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    SSuuggeerreenncciiaass ttiiccaass ppaarraa uunn ddeessaarrrroolllloo hhuummaannoo

    y Tony Mifsud s.j., Director, Centro de ticaUniversidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile

    Pensar el desarrollo en trminos humanos es la razn de ser de la tica. Este desafo alpensamiento tico se sita hoy en un contexto marcado por la fragmentacin tica. Enrazn de lo anterior, devolver el protagonismo a la decisin humana para generar undesarrollo acorde a su dignidad, implica, al menos, el cultivo de un corazn solidario, laopcin por el dilogo y la recuperacin de lapalabra veraz. Estos tres caminos histricospermiten considerar el futuro con una profunda esperanza para la humanidad.

    1.- La presencia de un nuevo contexto

    El cometido de la tica consiste en reflexionar sobre las condiciones indispensables parala realizacin autntica de lo humano en cuanto individuo y grupo. La persona se realizaen el encuentro con otros y el grupo se fortalece en la medida que esa interaccin tienecomo sujetos a individuos con una clara identidad. Por consiguiente, esta dimensinsocial de lo humano no constituye una falla ni una limitacin, sino una condicinantropolgica de crecimiento, ya que vivir es convivir.

    Este talante social del ser humano encamina la reflexin tica para pensar todo progresoverdaderamente humano en la perspectiva de una auto-realizacin (ser) en la auto-trascendencia (social). En el encuentro con el otro se descubre la propia identidad que, asu vez, permite un autntico encuentro desde uno mismo hacia el otro. Si vivir es convivir,entonces quien no es solidario termina siendo solitario.

    Todo encuentro humano acontece en el espacio y en el tiempo. La condicin social de lapersona humana no slo dice relacin a la sociedad, como grupo de personas, sinotambin a estructuras e instituciones que contextualizan el encuentro interpersonal. Eltexto humano se escribe en un contexto histrico que condiciona y, a la vez, escondicionado por la mano del hombre y de la mujer.

    Este contexto histrico est marcado por los profundos cambios culturales que nodenotan tan slo una serie de mutaciones dentro de un mismo referente (poca decambios), sino destacan una verdadera transformacin en los referentes de lossignificados en la sociedad (cambio de poca). Es la novedad de una cultura emergenteque conlleva el desafo de repensar y re-significar el tejido social acorde este nuevo

    contexto.

    Todo cambio, al ser novedad, es percibido como amenaza y oportunidad. Elprotagonismo humano es el factor decisivo en esta disyuntiva. El rumbo del camino esdecisin humana. Un progreso en la civilizacin (condiciones materiales) llega a ser undesarrollo cultural (condiciones de significacin) cuando lo mejor es definido por laposibilidad de dar respuesta a la pluridimensionalidad del ser humano.

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    Sin embargo, el gran desafo actual es justamente recuperar esta confianza en elprotagonismo humano, sobre todo cuando el individuo se percibe arrollado por loscambios y marginado frente al otro en una sociedad cada da ms impersonal. La pruebade los nmeros y de las estadsticas contrasta con la percepcin subjetiva; los xitosobjetivos proclamados son contradecidos por la satisfaccin subjetiva expresada.1

    2.- El desafo de la fragmentacin tica

    La fisura entre lo objetivo (modernizacin/oferta) y lo subjetivo (percepcin/acceso) seagudiza por la presencia de ruptura entre los propios sujetos. La razn pragmticacondena el sueo a la irrelevancia, predominando la racionalidad instrumental que reduceal otro en beneficio propio. Cuando lo pblico se cosifica en trminos del tener(consumo,poder, fama), el individuo se refugia en lo privado para poderserlo que uno realmente es(esposo, padre, amigo). Lo objetivo (modernizacin/oferta) coloca al sujeto en funcin delserpara tener, donde el poseeren s mismo es la fuerza direccional, en contraposicincon el tener para ser donde el encuentro define las necesidades.

    Asimismo, la sociedad actual, caracterizada por la ausencia de un paradigma comn, creamayor soledad y hace de la convivencia un desafo de mutua tolerancia, pero muchasveces sin horizontes compartidos. De esta forma, el debilitamiento de la narracin queune a la sociedad abre el camino a la inseguridad colectiva. El pluralismo se nos abrecomo oportunidad y posibilidad para intentar reparar la ruptura y lograr integracin,mediante la complementariedad.

