Arquitecturazo conferencia

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A 40 años del “Arquitecturazo” Por Ariel Hendler 1 oy es 10 de octubre. Pasado mañana va a ser 12 de octubre. Además de ser el día de la Raza, ese día se van cumplir 40 años del comienzo de un hecho histórico, pero absolutamente olvidado, que tuvo como protagonistas a los estudiantes de arquitectura. Ese día, 12 de octubre de 1969, estaba programada la inauguración del Encuentro Internacional de Estudiantes de Arquitectura, que debía realizarse aquí, en Buenos Aires, en forma paralela al X Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos. Pero los estudiantes argentinos no aceptaron formar parte pasivamente de un evento que ayudara a limpiar la imagen de la dictadura militar que gobernaba el país, y que mantenía intervenidas a las universidades públicas. Entonces, organizaron su propio Encuentro alternativo, que superó en convocatoria y en trascendencia al oficial. Y que se convirtió en un acto ejemplar de resistencia cultural. Propongo bautizarlo retroactivamente como el “Arquitecturazo”, en sintonía con otros hechos ocurridos ese mismo año, 1969. Lo que les voy a contar es en base a las entrevistas que tuve con varios de los protagonistas, y a lo que publicaron los diarios de la época, porque fue un hecho que, aunque hoy nadie lo recuerde, en su momento ocupó un espacio considerable en los diarios, y no sólo en las publicaciones especializadas. Recordemos que la dictadura encabezada el general Onganía, en 1966 había intervenido las universidades públicas de todo el país. El 29 de julio de ese año, desalojó por la fuerza a los alumnos y docentes que la defendían. En el caso de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, “cerca de las 22 horas, la policía irrumpió en las clases nocturnas de nuestra facultad, gritando obscenidades, y golpearon a profesores y estudiantes, hombres y mujeres”, contó el decano Horacio Pando. Fue la famosa Noche de los Bastones Largos. Bastones y algo más: en la Universidad de Córdoba la policía asesinó a un estudiante, Santiago Pampillón. Este hecho de barbarie tuvo consecuencias graves en la enseñanza. Nos cuenta el arquitecto Augusto Penedo, que estudiaba en la Universidad de Buenos Aires: “Renunciaron casi todos los buenos docentes, y a la resaca que quedó no les interesaba enseñar la arquitectura moderna. Al principio se intentaron formas de resistencia y funcionamiento paralelo, se formaron grupos de estudio fuera de la facultad, pero era difícil sostenerlo en el tiempo, y al final terminamos todos en la chatura”. Recordemos también que tres años y medio más tarde, y pocos meses antes que comenzara el Encuentro, a fines de mayo de 1969, se produjo el Cordobazo, tal vez la mayor revuelta popular de la historia argentina, en la que confluyeron universitarios y obreros. Fue la culminación de dos semanas de movilizaciones estudiantiles en todo el país. Para los que no lo sepan, les cuento que todo empezó con la represión policial a los estudiantes de la Universidad Nacional del Nordeste, en Corrientes, que reclamaban por 1 El autor es periodista del Diario de Arquitectura de Clarín. El texto corresponde a la conferencia leída el 10 de octubre de 2009 durante la XII Bienal de Arquitectura de Buenos Aires, realizada en el Centro Cultural Recoleta. El auditorio estaba compuesto por arquitectos. H

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A 40 años del “Arquitecturazo” Por Ariel Hendler1

oy es 10 de octubre. Pasado mañana va a ser 12 de octubre. Además de ser el día de la Raza, ese día se van cumplir 40 años del comienzo de un hecho histórico, pero absolutamente olvidado, que tuvo como protagonistas a los

estudiantes de arquitectura. Ese día, 12 de octubre de 1969, estaba programada la inauguración del Encuentro Internacional de Estudiantes de Arquitectura, que debía realizarse aquí, en Buenos Aires, en forma paralela al X Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos. Pero los estudiantes argentinos no aceptaron formar parte pasivamente de un evento que ayudara a limpiar la imagen de la dictadura militar que gobernaba el país, y que mantenía intervenidas a las universidades públicas. Entonces, organizaron su propio Encuentro alternativo, que superó en convocatoria y en trascendencia al oficial. Y que se convirtió en un acto ejemplar de resistencia cultural.

