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  • RESUMEN

    Se presentan los resultados obtenidos en un grupo demenores (8-17 aos) dentro de un estudio epidemiolgicosobre el juego de apuesta y el juego patolgico realizado enel municipio de Punta Umbra (Huelva). Los datos se reco-gieron sobre una muestra de 130 sujetos, utilizando el SouthOaks Gambling Screen (SOGS-RA) para adolescentes,donde podemos observar que el 83,1% no presentara pro-blemas de juego, el 11,5% sera jugador con problemasleves y el 5,4% podra considerarse como probable jugadorpatolgico. Tras describir distintas caractersticas sociode-mogrficas, ofrecemos informacin sobre frecuencia y usode drogas en los jugadores. Destacamos que el 14,3% delos jugadores patolgicos fuman diariamente, dndose igualporcentaje para el consumo de alcohol. Por otra parte, el71,5% de los jugadores patolgicos superan los 17 puntosen el CDI, llegndose al 42,9% que tendra pensamientos desuicidio, aunque no llegara a realizarlo

    Palabras Claves: Juego patolgico, Menores de edad, Usode drogas, Abuso de Alcohol.

    SUMMARY

    This paper is a presentation of the results which wereobtained from an epidemical study on gambling andpathological gambling carried out in the town of PuntaUmbra (Huelva-Spain). It shows the data collected from asample of 130 subjects who are under age (8-17 age), usingthe South Oaks Gambling Screen (SOGS-RA) foradolescents, where it can be observed that 83,1% do notpresent any gambling problems, 11,5% are would begamblers with slight problems and 5,4% could be classifiedas probable pathological gamblers. After describing differentsociodemographic characteristics, we offer informationabout the frequency and use of drugs in the gamblers. It canbe noted that 14,3% of the gamblers are daily smokers, withthe same percentage consuming alcohol. On the otherhand, 71,5% of gamblers go over the 17 points on the CDI,and 42,9% could think of committing suicide, although theywould not reach the point of doing so.

    Key words: Pathological gambling, children under age, Useof drugs, Abuse of Alcohol.

    ADICCIONES, 2000 VOL.12 NM. 4 PGS. 493/505 493

    original

    Estudio descriptivo sobre el juego patolgico enestudiantes (8-17 aos): Caractersticas

    sociodemogrficas, consumo de drogas y depresin

    ARBINAGA, F.

    Psiclogo

    Enviar correspondencia a:Flix Arbinaga Ibarzbal. Centro de Psicologa Clnica. C/. Jos Faria, 56 - 5 c. Huelva 21006. Tel. 959 25 14 88

    INTRODUCCION

    Est bien documentado que, desde 1936, el juegoha experimentado un continuo y rpido creci-miento en la mayora de los pases (Frey, Eading-ton, 1984; McMillen, 1996). Una causa para estecrecimiento que ha sido compartida por diversos auto-res es la disponibilidad de los juegos (Cornish, 1978;Connors, 1983; Dickerson, 1984; Orford, 1985). Sinembargo, la afirmacin de que el rpido crecimientodel juego es atribuible a la legalizacin y a la accesibi-lidad al juego, puede ser considerado al menos incom-pleto; ya que toda actuacin sera intil si no hubieraun deseo de jugar por parte de la gente. Incluso en las

    sociedades donde el juego ha sido prohibido ste haflorecido (Dixon, 1996).

    Para Ladoucer y Walker (1998) la naturaleza esen-cial del juego es que el dinero (o su equivalente) searriesga en el incierto resultado de un suceso, sujetoa ciertas condiciones: a) el juego ocurre en un contex-to de grupo donde despus de los costos, tasas yganancias, el dinero apostado por los perdedores esredistribuido a los ganadores y b) la redistribucin deldinero es independiente de cualquier otra empresacomercial relacionada con el suceso de jugar.

    El juego patolgico fue reconocido oficialmentecomo entidad nosolgica de salud mental en el ao1980 cuando la Sociedad Americana de Psiquiatra lo

    Este trabajo ha sido financiado por la Concejala de Bienestar Social (Ayto. de Punta Umbra, Huelva).

  • incluye por primera vez como trastorno en el ManualDiagnstico y Estadstico de los Trastornos Mentales,en su tercera edicin (D.S.M.III) (APA, 1980). En ella,los criterios diagnsticos del juego patolgico apare-cen reflejados entre los trastornos de control deimpulsos no clasificados en otras categoras o trastor-nos residuales. El rasgo bsico que caracteriza al juga-dor patolgico es un fracaso crnico y progresivo enla capacidad de resistir los impulsos a jugar y de laconducta de jugar, fracaso que compromete, altera olesiona los intereses personales, familiares y vocacio-nales (APA, 1987, 388). En 1987, cuando se publica la

    revisin del Manual (D.S.M.III-R) se producen cambiosimportantes en la consideracin que del juego patol-gico se tiene, centrando el inters en aspectos comolos sntomas fisiolgicos de la abstinencia y tolerancia.Por su parte, la cuarta versin del DSM (APA, 1995)mantiene que la caracterstica esencial del juego pato-lgico es un comportamiento de juego, desadaptati-vo, persistente y recurrente y se han de cumplir almenos cinco de los criterios indicados en la Tabla 1;as mismo reflejamos la propuesta de Fisher (1992)para ajustar los criterios en nios de entre 11 y 16aos (DSM IV-J).

    Estudio descriptivo sobre el juego patolgico en estudiantes (8-17 aos)494

    Tabla 1. Criterios diagnsticos del juego patolgico en el D.S.M.IV. y DSM IV-J.

    DSM IV

    01. Preocupacin por el juego.02. Necesidad de jugar con cantidades crecientes

    de dinero para conseguir el grado de excitacindeseado.

