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De
Domingo XXXI del T. Ordinario
año XV · número 829 · 31/10/2010
interés
a liturgia de este d
omingo nos p
resenta unos textosq
ue nos muestran la grand
eza y la misericord
ia de
Dios, su p
oder y el cuid
ado y am
or que d
errocha alencontrarse con nuestra m
iseria.La p
rimera lectura p
ertenece al libro d
e laS
abid
uría (11, 22-12, 2). Este texto figura en la segund
ap
arte del lib
ro y cubre los d
iez últimos cap
í-tulos d
el mism
o (del cap
ítulo 10 hasta el finald
el libro). E
n estos capítulos se d
escribe la
Sab
iduría en la historia d
e Israel. Cóm
o laS
abid
uría, que es un d
on de D
ios, guía lahistoria d
el pueb
lo hebreo, m
ientras que la
historia d
e los
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íos (S
odom
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anán) se desenvuelve en tinieb
las, sin elinflujo
de
esta sab
iduría.
Este
tema
seencuentra igualm
ente en la segunda p
arted
el libro d
el Eclesiástico (42, 15-50, 26) q
ued
escribe el p
apel d
e la Sab
iduría en la natu-
raleza y en la historia de Israel.
En el texto d
e hoy, Dios se nos m
ues-tra com
o el dueño d
el universo: “el mund
oentero es ante ti com
o un grano de arena
que ni siq
uiera llega a inclinar la balanza,
como gota d
e rocío mañanero q
ue cae sobre
la tierra”.D
ios es el Incomp
arable. Tod
o eluniverso es, ante D
ios, como ese insignifi-
cante grano de arena, com
o esa gota de
rocío. Y, sin emb
argo… “Te com
pad
eces de tod
os, porq
uetod
o lo pued
es… A
mas a tod
os los seres y no odias nad
ad
e lo que has hecho; si hub
ieras odiad
o alguna cosa, no lahab
rías creado. Y
¿cómo sub
sistirían las cosas si tú no lohub
ieses querid
o? ¿Cóm
o conservarían su existencia, si túno las hub
ieses llamad
o?¡Q
ué pretenciosos som
os loshom
bres! P
ensamos q
ue somos algo y hasta nos atreve-
mos a d
ecir que D
ios no existe y tratamos d
e explicar q
ueel universo se ha hecho solo, p
orque p
arece que D
ios estor-b
a, simp
lemente p
orque no “vem
os” a Dios con nuestros
ojos o con nuestra experiencia científica. ¡C
iegos! Que p
re-tend
emos guiar a otros ciegos. P
ero la fe nos dice q
ue todo
lo que existe, el universo entero y nosotros com
o parte d
elm
ismo, existim
os y subsistim
os porq
ue Dios nos am
a. Con
los “ojos” de la fe p
odem
os ver a Dios en tod
o y en todos.
Y el am
or de D
ios a la base d
e nuestra existencia y de nues-
tra subsistencia, d
e la nuestra y del universo.
Pero la exp
eriencia nos dice q
ue el mal, el p
ecado,
el dolor, la enferm
edad
, la miseria, el od
io, las guerras,están ahí. La S
agrada E
scritura nos enseña que la fuente d
etod
o este mal está en el p
ecado. B
ien es cierto que el uni-
verso, la naturaleza y todo lo q
ue en ellos se contiene,incluid
os nosotros, estamos en evolución, con tod
o lo que
ello lleva consigo de d
olor, limitación, crecim
iento-deca-
dencia-m
uerte. Sea lo q
ue sea, el caso es que el sufrim
ien-to, el d
olor, nos acomp
aña a todo lo largo d
e nuestra exis-tencia en este m
undo. E
s un hecho. Y tam
bién es un hecho
que la m
ayor parte d
e los dolores y d
e los males q
ue exis-ten en nuestro m
undo se d
eben a la acción d
e los homb
res:od
ios, guerras, pob
reza, mala d
istribución d
e los bienes d
ela tierra, etc. E
n una palab
ra, al pecad
o. Si, al
pecad
o. Aunq
ue este término hoy no p
areceser “p
olíticamente correcto”, no se lleva.
