Arte Pancarta No3

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Edicion a color de publicacion No 3

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Page 1: Arte Pancarta No3

BASTA YA DE VAN-GUARDIAS

No 3sin disculpas

Valenti o el mito del artista romántico

Un paseo por los museos

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Page 2: Arte Pancarta No3

Hoy parece ser que el artista estudia para ser vanguardista. Cuando en su momento la van-guardia fue un resultado, una consecuencia y un hecho involuntario a nivel cultural, ahora es el fin que pareciera perseguir el artista. El artista aspi-ra a ser vanguardista. Como si en la escuela les enseñan a adoptar el lema de: “ ...si ya se hizo antes, entonces no sirve”. Cuando se visitan las exposiciones de arte hoy en dìa (sobre todo si se trata de exposiciones colectivas y conceptuales) se puede apreciar una desenfrenada competen-cia por parecer cada vez mas originales. ¿Origi-nales a qué? es lo que me pregunto cuando veo obras que rayan entre lo fantàstico y lo pueril. El artista o el expresador debe descartar la idea o el paradigma de que el arte o la calidad del arte tiene que ver con la originalidad o con la creativi-dad o con el sinfìn de elementos que lo vuelven un objeto de deseo pero totalmente vacìo e inùtil. El arte no es provocar, no es innovar, no es revo-lucionar, no es protestar, no es contradecir, no es atacar, no es proponer. NO. Eso no es arte. Y qui-zas a los estudiantes de arte deberian ante todo ponerles repetirse y grabarse 1000 veces: Si soy artista NO debo provocar. Si soy artista NO debo revolucionar. Si soy artista NO debo contradecir y etc, etc. Esto por que serìa un medio muy efec-tivo de desintoxicar el arte de hoy en dìa. Airearlo un poco, como cuando se airea un cuarto que durante años no ha abierto las ventanas. El arte no tiene nada que ver con “Vanguardias”. Y me-nos cuando esta palabrita sale de boca de crìti-cos, curadores y analistas de arte. Ahì se vuelve una cancioncita hipòcrita y oportunista. El arte no tiene nada que ver con la vanguardia, con lo nuevo, con lo original etc. ¿Y entonces con que tiene que ver?. Con la comunicaciòn y punto. Si estudiamos el tèrmino comunicaciòn, entonces podemos darnos la idea de hacia donde va el arte. Si yo quiero comunicar algo (esto debido al deseo expresivo del artista) busco una herra-mienta, aprendo a usar la herramienta y llevo a cabo la comunicaciòn de lo que deseo expresar. Si el resultado es una obra de pintura, escultu-ra, intervencion urbana, teatro, performance, li-teratura, etc, no importa. Lo importante es que la conjugaciòn exacta entre expresiòn, medio y comunicaciòn se dèn para que el mensaje lle-gue. Llegue y afecte. Cuando afecta se vuelve efectivo. Entonces logra llegar al observador, que es el otro extremo del hilo de la comunica-

ciòn. Sin embargo el valor esencial y primigenio està en el contenido de lo comunicado. Es decir: el mensaje. El resto del proceso forma parte de la capacidad del artista de conjugar los elemen-tos tècnicos, contextuales y mediàticos. Todo lo contrario sucede cuando el artista quiere provo-car, revolucionar, protestar, innovar, ser original, parecer creativo, y todos los demas wannabes artìsticos existentes y, luego de idear la forma de hacerlo, empieza a pensar en lo que quiere decir. Es darle vuelta de cabeza a la expresiòn. Esto ùltimo es lo que normalmente se vè. Artis-tas que no tienen absolutamente nada que decir. Pero cuentan con toda la furia y la energìa de ex-presar. ¿Expresar que? No hay nada que decir. No tienen nada que decir. Y cuando no hay nada que decir, cuando existe un vacìo expresivo en el autor, solo queda la opciòn de llamar la aten-ciòn. De ser ambicioso en el proselitismo artìsti-co. De gritar, estallar, patalear y berrinchear. Be-rrinchear hasta que alguien les ponga atenciòn. Yo le aconsejo al artista que si no tiene nada que decir, mejor se abstenga de hacerlo. Que se tome su tiempo. Que se dedique a apren-der. A estudiar. A generar un criterio. A crecer profesionalmente. A llenarse. A tener algo que decir. Le ahorra la decepciòn al pùblico de oir puras vanalidades y cantaletas absoletas. Por eso es que pensar en las vanguardias como medio y fin, es resultado de sufrir de un vacìo ex-presivo. De ser pretensioso, ambicioso y provo-cador. Y el producto no pasarà de ser un produc-to efìmero e irrelevante en el historial expresivo y artìstico de una època, temporada o cultura. Existe una gran diferencia cuando un movimiento artìstico resulta siendo vanguardia en su època a cuando grupos y artistas individuales compiten uno contra otro tratando de parecer cada uno, mas original, provocador y vanguardista que su competencia. En esto ùltimo no hay nada. Y di-ficilmente podrà salir algo bueno. Prefiero ver al artista que aprende a crear en solitario. Que evita intoxicarse. Que evita agremiarse en amal-gamas alienadas. Que evita la moda artìstica. Que aprende por medio del desaprendizaje. Por que quizas en ese viaje en solitario por su mun-do, exista algo que sì valga la pena decir contra toda esa bulla y pucheros berrinchudos que ha-cen los grupos y artistas de vanguardia que no dice nada. No aporta nada. Y no vienen de nada.

