Arrepentimiento y perdón

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La Realidad y sus Mitos Arrepentimiento y Perdón Décimo primer Mito H.C. Elías

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El artículo re-define desde la perspectiva del nuevo libre albedrío la idea de arrepentimiento y desmitifica la erróneamente enaltecida necesidad de perdonar y ser perdonados.

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La Realidad y sus Mitos

Arrepentimiento y Perdón

Décimo primer Mito

H.C. Elías

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Arrepentimiento y Perdón Décimo primer Mito de la Realidad

Extracto del libro “La Realidad y sus Mitos” ©H.C. Elías

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“Arrepentimiento y Perdón”

Décimo Primer Mito de la Realidad

Mientras que el arrepentimiento es asunto personal, el perdón involucra una relación

entre dos seres, el que perdona y el que es perdonado.

El arrepentimiento se entiende como la retractación de acciones pasadas, también suele

referirse al cambio que hace una persona respecto a sus pensamientos o acciones

previas.

Desde mi punto de vista esta definición no solo está incompleta, pues deberían agregarse

a las acciones y pensamientos, sentimientos y palabras, sino que está fuera de contexto,

ya que presupone que somos responsables de nuestras decisiones, lo cual, como hemos

visto, no es cierto. Otro aspecto a considerar, es que la actual definición nos lleva a

suponer que el arrepentimiento está ligado a la palabra “hubiera”.

A pesar de que frecuentemente a la palabra arrepentimiento se le adscribe una

connotación religiosa, el hecho es que solo está relacionada con la toma de decisiones de

cualquier tipo.

Desde esta perspectiva en la que se presupone que las decisiones son tomadas ejerciendo

conscientemente el libre albedrío, el arrepentimiento está asociado a acciones,

pensamientos, emociones, palabras, y al hubiera.

Pero si dejamos atrás el viejo paradigma relativo al libre albedrío y adoptamos el nuevo

(aunque solo tenga un “artículo” de antigüedad), surge irremisiblemente la pregunta

¿Cómo puede alguien arrepentirse de algo de lo que no hizo, dijo, pensó o sintió

conscientemente?

El reto es entender este asunto del arrepentimiento bajo la nueva perspectiva de lo que

debe asumirse como libre albedrío.

Dijimos que el libre albedrío solo se ejerce cuando a través del sentimiento consciente se

rompe una cadena causal o determinista, lo cual, en última instancia no tiene ningún tipo

de relación con cualquier evento que pudiéramos definir como bueno o malo.

Para entender mejor esta idea supongamos que deseamos determinar la trayectoria de

cierta partícula, lo cual hacemos conociendo sus condiciones iniciales (velocidad y

posición) y determinando las fuerzas externas que actuarán sobre ella. Luego aplicamos la

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segunda ley de Newton y listo, como por arte de magia, sabremos con total exactitud

donde estuvo y donde estará nuestra partícula a cada instante. Pero ¿qué sucede si de

pronto agregamos una fuerza externa no considerada durante la solución de la ecuación?,

tendremos una nueva trayectoria, igualmente determinista en tanto no haya cambios

subsecuentes ni en las condiciones iniciales, ni en las fuerzas que estén actuando sobre

ella.

Aquí cambiar una fuerza externa equivale a ejercer el libre albedrío sintiendo de forma

consciente, definiendo así una nueva historia posible donde decisiones y sentimientos

quedan predeterminados, historia que “asciende” al nivel de realidad relativa cuando es

observada por la conciencia.

En cuanto a las partículas solo se trata de dos trayectorias diferentes, ni buenas, ni malas,

simplemente diferentes. Lo mismo ocurre con las historias posibles elegidas por libre

albedrío, en última instancia, dan lugar a realidades relativas que no son ni buenas, ni

malas, simplemente son alternativas posibles.

De esta forma ni el libre albedrío, tal como lo mencionamos anteriormente tiene que ver

con el asunto del bien y el mal, como tampoco lo tiene el arrepentimiento.

