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AUTORIDADES

Canciller

Su Excelencia Reverendísima

Mons. MARIO ANTONIO CARGNELLO

Arzobispo de Salta

Rector

Pbro. Lic. JORGE ANTONIO MANZARÁZ

Vice-Rectora Académica

Mg. Dra. MARÍA ISABEL VIRGILI DE RODRÍGUEZ

Vice-Rectora Administrativa

Mg. Lic. GRACIELA MARÍA PINAL DE CID

Secretario General

Dr. GUSTAVO ADOLFO FIGUEROA JEREZ

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PRESENTACIÓN Como en el mito de ICARO;

cada hombre conciente del impulso que lleva en su CORAZÓN, busca alcanzar las estrellas;

una sed de infinito impulsa cada deseo, cada momento; en una búsqueda sin fin.

Un eterno peregrinar del hombre hacia el Misterio.

Como en el mito de ICARO; aún en el esfuerzo más grande, en el sacrificio mas extremo, en un

desgastante derroche de energía; cuanto mas se acerca mas difícil es llegar; sus frágiles alas, del débil

impulso de la naturaleza humana se derriten.

Como en el mito de ICARO; celebramos la grandeza del hombre, de sus objetivos, la pureza del

corazón que busca: VERDAD, BIEN, FELICIDAD, AMOR, PAZ, JUSTICIA, BELLEZA;

e imploramos una ayuda adecuada, un puente al infinito, un vínculo al Misterio que da consistencia a la

Vida.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SALTA

VICERRECTORADO DE FORMACIÓN

ESCUELA de FORMACIÓN INTERAL en la IDENTIDAD INSTITUCIONAL

Espacio curricular de reflexión

FILOSOFÍA

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ÍNDICE

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REFERENCIAS DE ÍCONOS

Actividad en el foro.

Actividad de reflexión no obligatoria.

Actividad grupal.

Actividad individual.

Actividad obligatoria. Debe ser enviada para su evaluación.

Atención.

Audio.

Bibliografía. Lecturas complementarias.

Glosario.

Página web. Internet.

Sugerencia.

Video.

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CURRÍCULUM VITAE

Datos Personales

Apellido y Nombre: LÓPEZ, JORGE ALEJANDRO

Nacionalidad: Argentina

Lugar de Nacimiento: Salta (Capital)

E-mail: [email protected]

Estudios Cursados

1.- Estudios Secundarios

- LUGAR DE ESTUDIOS: ESCUELA DE EDUCACIÓN TÉCNICA Nº 2 "ALBERTO EINSTEIN".

TITULO OBTENIDO: TÉCNICO MECÁNICO ELECTRICISTA.

2.- Estudios Universitarios

- LUGAR DE ESTUDIOS: UNIVERSIDAD CATOLICA DE SALTA.

TITULO OBTENIDO: PROFESOR EN FILOSOFÍA.

- MASTER EN FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA ESPECIALIDAD EN EPISTEMOLOGÍA. Dictado por la Universidad Nacional de Salta (Años 1999-2001). Diseño presentado y aprobado mediante Resolución H.N° 562/08 - Expte. N° 4264/08 del 27 de mayo del 2008. Título de Trabajo Final: "La doctrina económica de Adam Smith. La influencia de Adam Smith en el desarrollo económico de la Inglaterra del siglo XVIII - Un enfoque epistemológico".

- MAESTRÍA EN NUEVAS TECNOLOGÍAS APLICADAS A LA EDUCACIÓN. Dictado por el Instituto Universitario de Posgrado, dependiente de la Universidad de Alicante, Universidad Autónoma de Barcelona, Universidad Carlos III de Madrid en conjunto con el grupo Santillana. Inicio del mismo: Octubre de 2006. Modalidad: On line. Tema del Trabajo Final: "Las TICs y su aplicación en la enseñanza de la Filosofía". Examen Final rendido el 22/01/2008. Título: "Magister en NTICs aplicadas a la Educación".

- DIPLOMATURA EN ANTROPOLOGÍA CRISTIANA. Dictado por la Universidad FASTA (con sede en Mar del Plata). Inicio del mismo: Octubre de 2006. Modalidad: On line. Título del Trabajo Final Aprobado: "El aborto y los Derechos Humanos". Aprobado: Febrero - 2009.

3.- Otros

- CURSO DE "GESTIÓN PREVISIONAL", DICTADO POR LA UNIVERSIDAD "GEORGE WASHINGTON" Y LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA. Mayo y Junio de 1998.

4.- Idiomas

- Inglés.

- Italiano.

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- Latín.

- Conocimiento del Griego.

Antecedentes Laborales

A.- Lugares de Trabajo.

- 1983-1987: Empresa Nacional de Correos y Telégrafos.

- 1987-Febrero de 2002: Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (P.A.M.I.).

- 1987-1990: Colegio Nacional Nº 2 (Turno Noche).

- 1990 a Octubre de 2009: Instituto Superior No Universitario "Del Milagro" Nº 8024.

- 1997-2003: Profesorado en Ciencias Sagradas "Mons. Roberto José Tavella" (como Profesor Suplente).

- 1996 a 1998: Bachillerato Humanista Moderno (como Profesor Suplente).

- 1990 a la fecha: Universidad Católica de Salta.

- 2006-Agosto/Octubre: Escuela Parroquial "N. S. de la Merced" - Suplencia.

B.- Lugares de Trabajo vinculados a la educación.

- Colegio Nacional Nº 2 (Años 1987 a 1990).

- Instituto Superior No Universitario "Del Milagro" Nº 8024 (1990 a Octubre 2009).

a.- Profesorado en Filosofía, Psicología y Pedagogía

b.- Tecnicatura en Psicopedagogía

- Profesorado en Ciencias Sagradas "Mons. Roberto José Tavella" (Profesor Suplente - 1997 a 2003).

- Bachillerato Humanista Moderno (Profesor Suplente - 1996 a 1998).

- Universidad Católica de Salta.

a.- Facultad de Economía y Administración de Empresas.

1.- Docente en las carreras de dicha Facultad.

2.- Secretario Técnico desde Julio/2003 a Diciembre/2007.

3.- Coordinador Académico desde Febrero/2008.

b.- Escuela de Trabajo Social.

c.- Escuela de Turismo.

d.- Facultad de Artes y Ciencias.

e.- Sistema de Educación a Distancia.

1.- Diplomatura Superior en Gestión de las Relaciones Humanas para Instituciones Educativas.

2.- Diplomatura Superior en Construcción de una Nueva Cultura de Convivencia en la Escuela.

3.- Carreras de Grado: - Contador Público. - Administración de Empresas. - Derecho. - Relaciones Internacionales.

f.- Facultad de Ciencias Agrarias y Veterinarias.

- Universidad Nacional de Salta.

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Escuela de Filosofía - Facultad de Humanidades.

- Carrera de Filosofía: Adscripción Docente en la asignatura "Historia de la Filosofía Antigua" (Resolución Nº 521-02).

Escuela Parroquial de la Merced.

(Suplencia Agosto a Noviembre de 2006).

C.- Asistencia a Cursos varios: desde 1987 a la fecha.

D.- Exposición y Presentación de Temas.

- 15 de Junio de 2001: X Jornadas de Filosofía del NOA - La Filosofía en el 2001 - Investigación y Enseñanza. Organizado por la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy.

- Noviembre/Diciembre de 2001: XI Congreso Nacional de Filosofía - A.F.R.A.

- Junio de 2002: 4ª Jornadas de Filosofía, organizadas por el C.E.Fi.Sa. (Centro de Estudios Filosóficos de Salta) y auspiciadas por la Facultad de Humanidades de la U.N.Sa.

- "Ética del Cuidador Domiciliario" dentro del marco del Curso de Cuidadores Domiciliarios Polivalentes, realizado por la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia del Ministerio de Desarrollo Social, durante los meses de Agosto a Diciembre de 2002.

- Abril de 2003: Ias Jornadas de Cultura Grecolatina del NOA, organizadas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.

- "Ética del Cuidador Domiciliario" dentro del marco del Curso de Cuidadores Domiciliarios Polivalentes, realizado por la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia del Ministerio de Desarrollo Social, en el mes de Julio de 2003.

- Agosto de 2005: 7ª Jornadas de Filosofía, organizadas por el C.E.Fi.Sa. (Centro de Estudios Filosóficos de Salta) y auspiciadas por la Facultad de Humanidades de la U.N.Sa.

- Agosto/Septiembre de 2006: dictado de contenidos de "Antropología" perteneciente al módulo "Fundamentos, Principios y Contexto de la Acción Política" dentro del Curso de Formación de Dirigentes Políticos organizado por la Acción Católica Argentina y la Universidad Católica de Salta.

- Agosto de 2008: 10ª Jornadas de Filosofía, organizadas por el C.E.Fi.Sa. (Centro de Estudios Filosóficos de Salta) y auspiciadas por la Facultad de Humanidades de la U.N.Sa.

E.- Miembro en Tribunales Evaluadores.

- Abril/Mayo de 2005: Miembro para análisis y opinión en el Marco de los Diseños Jurisdiccionales de Salta dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Salta (Programa Planeamiento Educativo) del Proyecto "La importancia de la formación ética y ciudadana" -Expte. 140-3706/05 de la Fundación Educare y del Proyecto "El desafío de educar en valor es desde el Nivel Inicial" - Expte. 140-3710/05 de la Fundación Educare.

- Miembro de Tribunales Evaluadores de las Tesinas de la Diplomatura Superior en Gestión de las RRHH para Instituciones Educativas.

- Noviembre de 2005: Miembro para análisis y opinión en el Marco de los Diseños Jurisdiccionales de Salta dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Salta (Programa Planeamiento Educativo) del Proyecto "Actualización Académica en Educación en Valores" - Expte. 46-25.008/05 del Instituto Superior de Formación docente Nº 6015 de la ciudad de Embarcación.

- Febrero de 2007: Miembro del Tribunal Evaluador para la cobertura del cargo por selección de antecedentes curriculares en la categoría de profesor Adjunto (I) para la cátedra "Filosofía" de la carrera de Turismo dependiente de la Escuela de Turismo de la Universidad Católica de Salta, en la

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sede de la ciudad de Jujuy.

- 04 de Marzo de 2008: Miembro del Tribunal Evaluador para la cobertura del cargo por selección de antecedentes curriculares en la categoría de profesor Adjunto (I) para la cátedra "Teoría Social" de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Salta.

- Octubre 2008: Miembro de Tribunal de las Olimpíadas de Filosofía -instancia provincial- organizadas por el Ministerio de Educación de la Nación y coordinadas por la Universidad Nacional de Tucumán.

- Octubre 2009: Miembro de Tribunal de las Olimpíadas de Filosofía -instancia provincial- organizadas por el Ministerio de Educación de la Nación y coordinadas por la Universidad Nacional de Tucumán.

F.- Redacción de Trabajos.

Además de la redacción de las Trabajos presentados como ponencias descriptos en el Pto. 4, se agregan elaboraciones de módulos de estudio y trabajo de las siguientes asignaturas "Introducción a la Epistemología", "Teología I" y "Metodología de la Investigación I" para la carrera de Psicopedagogía en el Instituto Superior No Universitario Nº 8024 - "Del Milagro" y corredactor del módulo de "Antropología Filosófica" y "Valores" para la Diplomatura Superior en Gestión de las Relaciones Humanas para Instituciones Educativas.

G.- Dirección de Trabajos.

- Director de diversas Tesinas para aspirar al grado de Diplomado/a en la Diplomatura Superior en Gestión de las Relaciones Humanas para Instituciones Educativas.

- Co-director (en el aspecto metodológico) de Tesis para aspirar al grado de licenciatura en la carrera de Fonoaudiología de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta.

H.- Trabajos Publicados.

- "Wilfrid Sellars y las imágenes del mundo" en conjunto con la Prof. Graciela Sotoca en las Actas de las X Jornadas de Filosofía del NOA - La Filosofía en el 2001 - Investigación y Enseñanza.

- "La cosmología en el Timeo de Platón" en las Actas de las Ias Jornadas de Cultura Grecolatina del NOA.

- "El orfismo y los presocráticos" en la Revista "Temas de Filosofía" Nº 10 del C.E.Fi.Sa.

- Vinculación del pensamiento de David Hume con la economía de Adam Smith en Revista Temas Nº 13 del C.E.Fi.Sa. (Diciembre de 2009).

I.- Otros.

- Miembro de la Sociedad Tomista Argentina (con sede en Buenos Aires).

- Miembro del Instituto Güemesiano de Salta (con sede en Salta).

- Socio del Centro de Estudios Filosóficos de Salta (C.E.Fi.Sa.) (con sede en Salta).

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PLANIFICACIÓN

AÑO LECTIVO 2014

PROGRAMA DE CÁTEDRA MODALIDAD NO PRESENCIAL

UNIDAD ACADÉMICA: FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS

CARRERA: DERECHO

CÁTEDRA: Introducción a la Filosofía II AÑO: 1º RÉGIMEN: 2º Semestre

EQUIPO DOCENTE

PROFESORES

Alfonsina Giráldez Carlos Solano Fernando González Fernando Isola Gustavo Rodríguez Jorge López Lumena Saravia Manuel Arzeno Marcela Zerpa Matías Jerez Pedro Rojas

FUNDAMENTOS DE LA ASIGNATURA

OBJETIVOS

CONTENIDOS PROPUESTOS UNIDAD I: APORTES DEL HELENISMO AL DESARROLLO DEL SABER CIENTÍFICO 1. Caracterización general. 2. Derecho intelectual de Atenas. 3. Desarrollo intelectual de Alejandría. 4. El aporte de Roma al desarrollo del saber. 5. Postrimerías del helenismo. 6. El neo-platonismo. FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA UNIDAD II: LA EDAD MEDIA 1. Cronología histórica de la Edad Media. 2. La revelación cristiana: importancia, naturaleza, alcance y formas.

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3. Integración total de la racionalidad humana. UNIDAD III: DESARROLLO DEL SABER EN LA PRIMERA ETAPA DE LA EDAD MEDIA 1. Presentación general. 2. Causas de la caída de Roma. 3. Cronología histórica: visión sintética de la cronología cultural. 4. La enseñanza medieval. 5. Importancia de la presencia de la Iglesia. Consolidación de la cultura occidental cristiana. 6. Acontecimientos históricos: constitución del Imperio Carolingio. El Renacimiento Carolingio. Las

escuelas y sus maestros. 7. La filosofía medieval. UNIDAD IV: LAS FILOSOFÍAS JUDÍA Y MUSULMANA 1. Filosofía judía: sus fuentes. Desarrollo. 2. Filosofía musulmana: elementos intervinientes en su desarrollo. Distinción entre teología y filosofía

musulmana. UNIDAD V: DESARROLLO DEL SABER EN LA SEGUNDA ETAPA MEDIEVAL 1. Cronología histórica de la segunda etapa medieval. 2. Problema de los universales. 3. Situación religiosa, política y social. El Sacro Imperio Romano Germánico. La imagen del mundo en el

siglo XI. 4. Controversia entre dialécticos y antidialécticos. 5. La reforma gregoriana. Sus efectos. 6. San Anselmo de Canterbury. La Filosofía escolástica. 7. La imagen del mundo en el siglo XII. Los estudios teológicos en el siglo XII. 8. La Teología. Mística. Algunos representantes más importantes. UNIDAD VI: TERCERA ETAPA MEDIEVAL 1. Cronología Histórica. 2. Causas del apogeo de la escolástica y de la teología: factores mediatos e inme-diatos. 3. Principales corrientes doctrinarias. UNIDAD VII: DESPLIEGUE DEL TOMISMO 1. La razón y la fe: consideración general. Presentación del problema. Antecedentes históricos. 2. Estructura metodológica del planteo tomista. 3. Exposición sistemática. Distinción, armonía y jerarquía. UNIDAD VIII: RELACIÓN DE LA FILOSOFÍA CON LA TEOLOGÍA 1. Consideraciones generales. 2. Elementos metodológicos. 3. Exposición sistemática: distinción, armonía y jerarquía. UNIDAD IX: LA UNIDAD DEL SABER 1. Consideraciones generales. El tomismo y la unidad del saber. 2. Idea tomista de la Filosofía: antropología, ética, metafísica y teología. 3. Paradigma tomista de integración del nivel natural de la racionalidad humana. 4. Integración del saber:

i. órdenes del conocimiento

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ii. doctrina de los grados de abstracción UNIDAD X: CUARTA ETAPA MEDIEVAL 1. Cronología Histórica. 2. Líneas de influencia. 3. Corriente del “misticismo especulativo”. 4. El nominalismo. Desarrollo. Su influencia. UNIDAD XI: APORTE DE LA EDAD MODERNA AL DESARROLLO DEL SABER 1. Cronología general de la edad moderna. 2. El idealismo Alemán: primer tercio del siglo XIX. 3. El positivismo: su exposición doctrinaria. El "Estado Positivo" y si relación con el saber. 4. El Materialismo didáctico: su desarrollo, su importancia, su influencia. 5. Exposición gráfica. UNIDAD XII: EL APORTE DE LA EDAD CONTEMPORÁNEA AL DESARROLLO DEL SABER CIENTÍFICO 1. Cronología general de la edad contemporánea. 2. Continuidad del Estado Positivo de Augusto Conte. 3. El modernismo y las corrientes anti intelectualistas. 4. El Constructivismo Social: su pensamiento y su línea de influencia. 5. El Constructivismo Epistemológico: antecedentes. Su relación con las Ciencias Sociales. 6. El Constructivismo Psicopedagógico: su pensamiento teórico, su aplicación a la Psicología Cognitiva

y a la Educación. Algunas referencias a la Nueva Escuela y a las transformaciones educativas de fines del milenio.

7. Exposición gráfica. (Estudiar las exposiciones gráficas)

METODOLOGÍA

EVALUACIÓN

RECURSOS DIDÁCTICOS

BIBLIOGRAFÍA

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

AUTOR TITULO EDITORIAL LUGAR Y AÑO

DE EDICIÓN

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BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

AUTOR TITULO EDITORIAL LUGAR Y ANO

DE EDICIÓN

Links y Recursos en Internet

CONSULTA ALUMNOS

Tiempo Responsables Modalidad (presencial y/o virtual)

Alfonsina Giráldez - Carlos Solano - Fernando González - Fernando Isola -

Gustavo Rodríguez - Jorge López - Lumena Saravia - Manuel Arzeno -

Marcela Zerpa - Matías Jerez - Pedro Rojas

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INTRODUCCIÓN En el marco de la identidad institucional como Universidad Católica1 y del Estatuto propio 2 de la Universidad Católica de Salta, las asignaturas de formación integral3, se constituyen como un espacio de reflexión4 que pretende desarrollar un soporte científico filosófico-teológico5, a fin de proveer a los alumnos de las herramientas necesarias de percepción, conceptualización, reflexión, elaboración, desarrollo y producción de un pensamiento con lenguaje específico, crítico6, profundo, dinámico y creativo7en su ciencia y en su profesión sustentado en actitud reflexiva filosófico-teológica. Teniendo en cuenta que “nuestra fidelidad al Evangelio nos exige proclamar en todos los areópagos públicos y privados del mundo de hoy, y desde todas las instancias de la vida y misión de la Iglesia, la verdad sobre el ser humano y la dignidad de toda persona humana”8 El trayecto educativo de las asignaturas de formación integral, asume una concepción integral de la persona y condición humana como así también el actual acento en las dimensiones de interdisciplinariedad, multiperspectividad, transdisciplinariedad, transversalidad del conocimiento; y las herramientas que ofrece el abordaje desde la perspectiva del pensamiento complejo y de las inteligencias múltiples, a lo cual se suma el aporte actual de la reflexión desde la perspectiva de la inteligencia espiritual, esto es, desde el concepto de sentido y significado9 como ámbito integrador, global y holístico de la existencia humana. Inteligencia espiritual que en nuestra particular propuesta educativa se expresa en las coordenadas que nos ofrece el horizonte del descubrimiento, valoración y reconocimiento de la “experiencia religiosa” en general y del paradigma específico que ofrece la fe cristiana. Todo ello permite generar una especial sensibilidad para reconocer los horizontes de una “razón ampliada”10 y la “dimensión sapiencial”11 de la verdad descubierta y vivida; aspirando a la configuración de un tipo humano que sintetice en una sabiduría cultivada el aporte a la sociedad y a la cultura donde se inserta. Actitud sapiencial que se nutre de una atención despierta a la dinámica social y cultural imperante; dónde el núcleo sabio de la conciencia humana se activa en la confrontación con la realidad, y de modo especial a las realidades que exigen soluciones urgentes en referencia a la dignidad humana, a las condiciones adversas que condicionan el futuro de las personas y de las sociedades y la imperiosa

1 Ex CordeEcclesiae: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_constitutions/documents/hf_jp-ii_apc_15081990_ex-

corde-ecclesiae_sp.html cfr. C.E.A., Presencia de la Iglesia en la Universidad y en la Cultura Universitaria, 1996 cfr. Zabalsa Miguel A., La enseñanza universitaria, el escenario y sus protagonistas, narcea, Madrid, 2007 2 Estatuto: http://www.ucasal.net/seccion1.php?secc=institucional&secc1=111

3Artículo 20° del Estatuto, en el orden de la integración del saber, no solo como ilustración cultural o saber complementario,

sino como saber esencial y constituyente de la mente y el corazón del graduado en nuestra Universidad. LECTURA COMPLEMENTARIA 1:La formación integral y sus dimensiones 4Espacio activo, no enciclopédico. Encarnado en la ciencia específica, partiendo de ella como realidad interpelante y

regresando a ella con reflexión enriquecida; y no concebido como extrapolación sintética de formación profesionalmente filosófica o teológica. 5Con precisión conceptual y terminológica; con método y actividad según las áreas mencionadas; buscando la propuesta

integradora al comienzo, durante y proyectando una síntesis posterior. 6LECTURA 3: Pensamiento crítico

7LECTURA 4: Pensamiento creativo: 4.1 Pensamiento creativo, 4.2 Habilidades críticas y creativas

8D.A. 390

Cfr Compendio de la Doctrina Social N° 16 9cfr. Giussani Luigi, El sentido Religioso, Edic. Encuentro, 1987

cfr. López Quintás Alfonso, la cultura y el sentido de la vida, ppc, 1993 cfr. Giussani L., El rostro del hombre, Edic. Encuentro, 1996 cfr. Frankl Víctor E., El hombre en busca del sentido último, el análisis existencial y la conciencia espiritual del ser humano, Paidós, 8° reimpr., 2013 10

Decreto de Reforma de los Estudios eclesiásticos de Filosofía: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_20110128_dec-rif-filosofia_sp.html 11

Decreto de Reforma de los Estudios eclesiásticos de Filosofía: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_20110128_dec-rif-filosofia_sp.html

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atención que nos solicitan los dinámicos procesos humanos políticos-sociales-económicos-ecológicos en los que nos encontramos inmersos12. En nuestra identidad institucional la razón humana se concibe ampliada con la afirmación y las consecuencias inferidas del paradigma “Jesús, el Cristo” como configuración de un humanismo cristiano no solo teorizado sino tematizado y experimentado en el camino de la tradición de la Iglesia Católica específicamente. Este espacio se encuentra articulado tanto con los fundamentos y objetivos del Plan de Estudios de las Carreras, como integrado con sus respectivos actores, los docentes de las materias específicas en búsqueda de un auténtico diálogo fe y razón, fe y cultura, evangelio y vida. También se encuentran secuenciados los contenidos en un desarrollo progresivo con el resto de los espacios curriculares de reflexión filosófica, teológica, doctrina social de la Iglesia y ética; constituyendo un bloque formativo, que se sostiene en una opción por un eje esencialmente epistemológico, antropológico y praxis integradora, con una orientación clara a la producción de aportes sociales y culturales significativos. El aspecto práctico se propone desde una antropología filosófica-teológica liberadora

13 que expresa de modo claro

la más profunda identidad humana en acción en el contexto social; y el asumir la configuración vital que entiende y asume la Comunidad como ámbito de desarrollo integral, donde la libertad humana se despliega en contemplación del rostro del otro y la conciencia de su dignidad y el destino común que nos une a todos como Humanidad. Con ello se pretende que la intervención profesional del graduado de la UCASAL tenga posibilidad de un accionar profesional entendido como intervención en su ámbito, libre de toda inclinación a la imposición, cuidadosa en la orientación y dirección, y decididamente signada por la impronta del acompañamiento transformador de la vida humana; de modo especial inspirada en la intervención salvadora y liberadora de Dios en la Historia humana: la KÉNOSIS o encarnación como método y lenguaje verdadero.

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cfr. Juan Pablo II, Discurso a los participantes en el Congreso Mundial sobre la Pastoral de los Derecho Humanos, Roma 1998 cfr Compendio de la Doctrina Social N° 16 cfr. Declaración Crisis económica, opción por los pobres y cuidado de la creación. Por un desarrollo humano, integral y solidario, emitida por los miembros del departamento justicia y solidaridad del CELAM, febrero 2010 cfr. A.A.V.V., Ciencias, Filosofía y Teología, en búsqueda de una cosmovisión, 2004 cfr. Motto, Andrés Román M., Creer en Dios, ¿invención, costumbre o convicción?, S. Pablo, 2009 cfr. Peacocke Arthur, Los caminos de la ciencia hacia Dios, sal terrae, 2008 13

“Conocerán la verdad y la verdad los hará libres” Evangelio de San Juan 8,32 cfr. Ratzinger, ser cristiano en la era neopagana, Edic. Encuentro, 1994 cfr.Ladaria Luis F., Introducción a la Antropología Teológica, verbo divino, 1998

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PRÓLOGO

Estimado alumno, queremos, desde la Universidad Católica de Salta –Ucasal- y de modo específico desde el Vicerrectorado de Formación en su Escuela de Formación Fundamental en la Identidad Institucional, darte la bienvenida a éste camino que, desde ahora, realizaremos juntos. Así lo expresamos y representamos en el logo (ver en la tapa del MÓDULO) de nuestra página web: www.qvadis. com.ar, la que te invitamos a visitar. Acompañados por nuestros Profesores de las Asignaturas de Formación, años tras años ahondaremos juntos el misterio de la vida humana, de la dignidad del hombre, de la complejidad de la sociedad, de la riqueza de la cultura; también, el misterio de una vida útil, verdadera y realmente comprometida. Acompañados por nuestros Profesores de las Asignaturas de Formación, años tras años ahondaremos juntos el misterio de la vida humana, de la dignidad del hombre, de la complejidad de la sociedad, de la riqueza de la cultura; también, el misterio de una vida útil, verdadera y realmente comprometida. Aprovechando a pleno las posibilidades que se presentarán de aquí en adelante; en primer lugar, el hermoso tiempo de estudiantes, de la vida en la Comunidad Universitaria, del aprender a ser y vivir para los demás y con los demás. Luego, de las oportunidades que se abrirán habiendo realizado una formación profesional seria, adquiriendo ciencia y conciencia; no sólo para ser exitosos profesionalmente, sino para ser protagonistas de una historia humana donde se verifique la superación de la desigualdades, la victoria sobre las frustraciones de la sociedad en general y sobretodo donde podamos colaborar para el pleno desarrollo humano de todas las personas. Las Materias de Formación, como la que presentamos hoy a la cual denominamos: FILOSOFÍA, serán un espacio de encuentro, de aprendizaje, de expresión, de reflexión, de participación, de proposición de ideas, proyectos y de acción auténticamente universitarias; que partiendo del ámbito de estudio y de profesión elegido, ayudados por las herramientas que nos acerque la Filosofía podamos crecer, madurar y ejercer un pensamiento vivo, crítico, dinámico, creativo e innovador y audaz. La Vida universitaria se nutre de espíritus inquietos, de hombres y mujeres sensibles, de personas socialmente abiertas, de humanidad grande que superan cada día la estrechez mental, la cerrazón del corazón, todo tipo de prejuicio y de barreras, que se van liberando poco a poco de todo aquello que estanca, que achica la mente y el corazón. Esto es lo que representa el logo del ICARO de Matisse (ver en la tapa del MÓDULO) que hemos asumido como identificación de las energías humanas que brotan del corazón y que conviven cada día en esta casa de estudios.14 Nuestra Vida universitaria se nutre, también, del aporte de la larga experiencia de las Universidades Católicas en general y en particular de nuestros 50 años como Institución Católica de Educación Superior en Salta. La participación en la Vida universitaria tiene un comienzo, pero no termina nunca, pues a cada paso que el profesional graduado en nuestra Institución da le acompaña la maduración en el misterio de la Vida Humana que ha realizado desde el comienzo, es decir de la Sabiduría que lo constituye en lo

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Así se llama también el Salón ofrecido a los estudiantes al lado de la Confitería en el Campus de la Universidad en Castañares, Salta.

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profundo y que sustenta la Ciencia y la Profesión que con excelencia desarrolla. Les reiteramos, sean Bienvenidos, esta es su casa, estos son sus espacios, y juntos los compartiremos para siempre y por un mundo verdaderamente nuevo y auténticamente humano, como Dios lo pensó y creó y por el cual envió a su Hijo Jesucristo, derramando el Espíritu Santo para una humanidad nueva.

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INTRODUCCIÓN Antes de abordar los contenidos en nuestro camino es necesario que hablemos algo sobre el método de cursado a distancia de las materias de formación:

METODOLOGÍA En la plataforma de las Materias de Formación encontrarás: 1) Referencia a allí están todos los profesores que acompañan en las materias de formación, las

carreras que comparten el camino y un foro general donde podrás intercambiar opiniones, ideas, etc. tanto con los profesores como con los alumnos de otras carreras.

2) Y el contenido de la materia y los test de evaluación parcial, el contacto con el profesor, el foro específico de tu carrera y de la materia que estás cursando; además las consignas y requisitos para el trabajo final de a Evaluación etc.

NOTA: es importante recordar que el foro es en educación a distancia como el aula, para aprender es necesario entrar allí, interactuar, aportar. Allí te espera tu profesor y tus compañeros.

CONTENIDOS Te proponemos unos contenidos de reflexión que se encuentran distribuidos en:

Módulo: lo encontrarás en la plataforma específica de tu carrera y constituye el núcleo esencial del proceso enseñanza-aprendizaje, a continuación te presentaremos una guía de los contenidos para que puedas seguirlos fácilmente, será nuestra hoja de ruta.

Lecturas complementarias: también van a estar colgados en el portal específico; en general te las proponemos como material ilustrativo, ampliatorio de lo que vamos conversando en el trayecto, no por ello menos interesante, a veces, hasta más interesantes.

Materiales multimediales: por supuesto que los lenguajes y expresiones que te proponemos no son sólo textos sino también películas, videos, presentaciones varias que se te indicaremos a medida que avancemos. Como el punto anterior constituye material que amplía o expresa de otra forma los temas que vamos proponiendo. Están buenísimos.

CURSADO

El contenido del módulo se irá activando según períodos que te indicaremos, podrás acceder a él y reflexionando desde lo propuesto entrar al Foro específico y avanzar con tu aprendizajey que vos irás dosificando según tus tiempos e intensidad de estudio, con la guía permanente del Profesor.

El contenido estará distribuido en niveles los cuales pueden comprender mas de una unidad, y para avanzar al nivel siguiente será necesario superar las evaluaciones que se proponen, de lo contrario no se habilita el siguiente nivel.

El contenido de lecturas complementarias o de multimedia puede aparecer como parte de esas evaluaciones

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Para obtener la REGULARIDAD DE LA MATERIA Se deben cumplir los siguientes 3 requisitos:

1. Haber llegado al último nivel de los contenidos, superando los test de evaluación que se propongan. Dichos test se podrán realizar hasta en 4 intentos por nivel. Si se aprueba se pasa al otro nivel automáticamente. Si no se aprueba en alguno de los 4 intentos correspondientes a ese nivel, queda libre en la materia –cabe destacar que cada intento posterior al primero funciona como una recuperación de parcial, es decir 3 oportunidades más- Recordamos que el profesor estará disponible para toda consulta sobre la evaluación antes de agotar los 4 intentos.

2- Se evaluará la presencia y participación en el Foro de las materias y especialmente tus aportes

más creativos.

3- Deberás presentar, en tiempo y forma que te serán indicadas, un trabajo final de reflexión propia, que aborde algún tema de tu opción profesional con las herramientas que vayas incorporando durante el cursado. Dicho trabajo no debe superar las 3 páginas ni podrá ser inferior a 3 páginas de producción propia.

Para APROBAR LA MATERIA 1. Habiendo acreditado la regularidad podrás promocionar la materia si en el trabajo final tenés nota final 8 o más; con lo cual no rendirás examen final. Seguramente para el caso el Profesor considerará toda tu participación y aporte en los foros para la calificación.