BASTA YA DE VANGUARDIASArte Pancarta

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A consecuencia de la muestra que se presenta en estos días de la obra de Valenti en el Salón Marco Augusto Quiroa en Casa Santo Domin-go, los comentarios al respecto no se han de-jado de oír. Puede apreciarse, cuando se mira desde una perspectiva objetiva, que la obra de Valenti despierta todo tipo de sentimientos que van desde la admiración neta a su obra física hasta los mas sublimes sentimientos referidos al Arte, al artista y a la vida del artista. No pue-de negarse el valor de la obra de Valenti. Al menos de lo poco con que se cuenta. Y si bien es una obra que deleita en todas sus variantes técnicas y estilística, es importante considerar que también debe verse la misma como una protoobra de lo que quizás hubiera podido haber hecho si su vida no se hubiera cortado tempranamente. Si hubiera sido bueno o malo, eso queda en la gran interrogante. También in-dagar sobre ello es tan inútil como investigar los motivos reales de su muerte. Lo que hay de su arte es suficiente. Suficiente aunque tris-temente poco revelador para querer explorarlo mas. Valenti tiene todos los ingredientes para resultar un ideario romántico digno de una no-vela de su misma época. Y eso es lo que creo a veces le pesa mas que su obra ante los ojos de muchos observadores. La imagen del artis-ta atormentado que busca en Paris la aventura del arte y sus consecuencias de vida, hacen que los demás elementos que inundaron y dan contexto a su obra, resulten de una exquisita mezcla para generar todo tipo de valoración artística, humanística y sentimentalista sobre el. Y parte de esta exquisitez resulta en que dadas las mismas circunstancias de su vida (su muerte prematura específicamente) Valenti quedó inmerso en un limbo atemporal donde su obra simplemente fue y es libre de toda cla-sificación y categorización con lo que se hizo o se hacía en ese momento (gracias a Dios no fue victima del cubismo). Muchas vanguar-dias surgían a principios del siglo pasado, y no ser contaminado o influido por ellas sobre todo si se está en Paris, era casi imposible en el ambiente de la época. Valenti nos muestra

en su obra a él mismo. No a idealizaciones del arte o la provocación de los sentidos por medio del mismo como muchos en su época buscaban hacer. Valenti era alguien que quería hacer arte. Alguien que quería pintar y punto. Obras sencillas, naturales y simples en temá-tica que retrataban paisajes naturales, perso-nas corrientes o personajes de alguna historia o novela imaginaria, hablaban claramente por su profundidad y fuerza en el estilo, libres de ideologías, pregonamientos y denuncias que solo hubieran logrado oscurecer la riqueza expresiva que dejó expresada en su legado. Aunque en muchos textos se habla de cierta inclinación de Carlos Valenti a los nuevos mo-vimientos que se daban en Paris, es un des-canso para la vena pura del arte notar muy poco de esa influencia en su obra. Quizás no le dio tiempo. Quizás nunca lo hubiera hecho. Sin embargo, lo que se puede ver es una obra parada abruptamente pero lo suficientemente buena para causar aun el gusto de admirarla como quien admira los pocos manuscritos de un texto nunca terminado. La efímera existen-cia de Valenti y por ello la poca producción y evolución de su obra, no desmeritan en abso-luto su legado artístico. Al contrario, lo mantie-nen en la total libertad que supone la misma inocencia del quehacer artístico. Valenti como el artista que nunca creció. Que murió antes de intoxicarse. Que dejó algo que en su aura ar-tística sigue comunicándose a través de su ex-celente sencillez y abrumadora profundidad.Los gremios y conjuntos sociales suelen buscar como hito de referencia existencial, mitos y hé-roes a quienes recordar. Sin importar realmen-te sobre su realidad. Valenti pienso que es un caso de esos. Un héroe mítico creado a partir de fragmentos borrosos de una historia de vida y una dote de obra llena fuerza y voz que a la lar-

Valenti quedó inmerso en un limbo atemporal donde su obra simplemente fue y es li-bre de toda clasificación y ca-tegorización con lo que se hizo o se hacía en ese momento

