Arte carolingio II

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ARQUITECTURA CAROLINGIA. Un gran acontecimiento cultural, clave para la recuperación de la cultura carolingia, fue la gran exposición celebrada en 1965 en Aquisgrán bajo el lema Carlomagno y su época. A partir de los trabajos realizados para su montaje, el historiador Albrech Mann realizó un mapa completo de los edificios construidos en Centroeuropa entre los siglos IV y IX; en este estudio estadístico quedaron reflejados 1695 edificios importantes de los que 312 son catedrales, 1254 monasterios y 129 residencias reales. De entre todos estos edificios, los construidos entre los años 768 y 855, la etapa nuclear del mundo carolingio, fueron 27 catedrales, 417 monasterios y 100 residencias reales. Obras personales de Carlomagno hemos de considerar 16 catedrales, 232 monasterios y 65 conjuntos palaciegos. La reivindicación de la tradición arquitectónica de la tardía romanidad tiene uno de sus ejemplos más claros en la pretensión de adoptar los antiguos criterios de la proporción y, en término vitrubianos, la dispositio loci o elección adecuada del lugar donde el edificio va a ser levantado. Un ejemplo de este interés por el lugar de construcción podemos observar en la iglesia de Saint-Germain d ´Auxerre donde el proyecto de ampliación hacia el este fue sometido a un estudio exhaustivo que incluyó la elaboración de una maqueta, lo que demuestra la existencia de un concepto empírico de la construcción. Opinión similar nos ha de merecer el complejo plano del monasterio de Sankt-Gallen, uno de los documentos histórico- artísticos más importantes de todo el medievo. Respecto a los artistas constructores, pocos nombres sabemos pues se les aplicaba los nombres genéricos de magistri o oppifices, lo que hace referencia a la existencia de artesanos especializados. Una 1

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ARQUITECTURA CAROLINGIA.

Un gran acontecimiento cultural, clave para la recuperación de

la cultura carolingia, fue la gran exposición celebrada en 1965 en

Aquisgrán bajo el lema Carlomagno y su época. A partir de los

trabajos realizados para su montaje, el historiador Albrech Mann

realizó un mapa completo de los edificios construidos en

Centroeuropa entre los siglos IV y IX; en este estudio estadístico

quedaron reflejados 1695 edificios importantes de los que 312 son

catedrales, 1254 monasterios y 129 residencias reales. De entre

todos estos edificios, los construidos entre los años 768 y 855, la

etapa nuclear del mundo carolingio, fueron 27 catedrales, 417

monasterios y 100 residencias reales. Obras personales de Carlomagno

hemos de considerar 16 catedrales, 232 monasterios y 65 conjuntos

palaciegos.

La reivindicación de la tradición arquitectónica de la tardía

romanidad tiene uno de sus ejemplos más claros en la pretensión de

adoptar los antiguos criterios de la proporción y, en término

vitrubianos, la dispositio loci o elección adecuada del lugar donde

el edificio va a ser levantado. Un ejemplo de este interés por el

lugar de construcción podemos observar en la iglesia de Saint-

Germain d´Auxerre donde el proyecto de ampliación hacia el este fue

sometido a un estudio exhaustivo que incluyó la elaboración de una

maqueta, lo que demuestra la existencia de un concepto empírico de

la construcción. Opinión similar nos ha de merecer el complejo plano

del monasterio de Sankt-Gallen, uno de los documentos histórico-

artísticos más importantes de todo el medievo.

Respecto a los artistas constructores, pocos nombres sabemos

pues se les aplicaba los nombres genéricos de magistri o oppifices,

lo que hace referencia a la existencia de artesanos especializados.

Una inscripción, hoy desaparecida, nos recuerda el nombre del

constructor y la procedencia de los artistas que contribuyeron a la

edificación de la obra magna del periodo, la capilla palatina de

Aquisgrán; se trata de Eudes de Metz y obreros traídos de todas las

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regiones de este lado del mar (opifices et magistri convocados de

omnibus cismarinis regionibus). Los trabajos manuales eran

realizados por esclavos reunidos por medios de levas y vigilados por

un personaje denominado exarter.

La mayoría de las construcciones fue realizada en madera y

otros materiales deleznables. La piedra y el ladrillo eran

utilizados únicamente para los edificios excepcionales en los que

era frecuente el empleo de materiales provenientes de edificios

antiguos como demuestra el comentario del abad Alcuino quien, a

finales del siglo IX, nos habla del interés de Carlomagno por hacer

transportar columnas antiguas de Italia para adornar una segunda

Roma al norte de los Alpes.

Imagen de una página del Evangeliario de Xantes donde es posible

percibir la dificultad para atribuir a algunas obras su origen

tardorromano o carolingio.

Imagen de la maqueta del relicario o arqueta de Eginardo donde

puede observarse la utilización del módulo cuadrático y la

inspiración claramente tardorromana.

La liturgia estacional.

Un importante aspecto de la vida religiosa en el periodo

carolingio es la recuperación de la liturgia estacional. Se trataba

de unos usos litúrgicos que ya habían sido utilizados antes en la

Galia y que permanecían vivos en Roma y en Jerusalén. El proceso de

la liturgia estacional consistía en dividir las celebraciones

religiosas en diferentes statio que tenían lugar en distintos

templos repartidos por una misma ciudad o en un mismo territorio

convirtiendo la liturgia en una especie de “misa procesional”. Por

ejemplo, la liturgia estacional en el monasterio de Saint-Riquier o

Centula consistía en distintas celebraciones que se realizaban en

siete templos distintos -que jugaban un papel similar al de las

siete estaciones de la Pasión de Cristo- situados en un radio de

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cinco kilómetros alrededor del conjunto monástico. En las fiestas

solemnes, la liturgia estacional, normalmente reservada a clérigos y

monjes, también estaba abierta a la participación de los fieles con

un valor similar al de la propia oración.