2. Para registrar la calificación final en caso de promocionar deberás anotarte como todo alumno para

examen final, entonces se acreditará y registrará la nota referida.

3. Si en el trabajo final tenés nota final menos de 8, rendirás examen final con el sistema que te indicaremos.

4. En tal caso deberás anotarte para examen final como todo alumno.

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COMENZAMOS NUESTRO CAMINAR

Queremos comenzar nuestro caminar juntos proponiéndote a modo de preparación un breve ejercicio de reflexión sobre la condición humana en general y que nos ayudará a bucear en nuestra propia condición personal, te proponemos que este link para leer las cartas que preparadas para jóvenes universitarios como vos han sido redactadas; y de modo especial, el segundo link que nos hará reflexionar mucho, con gusto y juntos. Sería bueno que pudieras leer todas las cartas, de a poco, una por una, de a ratos quizás, ahí vamos…….

Cartas a un espíritu inquieto (un texto que todo joven universitario debiera leer: http://www.elsentidobuscaalhombre.com/v_portal/apartados/pl_listado.asp?te=397

El hombre como pregunta: http://www.elsentidobuscaalhombre.com/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=1152&te=397&idage=2031&vap=0

También, hemos colgado un texto muy interesante que nos puede aportar mucho, búscalo en la sección de anexos y lecturas complementarias: La pregunta que no cesa: AA.VV., El hombre, editorial verbo divino, cap. I: pg. 10 a 26.

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UNIDAD I

APORTE DEL HELENISMO AL DESARROLLO DEL SABER CIENTIFICO

I.1. CARACTERIZACIÓN GENERAL

Se conoce con el nombre de “Helenismo” al período histórico que sigue a la muerte de Aristóteles y que coincide con la expansión imperial de Alejandro Magno. Es unánime asignarle dos acontecimientos terminales: ya la famosa batalla de Hercopetra, ya la conquista de Alejandría por Octavio Augusto, después de su gran victoria de Actio. La expresión “helenismo” ha sido acuñada por Droyssen. En sentido estricto designa el proceso histórico de profunda transformación que convulsiona al mundo antiguo. Recorre, efectivamente, la “polis” griega una voluntad revolucionaria que hace tambalear los pilares del régimen social, del sistema político, del conjunto de ideas y de costumbres que caracterizaban su desenvolvimiento histórico. Ese fenómeno ocurre cuando se instaura el “Imperio Alejandrino”; como consecuencia del choque violento y frontal entre dos mundos conceptuales distintos: el helenismo, centrado insobornablemente en la vida de la “polis”; el macedónico, abierto hacia una concepción imperial. La gigantesca realización político-cultural que promueve Alejandro Magno, con sus heroicas conquistas militares, pivota sobre tres importantes puntos de apoyo:

a) La formación de monarquías independientes con dominio político sobre bastas regiones geográficas. La misma Grecia se incorpora, como simple provincia, a uno de esos reinos.

b) La ampliación del horizonte geográfico con la conquista de casi todo el Medio Oriente.

c) La implantación de un sistema de vida establecido sobre dos ideas totalmente nuevas: el ecumenismo y el cosmopolitismo.

Atenas cae también vencida bajo la espada imperial de Alejandro Magno y posteriormente de Roma. Sin embargo ocurre un fenómeno curioso: vencida en la guerra triunfa en el pensamiento y en la cultura. Todos los centros hegemónicos que le suceden llevan la impronta de su recia espiritualidad. Eso ocurre con Alejandría, con Pérgamo, con Laodicea, con Antioquía, con Tarso, con Éfeso y finalmente, con Roma. Esta línea de influencia es tan poderosa que llega a España por las aguas del Mediterráneo e invade Oriente por la ruta de Persia. Cuando el poderoso dominio imperial de Roma toma la ruta de su decadencia hace su aparición el Cristianismo. Este hecho provoca un acontecimiento singular: la coexistencia, en tiempo y en espacio, de dos vigorosas fuerzas espirituales. Por un lado está la Revelación Cristiana, por otro lado se ubica la Cultura Helenística. Esta convivencia plantea, naturalmente, un sistema de interrelaciones que sigue un doble camino: de un lado, un movimiento de helenización del cristianismo; de otra parte, un proceso de cristianización del helenismo.

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A esta luz, integran el Helenismo tres grandes corrientes, que son:

a) Corriente helenístico-alejandrina b) Corriente helenístico-romana c) Corriente helenístico-cristiana.

EDAD ANTIGUA

I.2. DESARROLLO INTELECTUAL DE ATENAS

Atenas mantiene una firme hegemonía científico-filosófica a pesar de su derrota política. Sus principales centros intelectuales son: a) La Academia: esta escuela, fundada por Platón, mantiene su impulso inicial

tanto bajo la dirección de Espeusipo, cuanto de Jenócrates. Este recio pensador provenía de Calcedonia y rigió la Academia durante veinticinco años. Posteriormente decae en su rigor científico y en su dedicación a la investigación.

b) El Liceo: esta obra de Aristóteles conserva su fuerza y su prestigio bajo la dirección de Teofrasto. Cuenta con el apoyo desinteresado de Demetrio de Falerón. Le confieren nuevo impulso Estratón y Lycón de Proas con una especial dedicación al estudio de la lógica, la Metafísica, la Moral, la Política, la Psicología y la Física. Con Aristóxeno cae en el Materialismo. Sufre grandes ataques por razones políticas hasta su definitiva clausura.

c) La Escuela del Jardín: ha sido fundada por Epicuro, natural de Samos. Ella

difunde la corriente doctrinaria que se conoce con el nombre de Epicureísmo. Este gran movimiento pone su fuerza en el estudio de la Ética y centra la moral en la felicidad de la vida presente.

d) La Escuela del Pórtico: ha sido fundada por Zenón de Kitiön. Su enseñanza

forma un amplio y vasto movimiento intelectual, que se conoce con el nombre de Estoicismo. Su punto de apoyo está en una concepción ética que parte del Cinismo. Su desenvolvimiento histórico y conceptual atraviesa tres etapas:

1) Estoicismo primitivo 2) Estoicismo medio 3) Estoicismo nuevo.

El “Estoicismo primitivo” adquiere fama por una polémica muy difundida contra los Académicos. Tiene como figura relevante a Crisipo, llamado “Segundo fundador de la Stoa”. Pone su eje doctrinario en la virtud y un especial concepto de lo natural. En materia teológica cae en el “inmanentismo”. El Estoicismo Medio deriva, con Panesio y Posidonio, al eclecticismo. e) Escepticismo: renueva la gran corriente de pensamiento que caracteriza a la

sofística y que niega la certeza del conocimiento humano. En el siglo III reaparece en Atenas con tanta fuerza que se impone como una dirección del espíritu. Sus modalidades son:

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a) Escepticismo antiguo: se lo llama también Escepticismo radical, absoluto o simplemente, Pirronismo. Lo origina Pirrón de Elis. Sostiene como eje doctrinario la negación de un criterio de verdad y resucita el viejo recurso de los llamados “errores de los sentidos”.

b) Segunda Academia: tiene como fundador a Arcesilao. Vuelve por los fueros de un escepticismo probabilista, fundado en la opinión.

c) Tercera Academia: la funda Carmeades. Contra los estoicos niega ya la teoría del consentimiento universal, y la providencia divina.

d) Cuarta Academia: es menos famosa que las anteriores. La integran Metrodoro, Filón de Larisa y Antíoco de Ascalón. Su propósito es resucitar el auténtico platonismo. Sin embargo cae en una versión ecléctica casi grosera y sin elevación intelectual.

e) Eclecticismo: surge como una actitud de compromiso frente a las controversias entre los académicos y los estoicos. Carece de relevancia a pesar de su postura conciliatoria.

f) Cinismo: clausura históricamente la vida intelectual de Atenas. No tiene gran altura doctrinaria. Prefiere el aspecto literario al movimiento de las ideas. Se remonta a Diógenes de Sínope, de quien toma la idea de la virtud como principio de liberación del alma. Sin embargo cae en el hedonismo. Bión de Barístenes adquiere numerosos discípulos que prolongan el Cinismo, hasta muy entrado el siglo I de la era cristiana.

I.3. DESARROLLO INTELECTUAL DE ALEJANDRÍA

Alejandría ha sido fundada probablemente por Alejandro Magno, casi en la desembocadura del caudaloso Nilo. Le toca en suerte a Tolomeo Soster cuando, muerto Alejandro, se produce la fragmentación de su poderoso imperio. Tolomeo funda el “Museo” al lado del palacio real. Tenía, este, como función primordial la enseñanza de modo que se erige en un bastión de la cultura egipcia y de la ciencia. El “Museo” es enriquecido con la “Biblioteca”. Esta institución llega a ser la más fabulosa de la antigüedad y de los primeros siglos de la Edad Media. La incendian los bárbaros hacia el siglo IV. En la cultura alejandrina sobresalen dos orientaciones principales:

a) el cultivo de las matemáticas; b) la preferencia por las Ciencias Naturales, probablemente inspirada por

Demetrio Falerón, que brillaba en el Liceo. En Geometría han descollado dos grandes personalidades:

a) Euclides: autor de los “Elementos”, la obra más famosa y refutada de su tiempo;

b) Arquímedes de Siracusa, célebre por su frase: “Dadme un punto de apoyo y yo removeré la tierra”.

En Geografía domina la personalidad de Erastóstenes de Cirene, bibliotecario del Museo. En Astronomía adquiere renombre Aristarco de Samos, metafóricamente llamado por los historiadores el “Copérnico de la antigüedad”. En Medicina triunfa el genio de Herófilo de Calcedonia, consumado anatomista y fisiólogo.

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El Arte se inmortaliza con el famoso conjunto del Laoconte. Los estudios bíblicos culminan con la legendaria “Versión de los Setenta”, entendida por muchos escrituristas como superior a “La Vulgata” de San Jerónimo. Un signo de cansancio del empuje intelectual es un brote escéptico, que señala el atardecer de la cultura alejandrina. Tiene poca duración pero produce un impacto profundo. Su primero y más famoso representante es Enesidemo de Cnosos. Su contribución al saber forma tres legados capitales:

a) Su célebre obra titulada “Discursos Pirrónicos”; b) Su replanteo y reformulación del “Escepticismo Absoluto o Radical”; c) La formulación de “diez tropos”, frutos de su genio y de su originalidad.

Le sigue en importancia y fama un ingenioso pensador llamado Agripa. Este perfecciona la lista de tropos, legada por Enesidemo, con cinco más y la convierte en argumentación clásica de todas las tendencias escépticas que conoce la historia posterior del conocimiento humano. Esos principales “tropos” o “argumentos” son:

a) La disparidad de opiniones entre los hombres; b) El recurso dialéctico a un “proceso llevado al infinito”; c) La idea de una relatividad universal; d) La hipótesis o petición de principio, que consiste en suponer lo que se debe

proba; e) El “argumento del dialelo” o “círculo vicioso”, cuya entraña consiste en la

negación de un criterio de verdad. La personalidad más relevante del escepticismo tardío es Sexeto Empírico. Sus principales obras son: “Esbozos Pirrónicos”, “Contra los Académicos”, “Contra los Dogmáticos”. El pensamiento filosófico de Sexeto Empírico revela un matiz fenomenista. Se suele citar como documento decisivo aquel pasaje que dice: “Nuestro escepticismo consiste en distinguir las esencias de los fenómenos. Aquéllas no son conocidas, pero quienes digan que a éstos no los conocemos no nos entienden”.

I.4. EL APORTE DE ROMA AL DESARROLLO DEL SABER

Roma inaugura su historia cultural con una abierta y explícita oposición a la filosofía. Existía un criterio bastante extendido de que las doctrinas filosóficas no eran convenientes para la educación de la juventud. Roma tendía a privilegiar el afianzamiento de un sentido práctico y ejecutivo en desmedro de la tendencia contemplativa y desinteresada del saber. Sin embargo, la historia cultural de Roma recuerda nombres de ilustres pensadores que han enriquecido tanto la vida republicana como la imperial. Esos principales hitos son: a) El eclecticismo: esta tendencia conciliadora parece haber sido la primera modalidad filosófica del pensamiento romano. La representan dos personalidades descollantes del mundo romano, como Marco Terencio Varrón y Marco Tulio Cicerón. Cicerón ha brillado principalmente por su elocuencia. Sus famosas “Catilinarias” perfectamente se pueden parangonar con las célebres “Filípicas” de Demóstenes, el genio de la oratoria griega. A Cicerón le toca denunciar, ante el Senado la

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conspiración de Catilina contra la estabilidad institucional de la república. b) El Estoicismo: esta moda del pensamiento ateniense, que aparece en su momento de mayor decadencia intelectual, invade la mentalidad dirigente de la Roma de los Césares. En esa línea se ubica Lucio Anneo Séneca, prestigioso personaje de la corte de Nerón, que con orgullo ostenta su origen cordobés. Otros importantes y conocidos representantes son Epíteto de Hierópolis, esclavo liberto, y el propio Emperador Marco Aurelio, sucesor de Trajano.

I.5. POSTRIMERÍAS DEL HELENISMO

Los siglos finales del helenismo se caracterizan por una suerte de atmósfera, colectiva de desaliento espiritual y de confusión de ideas. Esa situación de gran escepticismo, frente al destino histórico del Imperio, se extiende desde un siglo antes del nacimiento de Cristo hasta los dos primeros siglos de la era cristiana. El mundo romano vive como una sensación de agotamiento en el que curiosamente entrecruzan sus líneas el Eclecticismo y el Escepticismo. Estas dos funestas enfermedades del espíritu y de la razón han desplazado el eje de gravedad de la vida y la cultura de Roma hacia lo irracional, lo emotivo, la práctica y la acción. Con ello, los grandes temas teóricos han quedado marginados y la preocupación se ha centrado en la Moral y en la Religión. Desde un punto de vista antropológico se asiste a un profundo cambio de la personalidad. El hombre vive como desorientado y preso de un sentimiento convulsivo de insatisfacción, de inseguridad y de ansiedad. Busca afanosamente nuevos ideales de salvación y nuevos centros de equilibrio. Estos parámetros psicológicos, que diagraman la nueva humanidad que se insinúa, orientan las expectativas hacia dos curiosas modalidades de la vida irracional:

a) la espontánea aceptación del ocultismo y de toda clase de fuerzas mágicas;

b) el retorno a la práctica de ritos paganos de origen mitológico; c) la creciente expectativa por el cumplimiento de un plan mesiánico de

salvación individual y colectivo; d) la consideración acerca de la superioridad de la Biblia con relación a las

doctrinas filosóficas y a las conclusiones científicas. En este marco concreto los judíos alejandrinos lanzan la propuesta de una conciliación del Platonismo con la Revelación Mesiánica. Tal sincretismo doctrinario constituye la médula del pensamiento filosófico de Filón de Alejandría. Era Filón de Alejandría la mentalidad más preclara de su tiempo y el talento más firme del neoplatonismo judaico. No representa un genio sistemático a lo Platón o Aristóteles. Su pensamiento se nutre de elementos heterogéneos que provienen de Platón, de Aristóteles, de los estoicos, de los pitagóricos, del profetismo bíblico, del Salterio, etc... Carece de ingenio y de talento para reducir todo ese aporte aluvional a la unidad de un sistema de pensamiento. Con todo, su influencia ha sido enorme y duradera, a tal punto que todo el Neoplatonismo posterior, ha dependido de su escala jerárquica ascendente y descendente de seres. Otro movimiento que retoma los hilos de esa sensación de abatimiento es el intento de restauración del viejo pitagorismo. En esa línea se mueve Apolonio de Capadocia, fundador del Neo-pitagorismo.

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En sentido estricto el fervor pitagórico es solamente una cortina de humo. En el fondo se trataba de la conformación del “Neo-platonismo”, el movimiento intelectual más representativo y original del ocaso de la cultura helenística. Su gran motor es Plutarco, proveniente de Queronea y hombre de confianza de Trajano. Su doctrina reviste una fuerte inclinación moral. Da cuenta de ello el mismo título de una de sus obras “Moralia”. Pasa a la inmortalidad, como pensador y escritor, por su famosísima obra “Vidas Paralelas”.

I.6. EL NEO-PLATONISMO

Se llama Neo-platonismo a la corriente de pensamiento más relevante de las postrimerías del helenismo. En Alejandría se manifiesta hacia mediados del siglo III. En poco tiempo gana grandes espacios geográficos que recorren la línea de Atenas, de Roma, de Antioquía y de Pérgamo. Pretende ser una restauración de Platón, pero desde la perspectiva indirecta de Filón de Alejandría. Es frecuente señalar como iniciador del Neo-platonismo a Ammonio Sakkas, discípulo predilecto de Potamón. Sin embargo, el verdadero genio de la escuela de Plotino, natural de Lycópolis, ciudad de Egipto, y justamente discípulo de Ammonio. La obra cumbre de Plotino lleva el título de “Enneadas”. La forma un conjunto de seis lecciones con nueve tratados cada una. En sus páginas condensa la enseñanza oral a sus numerosos discípulos. A los cincuenta años de edad dicta esas lecciones, porque una ceguera prematura y progresiva le impedía escribir de puño y letra. El Plotinismo representa, en su contenido doctrinario, el último intento pagano de explicación racional del universo. Plotino se muestra, en todo momento, como un hombre de gran erudición. Conoce y domina la tradición filosófica anterior a él y la ciencia contemporánea. Supera a Filón de Alejandría en vuelo especulativo y en capacidad de síntesis. Toma de él, como punto de partida de su sistema de pensamiento, el esquema jerárquico de seres. Pero, sin la luz de la Revelación, camino por el filo del cuchillo de una procesión emanatista, desde el Uno, que arrastra su doctrina hacia un “panteísmo dinamista”, al decir de Zeller, o de un “panteísmo emanatista”, como prefieren llamarla casi todos los historiadores de la filosofía. Plotino rectifica a Platón cuando antepone el “Uno” a las “Ideas”. Esta es, en efecto, la primera “hipótesis árquica” que existe. De ella proceden, por emanación, tanto las “hipótesis intermedias” cuanto los seres singulares que forman los grados más bajos de la escala ontológica. El desarrollo dialéctico de su doctrina contempla los siguientes módulos:

a) El Uno: es la suprema realidad que existe y el “primum cognitum” a la vez. Este conocimiento contemplativo del Uno fecunda a la inteligencia de modo que le permite conocer hasta los seres singulares. Esta afirmación es precursora del Ontologismo, de Nicolás Malebranche, en la Filosofía Moderna.

b) Inteligencia Cósmica: constituye la segunda hipóstasis árquica. Emana del Uno. Su forma de conocer es la contemplación, vale decir, ese modo directo de visión que desplaza a las “especies” del conocimiento discursivo. Las ideas flotan en la “Inteligencia Cósmica”. El conjunto de todas ellas forma el “cosmos noetris” de Platón. Cada idea es como el modelo, el

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proyecto o el “arquetipo inteligible” de las cosas que existen. c) Alma Universal: es la tercera “hipóstasis árquica”. Forma el “mundo

inteligible”. Debajo de ella se ubica el mundo sensible, en el que reina la singularidad.

Expansión del Neo-platonismo

La doctrina de Plotino ha tenido una repercusión profunda y duradera en el pensamiento posterior a él, ya pagano, ya cristiano. Esa influencia se alarga hasta el siglo XIII. Entre los más eminentes seguidores figuran:

a) Porfirio: serio pensador, autor de “Isagoge”, que ha tenido una preponderante influencia en los primeros escolásticos.

b) Jámblico, en Siria. c) Máximo de Éfeso, en Pérgamo. d) Proclo, en Atenas. e) Cayo Mario Victorino, en Roma. f) Macrobio, en Occidente. g) Calcidio, también en Roma. h) Maulio Severino Boecio, célebre por sus definiciones y autor de “La

consolación de la Filosofía”, escrita en la cárcel. Junto con Marciano Capela se ubica como a caballo de dos mundos: el de la Edad Antigua y el de la Edad Media.

ACTIVIDAD OBLIGATORIA Nº 1

1) Elabore un cuadro sinóptico general con los aportes del helenismo.

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UNIDAD II

LA EDAD MEDIA

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II. 1. PRESENTACIÓN GENERAL DE LA EDAD MEDIA

Consideraciones preliminares

El espíritu científico, que empieza a abrirse paso desde Tales, no detiene su marcha, algunas veces vacilante, otras veces triunfal, durante ese largo lapso de tiempo, que se conoce con la denominación de “Edad Media”. La expresión, como agudamente señala Guillermo Fraile en su enjundiosa “Historia de la Filosofía”, es poco feliz, porque de suyo no significa nada. Lo único que anuncia es que se trata de una etapa de tiempo intermedia entre otras dos, llamadas “Edad Antigua” y “Edad Moderna”. La denominación resulta de un convencionalismo consagrado por los historiadores europeos, que se han encargado de escribir y de dividir la historia “desde lo Europeo”, para imponerla al mundo entero.

II.2. CRONOLOGÍA GENERAL DE LA EDAD MEDIA

Es convencionalismo generalizado extender la Edad Media desde el siglo V hasta el siglo XV. Algunos con mucha lógica y con plena razón han aconsejado iniciarla en el siglo I, comienzo de la “era cristiana”. Sin embargo, se ha impuesto el convencionalismo europeo y se coloca el arranque de la Edad Media con la “Caída del Imperio Romano de Occidente”. Este acontecimiento “histórico-político” acaece hacia la parte final del siglo V. El Emperador Teodosio ya había presentido ese derrumbe en el año 379, cuando ocupaba la Catedral de Pedro el Papa San Dámaso, ubicado en el número 37 de la sucesión apostólica. Así, como forma de apuntalamiento de la carcomida arquitectura del Imperio, Teodocio la divide en dos grandes ramas. A una de ellas llama “Imperio Romano de Occidente” y a la otra “Imperio Romano de Oriente”. Al frente del primero pone a su hijo Honorio y al segundo, lo ata a la mano de su hijo Arcadio. Uno y otro tienen suerte distinta. El segundo se derrumba en el siglo XV, bajo la acción de los moros. El primero cae a menos de un siglo, en el año 476, bajo el filo de la espada de un “Bárbaro”, llamado Odoacro, que era Rey de los Hérulos y por cuyas venas circulaba la sangre de un ministro que supo tener Atila, posiblemente el más grande de los enemigos de Roma. Odoacro vence a las legiones romanas, otrora invencibles, abre las puertas de la ciudad eterna y depone a Rómulo Augustulo, cuando se cumplían 506 años de vida imperial. En realidad Teodosio se había equivocado al pensar que el mal del Imperio pasaba por su extensión geográfica. La causa verdadera del debilitamiento de la latinidad imperial era la corrupción de la “virtus romana”, ese eje de nobleza, de dignidad, de grandeza y de aspiraciones ecuménicas que sostenían la corona imperial. El espíritu latino, de aliento universal, había sido invadido por el peculado, por la lujuria, por el apetito de enriquecimiento fácil, por la pérdida de la autoridad real, del sentido ético de la vida y la responsabilidad ciudadana. Con esas armas Roma no ha podido contener la furia y el empuje de los Bárbaros. Odoacro ha sido, en ese entorno de decadencia, la mano de la historia que se ha encargado de abrir las puertas del mundo geográfico de occidente. En breve tiempo ese espacio geográfico ha sido poblado y dividido por centenares de grupos humanos,

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que bajo la denominación genérica de Bárbaros merodeaban los límites imperiales. La Edad Media termina, convencionalmente, en el siglo XV. Son tres los hechos que pueden considerarse como terminales: Primero: “El descubrimiento de América”, por Cristóbal Colón; Segundo: “La Caída de Constantinopla en poder de los Turcos”, o la “Caída del Imperio Romano de Oriente”; Tercero: “El Renacimiento Común Europeo”. Una vez más Europa asume el liderazgo de la historia y generaliza la variable del “Renacimiento común europeo”, aun frente al “Encuentro de Culturas” o al “Diálogo de Civilizaciones”, que implica el “Descubrimiento de América” en 1492.

Cronología interna de la Edad Media

Es criterio prácticamente unánime dividir a la Edad Media en cuatro etapas sucesivas. Esto tiene importancia para la sistematicidad y facilitación de su estudio. Sin embargo, desde el punto de vista del desarrollo genérico del espíritu científico, existen como mojones que dan fundamento a esa división. Las etapas internas son: Primera: desde el siglo V al siglo IX. Los acontecimientos representativos que la caracterizan son:

1) La presencia de los Bárbaros en el suelo occidental. Por esa razón los historiadores la han llamado “la noche medieval”.

2) La fundación del Monacato por San Benito. 3) La consolidación de la “Cultura Occidental-Cristiana”. 4) El “Plan de Conversión” de los Bárbaros de Gregorio Magno. 5) La restauración de la enseñanza. 6) La fundación del "Imperio Carolingio”. 7) El “Renacimiento Carolingio”. 8) La aparición de la “Filosofía Medieval”, supuestamente, la “Filosofía

Escolástica”. Segunda: desde el siglo IX al siglo XIII. Le confieren relieve los siguientes acaecimientos:

1) La decadencia intelectual del siglo 10, llamada por el Cardenal Pironio: “Siglo de Plomo”, o también “siglo de Hierro”.

2) "La Reforma Gregoriana”, como efecto de un entredicho entre Gregorio VII y el Emperador Enrique IV. Ese hecho se llama “Controversia de las Investiduras”, o también “Diástasis entre Reino y Sacerdocio”.

3) Replanteo científico de la Teología con San Anselmo de Canterbury. 4) Supuesta aparición de la “Filosofía Escolástica”.

Tercera: desde el siglo 13 hasta el siglo 14. Su nota más descollante, en la línea del saber, es la culminación de la “Filosofía Escolástica” y los movimientos de ideas de los árabes y de los judíos.

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Los principales movimientos intelectuales que ocurren son:

a) La “Corriente Franciscana”. b) La “Corriente Dominica”. c) El “Tomismo” o “Filosofía Aristotélica-Escolástica”. d) La “Corriente del Vulismo”. e) La “Corriente del Tradicionalismo Científico”. f) La “Corriente del Averroísmo Latino”. g) la “Corriente del Scotismo.

El marco de referencia estaba conformado por tres antecedentes notables:

a) El descubrimiento de Aristóteles. b) La fundación de Universidades. c) La constitución de las “Ordenes Mendicantes” de los “Dominicos” o “Padres

Predicadores” y de los Franciscanos. Cuarta: desde el siglo XIV hasta el siglo XV. Su gran nota distintiva es el “Nominalismo”, llamado también “Terminismo” u “Occamismo”.

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ACTIVIDAD Nº 2

1) Elija uno de los hechos sobresalientes de cada etapa de la Edad Media y

explíquelo. 2) Elija uno de los hechos considerados como terminales de la Edad Media y

explique su incidencia.

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II.3. LA REVELACIÓN CRISTIANA

II.3.1. Su Importancia

La Revelación Cristiana constituye, desde un punto de vista universal y de las grandes manifestaciones del espíritu, el hecho más descollante durante la Edad Media. Muchos grandes estudiosos e investigadores lo han entendido en esos términos cuando han aconsejado poner en el nacimiento de Cristo el acontecimiento terminal de la Edad Antigua y prologal de la Edad Media. No hay, pues, ninguna duda de que el nacimiento de Dios en la tierra posee mayor

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grandiosidad que la “Caída del Imperio Romano de Occidente”. Entre un acontecimiento y otro las diferencias son verdaderamente abismales, por la simple dignidad de naturaleza y de personas en juego. De toda forma, la Revelación se ha constituido en una nueva fuente de información y de conocimiento para el hombre. De manera análoga a como el sistema informativo de los sentidos ha podido producir el despegue de la inteligencia, para generar el “modo de saber vulgar” y para descubrir la puerta de ingreso del santuario del saber científico, la Revelación ha traído el extraordinario enriquecimiento de un conjunto de verdades nuevas y trascendentes que escapaban a las condiciones naturales del saber. Según la enseñanza de Aristóteles, el convencimiento de la Filosofía Escolástica y la fórmula empleada por el Empirismo de John Locke, no existe ningún conocimiento en el hombre, por elevado y abstracto que sea, que no tenga su punto de partida en la sensación. Esto significa que los sentidos constituyen el venero natural de información del hombre. Dios, por pura gratuidad ha querido enriquecerlo con una fuente nueva y de proyección insospechable: la Revelación. Ella aporta a la inteligencia verdades inefables, noticias superiores, en otras palabras, un caudal de información que la enriquece, que la perfecciona aún más y que acrecienta el universo de su saber.

II.3.2. Naturaleza de la Revelación

La palabra “revelación” en su significado común expresa la develación de un secreto. En su sentido técnico significa la “inspiración por la cual Dios transmite, al hombre, sus verdades y le da a conocer su voluntad”. En este sentido la Revelación es el anuncio que Dios dirige al hombre para enseñarle verdades que desconoce y que no las hubiera podido adquirir por otro camino. Ella contiene un mensaje divino que abre perspectivas de realización humana. La respuesta del hombre a la Revelación se llama Fe. Esta no comporta, de suyo, un acto de evidencia acerca del anuncio revelado, sino una actitud de aceptación del testimonio divino. Precisamente radica en ese carácter específico uno de los puntos de distinción de la Fe con la razón. Una y otra comportan actitudes distintas en el hombre, pero la fuerza o el eje de la Fe juega en la aceptación, mientras la fuerza o el eje de la razón pasa por la demostración.

II.3.3. Alcance de la Revelación

Uno de los aspectos de la revelación consiste en establecer un sistema de relación de Dios con el hombre. En ese sentido ella es fundamento de la religión revelada. La palabra “religión”, en su acepción nominal, significa “relación” o “religación”. Técnicamente expresa la relación de Dios con el hombre, vale decir, un sistema de intercomunicación mediante el cual el hombre conserva y practica su vecindad con Dios, bajo la forma de un conjunto de obligaciones y de derechos que Dios ha concedido a la persona humana. Fenomenológicamente la relación del hombre con Dios puede ser planteada de dos maneras: Primera: desde el hombre y por iniciativa suya. En cualquier instante del curso de su historia personal el hombre puede plantearse el interrogante acerca de la

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existencia de un ser, persona o realidad, que sea distinto, igual o superior a él. En este cuestionamiento, espontáneo o no está ya planteada una instancia religiosa. De hecho esta iniciativa del hombre se ha dado en la historia de la humanidad. Según testimonios documentales todos los pueblos han tenido expresiones religiosas. Ellas forman el acervo de las “religiones naturales”. Estas han surgido como epifenómenos del proceso cultural, se han expresado en costumbres colectivas y son representativas de la espiritualidad humana en sus distintos tiempos. Segunda: desde Dios y por iniciativa suya. Nada existe que haga imposible la comunicación de Dios al hombre. Está en sus altos designios que pueda dirigir al hombre su mensaje, que le pueda comunicar sus verdades y que le pueda indicar un camino inédito de realización. De hecho esta iniciativa de Dios se ha dado y se cumple de distintas maneras. Ella funda, lógicamente, un sistema de relación distinto al anterior, porque no nace del proceso cultural que el hombre atesora en el tiempo y en el mundo, sino de una intervención extraordinaria de Dios, quien ha resuelto cruzarse en el itinerario histórico que recorre la humanidad. Esta relación que nace de la iniciativa divina constituye la Religión Revelada o, como también se llama, la Religión Sobrenatural. Es obvio que esta versión religiosa no sea igual que la primera, ya simplemente por la dignidad de su origen. Tal jerarquía se duplica cuando se considera que toda ella no es otra cosa que el “Plan de Salvación” o de realización definitiva del hombre, concebido y propuesto por el mismo Dios. Esta religión que no nace de la cultura se suma a ella, la acompaña y la asimila. Tal es, precisamente, la gran tarea de la “pastoral católica”: la iluminación del individuo, de la sociedad, de las costumbres y de la ciencia.

II.3.4. Formas de Revelación

En estricta verdad la Revelación no tiene su origen en la Edad Media. La palabra de Dios acompaña al hombre desde su origen, pero reviste modos diferentes. A esta luz es propio hablar de dos revelaciones: Primera Revelación: Esta forma el Antiguo Testamento. Ha sido confiada al pueblo judío y su contenido tiene el carácter de un Anuncio Mesiánico. Esta Revelación acompaña las manifestaciones del modo de saber vulgar y es, en tiempo, anterior al modo de saber mítico y al nacimiento y desarrollo de la ciencia. Se ha conservado como patrimonio exclusivo del pueblo judío. La interpretaban como una “alianza”, entre Dios e Israel, que contenía la promesa de un gobierno universal. Los encargados de esta Revelación eran los “Profetas”, personas suscitadas por Dios para representarlo, para recibir sus anuncios, ya por vía de inspiración, ya por visiones, para comunicarlo al pueblo y para velar por su cumplimiento. Actuaban como investidos de autoridad divina. Por esta circunstancia, además de su contenido, esta Primera Revelación suele ser llamada también “Revelación Profética”, o simplemente “Profetismo”.

