ocuparía?-Personalmente, me gusta jugar de delantero. Pero en este caso podría ser el capitán, que puede ser el dos, el cinco, o cualquier otro, porque lleva la voz cantante del equipo y lo representa ante los árbitros. Sería el capitán, pero por ser el cantante únicamente, no por otra cosa.

-Entre los integrantes de la banda, ¿hubo alguno que in-tentó ser deportista profesional y quedó en el camino?-Hemos jugado al fútbol hasta los quince años y después nos dedicamos a la música. Augusto y yo hemos pasado por Fomento Los Hornos, Malvinas, 12 de Octubre. Todos clubes de la ciudad. Pero nunca llegamos a un alto nivel. También por la edad, por el colegio, por ser un poco colga-dos y porque nos dedicamos a la música; y acá estamos.

-¿Se juntan a jugar “un picadito” con otras bandas?-No, no tuvimos la suerte. Hubo una época que con los chi-cos de Encías Sangrantes habíamos hablado de jugar un picado, pero nunca llegamos a organizarlo. En la banda so-mos futboleros, pero hay otros que no, solamente música.

-¿Y entre ustedes?-Sí, entre nosotros sí jugamos algún que otro picado, pero no todos porque a algunos no les gusta.

-¿Vas a la cancha, tenés esa rutina?-Siempre. De visitante cuando puedo, pero de local siempre. -¿Platea o popular?-¡Popular toda la vida!

-Al ser el cantante de la banda, ¿cómo manejas el tema de la voz cuando tu equipo convierte?-Uno trata de no sacarse, de no gritar demasiado fuerte el gol para no lastimarse la garganta, porque suele pasar. Pero vuelvo un poco afónico por una cuestión de pasión, porque no lo puedo evitar, pero siempre consciente, por-que uno tiene que ser profesional. Ahora, si tenemos una fecha cerca de un partido, me cuido la voz.

-En la banda hay hinchas de Estu-diantes y de Gimnasia, ¿existen las cargadas?-Al no ser el total de la banda futbolera, ese tema pasa un poco desapercibido y también tenemos nuestros códigos, tanto con los chicos de la banda como con los amigos del barrio. Tenemos có-digos de “no descanso”, de respeto.

-¿Fue especial tocar en la cancha del Lobo en el día Mundial del Hincha de Gimnasia?-Sí, muy especial porque nunca pensé que podía estar en ese lugar, fue un orgullo. Tocamos porque nos invitó una banda, Ruta 36, que actuaba ese día. Pero La Cumparsita no fue a tocar, fuimos invitados solo los triperos, y accedi-

mos. Tuvimos nuestros reproches, pero el motivo fue que siempre lo soñamos de chicos y era una lástima perder esa gran oportunidad. Fuimos en representación de la banda, pero no es lo mismo que esté La Cumparsita a que se pre-senten algunos integrantes a tocar.

-Seguramente, dentro de sus seguidores hay hinchas de otros clubes ¿Cómo manejan ese tema?-En ese sentido, tratamos de cuidarnos bastante porque no queremos crear esa rivalidad entre la gente, dividirla, sino al contrario. Tratamos de sumarla, porque somos una banda de rock. Todos saben de qué cuadro es cada inte-grante, pero ante todo, somos una banda de rock. Nos ha pasado que en algún recital la gente empezó a cantar por Gimnasia y tuve que salir a calmar, porque acá tenemos una sola camiseta y es la de La Cumparsita. Hay que res-petar al que tenemos al lado. Es un tema complicado, por-que hay gente que es accesible, pero hay fanáticos que quizás porque sos de un cuadro, no te siguen más. Hay que ser cuidadoso.

-¿Sueñan con que una hinchada cante una canción de ustedes en un partido?-Obvio, es el deseo de todo músico. Que una hinchada cante una canción tuya, es como la frutilla del postre.

-¿Saben de algún jugador que los siga o al menos es-cuche su música?-Sí, Marcos Rojo, un ex Estudiantes y Nicolás Cabrera de Gim-nasia. Sabemos que tienen nuestros discos y nos escuchan. No sé si nos siguen, pero sabemos que nos escuchan.