La Kirchenfamilie de Metz fue un conjunto eclesial donde

aparecía el más claro ejemplo de la implantación de la liturgia

estacional romana en el ámbito carolingio. Los edificios que

formaban las estaciones metenzes eran de época anterior pero fueron

reformados para adaptarse a la nueva liturgia. Chrodegargo, obispo

de Metz entre los años 742 y 766, escribió una Regula Canonicorum

para que los clérigos de su jurisdicción estuvieran sujetos a una

estricta normativa similar a la de los monjes. El espacio

catedralicio de Metz fue dividido según esta regla en domus,

residencia episcopal, y claustrum, agrupación del resto de las

dependencias. El domus se subdividía en otros espacios como el

infradomus, compuesto por la catedral de San Esteban, la basílica de

San Pedro el Mayor y un edificio de planta central probablemente

bajo la advocación de la Virgen María. Se trata de edificios

fechados en sus partes fundamentales entre los siglos VI y VII

siendo por tanto precarolingios. En torno al ámbito claustral se

encuentran otros tres edificios: las iglesias de San Pedro el Viejo,

del siglo VI, San Pablo, fundación del obispo Chrodegargo, y otro

edificio de finales del siglo IX hoy perdido y dedicado a San

Gorgón. La iglesia de San Pedro el Mayor estaba indicada como la

statio principal de la liturgia estacional, citándose en nueve de

las solemnidades recogidas en documentos del siglo VIII, mientras

que la catedral de San Esteban aparece citada únicamente en cuatro

de las celebraciones.

Grabados del siglo XVII atribuídos a Petau y a Mabillon que

representan ambos la abadía de Saint-Riquier o Centula.

Los monasterios carolingios se convirtieron en conjuntos tan

densamente habitados que superaban a muchas de las unidades de

población de la época. La superficie que ocupaban estas

construcciones era muy grande y diversificada por zonas de

funcionalidad afín. En concreto, el gran monasterio de Centula fue

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construido por el abad Haraúlfo1 (790-799) en menos de diez años con

el apoyo económico de Carlomagno, terminándose en el año 799. Tres

templos formaban el conjunto principal, la iglesia abacial de Saint-

Riquier, la iglesia de San Benito y un espacio de planta central

dedicado a Santa María, conformando una amplia superficie casi

triangular, de unos trescientos metros. El constructor dispuso,

contra los muros de cierre, corredores porticados que facilitasen a

los monjes ir en procesión de un templo a otro incluso los días de

mal tiempo. Además de los tres edificios principales, existían según

el historiador Carol Heitz unos 27 altares repartidos por todo el

conjunto, afirmando también Heitz que en la parte occidental de la

iglesia de Saint-Riquier existían una serie de pequeños altares que

conformaban quizás el espacio de una pequeña liturgia estacional

realizada diariamente después de las oraciones de maitines y

vísperas.

La basílica carolingia.

La arquitectura carolingia experimentó con múltiples soluciones

para configurar un espacio templario que hiciera posible el

desarrollo funcional de los usos litúrgicos romanos que, partir de

aquél momento, se fueron generalizando en todas las iglesias

cristianas europeas como ya hemos comprobado en la iglesia

hispánica. Si no puede decirse que ahora se crean las principales

tipologías, es indudable que las experiencias carolingias son el

germen del que arrancan no sólo soluciones espaciales de carácter

funcional, sino también aspectos básicos de la estética monumental

del templo medieval. La renovación del espacio y las formas

templarias se inicia ya en la época del rey Pipino, cuando se

producen las primeras manifestaciones de la liturgia romana

sustituyendo al viejo ritual galaico.

En cuanto a la tipología basilical, es difícil sintetizan sus

principales características en época carolingia por lo que las

1 Isidro Banco afirma en El prerrománico en Europa que el abad constructor fue Angilberto (pág. 22).

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experiencias realizadas son en muchas ocasiones divergentes y

contradictorias. Se construyeron basílicas de volúmenes cúbicos a

las que se introdujo la novedad de incluir dos grandes torres en la

fachada con lo que se dotaba de verticalidad a unos edificios

fundamentalmente horizontales. El transepto de la basílica

carolingia es sometido a grandes variaciones sobre el original

paleocristiano de gran desarrollo; así, aparecen transeptos de

formas minúsculas, varios transeptos en un mismo edificio, grandes

transeptos a la manera paleocristiana o simplemente inexistentes.

La occidentalización de los templos carolingios.

El valor carismático de la Roma constantiniana introduce en la

orientación de las basílicas un cambio radical que ya hacía tiempo

había sido superado. Los ábsides de los templos romanos del siglo IV

se ubicaban en la parte occidental, de tal manera que sólo el

celebrante permanecía correctamente orientado hacia el nacimiento

del sol. Este defecto se corrigió en la segunda mitad del siglo,

pero las grandes construcciones cristianas de la época de

Constantino mantuvieron su orientación. Al cambiar la orientación,

el oficiante pasó a dirigir el culto delante del altar y de espaldas

a los fieles manteniendo todos así la posición correcta. Los

constructores carolingios, en su afán de mimetismo, adoptaron la

moda de situar al occidente los santuarios de algunos de sus

templos, dando también un tratamiento monumental al extremo

oriental. De esta manera el conjunto basilical adquiría una

característica bipolar que terminará por convertirse en una

constante arquitectónica de los templos renanos.

La iglesia de Saint-Maurice d´Augame, reconstruida en la imagen a

partir de la cripta, fue realizada entre los siglos V y VI con un

ábside ya dirigido a oriente. Sin embargo, en el año 780 las

reliquias del santo titular son trasladadas a un nuevo presbiterio

construido en la zona occidental del templo.

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La iglesia del monasterio de Fulda, fundado en el año 744 por

un discípulo de San Bonifacio llamado Sturn, albergaba la tumba del

santo. Las peregrinaciones que originó la presencia de esa reliquia

determinaron la construcción de un nuevo templo en el año 791 siendo

abad Bangulfo. Las obras se iniciaron con el ábside oriental por lo

que debemos suponer que ése era el más importante y el que

albergaría las reliquias del santo. Sin embargo, el nuevo abad

Ratgar, importante personaje del mundo carolingio que consiguió para

su abadía la dependencia directa de San Pedro del Vaticano, ordena

construir un gran transepto siguiendo el modelo de la basílica

romana y añade un nuevo ábside orientado a occidente imitando el uso

romano (in parte occidua Romano more peractam según nos aclara la

Vita Eigilis); aunque esta fórmula no era la más frecuente, son

muchos los templos que nos ilustran sobre su uso.