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Segunda Revelación: Está contenida en el “Nuevo Testamento”. Forman su contenido la “Predicación de Cristo” y la “Predicación Apostólica”. Se presenta como el cumplimiento de la “Revelación Mesiánica”. Posee el sentido de un “Mensaje Escatológico” cuyo cumplimiento depende del “Plan de Salvación”. El encargado de esta segunda Revelación es la propia “persona del Mesías”, llamada Cristo. Por esa razón se la conoce con el nombre de “Cristianismo”. Su alcance es universal y posee el sentido de una “Nueva Alianza”, pero celebrada entre Dios y la humanidad. Esta Revelación, que se la tiene que entender como oficial, se prolonga con la “Predicación apostólica”. Ambos “Testamentos” han sido confiados al “Magisterio de la Iglesia”. Contienen un conjunto de verdades, explícitamente reveladas, que conforman el “Depósito de la Fe”. A ellas “difícilmente hubiera podido acceder el hombre”, como enseña Mons. Octavio Nicolás Derisi, con un lujoso arsenal de consideraciones y de análisis antropológicos.

ACTIVIDAD Nº 3

1) Explique con sus propias palabras la importancia de la Revelación Cristiana. 2) Relacione los conceptos de Revelación y Fe. 3) ¿Cuál es el alcance de la comunicación Dios-hombre? 4) Describa las formas de Revelación.

II.4. INTEGRACIÓN TOTAL DE LA RACIONALIDAD HUMANA

El desarrollo del saber, en la Edad Media, plantea la necesidad y la urgencia de una revisión del legado aristotélico de integración de la racionalidad natural del hombre. Ninguno de los pensadores griegos ha tenido acceso al riquísimo tesoro de la Revelación Divina. Por razón de ello el Estagirita se ha limitado a ofrecer una integración del saber ajustada a la dimensión natural del conocimiento humano. Pero, la Edad Media y los pensadores que siguen a la presencia de Cristo en la historia tienen ya como entre las manos el incunable acervo de la Revelación. Para ellos cambiaba substancialmente el panorama del saber humano. La inteligencia entraba a poseer dos fuentes informativas: los sentidos y la Revelación. Una y otra aportaban noticias y verdades, de origen distinto, de naturaleza diversa y de modos de conocer también diferentes, que reconocían un mismo punto de confluencia: la razón humana. A esta luz o, en otras palabras, bajo la iluminación de la revelación, la integración del saber debía abarcar una doble dimensión: a) La dimensión sobrenatural; b) la dimensión natural.

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La dimensión sobrenatural se presenta abierta al camino de la Revelación, de autoría divina, con su clásica respuesta que es la Fe. Desde el “Orden Divino” Dios decide anunciar al hombre, por la vía de la comunicación revelada, un conjunto de verdades relativas a su destino futuro. Esa dimensión, llamada trascendente, conforma el nivel sobrenatural de la racionalidad del hombre, jalonada por dos manifestaciones de su espíritu: a’) La Religión: porque esas “verdades de futuro” conllevan un compromiso de vida, que solamente se puede realizar desde la Fe. b’) La Teología: que comporta un abordaje metodológicamente científico de las verdades reveladas. Ese aporte dialéctico o del discurso lógico permite avanzar desde lo “explícitamente revelado” hasta lo “implícitamente revelado”, que pasa a formar el repertorio de los “artículos de Fe”, como expresa Santo Tomás de Aquino. La dimensión natural se presenta abierta a la evidencia de las cosas. Ella forma el “nivel natural” de la racionalidad del hombre, jalonada en su recorrido temporal por el modo de saber vulgar, el modo de saber mítico y el modo de saber científico con su doble grado: de la ciencia y de la filosofía como insuperablemente ha enseñado Aristóteles. Uno y otro nivel confluyen en la razón del hombre, en términos de perfeccionamiento intelectual. No se confunden entre sí, porque cada uno tiene su línea propia y específica de proyección. Un estudio del crecimiento del saber humano que no tenga en cuenta esta estructura mental es insalvablemente falso y mutilador. La Revelación es un hecho frente al cual no cabe otra actitud que asumirlo. De ninguna manera lo empobrece o lo niega al hombre. Por el contrario, lo enriquece y lo supone, por rigor de aquel principio de que “la gracia supone la naturaleza”.

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Representación gráfica de la Integración Total del Saber

ACTIVIDAD Nº 4

1) ¿Qué se entiende por integración total de la racionalidad humana?

Carácter del pensamiento medieval

Hoy es lugar común la afirmación de que la Edad Media aporta, a la historia del pensamiento humano, una concepción teocéntrica del universo. Con esta expresión se quiere significar que Dios ha sido erigido en centro de gravedad vital del hombre o, en otras palabras, en una suerte de eje en torno al cual giraba la vida, el pensamiento, los ideales de realización social y política, las costumbres, etc., en síntesis, la totalidad de la persona y de sus actos. Concretamente desde Dios se miraba y se definía la familia, el matrimonio, la sociedad, la política, la educación, el derecho, la economía, etc. No es que se tratara de un misticismo irracional o de un clericalismo autoritario. Contrariamente a ello se respondía a la necesidad de conformar una base racional fuerte planteada y proyectada desde lo divino, porque se vivía el hecho de que el hombre había sido tocado, en su historicidad concreta, por la intervención de Dios en su peregrinaje temporal. A partir de ese momento, efectivamente, ya no era el mismo su estatuto antropológico. Sobre sus espaldas recaía la responsabilidad de una vocación nueva, de aliento trascendente y superior, llamada a regir su conducta y a regular su dinamismo interior y externo.

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Teocentrismo

Esa compleja espiritualidad fundada en Dios, que regaba el ámbito geográfico de lo que actualmente es Europa, ha recibido el nombre venerable de “Cultura Occidental-Cristiana”. Su gestación ha demandado largos siglos y ha sufrido duros avatares. Reconoce como punto de partida la Revelación Cristiana, iniciada causal o providencialmente cuando Roma empezaba su carrera imperial. Pues, algún sentido puede tener que Cristo haya nacido bajo el reinado de Cesar Augusto, cuando el Imperio daba los primeros pasos de sus 506 años de vida.

Representación gráfica de la Latinidad sostenida por la Corona Imperial de los Césares

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A partir de ese momento la Revelación Cristiana ha convivido con la Civilización Latina, que regaba grandes sectores del planeta tierra, en un sistema de vecindad o coexistencia que lamentablemente no ha sido siempre pacífico. Obviamente que la simultaneidad en tiempo y en espacio ha creado las condiciones para que se generara una suerte de proceso biológico de asimilación recíproca. La Irrupción de los Bárbaros ha frenado esa precipitación pero no lo ha destruido. En poco tiempo más, estabilizada la furia invasora, dos acontecimientos importantes contribuyen a imprimirle nueva fuerza y vigor. Uno de ellos es la Fundación del Monacato, por San Benito, y el otro la presencia en el Pontificado de San Gregorio Magno, el sesenta y cuatroavo Papa en la sucesión de la “Silla Apostólica”.

Representación gráfica de la Latinidad sin soporte político

Equivaldría a la visión de San Gregorio Magno.

Efectivamente, esa figura señera, plena de energía y de vuelo intelectual, no tarda en advertir el riesgo que amenazaba a la Latinidad, como consecuencia de la desaparición de la Corona Imperial de los Césares que había sido su sustentáculo. Se me ocurre pensar que la Civilización Latina se presentaba ante la visión del Papa como un cáliz que había perdido su pie, es decir, esa base que le había permitido establecerse en la tierra y peregrinar por la historia. Nada más apropiado en esas condiciones, que reemplazarla por el Cristianismo, que ostentaba el mismo aliento universal que había inmortalizado a la “Corona de los Césares”. Con esa visión San Gregorio I asume, en su breve pontificado, dos compromisos rectores: primero, una profunda reforma disciplinaria de la Iglesia; segundo, el visionario “Plan de Conversión de los Bárbaros”, el proyecto misionero y pastoral más grande, que conoce la historia de la humanidad. En esa forma, y con esa clara orientación intelectual, hacia la altura de los siglos 7 y 8 se conforma la densa y compleja espiritualidad del mundo de occidente, asentado en tres grandes pilares:

a) El legado Greco-latino; b) El legado Judío-Cristiano; c) El legado Bárbaro.

El Teocentrismo no es otra cosa que la formación natural de ese grandioso espíritu. Lo ha facilitado, ciertamente, un doble juego de circunstancias: de un lado, la visión genial de San Gregorio Magno y, de otro lado, la iniciativa gestora que asume la Iglesia como única institución que ha subsistido a la acción devastadora de los invasores. Tal ha sido, efectivamente, la razón que le ha permitido operar a la Fe como elemento catalizador del planetario proceso cultural.

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Representación gráfica de la Cultura Occidental-Cristiana

Responde a la visión restauradora de San Gregorio Magno.

ACTIVIDAD OBLIGATORIA Nº 5

1) A través de un ejemplo explique el concepto de Teocentrismo. 2) Explique los gráficos que presenta el módulo sobre la Latinidad.

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UNIDAD III

EL DESARROLLO DEL SABER EN LA PRIMERA ETAPA DE LA EDAD MEDIA

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III.1. PRESENTACIÓN GENERAL

La primera etapa de la Edad Media poéticamente es llamada “Noche Medieval”. Con esa expresión se alude a su nota o rasgo inicial: la presencia, en el escenario geográfico del Imperio Romano de Occidente, de pueblos invasores ocupados del reparto territorial.

La caída de Rómulo Augústulo, en el año 476, ha significado, efectivamente, dejar abierta una puerta en la frontera de occidente. Por ella ha ingresado violentamente una multitud de pueblos fronterizos que, en etapas sucesivas, buscaban quebrar la invalidable resistencia de las “Legiones Romanas”. Ya en el año 432 Roma había caído indefensa ante Atila, Rey de los Unos. En esa oportunidad la salva una intervención providencial del Papa San León I.

Atila, que había levantado el sitio, fuertemente impresionado por la personalidad y la majestuosa figura del Santo Padre, que lucía la vestimenta pontifical, es vencido en los “Campos Catalúnicos”, por una coalición de fuerzas de los dos Imperios, que operaron bajo las órdenes de tres renombrados hombres de armas: Occio, Heraneo y Teodorico. Con esa victoria Roma queda momentáneamente a salvo, porque Atila muere a orillas del Danubio sin poder vengar su agravio. Pero, cuarenta y cuatro años después, otro germano, llamado Odoacro, logra devastar Roma para clausurar definitivamente y para siempre la marcha triunfal de los Césares occidentales. Ese acontecimiento, de signo político, ha tenido tanta gravitación que ha cerrado la puerta de la Edad Antigua y ha iniciado el largo peregrinaje de la Edad Media.

III.2. CAUSAS DE LA CAÍDA DE ROMA

El derrumbe del Imperio Romano de Occidente ha implicado, en estricta verdad, la caída de Roma de su sorprendente hegemonía política. Con ella no había muerto la “Civilización Latina”, mucho menos aún la “Cultura Romana” que se mantuvieron en pie, pero sin el sostén político y jurídico, esto es, institucional, que le confería la Corona de los Césares. Porque, en efecto, Roma avanzaba, por el despeñadero de los siglos, como epicentro de una espiritualidad densa y compacta, de proyección universal, que se sostenía sobre cuatro pilares inconmovibles: una civilización milenaria fundada en altísimos valores de la vida civil como el patriotismo, el honor de la familia, la dignidad del ciudadano; una firme cultura del empuje universal, afirmada sobre la roca de grandes valores éticos; una concepción jurídica de extraordinario vuelo intelectual, cuyas raíces recogían la savia de la sabiduría práctica y del orden natural; una conformación política asentada sobre una firme voluntad de dominio y de la práctica de las virtudes morales. Las causas de este derrumbe colosal pertenecen a dos grandes órdenes. El primero está referido a un plano general de antecedentes, como la tendencia ecléctica, que había despertado la corriente del Epicureísmo; la corrupción burocrática de la administración pública; el sincretismo religioso, que se escudaba en un falso concepto de libertad individual. El segundo atañe a factores de inmediata incidencia, como la venalidad en la función pública, la falta de visión política de la clase dirigente, el relajamiento de la moral y del patriotismo en los cuadros militares.

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La concurrencia de este doble juego de factores ha generado inmediatos efectos que, por un sistema de retropropulsión, ha acelerado la crisis imperial. De un lado, ha estado la corrupción de lo que se puede llamar la “virtud romana”. Pues, desde su mismo origen el mundo latino ha creado un patrón cultural propio, cuyo auge ha sido un perfil ético de la vida ciudadana. Roma o la “latinidad” ha recibido, indudablemente, el aporte de la “Civilización Helénica”, pero profundamente transformada desde el eje de su peculiar personalidad en cuya impronta reverberaban dos notas distintas: a) un fuerte empuje ecuménico o impulso universalista; b) una decidida inclinación de organización jurídica o institucional. Por tal imperio la espiritualidad latina ha pivotado, en sus momentos de mayor pujanza, sobre un concepto virtuoso y heroico de la vida, cuyas expresiones concretas han sido: primera; un aristocrático sentimiento de honor personal, familiar y social; segunda: un compromiso de amor a la patria y de orgullo legítimo del gran patrimonio de tradición y de cultura, heredado del pasado, que los mayores habían hecho germinar con esfuerzo, con audacia y con valentía sobre el espacio geográfico que conformaban las siete colinas de Roma. Tal arraigado espíritu de apego a la tierra y tal voluntad de ser fiel al pasado histórico fueron las fuentes de inspiración de poetas como Virgilio, Horacio. Ovidio, Tribulo, Propersio, etc., de oradores como Marco Tulio Cicerón de historiadores como Tito Libio, de sabios como Tácito, en el siglo de oro de Cesar Augusto y de la Pléyade de arquitectos que han brillado en la corte de Adriano. Sin embargo, ese legado de integridad moral y de responsable cumplimiento de los deberes ciudadanos ha iniciado un proceso de eclipse a medida que el Imperio recorría la órbita de su historia. De otro lado, ha contribuido al ocaso político de la Roma de los Césares la reaparición de un sentimiento de nacionalidad que se acordaba en la misma progresión que declinaba el manejo político de la cosa pública. Pues, de hecho, la expansión geográfica del Gran Imperio se sostenía sobre el sometimiento de muchos pueblos de diverso origen. En esa forma, a medida que se abandonaba la decadencia del sistema político e institucional, esas bases empezaban a experimentar deseos de independencia o de mayoría de edad. Esta reacción ha sido totalmente lógica y espontánea. Parece que es una ley de la historia que todos los grandes procesos de crisis se presenten acompañados por tendencias nacionales que habían despertado en el seno de los pueblos.

III.3. CRONOLOGÍA HISTÓRICA

La primera etapa de la Edad Media está comprendida entre el siglo 5 y el siglo 9. Indistintamente se la puede hacer avanzar hasta la finalización del siglo 9 o los comienzos del mismo. En este estudio se sigue la primera alternativa. Su punto de arranque es la “Caída del Imperio Romano de Occidente”. Cierra su ciclo con el pontificado del Papa Juan IX, ubicado a una distancia de 77 papas en la tradición o sucesión apostólica.

III.3.1. Visión sintética de la cronología cultural

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Primera Etapa de la Edad Media

Siglo V 400 a 500

Invasión de los Bárbaros. En el 476 Odoacro depone a Rómulo Augústulo: Caída del Imperio Romano de Occidente. Segunda mitad: Marciano Claudiano (+474) “De satu anime”. Monlio Severnio Boecio: “De la Consolación de la Filosofía”. Monacato.

11 Papas: desde S. Inocencio I a S. Anastasio II

Siglo VI 500 a 600

S. Gregorio I Magno: Plan de Conversión de los Bárbaros. Montecasino: Orden Benedictina. Casiodoro (477-575): “De las siete artes Liberales”. S. Isidoro de Sevilla: Etimológicas. Discípulos: S. Braulio y S. Ildefonso Escuelas Monacales: Trivio y Cuadrivio.

14 Papas: desde S. Cimarco a S.

Gregorio I (540 a 604)

Siglo VII 600 a 700

Constitución de la Cultura Occidental Cristiana: Visión Teocentrista. Escuelas Monacales. Escuelas Catedralicias. Funcionamiento esotérico y exotérico. Trivio y cuadrivio.

20 Papas: desde S. Sabino a S.

Sergio I.

Siglo VIII 700 a 800

Beda: El Venerable (674-755). Nuevas Escuelas Reforma Benedictina por Benito de Aniano. Carlos Martel: Victoria de Poitiers. Esteban II corona a Pipino. Imperio Carolingio: Carlomagno. 742-814 gobierna con Carlomán. Concilio de Nicea (778). Poder Temporal de los Papas: S. Esteban II (752-757).

11 Papas: desde Juan VI a Adriano

I

Siglo IX 800 a 900

Constitución del Imperio Carolingio: León III: corona al Emperador. Organización política de la Cristiandad. Unión del Poder Espiritual con el Poder Temporal. Sínodo de Roma. Concilio de Constantinopla. Escuelas Palatinas: Renacimiento Carolingio. Escoto Erígena: Filosofía Escolástica. (Alcuino- Pedro de Pisa-Rabano Mauro)

21 Papas: desde S. León III a Juan

IX

III.4. LA ENSEÑANZA MEDIEVAL

Los años iniciales de la Edad Media no han sido favorables ni para el estudio, ni para el cultivo del saber científico, ni para la preservación misma de la cultura. Los Bárbaros han ingresado, supuestamente, con el propósito de borrar el pasado: han cerrado las escuelas, han dispersado a los maestros y a los alumnos y han incendiado las bibliotecas. Sin embargo, después del medio día del siglo V se inicia un movimiento de reactivación de los estudios. Representan ese intento Marciano Capela, autor de “El Satiricón” y Mamerto Claudiano con su tratado “De statu animae”. Pero el mayor impulso organizado ha provenido del Monacato. San Benito de Nurcia, descendiente de una noble familia romana, confiere a las “Ordenes Monásticas” una doble actividad igualmente importante: “Orar y Trabajar”. El trabajo debía consistir fundamentalmente en la copia manuscrita de las obras más representativas de la tradición clásica, tanto griega, cuanto latina.

Tal servicio, como de imprenta manual, ha llenado un vacío importantísimo: conformar una suerte de red o sistema de circulación del fluido de pensamiento, de arte y de cultura antiguos hacia la nueva etapa de tiempo que habían iniciado los Bárbaros. De otra parte, desde ese mismo siglo aciago, quedaba armada la estructura de la enseñanza medieval sobre la base del “trivio” y del “cuadrivio”, vale decir, de las llamadas “siete artes liberales”. Desde Marciano Capela se entendía que el soporte legítimo del proceso -enseñanza-aprendizaje pasaba por un triple dominio:

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a) Dominio de la lengua materna: para este efecto se impuso el estudio de la Gramática, primera asignatura del “trivio”. Concretamente la lengua materna era el latín, instrumento de unidad política y social en manos del Imperio Romano. Ese estudio era equivalente, en un primer momento, a las metodologías modernas de la lecto escritura;

b) Dominio del discurso: esto es, de la expresión así oral como escrita. Ese resultado se obtenía con el estudio de la Retórica, entendida como “arte de la palabra”, que constituía la segunda asignatura del “trivio”;

c) Domino del razonamiento: éste constituye la principal herramienta del trabajo intelectual y abarca las formas de pensar del concepto y del juicio, que integran los mecanismos lógicos del espíritu humano. Aseguraba ese tercer dominio la Dialéctica, tercera asignatura del trivio.

Estas tres asignaturas representan la “piedra angular” del progreso inteligente del hombre que debe alcanzar con el “cuadrivio”. Este se integra con la Música, la Aritmética, la Geometría y la Astronomía.

III.5.1. IMPORTANCIA DE LA PRESENCIA DE LA IGLESIA

El siglo 6 añade a la acción educativa del siglo 5, que lleva el patrocinio de la Iglesia, única institución que había sobrevivido al empuje devastador de los Bárbaros, el aporte poderoso que significa la presencia de dos grandes y talentosos hombres: el Papa San Gregorio Magno y San Isidoro de Sevilla, obispo, santo y de origen bárbaro.

San Gregorio actúa con clara conciencia de la situación histórica que le toca vivir y del papel que puede representar la Iglesia en el escenario cultural que sigue el derrumbe del Imperio. Pues, a decir verdad, la deposición de Rómulo Augústulo no implicaba un acto de simple sucesión política, como había ocurrido con muchos de sus antecesores. Se trataba ahora, lisa y llanamente, del ocaso definitivo del milenario sistema institucional y político del “Imperio Romano de Occidente”. Pues, la Corona Imperial, que había sucedido a la República simbólicamente desde Julio César, no era sólo símbolo de autoridad política y signo de una organización jurídica del cuerpo social, sino también el gran soporte espiritual y cultural de esa suerte de estructura arquitectónica que conformaba la “Civilización Latina”, llamada también simplemente “Latinidad”. En esa forma, al caer la Corona bajo la espada de Odoacro quedaba amenazada la misma integridad del gigantesco edificio del mundo latino. En otras palabras: ese milenario patrimonio del “pasado clásico”, en cuya conformación había concurrido el legado sapiencial de Grecia, al oriente helenizado, la sangre y los nombres de muchos pueblos que habían sido integrados, al orden romano, por los grandes lazos de unidad del derecho y de la lengua y, últimamente, al cristianismo, quedaba como flotando en el vacío del tiempo, porque era la corona la que le confería sentido histórico y arraigo geográfico. Tal ha sido el punto exacto del protagonismo de la Iglesia: substituir con la Revelación Cristiana la vacancia del poder político para salvar a la antigüedad de su seria amenaza de derrumbe. A esta ley o proyección del pensamiento San Gregorio Magno aporta dos realizaciones trascendentales: Primera: una profunda reforma interna de la Iglesia a fin de que sea digna y eficaz actora del protagonismo cultural y espiritual que le demanda el cambio introducido

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en la historia. Segunda: un grandioso “plan misionero” de conversión de los pueblos bárbaros que haga posible la consecución, a corto plazo, de un doble efecto multiplicador: a) la recuperación de occidente para la tradición latina; b) la incorporación de las nuevas poblaciones al modelo cultural que había empezado a gestarse, desde el siglo 1, como consecuencia de la latinización del Cristianismo y la cristianización de la latinidad. Por su parte, San Isidoro de Sevilla aporta la originalidad de su genio y la transparencia y la convicción de su pensamiento, expresados en las formulaciones doctrinarias de sus obras maestras: “Del orden de la creación”, “libro de las sentencias” y, sobre todo, su inmortal monumento literario titulado “Etimologías”. Cada una de sus páginas atesora, efectivamente, como un himno de victoria de la Fe, modulado por su recia voz de obispo, de asceta y de místico, como un grito de guerra y de conquista nacido de su garganta de ancestro bárbaro y como un clamor de epopeya surgido de su profunda formación o inspiración clásica.

III.5.2. CONSOLIDACIÓN DE LA CULTURA OCCIDENTAL-CRISTIANA

La inercia que produce la obra y la visión planetaria del breve pontificado de San Gregorio Magno apura la conformación definitiva de la nueva espiritualidad que cubría toda la extensión del mundo de occidente. En efecto: hacia la altura del siglo 7 se puede pensar que culmina el proceso de fermentación de lo que se ha dado en llamar “Cultura Occidental-Cristiana”. Con esa expresión técnica se ha definido un paradigma o modelo de espiritualidad muy concreto, establecido geográficamente en el mundo occidental y que reconoce como elemento catalizador al Cristianismo. Ese fenómeno social no ha resultado, obviamente, de una simple síntesis entre poderosas constelaciones civilizadoras del pasado y la reciente Revelación Divina, anunciada por Jesús de Nazareth, por la Predicación Apostólica y las formulaciones doctrinarias de los “Padres de la Iglesia”, como San Agustín, los Naciacenos, San Basilio, San Gregorio, San Jerónimo y varios otros. Por el contrario, en su constitución ha operado como un proceso de simbiosis vital que ha terminado en una verdadera y real asimilación del legado greco-latino, de la espiritualidad bárbara por el dogma cristiano. Su primera etapa de fermentación ha recorrido los siglos 1 a 5. En el largo y sinuoso camino de los siglos 6 y 7 incorpora muchos pueblos bárbaros y obtiene su decantación prácticamente definitiva y total.

III.6. ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS

III.6.1 Constitución del Imperio Carolingio

La nueva espiritualidad occidental registra, durante el siglo 8, importantes progresos en el campo de la educación y gana mayor espacio con significativas realizaciones históricas. Entre esos logros más representativos cabe mencionar: a) la presencia de Beda, el Venerable, en las Escuelas Catedralicias; b) la reforma de la “Orden Benedictina” por San Benito de Aniano; c) sobre todo, la coronación de Pipino, de origen bárbaro, por parte de Esteban II.

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Este último acontecimiento tiene la virtud de representar como una puerta abierta para la instauración de una primera tentativa de organización política de la Cristiandad, a la ley de la “Cultura Occidental-Cristiana”. Justamente ese acontecimiento promisorio se produce durante la navidad romana del 800 cuando el Papa León III corona como Emperador a Carlomagno, hijo de Pipino, el breve. El Imperio Carolingio se asienta sobre la base de un sistema de unidad y de equilibrio entre los dos poderes más importantes que existen, a saber:

a) La potestad civil: esta autoridad política está representada por el Emperador, tiene como símbolo la Corona y su signo es la Espada.

b) La potestad espiritual: esta autoridad corresponde al Papa. Vicario de Cristo en la tierra, tiene como símbolo la Tiara y su signo es la Iglesia.

La fuente de ambas potestades es Dios, como afirma el principio revelado que San Pablo recoge en la “Carta a los romanos” y que regla: “Toda autoridad proviene de Dios”. Por esa razón debe intervenir la Iglesia en el solemne acto por el cual Dios delega la potestad pública a la persona del Emperador, como asimismo a la persona que prolongue en el tiempo a la sucesión apostólica iniciada con San Pedro. A esta ley del teocentrismo medieval, que define lo que es el “alma mater” de la "Cultura Occidental-Cristiana”, las concepción política queda esquemáticamente conformada en los siguientes términos:

DIOS IGLESIA

EMPERADOR

PUEBLO

Con la imposición de la corona, por parte de la Iglesia, el Emperador adquiría cierta “consagración”, que lo elevaba a participar, en alguna medida, del sacerdocio de la Iglesia. Con ello la investidura del poder civil adquiría el noble carácter de un verdadero servicio a la comunidad, como parte de la acción pastoral y salvadora de la Iglesia. Así se entiende el sentido y la fuerza que ha tenido ese acto disciplinario de la autoridad competente de la Iglesia, llamado “ex-comunión”. Su efecto inmediato ha revestido como dos caras, anverso y reverso de una moneda: interrumpir o suspender la delegación de autoridad por parte de Dios y segregar al ex-comulgado del cuerpo de la Iglesia.

III.6.2. El Renacimiento Carolingio

Se designa con esta expresión al impulso de reactivación de la enseñanza que el Emperador imprime a su gestión de gobierno, como una de sus prioridades substanciales. Confía este movimiento, de la vida intelectual, al infatigable desvelo de Alcuino, un monje traído de Inglaterra. Colaboran con él Pedro de Pisa, de origen italiano, y el irlandés Rabhano Mauro. En poco tiempo la corte de “A quis grán” se convierte en la base de lanzamiento del servicio educativo hacia todas las direcciones del imperio.

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El “Renacimiento Carolingio” tiene como expresión característica un vasto movimiento fundador de escuelas. En corto plazo y en forma sucesiva abre sus puertas la “Escuela de Fulda”, con el obispo Banquif; la “Escuela de Tours”, con Fredergiso; la “Escuela de Auxerre”, con Remigio; la “Escuela de Chartres”, fundada por Fulberto en el 990, donde brillan los nombres de Bernardo Bilberto de la Ponie, de Clarenbaldo de Arras y de Saint Thierry; la “Escuela de Santa Genoveva” en París; la “Escuela de San Víctor”, en la “Abadía de los Agustinos”, en la que se destacan Hugo de San Víctor y Ricardo de San Víctor; la “Escuela de Jark” y muchas otras más. Cada una de estas escuelas es asiento de una intensa vida intelectual. Algunas de ellas se especializan en determinadas ramas del saber, como la “Escuela de Torus” que se orienta hacia la medicina, la “Escuela de Ausurre” a la teología, la “Escuela de Chartres” a la Teología, la “Escuela de San Víctor” a la Ascética, a la Mística y la Psicología fundada, etc. La estructura didáctico-pedagógica es la famosa división del “Trivio” y del “Cuadrivio”. Precisamente Casiodoro acaba de planificar esa metodología de la enseñanza en su famosa obra “De las siete artes y ciencias liberales”. Es común distinguir tres clases de escuelas:

a) MONACALES: estas han florecido a la sombra de los Monacatos y han iniciado la tradición escolar del medioevo. Las primeras actividades han surgido como consecuencia de la necesidad de capacitar, a los ingresantes a la vida monástica, para leer, entender e interpretar las Sagradas Escrituras. Esta enseñanza se llamaba “esotérica”, con lo que se quiere significar que era interna al monacato. Con el tiempo los monasterios admiten algunos externos, con preferencia de familias protectoras de los mismos. Esta enseñanza se ha dado en llamar exotérica. Constituye la primera experiencia medieval de docencia pública.

b) CATEDRALICIAS: estas escuelas tienen su origen en la preocupación de los “Pastores de la Grey” por el nivel de formación de determinados círculos de su feligresía. Han nacido y han funcionado en los obispados, en muchos casos bajo la dirección personal de los propios obispos. Se considera como iniciador de las “Escuelas Catedralicias” a San Isidoro de Sevilla.

c) PALATINOS: se designa con este nombre a las escuelas que han desplegado su actividad docente en los palacios. El propio Emperador Carlomagno ha dado un claro ejemplo, en tal sentido, al disponer que en su propio palacio funcionara una escuela y una academia, que dirigía personalmente. En poco tiempo muchos nobles siguieron el ejemplo del Emperador.

Algunos estudiosos afirman que las “Escuelas Medievales”, se habían anticipado a las Universidades, al nacer revestidas del carácter de “cooperaciones” o gremios, integrados por el maestro y los alumnos. Justamente Alfonso X, el Sabio, habla de “ayuntamiento” para significar la peculiar unión entre uno y otros. Ambos conforman, de todas maneras, el “Binomio educativo”, como prefieren decir algunas pedagogías actuales. Naturalmente que cada uno responde a una línea de función propia. Al maestro le incumbe representar el papel de agente de la enseñanza. Con su ejemplo, con el influjo de su personalidad, con su sabiduría y con su experiencia está llamado a despertar y hacer nacer el concierto de virtudes que cada persona lleva en el interior de sí misma. Tal es, justamente, el sentido original, primario y exacto de la palabra “educar”. El alumno es el destinatario de la acción educativa. En sí mismo encierra el misterio de un proyecto de vida, que puede ser el de un héroe, un caudillo, un estratega, un conquistador, un santo, etc.

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III.7. NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL

En este tema existen diversas opiniones. Las más autorizadas son:

a) Con Escoto Erígena, se constituye la “Filosofía Medieval”, que con el tiempo se llamará “Filosofía Escolástica”, por la particularidad de ser la doctrina que se enseñaba en las “escuelas”. Este acontecimiento se había producido hacia fines del siglo 9, en el seno de una escuela que dirigía el propio “Carlos, el Calvo”.

b) Otro grupo de personas distingue la “Filosofía Escolástica”. Aquélla había nacido en el siglo 9 con Escoto Erígena; ésta posterga su nacimiento hasta el siglo 11, con San Anselmo, de Canterbury. Diferencia a una de otra la inflexión cristiana que le confiere el lema anselmino: “Creer para entender”.

De hecho, la reflexión filosófica reaparece hacia fines del siglo 9, como expresión de la madurez intelectual, conferida principalmente por el estudio del Trivio, en forma especial por “la Dialéctica”. Su sentido concreto es el siguiente: de un lado, prolongación de la Dialéctica sobre la Gramática y la Retórica, como expresión de la importancia que adquiere el “arte del discurso lógico"; de otro lado, aplicación de la Dialéctica al tratamiento metodológico y discursivo de las verdades reveladas.

