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    realidad contingente. La secuencia entera de sus poemarios se estructurapaulatinamente desde esa negacin de la realidad envolvente hasta lacreacin de un universo de carcter esotrico pero profano, con un dios enminscula, personal e individual, que es ms inmanente que trascendente,ms laico que religioso. Asimismo, esta obra es la asuncin del fracasodel proyecto ilustrado de la razn positiva y de cualquier intento deabarcar, acotar o definir lo que ha sido arbitraria y convencionalmentedenominado como lo real. Estamos en la era de la indetermanenciasegn Ihab Hassan (Hassan, 1987: 91), una etapa con muchaindeterminacin sobre lo que va a suceder en el interior del ser humano,la inmanencia. En ella no hay ilusin por el futuro y se prefiere mirar

    hacia el pasado a travs del pastiche y del kitsch. Por consiguiente, lasuya es una apuesta irracionalista inspirada por sus intertextualidadesromnticas, simbolistas, vanguardistas surrealistas- y msticas dentro dela esfera de la poesa del silencio. Por supuesto, cabe dejar claro quedicho irracionalismo no es un antirracionalismo en puridad. Si lo fueraas, estara negando el valor epistemolgico de lo real, algo que Valentenunca pretendi hacer. Este poeta no rompe con la tradicin del sabermilenario, simplemente la ampla. Lo real o material es confuso y relativoa la hora de situarlo en la representacin literaria pero es un punto departida para llegar a ese conocimiento. Asimismo, si lo negara sera enbalde ya que estara de hecho reconociendo su existencia, por lo que

    entraramos en el terreno de las contradicciones irresolubles.La cuestin es que lo irracional se extiende por aquel campo de loreal que la razn positiva ignora o que no puede llegar a definir por susincapacidades y limitaciones gnoseolgicas. Ese territorio externo a lapercepcin humana puede servir como una ampliacin epistemolgicapara los humanos. Se produce ms bien por expansin del campo delconocimiento y de la lgica que por subversin o por negacin de lo real.Adems, tambin puede ser el envs de lo que percibimos, la otra cara deuna misma realidad, la del ser ontolgico interno, lo que llamamosconvencionalmente como lo ilgico. A propsito de los intersticios quehay en lo perceptible, semiticamente plenos, formulados en la poesa deFernando Pessoa, Valente cree que ese no slo es el espacio de lo oracularo de lo filosfico sino tambin de lo potico. All es donde se reconcilia,como en un oxmoron, la dialctica entre los opsitos que constituyen el

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    mundo (yo-otro, femenino-masculino, espiritual-material, cielo-tierra).En estos trminos lo expresa:

    [] en ese espacio intersticial, en los intersticios del conocer, est elpoema, est la obra de arte, un clasificable desconocido o ignorado oesencialmente ignoto, que irrumpe en los lugares intermedios, en loslugares de la mediacin, lugares de alto riesgo, donde se trata o entra enpugna abierta con los dioses y con los demonios. Es se el territorio de laobra: no lo visible ni lo invisible, sino el espacio sutil contiguo a ambos[] (Valente, 2002b: 41).

    En pocas palabras, ese terreno no analizable por el discurso

    cientfico es una expansin de lo fenomnico real. Estamos en el anlisispor intuicin lrica de la textura de la antimateria, de lo que existe msall de lo visible, de lo tangible y de lo audible por una mente cuyacapacidad no est amortizada, sobre todo si se tiene en cuenta que nopuede percibir elementos naturales, como sonidos, colores o formas, queciertos animales s que pueden. Es el espacio ulterior a la percepcin perono por ello es irreal o inexistente. Si, como es creble, hay materiaesencial ms all de lo sensorial, es de suponer que el autntico logos, susraces o su estructura profunda residen en las zonas del silencio, despusde los ultra e infrasonidos. Ese es el espacio de lo que aviesamente se hacatalogado como la mentira y que sabiamente subvirti en uno de

    esoterismo su amigo y compaero de generacin Antonio Gamoneda ensu obra capital Descripcin de la mentira (1975-6 y 2003). Es unconcepto creado por el poder que busca una expresin simple y mediocrepara contentar al pueblo llano. Cuanto ms abstracto, conceptual ypolidrico sea el lenguaje, ms matices y entendimiento puede captar consu riqueza smica. Por su parte, Jean Franois Lyotard acu este procesode esencializacin y captacin de los significados ms voltiles como elsublime, la expresin postmoderna de lo inefable (Lyotard, 1993: 78-81). En trminos ms prosaicos, es el espacio de conocimiento que seopone a la sequedad de la ciencia y de la razn segn Fatiha Benlabbah(Benlabbah, 2008: 47).

    As pues, esos elementos imperceptibles cobran un valorepistemolgico superior al del discurso positivo ya que exploran elmisterio en el que se presume que estn los grandes interrogantes y en el

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    que, quiz, estn las respuestas definitivas del origen de la vida y del serrepresentado por el yo lrico. Ese espacio est en la mtica suppaprimigenia, los mticos limos de la charca primordial en que se coci lavida, imagen mitificada por los romnticos y los simbolistas. Poraadidura, es el lugar del seno materno, del tero del que naci el ser, ascomo de la palabra matriz que mticamente origin el lenguaje. As lo veReal Ramos:

    Habiendo surgido la palabra potica en su originacin en eldescenso a la profundidad del ser, al origen, a la zona ms profunda eirracional del ser, de dicha elementalidad e irracionalidad quedarcargada, de dicha capacidad de decirlo todo, de la posibilidad de remisindel lector hacia ese mismo origen del que surgi [] (53) (Valente, 1998:53).

