Atlántico : Revista de Cultura Contemporánea Num 25 1963

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"JOHN FITZGERALD KENNEDY, TRIGESIMOQUINTO PRESIDENTE DE LOS ESTA­DOS UNIDOS, NOS HA SIDO ARREBATADO MEDIANTE UNA ACCIÓN QUE HA APE­NADO E INDIGNADO A TODOS LOS HOMBRES HONRADOS DEL MUNDO :: "SOSTU­VO LA FE DE NUESTROS PADRES, QUE ES LIBERTAD PARA TODOS LOS HOM­BRES. AMPLIO EL ALCANCE DE ESA FE Y LA RESPALDO CON LA ENERGIA Y LA VALENTIA QUE SON LAS CARACTERÍSTICAS DE LA NACIÓN QUE DIRIGIA" "ERA UN HOMBRE DE SABIDURÍA, DE VIGOR Y DE PAZ QUE CONFORMO Y PUSO EL PODERÍO DE NUESTRA NACIÓN AL SERVICIO DE UN MUNDO DE LIBERTAD Y ORDEN CRECIENTES. TODOS AQUELLOS QUE AMAN LA LIBERTAD LLORARAN SU MUERTE :: "ASI COMO EL NO RETROCEDIA ANTE SUS DEBERES, SINO QUE LOS ACOGÍA CON GUSTO, NO QUERRÍA VERNOS RETROCEDER ANTE LA TAREA DE CONTINUAR SU OBRA DESPUES DE ESTA HORA DE TRAGEDIA NACIONAL :: "LO DIJO EL MISMO: 'LA ENERGIA, LA FE, LA ABNEGACIÓN QUE PONGAMOS EN ESTA OBRA ILUMINARAN NUESTRO PAIS Y A TODOS LOS QUE LO SIRVEN, Y EL RES­PLANDOR DE ESA LLAMA PUEDE VERDADERAMENTE ILUMINAR EL MUNDO" ::

Palabras de Lyndon B. Johnson, el 23 de noviembre de 1963.

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"Necesitamos hombres fuertes si es que vamos a prevalecer y a conducir al mundo por el camino de la libertad. En muchas ocasiones, Lyndon Johnson ha dado muestras de las brillantes condiciones de dirigente que reúne, y que hoy nos son ne­cesarias".

(John F. Kennedy, U de julio de 1960)

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í't

U na de las tres ramas del Gobierno de los Estados Unidos —el Poder Eje­cutivo— cobró recientemente una

triste actualidad al morir asesinado su ti­tular, el presidente John F. Kennedy, el 22 de noviembre. Horas más tarde, e se mismo día, Lyndon B. Johnson, hombre que había sido elegido por el pueblo norteamericano para ocupar el puesto de Vicepresidente de la Nación, prestaba juramento y pasaba, en virtud de los preceptos constitucionales que así lo disponen, a ocupar la Presidencia.

Es te número especial de "At lán t ico" es tá esencialmente dedicado a honrar la me­moria del presidente John F . Kennedy, a exponer la vida y opiniones de Lyndon B. Johnson, actual Presidente, y a examinar la estructura de la Presidencia de los Es­tados Unidos, que Kennedy tan noblemente desempeñó. A ello, por su evidente interés de documento, se han incorporado dos dis­cursos: el del presidente Lyndon B. John­son ante el Congreso reunido en sesión con­junta, el 27 de noviembre, y algunos frag­mentos del que John F . Kennedy preparó para darlo a conocer en la ciudad de Dallas: el discurso que no llegó a pronunciarse.

Sumario

EL PODER EJECUTIVO 4

LA ORDENADA SUCESIÓN 5

LYNDON B. JOHNSON 9

PUNTOS DE VISTA DEL PRESIDENTE JOHNSON 21

LAS FRONTERAS DEL HOMBRE

por Lyndon B. Johnson 25

LA PRIMERA DAMA 28

DEBERES DEL PRESIDENTE 30

EL PAPEL DEL PRESIDENTE 35

DISCURSO DE JOHNSON AL CONGRESO 44 UN DISCURSO NO PRONUNCIADO 50

DOS ACUARELAS DE JACQUELINE KENNEDY 54

)

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E l vicepresidente Lyndon 3 . Johnson se hizo cargo de las facultades y deberes in­herentes a la Presidencia de los Estados Unidos en el mismo momento en que falle­ció el presidente Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, como consecuencia de una

bala asesina. Desde 1789, de los treinta y se is Presidentes que han tenido los Estados Unidos, ocho

fueron Vicepresidentes que asumieron la Presidencia debido a la muerte de su titular. Apar­te del Sr. Johnson, el caso más reciente fue el del vicepresidente Harry S. Truman, que su­cedió al presidente Franklin D. Roosevelt, cuando murió éste en 1945.

He aquí lo que dice el artículo segundo de la Constitución, que trata del poder ejecutivo del Presidente:

"En el caso de que el Presidente sea depuesto de su cargo, o en caso de su muerte, di­misión, o incapacidad para ejercer el poder y desempeñar los deberes de dicho cargo, és tos serán transferidos a la Vicepresidencia. "

El Sr. Johnson prestó juramento como Presidente en Dallas, Texas, en el avión que ha-

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la ordenada sucesión

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bía de trasladar el cadáver del Sr. Kennedy, justamente antes de que despegara con rumbo a Washington.

La toma de posesión del cargo por parte del nuevo Presidente se caracterizó por la uni­dad y continuidad. Era evidente que la autoridad se había transferido normalmente, y que el nuevo Presidente se proponía continuar la misma orientación, en el próximo futuro, y con los mismos colaboradores. El primer día,' por ejemplo, recibió a los ex Presidentes Truman y Eisenhower, reunió al Gabinete y solicitó de sus miembros que continuaran en sus pues­tos, y después conferenció con el secretario de Estado, Rusk, el secretario de Defensa, Mc-Namara, y otros altos cargos.

En los días siguientes, el Sr. Johnson tomó una amplia serie de medidas que subrayaron su determinación de que debía haber, según sus propias palabras, "continuidad sin confu­s ión" . Dirigentes e importantes representantes de cas i 100 países estaban en Washington para asistir al funeral del Sr. Kennedy, y el Presidente se entrevistó personalmente con el mayor número posible.

El Sr. Johnson envió también mensajes a muchos jefes de Gobierno reafirmando las po­l í t icas norteamericanas. Dijo al primer ministro soviético Kruschevque continuaría trabajan­do por la causa de la paz y de unas relaciones internacionales mejoradas. Y, en una reunión con los gobernadores de más de 30 Estados norteamericanos, prometió hacer presión para que se promulgara la legislación de derechos cívicos propuesta por el Sr. Kennedy.

Al igual que el presidente Eisenhower, que le antecedió, el Sr. Kennedy se daba perfecta cuenta de que su permanencia en la Presidencia podía terminar antes de tiempo. Por eso te­nía tanto interés en que se mantuviera al Sr. Johnson totalmente informado de todos los asun­tos de importancia, tanto de carácter interno como externo.

La experiencia de los predecesores: Johnson, nuevo Presidente, habla con Eisenhower.

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Junto al ahora Presidente, tras Kennedy, McCormack, siguiente en la línea de sucesión.

Las relaciones entre los señores Johnson y Kennedy fueron estrechas y cordiales. El Sr. Kennedy dijo repetidamente que su Vicepresidente era de "inestimable valor" . En la con­ferencia de prensa que celebró el 9 de mayo de 1962, manifestó que el Sr. Johnson había par­ticipado "en todas las deliberaciones importantes". El mismo año, en una reunión que tuvo con los jefes del partido demócrata, declaró también que el Sr. Johnson era el Vicepresiden­te más activo de la historia del país .

El Sr. Johnson y el Sr. Kennedy conferenciaban varias veces cada semana, cuando los dos se hallaban en Washington. Mediante es tas entrevistas y sus tareas colaterales en el Consejo Nacional de Seguridad, el Consejo Nacional de Aeronáutica y del Espacio, la Co­misión Asesora del Cuerpo de Paz y la Comisión Presidencial sobre Iguales Oportunidades de Empleo para todos los Norteamericanos, el Sr. Johnson se mantuvo en íntimo contacto con la marcha de los acontecimientos.

Con el ascenso del Vicepresidente a la Presidencia, el segundo cargo en importancia de la nación permanecerá vacante hasta el 20 de enero de 1965, después que se celebren las elecciones presidenciales de noviembre de 1964.

El Presidente de la Cámara de Diputados, John W. McCormack, un demócrata de Massachu­se t t s , es ahora el primero en la línea de sucesión a la Presidencia. Nunca ha sido necesa­rio que el Presidente de la Cámara de Diputados asuma la Presidencia debido a la muerte del jefe de Estado.

El próximo en la línea de sucesión es el Presidente provisional del Senado. Después, en orden sucesivo, el secretario de Estado, el secretario de Hacienda, el secretario de De­fensa, el secretario de Jus t ic ia , el director general de Correos, el secretario del Interior, el secretario de Agricultura, el secretario de Comercio y el secretario de Trabajo.

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L yndon B. Johnson, trigesimosexto Presidente de los Estados Unidos, tomó posesión del cargo el 22 de no­

viembre de 1963, con un amplio conocimien­to de los asuntos nacionales y exteriores.

Descendiente de colonizadores de Tejas, el interés del Sr. Johnson en las cuestio­nes públicas es hereditario. Sus antepasa­dos -por tres generaciones- participaron en el desarrollo y progreso de ese estado del sudoeste, aun desde antes de que se convirtiera en parte de los Estados Uni­dos. La tradición y el amor por las tareas de carácter cívico, están en su propia san­gre.

Su padre y su abuelo paterno prestaron servicios en la legislatura de Tejas, y uno de sus antepasados por la línea paterna firmó la Declaración de Independencia de Tejas. Por la línea materna, sus antepa­sados fueron clérigos y educadores bau­tistas.

El presidente Johnson ha dedicado dos terceras partes de su vida al desempeño de cargos públicos. Fue educado para ser dirigente público, tanto en el plano esta­tal como en el nacional. Sus actividades han sido amplias, desde apoyar una ley so­bre derechos cívicos en los Estados Uni­dos hasta la gestión para una exploración pacífica del espacio extraterrestre. Como Vicepresidente durante casi tres años en el Gobierno del presidente Kennedy, fue miembro del círculo íntimo que participa­ba en la dirección del país, tanto en el pla­no nacional como internacional.

Como legislador y después como Vice­presidente, trabajó activamente en favor de los derechos cívicos en los Estados Uni­dos. En 1957, logró la tramitación en el Congreso de la primera ley sobre derechos cívicos en 80 años, y tres años después, anuló las maniobras de los que se oponían mediante debates dilatorios, a otro proyec-

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to de ley sobre el mismo asunto. La filia­ción filosófica del presidente Johnson a los principios de la igualdad y de los de­rechos cívicos es reconocida por todos los dirigentes del movimiento contra la discri­minación racial , que tienen por él un gran respeto y con quienes mantiene cordiales relaciones. Todo ello será de gran benefi­cio para la solución del delicado problema de los derechos cívicos.

Y como Presidente, cabe esperar que lleve a cabo la más intensa gestión para el mejoramiento de la humanidad, a cuyo servicio se ha entregado como lo hizo tam­bién el presidente mártir, John F . Kennedy. En marzo de 1963, el Sr. Johnson dijo que consideraba su actuación en la aprobación del proyecto de ley sobre derechos cívi­cos como la cuestión más importante en la que ha intervenido durante su extenso his­torial como legislador.

En el mes de mayo declaró en un dis­curso pronunciado en el campo histórico de Gettysburg, Pensilvània, donde se li­bró -100 años antes- la batalla decisiva de la guerra civil:

"En es ta hora, no son nuestras respec­tivas razas las que están en peligro, es nuestra nación. Que marchen al frente aque­llos ciudadanos, blancos y negros, del Nor­te y del Sur, que se preocupan por su país , para señalar el rumbo en este momento de riesgos y decisiones.

" E l negro dice: ahora. Otros dicen: nun­ca. La voz de los norteamericanos respon­sables , la de aquellos que murieron aquí y la de aquellos que aquí hablaron, como el presidente Abraham Lincoln, proclaman que nos unamos. No hay otro camino."

El presidente Johnson nació en la casa de una modesta granja de Stonewall, Tejas , el 27 de agosto de 1908. El país atravesa­ba por una grave cr is is económica. A los nueve años de edad Johnson limpiaba za­patos en una peluquería de Tejas . Conclu­yó la escuela secundaria cuando tenía quin­ce años y se empleó como miembro de una cuadrilla de trabajadores de construcción de caminos. Encaminó sus pasos a Cali­fornia, costeándose sus gastos con el pro­ducto de los trabajos que podía encontrar

mientras llegaba a su lugar de destino, tra­bajos ta les como ascensorista, lavacoches y ayudante de restaurante. Regresó luego a Tejas y a su trabajo de obrero de cons­trucción de caminos. Pero empezó a preo­cuparse de su porvenir. Comprendió que para una existencia provechosa era de evi­dente y creciente necesidad una buena edu­cación.

