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ASOCIACION DE ODONTO-ESTOMATOLOGIA Sesi6n del día 9 ele en.er.o de 1967 REGULACIONES DEL ORGANISMO J. VEHÍ DENIEL Ante todo debo decir que fue deber mío, según creo, aceptar la pro- posición que me hicieron los antigos y compañeros de Odontología cuan- do me propusieron que les diese alguna comunicación sobre un tema de la Medicina General que pudiese tener interés para ellos. Los que lo solicitaban pertenecen a aquel grupo de compañeros que tanto se esfuerzan para que el nivel de nuestra Odontología se eleve a una altUTa digna de los tiempos en que vivimos. No podía negarme a ello y escogimos el tema "Regulacion es del Organismo" (que titulamos "La Regulación Sistémica del Organismo"), aun conociendo que la enorme complejidad del mismo impediría poderlo desarrollar adecuadamente, en el transcur- so de una charla, aun suponiendo (?) que el charlista estuviese capaci- tado para ello, tratándose de un tema tan complejo y extenso. Nos lanzamos, pues, al tema tratando de dar por lo menos unas cuantas ideas de lo que hemos intentado recoger, asimilar y sintetizar, personalmente. Vamos a empezar haciendo una especie de diseño general de las orga- nizaciones de que se vale el ser humano para llegar a constih.1ir una uni- dad de toda esa enorme complejidad que contiene en mismo. Pues en realidad el Hombre es una complejisima agrupación unitaria de unos sesenta billones de células (según se nos ha dicho), cada una de la.s cuales contiene todos Ios secretos esenciales de la vida y todos los nJVeles básicos que luego expresa la personalidad del hombre. Cada una de esas células, cuyo número total viene a ser equivalente cada hombre) a unas dos mil veces la población total humana de la tierra, posee una vida propia complejisima y, sin embargo, se integra den- tro de la unidad de acción y de reacción del ser humano considerado corn_o unidad indivisible. Y esto es tanto más sorprendente cuanto que, deb1do_ al enorme desgaste del hombre, se tienen que renovm· diariamente uuos Siete mil millones de células. Hasta ahora se nos ha venido diciendo que el hombre estaba formado

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ASOCIACION DE ODONTO-ESTOMATOLOGIA

Sesi6n del día 9 ele en.er.o de 1967

REGULACIONES DEL ORGANISMO

J. VEHÍ DENIEL

Ante todo debo decir que fue deber mío, según creo, aceptar la pro­posición que me hicieron los antigos y compañeros de Odontología cuan­do me propusieron que les diese alguna comunicación sobre un tema de la Medicina General que pudiese tener interés para ellos. Los que lo solicitaban pertenecen a aquel grupo de compañeros que tanto se esfuerzan para que el nivel de nuestra Odontología se eleve a una altUTa digna de los tiempos en que vivimos. No podía negarme a ello y escogimos el tema "Regulaciones del Organismo" (que titulamos "La Regulación Sistémica del Organismo"), aun conociendo que la enorme complejidad del mismo impediría poderlo desarrollar adecuadamente, en el transcur­so de una charla, aun suponiendo (?) que el charlista estuviese capaci­tado para ello, tratándose de un tema tan complejo y extenso.

Nos lanzamos, pues, al tema tratando de dar por lo menos unas cuantas ideas de lo que hemos intentado recoger, asimilar y sintetizar, personalmente.

Vamos a empezar haciendo una especie de diseño general de las orga­nizaciones de que se vale el ser humano para llegar a constih.1ir una uni­dad de toda esa enorme complejidad que contiene en sí mismo.

Pues en realidad el Hombre es una complejisima agrupación unitaria de unos sesenta billones de células (según se nos ha dicho), cada una de la.s cuales contiene todos Ios secretos esenciales de la vida y todos los nJVeles básicos que luego expresa la personalidad del hombre.

Cada una de esas células, cuyo número total viene a ser equivalente (~n cada hombre) a unas dos mil veces la población total humana de la tierra, posee una vida propia complejisima y, sin embargo, se integra den­tro de la unidad de acción y de reacción del ser humano considerado corn_o unidad indivisible. Y esto es tanto más sorprendente cuanto que, deb1do_ al enorme desgaste del hombre, se tienen que renovm· diariamente uuos Siete mil millones de células.

Hasta ahora se nos ha venido diciendo que el hombre estaba formado

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de una parte somática y una parte psíquica: soma y psique. Considera· mos, desde luego, que éste es un concepto demasiado simplista para que pueda adecuarnos eficazmente a lo que la realidad de nuestra actuación, como médicos, exige. Porque si el hombre tiene una "Constitución" en la que se puede aceptar una parte somática y otra "no somática" (o "psi­quica"), también tiene una "Historicidad" íntimamente vinculada con el medio ambiente (cósmico y social), en que vive; debido a esta "Histori­cidad" el hombre se apoya en su pasado, para vivir su presente y proyec· tarse al futuro. Este factor de Historicidad complica enormemente el anticuado concepto de soma y psique con el que parecería que el hombre, una vez constituido, vendría a ser como una cosa rígida a la que el orga· nismo tendría que someterse totalmente, en forma pasiva o estática. Y esto no es así, según creemos. Nos es mucho más aceptable considerar al hombre como la íntima unión de una "cosa organizada" y de una "energía organizadora". Como cosa organizada el hombre posee una materia, pero es una materia que está "encarnada" ; es una materia que ya es materia y psique, al mismo tiempo, es decir, una materia que tiene un sentido. Tener un sentido significa tener un "logos", tener un "verbo". Recordemos la frase bíblica de "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros"; realmente, nuestra carne tiene verbo y, por tanto, no podemos aceptar que exista una parte somática pura.

