ATHALÍA - Jean Racine

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    A T H A L I A

    S E G U N D A E D I C I O N

    E S P A S A - C A L P E A R G E N T I N A , S. A.

    B U E N O S A I R E S - M E X I C O

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    U N A - C R E A C I O NDE

    ESP AS A- CA LP E AR GE NT INA , S. A.

    La C O L E C C I O N A U S T R A L publica:

    Los libros de que se habla; los libros de xito perma

    nente; los libros que usted deseaba leer; los libros queaun no haba usted ledo porque eran caros o circulabanen malas ediciones y sin ninguna garanta; los librosde cuyo conocimiento ninguna persona culta puede prescindir; los libros que marcan una fecha capital en la historia de la literatura y del pensamiento; los libros que sonactuales ayer, hoy y siempre. La COLECCION AUSTRALofrece ediciones ntegras autorizadas, bellamente presentadas. muy econmicas. La COLECCION AUSTRALpublica libros para todos los lectores y un libro para el

    gusto de cada lector.

    J U A N R A C I N ENace Jean Reme en La Ferte-Milon (en la Champagne)en 1639 y muere el 21 de abril de 1699. Hurfano desdemuy nio, Racine entr, adolescente an, en la escuela dePort-Royal, donde estudi profundamente la cultura griegay cobr un hondo sentimiento religioso que ya no le abandon a travs de su vida. Despus de alejarse de tan severo

    ambiente, Racine se fu a Pars, compuso odas cortesanas,se hizo amigo de Molire, Boileau y La Fontaine, y comenza escribir sus tragedias, levantando para los franceses unteatro de amor y de poesa, en oposicin al heroico deCorneille, y creando figuras de mujer que han llegado a sercomo smbolos de lo eterno femenino. La COLECCIONAUSTRAL agranda hoy su biblioteca con la publicacin dedos de las ms clebres obras del glorioso Rocine: ATHALIA y ANDROMA CA . Accediendo al deseo de Madame de Main-tenon, que quera algo para sus colegialas de Saint-Cyr,Racine escribi A THALIA , consagrada por la posteridad comola ms perfecta de sus obras, y en ella luce todo su soberbiopodero la reina de Judea, que, para oduearse del trono,

    crey haber extirpado a todos tos descendientes de David,siendo el pequeo sobreviviente loas, que se ha librado delgeneral exterminio, el que ha de trocarse en el instrumentocon que Dios sentenciar a Athala. En ANDROMA CA losterribles celos de Hermione, abandonada por Pirro, que amaa Andrmaca, viuda de Hctor, desencadenan el drama alprometer la joven su amor a Orestes si ste mata a Pirro, conel que Andrmaca por salvar a su hijo ha consentidoen casarse; pero Hermione, enloquecida por lo que ha hecho,maldice a Orestes y se quita la vida junto al cadver palpitante de su ya por siempre perdido Pirro, mientras Orestesse desespera ante lo irreparable, y los que \er rodean quierensalvarle aprovechando su ciego extravo. Salvmosle. Nuestros

    esfuerzos seran impotentes si recobrase aqu, junto con larazn, sus furores, acabando con esta sobria frase la magnfica e inmortal tragedia.

    E S P A S A - C A L P E A R G E N T I N A , S. A.B U E N O S A I RES M E X I C O D. F.

    T a c u a r 3 2 8 D o n c e l e s 57

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    Ediciones populares para laCOLECCION AUSTRAL

    Primera edicin: 26- V - 191 8Segunda ed icin: 29 - X I - 19 8

    Versin de M. Prez Ferrero V R. Santos Torroella

    Queda hecho el depsito dispuesto por la ley N f 11.7*3

    Todas las caractersticas grficas de esta coleccin han

    sido registradas en la oficina, de Patentes y Marcas

    de la Nacin.

    Cop yright by Ca. Ed itora Espasa-Calpe Argen tina, S .A .

    Buenos Aires, 1948

    I M P R E S O E N A R G E N T I N A P R I N T E D I N A R G E N T I N E

    Acabado d

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    A T H A L A

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    P E R S O N A J E S :

    Jo s , rey de Jud, hijo de Ochosas.

    A t h a l ia , viuda de Joram, abuela de Jos.Jo a d , gran sacerdote.

    Jo s a b e t , ta de Jos, esposa del gran sacerdote.

    Zaca r a s , hijo de Joad y de Josabet.

    Sa l o m i t h , hermana de Zacaras.A b n e r , uno de los principales oficiales de los reyes de

    Jud.

    Az a r a s

    ,Is m a e l

    , y los oros tres jefes de los sacerdotesy de los levitas.Ma t h n , sacerdote apstata, prestador de sacrificios a

    Baal.N a b a l , confidente de Mathn.A g ar , mujer del squito de Athala.

    Tropel de sacerdotes y de levitas Squito de Athalia.La nodriza de Jos Coro de muchachas de la tribude Levi

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    A C T O P R I M E R O

    ESCENA PRIMERA

    JOAD, ABNER

    A b n e r . Vengo a adorar al Todopoderoso en su

    templo. Acudo a celebrar con vosotros, segn el uso

    antiguo y solemne, la jornada famosa en que sobre el

    monte Sina nos fueron dadas las Tablas de la Ley.Cmo han cambiado los tiempos! Tan pronto como

    la trompeta sagrada anunciaba el retorno de este da,

    el pueblo santo inundaba en masa el prtico del tem

    plo, que apareca ornado por doquier de magnficas

    guirnaldas; y llegados todos hasta el altar, portadores

    de los nuevos frutos de sus campos, consagraban al

    Dios del universo estas primicias. No haba bastantessacerdotes para los sacrificios. A l detener esta concu

    rrencia, la audacia de una mujer ha convertido en te

    nebrosos tan bellos das. Apenas un pequeo nmero

    de celosos se atreve, desde los primeros tiempos, a des

    lizarse hasta aqu. Los dems demuestran un fatal

    olvido para su Dios, e incluso, apresurndose en acudir a los altares de Baal, se hacen iniciar en esos ver

    gonzosos misterios y blasfeman del nombre que sus

    padres invocaron. Para no ocultaros nada, temo que

    Athala, al arrancaros a vos mismo del altar, concluya

    sobre vos su funesta venganza y con insincero respe

    to despoje cuanto quede.

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    10 J U A N R A C i m t

    Jo a d . De dnde os llega hoy tan funesto presentimiento?

    A b n e r . Creis ser santo y justo impunemente?Desde hace tiempo Athala odia la inaudita firmeza

    con que se realza en Joad el resplandor de la tiara.

    De sedicioso y de rebelde hace tiempo que es tratado

    vuestro amor por la religin. Los celos de esta reina

    hacen que odie sobre todo las relevantes virtudes de

    Josabet, vuestra fiel esposa. Si Joad es el sucesor del

    gran sacerdote Aaron, Josabet es la hermana de nues

    tro ltimo rey. Mathn, por otra parte, Mathn, ese

    sacerdote sacrilego, ms perverso an que Athala, la

    inquieta en todo momento, Mathn, infame desertor de

    nuestros altares y celoso perseguidor de la virtud. No

    es solamente que, con la frente ceida por una mitra

    extraa, este levita preste su ministerio a Baal: a este para perderos; a veces os compadece, con frecuencia

    impo suprimir. No existen recursos que l no inven

    te para perderos; a veces os compadece, con frecuencia

    os ensalza; afecta para vos una falsa dulzura y por

    otro lado, con la negra hiel de que se halla teido,

    tan pronto os describe como terrible a esa reina, como,

    conociendo su sed insaciable de oro, hace ver que enun lugar, slo conocido por vos, ocultis los tesoros

    reunidos por David. En suma, desde hace dos das, la

    soberbia Athala parece sepultada bajo un pesar som

    bro. La estuve observando ayer, y vi cmo sus ojos

    lanzaban furiosas miradas al lugar sagrado, como si

    en el fondo de este vasto edificio Dios escondiese a un

    vengador armado contra ella. Creedme, cuanto ms lo

    pienso menos puedo dudar de que su clera est dis

    puesta a estallar contra vos, y que la sanguinaria hija

    de Jezabel atacar a Dios hasta en su mismo santuario.

    Jo a d . Aquel que enfrena el furor de las olas, sabr

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    A T II A h t A 11

    loU'nor tambin los designios de los malvados. Respe

    tuosamente sumiso a su santa voluntad, es slo a Dios

    ti temo, querido Abner. No obstante, os agradezco

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    J U A N H A C I N E

    antigua. El mismo Dios dicen , se ha apartado

    de nosotros: tan celoso antes del honor de los hebreos,

    contempla indiferente su grandeza derribada; al fin,se ha cansado ya de su misericordia. Ya no se ve a

    sus manos justicieras aterrar a los hombres con in

    numerables maravillas, ha enmudecido el arca santa

    y ya no emite sus orculos.

    Jo a d . Pero, qu tiempo ha sido tan frtil en mi

    lagros? Cundo ha manifestado Dios ms claramen

    te su poder? Habrs de tener siempre, pueblo ingrato, ojos para no ver? Cmo?, han de acaecer siem

    pre las mayores maravillas sin que al herir tus odos

    estremezcan tu corazn? Ser necesario, Abner, se

    r necesario recordaros el cortejo de famosos prodi

    gios que se realizan en nuestros das? Conocidas son

    las desdichas de los tranos de Israel y cmo cumple

    Dios todo lo que promete; el impo Achab destruido

    y con su sangre regada la tierra que usurp con

    el crimen; junto a ese campo fatal, inmolada Jeza

    bel, fulminada a los pies de los caballos esta reina,

    lanzndose voraces los perros sobre su sangre inhuma

    na, despedazados los miembros de su cuerpo horri

    ble; confundido el rebao de los falsos profetas, y

    descendiendo sobre el altar el fuego celeste; Elias ha

    blndole como soberano a los elementos, cerrados y

    hechos de bronce los cielos por l, sin lluvia y sin ro

    co durante tres aos la tierra, a la voz de Elseo rea

    nimndose los muertos: Reconoced, Abner, en esas

    brillantes huellas, a un Dios que es hoy igual que

    lo ha sido siempre: sabe, cuando as lo desea, hacerque resplandezca su gloria, y su pueblo se halla en

    l siempre presente.

    A b n e r . Pero, dnde estn todos esos honores que

    anto se le prometieron a David y que se predijeron

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    > r na m a 1S

    liimbin para su mismo hijo, para Salomn? A$r!, nosotros esperbamos que de su raza feliz surgiera un

    numeroso cortejo de reyes; que sobre cualquier tribu,oliro cualquier nacin, uno de ellos establecera su do

    minio, hara cesar por doquier la discordia y la gue-

    11:i y contemplara a sus pies a todos los reyes del orbe.

    J o a d . Por qu renunciis a las promesas del cielo?

    A b n e b . Ese rey, descendiente de David, dndeliemos a buscarlo? Puede el mismo cielo reavivar los

    restos de este rbol que se ha secado hasta sus races?

    Athala en la misma cuna ahog al nio. Ah!, si se hu

    biera equivocado en su furor; si de la sangre de nues-

    I ios reyes alguna gota se hubiera escapado...

    Jo a d . Y bien, qu es lo que harais?A b n e h . Oh, da feliz para m! Con qu entusias

    mo ira a reconocer a mi rey! Dudis vos de que

    nuestras tribus, apresurndose a sus pies . . . ? Mas pa

    r) que halagarme con vanos pensamientos? Deplora

    ble heredero de esos reyes triunfantes slo quedaba

    Oehozas con sus hijos. Yo vi caer atravesado al padre con las flechas de Jeh; vos visteis a los hijos

    asesinados por la madre.