Arrepentirse de haber tomado una decisión, realizado una acción, tenido un pensamiento

o sentido un sentimiento visto desde la perspectiva del nuevo paradigma del libre

albedrío, es tan absurdo e incongruente como arrepentirse de sentir dolor por lastimamos

accidentalmente; algo así es claro que no tiene sentido.

Lo profundamente trascendente es que tampoco tiene sentido y no aporta beneficio

alguno arrepentirnos de nuestras decisiones, acciones, pensamientos o sentimientos

porque como lo he repetido reiteradamente ¡no son nuestras!

¿Será posible redefinir “arrepentimiento” manteniendo una congruencia con la nueva

idea de libre albedrío?

Si tanto Yahshúa (Jesús) como Juan el Bautista iniciaron su ministerio llamando al

arrepentimiento, este debe representar algo muy importante, y por tanto, debe ser

posible definirlo bajo el nuevo paradigma, pues solo así tendrá sentido.

En la teología judeocristiana el equivalente al término arrepentimiento es traducido

del Hebreo teshuva "תשובה", que significa literalmente volver o volverse. Y de su raíz en

hebreo shub “ב ”, o en arameo shevak, poner en libertad, dejar ir, soltar, omitir, o

restaurar algo a su estado original.

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Por otra parte "metanoeo”, arrepentimiento en griego y que es utilizada en el Nuevo

Testamento, significa cambio de mente e implica un cambio de perspectiva respecto al

pasado. También se suele considerar la necesidad de un cambio de conducta, de actitud,

de orientación y de dirección.

En Mateo 18:3 se estipula muy bien que para poder llegar a ser como un niño lo primero

es arrepentirse.

Dentro de la mística Hebrea teshuva implica cambiar el pasado en bien desde el futuro, al

igual que retornar a Di-s por amor y esto tiene que ver con hacer Su voluntad.

Desde luego no todas estas ideas me son útiles para poder redefinir dentro de un marco

de congruencia con el libre albedrio el concepto de arrepentimiento, pero algunas sí.

El arrepentimiento es el despertar de la esclavitud, es una “cara” del libre albedrío.

Implica la restauración interior a un estado anterior, un cambio del pasado desde el

futuro, la participación de una realidad alterna.

El arrepentimiento es el destello mismo que precede al percibir una diferente realidad

alterna, donde las decisiones y sentimientos quedan determinados.

El arrepentimiento nada tiene que ver con las decisiones tomadas, las palabras dichas, los

pensamientos o las sensaciones predeterminadas de cada realidad relativa, sino con las

emociones amor o miedo, expresadas conscientemente y por lo mismo capaces de llevar

a la conciencia por un camino alterno.

Un cambio de camino conlleva necesariamente cambios de conducta, actitud,

pensamientos y sentimientos.

La teshuva determina nuevos caminos o realidades alternas bajo la emoción amor, por

eso, la consecuente restauración implica llegar a ser como niño, esto es, ser inocente,

dócil, curioso, con una gran capacidad de maravillarse, sin prejuicios, lleno de gozo,

felicidad, confianza, seguridad.

Pero el arrepentimiento también se sujeta a la emoción miedo, y esta al igual que la

teshuva conlleva un estado original, el cual determina la conducta, actitud, pensamientos

y sentimientos cambiando el pasado desde el futuro.

Dado que cada historia posible representa la “Voluntad” de Di-s, sobra decir que sin

importar si se trata de arrepentimiento guiado por la emoción amor o por la emoción

miedo, todo ser está sujeto a Su Voluntad, excepto en el místico instante del

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arrepentimiento mismo, pues es entonces y solo entonces cuando el ser ejerce el libre

albedrío.

Esto implica que por el solo hecho de amar a Di-s queda sujeta nuestra voluntad

libremente a la suya. Pero también resulta claro que si no ejercemos nuestro libre

albedrio o arrepentimiento, o si lo hacemos bajo la emoción miedo la cual fortalece el

egoísmo creando el espejismo de que toda acción, decisión, palabra, pensamiento o

sentimiento obedece a la propia voluntad, aún así, el ser continúa sujeto a la Voluntad

de Di-s, o equivalentemente, a todo lo pre establecido dentro del camino elegido.