    El tiempo ha girado como nos ha advertido en el primer extracto elhedonista y embriagado sufi Hafiz, defensor de la dipsomana vincolacomo manera de acercarse a la visin divina y del placer amoroso, el cuales un ms que posible intertexto de un Valente que siempre mostr susaficiones por este tipo de poesa musulmana. Es una vuelta a un pasadoideal y una bajada al centro de la ipseidad del yo potico, desde el conjurode la lrica, en busca de redencin y de justicia para los hombres similar ala del mstico, a travs de lo somtico que envuelve a lo espiritual.

    El poeta ourensano lo expresa de la siguiente manera: No hayexperiencia espiritual sin la complicidad de lo corpreo. En la plenituddel estado unitivo, cuerpo y espritu han abolido toda relacin dual parasumirse en la unidad simple (Valente, 1991: 34). Como lo ve JacquesAncet en su edicin de Entrada en materia, el mundo [n]o adviene msque a travs del cuerpo (Valente, 2001a: 40). Sin embargo, nunca sepuede saber si se conseguir finalmente esa salvacin humana en unanueva Historia inmanente de igualdad y de restitucin de la dignidadsocial, sobre todo porque esto se formula desde la quimera potica. As love Peinado Elliot: El regreso al origen, si bien puede [] serinterpretado como redencin, tambin puede ser entendido como regreso

    a la indiferenciacin primordial (Peinado Elliot, 2002: 411). Es decir, laposibilidad de que se abra o no ese nuevo tiempo de perfeccin despusde la muerte nunca se mostrar en la poesa. Ms bien, se representar el

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    itinerario y la especulacin lrica acerca de esta utopa. Con el uso delfragmento y con la imagen surreal se pretende representar las lindes deese momento originario que debiera abrir una nueva Historia ideal. Sontambin mecanismos de la lrica que nos muestran las caras ms ocultas einexpresables de la realidad convencional y de un ser en desestructuracinque est en busca de su unin en el punto cero de la identidad parallegar a la esencialidad mstica. Por ende, adentrarse en la obra finalvalentina es penetrar en las zonas de sombras que encaminan a unpretrito originario idealizado. De todas formas, como nunca han quedadoevidencias de ese origen del que han hablado tantos autores (recordemosa Alejo Carpentier en Los pasos perdidos o la poesa mstica de Octavio

    Paz, entre otros), ese se va a mostrar de manera depurada.De hecho, esta bsqueda vertebra no slo este poemario sino todala obra de Jos ngel Valente, ante todo desde El inocente (1967-70) consu sintomtico desdoblamiento en Agone (Valente, 1999 (vol. 1): 377).Esta mscara o trasunto del yo lrico es el preludio de una agona hacia unnuevo estado, anticipado por La memoria y los signos de 1960-5 con lafigura del mueco Pancho que le remite a la infancia frustrada yperdida en el poema A Pancho, mi mueco (Valente, 1999 (vol. 1):182-184). Son los momentos de la disolucin del ser convencional, queexaminaba el pasado y la ruindad histrica desde un presente de soledad,de frustracin y de purgacin. Este se proyectaba hacia un nosotros desde

    su opera prima titulada A modo de esperanza (1953-4) hastaPresentacin y memorial para un monumento (1969). No obstante, en esaetapa primeriza de su obra no latan ecos sociales en puridad ya que nohaba un programa ni de sistemtica crtica social ni de testimoniohistrico, as como su contenido estaba exento de un anlisis crtico de lasociedad. Es a partir de la mentada obra El inocente y hasta Interior configuras (1973-6) cuando se produce el viraje de lo pretendidamentereferencial a lo prcticamente autorreferencial. En esa etapa de crecienteabstraccin, como en la pintura de sus amados Klee o Tpies (Tpies yValente, 2004), se haba producido una iluminacin personal hacia elpredominio de un yo descompuesto que pretende encontrar su unidad enel interior del ser. Este ser el trayecto hacia esa unin personal,parangonable a la que se produce en la mstica con la figura de un Diostrascendente y nico, que va desde Material memoria (1977) hasta su

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    poemario pstumo, objeto de este ensayo, Fragmentos de un libro futuro(2000), que es el que supone tanto el final de la unin ntima del serconsigo mismo como de la propia vida del poeta.

    A tenor de lo que se va viendo, Valente realiza un itinerario haciael que denomina como centro o punto cero del yo y del origen de lavida que es similar al de las tres vas msticas de los cristianos, aunqueinvirtindolo de lo trascendente a lo inmanente. La primera es la purgatioo depuracin y mortificacin del cuerpo en la historia cronolgica paraque se desprenda el alma. La segunda es la iluminatio o visin de la nigralux divina de ese deus absconditus interior, ultrahistrico, en la durebergsoniana o tiempo de la conciencia del yo potico. La tercera es la

    unio divina en el interior de la conciencia. Esta ltima es la que est enuna Historia en mayscula situada ms all de un pasado ideal. Con ella,se pretende crear el inicio de un presente eterno e impoluto de justiciatotal. Sabida es la querencia del vate por la indagacin en las tradicionesmsticas ibricas por antonomasia: la catlica de San Juan, Santa Teresa oMiguel de Molinos; la cabalstica de Moiss de Len, Moiss Cordovero,Isaac Luria o Abulafia; la sufi de los Abenarab, Avicena, Al Hallaj oAttar, entre otros. Y tambin, de manera ms general y difusa, lasorientales del tao, el budismo y el confucionismo. El suyo es un simulacrode mstica que examina ms el dios de nuestra conciencia, el cual noshace pensar, imaginar y crear, que una divinidad antropomrfica de pura