    Jo ad . Yo no digo nada. Pero cuando el astro del

    da haya hecho sobre el horizonte la tercera parte de

    .su ronda, cuando la hora tercia convoque a la oracin,

    acudid al templo con este mismo celo. Dios os podr

    demostrar con importantes beneficios que su palabra

    os segura y que no engaa jams. Marchad: es nece

    sario que me prepare para este gran da, y ya el

    alba est aclarando la techumbre del templo.

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    u JUAN RACINE

    ESCENA SEGUNDA

    Jo a d , Jo s a b e t

    Jo a d . El momento ha llegado, princesa; es nece

    sario que hablemos, pues vuestro dichoso hurto no

    puede ocultarse ya por ms tiempo. La culpable insolencia de los enemigos de Dios, aprovechndose con

    tra l de este profundo silencio, acusan de engaosas

    demasiado ya sus promesas. Qu digo? Animando el

    xito su furor, vuestra injusta madrastra 0 ) quiere

    hasta nuestro mismo altar venir a ofrecer a Baal el

    incienso de la idolatra. A l joven rey que vuestras ma

    nos han salvado mostrmoslo bajo el ala del Seor.Tendr la valenta de nuestros prncipes hebreos, pues

    to que ya su espritu se adelanta a su edad. Antes que

    sea explicado con mi voz su destino, voy a ofrecerlo

    al Dios por quien gobiernan los reyes. Tras ello, con

    gregando a nuestros levitas y a nuestros sacerdote^

    les har conocer al heredero de sus dueos.

    Jo s a b e t . Conoce l ya su nombre y su noble

    destino?

    Jo a d . Aun no responde ms que al nombre de

    Eliacn, y cree ser un hijo abandonado por su madre

    y al que yo, por compasin, he querido servir de

    padre.

    Jo s a b e t . Ay!, de qu peligros tuve que salvar

    le! A qu nuevos peligros se va a lanzar ahora?

    Jo a d . Cmo? Ya se estremece y debilita vues

    tra confianza?

    1) Se refiere a Athalia, con la que Joram, padre de Josabet, se

    haba casado en segundas nupcias.

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    A T H A L I A 15

    Jo s a b e t . Me abandono, seor, a vuestros pruden

    tes consejos. Desde el da en que arranqu a este ni

    o de la muerte, he dejado en vuestras manos todo

    cuanto haya ser de l. Temiendo la intensidad de

    mi amor, hasta he evitado su presencia cuanto me ha

    sido posible, no fuera que al verle mi turbacin me

    traicionase e hiciera que el secreto se revelase. So

    bre todo, he credo deber consagrar a las lgrimas

    y a las oraciones estos tres das y sus tres noches enteras. No obstante, puedo preguntaros ya hoy a qu

    amigos habis preparado para que os secunden? A b

    ner, el bravo Abner, vendr a defendernos? Ha

    hecho juramento de venir a colocarse al lado de su

    rey?

    Jo a d . Abner, aunque puede contarse con su fidelidad, todava ignora si tenemos un rey.

    Jo s a b e t . Mas, a quin confiis la guarda de

    Jos? Es a Obed, es a Amnn a quien tal honor co

    rresponde? Los beneficios de mi padre repartidos en

    tre ellos...

    Jo a d . Todos se han vendido a la injusta Athalia.Jo a d . A quin oponis, pues, contra sus satlites?

    Jo a d . No os lo he dicho ya? A nuestros sacerdo

    tes, a nuestros levitas.

    Jo s a b e t . S que junto a vos, reunidos secreta

    mente por vuestros previsores afanes, se ha redoblado

    su nmero; que llenos de amor hacia vos y de horror

    por Athalia, un solemne juramento les liga por anti

    cipado a este hijo de David que se les va a revelar.

    Mas, sea cualquiera el noble entusiasmo de que se

    hallen animados, podrn ellos solos dar satisfaccin

    a nuestra causa? Para tan gran empresa, ser sufi

    ciente su celo? Dudis vos, acaso, que Athalia, al

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    16 J U A N R A C I N E

    primer indicio de que se halla encerrado aqu un hijo

    de Ochozas, no ha de rodear el templo y quebrantar

    sus puertas, congregando las cohortes (*) de esos crue

    les extranjeros? Sern bastantes contra ellos vuestros

    santos ministros, que elevando hacia el cielo sus ma

    nos inocentes, no saben otra cosa que gemir y rogar

    por nuestros crmenes, pues nunca han derramado otra

    sangre que la de los sacrificios? Tal vez entre sus

    brazos, asaetados Jos...Jo a d . No le dis importancia a que Dios combate

    por nosotros, Dios que protege la inocencia del hur

    fano, y hace sobresalir su poder en los dbiles; Dios,

    que odia a los tiranos, y que en Jezrael ( 2) jur ex

    terminar a la raza de Jezabel y de Achab; Dios, que

    abatiendo a Joram, el esposo de su hija, ha perseguido hasta en su hijo a los familiares de Athala; Dios,

    cuyo brazo vengador, contenido por algn tiempo,

    amenaz siempre a esta raza impa?

    J o s a b e t . Es porque se ha ejercitado sobre todos

    esos reyes su severa justicia por lo que temo yo por

    el hijo de mi desventurado hermano. Quin sabe si

    este nio, a consecuencia de su crimen, no habr si

    do condenado con ellos al nacer? Quin sabe si Dios,

    apartndolo de una raza odiosa, querr perdonai'le en

    favor de David? Ay! constantemente viene a turbar

    me el. estado horrible en que el cielo me lo ha ofre

    cido. La sala estaba llena de prncipes degollados. Con

    un pual en la mano, la implacable Athala animabaa sus brbaros soldados para que se ensaasen con sus

    vctimas, en tanto que ella contemplaba el curso de

    estos asesinatos. Jos, dejado por muerto, llam a ca-

    0 ) Cohorte: conjunto que formaba la dcima parte de la legin romana ; aqu indica, en sentido genrico, masa combatiente.

    (2) Ciudad de Palestina, cerca de la cual se hallaba la via de Naboth.

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    A T H A L I A 17

    da instante mi atencin. Aun estoy viendo a su no

    driza que en vano se lanzaba, enloquecida, en mediode los verdugos, y que, impotente, le sostena boca

    abajo sobre su seno. Lo recog lleno de sangre. Ba

    ndole con mis lgrimas de compasin consegu que

    su rostro se reanimara; y ya por el terror an, o por

    que me quisiera acariciar, sent que con sus brazos

    inocentes me apretaba. Gran Dios, que mi amor no le

    sea funesto! l es cuanto queda del fiel David: criado en tu templo, educado en el amor a los preceptos

    de tu Ley, no conoce a otro padre que t. En el mo

    mento de atacar a una reina homicida, si se arredra

    mi fe ante el peligro, si la carne y la sangre ( ' ) tur

    bndose hoy, toman excesiva parte en las lgrimas

    que derramo por l, conserva t al heredero de tussantas promesas y no me castigues ms que a m por

    todas mis debilidades.

    Jo a d . Vuestras lgrimas, Josabet, no son ningn

    crimen; pero Dios quiere que se confe en su pater

    nal proteccin. l no busca, cegado por la clera, en

    el hijo que le teme, la impiedad del padre. Todos loshebreos fieles que quedan an vendrn hoy a reno

    var sus promesas. Tan respetada es la raza de David

    como detestada la hija de Jezabel. Jos ha de impre

    sionarle con su noble modestia, en la que parece re

    lucir el esplendor de su sangre, y Dios, apoyando con

    su voz misma nuestra conducta, les ha de hablar ms

    cerca de sus corazones en su templo. Dos reyes infieles le han desafiado a su vez, y es necesario que sea

    elevado al trono otro rey que un da recuerde que

    Dios, de la mano de sus sacerdotes, le ha hecho re

    montarse al rango de sus antepasados, que le ha saca

    (*) La carne y la sangre**: expresin del Nuevo Testamento paradesignar el cuerpo no fortificado con el apoyo divino.

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    18 J U A N R A C I N E

    do l mismo del olvido de la tumba y que enciende,

    de nuevo en l la extinguida llama de David. Gran

    Dios, si t prevs que, indigno de su raza, ha de

    abandonar las huellas de David, que sea arrancado

    como fruto naciente, o como marchitado en flor por

    un viento enemigo. Pero si este mismo nio, dcil a

    tus mandatos, debe ser el instrumento adecuado a tus

    designios, haz que como heredero legtimo le sea

    dado el cetro; entrega a mis dbiles manos a sus poderosos enemigos; confunde a una reina cruel en sus

    propsitos. Dgnate, dgnate, oh mi Dios!, extender

    sobre ella y sobre Mathn ese espritu de imprudencia,

    de extravo, por el que se anticipa funestamente la ca

    da de los reyes. El tiempo me apremia: adis. De las

    ms santas familias, vuestro hijo y su hermana os

    conducen el coro.

    ESCENA TERCERA

    J o s a b e t , Z a c a r a s , S a l o m i t h .

    Jo s a b e t

    . Marchad, querido Zacaras, no os de-tengis; seguid los pasos de vuestro augusto padre.

    Oh, hijas de Lev, joven y fiel coro, al que ya el Se

    or celosamente acoge, que vens con frecuencia a. com

    partir mis suspiros, muchachas, la nica alegra en

    mis largos pesares!: esas guirnaldas entre vuestras

    manos y esas flores en vuestras cabezas, en otro tiem

    po correspondan a nuestros brillantes festejos. Pero,ay!, ahora en el oprobio y en el dolor, qu otra

    mejor ofrenda que la de nuestras lgrimas? Es

    cucho ya, ya escucho la trompeta sagrada, y en segui

    da se permitir la entrada en el templo. En tanto que

    yo voy a prepararme para acudir a l, cantad, alabad

    al Dios que vens a buscar!

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    A T H A L I A 1 9

    ESCENA CUARTA ( * )

    E l Co r o

    Todo elCo r o , cantando.

    De su magnificencia el orbe lleno est.

    Que por siempre se invoque a este Dios, y se adore,pues su imperio a los tiempos preceda ya.

    Cantemos, publiquemos sus favores!

    U n a V o z, sola.

    Es en vano que la injusta violencia

    quiera acallar al pueblo que le reverencia:

    de su nombre nunca cesarn los loores;

    anuncia al da el alba su gloria y su potencia,

    Lleno est el orbe todo de su magnificencia.

    Cantemos, publiquemos sus favores!

    Todo el Co r o , repite

    Lleno est el orbe todo de su magnificencia.Cantemos, publiquemos sus favores!

    U n a V o z , sola.

    l es quien a las flores con amor configura,

    los frutos brota, y los madura,

    l es quien les otorga con mesuracalor durante el da y en la noche frescura;

    el campo que los recibe los devuelve con usura.

    i 1) No ta del traductor: con el objeto de conservar lo mejor posible elacento conferido por el Coro a la obra, se intentan traducir aqu nverso sus intervenciones. La fidelidad al lenguaje de Racine, sin embargo, nos har no ser irfuy exigentes con la rima y el nmero po

    ticos.

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    2 0 JU A N RAC INE

    O tra Voz, so la .

    Ordena al Sol que anime a la Naturay la luz es una ddiva de sus manos;

    pero su Ley santa su Ley pura

    es el ms rico don que hizo a los humanos.

    O tra Voz, so la .

    Oh, monte de Sina!, conserva la memoria

    de este da por siempre augusto y renombrado,cuando, en tu cima abrasado,

    es una espesa nube el Seor encerrado

    luci ante los mortales un rayo de su gloria.