-¿Por qué crees que el fútbol es tan rockero?-Ambas cosas generan muchos sentimientos en las perso-nas, ahí encuentro la similitud. Pero en un recital, siempre asistís sabiendo que no vas a perder como puede pasar en un partido de fútbol. La similitud pasa por la pasión de la gente, que se siente identificada con un color, con una ca-miseta, con una hinchada o con una canción; es un estilo de vida. Porque considero que es difícil que una persona

separe lo que es el artista con su músi-ca. Por lo general, uno no solamente se siente identificado con las canciones, sino también por la forma de actuar de las personas.

“Uno trata de no sa-carse, de no gritar de-masiado fuerte el gol para no lastimarse la

garganta, porque suele pasar. Pero vuelvo un poco afónico por una cuestión de pasión”.

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El 29 de mayo de 1985 se dis-putó, en Bélgica, la final de la Copa de Campeones entre Liverpool de Inglaterra y Juventus de Italia. El encuentro terminó 1 a 0 a favor de los italianos, que se proclamaron campeones europeos por primera vez. Pero no es la consagración el hecho por el cual se recuerda ese partido. Aquel día, se produjo la tragedia en una cancha de fútbol con más repercusión y consecuen-cias en la historia.

Ambos conjuntos, habían rea-lizado un torneo casi perfecto y li-deraban sus respectivas ligas, por lo que la expectativa era inmensa y Bruselas se vio inundada de hin-

chas desde días antes a la competi-ción. Los medios de comunicación habían “vendido” la final como un duelo entre el fútbol inglés (cuyos equipos habían ganado siete de las últimas ocho ediciones de la Copa) y el fútbol italiano (campeón del Mundial del 82´en España, con seis jugadores de la Juventus entre los titulares).

La mañana del juego, la ciudad amaneció revolucionada: bares destrozados, autos incendiados, comercios saqueados y decenas de detenidos fueron el saldo de la “previa” organizada por los hooli-gans. Las fuerzas de seguridad belgas fueron alertadas sobre el comportamiento de los radicales hinchas ingleses, protagonistas

desde hacía más de una década de innumerables episodios de violen-cia. A pesar de los antecedentes, la presencia policial fue casi nula, medida motivada por los 40 mil simpatizantes ingleses que ron-daban las calles de la ciudad. El diario español ABC publicó ese día que “los británicos dejaron el centro de la ciudad como si una horda de salvajes hubiera pasado por allí”.

El encuentro se dio cita en un colmado estadio de Heysel (ac-tualmente se denomina Rey Bal-duino), con capacidad para 60 mil espectadores, número claramente superado esa tarde. Las gradas se habían repartido en partes iguales para cada club y los accesos esta-ban alejados unos de otros, con va-llas dispuestas para evitar el con-tacto entre las parcialidades. Des-de horas antes, los ingleses fueron llegando al estadio, aliviando la espera en los puestos de venta de bebidas alcohólicas. Se calculó que alrededor de 10 mil hinchas britá-nicos llegaron hasta los accesos sin entrada.

A medida que se acercaba la hora de la prueba deportiva, la im-paciencia fue ganando terreno y se produjeron los primeros inciden-tes entre los mismos seguidores del Liverpool, pero sin víctimas fa-tales ni heridos de consideración. La masa de gente superó el cerco armado por la policía, quienes de-

A mediados de los 80 la ferocidad en las canchas europeas se tornó incontrolable. El fútbol se unió a la violencia. Bastó un hecho de inusitada agresión para iniciar un proceso que, años después, redundó en lo que este deporte en el viejo continente es actualmente: un espectáculo.

Heysel: la tragedia hecha solución

El aporte del deporte

Por José Álvarez

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bieron retroceder y liberar el ac-ceso. Miles de ingleses ingresaron en la tribuna popular como una tribu enardecida, con la actitud de quien corre a enfrentar al enemi-go. Los que ya estaban dentro se vieron cada vez más amontonados y molestos, y sumado el estado de ebriedad que la mayoría compar-tía, la tribuna inglesa parecía una caldera a punto de estallar. Solo hacía falta un fósforo.