VALENTI O EL MITO DEL ARTISTA ROMANTICOHoy parece ser que el artista estudia para ser

vanguardista. Cuando en su momento la van-guardia fue un resultado, una consecuencia y un hecho involuntario a nivel cultural, ahora es el fin que pareciera perseguir el artista. El artista aspi-ra a ser vanguardista. Como si en la escuela les enseñan a adoptar el lema de: “ ...si ya se hizo antes, entonces no sirve”. Cuando se visitan las exposiciones de arte hoy en dìa (sobre todo si se trata de exposiciones colectivas y conceptuales) se puede apreciar una desenfrenada competen-cia por parecer cada vez mas originales. ¿Origi-nales a qué? es lo que me pregunto cuando veo obras que rayan entre lo fantàstico y lo pueril. El artista o el expresador debe descartar la idea o el paradigma de que el arte o la calidad del arte tiene que ver con la originalidad o con la creativi-dad o con el sinfìn de elementos que lo vuelven un objeto de deseo pero totalmente vacìo e inùtil. El arte no es provocar, no es innovar, no es revo-lucionar, no es protestar, no es contradecir, no es atacar, no es proponer. NO. Eso no es arte. Y qui-zas a los estudiantes de arte deberian ante todo ponerles repetirse y grabarse 1000 veces: Si soy artista NO debo provocar. Si soy artista NO debo revolucionar. Si soy artista NO debo contradecir y etc, etc. Esto por que serìa un medio muy efec-tivo de desintoxicar el arte de hoy en dìa. Airearlo un poco, como cuando se airea un cuarto que durante años no ha abierto las ventanas. El arte no tiene nada que ver con “Vanguardias”. Y me-nos cuando esta palabrita sale de boca de crìti-cos, curadores y analistas de arte. Ahì se vuelve una cancioncita hipòcrita y oportunista. El arte no tiene nada que ver con la vanguardia, con lo nuevo, con lo original etc. ¿Y entonces con que tiene que ver?. Con la comunicaciòn y punto. Si estudiamos el tèrmino comunicaciòn, entonces podemos darnos la idea de hacia donde va el arte. Si yo quiero comunicar algo (esto debido al deseo expresivo del artista) busco una herra-mienta, aprendo a usar la herramienta y llevo a cabo la comunicaciòn de lo que deseo expresar. Si el resultado es una obra de pintura, escultu-ra, intervencion urbana, teatro, performance, li-teratura, etc, no importa. Lo importante es que la conjugaciòn exacta entre expresiòn, medio y comunicaciòn se dèn para que el mensaje lle-gue. Llegue y afecte. Cuando afecta se vuelve efectivo. Entonces logra llegar al observador, que es el otro extremo del hilo de la comunica-

ciòn. Sin embargo el valor esencial y primigenio està en el contenido de lo comunicado. Es decir: el mensaje. El resto del proceso forma parte de la capacidad del artista de conjugar los elemen-tos tècnicos, contextuales y mediàticos. Todo lo contrario sucede cuando el artista quiere provo-car, revolucionar, protestar, innovar, ser original, parecer creativo, y todos los demas wannabes artìsticos existentes y, luego de idear la forma de hacerlo, empieza a pensar en lo que quiere decir. Es darle vuelta de cabeza a la expresiòn. Esto ùltimo es lo que normalmente se vè. Artis-tas que no tienen absolutamente nada que decir. Pero cuentan con toda la furia y la energìa de ex-presar. ¿Expresar que? No hay nada que decir. No tienen nada que decir. Y cuando no hay nada que decir, cuando existe un vacìo expresivo en el autor, solo queda la opciòn de llamar la aten-ciòn. De ser ambicioso en el proselitismo artìsti-co. De gritar, estallar, patalear y berrinchear. Be-rrinchear hasta que alguien les ponga atenciòn. Yo le aconsejo al artista que si no tiene nada que decir, mejor se abstenga de hacerlo. Que se tome su tiempo. Que se dedique a apren-der. A estudiar. A generar un criterio. A crecer profesionalmente. A llenarse. A tener algo que decir. Le ahorra la decepciòn al pùblico de oir puras vanalidades y cantaletas absoletas. Por eso es que pensar en las vanguardias como medio y fin, es resultado de sufrir de un vacìo ex-presivo. De ser pretensioso, ambicioso y provo-cador. Y el producto no pasarà de ser un produc-to efìmero e irrelevante en el historial expresivo y artìstico de una època, temporada o cultura. Existe una gran diferencia cuando un movimiento artìstico resulta siendo vanguardia en su època a cuando grupos y artistas individuales compiten uno contra otro tratando de parecer cada uno, mas original, provocador y vanguardista que su competencia. En esto ùltimo no hay nada. Y di-ficilmente podrà salir algo bueno. Prefiero ver al artista que aprende a crear en solitario. Que evita intoxicarse. Que evita agremiarse en amal-gamas alienadas. Que evita la moda artìstica. Que aprende por medio del desaprendizaje. Por que quizas en ese viaje en solitario por su mun-do, exista algo que sì valga la pena decir contra toda esa bulla y pucheros berrinchudos que ha-cen los grupos y artistas de vanguardia que no dice nada. No aporta nada. Y no vienen de nada.

BASTA YA DE VANGUARDIASArte Pancarta

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