BABELIA 964 150510

download BABELIA 964 150510

of 24

Transcript of BABELIA 964 150510

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    1/24

    GAY TALESEGAY TALESEEl periodismo hecho arteEl periodismo hecho arte

    Babelia964

    NMERO

    964.

    ELPAS,

    SBADO

    15DEMAYO

    DE2010

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    2/24

    El blogde Babelia en ELPAS.com incluye noticias, comentarios, anlisis, recomendaciones, imgenes yvoces del mundo de la literatura, las artes plsticas, el cine, el teatro y la msica.

    HAY MUCHAS nacionesen el mundo,pero ninguna dentrode m. EL XITO da alas que permiten al afortunado alzar el vue-

    lo, surcar la altura, planear majestuoso a la vista de quienesya lo estn apuntando desde abajo con sus escopetas. DUDO QUE haya un mtodoms rpidoy eficazde adelga-

    zamiento que la muerte. ESTOY DISPUESTO a admitir que no se pueden esperar

    grandes aventurasde un tipo como yoque prefiere lascasta-as asadas a la cocana. CONVIENE IR bien vestido al consultorio del mdico si no

    queremos contribuir a que el diagnstico empeore.AUNQUE, AL menos desde un punto de vista prctico,est

    bien que existan las naciones. Dnde, si no, se iba uno aexiliar llegado el caso? DE ACUERDO, la perfeccinno equivale al arte, pero esun

    buen comienzo.ALO LARGO de mi vida he experimentado momentos de

    intensa humildad, de quietud y desprendimiento queacasono queden lejos de la plenitud mstica. Por ejemplo, cadavez que me dolieron las muelas. NO HACE falta subir al ltimopisode losrascacielosni a la

    cima de las montaas y mirar abajo para adquirir constan-ciade la pequeez humana.En realidad basta concontener

    la respiracin durante un minuto, si aguantas. CMO QUE no hay ningn libro perfecto,limpio de erro-

    res, de contradicciones, de partes superfluas? Y el listn detelfonos, qu? HIJO, TEN cuidado cuando salgas a la calle. Mira bien

    dnde pisas, no vayas a tropezar con un himno.ADOPTES LA tctica que adoptes, antes vencers al tigre

    que a la calumnia. DESEARAformular una serie de preguntas a las personas

    que hablan con sus perros, pero no s ladrar.ALOS SERES humanoscon personalidad doble,cmo hay

    que tratarlos? De tes o de ustedes? LO CONTRARIO de una patada en el vientre no es una

    patada en la cabeza o en la espalda. Lo contrario de unapatada es un abrazo. CONSIDERO UNAcima biogrfica cada hora, cada minuto,

    cada segundo exento de dolor. NINGN EGOSMO tan detestable como el de los dems. SOY UN FERVIENTE defensor de la duda, con excepcin de

    las de mi cirujano. UN TIPO QUE se pasa el da diciendo yo, yo, yo, es un

    eglatra. Otro que hace lo mismo diciendo nosotros, noso-tros, nosotros, es un nacionalista. El nacionalismo no esms que la forma plural de la egolatra. HE PREGUNTADO al radilogo, pero l tampoco ha sabido

    descubrir dnde tengo la capital. UN APARATO capaz de medir la belleza de las obras artsti-

    cas no nos servira de nada sin otro aparato capaz de trans-mitirnos las emociones correspondientes, en cuyo caso po-dramos prescindir tranquilamente de las obras de arte. LA TIERRA es la docilidad en persona. A todas horas, en

    todas partes, sin la menor resistencia abre la boquita y,obediente, se traga otro atad.MALAS NOTICIAS para los habitantes del cielo. A pesar de

    las innegables comodidades, all tampoco le estar permiti-do significar. POR EL MOMENTO me inclino a descartar la opcin del

    suicidio dado el alto riesgo de muerte que comporta. DESCONFO DE los espejos. Ni siquiera saben mentir.

    Fernando Aramburu (San Sebastin, 1959) ha publicado reciente-

    mente la novela Viaje con Clara por Alemania (Tusquets. Barcelona,

    2010. 472 pginas. 20 euros).

    Lectura exclusiva Babelia adelanta el prximo lunes un captulo de la novela Contraluz (Tusquets),de Thomas Pynchon.

    Encuentro digital Julia Navarro, autora de la novela Dime quin soy (Plaza & Jans), charlar con loslectores el lunes a las 13.00.

    Pequea magnitud

    EN PORTADA Brbara Celis / Julio Villanueva Chang 4

    Gay Talese El periodista estadounidense publica el recopilatorio Retratos y encuentros, que rene reportajes y perfilesquelo consagraroncomo ungrande del reporterismodel siglo XX.No quieroleerlo todo ni saberlo todo. Slo quieroestar

    informado de las cosas esenciales, afirma sobre la avalancha de informacin digital. Foto: Steffen Roth / Focus

    IDA Y VUELTA La pizarra del cielo Antonio Muoz Molina 7

    L0S LIBROS DE LA SEMANA Tworki (El manicomio), de Marek Bienczy / Todo arrasa-

    do, todo quemado, de Wells Tower Cecilia Dreymller / Edmundo Paz Soldn 8

    Entrevista con Marcos Giralt Torrente Nuria Barrios / J. Ernesto Ayala-Dip 9

    La historia eterna de Rama Chantal Maillard / Jess Aguado 12

    El monstruo voraz / Nuestros contemporneos L. F. Moreno Claros / D. Innerarity 14

    PENSAMIENTO Cunto debe Europa a los bizantinos Carlos Garca Gual 15

    SILLN DE OREJAS De noche todos los nazis son pardos M. Rodrguez Rivero / Max 16

    ARTE Una lengua comn tambin en el arte Fietta Jarque 18

    LLAMADA EN ESPERA Regalos Estrella de Diego 19

    MSICA Entrevista con Stacey Kent Chema Garca Martnez 20

    PURO TEATRO As you like it: tcala otra vez, Sam Marcos Ordez 22

    OPININ El artista en la corte: del rey burgus al seor narco Edmundo Paz Soldn 23

    +

    + .com

    Babelia964

    Fernando Aramburu

    El segundo cuarto del resca-

    te, instalacin de la peruana

    Sandra Gamarra expuesta

    en Sinergias. Arte latinoame-

    ricano actual en Espaa.

    SUMARIO

    2 EL PAS BABELIA 15.05.10

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    3/24

    David B. ha publicado recientemente en Francia Trieste-Bologne (Delcourt), primera entrega de su Journal dItalie. Foto: Ana de Labra

    PIERRE-FRANOIS BEAUCHARD, en arte David B. (Nmes, 1959), es idntico a como se dibuja.Esbelto,nariz afilada, cejas densas detrsde gafasligeras,mechonesrebeldesque empiezan

    a encanecer. La mirada es quieta, apacibles los modales, la atencin bien hincada en elcuaderno semiabierto encima del escritorio. Como si le preocupara que los muecosjaponeses y los pequeos personajes que pueblan la primera plancha de su lbum sobreOsaka pudieran escaparse. Estudia las criaturitas de papel con la concentracin afectuosade un padre que observa a su hijo dormir. El artista francs, que con la fundacin de laeditorial LAssociation (1990) y con La ascensin del gran mal (1996, publicada en Espaapor Sins Entido), dolorosa y onrica autobiografa en imgenes, ha dado dignidad literaria ala novela grfica, se mantiene bien arrimado a su libreta, su laboratorio porttil, junto aacuarelasy tinta china. Dibujar es lo quehago sinparartodo el da. Me encanta y ademsvivo de ello, dice con serena simplicidad. Su estudio italiano es la prueba de ello.

    El techo msque alto es remoto. La luz rebota sinestorbos y losescasos librosdejancasidesempleada la gran estantera de abedul. Al fondo, incmodo en medio de tanto vaco, elescritorioantiguo acogecajitas de acuarelas,pinceles, unostarros de mermelada que ahora

    sirven para diluir los colores, bocetos y recortes de revistas. Una nave espacial recinaterrizada en Marte de otro planeta ms animado. El cuaderno recoge las planchas del

    segundo volumen de Journal dItalie, un diario de viaje an a medias cuya primera parteacaba de salir en Francia.

    David B. cuenta sus paseos por Trieste, Venecia y Bolonia, la ciudad donde se enamorhace siete aos y donde ahora pasa algn fin de semana con su mujer. El trazo, a vecestembloroso, otras decidido, recorta imgenes bidimensionales y planas como incisionesmedievales. Una caligrafa para relatar el mundo, los recuerdos o los sueos de manerasiempre expresiva, ntima y personal. Con fondo blanco y escenas amplias, ni el colorconsigue dar plasticidad a sus relatos de Italia o Japn, que se quedan flotando en unadimensin de irrealidad lrica. De pequeo no paraba de copiar imgenes de libros dehistoria. Estaba obsesionado con los guerreros medievales, tan estilizados que acabansiendo expresionistas. En Bolonia, su segunda casa, despus de Pars, se puede sumergiren aquella poca, ayudado por los soportales, las iglesias romnicas y las torres de ladrillovisto. Y, en casa, encima de la mesita de noche, la autobiografa de Petrarca. Lucia Magi

    David B. dibuja sin pararEl artista francs vive entre Pars y Bolonia. Su libreta es su laboratorio porttil, junto a acuarelas y tinta china

    EL RINCN

    EL PAS BABELIA 15.05.10 3

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    4/24

    M

    ILES DE INDIVIDUOS vesti-doscon trajesy corbatasclnicas de variaciones

    tonales y estilsticas m-nimas caminan a diariopor las calles de Nueva

    York. Constituyen un paisaje visual tan ho-mogneo que resultara milagroso que de-jaran huella en la retina de cualquier mu-jer. Ocurre algo similar al pasar frente a unquiosco: decenas de celebridades en po-ses parecidas sonren desde portadas casiidnticas de publicaciones muy semejan-tes. Las diferencias de contenido son tannimias que si uno se equivocara al adqui-rir cualquiera de ellas probablemente nonotara la diferencia.

    Aunque parezca increble, huboun tiem-po que ni todos los hombres vestan de for-ma clnica ni lasrevistasofrecancomopla-to principal entrevistas con el famoso deturno. Uno de aquellos hombres, que ade-

    ms escriba en aquellas revistas, hoy siguecaminandopor lascalles de Nueva York conun traje original y hecho a medida y anaboga porun periodismo alejado de la obse-sin porla fama y la exclusiva. Sunombre esGay Talese, y su talento principal es habersabido hacer periodismo de todo aquello delo que suelen huir los otros reporteros: delhombre comn, del desconocido,del perde-

    or o simplemente de los que estn lejos deosfocosy elxitoy, a travsde ellos,ofrecer

    un retrato bastante acertado del ser huma-no y sus obsesiones. Por ejemplo, del perio-

    ista encargado de escribir obituarios en elanonimato para The New York Timesen losaos sesenta. O delboxeador quetras xitosmemorables caa enel olvido. O de losobre-os queconstruyeronese milagro de la inge-

    niera llamado puente de Verrazzano y queune Brooklyn con Staten Island.

    Y cuando tuvo que escribir sobre estre-las del espectculo, porque sus jefes que-an que su excelentepluma tambin bendi-era a las celebridades, l fue capaz de darlea vuelta a los personajes y buscar el ngulo

    inexplorado. Entre los reportajes que hanntrado en el panten del periodismo uni-

    versal est Sinatra has a cold (Sinatra estresfriado) yAli in Havana (Al en La Haba-na), incluidosen el librode reportajesRetra-tos y encuentros(que publica Alfaguara, quetambin editar Vidade un escritoryHonra-rs a tu padre). No son entrevistas ni con el

    antante ni con el pgil, con quienes nuncaleg a hablar, sino perfiles sobre ambosonstruidos a travs de las voces de quienes

    es conocieron. Fueron ese tipo de reporta-

    es, sus descripciones y su tratamiento in-formativo los que llevaron al escritor TomWolfe a bautizar a Talese como padre delnuevo periodismo, esa corriente que asalta prensa a finales de los aos sesenta intro-uciendo recursos propios de la literaturae ficcin en el mundo del reportaje. Talese

    nocomulga conesa etiqueta porque la ma-yora de quienes se apuntaron al carro delnuevo periodismo eran unos mentirososque nunca fueron rigurosos con los hechosy que exageraban la realidad. Incluso Hun-terS. ThompsonY yo siempreestuveorgu-loso de contar las historias tal y como fue-

    ron,sin engrandecerlas. Losreporteros tene-mos que ser fieles a la verdad.