Esta cosa organizada, se dispone en unos niveles de actuación que, en líneas generales, aparecen claros y de acuerdo con el grado de nues­tros conocimientos actuales y con la finalidad de utilizarlos para fines prác· ticos. Distinguimos así un "nivel vital", un "nivel afectivo-emocional" (o anímico), y un "nivel mental, racional y espiritual". Son tres niveles totalmente distintos, por más que estén íntimamente vinculados.

Por otra parte, estos tres niveles distintos, que presenta el hombre como unidad, los presenta también la célula. Recientes investigacion~s han permitido afu·mar los elementos celulares que representan y ;,on.stJ· tuyen ese "factor energético o vital" a nivel celular; tales serian las rmto· condrias" (verdaderas centrales energéticas de la célula). Otros elementos representarían los talleres en donde se llevan a cabo las actividades ela· horadaras celulares· tales serian los "ribosomas". Finalmente, habría otra parte en donde re~idiría la función rectora (diríamos, la parte mental, racional, espiritual; tal sería el "núcleo"). .

Pues bien, mitocondrias, ribosomas y núcleo, serían los tres ruveles que representarían en lo mínimo, en la célula, en Jo incliviclualísim~o, esos tres grandes niveles que tendría el hombre. No hemos de extranar, no obstante, que al estar formado el hombre por tantos billo 1~ ~s de cél·t~:~ adquieran en su unidad, estos niveles, un relieve y complepclad enmr

1 mente mayores. Así por ejemplo: en el nivel vital necE'sita agrupar

1 a

energía procedente de todas esas microscópicas "centrales" que son as rnitocondrias, celulares. La energía procedente de tantísimas fuentes,

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VEHÍ. OECULACJONES DEL ORGANISMO 403

tiene que sumarse, canalizarse y regirse por unos mecanismos adecuados

que la distribuyan adecuadamente. El Sistema y los mecanismos que pondrían en marcha la energía procedente de tantas fuentes microscópi­

cas, sería el "Sistema Endocrino" al que podríamos considerar como el rector de este primer "nivel vital" del individuo.

Por otra parte, si consideramos al hombre como organizado vertical­

mente, podríamos decir que en un plano superior habría el "nivel afecti­vo-emocional" en el que se produciría, como si dijésemos, la elaboración

de estas energías que luego se emplearían en actuaciones del organismo. \'endría a ser como una especie de "caldera de las emociones" a donde

iría a parar toda energfa procedente, tanto del individuo, como de los estímulos del exterior, antes de convertirse en acciones - previo su paso por el nivel superior o mental -. El correlato anátomo-fisiol6gico que

correspondería a este nivel afectivo-emocional sería el Sistema Endotropo o Preferencial de Príbram (con el Limbo, el Diencéfalo, los embalses me­dulares y bulbo-protuberanciales, el Sistema Reticular Ascendente, los

Ganglios y el Neuro-Vegetativo). Y ya a un nivel más elevado tendríamos el "nivel mental" (racional,

crítico, creador y espiritual) que es el que regiría, en último término, a todo el organismo; como jefe supremo del organismo, es el que recibiría

todas las informaciones, todas las energías y todos los recursos del indi­viduo. Su correlato anátomo-fisiológico sería la Corteza Cerebral, el neo­

c6rtex. Este Jefe Superior sería el que daría las órdenes definitivas de la forma de comportarse el sujeto. Pero las energías de que dispone y puede manejar, han tenido que crearse a un nivel vital, han tenido que

ser conducidas y elaboradas en un nivel afectivo-emocional y, sólo enton­ces, llegan al destino supremo de la mente en donde se decide, en último

extremo, su destiuo dentro del concepto de esa unidad global que es el hombre.

Los correlatos anátomo-fisiológicos de estos "tres niveles" de la per­sonalidad, estarían lntimamente interrelacionados en una mutua y recí­proca dependencia jera1·quizada "verticalmente", podríamos decir.

Así, el Sistema Endocrino o Vital, tendería a la mayor potencia eje­cutiva, a la acción por la acción. El Sistema Endotropo o Preferencial (ni­vel afectivo-emocional), tendería a la discriminación y regulación de las

E.rn()ci?nes Positivas y Negativas, de lo Agradable y Desagradable, de lo Smtóruco y lo Distónico. Y Ja Corteza Cerebral o Neo-Córtex (nivel men­tal, racional, crítico, creador y espiritual), tendería a discriminar, regular,

establecer y actuar, de acuerdo con las diferencias entre lo Justo e In­JUSto, lo Bueno y lo Malo lo Acertado y lo Erróneo, lo Debido v lo In-debido. ' ·

~os tres niveles, vital, emocional y filosófico-ético , deben actuar por medio de sus conelatos mencionados, en forma mancomunada y armónica,

para que el sujeto pueda desarrollar la mayor parte de sus capacidades

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potenciales viables (en relación con su medio ambiente) y poder conse­guir, de esta forma, el mantenimiento de su salud, su equilibrio y de su orientación vital.

