ACULTUR-ALIDADhAUNQUE LA cultura SE bISTA

DE cEDA

No 4

Disculpe la tardanza

Eso no es ArteLa “E” del Cine

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Sin cultura una sociedad esta destinada al fraca-so. La no cultura implica la animalización del ser humano (¿cultura?). Su propia deshumanización. Cuando el ser humano pierde la necesidad de sensibilizarse ante su propia existencia, ante su propio entorno, ante su realidad física y metafísi-ca, empieza a retroceder en su desarrollo integral (¿?). Y una sociedad llena de seres humanos de este tipo es una sociedad pobre. Pobre y salvaje. Nómada en los ámbitos de la civilización. Entró-pica por su anulación como ente de reacción y di-namica ante el principio caotico del universo. Una sociedad sin cultura nace desnutrida. Enferma. Sin futuro. Y quizás los pocos anticuerpos que aun le puedan quedar, son aquellos que deben de rescatarse y multiplicarse para que entonces podamos buscar la forma de sanarla y volver-la algo. Algo que tenga razón de ser o de valer.

No quisiera pensar y menos afirmar que vivimos en una sociedad de ese tipo aquí en Guatemala. Mucho de cultura se hace hoy en día. Los pensa-mientos se han abierto además. Las herramien-tas de comunicación son un antibiótico estraté-gico y, sobre todo, el impulso que las distintas disciplinas expresivas toman me hacen pensar que esos pocos anticuerpos que tiene Guatema-la pueden multiplicarse. Crecer. Pero también para crecer tienen que aprender a contagiar. Y el contagio es quizás lo que aun estamos le-jos de lograr. Lejos de contagia al ciudadano común. Al elemento promedio de la sociedad.

Un ejemplo de esta pobreza se puede ver en la oferta literaria. Ante el ¡bomm! inmobiliario que se ha mostrado en la construcción de los Megacentros comerciales (o ¿Ghettos comer-ciales?) en toda la ciudad, apenas y con suer-te podemos contar con una librería (la cual por

lo general siempre es la misma) entre toda la supracantidad de locales de ropa, comida y demás consumos promedio que inundan es-tas construcciones. Ver tal panorama solo hace pensar en el refrán que dice Mona que se viste de seda mona siempre se queda. Y así, muy bien vestiditos los guatemaltecos y bien alimentados con ropa de marca y franquicias extrafashions muy monos quedan de vista y de cerebro. Muy bonitas construcciones, muy bonitas las boutiques, muy bonitos los acua-rios pero todo se dá para cubrir la enajenación completa, total y aburrida que absorbe a todos los mismos consumistas a quienes va dirigido este aparato flashtanmagórico. Guatemala cre-ce sin huesos. Se convierte poco a poco en un elemento bofo que puede ser pinchado con una aguja. Por que crece de aire. Aire y contami-nación. Contaminación que va desde todos los ámbitos. Contaminación de paradigmas, mul-ticulturalipajas, ideosinpalabrismos, egoismos, excentricetismos, superficialipenas y tanta es-tupidez institucionalizada que poco a poco ese muñecón llamado sociedad crece y crece lleno de errores, traumas y complejos que lo transfor-man en esa masa informe que se devora urba-namente preocupada en estar segura, parecer exitosa y verse a salvo de todo aquello que lo toque, lo amenace y le ponga en peligro su rea-lidad de mona bien vestidita. Con ganas eso si de tirar la cáscara de banano sin que nadie se de cuenta… y es que no sabe usar un basurero.

ACULTURALI-DADAunque la cultura se vista de seda ...