Decidido a continuar su educación, se dirigió a San Marcos, Tejas, logrando que lo llevaran a trechos algunos automovilis­tas que viajaban en esa dirección, y allí se matriculó en la universidad Southwest State Teachers College. Como andaba e s ­caso de fondos, buscó trabajo de conser­je en la misma escuela, cuyos deberes cum­plía después de sus horas de estudio, y se ayudaba también vendiendo medias de casa en casa , así como sirviéndole de se ­cretario al presidente de la escuela. Es ­to no obstante, no lograba ganar lo sufi­ciente y tuvo que dejar sus estudios por e s ­pacio de cas i un año. Durante es te tiempo se colocó de maestro en una pequeña po­blación del sur de Tejas .

A la edad de 22 años, apenas tres años y medio después de empezar sus estudios universitarios, Lyndon Johnson obtenía su bachillerato universitario en c iencias . Pos­teriormente, enseñó la asignatura de Ora­toria y Debate en una escuela secundaria por dos años. Fue hacia esa época, (1931) cuando inició su carrera pública, como se­cretario de un diputado tejano. Al mismo tiempo estudiaba en la Escuela . de Dere­cho de la Universidad de Georgetown, de Washington, D.C.

Conoció por aquel entonces a Claudia Alta (Lady Bird) Taylor, hija de un hacen­dado de Marshall, Tejas, con la que con­trajo matrimonio.

En 1935 el presidente Franklin D. Roo­sevelt nombró al señor Johnson Jefe de la Oficina Nacional para la Juventud. Renun­ció a dicho cargo después de dos años, y cuando tenía 29 años, para presentarse co­mo candidato al puesto de la Cámara de Di­putados que había quedado vacante por la muerte del diputado James P. Buchanan. Ganó la elección derrotando a nueve otros

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1937: un ¡oven miembro del Congreso, L. B. Johnson, habla con el presidente Roosevelt.

Segunda guerra mundial: como Kennedy, L. B. Johnson presta sus servicios en la Armada.

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La opinión de un dirigente negro: tengo "una gran f e " en el Presidente, dice Wi lk ins.

candidatos, y en 1938 fue elegido para un período completo.

Al estallar la segunda guerra mundial, el entonces legislador, de 1,90 metros de estatura y 90 kilogramos de peso, fue el primer diputado que entró al servicio mi­litar activo. Destinado a Australia y Nue­va Zelanda, fue condecorado con la Meda­lla de Plata por heroísmo durante un vue­lo sobre posiciones enemigas en Nueva Gui­nea. La medalla le fue conferida personal­mente por el general Douglas MacArthur. Después de prestar servicio ocho meses en

la Marina de Guerra norteamericana, con el grado de capitán de corbeta, regresó al Con­greso al expedir el presidente Roosevelt una orden por la que se prohibía a los miem­bros de las Cámaras Legislativas Nacio­nales prestar servicio en las Fuerzas Ar­madas.

Después de cinco períodos consecuti­vos en la Cámara de Diputados de la Repú­blica, el señor Johnson fue elegido sena­dor en 1948, y cinco años más tarde (1953), fue nombrado jefe del sector demócrata del Senado. Tenía a la sazón 44 años, lo que

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le hacía el jefe del Senado más joven de la historia de su país.

Durante los ocho años siguientes, a lo largo del gobierno del presidente Eisen­hower, se convirtió, con la única excepción del Presidente, en la figura más importan­te y poderosa de la escena política nortea­mericana.

El Sr. Johnson, en el curso de los años, ha probado a sus amigos que posee un pro­fundo conocimiento de la naturaleza huma­na y de los problemas del día, y que, ade­más, comprende y conoce la historia.

Son pocos, verdaderamente, los hombres que han llegado a la Presidencia con cono­cimientos tan seguros del arte de la polí­tica. Pocos son los que han vivido una vida tan consagrada al servicio público.

En 1954, el Sr. Johnson fue elegido una vez más por abrumadora mayoría para de­sempeñar el cargo de Senador durante el tér­mino de seis años. Cuando hacía ya tiem­po que se reconocía su talla como dirigen­te nacional, se presentó como candidato paira la nominación presidencial de la Con­vención de 1960 del partido demócrata, te­niendo como contrincante a John F. Ken­nedy. Este, al ganar, eligió al Sr. Johnson como candidato vicepresidencial del par­tido demócrata para la elección de 1960. Ambos realizaron su campaña política de íntimo acuerdo y, a partir de entonces, si­guieron combinando esfuerzos con igual co­hesión, el Sr. Kennedy, como jefe del po­der ejecutivo, y el Sr. Johnson como Pre­sidente del Senado y como auxiliar -un au­xiliar capacitado y de confianza- del Sr. Kennedy.

Si es que es posible instruir a otra per­sona en los altos deberes inherentes a la Presidencia, el Sr. Kennedy confió al Sr. Johnson misiones delicadas que le prepa­raron para un día que ninguno de ellos es­peraba que llegase.

El Sr. Johnson, viajero incansable, re­presentó al Sr. Kennedy en repetidos via­jes por el mundo, durante los que visitó 27 países. Visitó la Muralla de Berlín, origen de tantas crisis. Recorrió el Pacífico y el Lejano Oriente. Llevó nuevas seguridades a los aliados y amigos que tienen los Es-

Lyndon B. Johnson: los días de la niñez.

tados Unidos en el sur de Asia. Fortaleció la resolución de las naciones libres del mundo en el Oriente Medio y en el sector del Mediterráneo. Llevó mensajes de es­peranza y amistad a los pueblos escandi­navos. Fortaleció los vínculos amistosos que existen entre su país y los de la Eu­ropa occidental. Conferenció con numerosos dirigentes del mundo.

Efectuó su primer viaje al extranjero como Vicepresidente en abril de 1961, me­nos de dos meses después de haber tomado posesión de su cargo. En aquella ocasión

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fue al Senegal para asistir a las ceremonias conmemorativas del primer aniversario de la independencia de aquel país africano. Desde Dakar voló a París, coincidiendo con el décimo aniversario de la fundación del mando supremo de las potencias aliadas en Europa. En ruta hacia París, el Sr. Johnson se detuvo en Ginebra, donde conferenció con la delegación de los Estados Unidos acerca de las conversaciones tripartitas que a la sazón se estaban celebrando so­bre el tratado de prohibición de pruebas nu­cleares.

En mayo de 1961 hizo un extenso reco­rrido por el sur y el sudeste de Asia. Este viaje le llevó a Vietnam, Filipinas, la Re­pública de China, Hong Kong, Thailandia, India y Pakistán.

Se detuvo primero en Saigón, como prue­ba de la viva preocupación de los Estados Unidos por la batalla de los vietnamitas contra las guerrillas comunistas. Pronun­ció un discurso ante la Asamblea Nacional de la República de Vietnam, y de allí fue a Manila, donde conoció al Presidente de la República de Filipinas, Carlos P. Gar­cía, y habló en una sesión conjunta del Con­greso filipino. En Taipeh conferenció con el presidente Chiang Kai Shek. De allí se dirigió a Hong Kong„ y a continuación voló a Bangkok, donde conversó varias veces en privado con el mariscal de campo Sarit Thanarat, con quien examinó en detalle la amenaza comunista en aquella zona.

El señor Johnson sostuvo en la India conversaciones con el primer ministro Ja­waharlal Nehru. Comentando estas conver­saciones, el señor Johnson dijo: "Habla­mos de sus esperanzas y aspiraciones y de nuestro deseo de ayudar... Los enemi­gos comunes de la humanidad, < contra los cuales se debe montar un ataque a fondo, son la ignorancia, la pobreza y la enferme­dad."

El señor Johnson expresó al primer mi­nistro de la India el interés del presiden­te Kennedy en el tercer plan quinquenal de su país, y reafirmó el interés de los Es­tados Unidos en el progreso de la democra­cia india.

De la India pasó al Pakistán, donde rei­

teró la intención de los Estados Unidos de sostener el plan de desarrollo de dicho país, y escuchó las propuestas del presidente Ayub al presidente Kennedy para un aumen­to en la ayuda norteamericana en las obras encaminadas a contener la anegación y sa-linización de las tierras de siembra del país, que en opinión del presidente Ayub son una cuestión de vida o muerte.

El presidente Kennedy envió subsiguien­temente una misión científica, encabezada por su consejero en materia de ciencia, Dr. Jerome B. Wiesner, para que estudiase el problema y trazase un plan de acción con­junta para combatirlo.

El señor Johnson y el presidente Ayub respaldaron la cooperación continua en las disposiciones de seguridad regional colec­tiva y una creciente colaboración econó­mica entre los miembros regionales de estas alianzas.

En su ruta de regreso a Washington, el señor Johnson se detuvo brevemente en Ate­nas.

En agosto de 1961, el señor Johnson fue en avión a Alemania, primero para una bre­ve parada en Bonn donde visitó al canci­ller Adenauer, y después al sector occiden­tal de Berlín, donde dijo ante el Parlamento de la ciudad libre:

"Debemos siempre buscar la paz sin temor, pero estar preparados ahora y siem­pre para defender la libertad."

Un mes después, el señor Johnson es­taba en Suècia para representar al presi­dente Kennedy en el funeral del Secretario General de las Naciones Unidas, Dag Ham-marskjold.

En agosto de 1962, el señor Johnson hizo dos viajes, el primero a Jamaica, la isla antillana que obtuvo su independen­cia el 6 del mismo mes. Subsiguientemen­te emprendió un recorrido de los países del Oriente Medio y del Mediterráneo: Líbano, Irán, Turquía, Chipre, Grecia e Italia.

Expresó al pueblo del Líbano los "sen­timientos de afecto, admiración y amistad del pueblo norteamericano". Le aseguró el interés "permanente e invariable de los Estados Unidos en la independencia e in­tegridad del Líbano".

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Un viajero infat igable: en Nueva Delh i , en c

En Irán pronunciólas siguientes palabras: ,rUn Irán libre es vital para la fuerza

del mundo libre. La independencia y la in­tegridad nacional de Irán no serán quebran­tadas. Su país y el mío se alzan juntos en la causa común de la libertad."

Al comentar el recibimiento tributado al señor Johnson en Teherán, Murray Marder, del Washington Post, escribió: "Los per­sas parecen considerar la llegada de John­son como una respuesta a la visita que su monarca, el Shah Mohammed Reza Pahlevi,

n compañía del presidente Rajandra Prasad.

hizo a Washington en abril último... y él (Johnson) parecía estar encantado más bien que alarmado por la exuberancia de la aco­gida popular."

En Turquía, uno de los aliados más fir­mes de los Estados Unidos, el señor John­son renovó los compromisos de la doctrina Truman, que contribuyó a impedir que Tur­quía y Grecia cayeran detrás del telón de acero después de la segunda guerra mun­dial.

En un brindis al presidente Kemal Gursel,

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el señor Johnson dijo: "El mundo sabe hoy exactamente lo que

queremos que sepa: los lazos entre Norte­américa y Turquía son más fuertes que nun­ca. Nuestra determinación conjunta es que lo sean cada vez más.. ."

El señor Johnson visitó en Ankara la sede de la Organización del Tratado Cen­tral y encontró "la certidumbre de su de­terminación de defender la libertad".

Su visita a Chipre fue breve, pero ob­servó que "cuando los hombres y las na­ciones se entienden, las discusiones no tienen que ser largas."

Al partir de Chipre dijo a una multitud que dejaba aquel país "con la certeza de que Chipre y los Estados Unidos gozan de un entendimiento y una confianza de ami­gos consagrados a la causa de la libertad."

Sus últimos viajes al extranjero tuvie­ron lugar en el otoño de 1963. Del 3 al 17 de septiembre visitó Suècia, Finlandia, No­ruega, Dinamarca e Islàndia. Es el funcio­nario norteamericano de más alto rango que haya visitado esos países en el ejercicio de su alto cargo. En noviembre visitó Bél-

...en Pakistan, con el presidente Ayub. en el Vietnam del Sur, con los niños.

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— en Berlín Occidental , durante su

gica, Luxenburgo y Holanda. El 4 de no­viembre dijo en Luxenburgo:

"En este siglo veinte, el pueblo nor­teamericano tienen la inquebrantable con­vicción, que respalda con sus fuerzas, sus recursos y su vida, de que el destino de la libertad en todo el mundo descansa en la unidad y la mancomunidad de las naciones interdependientes del Atlántico."

En muchos de sus viajes al extranje­ro el señor Johnson ha ido acompañado de su esposa.