    03. Fracaso repetido en el esfuerzo de para contro-lar, interrumpir o detener el juego.

    04. Inquietud o irritabilidad cuando intenta interrum-pir o detener el juego.

    05. El juego se utiliza como estrategia para escaparde los problemas.

    06. Despus de prdidas se regresa para recuperar.07. Se engaa a los miembros de la familia y otros

    para ocultar el grado de implicacin con el juego.08. Se comenten actos ilegales para financiar el jue-

    go.09. Se han arriesgado o perdido relaciones interper-

    sonales, trabajos etc.10. Se confa en que los dems proporcionen dinero

    que alivie la desesperada situacin financiera.

    DSM IV-J

    01. Preocupacin por el juego.02. Necesidad de jugar con cantidades crecientes de

    dinero para conseguir el grado de excitacindeseado.

    03. Fracaso repetido en el esfuerzo de para contro-lar, interrumpir o detener el juego.

    04. Inquietud o irritabilidad cuando intenta interrum-pir o detener el juego.

    05. El juego se utiliza como estrategia para escaparde los problemas.

    06. Despus de prdidas se regresa para recuperar.07 Se engaa a los miembros de la familia o amigos

    para ocultar el grado de implicacin en el juego.08. Se cometen actos ilegales/antisociales, gastar di-

    nero de la comida, robar en casa o fuera para jugar.09. Se rie con la familia o con los amigos ms prxi-

    mos y se hace peligrar la educacin por el juego.10. Se confa en que los dems proporcionen dinero

    que alivie la desesperada situacin financiera.

    Las definiciones dadas en las distintas versionesdel DSM asumen que en la poblacin existen, almenos, dos tipos de jugadores: los sociales y lospatolgicos. Mientras los primeros seran aquellosque juegan espordicamente y tienen control sobre suconducta, los jugadores patolgicos se caracterizaranpor jugar frecuentemente y sin control de su conduc-ta de juego. Shaffer, Hall, Vander (1997) agrupan a losjugadores en tres niveles, que bien pudieran repre-sentar un continuo de incremento en las conductasde jugar y los problemas asociados. Nivel 1.- juegosocial o recreacional sin consecuencias significativas.Nivel 2.- juego con problemas moderados y Nivel 3.-conductas de juego que resultan en mltiples proble-mas y es consistente con los criterios del DSM. Porsu parte, Ochoa y Labrador (1994) proponen cuatrogrupos de jugadores: los jugadores sociales, los juga-dores profesionales, los jugadores problemas y juga-

    dores patolgicos (adicto y dependiente, respectiva-mente, en la terminologa de Irurita, (1996).

    Hoy en da hay que reconocer que an no se dis-pone de datos concluyentes en el estudio de la perso-nalidad de los jugadores, no hay una evidenciaemprica ni terica que permita caracterizar a stoscomo grupo homogneo (Fernndez, Echebura,Bez, 1999). Slo mencionar que los dos aspectosque ms han llamado la atencin en el estudio de lapersonalidad son el constructo de bsqueda de sen-saciones (Zuckerman, 1979; Brown, 1993) y los traba-jos sobre impulsividad (Castellani, Rugle, 1995; Steel,Blaszczynski, 1996; Fernndez, Echebura, Bez,1999). Por otra parte, y dada la alta incidencia de ante-cedentes familiares de ludopata observada en mues-tras clnicas de jugadores patolgicos (20%-35%, sise considera a familiares de primer grado y/o segundo

  • grado respectivamente) se est desarrollando la inves-tigacin gentica para determinar cules son losgenes candidatos especficos del trastorno como asocurre en otras adicciones (Cadoret, Yates, Troughton,Woodworth, Stewart, 1995; Saiz, Ibez, 1999).

    Entre los rasgos clnicos se ha podido constatarque los jugadores patolgicos obtienen puntuacionessuperiores en depresin a las de la poblacin control yuna mayor presencia de acontecimientos vitales signi-ficativos y con episodios de depresin mayor si seevaluaban retrospectivamente (Roy, Ardinoff, Roeh-rich, Lamparski, Custer, Lorenz, 1988; McCormick,1993; Becoa, 1993; Becoa, Lorenzo, Fuentes, 1996;Crockford, el-Guebaly, 1998). Al igual que con los esta-dos afectivos, y relacionado con ellos, parece que sedan ciertas coincidencias entre actividades de juego yel suicidio (Phillips, Welty, Smith, 1997).

    La ejecucin de conductas de juego suele realizar-se en contextos donde las posibilidades de acceder aciertos tipos de sustancias (vg. alcohol, tabaco) sonaltas y reforzadas. En este sentido ha existido unacierta preocupacin por conocer las relaciones quepuedan darse entre el consumo de sustancias adicti-vas y el juego. As Lesieur (1985) ya sealaba que el15% de los jugadores patolgicos tambin mostrabanadiccin al alcohol y/u otro tipo de drogas. En Espaala situacin es similar, se observa como el 25% de losjugadores patolgicos consumen 100cc o ms dealcohol frente al 5% de la poblacin general que lohace en ese nivel. Rodrguez Martos (1987) encuentraque el 15% de las personas diagnosticadas comoalcohlicas muestran un doble diagnstico de juegopatolgico. En grupos de menores y con relacin aluso de tabaco, el 16,3% de los que decan consumiractualmente presentaban problemas con el juego y el11% de los que reconocan beber (Arbinaga, 1996).

