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Arquitectura y decoración en el Islam Occidental. España y Palermo. Basilio Pavón Maldonado Este libro que publicamos en esta página personal consta de cinco capítulos, el quinto con un apéndice. Periodicamente saldrá un capítulo con un intervalo de uno o dos meses. Cada capítulo cuenta con su bibliografía: 1- Arquitectura religiosa 2- Palacios 3- Arcos, columnas e influencias 4. Maderas y mocárabes 5. Decoración geométrica, floral y epigráfica. Decoración ani- mada y zoomorfa Agradecemosa Miguel Angel Pa- vón García su colaboración en la toma de fotografía.

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Arquitectura y decoración en el Islam Occidental. España y Palermo.

Basilio Pavón Maldonado

Este libro que publicamos en esta página personal consta de cinco capítulos, el quinto con un apéndice. Periodicamente saldrá un capítulo con un intervalo de uno o dos meses. Cada capítulo cuenta con su bibliografía:1- Arquitectura religiosa2- Palacios3- Arcos, columnas e influencias4. Maderas y mocárabes5. Decoración geométrica, floral y epigráfica. Decoración ani- mada y zoomorfa

Agradecemosa Miguel Angel Pa- vón García su colaboración en la toma de fotografía.

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CAPÍTULO I

Arquitectura religiosa

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Las mezquitas y sus torres.

Sicilia en la dominación árabe estaba poblada de mezquitas que con la llegada de los norman-dos (1072) fueron erradicadas paulatinamente por muy diversas causas, según un proceso paralelo al de la etapa de transición de dominación árabe y cristiana de España, aquí a partir del año de la conquista de Toledo por Alfonso VI (1085). Mientras en esa ciudad (la Palermo es-pañola) se mantienen aún en pie dos mezquitas del siglo X, adoptadas por el pueblo vencedor para su culto, por el contrario Palermo no puede presumir hoy de oratorios de la dominación islámica, de la dominación normanda de la isla únicamente la mezquitilla de Segesta, sobre la que volveremos más adelante. Interesa poner de manifiesto brevemente el proceso hispano de consagración de las mezquitas salvadas de la destrucción en las que al ser consagradas

Figura 1. Mezquita de Segesta. Figura 1-1. Mihrab-s hispanomusulmanes.

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inicialmente tan sólo se modificaba la paga-na presencia del mihrab, bien eliminando el nicho orientado al sureste a cambio de ábside de nueva planta mirando al este, bien respe-tándole pero arropándolo con nuevo atributo decorativo cristiano. Las grandes catedrales hispanas inicialmente surgieron en el locus de las mezquitas locales llamadas aljamas o principales, con un siglo largo de diferencia entre la toma y consagración de la mezquita y la construcción de la nueva iglesia o cate-dral. Ello a parte de que lo más habitual era la sucesión cronológica en un mismo territo-rio de templo preárabe, en España, visigodo, oratorio islámico y nuevamente santuario cristiano o catedral. En Palermo aconteció idéntico proceso aplicado a la catedral. En el actual edificio de ésta hubo un santuario fu-nerario cristiano del siglo IV sobre cuyas rui-nas construyó el obispo Vietor por voluntad de Gregorio Magno la Santae Mariae Basílica en 592 . Tras la ocupación árabe en el siglo IX la iglesia fue transformada en Gran Mezquita, edificio que pasaría al culto cristiano en 1075 y consagrado el nuevo edificio en 1184-1185 por el obispo Nicodemo (1). No otro sería el caso de la catedral de Monreale (1172-1189) erigida por Guglielmo II con columnas y capi-teles de expolio probablemente procedentes de mezquitas erradicadas, hecho reiterado en la catedral palermitana cuyo pórtico-Tripór-tico- de la entrada luce aún un esbelto fuste con inscripción añadida en árabe cúfico con la leyenda de un versículo del Corán: “Nuestro señor creó el día que nace, la noche, la luna y Las estrellas siguen armónicamente sus órde-nes. ¿Acaso las cosas no han sido creadas por su voluntad? Bendito sea Dios, señor de los siglos?” (2).

Palermo fue visitada en 977 por el cronista árabe Ibn Hawqal, nacido en Bagdad, lla-mándole la atención sus 300.000 habitantes

Figuras 3. Torre de la catedral de Monreale.

Figura 2. Torre de la catedral de Cefalú.