Se ha mantenido enterado al señor John­son de los asuntos de mayor reserva del poder ejecutivo. Formó parte, como miem­bro, del Consejo Nacional de Seguridad y participó en las conferencias que la Casa Blanca celebraba semanalmente con ele­mentos dirigentes del Congreso. Participó también en las reuniones del Gabinete pre-

via je en el verano de 1961, con los ciudadanos.

sidencial. Uno de los primeros nombramien­tos hechos por el presidente Kennedy al iniciar su gestión presidencial fue el del señor Johnson para los puestos de direc­tor del Consejo Nacional de Aeronáutica y del Espacio, de jefe de la Comisión de Igua­les Oportunidades de Empleo y de jefe de la Comisión Consultiva del Cuerpo de Paz.

Aun antes de tomar posesión de la Pre­sidencia en 1961, el señor Kennedy dijo: "El (Johnson) y yo trabajaremos juntos en asuntos que están dentro de su campo es­pecial de intereses..." Esos "campos de interés", que comprendían originalmente la seguridad nacional, la defensa nacional, el espacio sideral y las relaciones inter­nacionales, se fueron extendiendo duran­te el período de tres años en que trabaja­ron juntos.

El presidente Johnson ha sido, por lar-

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La exploración del espacio: Johnson estrecha la mano del astronauta Alan B. Shepard.

go tiempo, un miembro influyente del par­tido demócrata. En muchas ocasiones, co­mo diputado, como senador, y más tarde como dirigente de la mayoría del Senado, el señor Johnson demostró poseer señala­das condiciones de dirigente, induciendo a sus colegas a aprobar importantes me­didas legislativas sin recurrir a prolonga­dos debates o a otras demoras parlamen­tarias. Un colega, miembro del partido re­publicano, describió al señor Johnson en una ocasión, como "un auténtico genio le­gislativo."

Bajo su dirección en la Cámara de Di­putados se aprobaron muchas importantes medidas legislativas. Por ejemplo, se otor­gó la condición de Estados de la Unión a los territorios de Hawai y Alaska, se acor­dó llevar a cabo un inventario económico

de los Estados Unidos y se fortaleció al Banco Mundial y al Fondo Monetario Inter­nacional mediante un apoyo financiero adi­cional de los Estados Unidos. Como sena­dor, fue uno de los primeros en proponer que las Naciones Unidas consideraran la exploración del espacio ultraterrestre co­mo un asuntos de importancia. En un dis­curso pronunciado el 14 de enero de 1958, dijo:

"Las dimensiones del espacio empeque­ñecen nuestras diferencias nacionales en la tierra. Si es que hemos de ganar el es­pacio como una avanzada de la paz, todos los hombres pueden y deben participar en está empresa."

Como consecuencia de su propuesta, el Congreso de los Estados Unidos adoptó una resolución que subscribía a los Esta-

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Largos años de experiencia po l í t ica : el senador Johnson (1955) con los periodistas.

dos Unidos al concepto de que las nacio­nes de todo el mundo debían prohibir el uso del espacio extraterrestre para engrandeci­miento militar, y debían tratar de ampliar el conocimiento del espacio sideral con el propósito de fomentar el bienestar de toda la humanidad y no para beneficio de una sola nación o un grupo de países.

El ha demostrado claramente, primero en el Congreso de los Estados Unidos y luego como Vicepresidente, que está con­sagrado a fomentar la paz y el bienestar internacional. Poco después de ser elegi­do por primera vez al Senado de los Esta­dos Unidos en 1948, apoyó enérgicamente el programa de asistencia técnica a otras naciones. Anteriormente, en 1947, como miembro de la Cámara de Diputados de los Estados Unidos, a la que fue elegido por

primera vez en 1937, había apoyado con en­tusiasmo el Plan Marshall en virtud del cual el Congreso autorizó un amplio programa de asignaciones destinado a contribuir a la recuperación económica de los países eu­ropeos occidentales que se encontraban en difíciles circunstancias económicas des­pués de la segunda guerra mundial.

El presidente Johnson es reconocido co­mo un infatigable trabajador en el Gobierno de los Estados Unidos. En julio de 1955, cuando era senador, sufrió un ataque al co­razón que lo dejó incapacitado. Pero se restableció completamente en cuestión de meses y regresó con renovados bríos a sus deberes de senador. Fue en este período cuando el señor Johnson alcanzó algunos de los más brillantes éxitos de su carrera legislativa y ejecutiva.

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PUNTOS DE VISTA DE El Presidente ha expresado muchas veces sus puntos de vista sobre política extran­

jera, derechos cívicos, defensa nuclear, relaciones con la Unión Soviética y otros impor­tantes asuntos. He aquí algunas de sus declaraciones:

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PRESIDENTE

SOBRE LOS OBJETIVOS DE

LOS ESTADOS UNIDOS

RELATIVOS A LA PAZ

"No procuramos dividir el mundo sino unirlo. Esperamos que un día los hombres puedan vivir juntos sin ansiedad, en cali­dad de confiados vecinos y al iados, en nom­bre de la l iber tad ."

" L o s Estados Unidos no tratan de im­pedir la guerra porque la temamos, sino por­que la odiamos. No luchamos por la paz porque seamos débiles , sino porque somos fuer tes . . . "

"No hemos amenazado en forma cerrada y obtusa y no hemos procurado alterar la paz. Esperamos que prevalecerá la razón y el buen sentido para la negociación".

"Buscamos la paz, pero rechazamos el apaciguamiento porque sabemos que se tra­ta del apaciguamiento a plazos y de la s e ­ñal para, finalmente, una guerra. Nuestra potencia e s una promesa de paz y no una incitación a un conflicto.

JOHNSON

"No anticipamos que el mundo es té li­bre de diferencias ideológicas. La esencia medular de la libertad en s í es el derecho y privilegio de disentir. No esperamos ver —ni quisiéramos ver— un mundo que marche a paso de prisionero, un mundo en el que los hombres de todas las naciones piensen igual, actuen igual, gobiernen y se les go­bierne igua l" .

SOBRE LA POLÍTICA HACIA

EL COMUNISMO

" L a reciprocidad e s la clave para lo­grar la paz . Si los soviét icos desean la co­operación de los Estados Unidos, tienen que merecerla. Si buscan la hostilidad de los Estados Unidos, por cierto que pueden provocarla. Pero estamos dispuestos a ofre­cer a los soviét icos la oportunidad de de­mostrar que el los, a su vez, están dispues­tos a concertar acuerdos limitados sobre asuntos precisos y atenerse a e s a s deci­siones por el bien de la humanidad".

*

" E s necesario que los hombres libres sean firmes... De vez en cuando, puede ser posible concertar arreglos at inados que aminoren las tensiones en algunas zonas de conflicto. Pero és tos son arreglos que envuelven ventaja mutua. Por el momento, e s evidente que la guerra fría —el cons­tante tanteo para encontrar los puntos dé-

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biles en el escudo de la libertad— conti­nuará" .

*

"Reconocemos que el objetivo de ese sistema para la dominación mundial no ha cambiado ni cambiará. Desde el punto de vista real is ta , no podemos confiar en que el carácter del comunismo sea alterado , me­diante ¡a negociación, por los representan­tes del comunismo que concurren a la mesa de conferencias. Pero nosotros s í tenemos que adherirnos tenazmente, y nos adherimos, al carácter y a los objetivos de nuestro pro­pio conjunto social . No rechazaremos las oportunidades rea l is tas que se presenten para aminorar las tensiones y fomentar una paz decorosa. . . La paz y la libertad son los objetivos de nuestra ofensiva".

"En nuestra patria estamos unidos, no importa el partido o la religión, en nues­tra preocupación y entendimiento del pue­blo alemán en su actual suplicio. La ame­nazada frontera de la libertad ahora se ex­tiende a través de un Berlín dividido pero intrépido. La dictadura tiene el poder tem­poral para sel lar una frontera; pero ninguna tiranía puede sobrevivir más allá de la som­bra de su propio poder maléfico".

*

"Si los comunistas han optado por aban­donar toda pretensión de moralidad, recu­rriendo a sus muchos modos de agresión, nosotros no hemos de hacer lo mismo. La suprema moralidad entre las naciones e s la integridad de los acuerdos mutuos. En los casos en que hemos pedido que las na­ciones nos respalden en la causa de la l i­bertad-cuando los hombres están dispuestos a defender su propia libertad- tenemos que cumplir nuestra promesa de ayudar los" .

" L o s Estados Unidos se mantienen fir­mes con sus al iados chinos (nacionalistas) y continuaremos apoyándolos hasta que se garantice la l ibertad.

SOBRE LÀ COOPERACIÓN EN

LA DEFENSA NUCLEAR

" . . . a la amenaza de las fuerzas terres­tres soviét icas en masa se ha unido la ame­naza de los proyectiles soviét icos . Tene­mos que estar preparados para hacer frente a los peligros que existen y no a los pe­ligros que exist ían a n t e s " .

SOBRE LOS DERECHOS

CÍVICOS

" E s falso alegar que la solución a los dilemas de hoy descansa en las manecil las del reloj. La solución es tá en nuestras ma­nos. A menos que estemos dispuestos a abandonar nuestro destino de grandeza en­tre las civil izaciones de la historia, los norteamericanos -blancos y negros juntos-tenemos que apresurarnos para resolver el problema que afrontamos ahora . . . "

" L o s ciudadanos a quienes se les han negado sus derechos fundamentales durante s iglos han llegado al punto explosivo en que demandan esos derechos ahora mismo. Y no e s posible hallar razones lógicas y morales para denegárselos . . . El Gobierno cumplirá la misión que le corresponde".

" E l negro, hoy día, reclama la jus t i ­cia. No le respondemos, no respondemos a quienes yacen bajo esta tierra, cuando le decimos al negro que tenga paciencia ' .

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" E s difícil elevar la condición del hom­bre por medio de las leyes, pero si se le da el voto, él mismo puede ayudarse" .

SOBRE LA EMERGENCIA DE NACIONES

RECIÉN INDEPENDIZADAS

"Hay motivo para mayor confianza en la extensión, a la larga, de la libertad uni­versal . . . Existen indicios muy tangibles en apoyo de es ta fe. Desde que terminó la segunda guerra mundial, más naciones nue­vas se han creado que en ninguna otra épo­ca de la historia. Entre es tas naciones, no ha habido una sola que haya optado por colocarse bajo un totalitarismo ideológico. Todas han tratado de establecer y perfec­cionar un sistema de gobierno l ib re" .

SOBRE EL PROGRESO DE

LA CIENCIA DEL ESPACIO

" L a ciencia no está creando nuestros problemas; está creando la respuesta a nues­tros problemas. Se nos ofrece un momento de oportunidad sin igual. Pero muchos de aquellos a quienes nos dirigimos para que nos inspiren afirmación, confianza y en­tusiasmo, ofrecen incertidumbre, desenga­ño y desesperación. . . No buscamos presti­gio en el espacio, buscamos la paz . . .

"Podemos esperar -podemos anticipar con confianza- que en un período de cin­cuenta años, las fronteras del hombre se extenderán más allá de la luna, más allá de nuestro sistema planetario, tal vez más allá de nuestra galaxia en el universo. As­piramos a triunfar -y triunfaremos- en el empeño de dirigir el poderoso avance de la humanidad para adquirir conocimien­

tos en la empresa del espacio extraterres­t r e " .

'Con o sin la cooperación de cualquier país, iremos a la Luna, y haremos esa tra­vesía tan pronto como sea posible. . . Los Estados Unidos no codician un solo palmo de tierra en el resto del universo. Entra­mos al espacio para servir a la causa de la paz, para mejorar la vida de toda cria­tura en el mundo. . ."

"Vamos a la Luna porque ello es un paso lógico en la exploración del espacio, y sabemos que los pasos que ya hemos dado han hecho que nuestra inversión rindiese pingües benef ic ios" .

COMERCIO ENTRE LAS NACIONES

" E n lo relativo al comercio, creemos que todos los países pueden beneficiarse de una reducción general de las barreras aduaneras. Nosotros estamos preparados, gracias a la Ley de Expansión Comercial, a reducir las barreras comerciales al má­ximo posible. Creemos que todos debemos reunimos y conferenciar como al iados, y no como adversar ios" .

SOBRE LAS RELACIONES

CON IBEROAMÉRICA

"Uno de los primeros pasos que debe­mos dar e s subrayar el hecho que estamos en favor del progreso en Iberoamérica. De­bemos apoyar, moral y económicamente, la lucha de nuestros antiguos amigos iberoa­mericanos contra la injusticia política, eco­nómica y social , no sólo para mejorar su ni-

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vel de vida sino para alentar el s istema de­mocrático de vida en todos los p a í s e s " .