    ortodoxia religiosa. Es ms ese ente inefable e indescriptible de losmsticos que algo acotable por la palabra y la retrica literaria. Es larespuesta agnica y utpica en el campo de la lrica de un ser endecadencia frente a los excesos del materialismo y del hedonismo de laera postmoderna, la nica solucin posible en un ms all frente a unahistoria dominada por una inapelable injusticia. Gamoneda lo ve as sobrela misma obra Fragmentos de un libro futuro: [] ms que una msticanegativa, Valente dio en una mstica desgarrada. En los lmites, Valentese concedi a s mismo el derecho a una suprema contradiccin, a unaactitud ltima de esperanza [] (Gamoneda, 2007: 23). Tambin, segnl, en ese libro se produce la constatacin del no ser como forma deverificacin del lmite (Gamoneda, 2007: 102). Un lmite o borde,metforas usadas por Valente en sus obras, que marca los bordes entre loreal y lo irreal, entre lo esotrico y lo exotrico o entre la vida y la muerte.

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    En sntesis, la intrusin de lo irracional, de lo inmanente ytrascendente y de lo mstico en su obra se deben a una reaccin frente alos abusos del mundo capitalista, del marxismo, del nazismo y de todotipo de totalitarismos de la segunda mitad del siglo XX. Esos temas yahaban sido centrales en Presentacin y memorial para un monumento(1969). El materialismo, el hedonismo, el hiperconsumismo, laalienacin, los abusos de los derechos humanos, la preponderancia de loglobalizado y de la aldea virtual tecnolgica, mecanizada y robotizada, yotros avances sociales han tenido como resultado un retroceso para lacalidad de vida del ser humano con su fragmentacin interior y sualienacin que slo se pueden sublimar con la filantropa y la sexualidad

    pura llena de amor. Con irona pero inteligencia punzante, y sin dudasiguiendo al Antiedipo de Deleuze y Guattari, Fredric Jameson ve esepresente postmoderno como uno de esquizofrenia virtual (Jameson, 1991:XII). Se trata de un mundo y de un presente histrico altamentepsicotizados en los que la poesa es escasamente aceptada ya que todo secuenta con el dinero y no por su valor intelectual o espiritual. Es untiempo de rutina y de exaltacin de los impulsos ms primarios.

    Valente opone a la mediocridad y a la estril repeticin de la vidaese singular viaje al pasado. Lo hace como reaccin a esta catica ynarcisista postmodernidad procedente de la reestructuracin del mundodespus de la explosin de la bomba atmica en Hiroshima y Nagasaki

    como se puede apreciar en su poema Hibakusha de Al dios del lugar(Valente, 1999 (vol. 2): 234-9). Este retorno incluso se dej de practicarmayoritariamente en poesa a causa de la irrupcin del realismo social yde la literatura de consumo. Nuestro autor lo enuncia con las siguientespalabras enNotas de un simulador: Vivimos, cmo no, en la superficie.La inmersin de fondo ya se ha abandonado en casi todo -tambin en lopotico- por temor compulsivo a no ser vistos (Valente, 1997: 14). Noobstante, muchos idealistas, entre los que se encuentra nuestro poeta,creen todava en que un da puede que prevalezca el poder taumatrgicode la palabra lrica, o a lo sumo evadirse momentneamente con ella de laspera realidad. Juan Goytisolo lo ha expresado de manera rotunda: []Puede el mundo de hoy, sometido a la tirana planetaria de latecnociencia, sobrevivir sin el mundus imaginalis, brutalmente despojadode su anterior espiritualidad y metafsica de la naturaleza? La obra crucial

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    de Valente plantea de mil formas y maneras esta obsesiva y esencialpregunta [] (Goytisolo, 2009: 43). En consecuencia, la concatenacinde fragmentos poticos no slo aludir en la obra valentina a cuestionesde forma o de contenido sino tambin a la atomizacin del yo y de suincapacidad de conectar o de comunicarse con la otredad. Es un momentode bsqueda ntima y mstica que requiere la ataraxia mxima, unaretirada voluntaria del yo de la realidad y un solipsismo o interiorizacinabsoluta para llegar a la verdad interior desde la reflexin ontolgica ymetapotica. Esta poesa, as pues, se decantar por un modelo deexploracin interior entre lo rfico, la del ser, y lo hermtico, la de lacombinatoria de significantes para producir nuevos significados, que

    segn Gerald Bruns son las dos caras de una misma experiencia potica(Bruns, 1974: 1-7, 232-262).Hay que destacar asimismo que los intertextos y concomitancias

    intelectuales que abundan en su obra son las hispanas de Juan RamnJimnez, Juan Larrea, Luis Cernuda, Martn Adn, Csar Vallejo, VicenteHuidobro, Jos Lezama Lima, Emilio Adolfo Westphalen, CarlosBousoo, Salvador Espriu, Octavio Paz, Blanca Varela o la filsofa MaraZambrano, la que le abri definitivamente los ojos a la mstica. Adems,entronca con otras tradiciones forneas con la relectura y absorcin de laobra de filsofos, ensayistas o creadores de la talla de Emil Cioran,Edmond Jabs o Edmond Amran el Maleh. Tambin, con la crtica

    mstica de Gershom Scholem, Moshe Idel o Harold Bloom en la Cbala,Louis Massignon, Henri Corbin, Miguel Asn Palacios y Luce Lpez-Baralt en el Sufismo, y Dmaso Alonso, Colin P. Thompson, EmilioOrozco, Michel de Certeau o Rudolf Otto en el Cristianismo y en la teoramstica en general. E incluso l ha sido el influjo o hipotexto parahipertextos, segn Grard Genette, como Antonio Gamoneda, AndrsSnchez Robayna, Clara Jans, Ada Salas o Blanca Andreu, entre otros.