    El mes pasado Talese, escondiendo tras

    uncuerpogil y enjutoy una espesacabelle-ra sus 78 aos, lo recordaba sentado sobreun elegante divn en su residencia del Up-per East Side de Nueva York. Cuadros y li-bros tapizan las paredes y losxitos delpro-pio Talese se asoman tmidos desde algunaestantera.En unafoto aparece estrechndo-le la mano a Bill Clinton, en otra a RonaldReagan, pero ninguna de las dos reclamaexcesiva atencin; escondido en un rincnhay un volumen especial de la revista Lifededicado a fotografas de Frank Sinatra queincluye el celebrado reportaje sobre el can-tante. Bien a la vista, en cambio, hay mlti-ples fotos familiares, cuadros de una de susdos hijas, grandes espejos, una lmpara dearaa sobre una mesa para cenas concurri-dasy unextrao aire entreaejo y distingui-do. Todo tiene un cierto sabor a otra poca,

    como el pauelo de seda asomando delbol-sillo izquierdo de su chaqueta y la discreta y

    fina corbata queaflora bajo unchalecoajus-tado de tonos tierraa juego consus impeca-bles pantalones. Calza un par de zapatosrefinados que, como todo el conjunto, Tale-se podra haberle robado a su admiradoScott Fitzgerald en los aos veinte.

    Su imagen es puro buen gusto, aunquesin duda haya quien la considerara ana-

    crnica. Y habr a quien tampoco le gustenopiniones a contracorriente como sta: Noleo ni blogsni noticias online. Cuando algoes realmente bueno, acaba llegando a losperidicos, como el reportaje de ProPublicaque gan el Pulitzer. No quiero leerlo todoni saberlo todo. Slo quieroestarinformadode las cosas esenciales. No slo se niega aadentrarse en la informacin digital sinoque tambin rechaza las comunicacionesdel siglo XXI. No tengo ni mvil ni email.Hoy hay un exceso de comunicacin. Noquiero despertarme y lidiar con 100 correosde desconocidos.Bastante tengo conaguan-

    tar las conversaciones de la gente que sepasea hablando a gritos a travs del mvil.

    En ese mismo instante suena el telfo-

    no de su casa. Ni siquiera es inalmbrico.Lo coge, saluda, escucha y exclama: Cla-ro, all estar. Habr buenos martinis?Yasabes que el vino me da igual, pero unmartini antes de cenar es imprescindi-ble. Trata de terminar la conversacin ycuelga. Dnde estbamos?, pregunta.En el periodismo y las nuevas tecnolo-gas, contesta la reportera.

    Cuandoal hablarde sufobia al emailfueinquiridopor la opinin al respecto de Nan,su esposa, conocida editora, y sobre cuyarelacin de cinco dcadas versar el prxi-mo libro de este veterano, Talese tom porasalto la entrevistay realiz un exhaustivoeincmodo interrogatorio a su entrevistado-ra sobre novios, maridos y amantes. Des-ventajas de entrevistar a un periodista Lacontraentrevistaslopudo ser abortadainvi-

    tndole a hablar precisamente de relacio-nes, un tema en el que indag durante casidiez aos para escribir el libro La mujer detu prjimo (Grijalbo), su mayor best seller.Con l, Talese se meta directamente en lacama de los estadounidenses a los quecitaba con nombres propios y reales, ha-ciendo una crnica del comportamientosexual de su pas en los aos setenta y parael que practic abiertamente relaciones conotras mujeres, vivi en una comuna deamor libre y fue propietario de dos saunas.Su matrimonio sobrevivi al terremoto deaquella experiencia y se dispone a explicarlos detalles en el libro que est escribiendo(an sin ttulo ni fecha). Creo que es unabuena historia. Cunta gente puede decirque lleva cincuenta aos casado con la mis-ma persona, viviendo bajo el mismo techo,haciendocosasque jamsse te hubiera ocu-rrido hacer estando solo?. Teniendo encuenta que en Estados Unidos la duracinmedia de un matrimonio son apenas sieteaos, sin duda su caso es una rareza. Claroque Talese no es exactamente un hombrecon ideas corrientes.

    Tuvimos una revolucin sexual y gra-ciasa eso ahora tpuedes vivir con tunoviosin estar casada, pero si tienes un lo fueradelmatrimonioMira la quese ha armadoalrededor de Tiger Woods y sus amantes!Como si l las hubiera obligado a acostarsecon l!

    No entiendo muy bienLo que quiero decir es que la llegada

    de las mujeres a la prensa y a otras posicio-nes de poder ha convertido los escndalos

    sexuales en noticia.Cmo dice?S, cuando yo trabajaba en The New

    York Times todos los jefazos tenan lossexuales, pero no se hacan pblicos. Y to-dossabamosque el presidente Kennedyte-namuchas amantes, pero a nadie se leocu-rra escribir sobre ello. La vida sexual de lagente no era noticia.

    Pero no ser que la prensa simple-mente ha descubierto un nuevo filn econ-mico?

    Pasa a la pgina 6

    Una obra a

    Con las clientas de mimadre aprend ainteresarme por laspreocupaciones delciudadano comn

    Los blogueros son

    demasiado vagos, perosiempre har falta un buenperiodista que salga a lacalle a escuchar a la gente

    Gay Talese, padre del nuevo periodismo junto a Tom Wolfe, reivindica el compromiso de unoficio como testigo y agudo observador de la vida cotidiana. Siempre estuve orgulloso de contarlas historias tal y como fueron, sin engrandecerlas, afirma. Retratos y encuentros rene la obramonumental de este reportero norteamericano que ha hecho del periodismo un arte. Por BrbaraCelis

    EN PORTADA / Entrevista

    4 EL PAS BABELIA 15.05.10

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    5/24

    Gay Talese (Ocean City, Nueva Jersey, 1932).

    Foto:Marianne Barcellona /Time Life Pictures /

    Getty Imagespie de calle

    EL PAS BABELIA 15.05.10 5

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    6/24

    No,lo que hacambiadoes que las mu-jeres tambin toman decisiones. Est claroque los poderes conservadores tambin ha-cen su parte pero sin duda la entrada de lamujer en el mundo laboral ha redefinido loque es noticia.

    Yo no le echara la culpa a las muje-res

    Yo no les echo la culpa, eso lo has di-cho t. Slo digo que su influencia en laprensa y en el mundo legal ha cambiadociertas cosas.

    O sea, que no le parecebien quese persiga porejem-plo al ex fiscal Spitzer poracostarsecon prostitutas des-pus de promover una leycontra los clientes?

    S, de eso me alegro. Enmuchos casos merecen sernoticia, pero no creo que laprensa debaerigirse comode-fensora de loscdigosde mo-ralidad sexual. No le corres-ponde. Y me parece mal quelas leyes condenen la activi-dad sexual de la gente quemantienerelacionescon con-sentimiento mutuo. Obvia-

    mente, que se destapen losabusos sexuales de la Iglesialo veo muy bien, pero eso esdiferente.

    La conversacin vuelve adirigirse hacia el periodismo,en concreto hacia Internet.Los periodistas han sido ab-sorbidos por las nuevas tec-nologas y ahora su trabajoes-t dirigido a personas como

    llos, con educacin digital.No salen de ese crculo, no

    stn en la calle, no conocena gente nueva y no descu-bren nada. Por eso, si no en-tro en Internet, no me pierdonada, dice reacomodndose

    n el silln y ofreciendo a la

    periodista otro vaso de vinoun error de clculo, habra que haberle

    pedido un martini mientras l bebeagua en copa.

    Pese a sus opiniones negativas sobre elmundo digital,Talese considera queel perio-

    ismo que se hace hoy es mejor que el decadas anteriores. Como estn amenaza-os por la crisis, reporteros y empresas tra-

    bajan bajo presin, estn obligados a dar lomejor de s porquecorren el peligro de hun-

    irse, as que lo que llega a los peridicos esmuy bueno. Los blogueros son demasiado

    vagos para dejar de mirar sus ordenadores,pero siempre har falta un buen periodistaque mueva el culo y salga a la calle a escu-char a la gente, a mirar el mundo real, y aescribir sobre l.

    Cierto es que esa fue siempre la esenciadel periodismo y eso es lo que ha guiado aeste italo-americano desde los quince aos,cuando escribi su primera columna en elperidico de su instituto en Ocean City(NuevaJersey).En esapequeaciudad en laquenaci en 1932, dominada por protestan-tes irlandeses, siempre se sinti fuera de lu-

    gar: su familia era catlica e italiana, algoque Mussolini y la Segunda Guerra Mundialconvirtieron en motivo de estigma. Era malestudiante y encima era el nico nio quevesta con chaqueta y corbata, las que dise-aba su padre, un sastre que emigr desdeCalabria (Italia del sur) y que mont unapequea tienda junto a su esposa en OceanCity. All fue donde Talese aprendi a escu-char. Las clientas de mi madre le contabansus problemas y frustraciones, y con ellasaprend a interesarme por las preocupacio-

    nes del ciudadano comn. Y eso es lo quetrat de reflejar en sus reportajes desde quefue contratado por The New York Timesen1953 como chico de los recados. Consiguiascender a redactor porque fue capaz dellamar la atencin de sus superiores ofre-cindoles artculos sobre gente corriente.Escribir sobre Obama es muy fcil porqueelpersonaje es apasionante.Pero ahno haydesafo. El verdadero reto es conseguir queun desconocido, por ejemplo, el doble deBrad Pitt, se convierta en un personaje inte-resante gracias a tu pluma.

    Eso hizo en The Bridge, una palpitantecrnica de la construccin del puente deVerrazzano, el ms largo de los puentes col-gantes de Estados Unidos, en la que hizoexactamente lo mismo que Truman Capoteen A sangre fra: hablar con todos los prota-gonistas annimos que participaron en laconstruccin del puente, igual que Capotetraz la cronologa del asesinato de la fami-lia Clutter metindose en las entraas delpueblo donde ocurri. Curiosamente, am-bos libros se publicaron casi a la vez, entre

    1964 y 1965, y conambos qued inauguradaoficialmente la literatura de no ficcin.

    Fue la revista Esquire la que desde 1966le ofreci la mejor plataforma para explorarese formato periodstico que en The NewYorkTimesno poda desarrollar debidoa lasrestricciones de espacio. Y fue en Esquire,que en aquella poca haca revolucin conlasportadasdel diseadorGeorge Lois,don-de Talese public sus ms celebrados re-portajes. Pero incluso pudiendo disfrutardel espacio que aquella revista le ofreca15.000palabraspara escribir sobreSinatra

    sin ni siquiera hablar con l,una quimera inalcanzable entrminos periodsticos actua-les, Talese quera ms. Yadems tena ideas que annadiehaba explorado,comola de escribir sobre periodis-tas. Fueas como lleg a pu-blicar El reino y el poder(Gri-jalbo), sobre los habitantesde The New York Times, quese convirti en un xito ins-tantneo en 1969.

    Talese defiende la necesi-dad de mantener el contactoconlagente a laqueun perio-distaentrevista,parapoder re-gresar a ellos. As lo hizo con

    todos sus reportajes y libros,incluido Honrars a tu padre,sobre la familia mafiosa Bon-nano. Toda su documenta-cin est almacenada enel s-tano desu casa, donde estsuoficina, un lugar sin ventanasni telfono, ordenado y silen-cioso, donde cajas que llevanelnombrede cada uno desuslibros lucen decoradascon vis-tosos collages hechos por lmismo. Me gusta visualizarmis historias, dice. Sobre lamesa hay un ordenador conal menos dosdcadas. La m-quina de escribir quizs tengauna solo. Hay cafetera, sillny ducha, y es hora de volver al

    trabajo. Esta es mi guarida.No tengo email, pero, cuando quieras volvera entrevistarme, ya sabes dnde estoy.