    Para que dinos relmpagos y fuegos

    torrentes de humo y en los aires los ecos

    del trueno y las trompetas:iba a desordenar los elementos?

    En sus antiguos fundamentos,

    hara estremecer la tierra?

    O tra Voz, so la .

    A los hijos de los hebreos a revelar vena

    de sus santos preceptos la luz inmortal,

    a este pueblo dichoso acudapara hacer que le amase con amor eternal.

    To d o e l Coro.

    Oh hermosa Ley divina!

    Oh justicia y bondad suprema!Cuntos testimonios y qu dulzura extrema

    1 amor y la fe a ese Dios encaminan!

    Una Voz , so la .

    A nuestros abuelos de yugo cruel salv,

    con man en el desierto alimento les dio.

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    A T H A L I A 21

    Nos otorga sus leyes, a s mismo se entrega

    y por tantas bondades amarle nos ordena.

    El Co r o .

    Oh justicia y bondad suprema!

    La misma Voz

    Para ellos de los mares las aguas entreabra,

    surgir de rida roca al hontanar haca.

    Nos otorga sus leyes a s mismo se entrega

    y por tantas bondades amarle nos ordena.

    E l Co r o .

    Oh hermosa Ley divina!

    Oh justicia y bondad suprema!

    Cuntos testimonios y qu dulzura extremael amor y l fe a ese Dios encaminan!

    O t r a V o z , sola.

    A los que no conocen sino el servil temor,

    un Dios tan bondadoso, ingratos!, no atraer?

    es tan inalcanzable a vuestro corazn,y es tanto lo que amarle os habr de costar?

    De quien les ultraja siente el esclavo temor;

    pero los hijos slo se reparten amor.

    Que os colme de bondades ese Dios bien queris,

    y vosotros, nunca le amaris?

    Todo el Co r o .

    Oh hermosa Ley divina!

    Oh justicia y bondad suprema!

    Cuntos testimonios y qu bondad extrema

    el amor y la fe a ese Dios encaminan!

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A C T O S E G U N D O

    ESCEN A PRIMERA

    Josabet, Salom ith , el Coro

    Jo s a b e t . Ya basta, hijas mas; suspended vues-tros cnticos. Es hora de que vayamos a participar de

    las oraciones pblicas. He aqu nuestro momento. Va

    yamos a celebrar este gran da y a comparecer, pues

    ha llegado nuestro turno, ante el Seor.

    ESCENA SEGUNDA

    Zacaras, Josabet, Salomith, el Coro.

    Jo s a b e t . Pero, qu es lo que veo? Hijo mo, qu

    es lo que os trae aqu?, hacia dnde corris tan p

    lido y sin aliento?

    Za c a r a s . Oh, madre ma!

    Jo s a b e t . Qu, dime?

    Z a c a r a s . El templo ha sido profanado.. .

    J osa b e t . Cmo ?

    Z a c a r a s . . . . y ha sido abandonado el altar del

    Seor.

    Jo s a b e t . Estoy temblando. Apresuraos a informarde todo a vuestra madre.

    Z a c a r a s . Fu cuando el gran sacerdote, mi pa

    dre, despus de haber ofrecido, segn la Ley, al Dios

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    u J U A N R A C I N E

    que concede el sustento a los hombres, los primeros

    panes de la nueva cosecha, le presentaba todava, en

    tre sus manos llenas de sangre, las entraas calientes

    de las vctimas de paz (*); de. pie, junto a l el jo

    ven Eliacn, le serva de aclito a l 'mismo tiempo que

    yo, vestido con la larga veste de lino; los sacerdotes,

    en tanto, rociaban al altar y a la asamblea con la

    sangre de los cuerpos inmolados. Un confuso clamor

    se ha elevado de pronto y se volvieron las miradas y la atencin del pueblo sorprendido. Una m ujer...

    Se la puede nombrar sin que ello constituya una

    blasfemia? Una m ujer... Era Athalia, ella misma.

    Jo s a b e t . Cielos!

    Za c a r a s . Entra en el atrio reservado a los hom

    bres esta orgullosa mujer, con la frente alzada, disponindose incluso a atravesar los lmites del recin

    to sagrado, abierto slo a los levitas. Se asusta el pue

    blo y huye en todas las direcciones. Mi padre.. . Ah!,

    Cmo brillaba la clera en sus miradas. Menos temible

    debi parecerle Moiss a Faran. Reina dijo enton

    ces , sal de este lugar sagrado del que tu sexo y tuimpiedad te desticrran. Vienes a desafiar la majestad

    del Dios vivo? La reina entonces, lanzando sobre l

    una mirada feroz, ya abra sus labios para basfemar

    sin duda. Ignoro si, revelndose el ngel del Seor, ha

    venido1a mostrarle una espada fulgurante, pero su

    lengua se le ha helado de pronto en la boca y toda su

    audacia pareci abatirse. Sus ojos, como aterroriza

    dos, no se atrevan a mirar para otra parte. Eliacn, so

    bre todo, pareca llenarla de turbacin.

    (*) Las vctimas de la paz eran las de dos corderos que se ofrecandespus de una splica o de un beneficio recibido de Dios por oposicina las vctimas del pecado, que eran dos carneros, ofrecidos para expiarlas culpas.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L A

    Jo s a b e t . Cmo, pues?, Eliacn ha sido visto por

    ella?

    Za c a r a s . Los dos contemplbamos a esta reina

    cruel y nuestros corazones se hallaban estremecidos

    por el mismo horror. Pero los sacerdotes nos han ro

    deado en seguida. Nos hicieron salir. Ignoro todo lo

    dems, y he venido a contaros esta funesta confusin.

    Jo s a b e t . Ah! Sin duda viene a arrancarle de

    nuestros brazos; es por l por el que su furor llega

    hasta el altar para arrebatarle. Tal vez en este mo

    mento la causa de tantas lgrimas... Acurdate de

    David, t que presencias mis temores.

    Sa l o m i t h . Cul es la causa por la que derramis

    vuestras lgrimas?

    Z a c a r a s . Se hallaran amenazados los das de

    Eliacn?

    Sa l o m i t h . Habr atrado la clera de la reina?

    Za c a r a s . Qu es lo que puede temerse de un

    nio sin padre y sin apoyo?

    Jo k a d . Ah!, hela aqu. Vaymonos. Es precisoevitarla.

    ESCENA TERCERA

    A t h a l a , A g a r , A b n e r , acompaamiento de Athala.

    A g a r . Seora, por qu deteneros en estos luga

    res? Cuanto aqu hallis os turba y os irrita. Aban

    donad este templo a los sacerdotes que lo habitan;

    huid este tumulto y buscad en vuestro palacio la paz

    que vuestros sentidos necesitan.

    A t h a l a . No, no puedo; ya ves mi turbacin y mi

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    26 JUAN HACINE

    flaqueza. Vete a decirle a Mathn que venga, que se

    apresure; feliz si puedo hallar con su ayuda esta paz

    que persigo y que me huye siempre.

    (Athal a se s i en t a.)

    ESCENA CUARTA

    Athala, Abner, etc.

    A b n e r . Seora, perdonad si me atrevo a defen

    derle. No debe sorprenderos el celo de Joad. Tal es la

    orden inmutable del Dios a quien servimos. l mismo

    nos traz su templo y su altar a los solos hijos de

    Aarn encomend sus sacrificios, su puesto y sus fun

    ciones seal a los levitas, y con cualquier otro diosles prohibi, sobre todo, relacionarse a su posteridad.

    Es que vos, esposa y madre de nuestros reyes, a tal

    punto os habis vuelto extraa? Ignoris nuestras

    leyes? Y es preciso h oy .. . He aqu a Mathn. Con l

    os dejo.

    A t h a l a . Abner, vuestra presencia es necesaria

    aqu. Dejemos la temeraria audacia de Joad y todo ese

    cmulo de vanas supersticiones que cierran vuestros

    templos a las otras gentes. Otro motivo ms ur

    gente es el que me llena de inquietud. Yo s que A b

    ner, educado desde pequeo en el manejo de las ar

    mas, posee un noble corazn y que cumple al mismo

    tiempo lo que debe a Dios y lo que debe a nuestrosreyes. Permaneced.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L I A $7

    ESCENA QUINTA

    M a t h n , A t h a l a , A b n e r , etc.

    M a t h n . Gran reina, se halla aqu vuestro pues

    to? Qu malestar os turba y temor os aflige? Qu ve

    ns a buscar entre vuestros enemigos? Os atrevis a

    acercaros a este templo profano? Os habis despoja

    do de tan viva aversin...

    A t a l a . Prestadme odos con atencin uno y

    otro. No quiero en modo alguno recordar aqu el pa

    sado ni daros cuenta de la sangre que derram. Cuan

    to he hecho, Abner, cre que constitua un deber para

    m. No tomo por juez a un pueblo temerario 1). Sealo que quiera cuanto su insolencia se haya atrevido

    a publicar, el cielo mismo se ha encargado de justifi

    carme. Establecido mi podero con triunfos bien pa

    tentes, l ha hecho que de mar a mar (2) Athalia sea

    respetada. Jerusaln disfruta por m un profundo so

    siego. Ya no ve el Jordn al rabe vagabundo, ni alaltivo filisteo con eternas despredaciones, como en

    tiempo de vuestros reyes, asolar sus riberas; el si

    raco ( 3) me trata como reina y como hermana. En

    fin, el prfido opresor de mi casa, que hasta m deba

    llevar su barbarie, Jeh, el orgulloso Jeh tiembla

    desde Samara ( 4). Asediado por todas partes de un

    vecino poderoso ( 5), al que he sabido sublevar con

    tra ese asesino, me deja en estos lugares como reina

    y seora. Disfruto en paz del fruto de mi prudencia;

    ( l ) Temerario: que hace juicios injustificados.(- ) El mar Mediterrneo y el mar Rojo.(a) Hazael, rey de Siria.

    (4) Ciudad de Palestina, rival de Jerusaln.(c) Hazael.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    J U A N HACINE

    pero un malestar importuno viene, desde hace varios

    das, a interrumpir el curso de mi prosperidad. Un

    sueo (debera inquietarme yo por un sueo?) ali

    menta en mi corazn una inquietud que le corroe. Lo

    evito por doquier y por doquier me persigue. Fu du

    rante el horror de una noche profunda. Mi madre Je-

    zabel se mostr ante m, pomposamente engalanada

    como en el da de su muerte. Sus pesares no consiguie

    ron abatir su orgullo; incluso conservaba todava lapostiza brillantez con que ella cuid de afeitarse y de

    realzar su rostro, para reparar el irremediable ultra

    je de los aos 1). Tiembla me dijo hija digna

    de m. El cruel Dios de los judos te amenaza. Te com

    padezco por caer en sus manos temibles, hija ma.

    Concluyendo estas horribles palabras, su sombra ha

    parecido descender hasta mi lecho; y yo le tend mis

    manos para abrazarla. Mas no pude notar sino una

    horrorosa mezcla de huesos y de carne torturados,

    arrastrados por el lodo, con gusanos ahitos en sangre,

    y miembros espantosos que perros voraces se dispu

    taban entre s.