En el año 800 se consagra la nueva catedral de Colonia (Köln)

tras la reconstrucción realizada por el obispo Hilquivaldo (787-

818). Desde el comienzo de las obras se preveía la realización de un

gran ábside occidental puesto bajo la advocación del apóstol San

Pedro. Rodeando a este ábside principal existiría un doble

deambolatorio que comunicaría con las naves laterales del templo

utilizando una tipología que coincide con la también planeada para

la iglesia del monasterio de Sankt-Gallen según el plano general del

proyecto del siglo IX que hoy conocemos. En el año 812 se decide la

construcción de un segundo transepto que permitía resaltar la

occidentalización del templo con lo que la catedral quedó

configurada como el principal ejemplo de basílica completamente

occidentalizada, sin ábsides contrapuestos.

Los transeptos de las basílicas carolingias.

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La abundancia de tipologías experimentales es la característica

principal de los transeptos construidos en la época carolingia.

Existían dos tipos importantes de transeptos: el transepto

continuo y el transepto acordonado a los que habría que añadir el

doble transepto como el utilizado en la iglesia de Saint-Riquier,

con un doble transepto continuo, o en la catedral de Colonia, una

tipología que llegaría a tener gran influencia en la arquitectura

otoniana. El transepto continuo que se iguala en altura y anchura a

la nave central aparece según el especialista Seligenstad por

primera vez en la basílica de San Pedro del Vaticano. En el mundo

carolingio, un ejemplo es la iglesia del monasterio de Fulda con un

transepto de 77 metros que imita en altura y anchura al de la

basílica romana de San Pedro. El transepto acordonado o de celdas

estaba formado por unos arcos que comunicaban los brazos del

transepto con la zona central del crucero. Estos arcos eran más

altos y anchos que los arcos de los intercolumnios de las naves pero

más bajos y más estrechos que el gran arco que comunicaba la nave

central con la zona del crucero. Este tipo de transepto conformó una

tipología que se mantuvo hasta siglo XI aunque cuando es utilizada

desde el siglo IX es considerada como una forma arcaizante.

Vista del transepto acordonado de la iglesia de Steinbach donde es

posible observar las diferentes alturas y anchuras de los arcos que

desembocan en la zona del crucero.

Vista del transepto de la iglesia de San Justino de Höchst donde

se puede observar la mayor altura y anchura de los arcos del

transepto con respecto al de la nave central al tiempo que su menor

altura y mayor estrechez con respecto al arco toral que desemboca en

el ábside central de la iglesia.

El westwek carolingio.

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La tipología arquitectónica del westwerk es el signo

definitorio del arte carolingio. Se trata de la disposición de un

espacio con dos grandes torres en la fachada de los edificios

religiosos cuyo origen no se remonta a la tipología eclesial

paleocristiana sino que es una creación exclusivamente carolingia.

El historiador Effman, gran conocedor de los conjuntos de Weden,

Corvey, Hildenheim y Centula, inició sus estudios sobre el westwerk

al comprobar que en los grabados que representaban la antigua

iglesia abacial de Saint-Riquier o Centula aparecía un asombroso

conjunto en la zona occidental compuesto de una gran torre central y

otras menores al que llamó triturrium. El westwerk sería por tanto

un gran macizo arquitectónico situado en la zona oeste del templo,

independiente dentro del santuario, del que sólo se conserva el

correspondiente a la iglesia abacial de Corvey, mientras que el

resto nos es conocido únicamente por las referencias que a ellos

hacen viejas descripciones y las excavaciones arqueológicas.

Grabado de 1612 que representa la abadía de Saint-Riquier o

Centula; en la zona occidental del templo principal se observan dos

torres que corresponderían al westwerk.

Alzado del templo principal de la abadía de Saint-Riquier o

Centula donde se observan las tres torres del westwerk.

Dibujo de la iglesia de Corvey, construida entre los años 822 y

844 por Wala, antiguo abad de Corbie exiliado en Westfalia. Treinta

años después de su construcción -entre el año 873 y el 885- se le

añade el westwerk a la fachada con una gran torre central y otras

dos menores laterales que son las únicas que se conservan.

Vista actual de la fachada de la iglesia abacial de Corvey con las

dos grandes torres laterales.

Planta del westwerk de la iglesia abacial de Corvey dividido en

varias partes. La inferior cuadrangular es denominado cripta con

cuatro columnas sobre las que voltean nueve bóvedas de embudo que en

el muro descansan sobre pilastras en resalte rodeado por un

deambulatorio con cubiertas de madera; esta es la zona donde se

depositan las reliquias pero también es el vestíbulo de la iglesia

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abacial. Desde esa zona inferior arrancan dos tiros de escalera que

conducen al piso alto o quadrum, un espacio diáfano con tres naves

que además de servir de tribuna a la iglesia abacial es una iglesia

en sí mismo que tiene en el centro un altar bajo la advocación de

San Juan Bautista y un piso de palcos en su entorno.

Zona de la cripta del westwerk de la iglesia abacial de Corvey

donde se observan las columnas y las bóvedas que sostienen.

Vista del altar situado en el piso superior del westwerk de la

iglesia abacial de Corvey.

Vista de la zona del quadrum o piso superior del westwerk de la

iglesia abacial de Corvey. Se trata de un amplio espacio diáfano con

tres arcos en cada lado.

La existencia del westwerk carolingio ha sido objeto de amplia

discusión entre historiadores y especialistas que han debatido en

especial sobre su funcionalidad, nada clara hoy por hoy. La tesis

más antigua, elaborada por la historiografía alemana, apunta a un

posible uso imperial; el westwerk sería así un oratorio utilizado

por el emperador en sus visitas a la abadía, opinión que vendría

avalada por la existencia de un trono en la tribuna situada entre

las dos torres de la fachada de la capilla palatina de Aquisgrán y

por las noticias sobre la disposición de un trono en la tribuna de

la iglesia de los Santos Sergio y Baco de Constantinopla construida

por el emperador Justiniano. Sin embargo, la tipología del westwerk

existía anteriormente a la cristalización de la idea imperial en

occidente como ha demostrado el historiador Grosby al descubrir un

cuerpo occidental en la iglesia de Saint Denis desde el año 767.