    Rosa Marta Gmez Pato destaca en esta obra, de honda raigambreexistencial y metafsica, la presencia de Paul Celan como palimpsesto,poeta al que tradujo (Valente, 2002: 231-291), y a travs de l el filtradode otras dos grandes figuras del pensamiento contemporneo y de lapoesa romntica respectivamente: Valente establece, especialmente, ensu obra Fragmentos de un libro futuro, ese dilogo con el poeta rumano yse acerca a referentes de la poesa de Celan, tales como el filsofo Martin

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    Heidegger o el escritor Friedrich Hlderlin (Gmez Pato, 2007: 188-189). Ella resume estas analogas entre Valente y Celan en su denuncia dela hipocresa moral de la sociedad (Gmez Pato, 2007: 189), en el usode poemas libres y breves y de lo fragmentario con un sustratometafsico (Gmez Pato, 2007: 192), en la realizacin de la esencia de lapoesa, en la carencia de intencionalidad y en la heideggerianareflexin en torno a la esencia del Ser (Gmez Pato, 2007: 192). Todoello en una poesa que, como acto de descubrimiento del origen y comoacto de conocimiento, debe aunar belleza y verdad (Gmez Pato, 2007:195), en un proceso de nombrar y desvelar la realidad y de manifestar lapalabra originaria (Gmez Pato, 2007: 196). Esta bsqueda de la esencia

    del ser, que para Heidegger es la de estar vuelto hacia la muerte en lapalabra originaria (Heidegger, 2003: 257), es til para esta indagacin delser y del futuro de la humanidad. Es un tipo de compromiso dentro de laautonoma o autorreferencialidad potica (Gmez Pato, 2007: 197), enuna experiencia de la inefabilidad, de la experiencia de lo indecible(Gmez Pato, 2007: 201).

    Yendo ms directamente a la obra que nos atae, vamos a ver laincidencia de las temticas de las nociones de origen, creacin y destino,del ser, del tiempo, del espacio y de la palabra. Primero, en esta obra nosencontramos en el momento definitivo de tanteo entre el ser y la palabraesencial, alentado intertextualmente por el trovador provenzal Arnaut

    Daniel y por Juan Ramn Jimnez en Animal de fondo, en su segundaparte Dios deseado y deseante. Como estamos en el terreno de lamstica, veamos tan slo el poema El nombre conseguido de losnombres del inmortal poeta de Moguer, en el que las dos caras del ser, lainmanente y la trascendente, luchan por fundirse y expresarse mediante lanominalizacin primera:

    Yo he acumulado mi esperanzaen lengua, en nombre hablado, en nombre escrito;a todo yo le haba puesto nombrey t has tomado el puestode toda esa nombrada (5-9) (Jimnez, 2005 (vol. 1): 1146).

    Esta es una intrusin intertextual en cuanto a la bsqueda de unnombre esencial que redefina al ser. Es el final de un itinerario errante en

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    busca de la plenitud y de la gnosis verdaderas segn DomnguezRey (Domnguez Rey, 2002: 199). En l, se aboga por un pantesmomstico de abolengo sanjuanista para Snchez Robayna (SnchezRobayna, 1995: 160). Esta obra incluye, por cierto, los poemas delpoemarioNadie (1997). Toda una metfora de la unidad en ella es el usodel fragmento por parte de Valente para Lpez Castro: El fragmentosurge de la desposesin y busca recomponer la unidad. Al ofrecer tan slopuntos aislados de la memoria, el fragmento nos obliga a reconstruirla ensu totalidad (Lpez Castro, 2002: 223). El ser, dispersado en partculas,llegar a existir de nuevo en su ltima fraccin, la que reunifique todassus caras dispersas: Supo, / [] que slo en su omisin o en su vaco/ el

    ltimo fragmento llegara a existir (1, 5-6) (Valente, 2001b: 9). Es launin de la diversidad del yo, de todo el universo y de toda la creacin.As lo enunci Rm en Le concert spirituel (Sam):

    Tous les atomes qui peuplent lair et le dsertsache bien quils sont pris comme nouset que chaque atome heureux ou malheureuxest tourdi par le soleil de lAme universelle (12-15) (Vitray-Meyerovitch,1978: 185).

    Tambin hay evidentes alientos de Mara Zambrano, procedentes desu obra El sueo creador. Son los de una ensoacin potica que abre las

    puertas a un nuevo conocimiento en la nada, en el vaco ltimo del serante el deceso de la materia y el nacimiento de la memoria pura. Jzgueseeste fragmento valentino: Este sueo, que acabo de soar y en cuyotenue borde te hiciste no visible, limita con la nada (Valente, 2001b: 11).El yo potico escenifica una nueva cada hacia las profundidades de lassombras, pero yendo con toda la alteridad humana: El ro lleva lento,hacia lo lejos, imgenes sin nombre, rostros muertos, el ritual aciago deladis (Valente, 2001b: 15). Es el preludio de una visin edpica de amormaterno, entre el fin de la vida y el posible principio de una ilusin deeternidad: En el umbral hay una figura de mujer []. Entoncescomprend que, en el umbral, no era la mujer ni un antes ni un despus.

    No era; estaba. Estaba, solamente (Valente, 2001b: 23).

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    Origen, creacin y destino coinciden en este momento de descensoy de anulacin total del ser, de suspensin de todas sus potencias vitales.Vase este aclaratorio fragmento de su poesa:

    No s si salgo o si retorno.Adnde?El fin es el comienzo[][e]ntrar ahora en el poniente,ser absorbido en luzcon vocacin de sombra (9-11, 14-16) (Valente, 2001b: 27).