    Pero junto a este tipo de alteraciones que sufrenlos jugadores podemos observar un conjunto de mani-festaciones relacionadas con la abstinencia al juego.En los momentos de abandono de la actividad dejugar aparece un fuerte deseo de volver a jugar y unaumento de la irritabilidad (Wray, Dickerson, 1981).Sobre una muestra de 222 jugadores patolgicos(Rosenthal, Lesieur, 1992) destaca que el 24% se con-sidera alcohlico y el 18% adicto a drogas. El 65% delos jugadores ha padecido al menos uno de lossiguientes sntomas de abstinencia: insomnio, dolorde cabeza, trastornos digestivos o diarrea, prdida delapetito, debilidad fsica, palpitaciones, dificultad enrespirar, temblor, calambres, sudoracin, dolores mus-culares, fiebre y el 91% reconoca experimentar cra-ving (ansia por jugar).

    Las principales fuentes de informacin epidemiol-gica, en la literatura internacional, las encontramos enlos trabajos procedentes de EEUU, Canad, Australiay pases avanzados de Europa, Reino Unido, Alema-nia, Francia (Gallup, 1976; Meyer, 1986; Dickerson,

    Hinchy, 1988; Volberg, Steadman, 1988; Volberg, 1990;Ladoucer, 1991; Shaffer, Hall, 1996; Shaffer y cols.,1997; National Opinion Research Center, 1999; entreotros). Por parte de nuestro contexto ms cercano, yal mismo nivel de anlisis global, destacan diversasinvestigaciones sobre la incidencia del juego en lasComunidades Autnomas de Andalucia (Legarda;Babio, Abreu, 1992; Irurita, 1996; Tejeiro, 1998), Galicia(Becoa, Fuentes, 1995; Becoa, 1991) y en Catalua(Cayuela, 1990).

    En el mbito internacional la tasa de prevalenciadel juego patolgico en la poblacin adulta se sitaentre el 2%-3%, segn lo manifestado en el DSM-III-R (APA, 1987) y el 0,5%-3% segn otros estudios rea-lizados (Allcock, 1986; Volberg y cols. 1988). A partirdel meta-anlisis realizado por Shaffer, Hall y Bilt(1997), sobre 18 estudios llevados a cabo entre el ao1988 y 1997, en los Estados Unidos y Canad, seencuentra que la prevalencia, a lo largo de la vida dejugadores patolgicos (nivel 3), se mueve en el rangodel 0,1% al 3,1%, con una media de 1,5%. La estima-cin combinada de los problemas de juego y la preva-lencia de los probables patolgicos (nivel 2 y 3) sesita entre el 2,3% y el 12,9%, stos sobre 15 estu-dios, y con una media del 5,4%.

    En 1986, la Comisin Nacional del Juego publicaen nuestro pas El Libro Blanco del Juego donde sepone de manifiesto que el 79,2% de los mayores de16 aos reconoce jugar en mayor o menor medida,perfilndose un jugador tipo. Estudios ms recientes,desde el ao 1990, nos mantienen en niveles de inci-dencia poblacional entre valores que oscilan, parajugadores problemas del 1,6% (Becoa, 1991) al 5,2%de Legarda y cols. (1992) y, para jugadores patolgicosdel 1,4% encontrado por Becoa y Fuentes (1995) al1,9% de Tejeiro (1996).

    En Andaluca, los datos de Irurita (1996) nos refle-jan que el 1,8% del conjunto de la poblacin andaluzaprobablemente sea jugadora patolgica frente al 4,4%que mantendra problemas leves con el juego. Consi-derando los resultados obtenidos en las tasas por tipode jugador para cada provincia destacan las zonas deCdiz (11,5%), Mlaga (8,3%) y Jan (7,2%). Por suparte, Huelva presentara un 4,18% en ambas catego-ras situndonos en la sexta provincia de nuestracomunidad.

    Recientemente, en el panorama internacional seha publicado nueva informacin sobre jvenes, dondeWestphal, Rush, Stevens y Johnson (2000) con unamuestra de 11.736 estudiantes (6-12 grado) reflejanque el 10,1% de los mismos indicaban problemas conel juego durante el ao anterior y el 5,8% poda pre-sentar un juego patolgico. Estos porcentajes podanaumentar considerablemente llegando hasta el 11% oel 19,9% cuando se consideraban segn los grados ocursos en los que se recoga la informacin.

    Arbinaga, F. 495

  • En nuestro pas los estudios sobre menores deedad han comenzado a realizarse desde el ao 1996 ylos esquematizamos en la Tabla 2.

    Hay que decir, que no es de extraar que las tasasde juego en poblacin menor de edad sean muchoms altas que las informadas en grupos de adultos; ya

    Estudio descriptivo sobre el juego patolgico en estudiantes (8-17 aos)496

    Tabla 2. Estudios en Espaa sobre el juego patolgico en menores.

    Autor Ao Muestra Edad J. Patolgico Contexto

    Arbinaga 1996 105 14-17 2,9% HuelvaBecoa, Gestal 1996 1.200 12-14 2,2% GaliciaVilla, Becoa 1997 2.185 11-16 1,6% AsturiasVzquezCastro 1999 153 15-17 2,6% I.Canarias

    Tomado y ampliado de Secades y Villa (1998).

    que viene siendo norma en muchos trabajos que lastasas de los adultos puedan incluso multiplicarse porcinco si el grupo estudiado est formado por jvenesadolescentes (Lesieur, Blume, 1991; Ladoucer, Mire-ault, 1988, Fisher, 1992, Fisher, 1993, Westphal, Rush,Stevens, Johnson, 2000).

    Revisando los datos informados sobre grupos demenores vemos que los varones juegan ms que lasmujeres (Arbinaga, 1996; Becoa, Gestal, 1996; Villa,Becoa, Vzquez, 1997). As mismo, si se considera laedad, tanto Arbinaga (1996) como Villa, Becoa, Vz-quez (1997) encuentran los porcentajes mas altos enlos sujetos mayores de 13 aos, mientras Becoa yGestal (1996) sealan a esta edad como la ms pro-blemtica dentro del grupo de jugadores patolgicoscon el 37% de los mismos.