Cronología Cultural

Siglo X 900 a 1000

Decadencia: Sacro Imperio Romano Germánico Juan XII y Otón I. (955). Predominio de la Dialéctica. Controversia: Teólogos y Dialécticos: Problema de los Universales. Herejías (S. Sil¦vestre II: Nº Arábigos. Crisis del Feudalismo: Tusculos y Marozia. “Avicena”.

23 Papas: desde Benedicto IV a

Silvestre II

Siglo XI 1000 a 1100

Reforma Gregoriana: Diástasis: Gregorio VII y Enrique IV. “Absolución de Canossa”. 1º Cruzada; Urbano II. Problema de los Universales: 1º: Sol. Realista: S. Anselmo: Arg. a Simultáneo. 21: Sol. Verbalista: Juan Roscelín y Guillermo de Champeaux. Escuelas: Guillermo de Champeaux. “Parlamentos”.

20 Papas: desde Juan XVII a

Víctor VI

Siglo XII 1100 a 1200

Teología: Ciencia- 3º - 4ª y 5ª Cruzadas. Querella de Los Universales: Sol. Neo-Platónica-Sol. Sermonista con Pedro Abelardo. Las Sentencias con Pedro Lombardo. Misticismo. Filosofía Árabe: Averroes- Filosofía India (Filón de Alejandría). Lenguas Romanas: Poema de Mío Cid. “Sumas”. Mester de juglaría.

16 Papas: desde Pascual II a Celestino III

ACTIVIDAD Nº 6

1) Caracterice en forma general la enseñanza medieval 2) ¿A qué llamamos la consolidación definitiva de la "Cultura Occidental

Cristiana"? 3) En un cuadro sinóptico explique sintéticamente las causas de la caída de

Roma. 4) ¿Cómo se consolidó el Imperio Carolingio?

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UNIDAD IV

FALTA

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UNIDAD V

DESARROLLO DEL SABER EN LA SEGUNDA ETAPA DE LA EDAD MEDIA

V.1. CRONOLOGÍA HISTÓRICA

El convencionalismo científico acostumbradamente distingue otro segmento de tiempo, en la recta de la Edad Media. Esta línea de prolongación avanza desde el siglo X hasta finales del siglo XII o comienzos del siglo XIII. Su punto de arranque es esa centuria que el Cardenal Baronio ha llamado crítica o valorativamente “siglo de plomo”, o también, “siglo obscuro”. Con tales expresiones aludía al bajo rendimiento espiritual e intelectual, el escaso nivel social y político en el que habían caído las comunidades europeas. Sólo hacia el final de la primera centuria se enciende una luz de esperanza con la persona ascética de Helberto de Aurilac, que ha gobernado la Iglesia solamente cuatro años, desde el 999 hasta el 1003, con el nombre de Silvestre II. Su término está marcado por la muerte del papa en 1003 y de Otón III en 1002.

V.2. PROBLEMA DE LOS UNIVERSALES

En el siglo X estalla una violenta polémica que se conoce con el nombre de “Problema de los Universales”. Esta controversia avanza sobre los siglos posteriores y, a juicio de algunos, constituye el entretenimiento intelectual más representativo del período de formación de la escolástica. El tema puntual de la controversia no era el valor significativo, sino la naturaleza propia de esas ideas que llevamos en la mente y que pueden ser predicadas de muchas cosas. Al parecer la inteligencia humana no tiene otra forma de conocer que no sea por especies intermedias, que han sido elaboradas por esa capacidad espontánea y natural de la inteligencia, que técnicamente Aristóteles ha llamado “abstracción”. Es, pues, la “abstracción” la encargada de formar en la inteligencia esas representaciones mentales, llamadas “ideas”, “conceptos”, “nociones”, que pueden ser como “aplicadas” a varias o muchas cosas. En realidad el problema venía mal planteado desde Porfirio y Boecio. El tema propiamente es cómo el hombre conoce y no qué son o qué naturaleza entitativa tienen las representaciones intelectuales que permiten conocer las cosas. De toda forma surgen, de hecho, soluciones distintas y encontradas.

a) Solución realista: sostiene que las ideas universales son “cosas” existentes. En esa línea están muchos pensadores como Fredegiso de tours, Remigio de Auxerre, Herberto de Aurilac, Odón de Torus, Heirico de Auxurre.

b) Solución verbalista: sostiene que las ideas universales son solamente “palabras”. En esa línea se ubican, ya en el siglo XI, Roscelino de

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Compiegne (1050-1121), Guillermo de Champeause (1070-1120), Abelardo de Bath, Gualterio de Montague, etc.

c) Solución sermonista: tiene como fundamento una distinción sutil entre “palabra” y “sermo", que es casi equivalente a “significado”. Esta opinión audaz e independiente pertenece a Pedro Abelardo (1079-1142).

d) Solución Escolástica posterior: el fragor de la controversia ha incentivado la búsqueda de soluciones superadoras.

Con ese espíritu la Escolástica de los siglos siguientes ha introducido tres distinciones:

1) Universal ante rem; 2) Universal in re; 3) Universal post rem.

V.3. SITUACIONES RELIGIOSO-POLÍTICO-SOCIAL

En el siglo 10 estallan violentamente dos situaciones de crisis general que comprometan la estabilidad de las dos estructuras que sostenían el ordenamiento y la vida institucional del Imperio Carolingio:

a) La Iglesia b) El Poder Político

La situación de la Iglesia se torna compleja y muy difícil por la acción de factores internos y externos. De un lado está la carencia de una visión histórica de grandes proyecciones que inspirará la acción pastoral de los sucesivos Papas, como había ocurrido, por ejemplo, con San Gregorio Magno. De otra parte estaba la baja calidad del episcopado sometido a lo que se ha dado en llamar “Sistema de la Investidura”. Con lamentable frecuencia la jerarquía eclesiástica carecía de personalidad y hasta de autoridad moral para contener las ambiciones desenfrenadas, de poder y de riqueza, de grandes sectores del clero alto, como asimismo de la nobleza feudal. La rivalidad y la mezquindad de dos expectables y poderosas familias, los Crecencios y los Tisculos, envolvía con sus intrigas las designaciones de obispos y de reyes. Por regla general los candidatos a las altas jerarquías de la Iglesia carecían de vocación, de celo apostólico, de independencia de criterio, de idoneidad pastoral, de integridad ética, en una palabra, de clara percepción de la función de servicio a la comunidad que estaban llamados a cumplir. Dos hechos son reveladores de la profunda crisis religiosa: primero: la sucesión de veintitrés Papas y de ocho anti Papas, es decir, usurpadores del trono pontificio, carentes de sucesión apostólica; segundo: la ruptura de la unidad de pensamiento entre la jerarquía eclesiástica, los reyes y la nobleza feudal y en el mismos seno de cada uno de esos estamentos. En el plano político la situación era también confusa y turbulenta. Ya bajo el reinado de Carlos II (823-877) el Imperio Carolingio inicia un proceso de disgregación que se acentúa con Enrique II y Enrique III y que, prácticamente, toca fondo con el reinado de León VI, como consecuencia de su cuarto matrimonio. En la misma progresión que los monarcas pierden autoridad y crece el poder de las familias feudales. Estas controlan el ejercicio del poder político, inspiran y regulan la acción de gobierno, desde sus propios intereses.

En el orden social la crisis es aún más pavorosa: un empobrecimiento generalizado por todo el cuerpo social, con fuerte desocupación, un alarmante retraimiento de la agricultura y, para colmo de males, un elevado índice

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inflacionario.

V.3.1. Constitución del Sacro-Imperio Romano-Germánico

Hacia la parte final del “Siglo de Plomo” o del “Siglo de Hierro”, como llamara el Cardenal Baronio al Siglo 10, el Papa Juan XII y Otón coinciden en buscar una superación de tan larga y profunda crisis. Otón había adquirido prestigio, en el ámbito general del mundo de occidente, con su resonante victoria de Manseburgo. El Papa aprovecha la oportunidad para conferirle el título de “Padre de la Patria”. Finalmente, en el año 926 le ciñe la “Corona Imperial”, con el nombre de Otón I. Con ello produce una nueva organización política, de todos los reinos cristianos, bajo el título de “Sacro-Imperio Romano Germánico”. La idea era restaurar la unidad de las dos sociedades y autoridades visibles en la tierra: la Iglesia y el Imperio, como había ocurrido con el “Imperio Carolingio”. Pero, ni Juan XII era León III, ni Otón I era Carlomagno. El idilio político entre el “Reino y el Sacerdocio” dura poco tiempo. En menos de un año el Pontífice intenta traicionar al Emperador, pero éste lo depone, en un fraudulento senado, y designa en el pontificado, a un laico de su entera confianza. Por fin, con las últimas luces del siglo X ocupa el pontificado un monje benedictino de Bahía, de muy humilde origen, que gobierna con el nombre de Silvestre II. A su vez detentaba la corona Imperial Otón III. Silvestre II era un santo auténtico y Otón III estaba adornado de grandes virtudes: amplio horizonte político y firmes principios éticos. Esta notable coincidencia despierta grandes esperanzas de superación de la crisis sistémica que amenazaba, por igual, a la Iglesia y al ordenamiento político de la cristiandad medieval. Pero, lamentablemente uno y otro muere en plena madrugada del siglo XI: el Emperador en el año 1002 y el Papa en el año 1003.

ACTIVIDAD Nº 7

1) ¿A qué se deben las expresiones "siglo de plomo" y "siglo oscuro" con que se

denomina a la Edad Media? 2) Explique con sus propias palabras en qué consiste el problema de los

universales. 3) Durante este período se producen grandes confusiones en los planos religioso

y político. Sintetícelas. 4) Grafique la constitución del sacro Imperio Romano-Germánico

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V.3.1. La imagen del mundo del siglo XI

El siglo XI entra al escenario de la historia con una inercia de recomposición política, social y económica. Una cuantas medidas acertadas de gobierno ponen en marcha la producción de bienes, lo que recupera la actividad comercial. Simultáneamente despierta un fuerte ritmo de crecimiento vegetativo de la población. Esta trae el nacimiento del “urbanismo”, curioso fenómeno de concentración poblacional que señala, supuestamente, el origen de la “Sociedad burguesa”, estructura social constituida en abierta oposición con la “sociedad feudal”, fundada en la aristocracia de la sangre o del apellido. La “urbe”, por el contrario, pone su fuerza en el dinero o riqueza, alimentada por el fuerte ritmo de un circuito monetario, financiero y económico, que tiene la virtud de arrastrar en su paso a la educación, a la constelación social y a la misma cultura. Sin embargo, esos aires de renovación no tocan el sistema de las inter-relaciones entre el “reino y el sacerdocio”, en gran medida responsable de la caída espiritual de la cristiandad durante el medioevo. La “Silla de San Pedro" asistía a la sucesión de personas débiles de carácter y sin visión de gobierno, como pueden ser los casos de Benedicto IX, de Silvestre II y de Gregorio VI. Las intrigas palaciegas persistían en cada sucesión apostólica y episcopal. El clero ni había pensado en renunciar a su espíritu de lucro y a sus apetencias y veleidades de poder, aún a costo de la acción pastoral. En concreto: el cuadro de la situación religiosa era serio y nada había cambiado. Todo parecía indicar que caminaba a su ocaso la vieja y soñada unidad entre el “poder espiritual” y el “poder temporal” que habían iniciado los “pipinidas” y que habían prolongado los “otones”. Ya bajo el reinado de Enrique III se ensayaba el “Canto del cisne” de ese viejo anhelo, cuya decrepitud estaba a la vista. El pueblo católico, en efecto, ansiaba la libertad de la Iglesia y reclamaba su reforma interior. Vastos círculos de creyentes intuían y muchos otros tenían clara conciencia de que el mal pasaba por el famoso “sistema de la investidura”, al que manejaban las más importantes y poderosas familias feudales en bien de sus propios intereses. Ni las instituciones de tanto rigor ascético, como la “Orden de los Cartujos”, que acababa de ser fundada por San Bruno, había podido escapar de las influencias nefastas de la nobleza feudal.

V.4. CONTROVERSIA ENTRE DIALÉCTICOS Y ANTIDIALÉCTICOS

Contribuye a enrojecer aún más la atmósfera espiritual, intelectual y social del siglo XI la violenta polémica que enfrenta a los dialécticos con los teólogos. El mundo de la “querella” está centrado en los siguientes conceptos: importancia, valor y jerarquía de la Dialéctica con la Teología. En realidad, esta polémica es independiente de la “querella de los universales” del siglo X, sus antecedentes verdaderos remontan el siglo I, cuando la Revelación Cristiana entra en relación con el helenismo y la civilización latina. A partir de ese momento, como es lógico, se lleva a cabo un proceso de inter-relación con frecuencia traumática, hasta un resultado de integración definitiva en la “Cultura Occidental-Cristiana”. Pero, se carecía de un planteo teórico y doctrinario que estableciera el campo específico de uno y otro nivel de saber y sus puntos reales de concordancia, de armonía y de jerarquía.

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Así, los Dialécticos sostienen como tesis central el privilegio de la razón frente a la fe en todo lo que hace a la línea del saber natural del hombre, ya filosofía, ya simplemente científico, como lo había establecido Aristóteles con su distinción de los dos grados del saber. En esta proyección del pensamiento se destacan: Anselmo de Besata (1050), llamado “El Peripatético”, autor de una célebre obra titulada “De materia Artis”; Papías, de gran renombre por su estudio de las palabras; Gilberto de Torus, quien se retrotrae al esquema pedagógico del “trivio” y del “cuadrivio” como forma suprema del saber humano; el tristemente célebre Berengario de Tours condenado como hereje por seguir los dictámenes de la razón en la explicación del misterio trinitario de Dios y en la presencia de Cristo en la Sagrada Eucaristía. Por su parte, los Antidialécticos o Teólogos anteponían la Revelación a la razón. Habían introducido una curiosa distinción y oposición entre “ciencia” y “sabiduría”. Entendían por “ciencia” la creación de la inteligencia humana, proyectada al conocimiento de las cosas del mundo, pero carente de certeza y de verdad, como parecía en ese vasto y complejo mundo de la diversidad de opiniones. Llamaban “sabiduría” a la transmisión divina de verdades sobre-naturales, que eran objeto de fe, es decir de una respuesta cierta y la misma para todos, por parte del hombre. Los principales representantes de esa manera de pensar fueron: el Obispo de Hungría, Mons. Gerardo de Cynaud, quien condena, sin concesiones, todo intento de aplicación del discurso lógico y del análisis filosófico a las verdades de fe; San Pedro Damián quien despectivamente declara a la Dialéctica “sirvienta de la Teología”; Menegaldo, quien define a la dialéctica como “vana ciencia del mundo”; Lanfranco de Bec, quien llega al extremo de vituperar el mismo uso de la dialéctica en el conocimiento humano de las cosas del mundo natural, por considerarlo “un estéril y superficial entretenimiento”. En suma: las mismas herejías en las que han incurrido algunos dialécticos, como Berengari de Tours, se han tomado como claros e inapelables ejemplos de falsedad y error a los cuales pueden precipitar el empleo de la Dialéctica. En cambio de ello, el conocimiento teológico brinda verdades inconmovibles, como son los “dogmas”. En realidad esta polémica es indicativa del carácter específico que ha tenido el movimiento genético del saber durante la Edad Media. Pues, en términos generales, se puede afirmar que el crecimiento del saber científico presenta hitos representativos, en su avance por el tiempo que son: en la Edad Antigua el hombre descubre la Filosofía y la cultiva hasta su pleno desarrollo; en la Edad Media se descubre la Teología y se la convierte en el pivote del más puro y elevado saber científico; la Edad Moderna se reserva el descubrimiento y el cultivo de las “ciencias Particulares”; en la actualidad el hombre descubre el pensamiento tecnológico y se aplica a su desarrollo integral.

V.5. LA REFORMA GREGORIANA

En este ámbito de plena decadencia y confusión el siglo XI asiste al estallido de un acontecimiento singular, por su gravitación espiritual, ética e intelectual, que se conoce con el nombre de “Reforma Gregoriana”. Los historiadores lo suelen llamar también “Diástasis de Reino y Sacerdocio”. La palabra “diástasis”, etimológicamente significa “separación”. Sin embargo, la significación histórica del enfrentamiento entre Gregorio VII, llamado Hildebuando, y Enrique IV no ha sido tan simple. Por de pronto se trata de un episodio que rebasa el ámbito político. Es cierto que ha sido objeto de muy distintas interpretaciones, muchas de ellas abiertamente contradictorias. Pero, en el fondo,

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se ha tratado de una reforma estructural profunda de la Iglesia y de la saciedad política que ha puesto el dedo en la llaga de la subordinación y de la dependencia de la autoridad espiritual respecto a la autoridad civil. En buen romance la reacción contra el “sistema de la investidura” no implica otra cosa que un grito de libertad e independencia de la Iglesia frente al autoritarismo de la sociedad feudal y de la potestad civil. Una cosa es, en efecto, que el sacerdocio ejerza su actividad en el reino y otra cosa distinta que pertenezca al reino. La misión salvadora de la Iglesia demandaba de una autonomía indelegable así en el ejercicio jerárquico de su autoridad, como en el cumplimiento de su mandato específico de elevación sobre-natural del hombre. Cristo había hecho a la Iglesia depositaria y responsable de su autoridad salvadora. La gota que ha colmado la medida ha sido la provisión de la sede vacante del Arzobispado de Milán. Gregorio VII desconoce la designación hecha por el Monarca sin previa consulta ni consentimiento suyo. Enrique IV, que se siente afectado, convoca la “Asamblea de Worsn” a la que asisten obispos alemanes e italianos. La enérgica respuesta del Papa es una declaración de “excomunión” cuyo alcance afecta a todos los concurrentes y a toda la familia real. El incidente termina, laboriosamente, en enero de 1077 con lo que en la historia se llama “La absolución de Canosa”. Esta consiste en el levantamiento de la excomunión al Rey, a su esposa Berta y a su hijo Conrado. Sin embargo, los efectos religiosos, morales y sociales perduran en el tiempo.

V.5.1. Efecto multiplicador de la Reforma Gregoriana

La Reforma Gregoriana produce, a corto plazo, una profunda renovación espiritual, así en lo individual, como en lo colectivo, cuyas expresiones más representativas son: a) La incentivación de los estudios teológicos en general. En un orden particular

se ha volcado el esfuerzo de la inteligencia a la precisión de dos conceptos fundamentales: a’) la esencia de la Iglesia; b’) la esencia del estado o sociedad política. Ambas, como “sociedades perfectas” deben proyectar, sobre esas bases firmes, el sistema de sus inter-relaciones.

b) Los primeros intentos de formulación del “Derecho Canónico” y del “Derecho

Civil”, a la luz de la “diástasis”. Esta ha sido la obra genial de Ivo de Chartres y de su discípulo Hugo de Flenuz. Ese movimiento culmina con la concepción jurídica de Juan Graciano, volcada en su memorable obra “Concordia de los cánones discordantes”. Graciano deslinda decididamente la diferencia de dos importantes fueros: a’) el “Fuero Eclesiástico”; b’) el “Fuero Civil”.

c) La consagración del “Comparativismo”. Se entiende por tal los “grupos de

trabajadores”, que actualmente se llaman “Gremios”. Su finalidad mira a la de defensa de los bienes y de los intereses laborales frente a los excesos de Feudalismo.

d) El aceleramiento en la fundación de diócesis y de parroquias. Con esta medida

se busca dar una respuesta pastoral al nacimiento de centros urbanos, ya villas, ya ciudades. Las concentraciones poblacionales, que son el punto de partida de la “sociedad burguesa”, crean un frente problemático serio, tanto a la economía financiera, cuanto a la organización del trabajo, a la educación, a la administración de los bienes sociales y del estado y a la política interna y externa.

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e) El reordenamiento de la actividad escolar. Estos centros de enseñanza se comprometían a tres cosas: primera: la ortodoxia; segunda: la idoneidad para enseñar; tercera: la condición básica de la “venia docendi”. García Villoslada ve en esa exigencia “un preludio de los grados académicos".

Bajo ese impulso intelectual se suman, a las escuelas tradicionales, importantes centros dedicados a la traducción al latín de obras y de autores clásicos, principalmente griegos. Los más destacados fueron: “La Escuela de Toledo”, la “Escuela de Larón”, fundada por Anselmo de Larón, la “Escuela de Reims”, la “Escuela de Orleans”, la “Escuela de Montpellier", en Francia, la “Escuela de Canterbury”, en Inglaterra la “Escuela de Durkand” en Alemania, etc. Las figuras intelectuales más descollantes fueron: Guillermo de Champeaurs (1070-1121), Pedro Abelardo (1079-1142), llamado el “Padre de las Sentencias”, San Anselmo de Canterbury, etc. célebre por su famoso argumento para demostrar dialécticamente le existencia de Dios, que se conoce con el nombre de “Argumento a Simultáneo”. f) La realización de esos sucesivos fenómenos militares, que la historia ha

llamado “Cruzadas”. Se entiende por “cruzadas” las expediciones armadas de la cristiandad para recuperar la tierra en la que naciera y predicara Cristo, que estaba en poder de los moros.

La historia conoce ocho intentos militares entre los siglos XI y XIII. La Primera Cruzada se lleva a cabo en el siglo XI, poco tiempo después del entredicho del Papa Gregorio VII con el Rey Enrique IV. Ha sido convocada por el Papa Graciano II y la predica Pedro el Ermitaño. La dirigió militarmente Godofredo de Buillón entre los años de 1096 a 1099. Este cuadro de las cruzadas se completa de la siguiente manera:

a) En el siglo XII se llevan a cabo dos cruzadas: la segunda cruzada (1147 a 1149) y la Tercera Cruzada (1189 a 1192).

b) En el siglo XIII se llevan a cabo cinco cruzadas: la cuarta Cruzada (1202 a 1204), la Quinta Cruzada (1219 a 1221), la Sexta Cruzada (1228 a 1229), la Séptima Cruzada (1248 a 1254), la Octava Cruzada (1270).

Las cruzadas constituyen un hecho propiamente histórico, pero poseen un sentido específico. En ellas lo importante no es el hecho armado como tal, ni el resultado de la acción militar. Lo que verdaderamente significa es el poder de convocatoria que posee la Iglesia, aún a costa de haber acabado de atravesar el Mar Rojo de la diástasis. Pues, a su llamado han respondido todos los sectores de la sociedad; príncipes, señores feudales, nobles, lacayos, villanos, hombres, mujeres, jóvenes y niños.

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ACTIVIDAD Nº 8

1) Relacione el nacimiento del urbanismo y la sociedad burguesa. 2) Sintetice el cuadro de la situación religiosa del Siglo XI 3) Elabore el siguiente cuadro sinóptico: Dialécticos - Tesis Central Controversia Antidialécticos - Tesis Central 4) ¿Cuál es la importancia de la Reforma Gregoriana?

V.6. EL PENSAMIENTO DE SAN ANSELMO

Desde el punto de vista del desarrollo del saber científico el hecho más descollante del siglo XI es la formulación doctrinaria de San Anselmo de Canterbury. Muchos investigadores de la “Historia de la Filosofía” han creído descubrir, en el pensamiento de San Anselmo, el verdadero origen de la “Filosofía Escolástica”. Ellos establecerían una total diferencia entre la obra de Escoto Erígena, que sería solamente Filosofía Medieval, y la obra de San Anselmo. Algunos estudiosos han avanzado aún más. Sostiene que San Anselmo es el creador de una “Filosofía Cristiana”, superadora de la “Filosofía Pagana”, como se podría llamar al pasado helénico. A mi modesto entender se trata de un avance del “Teocentrismo”, que es el espíritu de la “Civilización Occidental-Cristiana”, sobre el campo de la Filosofía. En otras palabras, con San Anselmo se puede hablar ya de una reflexión filosófica proyectada desde Dios. Históricamente o de hecho, el Obispo de Canterbury, depuesto dos veces consecutivas de su sede episcopal por Federico II, se ubica en el medio de la traumática polémica de los Dialécticos y de los Antidialécticos. Convoca a unos y a otros a la búsqueda de una síntesis superadora de la diferencia que los separa, que puede consistir en la aplicación de la Dialéctica a los temas que son objeto de la Teología. Precisamente su lema reza: “Creer para entender”. Con esa visión amplia y conciliadora San Anselmo obtiene dos cosas originales:

a) Conferir existencia a una versión filosófica decididamente comprometida con las “verdades de fe”. A ella le corresponde iluminarlas, conferirles transparencia racional, ponerles una fundamentación lógica y enmarcarlas en una metodología científica.

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b) Dar carta de ciudadanía definitiva a un planteamiento teológico de rigor científico, cuyo gran desarrollo será la tarea del siglo XII.

San Anselmo escribe sus obras con esa mira y dentro de esos parámetros. Así, su "Monología" y su "Proslogión" son ejemplos acabados de la unidad y de la concordia que la Dialéctica y la Teología adquieren en la Filosofía. En el "Monologio" plantea el tema de la esencia divina, en otras palabras, de cómo se hace presente la deidad, en su propia constitución entitativa, ante el tribunal natural de la razón humana. En el “Proslogión” aborda el tema arduo y sugestivo de la existencia de Dios, pero en la línea de la mira que señala el discurso lógico de la inteligencia humana. El núcleo doctrinario de esa obra, que la ha proyectado a la forma y al imborrable recuerdo de la memoria filosófica, es el llamado “Argumento a Simultáneo”. Se llama simplemente también “Argumento Anselmiano”. En el siglo XVIII Kant le impondrá el nombre de “Argumento Ontológico”. No está claro si San Anselmo lo propone solamente como ejemplo de aplicación del discurso dialéctico a la revelación de la existencia de Dios, o si ha creído encontrar en él una verdadera y real demostración científica, de que Dios existe. Sea lo que fuere el “argumento a simultáneo” está concretamente propuesto, en su forma esquemática, de la siguiente manera:

1) El ateo afirma: “Dios no existe”. 2) Cuando hace esta afirmación el ateo entiende que niega la existencia del

ser más perfecto que puede existir, porque tal es la idea que todos tienen de Dios y que lo define en su misma esencia.

3) Pero, como consecuencia de entender lo que niega, ya ese ser de tanta perfección existe en la mente del ateo, porque todo lo que se piensa existe en el pensamiento.

4) Pero, es indudablemente más perfecto existir en el pensamiento y en la realidad, que existir solamente en el pensamiento.

5) Luego Dios realmente existe, porque de otro modo no hubiera sido su existencia la que se negaba.

El pensamiento árabe y judío

El mapa general, del saber científico del siglo XI, y hasta prácticamente las postrimerías del siglo XIII, se alimenta también con dos corrientes de pensamiento que provienen de pensadores árabes y judíos, así de línea oriental, como de línea occidental. Esas vertientes traen la savia de dos patrimonios científicos del pasado:

a) La tradición platónica que fluye, briosamente, por el cauce de Filón de Alejandría, máximo exponente de la intelectualidad judía.

b) La tradición aristotélica que viene como de la mano de los pensadores árabes.

Los principales representantes del quehacer filosófico hebreo, de línea occidental son: Moisés Maimónides (1135-1204), Altarás (+ 1095), Gabirol (1020-1058), conocido con el seudónimo de “Avicevron”, Jehudá Ha Levi (1075-1165), médico y poeta, ampliamente conocido como León Hebreo, sobre la base de sus dos célebres obras: “Himno a la creación” y “Diálogo de Amor”.

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La corriente árabe es aún más fecunda, en autores, en obras y en influencia sobre el pensamiento cristiano, que la hebrea. Su vertiente oriental se alimenta en las fuentes doctrinales de Alquendi (796-866) y de Alfarabi (870-950) y registra los remansos más representativos con Avicena (980-1037) y con Algazel (1058-1111). En forma paralela su curso occidental recorre el cauce que constituyen los pensadores Ihu Mayana (883-931), Ihu Hayu (994-1063), Ihu Al-Arif (1088-1141), Ihu Alsid (1052-1127), Avempace (1070-1085), Tofail (1110-1185) y, sobre todo, el célebre Averroes (1126-1198), con su curiosa “Teoría de las dos verdades”.

V.7. LA IMAGO MUNDI DEL SIGLO XII

El siglo XII profundiza el golpe renovador de la Reforma Gregoriana. Guillermo Fraile, en su monumental “Historia de la Filosofía” le reconoce una atmósfera generalizada de grandes tensiones de recuperación “que afecta todos los aspectos de la vida social, económica, política, cultural, en arte, en teología y en filosofía”. Entre sus notas más singulares está la radicalización de la visión teocéntrica del universo, que había sido impulsada por San Gregorio Magno en el siglo VI y que ahora ubica decididamente a Dios en el vértice más alto de la racionalidad del hombre y del saber científico. Su inercia adquiere tal fuerza que ayuda a conformar tres hechos de singular importancia: el primero: retraimiento de la gravitación que había alcanzado en el siglo X la estructura feudal en todos los órdenes de la vida y de las decisiones; el segundo: la recuperación del principio de autoridad en lo político y religioso, el tercero: fortalecimiento del derecho de los súbditos frente a los señores dueños de la tierra. Estas líneas de reivindicaciones tienen su expresión institucional en el Parlamento, figura política nueva en la que adquieren representatividad, voz y voto, prácticamente todos los estamentos que conforman el cuerpo social. A fin de cuentas, lo más ganado de ese complejo movimiento de reivindicaciones será la consolidación de la Burguesía, afirmada con estructura social nueva, distinta y opuesta al Feudalismo. De hecho o históricamente la Burguesía introducirá, en la historia, un principio de conflicto con la vieja estructura social del Feudalismo. El mundo del enfrentamiento será la apropiación de la “potestad pública”, que estaba atada al principio tradicional de la sangre, del linaje o de la nobleza. Ya en los siglos posteriores, de la misma Edad Media, esa lucha registrará momentos dramáticos, pero sus definiciones quedarán para el curso de la Edad Moderna, con esos episodios centrales que serán:

a) La formulación doctrinaria del Liberalismo, por los pensadores ingleses que inician la rama empirista de la “Filosofía Moderna”. En estos días se tiene ya conocimiento de que el Liberalismo ha constituido y aún constituye el instrumento de penetración ideológica y de acción política de la Revolución Burguesa.

b) La Revolución Francesa. cuyo sentido histórico no es otro que el triunfo militar y político decisivo de la Burguesía frente al Feudalismo.

V.7.1. Los estudios teológicos en el siglo XII

El desarrollo del saber científico adquiere verdadera relevancia en el siglo XII, principalmente en la línea de los estudios teológicos. La influencia de San Anselmo y su incorporación de las “artes liberales”, sobre todo la Gramática y la Dialéctica, al estudio de las verdades reveladas, son factores decisivos en ese proceso de especulación teológica. Pero, advertidos por las desviaciones heréticas en las que habían caído los Dialécticos, buscan del pensamiento de la ortodoxia del

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pensamiento católico con el recurso a un esquema didáctico-pedagógico de gran rigor que es el siguiente:

1) AUTÓRITAS: se llama así a la presentación de un texto tomado del “depósito de la fe”, de alguno de los “Santos Padres”, de autoridad reconocida por la Iglesia, o bien de las definiciones dogmáticas de los Papas.

2) RATIO: consiste en la aplicación del discurso lógico al texto elegido. Generalmente se trata de un análisis llevado a cabo a la ley de la Gramática y de la Dialéctica.

3) SUMAS: está referida a una elaboración de síntesis de todos los elementos de juicio que hubieren resultado de la “ratio”.

4) SENTENCIAS: se designan con este nombre a las formulaciones doctrinarias establecidas como conclusiones que emanan del discurso dialéctico aplicado a la investigación de los textos seleccionados. Las sentencias se toman como doctrinas ciertas, verdaderas y ortodoxas. En su elaboración los teólogos no desdeñan ningún material informativo, como ha ocurrido con las traducciones aportadas por las “Escuelas de Traductores”, como las que han funcionado en Barcelona, Astorga, Sicilia, Nápoles, Bolonia, etc. Pues, si bien estos “centros de intelectualidad” habían preferido trabajar con obras y autores relacionados a las Matemáticas, a la Astronomía y a la Medicina, en poco tiempo cubren todo el espectro del saber.