    Pero el pluralismo, tan propio del ethos universitario, puede ser tambin una amenaza.La riqueza de la diversidad llega a ser un peligro cuando no conduce a lacomplementariedad sino a una fragmentacin disociadora. Las distintas perspectivasrequieren de un horizonte comn en un camino dinmico para ir construyendo unparadigma tico compartido. As como el pluralismo busca una unidad en la diversidad, el

    relativismo tico quiebra el tejido social porque la bsqueda comunitaria se disuelve en unindividualismo narcisista negando el talante social de la persona humana. Entonces, elvivir deja de ser convivir y se transforma en un dividir la sociedad en bloquesirreconciliables, debido a una auto-referencia excluyente de una preocupacincomunitaria.

    En esta misma direccin, el creciente secularismo (ausencia de un referente divino) y elsupermercado de ofertas religiosas (surgimiento de movimientos religiosos ms all de lasreligiones histricas) han dejado a la sociedad sin un horizonte religioso compartido.Adems, la vida poltica est polarizada o simplemente ignorada. En este estado deanomia, la tica se erige como un posible referente comn capaz de comprometer a losindividuos en sociedad a redactar una historia compartida de un presente que posibilita el

    futuro para todos.

    La sociedad, as como toda universidad, precisa de un horizonte valrico compartidoque promocione equitativamente la auto-realizacin en la auto-trascendencia, de otramanera se imponen otros criterios discriminatorios (poder, riqueza, salud, educacin) queparten de la desigualdad. La categora de lo humano (ser) une e incluye a todos los

    1Ver Informe PNUD, Desarrollo Humano en Chile (1998), pp. 15 31.

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    miembros de la sociedad, pero cualquier otro criterio (tener) que no asuma esta categoradivide y excluye creando privilegiados y marginados.

    La pregunta consiste, entonces, en cmo construirun marco tico compartido en elcontexto de una sociedad pluralista? cmo llegar a un acuerdo tico como cartafundamental de la sociedad? La necesidad de compartir valores se impone por s misma,

    porque de otra manera la sociedad se degenerara en una dinmica de la ley de la selvadonde el poder lo decidira todo.

    Por lo menos, se pueden sealar dos procesos que conducen a la misma meta. Elprimero es negativo, delineando los lmites crticos que deben respetarse para evitar laulterior fragmentacin de la sociedad y recuperar la confianza bsica constructora de laciudadana. El segundo es positivo, despertando el sueo de ideales que yacen en elcorazn humano resistente a todo discurso que se limita tan slo a lo pragmtico.

    La medida del mnimo moral (lmites) o el horizonte del mximo tico (ideales), quizs noson caminos excluyentes, sino ms bien complementarios y evolutivos atendiendo a lacondicin humana. La necesidad de sobrevivencia (debido a la interdependencia) subraya

    lmites que deben ser respetados; la aceptacin del talante social (auto-realizacin en laauto-trascendencia) proyecta un paradigma tico desafiante de lo presente y encaminalas decisiones personales hacia un desarrollo humano del progreso.

    Atendiendo al pluralismo, respetuoso del otro en la dimensin del encuentro con l, esposible sugerir un perfil tico como condicin de autntico desarrollo humano, partiendode la realidad del presente pero con miras a un futuro inmediato capaz de devolver elprotagonismo al sujeto social en la construccin de la narrativa nacional.

    3.- Cultivar un corazn solidario

    Los lazos interpersonales no se pueden construir sobre la tolerancia ni la indiferenciasino como resultado de una opcin por el otro. La solidaridad no es un sentimientoefmero sino una decisin de asumir la interdependencia como un dato antropolgico y,por ello, una correspondiente tarea de responsabilidad tica.2

    Amar y ser amado es la clave de la vida humana porque crea identidad y alteridad dentrode un espacio comunitario. El cario es esencial en la vida. A propsito de l el serhumano aprende a perdonar, acoger, aceptar al otro en su diferencia y alteridad. En laausencia del cario brota la amargura que es auto-referente, sospechosa, destructiva deuno mismo y del otro. El cario hacia el otro establece lazos comunitarios y abre una