La tesis de Carol Heitz apunta a que quizás el westwerk se

tratara de un santuario destinado al Salvador donde se celebraba una

liturgia especial vinculada al Apocalipsis. En la abadía de Centula

o Saint-Riquier existía en la zona occidental un lugar denominado

capsa maiori donde se guardaban 25 reliquias traídas de Tierra Santa

que permitiría celebrar algún tipo de liturgia procesional. Durante

las celebraciones de Pascua comenzaría en ese lugar una liturgia

estacional que continuaría en el piso superior, donde existiría un

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Page 10: Arte carolingio II

altar dedicado a Cristo y a los Santos Inocentes vinculando así la

vida y pasión de Cristo. En las tribunas laterales se reunirían la

schola cantorum y las gentes de los alrededores de la abadía, hecho

confirmado por la presencia de notas musicales en el enlucido del

muro del westwerk de la abadía de Corvey.

Por último, es preciso hacer referencia a las grandes galileas

de los monasterios cluniacenses de los siglos X y XI, unos espacios

dedicados a parroquia de laicos que también podrían haber existido

en época carolingia como también podrían haber existido tribunas

sobre las puertas principales de los santuarios dedicadas al santo

patrón o a los fundadores como la tribuna con un altar y reliquias

en la parte inferior que Eginardo tenía en la iglesia de

Seniherstadt.

Junto a una función concreta, es evidente que esta construcción

también tuvo una importante significación simbólica que justificaría

su aparición y difusión: los textos coetáneos la denominan turris o

castellum, términos militares que permitirían considerar al westwerk

como un símbolo de la fortaleza espiritual que se enfrenta a las

fuerzas del mal. El sentido alegórico vendría confirmado por la

existencia de un altar dedicado a San Miguel Arcángel, príncipe de

las milicias celestiales, en el westwerk de la abadía de Corvey.

Además, Carol Heitz encontró en la misma abadía la inscripción

civitatem istam / tucircunda dne / et angeli tui custo / diant muros

eius (“esta ciudad del Señor que está rodeada y los ángeles

custodian sus muros”) aludiendo a la Jerusalén celeste como también

lo hacen los doce arcos sobre los muros del piso superior o quadrum,

aludiendo quizás a las doce puertas de la Jerusalén celeste según

recoge el Apocalipsis.

El historiador Yves Christie, comparando textos e imágenes

miniadas de la época ha llegado a una conclusión similar a la

anterior al considerar que el westwerk quizás representara la

fortaleza del presente, la ecclesia del milenium preparada para

batirse con las fuerzas del mal.

Imagen del tapiz de Skog donde aparece un templo atacado por

animales malignos.

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Tipología de las iglesias carolingias.1. Las iglesias de nave única y triple cabecera.

Se trata de una tipología muy común en las zonas del norte de

Italia y especialmente en Suiza. Las excavaciones demuestran su

utilización en las iglesias de Santa María y San Martín de Disentis,

San Lucio de Coira y en otras que aún se conservan como San Juan

Bautista de Mühstair y San Pedro de Mistail, constatando así la

profusa utilización de esta tipología con la triple cabecera y los

ábsides con tendencia a la herradura. La cronología es más

problemática aunque podemos estar seguros de que todas ellas son de

la época carolingia. Dentro de esta tipología podemos encontrar

alguna variante como la cabecera de triple ábside al interior con

tendencia a la herradura pero testero recto al exterior, cuyos

ejemplos más significativos son las iglesias de Santa María de

Cividade y San Benedetto de Malles.

Vista de la iglesia de San Juan Bautista de Mühstair.

Vista de la iglesia de Santa María de Cividale donde se observa el

presbiterio formado por tres espacios con arquitrabes de madera

sostenidos por columnas dobles con estucos en la parte superior que

nos hace pensar en el carácter ejemplar de la construcción, carácter

que no tiene la iglesia de San Benedetto de Malles.

Vista de los tres nichos de los ábsides de la iglesia de Santa

María de Cividale. Los tres espacios tendrían quizás una finalidad

simbólica pese a que esta afirmación no tiene un apoyo litúrgico o

histórico. Se trataría pues de unos espacios dispuestos para un

culto trinitario (uno et trino) a la manera de los antiguos templos

romanos de triple cella donde en cada uno de ellos se rendían culto

a una de las divinidades de la triada capitolina.

2. Las iglesias con cripta.

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La sociedad carolingia fundamentó muchos aspectos de su fe en

un excesivo culto a las reliquias de los mártires. La problemática

iconoclasta bizantina contribuyó a que la jerarquía político-

religiosa permitiese ciertos excesos en la veneración de los cuerpos

santos para evitar en Occidente una crisis similar a la oriental.

Pese a la prohibición conciliar de inventar santos y restos

venerables, comunidades monásticas y catedralicias atesoraban un

número cada vez más creciente de reliquias sacras mientras los

fieles acudían en masa a los templos para postrarse suplicantes ante

ellas. Incluso tenemos noticias de la existencia de “agentes de

reliquias” como el diácono Deusdona que viajó por la Galia entre los

años 827 y 834 buscando compradores y concertando el transporte de

las reliquias. Esta situación obligó a una reordenación del espacio

templario que permitiese la creación de ámbitos donde se celebrasen

ceremonias litúrgicas martiriales y se facilitase el acceso de los

fieles para su contemplación y veneración. La creación de estos

microespacios y su articulación con la gran nave eclesial obligó a

multitud de riquísimas experiencias constructivas que contribuyeron

decisivamente en el origen y desarrollo de elementos del templo

medieval tan importantes como la girola.

La primera cripta documentada es la levantada en San Pedro del

Vaticano durante el papado de Gregorio Magno (590-604). El nuevo

espacio aparece situado debajo del altar mayor con un pasillo

contorneando subterráneamente el presbiterio y desembocando en un

espacio central, la confesio sólo accesible a través de una pequeña

puerta con fenestrela para observar el interior. El interior

contenía un altar elevado con las reliquias que también podía ser

visto por el sacerdote oficiante desde el altar del presbiterio

mediante un pequeño agujero.