Arte PancartaIn

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Ciertamente la “E” no se refiere a los “Extras” de una película, ni al “Equipo de Filmación”, mucho menos a los “Ejecutivos de Producción” que, sin dejar de ser importantes en el desa-rrollo y exhibición de una película, no tienen la trascendencia de la “E” a la que centro mi interés en esta columna. Se trata de la “E” de Espectador. Y es que, pareciera que muchos directores de películas se olvidan de la impor-tancia que tiene el Espectador para con sus obras, y en cambio, tratan de anteponer sus intereses, propuestas, ideas, etc., sin tomar en cuenta cual será la reacción que tendrán ellos de su película. Un director de cine se debe al público, a cada uno de los espectadores que ingresan a una sala de cine a observar y anali-zar su obra. Es esta simbiosis película-espec-tador, la que marcará el destino de la carrera del director. Desde la realización del guión ci-nematográfico, el director tiene que buscar la identificación del espectador con la historia de la película, sus personajes, sus diálogos, etc., de lo contrario, éste se sentirá ajeno a la trama, lo cual le causará frustación, aburrimiento, de-cepción y porqué no, cólera de todas las pre-misas y expectativas incumplidas por parte del realizador. ¿Pero porqué el cineasta debe guar-dar respeto por este personaje anónimo, igno-rante de conocimientos técnicos de filmación, posiblemente inculto y falto de creatividad, en comparación con las cualidades que ostenta o cree ostentar el mismo cineasta? Porque este personaje anónimo, el Espectador, tiene algo de lo que carece, si no la totalidad, al menos la mayoría de los directores locales o de cual-quier rincón del planeta. Me refiero al DINERO. Sí. El Espectador paga una cantidad de dinero para ingresar a una sala para apreciar la obra visual del director. Desde aquí, el Espectador adquiere un nuevo dimensionamiento. Si no se cumplen las expectativas o las premisas, cacareadas en la publicidad o avances de la película, el Espectador se sentirá además de lo anteriormente enunciado, ESTAFADO, lo cual implicará bajos o nulos ingresos econó-micos en taquilla, pues él hará correr de boca en boca sus comentarios y ahuyentará a un considerable y potencial público de las salas

de cine en donde se exhiba dicha obra. Esto llevará al fracaso a la película y por ende a la productora, quien no podrá recuperar el mon-to invertido, el cual, generalmente es elevado. Caso contrario, un Espectador complacido, al correr buenos comentarios de boca en boca, puede ser el salvador, proveyendo a la pro-ductora ingresos económicos en taquilla que le permitan recuperar lo invertido y así poder de-sarrollar futuros proyectos cinematográficos. Es tan simple comprender esto, que no mere-ce esfuerzo el explicarlo. Y debo hacer men-ción que una película (salvo los documentales) adquiere el derecho de ser comercial y de ser exhibida en salas de cine si y solo si, al menos cuenta con la estructura dramática de tres ac-tos (conformados por la exposición, desarrollo, culminación y desenlace). Si carece de esta estructura, la película es una estafa total, pues no puede ser clasificada como dramática, es decir, integrada por una trama a desarrollar. En todo caso, no tendría género en cual clasificar-la. Ni siquiera clasificaría en el género experi-mental, pues aunque en éste hay mucha más libertad al realizar el guión y la filmación, tam-bién tiene una estructura bien definida, única y no mutilada. A diferencia de las demás artes, la bendición en el cine es que no importan los directores, guionistas, productores, dueños de salas de cine, actores, críticos, premios, publi-cistas, etc. Quien al final tiene el don de man-do es el Espectador. Este personaje anónimo tiene el poder de elevar una película hasta los dioses si es excelente, de dejarla en un limbo si es mediocre o de hundirla hasta el mismo infierno si es un fraude. A pesar de esto, si-guen apareciendo directores con películas que osan desafiar, muchas veces con arrogancia y prepotencia, la figura del Espectador, quien, al sentirse burlado, vejado y subestimado, re-acciona implacable y empedernidamente con-tra aquellos, desterrándolos al lugar olvidado, perdido y sin esperanza de retorno, aquel mis-mo al que Dante visitó en su famoso sueño.

“...El (E…) es lo más importante en el cine, no hay nada más importan-te que él... Por lo tanto, nunca, pero nunca, ni durante la realización de la película, ni en ningún momento me olvido de él...” Krszystof Kieslowski Cineasta Polaco

La “E” del CineEstuardo Seira

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