    De los estudios realizados en nuestro pas sobremenores de edad slo dos preguntaban por los ante-cedentes familiares relacionados con el juego (Beco-a, Gestal, 1996; Villa, Becoa, Vzquez, 1997). Eneste sentido, los datos resultan contradictorios ya quela opinin mayoritaria de los jugadores patolgicos a lapregunta que se les hace sobre si sus padres juegan ajuegos de apuestas, el 48,1% y 38,2% dicen que s,respectivamente en ambos estudios; aunque sonpocos los que reconocen que alguno de ellos juegademasiado. Tampoco coinciden los trabajos cuando setrata de identificar al que juega demasiado; as, el66,7% de los jugadores patolgicos dicen que ambosjuegan demasiado y un 33,3% dira que es el padre(Becoa, Gestal, 1996) frente al trabajo de Villa y cols(1997) donde el 40% dice que son ambos los que jue-gan demasiado, otro 40% dice que es la madre y sloel 20% dice que es el padre

    Para finalizar queremos hacer mencin al trabajode Villoria (1999), que si bien no trabaja con menoresde edad, aporta datos recogidos en muestras de uni-versitarios sobre actitudes hacia el juego y hacia eljugador patolgico, entre otros aspectos. En l se nosindica que se ha producido un cambio de actitud socialrespecto al consumo de drogas, especialmente con el

    alcohol; sin embargo, el juego patolgico sigue sumer-gido en un prejuicio social con amplias repercusionesen la prevencin y rehabilitacin.

    Decir, por ltimo, que cuando se busca caracterizaral jugador en nuestro pas (Becoa, 1999) los datosnos vienen a mostrar una realidad coincidente con laencontrada en otras zonas como los EEUU (NationalOpinion Research Center, 1999; Volberg, 1993) yCanad (Ladoucer, 1991).

    Partiendo de esta base, entre los objetivos quecontemplbamos al inicio de este trabajo destacamosel aportar datos que permitan ampliar cuantitativa ycualitativamente la informacin sobre la adiccin aljuego en nuestro pas. Conocer la prevalencia en elconsumo de juegos de apuestas y los niveles dejuego patolgico entre los menores de edad del muni-cipio de Punta Umbra (Huelva), como base para elulterior diseo de protocolos de intervencin, tantopreventivos como asistenciales.

    MTODO

    Por todo ello, dado el inters del estudio y el man-tener un carcter de aproximacin, utilizaremos undiseo descriptivo, localizando como criterio de clasifi-cacin, que caracterizar al grupo de referencia, losresultados al instrumento de evaluacin sobre con-ductas relacionadas con el juego de apuesta.

    Los datos que presentamos referentes a losmenores de edad, se enmarcan en un estudio msamplio sobre el conjunto de la poblacin del municipiode Punta Umbra (Huelva).

    Instrumentos

    Para llevar a cabo la recogida de informacin seconfeccion una hoja de respuestas especfica. sta,en formato A3, se compuso de los siguientes bloques

  • temticos que a su vez se estructuraron basndoseen diversos instrumentos (siempre se indicaba el per-odo temporal de referencia):

    Bloque Primero. Datos de Sociodemografa.Bloque Segundo. Datos de Escolares.Bloque Tercero. Datos de Drogas y Tabaco.Bloque Cuarto. Datos de Juego con apuesta.Bloque Quinto. Datos de Motivacin para el juegoBloque Sexto. Datos de Depresin

    El primero de los bloques, aportaba informacinsobre datos sociales bsicos del entrevistado: sexo,edad, nmero hermanos, lugar que ocupa, ingresosde los padres, gente con la que convive, etc, entreotras cuestiones. Aqu se decidi introducir una pre-gunta sobre si conoca el hecho de que alguna de laspersonas con las que conviva jugaba apostando, laintencin fue la de unificar las preguntas sobre laspersona con las que comparta la vivienda.

    El segundo de los bloques se compuso de infor-macin sobre nivel de estudios, repeticiones, gradode satisfaccin con los estudios y grado de apoyo delos padres en los estudios.

    El bloque tercero (ltimos seis meses) se compu-so de una pregunta de opcin mltiple sobre el uso deocho tipos de sustancias (porros, alcohol, alucinge-nos, tabaco, cocana, herona, anfetaminas, tranquili-zantes) y la frecuencia de uso (nunca he probado, heprobado pero ahora no consumo, actualmente variasveces al mes, actualmente varias veces a la semana,todos los das) y una sobre intensidad en el consumode tabaco (n cigarrillos/da).

    El cuarto de los bloques se lleva a cabo para valorarlas conductas de juego y para ello se utiliza el SOGSadaptado a la poblacin adolescente (SOGS-RA deWinters, Stinchfield y Fulkerson, 1993) dicha versinan se encuentra en fase experimental y los autoresno aportan informacin sobre su capacidad para iden-tificar y clasificar correctamente a los jugadores pato-lgicos adolescentes, aunque ya se comienzan a verestudios con tal instrumento como medida del juegoen la poblacin adolescente (Westphal, Rush, Ste-vens, 1998), para ampliar informacin sobre la evalua-cin, a travs de distintos instrumentos, del juegopatolgico en adolescentes remitimos al lector al tra-bajo realizado por Secades y Villa (1998).

