Asamblea Niños Heroes

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El día 13 de Septiembre de 1847 tuvo lugar el asalto al Castillo de Chapultepec por varias divisiones norteamericanas comandadas por los generales Pillow, Worth, Quitman Smith y Clarke. El Castillo estaba defendido por 832 soldados y un pequeño grupo de Cadetes del Colegio Militar. El general en jefe del puesto fue el general Nicolás Bravo secundado por el general José Mariano Monterde, Director del Colegio Militar. Los lamentables resultados son de sobra conocidos: la muerte de seis jóvenes cadetes, del coronel Xicoténcatl y de numerosos jefes, oficiales, soldados que ofrecieron sus vidas en defensa de la Patria Mexicana. Al amanecer del día 12 de Septiembre comenzó el cañoneo norteamericano. Era el principio del fin. Desgraciadamente, la concentración de soldados en la parte superior del cerro de Chapultepec, dio por resultado que muchos perecieran sin haber tenido siquiera la oportunidad de combatir. Un cañón yanqui, colocado en Tacubaya se dedicó a ocasionar daños considerables. Al mediodía el entonces presidente Adolfo López de Santa Ana (en la época actual considerado como traidor a la Patria, debido a que por su ineficaz capacidad de gobernar, México tuvo que ceder y perdió mucho territorio que mayoritariamente le fue robado, perdió México lo que actualmente son estados de la unión americana como: California, Arizona, Nuevo México y Texas, y todo debido a las guerras provocadas por la ambición yanqui) fue personalmente a Chapultepec. Santa Ana se retiró y siguió el acoso de la artillería cuyo fuego no se detuvo sino hasta bien entrada la noche, los daños eran incalculables, en todos sentidos, las habitaciones del castillo estaban convertidas en hospital. Cayó la noche y la mente permaneció alerta, los norteamericanos atacarían nuevamente al día siguiente. Al amanecer del día 13 de septiembre, la artillería volvió a atacar, la infantería yanqui avanzaba en contra de Chapultepec, que quedó atenido a sus propias fuerzas, ya que Santa Ana ordenó que solo se cuidara la calzada de Anzures y de la Condesa. Los generales Pillow, Quitman y Worth avanzaron desde el Molino del Rey, desencadenando la estrategia defensiva; arrollando a los tiradores mexicanos que estaban tendidos en las cercanías, obligándolos a replegarse hasta el cerro. El batallón de San Blas, dirigido por el Coronel Xicoténcatl fue aniquilado por los yanquis al pié de Chapultepec. Los norteamericanos

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El día 13 de Septiembre de 1847 tuvo lugar el asalto al Castillo de Chapultepec por varias divisiones norteamericanas comandadas por los generales Pillow, Worth, Quitman Smith y Clarke. El Castillo estaba defendido por 832 soldados y un pequeño grupo de Cadetes del Colegio Militar.   El general en jefe del puesto fue el general Nicolás Bravo secundado por el general José Mariano Monterde, Director del Colegio Militar. Los lamentables resultados son de sobra conocidos: la muerte de seis jóvenes cadetes, del coronel Xicoténcatl y de numerosos jefes, oficiales, soldados que ofrecieron sus vidas en defensa  de la Patria Mexicana. 

Al amanecer del día 12 de Septiembre comenzó el cañoneo norteamericano. Era el principio del fin. Desgraciadamente, la concentración de soldados en la parte superior del cerro de Chapultepec, dio por resultado que muchos perecieran sin haber tenido siquiera la oportunidad de combatir. Un cañón yanqui, colocado en Tacubaya se dedicó a ocasionar daños considerables. Al mediodía el entonces presidente Adolfo López de Santa Ana (en la época actual considerado como traidor a la Patria, debido a que por su ineficaz capacidad de gobernar, México tuvo que ceder y perdió mucho territorio que mayoritariamente le fue robado, perdió México lo que actualmente son estados de la unión americana como: California, Arizona, Nuevo México y Texas, y todo debido a las guerras provocadas por la ambición yanqui) fue personalmente a Chapultepec. Santa Ana se retiró y siguió el acoso de la artillería cuyo fuego no se detuvo sino hasta bien entrada la noche, los daños eran incalculables, en todos sentidos, las habitaciones del castillo estaban convertidas en hospital. Cayó la noche y la mente permaneció alerta, los norteamericanos atacarían nuevamente al día siguiente. Al amanecer del día 13 de septiembre, la artillería volvió a atacar, la infantería yanqui avanzaba en contra de Chapultepec, que quedó atenido a sus propias fuerzas, ya que Santa Ana ordenó que solo se cuidara la calzada de Anzures y de la Condesa. Los generales Pillow, Quitman y Worth avanzaron desde el Molino del Rey, desencadenando la estrategia defensiva; arrollando a los tiradores mexicanos que estaban tendidos en las cercanías, obligándolos a replegarse hasta el cerro. El batallón de San Blas, dirigido por el Coronel Xicoténcatl fue aniquilado por los yanquis al pié de Chapultepec. Los norteamericanos tuvieron algunas pérdidas en la Tíaxpana; pero ante la fuerza norteamericana formada por el regimiento de Nueva York, el resto de la tropa y los alumnos del Colegio Militar lucharon valientemente en defensa del pabellón mexicano. Algunos cadetes murieron, otros resultaron heridos y otros fueron hechos prisioneros. 

Nació en Tepic, Nayarit, el único que aún no era alumno del Colegio Militar, ya que por su edad y por la situación que prevalecía no se le había aceptado formalmente Esperando que pasara la rebelión, con una ocupación asignada por el General Monterde, Director del Colegio. Estando de guardia, fue sorprendido por un rápido ataque de las tropas invasoras norteamericanas que iban avanzando por las rampas de acceso al Castillo de Chapultepec. Hizo fuego con sus armas, pero ante la desigualdad numérica tuvo que retirarse, pero antes recogió una bandera mexicana y cuando se dio cuenta que su resistencia era inútil, saltó al vacío envuelto en la bandera, encontrando la muerte. Para así evitar que el ejército invasor tomara la bandera de su Patria.  En 1952 se le rindió un homenaje nacional junto con los demás Niños Héroes en Palacio Nacional. Sus restos reposan dentro de una cama de plata y cristal.

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Sin duda, la batalla librada con el ejército norteamericano tuvo que haber sido muy desigual, tanto por la preparación técnica como la falta de efectivo económico que padecía el Gobierno Mexicano. Fue el clero quien hizo diversos préstamos en efectivo para poder sostener parte de esta guerra, donde no debemos de olvidar se perdió la mitad del territorio nacional. No se resta valor a las estrategias de los militares mexicanos; la toma de Churubusco debió haber sido triste al honor militar, pero por otra parte fácil para el ejército norteamericano, ya que había muy poco material bélico para poder defender la plaza.