Y ¿q
ué hace Dios ante este “fracaso”
de su p
lan de la creación? P
ues bien, D
iosno se q
ueda d
e brazos cruzad
os, no deses-
pera, a p
esar de tod
o, a pesar d
e nuestroem
peño en d
esbaratar sus p
lanes, una y otravez: “C
ierras los ojos a los pecad
os de los
homb
res, para q
ue se arrepientan…
a todos
perd
onas, porq
ue son tuyos…en tod
as lascosas está tu sop
lo incorruptib
le”.D
ios per-
dona, eso sí. P
ero tamb
ién “corriges poco a
poco a los q
ue caen, les recuerdas su p
eca-d
o y los reprend
es, para q
ue se conviertan ycrean en ti, S
eñor”.Los creyentes vem
os lam
ano de D
ios en todo lo q
ue ocurre, y entod
o lo que nos ocurre. N
osotros no sabe-
mos
por
qué
ocurren (o
nos ocurren)
lascosas. P
ero confiamos en ese D
ios que nos
ama y q
ue sabe lo q
ue nos conviene. Y no
necesariamente tod
o lo malo es “castigo d
e Dios”. N
o sea-m
os ingenuos.
¿Quién
pod
rá p
retender
interpretar
lavoluntad
de D
ios? Dem
asiadas veces, a lo largo d
e la his-toria (d
e la humanid
ad y d
e la nuestra individ
ual), hemos
oído a esos “listos”, a esos “interesad
os”, decir esa fatíd
i-ca frase: “D
ios lo quiere”, “es la voluntad
de D
ios”, para
imp
oner su voluntad y ob
tener su prop
ia ventaja e interés.¡C
uánto d
año, cuánta
injusticia, cuánto
pecad
o se
hacom
etido al am
paro d
e ese grito de “D
ios lo quiere”! S
óloD
ios sabe lo q
ue Él q
uiere.E
l Evangelio de hoy, con el relato del episodio del
publicano Zaqueo (Lucas 19, 1-10), nos viene a recordar,
una vez más, que, ante el pecado del hom
bre, Dios no per-
manece im
pasible. Dios envió a su H
ijo: “Porque el H
ijo delhom
bre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.E
l pecado, el mal, el sufrim
iento, la muerte, tienen sus días
contados. Nos espera el “universo nuevo”, donde ya no
existirá el mal, ni el sufrim
iento, ni el pecado, ni la muerte.
Pero, nos dice S
an Pablo (2 Tesalonicenses 2, 2)“no os alar-
méis…
como si hubiéram
os dicho que el día del Señor está
encima. Q
ue nadie en modo alguno os engañe”. Los días de
“este” mundo están contados, pero el “cuándo” sólo D
ios losabe. Lo que nosotros sabem
os, por la fe, es que Dios es
amigo de la vida y nos ha prom
etido la vida eterna.
SanMiguel
ArcángelLa
vozde
laparroquia
Señor, am
igo de la vid
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CUÁNTO
PECAD
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“DIOS
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[viene de la página anterior]
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-2,2
.
Herm
anos: S
iemp
re rezamo
s po
r voso
tros
para q
ue nuestro D
ios o
s consid
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nos d
evuestra vo
cación; p
ara que co
n su fuerza os
perm
ita cump
lir bueno
s deseo
s y la tarea de la
fe; y para q
ue así Jesús nuestro S
eñor sea
vuestra glo
ria y voso
tros seáis la g
loria d
e él,seg
ún la gracia d
e Dio
s y del S
eñor Jesucristo
.O
s rog
amo
s, a pro
pó
sito d
e la última veni-
da d
e nuestro S
eñor Jesucristo
y de nuestro
encuentro co
n él, que no
perd
áis fácilmente la
cabeza ni o
s alarméis p
or sup
uestas revelacio-
nes, dicho
s o cartas nuestras: co
mo
si afirmá-
semo
s que el d
ía del S
eñor está encim
a.