    2 Juan Pablo II aclara que la solidaridad "no es, pues, un sentimiento superficial por los males detantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinacin firme y perseverante deempearse por el bien comn; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamosverdaderamente responsables de todos (Sollicitudo Rei Socialis, N 38). El concepto de solidaridadocupa un lugar privilegiado en el pensamiento de Juan Pablo II, especialmente en sus encclicassociales Laborem Exercens de 1981 (ver N

    o8), Sollicitudo Rei Socialis de 1987 (ver N

    os21, 23, 26,

    33, 38, 39, 40, 46), y Centesimus Annus de 1991 (ver Nos

    10, 49, 57). Tambin en los documentosdel Episcopado Latinoamericano el tema de la solidaridad es recurrente: Documento de Medelln de1968 (Justicia, N 2; Paz N 21; Pobreza de la Iglesia, N

    os10, 11), Documento de Puebla de 1979

    (ver No

    327), Documento de Santo Domingo de 1992 (Nos

    6, 32, 52, 157, 159, 169, 195, 271, 296).

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    ventana al futuro mediante el persistente sueo de una sociedad siempre ms humanadonde todos y cada uno tiene cabida digna.

    Por consiguiente, tanto en la sociedad como en la universidad, una condicin ticaesencial es la solidaridad como opcin colectiva y estilo de vida para los que pertenecena ella. La aceptacin profunda del talante social, que define a la persona humana, abre el

    corazn del individuo hacia el otro con una preocupacin por su bienestar. La realizacindel otro es la propia plenitud, porque en la entrega se encuentra la propia identidad. Laausencia de solidaridad slo conduce al ser solitario.

    Frente a la figura de un Can que rechaza los lazos de sangre, asesinando a su propiohermano y lanzando la pregunta desafiante soy yo acaso el guardin de mi hermano?(Gn 4, 9), se encuentra otra figura alternativa en Jess de Nazaret quien asume los msdbiles de la sociedad afirmando que cuanto hacen a uno de estos mis hermanos mosms pequeos, a m me lo hacen (Mt 25, 40). Mientras Can desconoce a su propiohermano, Jess se identifica con los ms desvalidos hacindose su hermano.

    El concepto de solidaridad viene del mbito legal y define el modo de derecho u

    obligacin in solidum, es decir, una adhesin circunstancial a la causa o la empresa deotros.3 En el mbito jurdico existe una obligacin in solido cuando cada deudor puede serllamado a responder por la totalidadde una deuda contrada por varios sujetos. Los variosdeudores se obligan a responder por la totalidad de una misma prestacin. Porconsiguiente, no se trata de que cada parte responde por su responsabilidadcorrespondiente, sino que cada parte responde por la totalidad del prstamo.

    El significado ms profundo del trmino solidaridades asumir la responsabilidad del otro,hacerse cargo del otro. No es esto el contenido de patriotismo? El sentirse patria esamar a su gente y sentirse formando parte de ella. El referente familia humana tambintiene esta misma dimensin de asumir al otro como parte de las propias preocupaciones.La preocupacin por el medio ambiente, y por preservar un entorno habitable para las

    generaciones futuras, involucra esta opcin por pensar la humanidad en trminos defamilia.

    La mirada solidaria sobre el otro le devuelve el rostro al individuo que experimentasoledad y confusin en un contexto urbano en que las relaciones entre las personasresultan menos gratuitas y cada vez ms impersonales. En las grandes ciudades, el otroes cada vez ms un desconocido, lo cual explica en parte la presencia de la violenciaporque cuesta mucho menos hacer dao a un desconocido. Recuperar el rostro del otroresulta un desafo urbano urgente.

    Es del todo evidente que esta opcin tica solidaria, que se traduce en actitudesconcretas frente a las situaciones cotidianas con sus consecuentes gestos, se

    fundamenta en una metatica (una filosofa de vida fundante de la accin humana). Estavisin tiene un rango bastante amplio porque va desde el mnimo del puro sentidocomn (hacer posible la convivencia ya que de otra manera la interdependencia se tornamutua destruccin), pasando por una filosofa de la reciprocidad(respetar al otro en sualteridad para construir una interaccin entre identidades y alteridades), hasta una

    3Ver Diccionario de la Lengua Espaola, (Madrid: Real Academia Espaola, 1984, vigsima

    edicin).

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    teologa de la primaca del otro (la vida como servicio en un horizonte de caridad, esdecir, amar a Dios en la concrecin del otro y el otro a la manera de Dios4).