Las sentencias han gozado de autoridad y aceptación científica. Su gran propulsor ha sido Pedro Lombardo, llamado “Maestro de las Sentencias” y autor de una obra de gran reputación titulada “Cuarto libro de las Sentencias” ("Libro quatuor Sententiarum”). Se puede afirmar que este complejo aporte lleva a la constitución definitiva de la “Teología Científica”. Sus mismos creadores la dotan de un aparato metodológico continuado, cuyos diversos pasos son: Primero: La Lectio: consiste en la presentación oral o escrita de un texto tomado de la Revelación o de la Patrística. Era común que la misma fuera acompañada de comentarios auxiliares que destacaran el origen y autenticidad de la fuente. Segunda: la Glosa y el Comentario: consistía en una presentación que aclarara el sentido literal del texto y el encuadramiento del mismo en las Sentencias. El comentario era más libre. Con frecuencia hacia fuerza en sus conexiones lógicas con otros textos, con el contexto de las sumas, con sus derivaciones doctrinarias, sus líneas de influencia, etc. Tercero: La Questio: esa expresión designa el momento y el sistema de discusión del texto. Generalmente consistía en una serie de preguntas y de respuestas en las que alternaban maestros y alumnos. Cuarta: La Disputatio: designa la refutación o valoración crítica de las opiniones contrarias. En este momento el maestro dejaba sentado su doctrina y exponía los argumentos que valuaban la misma. Se podía decir que conformaba la parte crítica de la exposición. Quinto: El Artículo: son breves consideraciones que se extraen de la confrontación de las distintas opiniones. El artículo expresa la posición doctrinaria del maestro.

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Sexta: El Florilegio: es una expresión latina prácticamente semejante a antología. Consiste en una colección de citas de diversos autores, en distintos tiempos, que avalan la postura doctrinaria del maestro, pero sobre todo la ortodoxia de la interpretación del texto y de la enseñanza. Séptimo: Sentencias y sumas: no son expresiones sinónimas pero coinciden en significar la labor de comprensión de lo expuesto analíticamente. Las sentencias connotan un sentido de aplicación moral o ética de la doctrina expuesta. Las sumas son, más bien, presentaciones doctrinarias o expositivas pero que conllevan un sentido de síntesis. Este esquema pedagógico y de investigación inicia la etapa de formulación de “sentencias” y de publicación de “sumas” las primeras sumas que parecen haber sido conocidas fueron: la de Anselmo de Larón y la de Guillermo de Champeure. Según el gran investigador del pensamiento medieval Martín Grabmann entre los siglos XII y XIII aparecieron más de dos mil “sumas”.

ACTIVIDAD Nº 9

1) Exponga sintéticamente el pensamiento de San Anselmo 2) Recalque la importancia de esta nueva filosofía. 3) Elabore un cuadro sinóptico con las notas más singulares del siglo XII. 4) Complete el siguiente cuadro:

TEOLOGÍA CIENTÍFICA

PASOS CONTENIDO

Primero Segundo Tercero Cuarto Quinto Sexto Séptimo

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V.8. LA TEOLOGÍA MÍSTICA

El gran desarrollo impreso a los estudios teológicos, con preocupación científica, ha llevado al nacimiento de una nueva versión, del pensamiento religioso, que se conoce con el nombre de “Teología Mística”. Esta visión doctrinaria y expositiva consiste en un análisis serio y profundo, a la luz de la Psicología y de la Sagrada Escritura, de esa peculiar e inefable experiencia, que han vivido los santos, al sentir vital y emotivamente la presencia de Dios en el alma. Generalmente la Teología Mística va acompañada de un estudio previo llamado Teología Ascética. Esta se entiende como la investigación de las virtudes religiosas y la forma práctica y concreta de vivir las mismas. Aquella, en cambio, describe la experiencia de la unión del alma con Dios, que es el término y como el coronamiento de la vida virtuosa. Precisamente la palabra “ascética” significa “ejercicio” y la palabra “mística” “unión”. Las dos grandes escuelas que se han especializado en esa visión práctica de la Teología son: a) LA ESCUELA DE SAN VÍCTOR: Ha sido fundada en las afueras de París, en la

proximidad de una ermita. En ella se destacaron el sajón Hugo de San Víctor (1097-1147) y el escocés Ricardo de San Víctor. Han enseñado que el ideal de la vida cristiana consiste en acceder a Dios por medio de un conocimiento íntimo, experimental y afectivo;

b) LA ESCUELA DEL CISTER Y CLARAVAL. La ha dirigido San Bernardo (1090-1153),

gran reformador de la vida monástica. Su autoridad intelectual y doctrinaria ha sido enorme. Ello le ha valido el título de “Ultimo Padre de la Iglesia”. Saint Thierry prolonga su pensamiento. Ha enseñado que existen tres grados que elevan al hombre a Dios. Ellos son:

a) La Consideración: que consiste en un conocimiento meditado del ser

divino; b) La Contemplación: que consiste en una visión intelectual y afectiva de

Dios. c) El Éxtasis: que se manifiesta como un estado de arrobamiento del alma,

como si pudiera estar trasportada fuera del cuerpo. Posee el sentido de una viva admiración y de un intenso placer provocado por la persona divina.

Clasificación de la ciencia

Una comprobación de la idea clara y precisa del saber científico es la nueva clarificación de la ciencia, formulada a la luz del progreso del conocimiento teológico. Hasta mediados del siglo XII se conserva la división estoica de Física, Ética y Lógica. Pero, a partir de la segunda mitad de la centuria queda consagrada la siguiente división:

a) Artes Liberales, b) Filosofía, c) Teología, d) Teología Mística, e) Visión Beatífica.

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V.8.1. Principales representantes

Los maestros de mayor renombre y jerarquía intelectual del siglo XII son:

a) Honorario de Antún (1090-1142): lector incansable y escritor fecundo; b) Pedro Abelardo: (1079-1142): prestigioso docente dotado de aguda

inteligencia y basta erudición. Es el padre del Sermonismo, una de las soluciones propuestas al Problema de los Universales.

c) San Ivo y Bernardo de Chartres: enseñan un Sumarismo integral de inspiración platónica. Cultivan con preferencia la “Cosmología”.

d) Gilberto Porreta (1076-1154): introduce una curiosa distinción, tomada de Boecio, entre el “id quod es” (la cosa concreta) y el “id quo est”, la forma o subsistencia.

e) Teodorico de Chartres autor de “La obra de los siete días”. f) Clarembaldo de Arras: con su especial teoría acerca del principio de

individuación. g) Guillermo de Conches: (1080-1145): con su enciclopedia titulada “De la

Filosofía del mundo”. h) Juan de Salisbury: 1110-1180: un inglés de vasta cultura y prolija erudición

lógica. Sus dos obras más conocidas son: “Historia Pontificia”, de gran fama, y “Polycraticus”, concebido bajo la inspiración de la Reforma Gregoriana.

i) Pedro de Blois: de tendencia humanista. j) Hildegardo de Burgen: 1098-1179: acentúa el cosmologismo de Chartres. k) Pedro Lombardo: llamado el “Maestro de las Sentencias”, un intelectual

docto y de gran equilibrio doctrinario. l) Los místicos de la Escuela de París, llamada San Víctor, y los

pertenecientes a la “Escuela del Cister” y “Clarabal”. m) Amalrico de Banes: un pensador Latirbaloseo condenado por su “Monismo”

en el Sínodo de París en 1210 y el cuarto Concilio de Letrán (1215). Lo acompaña en los albores del siglo XIII David de Finant representante del Materialismo.

Manifestaciones artísticas

La frondosidad intelectual del siglo XII abarca también importantes manifestaciones que hacen al arte en general y a la literatura en particular. En la línea de la Arquitectura, por ejemplo, hacia fines de la centuria culmina el estilo románico y se abre paso el estilo ojival. Pero, mayor relevancia y repercusión tiene el impulso que se produce a nivel de las letras. Es el mismo tiempo en que eclosionan las “Lenguas Romances”, que son derivaciones del Latín. España hace su aparición en el escenario de la cultura con su famoso “Mester de Juglaría”, cuya obra cumbre es el “Poema de Mío Cid”, considerado por Menéndez y Pelayo como una de las tres cumbres más altas de las letras castellanas, junto con el “Libro de Buen Amor” del Arcipreste de Hita y El Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra.

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ACTIVIDAD Nº 10

1) ¿Qué es la Teología Mística? 2) Enumere las manifestaciones artísticas de este siglo.

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UNIDAD VI

DESARROLLO DEL SABER EN LA TERCERA ETAPA DE LA EDAD MEDIA

VI.1. CRONOLOGÍA HISTÓRICA

La tercera etapa de la Edad Media abarca la totalidad del siglo XIII. En ella la Filosofía Escolástica toca su cumbre más alta, unida a un desarrollo extraordinario de la Teología. Este siglo prolonga y perfecciona el poderoso movimiento intelectual del siglo XII. Los pueblos que habían hecho asentamiento en el espacio geográfico de lo que constituye Europa adquieren conciencia de su nivel de progreso cultural y social, de su desarrollo histórico y del alto destino de realización política al que pueden llegar. Tal es el marco antropológico en el que discurre el saber filosófico y la sabiduría teológica.

VI.2. CAUSAS DEL APOGEO DE LA ESCOLÁSTICA Y DE LA TEOLOGÍA

Dos líneas de factores concurrentes influyen en el poderoso movimiento científico que se produce en el siglo XIII. Algunos de ellos pueden ser considerados como mediatos, otros posiblemente más decisivos como inmediatos.

VI.2.1. Factores mediatos

Entre los factores mediatos se pueden señalar:

a) La Reforma Gregoriana ocurrida en el siglo XI y que ha tenido como protagonistas al Papa Gregorio VII y al Emperador Enrique IV.

Esa famosa "Diástasis entre Reino y Sacerdocio" ha tenido el sentido profundo de una "autonomía del espíritu" y, en otras palabras, de un viento de libertad y de renovación interior.

1) La actividad especulativa del siglo XII. Hacia el final de la segunda etapa medieval se asiste a un intenso movimiento intelectual que busca superar las instancias polémicas de los Dialécticos y Antidialécticos y del gran problema llamado de "Los Universales". Justamente brilla el ingenio de San Anselmo de Canterbury, cuya personalidad gravita poderosamente en la constitución de la Teología como ciencia, conforme al sentir de muchos estudiosos de nuestros días. Esta nueva conquista del proceso del saber humano se define con la resuelta incorporación de los procedimientos metodológicos de la Dialéctica a la investigación, al estudio y al tratamiento de las verdades de la Fe.

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VI.2.2. Factores inmediatos

Son tres, según opinión unánime de los investigadores, los antecedentes que impactan poderosamente en el florecimiento de la Filosofía y de la Teología del siglo XIII. Ellos son: a) El descubrimiento de Aristóteles: platón era el genio antiguo que iluminaba todo el espectro del saber filosófico y del saber teológico, prácticamente hasta fines del siglo XII. Su voz y su enseñanza llegaban del pasado helénico ya en forma directa, ya por mediación de Plotino, ya por la ruta que provenía del genio altivo de San Agustín, con toda razón llamado el “Aguila de Hipona”. Los primeros contactos con Aristóteles provienen de las “Escuelas de Traductores”, que reproducen no solamente el pensamiento árabe sino sus mismas fuentes. Primeramente Avicena, con posterioridad Averroes, hacen circular las aguas sapienciales de la doctrina aristotélica por el cauce del pensamiento medieval. Ya San Alberto Magno, maestro de Santo Tomás de Aquino, había invocado con frecuencia la autoridad de Aristóteles y había hecho referencia a su doctrina. En esa forma, y como a paso lento, avanzaba Aristóteles desde el pasado con la peculiar presencia de una respuesta natural del espíritu especulativo del hombre frente a la realidad del universo. Santo Tomás, con el ingenio que lo caracteriza, no tarda en advertir que ese patrimonio helénico desconocido puede constituir la línea de ensamble o el punto de contacto entre la verdad de la razón y la verdad de la fe. Con eso nace el Tomismo, vale decir, la versión aristotélico-escolástica de la llamada Filosofía Tradicional, la cumbre más alta del saber filosófico-teológico de todos los tiempos. b) La fundación de las órdenes mendicantes: en este siglo se fundan dos importantes órdenes religiosas, que erigen la pobreza, o sea el desprendimiento de los bienes materiales, como forma de vida. Ellas son:

La Orden Franciscana, fundada por San Francisco de Asís, y

La Orden Dominicana, también llamada de Los Padres Predicadores, fundada por Santo Domingo de Guzmán.

De hecho, ambas instituciones han tenido una repercusión preponderante en el florecimiento de los estudios y en el inusitado desarrollo de la Filosofía y de la Teología. La Orden Franciscana no había sido fundada, en realidad, con una preocupación científica, como la “Orden de los Padres Predicadores o Dominicos”. Su objetivo miraba a dos resultados concretos y prácticos, de sentido estrictamente religioso:

a) La purificación del alma y la excelencia de la conducta por la práctica de las virtudes, con sentido de ejemplo de vida;

b) La posesión de Dios y el gozo de la paz mística. Sin embargo, a partir de Alejandro de Hales asume también una orientación de apostolado científico. En general el Franciscanismo se ubica en la línea de proyección del Platonismo y del Agustinismo. En cambio, los Dominicos retoman los hilos que provienen del legado intelectual de Aristóteles, ya con San Alberto Magno, pero sobre todo y decididamente con Santo Tomás de Aquino.

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La fundación de universidades

Otro factor de gravitación altamente significativa es el nacimiento de la vida universitaria. Se entiende por Universidad la institución fundada por maestros y alumnos, a manera de una corporación, que se dedica al cultivo del saber científico en su nivel más alto. Los antecedentes del movimiento fundador de universidades remontan a las escuelas monacales, catedralicias y palatinas de los siglos pasados. Ya en el siglo XI adquieren fama por su predicamento docente tres escuelas: “Notre Dame”, “Santa Genoveva”, “San Germán de Pris”. En el siglo XII esa actividad se acrecienta aún más con la "Escuela de San Víctor" y la "Escuela del Cister y Claraval". El paso de la vida escolar a la vida universitaria se produce con motivo de un incidente entre las autoridades de la ciudad de París y un grupo de alumnos. Estos, como forma de superación de la crisis, pasan a la margen izquierda del Sena y unidos con el alumnado de la Escuela de Santa Genoveva fundan el “Studium Generale Parisiense”. El Rey Felipe Augusto lo reconoce, como tal, en el año 1200 y el Papa Inocencio III en 1208 con un documento en el que por primera vez se emplea la palabra “universidad”. Su expresión textualmente reza: “...universitas magistrarum et scholarium...”. Se entiende que estos actos oficiales consagran públicamente la primera “Universidad” que conoce la historia de la enseñanza. Para celebrar tan fausto acontecimiento Haskins escribe: “En 1100 la Escuela seguía al Maestro; en 1200 el Maestro sigue a la Escuela”. El ritmo de ese movimiento fundador no se detiene. En unos versos del poeta Geoffray de Vinsanf se destaca que entre los años 1208 a 1213 funcionaban ya cuatro insignes centros de enseñanza: “Salerno en Medicina; Bolonia en Derecho; París en Artes Liberales; Orleans en Letras”. Concretamente se sabe que en 1213 Roberto de Comson dota al “Studium Generale Parisiense” de su primer Estatuto. Entre tanto en Bolonia, donde funcionaba una "Escuela de Leyes" en la que había brillado el talento de Irmerio (+ 1088) se produce un movimiento similar. Federico I, Barbarroja, confirma su transformación en “Escuela de Leyes” en 1158. El Papa Honorio III la eleva a categoría universitaria en 1219. En Salerno desde mediados del siglo XI funcionaba una “Escuela de Medicina”. En 1231 se la reconoce como universidad. Federico II en 1224 reconoce la transformación de una Escuela de Nápoles en universidad. En Cambridge ocurre otro tanto en 1318. La de Tolón data de 1229. Las escuelas de Orleans del siglo XI se convierten en universidad por reconocimiento de Inocencio IV en 1235. En España la universidad más antigua es la de Palencia. Desde 1180 funcionaba una Escuela Catedralicia que había sido fundada por el Obispo Arderico. En 1208 el obispo Tello la convierte en universidad. Alfonso VIII la reconoce como tal en 1212, dos años después de la famosa batalla de Navas de Tolosa. El Conde Alvaro Núñez de Lara la cierra en 1217 por la codicia que le despierta la “magna stipendia”. Pero el obispo Tello obtiene su reapertura en 1220 por orden del Rey San Fernando. Años más tarde, en 1228, Alfonso IX de León autoriza la Universidad de Salamanca, con especialidad en Derecho, cuya fama se extenderá por toda la geografía de Europa. Esta Universidad ha sido definitivamente reconocida por el Papa en 1245.

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Desde su origen la Universidad tiene el carácter de una “corporación”, vale decir, de un “grupo de trabajo” integrado por maestros y alumnos, cuya equivalencia actual puede ser la de un “sindicato” o “gremio”. Alfonso X, El Sabio, para caracterizarla la llama “ayuntamiento de maestros y escolares”. Esa “agrupación profesional”, absolutamente autónoma en su iniciativa y funcionamiento, inicia su carrera con “cursos regulares”, con “maestros y alumnos estables”, con “programas fijos”, con “títulos académicos” de validez general. En estricta verdad, los actos oficiales de reconocimiento no tenían otro sentido que la “licencia docendi” y la aprobación, a nivel general, de los “grados académicos” que se conferían. El hecho de enseñar y de aprender era una decisión autónoma de maestros y de alumnos que se unían para cultivar el saber, en orden al descubrimiento de la verdad, a la práctica del bien y al servicio de las comunidades de personas.

VI.3. PRINCIPALES CORRIENTES DOCTRINARIAS

La fecundidad científica y el alto nivel intelectual alcanzados durante el siglo XIII se manifiestan en una compleja pluralidad de pensamiento. Las principales líneas doctrinarias son:

VI.3.1. Corriente Franciscana A partir de Alejandro de Hales (1180-1245) la Orden Franciscana asume también un compromiso intelectual. Sus miembros se dedican, indistintamente y según sus inclinaciones naturales, tanto al estudio de la teología, cuanto al tratamiento de las ciencias profanas. En esa línea se ubican el mismo “Doctor Irrefragabilis”, Guillermo de Melitón, Juan de la Rochela (1200-1242) y el talentoso Juan de Fidanza (1221-1274), conocido con el pseudónimo de San Buenaventura. Mereció dos títulos: “Doctor seraficus” o, también, "Doctor Devotus”. Su concepción filosófica lo presenta como precursor del Ontologismo de Nicolás Malenbranche, ya por la adhesión y defensa del “Argumento a simultáneo” de San Anselmo, ya por su doctrina del “conocimiento contuitivo”.

VI.3.2. Corriente Dominicana Se establece en París en 1217. Son precursores de su pensamiento Rolando de Cremona, Juan de San Egidio, Pedro de Tarantosia, etc. Se constituye con carácter específico con San Alberto Magno (1206-1280), una de las personalidades más respetadas de su tiempo por su erudición vastísima y su extraordinario talento especulativo. Ha pasado a la historia con la gloria de haber sido maestro y defensor de Santo Tomás de Aquino. Su ideal teórico era el postulado de su fundador, Santo Domingo de Guzmán: “Oponerse a las herejías con la predicación y la enseñanza”. Sobre la base de sus méritos como hombre de ciencia le adjudicaron dos títulos: “Doctor Universal” y “Doctor Experto”. Ese peculiar movimiento de ideas se constituye acabadamente con Santo Tomás de Aquino (1225-1274). Representa la figura intelectual más grande de todo el siglo XIII y figura entre los más grandes genios de la humanidad, junto con Platón, Aristóteles y San Agustín. Sus títulos de reconocimiento fueron: “Doctor Angélico”, y “Doctor Común”. Provenía de una noble familia lombarda. Su padre era Hadulfo de Rocaseca y su madre Teodora de Theote, una napolitana del “Condado de Chieti”. A los treinta y un años de edad recibe la “licencia docendi”. En 1270 inicia la composición de la “Suma Teológica” que alterna su corona inmortal con la “Suma contra gentiles”. Su sistema de pensamiento posee líneas arquitectónicas. Jamás ha sido superado en claridad y precisión de conceptos, en exposición

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ordenada, sistemática y rigurosa. Su título de gloria es el “Tomismo”, una versión aristotélico-escolástica de la Filosofía.

VI.3.3. Corriente del Averroísmo Latino Se llama “Averroísmo Latino” a un movimiento de ideas que se alimenta de un comentario de Averro es a un texto apócrifo de Aristóteles. Se ubica específicamente en la “Facultad de Artes” de la Universidad de París, donde tiene como propulsores a Siger de Brabante (+1282) y, posteriormente, a Pierri Auriol (+1321), conocido por el “postulado de la inmanencia” en su concepción del conocimiento humano. El núcleo doctrinario era un aristotelismo platonizante que cabalgaba sobre la separación de la Filosofía con la Teología y la peregrina “teoría de las dos verdades”.

VI.3.4. Corriente del Tradicionalismo Científico Con esta expresión se designa a un movimiento del saber, que se da en la Universidad de Oxford, considerado como precursor de la “revolución científica” de los siglos XV y XVI. Desde un punto de vista filosófico la caracteriza una marcada tendencia platónico-agustiniana. Sin embargo, sus preferencias especiales lo vuelcan al cultivo de las “ciencias experimentales”. Lo representan, entre otros de menor densidad científica, Roberto Grosseteste (1175-1253) y Roger Bacon (1214-1292). Grosseteste se había inclinado al estudio de las matemáticas, cuya inercia lo ha arrastrado a un pitagorismo positivista. Expresaba con profunda convicción: “Sin la geometría no es posible conocer la naturaleza...”. “Las causas de los fenómenos naturales deberán ser representadas por líneas, ángulos y figuras, sin lo cual no es posible llegar al "propter quid" de la naturaleza”. Roger Bacon, la intelectualidad más firme de la escuela, anteponía las ciencias a las letras. Sus principales obras fueron tituladas: “Opus maius”, “Opus minus”, “Opus tertium”. Entre sus ideas fundamentales está la importancia que concede a las Matemáticas para la investigación de las ciencias y el estudio de la Teología. Sin haber incursionado preponderantemente el campo filosófico acentúa la tendencia iluminista de San Agustín, enseña la pluralidad de formas substanciales, admite la existencia de una materia espiritual y distingue en el conocimiento tres fuentes de información:

a) la autoridad; b) la razón; c) la experiencia.

VI.3.5. Corriente del Lulismo Esta orientación del pensamiento hace presente a España en el escenario del saber. Su nombre proviene de Raimundo Lulio (1235-1315), un pensador independiente, de tendencia mística, que deja como herencia una obra titulada “Arte Magna”.

VI.3.6. Corriente del Escotismo Esta última orientación del pensamiento del siglo XIII puede ser valorada como una variable del Franciscanismo. Ejerce su paternidad intelectual Juan Duns Scoto (1270-1308), última gran figura del apogeo escolástico.

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Por su agudo ingenio ha merecido el título de “Doctor Sutil” y, por su elocuente, sabia y piadosa defensa de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, lo han llamado también “Doctor Mariano”, blasones que ha sumado a la historia religiosa de su patria: Escocia. Su complejo sistema de pensamiento se opone frontalmente, en los principios doctrinales y en los procedimientos lógicos, con el Tomismo, de cuyas condenaciones se hace heredero. Las discrepancias empiezan desde la misma inteligencia del concepto “ser”. Para Santo Tomás “ser” es un concepto análogo, es decir, una misma palabra significa cosas que son totalmente distintas y parcialmente idénticas, como Dios y las criaturas. Para Juan Duns Scoto el concepto “ser” es unívoco, esto es, significa “cosas” totalmente idénticas, como son la “entidad” de Dios y de las criaturas. Obviamente que la oposición acompaña y recorre todo el cuerpo doctrinario. Así, en la doctrina de la abstracción niega, contra Aristóteles y el Tomismo, la presencia abstractiva del “entendimiento agente”, porque el universal existe “a parte rei”. Sobre tal base gnoseológica apoya, en suma, su “teoría del ejemplarismo”, tomada de San Agustín, la que lleva, por rigor lógico, a un perfecto y completo paralelismo entre el orden del ser y el orden del conocer. La influencia de Scoto ha sido larga en los siglos posteriores. Muchas de sus tesis se han incorporado al Nominalismo de Guillermo de Occam.

Presentación del problema

El Tomismo, como cualquier sistema de pensamiento, reconoce puntos básicos de apoyo, sobre los cuales pivote o se sostenga su compleja trama doctrinaria. Precisamente una de esas piedras angulares es el tema de "la relación entre la razón y la fe". Para Santo Tomás la unidad del saber es un hecho, fundado en la doble convergencia del autor, que es Dios, y del destinatario, que es el hombre. Aristóteles había resuelto sabiamente ese problema en el plano del nivel natural de la racionalidad al colocar a la "Filosofía Primera" en el vértice o máximo punto de confluencia de las distintas expresiones conocidas del saber científico. Ayudaba a esa solución tomar el concepto de ciencia con sentido análogo y no unívoco, que será el gravísimo error del Positivismo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Pero a nivel del siglo XIII, faltaba un planteo metódico y sistemático que llevará a una integración crítica ese nivel natural con el nivel sobrenatural abierto por la Revelación Cristiana a partir del siglo I. Obviamente que no se había llenado ese vacío con las distintas y sucesivas divisiones de la ciencia, de la filosofía y de la misma teología. Estaba claro para Santo Tomás que el problema de la integración del saber no pasa por una visión simplemente epistemológica, como creen algunos pensadores alemanes que no acaban de romper el cerco de la Ilustración y de la Enciclopedia. El tema, por su seriedad y trascendencia, requería previamente un planteo teórico. A ese análisis discursivo podía seguir con posterioridad, la forma y el modo concreto de vertebración ya vertical, ya horizontal, de distintas asignaturas en un mismo plan de estudio. Por fortuna, Santo Tomás podía trabajar sin las trabas y dificultades que ha generado la presencia del Renacimiento Común Europeo en el pensamiento humano y la desmembración del saber que ha acarreado la explosión constitutiva de las Ciencias Particulares, hecho que caracteriza a la modernidad.

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Justamente Santo Tomás busca la superación del problema de unidad de la racionalidad humana con el planteo técnico de la "Relación de la Razón con la Fe" y, consecuentemente, de la "Relación de la Filosofía con la Teología".

Antecedentes históricos

La relación de la razón con la fe se ha establecido fácticamente desde el momento en que la Revelación ha tomado estado público con la predicación de Cristo. San Pablo se hace eco de esa realidad cuando escribe en la "Carta a los Corintios" "..... los griegos piden ciencia; los judíos piden milagros.....". Durante la fecunda y larga época de la Patrística existe ya una asimilación del lenguaje humano y del repertorio conceptual del Helenismo por las verdades de la fe. Estas han tomado los elementos de la ciencia pagana, acumulados durante las etapas del Helenismo y de la "corriente helenístico alejandrina" y de los comienzos de la civilización latina, como vehículo de expresión. Este hecho, de importancia capital, se ha inmortalizado bajo la expresión de "Helenización del Cristianismo y de Cristianización del Helenismo". Durante la Edad Media se asiste a una doble instancia: primera, de violenta confrontación entre la razón y la fe; segunda, de una armonización o congeniamiento entre ambas actitudes humanas. La primera instancia recorre la gran diatriba de los Teólogos con los Dialécticos, cuyo estallido forma parte de la profunda crisis del siglo XI, que remata en la famosa "Reforma Gregoriana". Todavía repercute en pleno siglo XIII, en la llamada "Corriente del Averroísmo Latino", bajo la forma de la peregrina y curiosa "Teoría de las dos verdades" que fuera acuñada por Averroes. La instancia conciliatoria culmina con Santo Tomás de Aquino. Registra su antecedente inmediato en la incorporación de la Dialéctica al estudio y tratamiento de las verdades reveladas que promueve San Anselmo bajo el lema: "Creer para entender". Pero al Doctor Angélico le corresponde el planteo técnico y la solución definitiva del problema, aún a costa de la actitud regresiva del Nominalismo.

Estructura metodológica del planteo tomista

Santo Tomás encara el tema de la relación de la razón con la fe como un científico. No tiene prevista ninguna solución puntual. Busca encarar el problema en una dimensión especulativa, sin otro antecedente que su personal honestidad intelectual comprometida con la búsqueda de la verdad. Su planteo concreto prevé tres momentos sucesivos:

A: Distinción; B: Armonía; C: Jerarquía.

La distinción puede surgir de la consideración de una triple diferencia:

a) origen; b) actos; c) objeto.

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La armonía entre la razón y la fe, que constituye el capítulo fundamental de todo el tema, desde que involucra el congeniamiento de la religión con la ciencia, pasa por la verificación de dos puntos de coincidencia:

a) El autor: Dios. b) El destinatario: el hombre.

Por último, la Jerarquía u ordenamiento de subordinación, no presenta mayores dificultades. Es suficiente atender a la dignidad o excelencia de un sujeto (Dios) en comparación con el otro (el hombre).

Exposición sistemática

De la Distinción entre Razón y Fe

Con este planteo el Angélico busca ofrecer un sólido fundamento, reflexivo o científico, que avala la percepción natural o espontánea de que la razón y la fe comportan distintas modalidades de comportamiento humano. Pero, no obstante ese asentimiento general, un grupo grande de agnósticos y muchos creyentes desprevenidos han caído y caen en el grosero error de confundirlas cuando demandan idénticos procedimientos demostrativos así para las verdades de la fe como para los enunciados de la ciencia. Es así como, con frecuencia, se exige una demostración de la existencia del Purgatorio, de la existencia del Infierno, etc. como si se tratara de una combinación química en un tubo de ensayo o de una experimentación física en un laboratorio. De todas formas la distinción de razón y fe se hace explícita sobre la base de la diversidad de tres factores: a) Por parte del origen El conocimiento racional tiene como fuente propia la actividad abstractiva de la inteligencia, que sigue al testimonio sensorial. El conocimiento de la fe, en cambio, remonta su origen a una iluminación gratuita que proviene de Dios. Para Santo Tomás, apoyado en la autoridad doctrinaria del Estagirita, no existe ningún conocimiento que no haya pasado por el filtro de la abstracción, que tiene a su cargo el “entendimiento agente”. Para conocer, la inteligencia no necesita otra cosa que aplicar la capacidad natural y espontánea, de la que está dotada, para percibir las señales que emiten los objetos y armar, desde ellas, el mundo lógico de sus representaciones. De otro modo no sería facultad de conocimiento, o bien, toda su actividad pertenecería al orden sobrenatural. En cambio, las verdades de fe dependen de un auxilio especial de Dios. El acto de fe consiste esencialmente, en una respuesta de confianza al testimonio de otra persona. Pero, esa aceptación supone, a su vez, una moción especial de la voluntad, presumiblemente simultánea a la iluminación de la inteligencia. Sin asentimiento el acto de fe no existe, aún cuando la verdad hubiera sido propuesta o comunicada a la inteligencia. Pues, el “mecanismo”, por así decir, de la intelección es totalmente distinto al “mecanismo” de la creencia. En el conocimiento la inteligencia cumple una función dinámica, ya psicológica, ya lógica, de aprehensión de objeto conocido; en la fe la inteligencia se comporta pasivamente, porque lejos de elaborar un conocimiento, la verdad adviene desde una causa externa y ajena a ella. Con toda justeza el Angélico escribe: “...el

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hombre, asintiendo a las verdades de la fe, es elevado sobre su naturaleza, lo que denota haber sido interiormente movido por Dios, principio sobrenatural: por ende, el asentimiento, que es el primer acto de la fe, se verifica por la moción interior de Dios, que es la gracia”. (S.T.II.II.q.6.a.1) En conclusión: razón y fe no se identifican, esto es, son dos distintas actitudes porque reconocen muy diverso origen. Cada una tiene su naturaleza específica, un ámbito propio y distintas exigencias metodológicas de comprobación o demostración. b) Por parte de los actos Los actos de la razón suponen y dependen de cierta causalidad eficiente de parte del propio objeto a conocer. Con anterioridad a la aprehensión de una cosa la inteligencia está en potencia para hacerlo. Su paso al acto de la intelección, esto es, a conocer efectivamente, no se da sin una acción del objeto, que en lenguaje técnico de la filosofía se llama “determinación”. Precisamente los filósofos han descubierto este principio: “Nada pasa de la potencia al acto sin un acto”. Además: el mecanismo psicológico del conocimiento es de orden puramente natural. La sensibilidad espontáneamente recepta las impresiones sensibles que emanan de los objetos, porque es potencia constituida con esa finalidad. En un segundo momento construye con ellas esas representaciones internas que se llaman “imágenes” o "fantasmas". Justamente esos “fantasmas”, al decir de Santo Tomás, son los encargados de activar a la inteligencia para que proceda a realizar su acto de conocimiento. En una palabra, el acto de conocer se resuelve en el seno de la misma inteligencia, sobre la base de una representación inmaterial pero exacta del objeto, que se llama “concepto” o también “idea”. El acto de fe, en cambio, demanda un proceso mucho más complejo. El Tomismo lo define como “un acto del entendimiento que aprehende una verdad divina bajo el imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia”. Por de pronto, en el acto de fe intervienen cuatro factores:

a) el entendimiento; b) la voluntad; c) Dios autor de la revelación; d) la gracia, auxilio con el que Dios mueve a la voluntad.