    Anonadado y dubitativo, el yo lrico se est planteando, ante unsaber que trasciende todo conocimiento previo, si es esta la antesala deuna resurreccin, algo que constituy una obsesin en la obra del gallego.Valente crea una realidad depurada por el estro potico, en la que visitala tumba de Luis Cernuda con sus dos ms ilustres estudiososanglosajones, Derek Harris y James Valender, para dejarle unassiemprevivas. Este momento de homenaje vital supone un acercamientomayor al origen desde la reflexin intertextual y metapotica, de acuerdocon Xos Mara Gonzlez Xil (Gonzlez Xil, 2005: 350). La nicaambicin que es vlida frente al dictado de la muerte es dejarse llevar porlo que no se puede dominar ni destruir, por lo que ha creado y por lo que

    perpeta la vida: Flotar en la incierta realidad del ser, tentar a ciegas loimprobable, no tener asidero en tanta sombra (Valente, 2001b: 37). Lamuerte, que nunca se llega a entender plenamente como un final, esbordear

    el lmite impreciso en dondeya comienzas a estarlejano y prximode este lado del da o aquel ladode sombra (5-9) (Valente, 2001b: 40).

    El ser se fragmenta y se transforma, como en las obras Claros delbosque oDe la aurora de su mentora Zambrano. Se pretende encontrar laluz de esa nueva realidad sapiencial, la diafanidad, ms all de toda

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    episteme racional, entre las metafricas hojas de la tarde. Ellas sonsmbolos de un conocimiento no hecho para los humanos, sino slo paralos espritus libres, que no se debe pisar sino tan slo contemplar enxtasis iluminativo, con arrobo esotrico ante la gnosis divina. Nuestroangustiado viajero pide a su otro yo que le d la mano

    para nunca pisarla,para no arder tan tenueen sus dormidas brasasy consumirte lentaen el perfil del aire (7-11) (Valente, 2001b: 43).

    El ltimo verso tiene alientos cernudianos en un claro homenaje asu obra Perfil del aire (1927), poemario de juventud del poeta sevillanoen el que tambin practic el ideal de poesa pura. Los perfiles del aire,inescrutables para los profanos, son los que albergan ese imperceptiblesaber as como a los seres ya desaparecidos. Se est produciendo unaespiral potica eterna que se enrosca en el punto cero, que reside enesas zonas ignotas vinculadas a lo celestial por la imaginera tradicional:Alrededor de la hembra solar an sigue girando oscuro el universo.(Centro) (Valente, 2001b: 47). Estamos en el bosque en donde la vozllama hacia

    el borde, el lmitedonde comienzan los senderosque a su vez se entrecruzany se anulan hasta el sbito claro, repentinolugar de un diosque aqu se manifiesta (Valente, 2001b: 53. Vv. 4-9).

    Son laberintos interiores, itinerarios centrpetos que convergen en laplacenta materna antenatal que servir para volver a nacer despus deldeceso: me llama el bosque todava/ y la naturaleza madre me reduce,/me sume en s, me devuelve a la nada (Valente, 2001b: 53. Vv. 18-20).Es una nada dual, un signo dismico como dira Carlos Bousoo,entre la nulidad y la plenitud mstica. Nuestro yo lrico ya est en las

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    entraas de la inmanencia tratando de ver la imagen de ese dios internoque es el que da sentido a la vida:

    Baj desde m mismohasta tu centro, dios, hasta tu rostroque nadie puede ver y sloen esta cegadora, en esta oscuraexplosin de la luz se manifiesta (Valente, 2001b: 60. Vv. 11-15).

    De nuevo resuenan los ecos de San Juan de la Cruz que giran de lodivino a la bsqueda de esa otredad inmanente, en un poema dedicado almstico medieval germano Meister Eckhart: Sal tras ti/ Devulveme a

    tus ojos/ que llevo en mis entraas dibujados. (La nada) (Valente, 2001b:80. Vv. 8-10). San Juan lo expres como la gracia en m tus ojosimpriman (De la Cruz, 1990: 256. V. 158). La msica de las esferaspitagrica se va desgranando cerca del arrebol, de ese nuevo amanecer delser: T sabes que la oyes/ cuando ests ya del otro lado/ de tu propioexistir (Valente, 2001b: 64. Vv. 17-19). Es la sntesis del origen y deldestino que empiezan a converger en este ltimo libro de poemasvalentino: son la luz y las tinieblas juntas, un sincretismo casi maniqueoque aqu representa ese punto cero del ser y de la poesa:

    Ha dado a luz la noche.

    Luz-noche, acgenos en ti,en tu secreto seno.Acaso somosel no posible anuncio del da venidero (Valente, 2001b: 76. Vv. 16-20).

    Es en su mezcla, en el color gris, como se vio en su obra El fulgor,donde estn las brumas del destino. La muerte, pura inminenciaalegorizada, se le cruza por delante al yo lrico. Estamos en un momentofinal climtico, vertiginoso: Si sta fuese la hora/ dame la mano, muerte,para entrar contigo/ en el dorado reino de las sombras (Valente, 2001b:95. Vv. 8-10). Al final del trayecto se sita en la [c]ima del canto./ El

    ruiseor y t/ ya sois lo mismo (Valente, 2001b: 102. Vv. 1-3). Lapalabra y la unidad del ser parece que se van a unir, por fin, en el seno delo materno y en el centro del silencio sonoro de la palabra, en el pecho

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    originario, una sciencia muy sabrosa para San Juan (De la Cruz, 1990:255. V. 133). Aparte de todo esto, el ruiseor, smbolo potico de grancalado que representa tanto a Dios como al amor para los sufis, representala unin entre el eros y el tnatos, entre la inmanencia y la trascendencia,entre lo profano y lo sagrado. Es una figura divina, del xtasis y de lafiebre amorosa del amante, de la elocuencia en la expresin y de la vozangelical y frvola del poeta amante segn Reza Ordoubadian en suedicin sobre la poesa de Hafiz, tan crtica con las autoridades religiosasislmicas como exaltadora de los placeres del vino y del amor (Hafiz,2006: 240 (nota 52), 272).