Ambas hinchadas estaban se-paradas por una valla y un alam-brado, pero a muy corta distancia. Piedras y botellas comenzaron a caer sobre los tifossi de Juventus, que respondieron tibiamente. Los hooligans no necesitaron más que eso para pasar a otro nivel. Un re-ducido grupo logró ingresar por un agujero en el alambre y saltan-do la barrera, comenzó una batalla cuerpo a cuerpo. Mientras los in-gleses entraban a la popular rival, los italianos se replegaban contra la pared lateral de la tribuna. En una impresionante demostración de fuerza grupal, la masa inglesa logró derribar el cercado divisorio, generando una avalancha de italia-nos corriendo para salvar su vida.

La mayoría de las víctimas del acoso perecieron, en ese momen-to, aplastadas contra esa pared lateral. Hubo hinchas pisados por sus compatriotas, atravesados por hierros que se desprendieron de las barandas por la incontrolable fuer-za de la multitud. Entre tanto, los del fondo fueron aplastados, y los de adelante terminaron atacados con desgarrador ensañamiento.

Cuando faltaba media hora para el inicio del partido, se podían contar 39 muertos (34 italianos, 2 franceses, 2 belgas y un inglés) y alrededor de 600 heridos, en su mayoría italianos.

La llegada de más policías y el pedido de sus propios compa-triotas, impresionados por lo que veían, logró que los hooligans fre-nen el ataque y vuelvan a su tribu-na. Por su lado, los italianos co-menzaron a descomprimirse y los

cuerpos cayeron por las gradas. Las autoridades no estaban preparadas para una catástrofe de estas di-mensiones. No había personal su-ficiente para trasladar los cuerpos o atender a los heridos. Tampoco sábanas o mantas para tapar todos los cadáveres. Algunos fueron cu-biertos con la bandera blanquine-gra de la Vecchia Signora.

La noticia llegó a oídos de los jugadores, que esperaban el inicio del encuentro en los vestuarios. Hasta el día de hoy los futbolistas del equipo italiano aseguran que al enterarse se negaron a ingresar a jugar el partido. Sin embargo, la UEFA decidió efectivizar la com-petencia de todas formas, justifi-cándose en que “de suspenderse, las consecuencias podrían haber sido aún más trágicas”.

Una hora y media después de los incidentes, los equipos salie-ron al mismo tiempo al campo de juego. Ambos capitanes leyeron un comunicado, en el que se le pe-día a los hinchas “tranquilidad”. Minutos después, con los cuerpos visibles a un costado del campo, comenzó el partido.

Juventus ganó con un gol de Platini, e increíblemente los juga-dores festejaron el título como si nada hubiera pasado. Al otro día, los medios de todo el mundo die-ron a conocer la masacre, y el re-chazo y la vergüenza se hicieron eco en todo el globo. Recién allí, los futbolistas manifestaron “ha-ber tomado real conciencia de lo que había ocurrido”.

Las consecuencias de la ma-tanza cambiaron el espectáculo del fútbol como hasta allí se lo conocía. Se extendió la idea de de-porte violento, rudo y la asistencia a las canchas bajó considerable-mente. En consecuencia, la FIFA debió tomar medidas drásticas para devolverle a los estadios el calor de sus hinchas: se agregaron asientos a todas las tribunas, se instalaron cámaras de seguridad, se prohibió la venta de bebidas al-cohólicas dentro y alrededor de los recintos, y se comenzaron a reali-zar cacheos para evitar el ingreso de objetos que pudieran utilizarse como proyectiles.

Los equipos ingleses fueron suspendidos por cinco años de to-das las competiciones internacio-nales, y el Liverpool, en particular, por diez (luego se reduciría a seis años). Asimismo, a los clubes de toda Europa, se los advirtió para que dejen de financiar a los hin-chas violentos, bajo la amenaza de fuertes multas y suspensiones. Hoy, 27 años después, los estadios de la Premier League parecen tea-tros y los desmanes no son algo corriente.

Todo lo contario a lo que ocu-rre en Argentina. Hoy, los estadios y las adyacencias son hábitat na-tural de las “barras bravas”, que manejan desde la seguridad hasta la venta de entradas. Dueños y se-ñores de la atmósfera futbolística, contaminaron buena parte de la escena ¿Es necesario un Heysel en suelo nacional?

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Y llegó el día. Último partido en La Plata y con 37 años (después lo haría de forma oficial con Unión de Santa Fe). Osvaldo Zubeldía, papá Ramón, Carlos Bilardo y ahora, el ca-pitán.