+

"Debemos ofrecer a los pueblos de Ibero­américa las mejores técnicas o s i s temas que los ayuden a desarrollar sus propios conocimientos y a producir y vender sus propios productos" .

SOBRE LA AYUDA EXTERIOR

"Ninguna nación puede gozar por largo tiempo de gran prosperidad cuando todos los demás países están empobrecidos".

*

"Proseguiremos vigorosamente la cam­paña contra la ignorancia, la miseria y la enfermedad no sólo dentro del país sino en todo el mundo".

" L a experiencia de la India en los s i s ­temas util izados para lograr una solución de es tos problemas (hambre, analfabetis-tismo y enfermedad), tiene gran valor para los Estados Unidos, que desea utilizar di­cha experiencia para ayudar a los pueblos de los países subdesar ro l lados" .

SOBRE DEFENSA

"No podemos considerar que nuestros peligros hayan concluido, o que nuestras responsabil idades se extiendan sólo hasta el próximo fin de semana, o el próximo año. Estamos si tuados frente a una vasta em­presa y es nuestro deber comenzar a cum-pl i r la" .

SOBRE LOS ACUERDOS PARA LA

DEFENSA MUTUA

"Jun tos mantendremos ese poderío. Apo­yándonos en esa fortaleza, todos podemos, y debemos, actuar conjuntamente para cons­truir en común esa nueva fuerza al servi­cio de la l ibertad".

"Más al lá de los objetivos militares comunes, podemos hacer mucho más para cumplir los ideales del progreso económico y s o c i a l " .

"Con el mismo empeño con que hemos tratado de proteger la integridad del indi­viduo contra la agresión por la fuerza, po­demos ahora encomendar a nuestras alian­zas la tarea de levantar los niveles socia­les que permitan al individuo vivir con de­coro como un hombre l ib re" .

SOBRE EL DESARME

"Un proyecto de desarme, para que ofrez­ca una esperanza efectiva, debe tener al menos una característ ica: medios adecuados para garantizar que se cumpla por todos. Crear y mantener un ambiente de confian­za requiere que se adopten medidas y una integridad probada por amDas partes. Y la confianza en un genuino acuerdo de desar­me es fundamental, no sólo para los firman­tes del convenio, sino también para los mi­llones de personas de todo el mundo que están has t iadas de las tensiones interna­cionales y los armamentos ' .

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las fronteras del hombre } / - : ^ ¡lf¿wU>-jiú: -"v-ov'!;;*;

R espetamos el pasado. Honramos el pasado. Nos guiamos por las leccio­nes del pasado. Pero el Gobierno

que deriva sus poderes legítimos del con­sentimiento de los gobernados, debe siem­bre preocuparse por el futuro y dedicarse conscientemente a su servicio.

El Gobierno de los Estados Unidos afron­ta actualmente, en un grado inusitado, el desafío del futuro. Durante casi una gene­ración, el drama del mundo se ha desarro­llado en un escenario sin cambio. El tema básico del drama del mundo ha continuado siendo el mismo.

Los valores, principios y fines de nues­

tro país han seguido siendo los mismos tam­bién. No habrá cambios en lo futuro. En la misma forma en que hemos sido fieles a aque­llos principios nacionales enunciados hace 187 años en Filadèlfia, así los principios y fines de Norteamérica permanecen inmu­tables -y así seguirá siendo- en nuestras relaciones con el mundo.

Desde que los primeros colonizadores desembarcaron en nuestras playas, el sos­tén principal de la fortaleza norteamerica­na -el factor esencial de su supervivencia-ha sido su capacidad y resolución para ha­cer frente a situaciones difíciles. Gene­raciones de norteamericanos han preser-

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vado sus derechos mediante la técnica de adaptar la libertad a la realidad cambian­te de un mundo que constantemente se trans­forma. Los que tenemos el privilegio de vivir hoy como norteamericanos, estamos frente a una tarea similar: afrontar los cam­bios de los años immediatamente próximos con la sagacidad, la imaginación y la re­suelta iniciativa digna de nuestra tradi­ción.

¿Qué c lase de mundo esperamos ver den­tro de 50 años, en el año 2013? ¿Qué clase de mundo quisiéramos tener en ese momen­to de la historia del hombre?

Aspiramos a que el mundo, dentro de 50 años, sea un universo de paz, libertad y justicia.

No vaticinamos un mundo libre de dife­rencias ideológicas, pues la misma esencia de la libertad consis te en el derecho y la facultad de disentir. No esperamos ni qui­siéramos ver un mundo que marche con paso igual, en el cual los hombres de todas las naciones piensen del mismo modo y actúen en la misma forma y en el que todos los go­biernos sean idénticos. Pero tenemos la e s ­peranza de que el mundo habrá aceptado sin excepciones el principio del respeto a la libertad y dignidad del individuo.

Aspiramos a que el mundo del año 2013 sea un mundo en el que el uso del poderío militar ya no sea un instrumento primario para las relaciones entre las naciones o los grupos de naciones. En realidad, no pode­mos anticiparnos a decir s i el hombre ha agotado o no su inventiva para la destruc­ción. Pero en cambio, pensando con sen­tido de responsabilidad, bien podemos" e s ­perar que en los próximos 50 años el hom­bre haya multiplicado su capacidad para regular e impedir la utilización de sus in­venciones destruct ivas.

Aspiramos a que de aquí a cincuenta años el mundo haya terminado su etapa de revolución por la independencia y que todos los hombres puedan unir sus esfuerzos para cumplir con las responsabilidades de la in­terdependencia.

Mientras haya en el mundo dependencia, seguirá existiendo el afán por la indepen­dencia de parte de los pueblos a quienes

se l es haya negado el derecho a gobernar sus asuntos internos. Nosotros, los de las Americas, nunca dejaremos de apoyar es te derecho enfáticamente básico, y podemos esperar que su cumplimiento sea univer­sa l .

Pero así como en los últimos 50 años hemos visto nacer tantas nuevas naciones, nos anticipamos a creer que en los próxi­mos 50 años veremos nacer muchas nuevas uniones y federaciones de pueblos, que con­tribuirán a garantizar el mayor poderío, e s -bilidad y apoyo eficaz a la libertad indivi­dual y la abundancia económica.

Aspiramos a que el mundo en 50 años más permita el auténtico mejoramiento del nivel de vida de los pueblos de todas las naciones, en todos los continentes.

Después de apenas algo más de un de­cenio, ya estamos comenzando a ver el ver­dadero valor de las inversiones que noso­tros y otras naciones hemos podido hacer para contribuir al progreso económico de naciones en estado de desarrollo.

Es te apoyo sostenido ha permitido a al­gunos pa íses comparativamente pequeños, ta les como Grecia, Israel y la República China, alcanzar un punto en que sus eco­nomías pueden ahora sostener su propio con­tinuo desarrollo. Para el año 2013 ya debe­rá ser más completo y claramente visible el beneficio real de la cooperación econó­mica internacional.

Si e s t e esfuerzo se viera detenido en su camino, el año 2013 no sería el año fe­liz que esperamos que sea , pues si el pro­greso de los pa í ses subdesarrollados no se lleva a cabo con vigor y con éxito, la diferencia entre las sociedades desarrolla­das y las subdesarrolladas habrá alcanza­do proporciones trágicas para e sa fecha.

Aspiramos a que para el año 2013 fun­cionen en el mundo entero insti tuciones parlamentarias y gobiernos libres y respon­sables . Hemos aprendido en nuestra pro­pia tierra -como otros aprenderán en los años venideros- que el verdadero problema no consis te en ganar la libertad sino en con­servarla.

La prueba de los próximos cincuenta años es tará en l a capacidad de las nacio-

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nés nuevamente independientes para man­tener su libertad y darle significado con la formación de sistemas de gobierno ma­duros, eficaces y estables, dedicados a la libertad, a la dignidad y a la igualdad del individuo.

Esperamos especialmente que las ins­tituciones que se han creado en el mundo para representar las aspiraciones de la ma­yoría tendrán la misma fortuna en la pro­tección de los derechos de la minoría.

Finalmente, en lo que se refiere a nues­tra propia tierra, nuestras aspiraciones pa­ra nuestro sistema y para nuestro pueblo son muchas. Pero esperamos particularmen­te que, en mucho menos de cincuenta años, podremos en los Estados Unidos liberar nuestra sociedad de la carga de la discri­minación y de la segregación.

Estamos hoy progresando en esa direc­ción y estamos decididos a continuar has­ta que el éxito sea completo. Pero al mis­mo tiempo que nos empeñamos así en nues­tro país, expresamos la esperanza de que se harán en todas partes esfuerzos afor­tunados para superar y eliminar la noción de la raza o de la religión como una con­dición de los derechos políticos.

Podemos esperar, y podemos esperar con

confianza, que dentro de cincuenta años las fronteras del hombre se habrán exten­dido en el universo hasta mucho más allá de la Luna, más allá de nuestro sistema planetario, quizá más allá de nuestra ga­laxia.

Esperamos alcanzar el éxito, y lo al­canzaremos, como directores del gran es­fuerzo de la Humanidad para ampliar sus conocimientos mediante la aventura del es­pacio extraterrestre.

Pero nuestras aspiraciones en la explo­ración del espacio son y serán siempre se­cundarias respecto a las que abrigamos de la apertura en la Tierra de más amplios horizontes de oportunidad para el indivi­duo, cualquiera que sea su raza, religión y origen.

Sea lo que sea lo que nos tenga reser­vado el futuro próximo o lo que nos trai­ga el porvenir más lejano, nosotros, como norteamericanos, debemos mantenernos fir­mes en nuestra consagración y devoción a e s t a s verdades evidentes: "que todos los hombres han sido creados iguales, que su Creador les ha dotado de ciertos derechos inalienables, que entre esos derechos se encuentran la vida, la libertad y la búsque­da de la felicidad."

Una injusta frontera: el muro de Beriín.

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la primera dama

L a Sra. Claudia Taylor de Johnson di­jo una vez que la esposa de un hom­bre que actúa en política tiene una

"butaca de primera f i la" en el drama en desarrollo de la naturaleza humana.

La actual primera dama de los Estados Unidos, de pequeña estatura y ojos pardos, a lo largo de la carrera de su esposo, ha mantenido gran interés en el aspecto hu­mano de los asuntos públicos, y como com­pañera suya en muchos viajes alrededor de los Estados Unidos y a muchos países del extranjero ha tratado con personas de muchas c lases . Más recientemente, impre­sionó gratamente a diversos Jefes de Es­tado, a s í como a ciudadanos corrientes, cuando ella y el Vicepresidente visitaron Europa, el Oriente Medio y el Sudeste de Asia, así como el Senegal en Africa, y la nueva nación de Jamaica, en el mar de las Antillas.

El verdadero nombre de la Sra. de John­son es Claudia, pero de niña se le dio el apodo de "Lady Bird" y así se le ha llamado desde entonces. Posee enorme vi­talidad y un temperamento resuelto. Su tre­menda vitalidad puede equipararse a la del Presidente. Aunque tímida por naturaleza, aprendió mediante esfuerzos persistentes a hablar en público. Ha dado también prueba de un talento natural para los negocios al dirigir con mucho éxito los suyos propios, que incluyen una estación de radio y tele­visión y varias otras empresas.

Con todo, a pesar de esos intereses ex­ternos, la Sra. de Johnson da importancia máxima a sus deberes de esposa y madre. Siempre solícita con su esposo, vigila su régimen alimenticio, cuida de sus trajes y está siempre en casa antes de que lle­gue él, para saludarlo en la puerta. Aun­

que, en sus escasos ratos de ocio, prefie­re dedicarse a la decoración interior y a la lectura, ha aprendido a cazar y pescar para compartir los intereses del Sr. John­son en es tos deportes.

Los Johnson tienen dos hijas. Lucy, de 16 años, cursa estudios de segunda ense­ñanza. Lynda, de 19 años, es alumna de la Universidad de Tejas. Perle Mesta, ex em­bajadora de los Estados Unidos en Luxem-burgo y una buena amiga de la familia, di­ce que Lady Bird "mantiene siempre a la familia en comunicación, aunque sea por teléfono".

Como el Presidente, la señora de John­son nació en el Estado de Tejas . Su pa­dre, Thomas J. Taylor, de origen inglés, fue un terrateniente y propietario de una tienda; Minnie Pattil lo, su madre, era en parte española, en parte escocesa. Su ma­dre murió cuando la señora de Johnson era muchacha, y ella fue a vivir con una tía que, según ha expresado la primera dama, "abrió mi mente al interés por los libros y mi espíritu a la be l leza" .

Al igual que la esposa del difunto pre­sidente Kennedy, sus gustos son complejos y delicados. Cuando su esposo fue elegido Vicepresidente, ella seleccionó muebles franceses para su casa en Washington, y la decoró con pinturas y esculturas com­pradas o recibidas como regalos durante sus viajes a Vietnam, Pakistán, Thailandia y otros lugares.