    Es un digno colofn con visos de unio mystica, creada a travs de la

    imaginacin lrica valentina, con la propia identidad, con el amor de lamadre originaria, con la matriz natural y con la palabra esencial antes dela muerte del vate gallego. Mara Zambrano dijo que [l]a unidad delmstico es la del amor, unidad angustiosa y pattica, (sic) puesto que noest, hay que hacerla, hay que lograrla (Zambrano, sin fecha: sinnmero. Extrado de suManuscrito 36de la Fundacin Mara Zambranoen Vlez Mlaga, provincia de Mlaga). Hemos alcanzado el lmite deuna bsqueda en espiral de un origen que, tras la creacin del mundo, nosllevaba a un destino como repeticin psquica de una experiencia natural:la sempiterna generacin del ser y de la materia. Un lmite que sinembargo no se llega a franquear tal y como advirti Fernando Lzaro

    Carreter: Jos ngel Valente no pudo ir ms all de la frontera, y en ellase qued anheloso de saber si exista aquel territorio que los escritoresespirituales recorran a fuerza de fe y de amor (Lzaro Carreter, 2000:7).

    En otro orden de cosas, en Fragmentos de un libro futuro el sujetoya se encuentra al borde de la reconstitucin final en su ltimo tomo deidentidad, en la unidad simple. El fragmentarismo literario representa eldel ser que va a convertirse en el nuevo hombre salvador. El t se haceno visible limitando conla nada (Valente, 2001b: 11). Es el momentode la reabsorcin temporal definitiva, el tiempo eterno de la gnosis. Locaracteriza un penduleo entre la destruccin y perpetuacin en lotemporal, el fana y el baqa como los enunciaron los sufis, para generaresa plenitud durativa: Entre el sauce apenas rozado por las aguas y latorre amarilla, el tiempo mira al tiempo y lo devora (Valente, 2001b:

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    15). En Notas de un simulador (1997) lo vea de este modo el mismoValente:

    [e]n la cadena de las formas, la desaparicin de una forma en su fana(aniquilacin) es el instante de la manifestacin de Dios en otra forma. Tales la energa de perpetuacin (Baga (sic)) de los mundos. La forma tiendea la aniquilacin de cuanto no sea Dios, incluido el acto mismo deaniquilarse:fanaal-fana[] (Valente, 1997: 30).

    En la recreacin de la madre que le ha de llevar a su origen parareinventarse, el yo lrico advierte cmo su ser se va vaciando,aniquilando, en espera de esa resurreccin. Esto nos recuerda la nocin de

    zimzum o contraccin divina que se produjo para crear la vida segn elcabalista Isaac Luria, si leemos al historiador hebreo de la CbalaGershom Scholem (Scholem, 1995: 260). Y no slo eso, sino que todamarcha desde su desintegracin material hacia ese pasado ideal no es unavuelta a algo ya vivido sino ms bien la primera llegada, un nacimiento enalgo nuevo, nico: Nadie. No estoy. No ests. Volver? No vine nunca(Valente, 2001b: 24). En su acercamiento al final, en su declinacin vital,similar a la de un sol poniente, est cada vez ms cerca de ese tiempo deduracin eterna: El flujo del vivir/ se ha ido deteniendo imperceptible/como el borde del vuelo o la caricia (Valente, 2001b: 27. Vv. 4-6). Esetiempo total se define como un estado de transparencia en que el ser es

    puro espritu y adems da acceso a la plena visin del mundo total:

    El tiempo es como el mar. Nos va gastando hasta que somostransparentes. Nos da la transparencia para que el mundo pueda verse atravs de nosotros o pueda orse como omos el sempiterno rumor del maren la concavidad de una caracola. El mar, el tiempo, alrededores de lo queno podemos medir y nos contiene (Valente, 2001b: 34).

    La llegada a la infancia, al origen, es la virtual detencin del tiempocclico de la neurosis gnstica que deviene en el puro instante eterno enun espacio ya sin dimensiones y en el que aparece un nio, smbolo de

    ese renacimiento:

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    En la sala hay un viejo reloj de madera semiempotrado en el muro. Unnio toca el reloj: el pndulo se detiene. Como lo divino es indiferente a laforma, el tiempo, nmero del movimiento, sera indiferente a la cantidad.El pndulo se detiene. Slo en el pndulo parado se inscribe en verdad elser del tiempo (Valente, 2001b: 50).

    Este es el valentino tiempo cero, el del centro, el que ya no esni cronolgico ni rotatorio, sino uno que est congelado y que es laantesala de una nueva evolucin ideal para la humanidad: el tiempo total,absoluto. En suma, es un momento que va ms all de la raznconvencional:

    Pndulo, cero irreal o nmero del tiempo,del antes y el despus.Del antesde qu, de quin, de cundo, y del despusde qu palabra que nunca antepusimos.Pndulo inmvil.Cero.Tantos despus envuelve ya el pasadoy tantos antes no nacidos nunca. (Valente, 2001b: 51. Vv. 1-9).

    Tambin es el tiempo del quietismo que enunci Miguel de Molinosen su Gua espiritual cuando las sombras suben por el interior del seretreo que ya est cerca de la unin y que es pura diafanidad. El tiempoque es negacin de la cronologa y de los ciclos de la mente absorbe hacias mismo al yo lrico y a todos los restantes seres de la creacin, que sedispersaron mediante la tcnica del fragmentarismo formal. Es un tiempoanimista, dotado de conciencia propia:

    Llama.Nos llama.Vrtigosin tiempo (Valente, 2001b: 55. Vv. 7-10).