    Retratos y encuentros. Gay Talese. Traduccin de

    Carlos Jos Restrepo. Alfaguara. Madrid, 2010.

    312 pginas. 19,50 euros. www.randomhouse.

    com/kvpa/talese/

    Viene de la pgina 4

    Un seor demasiado elegante y curioso

    Cuadernos de notas en los que Gay Talese va preparando sus informaciones. Foto cedida por la revista El Malpensante

    Inicio de Retratos y encuentros, deGay Talese.

    Por Julio Villanueva Chang

    + .com

    CUANDO VAS a conocer a GayTalese,l acaba haciendo laspreguntas. Pronto te enteras de que tus respuestas debenser urgentes y van en serio. Es un interrogatorio hechocon un sombrero, desde una curiosidad no detectivescani infantil, sinola de un cirujanocardiovascular queinten-ta llegar a un diagnstico vital desde tus actos ms pasio-nales hasta los ms aburridos. No es una mana profesio-nal; es una marca gentica que ya es parte del personajeTalese. Hijo de unos inmigrantes italianos que viajaron aAmrica y se dedicaron en casa a hacer trajes a mano (supadre) y a vender vestidos(su madre), parecehaber here-dado esa mirada microscpica del detalle significativopropia del sastre, un trabajo silencioso y colmado de pa-ciencia, ms bien anacrnico y contemplativo. Su venafamiliar fue modelando su elegancia de gentleman, tam-bin de seor de otros tiempos y slo a medida de la de

    Tom Wolfe, quien lo bautizara como el padre del NewJournalism, un ttulo nobiliario que no le va bien con susms de cincuenta trajes colgando del ropero de su man-sin en Manhattan.

    El autor de Frank Sinatra est resfriado nunca haceentrevistas. Jams se la hizo a este divo, y sin embargoo tal vez por ello mismo pudo trasmitir la atmsferade gnsteres y la personalidad impredecible, tan genero-sa como intimidante, de un Sinatra, cantante agripado,sin mencionar en ningn momento la palabra mafia. Lasentrevistas son para Talese un escenario teatral donde lagente no se comporta como es.Prefiere entonces serms

    cinematogrfico y, cuando te acompaa, enciende sussentidos como una cmara del futuro que, al final de surodaje, capta las escenas reveladoras de una vida. El se-or demasiado curioso sale durante semanas o mesescon los personajes de sus historias a veces ms decinco aos, como con los mafiosos de Honrars a tupadre, y los acompaa ganndose su confianza hastaser testigo de cmo cambian su humor frente a l. Siretroceden, ha aprendido a evitar el portazo en la caracon esos trajes y modales marca Talese que, en lugar dedistanciar, hace que sus personajes se confiesen. Susmaniobras de sastre las ha llevado hasta su modo detomar apuntes: no escribe sus notas en una libreta dediseo tipo moleskinesino en unas tiras hechas con esoscartones que sostienen el talle de las camisas cuando lasdevuelven de la lavandera.

    De un momentoa otroel sastrecillovaliente se vuelveun introvertido minero que excava en la vida de unos depersonajes desconocidos. No le apetecen las noticias deprimera plana. En su primera historia, que The New YorkTimespublic sin su firma, el nico trabajo con un hora-rio que acept en toda su vida, un Gay Talese veinteae-ro que hasta una semana antes slo era el chico de losmandados contaba la historia del hombre que proyecta-ba lostitulares comoflashesluminosos enlos altosde unedificio de Times Square. As, por su literatura de larealidad han desfilado boxeadores olvidados, escritoresde obituarios, un restaurante que siempre fracasa en

    unaesquinay hasta el clebre pene de un hombrecastra-do por su mujer. Hoy Talese trata como una perfectadesconocida a la seora con la que lleva durmiendo msde medio siglo, la prestigiosa editora NanTalese. Y ensa-ya no una memoria sino un reportaje sobre su propiomatrimonio y el misterio de su duracin. Su mtodopara escribir esan msextravagante, lo que loeleva a lacategora de luntico muy bien vestido.

    Cada maana, Gay Talese se viste elegante slo parabajar a escribir al stano de su casa. All, aislado y sintelfonos ni timbres en la puerta, dibuja a lpiz y sobreuna libreta amarilla una primera frase en maysculas.Cuandotiene cinco pginas conesas frases, lastranscribeen una mquina elctricay all lassiguecorrigiendo hastaimprimir una sola pgina. Cuando por fin le satisface, lapega conun alfiler enuna paredcon unpanel. Hasta hace

    unos aos se iba al otro extremo de su cuarto, desdedonde las lea con unos binoculares. Hoy las reduce enuna fotocopiadora a un sesenta y siete por ciento de sutamao original. Busca experimentar con la percepcin.Leer su propio texto como si lo hubiese escrito otro. Escuando, de haber sido un minerointrovertido, GayTalesepasa a ser con sus palabras un joyero despiadado. Y sevuelve a hacer preguntas contra s mismo.

    Julio Villanueva Chang (Lima, 1967) es autor del libro Elogios

    criminales (Mondadori. Mxico, 2008) y fundador de la revista

    Etiqueta Negra.

    EN PORTADA / Entrevista

    6 EL PAS BABELIA 15.05.10

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    7/24

    C

    UANDO ERA nia Vija Celmins vea

    los aviones militares volando enlos cielos de Europa. Nacida en1938, las imgenes de la guerra se

    le grabaron con claridad en la memoria, almismo tiempo que la sensacin de peligro,de intemperie y de trnsito. Despus de es-capar de su pas ensombrecido por la inva-sin sovitica y de atravesar una Alemaniaen ruinas sus padres emigraron con ella alos Estados Unidos. Con diez aos era unania aplicada y solitaria que no hablaba in-gls y que para hacerse entender por sumaestra o por los compaeros de la escuela

    ibujaba las cosas que an no saba nom-brar. No hacefalta conocer su biografaparaintuir que Vija Celmins era de esos niosque disfrutaron de la escuela, de la felicidad

    el olor de la goma y de la madera, de losuadernos y loslpices, delensimismamien-

    to en el dibujo y en la caligrafa, la cabezainclinada sobre el pupitre,la caracasi rozan-

    o el papel, la mano derecha apretando conmucha fuerza el lpiz, que acaba formandouncallo enla primerafalangedeldedocora-

    n. Se la ve dibujar en algunas filmacionesecientes y en su cara de mujer que no esoven hace mucho pero que tiene todava

    un redondeado infantil hay ese mismo ges-to de atencin sosegada con que dibujara

    e nia en un cuaderno escolar las siluetase los aviones de guerra que atronaban elielo. Ms de veinte aos despus, en sutra vida americana, los aviones nunca bo-rados del recuerdo irrumpieron de nuevo,n el blanco y negro de los noticiarios detra guerra que ahora no se vean en losines, sinoen laspantallas de los televisores:

    Vija Celmins volvi a dibujarlos, ahora con

    u pleno dominio del oficio, el blanco y ne-ro del lpiz sobre el papel mostrando conxactitud documental los aviones america-

    nos que bombardeaban Vietnam, detalla-os e inmviles en el cielo como ilustracio-

    nes en una enciclopedia.La quietud es uno de los placeres de la

    intura, diceCelmins;la quietudque requie-e su ejercicio y la que es necesaria para suontemplacin.No lebasta queun cuadro o

    un dibujo seanmirados: utiliza con frecuen-ia el verbo inspeccionar. Uno se acerca a

    una obra de Vija Celmins y ha de inclinarse

    sobre ella para inspeccionarla, porque de

    otro modo no hay manera de percibir susdetalles inagotables, de intuir ms all dela evidencia del trabajo entregado la dura-cin del tiempo que hizo falta para su cul-minacin. La negrura de uno de sus cielosnocturnos punteados de constelaciones noocupa un tamao mayor que el de unahoja de cuaderno de dibujo, pero puedehaberle costado un ao. El negro del grafi-to se haido volviendo ms profundo y msilimitado segn la mujer afanosacontinua-ba frotando contra el papel la punta dellpiz.La luz deuna estrella rodeada poruntenue halo de claridad es el espacio mni-mo de papel dejado en blanco. El lpiz sehabr ido reduciendo de tamao entre susdedos, como en la poca de la infancia deVija Celmins en la que un solo lpiz o unahoja de papel eran tan valiosos que no po-

    dan desperdiciarse, y en la que los niosaprendan las primerasletras sobre una pi-zarra. El dibujo final es tanesmerado comosi debiera pasar la inspeccin de un maes-tro severo, en una escuela con bolas delmundo y mapas de hule y pupitres de ma-dera muy frotada en la que los cristales delas ventanas vibran cuando pasan aviones.

    Hay pupitres y pizarras en la exposicinde Vija Celmins que acaba de empezar enla galera McKee de Nueva York; haygraba-dos y dibujos de constelaciones, de telas dearaa tejidas con unalivianageometra co-mo de Paul Klee; hay un pequeo cuadroal leo que parece un espacio en blancopoblado de cuerpos celestes y que cuandose lo mira ms despacio y ms de cercaresulta ser la superficie moteada y convexa

    de unacaracola. VijaCelmins ejerce conper-

    severancia ms bien solitarialas tareas arte-sanales de su oficio: pero tambin tiene untalento muyagudo para lapoesade losobje-tosencontrados,y si en otras pocas ha crea-do singulares esculturas ordenando sobresuperficies planas piedras recogidas por ellaen los desiertos de California y de NuevoMxico esta vez ha elegido mostrar peque-as pizarras con marcos de madera comolas que usara en las escuelas de su infancia.Encontr por casualidad docenas de ellasen unode esosmercadillos de objetosabsur-dos que se instalan las maanas de domin-go en garajes y en aparcamientos vacos deNueva York y le despertaron los recuerdos.En una pared blanca de la galera McKeecuelga una pequeapizarra quetiene atadode un hilo el pizarrn con el que se escribasobreella.Un poco ms all,sobre un pupi-

    tre de otra poca, hay una pizarra y encimade ella un revlver de juguete que despiertapor igual amenaza y ternura: es uno de esosrevlveres que nosparecan msverdaderosporque estaban hechos de metal y no deplstico, los que reciban como regalos losmismos nios pudientes a los que los ReyesMagos les traan tambin balones de regla-mento y trenes elctricos. Algunas de laspizarras son cuidadosas reproducciones enbronce, tan bien hechas que se confundenconlas otras puestasjuntoa ellas.Una escul-tura es un objeto laboriosamente construi-do y tambin puede ser la conjuncin dedos o tres cosas encontradas por azar. VijaCelmins no dibuja premiosamenteun pupi-trey sobrel una pizarray unrevlver: tomaun pupitre de verdad, comprado en algn

    anticuario, y la pizarra tangible y el revlver

    tienen esa belleza inesperada que encontra-ba Lautramont en una mquina de coser yun paraguas encima de un quirfano.

    Ahora comprendo que la exposicin esunasutil autobiografa sin palabras, el esbo-zode una potica.Y lomismoque las mejo-res autobiografas le cuentan su propia vidaal lector, en la de Vija Celmins yo reconozcola ma. Yo aprend a escribir y a hacer losnmerosy lasprimeras cuentasen unapiza-rra comosta. Si me fuera permitidotocarlareconocera la superficie lisa y las nervadu-ras gastadas de la madera del marco: misdedos apretaran ese pizarrn casi gastadoquecuelga de su hilo, para queno se pierda.El negro mineral sobre el que Vija Celminstraz de nia sus primeros signos prefiguralos poderosos negros de grafito con los quedespus dibuj cielos estrellados. Pero no

    fue un propsito, sino un descubrimientonacido del mismo material, ha explicado:Los cielos nocturnos surgieron del lpiz, deapretar el lpiz tan fuerte y enamorarme deesa negrura. En algunas de las pizarras sepueden distinguir rastros de nmeros y le-tras casi borrados, igual que se leen en losmarcos incisiones de nombres. En un mer-cadillo de Nueva York VijaCelmins examina-ra como un tesoro ese montn de pizarras,venidas quin sabe de dnde, y se imagina-ra que alguna de ellas poda haberle perte-necido de nia, llevar todava huellas de susdedos manchados de tiza.