La importancia del culto a las reliquias llevó a la

imposibilidad de consagrar ningún altar sin sus correspondientes

reliquias y por lo tanto su confesio. Ese espacio central, que en

ocasiones no pasaba de ser una simple cueva, podía llegar a alcanzar

un gran desarrollo, creándose modelos de criptas circulares o

anulares -por el círculo descrito en su deambulación- como las de

las iglesias de San Crisólogo, San Prascelis o los Cuatro Santos

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Page 13: Arte carolingio II

Coronados, todas en Roma. Al difundirse por todo el imperio

carolingio los cuerpos de los mártires romanos, también se adoptaron

las fórmulas arquitectónicas que los contenían en sus lugares de

origen.

El 28 de julio del año 754 el papa Esteban II bendice el inicio de

las obras de la iglesia abacial de Saint-Denis, consagrada por el

abad Fulrad en el año 764. Desde su construcción la iglesia tenía

una cripta anular idéntica a las de las iglesias romanas como parece

ser que también la tenía la iglesia del monasterio suizo de Saint-

Maurice d´Agaume desde el traslado en el año 787 de las reliquias de

su santo titular.

La iglesia de San Emerano de Ratisbona disponía desde el año 790

de una cripta circular adosada a un ábside construido en el año 750.

Las antiguas iglesias italianas también construyen sus propias

criptas como ocurre en los templos ravenaicos de San Apolinar in

Classe (a principios del siglo IX) y San Apolinar el Nuevo

(consagrada en el 856).

Uno de los más espectaculares espacios para reliquias del mundo

carolingio es la enorme cripta circular del coro occidental de la

catedral de Colonia, consagrada en el año 870, una inmensa red de

confesiones con un cenotafio principal situado en la vertical del

altar superior y otros secundarios por entre los que deambulaban las

multitudes de fieles.

La prohibición de los enterramientos en el recinto de los

templos fue constante durante la época carolingia. A la dictada por

el concilio de Aquisgrán del año 809 se sumó la del concilio de

Maguncia del año 813 pero a pesar de estas negativas reiteradas, los

fieles buscaban un hueco lo más próximo posible a las reliquias

donde ser enterrados consiguiendo así esquivar la prohibición

conciliar que sólo afectada a los recintos superiores. Se iniciará

así una nueva tipología arquitectónica, las iglesias bajas o

subterráneas que se desarrollarán a lo largo del siglo X y que será

una de las claves arquitectónicas del primer románico borgoñón.

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El 1 de noviembre del año 832 el abad Hilduino consagra el nuevo

espacio basilical que servía de ampliación a la anterior cripta de

la iglesia de Saint-Denis y que consistía fundamentalmente en la

ruptura del eje central del anillo mediante la adicción de nuevos

espacios.

La cripta de la iglesia de Clermont-Ferrant fue consagrada en el

año 946 y en ella se observa la ampliación de los espacios superando

las dimensiones de las antiguas criptas circular contoneadas por un

pasillo. En ambos tramos del pasillo se abren nuevas cámaras para

alojar reliquias y espacios para su culto.

Las nuevas criptas con cámaras radiales se extienden por Europa a

lo largo del siglo X aunque ya existen ejemplos en el siglo IX como

la correspondiente a la iglesia de San Lucio de Coira, consagrada

hacia el año 820 y en cuya cripta ya existía un deambulatorio con

cámaras añadidas en la parte oriental.

Bajo el coro oriental de la iglesia de Saint-Maurice d´Agaume se

realiza una ampliación de la antigua cripta hacia el año 950

consistente en la adicción de nuevas capillas radiales que preludia

la importancia que este elemento carolingio tendrá en los templos

románicos con los grandes deambulatorios de las iglesias de

peregrinación.

Así pues, desde el pasillo semicircular que contonea los

cimientos del ábside superior del templo se pasa en menos de un

siglo a los grandes pasillos distribuidores que se sitúan

transversalmente al eje central del ábside superior.

El proceso de ampliación de las criptas continua con la creación

de grandes redes de confesiones subterráneas donde se depositan las

reliquias como en la iglesia de San Stefano de Bolonia donde la

cripta es un pasillo longitudinal con dos capillas cuadrangulares en

los extremos y entre ellas aparecen cuatro espacios semicirculares y

un espacio en forma de cruz; se trata de las denominadas criptas-

mina cuyos ejemplos más complejos serán las situadas en la basílica

de Eginardo en Steinbach y en la iglesia de Saint-Médard de

Soissons.

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La cripta de la basílica de Eginardo en Steinbach tiene una

curiosa forma de cruz recruzada que ocupa un enorme espacio,

equivalente a la mitad de la zona oriental del templo. La

importancia de las reliquias allí depositadas -las cruces del

Gólgota y los restos de San Pedro y San Marcelino- explicaría la

amplitud de la cripta con su gran pasillo transversal cruzado por

dos longitudinales.

El pasillo distribuidor también puede apreciarse en la cripta de

la iglesia de Saint-Médard de Soissons, construida en los años 826 y

841 y que estaba compuesta por cinco vanos abovedados de aristas que

voltean sobre resaltes en los muros dispuestos para acoger las

reliquias de San Sebastián y San Gregorio.

Los antiguos espacios largos y estrechos con forma de cueva se

transforman progresivamente en superficies cada vez más dilatadas

que serán comunes en el siglo XI constituyendo las denominadas

iglesias-bajas o criptas-hall, cuyos ejemplos más destacados son los

de los templos de San Miguel de Röhr, Saint-Germain d´Auxerre o San

Pedro de Flavigny.

La cripta de la iglesia de San Miguel de Röhr fue construida entre

los años 815 y 825 como una gran superficie de muros muy potentes

cubierta por bóvedas de embudo que apoyaban sobre cuatro soportes de

planta cuadrangular en cuyo lado oriental se abría el espacio para

las reliquias.

La más complicada de las criptas-hall es la construida bajo el

coro de la iglesia de Saint-Germaine d´Auxerre entre los años 841 y

859. Es posible que se reutilizara un espacio anterior formado por

tres naves cubiertas por bóvedas de cañón que volteaban sobre

arquitrabes de madera apoyados en cuatro soportes. El espacio

central comunica al oeste a través de una ventana con un pequeño

recinto donde está colocado el cenotafio del santo titular del

templo. Años después se envuelve esta construcción con pasillos y

capillas a diferentes niveles formando las criptas inferiores et

superiores. Un gran espacio central, situado al este del conjunto de

criptas y bajo la advocación de la Virgen demuestra claramente la

intención de los constructores, un oratorio mariano a la manera de

15

Page 16: Arte carolingio II

una Sancta Maria Rotunda. En cierta manera se conjugaba así,

cristianizándolo, el tema clásico de la diosa madre que acoge en su

seno a sus hijos, los hombres muertos.