Los 11 de Olimpo de Bahía Blan-ca tuvieron el privilegio en ser los za-gueros contrincantes. Los otros diez, de tenerlo como compañero. Y él, en su capítulo final, salió marcando el camino para escribir los últimos 90 minutos; sellando así, la gloria para siempre.

Hace unos días, en el mal llama-do Estadio Único, miles de almas se corearon en un solo grito; homenaje y devoción a más no poder. Es que “La Brujita” no supo hacer otra cosa, más que donar calidad futbolística, técnica, sudor y entrega. Así es él. Así fue él.

Como muchos ídolos de la patria, de pocas palabras, Verón no solo divi-dió pasiones en la ciudad de las diago-nales, sino a lo ancho y largo del país. Se enfrentó a la dicotomía nacional; esa que aparece eternamente. Pero no le importó. Su trabajo y energía los depositó en el fútbol, en su club, en su puesto en el mundo.

Seco por naturaleza y criticado por la actuación en el mundial 2002

frente a Inglaterra, aguantó todo tipo de aberraciones verbales; eso que es algo común en el hincha y tan injusto al mismo tiempo. Y una vez no aguantó: ante la pregunta del periodista Eduardo Feinmann (¿Por qué será que este tipo irrita a más de uno? No importa, sigamos con Verón) sobre aquella actuación, el jugador contestó: “El que piensa que yo tiraba la pelota afuera es un estúpido. No metas a la gente, me lo estás preguntando vos. Si tuvieras agallas me lo dirías de frente. Creo que te respondí la pregunta”.

Nacido el 9 de marzo de 1975, en La Plata, el volante introvertido y multicampeón se desvivió por el fút-bol, hasta el día final de su práctica profesional, el último sábado 16 de Junio. En Estudiantes, acumuló 250 partidos y 32 goles.

Audaz, decidió tomar la escoba para empezar a barrer la historia en estadios de todos los colores y olo-res, allá entrados los 90. Ingresó al primer conjunto “Pincharrata” justo en el momento en que la institución cayó de división. En tan solo un año (94-95), de regreso a la máxima, Ve-rón se deleitó con la camiseta roji-blanca por seis meses. Llegó Boca y llegó el exilio. Fue cuando se codeó

Juan Sebastián Verón, “el bailarín”

Despedida y emoción

Era el máximo candidato para esta primera edición de Al Trote; no nos arrepentimos. Tras el aviso del retiro, le rogaron un torneo más. Y él, se dejó llevar por su amor: Estudiantes de La Plata. Perfil del último caudillo “Pincharrata”: Juan Sebastián Verón, el artista que no juega, baila.

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Despedida y emoción

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con Maradona; un Diego que miraba el fi nal de su extraterrestre trayecto.

El negocio y la mecánica de ex-portar jugadores hicieron que des-emboque en Europa. Claro, el capi-tán también aportó lo suyo: juego, visión, profesionalismo y eso que le calza bien: el traje de líder. Sampdo-ria, Parma y Lazio tuvieron a “La Bruja” para escudar sus guarderías. El “Cal-cio” italiano vio a un ganador nato. Con el Parma ganó la Copa Italia y la Copa UEFA, en 1999. Más tarde, con la Lazio, en la temporada 99-00, se alzó con el “Scudetto” nacional, una Copa Italia y una Supercopa. No fue poca cosa. Verón, entró en la historia y todavía restaba tiempo para seguir barriendo.

“¡Welcome to the England!”: en 2001, desembarcó en el Manchester United. El comienzo fue gris, pero la historia iba a poner las cosas en su lugar. Enseguida se encontró con el mundial Corea-Japón. Los de Marce-lo Bielsa no pudieron llegar mejor al evento más importante que tiene el fútbol. La palabra “candidato” se co-locó, no solo en nuestras venas (por cierto, una creencia errónea muchas veces), sino en el planeta entero. La actuación nacional en aquella com-petencia simbolizó al “Titanic”. Tuvi-mos el mejor barco y nos estrellamos en la primera ronda. Hubo dolor por doquier, bronca consumida y puteadas al por mayor. Verón, en el imaginario nacional, fue uno de los responsables que el iceberg se haya cruzado en el medio y posterior hun-dimiento. Él, el estandarte de una selección fallida, y Bielsa, “el máximo fracaso futbolístico”. Feinman, entre tantos, se relamió.