    Vija Celmins: New Paintings, Objects and Prints.

    McKee Gallery. Nueva York. Hasta el 25 de junio.

    www.mckeegallery.com.

    La pizarra del cieloPor Antonio Muoz Molina

    Blackboard Tableau 4 (2007-2010), de Vija Celmins (Riga, 1938), en la galera McKee de Nueva York.

    IDA Y VUELTA

    EL PAS BABELIA 15.05.10 7

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    8/24

    Tworki (El manicomio)Marek BienczykTraduccin de Maila Lema QuintanaAcantilado. Barcelona, 2010223 pginas. 19 euros

    Por Cecilia Dreymller

    LA MUERTE de la literatura se ha proclama-do tantas veces que a nadieparece interesarle ya su re-surreccin. Ser porque en-tre tanto cadver ambulan-te, resulta difcil identificara los escasos ejemplares decarne y hueso, igual que enla escena titular de El bailede los vampiros, la pelculade Polanski. Polanski, con

    su humor negro y sus flora-ciones de belleza en mediodel horror, no slo es com-patriotade Marek Bienczyk,sino probablemente tam-bin hermano en espritu.La visin compasiva delmundo, la mirada lcida ypotica, el ardoroso empu-je creativo de un lenguajepropio y original asocia lapresente novela a la obra ci-nematogrfica de Polanski.Aunque lo que coloca Twor-ki (El manicomio) a aosluz del reinante realismo

    escriptivo de las ficcionesnarrativas preferentemen-te en primera persona es

    u podero literario queevo-ca y convoca milagrosa-mente todas las artes a lavez: pinta leos impresio-nistas, toca minuetos y za-abandas, escribe poesasadastas, hace malabaris-

    mos de animacin digital y lo mezcla todoon juguetones retrucanos, aliteraciones

    y rimas. Un prodigio imaginativo y unavaliente demostracin de lo que es capazla literatura, y slo la literatura.

    Un dulce halo mgico envuelvela histo-ia que tiene lugar en Tworki, pues es una

    historia de amor, o varias historias deamor en una. Y esemanicomio, regido du-ante la ocupacin nazi de Polonia por

    una especie de Theo Schindler, se convier-te, por gracia del amor, en santuario paraunos jvenes patriotas polacos que tienenmotivos por querer pasar desapercibidos,al pertenecer a la Resistencia los unos y

    er judos los otros. Este esqueleto argu-

    mental, sin embargo, slo se intuye porconjeturas y a duras penas. La trama sedesarrollaen mltipleselipsis slo median-te las vivencias interiores de los persona-jes; de sus identidades o actividades polti-cas apenas se averigua nada. De ah que,durante los primeros dos tercios, la noveladespliega con parsimonia una cola de pa-vo real de encuentros entre el protagonis-ta, Jurek Tarambana PrncipeRana o Jurec-

    zek Triste Alma de Alpiste, y Sonia, la se-gunda contable y diosa Aurora para todosloshabitantesde Tworki, a losque se unenJanka, Olek, Marcel, Witek y mam. Y es-tos encuentros, donde se pasea por el par-que del manicomio hacia el columpio, ose celebra el cumpleaos de Sonia a orillasdel ro, son como breves estancias en elparaso, en los que Bienczyk erige un altarde flores al amor y la amistad.

    Pero a pesarde una desbordante emoti-vidad, del uso (deliberado, a mi entender)del tpico del poeta enamorado o del ma-nicomio poblado con enfermos llamadosGoethe, Durero o El Zorro, a pesar inclusodel desgaste del marco histrico, la novelano cae en el edulcoramiento, ni en el sen-sacionalismo del horror. Bienczyk precisa-mente no urde con el material biogrficoque encontr otro drama trillado de vcti-masy verdugos,de feroces alemanes nazisy sufridos polacos y judos, sino que aadeuna nueva dimensin a los hechos, la di-mensin de la empata. Esta mirada llenade afecto rescata a los personajes de sufatal destino y del aciago momento histri-

    co. El autor para por unos instantes defelicidad la rueda de la historia antes deque esta venga y aplaste a todos. Tworkiexiste. Fue y es un hospital psiquitricoreal cerca de Varsovia, y es una versinbastante inaudita de lo que pudo haberocurrido all durante la Segunda GuerraMundial la que plantea Bienczyk, escritorvenerado en Polonia y poco conocido enel extranjero: en medio de la deshumaniza-

    cin, rodeado por el infier-no de la guerra, persiste elnatural deseo de felicidad,sobreviven la fraternidad yla bondad.

    La Historia con mays-culas depara, segn Bien-czyk, extraas lecciones. Lade la guerra y el odio es lanecesaria recuperacin de

    la humanidad, como ilus-tra la escena en la que unode los locos intenta conso-lar a Jurek, el contable pro-fesional y poeta vocacional,tras la prdida de Sonia:Diga, seor contable:hombre. () No lo voya decir grit Jurek fue-ra de s, con angustia en lavoz. Diga, seor conta-ble: Humanidad. No lovoy a decir grit Jureky se ech a llorar . Antipla-tn le acarici el brazo y lesusurr en tono confiden-cial, como si le estuvieranescuchando: Yo le ayudo,seor fracturador. Hay que

    empezar por el principio.() Hay que buscar una ri-ma para Sonia.

    La rima para la amadamuerta queda fijada en elespacio de la memoria,igual que la temblorosa

    imagen del sol de la maana sobre losfragantes arriates del parque de Tworki ylas virutas de humo de la pipa de Goethe.Un espacio antes acaso poblado de espec-tros del resentimiento y de la destruccinse ha llenado con esta novela de otras vo-ces. Quien todava duda que se pueda es-cribir no describir, ojo un cuadro, unChagall, pero uno que se mece, baila ycanta, que lea esta imaginativa, emocio-nante novela.

    Primeras pginas de Tworki(El manicomio), de Marek Bienczyk.

    Todo arrasado, todo quemadoWells TowerTraduccin de Ismael AttracheSeix Barral. Barcelona, 2010263 pginas. 18,50 euros

    Por Edmundo Paz Soldn

    UNA DE LAS especialidades de la narrativade Estados Unidos es el cuento largo, elque no depende de un solo incidente oepifana para impactar, el que parece unasuerte de novela comprimida. Faulknerya escriba cuentos memorables en esteestilo, pero quienes lo llevaron a la perfec-

    in fueron Cheever (slo basta recordarThe Country Husband) y Updike. Wells

    ower, a juzgar por su primer y nicolibro, Todo arrasado, todo quemado, es

    hoy por hoy su practicante ms aventaja-do, su alumno ms osado. Hay tantas co-saspara aplaudir enesta coleccinde rela-tos que es imposible que una resea leshaga justicia. Tower lleva en su genealo-ga la impronta de Flannery OConnor,

    por su talento para convertir cualquierobjeto en un smbolo cargado de densi-dad, y la de Denis Johnson, por su capaci-dad para encontrar poesa en la vida delos perdedores de la Amrica profunda.Aqu estn los hombres expulsados de suscasas por infieles, los hermanos que no sehablan a lo largo de los aos, los hijastrosque no se llevan bien con los padres, losdepredadores sexuales en busca de niosy quinceaeras. Uno de los cuentos msnotables se titula La Amrica salvaje; aspodra haberse llamado el libro. Ocho deestos nueve relatos quedarn para las an-

    tologas. La fuerza descriptiva va acompa-adapor una miradacompasiva a los per-sonajes y un gran sentido de la sorpresa yel manejo del tiempo a la hora de cons-truir las tramas. En En la feria, un nioes abusado sexualmente. La intriga gira

    en torno al posible culpable, uno de lostrabajadoresde esa feriaen laque semez-clan los rojos estridentes del Coro delDiablo y el blanco azulado de la noria ylos verdes estroboscpicos del Orbitadory los amarillos y morados fugitivos de lassillas voladoras. El cuento apunta haciauna direccin, pero el final sorprende eimpacta.Uno de los smbolos ms emble-mticos de los Estados Unidos de WellsTower es una nia de quince aos en esaferia. La nia anda conun caramelo fosfo-rescente en la boca, y mientras se meceen el Barco Pirata hay una luz tenue y

    verde quelanzadestellosentre losdientesde la chica, una luz de desolacin y con-suelo, la luz de una ventana en una casaapartada en una calle vaca. Cuando lachiquilla pierde la inocencia, esa mismanoche en que el nio es abusado, ellaabre la boca de par en par y est muyguapa,perola luz desu bocaha desapare-cido. La variedad de registros de WellsTower impresiona. Cuando creamos quelo suyo era dar cuenta de la Amrica de

    hoy, apareceel ltimocuento, Todo arra-sado, todo quemado, y trastoca todas lasexpectativas. Este cuento va de vikingosque, para paliar su depresin, se dedicanal saqueo y pillaje de los pueblos cerca-nos. Y qu pasa cuando un vikingo seenamora? Descubre lo terrible que es estesentimiento, porque lo vuelve a uno vul-nerable. El mundo har con l lo que l leha hecho al mundo, y no podr dormir,esperando el crujido y el chapoteo de losremos, el sonido metlico del acero, losruidos de los hombres que reman parallegar a tu casa.

    + .com

    La Amrica salvaje

    El hospital psiquitrico de Tworki, en Pruszkow (Polonia), es el escenario de la novela de Marek Bienczyk. Foto: Jan Stradowski

    Cancin de amor en las puertas del infiernoUn dulce halo mgico envuelve la historia que el novelista polaco Marek Bienczyk ambienta en el manicomio deTworki durante la Segunda Guerra Mundial. El escritor rescata a los personajes de su fatal destino y teje una tramaprodigiosa, con mltiples elipsis, en una valiente demostracin de lo que es capaz la literatura, y slo la literatura

    LOS LIBROS DE LA SEMANA

    8 EL PAS BABELIA 15.05.10

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    9/24

    Por Nuria Barrios

    EL ESCRITOR Marcos Giralt Torrenteacababa de matar a su padre en lanovela Los seres felicescuando stele llam para contarle que estaba

    enfermo. El padre a quien haba matadoeraliterario, ficticio, poda tratarse del suyo o elde cualquiera. La voz del de carne y huesoparaliz al escritor y alarm al hijo. Durantedos aos, Giralt Torrente (Madrid, 1968) sevolcen intentar quesanara su padre y tam-bin la relacin entreambos, hecha deequ-vocos y reencuentros, de silencios y esfuerzo,de necesidad y admiracin, pero asimismode resentimiento y frustracin. Un ao des-pus de la muerte de su padre, y apenasunos meses antes del nacimiento de su pri-mer hijo, Giralt Torrente empez a escribirTiempo de vida, el relatofascinante y valien-te de la vida con su progenitor, una historiade amor contada desde la muerte. Una his-toria feliz, subraya el autor, porque permi-ti cerrar el crculo de la relacin tal comodebera haber sido.Si en su novelaanteriordaba muerte a la figura paterna, en Tiempode vida devuelve la vida al padre ya muerto.Tal es el poder alqumico de la escritura.

    En las paredes del luminoso piso madri-leo de Giralt Torrente cuelgan los cuadrosinmensosde su padre juntoa lienzos,graba-dosycollagesde otros artistas y un pequeomir, que ste regal al escritor cuando te-na tres aos. l me regal el cuadro y yo,un dibujo de unos bomberos apagando unfuego, cuenta Giralt con su hijo en brazos.