    El principio de la solidaridad tiene un triple eje contentual: (a) el respeto por el otro en sualteridad, es decir, la defensa de la dignidad de todo y cada individuo por el slo hecho deser persona humana; (b) la construccin de una sociedad (estructuras e instituciones)

    donde todos y cada uno, como individuo y grupo, tienen cabida digna de su condicinhumana.

    La verificacin (hacer verdad) de estos dos postulados se realiza en (c) la preocupacinprimordial por los ms desvalidos en la sociedad porque esta prioridad por el dbilasegura la autenticidad del horizonte universal. Es decir, en la parcialidad se verifica y secomprueba la universalidad en cuanto la inclusin del excluido hace realidad la solidaridadpara con todos. Negativamente, la presencia de excluidos niega una sociedad solidaria;por tanto, la inclusin es criterio de universalidad.

    Un corazn solidario, que incluya todas las dimensiones de la persona humana, evalaticamente las instituciones y los procesos sociales en trminos de mayor o menor

    expresiones histricas de equidad, para generar condiciones que posibiliten que cadaindividuo y grupo tenga acceso al bienestar producido en la sociedad.

    As, una cultura de mercado entra en contradiccin con el ethos solidario al cosificar lasrelaciones humanas (el valor social del ser humano se basa en su capacidad adquisitiva),colocando el afn por el acumulo por encima del compartir (el ms se erige en criterioexcluyente), reduciendo el espacio del encuentro en apenas una plaza de intercambio (lamentalidad predominante del yo doy para que tu me des). Por el contrario, una culturasolidaria piensa en trminos de crecimiento con equidad, en un proceso de siempremayor acceso a la igualdad de oportunidades.

    4.- Aprender a dialogar

    Esta cultura solidaria supone hombres y mujeres con corazn solidario, abiertos aldilogo con el otro, especialmente en un contexto pluralista, superando la comodidad y laambigedad de una actitud meramente tolerante, para abrirse al respeto por el otrodiferente.

    El dilogo (logos palabra; dia entre) es una interaccin verbal entre dos o mspersonas en la cual se intercambian ideas (pensamientos) y afectos (emociones). En eldilogo se llega a conocer a otra persona y, por ende, a uno mismo, porque no es unasimple conversacin sino una disposicin para escuchar al otro en su alteridad, comotambin la decisin de revelar al otro algo de uno mismo. En otras palabras, se crea una

    situacin en la cual los participantes consideran al otro como un interlocutor vlido y dignode confianza, porque cada uno se siente libre para expresarse y se percibe escuchadopor el otro.

    El dilogo se realiza mediante una conversacin, pero no toda conversacin resulta serun dilogo. La conversacin requiere de capacidades lingsticas y expresivas; el dilogoexige entrega de la persona. Una conversacin no compromete a los interlocutores; el

    4Ver Jn 13, 12 15.34 35.

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    dilogo deja huellas en los participantes. En una conversacin, el eje es el tema; en eldilogo el tema son las mismas personas. El dilogo ayuda a crecer como individuo y, ala vez, crea comunidadporque se aprende a convivir en el respeto por el otro. Por ello,todo dilogo empieza como conversacin y lentamente los interlocutores vancomprometiendo dimensiones ms profundas, respetando a la vez las diferencias.

    Por consiguiente, este mismo requisito refleja la dificultadque entraa el dilogo, ya queimplica la disposicin para entrar en una dinmica que involucra hablar (expresin del yo)y escuchar (abrirse al otro), dentro de un contexto de distintos pensamientos (de otramanera sera simplemente un monlogo entre dos), mediante el lenguaje (expresin enpalabras de ideas y emociones).

    Pero, entonces, el dilogo exige la actitud de la tolerancia? Todo depende delsignificado que damos a esta palabra tan empleada en nuestros das.

    La tolerancia tiene su historia, con un significado que ha ido evolucionando de acuerdo alos distintos contextos culturales. La aconfesionalidad del poder poltico, elfortalecimiento del discurso racional, y el desencanto de las ideologas tradicionales han

    favorecido una cultura tolerante.

    Pero, en el lenguaje cotidiano, no queda muy claro si esta palabra, pronunciada pordistintas personas, conlleva un referente comn de contenido. Ser tolerante significarespetar al otro o, ms bien, indiferencia frente al otro? Tolerancia significa que todo daigual, porque todo es relativo? Lo decisivo no est tanto en la palabra empleada sino en elsignificado otorgado.