La señora de Johnson estudió en la Uni­versidad de Tejas, donde obtuvo un título de bachiller en artes y otro en periodismo. Poco después, se casó con el Sr. Johnson, quien trabajaba en Washington como secre­tario de un diputado. La primera dama nun­ca trabajó como periodista, pero siempre

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ha mostrado la mentalidad indagadora del escritor, particularmente en sus viajes al extranjero. Aunque no habla idiomas ex­tranjeros con fluidez, ha estudiado español en los años recientes.

A su regreso del sudeste de Asia, en 1961, la señora de Johnson observó que las mujeres de esa parte del mundo "es tán em­pleando para trabajar no sólo sus manos, si­no también sus cerebros y corazones ."

Después de una visita al Senegal, ese mismo año, comentaba que el presidente

La fami l ia Johnson: el Presidente, su esp

Senghor le había hablado en sentido favo­rable sobre la influencia política de las mu­jeres en esa nueva nación africana.

En la Casa Blanca, se espera que la pri­mera dama, anfitriona graciosa y serena, continúe atendiendo al lado humano de los asuntos públicos.

Si bien admite que no será nunca una figu­ra política, la nueva primera dama de los Estados Unidos añade que su vida hasta ahora "ha sido tan maravillosa, como nunca pude haber imaginado".

sa Lady Bird, y las h i jas , Lucy y Lynda.

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DEBERES DEL

Los poderes y responsabilidades del Presidente de los Estados Unidos son muy grandes, pues combinan

obligaciones que en otros países están dis­tribuidas entre el Presidente o el Rey y el Primer Ministro.

Como jefe del poder ejecutivo, el Presi­dente norteamericano nombra a los altos car­gos del Gobierno y firma o veta más de mil leyes, aprobadas por el Congreso, en cada año legislativo.

Prepara informes anuales para el Con­greso acerca del Estado de la Unión y de la economía, y recomienda la legislación que cree esencial para llevar a cabo su pro­grama. Preside las sesiones de su Gabine­te, conferencia frecuentemente con senado­res y diputados del Congreso acerca de cues­tiones legislativas y con miembros del Go­bierno sobre materias administrativas.

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PRESIDENTE

Es responsable de la política exterior; concierta tratados, recibe a los enviados de otros países , nombra embajadores y, as is­te a conferencias con los representantes de otros gobiernos.

Como Jefe de Estado, participa en cere­monias públicas, asiste a banquetes ofi­ciales , saluda y agasaja a los visitantes distinguidos y celebra conferencias con re­presentantes de la prensa, la radio y la te­levisión.

Como jefe de su partido, contribuye a determinar su política y respalda a sus can­didatos a cargos electivos importantes.

Es en la paz y en la guerra el Comandan­te en Jefe de las Fuerzas Armadas de la nación, manteniendo la tradición norteame­ricana de la supremacia del poder civil so­bre la autoridad militar. Nombra al Secre­tario de Defensa, a los Jefes de Estado Ma-

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Los colaboradores del Presidente: la primera reunión del Gabinete de John F. Kennedy.

yor y el Consejo de Seguridad Nacional, y actúa a través de ellos para asegurar que las defensas de la nación sean fuer­tes y estén preparadas para cualquier even­tualidad. En tiempo de guerra decide las cuestiones estratégicas de importancia.

La mayor parte de sus deberes son fun­ciones decretadas por la Constitución. Otras han sido asumidas, o le han sido impues­tas al cargo. El Presidente es hoy una in­fluencia importante en la movilización de la opinión pública mediante declaraciones y discursos. Ordena el envío de auxilios a las víctimas de desastres naturales en los Estados Unidos y en otros países, dis­pone las medidas que cree necesarias para mantener el equilibrio de la economía e in­crementar su productividad.

Aunque el Presidente confía en su Ga­binete y en el personal de la Casa Blanca

para que le ayude a determinar lo que se debe hacer en relación con los problemas que se le presentan diariamente, él tiene que tomar personalmente las decisiones fi­nales. Esta es una responsabilidad que no puede delegar en nadie.

El Presidente puede utilizar los servi­cios del Vicepresidente y otros funciona­rios del Gobierno para misiones importan­tes de investigación u otros trabajos. El presidente Kennedy, por ejemplo, envió al entonces vicepresidente Johnson a muchos lugares del mundo para que le trajera in­formación y para que representara a los Es­tados Unidos en importantes conferencias y conmemoraciones internacionales.

La Presidencia, tal como la vieron los padres fundadores de la patria, no era un cargo de tan gran poderío oficial como el que tiene ahora. Pero el rápido crecimien-

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to de los Estados Unidos en el orden in­dustrial y su conversión en potencia mun­dial han acumulado, a través de los años, cada vez más responsabilidades en el car­go de Presidente.

Limitaciones a los poderes del Presi­dente:

Para ser candidato a la Presidencia se debe ser ciudadano norteamericano nacido en los Estados Unidos, tener por lo menos 35 años de edad, y haber residido en el país los últimos 14 años previos a la elección.

Aun cuando el Presidente es la figura

Gobierno actúa independientemente, pero está además sujeta a las actividades de las demás. Esto resulta en un sistema eficaz de equilibrio político que constituye una salvaguardia o defensa contra las extrali-mitaciones dictatoriales.

El Presidente puede hacer propuestas de ley, pero el Congreso puede negarse a actuar sobre ellas, las puede enmendar o puede iniciar otras leyes.

El Congreso puede también cortar los fondos para impedir que el Presidente lleve a cabo ciertos programas, puesto que no se

La decisión f i na l : responsabil idad a la cual el Presidente no puede renunciar nunca.

principal en el sistema de gobierno nortea­mericano, hay muchas cosas que el Pre­sidente sólo puede realizar con la coope­ración del Congreso y la aprobación del Tribunal Supremo. Aun cuando el Presiden­te puede influir sobre las actividades del Congreso, no tiene poder alguno sobre las decisiones legislativas o sobre el Tribunal Supremo.

Las funciones de cada rama del Gobierno están estipuladas en la Constitución y se ponen limitaciones específicas a los pode­res de que goza cada una. Cada rama del

puede gastar legalmente ningún dinero sin la autorización de los legisladores.

El Presidente concierta tratados con los gobiernos extranjeros, pero ha de tener el consejo del Senado, que debe aprobar el tratado.

Aunque el Presidente tiene el poder del veto, no puede impedir absolutamente la aprobación de leyes. Una medida vetada puede aún convertirse en ley, si vuelve a ser aprobada por las dos cámaras del Con­greso, con una mayoría de dos terceras par­tes.

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La Cámara de Diputados tiene, en vir­tud de la Constitución, el derecho a iniciar sumario de acusación contra el Presidente y acordar su destitución, si se demuestra que se ha excedido en sus poderes o que no ha actuado con los mejores intereses del país. El sumario lo instruye el Sena­do.

El Tribunal Supremo sirve de freno tan­to para el Presidente como para el Congre­so, por su poder de dictaminar sobre la cons-titucionalidad de las leyes promulgadas por el Congreso o de los decretos expedidos por el Presidente.

El Tribunal Supremo sirve de freno para que la rama legislativa y la ejecutiva del Gobierno no se excedan en sus facultades, o actúen en forma contraria a los principios de la Constitución y los derechos del pue­blo.

El propósito de limitar los poderes del Presidente es garantizar que haya un go­bierno que funcione de acuerdo con el prin­cipio del equilibrio constitucional de po­deres, en vez de descansar sobre la volun­tad de un solo hombre o de un grupo de hom­bres.

Franklin D. Roosevelt fue elegido para un cuarto período en 1944. Antes de él, nin­gún Presidente prestó servicios durante más de dos períodos, de acuerdo con un prece­dente establecido por George Washington, quien se negó a figurar como candidato a un tercer período. A tenor de una enmienda constitucional que entró en vigor en 1951, ningún Presidente puede ahora desempeñar el cargo por más de dos períodos.

Sueldo y emolumentos: El Presidente recibe un sueldo anual de

100.000 dólares, sobre el cual se le des­cuenta el impuesto sobre la renta. También recibe una dotación de 90.000 dólares anua­les para gastos. De esta cantidad 50.000 dólares están sujetos a tributación.

Aunque el Gobierno suministra al Presi­dente su residencia, paga los sueldos del amplio personal que la atiende, y le propor­ciona automóviles, un yate, un avión y un helicóptero, ningún Presidente ha podido acumular un gran capital como resultado de sus servicios como Jefe de Estado. Los

gastos de vivir de acuerdo con su alta je­rarquía y el costo de las numerosas recep­ciones y comidas obligan a fuertes desem­bolsos. La mayor parte de los Presidentes dejan el cargo más pobres que cuando en­traron en él.

Los Presidentes de los Estados Unidos proceden de una amplia variedad de acti­vidades sociales, muchos de ellos del sec­tor profesional. George Washington fue un rico hacendado, agrimensor y soldado: John Adams, abogado; Thomas Jefferson, abo­gado y terrateniente; James Madison, terra­teniente; y James Monroe, abogado.

Empezando en 1892 con la elección de Andrew Jackson, que nació pobre, los an­tecedentes de los Presidentes se hicieron cada vez más diversos. Abraham Lincoln era abogado, Herbert Hoover ingeniero, y algunos, incluyendo a Dwight Eisenhower, fueron soldados. John Kennedy, hijo de una familia rica, era escritor y fue sucesiva­mente elegido para cargos públicos. Vein­te Presidentes sirvieron en las Fuerzas Ar­madas durante la guerra y tres fueron heri­dos.

Muchos nacieron pobres y se elevaron a la eminencia de la Casa Blanca por una la­bor que necesitó determinación, diligencia y capacidad para realizar grandes tareas.

El presidente Johnson no es una excep­ción. Nació en circunstancias relativamen­te humildes, hijo y nieto de rancheros de Tejas. Se vio obligado a interrumpir sus estudios, después de graduarse en la es­cuela secundaria, por falta de dinero. Em­pezó a trabajar joven y para poder com­pletar su educación tuvo que seguir tra­bajando mientras estaba en la Universi­dad.

Luego ingresó en la Escuela de Dere­cho y empezó a subir la larga escalera del cargo público electivo.

Veintiuno de los Presidentes norteame­ricanos prestaron servicios en el Congre­so antes de tener cargos ejecutivos. El presidente Johnson ha sido miembro de am­bas cámaras de la legislatura nacional por un total de cerca de veinticuatro años, y ha sido Vicepresidente de los Estados Unidos durante casi tres años.

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EL PAPEL DEL PRESIDENTE

C ada cuatro años, durante el mes de noviembre, los norteamericanos cum­plen solemnemente el importante de­

ber de elegir a un Presidente de la nación. ¿A qué se debe esta solemnidad? ¿Qué tiene de importancia la ocasión? La respuesta evidente es que se trata de elegir al hombre que ha de ocupar uno de los cargos más im­portantes de mundo. El hombre que lo de­sempeñe, sean cuales sean sus opiniones y méritos, será uno de los cuatro o cinco hombres del mundo de quien la gente espera que emanen directrices para avanzar en el largo camino que lleva a la paz y a la pros­peridad.

Que la elección del Vicepresidente es también tarea de importancia suma lo ha de­mostrado el brutal asesinato que al robar la vida al Presidente elegido, John F. Ken­nedy, ha elevado a la más alta magistra­tura a Lyndon B. Johnson, 36 Presidente de los Estados Unidos de América.

Es evidente que el Presidente no es, de ningún modo, el único que desempeña un cargo importante en el sistema de gobierno de los Estados Unidos. La Constitución nor­teamericana establece tres ramas de gobier­no, iguales e independientes: el Congreso, formado por el Senado y la Cámara Baja, cuya función es legisladora, el Presidente,

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que ejecuta las leyes y el Tribunal Supremo que las interpreta y aplica. La mayor parte de los senadores, todos los jueces y buena parte de los altos cargos cumplen su misión diaria sin acordarse gran cosa de los deseos del Presidente, y aun sin tenerlos en cuen -ta. El poder gubernamental en los Estados Unidos, como los tratadistas políticos no se cansan de señalar, está dividido y limi­tado en proporciones que no tienen equiva­lencia casi en ningún país del mundo. Son muchas las cosas que el Presidente no pue­de hacer sin la cooperación del Congreso y sin la aprobación del Tribunal Supremo, y hay muchas cosas que no puede hacer en ningún caso. Lo más importante es que el Presidente no tiene jurisdicción sobre el Congreso ni puede interferir con sus deci­siones, y otro tanto le acontece con el Tri­bunal Supremo y con los gobiernos de los cincuenta Estados que forman la Unión.