    De la misma manera le sostena a l su pa-dre, en 1968, en la fotografa que ilustra laportada de Tiempo de vida. Giralt Torrente,hoy, con 42 aos, y su padre, en aquellaimagen, se parecen como dos gotas deagua. El tiempo ha colocado, entre los bra-zos del escritor, un hijo que se llama comosu abuelo: Juan.

    PREGUNTA. Meses antes de morir, supadre le dijo: Fjate bien en todo, que lue-go podrs usarlo. Estaba ya en usted laidea de este libro?

    RESPUESTA. No, en absoluto. Durantelos dos aos que cuid a mi padre apenasescrib, apenas le. Apart lo que era mi vi-da. l muri en febrero de 2007 y, un aodespus, cuando mi cuerpopudo despegar-se del duelo, lleg la escritura para narrar lahistoria y me encontr inmerso en unapro-

    longacin del duelo. Haba intentado reto-mar la novela en la que estaba trabajandocuando mi padre enferm, pero yo ya noera el mismo. Intent empezar algonuevo ytambin fracas. Entonces empec a escri-bir sobre mi padre, y me di cuenta de que

    era eso lo que quera. Al acabar Tiempo devida, sent alivio y felicidad,pero tambinlaconciencia de haber terminado una etapa

    de mi vida. Mi padre no muri para mhasta que finalic el libro.

    P. Es la primera vez que se adentraen la no ficcin y lo primero que salta ala vista es la transformacin radical desu estilo.

    R. Mi principal afn era que no hubieseningn artificio literario. Mi voluntad eraser respetuoso con la verdad de mi recuer-do, incluso all donde yo no sala muy favo-

    recido. As que prescind de mi estilo, fuiafinando la vozy quitando vicios de escritorhasta crear un estilo despojado, el nicoposiblepara este libro. Me he sentido comoun principiante en muchas ocasiones, perotambinhe disfrutadode la libertadde ste.

    Intent evitar, desde el principio, el senti-mentalismo al narrar los acontecimientos.El reto me liber y me incentiv: la frasecorta, la atomizacin del pensamiento, elrecurso a la enumeracin, la reflexin

    P. Parteesencialde laintensa y ambiva-lente relacin consu padre es el nacimien-to de su vocacin como escritor.

    R. Al apellidarme Torrente, existe sobrem el estereotipo de que mi abuelo (Gonza-lo Torrente Ballester) fue determinante pa-ra convertirme en escritor. No es as: fueuna figura muy cercana, pero slo me acer-

    qu a l, como escritor, cuando yo ya escri-ba. Mi vocacin tiene ms que ver con mipadre pintor, aunque nunca se lo dije. Micuarto de juegos fue su estudio. Siempremeatrajo lo visual,aunque tambin me gus-taban las palabras, pues mi madre es unagrannarradora,y durante un tiemposimul-tane lasdos cosas:haca collagesy escriba.Luego me volqu en la literatura de unaforma absolutamente adolescente, comoun acto de rebelda contra mi padre. Veomuchas cosas parecidas entre nosotros. Es-cribo de una forma muy pictrica: la formaen quecrecen mistextostieneun desarrolloms espacial que narrativo. Mi trabajo separece al sondeo al que el pintor somete ellienzo. El arte, su arte, era el nico terrenoen el que no haba riesgo de conflicto.

    P. Una cita de Nietzsche abre el libro:Contamos con el arte para que la ver-dad no nos destruya. Ech de menosla ficcin?

    R. No. He trabajado sobre material demi vida y no sobre material inventado, perola forma de trabajar ha sido la misma queen mis dos novelas anteriores. Y he sufridolos mismos cambios anmicos que conellas. Hay una relacin muy profunda entremi obra y el yo personal. Me identifico conlo que deca Matisse: Yo no soy capaz dedistinguirentre el sentimiento quetengo dela vida y la maneracomolo traduzco. Tiem-po de vida es un artefacto novelesco quenarra de la mejor manera posible la historiaque quera contar.

    P. Tiempo de vida cuenta el cierre felizde la relacin con su padre, pero hasta el

    final cuestiona las reacciones, los gestos,los hechos al estar sometidos al plazode lamuerte. Jams se curan las heridas, lasculpas pasadas?

    R. Yono creo en la literatura teraputica.El libro no me ha hecho dejar atrs senti-mientos dolorosos. Cuento mi verdad, peroabierto a buscar interpretaciones comple-mentarias. En la vida nada tiene una solaexplicacin.

    P. La muerte de su padre tuvo un efectoinsospechado: He perdido la rabia con laque antes escriba, dice en el libro. Usted,que se haba hecho escritor de alguna ma-nera contra l, compitiendo con l, lleg adudar sobre su futuro.

    R. Al comenzar Tiempo de vida constatque haba perdido la rabia, pero el libromismo es la prueba de que no la necesito

    para escribir.

    Inicio de Tiempo de vida, de MarcosGiralt Torrente.

    Tiempo de vida es una historia feliz, afirma Marcos Giralt Torrente. Foto: Gorka Lejarcegi

    + .com

    Elega luminosa

    Tiempo de vidaMarcos Giralt TorrenteAnagrama. Barcelona, 2010. 200 pginas. 17 euros

    Por J. Ernesto Ayala-Dip

    TIEMPO DE VIDA, el nuevo libro de Marcos Giralt Torren-te, aborda un tema universal. Todos,en algn momentode nuestras vidas, tenemos que enfrentarnos no slocon la memoria de nuestros padres, sino con sus fantas-mas, segn hayamos procedido de una forma u otra. Osegn consideremos que nos afect su influencia o faltade ella. Y todos tendremos que afrontar tarde o tempra-no su muerte. Giralt Torrente borde este delicado ycrucial asunto en sus novelas Pars y Los seres felices.Pero lo hizo desde una instancia ilusionista, desde la

    exigencia de la representacin novelstica. A la postre,un ejercicio estilstico entonces de alta competencianarrativay calado emocional. Peroera ficcin. Sus mate-riales, independientemente de sus procedencias ms omenos biogrficas, tenan para el lector un destino est-tico. Ahora, en Tiempo de vida, aquellos asuntos imagi-

    narios se han trocado en verdad humana, recuento vi-tal, ajuste de cuentas consigo mismo. No hay culpables.No hay rencor. Pero se han cometido errores que nohacensino enfatizarel costado conmovedor quetiene laconfesin.

    Puede llamar la atencin la preocupacin casi docu-mental del autor. Nos detalla los libros y ttulos que haledo para iniciar su elega. Porque en el fondo se tratade eso. De una elega. Entonces qu funcin desempe-a la informacin casi bibliogrfica? Evidentemente nopuede ser otra que el cuidado formal, la transfiguracin

    literaria ante el dolor de la prdida, del tiempo perdidopara el abrazo, la conversacin, la sencilla comunin deun instante entre un hijo y su padre. En Tiempo de vida,Marcos Giralt Torrente salda lo que l cree que es unadeuda. El tiempo de los reproches. Del abandono. Delos malentendidos. De la incomprensin. Y lo hace de la

    manera en que su padre ms lo hubiera agradecido.Con la escritura. Implacable y luminosa. El autor madri-leosabe que precisamente en estadolorosa circunstan-cia, la forma es ms necesaria que nunca. Todas lasvidas puede que se reduzcan a esto, se nos sugieredesde el fondo de sus pginas: ser un buen padre, unbuen hijo. Comprender. Saber arrepentirse. Y, sobretodo, no juzgar. Pero todo ello sera hojarasca sin laintervencin de las palabras justas. Por ello Marcos Gi-raltTorrente apela a una sentencia de Nietzsche: Conta-mos con el arte para que la verdad no nos destruya.

    Marcos Giralt TorrenteNo creo en la literatura teraputicaEl escritor relata el tiempo de vida y la muerte de su padre en un libro fascinante yvaliente en el que se plantea el reto de conciliar la verdad literaria y la verdad vivida

    Escribo de una formamuy pictrica. La formaen que crecen mis textostiene un desarrollo msespacial que narrativo

    LIBROS / Entrevista

    EL PAS BABELIA 15.05.10 9

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    10/24

    Por Juan Jos Tamayo

    TEOLOGA. LA MSTICA se ha convertidohoy en uno de los centros de inters delas investigaciones sobre las religiones,quiz desde la conviccin de que, comoafirmara Bergson, es la quintaesencia dela religin. De su estudio se ocupan las

    ms plurales disciplinas: psicologa de lareligin, antropologa religiosa, filosofade la religin, fenomenologa de la reli-gin,ciencias del cerebro, esttica, filolo-ga, teologa. Y lo hacen fuerade losclaus-tros y de los espacios confesionales, enmbitos acadmicos laicos, sin inten-cin apologtica, pero tampoco icono-clasta. Las nuevas investigaciones quie-bran la imagen beatfica y evasiva de losmsticos y muestran su carcter poltica-mente incorrecto, religiosamentesubver-sivo y teolgicamente creativo. Es el casode Dionisio Areopagita o Pseudo-Dioni-sio (de finales del siglo V y principios del

    VI de la era comn), cuyo mundo intelec-tual fueconfiguradopor el encuentroen-tre la filosofa griega en su versin neo-platnica, el cristianismo en su vertientegnstica, la sabidura hind y la filosofabuddhista. l es el iniciador, la mximaautoridad y el principal referente de lateologa negativa. Su influencia se ha de-

    jado sentir en la mstica cristiana de to-dos los tiempos, especialmente en elmaestro de espiritualidad Eckhart, el te-logo Nicols de Cusa, el mstico Juan dela Cruz y el cientfico Giordano Bruno.Dionisio Areopagita, la tiniebla es Luz, deMaraToscanoy Germn Ancochea, ofre-ce un estudio riguroso de la personali-dad, escritos y pensamiento del telogomstico. El ncleo de laexperiencia cum-brede Pseudo-Dionisioes la Tiniebla Lu-minosa. Dios es Luz infinita pero incom-prensible, Luz que est presente en laOscuridad.La nica posibilidad de cono-

    cimiento de Dios es la agnosia, el no-co-nocimiento. De Dios sabemos lo que noes, ms que lo que es. El conocimientomstico no es irracional, pero trasciendela razn. Hildegarda de Bingen (1098-1179) es otra de las msticas cristianasmayores, cuyas obras son hoy objeto denumerosos estudios interdisciplinares.En Hildegarda de Bingen. Una vida entrela genialidad y la fe, Christian Feldmannofrece una excelente biografa, en la quedestaca su rica personalidad como visio-naria, profetisa, abadesa de dos monaste-rios benedictinos, teloga, poeta, cosm-

    loga, boticaria, cientfica, miniaturista ymsica. Hildegarda mantuvo una inten-sa correspondencia con telogos, filso-fos, obispos, reyes, papas, y ejerci unainfluencia decisiva en la vida poltica yreligiosa a lo largo de todo el siglo XII.Ella, sin embargo, se consideraba sloun dbilsonido de trombn,un senci-llo ser humano o una plumitasujeta de

    Dios. Los dardos de su crtica se dirigie-ron contra el nepotismo de los papas, ladesmesurada apetencia de poder y elamor idoltrico al dinero de los obispos.Os llamar azor de rapia al obispo deColonia. Tres son las obras mayores deHildegarda,que la convierten en la telo-ga ms relevante del siglo XII y la demayor reconocimiento en el pensamien-to cristiano hasta la publicacin de laSumma Theologica, de Toms de Aqui-no: Scivias. Conoce los caminos (Trotta,Madrid, 1999), Libro de los merecimien-tos de la vida y Libro de las Obras Divi-nas. Esta ltima, editada recientementepor Herder, es un tratado de cosmologaen el que traza la topografa de la salva-cin y la condenacin, las edades delmundo y una historia de las grandes ma-nifestaciones divinas. Visionaria del Cris-to csmico, anticipa el emotivo intentode Teilhard de Chardin de reconciliar elamor al cielo y la fidelidad a la tierra,segn la certera observacin de su bi-grafa Feldmann. Msticos y msticas hahabido y hay en todas las religiones eincluso en las espiritualidades laicas.Nos lo recuerda y muestra Javier Mellonien Voces de la mstica. Invitacin a lacontemplacin (Herder), excelente y cui-dada seleccin de 33 testimonios de lasdistintas tradiciones religiosas y filosfi-cas de todos los tiempos, desde Lao Tse(siglos VI-IV antesde Cristo) hasta CarlosCastaneda (1926-1998), siguiendo un or-den cronolgico, que ayuda a contextua-lizar cada uno de los textos.