Cabe destacar, que la selección nacional resultó un espacio de iden-tidad importante para el futbolista; más allá de no haber conseguido un título. Además del mundial en Corea-Japón, participó en Francia 98 y Su-dáfrica 2010. Mientras que por Copa América, jugó en 2007, tras la convo-catoria de Alfi o Basile.

Pasado el golpe de 2002, el vo-lante argentino conoció el máximo puesto en el campeonato de la Pre-

mier League. Manchester, después dos años, le dijo “gracias por todo” y el Chelsea se apoderó de los servi-cios del platense. Llegó la tempora-da 2004 y los italianos nuevamente lo vieron ponerse una camiseta; esta vez, la del Inter de Milán. Allí, ganó dos Copas Italia y un torneo local, después de conocerse el escándalo llamado “Calciopoli”.

Las ofertas millonarias no deja-ban de cesar y el ex capitán de Estu-diantes miró a su alrededor; algo le faltaba: su primer amor. Un querer que lo movió a La Plata otra vez, por supuesto, al club de sus entrañas. Con sabiduría y experiencia, Verón tuvo mucho trabajo que hacer. Su club, el que lo vio nacer, lo necesitó. No solo desde lo futbolístico, sino además, desde lo institucional.

No fue casualidad el quiebre que signifi có su llegada en 2006. Se inició un ciclo para él como jugador y para el equipo todo. Podría decirse que el retorno al fútbol argentino, signifi có alimentarse de jerarquía y sapiencia. No se puede negar el aporte que “La Bruja” dio a nuestro certamen. La ca-lidad deportiva como el trabajo en la organización de Estudiantes debe servir de ejemplo para el resto de sus colegas y dirigentes mayores (AFA).

Para el club de La Plata, signifi có mucho más. Volvió el ídolo, el hijo pródigo, volvió el heredero de Ra-món: el otro caudillo. Con esto y la acción dinámica del número 11 na-ció otro período. Un segundo episo-dio que le resultó a Verón la cara más exitosa dentro del “Pincha”. Se llevó el Apertura 2006, después de aquella recordada defi nición frente a Boca Juniors en el campo de Vélez. Y un hecho épico; el partido que se va re-cordar para siempre en la historia de Estudiantes y de Verón mismo como futbolista: su primer enfrentamien-to con Gimnasia y el 7 a 0. Mientras tanto, las ofertas millonarias seguían merodeando. Boca, River, San Loren-zo y otra vez el Inter lo deseaban. Él, inerte. Su postura no desniveló.

Posteriormente, con una fi nal de Copa Sudamericana en la es-palda, el equipo rojiblanco y con

la conducción de Alejandro Sabella logró, en 2009, la Copa Libertadores número 50, la 4ta de la institución. En la cancha, el capitán y su escoba ejecutaron los actos necesarios para reafi rmar la esencia “Pincharrata” en este tipo de eventos. Se conformó un conjunto, un equipo, una identidad, un sentido deportivo. Verón, por su-puesto, su bastonero y bailarín.

La fi nal ante Barcelona por el mundial de clubes fue una situación esplendorosa. Se ganó la Libertado-res y el pasaporte a esa instancia. Delante, un rival, dicen “el mejor de la historia”. Un partido vistoso, don-de Estudiantes mereció algo más. Un equipo argentino eliminado por otro argentino: Lionel Messi. De regreso a casa y al torneo Apertura 2010, el León platense logró su título número 11, el último de Verón.

La impronta del jugador se selló para siempre. No quedará en este suelo argento persona con vendas en los ojos que haga cegar lo que signifi có este deportista. El último partido frente a Olimpo persistirá en las mentes de todos. Para nosotros quedará la imagen de un tipo que hizo de esta práctica, una forma de vida, una forma de ser, una manera de presentarse frente al mundo. Su labor, dentro y fuera del rectángulo verde de Estudiantes, será agradeci-da por la eternidad. Pero, más agra-decido está el fútbol entero. Juan

Sebastián Verón se despidió del fútbol, el fútbol no se despidió

de él.

da por la eternidad. Pero, más agra-decido está el fútbol entero. Juan

Sebastián Verón se despidió del fútbol, el fútbol no se despidió

de él.