    Como decimos el SOGS-RA es una adaptacin a lapoblacin adolescente del Cuestionario de Juego deSouth Oaks (SOGS) de Lesieur y Blume (1987). Instru-mento de screening que identifica de manera rpidaa posibles personas en dificultades con las conductasde jugar, se ha mostrado como un instrumento deeleccin prioritario en los diversos estudios realizados,tanto en nuestro pas como internacionalmente, sien-do considerado como un predictor de un criterio hete-

    rogneo (DSM.III-R) para el juego patolgico; ademsde ser el instrumento ms fiable y vlido de que sedispone en la actualidad. Se destaca su inters (Eche-bura, 1994) por permitir una deteccin ms precozen fases crticas del juego patolgico. Entre sus limita-ciones se menciona el ser un instrumento de aproxi-macin a poblaciones de riesgo y no permitir anlisisfuncionales de la problemtica individual. Culleton(1989) centra sus crticas al considerarlo como unamedida que falla en explicar los falsos positivos cuan-do se usa una muestra de la poblacin general comoopuesto a los grupos de validacin originales.

    Para ampliar informacin sobre las caractersticasespecficas del instrumento adaptado a la poblacinespaola remitimos a Echebura, Bez, Fernndez-Montalvo y Pez (1994) y Echebura (1994). Y pararevisar algunas dificultades en su uso puede consul-tarse a Dickerson (1985), Culleton (1989), Solonsch(1989), Dickerson (1993) y al National Research Coun-cil (1999).

    El quinto de los bloques (doce ltimos meses) seorganiz en torno a seis preguntas sobre diversasmotivaciones alegadas para jugar (para ganar dinero,para entretenerse, por que lo hacen los amigos, porlas sensaciones obtenidas, para olvidar problemas ypor que no puedo dejar de jugar cuando empiezo)dicho bloque de preguntas tena como opciones derespuesta desde 1 (nunca) hasta 5 (siempre) y fuetomado de Irurita (1996).

    El ltimo de los bloques se compuso del Children`sDepression Inventory (C.D.I.) (Kovacs, Beck, 1977).Dicha prueba deriva del BDI (Beck, Rush, Shaw,Emery, 1979) al que se le reducen el nmero de alter-nativas, se le cambian varios tems, se suprime elreferido al inters sexual y se introducen otros relacio-nados con el colegio y se le simplifica el lenguaje. Porlo que se refiere a los datos psicomtricos podemosdecir que el rango de respuesta es de 0 a 54. Lascategoras de clasificacin utilizadas segn la puntua-cin obtenida, sobre los 27 tems de que consta elinstrumento, parten de los siete puntos para los casosde depresin leve.

    Los coeficientes alfa de Cronbach con muestrasespaolas varan de 0,79 (Fras, del Barrio y Mestre,1991) a 0,92 (Polaino-Lorente, Garca-Villamisar, 1993)y con muestras extranjeras de 0,80 a 0,94 (Saylor,Finch, Spirito y Benet, 1984) mostrando consistenciainterna satisfactoria (Mendez, 1999). El rango de fiabi-lidad test-retest oscila de 0,38 a 0,87 (Saylor, Finch,Spirito y Benet, 1984).

    Por lo que a la validez se refiere, la prueba discrimi-na a nios con y sin depresin (Lovobits, Handal,1985). Tambin correlaciona positivamente con otrosautoinformes: 0,81 en Asarnow, Carlson (1985); 0,84en Rotundo, Hensley (1985) y 0,44 en el trabajo deWeisman, Orvaschel, Padian (1980).

    Arbinaga, F. 497

  • Muestra

    El estudio que presentamos ha sido realizado en elmunicipio de Punta Umbra, provincia de Huelva. Suubicacin dentro de la provincia, en la zona sur, centrode la costa, la convierten en una demarcacin geogr-fica privilegiada para el turismo y el ocio. Junto al turis-mo, el municipio se caracteriza, en el conjunto de laprovincia, por el desarrollo de una actividad productivainmersa en el mbito de la pesquera (Serna, 1996).

    La provincia de Huelva en 1996, presentaba unapoblacin censal de 452.822 personas (InstitutoNacional de Estadstica, 1996). El municipio de PuntaUmbra, por su parte, reflejaba una poblacin de10.888 personas, situndose entre los diez trminosmunicipales de mayor poblacin de la provincia (stacuenta con 79 municipios), y perteneciendo a una delas zonas, la de costa, que resulta en una de las demayor densidad en habitantes. En el censo se puedeobservar que el 49,1% son mujeres y el 79,1% esmenor de 50 aos. El intervalo de edad consideradopara nuestros intereses (8-17 aos) implica al 17,75%de la poblacin (n=1.932) siendo el 50,3% hombres yel 49,7% mujeres.

    Para la recogida de informacin se realiz unmuestreo estratificado, proporcional aleatorio, consi-derando el criterio de clasificacin la edad y el sexo. Elerror establecido para la determinacin del tamaomuestral es de + 4% (e = 0,04) y un nivel de confian-za del 95,5% (Tagliacarne, 1962), esto hace que elnmero de personas requeridas para caracterizar a lamuestra para una poblacin como la comentada seade 588 sujetos. Una vez recogida la informacin, lamuestra qued compuesta por 616 individuos, conedades comprendidas entre los 8 y los 79 aos. Noso-tros presentaremos los datos que se obtuvieron en lapoblacin menor o igual a 17 aos. sta se compusode 130 personas (45,4% mujer y 54,6% varn).

    Procedimiento

    La recogida de informacin fue realizada por untotal de cinco personas, cuatro estudiantes de los lti-mos cursos de psicologa de la UNED y el coordina-dor, identificadas con una autorizacin municipal.Todos se sometieron a cinco sesiones de formacinsobre: juego, instrumentos, metodologa de trabajo,instrucciones etc.. Decir que para los anlisis estads-ticos se ha utilizado el SPSS-PC 6.0. El perodo duran-te el que se procedi a la recogida de la informacinfue el que medi entre el 2 de octubre y el 1 denoviembre de 1999. Las horas sobre las que se traba-jaba eran las lectivas del colegio o instituto.