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y numerosas mezquitas sólo superadas en la ciudad de Córdoba (3). Para el número, exce-sivo casi siempre, de mezquitas que aportan los cronistas y viajeros árabes para ciudades árabes en general se debe tener en cuenta el dicho de que “quien construye una mezquita aunque sea del tamaño de una zancada, Dios le construye una morada en el Paraíso” (Mus-nad de Ibn Marzuq). Dos siglos después (1184-85) recala en Sicilia, durante el reinado del normando Guglielmo II, en su viaje de vuelta de la Meca, el viajero árabe hispano Ibn Yubayr, llamado Balansi (el Valenciano), quien dice que los musulmanes- los sometidos, en España llamados mudéjares- vivían en los arrabales donde tenían mezquitas y mercados propios (4). Esta estampa valedera también para la España post musulmana o mudéjar, aunque como en Sicilia sin mezquitas detectadas hoy en los arrabales de la dominación cristiana, excep-

Figura 4. Alminares del Islam Occidental Figura 5. Bíforas en torres sículo-normandas y

alminares hispanomagrebíes (3, 6)

Figura 6. Torre de la catedral de Erice, 1, 2. Figura 5-1. Alminares tunecinos, 1, 2, 3.

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tuado el caso de la de Segesta, en paraje no urbano. En Palermo a igual que en las ciudades hispanomusulmanas, los barrios adoptaban el nombre de las mezquita cabecera del terri-torio, como lo prueba Ibn Hawqal cuando habla del “barrio de la Mezquita Grande”, enorme santuario con capacidad para 7.000 almas:; afirma el ilustre viajero refiréndose a la mezquita que en la asamblea de fieles (sería de los viernes) contó 36 hileras de fieles con doscientos hombres en cada una. Semejantes guarismos podrían llevarnos a una aproximación de la extensión superficial de ese oratorio palermitano con el auxilio de estadísticas constatadas en las grandes mezquitas de las ciudades hispanomusulmanas: la mezquita fundacional de Córdoba del siglo VIII de Abd al-Rahman I con 2.256 metros cuadrados hábiles para unos 10.000 fieles (a medio metro por orante) y la ampliación de esta aljama en el siglo X por el califa al-Hakam II con 2.585 metros cuadrados para 5.000 fieles. Es decir, la mezquita de Pa-lermo de que nos habla Ibn Hawqal tendría del orden de los 3.500 metros cuadrados, lo cual la sitúa en una escala métrica muy parecida a las mezquitas por ejemplo de la mayor o Zay-tuna de Túnez del siglo IX, la aljama de Susa y en El Cairo mezquita de al Hakim, con lo que la palermitana tratándose de santuario de barrio era de proporciones excepcionables. Las comunidades presididas por mezquitas de barrios y arrabales según Ibn Yubayr acataban las sentencias de sus cadíes, seguían la oración de los muecines y escuchaban en sus escuelas a los maestros coránicos. Por lo que respecta a la clase sometida árabe el mismo viajero en-salza Qasr Sa´id poblado por colonia de musulmanes, con una mezquita que considera una de las bellas maravillas del mundo, “de planta rectangular alargada con arcos apuntados” e iluminada con lámparas de latón y vidrio y un suelo ricamente decorado (5). En cuanto a la clase aristocrática árabe del siglo X, Ibn Hawqal alude a la “Al-Jalisa”, residencia fortificada, sede del emir y de su corte con una mezquita para uso propio. Sería especie de Qasr o alca-zaba, tipo hispanomusulmán que siempre comprendía una mezquita. Nueva cita esta vez de Ibn al-Jatib, polígrafo granadino del siglo XIV, quien refiriéndose a Cefalú dice “las mezqui-tas son tan numerosas que no pueden contarse y la mayoría de ellas sirven de escuela a los maestros de Qur´an, parecido a Córdoba” (6). Esta alusión a Córdoba es significativa, pudiera tratarse de un tipo de mezquita madraza, lugar de enseñanza, o mezquita con espacio tras el muro de qibla reservado a la culturización de los vecinos o campesinado del lugar. Es igual-mente significativo que las actuales catedrales de Cefalú y Monreale tengan dos torres en el frente de la entrada, torres de dos cuerpos de planta decreciente emulando a los alminares de los cuales nos ocuparemos más adelante. Respecto a la identificación en nuestros días de mezquitas del siglo XII o anteriores prácticamente nada se puede decir a ciencia cierta. Únicamente la creencia de que San Juan de los Eremitas se construyó sobre una mezquita con vestigio de ella, se dice, y unos muros de no fácil clasificación. Por la epigrafía arábiga publicada por Amari en su Le epigrafi arabiche du Sicilia que veremos en el capítulo tercero sabemos de lápidas y columnas con epígrafes árabes de caracteres cúficos acuñadas para mezquitas y a veces palacios, piezas algunas de ellas conservadas en la Galería Regional de Palacio Abatellis de Palermo, algunos epígrafes al estilo hispanomusulmán, enmarcados por arco de herradura.