" N o s , el Pueb lo " : la Asamblea Consti tuye

No obstante, el Presidente es la piedra clave del sistema de gobierno norteamerica­no, y cualquier ensayo que se haga de com­prender cómo funciona ese sistema ha de comenzar con la consideración de las res­ponsabilidades del Presidente que se des­criben en el artículo precedente. El correr de la historia en Estados Unidos y en todo el mundo ha elevado la Presidencia a un puesto preponderante en el gobierno de la nación.

Aumento de los poderes presidenciales.

Desde que se redactó la Constitución en 1787 no han sido muchos los cambios que ha conocido la estructura del Gobierno de los Estados Unidos. De hecho, en sus líneas generales, ese Gobierno es el más antiguo y más estable del mundo. Los cam­bios que han tenido lugar han sido cambios

e redacta, en 1787, el texto const i tuc ional .

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que no han afectado la forma de gobierno y la mayor parte de ellos han sobrevenido al correr del tiempo, no por ser planeados.

Quizá el cambio más evidente haya sido el desarrollo de la Presidencia primitiva hasta llegar a ser el muy importante cargo que queda descrito. Este desarrollo no ha estado sujeto a muy perceptibles retrocesos y a muy notables avances. A un Presidente "fuerte" le ha seguido otro "débil", y al acabar el mandato de un Presidente enérgico el Congreso ha buscado generalmente rea­firmar su independencia y sus poderes. No obstante, la disminución del poder presiden­cial siempre ha sido más aparente que ver­dadera y cada Presidente "fuerte" ha ini­ciado su camino desde el mismo punto a que llegó el pasado. La consideración de la historia hace imposible negar que el aumen­to de la autoridad del Presidente ha sido inevitable, que no ha sido continuo y que

no es reversible. ¿Por qué han tenido que aumentar los

poderes del Presidente en tan gran medida? ¿Por qué ha dejado atrás al Congreso y al Tribunal Supremo en la pugna por lograr ma­yor autoridad y aumentado prestigio, pugna tan típicamente americana?

La busca de la contestación a estas muy interesantes preguntas debe comenzar en la misma Constitución. La Convención Cons­titucional se reunió en Filadèlfia en 1787 en momentos en que los norteamericanos, recordando los años que precedieron a la Revolución de 1776, o Guerra de la Inde­pendencia, sentían muy hondo recelo del poder ejecutivo. Para ellos la forma ideal de gobierno era una asamblea legislativa de una sola cámara formada por los repre­sentantes del pueblo, de la que el poder ejecutivo sería mero apéndice. No obstante, un pequeño grupo de hombres, entre los que

La Guerra de la Independencia: el general Burgoyne capitula ante las tropas co lon ia les.

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La Nación en la palestra mundial: Theodore Roosevelt media en lo guerra ruso-japonesa.

contaba un futuro Presidente, James Madi­son, de Virginia, llevó a cabo una campaña incansable para lograr que la nueva Consti­tución previera un poder ejecutivo de sufi­cientes prerrogativas e independencia para compensar los poderes de la legislatura.

Este grupo de hombres acabó por alcan­zar un éxito notable. El artículo segundo de la Constitución estableció en líneas ge­nerales elcargo de Presidente tal como exis­te hoy. Las decisiones más importantes to­madas fueron separar el poder ejecutivo del legislativo, concentrar todo ese poder en un solo hombre, darle origen electoral inde­pendiente, garantizarle un período fijo de

mandato, permitir que un mismo hombre pu­diera ser reelegido para el cargo indefini­damente, e investirle con poderes ceremo­niales, administrativos, diplomáticos y de mando de fuerzas, concediéndole además poderes restringidos de veto de las leyes aprobadas por el Congreso. Una vez que las frases de la Constitución quedaron escritas y aprobadas, y que el tiempo demostró su utilidad, la Presidencia inició su carrera hacia la cumbre.

La busca de respuestas a nuestras pre­guntas nos lleva después a la considera­ción del curso de la historia de los Estados Unidos. Estudiando esta historia descu-

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brimos cinco fuerzas que han reforzado el alto cargo de Presidente.

Fuerzas que vigorizaron la Presidencia.

La primera es la aparición y desarrollo de la civilización industrial. Esta clase de civilización lleva consigo mil problemas que son de inmensa importancia para el pue­blo. Buscando hacer frente a estos proble­mas, el Congreso ha creado organismos ad­ministrativos que emplean a más de dos y un tercio de millones de personas. Como consecuencia, el Presidente, que tiene la obligación constitucional de "cuidar de que las leyes sean fielmente observadas" ha resultado elevado a una posición de auto­ridad administrativa sin precedentes en la historia de la democracia occidental.

El francés Alexis de Tocqueville seña­ló sagazmente un segundo elemento que ha contribuido a la encumbración del Presi­dente cuando predijo ya hace mucho tiempo: "Si la existencia de la Unión Americana viniese a estar sometida a una amenaza con­tinua, si sus intereses principales estuvie­ran en contacto diario con los de otros paí­ses poderosos, el poder ejecutivo asumiría importancia aumentada en proporción a las medidas que de él se esperaran y que él llevará a la practica". La autoridad del Presidente quedó aumentada de manera per­manente al comenzar Estados Unidos a to­mar parte en los asuntos mundiales, y se­gún el mundo se hace más pequeño, esa au­toridad seguirá haciéndose mayor, aunque no alcanzará proporciones suficientes para anular al Congreso y al Tribunal Supremo.

Causa suplementaria ha sido la serie de situaciones de emergencia, tanto exterio­res como domésticas, que ha conocido Es­tados Unidos, como todos los países del mundo, durante los últimos cien años. Las situaciones críticas en la vida de una de­mocracia constitucional llevan consigo el aumento de las facultades del poder ejecu­tivo, dándole mayor poder y prestigio aumen­tado, al menos temporalmente y por lo ge­neral de manera permanente. Presidentes como Woodrow Wilson y Franklin D. Roose­velt dejaron la Presidencia fortalecida de­

bido a los poderes extraordinarios que tu­vieron en épocas críticas.

También el Congreso ha contribuido sin proponérselo a aumentar el prestigio de la Presidencia. Hoy el Congreso espera del Presidente que proponga medidas legisla­tivas, lo cual no ocurría de ningún modo an­tes de 1900. Además no puede emplear sus poderes sin aumentar los del Presidente al hacerlo. Cada vez que el Congreso aprueba una ley para hacer frente a un nuevo pro­blema de la vida en Estados Unidos, el Pre­sidente adquiere una nueva responsabili­dad.

Finalmente, la Presidencia se ha forta­lecido debido al continuo aumento de la par­ticipación del pueblo en la política. Ya ha­ce más de cien años que el cargo de Pre­sidente viene siendo considerado por el pue­blo americano como instrumento y represen­tante popular. Si el Congreso representa al pueblo como conjunto de secciones e in­tereses, el Presidente lo representa como nación. Pues el poder y el prestigio del Presidente dependen directamente del pue­blo y puede convertirse en cargo mucho me­nos importante cuando pierde el apoyo po­pular. Es detalle de gran importancia que sólo el Presidente y el Vicepresidente son elegidos por la totalidad del pueblo nortea­mericano.

Presidentes fuertes

Nuestra investigación acaba por llevar­nos hasta el mismo Presidente. Ninguna de las causas importantes citadas (el desa­rrollo de la industria norteamericana, la aparición de los Estados Unidos en la es­cena mundial, las crisis de guerra y eco­nómicas, las deficiencias y los esfuerzos del Congreso, o el triunfo de la democra­cia) hubiesen tenido la influencia sobre la Presidencia que han tenido si no hubieran ocupado el cargo de Presidente hombres despiertos y capaces que modelaron los acontecimientos para sus fines. También los presidentes han contribuido a fortale­cer el cargo, y debemos recordar con res­peto a los cuatro que los historiadores nor­teamericanos juzgan como los más capaces

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George Washington: su retiro voluntario

fue un hito en las libertades americanas.

y más influyentes de cuantos han desempe­ñado el cargo.

El primero es George Washington (1789-1797), quien tuvo la ventaja inicial para llegar a ser un gran Presidente de ser el primero de todos. Washington, labrador ha­cendado de Virginia, que había mandado los victoriosos ejércitos americanos durante la Revolución, fue el hombre más encomiado y admirado de su época. Al dar prestigio a la nueva república con el mucho que él tenía logró para la nueva nación un lugar entre las del mundo. Actuando con decisión en más de una docena de ocasiones, dio fuerza e independencia al cargo de Presi­dente. Y observando fidelísimamente la nue­va Constitución, y respetando la indepen­dencia del Congreso, del Tribunal Supre-

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mo y de los Estados que formaban la Unión, llevó a cabo una muy importante labor en favor del gobierno constitucional. Washing­ton pudo ser Rey pero prefirió ser Presiden­te. Su decisión de retirarse a sus tierras voluntariamente al cumplirse los ocho años de su estancia en el poder es uno de los grandes sucesos de la historia de las li­bertades norteamericanas.

Thomas Jefferson, el tercer Presidente, (1801-1809) es considerado con justicia el más elocuente defensor de la democracia norteamericana. Americanos de todas las ideologías acuden a sus palabras y a su recuerdo para defender las ideas que sus­tentan. Muchos políticos no desearían cla­sificación más honrosa que la de ser teni­dos por jeffersonianos. Era, como Washing­ton, rico labrador de Virginia, pero al con­trario que Washington, Jefferson gustaba de la lucha política. Sus memorables hechos como Presidente fueron la creación del par­tido demócrata, el hábil empleo de su par­tido para influir sobre el Congreso como auténtico dirigente, su audaz decisión de comprar el vasto territorio de Louisiana a Napoleón, en 1803, y sus esfuerzos para dotar al gobierno nacional de sencillez de­mocrática. Jefferson fue más grande como hombre que como Presidente, pero cuenta indudablemente entre los cuatro hombres más influyentes que han ocupado el exalta­do cargo.

El séptimo Presidente de los Estados Unidos, Andrew Jackson (1829-1837), fue el primer hombre nacido en los nuevos Es­tados al oeste de las cumbres de los Apa­laches que alcanzó la Presidencia. El triun­fo de Jackson, campesino y soldado de Ten­nessee, que se hizo famoso nacionalmente en la batalla de Nueva Orleans (1814), fue una protesta contra el predominio en el go­bierno nacional de los Estados más anti­guos de las costas atlánticas. Jackson era hombre de humor difícil de predecir y de genio con frecuencia violento. Sus ideas acerca del arte de gobernar eran rudimenta­rias y a veces suscitadoras de confusión. Pero, como el erizo de Tolstoi, comprendía perfectamente un importante hecho básico: que la Presidencia había resultado deplo-

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Jefferson: el más elocuente y br i l lante de­fensor de la democracia en Estados Unidos.

rablemente debilitada durante los veinte años que siguieron al 1809 debido a las in­cursiones del Congreso en el terreno de la Presidencia. Y Jackson se dispuso a re­mediar esto y a reafirmar la autoridad del poder ejecutivo. Jackson fue el primer Pre­sidente que empleó con eficacia el veto Presidencial . Quizá lo más importante que hizo fue convencer al pueblo norteameri­cano de que la Presidencia era un instru­mento de gobierno democrático y no aris­tocrático.

El más noble y el más amado de todos los héroes norteamericanos fue Abraham Lincoln, de Illinois. Fue también uno de los Presidentes de mayor influencia y ma­yor éxito. Durante su mandato (1861-1865) y debido a haber resultado elegido, los once

Jackson: la Presidencia como medio de go­

bierno democrático, y no ar istocrát ico.

Estados del Sur trataron de separarse de la Unión y formar un gobierno propio e in­dependiente. Lincoln, igual que Jackson, llegó a la Presidencia desde el Oeste, con muy e scasa preparación e ideas poco cla­ras acerca de sus poderes y obligaciones presidenciales. Pero, como Jackson, lle­vaba dentro de s í una gran idea: la Unión tenía que ser salvada, por la fuerza si ello era menester. Durante cuatro largos años Lincoln exhortó al pueblo y dirigió los ejér­citos de los Estados leales . Fue la guerra sangrienta y acérrima, como suele ocurrir con las guerras civi les , pero Lincoln jamás dejó de sentir piedad por los que sufrían en el Sur, igual que la sentía por los del Norte. Hombre de acendrada humildad, nun­ca le corrompió el poder muy grande que tu-

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L inco ln : la lucha para salvar la Unión.

vo como Comandante en Jefe. Igual que Washington, Lincoln fue ante todo fervien­te servidor de la Constitución.