    En su sentido moderno, la tolerancia, como hecho social, naci en el contexto delpluralismo. Una sociedad es pluralista cuando no existe una nica ideologa ni un podernico que configura la sociedad, porque en ella concurren diversas concepciones delmundo y de la vida, como tambin se da un espacio democrtico con la triple divisin de

    poderes (judicial, legislativo, ejecutivo). En una sociedad pluralista no existe tanto uncentro cuanto una plaza pblica donde confluyen distintas opiniones, y el proceso desocializacin exige la conviccin personal frente a la oferta de distintas opiniones, formasde vida y creencias.

    Este entorno pluralista puede ser vivido en el dilogo (aprendiendo unos de otros), en elindiferentismo (todo da igual con tal que nadie moleste a nadie), o en el fanatismo (laimposicin de unos sobre otros). El pluralismo introduce la tolerancia en la sociedad, pero,esta tolerancia, significa el arte de la persuasin, el ambiente de la permisividad, o lalucha de la condenacin mutua?

    Por de pronto, la tolerancia tiene lmites claros. Una tolerancia es simplemente peligrosa

    para la sociedad cuando permite los atropellos a los valores y a la dignidad de laspersonas o de los grupos, cuando caben privilegiados que se aprovechan en beneficiopropio a costa de otros, cuando implica resignacin y cobarda que llevan al ocultamientoo al silencio.

    La tolerancia se torna intolerante frente a todo obstculo que impide la realizacin detodos en la sociedad. Por ello, se habla de intolerancia justa frente a todo racismo yclasismo, o discriminacin positiva en favor de los ms desvalidos y vulnerables en la

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    sociedad, en cuanto su situacin no involucra responsabilidad personal sino falta deoportunidad.

    La convivencia pacfica de distintas formas de vida es el primer paso (tolerancia mnima),porque implica la aceptacin de la diferencia como un hecho social. Pero, siendo unprimer paso necesario, resulta insuficiente para la sociedad. La convivencia, social e

    institucional, precisan de un proyecto comn, de valores bsicos y compartidos,justamente para poder convivir y realizarse, como individuos y como grupo. El quehacerde uno depende, e incide, en lo que hacen otros. Vivir es comunicacin: el espaciopblico no est para aislarse sino para comunicarse, y, por ello, no puede construirsesobre la desconfianza (aislamiento) sino sobre la confianza (apertura hacia el otro).

    La diferencia llega a ser un factor de cohesin cuando predomina el dilogo, que no esla reduccin de dos monlogos a uno solo, sino la superacin del monlogo por la palabracomunicativa, que es siempre palabra entre dos. El monlogo es auto-referente y cerrado,pero el dilogo reconoce la presencia del otro; el monlogo es para escucharse a unomismo y termina pensando igual, mientras el dilogo escucha al otro y se enriquecenambos. Por ello, cuando en la sociedad toda diferencia termina en polarizacin y

    polmica, todava se est en una sociedad con mltiples monlogos, donde anpredomina la intolerancia.

    Una tolerancia que no se esfuerza por buscar la verdadsobre la sociedad y la persona seencamina hacia la destruccin social, porque el ser humano es incapaz de soportar elvaco de sentido. La finalidad ltima de la tolerancia es la bsqueda de la verdad entretodos. Renunciar a esta bsqueda es huir del mundo humano y perder la significacin delotro en la propia vida, con la consecuente destruccin de la convivencia por la prdida dela propia identidad (slo frente al otro se encuentra el propio yo), y el paso de laautonoma al automatismo (hacer cosas sin sentido).

    Se pueden tolerar las ideas, pero slo cabe el respeto hacia las personas. Combatir

    tu opinin hasta el fin de mi vida, pero luchar con todas mis fuerzas para que t puedasexpresarla (Voltaire).

    Tolerar al otro no es soportarlo, sino aceptarlo y respetarlo. El respeto hacia el otro, en sualteridad, implica reconocer el misterio del otro frente al yo, porque el otro jams escabalmente conocido ya que en este caso sera poseerlo. Respetar al otro es el esfuerzoconstante de abrirse a l. Respetar al otro es la disposicin valiente de darle una segundaoportunidad sin clasificarlo en categoras estriles. Respetar al otro es comunicarse desdela propia identidad hacia la alteridad. Respetar al otro no es indiferencia sino compromiso.