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Caballito es testigo privilegiado de mil historias, de sin fines de anécdotas barriales donde el corazón popu-lar se hace notar a cada instancia folcklórica-porteña de sus vecinos alienados por esa identidad que caracteriza al adn porteño, inconfundible de no reconocer. Los do-mingos no son una jornada más, aunque en los últimos tiempos, sus antecesores días supieron acomodarse con resignación dolorosa en cada encuentro en que el queri-do Ferrocarril Oeste, devastado y quebrado por donde se lo mire, se choca con sus contrincantes. A Ferro lo único que le quedó son sus hijos pródigos.

En la avenida Avellaneda, la de los mil negocios y a cuatro cuadras del estadio, vive Rodolfo, un cuarentón curtido siempre con la clase media. Trabaja de gerente en un banco capitalino y su familia está compuesta por su esposa Beatriz y sus dos hijos Gonzalo y Macarena. Estos tres últimos, conviven con un ser donde deja que la cami-seta verde impregne la atmósfera hogareña casi los siete días de la semana. Ni hablar de los domingos, o mejor di-cho, cada vez que juega Ferro.

-Amor, ¿tengo la camiseta limpia, no? -Sabes que sí, sabes que cuando voy al lavadero tu

camiseta la llevo. ¡Siempre me preguntás lo mismo!, ade-más tenés las otras en el placard, le contesta Beatriz cada vez que Rodolfo sale de bañarse para ir a la cancha. Y em-pieza el ritual.

En la calle Yerbal, al costado del andén y detrás del estadio Ricardo Etcheverri, hay algunas casas bajas, preca-rias, donde el frío es más frío que de costumbre y el calor se agranda en su asedio en cada verano, más si el tren acom-paña en la campaña y el tránsito no se queda atrás. Martín, de veinticuatro años, con su hermano Nicolás de quince, y su mamá Elvira enferma por la diabetes, trata de que esas temperaturas invadan lo menos posible. Es que las chapas de las casas bajas parecieran que complotan con la hume-

dad para que Martín, su mamá, Nicolás, y los vecinos del mismo estilo, tiriten de frío o suden de abombamiento. A pocos metros, muy cerca de ahí, los departamentos y las casas bien redecoradas disfrutan de un ambiente casi ideal de buen pasar y excelentes comidas. Ah, también se suma el entretenimiento 2.0 en conjunto con algún reality de turno, de gente gritando y pelando sus mediocridades circenses arregladas mientras baila o viceversa.

-Vieja, me voy a la cancha, ¿quedó algo de guita en la cajita? Me faltan 20 mangos para entrar.

-Creo que algo hay hijo, no sé, fijate. Pero para maña-na no tenemos nada que comer. ¿De Nico sabés algo?

-No, nada. Y por lo otro, quedate tranqui vieja, tengo algunas cosas que junté, ¿porqué te pensás que no estu-ve todo el día ayer?

-Bueno hijo, ¿tenés puchos? Cuidate, ¡por favor!, no te metas en nada, no me mates del susto.

-No pasa nada ma. Sabés que no paro en la barra, los conozco, pero no hago ninguna.

Los sorrentinos de carne en Brasserie Petanqué con vino tinto y coca cola light para los chicos y Beatriz re-sultaron una esplendorosa previa al partido. Ferrocarril se medía con Chacarita a las cinco de la tarde. El verdolaga está mejor que el funebrero en la tabla. Necesita sumar para ver si de una vez por todas vuelve a primera, un lu-gar del que supo estar mucho tiempo. La B lo encontró en su caída libre agudizando la pobreza futbolística y con corrupción institucional en aquel fatídico y patrio 9 de ju-lio del 2000. Sí, nunca más pudo levantarse. Un carma de muchos clubes, Ferro entre ellos. Pero no es por esto que Rodolfo participa de cada sesión. Él, en las buenas y en las malas, típico de hincha. Nunca faltó a la cita. Menos ahora, donde faltan algunas fechas de la segunda ronda y hay una leve esperanza de jugar una promoción. Ascenso directo, ¡ni por jota!

Pluma y pelota

Por Héctor Escobar / Ilustración: MEM

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-Bety, me voy. ¿Hacés shoping o vienen tus amigas a casa?