En cuanto a su actual definición se considera que el perdón es una liberación del

resentimiento con algún ofensor. En suma, es la renuncia a los resentimientos e

indignación que ha causado una ofensa. El perdón surge de la libertad y la caridad. No

obstante, la presencia del perdón no impide la aplicación de la justicia ante el ofensor.

Analicemos un poco esta definición, primeramente menciona que se trata de la liberación

del resentimiento con algún ofensor, esto en si mismo representa una ruptura de la

causalidad.

Como dije al principio del artículo, el perdón es un acto que involucra a dos seres y no a

uno mismo como el caso del arrepentimiento. Desde la perspectiva actual parece estar

también relacionado con el libre albedrío por su vínculo con la ruptura de la secuencia

causal, dado que se renuncia a cualquier resentimiento, venganza, o acciones

encaminadas a dañar al ofensor.

Otro aspecto importante contenido en la definición es que el perdón no impide el ejercicio

de la justicia sobre el ofensor.

Insisto, desde el actual paradigma pareciera ser un hecho que el perdón involucra libre

albedrío, y suponiendo que así fuera, vale la pena preguntarnos ¿bajo qué emoción, amor

o miedo?

Por la manera en la que se define es fácil pensar que es bajo el amor, ya que

aparentemente involucra misericordia, pero no es así, lo cierto es que surge de la

emoción miedo, pues en última instancia acrecienta el ego.

Profundicemos un poco en esta idea. Mientras el arrepentimiento modifica el “rumbo” ,

es decir, traslada a la conciencia a una realidad relativa diferente manteniendo la

congruencia en la línea temporal, pasado, presente, futuro, el perdón solo modifica el ser,

acercando a la conciencia hacia historias más probables dentro de sus historias posibles.

Pero no hacia aquellas que reflejan amor y misericordia, sino a las que fortalecen el ego.

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Si perdonamos el ego es satisfecho, si no lo hacemos seguiremos atados al

resentimiento, amargura, odio, etc, En cualquier caso el tipo de realidades relativas más

probables serán aquellas vinculadas a la emoción miedo, y el libre albedrío ejercido con

fundamento en esta emoción nos llevará a integrarnos a alguna de ellas.

Tal vez el siguiente esquema ayude a esclarecer esta idea,

Conciencia en su estado inicial Cambio del ser o esencia de la conciencia Ligada a su realidad actual a consecuencia del perdón a otros. Historia

posible más probable reflejando el nuevo cambio en el ser ahora con un egoísmo fortalecido

Transformación de la historia más probable en realidad relativa a consecuencia de la observación consciente de la conciencia

El perdón es otra cara del ejercicio del libre albedrío pues hay una ruptura de la

causalidad, solo que en este caso se fundamenta en la emoción miedo.

Si el perdón alimenta el ego, y este en última instancia es destructivo ya que nos aleja del

verdadero amor, ¿por qué existen resultados experimentales que muestran mejora en la

salud cuando las personas perdonan?

Resientes investigaciones científicas realizadas por el doctor Frederick Luskin, profesor de

la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford demuestran que cuando el estado

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de ánimo se mantiene deseando una venganza o represalia, el cerebro y el cuerpo

humano promueven toxinas que actúan sobre el organismo y afectan los sistemas

cardiovascular, digestivo y nervioso.

Según los estudios de Luskin cuando una persona condona una ofensa eleva su vitalidad,

su apetito, sus patrones de sueño y su energía. Todo lo que disminuye la ira, el dolor y la

depresión, puede reducir también la presión arterial y hace a las personas más optimistas,

energéticas y vitales.

Esto solo refleja el triunfo del ego, pues aunque no lo percibamos de forma consciente, el

perdón nos hace sentir superiores a los demás y eso desde luego conlleva a un estado de

ánimo exaltado y en consecuencia a todos los efectos observados en los estudios del Dr.