Palab
ra de D
ios
EEvvaann
ggeelliioo
Lectu
ra d
el s
anto
Evang
elio
seg
ún S
an L
ucas. L
c 1
9,1
-10
.
En aq
uel tiemp
o entró
Jesús en Jericó y atravesab
a la ciudad
. Un ho
mb
re llamad
o Z
aqueo
, jefe de p
ubli-
canos y rico
, trataba d
e disting
uir quién era Jesús, p
ero la g
ente se lo im
ped
ía, po
rque era b
ajo d
e estatura.C
orrió
más ad
elante y se subió
a una higuera p
ara verlo, p
orq
ue tenía que p
asar po
r allí. Jesús, al llegar a aq
uelsitio
, levantó lo
s ojo
s y dijo
: -Zaq
ueo, b
aja en seguid
a, po
rque ho
y tengo
que alo
jarme en tu casa.
El b
ajó en seg
uida, y lo
recibió
muy co
ntento. A
l ver esto, to
do
s murm
uraban d
iciendo
: -Ha entrad
o a ho
s-p
edarse en casa d
e un pecad
or.
Pero
Zaq
ueo se p
uso en p
ie, y dijo
al Seño
r: -Mira, la m
itad d
e mis b
ienes. Seño
r, se la do
y a los p
ob
res;y si d
e alguno
me he ap
rovechad
o, le restituiré cuatro
veces más.
Jesús le contestó
: -Ho
y ha sido
la salvación d
e esta casa; tamb
ién éste es hijo d
e Ab
rahán. Po
rque el H
ijod
el hom
bre ha venid
o a b
uscar y a salvar lo q
ue estaba p
erdid
o.
Palab
ra del S
eñor
PPrriimm
eerraa
lleeccttuu
rraaLectu
ra d
el lib
ro d
e la
Sab
iduría
. S
ab
11
,23
-12
,2.
Seño
r, el mund
o entero
es ante ti com
o un g
ranod
e arena en la balanza, co
mo
go
ta de ro
cío m
aña-nero
que cae so
bre la tierra. Te co
mp
adeces d
eto
do
s, po
rque to
do
lo p
uedes; cierras lo
s ojo
s a los
pecad
os d
e los ho
mb
res para q
ue se arrepientan.
Am
as a tod
os lo
s seres y no o
dias nad
a de lo
que
has hecho; si hub
ieras od
iado
alguna co
sa, no la
habrías cread
o. Y
¿cóm
o sub
sistirían las cosas si tú
no lo
hubieses q
uerido
? ¿Có
mo
conservarían su
existencia si tú no las hub
ieses llamad
o?
Pero
a
tod
os
perd
on
as, p
orq
ue
son
tu
yos,
Seño
r, amig
o d
e la vida. E
n tod
as las cosas está tu
sop
lo inco
rruptib
le. Po
r eso co
rriges p
oco
a po
co a
los q
ue caen; a los q
ue pecan les recuerd
as sup
ecado
, para q
ue se conviertan y crean en ti, S
eñor.
Palab
ra de D
ios
Palabra
deDios
VerbumDei
LunesMartes
Miércoles
JuevesViernesSábado
123456
Todoslos
Santos
Todoslos
fielesdifuntos
SanMartín
dePorres
San
Carlos
Borrom
eoSanta
Angelade
laCruz
San
Leonardo
Ap7,2-4.9-14
/Sal123
/1Jn
3,1-3Lm
3,17-26/Sal129
/Rm
6,3-9/Jn
14,1-6Flp
2,12-18
/Sal26
/Lc
14,25-33Flp
3,3-8a/Sal104
/Lc
15,1-10Flp
3,17-4,1/Sal121
/Lc
16,1-8Flp
4,10-19/Sal111
/Lc
16,9-15
uerid
os
herm
anos
y
her-
manas, h
oy q
uis
iera
hab
la-
ros d
e u
na d
e la
s m
uje
res
de la
Ed
ad
Med
ia q
ue s
us-
citó
mayor a
dm
iració
n; s
e
Martes
219:00
–1º
Aniversariode
PascualEsteban
Martínez
Miércoles
319:00
–Funeral
porJosé
Ram
ónPalanco
Jueves4
20:30–Funeral
porCarlos
Landaluce
trata
de s
anta
Isab
el d
e H
ungría
, lla-
mad
a
tam
bié
n
Isab
el
de
Turin
gia
.