Sobre la topografía árabe de Palermo Ibn Hawqal habla de cinco barrios o segmentos urbanos que en cierto modo nos traslada a las cinco ciudades en que se dividía Córdoba (s. XII) al de-

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cir de al-Idrisi: 1, ciudad propiamente dicha; 2, Qasr al-Jalisa fortificada con mezquita; 3, Harat al-Saqaliba o Barrio de los Esclavos; 4, Harat al-Masyid o “Barrio de la mezquita”, ca-paz para 7.000 fieles; 5, al-Harat al- Yadida o Barrio Nuevo con arrabales amurallados (7). Y respecto a los materiales y procedimientos constructivos de los edificios genericamente hablando Ibn Yubayr nos dice que Palermo es semejante a Córdoba por la arquitectu-ra: sus edificios son todos de piedra tallada en lugar de piedra revestida de reboque, la piedra es cuadrada y sobrepuesta una a otra con soberbia maestría, como en la ciudad de Córdoba. Se referirá a la iglesias con cúpulas construidas entre 1143 y 1161; en realidad en sus paramentos no se ven sillares cua-drados sustituidos por sillarejos alargados tipo tunecino. Evidentemente lo que quie-re destacar el viajero valenciano es la cali-dad de los edificios palermitanos en base al empleo de los sillares tan difundidos como material noble en la Córdoba del siglo X y XI y toda Túnez o Ifriqiyya islámica o Egipto fatimí, país este en donde como en Sicilia se da armonía perdurable entre el arco apun-tado, arco siciliano o sículo-normando por excelencia, y la piedra. Cabe citar el caso de mezquita mayor en Mazara del Vallo, donde los normandos levantaron la catedral y una segunda mezquita, luego transformada en sinagoga, hoy iglesia de San Agustín (8). En España se conoce este caso de conversión de oratorio de una religión a otra, concreta-mente en el pueblo de Torrijos (Toledo) en la época de los Reyes Católicos (s. XV-XVI) (una sinagoga que pase a ser mezquita de moris-cos para que los musulmanes no se moles-ten en construir una de nueva planta).

El ejemplo de la mezquita de Segesta, pro-totipo de mezquita siciliana.

Enlazando con la mezquita palermitana que Figura 8. Torres de la catedral de Palermo. Alminar

de El Cairo, A.

Figura 7. Torres de Palermo. Catedral y la “Martorana”.

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describe Ibn Yubayr, considerada de las más bellas maravillas del mundo, mezquita de plan-ta rectangular alargada con arcos apuntados, tenemos que estos dos conceptos debieron ser unánimes en todas las mezquitas de la isla, lo mismo en la dominación árabe que en la normanda. Como ejemplo afortunadamente salvado, al menos en planta, tenemos las rui-nas de la mezquita de Segesta próxima al castillo de este nombre, tenida como santuario de musulmanes, aunque del siglo XII o más bien el XIII (9) (Fig. 1, 1, 2, 3, 4). Tiene planta alargada o apaisada con dos naves paralelas al muro de qibla , un recinto de 20, 5 por 11,4 metros, el nicho del mihrab semicircular y algo peraltado, de 2 de latitud por 1,50 de profundidad. Se trata pues de oratorio provinciano al carecer de patio y alminar, para uso de los dueños del castillo vecino y escaso vecindario, respondiendo el haram y su mihrab a tipología egipcia inaugurada en la mezquita ibtuluní de El Cairo. Mezquitas desprovistas de patio y alminar se dieron en Qayrawan (mezquita de las Tres Puertas) y el oratorio del ribat de Susa, de planta apaisada.

Respecto a mezquitas o la supervivencia de ellas en la dominación normanda, Palermo y la mayoría de las ciudades hispanas arrojan procesos muy similares, sin vestigio alguno. En Pa-lermo la técnica de la sillería árabe continuada en la etapa normanda, mientras en Zaragoza y en Toledo dicho material es sustituido por el ladrillo y el estuco, hábito muy hispano que resurge en la transición del siglo XI al XII. Curiosamente la tierra aragonesa y Sicilia coinciden en determinados casos de torres de templos cristianos con dos cuerpos de plantas decrecien-tes, según tipo alminar, en Aragón las torres de Ateca y Belmonte (Fig. 4, 4, 5) y en Sicilia las dos torres de la fachada principal de las catedrales de Cefalú y Monreale (Figs. 2 y 3).