Propongo bautizarlo retroactivamente como el “Arquitecturazo”, en sintonía con otros hechos ocurridos ese mismo año, 1969. Lo que les voy a contar es en base a las entrevistas que tuve con varios de los protagonistas, y a lo que publicaron los diarios de la época, porque fue un hecho que, aunque hoy nadie lo recuerde, en su momento ocupó un espacio considerable en los diarios, y no sólo en las publicaciones especializadas.

Recordemos que la dictadura encabezada el general Onganía, en 1966 había intervenido las universidades públicas de todo el país. El 29 de julio de ese año, desalojó por la fuerza a los alumnos y docentes que la defendían. En el caso de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, “cerca de las 22 horas, la policía irrumpió en las clases nocturnas de nuestra facultad, gritando obscenidades, y golpearon a profesores y estudiantes, hombres y mujeres”, contó el decano Horacio Pando. Fue la famosa Noche de los Bastones Largos. Bastones y algo más: en la Universidad de Córdoba la policía asesinó a un estudiante, Santiago Pampillón.

Este hecho de barbarie tuvo consecuencias graves en la enseñanza. Nos cuenta el arquitecto Augusto Penedo, que estudiaba en la Universidad de Buenos Aires: “Renunciaron casi todos los buenos docentes, y a la resaca que quedó no les interesaba enseñar la arquitectura moderna. Al principio se intentaron formas de resistencia y funcionamiento paralelo, se formaron grupos de estudio fuera de la facultad, pero era difícil sostenerlo en el tiempo, y al final terminamos todos en la chatura”. Recordemos también que tres años y medio más tarde, y pocos meses antes que comenzara el Encuentro, a fines de mayo de 1969, se produjo el Cordobazo, tal vez la mayor revuelta popular de la historia argentina, en la que confluyeron universitarios y obreros. Fue la culminación de dos semanas de movilizaciones estudiantiles en todo el país. Para los que no lo sepan, les cuento que todo empezó con la represión policial a los estudiantes de la Universidad Nacional del Nordeste, en Corrientes, que reclamaban por

1 El autor es periodista del Diario de Arquitectura de Clarín. El texto corresponde a la conferencia leída el 10 de octubre de 2009 durante la XII Bienal de Arquitectura de Buenos Aires, realizada en el Centro Cultural Recoleta. El auditorio estaba compuesto por arquitectos.

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el aumento de precios en el comedor estudiantil. Hubo estudiantes muertos en ese hecho y en las posteriores marchas de repudio en distintas provincias, durante dos semanas, hasta el Cordobazo.

Es decir que, para octubre, cuando tenía que empezar el Encuentro Internacional de Estudiantes de Arquitectura (un encuentro cuyo tema era, paradójicamente, la vivienda social), el ambiente estaba bien caldeado. Entonces, desde distintas facultades, sin coordinación entre sí, surgió la idea de aprovechar la presencia de los visitantes extranjeros para denunciar públicamente lo que estaba sucediendo en la universidad y en el país. Los conferencistas invitados eran el estudio británico Archigram; varios miembros del Team 10, como Jacob Bakema, Aldo van Eyck y Herman Hertzberger; y otros todavía emergentes, como el español Ricardo Bofill.

Pero había un problema: el ingreso al Encuentro, en el Centro Cultural San Martín, era restrictivo; las entradas eran caras y se habían repartido unas pocas invitaciones en las facultades.

Nos cuenta Daniel Betti, que era alumno de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y principal dirigente del Movimiento de Arquitectura y Urbanismo (MAU) -que había ganado el centro de estudiantes- y además representante de la facultad en la Federación Universitaria de La Plata (FULP): “A nosotros nos dieron cuatro credenciales color naranja para delegados con voz y voto y diez azules para oyentes sin voz ni voto. Pero en una asamblea se votó movilizar a toda la facultad a la inauguración del Encuentro. Fuimos mil estudiantes, de los 1.500 que había en la facultad”.

La inauguración oficial fue la mañana del domingo 12 de octubre, en el aula magna de la facultad de Medicina. Les leo la descripción de la escena que hizo con gran poder de síntesis la revista Summa, especializada en arquitectura: “El inicio oficial del Encuentro de Estudiantes se realiza en medio de un gran despliegue policial, hecho que enervó aún más las tensiones ya existentes”.