    A b n e r . Gran Dios!A t h a l a . En esa confusin se presenta ante mis

    ojos un nio cubierto con un vestido resplandeciente,

    tal como el de que aparecen revestidos los sacerdotes

    de los hebreos. Su aparicin ha reanimado mis fuer

    zas. Pero cuando me repona de mi mortal turbacin

    y admiraba su dulzura, su noble aspecto y su modestia, he sentido de pronto un acero homicida que el

    traidor hunda hasta la empuadura en mi seno. Tal

    vez os parezca ser obra del azar esa extraa reunin

    1) En el libro de los Reyes se dice: Jeh vino a Jezrael. EntoncesJezabel, conociendo su llegada, se pint los ojos con afeites, y contempla Jeh desde la ventana... Jeh dijo: arrojadla abajo, En seguida la

    tiraron por la ventana... y fu echada a los pies de los caballos.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L I A 29

    de cosas tan diversas. Yo misma, durante algn tiem

    po, avergonzada de mi temor, lo he tomado por efecto de una alucinacin sombra. Pero, poseda mi alma

    por este recuerdo, ha vuelto a ver por dos veces la

    misma aparicin: dos veces mis tristes ojos han vis

    to presentrseles a ese mismo nio, dispuesto siempre

    a herirme. Fatigada, al cabo, de los horrores que me

    perseguan iba a rogar a Baal que velase por mi vida

    y a buscar al pie de sus altares reposo. Qu no po

    dr el terror sobre el espritu de los mortales? Ins

    tintivamente me llegu al templo de los judos y con

    ceb el pensamiento de apaciguar a su Dios: he credo

    que algunos presentes calmaran su clera, que ese

    Dios, sea quien sea, se dulcificara. Pontfice de

    Baal (*), excusa mi flaqueza. Entro: la gente huye,el sacrificio se interrumpe. El gran sacerdote avanza

    furioso hacia m. Mientras l me hablaba, oh sor

    presa!, oh terror!, he visto a ese mismo nio por el

    que estoy amenazada, tal como un sueo pavoroso lo

    ha pintado a mi imaginacin. Le he visto: su mismo

    aspecto, su mismo traje de lino, su porte, sus ojos, enfin, todos sus rasgos. Es l mismo. Marchaba al lado

    del gran sacerdote, pero pronto le hicieron desapare

    cer de mi vista. Esta es la inquietud que me obliga

    a detenerme aqu, y acerca de ella es sobre lo que

    quera consultaros a los dos. Qu es lo que presagia,

    Mathn, ese increble prodigio?

    M a t h n . Ese sueo, ese parecido, todo me parecehorrible.

    A b n e r . Dos nios prestaban su ministerio en el

    altar. El uno es hijo de Joad, Josabet es su madre. El

    otro no s quin es.

    (i ) Se dirige a Mathn.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    s o JUAN RACIN

    M a t h n . Para qu deliberar acerca de ello? De

    los dos,, seora, es preciso asegurarse. Conocis mis

    deferencias con Joad, mi prudente conducta; sabisque no persigo vengar mis injurias y que es la equi

    dad la nica que prevalece en mis opiniones; pero l

    mismo, despus de todo, aun cuando se tratara de su

    propio hijo, consentira por un momento que perma

    neciera con vida un culpable?

    Abner. De qu crimen puede ser capaz un nio?M a t h n . El cielo nos lo hace ver con un pual

    en la mano: el cielo es justo y prudente y nada reali

    za en vano. Qu ms buscis?

    A b n e r . Pero, findose slo de un sueo, queris

    que se derrame la sangre de un nio? Aun no sabis

    de qu padre ha nacido, quin es l.M a t h n . Se le teme, ya basta. Si su origen corres

    ponde a padres ilustres, el esplendor de su suerte de

    be apresurar su ruina. Si el destino le ha colocado en

    tre gentes oscuras, qu importa que se derrame al

    azar su sangre vil? Tienen que observar los reyes es

    ta lenta justicia? Su seguridad depende a menudo deun rpido suplicio. No tratemos de ponerles trabas con

    cuidados entorpecedores. Cuando se es sospechoso ya

    no se es inocente.

    A b n e r . Cmo, Mathn? Es ese el lenguaje de

    un sacerdote? Yo, alimentado por los horrores de la

    guerra y la carnicera, y riguroso instrumento de las

    venganzas de los reyes, yo soy quien intercede aqu

    por el desgraciado; y vos, que le debis afectos de pa

    dre, vos, ministro de paz en tiempos de clera, incu

    bando con falso celo vuestro resentimiento...; es que

    para vos ha corrido la sangre con demasiada lentitud?

    Seora, me habis ordenado que os hablara sin fingi

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L f A 81

    miento: cul es, pues, ese gran motivo de temor? Un

    sueo, una dbil criatura, a la que vuestros ojos, pre

    dispuestos tal vez sin razn, creen haber reconocido.

    A t a h l a . Quiero creerlo as, Abner; puedo ha

    berme engaado. Tal vez me he preocupado con exce

    so por un sueo vano. Mas, es preciso volver a ver de

    ms cerca a ese nio; es necesario observar con calma

    sus rasgos. Que se haga traer a los dos a mi presencia.

    A b n e r . Temo. . .

    A t h a l ia . Faltaran complacencias para m? Cu

    les seran las razones de esa inslita negativa? Podra

    llevarme a extraas sospechas. Que Josabet, os repito,

    o Joad, los traiga aqu. Puedo, cuando lo desee, hablar

    como soberana. Bien, quiero confesaros, Abner, que

    vuestros sacerdotes tienen motivos para alabarse delos favores de Athalia. Conozco hasta dnde ha llega

    do la licencia de sus discursos contra mi conducta y

    contra mi poder. Ellos viven, sin embargo, y su templo

    se halla en pie. Pero siento que mi benignidad pronto

    va a llegar a sus lmites. Que enfrene Joad su celo

    obstinado y no me irrite ms con un segundo ultraje.

    ESCENA SEXTA

    Atha l a , Mathn, etc.

    M a t h n . Ya puedo, al fin, hablaros con libertad:

    puedo mostrar la verdad a la clara luz del da. Algn

    monstruo nacido en el templo crece dentro de l, rei

    na: no esperis a que la tormenta estalle. Abner ha

    puesto en guardia al gran sacerdote. Ya conocis su

    amor por la sangre de sus reyes. Y quin sabe si Joad

    no quiere sustituir en el lugar de stos a ese nio con

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    J U A N R A C I N B

    que el cielo os amenaza, ya sea su hijo o de otro cual

    quiera . . .

    A t h a l a . S, me habis abierto los ojos. Empiezoa ver claro en ese aviso de los cielos. Pero quiero

    desembarazarme de mis dudas. Un nio es poco hbil

    para traicionar su pensamiento. Con frecuencia, una

    sola palabra nos permite conjeturar acerca de grandes

    designios. Dejadme verle, querido Mathn, interrogar

    le. Entretanto, idos vos, y sin dar ocasin a que nadie

    se alarme, haced que todos mis tirios cojan las armas ( x).

    ESCENA SPTIMA

    J o s , Jo s a b e t , A t h a l a , Za c a r a s , A b n e r , Sa l o m it h ,

    Dos levitas, el Co r o , etc.

    Jo s a b e t (a los dos levitas). Sobre estos queridos

    nios, tan preciados, vosotros, oh ministros del Se

    or!, poned atencin siempre.

    A b n e r (A Josabe t). Tranquilizaos, princesa, yo

    cuidar de ellos.

    A t h a l a . Oh, cielo!, cuanto ms lo examino y me

    f i jo en l mejor le reconozco. Aun se hallan todos mis

    sentidos impresionados por el horror. Esposa de Joad

    (sealando a Jos ): es ese vuestro hijo?

    Jo s a b e t (sealando a Zacaras). Quin?, ste,

    seora?

    A t h a l a (sealando a Jos).Este.

    Jo s a b e t . No, no soy su madre. (Sealando a Za

    caras). He aqu mi hijo.

    (a) Se trata de los soldados ms leales a Athala, que sta hizo venirdel pas de su madre, de Fenicia.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L A SS

    Athal a (sea l a n d o a J os ). Y vos, quin es

    vuestro padre? Nio, responded.

    Jo r a d . Hasta hoy el cie lo...

    A t h a l i a . Por qu os apresuris vos a responder

    por l? A l es a quien le corresponde hablar.

    J o s a b e t . En una edad tan tierna, qu aclaracio

    nes podis esperar de l?

    A t h a l a . Esa edad es inocente. Su candidez nopuede alterar an la verdad simple. Dejadle explicar

    todo cuanto le atae.

    J o s a b e t (h a b l a n d o p a r a s ). Dgnate, gran Dios,

    poner tu prudencia en sus labios.

    A t h a l a . Cmo os llamis?

    Jo s . Eliacn.A t h a l a . Y vuestro padre?

    Jo s . Soy, segn se dice, un hurfano que, colo

    cado desde que naci en los brazos de Dios, nunca ha

    conocido a sus padres.

    A t h a l a . No tenis padres?

    Jo s . Me han abandonado.

    A t h a l a . Cmo, y desde cundo?

    Jo s . Desde que nac.

    A t h a l a . No se sabe, al menos, cul ejs vuestro

    pas?

    Jo s . Ese templo es mi pas; no conozco otro.

    A t h a l a . Dnde se dice que la suerte hizo que se

    os encontrara?

    Jo s . En medio de lobos crueles que se disponan

    a devorarme.

    A t h a l a . Quin os puso en ese templo?

    Athala 2

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    u JUAN RAC1NS

    Jo s . Una mujer desconocida, que no quiso decir

    su nombre y que no se ha vuelto a ver jams.

    A t h a l a . Mas, qu manos tuvieron cuidado devos durante vuestros primeros aos?

    Jo s . Dej nunca el Seor abandonados a sus

    hijos? A las cras de los pjaros les da su alimento, y

    su bondad se extiende sobre toda la naturaleza. Yo lo

    invoco todos los das y con paternal desvelo me nutre

    con las ddivas ofrecidas ante su altar.A t h a l a . Qu nuevo prodigio me turba y entor

    pece? La dulzura de su voz, su niez, su gracia, van

    haciendo que insensiblemente a mi odio suceda...,

    ser sensible a la piedad?

    b n e r . Seora, he aqu, pues, a este terrible ene

    migo. Bien visible es la impostura de vuestros engao

    sos sueos, a no ser que la piedad que parece turba

    ros signifique ese golpe fatal que os haca temblar.

    Atha l a ( a J os y aJosabet). Marchis?

    Jo s a b e t . Habis escuchado cul ha sido su desti

    no, su presencia aqu podra hacerse importuna.

    A t h a l a . No, volved. En qu os ocupis cada

    da?

    Jo s . Adoro al Seor. Se me explica su Ley. Se

    me ensea a leer en su libro divino, y ya empiezo a

    escribirlo con mi propia mano.

    A t h a l a . Qu es lo que dice esta ley?

    Jo s . Que Dios quiere ser amado, que ms pron

    to o ms tarde castiga las blasfemias contra su san

    to nombre, que es el defensor del hurfano desvalido,

    que se opone al orgulloso y castiga al homicida.

    A t h a l a . Comprendo. Pero toda esa gente que se

    encierra en el templo, de qu se ocupan?

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L I A SS

    Jo s . Alaban y bendicen al Seor.

    A t h a l a . Dios quiere que a todas horas se le di

    gan oraciones y se le contemple?

    Jo s . Cualquier profano ejercicio es rechazado desu templo.

    A t h a l a . Cules son, pues, vuestras distraccio

    nes?

    Jo s . A veces, ante el altar, presento al gran sacerdote la sal y el incienso. Escucho cantar las infini

    tas grandezas de Dios; contemplo la ordenada pompa

    de sus ceremonias.

    A t h a l a . Cmo?, no tenis ms dulces pasa

    tiempos? Lamento la triste suerte de un nio como

    voz. Venid a mi palacio y veris mi magnificencia.