    El cristianismo da un paso ms. Respetar al otro es amarlo. El amor cristiano no es vagoni nebuloso, porque tiene un referente preciso: Jess el Cristo. mense como Yo les he

    amado, y, concretamente, nadie tiene mayor amor que el que da su vida para sus amigos (Jn 15, 12 13). Vivir es desvivirse en el convivir para que el otro tenga vida. Esta opcines invitacin divina y responsabilidad humana.

    El dilogo en el respeto por el otro abre al horizonte de la purificacin de la memoria sobreel pasado para alcanzar una reconciliacin que permita construir futuro.

    En una situacin de crisis todos los sectores apelan a la reconciliacin. Pero, cul hasido la comprensin histrica de la reconciliacin? Los hechos sealan que por

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    reconciliacin se ha entendido ms bien un proceso mediante el cual se suprime elconflicto en nombre de la paz social. Es decir, un discurso poltico-jurdico que suspendela discusin pblica del conflicto, sin una intencin clara de reconocer la validez o deprofundizar en las causas de dichos conflictos para darles una solucin. De esta manerase intenta controlar las odiosidades (que son ms bien sntomas y no causas)desarrolladas entre los grupos en conflicto porque son consideradas como fuente de

    confrontacin violenta, pero no se logra dar el espacio necesario para entender la raz delas desconfianzas presentes. Entonces, se acude al olvido, pero las emociones no seextinguen y la memoria se encarga de mantenerlas vivas.5

    Para entender qu significa reconciliacin, es preciso recurrir al campo teolgico de dndesurgi y se traslad posteriormente al rea poltica, debido seguramente a una sociedadmarcada por un referente cristiano y donde la palabra pblica de la Iglesia Catlica tieneun peso social.6 El trmino originalmente subraya un proceso en dos momentos: (a) laruptura de un pacto, y (b) la elaboracin de uno nuevo. Por consiguiente, la reconciliacinno significa volver a una situacin anterior sino la creacin de una nueva mediante elreconocimiento de la verdad (arrepentimiento por el dao causado y el deseo de actuar deuna manera distinta).

    En otras palabras, no es un proceso de desmemoria (olvido), tampoco prima el castigosino se enfatiza la valenta de reconocer la verdad. As, el perdn no es un desconocer loocurrido sino, todo al revs, un reconocer los hechos y un cambio de actitudcorrespondiente. Es que un perdn sin veracidad es impunidad, porque al perdn le faltasu objeto (perdonar qu?). En una situacin de amnista - sin reconocimiento dehechos - existe un miedo a enfrentarse con la verdad porque sta es considerada comouna amenaza social.

    Para la sociedad es esencial, especialmente en un tiempo de fragmentacin tica,establecer los lmites entre el bien y el mal (lo que se puede y lo que no se puede haceren ninguna circunstancia) ya que de otra manera predomina la inseguridad ciudadana,

    imponindose la ley del ms fuerte. Si lo tico se define en relacin al poder, entonces secae en un pleno relativismo moral porque, en este caso, es el poder establecido el que,en la prctica, dicta el contenido de lo bueno y de lo malo sin ulterior referencia a ununiverso objetivo.7 Adems, en estas circunstancias, se debilita el valor de la vida (slodesde el poder se tiene asegurado), se traiciona el valor de la verdad(la ausencia de la

    5Ver Elizabeth Lira, Reflexiones sobre Memoria y Olvido desde una perspectiva psico-histrica,

    Documento de Trabajo preparado para el Seminario Memoria para un nuevo siglo: Chile, miradasa la historia de los ltimos cincuenta aos (Santiago, 4 6 de noviembre de 1998).6

    En la teologa paulina, se presenta a Cristo como Aquel que ha reconciliado la humanidad conDios mediante su muerte y resurreccin, colocando al ser humano en una nueva situacin deperdonados y salvados (ver Rom 5, 10 11; 11, 13 15; 2 Cor 5, 17 20; Ef 2, 14 18; Col 1, 18

    23).

    7 Hoy se tiende a afirmar que el agnosticismo y el relativismo escptico son la filosofa y la actitudfundamental correspondientes a las formas polticas democrticas, y que cuantos estnconvencidos de conocer la verdad y se adhieren a ella con firmeza no son fiables desde el puntode vista democrtico, al no aceptar que la verdad sea determinada por la mayora o que seavariable segn los diversos equilibrios polticos. A este propsito, hay que observar que, si noexiste una verdad ltima, la cual gua y orienta la accin poltica, entonces las ideas y lasconvicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fcilmente para fines de poder. Unademocracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, comodemuestra la historia (Juan Pablo II, Centesimus Annus, 1991, N

    o46; ver tambin Juan Pablo II,

    Veritatis Splendor, 1993, No

    99).