En el nivel, más bajo, de la vitalidad es en donde se vería más clara­mente la parte "material" del ser humano; es donde se realizan los pro­cesos físico-químicos más patentes y constituyen la parte más impor­tante del dominio de la Biología. En cambio, ese nivel en el que existen tmas "emociones", una elaboración de energías con el fin de encauzarlas en un sentido u otro, es un hecho que se sale ya en cierto modo de la realidad material del cuerpo y hace su estudio científico mucho más difí. cil; se reservan para él, unos estudios más vagos de Psicología.

Pero por otra parte, tanto la cosa organizada como la energía organi­zadora, que el hombre es, sólo tienen un sentido real cuando se los rela­ciona con el medio ambiente en que vive. Pues este medio ambiente in­fluye tan poderosamente sobre el organismo que sin él, no puede des­arrollar sus capacidades. Por lo tanto, aparte de una Biología que abarca principalmente su nivel vital y de una Psicología que comprende sobre todo su nivel afectivo-emocional, el hombre tiene también forzosamente una Sociología que se ocupa de esta relación suya con el medio ambiente. Ahora bien, desde un punto de vista del estudio científico, inclinado na­turalmente por su sistema de trabajo hacia la comprensión racional de los principios y las leyes naturales de sus experimentos que le hacen pro­gresar apoyándose en la lógica de la matemática, se encuentra que '1o matemático" encaja bien dentro del terreno de la Biología pero que se distancia bastante en el campo de la Psicología y mucho más en el de la Sociología. La Biología sería la que estaría más acorde con las disci­plinas matemáticas. Y no obstante debemos citar, a este respecto, una célebre frase que escribió EINSTEIN en "Geometrie und Erfahrung" (Ber­lín, 1921) y que dice: "En la medida que las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son ciertas y ·en :la medida en que son ciertas, no se refieren a la realidad". Y si este crite1io ele EINSTEIN llega a desco­nectar la relación que pueda existir entre las matemáticas y la Realidad Biológica, podemos imaginar el grado de descone:dón que existirá dentro del terreno de la Psicología y del de la Sociología.

Ahora bien, la Biología apoyándose cuanto ha r-odido en las ro~temá­ticas, ha logrado establecer un estudio del Metabolismo Físico-Quimico de esta parte vital del ser humano; este Metabolismo, Lan indiscutible Y tan bien estudiado en la Medicina actual ha descuidado, sin embargo, otros tipos de Metabolismo q"\]e son tanto o más importantes que _el físico-quí­mico: nos referimos al Metabolismo Psíquico y al Metabohsn~o Intelec­tual. El primero sería el que elaboraría las energías del ln~~mto en su relación con los estímulos procedentes del medio ambiente, .,rmentra~ que el segundo decidiría su utilización, prevía su consulta a los valores que ha aceptado como propios.

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VEHÍ. REGULACIONES DEL ORCA.NJSMO 405

ESQUEMA PRIMERO. «SISTEMA ENDOCRINO,

3.•r Nivel (ideas) 2.0 Nivel (emociones)

Corteza cerebral limbo

~~ Vo~•~P. Hipoltála mo

_ A. D.~ J.•r Nivel (Bios) •Tejidos

••ó• __¿plófi~~-T.H. -Momo

Út"o-----/_../"" T. T. '

Gónadas Tiroides Suprarrenales

ESQUEMA SEGUNDO. CIRCUITO CIBERNETICO

DE LAS «CONSTANTES BIOLOGICAS•

Efecto («constante•)

. ?on el eStablecimiento de todos estos mecanismos, el hombre conse­rna s.u H:omeostasia ~ permanencia de unas cons~antes relativ~s a pesar e los mcesantes cambiOs que ex-perimenta. Es as1 como los alimentos y

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406 ANALES. SECCIÓK cmUGÍA

productos químicos, las emociones y las ideas y conceptos, intervendrían dentro de su nivel correspondiente para ser asimilados, anabolizado.s, dentro del metabolismo global del hombre ayudando a establecer su ho­meostasia general. Y cualquier alteración o deficiencia del metabolismo par~i,al de un nive.l determjnado,. podría acarrear trastornos que reper· cubnan en la totalidad del orgamsmo. Se nos aparece claro, según esto, que si el hombre no maneja bien su metabolismo psíquico (emocional) 0

mental, tenderá a alterar el metabolismo físico-químico que es el más conocido y estudiado hasta ahora. Y es porque la energía del instinto tiene una fase de proyección hacia afuera, hacia el medio ambiente; pero esto tiene que hacerlo, precisamente, a través de los "otros", porque el hombre es un ser radicalmente social y para poder tener una relación, adecuada, con el m~dio ambiente cósmico, lo tiene que hacer forzosamente a tra· vés de los otros seres humanos que constituyen, como medio ambiente social, su intermediario natural con el resto de la naturaleza. Esto nos podría explicar, quizás, el por qué muchas personas que al parecer son vigorosas y fuertes, pueden derrumbarse con g1·an facilidad por falta de un adecuado manejo de su metabolismo emocional y mental, dependien· tes de la relación social. Pero para "cosechar" en estos niveles, precisa también "sembrar" y si el sujeto no enfrenta sus emociones, sus ideas~· sus conceptos, con los de los ojos, esta cosecha puede ser deficiente. Ven· dría a ser algo así como aquel famoso efecto "bumerang": el sujeto Jan· 1 zarfa hacia los otros, sus emociones, sus ideas y conceptos, pero con una fuerza intencional adecuada que permitiese su retorno cargado con una nueva energía, necesm·ia para su propio equilibrio. Esto vendrfa a ser lo 1 que podría proporcionar al hombre un balance emocional equilibrado Y

un acertado orden de ideas que, influyendo sobre su metabolismo fisico· químico, contribuyese al mantenimiento de su salud y equilibrio global.