Es demasiado pronto para predecir el puesto que la historia otorgará a los Pre­sidentes de este siglo, pero tres de ellos ciertamente han igualado a Washington, Jef­ferson, Jackson y Lincoln en la influencia que ejercieron desde su alto cargo: Theodore Roosevelt, de Nueva York (1901-1909), hom­bre de vitalidad inmensa que conquistó al pueblo norteamericano, siempre aficionado a la vida muy activa y siempre preocupado por la moralidad pública; Woodrow Wilson, de Nueva Jersey (1913-1921), cuya asisten­cia a la conferencia de la Paz en París, el año 1918, anunció el nuevo papel que los

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Estados Unidos desempeñarían en los asun­tos del mundo; y Franklin D. Roosevelt, de Nueva York (1933-1945) que condujo al pueblo norteamericano durante la gran cri­sis económica de 1933 y durante la gran guerra de 1941 a 1945. Estos tres hombres dieron a la Presidencia una aumentada im­portancia que legaron a sus sucesores.

Como queda dicho en el artículo ante­rior, la Presidencia de los Estados Uni­dos es un cargo de muy grandes prerroga­tivas y es también un cargo cuyos poderes han de ser ejercidos dentro de un sistema político constitucional y complejo. Los lí­mites de la autoridad presidencial son mu­chos y ningún Presidente ha conseguido traspasarlos con éxito excepto en casos

Wilson: un nuevo papel internacional.

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F. D. Roosevelt: dirigente durante la gran cr is is de 1933 y en la segunda guerra mundial.

aislados de aventuras que cayeron fuera de la Constitución.

En último término, naturalmente, las res­tricciones que llevan a los Presidentes a conducirse honradamente son más bien in­ternas que externas, y uno de los legítimos orgullos compartidos por los norteamerica­nos es que ninguno de sus treinta y cinco Presidentes ha sido bribón, déspota o di­soluto. Sin excepción, la conciencia del Presidente, su preparación y su sentido his­tórico le han impedido cometer actos que pudieran perjudicar su buen nombre y su popularidad. Todos los Presidentes han compartido las tradiciones del pueblo nor­teamericano y mejor quizá que otros nor­teamericanos han podido intuir lo que la

tradición permite y lo que prohibe en la di­rección de los asuntos nacionales. Si el Presidente es conocedor de la historia de la política y de la administración sabe que puede llevar a cabo grandes obras dentro del sistema norteamericano y siempre sin desviarse de las normas aceptadas de obe­diencia a la Constitución, de la democracia, de la libertad personal del ciudadano, y de moral cristiana. Tales son las esencias de la tradición de los Estados Unidos y los norteamericanos creen con fervor que ja­más elegirán a un Presidente que no esté consagrado profundamente a ellas. La fuer­za y el poder del Presidente residen en úl­timo término en su consagración a la liber­tad democrática.

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DISCURSO DE JOHNSON

T odo lo que poseo lo hubiera dado gustoso por no encontrarme aquí hoy.

El máximo dirigente de nuestro tiempo ha sido abatido por el acto más vil de nuestro tiempo. Hoy, John Fitzgerald Kennedy vive en las palabras y obras in­mortales que dejó tras sí. Vive en la mente y en el recuerdo de la humanidad. Vive en los corazones de sus compatriotas.

No hay palabras lo suficientemente tris­tes para expresar el sentimiento de nues­tra pérdida. No hay palabras lo bastante enérgicas para expresar nuestra resolución de continuar la labor de progreso de Norte­américa que él inició.

El sueño de conquistar la inmensidad del espacio, el sueño de la asociación a través del Atlántico, y a través del Pacífico tam­bién, el sueño de un Cuerpo de Paz en las tierras menos desarrolladas, el sueño de la educación para nuestra juventud, el sueño de puestos de trabajo para todos los que deseen ocuparlos, el sueño de la asisten­cia para nuestros viejos, el sueño de un ata­que en todos los frentes contra las enfer­medades mentales y, sobre todo, el sueño de la igualdad de derechos para todos los norteamericanos, cualquiera que sea su raza o su color, estos y otros sueños norteame­ricanos han sido vitalizados por su empuje

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AL CONGRESO

y su dedicación. Ahora, las ideas y los ideales que él tan

noblemente representó deben ser y serán convertidos en acción eficaz.

Bajo la dirección de John Kennedy, esta nación ha demostrado que posee valor para buscar la paz y fortaleza para arriesgarse a la guerra. Hemos demostrado que somos un buen amigo, digno de confianza, para quienes buscan la paz y la libertad. Hemos demostrado que también podemos ser un ene­migo formidable para quienes rehusan la senda de la paz y para quienes tratan de imponer a nosotros o a nuestros aliados el yugo de la tiranía.

Esta nación mantendrá sus compromisos desde Vietnam del Sur hasta Berlín Oeste. Seremos incansables en la búsqueda de la paz; hábiles en nuestra búsqueda de posi­bilidades de acuerdo incluso con aquéllos de los que diferimos; y generosos y leales con quienes se unen a nosotros en causa común.

En esta era en la que no puede haber vencidos en la paz ni vencedores en la gue-rrz, debemos reconocer la obligación de com­binar el poderío nacional con la moderación nacional, debemos estar preparados a un mismo tiempo para la confrontación de po­deres y para las limitaciones del poder, de-

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bemos estar dispuestos a defender el in- Durante 32 años, el Capitolio ha sido mi teres nacional y a negociar el interés co- hogar. He compartido con vosotros muchos mún. Es ta es la senda que debemos seguir momentos de orgullo, orgullo por la capa-pisando. Los que pongan a prueba nuestro cidad del Congreso de los Estados Unidos valor comprobarán su fortaleza y los que para actuar; para afrontar cualquier cr is is ; busquen nuestra amistad comprobarán que para destilar de nuestras diferencias ener­es honorable. Demostraremos de nuevo que gicos programas de acción nacional, el fuerte puede ser justo en el uso de la La bala de un asesino ha arrojado sobre fuerza, y que el justo puede ser fuerte en mí la tremenda carga de la Presidencia. Es-la defensa de la justicia. toy aquí hoy para decir que necesito vues-

Proseguiremos la lucha contra la pobreza tra ayuda; no puedo llevar esta carga solo. y la miseria, contra la ignorancia y la en- Necesito la ayuda de todos los norteameri-fermedad, en otras tierras y en la nuestra. canos. Este país ha experimentado una pro-

Serviremos a toda la nación, no a una funda conmoción, y en este momento crítico parte o un sector o un grupo, sino a todos es nuestro deber, vuestro y mío, como Go-los norteamericanos. Estos son los Estados bierno de los Estados Unidos, eliminar la Unidos: un pueblo unido con unidad de pro- incertidumbre y demostrar que somos capa-pósito, ees de acción decisiva, que de la pérdida

Nuestra unidad norteamericana no depen- brutal de nuestro dirigente no se derivará de de la unanimidad. Tenemos diferencias; para nosotros debilidad sino fortaleza, que pero ahora, como en el pasado, de e s t a s di- podemos actuar y que actuaremos, y que ferencias podemos derivar fortaleza, no de- actuaremos ahora.

bilidad; sabiduría, no desesperación. Como Desde la Cámara de Representantes, el pueblo y como Gobierno podemos unirnos Gobierno hace saber al mundo entero, y que a base de un programa sensato, justo y cons- nadie se engañe, que de nuevo expreso la tructivo. dedicación de este Gobierno al invariable

Una preocupación constante por la juventud, sus problemas, sus aspiraciones, su futuro.

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Protesta ante la Casa Blanca: la unidad norteamericana no depende de lo unanimidad.

apoyo a las Naciones Unidas, a la ejecu- temos, no mirar hacia atrás y prolongar es te ción honorable y resuelta de nuestros corn- mal momento, sino continuar nuestra ruta promisos con nuestros aliados, al mante- para que podamos cumplir el destino que nimiento de una fortaleza militar no inferior la historia nos ha marcado, a ninguna otra, a la defensa del vigor y la Nuestras más inmediatas tareas son és-estabilidad del dólar, a la expansión de tas .

nuestro comercio exterior, al reforzamiento Eri primer lugar, ninguna oración conme-de nuestros programas de cooperación y morativa o panegírica podría honrar más elo-as is tencia mutua en Asia y Africa, y a nues- cuentemente la memoria del presidente Ren­tra Alianza para el Progreso en este hemis- nedy que la aprobación lo antes posible del ferio. proyecto de ley de derechos civiles por el

El 20 de enero de 1961, John F . Kennedy que luchó. Hemos hablado ya bastante en dijo a sus compatriotas que nuestra obra este país de la igualdad de derechos. Hemos nacional no estaría terminada "en los pri- hablado durante cien años o más. Sí, es meros mil días, ni en la vida de esta Ad- tiempo ya de escribir el próximo capítulo, ministración, ni siquiera quizá en nuestra y de escribirlo en los libros de la ley. vida en este planeta. P e r o " —dijo-, "em- Os pido otra vez, como hice en 1957, y pecemos" . de nuevo en 1960, que pongáis en vigor una

Hoy, en este momento de nueva résolu- ley de derechos civiles para que podamos ción, yo diría a mis compatriotas: continue- dedicarnos a eliminar de es te país todo ves-mos. tigio de discriminación y opresión basado

Este e s nuestro reto: no vacilar, no de- en la raza o el color. No puede haber mayor

Al

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La búsqueda de la paz: Kennedy firma el tratado de prohibición de pruebas nucleares.

fuente de fortaleza para esta nación tanto a l ° s proyectos de ley sobre ayuda exte-dentro como fuera de su territorio. ri°r> aclarando que no eludimos nuestras

Y en segundo lugar, ningún acto nuestro responsabilidades en este hemisferio o en podría continuar más adecuadamente la obra el mundo ni reducimos la flexibilidad en la del presidente Kennedy que la aprobación dirección de los asuntos exteriores, y de lo antes posible del proyecto de ley tribu- acción resuelta y progresiva respecto a los taria por el que combatió, una ley destina- restantes proyectos de ley de asignación da a aumentar nuestra renta nacional, nues- de fondos. tros ingresos federales y nuestro seguro En este nuevo espíritu de acción, el Con­contra la retracción económica. Esa ley, greso puede esperar la plena cooperación si se aprueba sin demora, significa más se- y el apoyo de la rama ejecutiva. Y en es-guridad para los que ahora trabajan y más pecial prometo que los gastos del Gobierno puestos para los que ahora no tienen tra- serán administrados con la máxima econo-bajo. mía y prudencia. Insistiré en que el Gobier-

Dicho en pocas palabras, éste no es mo- no obtenga el valor de un dólar por cada de­mento de aplazamientos. Es momento de lar gastado. El Gobierno dará ejemplo de acción resuelta y progresiva respecto a los prudencia y economía. Esto no significa proyectos de ley de carácter educativo para que no vayamos a atender nuestras necesí-llevar la luz del conocimiento a todos los dades insatisfechas o que no vayamos a hogares y poblados de Norteamérica, de hacer honor a nuestros compromisos. Ha-acción resuelta y progresiva respecto a las remos ambas cosas, oportunidades de empleo para los jóvenes, Por haber servido tiempo en ambas Ca­de acción resuelta y progresiva respecto maras del Congreso, creo firmemente en la

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integridad de la rama legislativa, Os pro- cha, de los apóstoles del rencor y e l fa-meto que siempre respetaré esto, pues e s - natismo, de los que desafían la ley y de tá en lo más profundo de mi ser. Con igual los que vierten veneno en la sangre circu-firmeza creo en la capacidad y aptitud del lante de nuestra nación. Congreso, a pesar de las divisiones de opi- Ardientemente espero que la tragedia y nión que caracterizan a nuestro país , para el tormento de estos terribles días nos unan actuar, para actuar sensata, enérgica y rá- en nueva asociación, haciendo de nosotros pidamente cuando surge la necesidad. un pueblo en nuestro dolor. Decidamos aquí

La necesidad es tá aquí. La necesidad solemnemente que John Fitzgerald Kennedy existe ahora. Pido vuestra ayuda. no vivió —ni murió— en vano, y en es ta vis-

Sé que nos reunimos en duelo, pero reu- P e r a del Día de Acción de Gracias, al reu­námonos también en renovada dedicación y nirnos para implorar la bendición del Señor, renovada energía. Reunámonos en la acción, unámonos en es tas palabras familiares y en la tolerancia y en la comprensión mu- queridas: tua. "América, América,

La muerte de John Kennedy exige lo que Dios derramó su gracia sobre ti, su vida expresaba: que Norteamérica debe y te coronó justamente avanzar. Para los norteamericanos de todas con la fraternidad las razas y credos y creencias políticas desde uno a otro mar bri l lante", ha llegado el momento de comprenderse y respetarse. Pongamos fin a la enseñanza Este discurso fue pronunciado por el y la predicación del odio y el mal y la vio- presidente Johnson, ante el Congreso de lencia. Apartémonos de los fanáticos de los Estados Unidos reunido en sesión con-la extrema izquierda y de la extrema dere- junta, el día 27 de noviembre de 1963.