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    investigacin) y se desautoriza el valor de la justicia (sea en el sentido de aplicar laamnista a la inocencia, ya que no ha habido juicio, sea en el sentido de la impunidad).

    Un corazn solidario que busca el bien de la sociedad construye esta unidad sobre laslecciones del pasado y se empea por una memoria nacional reconciliada en la verdad yen la justicia, que no excluye la amnista con tal que no sea impunidad. Es preciso pasar

    del mito democrtico, el cual es preciso proteger constantemente para salvar lasapariencias (y entonces aqu no ha pasado nada), a la cultura democrtica que sefundamenta en el respeto por el otro en su alteridad y se construye sobre unasconvicciones compartidas que permitan un caminar juntos.

    5.- Recuperar la palabra veraz

    La verdad es constitutiva de lo humano en cuanto auto-referencia (slo en la verdadpuede una persona conocerse o re-conocerse por lo que realmente es) y en cuanto serrelacional (slo en la verdad puede haber comunicacin entre personas). Una culturaveraz es imprescindible para la realizacin de toda persona como individuo y como

    miembro de una sociedad.

    Esta afirmacin antropolgica se transforma en una exigencia tica (el ethos de laveracidad) de testimoniar y vivir la verdad en la accin cotidiana, porque resulta ser unacondicin de posibilidad de lo humano en cuanto auto-aceptacin (ser individuo) yapertura al otro (ser social).

    La definicin clsica de la verdad como adaequatio rei et intellectus (la conformidad dela inteligencia con el ser de las cosas) se entiende dentro del horizonte ontolgico decorrespondencia entre el ser y el pensamiento. El concepto bblico de verdad es ajeno a lamentalidad especulativa y la entiende en trminos de fidelidad (consistente, estable,fundado) dentro del contexto de una relacin (una relacin correcta entre lo divino y lo

    humano configura la verdad ms fundamental y fundante).8

    Por consiguiente, la justiciatambin consiste en el ejercicio prctico de la verdad en las relaciones interpersonales. 9

    La presencia de la verdad en una sociedad es simplemente clave para su desarrollo. Ensu ausencia, prima la desconfianza mutua en las relaciones interpersonales y laconsecuente falta de credibilidad en las instituciones de la sociedad. Una crisis decredibilidad social distancia peligrosamente lo pblico de lo privado, ya que lo primeropierde legitimidad social y lo segundo se reduce a un espacio de repliegue donde elindividuo encuentra su refugio.

    Una sociedad que no se construye y se basa en la verdad, termina por reducirse a unacolectividad sustentada en apariencias.

    En un artculo que sali publicado en la Revista Ya del diario El Mercurio10, cuyo ttulo eraprecisamente Juegos de Pretensin, se describieron trece ejemplos11 para sealar que,

    8Ver M. Cozzoli, Verdad y Veracidad, en AA.VV., Nuevo Diccionario de Teologa Moral, (Madrid:

    Paulinas, 1992), pp. 1839 1856.9

    Ver Toms de Aquino, Suma Teolgica, II II, q. 58, art. 4, ad 1.10

    Ver Felipe Bianchi Leiton, Juegos de Pretensin, en Revista Ya del Diario El Mercurio, 1 deabril de 1997, pp. 15 19.

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    en la actual sociedad chilena, el aparentarforma parte del estilo de vida. Este fenmenoes el esfuerzo para que la gente crea que uno es (o tiene) algo que en realidad no es (nitiene); en otras palabras, hacer cualquier cosa con tal de no ser considerado rasca.

    El arribismo social no es novedoso, pero su extensin (ya no se trata tan slo deancdotas sueltas) y su configuracin como estilo de vida (aparentar, simular, pretender,

    presumir) lo destacan como un cambio cultural donde hay que pasarse porpara serconsiderado como alguien significativo en la sociedad y ser valorado por los dems. Laalienacin consiste en hacer creer al otro que uno es (o tiene) cuando en realidad no es(ni tiene).