    Para la recogida de la informacin se cont con lacolaboracin de la direccin de los centros escolares ylos tutores. Seleccionados los niveles acadmicos, larepresentacin por sexos y las clases donde se pedi-

    ran los voluntarios se acuda en horas de tutora. Cuan-do se dispona de los sujetos, elegidos al azar entre losvoluntarios, se les trasladaba a un aula preparada parael caso. Se les daba las instrucciones, unificadas paratodos los grupos, insistiendo en el carcter annimo, yse les mantena separados para garantizar la confiden-cialidad de las respuestas. Se insista en qu se consi-deraban juegos de apuesta y se mencionabanejemplos. Con los sujetos de 8 a 11 aos, se establec-an grupos de tres a los que se diriga un colaborador demanera especfica, ste les lea cada una de las pre-guntas y el joven responda tras la lectura de cada unade ellas. El colaborador sola aclarar cada una de laspreguntas asegurndose que el joven entendiese lascuestiones. El colaborador no vea las respuestasdadas por los jvenes, ni stos las de sus compaeros.

    RESULTADOS

    Los resultados obtenidos en la evaluacin de laprevalencia de las conductas de juego en el grupo demenores nos muestran que el 83,1% son sujetos queno tendran problemas con el juego. El 11,5% manten-dra problemas leves con el juego y el 5,4% podra-mos clasificarlo con mucha probabilidad como jugadorpatolgico. En la Tabla 3 resumimos las principalescaractersticas sociodemogrficas de la muestra. Enella podemos observar el fuerte incremento que serefleja en lo que representan las mujeres dentro delas categoras de problemas con el juego cuando sepasa del grupo de probable patologa al de problemasleves.

    Como podemos ver el 71,5% de los jugadorespatolgicos tienen entre 12 y 15 aos, frente al 60%que representan dichas edades en el grupo de proble-mas leves. El intervalo de edad dominante entre losjugadores patolgicos es el de 12-13 aos (42,9%); sinembargo, en los problemas leves la distribucin esmayor y destacan los 14-15 aos (46,7%) y puntanen el grupo 6-17 aos.

    De manera resumida podemos decir que la princi-pal motivacin alegada para jugar por el grupo de juga-dores patolgicos, y unificando las respuestas en slodos categoras (nunca he jugado por.. y alguna vezhe jugado por), es la de entretenerse (85,7%),seguida por la de ganar dinero (71,5%), a continuacinpor las sensaciones obtenidas con el juego (57,1%), lainfluencia de los amigos se iguala a la de no poderdejar de jugar una vez que ha iniciado el juego(28,6%), siendo la motivacin menos alegada la dejugar para olvidar los problemas (14,3%).

    Si revisamos los resultados en funcin del tipo dejuego (n=10) que ms se reconoce como jugado en elltimo ao (nunca, menos de una vez al mes, men-sualmente, semanalmente y diariamente) y los agru-

    Estudio descriptivo sobre el juego patolgico en estudiantes (8-17 aos)498

  • pamos en slo dos categoras (nunca y alguna vez)veramos que en el conjunto de la muestra el juegoque domina sera rascar cartones para obtener pre-mios (48,5%), seguido del bingo en el que reconocensu participacin el 31,5% y en las mquinas tragape-rras el 22,3%, las loteras o similares lo han practicadoel 18,5% y por detrs tenemos los deportes de equi-po (17,7%), las cartas (16,2%), los juegos de habilidad(15,4%), los juegos de cara o cruz (6,9%) y en ltimolugar las carreras de animales (1,5%).

    Si el tipo de juego lo observamos desde la pticadel grupo de jugadores patolgicos veramos que el57,1% dice haber jugado a las cartas; por su parte, albingo, las mquinas tragaperras, rascar cartones y acara o cruz lo reconocen el 42,9% del grupo, el 28,7%dice haber jugado a las loteras, dados, deportes deequipo o juegos de habilidad y slo el 14,3% recono-ce haber apostado a carreras de animales.

    A la hora de intentar determinar posibles influen-cias sobre las conductas de juego en los jvenes,desde el seno familiar o en el contexto del domicilio,podemos observar que el 85,7% de los jvenes juga-dores patolgicos reconoce que viven con alguien quejuega apostando. Igual porcentaje reconoce que algu-no de sus padres juega, y cuando se le preguntaquin es el que juega el 66,7% de los jugadores conuna probable patologa dicen que lo hacen ambos pro-genitores. Si la cuestin la centramos en conocercmo valoran las conductas de juego de los padres, el28,6% de este grupo dice que alguno de sus padresjuega o ha jugado demasiado; siendo reconocido elpadre en el 50% de los casos y ambos en la otramitad. La madre no se reconoce en ninguno de losdos grupos con posibles problemas.

    Cuando a los sujetos les demandamos informacinsobre el uso de sustancias, podemos ver que de los

    Arbinaga, F. 499

    Tabla 3. Distribucin del tipo de jugador segn caractersticas socioeducativas.

    n=130 % Total Sin Problema J.Problema J.Patolgico

    Sexo 83,1 11,5 5,4Varn 54,6 54,6 46,7 71,4Mujer 45,4 45,4 53,3 28,6

    Edad8-9 16,2 18,5 6,7 10-11 29,2 33,3 28,612-13 22,3 22,2 13,3 42,914-15 23,8 20,4 46,7 28,616-17 8,5 5,6 33,3

    Ingresos Padres.< 60.000 10,0 15,2 6,7 60.001-120.000 23,8 30,4 40,0 16,7120.001-250.000 28,5 34,2 40,0 66,7250.001-400.000 11,5 15,2 13,3 16,7> 400.000 3,1 5,1