Los tres niveles de la personalidad y, por tanto, sus representantes somáticos, están intimamente vinculados. Así, el neo-córtex o corteza ce· rebral está íntimamente conectado con el sistema limbico y con los nÍI· cleos opto-estriados; los núcleos diencefálicos, hipotalámicos, están a su vez íntimamente conexionados (por contigüidad y por la vena portal del tallo hipoflsario), con la hipófisis y a través de ella (como cabeza rect?~ del sistema endocrino), con la mayor parte de las glándulas de secrecwu interna, así como con muchos órganos y tejidos. .

Pero además de estas conexiones tan aparentes, existen muchas .otras (nerviosas y humorales) que aseguran y garantizan las recíprocas 1~or· maciones y acciones, contribuyendo al regular funcionamiento de los 1.n6· nitos "automatismos cibernéticos" que hacen posible lR vida del suJeto en términos de "economfa" org<tnica. .

Claro está que estas regulaciones automáticas pagan a veces un tn· buto en forma de "trastornos del sujeto" que pueden, incluso, llegar a ser graves. Por ejemplo: En la circulación sanguínea a b·avés de los vaso.s,

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VEHÍ. RECOLACIONES DEL ORCANISMO 407

el volumen y la tensión de la sangre arterial tienen "Jegu]aciones automá­ticas" que dependen de los "osmorreceptores del seno carotideo" y de los "volumreceptores de la aurícula izquierda", por una parte; y por otra, tienen interpolada a la "aldosterona suprarrenal" en su regulación. Pues bien: cuando existe hipersensibilidad del seno carotídeo (por la causa que sea), una ligerísima hipertensión emocional o circunstancial, o una ligera presión sobre la región del seno carotídeo, o una intensa flexión de la cabeza hacia ab·ás, puede desencadenar un reflejo exagerado con caída

:: 1 tensional, paro cardíaco y colapso. En cuanto al caso de la "aldosterona", cuando disminuye el volumen bemático circulante se libera aldosterona

·e que hace que el riñón recupere por reabsorción, una mayor cantidad de

1· sodio y de agua de lo que hace normalmente. Pero en el caso de las ascitis y grandes edemas (en que el organismo tiene necesidad de eliminar contenido hídlico) y en el que el volumen hemático suele estar disminuido,

JS 1 el automatismo de la a]dosterona funciona igual y da lugar a un resultado n paradójico, estúpido, ya que el "biperaldosteronismo secundado" que se ;~ produce da por resultado una mayor retención de sodio y de agua que

empeora la hidropesía ·o los edemas. Para romper este "automatismo regu­lador", que ahora es patológico, suele hacerse dando "espirolactonas" que engañan al mecanismo regulador automático; las espirolactonas son sus­tancias quimicas muy semejantes a la aldosterona, pero inertes para el mecanismo Establecen tma sustitución competitiva con la aldosterona, que deja de incrementarse y se evita así la retención hídrica y salina, con lo que se consigue la e1iminación necesru·ia y deseada.

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Otro ejemplo interesante y curioso es el estudiado por el laboratorio de Fisiologia Aplicada de Tolosa, referente a "La sed de los náufragos": consistía en que éstos tomasen en forma de "rapé" po1· la nariz, polvos de lóbulo posterior de la hipófisis (ricos en ADH u hormona antidiurétíca); haciendo esto varias veces al dfa, el náufrago podía beber agua del mar ~ando tuviese sed. Todo iba bien pero a condición de que el náufrago estuviese tranquilo y no se angustiase" pues, de lo contrari<>, fallaba su

eficacia y fracasaba totalmente. Esto es debido a que la hormona antidiu­retica hipoBsaria determina abundante eliminación salina y escasa elimi­nación de agua; pero esta hormona antídiuréticn es fácilmente neutralizada por hormonas de migen suprarrenal, de efectos contrarios, y que actúan tan pronto como el sujeto se excita o intranquiliza .

Vemos en estos ejemplos citados, cómo las regulaciones que se esta­~lecen en el organismo de forma automática, pueden interferirse y modi-6~a~se por otras regulaciones cuyos "mandos" corresponden a un nivel dishnto de la persona . . El sistema endocrino sería, según entendemos, el que 1·egiria el nivel

VItal de la persona. Porque, claro está que si concedemos un valor real a estos niveles de los que hablamos debe ser, siempre, apoyándolos en unas estructuras, organizaciones y modos de acci6n, que les sean propios,

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408 ANALES. SECCIÓN cm~;CÍA

aunque estén estrechamente vinculados con los otros niveles y jerarqui­zados "verticalmente" dentro de la organización global, unitaria, del ser hwnano.

La hipófisis representaría, en líneas generales, el mando rector de este sistema endocrino; de ella partirían los estímulos ejecutivos que deter­minarían el funcionamiento de las cápsulas suprarrenales, del tiroides, de las gónadas (testículo u ovario), así como el de muchos órganos conside­rados como no endocrinos: riñón, vasos, útero, mamas, tejidos en gene­ral. Pero ¿cuándo y cómo funciona esta hipófisis? Veamos el esquema sim­plificado que presentamos:

Los núcleos diencefálicos del hipotálamo (paraventriculares, supraóp­ticos, etc.) segregan unos factores hormonales (neurocrinina), que actúan estimulando a la hipófisis en un sentido determinado. Cuando dichos nú­cleos reciben un estímulo de la corteza cerebral (tercer nivel) o del limbo (segundo nivel), entran en funcionamiento específico. De esto se deduce ya, la gran importancia que para el sistema endocrino tienen las ideas y las emociones del sujeto. Y hasta tal punto es así que, dichas ideas y di­chas emociones, actúan incluso a gran distancia y, prescindiendo de la hipófisis, provocan por ejemplo la secreción de adrenalina en la médula suprarrenal, por una acción directa llevada a través de las fibras pre­ganglionares de los nervios esplácnicos. Tal sucede en el miedo, la an- / : gustia, ira, etc.