Frente a la verdad revelada la inteligencia se mantiene indiferente, porque la fe no es simplemente conocer, sino formal y esencialmente aceptar. Es por eso que la voluntad del hombre necesita ser interiormente movida por Dios, mediante el recurso de la gracia, para que produzca el acto de fe. En ese proceso nada es natural. La comunicación de la verdad, llamada Revelación, corresponde a una gratuita y amorosa iniciativa de Dios. El movimiento de aceptación de la voluntad reconoce también una autoría divina. La perfección que confiere la fe constituye una elevación del hombre a un plano superior al nivel de su naturaleza, que es de orden sobrenatural. En conclusión: tampoco por sus actos la razón coincide con la fe. Ambas responden a diferentes exigencias y se comportan distintamente. c) Por parte del objeto Sin entrar en las precisiones conceptuales de la filosofía se puede decir que objeto es lo que la razón conoce y lo que la fe acepta.

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El objeto puede ser doble:

“material” y

“formal”. Se llama objeto material a lo que se conoce o se cree en su conjunto. Se llama objeto formal al “dato” o a la “arista”, de ese conjunto, que se destaca en forma especial o específica. Así, por ejemplo, el hombre es objeto material de la Psicología, de la Filosofía y de la Teología. Pero cada uno de esos saberes destaca y toma su propio aspecto de interés. Este dato peculiar constituye el objeto formal. La razón tiene como objeto material todas aquellas cosas o todos aquellos enunciados que son manifiestos y se hacen presente a los sentidos o a la misma inteligencia, como el juicio. “El todo es mayor que la parte”, etc... En cambio, la fe versa sobre “lo que no se ve”, como dice el Apóstol San Pablo, vale decir, lo que está encubierto, lo que es misterioso y lo que tiende al futuro. Por esa razón las verdades de la fe no necesitan ser demostradas o probadas, como acontece con las verdades de la ciencia. Por la fe simplemente se acepta, como ocurre con muchos misterios. En cuanto al objeto formal la diferencia es aún más explícita. La razón descansa su peso en la evidencia, ya espontánea, ya reflexiva, esto es, en la “claridad” o “transparencia” que el objeto o la verdad tienen frente a la visión de la inteligencia, como el juicio: “el todo es mayor que la parte”. En cambio, la autoridad divina es el motivo que mueve a la aceptación de una verdad revelada. Por eso la fe conlleva el sentido de un acto de “confianza” del hombre hacia Dios. Conclusión: razón y fe son fuentes de conocimiento totalmente distintos. Una y otra perfeccionan la racionalidad del hombre. Cada una apunta al saber un conjunto de verdades, representa un sistema de información o de noticias, según su modo peculiar y desde su nivel específico, porque no se identifican, ni se confunden. Justamente la distinción se define como “ausencia de confusión”, “negación de identidad” o “comprobación de que una cosa no es la otra”.

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UNIDAD VII

DESPLIEGUE DEL TOMISMO

VII.1. LA RAZÓN Y LA FE EN EL TOMISMO

VII.1.1. Consideración general

El tomismo es un grandioso sistema de pensamiento. Se lo puede caracterizar como una construcción arquitectónica del saber humano. Los distintos temas que plantea se articulan con tanto rigor metodológico y progreso “dialéctico”, que constituye el ejemplo más completo, más acabado y más perfecto de “integración del saber” y de iluminación teológica de la ciencia. Sin ninguna hipérbole se puede afirmar que el Tomismo es el sistema de unidad de la ciencia, que refleja el “orden natural” de la razón humana y la forma sistemática de iluminación teológica, que conforma el "nivel sobrenatural" de la racionalidad.

VII.1.2. Presentación del problema

La trama doctrinaria del tomismo reconoce puntos de apoyo básicos. Una de esas piedras angulares es justamente el tema de la relación entre la razón y la fe. En estricta verdad esta discutida cuestión acompaña el desarrollo y crecimiento de la racionalidad del hombre. Se mantiene latente o implícita desde la Revelación Mesiánica, confiada al pueblo judío. Justamente alude a ella el Apóstol San Pablo cuando escribe: “...los griegos piden ciencia, los judíos esperan milagros...” se toma explícita a partir de la Revelación Cristiana cuando se hace público y universal el mensaje de Dios a los hombres, esto es, la “Palabra” portadora de vida eterna. Los primeros momentos del Cristianismo plantean una relación de hecho entre la razón y la fe. Poco a poco entrecruzan sus líneas en la medida y en la progresión en que las verdades de fe asumen el lenguaje clásico y asimilan el repertorio del saber pagano para expresar sus contenidos. Finalmente, el tema de la relación entre la razón y la fe se eleva al plano teórico durante la Edad Media. El primer contacto es, fácticamente, de confrontación, como se evidencia en la enconada polémica de teólogos y dialécticos, que hace crisis en el siglo XI en el marco de la Reforma Gregoriana. Esa oposición se mantiene todavía en el siglo XIII, como uno de los postulados de la “corriente del averroísmo latino, heredera en línea directa de la curiosa y peregrina teoría de las dos verdades” de Averroes. El Doctor Angélico, que se nutre del pasado intelectual, asume el problema con la responsabilidad y la altura moral que es propia de un hombre de ciencia, para conferirle una solución definitiva. Su marco mental de referencia es, por un lado, la unidad del saber y, por otro lado, el hecho evidente de que razón y fe son fuentes de conocimiento y de información. Una y otra enriquecen la inteligencia con la

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transmisión de verdades, ya relativas al mundo físico, ya al destino superior del hombre. Sin pertenecer al mismo nivel de conocimiento ambos estructuran la dimensión integral de la racionalidad del hombre.

VII.2. ESTRUCTURA METODOLÓGICA DEL PROBLEMA

Santo Tomás somete el tema de la relación entre la razón y la fe a un tratamiento demostrativo, de tanto rigor científico, que decididamente lo ubica en el nivel especulativo o teórico del saber. Para ello debió proceder a espaldas de todo supuesto lógico; ya de autoridad, ya que pueda provenir de su propia condición de creyente. Su planteo concreto del tema prevé tres instancias sucesivas:

a) distinción; b) armonía; c) jerarquía.

A su vez, cada uno de esos momentos de la reflexión demanda específicos elementos de juicio. Así, la distinción entre razón y fe provendrá de la consideración del origen, de los actos y sus respectivos objetivos. La armonía dependerá de dos sistemas de convergencia:

a) autor; b) destinatario.

La jerarquía tendrá como vertiente la dignidad del sujeto.

VII.3. EXPOSICIÓN SISTEMÁTICA

VII.3.1. Tema de la distinción entre la razón y la fe Este planteo fundará la diferencia que media entre la razón y la fe, entendidos como fuentes de conocimiento. De sus efectivamente bocas de información distintas, una y otra deberán estar referidas a repertorios de verdades inconfundibles por su naturaleza, por sus alcances y por los procedimientos metodológicos para su demostración. Así, mientras las verdades de la ciencia invocan la evidencia natural de los primeros principios o un sistema de contrastación fundado en la experimentación sensible, las verdades de la fe proclaman la autoridad de Dios, expresada en la Revelación explícita.

VII.3.1.2. Tema de la armonía a) Consideraciones Generales Armonía expresa en su concepto concordancia entre dos cosas o partes que son distintas, acuerdo entre personas o grupos sociales, simetría en la proporción de las partes de un todo, o simplemente, correspondencia de una cosa o de una parte con otra. Entre este caso concreto se trata de establecer si existe adecuación, concordancia o correspondencia entre la razón y la fe, distintas fuentes del saber humano.

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La importancia del tema está suficientemente acreditada a lo largo de la Edad Media, de la Edad Moderna y de la Edad Contemporánea. Ya la misma “Sofía” había nacido de las manos de Tales, en Mileto, como una actitud que tomaba conveniente distancia del Mito y que, en cierto sentido y hasta límites determinados, se contraponía con la religión. Los sofistas se encargaron de radicalizar esa frontalidad. Durante la Edad Media el tema de la armonía entre la razón y fe hace crisis en la enconada polémica de los teólogos con los dialécticos. Averroes, en el siglo XII, ensaya una suerte de solución con su famosa “teoría de las dos verdades”. Pero, hasta el Tomismo, en el siglo XIII, no se había encarado ningún planteo teórico a nivel sistemático. En el siglo XIV se impone la desarmonía entre la razón y la fe como consecuencia del “intuicionismo” de Guillermo de Occam, bajo la forma del “Fideísmo”. La reciben como herencia todas las modalidades de agnosticismo que jalonan la marcha de la historia moderna y contemporánea, del conocimiento. En el siglo XVIII el Positivismo la eleva a la categoría de dogma científico y la transfiere, como legado intelectual, al Modernismo del siglo XX, que ata la suerte de la Filosofía y de la Religión a las manifestaciones anti-intelectualistas o irracionales del conocer humano, sea la experiencia, sea la emoción, sea el sentimiento, sea un “sentido de lo numinoso”, sea una “facultad de lo divino”, sea una “vivencia de lo arcano y desconocido”, etc. Nuestra época es heredera dogmática de esa dispersión doctrinaria. No ha sabido o no ha querido encarar un planteamiento crítico del problema. Esta situación torna absolutamente valedera y de incalculable actualidad la contribución del Tomismo. b) Problemas concurrentes La distinción entre razón y fe ha planteado, por rigor lógico, dos problemas que no deben ser confundidos. Uno de ellos se refiere a la contraposición entre el nivel natural de la razón y el nivel sobrenatural de la fe, como opinan algunos. El otro problema plantea el tema de la armonía entre ambos, según opinión casi unánime. Porque, una cosa es demostrar que no hay oposición o incompatibilidad entre el modo natural de conocer y el modo sobrenatural de la Revelación y otra cosa distinta, la comprobación de una necesaria y fecunda colaboración de ambos niveles y de ambas conductas. Santo Tomás se hace cargo de los dos problemas. Niega categóricamente la contraposición o desarmonía de la razón con la fe. Sus razonamientos de sólido valor argumentativo son:

1) Razón y Fe son fuentes de verdad: fundada, la primera, en la evidencia objetiva y avalada. La segunda, por la autoridad de Dios. Ambas fuentes están ordenadas a la verdad y lo verdadero no es contrario de lo verdadero, sino solamente de lo falso.

2) La razón procede de Dios, como creador de la naturaleza. La fe es, asimismo, un don gratuito de Dios comunicado por el camino de la Revelación. Por lo tanto, no puede haber contradicción entre un elenco de verdades y otro, si ambos reconocen un mismo autor sapientísimo y omnipotente.

3) La santidad de Dios es tanta que no puede engañar y su sabiduría tan infinita que no se puede contradecir. Por lo tanto, las supuestas contradicciones son sólo de apariencia y corresponden al haber del hombre, cuyas limitaciones le permiten sacar conclusiones falsas hasta de

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principios verdaderos. Estas argumentaciones se afirman tanto en el sentido común, cuanto en la lógica del conocimiento. Su fundamento último son los primeros principios y las leyes ideales que rigen el orden del pensar. c) Exposición sistemática de la armonía entre la razón y fe Para Santo Tomás no es problemático el congeniamiento del nivel natural de la razón con el nivel sobrenatural de la fe. Afortunadamente existen dos puntos concretos de convergencia:

a) el autor; b) el destinatario.

Dios es autor indiscutible de la razón y de la fe. Solamente no habría armonía, entre una y otra, si Dios no hubiera podido o no hubiera sabido compadecerlas mutuamente. Pero, ninguna de esas limitaciones se pueden atribuir a Dios, porque tanto contrarían su omnipotencia, como su sabiduría divina. Por ende, razón y fe se constituyen en fuentes armónicas de conocimiento, destinadas a perfeccionar al hombre y a acrecentar su saber. Un ejemplo fáctico de esa mutua colaboración es la aplicación de la Dialéctica a la Revelación, que presiente Scoto Eurígena en el siglo IX y que consagra, en el siglo XII, San Anselmo de Canterbury. Muchos enunciados religiosos y, también, muchas fórmulas de la filosofía y de las ciencias han motivado precisiones conceptuales recíprocas. Así, por ejemplo, la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía ha contribuido a pulir el concepto filosófico de accidente y, correspondientemente, las nociones filosóficas de substancia, persona y naturaleza han permitido luminosas explicaciones racionales de misterios tan sublimes como la Santísima Trinidad, la Encarnación del Verbo, etc. El otro eje de convergencia es el hombre. El es destinatario y sujeto así de la razón como de la fe. Cuesta imaginar, por lo superficial y poco serio, que se pueda sostener que la intelección no sea armónica con la creencia cuando son actos del mismo entendimiento. Tal confluencia no es solamente posible o conveniente, sino aún necesaria por rigor lógico. Pues, de otro modo el dinamismo humano sería caótico, caprichoso y un verdadero rompecabezas por estar como atado a dos juegos de fuerza contrarias, sin un principio regulador que indique cuándo corresponde aplicar uno u otro. En conclusión: razón y fe guardan perfecta correspondencia. Ambos alimentan el saber del hombre con líneas de información que provienen desde distintos niveles y en esa forma son integradores del ámbito total de la racionalidad humana.

VII.3.3. Tema de la Jerarquía entre la Razón y la Fe a) Consideraciones generales El tema de la jerarquía entre razón y fe se resuelve en la subordinación de una u otra. Para Santo Tomás la solución no es problemática, porque de cierta manera surge de la armonía misma como tal. Textualmente el Angélico la plantea en los siguientes términos de la Suma Teológica: “La fe presupone el conocimiento natural, como la gracia presupone la naturaleza y la perfección lo perfectible”. Pero, como esta consideración puede expresar el orden de adquisición del saber y no necesariamente el orden del ser o dignidad, completa así su pensamiento: “En la misma forma que la gracia no destruye la naturaleza sino, antes bien, la

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perfecciona, conviene que la razón esté al servicio de la fe, de la misma manera que la natural inclinación de la voluntad sirve a la caridad”. Con esto queda explícitamente establecido que no son reales, sino supuestas, las incompatibilidades entre el orden natural y el orden sobrenatural. La razón y la fe están precisamente al servicio del hombre, para que éste satisfaga su doble vocación: temporal y eterna o trascendente. Pero, en esa línea, el destino último del hombre es lo que se llama escriturística y teológicamente “Salvación”. A ella está ordenada directamente la fe, de modo que la razón ha de subordinarse a ella, porque también debe contribuir a la realización de ese destino último o final de quien es su propio sujeto.

Presentación Sinóptica: Tema de la Razón y la Fe El esquema de trabajo es el siguiente: I: DISTINCIÓN 1) Por el origen: a) Actividad abstractiva de la inteligencia. b) Iluminación gratuita de Dios. 2) Por los actos: a) Causalidad del objeto sobre la inteligencia. b) Moción divina por la gracia. 3) Por el objeto: a) Material: todo lo que es manifiesto a los sentidos o a la inteligencia. b) Formal: la evidencia espontánea o reflexiva. a) Material: verdades inaccesibles a los sentidos y a la inteligencia. b) Formal: La autoridad divina. II: ARMONÍA: Triple concordancia de convergencia. a) Fuentes de conocimiento y de verdad. b) El mismo origen. c) El mismo destinatario. III: JERARQUÍA: La razón se subordina a la fe.

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UNIDAD VIII

LA FILOSOFÍA Y LA TEOLOGÍA EN EL TOMISMO

VIII.1. CONSIDERACIONES GENERALES

Otro gran problema que ha llegado sin solución hasta Santo Tomás es el relativo a la distinción entre la Teología y la Filosofía. Desde un punto de vista histórico el primer contacto de uno y otro saber se produce a nivel de los Padres Apostólicos. Pero éstos, ya presionados por la exposición de la doctrina revelada, ya urgidos por la defensa de la fe, como ha ocurrido con los apologetas, no han vislumbrado el problema, ni han tenido la oportunidad para detenerse en un planteo teórico acerca de la relación de un saber con otro. La Patrística representa como una segunda etapa en esta relación. Los llamados Padres de la Iglesia, así la Patrística griega, como la Patrística Alejandrina, en general la Patrística Oriental y junto con ellas, la Patrística Latina han contado con geniales pensadores, como ha sido el caso de San Agustín, que han sido simultáneamente grandes filósofos y grandes teólogos. Para ellos la armonía de ambos saberes ha sido un hecho que estaba por sobre toda discusión. En el siglo XI, se agiliza virulentamente la polémica entre Filósofos y Teólogos con lo que ambas ciencias alcanzan un grado altísimo de contraposición frontal. En esa etapa del desarrollo del saber abundan los testimonios de una y otra parte. Santo Tomás se hace cargo de este proceso histórico y busca proponer una solución teórica y de rigor científico que sea definitiva. Con esto, al prolongar las líneas del gran tema de la relación entre la razón y la fe coloca otro nuevo pilar para que apoye la recia arquitectura de su pensamiento y de la unidad del saber científico.

VIII.2. ELEMENTOS METODOLÓGICOS

Como en el tema de la razón y la fe aquí se plantean tres cuestiones de sucesión lógica. La primera, obviamente, se refiere a la “Distinción” entre Filosofía y Teología. La segunda alude a la “Armonía” entre ambas. La tercera encara, como es natural, el tema de la “Jerarquía”, en otras palabras, el orden de prioridad y de posterioridad de una con otra. En la base del planteo de Santo Tomás revive el viejo concepto análogo de ciencia. Sin discutirlo lo recoge como un hecho elemental de la tradición griega y de la tradición Escolástica anterior a él. Estaba muy lejos de imaginar que, con el correr del tiempo, el Positivismo del siglo XVIII, intentaba imponer una idea unívoca de ciencia. Pues para ellos solamente merecerán el nombre de "ciencia" todas aquellas manifestaciones del saber que provengan de la aplicación del "Método Experimental", como ocurre con las llamadas “Ciencias Positivas”.

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Para Santo Tomás, en efecto, es claro y evidente que la ciencia está inscripta en el campo de la analogía conceptual. Por esa razón, Filosofía y Teología son tan ciencias, por su carácter rigurosamente demostrativo, como serán la Física, la Química, la Historia, las Matemáticas, etc. Que cada una disponga de una metodología propia y diferencial no implica que pierdan el carácter demostrativo que las constituye en la línea del mismo saber científico. Así, el Angélico hará pivotar el tema de la distinción sobre tres elementos que son propios y definitorios de toda ciencia:

a) los principios; b) las conclusiones; c) los objetos, así material como formal.

El mismo Angélico legará a la posteridad la brillante visión de que la ciencia resulta del progreso que realiza la razón cuando “partiendo de principios” camina o avanza hacia las conclusiones. La ciencia, en efecto, se asemeja a una trama de definiciones, vale decir, a un entrecruzamiento de ideas que digan relación recíproca. Para el tema de la "armonía" le será suficiente recurrir al postulado teológico de que “la gracia supone la naturaleza”. En tal línea de pensamiento corresponderá entender que la Teología debe suponer a la Filosofía, como la Revelación ha supuesto la tradición del lenguaje humano. Pero de todas formas, queda en pie el gran punto de apoyo de la doble convergencia, anteriormente señalada:

a) Un mismo autor; b) Un mismo destinatario.

Por último, la jerarquía surge como conclusión de un razonamiento. Bastará tener en cuenta la importancia y la dignidad del objeto.

VIII.3. EXPOSICIÓN SISTEMÁTICA

VIII.3.1. Tema de la Distinción entre Teología y Filosofía

a) Consideraciones previas Teología y Filosofía se presentan, desde un punto de vista estático, como un depósito de verdades atesoradas por cada una de las ramas del saber. Sin embargo, dinámicamente la Teología y la Filosofía se muestran como un proceso que realiza la inteligencia del hombre cuando busca extraer conclusiones o conocimientos nuevos, contenidos en principios que le sirven de punto de partida. En consecuencia uno y otro saber disponen de tres elementos indispensables:

1) Principios; 2) Conclusiones; 3) Objetos.

b) Punto de vista de los principios La Filosofía reconoce como “principios” esos axiomas supremos que rigen todo el orden del ser y del pensar. Esas leyes máximas no necesitan demostración por el peso de su propia evidencia. Emergen a la luz natural de la inteligencia plenos de claridad o transparencia inteligible, sin que requieran ninguna otra instancia de

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iluminación que no provenga de la misma facultad cognitiva. La Teología, por el contrario, trabaja con los “artículos de la fe”, que son verdades explícitamente reveladas. Estas provienen por comunicación divina, vale decir, por la vía de una intervención gratuita y amorosa de Dios que decide, por iniciativa propia, transmitir al género humano un conjunto de verdades sobrenaturales. Estas no tienen, ni necesitan tener una operatoria demostrativa como tal. Las recibe la inteligencia a manera de un "testimonio” de persona a persona, cuya aceptación constituye el acto llamado fe. De este modo, mientras los principios de la filosofía habitan en el santuario de la razón las verdades de la fe provienen desde afuera, bajo la forma de una comunicación informativa. En conclusión: desde el punto de vista de los principios, Filosofía y Teología constituyen dos ciencias absolutamente distintas. c) Punto de vista de las conclusiones No cabe duda que principios naturales originan conclusiones del mismo orden. Tal es el caso de la filosofía. Su mecanismo metodológico es puro fruto de un dinamismo cognoscitivo que compete a la inteligencia por su misma condición de facultad destinada a conocer. Para ese funcionamiento el espíritu no necesita ninguna iluminación superior. Es suficiente la luz natural para que la razón proceda a desplegar su virtualidad o capacidad abstractiva, formadora de conceptos universales sobre la base de la captación de las esencias, esto es, del ser mismo de las cosas. El procedimiento racional que lleva a las conclusiones teológicas no es el mismo. Por la misma razón que principios naturales conducen a conclusiones naturales, los principios sobrenaturales deberán llevar a conclusiones del mismo orden. Así, el movimiento de la demostración teológica va “de lo explícitamente revelado a lo virtualmente revelado”, como acertadamente escribe Ángel González Álvarez en su “Introducción a la Filosofía”. El teólogo se mueve formalmente “en el campo de lo sobrenatural”. Por esa cabal razón, el procedimiento demostrativo de las verdades reveladas no pasa ni por la experimentación, ni por el discurso lógico de la mente, sino por el recurso a la fuente legítima de la Revelación que trae la “palabra de Dios” y cuyo conjunto forma el “Depósito de la Fe”. Sin embargo, es fuerza reconocer, que en la demostración teológica existe un hilo conductor o consecuencia que es un movimiento racional. Pero, ese aporte de la inteligencia se limita al proceso de la conclusión y no afecta para nada la naturaleza de lo concluido. Por lo tanto, a la luz de las conclusiones, Filosofía y Teología son dos ciencias igualmente distintas.

d) Punto de vista de los objetos En términos generales, como se dijo ya, se llama objeto a todo lo que una ciencia estudia, investiga, lo que una ciencia trata reflexivamente. También se dijo ya que el objeto de la ciencia puede ser doble:

a) material; b) formal.

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El primero es, con frecuencia, común a varias ciencias específicamente diferentes. Ello ocurre por ejemplo con el pensamiento, que es estudiado por la Lógica, por la Antropología Filosófica y por la Psicología Experimental. Sin embargo, esas ciencias no se identifican entre ellas. El segundo objeto es privativo de cada disciplina científica. Tiene la particularidad de especificarla, vale decir, de constituirla en determinada disciplina, dentro de la unidad del saber. Desde el punto de vista del objeto material existen muchos puntos de contacto entre la Teología y la Filosofía. Uno de ellos es, por ejemplo, el gran tema de la existencia de Dios. La inteligencia, apoyada en sus fuerzas naturales, ha formulado fácticamente muchos argumentos demostrativos de que Dios existe, ya a priori, como el "Argumento a Simultáneo" de San Anselmo, ya las llamadas "Cinco Vías" de Santo Tomás de Aquino. También la Teología ha tocado y ha iluminado muchas cuestiones y verdades que pertenecen al orden natural, como la noción de Substancia al encarar la "unión Hipostática" entre la naturaleza divina y la naturaleza humana de Cristo, la noción de accidente cuando ha debido buscar una explicación a la "transubstanciación" del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre. En estricta verdad, la fe no puede renunciar al hecho de una iluminación de las llamadas "realidades terrenas". Su destinatario es el hombre concreto, en su condición viajera, esto es, tal como es en este mundo, en ese gran lapso de tiempo que tiene para vivir, dentro del gigantesco marco del universo físico que tiene como escenario y del universo social que forma la trama de su sistema de inter-relaciones. La misión de la fe es, en efecto, en este plan actual de la Divina Providencia, elevar al hombre al nivel sobrenatural y divino de una continuidad feliz o bienaventurada de la vida, que teológicamente se llama Salvación. En el renglón del objeto formal, por el contrario, no existe ningún punto de contacto entre la Teología y la Filosofía. En el caso de la Filosofía, lo que técnicamente se llama objeto formal quod o terminativo es el ente o ser. Ella trabaja, según la terminología escolástica, “sub ratione entis”, es decir, destaca la realidad del ser y la constituye en el propio y específico punto de mira para toda la visión del universo. Opuestamente a ella, la Teología trabaja “sub ratione dei”. Es decir, la visión teológica destaca la “deidad” y hace de ella el “objeto formal quod” o “terminativo” de su estudio de la suprema realidad, a la que se da el nombre de Dios. Otro desencuentro rige en lo que atañe al "objeto formal quo o motivo". La Filosofía tiene como punto de apoyo de la reflexión dialéctica la “evidencia demostrativa". Esta se llama también “evidencia mediata”. Se la distingue, con toda razón, de la llamada “evidencia inmediata” que, como decía Aristóteles, consiste en la "inteligencia de los primeros principios" o, en otras palabras, en la principal "virtud dianoética". En cambio, la Teología apoya la fuerza conclusiva de la demostración en la "revelación virtual", que no es otra cosa que la continencia de la conclusión en la "revelación explícita". Esto, en otros términos se llama "autoridad divina". En conclusión: la Teología y la Filosofía, sin renunciar a la condición científica que les confiere el carácter demostrativo de su saber, constituyen dos distintas disciplinas del saber especulativo o desinteresado.

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En efecto:

a) Responden a principios diferentes; b) Extraen conclusiones distintas; c) Poseen objetos que no son idénticos.

VIII.3.2. Tema de la Armonía entre la Teología y la Filosofía

a) Antecedentes El tema de la armonía entre la Teología y la Filosofía servirá para demostrar la necesaria unidad del saber humano. Una y otra disciplinas especulativas están como llamadas a trabajar en mutua colaboración, porque la verdad es una y es único el perfeccionamiento del espíritu. En una primera etapa histórica, desde los Padres Apostólicos hasta los “Apologetas” y la “Patrística”, así griega, como latina, la Filosofía ha aportado a la Teología su arsenal terminológico y conceptual. De hecho Platón ha inspirado las formulaciones doctrinarias de los primeros pensadores. San Agustín es un ejemplo acabado de ese auspicioso ensamble del saber, ya con su famosa doctrina del Iluminismo, ya con su teoría del Ejemplarismo. Por esa razón su sistema de pensamiento puede ser considerado como un paradigma o modelo clásico de integración del saber. Si bien, esa fecunda convivencia se deteriora desde el siglo X hasta, prácticamente, el siglo XII, como consecuencia del enfrentamiento polémico de los Teólogos con los Dialécticos, se vuelve a restablecer, en el siglo XIII con el legado doctrinario del Tomismo. Con toda razón se puede comparar, en efecto, a la Suma Teológica como el más perfecto y acabado movimiento de unidad del saber científico. b) Elementos demostrativos La armonía real entre la Teología y la Filosofía surge del cruzamiento de dos coordenadas argumentativas. La primera proviene de la visión de concordancia entre la razón y la fe. Una y otra actitudes del hombre semejan dos fuentes de conocimiento o dos sistemas de información que alimentan de noticias al espíritu humano. Se podría pensar que parecen dos juegos de luces que actúan complementariamente, para ampliar y para iluminar un círculo más vasto de visión que complete el saber del hombre. La segunda nace de la vigencia plena que posee el principio teológico de que “la gracia supone la naturaleza”. Efectivamente, la amorosa intervención de Dios en el proceso histórico que transita la humanidad no tiene el sentido de una destrucción o de una marginación del estatuto natural que la constituye. Por el contrario, la iniciativa intervencionista de Dios conlleva una finalidad precisa: elevar, dignificar y enriquecer lo humano con la presentación de un orden nuevo y superior al temporal. Esta consideración de cómo y por qué razón de la Teología, abre al entendimiento humano un insospechado horizonte de verdades que, probablemente, no hubiera alcanzado con el aporte de sus propias luces naturales. Recíprocamente la Filosofía brinda al teólogo un arsenal de conceptos, de palabras técnicas, de principios, de postulados y de fórmulas científicas que él

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emplea para expresar las realidades inefables de la vida sobrenatural. c. Tema de la Jerarquía entre la Teología y la Filosofía La palabra jerarquía connota un sentido de orden o de gradación entre cosas y personas. Aquí se la toma con el significado concreto de subordinación de una ciencia a otra. Santo Tomás en esta visión ha sido categórico: la Filosofía se subordina a la Teología como lo imperfecto a lo perfecto. Sus palabras literales dicen: “Ancilla Thelogiae”, es decir, como “la sirvienta a la dueña de casa”. En realidad, ni el concepto ni la expresión son enteramente originales de Santo Tomás. Anteriormente Pedro Damián había escrito que la Filosofía era “ancilla dominae”. Con todo existe una diferencia notable entre Damián y Santo Tomás de Aquino. Aquél emplea esa fórmula con significado despectivo y descalificante del saber natural del hombre. El Angélico, en cambio, quiere indicar que la subordinación de la Filosofía a la Teología tiene el sentido concreto de brindarle la totalidad de su arsenal especulativo. Con esto ni pierde su independencia, ni renuncia a su identidad como ciencia. Augusto Hanser en su conocida obra “Esencia del Tomismo”, propone justamente una interpretación de las palabras de Santo Tomás que tanto honra al autor, como a la relación de ambas ciencias. Para él se trata simplemente de reconocer el hecho cierto de que la Teología es “ciencia superior y suprema” a toda otra, porque está ordenada a generar la “ulterior actualización en el conocimiento de la verdad”.

Presentación Sinóptica: Teología y Filosofía

El esquema metodológico de trabajo es: I: Distinción 1) Principios a) Axiomas supremos. b) Revelación explícita o artículos de la fe. 2) Conclusiones a) Verdades deducidos o inducidos por vía lógica. b) Revelación implícita o virtual. 3) Objeto a) Material: verdades obtenidas por el discurso lógico. (evidencia demostrativa) b) Formal: el ser. c) Material: verdades reveladas c) Formal: la deidad. II. ARMONÍA: Doble convergencia. a) Fuentes de conocimiento. b) Destinatario: el hombre.

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III. JERARQUÍA: La filosofía se subordina a la teología como una sirvienta a la señora, debido a la dignidad del objeto de una y otra.

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UNIDAD IX

LA UNIDAD DEL SABER

XI.1. EL TOMISMO Y LA UNIDAD DEL SABER

XI.1. Consideraciones generales

El legado doctrinario de Santo Tomás de Aquino impresiona como una construcción arquitectónica del saber científico. La gran nota que se destaca es el aliento de unidad, vale decir, la realización de una simbiosis gigantesca de todo el producto de la racionalidad humana sostenida sobre dos pilares inconmovibles:

a) La armonía entre la razón y la fe; b) La armonía entre la Teología y la Filosofía, las dos cumbres más altas del

saber especulativo. Con este planteo, encarado con rigor crítico y con ajuste metodológico de primera calidad, encuentran cabal integración los dos niveles de la racionalidad humana: El nivel natural, cuyo máximo desarrollo señala Aristóteles cuando divide el modo de saber científico en los grados de la Ciencia y de la Filosofía, según que indaguen las "causas inmediatas" o las causas más remotas. En ese colosal y trascendente encuentro o ensamble de la racionalidad humana, la ciencia y la Filosofía se presentan como la miel que ha destilado la colmena de la razón en el panal de su largo proceso histórico. Recíprocamente el saber teológico se ha manifestado como un injerto realizado en el tronco mismo de la racionalidad. En esa forma el "nivel natural" y el "nivel sobrenatural" semejan dos grandes gajos de un mismo tronco, que es el saber científico del hombre. Ninguno confunde los principios de los cuales parten, las conclusiones a las cuales llegan, los procedimientos metodológicos de la demostración, aún cuando sea el mismo el impulso discursivo del espíritu. En otras palabras, la Filosofía, y la ciencia en general, han desenvuelto su voluntad de crecimiento desde su propio eje vertical, sin aceptar confusiones con el saber teológico, de modo análogo a como la Teología ha progresado alimentada por el mismo jugo vital de la racionalidad. A su vez, una y otra han apelado a recursos propios y específicos: la Filosofía a la luz natural de la razón y a la inteligencia de los primeros principios; la Teología a la luz sobrenatural de la fe y al depósito de la Revelación explícita.