    Nivel de estudios.4 Primaria 14,6 16,7 6,7 5 Primaria 13,8 16,7 6 Primaria 18,5 20,4 28,61 ESO 12,3 12,0 42,92 ESO 16,2 15,7 20,0 14,33 ESO 11,5 11,1 20,0 4 ESO 13,1 7,4 53,3 14,3

    RepeticionesSi 24,6 23,1 46,7 No 75,4 76,9 53,3 100

    Satisfaccin EstudiosMuy Baja 3,8 1,9 42,9Baja 5,4 6,5 Normal 31,5 26,9 66,7 28,6Alta 24,6 25,0 26,7 14,3Muy Alta 34,6 39,8 6,7 14.3

  • 130 jvenes el 50,8% reconoce que, en los ltimos seismeses, ha probado alguna vez una o ms drogas. Entrelos jugadores patolgicos el 71,4% reconoce el uso dedos sustancias y el 28,6% de una sola. En el grupo desujetos con problemas leves el 80% dice haber probadodos o ms drogas para igual perodo temporal.

    Concretando el tipo de sustancia que se reconocecomo consumida (Tabla 4) observamos que entre losjugadores patolgicos hay tres sustancias, que con

    una u otra frecuencia se consumen actualmente (alco-hol, tabaco, porros) destacando los grupos de jugado-res patolgicos que actualmente consumen alcohol ytabaco. Queremos llamar la atencin sobre ese42,9% de jugadores patolgicos que han consumidotranquilizantes, aunque ahora no lo hagan. En el grupode jvenes con problemas leves de juego destaca queel 73,3% de los mismos consume alcohol en la actua-lidad y un 46,7% lo hace con el tabaco.

    Estudio descriptivo sobre el juego patolgico en estudiantes (8-17 aos)500

    Tabla 4.- Consumo de drogas y problemas de juego

    n=130 % Total Sin Problema J.Problema J.Patolgico

    Total 83,1 11,5 5,4

    PorrosNunca 90,8 93,5 66,7 100Ahora no 5,4 4,6 13,3 Actualmente 3,8 1,8 20,0

    AlcoholNunca 52,3 60,2 6,7 28,6Ahora no 25,4 24,1 20,0 54,1Actualmente 22,3 15,7 73,3 14,3

    AlucingenosNunca 98,5 100 86,7 100Ahora no 1,5 13,3 Actualmente

    TabacoNunca 73,8 82,4 26,7 42,9Ahora no 10,8 6,5 26,7 42,9Actualmente 15,3 11,1 46,7 14,3

    CocanaNunca 99,2 100 93,3 100Ahora no 0,8 6,7 Actualmente

    HeronaNunca 100 100 100 100Ahora no Actualmente

    AnfetaminasNunca 100 100 100 100Ahora no Actualmente

    TranquilizantesNunca 90,8 93,5 86,7 57,1Ahora no 8,5 6,5 6,7 42,9Actualmente 0,8 6,7

    Como vemos, las principales sustancias entre losjugadores, al igual que en el resto de la poblacin, sonel tabaco y el alcohol. Si nos acercamos a la intensi-dad en el consumo de tabaco o cantidad de cigarrillosfumados en el da, los sujetos probables patolgicosen un 28,6% dice fumar hasta 10 cigarrillos. Entre los

    jugadores con problemas leves este porcentaje quedaen el 33,3% y un 13,3% de los mismos dicen llegarhasta los 20 cigarrillos al da.

    Por ltimo, haremos una breve referencia a losresultados obtenidos en el cuestionario utilizado para

  • medir alguna alteracin en el estado afectivo. En elconjunto de la muestra el 59,2% presentara una pun-tuacin, que para los criterios del instrumento utiliza-do, sera de normal en sntomas de depresin y un18,5% presentara una sintomatologa de este tipo

    entre moderada y severa. En los sujetos sin proble-mas de juego los porcentajes representaran el 71,3%y el 6,5% respectivamente, aumentando considera-blemente su peso para los grupos de problemas levesy una probable patologa (Tabla 5).

    Arbinaga, F. 501

    Tabla 5. Distribucin de los jugadores segn resultados C.D.I. e tem n 9.

    n=130 % Total Sin Problema J.Problema J.Patolgico

    Total 83,1 11,5 5,4

    C.D.I

    Normal 59,2 71,3 Leve 22,3 22,2 20,0 28,6Moderada 10,0 5,6 33,3 28,6Grave 8,5 0,9 46,7 42,9

    Item n 9 SuicidioNo lo Pienso 67,7 73,1 33,3 57,1Pienso No Hara 28,5 22,2 66,7 42,9Quiero 3,8 4,6

    No queremos dejar sin constatar los resultadosobtenidos en el tem nmero 9 del C.D.I y que hacereferencia al suicidio, donde se puede observar queun grupo importante de jugadores con problemas hapensado en suicidarse, aunque dice que no llegara aculminarlo.

    CONCLUSIONES

    Los datos nos reflejan que considerando el conjun-to de la muestra (n=130) el 83,1% no presentara pro-blemas con el juego, el 11,5% estara formando elgrupo de sujetos con problemas leves y en el 5,4%habra que considerar la posibilidad de que estuvira-mos ante un grupo de jugadores con una patologarelacionada con el juego.