Volviendo a nuestro esquema, cuando la hipófisis recibe un estímulo específico, a través del hipotálamo, entra en funcionamiento segregando, o bien "corticotropinas" que estimulan las cortezas suprarrenales, o "tiro­tropinas" que excitan al tiroides, o "gonadotropinas" que estimulan las glándulas sexuales, etc. Y es curioso señalar que, según parece, un solo estímulo procedente del sistema límbico o de la corteza cerebral, basta para desencadenar este mecanismo que tiende a persistir en su funciona­miento mediante la creación de un circuito cibernético con fijación de un "patrón" que, automáticamente, tiende a conservarse sin nuevas i~ter­venciones de estímulos superiores. Sólo cuando estos centros supenores den "contraestímulos", inhibidores o modificadores, podrá cesar el auto· matismo establecido. Se crearían así sistemas cibernéticos que ya no ne­cesitarían la estimulación de "órdenes superiores" o gue, incluso, se re- ( .:_·_ sistirian a obedecer dichas órnenP.s. Por f!jemplo: si el estímulo ha pro­ducido una cantidad x de sustancia gonadal en el suero sanguíneo, en el momento que esta concentración disminuye, "automáticamente" Y sin ne­cesidad de los mandos superiores, vuelve a estimularse para mantener esa "constante". Es asi como probablemente se irfan estableciendo muchas, o la mayor parte, de las "constantes del organismo". Vendría a se~· como una "organización de tipo económico" que restringiría al máx.uno la intervención de los centros superiores. Pero es importante desta~ar _q~e el establecimiento de estos circuitos cibernéticos partieron, en prmCJpiO,

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vc;nf. REGUT.ACrON'F.S mu. ORGANISMO 409

de centros superiores que los determinaron. Esto ha hecho decir a BEACH

(en su libro, "Hormonas y Comportamiento") que, "cuando la complejidad biológica es muy grande (como es el caso del hombre), las influencias hor­monales se desposeen grandemente de importancia en cuanto a su influen­cia en el comportamiento del ser. La hormona sería el "combustible", dice, pero la personalidad seria el "motor"; y cuando el motor no está a punto, es inútil aumentar el "octanaje" o cambiar de gasolina. Así, la "homose­xualidad" de cualquier tipo, por ejemplo, no se resuelve con inyecciones de sustancia testicular u ovárica."

Las específicas secreciones hormonales de la hjpó.Bsis determinan, tam­bién, el establecimiento de muchos otros circuitos cibernéticos que regu­lan el funcionamiento del riñón, los vasos sanguíneos, el útero, las mamas r los tejidos en general (véase el esquema).

Hay también otros mecanismos hormonales cuyo funcionamiento es distinto al de este esquema: ya hemos citado el de la aldosterona que depende del contenido sodio-potasio de la sangre. Citaremos también el de la insulina del páncreas, que se estimula por ]a concentración de azúcar en la sangre; la hormona paratiroiclea, por la concentración hemática ele

~ calcio; la vasopresina y la hormona antidiurética (hipofisarias) (ADH), esti-~l muladas por los osmorreceptores de la carótida interna y los volumrecep­

tores de la auricula izquierda. También hay estímulos físicos o químicos específicos. Por ejemplo: El frío estimula el tiroides.

1

La anoxia, estimula la médula suprarrenal. La nicotina estimula la ADH hipofisaria que es antidiurética. El alcohol inhibe la ADH y provoca dimesis .

.J La relajación y las emociones y paraemociones positivas, estimulan la ;j

1 STH hipofisaria (hormona anabólica del crecimiento, de la recupe1·ación Y de los procesos inmunitarios), que ejerce su plena función cuando se

J~ le asocia insulina en cantidad adecuada (y que es estimulada por el azú­ear sanguíneo).

Las hormonas tienen unas acciones básicas sobre todas las células: 1 La insulina permeabiliza las células a los hidratos de carbono.

La STH (hormona del crecimiento), favorece la síntesis de las proteí­nas, y los mecanismos inmunitarios.

La tiroxina, hincha las "mitocondrias" (centrales energéticas celula­res).

Los colesteroides, favorecen la síntesis de los lípidos. El segundo nivel, afectivo-emocional, túnico o anímico, estaría repre­

s~ntado por el sistema endotropo o preferencial de Pribram. En este Sistema, aunque el llamado "sistema límbico" aparece como situado a la cabeza del mismo, sin embargo, actúa todo él tan mancomunadamente que sus distintas formaciones y organizaciones (el diencéfalo, los embalses medulares y bulbo-protuberanciales, el sistema reticular ascendente, los

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ganglios y el nema-vegetativo), tienen todas casi tan acusada importancia y juegan un papel casi equivalente al del sistema limbico. Desde el punto de vista práctico, este sistema endotropo o preferencial, se resuelve en dos graneles sistemas dinamógenos que estarían al servicio de esas dos actitudes básicas que, con un lenguaje orteguiano, denominaríamos: "al­teración" y "ensimismamjento".