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XI.2. Idea tomista de la Filosofía

El Doctor Angélico no duda en asumir la vieja definición aristotélica que presenta a la Filosofía como “la ciencia de las últimas causas o primeros principios acerca de todas las cosas”. Pero se siente responsable de una Revelación divina que Aristóteles no conocía. Por esa razón, para conferirle una adecuada distancia con la Teología, agrega la siguiente fórmula: “obtenida a la luz natural de la razón humana”. Con esta definición Santo Tomás asume, al incorporar al Tomismo, dos aspectos esenciales de Aristóteles:

a) EL OBJETO MATERIAL: aparece indicado en la expresión "acerca de todas las cosas". Desde Tales el "modo de saber científico" traía el compromiso de ofrecer una visión planetaria del universo. Ninguno de los Pre-socráticos ofrece la apariencia de recortar una parte del mundo para estudiarla, como es propio de las “Ciencias particulares”, también llamadas, desde Augusto Comte, "Ciencias Positivas".

b) EL OBJETO FORMAL QUO O TERMINATIVO: este se expresa con las palabras de las “últimas causas o primeros principios”. La Filosofía, en efecto, busca remontar, a caballo de la especulación intelectual, hasta las supremas razones explicativas de la realidad en su conjunto.

c) Pero el Angélico añade una nota nueva que precisa el OBJETO FORMAL QUO

O MOTIVO. Este se expresa con el giro gramatical: "obtenida a la luz natural de la razón humana". Pues, existe de hecho otro flujo de luz, de carácter sobrenatural, llamado Revelación o simplemente Fe, que también puede hacer reverberar la realidad de las cosas y del mundo, ante la mirada esclarecedora de la inteligencia, pero que de ninguna manera puede ser confundida con la luz natural. Ambos juegos de luces acreditan, en efecto, distinto origen y entidades también diversas.

En suma, Santo Tomás concibe a la Filosofía, en absoluto acuerdo con Aristóteles, en términos de una perfección cualitativa de la inteligencia a la que modifica accidentalmente. A ella le compete la altísima y digna finalidad de descubrir la última verdad del universo. Por esa razón no frena su vuelo especulativo hasta encarar la travesía del conocimiento existencial y esencial de la Suprema Realidad, llamada Dios. Curiosamente en ese último nivel del orden metafísico, adquiere ella su realidad como tal, porque realiza la nota de la definición de Aristóteles al tocar a Dios, que es efectivamente la “última causa o primer principio”.

XI.2. PARADIGMA TOMISTA DE INTEGRACIÓN DEL NIVEL NATURAL DE LA RACIONALIDAD HUMANA

XI.2.1. Perspectiva Histórica del Tema

Según se sabe el concepto de "integración" es de uso moderno. Lo había generalizado Estados Unidos, pero con aplicación al campo de la industria. En poco tiempo había ganado espacio y ámbitos de aplicación, como el social, el psicológico, el matemático, etc. (Ver "Integración del Saber", Cuaderno Nº2, pág.6).

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Incorporado al plano del conocimiento o de la ciencia se acostumbra emplear una expresión compuesta: "integración del saber". Con ella se busca recoger el significado semántico de la palabra y se quiere expresar: ya "el proceso de unidad del saber"; ya "el movimiento de reunificación de distintas ciencias"; ya "el modelo de articulación de los dos niveles de racionalidad". Lamentablemente el concepto de "integración del saber" no ha recibido una significación unívoca, sino más bien equívoca. Algunas personas entienden por "integración del saber" un planteo simplemente "epistemológico de la ciencia". Pero, según mi modesto entender, esta opinión adolece de tres graves defectos:

1) No distingue los niveles sobrenatural y natural, que plantean la primera articulación, absolutamente básica a toda otra. Esta, con toda evidencia, no es epistemológica.

2) No diferencia los dos aspectos del problema: el teórico y el práctico. Una cosa es, en efecto, el planteo abstracto de la unidad o integración del saber y otra cosa distinta el modo como ejecutarlo, por ejemplo, en un plan de estudio de estructura enciclopédica.

3) No renuncia a la "unidad formal de las ciencias" que ha propuesto la Enciclopedia. Pues, una cosa es catalogar o compilar el elenco de ciencias existentes, de modo que una vaya puesta al lado de otra, y otra cosa distinta es mostrar el eje vertical que las integra.

Otra corriente de opinión, bastante común, es presentar la "integración del saber" como una búsqueda de iluminación de la ciencia y de los estudios por la Revelación. Esta manera de pensar, mayormente aproximada a la verdad que la anterior, comete el error de no distinguir convenientemente los dos problemas que subsisten: la integración del saber como tal y la iluminación teológica del mismo. Pues, una cosa es mostrar la unidad que debe reinar en la ciencia, como actividad del hombre ordenada a una verdad total del universo y otra cosa distinta señalar el modo concreto de iluminación teológica de ese dinamismo humano por la Suprema Verdad, que es Dios. Existe, por último, una tercera manera de entender el concepto "integración del saber". Esta se funda es un complejo aparato crítico. Primero: distingue una cuestión inicial y básica: articulación del nivel natural con el nivel sobrenatural de la racionalidad humana o, en términos equivalentes, "armonía de la razón con la fe". Segundo: restauración de la unidad del "modo de saber científico", destruida por tres instancias históricas sucesivas:

a) La explosión constitutiva de las Ciencias Particulares a partir del siglo XV; b) La presencia del "Enciclopedismo", entre los siglos XVIII y XIX, con la

fórmula de una "unidad accidental" por yuxtaposición de una ciencia después de otra, como se ve en los distintos planos de estudio.

c) El inaudito avance de la especialización científica, opuesto a toda labor de síntesis.

Tercero: la iluminación teológica del saber y de la enseñanza que plantea dos perspectivas: una teórica que se limita al establecimiento de la relación jerárquica

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entre la ciencia y la Revelación; otra práctica, ordenada a precisar el modo concreto o fáctico como el flujo de luz que proviene de la fe puede hacer reverberar los contenidos de la ciencia o de la enseñanza.

XI.3. RESPUESTA TOMISTA AL TEMA DE LA INTEGRACIÓN DEL SABER

Santo Tomás no ha empleado la expresión "integración del saber". Sin embargo, ha conocido el problema, lo ha planteado y lo ha resuelto, desde un punto de vista teórico, en términos de "armonía" "entre la Razón y la Fe" y "entre la Filosofía y la Teología". Con ello ha vertebrado, de modo magistral y con insuperable aparato dialéctico, lo que se ha dado en llamar "nivel sobrenatural" y "nivel natural" de la racionalidad humana. En esa forma, a partir de su doctrina de la armonía, no cabe hablar de dimensión integral o de dimensión total de la inteligencia sin aludir, conjuntamente, a los dos grandes niveles de la racionalidad. Esta armonía se hace más relevante aún con el planteo previo de la distinción. Es decir, Fe y Razón constituyen dos expresiones inconfundibles de la vida intelectual del hombre. Sin embargo, de tal modo entrecruzan los conocimientos y los datos conceptuales y terminológicos que semejan dos juegos complementarios de luces, pertenecientes a un mismo e idéntico sistema de iluminación. El problema del flujo de luz que la Revelación hace llegar sobre la ciencia no ha sido explícitamente planteado por Santo Tomás. Con todo lo ha elaborado en forma explícita cuando ha planteado el tema de la "jerarquía" "entre la razón y la fe" y "entre la Filosofía y la Teología". Pues, no es fácilmente creíble que un genio de tanta penetración intelectual se haya limitado a presentar un simple ordenamiento prelativo de una manifestación del espíritu con relación a otra o de una ciencia respecto de otra. De todas formas, Santo Tomás, que se ha mantenido en un plano totalmente teórico, no aventura ningún criterio acerca del modo concreto de iluminación de la ciencia o de los estudios por la fe. Obviamente que no ha sido un problema del siglo XIII. Toda la Edad Media, hasta el Nominalismo de Guillermo de Occam, comporta una concepción teocentrista del universo. Dios ha sido, de hecho, el centro de gravedad vital del hombre, desde el cual ha proyectado su conducta individual, su comportamiento social, su creación artística y su pensamiento. El problema surge, efectivamente, en la Edad Moderna, después que la intuición, postulada por Occam como vía exclusiva de conocimiento humano, desplaza a Dios del centro de la racionalidad del hombre y lo sustituye por la naturaleza. De la misma manera, Santo Tomás no ha necesitado plantear el tema de la unidad del saber natural. La controversia de los Dialécticos y de los Teólogos no la había afectado. Lo único que estaba comprometido era la vertebración de los dos niveles del saber o como modernamente se dice, el acuerdo de la religión con la ciencia. El Angélico podía hacer pie tranquila y serenamente en el dato cierto de una concreta proyección histórica, a saber: así como la Edad Antigua ha conocido el desarrollo de la Filosofía, del mismo modo a la Edad Media le corresponde el cultivo de la Teología. Estaba lejos de poder imaginar el naufragio del concepto de ciencia a manos del Nominalismo y el proceso de desintegración de la unidad del saber que se debía inaugurar en los albores de la Edad Moderna.

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Sin embargo, el propio Santo Tomás y la línea de influencia inmediata de su pensamiento dejan insinuada la estructura básica de una integración del saber científico con el planteo de dos cuestiones fundamentales: a) La división de los cuatro "órdenes del conocimiento"; b) La doctrina de los grados de abstracción.

XI.3. i. Ordenes del Conocimiento

Santo Tomás ve al fenómeno del conocimiento humano como estratificado en cuatro órdenes descendentes, pero con un punto dinámico de convergencia en la razón. Primero: Orden físico. Corresponde al ámbito en el que se ubican las cosas singulares, punto de partida del conocimiento humano. Desde él la abstracción permitirá que la inteligencia se eleve al plano metafísico, es decir, de la revelación del ser con el pensar, de la visión del ser en sí mismo y de la contemplación del ser en su relación con la última causa. El orden físico aparece ubicado frente a la inteligencia, como estimulándola a ejercer su acto de conocimiento. Su primer contacto se realiza a nivel de la sensibilidad periférica. Los cinco sentidos externos, en su carácter de fuentes de información, son los encargados de recibir las excitaciones, que los objetos producen en los órganos sensoriales, y de transmitirlas a la sensibilidad y al seno de la inteligencia.

Segundo: Orden lógico Este es inmanente al espíritu y se refiere a la actividad intelectual. Se presenta como una reverberación del "orden físico". Su finalidad apunta a la elaboración del material científico, que son los conceptos, los juicios y los razonamientos. Aún las ciencias fundadas en el método experimental, sin omitir las ciencias prácticas, pero con mayor razón el saber de carácter especulativo. Suponen y dependen de la vida conceptual del hombre. La ciencia, en suma, no es otra cosa que una trama sutil de conceptos, de juicios y de razonamientos, que constituyen las tres formas de pensar del orden lógico. Sócrates ha sido el descubridor del "orden lógico" y Aristóteles el encargado de conferirle una dimensión científica, o sea, una elevación rigurosamente "demostrativa". Este orden está regido por las leyes del pensamiento, de la misma manera que el orden físico está sometido a las leyes de la naturaleza.

Tercero: Orden ético. Corresponde al plano de intervención de la voluntad, en su ordenamiento al fin del hombre. Confirma el ámbito de la "Filosofía Práctica", en la medida en la cual el conocimiento no es fin en sí mismo, sino un medio para la acción. Los pensadores latinos lo han ubicado en el plano del "agere", es decir, de los "actos humanos", que se ordenan a la realización del sujeto, ya en lo espacio-temporal, ya en la proyección de su vocación trascendente. Cuarto: Orden artístico-técnico. Es propio de la actividad "productiva" o “poética”, al decir de Aristóteles. Los pensadores latinos lo han ubicado en el orden del "agere" o del "hacer" en su doble dimensión, ya lo "bello", que es propio del "arte", ya lo "útil", que pertenece a la técnica.

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Este orden se opone al primero como lo artificial a lo natural. Se caracteriza por generar la colosal vertiente del mundo de la cultura, encargada de perpetuar el paso del hombre por la Tierra. Estos cuatro órdenes agotan las posibilidades y las horizontalidades que ofrece el universo físico, el universo del conocimiento teórico y práctico, el universo de la cultura. Se ordenan y se relacionan entre sí de modo tan elemental y espontáneo que acusan responder a un principio de coordinación o de armonía, fácilmente perceptible.

XI.3. ii. Doctrina de los Grados de Abstracción

a) Presentación del tema Otro punto de exigencia de unidad del saber es la consideración de los tres grados de abstracción que recorren el conocimiento humano. Para Santo Tomás, como ha sido para Aristóteles, no existe otra vía de conocimiento que la "abstracción". Este mecanismo de la inteligencia, que termina en la formación de conceptos universales, reconoce como punto de partida los seres singulares de la experiencia sensible. Su virtud consiste en recoger las esencias de las cosas para encerrarlas en conceptos, como explicaba uno de los grandes descubrimientos de Sócrates. Pero, en el recorrido que la inteligencia hace desde el dato singular hasta la representación más universal registra tres grados, que son como otras tantas "estaciones" de universalización. Cada uno de ellos permite la "floración" de los distintos saberes que perfeccionan la racionalidad natural del hombre. b) Primer grado: Descubrimiento del Mundo Físico Cuando la inteligencia trasborda las referencias estrictamente individuales, que tipifican una cosa, lo primero que encuentra son las llamadas “cualidades sensibles”. Ellas forman el repertorio inagotable de “las causas inmediatas” o “más próximas”, que había mencionado Aristóteles, cuyo descubrimiento o develación constituye el fin y la razón de ser del conocimiento científico. En ese ámbito obviamente adquieren plena vigencia los procedimientos experimentales y documentales de investigación que son propios de la metodología inductiva y del "método experimental". El mundo físico aparece como recortado por una gigantesca e inagotable red de disciplinas científicas totalmente distintas entre sí. Esas manifestaciones del saber han sido diversamente nominadas a medida que peregrinaban por la historia. En el siglo XV, cuando se produce la revolución científica, se las ha llamado preferentemente “Ciencias Particulares”; en los siglos XVI y XVII, cuando se impone el Método Experimental, el nombre era “Ciencias Empiriológicas”, desde Newton se opta por la expresión “Ciencias Físico-Matemáticas”; finalmente, a partir del Positivismo de Augusto Comte se las denomina “Ciencias Positivas”. Es un rasgo peculiar de todas ellas no intentar una visión global de la realidad cognoscible, porque cada una recorta una parte determinada que convierte en objeto de estudio. Ello ocurre, entre muchas otras ciencias, con la Física, la Química, la Psicología, las Comunicaciones Sociales, Servicio Social, Letras, Historia, Ciencias Jurídicas, etc. Las disciplinas científicas que parcelan la geografía del mundo físico son indudablemente distintas, pero no inconciliables. El conjunto de ellas comporta una

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sumatoria de verdad y de conocimiento pormenorizado de las cosas que tanto perfeccionan el espíritu cuanto la misma suma del saber. c) Segundo Grado: Aparición del mundo matemático Cuando la inteligencia deja a sus espaldas las “cualidades sensibles” encuentra el accidente de cantidad. Esto permite la floración del mundo matemático. Este ámbito nuevo no es necesariamente independiente y sólo superpuesto al anterior. Por el contrario, lo prolonga, lo regula y lo mide desde la gigantesca perspectiva de la cantidad numérica, otro de los “modos de ser” que integra el elenco de las “Categorías” aristotélicas. El número, que se define como “multitud formada por la repetición de la unidad”, pertenece al orden de los “seres ideales”, técnicamente llamados “entes de razón”. Su origen está efectivamente en el hombre “después que aprendió a contar”, al decir de Martín Fierro. Ellos constituyen el objeto propio de las “Ciencias Matemáticas” y de especializaciones como Arquitectura, Ingeniería, Mecánica, Electrónica, Computación, etc., fundadas primordialmente en la metodología deductiva. Es también propio de estas disciplinas tomar un aspecto del orden cuántico para hacer de él su objeto de estudio. Sin embargo, la visión matemática supera en universalidad a la visión física y las causas que indaga tienen también mayor profundidad. d) Tercer Grado: Encuentro con el mundo metafísico Cuando la inteligencia remonta el vuelo sobre la cantidad le queda en sus manos la realidad pura, esto es, la realidad considerada en sí misma, que filosóficamente se significa con el concepto “ser” y que se expresa con la palabra “ser”. Esta esfera señala el nivel más alto de conocimiento al que puede ascender la razón del hombre apoyada en sus fuerzas naturales. No es tampoco una suerte de superficie simplemente superpuesta a las anteriores. Obviamente que las trasciende como perspectiva, pero sin renunciar a prolongarlas, a descubrir el orden que encierran y el misterio de verdad que esconden desde la altura de su mirada superior. En su ámbito inconmensurable anidan “las últimas causas o primeros principios”, que explican y señalan la suprema razón de ser de las cosas que pueblan el mundo. En ese fértil campo de la especulación, vale decir, de una desinteresada contemplación de la verdad, hunden sus “raíces formales” los distintos tratados que integran el último grado sapiencial: la Metafísica. En esa alta cumbre contemplativa la razón humana dispone del cable conductor de la “analogía del concepto ser “. Tal suerte de “hilo de Ariadna” le permite, últimamente, asomar sus ojos a la inefable horizontalidad del orden divino, que marca el justo punto y el momento exacto de la plena realización de la Filosofía como ciencia, porque recién entonces toca la real “causa primera” o “primer principio” que la define. Ninguna duda cabe, pues, que Aristóteles ha tenido razón cuando ha ubicado la Filosofía en la cumbre del saber científico. La ciencia es necesariamente un proceso en crecimiento cuyas distintas líneas convergen, por inercia, en el vértice de la especulación filosófica. La verdad alcanzada a ese nivel integra necesariamente las verdades parciales de las distintas ramas del saber, porque esas “altas razones” constituyen la explicación final de la realidad del universo entero.

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e) Conclusión La integración del saber, desde un punto de vista teórico, no ha estado mayormente comprometida hasta Santo Tomás de Aquino. Ya San Anselmo había logrado superar la controversia de los teólogos con los dialécticos con la incorporación de la dialéctica al tratamiento metodológico de las verdades de fe. Asimismo, la vertebración de los dos niveles de racionalidad, el sobrenatural, fundado en la fe, y el natural, enraizado en fuerzas propias de la facultad de conocer, acababa de ser asentado sobre bases críticas sólidas con el abordaje del tema de la armonía entre la razón y la fe y entre la Filosofía y la Teología, que proponía la Suma Teológica. Tampoco era problemática la iluminación teológica de la ciencia, sencillamente porque ese flujo de luz, que constituye a la Revelación, comporta el principio definitorio del teocentrismo medieval, en otras palabras, de la Cultura Occidental Cristiana, que era la espiritualidad que hacía pensar, que hacía sentir y que hacía obrar al occidente geográfico. De idéntica forma, la "integración del saber", en el nivel natural del conocimiento humano, acababa de encontrar un sólido fundamento crítico y un aparato conceptual y dialéctico de lujo en la exposición doctrinaria de los "órdenes de conocimiento" y de los "grados de abstracción". Por lo tanto, la ciencia se presentaba, hasta esa altura de su curso histórico, como un crecimiento intensivo de la razón. La facultad de conocer, lanzada a la búsqueda de la verdad, no podía, ni debía detener su marcha hasta alcanzar la realidad total y última del universo. En esa proyección dinámica se daban dos cosas fundamentales: primera: que cada ciencia particular, por importante que fuera, no agotaba la dimensión total de la racionalidad; segunda: que cada verdad particular representaba solamente un aspecto de la verdad total del ser. En suma: el problema de la "integración del saber" se inaugura propiamente en el Siglo XIV, cuando el Nominalismo sustituye la "vía de los antiguos", -de la abstracción-, por la "vía de los modernos", -de la intuición-, erigida en forma única y exclusiva del conocimiento humano. Pero, el proceso de desintegración de la unidad del saber no se detiene con Guillermo de Occam y sus inmediatos seguidores. Por el contrario, se radicaliza con el estallido del movimiento de constitución de las "Ciencias Particulares" a partir del Siglo XV. Junto con todo esto hace crisis también el modo concreto de iluminación teológica. Pues, ya Scoto, hacia fines del Siglo XIII, y Guillermo de Occam, en pleno Siglo XIV, logran escindir la fe de la razón, lo que prácticamente implica el derrumbe del teocentrismo medieval. El Siglo XV, con su "cosmocentrismo", no hace otra cosa que sacar las conclusiones del proceso de deterioro vivido durante la "Baja Edad Media". La Enciclopedia de los Siglos XVIII y XIX, lejos de superar la crisis la agrava. Pues, el ordenamiento horizontal del saber, que pregona como un himno de victoria de la Ilustración, de ninguna manera reivindica la unidad vertical de la ciencia. Por el contrario, la dispersión que introduce en la estructura pedagógica de los planes de estudio dificulta seriamente la irradiación de la Revelación sobre la actividad intelectual que lleva a la ciencia. Por esa razón, la integración del saber no pasa, como no ha pasado nunca, por una visión epistemológica, sino por un penoso y lento trabajo interdisciplinario.

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CORRIENTE DEL TOMISMO

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TERCERA ETAPA MEDIEVAL: VISIÓN SINÓPTICA

Apogeo escolástico: Siglos XIII a XIV

CUARTA ETAPA DE LA EDAD MEDIA

Cronología histórica

Se entiende como cuarta etapa de la Edad Media al lapso de tiempo que abarca todo el siglo XIV. Su puesta de sol coincide con el ocaso de la Edad Media. Los historiadores lo suelen llamar convencionalmente “Baja Edad Media”. Los acontecimientos que pueden clausurar esta cuarta etapa e introducir a la Edad Moderna son:

a) El “Descubrimiento de América”, por Cristóbal Colón, el 12 de octubre de 1492;

b) La “Caída de Constantinopla” en poder de los turcos o el “Derrumbe del Imperio Romano de Oriente”;

c) La implantación del “Renacimiento Común Europeo”.

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Líneas de influencia

En el movimiento de ideas del Siglo XIV repercuten diversas tendencias doctrinarias de la centuria anterior. Una de esas fuerzas de gravitación es el Tomismo. La Orden Dominicana ha reconocido el genio de Santo Tomás de Aquino y lo ha erigido en cerebro indiscutido de su pensamiento. Con frecuencia sus seguidores hablan de "Tomismo" y de "Escuela Tomista" para significar la existencia de una "tradición doctrinaria". Otra poderosa fuente de influencia es la “Corriente del Escotismo”. En estricta verdad Duns Scoto es el pensador más gravitante del Siglo XIV. Su discurso agriamente crítico contra el Tomismo escinde, a la manera de los Teólogos y de los Dialécticos, la razón con la Fe y la Filosofía con la Teología, en otras palabras, la religión con la ciencia. Esta manera de pensar, indudablemente regresiva, anticipa la marcha del Naturalismo que invadirá el pensamiento, los estudios y la misma Civilización Occidental, a partir del Siglo XV.

Corriente del “Misticismo Especulativo”

La primera nota relevante del Siglo XIV se da con la propuesta doctrinaria del Maestro Eckhart (1260-1327), un dominico alemán, conocido con el nombre de "Misticismo Especulativo". Curiosamente este pensador retoma los hilos del “Neoplatonismo”, a pesar de su fraternidad religiosa con Santo Tomás y su propuesta “Aristotélico-escolástica”. La idea de Eckhart era llegar a Dios por el amor, es decir, por la vía de una suerte de experiencia directa e inmediata, a fin de vivir su presencia en la interioridad de la conciencia. Su marco intelectual ha sido cierto "escepticismo" frente al valor de las "realidades terrenas". Tiene en cuenta dos cosas: de un lado, el carácter experimental de la vivencia mística; de otra parte, la necesidad de someterla a un riguroso análisis teórico, que permita enseñarla y elevarla al plano de una ciencia. En ella se establecerá el "seguro asilo" del hombre, que los griegos han puesto en la razón, y que la tradición escolástica anterior a él ha puesto en la Filosofía. El que mejor ha expresado las limitaciones de la racionalidad en el conocimiento y en el seguimiento de Dios es Tomás Kempis (1380-1471), el popular autor de “la imitación de Cristo" y el más notable de los miembros de la asociación llamada de los “Hermanos de la vida común”.

El Nominalismo

El “Nominalismo”, que también se llama “Terminismo” o, directamente, “Occamismo”, es el movimiento de ideas más representativo y más poderoso del siglo XIV. Su creador y principal maestro es Guillermo de Occam (1300-1350), a quien continúan Guillermo Rubió, Nicolás de Ultracuria, Gregorio Rímini, el Cardenal Pedro de Ailly y muchos más. Los postulados fundamentales del Nominalismo son: 1) La negación de todo valor objetivo o de significación, atribuido a los “conceptos universales”. Esas supuestas “formas” o “especies” de conocer son

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puro “nomen”, esto es, simplemente “palabras”, “sonidos de la voz” o “términos”. La palabra, en verdad, no es otra cosa que un hecho físico producido por las cuerdas vocales. Se define, adecuadamente, como “sonido articulado que por convención o por artificio significa un concepto”. La proyección lógica, de tal postulado nominalista, genera dos efectos inmediatos: primero: un vaciamiento intelectual, porque despoja a la razón de las representaciones conceptuales que le permitían aprehender “el ser mismo de las cosas”, que se designa con la palabra “esencia”, segundo: crea las condiciones preliminares de todas las corrientes empiristas que jalonan la marcha de la “Filosofía Moderna”. 2) La consagración de la intuición como única forma de conocimiento humano. Se entiende por intuición el modo directo, inmediato y sin intermediario de conocer las cosas, totalmente equivalente a la “visión sensible”. Guillermo de Occam la presenta como la “vía modernorum” (el camino de los modernos) y la opone frontalmente a la “abstracción”, de Aristóteles y del Tomismo, a la que irónicamente designa con la expresión, de su autoría, “vía autiquorum” (el camino de los antiguos). La “abstracción” implicaba, efectivamente, un modo indirecto de conocer. El abordaje gnoseológico al objeto se llevaba a cabo por mediación de especies o de formas intermedias, que eran la “especie impresa” del “entendimiento agente” y la “especie expresa” del “entendimiento posible”. Occam no sólo niega todo este proceso sino aún la misma capacidad abstractiva de la mente. Con esta afirmación el Nominalismo produce los siguientes efectos lógicos: Primero: excluye a Dios de la frontera cognoscible del hombre, aplicado a ejercitar la fuerza natural que posee la inteligencia para cumplir su fin. Porque, efectivamente, Dios no puede ser objeto de intuición. La única forma de alcanzarlo cognitivamente, como lo ha reconocido Aristóteles y lo ha reiterado el Doctor Angélico, es mediante un acto que avance por el hilo conductor del concepto ser. Pero ese movimiento intelectual del espíritu comporta, necesariamente, un proceso discursivo de aprehensión de la Causa Suprema a partir del efecto, como se da en las cinco vías del Tomismo. Pero, el intuicionismo postulado por Occam destruye o niega ese giro del conocimiento. Es así como se ve obligado a desplazar a Dios de la razón, y a abrir el camino de la fe como única forma de acceso a lo divino, aún a costa de naufragar en las aguas procelosas del Fideísmo. En conclusión: por el camino de la intuición Dios pierde definitivamente el puesto que la tradición medieval le había reconocido en la razón del hombre. Segundo: el Nominalismo conmueve las bases de la Cultura Occidental Cristiana, de la que el mismo Occam era heredero. En efecto, la espiritualidad armada en occidente, durante la Edad Media define una cosmovisión teocéntrica, al erigir a Dios en punto de apoyo o perspectiva real desde la cual el hombre proyectaba su visión de las cosas, es decir, su saber, su sentimiento y sus costumbres. Pero, excluido Dios de su puesto en la razón del hombre cae, por lógica necesidad, toda la cosmovisión soportada en ese eje vertical. Desde un punto de vista histórico y cultural el desplazamiento de Dios, como centro de gravedad vital del hombre, implica dos cosas inmediatas:

a) un acto de infidelidad con el pasado; b) el patrocinamiento de un orden mental nuevo, renegado de Dios, laico o

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desacralizado. Curiosamente la ejecución de ese proyecto de vida es el cometido fundamental del Naturalismo, que se adueña del pensamiento a partir del Siglo XV, con el nombre de “Renacimiento Común Europeo”. 3) La categórica afirmación de que “solamente el singular existe y solamente el singular puede ser conocido” Esta fórmula es, en realidad, una mera conclusión del "postulado nominalista": negación del valor objetivo del pensamiento abstracto. Sin embargo, Guillermo de Occam le asigna un valor especial. Para él se trata de un principio que rige el orden lógico, vale decir, de una suprema ley del pensamiento. El "singular" conforma el mundo plural de seres existentes. Está dado por las cosas que aquí y ahora existen en el mundo físico, como Juan, Pedro, Carlos, esta montaña, esta ciudad, este escritorio, este libro, etc. Cada cosa es alcanzada directamente por el acto de conocer en su propia singularidad. Para ese contacto inteligente no hace falta ningún proceso discursivo, generador de especies intermedias que nada significan, sencillamente porque nada existe que sea universal. Históricamente la existencia de una realidad universal ha sido introducida por Platón. Por esa razón su doctrina se llama Realismo Exagerado. Pero, según Occam, Aristóteles la recibe de su maestro sin modificarla, es decir, sin ningún contexto crítico. Si bien la mitiga con el descubrimiento del orden lógico, representativo de las esencias de las cosas, no renuncia a la universalidad como término del conocimiento. Esa constante histórica se acentúa con los primeros escolásticos, porque lejos de partir de Aristóteles retoman el pensamiento de Platón. Santo Tomás, que representa como un alto en esa proyección del pensamiento, cae a la postre en el mismo error aristotélico. Occam es el llamado por la historia para poner las cosas en su justo punto: devolver a las cosas que existen la singularidad que las constituye y convertirlas a ellas como tales en términos del conocimiento y en objetos del saber. La inmediata consecuencia de tan peregrina manera de pensar es la transformación del concepto tradicional de ciencia. Desde Tales hasta Guillermo de Occam se entendía que la ciencia era un conocimiento rigurosamente demostrativo o casual, sistemáticamente adquirido y presentado, pero cuyo objeto fuera algo universal. Así, para los pre-socráticos esa realidad universal, a descubrir, era el "arjé". Con Sócrates el conocimiento científico queda anclado en las “esencias” y su forma de presentación son las “definiciones”. Platón eleva ese arsenal lógico, descubierto por su maestro, al plano de un “mundo celeste”, superior al "cosmos de los sentidos", al que designa con el nombre de "mundo de las ideas". Aristóteles, por su parte, encapsula esas "realidades puras" de Platón en las cosas singulares que existen y, en el plano del conocimiento, las transforma en contenidos del pensamiento abstracto, esto es, en "esencias" encerradas en "conceptos universales" que la inteligencia elabora y deposita en su interioridad, cuando pone en juego su natural capacidad de conocer, llamada abstracción. Desde una perspectiva cristiana y neoplatónica San Agustín ubica la universalidad que demanda la ciencia en las “ideas ejemplares”. Ellas son "modelos" o como

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"bocetos" de las cosas creadas, que flotan en la mente divina como "realidades" o "verdades eternas", que cognitivamente sólo pueden ser alcanzadas por iluminación por las mentes humanas. Los primeros escolásticos no modifican en nada ese concepto tradicional de ciencia, como consecuencia del Neoplatonismo de cuño agustiniano que las inspira. En cambio, Santo Tomás, en el Siglo XIII, parece representar una reacción profunda, pero finalmente queda anclado en el orden lógico y conceptual que genera la "abstracción" aristotélica. El único que detiene y desvirtúa esa tradición es Guillermo de Occam con su postulación de la "intuición", como única forma de conocimiento humano y con su negación del pensamiento abstracto contenida en su célebre fórmula: "solamente el singular existe y solamente el singular puede ser conocido". Con esto, el Nominalismo inaugura un nuevo concepto de ciencia, entendido como "conocimiento de realidades singulares", desde la misma singularidad que las cosas presentan. Pero esta nueva versión o lectura del saber humano ofrece una doble pendiente lógica: Primero: negación de la analogía del concepto "ciencia". Desde Tales hasta Santo Tomás todas las ramificaciones o especialidades del saber humano representan solamente "grados" contenidos en un sólo y único concepto de ciencia. Desde el Nominalismo, en cambio, entra a alternar un sentido de univocidad, que adquiere definitiva ciudadanía con el Positivismo. En lo futuro no existirá otra ciencia, que el "saber demostrativo" fundado en el "método experimental" y en su paradigma clásico de funcionamiento: la inducción. Segunda: la pérdida de una unidad real del saber. La incorporación de la "univocidad" en el concepto de ciencia lleva, por lógica, a un pluralismo científico que no acepta otra unidad que el horizontalismo de la Enciclopedia, es decir, la simple ubicación de una ciencia después de otra y al lado de otra, lo que técnicamente se llama contigüidad. Por esa razón la primera consecuencia del Nominalismo debió ser la ruptura de la vertebración tomista entre la Fe y la Razón y entre la Teología y la Filosofía enseñada ya por la "Corriente del Scotismo".