    All slo queda un verbo depurado al mximo para or la pitagricamsica de las esferas, la intemporal msica de lo divino, la de la creacin,que se opone a cualquier otro lenguaje musical establecido. En estos

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    versos se expresa que dentro de esa msica silente se narra lo inefableantes de la aparicin del logos divino. Narrar o fabular es un acto deperpetuacin personal, un desafo intemporal a la aniquilacin de lamuerte:

    Slo queda la fbula.Lo que se narra y al narrarse creala sola narracin para ninguno.Tiempo.No podemos morir.Quedan tiempo y escuchapara or lo celeste (Valente, 2001b: 61. Vv. 1-7).

    En ese momento una persona viene a visitar la tumba del yopotico, representada por la del hijo perdido. Recordemos que el hijo deValente falleci dramticamente, algo de lo que el poeta no se pudorecuperar jams. El t al que se dirige el yo lrico, por consiguiente, es unsigno dual, dismico, de nuevo: inmanente y filial. Es undesdoblamiento del mismo yo potico a punto de su unidad simple finalen la humedad del estanque original:

    Quin es esa figura que as acude?Tal vez eres t mismo que regresas

    para ver dnde ests y depositasal pie de tus cenizas,hmedo, un ramode lluvia o de tristeza (Valente, 2001b: 65. Vv. 9-14).

    Esta es la hora de la desaparicin del ser para ser reemplazado en laotredad que nace de su interior. Es una epifana, mostrada con la imagenconvencional del deslumbramiento de la mirada divina:

    Vienes.No ests.Desapareces.

    []En luz te manifiestas (Valente, 2001b: 84. Vv. 1-3, 7).

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    Escapar de la cronologa, como se ha ido argumentando, equivale aentrar en un tiempo congelado y en un espacio sin dimensiones ms allde lo referencial. Es un ensimismamiento en la conciencia alterada por elconocimiento esotrico tanto como un sondeo en los terrenos de loimposible, de lo ultraperceptible:

    [s]alir del tiempo.Suspender el clarocorazn del da.Ave.Palabra.Vuelo en el vaco.

    En lo nuncaposible (Valente, 2001b: 90. Vv. 1-8).

    El ser, agnico, sin fuerzas, le pide ayuda a ese otro yo en que se hadesdoblado, entre su propia identidad y la del hijo fallecido, a las puertasde la fusin para entrar perfectamente en la eternidad. Nos hallamos anteun momento de unin de contrarios que es el de la manifestacin de loms improbable en la convergencia de opuestos que han de formar esenuevo superhombre que, por cierto, nada tiene que ver con elnietzscheano ya que no ha de imperar por su fuerza sino por su justicia:

    Sostnme en el no tiempo,en la no duracin,en el lugar donde no estoy, no soy, o sloen el seno secreto de las aguas (Valente, 2001b: 90. Vv. 11-14).

    El no tiempo y la no duracin son los umbrales, los momentospreliminares, que van de la desarticulacin del tiempo cclicoultrahistrico al tiempo absoluto de la unin. El yo potico quiere ser yaun puro espritu en la eternidad, el animal de fondo de aire inmanentejuanramoniano, reabsorbido desde la animalia fantstica que usaba SanJuan (por ejemplo, el ciervo) en el Cntico espiritual. Los animales sonsmbolos en la mstica que sirven para mostrar a modo de fbula loinefable de lo esotrico, as como muestran la descomposicin de laidentidad en la purgacin. El mismo yo potico se extiende, animalizado,

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    para ocultar el tiempo convencional. Son nuevas visiones del deseo desentir y de verbalizar ese estado inenarrable de contacto ulterior:

    Animal extendidosobre la duracin,agazapado ms all del tiempo y de los tiemposo ms all del dios (Valente, 2001b: 91. Vv. 1-4).

    En este punto, cuando el tiempo ms se alarga espacialmente hacialo eterno, ms breve e inestable es su percepcin: [] la infinitud./Apenas/ existimos en ella un breve instante (Valente, 2001b: 91. Vv. 10-12). Finalmente, este ltimo tiempo negativo se detiene al llegar al fondo

    de s mismo para dar paso al tiempo durativo, el congelado de laconciencia. Es la temporalidad que debiera preceder a la total decomunin humana y de reestructuracin personal en la deseada nuevaHistoria:

    Este tiempo vaco, blanco, extenso,su lenta progresin hacia la sombra.[]y todo se detiene y yo soy sloel punto o centro no visible o tenueque un leve viento arrastrara (Valente, 2001b: 100. Vv. 1-2, 20-22).

    Al final todo acaba juntndose con el ruiseor potico, encarnacinde lo divino, en la cima del canto (Valente, 2001b: 102). Da la sensacinde que el ser, el tiempo y el espacio se han unido en la poesa y que ya sehan desarticulado completamente para engendrar esa nueva historia detotalidad individual, amorosa y verbigerativa, tal y como se ve en losltimos versos de Valente. No obstante, nunca se muestra ese nuevoperodo para los hombres ya que se acabara un misterio que convienealargar como tradicin potica: el de la creacin. Es de destacar queDomnguez Rey considera acertadamente que esa unin nunca se llega aalcanzar en su totalidad: [] esa llamada del otro se cierra en un t dealgn modo corporeizado. No hay trascendencia fuera del lmite. []. Elmtodo procesual de la mstica desemboca en una unin desintegrada, no

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    fusiva. Siempre queda otro alejado o un yo insuficiente (DomnguezRey, 1994: 86).Fragmentos de un libro futuro, como ya vimos, es el ltimo legado

    frente a una posible unin que tambin parece apreciarse en el verbopotico, en el logos. El poeta, en etapa crepuscular de su vida, desconfadel valor de su legado lrico y retrico, pero cree que la muerte total noser posible mientras existan las palabras escritas o pronunciadas: El daen que este juego sin fin con las palabras se termine habremos muerto(Valente, 2001b: 17). Ellas son la clave del renacimiento en el seno de lopotico. Es indudable que cada vez ms se va expresando con msintensidad la experiencia de poseerlas y de ser posedo por ellas:

    Vienendesde el vaco las palabras,nos poseen desnudos en su centro abrasadoy en l nos desengendranpara hacernos nacer (Valente, 2001b: 25. Vv. 3-7).