Así y todo, en medio de la ceremonia, dos estudiantes, también de La Plata, pero de la Agrupación Reformista de Estudiantes de Arquitectura, Alberto “Tano” Durante, y otro del Partido Comunista Revolucionario (PCR), conocido como Ramón, decidieron que era el momento de jugársela. Subieron por su cuenta al escenario, solos, sin ninguna cobertura, y le arrebataron el micrófono al secretario de organización del Encuentro, el arquitecto Ricardo Luna, que le estaba dando la bienvenida a las delegaciones. Le dijeron que ellos mismos le iban a dar la bienvenida a sus pares en nombre de la Federación Universitaria Argentina. Era un pretexto inventado en el momento, pero les dio buen resultado.

Tanto Betti como Durante y Ramón estaban suspendidos en su facultad por haber participado en 1967 de una toma en la rectoría de la UNLP. Pero mantenían firme su vocación, e incluso intentaron seguir estudiando en Montevideo. Suspendido y todo, Betti era el responsable de la revista Andamio, que editaba el MAU, centrada en temas arquitectónicos pero desde una perspectiva social.

Volvamos entonces al aula magna de Medicina, el 12 de octubre de 1969. El Tano Durante, que era un gran orador de asambleas, empezó por denunciar que los estudiantes habían sido excluidos de la organización del Encuentro, y que la organización del encuentro, al impedir su participación, funcionaba de hecho como un apéndice del gobierno. Propuso, en cambio, que una asamblea verdaderamente representativa designara a las autoridades del Encuentro, elaborara el programa y determinara su funcionamiento. Las propuestas fueron aprobadas con aplausos.

Sigo con el relato de Durante: “Después empecé a nombrar a todos los héroes que lucharon por la independencia de América Latina, desde la época de la colonia hasta la actualidad: Miranda, Bolívar, San Martín, Sandino, José Martí, Camilo Torres...

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Todo el mundo escuchaba en silencio, hasta que llegué al Comandante Che… y por la ovación que se levantó desde toda la sala ni siquiera se llegó a escuchar Guevara”. Curiosamente, este relato coincide tal cual con el del cronista del diario La Razón, el único medio presente ese domingo a la mañana, que tampoco llegó a escuchar “Guevara” y reprodujo en su nota de esa tarde hasta “Che”.

Recordemos, obviamente, que el Che había muerto en Bolivia apenas dos años antes, así que podemos imaginaros lo que debía representar su nombre en ese momento.

Después hablaron otros delegados. El vocero chileno dijo que el congreso pasaba a manos de los estudiantes “para que adquiera un auténtico significado a nivel mundial”. El boliviano dijo que el congreso se realizaba “bajo la presidencia honoraria del comandante Ernesto Che Guevara”.

Con este nuevo panorama, los representantes de los estudiantes fueron a dialogar con el comité organizador en su oficina del edificio Brunetta (Olivetti). Los organizadores eran básicamente arquitectos que tenían a cargo mantener la filial argentina de la UIA, y varios de ellos pertenecían también a la Sociedad Central de Arquitectos. Los estudiantes les propusieron que el Encuentro, que debía empezar con sus actividades académicas el día siguiente en el San Martín, se realizara bajo las siguientes condiciones: entrada libre y gratuita, voz y voto para todo el mundo, y sin presencia policial. Los organizadores les contestaron algo así como “vamos a hacer lo que podamos”. Tal vez no podían hacer demasiado, dado que el San Martin no les pertenecía. Pero los estudiantes rebeldes cuentan también que durante estas discusiones surgieron diferencias con otros grupos de estudiantes que no querían boicotear todo, ni perderse las conferencias de las celebridades. Al día siguiente, lunes 13 de octubre, al llegar al Centro Cultural San Martín, los estudiantes se vieron defraudados. Les leo del diario Clarín: “Diversos grupos de estudiantes resolvieron no participar hasta que no se retiraran los cordones de seguridad policiales. La agitación aumentó cuando no se permitió entrar a los no inscriptos o sin tarjeta de identificación”. Es decir, seguía todo igual.