Imagen del interior de la cripta primitiva de Saint-Germaine d

´Auxerre con sus tres espacios cubiertos con bóvedas de cañón

apoyadas en arquitrabes que descansan en soportes.

La cripta de la iglesia de San Pedro de Flavigny era en origen una

modesta construcción del siglo IX. Posteriormente se la rodea de

criptas inferiores et superiores que llevan a una rotonda de

advocación mariana consagrada en el año 878 por el papa Juan VIII.

3. Las capillas palatinas.

Las capillas palatinas carolingias forman una tipología

arquitectónica cuyo origen se remonta a la baja romanidad. En origen

eran un oratorio privado de planta centralizada en la mayoría de los

lugares aunque como notoria excepción puede mencionarse la acusada

forma rectangular del oratorio asturiano de Santa María del Naranco.

Su nombre deriva de una de las reliquias atesoradas por Carlomagno

en el más importante de estos edificios, la capilla palatina de

Aquisgrán (Aachen). Se trataba de un fragmento de la famosa capa -

capella- de San Martín que terminó por designar a las personas que

la custodiaban, capellanes -capellani- y al propio espacio que la

albergaban, la capilla.

La capilla de Santa Sofía de Benevento fue construida para el

príncipe lombardo Arechis entre los años 760 y 762. Se trata de un

oratorio de planta centralizada con forma hexagonal conformada por

arquerías que voltean sobre seis capiteles reaprovechados y otros

diez soportes que configuran un doble deambulatorio. El muro de

cierre es de forma estrellada y la cabecera está dispuesta con tres

ábsides semicirculares. Se trata de un prototipo muy aprovechado en

otros edificios que guarda grandes similitudes con la capilla

palatina de Aquisgrán.

16

Page 17: Arte carolingio II

Vistas del interior de Santa Sofía de Benevento; capiteles

reaprovechados, arcos que voltean, cúpula de forma poligonal y vista

de la estructura absidial de la cabecera vista desde el exterior.

Aquisgrán (Aachen, Aix-la-Chapelle), la antigua Aquis Granni, fue

de siempre un lugar frecuentado por la salubridad de sus aguas. Las

viejas termas romanas se siguieron utilizando por los monarcas

merovingios. Carlomagno disfrutaba de sus aguas y, por ello, se

decidió a renovar las antiguas construcciones y erigir su más

importante villa regia junto a ellas. De todo el conjunto sólo se

conservan la capilla palatina, la actual catedral, y pequeños

indicios del salón del trono en lo que es el ayuntamiento de la

ciudad; sin embargo, por excavaciones arqueológicas y viejas

descripciones, podemos hacernos una buena idea de su organización

original, tal como podemos ver en los trabajos de Paul Clemen, Félix

Kreusch y Leo Hugot. Las obras comenzaron hacia el año 790 aunque ya

en el año 787 sabemos que el papa Adriano I había autorizado al

Emperador a hacer importar de Roma y Rávena capiteles y columnas que

serían utilizados en la construcción.

Sobre la capilla palatina de Aquisgrán, uno de los edificios

paradigmáticos de la alta Edad Media europea, conocemos más detalles

acerca de su construcción y, además, lo conservado en la actualidad

nos permite tener una imagen directa de gran parte del conjunto. En

el siglo XIV, el presbiterio primitivo fue sustituido por una

esbelta cabecera gótica al mismo tiempo que se adjuntaba una torre a

los pies. Para compensar el exceso de volumen de estos añadidos

sobre el conjunto, se decidió sobrealzar el cuerpo central con un

casquete adornado con tímpanos triangulares. Durante el siglo XIX se

suprimió la decoración barroca interna, precediendo a una

ornamentación historicista de falsos mármoles y mosaicos. En la

actualidad, una cuidadosa restauración nos permite hacernos una idea

del estado original.

Una inscripción, hoy desaparecida, nos recuerda el nombre del

constructor de la capilla palatina de Aquisgrán y la procedencia de

la mayoría de los artistas que contribuyeron a su edificación: Odón

17

Page 18: Arte carolingio II

de Metz2 y obreros traídos a Aquisgrán de todas las regiones de este

lado del mar (opifices et magistri convocados de omnibus cismarinis

regionibus). El nombre del arquitecto nada nos dice, ni conocemos en

Metz una tradición arquitectónica que hubiera permitido su formación

técnica. El origen de los constructores ha sido interpretado como

que eran del Mediterráneo, único lugar donde la edificación en

piedra había pervivido durante la época de las invasiones. Sabemos

que en el año 797 se estaba culminando la cubierta del octógono

central y fue consagrada en la Epifanía del año 805 por el papa León

III según reza un letrero monumental (Ecce Leo Papa cuius benedictio

sancta Templum sacravit quod Karolus aedificavit).

Un atrio rectangular y rodeado de pórticos se abría sobre la

fachada principal de la capilla palatina de Aquisgrán. Ésta se

concebía como un gran arco triunfal que cobijaba las grandes puertas

de bronce. Una vez más, se recurría al lenguaje de los símbolos

imperiales clásicos. El templo adoptaba una planta central,

compuesta en su espacio interno por un octógono, rodeado por un

ambulatorio cuyo cierre externo estaba configurado por un

hexadecágono. La estructura es muy similar a la de Santa Sofía de

Benevento aunque los soportes de los arcos del octógono interior no

son ya columnas sino robustos pilares de forma angular.

El atrio rectangular de entrada a la capilla palatina de Aquisgrán

tenía unos soportes con formas angulares en los que apoyaban unas

arquerías sobre las que se desplegaba una bóveda de clara raigambre

tardorromana.

La fachada de la capilla palatina de Aquisgrán estaba flanqueada

por dos torres formando un conjunto arquitectónico de gran

transcendencia tanto por la personalidad de Carlomagno como por la

importancia de las reliquias que allí se guardaban así como por el

mensaje iconográfico que transmitían los mosaicos de la bóveda.