    Estos datos, aunque puedan resultar altos, cuandoobservamos los aportados en otros estudios de nues-tro pas, vienen a coincidir con lo informado por algu-nos autores en el mbito internacional tanto paragrupos de adultos (Shaffer, Hall, 1996;, Shaffer, Hall,Bilt, 1997) como para grupos de adolescentes (Westp-hal, Rush, Stevens, Johnson, 2000). As, Shaffer y Hall(1996) basndose en un meta-anlisis de los estudiosrealizados en ocho estados de los Estados Unidos ycuatro provincias del Canad, sobre un total de 19.000sujetos, estimaron la prevalencia de los problemas dejuego en el 14,8% y una prevalencia del juego patol-gico del 5,8%. Posteriormente, Shaffer, Hall y Bilt(1997) concretaron que el porcentaje representadopor los niveles 2 y 3 del juego vendran a situarseentre el 2,3% y el 12,9% y con una media del 5,4%; y

    si slo se consideraba el nivel 3 (probable patologa)los porcentajes se moveran entre el 0,1% y el 3,1%,con una media del 1,5%.

    Por su parte, Westphal, Rush, Stevens y Johnson(2000) sobre una muestra de 11.736 estudiantesdesde 6 grado al 12 grado de las escuelas de Loui-siana, durante los aos 1996 y 1997, reflejaron que el10,1% de los jvenes indicaban problemas con eljuego durante el ao anterior y el 5,8% poda presen-tar un juego patolgico (con intervalos de confianza al95% que giraban desde el 9,6% al 10,6% y entre el5,3% al 6,1% respectivamente). Los porcentajesaumentaban cuando se consideraban segn los gra-dos o cursos en los que se recoga la informacin, lle-gndose al 11% en el grado 11 y al 19,9% en losgrados 7 y 8. Sin embargo, era de esperar que fue-ran mucho ms altas las tasas en este grupo que en elde los adultos, ya que teniendo en cuenta las revisio-nes existentes en la literatura se nos indica que lastasas de los adultos pueden incluso multiplicarse porcinco en el caso de que estemos estudiando a jve-nes adolescentes (Lesieur, Blume, 1991; Ladoucer,Mireault, 1988, Fisher, 1992, Fisher, 1993, Westphal,Rush, Stevens, Johnson, 2000).

    Por ltimo, cuando comparamos nuestros datoscon los recogidos en entornos ms prximos pero enadultos (Legarda, Babio, Abreu, 1992, Irurita, 1996,Tejeiro, 1998) se observa que para la combinacin deambas categoras de problemas con el juego (proble-mas leves y probable patologa) tendramos a un 6,9%de los sujetos muestreados en la ciudad de Sevilla, aun 5,7% de los sujetos en la ciudad de Algeciras y aun 6,2% en el conjunto de la comunidad de Andaluca.Estos datos globales aumentan considerablemente en

  • el trabajo de Irurita (1996) si revisamos la informacinde las dos categoras de problemas con el juego unifi-cadas para las ciudades de Cdiz (11,5%), Mlaga(8,3%) y Jan (7,2%).

    Esto nos hace pensar que nuestros datos aun sien-do altos se mantendran dentro de las franjas superio-res de la informacin que se nos ha reportado entrabajos de nuestro entorno cultural, tanto a nivelinternacional y para grupos especficos, como en adul-tos de nuestra comunidad; aunque de esta ltima nodispongamos de datos sobre grupos de menores.

    Realizando un breve repaso a los datos obtenidosvemos que los hombres presentan mayores proble-mas con el juego, sin embargo las mujeres muestranmayor peso en el grupo de los problemas leves, a dife-rencia de los trabajos ya mencionados (Arbinaga,1996; Becoa, Gestal, 1996; Villa, Becoa, Vzquez,1997).

    Si observamos el nivel acadmico, el grupo quems peso tiene en los jugadores patolgicos es el de1 de ESO y de 4 ESO en los problemas leves. Asmismo, casi la mitad de los jugadores patolgicosmuestran una satisfaccin muy baja con los estudiosque realizan.

    En cuanto al motivo alegado destacaramos que el57,1% de los jugadores patolgicos reconoce quealguna vez ha jugado por las sensaciones obtenidasdurante el juego y un 28,6% por que no puede dejarde jugar una vez que ha comenzado la actividad. Sirevisamos los tipos de juego en el grupo con ms pro-blemas, vemos que es frecuente jugar a actividadesno permitidas a los menores; que si bien para algunas(cartas, bingo) hay la posibilidad de desarrollarse endomicilios privados, y por tanto puede existir unmenor control, otras han de hacerse en locales pbli-cos (mquinas tragaperras).

    El 71,5% de los jugadores patolgicos superan los17 puntos en el CDI, llegndose al 42,9% que tendrapensamientos de suicidio, aunque no llegara a reali-zarlo. Si hablamos del consumo de drogas entre losjugadores patolgicos el 14,3% dice consumir demanera diaria tabaco y/o alcohol; porcentajes queaumentan considerablemente en lo que representandentro del grupo de jugadores con problemas leves,situndose por encima de la media poblacional y simi-lares a los encontrados por Arbinaga (1996).

    A la vista de los resultados encontrados pensamosen la necesaria atencin que deben recibir problemascomo el que tratamos en municipios pequeos omedianos, donde, por sus peculiares caractersticas,la oferta de juegos es amplia. As mismo veramosconveniente el diseo de protocolos de actuacin diri-gidos a grupos especficos, que permita una asisten-cia global y generalizada a todo el espectro depatologas que pudieran asociarse al juego. Prestando

    especial atencin a la evaluacin de ste en los cen-tros especficos de asistencia a drogodependientes.

    Un problema como el juego patolgico, donde laincidencia en la adolescencia es relevante, ha deentenderse en un proceso temporal, que actualmentees creciente. Slo as se podr comprender la impor-tancia de las medidas dirigidas a objetivos de preven-cin primaria; teniendo como lugar de referencia elcentro escolar. Para todo ello se hacen necesario pro-cesos de evaluacin que permitan conocer la evolu-cin temporal del fenmeno, la eficacia y eficiencia delas medidas adoptadas.

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