Los estudiantes se negaron a entrar, y la mayor parte de los conferencistas también. Finalmente, una asamblea en la explanada resolvió por amplia mayoría retirarse del San Martín y organizar otro encuentro, paralelo, al margen del oficial. Esto es lo que considero un hecho histórico. Además, convencieron a casi todos los visitantes extranjeros para que dieran conferencias en su encuentro, y no en el San Martín. O en todo caso en los dos. Los más entusiastas fueron los del Team 10, Ricardo Bofill, el húngaro Yona Friedman y el excéntrico brasileño Carlos Nelson Ferreira dos Santos.

Este encuentro alternativo se llevó a cabo entre el martes 14 y el jueves 16 de octubre de 1969 en Ciudad Universitaria. Fue multitudinario, democrático, desacartonado, con absoluta libertad de expresión y trato informal entre maestros y alumnos. En el aula principal de conferencias se instaló un gran retrato del Che Guevara, presidente honorario. También se diseñó una credencial que se repartía simbólicamente a todo el mundo: consistía en una letra E, de “estudiante”, sobre fondo blanco, que podía ser vista también como una flecha señalando… hacia la izquierda.

En el acto inaugural, el poeta José Goytisolo, que formaba parte del taller interdisciplinario de Bofill, leyó su poema El yesero, que reivindicaba el rol de los obreros en la arquitectura. Es un poema lúdico, divertido, no una muestra aburrida de realismo socialista. “Queríamos que fuera un ámbito de libertad, como un happening, pero de arquitectura”, cuenta el Tano Durante. “El clima de opresión que se vivía todo el año en la facultad se convirtió en clima festivo”, cuenta Diana Saiegh, que estudiaba en la UBA y militaba en el Movimiento Universitario Reformista. Pero no fue sólo una fiesta.

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Cuenta Augusto Penedo. “Si bien el congreso paralelo de los estudiantes fue un fuerte hecho político opositor, nunca perdió el sentido de la discusión sobre los temas de la arquitectura. Se retomó el tema de la vivienda social, y los conferencistas invitados que participaron lo hicieron como si fuera cualquier encuentro académico, y hablaron de sus proyectos. Bofill, por ejemplo, habló sobre las experiencias de vivienda social en el borde de Madrid. No fue sólo agitación política, sino que tuvo contenidos, tareas y conclusiones”. Coincide Diana Saiegh: “En las conferencias nos encontramos con una temática que no existía en nuestros planes de estudio: la arquitectura social, el tema educativo, las escuelas adosadas a los programas de viviendas, el dispensario médico, toda una terminología que había sido eliminada de la facultad.” El Encuentro terminó abruptamente el viernes 17 de octubre, cuando todos fueron a la facultad con el objeto elaborar las conclusiones y la encontraron cerrada, inexpugnable. Pero con lo hecho ya era suficiente. Había sido, como dije antes, un acontecimiento de resistencia cultural contra la dictadura que avasalló y pisoteó la universidad, y asesinó estudiantes. Antes de terminar, quiero contarles que una semana más tarde se realizó el Congreso Mundial de la UIA, el de los arquitectos, en el que también ocurrieron cosas importantes. Los profesionales nucleados en el Frente de Arquitectos, liderados por Mario Soto, Marcos Winograd y Gerardo Clusellas, entre otros, consiguieron hacer votar la moción de que congreso tratara un temario que ellos mismos habían elaborado previamente sobre la problemática de la vivienda social. Además, consiguieron que las sesiones fueran en forma de comisiones y no de clases magistrales. Esto queda pendiente para otra oportunidad.

Ahora les voy a leer fragmentos de las conclusiones que dieron a conocer algunas de los invitados extranjeros, reproducidas en Summa.

Aldo van Eyck: “Era muy claro que el clima creado por los estudiantes en su facultad era tan favorable como desfavorable era el clima del encuentro oficial. En estas circunstancias, existían todas las razones para contribuir con la acción de los estudiantes y no para oponerse a ellos”.

Ricardo Bofill: “Hemos celebrado nuestro seminario en la Facultad de Arquitectura en un ambiente de amplia libertad de expresión, sin restricciones en el número de alumnos en la entrada y sin que se registraran incidentes. Ha sido para todos nosotros una gran enseñanza la que hemos recibido en este país”.