Los grandes pilares de forma angular sobre los que voltean arcos

de medio punto conforman el espacio central del octógono y las

amplias arquerías del piso superior sostienen el tambor de la bóveda

2 Isidro Bango afirma en El prerrománico en Europa que el nombre del constructor era Eudes de Metz (pág. 12).

18

Page 19: Arte carolingio II

central. Las bóvedas del deambulatorio del piso bajo eran de arista

de tres y cuadro plementos, fórmula obligada al ser doble el número

de lados del muro exterior que del interior mientras que las del

piso superior de tribunas eran de madera. El trono imperial se

situaba encima del pórtico central y en el eje del presbiterio, de

planta cuadrada. La decoración era de mármoles tardorromanos muy

similares a los utilizados en la iglesia de San Vital de Rávena. La

decoración exterior era muy simple: los muros, de mampostería con

refuerzo de sillares en los vanos, se cubrían de un enfoscado de

color rosáceo que producía un volumen de gran efecto cromático.

Como la mayoría de los edificios altomedievales, la capilla

palatina de Aquisgrán tiene un gran carácter simbólico que vendría

confirmado por los versos de Alcuino referidos a las dimensiones de

la circunferencia del octógono, 144 pies, que serían equivalentes a

los 144 codos que según el Apocalipsis miden los muros de la

Jerusalén celeste “medida humana que es la del Ángel”.

Si hacemos caso a un coetáneo como Eginardo, la capilla palatina

de Aquisgrán sería un proyecto original propuesto por Carlomagno y

diseñado por Eudes. Los estudiosos han encontrado multitud de

referencias a monumentos famosos; sin embargo, ninguna de ellas es

absolutamente convincente. El espacio central de Aquisgrán, con su

forma octogonal y la superposición de vanos y columnas, nos recuerda

a San Vital de Rávena. Pero el templo ravenático es más sutil, con

los muros alejándose del centro en exedra y con todas sus líneas

arquitectónicas ascendiendo sin interrupción desde el suelo hacia lo

alto, mientras que la capilla palatina de Aquisgrán muestra los

lados del octógono rectos, con gruesas líneas de impostas cortando

transversalmente los muros, haciendo que éstos aparezcan

amazacotados y graviten pesadamente sobre el espacio interno.

Algunos autores han encontrado semejanzas también entre la capilla

palatina de Aquisgrán y la iglesia de los Santos Sergio y Baco de

Constantinopla, erigida por la emperatriz Teodora para un monasterio

femenino a la vez que era utilizada como capilla palatina. Su

espacio interior venía a ser una síntesis de lo que después serían

San Vital de Rávena y la capilla palatina de Aquisgrán, combinando

19

Page 20: Arte carolingio II

el muro recto y el semicircular. Además de las coincidencias

formales, existen en estos templos ciertas afinidades funcionales:

tribuna para uso aúlico o de patronazgo privado. En el caso de la

capilla de Carlomagno se deberá tener en cuenta la idea de que fue

un edificio de culto que debía contener las reliquias santas que

atesoraba la monarquía franca, es decir, que se trataba de un

monumento en el que no era ajeno el sentido martirial por lo que

cabría ponerla en relación con otras capillas aúlicas o de uso

privado que adoptaron la forma centralizada como la Santa Sofía de

Benevento del lombardo Arechis o Saint-Germigny-des-Prés, en la

villa de recreo del obispo hispano-visigodo de Orleans, Teodulfo.

La confirmación de que se parte de ese tipo de estructuras

centralizadas para realizar capillas palatinas o aúlicas viene dada

por la iglesia de Saint-Germigny-des-Prés, construida para el obispo

Teodulfo en el año 880. Se trata de una planta centralizada dividida

en nueve tramos (3+3+3) con forma de cruz cubiertos en los cuatro

tramos centrales con bóveda de cañón y en los cuatro exteriores con

cúpulas mientras que sobre el tramo central cargaba una gran torre.

Se trata de una planta que presenta enormes similitudes con la

tipología de nea ecclesia bizantina instaurada por el emperador

Basilio II.

En esta misma línea de centralidad se encuentra la iglesia dálmata

de San Donato de Zara, fechada alrededor del año 805 aunque su

cronología es incierta. Tiene en sus dos pisos una forma circular

con soportes redondos y dos columnas que abren paso a un presbiterio

muy similar al de Saint-Germigny-des-Prés, con tres ábsides

semicirculares que tienden a la herradura. El deambulatorio y el

muro de cierre son circulares.

Los monasterios carolingios.

Los textos encontrados y las excavaciones realizadas no nos

permiten hacer una clara interpretación del verdadero alcance del

20

Page 21: Arte carolingio II

régimen monástico durante la época carolingia. Es indudable su

importancia pero tampoco podemos aventurar mucho más dada la escasez

de restos conservados. El documento más interesante es sin duda el

plano del monasterio suizo de Sankt-Gallen. En él, podemos ver cómo

los monjes del siglo IX realizaron el proyecto de un monasterio,

indicando no sólo la topografía del conjunto sino que también se

preveían criterios y fórmulas modulares para su construcción según

diferentes tamaños.

De lo que no nos queda duda alguna es de la importancia de la

orden de San Benito a lo largo de todo el periodo altomedieval. Es

muy posible que su modelo arquitectónico fuera el monasterio de

Montecassino aunque el cenobio italiano, pese a la restauración

realizada en el 729 por San Wilibaldo, no alcanza su esplendor hasta

mucho más tarde.

Los complejos monacales aparecen ya consolidados en el siglo

VII con una tipología que perdurará durante toda la alta Edad Media.

La regla elaborada por San Isidoro entre los años 615 y 620 es el

mejor testimonio que conservamos sobre la vida en esos ámbitos,

apareciendo ya definidas las estancias propias de los monjes y los

lugares de reunión de la comunidad.

En el año 655 San Filiberto fundó en Jumièges o Gemsticum un

monasterio con una capacidad para 900 monjes. Era un espacio

cuadrangular, la “santa casa”, con torres cuyas dependencias se

disponían alrededor de un recinto denominado claustra rodeado por

una hilera de arcadas a las que se abrían el refectorio y la cilla o

sala comunitaria.