Luskin, sin embargo, son efectos a corto plazo ya que detrás de ellos se esconde el miedo

y no el amor.

El perdón por irónico que parezca es parte de aquello que nos atrapa en un entorno de

dualidades, y aunque en apariencia lo concibamos como un cierto tipo de liberación, en el

fondo es un grillete que sigue encadenándonos al mundo de la ilusión.

Para que alguien perdone, debe haber un ego herido; solo el ego herido, la falsa creencia

de que uno es la personalidad, es quien puede perdonar, después de haber odiado, o

sentir resentimiento, se pasa a un nivel de cierto avance, con una trampa incluida, que es

la necesidad de sentirse espiritualmente superior a aquel que en su bajeza mental, nos

hirió. Solo alguien que sigue viendo la dualidad y se considera a sí mismo muy

“bondadoso o misericordioso” (esto esconde la verdadera motivación <vanidad>),

perdona a aquel ignorante que le causó una herida.

Sin embargo bajo el paradigma de la unidad todos debemos vernos unos a los otros como

almas afines y en particular bajo el principio fundamental yo soy Tu dejando fuera el

sentimiento de superioridad, de esta forma nadie puede ser herido, habiendo solo amor

en el corazón para los unos con los otros, así no se puede perdonar, solo se ama. Quien

ama, ya no necesita perdonar, pues no existe ego que pueda ser herido.

Lo anterior resume dos enseñanzas fundamentales de Yahshúa, “amaos los unos a los

otros como Yo los he amado”, y “ama a tu enemigo”.

Es por esto que Yahshúa no nos dice “perdona a tu enemigo”, en vez de “ama a tu

enemigo”.

Así que no se trata de perdonar, esto es solo un mito más de la realidad, tal cosa es

incongruente en sí misma y su definición nos tiende una trampa para seguir cautivos

bajo el miedo.

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A este respecto se cuenta en las enseñanzas Budistas que un Buda estaba meditando

junto con sus discípulos en el bosque, cuando un hombre de repente lo empezó a insultar

y a quererlo agredir.

Buda salió del trance al instante y con una sonrisa plácida envolvió con compasión al

agresor; sin embargo, los discípulos reaccionaron violentamente, atraparon al hombre y

alzando palos y piedras, esperaron la orden del Buda para darle su merecido.

Buda en un instante percibe la totalidad de la situación, y les ordena a los discípulos, que

suelten al hombre y se dirige a este con suavidad y convicción diciéndole:

“Mire lo que usted generó en nosotros, nos expuso como un espejo muestra el

verdadero rostro. Desde ahora le pido por favor que venga todos los días, a probar

nuestra verdad o nuestra hipocresía. Usted vio que en un instante yo lo llené de amor,

pero estos hombres que hace años me siguen por todos lados meditando y orando,

demuestran no entender ni vivir el proceso de la unidad y quisieron responder con una

agresión similar o mayor a la recibida. (Muy parecido a la actitud de Pedro cuando los

guardias del templo aprehenden a Yashúa en el Huerto de los Olivos).

Regrese siempre que desee, usted es mi invitado de honor. Todo insulto suyo será bien

recibido, como un estímulo para ver si vibramos alto, o es sólo un engaño de la mente

esto de ver la unidad en todo.

Cuando escucharon esto, tanto los discípulos como el hombre, se retiraron de la presencia

del Buda rápidamente, llenos de culpa, cada uno percibiendo la lección de grandeza del

maestro y tratando de escapar de su mirada y de la vergüenza interna.

A la mañana siguiente, el agresor se presentó ante Buda, se arrojó a sus pies y dijo en

forma muy sentida. “No pude dormir en toda la noche, la culpa es muy grande, le suplico

que me perdone y me acepte junto a Usted”.