    Dionisio Areopagita, la tiniebla es Luz. Mara

    Toscano y Germn Ancochea. Herder. Barcelo-

    na. 2009. 224 pginas. 14,90 euros. Hildegarda

    de Bingen. Una vida entre la genialidad y la fe.

    Christian Feldmann. Traduccin de Jos Anto-

    nio Molina. Herder. Barcelona. 2009. 362 pgi-

    nas. 19,80 euros. El libro de las Obras Divinas.

    Hildegarda de Bingen. Traduccin de Mara Isa-

    bel Flisfisch, Mara Eugenia Gngora y Mara

    Jos Ortuzar.Herder. Barcelona. 2009. 616 pgi-

    nas. 42 euros. Voces de la mstica. Invitacin a

    la contemplacin. Javier Melloni.H erder. Barce-

    lona. 2009. 160 pginas. 12,90 euros.

    El Corn y el futuro del islamNasr Hamid Abu Zayd e Hilal SezginTraduccin de Gabriel Menndez TorrellaHerder. Barcelona, 2009200 pginas. 17,80 euros

    ENSAYO. LA FOSILIZACIN del discurso isl-mico a manos de la tradicin teolgica hadesvestido el Corn de su carcter histri-co, mundano, y ha privado al islam de suimpronta primigenia de respuesta a unabsqueda motivada por problemas socia-les, de solucin realista a problemas quehoy llamaramos polticos. Una denunciatan simple, que arrambla con la clase reli-giosa y las estructuras jurdico-doctrinalesislmicas, le cost en 1995 al telogo NasrHamid Abu Zayd (nacido en Egipto en

    1943) una condena por apostasa y el exi-lio. En El Corn y el futuro del islam, AbuZayd sintetiza, en un ensayo que fue en suorigen una serie de entrevistas con la pe-riodista alemana Hilal Sezgin, su concep-cin del texto cornico como discurso enla historia. Esto no significa que desespiri-tualice el Corn. Al contrario, Abu Zaydaporta datos histricos y filolgicos paraque el lector lego comprenda la capaci-dad del Corn de dirigirse al creyente decada poca y atender sus inquietudes. Pe-ro lo hace mitigando el garantismo metaf-sico en favor de la respuesta tica. Para

    Abu Zayd, el Corn es un discurso dinmi-co (polifnico, dialgico, argumentativo,interrogativo, descriptivo, exhortativo) yno un texto sacro (literal, cerrado, exacto,mondico). Por ello ha de ser interpreta-

    do en cada tiempo y lugar. Y toda exgesisdebe distinguir entre el sentido estable dela revelacin islmica y los significadosmutables que la razn humana le ha da-do, stos variables y renovables. Se supe-rara as el secuestro al que el Corn hasido sometido por las autoridadesliteralis-tas, que con su recurso a la deduccinramplona y a la generalizacin a partir defragmentos han propiciado la actual ver-sin dogmtica del islam. Contra ella y sucarcter reductor alerta Abu Zayd: Si elCorn es el resultado de un dilogo, porqu deberamos interrumpir el dilogoahora?. Luz Gmez Garca

    Amrica HispnicaGuillermo Cspedes del CastilloMarcial Pons. Madrid, 2010515 pginas. 25 euros

    ENSAYO. EN ESTE 2010 en que comienzan

    las festividades oficiales para conmemo-rar los dos siglos dcada ms o menosde las independencias latinoamericanas,es especialmente oportuna la publicacinde este volumen, que su autor, GuillermoCspedes del Castillo, no podr disfrutarporque falleci hace dos aos, pero notanto por la obvia coincidencia con el bi-centenario, sino porque alcanza un justoequilibrio entre autogratificacin y auto-flagelacin, lo que yo creo que es un buenpunto de partida para revisar la historiaamericana de Espaa. Cspedes del Casti-llo no se propuso construir una toma de

    posicin favorable ni contraria, sino unensayo de historia total, referido a un pe-riodo especialmente prolongado, arribade tres siglos, de la historia, cosa queobliga a gerenciar con tino compensacio-nes y descompensaciones: cunto de es-to, cunto de lo otro; personajes, s, perso-najes, tambin; y sobre los episodios mscontrovertidos, sus principales interpreta-ciones, sin duda, pero dnde dejar lasdel propio autor? Y Cspedes ha logradouna navegacin brillantemente equidis-tante entre tanto Scilla y Caribdis, paracomponer una obra de largo recorrido,con una pluma que, pese a la relativaabstraccin y heterogeneidad del asunto,nunca deja de ser resfrescantemente per-sonal, desde la primera implantacin, du-rsima para el indgena, pero no vocacio-nalmente criminal, hasta el intento dehacer que las Indias funcionaran comoverdaderas colonias en la inspiracin dela Amrica anglosajona. Y el autor sostie-ne, interesantemente, que ello slo sirvipara acelerar el fin del dominio espaolen el continente. Esa Amrica, que inclu-

    ye su extensin lusitana, quiz porqu e laHispania romana abarcaba toda la penn-sula Ibrica, es la historia del trnsito deuna cierta unidad a una absoluta diversi-dad. A da de hoy, como en la obra, lo

    nico que explica la existencia del mun-do de habla hispano-lusa es la existenciade las antiguas metrpolis y la coloniza-cin lingstica correspondiente. Y, si aca-so, ntese que a la hora de las indepen-dencias tan plurales todas ellas comounitaria fue la de Estados Unidos po-dra haberse subrayado algo ms la exis-tencia de una tercera fuerza; la de quie-nes queran soberana sin separacin;que, como matizaban tanto, est claroque no podan ganar. M. . Bastenier

    Barcelona Ciudad.Una crnica urbanade rock en tiempos revueltosJos Mara Sanz, LoquilloEdiciones B. Barcelona, 2010272 pginas. 18,00 euros

    CRNICA. EN SU SEGUNDA incursin litera-ria, Jos Mara Sanz, ms conocido comoLoquillo, relata sus andanzas vitales en elperiodo comprendido entre el 20-N de1975 y el intento de golpe de Estado del23-F de 1981. O, lo que es lo mismo, laTransicin vista en primera persona, en lacalle y desde las canchas de baloncesto alosestudios de grabacin. Un recorrido,na-rrado conbuen pulso y conlenguajepreme-ditadamente directo, en el que, como tras-fondo de correras adolescentes siempreest esa Barcelona de finales de los setenta.Una ciudad distinta de la actual, centro dela cultura alternativa y de la modernidad,enla quetenan susedelas revistasmusica-lesy losprimerosfanzinesdel cmic under-ground, en la que, en paralelo a los gruposde la onda laietanay a los cantautores de lacan, bullauna escena queunaa rockers,punksynuevaoleros, todos tan interesados

    en la msica como en la esttica que ladefina. Es decir, Loquillo nos presenta unade las realidades de aquellos aos, la queno ha pasado a la gran historia, la que seexpresaba en castellano y viva de espaldasa cuitas polticas y nacionalistas, casi si-guiendo la mxima que reivindicaba la re-vista Stardesde su cabecera, contra todoycontra todos. Una Barcelona que tambinexisti y de la que jvenes de diferentesextracciones sociales fueron protagonistas,antes de que en Madrid estallara la movida

    y de que, culturalmente, una ciudad toma-ra el relevo de la otra. Juan Puchades

    Claustro del monasterio de Las Huelgas (Burgos). Foto: Xurxo Lobato

    El retorno de la mstica

    LIBROS / Ensayo, Narrativa y Poesa

    10 EL PAS BABELIA 15.05.10

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    11/24

    Antologa del NadasmoEdicin y prlogo de Armando RomeroBiblioteca Sibila. Sevilla, 2009321 pginas. 14 euros

    Por Edgardo Dobry

    POESA. EL NADASMO, movimiento poti-co surgido en Colombia a finales de losaoscincuenta,fue al principiouna com-binacin de proclama esttica y misticis-mo vanguardistaal estilode Dad, al quesu mismo nombrereliga: Esuna revolu-cinen la forma y el contenido del ordenespiritual imperante en Colombia, es-cribi Gonzalo Arango en su PrimerMa-nifiesto. Para la juventud es un estadoesquizofrnico-consciente contra los es-tados pasivos del espritu y la cultura. Adiferencia de otrosismosamericanosqueapenasfueronms allque su actafunda-cional, la obra de los nadastas brilla hoy

    con gozosa intensidad. Por el rico, sutilhumor que lo anima; por esa capacidaddevolverdcil lalengua y sufijacin, a lavez aguda y despojada de toda solemni-dad. Una actitud que no parece habertenido descendencia, ni en su pas ni entodo el mbito de la lengua.

    Enuna poca enque Colombia empe-

    zaba a hundirse ensu particular pesadillade violencia omnmoday delirante, cuan-doal decirde Amlcar Osoriola divi-na providencia se lanza desde un octavopiso y ya no rige el aximetro olvidadoen el tico / de la servidumbre, los na-dastas demostraron que se puede hacerpoesacon sorna mucho msarriba de lamera chanza, acreditando en la circuns-tancia fugaz una valencia universal. Ade-msde Osorio,formanpartede estaanto-loga Gonzalo Arango, Jaime JaramilloEscobar, Jotamario Arbelez, Alberto Es-cobar, Eduardo Escobar, Daro Lemos,Jaime Espinel, JanArb y Armando Rome-ro (quien hace adems de editor y prolo-guista). El grandioso Jaramillo Escobar,de quien Pre-Textos haba publicado en2000 los Poemas principales, practica unversculo que, partiendo de las proposi-ciones ms insensatas Mi felicidad noesefmera porqueno depende de circuns-tancias contingentes. / He sido y ser

    siempre feliz, por ejemplo remonta elpoema a un torbellino de alta tensinlrico-cmica. La BibliotecaSibila, nacidaconla voluntad de acercar al lectorlibrosde referencia de poesade todo el mbitodel castellano, en ediciones austeras ypulcras, cumple con esta Antologa delNadasmo un acierto trascendental.