    La mejora en la escala social ya no dice relacin a la educacin sino al dinero; por ello,para sentirse alguien hay que tener dinero o aparentar tenerlo. Esto significa laconsolidacin de una sociedad de consumo, sea en cuanto la capacidad individual de

    compra, sea como un signo social del poder adquisitivo. Esta situacin subjetiva (seralguien en cuanto se tiene dinero) slo es posible en la medida en que existe lapercepcin compartida de que, en la sociedad, el individuo es apreciado en trminos deconsumo (la capacidad, realo virtual, de compra).

    Evidentemente, esta cultura margina y excluye a aquellos que no tienen ni siquiera paraaparentar. Los pobres no tienen el lujo de mentir sobre su condicin social de pobreza. Deesa manera, se van construyendo, o quizs distancindose an ms, dos mundos dentrode la misma sociedad: los beneficiados y los excluidos del progreso, considerado entrminos puramente monetarios.

    Paradjicamente, esta nueva exigencia social de aparentar nace en un contexto tambincultural donde se valora la autenticidad. El ser lo que uno es, el rechazo instintivo frente alos roles sociales impuestos, el ensalzamiento de la libertad individual por encima de todoy de todos, contradicen este afn compulsivo para pretender, simular, aparentar porqueconstituyen una clara negacin de la bsqueda de autenticidad, es decir, la veracidad

    para con uno mismo y para con el otro.

    6.- El futuro como esperanza

    Nuestra tarea como universidad Alberto Hurtado nos desafa a declarar pblicamente lonegativo de la sociedad actual como tal (es decir, considerndolo negativo). En s, este esya un hecho positivo y fuente de esperanza. Por ejemplo, hacer presente la percepcinsubjetiva insatisfecha frente al aspecto impersonal e inequitativo del proceso demodernizacin en Chile constituye una reivindicacin pblica de lo autnticamentehumano: lo ms (cantidad) para algunos no resulta ser lo mejor (calidad) para todos; el

    11 Los ejemplos son el carro lleno abandonado en el supermercado, la etiqueta de ropa de unamarca prestigiosa, el celular falso, los retratos familiares de ancestros no existentes, lamodificacin del apellido, el auto antiguo sin aire condicionado pero con las ventanas cerradas, latarjeta laboral falsa, la camiseta de un equipo de ftbol asociado con la clase alta, la calcomana deun colegio reconocido socialmente, el cambiarse de iglesia para la Misa dominical ubicada en elbarrio alto, el reloj falso pero de buena marca, la pretensin de tener una casa de verano en unsitio de renombre, y la no inclusin del nmero de telfono para no revelar el barrio de residencia.El autor del artculo afirma que, siguiendo una vieja regla periodstica, la presencia de un caso esnada, de dos son casualidad, de tres es slo tendencia, pero ms de diez se habla de una realidadque cruza el pas entero.

  • 7/28/2019 Artculo de Tony Misfud

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    tenerperjudica al sercuando el poseer llega a ser la razn fundante de la existencia; lasrelaciones formales (impersonalidad del mercado) no pueden reemplazar las relacionessociales (protagonismo de los sujetos).

    Este primer paso nos lleva a preguntarnos por el significado del progreso. Qu progresose desea como sociedad? qu elementos constituyen un progresopara unos, mientras

    para otros es un regreso en trminos de calidad humana? No se trata de rechazar niaceptar acrticamente en bloque el proceso de modernizacin, sino de discernir paraconstruir sobre lo positivo y corregir lo desviado.

    El proyecto de sociedad (lo deseable) no puede prescindir del presente, porque slodesde el hoy se hace posible un maana. Negar el presente conduce a la aoranza ypresupone una visin apocalptica. Humanizar el proceso de modernizacin exige aclararlos fines antropolgicos (el hacia dnde y el para qu) para encaminar de maneracorrespondiente los medios tcnicos (los procesos sociales).

    Nuestra tarea universitaria nos convoca a ser lcidos en reconocer que el problema no estanto la modernizacin cuanto la decisin humana (la responsabilidad tica) en marcar el

    rumbo de este caminar. El ethos solidario asegura el contenido humano y el horizontehumanizante de este proceso, como tambin su universalidad mediante la protesta y la

    propuesta. Es nuestra responsabilidad contribuir, como Universidad y con estilouniversitario, a que nuestra sociedad chilena se constituya en un ethos que construye unaesperanza para todos, en que se respeta la diversidad (el desafo de integrar, no eliminar,lo distinto en un proyecto comn), y que, a la vez, incluya a los excluidos de siempre en laredaccin de la narracin nacional.