    Jo s . Olvidara yo los beneficios que Dios me ha

    otorgado?

    A t h a l a . No, yo no quiero obligaros a que los ol-

    vidis.

    Jo s . V os no le adoris.

    A t h a l a . Vos podris hacerlo.Jo s . Contemplara, no obstante, cmo era a

    otro al que se invocaba?

    A t h a l a . Y o tengo mi Dios, al que sirvo; vos ser

    virais al vuestro. Los dos son Dioses poderosos.

    Jo s . Es necesario temer al mo: l slo es Dios,

    seora, y el vuestro no es nada.A t h a l a . Junto a m todos los placeres os sal-

    dran al encuentro.

    Jo s . La felicidad de los malvados se despea co

    mo un torrente.

    A t h a l a . Quines son esos malvados?

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

    32/77

    3 6 JUAN RACNE

    Jo s a b e t . Ah, seora! disculpad a un n io...

    At h a l a

    (a Josabet). Me gusta ver cmo le instrus. Bien, Eliacn, habis sabido complacerme; no

    sois, sin duda, un nio como los dems. Ya veis, soy

    reina, no tengo heredero. Dejad esas ropas, abandonad

    vuestro oficio vil. Quiero haceros partcipe de todas

    mis riquezas; experimentad desde hoy la realizacin

    de mis ofrecimientos. En la mesa, en cualquier parte,

    sentado junto a m, deseo trataros como si furais mipropio hijo .

    Jo s . Cmo vuestro hijo?

    A t h a l a . S . . . Os callis?

    Jo s . A qu padre abandonara! Y p o r ...

    A t h a l a . Seguid!

    Jo s . Por qu madre!

    A t h a l a (a Josabet). Su memoria es fiel; en todo

    cuanto ha dicho reconozco el espritu de Joad. He aqu

    cmo empleis vosotros dos, para infectar a esta cn

    dida juventud, la tranquilidad en que os dejo. He

    aqu cmo cultivis en ella el rencor y el odio, no

    pronuncindole mi nombre ms que con horror.

    Jo s a b e t . Es que se les puede ocultar la historia

    de nuestras desdichas? Todo el mundo las conoce; vos

    misma os gloriis de ellas.

    A t h a l a .S, mi justo furor y yo me gloro de

    ello ha vengado a mis padres en mi posteridad. De

    bera haber visto sucumbir a mi padre y a mi hermano, precipitar a mi madre desde lo alto de su palacio,

    y en un mismo da degollar a la vez, qu espectculo

    de horror!, a ochenta hijos de reyes 1). Y para qu?

    (* ) Jeh extermin a toda la posteridad de Achab" (Hacine). LaBiblia dice eetenta.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

    33/77

    A T H A L A S 7

    Para vengar no s qu profetas a los que ella casti

    g por sus furiosas indiscrecciones; y yo, reina sin co

    razn, hija ingrata, esclavizada por una vergonzosa y

    frvola piedad, no deba, al menos, devolverle, a la

    ceguedad de ese odio, muerte por muerte, ultraje por

    ultraje, y tratar a todos los descendientes de vuestro

    David como se trataron a los infortunados restos de

    Achab? ( ) Dnde estara yo hoy si, venciendo mi

    flaqueza, no hubiese ahogado las ternuras de una ma

    dre, si con atrevida decisin no hubiese reprimidovuestros planes, vertiendo con mi mano los raudales de

    mi propia sangre? La venganza implacable de vues

    tro Dios rompi toda alianza entre nuestras dos es

    tirpes. La raza de David me repele; y los descen

    dientes de ese rey, aunque nacidos de mi sangre,

    son extraos para m.

    J o s a b e t . Lo habis conseguido todo? Que Dios lovea y que nos juzgue.

    A t h a l a . Ese Dios, desde hace tanto tiempo vues

    tro nico refugio, que se convertir en el resultado de

    sus predicciones? Que os conceda ese rey prometido

    a todos los Estados, ese hijo de David, vuestra espe

    ranza, lo que aguardis... Mas volveremos a vemos.

    Adis. Salgo contenta: quera ver, y he visto.

    A bne r (a Josabet). Os lo promet: os devuelvo lo

    que en depsito me confisteis.

    (i ) Despus de la muerte de Achab, herido en un combate, los perrosacudieron a beber bu sangre.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    38 JUAN RAC1NE

    ESCENA OCTAVA

    Jo a d , Jo s a b e t , Jo s , Z a c a r a s , A b n e r , Sa l o mx i h ,

    Levitas, el Co r o .

    Jo s a b e t (a Joad). Escuchsteis a esa reina or-gullosa, seor?

    Jo a d . Lo escuch todo y lamentaba vuestro pesar.Estos levitas y yo, dispuestos a socorreros, estbamos

    resueltos a perecer con vosotros. (A Jos, abrazndo

    le ) Qu Dios vele por vos, nio cuyo valor acaba de

    conceder tan noble testimonio a su nombre! Os que

    do reconocido, Abner, por este importante servicio.

    Acordaos de la hora en que Joad os espera 1). Y nos

    otros, a quienes esa mujer homicida e impa ha hollado las miradas y turbado las oraciones, entremos nue

    vamente; y que una sangre pura, extendida por mis

    manos, lave hasta el mrmol que han tocado sus pies.

    ESCENA NOVENA

    E l Co r o .

    U n a de l a s M u c h a c h a s d e l Co r o

    Qu astro ante nosotros acaba de lucir?

    Quin a ser llegar este nio prodigioso?

    Desafa la altivez del orgulloso,y no quiere dejarse seducir,

    por el lujo de su fasto peligroso.

    (* ) Alude a la que le fu indicada en el primer acto: "cuando la horatercia convoque a la oracin.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T U A L I A 39

    Ot r a

    En tanto que del Dios de Athala

    todos llevan incienso ante el altar,

    de un nio proclama la osada

    que es slo Dios el ser eternal,

    y ante otra Jezabel un nuevo Elias

    parecen sus razones al hablar.

    Ot r a

    Quin de tu nacimiento la verdad secreta

    nos dir? Eres hijo de algn santo profeta?

    O t e a

    As se vi al amable Samuelcrecer a la sombra del tabernculo,

    hasta ser a los hebreos esperanza y orculo.

    Cul l puedas t consolar a Israel!

    Otra, c a n t a n d o .

    Oh, mil veces bienhechorel nio que ama el Seor!

    que tan tempranamente su voz ha escuchado

    y al que Dios mismo instruir se ha dignado.

    De todos los dones del cielo lejos del mundo,

    adornada al nacer su existencia,

    el roce del malvado inmundoen nada desfigura su inocencia.

    T o d o el Co r o .

    Feliz, feliz infancia

    que el Seor instruy bajo su vigilancia!

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    uo J U A N R AC1 N B

    La M isma Voz, sola.

    As en el valle escondido,al borde de un aura pura,

    crece, del aquiln al abrigo

    un tierno lirio, al amor de la Natura.

    De todos los dones del cielo, lejos del mundo

    adornada al nacer su existencia,

    el roce del malvado inmundo

    en nada desfigura su inocencia.

    Todo el Coro.

    Feliz, feliz mil veces

    el nio que el Seor dcil quiso a sus leyes!

    Una Voz, sola.

    DioS mo! Que una virtud naciente

    entre tantos peligros camine inciertamente!

    Que un alma que te busca, querindose, inocente,

    tenga rmoras que hallar!

    Cuntos enemigos le hacen guerra!Dnde tus santos se pueden ocultar?

    Los pecadores cubren toda la tierra.

    O t r a V o z

    Oh!, palacio de David, y su ciudad amada,

    famosa cima, del mismo Dios morada,cmo es que atrajiste la clera del cielo?

    Sin, amada Sin, qu dices al mirar

    de una extranjera impa el enemigo celo

    que el trono de tus reyes, ay!, quiere ocupar?

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L t A U

    T o d o el Coro.

    Sin, amada Sin, qu dices al mirar

    de una extranjera impa el enemigo celo

    que el trono de tus reyes, ay!, quiere ocupar?

    La Misma Voz, p r o s i g ue .

    En vez de los hermosos cantos,

    con que David le expresaba sus xtasis santos,y a su Dios, su Seor y padre bendeca,

    Sin, amada Sin, qu dices al mirar

    que es alabado el Dios de la extranjera impa,

    y del nombre que adoraron tus reyes blasfemar?

    U n a V o z , sola.Por cunto tiempo, Seor, todava por cunto

    contra ti a los malvados veremos alzar?

    Hasta en tu santo templo te vienen a retar.

    A l pueblo que te adora motejan de insensato.

    Por cunto tiempo, Seor, todava por cunto

    contra ti a los malvados los veremos alzar?

    Ot r a

    De esa obstinada virtud dicen ellos , qu

    [sacis?

    de los dulces placeres la morada,

    por qu abandonis?

    Vuestro Dios por vosotros no hace nada.

    O t r a

    Riamos, cantemos dice esa masa impa

    de placer en placer y de flor en flor

    llevemos nuestro amor.

    Del maana, insensato, quin se fa?

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    J U A N HACINE

    De nuestros das fugaces, el nmero sabemos?

    Apresurmonos a gozar del vivir cada da,quin sabe si maana viviremos?

    To d o el Coro.

    Que lloren, oh mi Dios!, que tiemblen de temor,

    esos desdichados que tu santa ciudad

    nunca han de ver en su eterno esplendor.A nosotros nos toca venirte a ensalzar,

    pues eres T quien nos has revelado

    tu trono iluminado.

    Tus ddivas y esplendor nosotros debemos loar.

    Un a V o z , sola.

    De todos los vanos placeres en que su alma se despea,

    qu les ha de quedar? Tan slo lo que a aquel que[suea

    y comprende su error.

    Cuando despierten, qu despertar de horror!

    En tanto que el pobre, cabe tu mesa amable,

    gustar de tu paz la dulzura inefable,ellos bebern en copa horrible, inagotable

    que tu ofrecers el da del furor

    a toda la estirpe culpable.

    Todo el Co r o .

    Oh, despertar de horror!Oh, sueo poco durable!

    Oh, peligroso error!

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A C T O T E R C E R O

    ESCENA PRIMERA

    Mathn, Nabal, el Coro.

    M a t h n . M uchachas, marchad; que se le comu

    nique a Josabet que Mathn quiere hablarla aqu, en

    secreto.

    U n a de l a s M u c h a c h a s d e l Co r o . Mathn!, Oh,

    Dios del cielo, pudieras T confundirle!

    N a b a l . Cmo? Todo se dispersa y huye sin res

    ponderos?

    M a t h n . Acerqumonos.

    ESCENA SEGUNDA

    Za c a r a s , M a t h n , N a b a l .

    Za c a r a s . Adonde, temerariamente, queris in

    troduciros? Guardaos de avanzar ms all de este lu

    gar. Esa es de los santos ministros, la morada sagrada;

    la ley prohbe la entrada a los profanos. Qu es lo

    que buscis? En este da solemne mi padre huye lapresencia criminal del idlatra impuro; y prosternada

    ahora ante el Seor, mi madre desea que no se la dis

    traiga en esta obligacin.

    M a t h n . Nosotros esperaremos, hijo mo; dejad

    de turbaros. Es a vuestra ilustre madre a la que quiero

    hablar. Vengo aqu con una orden de la reina.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    u J U A N H A C I N E

    ESCENA TERCERA

    M a t h n , N a b a l .