    Poesa del humor trascendental

    La barrera del pudorPablo SimonettiLa otra orilla. Barcelona, 2010235 pginas. 17 euros

    NARRATIVA. HACIA EL ltimo tercio de Laba-rrera del pudor, del escritor chileno PabloSimonetti, autor por cierto de un excelentelibro de cuentos titulado Vidas vulnerables,se cita una obra clave en el arte de airear losconflictos sexuales de sus protagonistas: merefiero a El lamento de Portnoy, del cada vezms prolfico Philip Roth. Este libro se publi-c en 1969 y supuso un escndalo mayscu-lo en su momento. El escndalo, claro, esta-ba en la mente de algunos de sus lectores,nunca en el libro quetodava mantiene vigen-te su meollo temtico. Simonetti sale muybien parado delriesgo comparativo.Su nove-lasedefiendemuy bien sola. En primertrmi-no, el puntode vista dela mismase afinca enunavoz femenina,Amelia. Estavoz en prime-ra persona nunca da la sensacin de conten-tarse con contarnos una historia, incluso esprobable que ni siquiera lo pretenda. Esta-mos ante un diagnstico social (adems delindividual): sntomas que remiten a la enor-me confusin que sigue latente en lasparejas

    y en el lo conceptual en el quese encuentranatrapados los sentimientos amorosos. Ame-lia, quees unareconocidadiseadorade jar-dines, est en fase de separacin de su mari-do Ezequiel, prestigioso crtico literario. Laindolencia sexual de Ezequiel la lleva a bus-car soluciones extramatrimoniales en conni-vencia con elpropiomarido.Y as sesuceden

    una serie de experiencias amatorias en lasqueel matrimonioha decididodejar queter-ceros participen de la imposible solucin. Pa-bloSimonetti haceverosmil elrelatode Ame-lia. Un discursoentre la intimidaddolida y lanecesidad casi clnica de hallar una explica-

    in. O una terapia. Al final Amelia encuen-trasu felicidad. La tena muy cerca. Simonet-ti resuelve con altura estilstica un tema muytrabajado en la literatura universal. Con deli-

    adeza y con una crudeza sensual perfecta-mente medida. J. Ernesto Ayala-Dip

    El mundo sin las personasque lo afean y lo arruinanPatricio PronMondadori. Barcelona, 2010220 pginas. 17,90 euros

    NARRATIVA. LLEGO A LAltimapgina y recu-pero, ya alejada fsicamente del libro, a losgatos y su reflejo en las aguas de un ro. Lapeluquera polaca hablamientrascorta el pe-

    lo. Se acerca tambin el viaje, varios viajes.Un juego de encuentros entre dos que quie-ren seguir amndose y el hijo recorriendo lamemoria de una madre en edad joven. Enotro instante y en otro lugar, hay un padresentadotomando el solque se muestra agra-decido por tener la enfermedad del olvido.Hay varios nios en los relatos de El mundosin las personas que lo afean y lo arruinan.Cuntas imgenes, cuntas voces expresan-do el pavor de la intemperie cotidiana. Qucapacidadla de Patricio Pron(Rosario, Argen-tina, 1975) para expresar de manera intensa

    e inmisericorde un universo en apenas unaspginas, pues este autor hace posible queese mundo recreado se expanda ms all,como si el relato no acabar nunca y quienlee hubiera de proseguir imaginando cami-nos paralos personajes de ficcin,apropin-dose de sus pasos, mejor acompandolos.

    En este libro de relatos,que recogeversionespreliminares delos mismosque fueronpubli-cados en diferentes medios, resulta admira-ble que el lector est all mismo viajando deun lugar a otro,en unalecturaque se necesi-ta sosegada para poder as entregarse a untorbellino que no se espera. En el inquietan-terelatoque dattulo allibroest latranquili-dad de un parque, una lluvia de orn y unainmisericorde disidencia de la correccin.

    Vuelvo a mi recuerdo,ahora estoy enAbejas,y no est ya el camino hacia una camioneta,sino el abueloy su nieta alejndose mientrasel ruido del motor todava no apaga laspala-bras de aquellosque llamaron a la nia turcade mierda. Mara Jos Obiol

    En la ciudad sumergidaJos Carlos LlopRBA / La Magrana. Barcelona, 2010331 pginas. 21 euros

    NARRATIVA. SON MUCHAs y hermosas lasimgenes que nos salen al encuentro eneste libro que habla de una ciudad, la su-

    ya, Palma (JC Llop, Palma de Mallorca,1956), sumergida, perdida, invisible, anhe-lada, levtica, oscura, muy hecha al rito delos funerales, fantasmal. Una ciudad que

    ya no es, pues siempre se escribe desde lamemoria, y la memoria mudada en vaga

    melancola es como esos hierbajos con losque el escritor purga las toxicidades delalma. Son muchas, s, las imgenes, y unade ellas es la de viga de la baha desde lamuralla, soldado raso cumpliendo en-tonces con la costumbre. Y tambin ladel andarn de su rbita, que camina una

    y otra vez por las siete colinas de Palmasi sta las tuviera como Roma paraatravesar, una y otra vez, las muchas ciu-dades que contienen su ciudad, la suya y

    cualquier otra. Cuando ya se han cumpli-do los cincuenta aos dicen que le dije-ron, cuando uno ha decidido, como l,refugiarse en o viajar por o vivir desde,uno debe dedicarle un libro sin gnero asu ciudad. Y ms si es la ciudad en la quese ha construido un rbol genealgico, seha hecho escritor esos frgiles peces al-binos: es muy bonita la concrecin zool-gica y abisal, y uno entonces al hacerlopropende a la melancola. Una melanco-la que no almibara nada, pues la preci-sin en la palabra justa es su norte de

    escritor, de observador de la realidad, deandarn por las calles palmesanas,de prc-tico de puerto, de viga de la muralla, deescalador del castillo de Bellver, desdedonde se ven los fantasmas de su ciudad,sus calles, sus casas y sus funerales, loscampanarios de las iglesias, y sus gentes.Llop ha escrito una muy hermosa elegade una ciudad, la suya, la que pudo ser, ola que es, a su manera. Javier Goi

    El ltimo loboLszl KrasznahorkaiTraduccin de Adan KovacsicsFundacin Ortega Muoz. Badajoz, 2009108 pginas, 12 euros

    NARRATIVA. LA FUNDACIN pacense OrtegaMuoz apadrina el original proyecto de in-vitar a autores mundialmente clebres apasar unos das en Extremadura para quese inspiren en las tierras y las gentes de tan

    vasta regin. El escritor hngaro LszlKrasznahorkai (1954) ha sidoel primer par-ticipante en esta iniciativa, dirigida porMercedes Monmany, yque continuar conel filsofo alemn Peter Sloterdijk. Tras via-

    jar por la comunidad autnoma, Kraszna-horkai escribi el relato quereseamos, pu-blicado en una cuidada edicin bilinge enespaol y hngaro, muy bien traducidoporquien ya essu traductoroficialal caste-llano. La editorial barcelonesa Acantiladoedita en Espaa las obras del singular escri-tor: libros como Melancola de la resisten-cia o Guerra y guerra dan la talla de estepolifactico heredero de Kafka y ThomasBernhardque es Krasznahorkai. En este en-tretenido relato, impregnado de la fasci-nante Extremadura, Krasznahorkai reela-bora a su modo una ancdota de caza rural

    que convierte en un caso detectivesco: lamuerte del ltimo lobo extremeo, mal fe-chada en 1985. Con escptica distancia alprincipio y emotiva implicacin despus,el protagonista del relato un escptico ydesengaado escritor que, perplejo frentea lo desconocido, no se entera de nada enExtremadura y deambula medio abotarga-do poresos pueblosentremoriscosy portu-gueses de nombres raros como Alburquer-quedescubrir al fin que lo que une aloshombres aunque provengan de las regio-nesms diversasdel mundo es la universa-lidad de los sentimientos: la piedad y elamor, porejemplo,que hablanidnticolen-guaje sinpalabras,y erizanla piel. Buenaliteratura desde este punto de vista. LuisFernando Moreno Claros

    Imagen captada en Medelln (Colombia) en 1955. Foto: Charles Perry Weimer / Three Lions / Getty Images

    EL PAS BABELIA 15.05.10 11

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    12/24

    L

    A TRADICIN hind ha produci-do dos grandes epopeyas, el

    Mahabharata y el Ramayana,de cien mil versos, la primera,recogida por el sabio Vyasa; deveinticuatro mil, la segunda,

    atribuida a Valmiki. Aunquehayanido com-pilndosecon anterioridad al inicio de nues-tro calendario, ambas son obras vivas,actualmente, en India. En 1987, la versintelevisiva, en hindi, del Ramayana tuvo unaaudiencia masiva (se calcula unos ochentamillones de telespectadores). En la penlti-ma semana de febrero, cada ao, desdetiempos inmemoriales, durante cinco das,tiene lugar el Ram Lila, la fiesta (o el juego:lila) deRama. Enesa poca,el Ramayana serepresentaen pueblos y ciudades. Versionescultas o populares, ntegras o resumidas, lahistoria de Rama vive en la mente de todos.No hay nadie que no conozca las hazaas

    del prncipe Rama y la virtud de su esposaSita, el rapto de sta porel demonio Ravana,

    y las dotes mgicas del mono Hanuman,hijo de Vayu, el dios del viento, con cuyaayuda Rama destruye la ciudad de Lanka ylibera a su amada. No hay quien no llore,an, al ver cmo Sita, para probar su virtud,entra en el fuego y sale indemne de l. Nohay quien no salga ms ntegro al ver laentereza de los personajes en el cumpli-miento de su dharma (su deber, acorde cona ley social).

    Tan intenso es el papel que juega estapopeya en la vida de los habitantes de

    India que ha podido ser utilizada por cier-tos dirigentes de partidos polticos para la

    xacerbacin nacionalista de algunos. Tanintenso, que el nombre de Rama se utilizapara acompaar a los muertos en el cami-no hacia el lugar de cremacin (Rama na-ma sathya he: el nombre de Rama es laverdad). Sera fcil acudir a las ideas consa-bidas:la ingenuidad de lospueblos primiti-vos, etctera. El etnocentrismo es una vigaque nos atraviesa la mirada. Acaso no vivi-mos, nosotros, la cultura de la imagen, pre-sos en nuestras representaciones? Acasono pensamos tal y como nos dictan nues-

    tros mitos? Desde qu mitos juzgamos losajenos,desde qu reglas,las de otros? Y no

    ser mayor ingenuidad la nuestra, que a laverdad damos un solo nombre? Que elnombrede Ramaes la verdadsignifica, sim-plemente, que es inamovible. Es la funcinde todo mito (llmese historia, cuento oreligin) formar memoria colectiva. En lamemoria,las cosas permanecenigualesa smismas, y su repeticin permite el reconoci-miento. Como los nios, antes de dormir.El que no tiene cuento, enferma.

    Estamos muy acostumbrados, en la cul-tura occidental, a considerar, contra todaevidencia, que el mundo en el que estamoses slido, y nuestra existencia, real. No obs-tante, en India, la cosa se invierte. Desde elmomento en que se entiende que la reali-dad (este mundo en el que estamos) es ilu-soria, la realidad de la ficcin cobra mayorsolidez. Es ms fcil, entonces, creer en unmito, que es una realidad estable, que en lacambiantederivaen la quetranscurre nues-tra existencia. Es tan sencillo como esto.Cualquierrealidad,por ello, porel hecho deserrepresentada,adquiere valor de verdad.

    Necesidad de referente y metafsica dela ilusin son dos de los motivos por losque la representacin posee tanto atracti-vo, pero hay un tercero: la necesidad deplacer, ese placer especial que se obtiene alor una historia o verla representar. Estanecesidad no slo est presente en los ni-os, lo est en todos nosotros,y se acrecien-taen la cultura global, encaminaday ste

    Ramayana

    ValmikiTraduccin de Roberto Fras a partirde la versin inglesa de Arshia SattarAtalanta. Girona, 2010582 pginas. 39 euros

    Por Jess Aguado

    RAMA, EL ACTOR principal de esta historia(Ramayana significa Hechos o sucesos dela vida de Rama), es el personaje ms

    conocido y venerado de la India, un pas

    que ha forjado sus ideales, en gran medi-da, a partir de los de este hroe legenda-rio. Una larga tradicin oral y, a partirdel texto fijado por el sabio Valmiki, tam-bin escrita, le ha usado como referentemoral, poltico, familiar, social y religio-so. Rama, encarnacin o avatar de Visn,que desciende al Mundo cada vez queste se desva de su dharma o curso co-rrecto, fue un dios de pleno derecho sindejar de ser, al mismo tiempo, un serhumano completo, doble condicin que

    explica los mltiples niveles hermuticos

    de las hazaas en las que participa y tam-bin los distintos usos y versiones quehan hecho de stas los muchos pueblosdel subcontinente que las han asumidocomo propias. Hay un Rama, y un Rama-yana, de las cortes y de las tribus, de lostemplos y de los guerreros, del norte dela India y del sur de la India, de los poe-tas devocionales y de los filsofos. Todosellos, sin embargo, pertenecen a una tra-dicin que, por sentirse tan a gusto conlas heterogeneidades e incluso con las

    contradicciones, los ha fundido en unosolo: el protagonista del Ramayana, unaepopeya que en el sureste asitico siguerecitndose y leyndose, y sobre la quese sigue reflexionando, cada hora de ca-da da por millones de personas.