Influencia del Nominalismo

Ya en el mismo siglo XIV Guillermo de Occam gana el pensamiento europeo y las principales cátedras universitarias. Su “vía modernorum” destierra a la “abstracción” en la doctrina del conocimiento y gana espacio en el campo científico. En ese marco de referencia despierta poderosamente el estudio de la naturaleza con científicos de la talla de Juan Buridán, Nicolás de Oresme y Alberto de Sajonia. Esta pléyade de estudiosos son, sin eufemismo, maestros y antecesores de Galileo Galilei, de Nicolás Copérnico, de Francisco Bacon, etc. Sin embargo la línea de mayor influencia se registra en el campo del saber filosófico. La intuición repercute y golpea con fuerza en el nacimiento de la Filosofía Moderna. Desde el Racionalismo y el Empirismo, que son los dos grandes cursos de ideas que inician la “Nueva Filosofía", hasta los sistemas y las direcciones doctrinarias de estos últimos tiempos son todas tributarias del intuicionismo de Occam. La diferencia entre ellas no radica en la explicación causal de las cosas, sino en el distinto modo de entender o de interpretar el conocimiento de las mismas. Unos apelarán a la “intuición racional”, otros optarán por la “intuición sensible”, algunos se pronunciarán en favor de una “intuición voluntaria”, no faltarán pensadores que hablen ya de una “intuición vital”, ya de

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una “intuición de valor”, ya de una “intuición eidética”, ya de una “intuición del existente concreto”, ya finalmente de una serie casi inagotable de “intuiciones anti-intelectuales” o “afectivas”. En todas esas variables de la Filosofía Moderna ha estado presente el Nominalismo y Guillermo de Occam ha sido el maestro que ha manejado los hilos del pensamiento desde la bambalina de la Baja Edad Media.

Cuarta etapa medieval: visión sinóptica

S. XIV

CORRIENTE DEL MIST. ESPECULATIVO

EL NOMINALISMO S. XV

EL MAESTRO ECKHART GUILLERMO DE OCCAM

La Imitación de Cristo: Tomás Kempis

- Guillermo Rubió - Nicolás de Ultracuria - Gregorio Rímini - Cart. Pedro de Ailly

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MATERIAL COMPLEMENTARIO

DESARROLLO HISTÓRICO-GENÉTICO DEL MODO DE SABER CIENTÍFICO EN LA EDAD MODERNA

DESPLIEGUE DEL MODO DE SABER CIENTÍFICO DURANTE LA EDAD MODERNA

I. Cronología histórica

Se conoce con el nombre de Edad Moderna al espacio de cinco siglos que van desde el siglo XV hasta el siglo XVII. Según la historia europea inicia su marcha calendaria con el movimiento espiritual denominado "Renacimiento Común Europeo". También se dice la "Caída del Imperio Romano de Oriente" o "Caída de Constantinopla en poder de los Turcos". Tranquilamente se podría decir también que comienza con el "Descubrimiento de América", por Cristóbal Colón, ocurrido el 12 de octubre de 1492. La Edad Moderna termina, según opinión unánime con la Revolución francesa, el triunfo militar y político definitivo de la Sociedad Burguesa en su larga lucha con la Sociedad Feudal por el dominio del poder político.

II. Marco histórico

La Edad Moderna se introduce aferrada al eje de grandes transformaciones sociales y políticas, cuyos hitos más representativos fueron:

1) La invención de la pólvora. Con ello se modifica profundamente el arte de la guerra y se abate el orgullo inexpugnable de los Castillos Feudales.

2) Una modificación substancial del pensamiento político y jurídico con motivo de la separación de la "potestad espiritual" y la "potestad política", que había generado el sistema de unidad del Imperio Carolingio (S. IX) y del Sacro-Imperio-Romano-Germánico (S. XI).

3) De pronto substituyen esa vieja fórmula de armonía, de lo espiritual con lo temporal, dos propuestas doctrinarias: de un lado, la de Francisco Suárez que, sin desplazar a Dios como fuente de autoridad, deposita en el pueblo la "soberanía política"; de otro lado, la del liberalismo con sus dos variantes: el Absolutismo Político de Tomás Hobbes y el Estado Democrático Moderno de John Locke, encargado de inaugurar el "Sistema Parlamentario" (Poder Legislativo).

4) La introducción del Capitalismo en la actividad comercial, productiva y empresaria, otro factor modificatorio del estatuto social, después que el régimen republicano ha substituido al "súbdito" por el "ciudadano".

5) Los intentos de justificación jurídica y política del Descubrimiento, de la Conquista y de la Colonización del Nuevo Mundo, sobre la base del naciente Derecho Internacional de Francisco de Vitoria.

6) La imposición del Colonialismo Comercial de Inglaterra, en nombre de la Civilización Anglosajona que, a partir del siglo XIX, desplaza a la

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Civilización latina, como herramienta hegemónica, del mapa europeo. 7) El crecimiento de la Sociedad Burguesa, dueña ya del poder político por la

vía del sistema eleccionario.

III. Marco cultural

La Edad Moderna invade Europa a caballo del Renacimiento Común Europeo. Conlleva una fuerte inclinación hacia el Naturalismo. Ello motiva que, de pronto, la Edad Moderna se erija en un freno del "Teocentrismo Medieval" mediante la sustitución de Dios por la Naturaleza, en nombre de un nuevo modelo cultural que se define en términos de "Cosmovisión Cosmocentrista". En tales términos encuentra su máxima expresión literaria en el "Fausto" de Juan Wolfgant Göethe. Hasta cierto punto el Naturalismo motiva una fuerte reacción humanista, que se hace explícita, principalmente, en la pluma de Erasmo de Rotterdam ("El elogio de la locura") y del español Luis Vives.

IV. Marco científico

No cabe duda que el rasgo dominante de la Edad Moderna es el grito de independencia de la Dimensión Científica contra el dominio hegemónico de la Dimensión Teológica, aliada con la Dimensión Filosófica. Tal declaración de libertad se concreta, en efecto, entre los siglos XVI y XVII, con el gran proceso constitutivo de las "Ciencias Particulares", en cuyo servicio actúan personalidades intelectuales de primer nivel, como Nicolás Copérnico, descubridor del sistema planetario eliocéntrico, Francisco Bacón, padre del Método Experimental, Galileo Galilei, descubridor del "isocronismo del péndulo", Pedro Gasendi, propulsor de la Física Atomista, Leonardo de Vinci, cerebro de la Física Matemática, Juan Kepler, creador de la Geografía Científica, Miguel Servet, reconocido médico, etc. Esta fuerte elevación a la ciencia despierta en el siglo XVIII una suerte de atmósfera colectiva que se conoce con el nombre de Ilustración o Cientificismo la que, a su vez, califica a la centuria como "Siglo de las Luces". Bajo la sombra de la ciencia, elevada a nivel religioso de salvación del hombre, entre 1751 a 1772 D'Alambert y Diderot publican en Madrid los 33 tomos de la Enciclopedia, llama a ejercer una larga y penosa influencia en la educación en general y particularmente argentina. Junto con ello el Deísmo abre el cauce del "Libre pensamiento", dogma central de la Masonería.

V. Alternancias filosóficas

Durante la Edad Moderna la Dimensión Filosófica presenta dos líneas paralelas, inconfundibles e inconciliables. Una es la Filosofía Escolástica que transitará por tres variantes principales:

1) La Escuela Tomista; 2) La Escuela Suarista; 3) La Escuela Escotista.

Como ejemplo de esta sobrevivencia de la filosofía clásica o tradicional, montada sobre la abstracción como forma de conocimiento, se tiene el Renacimiento Escolástico Español, que se extiende desde el siglo XVI hasta, cubrir la primera

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mitad del siglo XVII, es decir, prácticamente todo el "Siglo de Oro" literario. En ese movimiento de actualización escolástica, entre muchísimos otros, se destacan: en la vertiente tomista Juan de Santo Tomás; en la vertiente suareciana Francisco Suárez, de enorme influencia en la Colonia de América con su doctrina política; en la vertiente escotista Alfonso de Castro, considerado como fundador del "Derecho Penal". La otra línea está representada por la Filosofía Moderna o Filosofía Nueva, cuyo montaje corre a cuenta de la intuición, que habrá preconizado Guillermo de Occam, como única forma de conocimiento humano de las cosas. La Filosofía Moderna, en efecto, se constituye a nivel del siglo XVII. Su puesta en marcha sigue como dos cauces casi simultáneos. Ellos son:

1) El Racionalismo: la "Filosofía Francesa" por excelencia de la Edad Moderna. Es obra de Renato Descartes, padre de la Filosofía Moderna. Se asienta sobre la intuición racional erigida en paradigma del conocimiento humano, mediante el artificio de una "duda metódica", cuyo dato inicial pasa por la "captación inmediata" del "yo pensante", contenido en la fórmula "Pienso, luego existo". Prolongan el Racionalismo o Cartesianismo el Ocasionalismo de Arnold Geulinse, el Ontologismo de Nicolás Malebranche, el Panteísmo de Benito Baruc Espinosa y el Pluralismo Monódico de Godofredo Guillermo Leibniz

2) El Empirismo: es la Filosofía Inglesa por antonomacia de todos los tiempos. Se caracteriza por haber hecho de la intuición sensible el modo como el hombre conoce. Su aparición es casi simultánea con el Racionalismo. Su punto de arranque es la obra de John Locke "Ensayos sobre el entendimiento humano", que sus seguidores interpretan como preámbulo de la disciplina llamada Gnoseología, Crítica o Teoría del Conocimiento. Se prolonga en el tiempo y en el pensamiento con David Hume, quien le imprime una Modalidad Fenomenista y con Jorge Berkelley. De sus entrañas surge el Liberalismo, como aplicación al campo político. En el mismo escenario del siglo XVIII aparece la colosal figura de Manuel Kant (1724-1804), creador del "Idealismo Crítico", un modo denominado también Idealismo Trascendental, Idealismo Apriórico o, simplemente, Criticismo. Sus grandes obras, como la "Crítica de la Razón Pura", la "Crítica de la Razón Práctica" y la "Crítica del Juicio", que anuncian una instancia dialogal entre el Racionalismo y el Empirismo, clausuran prácticamente el pensamiento filosófico de la Edad Moderna.

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Exposición Gráfica del despliegue de La Edad Moderna

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DESARROLLO HISTÓRICO-GENÉTICO DEL MODO DE SABER CIENTÍFICO EN LA

EDAD CONTEMPORÁNEA

DESPLIEGUE INTELECTUAL CONTEMPORÁNEO

I. Caracterización histórico-general

La Edad Contemporánea es el espacio cronológico que supuestamente abarca los siglos XIX y XX. Su punto de partida es la "Toma de la Bastilla" en 1789, acontecimiento que consuma la Revolución Francesa. Su término aún no tiene definición. Algunos investigadores hablan de la segunda mitad del siglo XX. Otros, sin establecer fecha hacen referencia a una "Nueva Era". No faltan quienes prefieran hablar de una "Edad Atómica", de una "Edad de las Comunicaciones" o, simplemente, de una "Edad Tecnológica" que hacia el último tercio del siglo XX clausuraría la Edad Contemporánea. En nuestro estudio la extendemos hasta las últimas luces del Primer Milenio. La Edad Contemporánea presenta dos notas que la distinguen. De un lado está cierta vigencia constante de la "Dimensión Filosófica", pero reducida a la Filosofía Escolástica, con el agregado de haber perdido su estatuto científico desde la aparición y el tiempo del Positivismo de Augusto Comte. Tanto la Dimensión Filosófica, cuanto la Dimensión Teológica quedan reducidas a meros epifenómenos del proceso cultural de la humanidad. De otro lado, está el poderoso despegue de la Dimensión Científica y de la Dimensión Matemática que se arrogan la exclusividad del "modo de saber científico", en conformidad con el "estado o estadio positivo".

II. Cronología Filosófica

La Edad Contemporánea arranca en el siglo XIX como de la mano de un gran movimiento de ideas filosóficas, que se conoce con el nombre específico de Idealismo. El Idealismo representa la "Filosofía Alemana" por excelencia. Abarca todo el primer tercio del siglo XIX. Su inmediato precursor es Manuel Kant con su fenomenismo apriórico. La primera formulación idealista es la de Juan Teófilo Fixte (1762-1814). Se la conoce con el nombre de "Idealismo subjetivo" o, también "Idealismo Ético", por su especial referencia a la "espontaneidad del espíritu" para "representar y conocer". En orden cronológico le sigue Guillermo José Scheling (1775-1834), cuyo sistema de pensamiento ha recibido el nombre de "Idealismo Objetivo" o "Idealismo Estético" por su fuerte y directa influencia de los hermanos Federico Schlegel (1772-1829) y Guillermo Schlegel (1767-1845), fundadores del Romanticismo, de

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poderosa gravitación en las letras argentinas a partir de "Elvira o la Novia del Plata" de Esteban Echeverría. Finalmente el Idealismo culmina con el genial aporte que recibe de Jorge Guillermo Federico Hegel (1770-1854), creador del "Idealismo Absoluto", o "Idealismo especulativo" o "Panlogismo" y del "proceso dialéctico" que regula el desenvolvimiento de la "idea" desde su "ser dentro de sí" (Filosofía del Espíritu) hasta su "ser fuera de sí" (Filosofía de la Naturaleza), de tanta incidencia en el Marxismo. De Hegel surgen tres grandes variables del pensamiento filosófico. La primera sigue el cauce de una fórmula realista que se enlaza con el suizo Pestolozzy en el que culmina una nueva visión de la Pedagogía y con el Objetivismo de Bernardo Bolzano (1781-1848), al que Juan Hischberger califica como "uno de los pensadores más originales e independientes del siglo XIX". La segunda variante pasa por el "Voluntarismo" de Arturo Schopenhauer (1788-1860), cuya nota distintiva consiste en apelar a una forma de "intuición volitiva" como vía de conocimiento del hombre. El título de su obra maestra reza justamente "El mundo como voluntad y representación" (1827). La tercera variable se concreta en el "Materialismo Dialéctico" que define el pensamiento científico de Carlos Marx, representativo de la llamada "Izquierda Hegeliana". Su punto de partida revolucionario de las ideas es la "Vida de Jesús" de David Federico Strauss (1835). Sin embargo, se puede afirmar que una de sus principales teóricos es Luis Feuerbach (1804-1872), autor de "Esencia del Cristianismo". El Marxismo, denominado también "Materialismo Histórico", por haber hecho del mecanicismo dialéctico el motor del devenir cronológico, ha adquirido su formulación estratégica en las breves páginas del "Manifiesto Comunista", redactado conjuntamente por Carlos Marx (1818-1883) y por Federico Engels (1820-1895), y su plenitud doctrinaria en "El Capital", obra maestra de Carlos Marx. Su carácter más profundo es constituir el programa revolucionario, eminentemente violento, con el que la sociedad Proletaria busca enfrentar con éxito a la Sociedad Burguesa, dueña del poder político, de la economía y de las "estructuras de injusticia social" que pesan sobre las masas humanas. Sin embargo, a partir de Antonio Gramsci y de la reformulación doctrinaria de Louis Altrusser ha introducido grandes modificaciones en su plan de infiltración subversiva. Constituido en un nuevo "Cuerpo Histórico", frontalmente opuesto al Liberalismo de la Sociedad Burguesa, se ha vestido con "la piel de oveja" de una penetración cultural pacífica, pero duradera y permanente. En esa línea de acción transformadora emplea la espada de la "Izquierda Cultural" cuyas grandes conquistas son: la secularización del pensamiento, de la vida y de las costumbres, las "Transformaciones Educativas" de los últimos tiempos que ha manejado "Flacso", la imposición de la cultura del aborto y la llamada "reivindicación de la homosexualidad" como sistema natural y normal de vida pública, etc.

III. El Positivismo

Sin embargo, lo que prácticamente define la marcha del pensamiento contemporáneo, aún más que las tendencias evolucionistas de J. B. Lamark, Carlos Darwin y Ernesto Haeckel, es el movimiento de ideas conocido con el nombre de Positivismo. Se denomina Positivismo al pensamiento francés de Augusto Comte (1778-1857)

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que se instala en el mundo europeo durante la primera mitad del siglo XIX. Por de pronto se presenta como el triunfo definitivo de la Dimensión Científica, por encima y a contrapelo de la Dimensión Filosófica y de la Dimensión Teológica. La Dimensión Matemática acompaña, como gran caja de resonancia, al esplendor cientificista que madura en el siglo XX por sobre el eje epistemológico de las "Ciencias Sociales". Desde el punto de vista evolutivo del "modo de saber humano" el Positivismo se en columna en la línea del "Empirismo Fenomenista" de John Locke, David Hume y Jorge Berkeley. A su vez anticipa y genera las "Corrientes Anti-intelectualistas" (Regis Jolivet) que abren la marcha del siglo XX con el nombre genérico de "Modernismo". El marco teórico del Positivismo es la distinción de tres "etapas" o "estadios" en el desarrollo evolutivo de la racionalidad humana. Comte prefiere llamarlas "estados". Así, en su "Curso de Filosofía Positiva" (1830-1842), menciona como punto cero de la intelectualidad y del conocimiento un "Estado Mítico", que lo propone como representativo de lo que muchos otros investigadores de última generación llaman "infancia cultural de la humanidad", "punto muerto de la cultura" o, simplemente "barbarie". Le sigue, en el pensamiento de Comte, un estadio intermedio entre la "barbarie" y la "civilización". Lo llama "Estado Metafísico". Lo concibe como una suerte de remanso en el que la razón logra superar los resabios religiosos del "Estado Mítico" mediante el cultivo de una demostración discursiva fundada en leyes lógicas. Tal es de hecho la instancia de apertura y constitución de la "Dimensión Filosófica" que abarca, cronológicamente, la totalidad de la etapa helénica y medieval del saber humano. Pero, el crecimiento inteligente no se detiene en el "Estado Metafísico". Cuando alumbran las luces de la Edad Contemporánea la razón encuentra finalmente, la gran salida del "Estado Positivo", que le marca la hora de su encuentro con la "civilización", meta final del pensamiento y del saber del hombre. Tal es la instancia de la demostración empírica punto exclusivo de apoyo de la "Dimensión Científica", esto es, del proceso genético que ha recorrido la humanidad hasta encontrar la cumbre definitiva de su "Nivel Natural" de saber.

IV. Derivaciones positivistas

Una vez que el "Estado Positivo" ha sacudido hasta el polvo del "Estado Metafísico" se abre el panorama inconmensurable de la ciencia. Así, por el cauce que forma el "Estado Positivo" entran a circular, hacia los años finales del siglo XIX, poderosas corrientes de pensamiento que lucen gran impronta científica. Algunas de ellas son, por ejemplo, la concepción de Sören Kierkegaard (1813-1855) que juega sobre la idea de la "acción" y de la "vida" como formas de conocimiento; la tercera etapa intelectual de Federico Nietzsche (1844-1900), representada por Zaratustra, encarnación de Zoroastro, antiguo reformador de la religión persa (entre el 660 y el 583), en cuyas páginas anuncia el advenimiento del "superhombre"; el movimiento fundador de la "Psicología Empírica, Moderna o Positiva", supuestamente de Teodoro Fechner; la curiosa visión del Pragmatismo, que eleva lo "útil" a suprema categoría de la vida con los norteamericanos Williams James (1842-1910) y John Dewey (1845-1952); la versión de la Metafísica Inductiva de Rodolfo Hermann Lotze (1817-1881), etc.

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V. Desarrollo del saber en el siglo XX

1. Presentación temática

El siglo XX representa, desde el punto de vista de la evolución del pensamiento y del saber humano, un espacio de reafirmación, de consolidación y de madurez del "Estado Positivo" de Comte. Así parece haberlo entendido José Ortega y Gasset al sentenciar que "los últimos cuarenta años del siglo XIX han sido los más antifilosóficos que ha conocido la historia de la humanidad". Con todo, este lapidario juicio no implica que haya desaparecido toda especulación filosófica en la centuria posterior a 1860. Tal confinamiento se ha dado en la línea del pensamiento profano, no así del pensamiento clásico y escolástico. Este reacciona como el "Ave Fénix", de la fábula griega, de la mano tanto del Neo-aristotelismo de Adolfo Trendelenberg (1802-1872), cuanto del Neo-escolastismo, que lo representan en una larga y enjundiosa lista los argentinos Leonardo Castellani, Ismael Quiles, Octavio Nicolás Derisi, Julio Menvielle, etc. Sin embargo, es asimismo cierto que en esta misma línea tradicional el "Estado Positivo" ha cuestionado el estatuto científico de la "Dimensión Filosófica". No han faltado investigadores serios y de gran renombre que hayan cedido a la tentación de ver y tratar a la Filosofía como una mera "disciplina intelectual", o en otras palabras, como un simple epifenómeno o derivado de la cultura, como la Religión, la Ética, las costumbres y la Historia incorporada por la "Transformación Educativa Argentina" en la compleja "Área de las Ciencias Sociales".

2. Corrientes anti-intelectualistas El siglo XX abre su curso científico con un conjunto de tendencias cientificistas que Regis Jolivet llama "Corrientes Anti-intelectualistas". Estas tendencias del pensamiento, reunidas bajo la denominación genérica de Modernismo, se caracterizan por apelar a intuiciones no sensibles, como formas humanas de conocimiento de las cosas. Así, algunos científicos han elegido la emoción, otro cierto sentido de lo divino, otros el sentimiento de finitud, otros la vida, muchos la razón vital, etc. Cada una de esas salidas intuitivas ha dado lugar a sólidos sistemas de pensamiento, de gran aliento teórico, como ha ocurrido con el impulso creador de Henri Bergson (1859-1941); la acción de Mauricio Blondel (1861-1949); la vivencia o experiencia íntima de Guillermo Dilthey (1883-1911); la idea de forma de Jorge Simmel (1858-1918); el alma apolínea, el alma mágica y el alma fáustica de Osvaldo Splenger, etc.

3. La Fenomenología La Fenomenología alude al sistema de pensamiento de Edmundo Husserl (1859-1938) y de Stumpt, su discípulo más aventajado. Etimológicamente la palabra proviene de "fenómeno", una expresión griega que se traduce por "apariencia, cuyo primer significado castellano alude al "aspecto exterior de una persona o de una cosa". En el pensamiento de Husserl fenómeno es "todo lo que puede ser percibido por los sentidos o por la conciencia", idea que guarda un lejano parentesco con el "singular" de la "doctrina de la abstracción de Aristóteles y de los escolásticos.

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La Fenomenología es método, por un lado, y teoría, por el otro. En su aspecto metódico Husserl la presenta como "método nuevo descriptivo y filosófico", pero limitado a registrar, a ordenar y a clasificar los caracteres más sobresalientes del conocimiento entre los cuales hace su aparición la "esencia". El punto de partida del método fenomenológico es una "intuición originaria", ya la "visión" de una cosa, ya una "vivencia psicológica". A partir de ese dato le sigue una "reducción fenomenológica" que consiste en despojar, la "intuición originaria" del conjunto de "supuestos", "opiniones", "teorías", que generalmente la acompañan y esconden la verdad de las cosas o de las vivencias. Pero, esa "epojé" de Husserl está lejos de ser una "duda escéptica" porque la resuelve una suerte de maniobra que es como un simple "poner entre paréntesis". El fin del método es una teoría de las esencias lo que ha permitido que la Fenomenología sea presentada como una "ciencia eicética" o de las "esencias", a decir de su propio fundador. Sin embargo, en su estatuto teórico no ha logrado superar tampoco el nivel empírico de su metodología descriptiva. La esencia fenomenológica ha estado lejos de poseer la realidad, la universalidad y la trascendencia del "ser" aristotélico-escolástico, cuyos hombros sostienen el peso de la Metafísica, esto es, de una Gnoseología o Crítica, de una Ontología y de una Teodicea.

4. El Existencialismo Se trata de un intento nuevo, del pensamiento contemporáneo, por encontrar una salida filosófica desde la perspectiva del "Estado Positivo". La corriente existencialista ha tenido una aparición repentina, pero también una vida efímera. Se considera que las coordenadas histórico-culturales que la motivaron no fueron propiamente ideales teóricos, sino la mera temporalidad de una reacción anti-burguesa que sacudía el letargo de las naciones dependientes, sobre todo latino-americanas, del poder hegemónico de un imperialismo de turno. Ese sentimiento, que implicaba el nacimiento de una nueva sensibilidad del hombre frente a la historia, había sido el grito de madurez americana lanzado al mundo por la llamada "Generación de los Fundadores", precisamente en los comienzos del siglo XX. Esa contingencia histórico-social puede ser la razón profunda por la que el Existencialismo no haya podido lograr la formulación de un sistema de pensamiento homogéneo y común a todos sus representantes, como había pasado con Platón, Aristóteles y las grandes escuelas del Tomismo, del Escotismo, del Suarismo, etc. Cada existencialista agota y clausura el Existencialismo en el mismo punto de partida del "sumo" o, como gustan decir, del "existente individual y concreto" o también "del ser-arrojado en el mundo", (Heidegger: ·"Ser y tiempo"). La única actitud común que los identifica es el rechazo de la "filosofía de las esencias" de tradición socrática, platónica, aristotélica y escolástica. Lo único que vale y es digno de reflexión es la "existencia individual", que es punto de una intuición inmediata y personal. En síntesis: ni la "hermenéutica del dasein" de Heidegger, ni la "clarificación existencial" de Carlos Jasper, ni el "estar allí..." de Jean-Paul Sartre, ni la "religación" de Gabriel Marcel han podido perforar el plafón interpuesto por el "Curso de Filosofía Positiva" de Augusto Comte. Tampoco parece que lo pueda hacer, por las mismas limitaciones de la intuición, como instrumento de conocimiento y de la demostración empírica como estructura metodológica, la

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variable del "Insistencialismo" que propone el P. Ismael Quiles en su obra "Más allá del Existencialismo".

5. El Constructivismo Social La palabra "constructivismo" es de origen ruso. La acuña Vladimir Tatlin con el sentido de "construir nuevos ideales estéticos" en Arquitectura y en Escultura de modo análogo a lo que había hecho el español Pablo Picaso en la pintura. El vocablo se generaliza entre 1913 a 1915 y se consagra en 1920 en las páginas del Manifiesto Realista" que firman Tatlin, los hermanos Persner, Kasimir Maliévich y Naum Gabo. Entre 1930 y 1940 la expresión Constructivismo Social es ya corriente. Se la toma con el sentido semántico de "construcción de una nueva sociedad", que responda, ciertamente, a los dictámenes de la Revolución soviética de 1917 y a la reforma de la educación rusa de 1918. El "Constructivismo Social" abre el panorama del pensamiento actual con la impronta que le confiere el Materialismo Dialéctico de Carlos Marx, con la única diferencia que en lugar de jugar sobre la historia lo hace sobre el "medio-socio-cultural". En esa forma el "intercambio social" se eleva a categoría de factor e instrumento constructor del hombre, al tiempo que éste se rebaja a la condición cenicienta de materia de trabajo del medio-socio-cultural. Sobre tal base dialéctica se eleva el edificio teórico del "Constructivismo Social". Lo hace distribuido en tres anclajes concurrentes y dependientes entre sí. Primero: una estructura científica de aplicación del mecanicismo dialéctico al campo de la lógica, de la Historia, de la Sociología, en general, de las Matemáticas. Con esto el desarrollo de la ciencia apura la "secularización" del pensamiento, de la vida social y de las costumbres, que conforman el filón de explotación de la "Izquierda Cultural". Con toda razón Marta S. Sieber lo define como "postura ideológica", cuya finalidad es la construcción del hombre "a partir de la sociedad" o, en otras palabras, del "intercambio social"... ("La Transformación Educativa Argentina", pág. 9). Segunda: un abordaje epistemológico nuevo, cuyo sentido sea plantear una clasificación del saber humano a la luz del "Estado Positivo" de Comte. Para ese efecto afirma como punto de apoyo una "recontextualización" del conocimiento desde la perspectiva social. Aluden a esa coyuntura expresiones como "conocimiento socialmente significativo", "sistemas de significatividad personal y social", transformadas en moneda corriente en los círculos constructivistas, en los integrantes de la "Nueva Escuela" y en las propuestas de reforma educativa de Flacso. También es un dato representativo la referencia a un "método autobiográfico", único procedimiento que puede permitir que "se hable" epocalmente o "desde el contexto de una agenda contemporánea", como suenan algunas metáforas de la Transformación Educativa Argentina. Esta arista epistemológica ha sido especialmente enriquecida por metodólogos de última moda como Franz Boas, Lakatos, Popper, Feyerabend, etc. Con todo, su nota más relevante ha sido un ordenamiento grupal de disciplinas científicas caracterizadas por la demostración empírica, propia de la "Dimensión Científica". Ese listado clasificatorio es el siguiente: a) Ciencias de la Naturaleza o Ciencias Naturales.

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Abarca el conjunto de saberes que se dedican al estudio de la materia inerte. b) Ciencias Biológicas Son una especialidad de las Ciencias de la Naturaleza que tienen a los seres vivos como campo de estudio e investigación, c) Ciencias Sociales Forman un paquete, aún no clausurado, de asignaturas relativas a distintos temas que ofrece el hombre. Tales son los casos de la Psicología, de la Antropología, de la Sociología, de la Lingüística, de la Etnología, de la Semiótica, de la Arqueología, etc., a las que se las ha privado de su clásico estatuto filosófico y se las ha reducido a saberes reajustados al "Estado Positivo". Muchas de esas ciencias han pertenecido a la Dimensión Filosófica, pero han sufrido una reducción a la "Dimensión Científica" del "primer grado" aristotélico o del "primer grado" escolástico de abstracción. Una clara y evidente muestra de ello es que los últimos Planes de Estudio del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación hayan substituido a la "Introducción a la Filosofía" por "Epistemología" e "Introducción al conocimiento". Las Ciencias Sociales conforman, por lo demás, el rasgo más sobresaliente y original de la visión epistemológica a partir de la segunda mitad del siglo XX. Ha sido tanta su aceptación que han terminado por consagrarlas en las reformas educativas de los últimos tiempos como ocurre con el "Área de las Ciencias Sociales" de la Transformación Educativa Argentina del 29 de abril de 1993. d) Ciencias de la Salud Es una denominación genérica de muchas especialidades médicas elevadas a un rango científico. e) Ciencias de la Educación Son un desprendimiento de las "Ciencias Sociales". Algunas de ellas son aspectos técnicos de la enseñanza elevadas a categoría de asignaturas científicas, como "Organización Escolar", "Planificación Educativa", etc. Tercera: Una salida psicopedagógica. Se trata de una aplicación de los principios rectores del "Constructivismo Social" al tema de la enseñanza. Pero, cabe destacar que el acento no va puesto en la educación en sí misma, sino en las condiciones psicológicas y sociales que inexorablemente acompañan y condicionan el arte y la técnica de enseñar a aprender. Esta particularidad, que tanto rememora la "crítica del pensamiento abstracto de Gorgias, cuanto la doctrina de los "tropos" de Enesidemo y de Agripa, instala al "Constructivismo psicopedagógico" en las mismas entrañas de la Psicología Cognitiva que se abre paso desde la reforma rusa de 1918. En ella, como en las transformaciones educativas posteriores, los grandes cerebros fueron Pavlov y L.S. Vygosky a ellos les pertenece el secreto, de última generación, que implican los actos de conocer, de enseñar y de aprender. (Consultar: "Reflexiones acerca de la Transformación Educativa Argentina" de Carlos Prat.)

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Despliegue gráfico del modo de saber en la Edad Contemporánea

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