    N a b a l . Los nios poseen ya su altiva audacia. Pe

    ro, qu es lo que quiere Athala en esta ocasin? De

    dnde proviene esta confusin en sus deseos? Ofendi

    da esta maana por el insolente Joad, de un nio malhadado amenazada en sueos, iba a inmolar a Joad a

    su clera, y en este templo, al cabo, colocaros a Baal

    y a vos. Ya me habais confiado vuestra alegra, y es

    peraba mi parte en tan rico botn. Qu es lo que hace

    variar as vuestro irresolutos propsitos?

    M a t h n . Amigo, no la reconozco desde hace dos

    das. Ya no es esa reina esclarecida, intrpida, eleva

    da por encima de la debilidad de su sexo, que en el

    acto abata a sus sorprendidos enemigos y que cono

    ca todo el valor de un instante perdido. El temor de

    un vano remordimiento turba a esta gran alma; diva

    ga, duda; en una palabra, es mujer. De hiel y de amar

    gura yo haba colmado su corazn, ya bajo la impresin de las amenazas del cielo. Ella misma, con

    fiando en m su venganza, me orden que rpida

    mente reuniese a su guardia; mas sea que este nio

    conducido hasta ella este nio, segn se dice, desecho

    infortunado de sus padres haya disminuido la in

    quietud de un espantoso sueo, o sea que haya en

    contrado en l no s qu atractivo, lo cierto es que

    he visto su clera titubeante, incierta, remitiendo ya

    para maana su venganza. Todos sus proyectos pare

    can destruirse entre s. Quiero hacerme informar del

    origen de este nio dije . Se comienza a alabar

    a sus abuelos; Joad lo muestra de tanto en tanto a

    los facciosos, hace que lo esperen los judos como a

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L I A

    otro Moiss y se apoya y autoriza en mentirosos orcu

    los. Estas palabras han hecho que enrojeciera su sem

    blante. Jams una mentira feliz produjo tan rpidosefectos. Debo languidecer yo en esta incertidumbre?

    Salgamos dijo ella , salgamos de estas inquietu

    des. Vos mismo a Joad trasmitiris esta orden: va a

    encenderse la hoguera y estn preparados los hierros;

    nada puede impedir la devastacin de su templo si

    no obtengo a este nio como rehn de su fidelidad.

    N a b a l . Y bien: por un nio que no conocen, que

    tal vez el azar ha puesto entre sus brazos, querrn

    ellos que su templo sepultado. . . ?

    M a t h n . Ah, no conoces al ms orgulloso de

    los mortales! Vers mejor que acepte la muerte ms

    horrible antes de que por mano de Joad me sea en

    tregado un nio que Joad ha consagrado a su Dios.Por otra parte, es bien visible su apego a este nio.

    Si he comprendido bien el relato de la reina, Joad

    sabe ms de lo que dice acerca de su nacimiento.

    Quienquiera que sea, preveo que ha de serles funes

    to. Ellos se han de oponer. Lo dems corre de mi cuen

    ta, y espero que, al cabo, mis miradas han d-2

    verse libres, por el hierro y el fuego, de ese templo odioso.

    N a b a l . Qu es lo que puede inspirar un odio tan

    fuerte? Es que os impulsa el celo por Baal? En cuanto

    a m, ya lo sabis: descendiente de Ismael ( J), ni sir

    vo al Dios de Israel ni a Baal.

    M a t h n . Amigo, puedes creer, acaso, que me de

    je cegar con frvolo celo, por un dolo vano, un leo

    frgil, que a pssar de mis cuidados la carcoma con

    sume cada da sobre su altar? Nacido ministro de Dios

    que se adora en ese templo, tal vez le servira an

    (x) Hijo de Abraham y de Agar, antepasado del pueblo ismaelita*Que ee hizo idlatra.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    JUAN HACINE

    Mathn si el amor de las grandezas, la sed de man

    dar, pudieran acomodarse con su estrecho yugo. Es

    necesario que te recuerde, Nabal, la famosa querellaentre Joad y yo, cuando os disputarle el incensa

    rio 1) ; mis intrigas, mis peleas, mis splicas, mi des

    esperacin? Vencido por l, tom otro camino, y mi

    alma se someti enteramente a la Corte. Me fui acer

    cando por grados al odo de los reyes, y pronto se eri

    gi mi voz en orculo. Estudiaba su corazn, halagaba

    sus caprichos, sembraba de flores los bordes de los

    precipicios. En comparacin con sus pasiones nada ha

    ba sagrado para m; de peso y de medida cambiaba

    a su gusto. En tanto que la inflexible rudeza de Joad

    ofenda la molicie de sus soberbios odos, yo les com

    placa con mi ingenio, hurtando la triste verdad a sus

    ojos, prestando una apariencia favorable a sus cleras,y prodigando, sobre todo, la sangre de los misera

    bles. En fin, al nuevo Dios que ella introdujo, le fu

    construido un templo por mano de Athala. Llor Je-

    rusalem por verse profanada; consternada la descen

    dencia de David, elev hasta el cielo horribles lamen

    taciones. Desertor de la ley, aprob la empresa, y por ello merec el sacerdocio de Baal. As me convert en

    terrible para mi rival, ce la tiara y me coloqu a la

    par de l. Sin embargo, lo confieso, del Dios que he

    abandonado, la importuna memoria lanza sobre mi

    alma un dejo de terror; y ello es lo que redobla y

    alimenta mi furia. Dichoso si, concluyendo mi ven

    ganza sobre su templo, puedo convencerle, por lti

    mo, de su impotencia, y entre las ruinas, la deso

    lacin y las muertes, a fuerza de atentados, puedo

    acallar todos mis remordimientos! Mas, he aqu aJoad.

    O ) Es decir, la dignidad de sacerdote.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T B A L t A U7

    ESCENA CUARTA

    Jo s a b e t , M a t h n , N a b a l .

    M a t h n . Enviado por la reina para restablecer la

    calma y disipar el odio, no os sorprendis de que me

    dirija a vos, princesa, a la que el cielo concedi un es

    poso tan dulce. Un rumor, al que sin embargo he

    considerado como falaz, confirmando las advertenciasque ella recib.i en sueos, iba a hacer que su clera

    estallase contra Joad, acusado de peligrosos complots.

    No quiero, en modo alguno, ensalzaros aqu mi inter

    vencin. Conozco las injusticias de Joad en mi dao;pero es necesario oponer a las ofensas los beneficios.

    En fin, ello es que vengo comisionado con palabras de

    paz. Vivid, celebrad vuestras fiestas sin desconfianza.Ella no desea ms que un testimonio de vuestra obe

    diencia: se trata he hecho cuanto he podido porque

    desistiera de ese nio sin padres, que ella dice ha

    ber visto.

    Jo s a b e t . Eliacn!

    M a t h n . Yo me avergenzo un tanto por ella.Tal vez ha hecho demasiado caso de un sueo sin im

    portancia. Pero os declararis sus mortales enemigos,

    si inmediatamente no es entregado ese nio a mis

    manos. La reina espera impacientemente vuestra res

    puesta.

    Jo s a b e t . He aqu la paz que de parte de ella senos anuncia!

    M a t h n . Podrais dudar, por un momento, de

    aceptarla?

    Jo s a b e t . Me habra admirado de que Mathn,

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    48 J U A N R A C I N E

    despojndose de hipocresa, hubiera podido sobrepa

    sar a la injusticia en su corazn, y de que, funesto

    inventor de tantos males, pudiera ser el autor de alguna ligera sombra de bien.

    M a t h n . De qu es de lo que os quejis? Se

    ha venido a arrancar furiosamente de vuestras bra

    zos a vuestro hijo Zacaras? Quin es ese otro nio

    tan caro para vuestro amor? Tambin a m me sor

    prende tan gran afecto. Tan preciado, tan raro tesoro es para vos? Se trata de un libertador que os

    prepara el cielo? Pensadlo: vuestra negativa podra

    confirmarme un sordo rumor que ya comienza a es

    parcirse.

    Jo s a b e t . Qu rumor?

    M a t h n . El de que este nio procede de un ilustre origen; que vuestro esposo a algn gran proyecto

    le tiene destinado.

    Jo s a b e t . Y Mathn, por ese rumor que da una

    falsa esperanza a su ira...

    M a t h n . Princesa, a vos os corresponde sacarmedel error. S que, implacable enemiga de la menti

    ra, Jorad dara su propia vida incluso, si fuera pre

    ciso que ella le costase a su sinceridad la menor pa

    labra contra lo verdadero. No se posee, pues, ningn

    indicio del origen de este nio? Una profunda no

    che rodea a su raza? Ignoris vos misma quines

    han sido sus padres, y de qu manos lo recibi Joaden sus brazos? Hablad; yo os escucho y estoy dis

    puesto a creeros. Rendid, seora, con vuestra since

    ridad, homenaje al Dios que servs.

    Jo s a b e t . Malvado, bien podis nombrar de este

    modo a un Dios que vuestra boca ensea a blasfemar.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L I A 4 9

    Puede manifestrseos su verdad, a vos, desgraciado,

    que os sentis en un plpito apestado, en el que reina

    la mentira y extiende su veneno; vos, alimentado porel engao y la traicin?

    ESCENA QUINTA

    Jo a d , Jo s a b e t , M a t h n , N a b a l .

    Jo a d . Dnde estoy? Es al sacerdote de Baal l

    que veo? Cmo?, hablis a ese traidor, hija de

    David? Y vos no temis que del fondo del abismo,

    entreabierto ante sus pies, surjan al momento las lla

    mas que os abrasen, o que cayendo sobre l esos mu

    ros, os aplasten? Qu es lo que quiere? Cmo viene

    a infectar este enemigo de Dios el aire que se respiraen este lugar?

    M a t h n . Bien se conoce a Joad en esa Irritacin.

    Sin embargo, debera demostrar algo ms de pruden

    cia, respetar a una reina y no ultrajar a aquel a quien

    se ha dignado encargarle que trasmita una orden.

    Jo a d . Y bien, qu cosa siniestra es la que quiere anunciarnos? Cul ser la espantable orden que

    trasmita semejante ministro?

    M a t h n . Ya he hecho saber a Josabet sus deseos.

    Jo a d . Sal. entonces, de delante de m, monstruo

    de impiedad. T7 e a colmar la medida de todos tus

    horrores. Dios se dispone a reunirte con la raza per

    jura de Abirn y Dathan, Doeg y Achitophel O ) . Los

    perros, a quienes su brazo entreg Jezabel, esperando

    1) Abirn y Dathan, habindose rebelado contra Moiss, fuerontragados por el abismo que ge abri a sus pies. Doeg, por haber denunciado a Sal al pontfice Achimelec, quien haba prestado apoyoa David, fu maldecido por ste. Achitophel, habiendo llevado a Ab- saln a la rebelda contra David, desesperado, se ahorc.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    5 0 JUAN RACINE

    desplegar su furor sobre ti, ya se hallan ante la puer

    ta reclamando su presa.

    M a t h n . (Turbndose.)Antes de que concluya elda... se ver quin de nosotros... deba... Mas, sal

    gamos, Nabal.

    N a b a l . Pero, hacia dnde os encaminis? Qu

    desorden se ha apoderado de la confusin de vuestros

    sentidos? He aqu vuestro camino.

    ESCENA SEXTA

    Jo a d , Jo s a b e t

    Jo s a b e t . Se declara la tempestad. Athala furio

    sa reclama a Eliacn. Ya comienza, seor, a develarse

    el misterio de su nacimiento y de vuestros designios:

    poco ha faltado para que Mathn no me haya dicho el

    nombre de su padre.