La segregación: " E s tiempo ya de escribir el próximo cap í tu lo " . Lyndon B. Johnson.

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I un discurso no pronunciado

Reproducimos a continuación un extracto del dis­curso preparado por el presidente Kennedy para pronunciarlo en Dallas (Tejas) el 22 de noviembre de 1963. El brutal asesinato del Presidente ocu­rrió unas horas antes del momento fijado para el discurso en la Lonja de Dallas.

O uiero examinar hoy con ustedes la si tuación de nuestra fortaleza y de nues­

tra seguridad. La fortaleza y la seguridad de esta nación no se obtienen fá­

ci lmente o con poco coste, ni pueden expl icarse rápida y senci l lamente.

Hay muchas clases de fortaleza y ninguna de el las es suf ic iente. Una potencia nu­

clear abrumadora no puede detener una guerra de guerr i l las. Los pactos o f ic ia les

de al ianza no pueden detener la subversión interna. La evidencia de riqueza mate­

r ial no puede impedir la desi lus ión de los diplomáticos sometidos a medidas d is ­

cr iminator ias.

] Sobre todo, las palabras solas no bastan. Este es un país pací f ico. Y cuando

í:| nuestra fortaleza y nuestra determinación son manif iestas, nuestras palabras sólo

i necesitan expresar convicc ión, no bel icos idad. Si somos fuertes, nuestra fortaleza

hablará por sí misma. Si somos débi les, las palabras no servirán para nada.

¡ Sé que esta nación tiende a menudo a ident i f icar los momentos decis ivos en los

asuntos mundiales con los importantes discursos que los precedieron. Pero no fue

la Doctr ina de Monroe la que mantuvo alejada a toda Europa de este hemisfer io; fue

la fortaleza de la f lota br i tánica y la anchura del Océano At lán t ico . No fue el d is­

curso del general Marshall en Harvard el que mantuvo al comunismo fuera de la Eu­

ropa Occ identa l ; fueron la fortaleza y la estabi l idad que hizo posibles nuestra ayu­

da mi l i tar y económica.

' También durante esta Administración ha sido a veces necesario publicar adver­

tencias concretas, advertencias de que no podíamos contemplar inact ivos cómo el

comunismo conquistaba a Laos por la fuerza, o intervenía en el Congo, o se apode­

raba del Berl ín Occidental , o mantenía proyect i les ofensivos en Cuba, Pero aunque

nuestros objet ivos fueron alcanzados por lo menos temporalmente en estos y en

; otros casos, el éxi to de nuestra defensa de la l ibertad obedeció, no a las palabras

que ut i l izamos, sino a la fortaleza que estábamos dispuestos a u t i l i zar en nombre

de los pr inc ip ios que estamos dispuestos a defender.

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• • M H H H H I H H H H M H H H M H H B H I H H H B H H I M

Esta fortaleza esta compuesta de muchos elementos d is t in tos , que van desde

los medios de disuasión más mortíferos hasta las inf luencias más sut i les . Y se ne-

i cesi tan todos los t ipos de fortaleza, pues ninguno de el los es suf ic iente por sí so- !

! lo. Dediquemos, pues, un momento a examinar el progreso de esta nación en cada

i uno de los principales sectores de fortaleza. -,.,

¡ En primer lugar, la potencia nuclear estratégica de los Estados Unidos ha sido

tan modernizada y ampliada en los mil días úl t imos, mediante la rápida producción

.J y despliegue de los más modernos sistemas de proyect i les, que todos y cada uno

;,j de los posibles agresores se enfrentan ahora con la imposibi l idad evidente de la

•í v ic tor ia estratégica —y con la certidumbre de la destrucción to ta l - - si con un ataque

temerario nos impusieran la necesidad de una contestación estratégica.

Nuestra seguridad aumenta aun más como consecuencia de las medidas que he­

mos adoptado respecto a estas armas para mejorar la rapidez y seguridad de su res- rj.

puesta, su preparación para responder en todo momento, su capacidad para sobre-

i v i v i r a un ataque y la posib i l idad de gobernarlas y d i r ig i r las cuidadosamente me­

diante operaciones de mando garantizadas.

Pero la experiencia de la últ ima década nos ha enseñado que la l ibertad no pue­

de ser defendida con la potencia nuclear sola. Por e l lo , en los tres últ imos años

hemos acelerado el desarrol lo y despliegue de armas nucleares tác t i cas .

i Tampoco puede Europa, o cualquier otro continente, confiar sólo en las fuerzas

nucleares, ya sean estratégicas o tác t icas. Hemos mejorado radicalmente la prepa­

ración de nuestras fuerzas no nucleares. Como tan claramente demostró la Opera-

;; ción Gran Salto del mes pasado, que tuvo su origen aquí, en Tejas, esta nación se

halla mejor preparada que nunca para trasladar a considerable número de hombres •• £ en un tiempo extraordinariamente corto hasta posiciones avanzadas en cualquier

parte del mundo. Por úl t imo, yendo más al lá del papel t radicional de nuestras fuer­

zas mi l i tares, hemos logrado un aumento de nuestras fuerzas especia les, esas fuer-

• • • • • • • • « • • • • • • • • • • • • • • • D M B i

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mÊÊÊÊÊÊmaÊmamÊÊÊÊÊÊÊiÊÊÊMÊÊÊÊÊÊBÊiÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊaÊÊÊÊÊÊÊÊmÊmÊimÊÊiÊÊmÊÊÊÊÊm

zas que están preparadas para colaborar con nuestros al iados y amigos contra las guerr i l las, los saboteadores, los insurgentes y los asesinos que amenazan la l i ­bertad de una manera menos directa pero igualmente pel igrosa.

8! Mas la potencia mil i tar norteamericana no debe ni necesita estar sola frente a

i?. las ambiciones del comunismo internacional. En último aná l is is , nuestra seguri­

dad y nuestra fortaleza dependen directamente de la seguridad y fortaleza de otros,

por eso es por lo que nuestra asistencia mi l i tar y económica desempeña un papel

j tan esencial en permitir que quienes viven en la periferia del mundo comunista man­

tengan su albedrío. Nuestra asistencia a estas naciones puede ser dolorosa, arries­

gada y costosa, como sucede ciertamente hoy en el As ia Sudoriental. Pero no po­

demos cansarnos de esta tarea.

He hablado de la fortaleza últimamente en términos de la disuasión y la resis­

tencia a la agresión y el ataque. Pero, en el mundo de hoy, la l ibertad puede per­

derse sin que se dispare un solo t i ro , por los votos tanto como por las balas. El

éxi to de nuestra labor d i rect iva depende tanto del respeto a nuestra misión en el

mundo como a nuestros proyect i les, de un reconocimiento más claro de las vir tudes

de la l ibertad así como de los males de la t i ranía.

Es también por esto por lo que hemos recuperado la in ic ia t iva en la exploración

del espacio extraterrestre. Este esfuerzo es costoso, pero beneficioso para la l i ­

bertad y para Norteamérica. Pues ya no existe en el mundo libre ningún temor a que

una ventaja comunista en el espacio se convierta en expresión permanente de su­

premacía y en la base de una superioridad mi l i tar . Ya no hay ninguna duda acerca

de la fortaleza y capacidad de la c iencia norteamericana, de la industr ia nortéame-

r icana, de la enseñanza norteamericana y del sistema norteamericano de l ibre em­

presa. Dicho en pocas palabras, nuestro esfuerzo nacional en el espacio representa

un gran recurso y un gran beneficio para nuestra fortaleza nacional , y tanto Tejas

como los téjanos están contribuyendo en gran medida a esa for ta leza.

|; Por úl t imo, ha de comprenderse claramente a estas alturas que una nación no.

WÊÊÊÊÊKÊimÊKmÊÊmÊÊÊmÊÊmÊÊÊÊÊÊÊiÊÊÊtÊÊÊÊÊÊiaÊÊÊBÊÊiÊÊÊÊÊÊmiÊaÊÊÊmÊÊÊÊÊBÊÊÊÊÊÊm

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puede ser en el exterior más fuerte de lo que lo sea interiormente. Sólo si Nortea­

mérica pract ica lo que predica acerca de la igualdad de derechos y de la just ic ia

social será respetada por aquellos cuya elección afecta a nuestro porvenir. Sólo

una Norteamérica que haya educado plenamente a sus ciudadanos será plenamente

capaz de abordar los complejos problemas y de percibir los ocultos pel igros del

mundo en que v iv imos. Y sólo una Norteamérica en expansión y prosperidad econó­

micas puede mantener las defensas mundiales de la l ibertad, demostrando al mismo

tiempo a todos las oportunidades de nuestro sistema y de nuestra sociedad.

Es evidente, por lo tanto, que con el reciente incremento, sin precedentes, de

nuestra renta y de nuestra producción nacionales estamos fortaleciendo nuestra se­

guridad al mismo tiempo que nuestra economía.

Amigos y conciudadanos: c i to estos hechos para dejar sentado claramente que

Norteamérica es hoy más fuerte que nunca. No han abandonado nuestros adversa­

rios sus ambiciones y nuestros peligros no han disminuido. Nuestra v ig i lanc ia no

puede descaecer. Mas hoy tenemos la fuerza mi l i ta r ,c ien t í f i ca y económica precisa

para hacer lo que haya de ser hecho con objeto de conservar y fomentar la l ibertad.

Esa fuerza jamás será puesta al servicio de ambiciones agresivas; siempre será

empleada para bien de la paz. Jamás será empleada para fomentar provocaciones;

siempre lo será para favorecer el arreglo pacíf ico de las disputas.

Nosotros, en este país, en esta generación, más porque tal ha sido nuestro des­

t ino que nuestra e lecc ión, somos los cent inelas apostados en las murallas de la

l ibertad del mundo. Por eso pedimos ser dignos de nuestra potencia y de nuestra

responsabi l idad para poder u t i l i zar nuestra fuerza con sabiduría y moderación y pa- j^ j

ra que podamos convertir en hecho durante nuestra vida y para siempre esa vene- ¡Si

rabie v is ión de "paz en la Tierra a los hombres de buena vo lun tad" .Esa ha de ser H

siempre nuestra meta; y la jus t ic ia de nuestra causa ha de ser siempre el funda- •

mento de nuestra fuerza. Pues está escr i to : "S i el Señor no guarda la ciudad el v i - p i

g i lante vela en v a n o " . |$!

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" L a Buena Nueva"

E s tas dos acuarelas, " L a Buena Nue- das, l lenas de arte y de encanto primiti­v a " y " E l Viaje de los Reyes Ma- vo. g o s " tienen hoy un significado es- "At lán t ico" , al sumarse a los deseos de

pecial. Fueron hechas el verano pasado y paz que los hombres de buena voluntad ex­puestas a la venta, como tarjetas de felici- presan, de modo especial , por e s t a s fechas, tación navideña, a fin de recaudar fondos no ha sabido encontrar un motivo que acom-para el Centro Nacional de Cultura. Una jo- pañase mejor a sus palabras que es tas obras ven artista, hoy entristecida, Jacqueline de Jacqueline Bouvier, viuda del presiden-Bouvier Kennedy, pintó es tas obras delica- te John F . Kennedy.

" E l V ia je de los Reyes Magos"

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Presidentes de los Estados Unidos

1 George Washington, 1789-1797 2 John Adams, 1797-1801 3 Thomas Jefferson, 1801-1809 4 James Madison, 1809-1817 5 James Monroe, 1817-1825 6 John Quincy Adams, 1825-1829 7 Andrew Jackson, 1829-1837 8 Martin Van Buren, 1837-1841 9 William Henry Harrison, 1841-1841

10 John Tyler, 1841-1845 11 James K. Polk, 1845-1849 12 Zachary Taylor, 1849-1850 13 Millard Fillmore, 1850-1853 14 Franklin Pierce, 1853-1857 15 James Buchanan, 1857-1861 16 Abrahan Lincoln, 1861-1865 17 Andrew Johnson, 1865-1869 18 Ulysses S. Grant, 1869-1877 19 Rutherford B. Hayes, 1877-1881 20 James A. Garfield, 1881-1881 21 Chester A. Arthur, 1881-1885 22 Grover Cleveland, 1885-1889 23 Benjamin Harrison, 1889-1893 24 Grover Cleveland 1893-1897 25 William McKinley, 1897-1901 26 Theodore Roosevelt, 1901-1909 27 William H. Taft, 1009-1913 28 Woodrow Wilson, 1913-1921 29 Warren G. Harding, 1921-1923 30 Calvin Coolidge, 1923-1929 31 Herbert C. Hoover, 1929-1933 32 Franklin D. Roosevelt, 1933-1945 33 Harry S. Truman, 1945-1953 34 Dwight D .Eensenhower, 1953-1961 35 John F. Kennedy, 1961-1963 36 Lyndon B. Johnson, 1963

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