Nació
en 1
207 e
n H
ungría
. Su p
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re
era
And
rés II, ric
o y
pod
ero
so re
y d
e
Hungría
, el c
ual, p
ara
refo
rzar s
us v
ín-
culo
s p
olític
os, s
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o c
on
la
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esa
ale
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Gertru
dis
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echs-M
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nia
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e s
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Ed
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la
cu
al
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osa
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el
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húngara
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los p
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s c
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tro a
ños d
e s
u in
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, junto
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na
herm
ana y
tres h
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anos. L
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ego, la
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mos-
trab
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nció
n
partic
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s
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res, a
quie
nes a
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ab
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na
buena p
ala
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o c
on u
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esto
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tuoso.
tuosa,
y
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s
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n
devuelto
s e
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a lo
s p
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n s
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ilidad
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nes entre
la
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p
rofe
sad
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cris
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orta
ba lo
s c
om
pro
mis
os.
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ntra
nd
o e
n la
igle
sia
en la
fiesta
de la
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n, s
e q
uitó
la c
oro
na, la
dep
o-
sitó
ante
la c
ruz y
perm
aneció
postra
da e
n
el s
uelo
con e
l rostro
cub
ierto
. Cuand
o u
na
mo
nja
la
d
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rob
ó
po
r ese
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, ella
re
sp
ond
ió:
“¿C
óm
o
pued
o
yo
, cria
tura
m
isera
ble
,
seguir
llevand
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na d
e
dig
nid
ad
terre
na, c
uand
o v
eo a
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esucris
to c
oro
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inas?”. C
om
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om
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-
ba a
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s, d
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se c
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ia:
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mab
a a
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uerta
, pro
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cu
rab
a
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os,
pag
ab
a
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das,
cu
idab
a
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os
y
sep
ulta
ba a
los m
uerto
s. B
aja
n-
do
de
su
castillo
, se
dirig
ía
a
menud
o c
on s
us d
oncella
s a
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casas
de
los
pob
res,
llevand
o
pan, c
arn
e, h
arin
a y
otro
s a
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s. E
ntre
-
gab
a lo
s a
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s p
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ente
y c
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lab
a c
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tenció
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s v
estid
os y
los le
chos
de
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pob
res.
Este
com
porta
mie
nto
fu
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refe
rido a
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l cual n
o s
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no s
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gustó
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sp
ond
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sus a
cusa-
dore
s: “¡M
ientra
s q
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end
a e
l castillo
,
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y c
onte
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!”. En e
ste
conte
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ca e
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gro
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ntra
s
Isab
el
iba
por
la
calle
con
su
dela
nta
l lleno d
e p
an p
ara
los p
ob
res, s
e
encontró
con el
marid
o,
que le
p
reguntó
qué e
sta
ba lle
vand
o. E
lla a
brió
el d
ela
nta
l y,
en lu
gar
del
pan,
ap
are
cie
ron m
agnífic
as
rosas.
Este
sím
bolo
d
e carid
ad
está
p
re-
sente
muchas v
eces e
n la
s re
pre
senta
cio
-
nes d
e s
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Isab
el.
El s
uyo fu
e u
n m
atrim
onio
pro
fund
a-
mente
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: Isab
el a
yud
ab
a a
su e
sp
oso a
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var
sus
cualid
ad
es
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anas
a
niv
el
sob
renatu
ral, y
él, a
cam
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