    Desde que Valmiki fijara, aproximada-mente entre los aos 750 y 500 antes deCristo, las distintas versiones orales de lahistoria de Rama en un texto unitario enlengua snscrita, el Ramayana ha sidotraducido a decenas de las lenguas ver-nculas y dialectos de la India, los cua-les, al recibirlo en su seno gramatical ycultural, han privilegiado unos sucesossobre otros, aadido o suprimido pasa-

    jes y cambi ado el signo mitolgico, ticoy filosfico de algunos episod ios o perso-

    Ser la India

    La historiaeternade RamaUna nueva edicin del Ramayana, la gran epopeya de lamitologa hind y referente moral, poltico, social y religiosoen India, redescubre el placer de leer, or y ver el largo poema24.000 versos de Valmiki. Por Chantal Maillard

    Escenas del Ramayana, en un manuscrito mogol del siglo XVI. Museo Britnico

    Que el nombre de

    Rama es la verdad

    significa, simplemente,

    que es inamovible

    LIBROS / Reportaje

    12 EL PAS BABELIA 15.05.10

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    13/24

    es un riesgo a construir con esos mediosvalores que sern de todos y para todos.

    El Ramayana no es slo una epopeya;tambin y, sobre todo, es un poema. Puedesercantado, y representado. staera la fun-cin del poema en la antigedad, la de serodo, y en India hay una estrecha correla-cin entre la escritura potica, la msica yla danza, que se combinan en la dramatur-gia, considerada, por ello, la principal delas artes. De ah que, desde muy temprano,se formasen escuelas de pensamiento quetratasen de potica y dramaturgia. El Rama-yana tiene una importancia crucial paraello, por un pasaje del segundo captulo dela parte primera, donde Valmiki, introdu-cindose a s mismo como personaje, cuen-ta que, paseando por la orilla del ro Tama-sa, se encontr con una pareja de garzasaparendose. En ese instante, la flecha deun cazador atraves al macho y la hembralanz un grito de dolor. Valmiki, lleno decompasin, maldijo as al cazador, pero,apenas hubo hablado, admirado, se perca-t de que aquellas palabras eran versos decuatro pies que armonizaban con la escalamusical de la vina. Como haban surgidode la pena (soka), a ese nuevo metro le dionombre de sloka.

    Dicho episodio marca a un tiempo elorigen del Ramayana, el dela mtrica sns-

    crita y el de la primera teora del gustoesttico, que, iniciada por el Tratado de ladramaturgia (Natyasastra) de Bharata enel siglo II, formara escuela en Cachemiraentre los siglos VIII y XI y se ocupara prin-cipalmente de las causas del gusto por larepresentacin. El concepto ms impor-tante de esta teora es el de rasa: sabor oesenciaque sedestilay sepaladea por efec-to de la transformacin de las emociones.

    El drama es, en India, una enseanzasagrada, es el quinto veda, aquel al que, adiferencia de los otros cuatro, tienen accesotodos los seres humanos, independiente-mente de la casta a la que pertenezcan. Ascomo en la representacin, as el mundo enel que vives, nos viene a decir. As comoentras y sales de aqul, as entras y sales deeste otro al que crees ms real. De la mismamaneraque te has emocionadocon los per-sonajes quesalierona escena, ases como teemocionas dentro de tu personaje. El mun-do es representacin,el gran juego delbrah-man en el que t, sin saberlo, participas.

    Chantal Maillard (Bruselas, 1951) ha publicado

    recientemente Hainuwele y otros poemas (Tus-

    quets) y La tierra prometida (milrazones).

    najes. Algunas de esas traducciones son,en realidad, versiones originales de altsi-mo nivel literario, entre las que destacanlas de Tulsids en hindi (la nica de laque hay traduccin al castellano, aun-que deficiente), la de Kamban en tamil o

    la de Krittivasa en bengal. Es por esoque los eruditos no hablan de uno sinode muchos Ramayanas, y la razn deque, ante el alud de documentos escritos

    y orales existentes, se hiciera necesariauna edicin crtica del texto de Valmiki,tarea monumental que se culmin, gra-cias a los auspicios de la Universidad deBaroda, en el ao 1975. sta es la princi-pal virtud de la presente edicin frente alas otras disponibles en castellano: mien-tras la de Juan G. de Luaces (1952 y 2001)

    se basa en la traduccin al francs (1903)de Alfred Roussel y la de Juan Bergua(1968) en esa misma y en otras francesas,alemanas e inglesas del siglo XIX, por nomencionar las abreviadsimas o las adap-tadas para jvenes, sta de Roberto Fras

    est hecha de la versin al ingls (1995)de Arshia Sattar, que manej la mencio-nada edicin crtica de la Universidad deBaroda.

    Arshia Sattar, que firma un prlogoextraordinario, quizs el mejor texto in-troductorio a este poema pico disponi-ble en nuestra lengua, ha aligerado eltexto original de repeticiones, de floritu-ras estilsticas, de interpolaciones esp-reas y de errores de transcripcin, y lo haadaptado con sensibilidad y maestra al

    lenguaje contemporneo para que pue-da leerse ahora con la misma emocincon que se haca cientos o miles de aosatrs. El resultado es espectacular: esteRamayana, lejos de ser un monumento oun objeto de museo, defecto de la mayo-

    ra de las versiones occidentales mencio-nadas (incluida una en latn que refuerzatodava ms esta sensacin de antiguallavenerable pero inservible y lejansima),aparece como un texto vivo, actual, prxi-mo y directo con el que uno, sin impor-tar a qu regin geogrfica o mental delmundo pertenezca, puede dialogar so-bre todo lo divino y lo humano. ArshiaSattar, que dedic diez aos de trabajo asu versin, ha sabido ser fiel a las necesi-dades de los lectores de hoy sin dejar de

    ser fiel a las exigencias filolgicas y cultu-rales de este clsico universal, uno de loslibros ms deslumbrantes y polidricosque ha producido la Humanidad. Gra-cias a ese esfuerzo y a la excelente laborde Roberto Fras, el Ramayana puede

    por fin leerse, unos veinticinco siglos des-pus, en un espaol exacto y propio quesabe salvar las distancias espaciales ytemporales sin ignorarlas, consiguiendode paso que nosotros, tan extraos enprincipio a ese mundo de fbula, poda-mos penetrar en l y probarnos sus pre-guntas y sus respuestas, sus zozobras ysus alegras, sus misterios y sus clarida-des. Una gran oportunidad para ser laIndia sin necesidad de desplazarse fsica-mente hasta ella.

    Primeras pginas del Ramayana, deValmiki.

    + .com

    Versiones populares o

    cultas, resumidas o ntegras,

    la historia de Rama

    vive en la mente de todos

    EL PAS BABELIA 15.05.10 13

  • 7/31/2019 BABELIA 964 150510

    14/24

    Por Luis Fernando Moreno Claros

    DESDE HACE ms de una dcadavivimos en Espaa una eclosinde libros sobre Hitler, dignos deatencin en su mayora, como

    losque reseamos ahora. El excelente estu-dio sobre las lecturas de Hitler, voraz lec-tor,disipa el tpicode queel dictador naziera inteligente y culto. Ms bien fue untarugo que lea de manera compulsiva,consciente de su bajura intelectual. Lleg aposeer 16.000 volmenesen susbibliotecaspersonales, slo se han conservado unos2.000. Nunca leypor placer sinopor afian-zar sus prejuicios y darles barniz cientfico.

    En su juventud lea libros de aventuras;de haber seguido esa estela, entrando lue-go en la gran literatura, tal vez hubiera sidoun hombre normal, pero fue un monstruo.Los libros que de verdad le influyeron es-taban llenos de ideologa reaccionaria yprejuicios: eugenesia, esterilizacin, ocul-tismo. No frecuent ni la literatura ni lafilosofa clsicas, odiaba las novelas y losescritos pacifistas de Gandhi, Tagore o Ro-lland. Devor mucha memoria de guerra yttulos antisemitas como El judo interna-cional, de Henry Ford.

    Se supone que Nietzsche marc la ideo-loga de Hitler: No saba ni palabra deNietzsche! Como tampoco de la filosofaalemana seria; ley una biografa de Kant,pero en nada le influy la humanidad delsabio profesor. Leni Riefenstahl le regalunabella edicin de lasobras completasdeFichte y el Fhrer subray algunos pasajesde exaltado nacionalismo. En uno de susdespachos tena un busto de Schopen-

    hauer, aunque slo para impresionar al visi-tante. Ryback consigueun libro ameno queconfirma que la buena literatura agudiza lainteligencia de las personas que ya la tie-nen, y que los malos libros afianzan a losnecios en su maldad y necedad.

    El amigo de adolescencia de Hitler, Au-gust Kubizek, luego director de orquesta yfuncionario, trat al futuro dictador duran-te cuatro aos en Linz y Viena. En su librohagiogrfico, cuyos episodios hay que con-siderar con cautela,recuerda al joven Hitlerinmerso en un mundo de libros y msi-ca. Las antiguas sagas germanas eran susfavoritas, adems de la msica de Wagner.Se conocieron en el teatro de Linz dondeambos jvenes se disputaban una columnaen la que solan apoyarse, pues tenan quever las largas representaciones de pie, al no

    tener dinero para palcos. El relato de Kubi-zek atrapa desde las primeras lneas. Pintaa Hitler como un hroe romntico: un chi-co de frrea voluntad, consciente de su ge-nialidad y de una misin; un alma deartista, antiburgus soador que no quera

    ser un gris funcionario, y que abominabade los trabajos para ganarse el pan.

    Entre variosepisodiosfabulados comoel enamoramiento platnico por Stefanie,

    destaca el recuerdo de las ideas del jovenHitler que Kubizek escuchaba extasiado.Peroratas sobre msica y arquitectura mos-traban un ansia de dominio sin medida; in-solidario, egosta, manifestador a ultranza,Hitler no tena amigos, tan slo a este Kubi-zek al que prohiba otras relaciones. Rgido,frreo, glido, incapaz de bromear se toma-ba a s mismo tan en serio que daba miedo.No es extrao que este hombre en el fondotantoscoe incapaz de madurarsiguieraunacarrera poltica, cegado por la ambicin degobernarlo todoy demanipular el mundo asu antojo. Kubizek narra tambin la horadela gran epifana: despus de asistir a unarepresentacin del wagneriano Rienzi, Hit-ler lo llev en plena noche a un monte deLinz; all tuvo la visin de su actividad futu-ra: la poltica, la sangre y la inmortalidad.

    En el estudio de MacDonogh vemos aHitler, ya canciller del Reich, en un aocrucial, el de las grandes decisiones. Ladoma absoluta del ejrcito,que dej de serindependiente, la invasin de Austria yChecoslovaquia y las primeras persecucio-

    nes de judos, as como la construccin delos campos de Dachau y Buchenwald enlos que se encerraba a los disidentes. Sevea ya que Hitler anhelaba la guerra totalpor el dominio de Europa. El ensayo esmagnfico y pormenoriza los aconteci-mientos centrndose en los hechos inter-nosdel crculo de gerifaltes nazis,entrelosque Hitler jams cont con amigos sinoslo con tramoyistas que lo ayudaron aescenificar el gran acto final de destruc-

    cin al que encamin a Alemania.Por ltimo, el libro de Grunberger, deabsoluta referencia, proporciona una am-plia panormica de la sociedad alemanaen la pocade plenitud nazi. Cmo y hastaqu punto la ideologa del partido impreg-

    n la vida de millones de ciudadanos, msvctimas que artfices de una revolucinabsoluta que sacudi la existencia enteradehombresy mujeres.El trabajo, la educa-

    ciny los pensamientosfueron literalmen-te fagocitados por Hitler y su camarilla deidelogos y asesinos, por aquella ideologanefasta y absorbente que lleg a controlarhasta el ms mnimo movimiento en elReich alemn, desde las grandes obras deingeniera y arquitectura, las artes y lasletras