Los monasterios carolingios se convirtieron en espacios

superpoblados con respecto a la población de la gran mayoría de los

núcleos urbanos. En el monasterio de Saint-Riquier o Centula,

construido por el abad Angilberto a finales del siglo VIII,

habitaban 300 monjes y unos 100 legos. En el de Corvey, construido

por Adalardo, vivían 300 monjes y 150 siervos y sus estatutos del

año 822 nos hablan de un espacio gigantesco con de 5 a 7 templos

para realizar la liturgia estacional, edificios, claustro,

dormitorio, cocina, cilla o sala de reunión (aunque no hay aún una

21

Page 22: Arte carolingio II

sala capitular propiamente dicha), el palacio abacial, enfermería,

tahona, cervecería y lavandería. Se trata por tanto de enormes

construcciones, situadas generalmente en el norte de Francia, cuyo

poder y riqueza pronto despertó una reacción de pureza en la

observancia de la regla benedictina que progresivamente convierte en

más modestas las proporciones de los monasterios.

La aparición del monje Witiza, conocido como Benito de Aniano,

supuso la consolidación de estas austeras reformas que fueron

impuestas a diez comunidades del sur de Francia. El propio emperador

Ludovico Pío le convoca en el año 814 para expresarle su apoyo y

ofrecerle su patronazgo, haciendo suya esta labor reformadora. Así,

se levanta un nuevo monasterio en Inden, cerca de Aquisgrán, donde

el propio emperador acude a descansar y cuya estructura servirá de

modelo para construcciones posteriores. Se trataba de un monasterio

mucho más pequeño que las grandes comunidades del norte de Francia,

únicamente habitado por treinta monjes, cuyo carácter modélico fue

refrendado por las disposiciones de los sínodos celebrados en

Aquisgrán en los años 816 y 817. Benito de Aniano, investido como

abad imperial, inició con estas nuevas normas la unificación de la

vida monástica bajo la regla benedictina reformada lo que chocó de

inmediato con la oposición de los abades de los grandes monasterios,

celosos de perder su poder y recursos.

De alguno de estos intentos reformadores debió salir el plano del

monasterio de Sankt-Gallen que hoy se conserva gracias a que en su

parte posterior fue escrita la vida de San Martín y que es el más

antiguo plano monástico conocido. Se trata de un dibujo con tinta

roja sobre cinco hojas de pergamino con una superficie de 77 x 112

cm. En uno de los extremos del plano aparece un epígrafe con tinta

negra que contiene una carta del abad Heito, obispo de Basilea, y el

abad Reichneau dirigida a Gozbert3, abad de Sankt-Gallen entre los

años 816 a 837. Pese a las grandes dimensiones del plano y al gran

número de dependencias que presenta, podemos considerar que el

tamaño de Sankt-Gallen era una tercera parte inferior al de los

grandes monasterios del norte de Francia.

3 Isidro Bango afirma en El prerrománico en Europa que el nombre del abad de Sainkt-Gallen era Gozberg (pág. 22).

22

Page 23: Arte carolingio II

El plano de Sankt-Gallen tiene una estructura basada en un módulo

de 40 pies de largo. El centro lo ocupa la gran iglesia abacial con

disposición hacia oriente pero contrabsidiada a occidente y con

deambulatorios. El resto del plano lo ocupan la claustra, la

hospedería (norte), el noviciado y la enfermería (este) y los

servicios generales con jardines de árboles frutales, cementerio,

etc. (sur, sudoeste y oeste).

El claustro de Sankt-Gallen tiene una forma cuadrangular de 100

pies de lado y estaba construido n piedra en sus cuatro pandas. A su

alrededor se disponía el refectorio, la cella con almacén, la

cervecería y los bancos situados en la panda norte donde se

realizaban las asambleas y lecturas anteriormente a la construcción

de las salas capitulares que se situarán en la panda oriental del

claustro. En Sankt-Gallen el dormitorio -con acceso directo al

transepto de la iglesia- aparece en esa zona oriental donde llegará

a situarse posteriormente el capítulo, pasando entonces el

dormitorio a la parte superior de la sala capitular en los

monasterios masculinos, mientras que en los femeninos -sobre todo en

el císter más antiguo- el dormitorio se aleja de esa zona por la

gran altura que alcanza el capítulo. El refectorio, situado en la

panda sur del claustro, aparece paralelo a la panda en los

monasterios benedictinos mientras que será perpendicular en los

cistercienses para facilitar su ampliación.

En el costado opuesto del claustro de Sankt-Gallen, es decir, al

otro lado de la iglesia, se levantan las dependencias que están en

contacto con el mundo exterior: la hospedería, la escuela para

laicos y la residencia del abad con sus servicios propios. La

existencia del palacio abacial -con iglesia y claustro- se justifica

en las disposiciones atemperantes del sínodo eclesiástico de

Aquisgrán celebrado en el año 817, que otorgaba ciertas

prerrogativas al abad monástico frente a las pretensiones

igualitarias de Benito de Aniano.

No es posible encontrar muchos restos de los grandes monasterios

carolingios aunque sí se han conservado algunos elementos aislados

como la gran puerta monumental o Törhalle de Lorch que servía de

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Page 24: Arte carolingio II

acceso al atrio de la iglesia construida por el abad Heinrich (778-

784) y situado en la región de Westfalia. Se trata de una gran

entrada monumentalizada con tres arcos situados en el eje de la

entrada a la basílica y claramente relacionada con los grandes arcos

romanos y su carácter simbólico y triunfal. Es una estructura

tripartita en su parte inferior separada por columnas y con una

habitación en la parte superior a la que se accede mediante unas

escaleras de caracol situadas a ambos lados de la entrada. Las

columnas de la fachada son de orden corintio en el piso inferior

mientras que en el superior las pilastras están rematadas por

capiteles jónicos con unos arcos agudos.

La habitación superior, pintada con arquitecturas fingidas,

columnas que sostienen entablamentos y domeros, de la Törhalle de

Lorch podría servir como sala de audiencias con un significado

equivalente al de las capillas palatinas. Sin embargo, los textos de

la época benedictina consideran a este tipo de pórticos con un valor

meramente funcional, como porta externa del monasterio donde se

recibía a los huéspedes o se alojaba a los visitantes enfermos y

conocidos en lugares como Centula o Saint-Riquier, Saint-Etienne o

en la primitiva iglesia de San Pedro del Vaticano.

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