Al servicio de la alteración, estaria el sistema dinamógeno ergotropo que favorecería, encauzarla y presidiría las funciones catabóücas, el gasto, el dispendio energético, y cnyos agentes ejecutivos estarían representados por el sistema simpático. Y al servicio del ensimismamiento estada el sis­tema dinamógeno lrofotropo <1ue favorecería, encauzaría y presidiría las hmciones anabólicas, inmunitarias r de fortalecimiento y almacenamien­to illterior; sus mecanismos ejecutivos correrían a cargo del sistema para­simpático.

El primero estaría al servicio de la "reacción de alerta", de la actividad, de la lucha, de la intranquilidad y del desec1uilibrio necesario para hacer frente al mundo exterior al c1ue hay que adaptarse y tmtor de dominar.

El segundo, estaría al servicio de la b·anquilidad, de la calma, del almacenamiento de reservas, energías y reequílibrios interiores, como pre· paración para los nuevos esfuerzos que sean necesarios.

Los estímulos exigitivos, así como las emociones y paraemociones ne­gativas y alteradoras, lograrían disparar el sistema simpático.

Los estímulos acogedores o no-exigitivos, y las emociones y paraemo­ciones positivas y tranquilizadoras, estimularían o incrementarían la ac­tuación del sistema parasimpático.

Tanto los estímulos "estabilizadores" o trofotropos, como los "altera­dores" o ergotropos, influirían en casi todos Jos procesos del organismo, incluso en su bemograma y en sus reacciones inmunitarias. Dijo MAPELLr

a este respecto, en 1928, que las emociones positivas provocaban una acusada tendencia a la leucocitosis y polinucleosis, mientras que las emo­ciones negativas tendían a la Jeucopenía, la neutropenia y la mononu­cleosis. Por su parte, SELYE (el conocido investigador del "stress"), .~n 1926 comprobó la disminución de linfocitos y eosinófilos por la ~w?n de las emociones alteradoras. También METALNJJ{OFF hizo investigaciO­nes inoculando cultivos de microbios a animales tratados con caricias Y a otros sin caricias; los primeros reaccionaron con una mayor leucocito~ y con mayor poder de aglutinación que los segundos. Concluyó en 194J que en la lucha cont1·a los microbios era tan importante provocar reac­ciones psí.quicas, como el propio empleo de medicamentos.

En cuanto a los órganos de los sentidos que están más directame_nte vinculados con este sistema endob·opo, representante del segundo mvel de la personalidad, serían: Jos tegumentos y el oído. . .

0 Más detalles sobre el sistema endob:opo y sus modos de funcwn~IDient

fueron expuestos por nosotros en: "El dolor en Odontología" (Rev¡sta Es-

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vEHÍ. REGULACIONES DEL ORCANlSMO 411

pañola de Estomatología, tomo XI, núm. 5, sept.-oct. 1963), en donde cita­mos la bibliografía consultada.

El tercer nivel de la persona está representado por la corteza cerebral

0 neo-córtex, mando supremo del sujeto y sede de su Yo, de su Ego; sería el nivel de la mente, del raciocinio crítico, de la voluntad y del saber, del poder creador y de todo Jo espiritual.

Es también el que está relacionado con el medio ambiente en forma más inmediata y, por tanto, representa el sistema más importante para la adaptación del sujeto al medio ambiente y para la modificación del mis­mo. Todos Jos órganos de los sentidos están a su servicio, pero la vista parece ser el más importante de todos ellos, a tal fin.

En el desarrollo del ser humano, tanto filogenético como ontogenético, es el último en aparecer y adquirir sus plenas capacidades.

Posee capacidades y medios para conservar sus íntimas conexiones con los otros "niveles", vital y emocional, a los que puede y debe regir para lograr y conservar el equilibrio unitario de su ser, su salud y su evolu­dón.

Dispone del gran almacén de la memoria, en donde se hc'lllan archivadas todas las experiencias vivid as y con todos sus detalles "reales", incluso aquellos a los que por no habérseles prestado una atención suficiente, se han olvidado y no se utilizan habitualmente.

1 Posee una "Escala de Conciencia" que prácticamente consta de

muchísimos peldai'íos o "niveles" y que son "conscientes" en su parte más alta, y "St•bconscientes" en su parte media y baja. No atribuimos rea­lidad e interés a lo "totalmente inconsciente" por considerarlo por debajo del primer peldaño vital de la conciencia.

Los instrumentos que maneja este tercer nivel son: la inteligencia y la imaginación (esta última vendría a ser una elaboración del tercer nivel de aquella cualidad, más primitiva, del segundo n ivel que se llamarí:l fantasía),

Las estru<.:turas y organizaciones de la parte "somática" de este ter­cer nivel serían las que manejarían y serían manejadas, a su vez, por aquella "energía organizadora" de que hablamos, que es el más elevado e1]l0nente del ser humano . . Po_r medio de su "saber-y-comprender"', que Je proporciona su inte­lige~CJa, su imaginación y su memoria, puede llegar a variar el compor­tanuento de los otros niveles e incluso de todos o la maym parte de los elementos celulares de su ser (o los más e.6cientes) . . , En él es en donde el pensamiento ha adquirido el poder de la refie­

XIon. Según el nivel de conciencia en que se sitúa ese Jerarca Supremo qu~, es el Yo, se establece un "orden ele ideas" y unas "Escalas de Valo­res que influyen en sus decisiones y comportamiento. Pero como afirmó ~~LGYEst en 1956 "la experiencia emocioual puede conducir a una revi­SJon de los conceptos de valores que el sujeto había constituido a partir

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412 ANALES. SECCIÓN Cll\UGÍA

de su educación ambiental. La ell:periencia emocional puede determinar un cambio, del modo de pensar y de vivir de la persona".