Buda con una sonrisa en el rostro, le dijo: “Usted es libre de quedarse con nosotros, ya

mismo; pero no puedo perdonarlo”

El hombre muy compungido, le pidió que por favor lo hiciera, ya que él era el maestro de

la compasión, a lo que el Buda respondió:

“Entiéndame claramente, para que alguien perdone debe haber un ego herido; solo el

ego herido, la falsa creencia de que uno es la personalidad, ese es quien puede perdonar,

Solo alguien que sigue viendo la dualidad, y se considera a sí mismo muy sabio, perdona,

a aquel ignorante que le causó una herida”.

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Y continuó: “No es mi caso, yo lo veo como un alma afín, no me siento superior, no siento

que me haya herido, solo tengo amor en mi corazón por usted, no puedo perdonarlo,

solo lo amo”.

El hombre no pudo disimular una cierta desilusión, ya que las palabras de Buda eran muy

profundas para ser captadas por una mente llena todavía de turbulencia y necesidad, y

ante esa mirada carente, el Buda añadió con comprensión infinita:

“Percibo lo que le pasa, vamos a resolverlo: Para perdonar, ya sabemos que necesitamos a

alguien dispuesto a perdonar. Vamos a buscar a los discípulos, en su soberbia están

todavía llenos de rencor, y les va a gustar mucho que usted les pida perdón. En su

ignorancia se van a sentir magnánimos por perdonarlo, poderosos por darle su perdón, y

usted también va a estar contento y tranquilo por recibirlo, va a sentir reafirmado su ego

culposo, y así más o menos todos quedarán contentos y seguiremos meditando en el

bosque, como si nada hubiera pasado”

Y así fue.

Solo resta agregar que si el perdón otorgado es pedido o no, el asunto es el mismo, el ego

siempre resulta enaltecido.

¿Cómo encajan dentro de esta perspectiva del perdón las palabras de Yahshúa (Jesús) en

la cruz cuando le pide al Padre que perdones a sus asesinos, diciendo la famosa frase:

“Perdónalos Señor porque no saben lo que hacen”?

¿Acaso este acto implicaba la máxima exaltación del ego, al ser capaz de perdonar a sus

asesinos durante los momentos previos a su muerte?

La solución a la aparente incongruencia en este asunto radica en la diferencia que hay

entre lo que se entiende por perdón entre hombres y Perdón Divino, pues si analizamos la

frase, el no es quien concede el perdón, sino que le pide a un tercero, en este caso Di-s

que sea Él quien ejerza el perdón.

El perdón entre hombres alimenta el ego, pero cuando hablamos de Perdón Divino la

traducción adecuada de la palabra perdón es ocultar o cubrir.

Bajo esta perspectiva Yashúa le pide al Padre que oculte las acciones de los hombres que

participan en su crucifixión, en palabras modernas, los autores materiales, pues no son

conscientes de sus acciones (“no saben lo que hacen”), recordemos que están

predeterminadas, por lo que, estrictamente hablando no son responsables. En cambio los

que ejercieron su libre albedrío para condenarlo bajo la emoción miedo, si son

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responsables de sus actos y solo el arrepentimiento podría redimirlos, esto es, volverlos a

su estado anterior y de esa manera alcanzar el Perdón Divino u ocultamiento de esa

realidad relativa, como si jamás hubiese ocurrido.

Ahora la cadena de conceptos vinculados al de realidad queda conformada de la siguiente

manera:

Conciencia, existencia, observación, māyā, percepción sensorial, percepción

extrasensorial, creencias, percepción, MER-KA-BA, fe, vida, información, tiempo fractal,

resonancia mórfica, conservación de la continuidad temporal, libre albedrío, y amor.

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Ingeniero Físico con especialidad en física cuántica por la Universidad

Iberoamericana (UIA). Creador de la Teosofía Cuántica. Ha realizado estudios

de Hebreo Bíblico en la Universidad de Jerusalén (en línea). Ha estudiado

Sagradas Escrituras, Evangelios Apócrifos, Kabbaláh, Geometría Sagrada,

antiguos manuscritos sumerios y egipcios, Decodificación Biológica de las

Enfermedades, entre otros más. En la actualidad cuenta con 64 publicaciones.

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