-Las dos cosas gordo. Paso por lo de Viviana y nos en-contramos con Nancy y los chicos allá. ¿Te traigo algo? ¡Vi una camisa y una chaqueta para vos la semana pasada que me encantó!

-Dale, como quieras. ¡¡Ojo, para los nenes una sola hamburguesa ehh!!

Inmediatamente, y después del saludo a su familia, Rodolfo bajó por el ascensor al estacionamiento, prendió la camioneta y salió raudamente para el estadio. Paró en un Kiosco, se compró caramelos, un chocolate y un pa-quete de pañuelos descartables.

Mientras tanto, Martín ya estaba en la esquina de la cancha. Se encontró con “Fisu” y Carlitos. Disfrutaban de una cerveza algo caliente, pero no importa, según ellos. Al mismo tiempo, se escuchaba la hinchada de Chacari-ta entrando por la calle que da a los tablones visitantes. No decían nada de esos hombres inquietos, estaban en la suya, con los puchos y la cerveza ya tibia. Charlaron de algunos viejos partidos y de lo jodido que se hace vivir de un domingo al otro. Son felices, sin embargo; estaban allí. Fisu y Carlitos paran en la barra y ya no le dicen nada a Martín de unirse porque entendieron lo que va sentir Elvira si eso ocurre. Ya tiene bastante Elvira con Nicolás, que pide en la calle y nunca está en la casa, sino parando con unos pibes en el Parque Centenario.

Faltando 20 minutos para el espectáculo se sepa-raron. Martín entró y se acomodó cerca de la platea; los otros se prendieron a la barra a dos cuadras de allí. Era un partido de mucha expectativa, la gente empezó a entrar y a llenar los espacios verdes y blancos vacíos. Como nun-ca y como en los mejores tiempos, el estadio Etcheverry explotaba. Tanto, que Martín tuvo que salir del abarrota-miento vestido de hincha para el lado de la platea.

Después de dejar la camioneta en el estaciona-miento, Rodolfo se dirigió al lugar que le designada la

entrada y con los brazos levantados y al compás de ¡¡Ole, ole, ole, Ferro, Ferro!!, sintió una vez más, esa sensación indescriptible de esperar la salida del equipo para el de-leite y ansiedad que duran siete días; sobre todo, si no jugás copa.

Tanta fue la preocupación de Martín por encontrar un lugar mejor, que escarbando entre la marea humana terminó al lado de Rodolfo. No se conocían, nunca se ha-blaron. Se miraron y en una especie de reconocimiento barrial, de cancha y complicidad se tranquilizaron, se en-tendieron. Porque en algún lugar de ellos algo los unía. Y estaban ahí, alentando al amor de su vida, Ferrocarril Oeste; y silbando al contario, ofendiendo al rival de turno, Chacarita Juniors.

Ese partido salió empatado en uno. Rodolfo y Martín hablaron, putearon e intercambiaron comentarios duran-te la misa. Arrancó ganando Chacarita, a los 25 minutos del primer tiempo. Ferro lo empató a los 35 del segundo. El empate los vió en un abrazo interminable y con la es-peranza de que llegue el segundo gol para una victoria, nunca en esta vida.

-¡Partidazo, lástima que no les hicimos el segundo!, dijo Rodolfo a la salida sobre la avenida Avellaneda y sa-cando las llaves del vehículo.

-Sí, la puta madre. Lo tuvimos ahí. Nos cagó el referí, Barrionuevo no estaba adelantado, ¡hijo de puta!, contes-tó Martín prendiendo el último pucho que le quedaba.

El joven de 24 años se quedó en la esquina un minu-to y siguió camino a casa, pensando que cosas buscaría para vender al otro día, porque había que comer, reto-mando de a poco la rutina, viviendo el momento donde todo se apaga, el del domingo después del partido. El cuarentón, recibió un mensaje de texto donde decía que lo esperaban en el Alto Palermo con la ropa nueva que le habían prometido, retomando de a poco la rutina, vi-viendo el momento donde todo se apaga, el del domingo después del partido.