    Jo a d . Quin se lo habr revelado al prfido Ma

    thn? Vuestra turbacin, no le habr hablado ms de

    lo debido?

    Jo s a b e t . He hecho cuanto he podido por domi-

    narme. Sin embargo, creedme, seor, el peligro se

    apresura. Reservemos a este nio para tiempos mejo

    res. En tanto que los malvados deliberan entre s, an

    tes de que se le cerque, antes de que nos lo arranquen,

    consentid que por segunda vez lo esconda. Las puer

    tas, los caminos, aun estn abiertos para l. Es nece

    sario llevarlo a los desiertos ms espantosos? Estoydispuesta a ello. Conozco una salida oculta por donde,

    sin que nadie le vea, y sin ser yo vista, atravesando

    con l el torrente de Cedrn, llegar hasta el desierto,

    donde antao llorando y buscando, como nosotros, su

    salvacin en la huida, David evit la persecucin de

    un hijo rebelde. Temer menos para l a los leones y

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L I A $1

    los osos... Pero, por qu rechazar l yud^.-H^Jeh?

    Tal vez os sugiero una saludable medit, Hafamos

    depositario de este tesoro a Jeh. Hoy pusde=ondu~crsele a sus Estados, y el camino que lleva hasta all

    es corto. El corazn de Jeh no es inexorable, fexoss;

    el nombre de David es favorable a sus odos. Ay!,

    puede existir un rey tan duro y cruel, como no sea

    teniendo por madre a otra Jezabel, que no pueda con

    dolerse de infortunio de tal suplicante? No es comn

    a todos los reyes su causa?

    Jo a d . Qu endebles proyectos os atrevis a su

    gerirme? Podrais confiar en el apoyo de Jeh?

    Jo s a b e t . Es que prohbe Dios cualquier cuidado

    y cualquier clase de providencia? No se le ofende,

    acaso, con una confianza excesiva? Empleando a los

    humanos para su sacrosantos designios, no ha armadol mismo el brazo de Jeh?

    Jo a d . Jeh, al que haba escogido su profunda sa

    bidura, Jeh, sobre el que veo que se fundan vuestras

    esperanzas, ha pagado sus beneficios con un olvido

    lleno de ingratitud. Jeh deja en paz a la espantosa

    hija de Achab, sigue los profanos ejemplos de los reyes de Israel y ha conservado los templos del vil Dios

    de Egipto. Jeh, en fin, osando ofrecer sobre los altos

    lugares C1) un temerario incienso, que Dios no puede

    sufrir, no tiene para servir su causa ni un corazn

    muy noble ni unas manos suficientemente puras. No,

    no: es slo en Dios en quien debemos confiarnos. Mos

    tremos a Eliacn; y, lejos de ocultarle, que sea adornada su cabeza con la cinta real. Yo mismo quiero

    adelantar la hora fijada para ello, antes de que hayan

    fraguado los planes de Mathn.

    ( i ) Templos edificados en las alturas. Estaba prohibido sacrificardesde Que fu construido el templo de Salomn.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    5 2 JUAN RAC1NB

    ESCENA SPTIMA

    Joad, Josabet, Azaras, segu i d o d el Coro y d e va r i o s

    l e v i t a s .

    Jo a d . Y bien, Azaras, est cerrado el templo?

    A za r a s . He dado dos veces la vuelta alrededorde cus muros sagrados. Todos han huido, se han sepa

    rado sin volver, rebao miserable al que ha dispersado

    el temor; y Dios no es obedecido ms que por la tribu

    santa 1). Nunca se haba apoderado de este pueblo

    un tan grande temor desde que escapara de Faran.

    Jo a d . Pueblo oprobioso, ciertamente, y nacido para la esclavitud, slo atrevido contra Dios. Prosiga

    mos nuestro empresa. Pero, quin retendr an a es

    tas muchachas entre nosotros?

    U n a de l a s m u c h a c h a s d e l c o r o

    Ah!, podramos separarnos nosotras de vos, seor? Somos, acaso, extraas en el templo del Seor?

    Junto a vos tenis a nuestros padres y a nuestros hermanos.

    O t r a

    Ay!, si para vengar el oprobio de Israel, no pue

    den nuestras manos, como en otros tiempos las de Ja-hel ( 2), destrozar la cabeza impa de los enemigos de

    Dios, podemos, al menos inmolarle nuestras vidas.

    Cuando vuestros brazos combatan por su templo ata

    i1) La tribu ce Lev.(2) Sisara, jefe del ejrcito cananeo, vencido, se refugi en la tien

    da de Jahe, mujer de Haber. Mientras dorma, ella le mat hundindole un clavo en la cabeza.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L I A SS

    cado, con nuestras lgrimas, al menos, puede ser in

    vocado.Jo a d . He aqu, pues, qu vengadores se preparan

    para semejante causa: sacerdotes, nios, oh, eterna

    Sabidura! Mas si T les sostienes, qu puede que

    brantarles? De la tumba sabes llamarnos, cuando lo

    deseas. T hieres y curas; haces morir y resucitas. No

    confan en sus mritos propios, sino en tu nombre,

    invocadoen su ayuda tantas veces, y en tus promesas

    juradas al ms santo de los reyes, en ese templo del

    que haces sagrada morada, y que debe igualar a la

    duracin del sol. Pero, por qu se estremece mi cora

    zn con un santo temor? Es que el espritu divino

    se apodera de m? Es l mismo. Me ilumina. Habla. Se

    abren mis ojos y se descubren ante mis ojos siglos oscuros. Levitas, prestadme los acordes de vuestros him

    nos y secundad los transportes de esa divina agitacin.

    El Co r o canta siguiendo la msica de toda sinfona

    de los instrumentos.

    Que se haga escuchar la voz del Seory su orculo divino para nosotros sea

    como en la primaveradel alba a las hierbas el frescor.

    Jo a d . Escuchad, cielos, mi voz; presta odos, tie

    rra. No digas ms, oh Jacob, que tu Seor duerme. Pe

    cadores, desapareced: el Seor se despierta.(Vuelve a empezar aqu la sinfona, y Joad toma en

    seguida la palabra nuevamente.)

    Cmo ha podido cambiarse en plomo vil el oro pu

    ro? Quin es ese pontfice degollado en el santo lu

    gar? Llora, Jerusaln, llora, ciudad prfida, des

    venturada homicida de los divinos profetas! Tu Dios

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    5 4 JUAN HACINE

    se ha despojado de su amor hacia ti. A sus ojos tu in

    cienso es incienso mancillado. Adonde conducs a esosnios y a esas mujeres? El Seor ha destruido a la

    reina de las ciudades. Estn cautivos sus sacerdotes,

    destronados sus reyes. Dios ya no quiere que se acuda

    a sus solemnidades. Templo, derrcate! Cedros, lla

    mead! Jerusaln, causante de mi dolor, qu mano

    en un slo da te ha arrebatado todos tus encantos?

    Quin cambiar mis ojos en dos fuentes de lgrimaspara llorar tu desventura?

    A za r a s . Oh, santo Templo!

    Jo r a d . Oh, David!

    E l Co r o . Dios de Sin, renueva, renueva en su

    favor tus antiguos beneficios!(La sinfona recomienza an, y Joad, un momento

    despus, interrumpe:)

    Jo a d

    Qu nueva Jerusaln

    surge del desierto en radiante claridady ostenta destellos de perennidad?

    Pueblos del orden, ^ cantad!

    Renace, cual nunca, Jerusaln.

    Cmo es que acuden de lo ms apartado

    esos hijos que nunca en su seno ha llevado?

    Jerusaln, levanta, levanta tu cabeza!

    mira a todos los reyes, de tu gloria asombrados,

    reyes de todo el mundo ante ti prosternados,

    que el polvo de tus plantas besan.

    Feliz quien por Sin el alma sienta

    que de santo fervor es hecha presa.

    Vuestro roco, cielos, derramad

    y que la tierra cre el que la ha de salvar.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L A 55

    Jo s a b e t

    Ay!, de dnde nos vendr tan insigne favor,si los antepasados que un tal Salvador...

    Jo ad

    La rica diadema, preparad, Josabet,

    que al santo rey David ci tambin.

    (A los levitas)Y vosotros, seguidme, para armaros

    donde se oculta, lejos de los profanos,

    la formidable pila de lanzas y de espadas

    que en sangre filistea antes fueron templadas,

    que triunfante David, lleno de aos y honores

    al Seor consagr por todos sus favores.

    Para un ms noble uso pueden ser empleadas?Venid, por m mismo os sern entregadas.

    ESCENA OCTAVA

    Sa l o mit h , El Co r o .Sa l o mit h

    Cuntos temores, hermanas, qu mortal turbacin.

    Dios poderoso, son esos los oficios,

    perfumes y sacrificios

    que debieran ofrecerse ante tu ara hoy?

    U n a m u c h a c h a d e l c o r o

    Qu cuadro para nosotras, doloridas.

    Quin creyera que se viesen jams

    criminales espadas y lanzas homicidas

    brillando en esta santa mansin de paz?

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    5 6 J U A N R A C I N E

    Ot r a

    Llena de indiferencia para su Dios, por quJerusaln calla en peligro inminente?

    Por qu, hermanas, en silencio consiente

    que indefensas quedemos, el bravo Abner?

    Sa l o mit h

    Ay!, en Corte sin leyes ni favores

    sino de la violencia,

    donde empleos y honores

    el precio son de una vil obediencia,

    hermanas, por la triste inocencia

    quin alzara clamores?

    O t r aEn este peligro y confusin extrema

    para quin se dispone la sagrada diadema?

    Sa l o mit h

    El Seor dignase a hablar.

    Mas lo que a su profeta revelarha querido, quin nos har saber?

    Al armarse, nos viene a defender?

    Al armarse, nos viene a derribar?

    Todo el coro, can t a

    Oh promesa, amenaza, misterio tenebroso!

    Cuntos males y bienes predichos a la par!

    Cmo el ademn de clera furioso

    con tanto amor concertar?

    Una voz sola.

    Sin perecer. Hechos pavesas

    han de arder sus ornamentos.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L A S7

    O t r a vo z

    Dios protege a Sin! Tiene por fundamentos

    sus,eternas promesas.

    La pr ime r a vo z

    Veo desaparecer su luz resplandeciente.

    La s e g u n d a voz

    Su claridad veo por doquiera esparcida.

    La pr ime r a

    En abismo profundo es sumergida.

    La s e g u n d a Sin a los cielos roza con la frente.

    La pr im e r a

    Qu triste descender!

    La s e g u n d a Qu eterna gloria!

    La pr ime r a

    Qu gritos de dolor!

    La s e g u n d a

    Qu cantos de victoria!

    U n a t e r c e r a v o z

    No nos turbemos ms. Algn da el Seor

    su gran misterio nos revelar.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    58 J U A N R A C I N E

    La s t r e s v o c e s

    Su clera debemos respetar;debemos confiarnos a su amor.

    O t r a v o z

    De un corazn que a ti se rinde,

    mi Dios quin la paz turbar?

    Tu voluntad suprema por doquier persigue,y no se busca jams.

    Sobre la tierra, en el cielo, existe

    ventura mayor que la tranquila paz

    de un corazn que a ti se rinde?

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A C T O C U A R T O

    ESCENA PRIMERA

    Jo s , Jo s a b e t , Za c a r a s Sa l o mit h , Un levita, ElCo r o .

    Sa l o m it h . Junto a mi madre, con paso majestuo

    so, el joven Eliacn se adelanta con mi hermano. En

    tre esos velos, hermanas mas, qu es lo que llevan

    los dos? Cul es esa espada que avanza delante deellos?