La energía organizadora. Sería una fuerza cuyo origen, intensidad v dirección, dependería de tres factores básicos: La energía vital del ins. tinto; los estímulos y presiones de las circunstancias (medio ambiente so­cial y cósmico), y valoraciones y decisiones del "Yo" (Ego).

Cada acto del ser humano dependería de una "Constelación l. C. E." (Instinto-Circunstancia-Ego).

Cualquier Constelación I. C. E. influyendo sobre alguno de los niveles de la cosa organizada (cuerpo) repercute, favorable o desfavorablemente, 1

en el equilibrio total de la persona, como sistema unitario r!ue es. 1 La emoción sería el intermediario y la consecuencia del enfrentamiento

de deseos, necesidades, estimulaciones del ambiente y valoraciones del Ego. Utilizando una forma de expresión gráfica, aunque poco académica, podríamos decir que "en la caldera de las emociones del hombre (que pertenecería a los dominios de su segundo nivel), se enfrentan y mezclan los impulsos de su qtlerer vivir procedentes del instinto; los del poder vi­vir, que dependen de las circunstancias; y los del saber vivir, de las capn· cidades del Ego. La resultante de la destilación de estos productos, re· presentaría la decisión que informa la actuación del hombre y sus con· secnencias".

FUNCIONAMIENTO POLÍTICO-TÉCNICO DEL ORGANISMO. - Está basado en el establecimiento de las llamadas "constantes biológicas" dadas, en ge· neral, por la herencia genética y modificadas por procesos de adaptación r y por la educación y aprendizaje del individuo.

El número de eslas constantes es muy elevado y en ellas se apoy• el organismo para su funcionamiento. En lú1eas generales y cifras e.~t.l· dísticas, puede decü·se que son casi iguales en todos los sujetos, lo cual permite su estudio global y posibilita los trabajos de investigación. .

Sin embargo, no sólo existen diferencias individuales sino que el m_t~· mo funcionamiento del organismo las está desequilibrando y reequi~· brando constantemente. Por eso el estudio de los desequilibrios y modi· ficaciones que se producen en un momento dado, cuando el sujeto se enfrenta ante determinadas condiciones excepcionales, constituyen d~tos muy valiosos y precisos para enjuiciar una situación y ayudar, médica· mente, a corregirla.

Son ejemplos de estas "Constantes Biol6gicas":

El pulso, 75 pulsaciones por minuto (promedio). La 1·espiración, 17 ciclos por minuto . La temperatura, 36,8 grados centígrados. La reserva alcalina, 54-75 volúmenes por ciento.

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VEHÍ. RECULACION'ES DEL ORCANJSMO

También los contenidos de ciertas sustancias en sangre. Ejemplos:

A2úcar Urea Calcio Sodio Potasio Etc., etc.

1 g por 1.000. 0,25 " " , 0,10 " 3,30 " 0,20 "

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Lo mismo podemos decir del "hemograma" con su "fórmula leucoci­laria", la velocidad de sedimentación de los hematíes; la tensión arterial \' venosa, etc. . Todo esto son ejemplos de las muchísimas constantes con que fun­ciona el organismo y cuyos desequilibrios permiten, en la práctica mé­dica, enjuiciamientos diagnósticos, pronósticos y de tratamiento.

Consideramos de mucho interés el tratar de explicar los medios de c¡ue se siTvc el organismo para el mantenimiento de estas constantes. El mecanismo general de que se vale el organismo para el mantenimiento de estas "constantes", es el "circuito cibemético" (véase el esquema). Lo importante en estos circuitos es el "patrón" que rige en el "reactor", porque la "información que llega aquí (a través del "feed-back" o lazo retroactivo), al ser comparada con el patrón, determina las órdenes del reactor que, por intermedio de su "factor principal", da lugar a todas las modificaciones de actuación que son necesarias (con la colaboración de todos los otros "factores"), para el mantenimiento de la "constante". Conviene hacer constar, sin emba1·go, que el "automatismo" de estos circuitos cibernéticos sólo es autónomo en la medida en que dejan de ser influenciados eficazmente por estímulos procedentes del exterior del circuito que actúen sobre su parte vulnerable: Sistema de Informaci611 del lazo retroactivo, y Reactor. Los "patrones" por los que se rige es.te reactor, pueden ser fácilmente cambiados por otros merced a estas in­tervenciones extrañas sobre el automatismo de su circuito. Debido a ello, e~e fu~cionamiento que podríamos conceptuar "estúpido", se interreh­CJOna ¡erárquicamente con muchos otros circuitos cibernéticos que, a .fin de cuentas, vienen a obedecer las órdenes dimanadas del "mando úni­~" d~ la persona. Cuando una circunstancia extraordinaria requiere d cambio de patrón" de algún circuito determinado, se cursan las órde­

nes opo;tunas para llevarlo a cabo y el patrón "salta" y se instala el nue­v?, patron necesario. Ejemplo: el azúcar en sangre tiene una concenb·u­Clon de_un gramo por litro y hay un circuito cibernético que regula esta p~o~orc16n en forma constan te y automútica. Pero si las necesidades ener­gebcas del sujeto, en un momento dado, rec1uieren mayor cantidad, se ~UI·san las. órdenes necesarias y se llega a imponer un patrón que 1·eguln a proporción de azúcar a 1,30 (por ejemplo), que es la nueva "constante