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El polifuncional

Muchos dicen que en la vida todo cuesta y que siempre hay una primera vez para lograr objetivos. Que ese logro puede darse o no; siempre depende de la perseve-rancia. Esa sensación inédita de lo desconocido, de lo descubierto, de lo soñado, del éxito deportivo, la tienen ahora las chicas del Beach Vó-ley argentino que, por primera vez, clasificaron a un Juego Olímpico. Lo hicieron tras vencer en la final de Continental Cup a Uruguay por 3 a 1, en el Balneario Triferto de Santa Fe. La inolvidable victoria fue escri-ta por las parejas conformadas por Georgina Klug-Silvana Olivera (du-pla uno) y Ana Gallay-Virginia Zonta (dupla 2). A partir del viernes 27 de julio hasta el domingo 12 de agosto, Londres 2012 esperará por ellas.

“Estoy muy orgullosa de formar parte de este equipo (…) empezar así esta disciplina es entrar por la puerta grande; formar parte de este proce-so fue magnífico”, dijo emocionada, Silvana Olivera. Entrar en las páginas doradas del deporte es el mejor pre-mio al esfuerzo y a la constancia de no bajar los brazos en la adversidad, porque desde los Juegos de Atlanta 1996, en Estados Unidos, la disciplina forma parte del programa olímpico y Argentina nunca participó. Final-mente, el día llegó. Tarde pero llegó.

Es destacable el apoyo que brin-dó la FeVA (Federación Argentina de Voleibol) en conjunto con la capital de la provincia, para la organización

del evento; también la apuesta a éste proyecto que, después de tantos años de espera, culminó con el sue-ño olímpico.

Pero antes de la obtención ha-bía un partido; un duelo que estaba 1-1, tras los primeros dos encuen-tros que se habían jugado el día anterior. A la jornada siguiente, la gesta deportiva se fue dando de a poco. El primer paso fue el triunfo de Klug-Olivera sobre Karina Cardo-zo-Eugenia Nieto por 21-17 y 21-14. En el segundo turno, con la ventaja (2 a 1), la otra dupla argentina cons-tituida por Gallay-Zonta vencieron a Guigou-Gómez con parciales de 21-19, 17-21 y 15-13. Así, lograron el 3-1 definitivo. La alegría se desa-tó en la arena del Parador Triferto de la Costanera Este: el Beach Vóley femenino logró el pasaporte olímpi-co por primera vez. “La verdad que estoy muy contenta y todavía no caí de lo que hemos logrado, ni más ni menos que la plaza a los Juegos Olímpicos”, destacó Virginia Zonta.

La serie se jugó con cuatro par-tidos y dos parejas por país: la pa-reja número uno se cruzó contra la segunda, y al otro día, se invirtieron los enfrentamientos. La clasificación comenzó en 2010; gozó de distintas fases eliminatorias hasta llegar a esta instancia, en la que Argentina tuvo la ventaja de ser local. En esta especialidad, hubo un dueto exitoso a nivel mundial, pero de hombres: el conformado por Martín Conde y

En una emotiva final de la Continental Cup, las chicas argentinas vencieron a

Uruguay por 3 a 1. La victoria les concedió la plaza olímpica para ir a Londres; es la

primera vez que esta disciplina en manos compatriotas llega a un juego olímpico.

El Beach Vóley femenino

Por Víctor Olivera

Mariano Baracetti, quienes fueron campeones del mundo en 2001 en el Abierto de Lignano (en Italia), en el World Tour. Ambos jugadores, ter-minaron novenos en los Juegos de Atenas 2004, en Grecia. Hoy, Conde forma parte del grupo de trabajo del conjunto nacional.

Por otro lado, el dúo adaptado por Klug-Olivera, fue solicitado para refor-zar el equipo principal; son jugadoras del vóley clásico (el de 6). Más allá que el conjunto esté concordado por dos duplas, solo irá una: la elegida sería la de Ana Gallay-Virginia Zonta.

Así como en el estadio Azteca de México, hay una cuadro que reza: “En este estadio se convirtió el mejor gol de la historia de los mundiales”, en referencia al tanto de Diego Maradona frente a los in-gleses, en el balneario de Santa Fe, donde se consagraron estas gue-rreras, debería haber uno que diga: “En esta arena santafesina el Beach Vóley femenino hizo historia”.

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Gallay y Zonta representarán a la Argentina en Londres. Fo

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