    Jo s a b e t (a Zacaras). Hijo mo, poned con respe

    to sobre esta mesa el libro temible de nuestra santa

    Ley. Y vos tambin, amable Eliacn, colocad esta cin

    ta augusta junto al libro divino. Levita, es necesario

    poner, pues as lo ordena Joad, la espada de David al

    lado de su corona.

    Jo s . Qu nuevo espectculo es ste, princesa?

    Por qu ese libro santo, esa espada y esa cinta? Des

    de que el Seor me recibi en su templo nunca he

    visto nada de una pompa semejante.

    Jo s a b e t . Todas vuestras dudas, hijo mo, pronto

    se aclararn.

    Jo s . Queris probar esa cinta en mi frente?

    Ah!, princesa, tened cuidado de no profanar algo glo

    rioso. Respetad la memoria del rey que la ha llevado.

    Un nio infortunado, abandonado a los osos...

    Jo s a b e t (probndole la diadema). Permitid, hijo

    mo: estoy haciendo lo que se me ha ordenado.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    6 0 JUAN RACINE

    Jo s . Pero, si estoy escuchando los sollozos que

    brotan de vuestros labios! Estis llorando, princesa!

    De qu compasin os hallis estremecida? Es que,acaso, presentado en holocausto hoy, como en otro

    tiempo la hija de Jephte, debo apaciguar la clera del

    Seor con mi muerte? Ay!, nada tiene un hijo que no

    pertenezca a su padre.

    Jo s a b e t . He aqu a quien os comunicar los de

    signios de los cielos. No temis nada. Y nosotros, salgamos todos de estos lugares.

    ESCENA SEGUNDA

    Jo a d , Jo s

    Jos (c o r r i en d o h a ci a l os b r a z os d el g r a n s a c er d o t e).

    Padre mo!

    Jo a d . Qu hay, mi hijo?

    Jo s . Qu es, decidme, lo que se prepara?

    Jo a d . Es justo, hijo mo, que os lo declare. Es ne

    cesario que quedis instruido, incluso antes que los dems, de los grandes designios de Dios sobre vos y so

    bre su pueblo. Armaos de valor y de renovada fe. Ha

    llegado el momento de mostrar ese ardor y ese cel

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L A 61

    Jo s . Un rey prudente, as lo ha advertido Dios

    mismo, no debe apoyarse nunca sobre el oro y las riquezas, teme al Seor, su Dios, tiene sin cesar delante

    de l sus preceptos, sus leyes, sus severos juicios, y

    no apesadumbra a sus hermanos con cargas excesivas.

    Jo a d . Y si sobre uno de esos reyes debirais ajus

    tar vuestra conducta, a cul eligirais, hijo mo, para

    pareceros?

    Jo s . David, lleno de un amor fiel para el Seor,

    me parece el ms perfecto modelo de los grandes re

    yes.

    Jo a d . As, pues, no imitarais, en modo alguno,

    en sus excesos a la infiel Joram, al impo Ochozas?

    Jo s . Oh, padre mo!Jo a d . Acabad, decid, qu os parece?

    Jo s . Que pueda perecer como ellos cualquiera

    que se les parezca. Padre mo, en qu forma os veo

    ante m?

    Jo a d

    . ( prosternndose a sus pies) Os rindo, el respeto que le debo a mi rey. De vuestro abuelo David,

    Jos, haceos digno.

    Jo s . Jos? Yo?

    Jo a d . Sabris por qu merced insigne, burlando

    Dios los designios de una madre furiosa (* ), cuando

    ya apoyaba su pual sobre vuestro seno, os cogiy os salv de en medio de la carnicera. Aun no

    habis escapado del todo a su ira. Con el mismo ardor

    que entonces quiso perder en vos al ltimo de los hijos

    de su hijo, su crueldad se dispone a haceros perecer,

    y os persigue todava bajo el nombre que os oculta.

    ( 7) Se refiere a Athala, abuela suya.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    J U A N R A C I N E

    Pero bajo vuestros estandartes, ya he sabido colocar

    a un pueblo obediente y dispuesto a vengaros. Entrad,nobles jefes de las familias sagradas, honradas cada

    cual a su vez con el santo ministerio.

    ESCENA TERCERA

    Jo s , Jo a d , A za r a s , Is m a e l , y los otros tres jefes delos levitas

    Jo a d (prosigue) . Rey, he aqu a los que han de

    vengaros contra vuestros enemigos. Sacerdotes, he

    aqu al rey que os promet.

    A za r a s . Cmo?, es este Eliacn?

    Is m a e l . Cmo?, este nio am able... ?

    Jo a d . Es el verdadero heredero de los reyes de

    Jud, el ltimo nacido de los hijos del triste Ochozas,

    criado, como sabis, bajo el nombre de Jos. De esta

    flor tan tierna, y tan pronto segada todo Jud, como

    vosotros, lamentaba el destino, pues se le crea muerto en unin de sus hermanos. Como ellos, fu alcan

    zado por el prfido cuchillo. Pero Dios supo burlar el

    alcance de la herida mortal, conserv en su pecho el

    calor casi extinto, permiti que, burlando la mirada

    vigilante de los verdugos, Jorad se lo llevase ensan

    grentado contra su seno y, no teniendo su robo otro

    cmplice que yo, escondiera al nio en el templo y lo

    criara.

    Jo s . Ay!, cmo pagar nunca la deuda, padre

    mo, de tanto amor y de tantos beneficios?

    Jo a d . Guardad para otros instantes ese reconoci

    miento. He aqu vuestro rey, vuestra nica esperanza. He procurado hasta ahora conservroslo: Ministros

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L I A 6S

    del Seor, a vosotros os corresponde lo dems. Pronto

    la criminal hija de Jezabel, noticiosa de que Jos anve la luz, en el horror del sepulcro querr hacerlo en

    trar de nuevo. Ya, sin conocerle, quiere degollarle.

    Santos sacerdotes, a vosotros os toca adelantaros a su

    furor. Es necesario concluir la vergonzosa esclavitud

    de los judos, vengar a vuestros prncipes muertos, restablecer vuestra Ley, y hacer que las dos tribus ( x)

    reconozcan a su monarca. La empresa es, sin duda,

    grande y peligrosa. Ataco en su mismo trono a una

    reina llena de orgullo, que contempla a numerosa

    hueste de extranjeros, de infieles hebreos, avanzar

    bajo sus banderas. Mas mi fuerza es la de Dios cuyos

    intereses constituyen mi gua. Pensad que todo Israel

    depende de este nio. Ya este Dios vengador comienza a turbarla, ya, burlando sus precauciones, ha sabi

    do congregaros. Ella nos cree aqu sin armas ni defen

    sa. Coronemos, proclamemos en seguida a Jos. Mar

    chemos afuera, intrpidos soldados del nuevo prnci

    pe, invocando al rbitro de los combates; despertando

    la fe adormecida en los corazones, vayamos a buscar

    a nuestra enemiga hasta en su propio palacio. Y, qu

    corazones, hundidos en un sueo vergonzoso, al ver-

    nos avanzar con este santo despliegue, no se apresu

    rarn a seguir nuestro ejemplo, a seguir a un rey, al

    que Dios mismo ha criado en su templo, al suceor de

    Aarn, seguido de sus sacerdotes, conduciendo al com

    bate a los hijos de Levi, y reverenciadas en las mismas manos de los pueblos las armas que David al Se

    or consagr? Dios, su clera extender sobre sus ene

    migos. Baaos sin miedo en la sangre del infiel; herid

    a los tirios igual que a los israelitas. Es que no des

    cendis de esos famosos levitas que, cuando al dios

    (J) Benjamn y Jud.

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    64 JUAN RACINE

    del Nilo, el rapaz Israel rindi un culto criminal en el

    desierto, consagraron, santamente homicidas de susms queridos padres, sus manos a la Divinidad en la

    sangre de los prfidos, y por esta noble hazaa os con

    cedieron el honor de ser slo en los altares del Seor

    vosotros empleados? Mas ya veo que ardis en deseos

    de seguirme. Jurad, pues, ante todo, sobre este libro

    augusto, a este rey que el cielo os retoma hoy, y pro

    metedle vivir, combatir y morir por l.

    A za r a s . S, juramos aqu por nosotros, y por to

    dos nuestros hermanos, restablecer a Jos en el tro

    no de sus padres, no abandonar el hierro que se colo

    ca entre nuestras manos hasta no haberle vengado de

    todos sus enemigos. Si algn transgresor quebranta

    esta promesa, que experimente, gran Dios, tu furia vengadora: que sus hijos, excluidos con l del n

    mero de tus elegidos, sean relegados al lugar de los

    muertos que no has de conocer.

    Jo a d . Y vos, rey, no juris permanecer fiel en

    todo momento a esta Ley, vuestra norma eterna?

    Jo s . Podra no conformarme a ella?Jo a d . Oh, hijo mo! aun me atrevo a llamaros

    as , permitid esta ternura y perdonad las lgrimas

    que me arrancan por vos bien fundados temores. Cria

    do lejos del trono, ay!, ignoris el venenoso encanto

    de ese fatal honor. Ignoris la embriaguez del poder

    absoluto, la voz encantada de los vergonzosos adula

    dores. Pronto vendrn a deciros que las leyes ms

    santas, enseoreadas de un pueblo vil, deben obedecer

    a los reyes; que un rey no tiene otro freno que el de

    su propia voluntad; que todo debe inmolarlo a su su

    prema grandeza; que el pueblo se halla condenado al

    trabajo y a las lgrimas, y que con frreo cetro pre

    fiere ser gobernado; que si no se halla oprimido, tarde

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    A T H A L A 65

    o temprano ser l quien oprima. As, de engao en

    engao, y de abismo en abismo, corrompiendo la ama

    ble pureza de vuestro carcter, os harn, por ltimo,odiar la verdad, y os pintarn la virtud en una horri

    ble imagen. Ay!, ellos descarriaron al ms sabio de los

    reyes. Jurad sobre este libro, y ante estos testigos, que

    Dios ser siempre la primera de vuestras preocupa

    ciones: que severo para los malvados, y refugio para

    los buenos, tomaris por juez a Dios entre el pobre y vos, acordndoos, hijo mo, de que escondido en este

    lugar, fuisteis pobre como ellos y como ellos hurfano.

    Jo s . Prometo observar lo que la Ley me ordene.

    Mi Dios, castigadme si os abandono.

    Jo a d . V enid: con el leo santo os debo consagrar.

    Entrad, Jos: podis haceros visible.

    ESCENA CUARTA

    Jos, Joad, Josabet, Zacaras, Azaras, etc .

    Sa l o mih , El Coro.

    Jo s a b e t (abrazando a Jos). Oh, Rey, hijo de

    David!

    Jo s . Oh, mi nica madre! Venid, querido Zaca

    ras, a abrazar a vuestro hermano.

    Jo s a b e t (a Zacaras). Prosternaos, hijo mo, a los

    pies de vuestro rey.Jo a d (mientras ellos se abrazan). Podis siem

    pre estar unidos as, hijos mos!

    Jo s a b e t (a Jos). Conocis, pues, qu sangre os

    di la vida?

    Jo s . S, y tambin las manos que sin vos me la

    hubieran quitado.

    A 8

  • 7/27/2019 ATHALA - Jean Racine

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    66 JUAN RACINE

    Jo s a b e t . Ya puedo, por tanto, Jos, llamaros con

    vuestro nombre.

    Jo s . Jos nunca dejar de amaros.

    E l c o r o . Cmo? E s ...