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AI\AI.F:S. SECCIÓX Cltll'CL.;.

de emergencia". Pero, algunas veces, este nuevo automatismo continúa trabajando en forma "estúpida" cuando las necesidades del sujeto ya no necesita su eventual incremento energético; entonces, el funcionamiento tle este circuito automático actúa nocivamente sobre el organismo. Po­clrtamos decir, en este caso, que el mando superior ha (aliado en dar, exi­gitivamente, la oportuna contraorden adecuada. También pueden existir elementos eJo..1:raños (patológicos) que interfieren dicha contraorden e im­piden su ejecución. Tal seda, por ejemplo, el caso de un " foco séptico" que actuaría como elemento exlraño de pertW"bación.

Modernas investigaciones llevadas a cabo en este terreno conceptual. han llevado a Hans FLEJSCHAKER (internista y catedrático de Viena) al concepto de campo de perturbación que vendría a ser como una supera­ción del antiguo concepto de "foco séptico". Según este concepto, des­pués de alguna enfermedad o traumatismo importante, pueden persistir ciertas alteraciones orgánicas latentes q11e, incluso muchos años más tarde, pueden dar lugar a cambios o persistencias patológicas del "pa­trón" de algún circuito cibernético y ser causa de enfermedad crónica en algún territorio orgánico. Estas enfermedades o t1•astornos crónicos sólo cederían ante tratamientos "neurológicos" que modiflcarían o blo­I[Uearlan los "campos de perturbación" permitiendo así, a Jos propios re­cursos del organismo, el cambio al patrón normal. O bien contendrían estímulos suficientes que, a través del "feed-back" de información, pro­vocarían el cambio de patrón deseado.

Estos tratamientos "nemológicos" actuarían, principalmente, a través del sistema neuro-vegetativo que resulta de vital importancia para estas clU'aciones. Los resultados obtenidos con estos procederes suelen ser espec· taculares muchas veces.

A este tipo de tratamientos parece que corresponden muchos procedi­mientos antiguos ("acupuntura" china, "cauterizaciones nasales" de Asue­ro, etc.) y más moclernameute la "Inyección endoarterial de novocaína" en silios cuidadosamente seleccionados ("segmentoterapia"). . ,

Lo característico de la "neuroterapia con novocaína endoartenal ' según su defensor Ferdinand Hur-'EKE de Dusseldorf, es la aparición del fenómeno llamado "resultado instantáneo", de eficacia espectacular.

Según parece, las grandes cicatrices antiguas son muy prope~sas a constituirse en "campos de perturbación"; las amígdalas y los die~t~; también. Con esta nueva concepción, la antigua teoría del "foco sépttco pierde terreno ya que todo lo que e11 eJ organismo esté alterado o defor· mado patológicamente, puede actuar (aunque paTezca curado o sea muy antiguo), como "campo ele perturbación" y determinar, según parece, los más variados cuadros patológicos con tendencia a persisti r.

Tambíén puede deducirse, según lo expuesto anteriormente, que !~s perturbaciones ocasionadas en los niveles emocional, intelectual o espm­tual de la persona, por la intervenciÓtl de estímulos procedentes del me-

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ALO!'SO DEL liOYO. EXTRACCIÓN CORDALES 415

dio ambiente cósmico y social, pueden dar lugar a determinados "campos de perturbación" que sólo podrán ser corregidos, quizá, mediante la psi­coterapia o procederes psicotécnicos.

Querríamos exponer para terminar que, apoyándonos (entre otras co­;asl en el comportamiento observado en seres unicelulares separados de su medio ambiente habitual (experimento Maupas de 1888, y cultivo de Woodruff en 1929), se puede llegar a la conclusión de que el hombre sólo puede conservar su salud, su equilibrio de maduración progresiva y el pleno uso ele sus capacidades potenciales latentes, cuando logra tllante­ner una relación adecuada con su medio ambiente específico. Y que esta relación no puede limitarse ni llevarse a cabo adecuadamente con el medio ambiente cósmico, si no es a lravés de una adecuada e íntima relación ron el medio ambiente social, es decir, con los otros seres humanos de los que precisa "aümentos" afectivos, intelectuales y espirituales que pueda asimilar, para presidir y regir eficazmente su · metabolismo físico­lflllmico".

Sesi6n d.el día 13 de ma'I'ZO de 1967

EXTRACCió:\1 DE CORDALES CO~ TURBINA

J. ALONSO DEL HoYO (Madrid)

L~ patología de los terceros molares y muy especialmente del cordal tllQnd¡bular, es extremadamente rica, tanto en lo que concierne a los b·astomos que se desarrollan en zonas que mantienen una relación de veci~dad con ellos, como en los determinados en otras parcelas de la eco­~OmJa, )', que por mecanismos de diversa índole, mantiene una conexión e causa a efecto con los problemas que plantea la erupción de este últi­

mo molar.

11, No :s •. sin embargo, el objelo de este trabajo, estudiar este polimor­s~10 clmJco ele un modo amplio y completo, sino únicamente señalar

cu les son aquellas características más constantes y acusadas que halla­mos en los enfermos con una erupción patológica del cordal y especial­mente las de naturaleza local, que tienen una motivación bien justificada para el posterior planteamiento de una adecuada terapéutica.