    Estamos a punto de presenciar la consuncin final previa alrenacimiento lingstico anhelado. El ser se siente solo, desamparado, sinnada que le justifique su vana existencia. Es el instante previo a lacreacin total:

    Abandonadode la sola palabra que tal vez an podralevantarme hacia ti.No ests.No estla tu sola palabra (Valente, 2001b: 62. Vv. 3-8).

    Por fin se aproxima el fulgor verbal definitivo que llena al ser denueva espiritualidad despus de su deceso material:

    Como pan vino la palabra,[]igual que pan que alimentase el cuerpode materia celeste[]

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    Y nos hicimos hlito, slo soplo de voz.Palabra, cuerpo, espritu.El don haba sido consumado (Valente, 2001b: 72. Vv. 1, 4-5, 8-10).

    Tras esta revelacin en el seno de la palabra potica e infusa, lamateria matriz de la vida y la madre le van a acoger en su tero paradevolverle a la nueva vida como uno de sus hijos predilectos. Sinembargo, ello ser despus de consumar el acto creador a travs de lapoesa germinadora:

    Materia.Madre

    del mundo.[]Acgeme de nuevo en ti,mas slo cuando hayaacabado mi canto (Valente, 2001b: 91. Vv. 5-7, 13-15).

    Los poemas ya escritos le van revelando los ms escondidosclaroscuros de su polidrica personalidad en un laberinto que se varecorriendo hacia el centro de su propia conciencia inmanente:

    Me conducenpor lentos corredoresde lenta sombra hacia qu reino oscuropor nadie conocidoy cuando ya no puedovolver, me dan la clave del enigmaen la pregunta misma sin respuestaque hace nacer la luz de mis pupilas ciegas (Valente, 2001b: 98. Vv. 5-12).

    El enigma nunca puede ser desvelado en la imperfecta historiadesde la que escribe, a pesar de haber simulado todo este proceso deteosis inmanente. Slo puede acabar en la cima del canto en

    reunificacin con el ruiseor potico a la espera de un nuevo hombre ycanto que, como ya se haba anunciado en Al dios del lugar (Valente,1999 (vol. 2): 233), surjan del mar, de los limos maternos del fondo,

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    cabellera de algas/ sobre los hombros, brazos/ que arrastran las mareas,/aguas madres (Valente, 2001b: 232. Vv. 18-21). Es un hombremesinico que con figura de mar,/ pone su planta, el lmite, establece/ lasluces del poniente/ y los umbrales del amanecer (Valente, 2001b: 233.Vv. 38-41). Con toda probabilidad este es un palimpsesto evidente de suadmirado Paul Celan, claramente detectable en dos poemas que l mismotradujo al espaol: Tardo y profundo (Valente, 2002a: 265, 267) yTubinga, enero (Valente, 2002a: 277):

    Tardo y profundoI.- []que venga sobre nosotros la culpaque venga sobre nosotros la culpa de todas las seales de peligro,que venga el mar burbujeante,el viento acorazado del retorno,el da de la medianoche,que venga lo que no ha sido todava.Que venga un hombre de la tumba (Valente, 2002a: 265. Vv. 21-27).

    Tubinga, eneroII.- []Viniera,viniera un hombre,viniera un hombre al mundo, hoy, llevandola luminosa barba de lospatriarcas: debera,si de este tiempohablase, de-beratan slo balbucir y balbucircontinua, continua-mente (Valente, 2002a: 277. Vv. 12-22).

    En conclusin, Valente ha escenificado un reencuentro con lastradiciones msticas y con las poticas del romanticismo, del simbolismo

    y de la poesa pura. Tambin ha tratado de evadirse momentneamente delos defectos de la historia presente postmoderna a la par que ha intentadopoetizar una unin personal interior gracias a sus propias pulsiones

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    msticas y con la intencin de exorcizar los traumas por la muerte de suhijo. Este es el ltimo viaje solipsista lleno de indetermanencia de unadilatada obra potica y ensaystica. Esta ha adquirido la forma de unaespiral progresiva en busca del ndulo central de la identidad y de la vidaen un pasado idealizado en el seno materno y en el origen del cosmospara reiniciar la historia y as corregirla y depurarla. Fracasados losesfuerzos humanos de encontrar esa transformacin y redencin en lapoltica y en el testimonio literario, el poeta gallego la propone en elinterior de la praxis lrica y de las conciencias humanas. Hemos llegado alumbral del misterioso punto cero valentino. Qu hay detrs o ms allde l? Nadie lo sabe, pero tal vez las palabras que ms se acercan a

    definirlo, desde el tan mstico arte de la paradoja, las dio nuestro pjarosolitario redivivo en su Carta abierta a Jos Lezama Lima: El puntodonde no se ve es el punto donde la visin no es necesaria por ser el puntodel que la visin emana y en que la visin converge (Valente, 1971:202).

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