Volviendo a la mezquita de Segesta analizamos sus características más significativas. El mi-hrab es semicírcular y destacado al exterior en forma de torreta, su arco de entrada con sen-dos retranqueos en los lados para encajar en ellos dos columnas, modalidades ambas fieles al modelo ibntuluní y que tuvieron amplio predicamento en la arquitectura religiosa de Túnez; concretamente las columnas encajadas en retranqueo de las esquinas tuvo larga pervivencia en toda Ifriqiya y en la arquitectura sículo-normanda, principalmente en Palermo, práctica-mente todos sus palacios e iglesias en los que las columnas esquineras se exhiben por el inte-rior y por el exterior. De todo ello trataremos en el capítulo dedicado a las columnas. De todas estas descripciones cabe deducir que el alzado del arco del mihrah de Segesta y en general de las mezquitas sicilianas de antes y después del año 1072 no sería otro que el de las mezquitas tunecinas de los ribat-s de Susa y Monastir ( s. VIII-IX) (Fig 1, 4) que habría de perdurar en otros monumentos de Túnez más tardíos, como la madraza Muntasiriyya. Sobre la planta del mihrab tipo Segesta bien elocuente son los cuatro dibujos de la figura 1, 3: A, de El Cairo; B, mezquita mayor de Mahdiyya; C, de la mezquita mayor de la Qal´a de los Bannu Hammad de Argelia; D, del ribat de Susa. Este tipo de mihrab con las columnas en sendos retranqueos nunca se dio en España ni en el Magreb Occidental. En conclusión, del análisis de la mezquita de Segesta se puede deducir que si ésta, construida en la dominación cristiana, no es más que un calco de mezquitas de la dominación árabe; siguiendo modelo egipcio o ifriqí ¿por qué no ocurriría lo mismo con los palacios de los reyes normandos del siglo XII con respecto a los palacios árabes de la isla desaparecidos? Cuestión que abordaremos en el capítulo segundo.

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Pata terminar vimos antes la importancia del mihrab de Segesta con dibujo de un semicír-culo peraltado dentro de especie de torreci-lla rectancular destacada al exterior, prototi-po que se da ya en la mezquita de Abu Dulaf de Samarra y en la de Ibn Tulún de El Cairo. Este tipo de nicho independientemente de que se siguió dando en mezquitas orienta-les y norteafricanas tuvo especial asiento en España, lo mismo en mezquita importantes que en las provincianas de barrios. Nuestra figura 1-1 explica este aserto hispánico. En ella vemos en vivo modelos de mezquitillas provincianas (A) (B) (C) caracterizadas por el nicho semicircular destacado al exterior sin el refuerzo cuadrado o rectangular de Segesta. En el margen derecho de la figu-ra anotamos los siguientes tipos de mihrab del mundo islámico: 0, modelo de nicho en muro de la Roma antigua (Rivoira); 1, mez-quita omeya de Oriente; 1-1,del ribat de Susa; 2, Segesta y El Cairo; 3, tipo de nicho-ábside de iglesias mozárabes de España; 4, tipo de la mezquita aljama emiral (s. IX) de Córdoba; 5, tipo mezquita del ribat de Monaster (Huel-va); 6, de oratorios del ribat de Guardamar (Alicante) (s. X); 7, tipo de mihrab rectangular por dentro y por fuera de mezquitillas de Córdoba (s. X); 8, modelo (Argelia); 10, otro modelo alicantino de Guardamar; 11, mihrab de la Gran Mezquita de Qayrawan (s. IX); 12, mihrab de la mezquita aljama califal de Córdoba (segunda mitad del siglo X); 13, tipo de mezquitillas provincianas españolas (en la ciudad militar de Vascos, Toledo, y en la isla de Menorca).

Las torres de las iglesias normandas.

En el orbe islámico occidental siempre la mezquita aljama o mayor de una ciudad, masdjid al-djami exceptuados los casos de Túnez y Susa, tenía en su alminar dos cuerpos de planta decreciente o silueta en escalón, con ejemplos paradigmáticos en la Gran Mezquita de Qa-yrawan y en las mezquitas aljamas de Madinat al-Zahra y de Córdoba (Fig. 4, 1, 2, 2-1), a veces traspasados a baluartes o fortalezas, cuales son los casos, entre otros, de la torre Almanara de la alcazaba de Susa (s. IX) (Fig. 4, 2-3) y la Torre del Oro de Sevilla (s. XII) (Fig. 4, 7), en defini-tiva baluartes con siluetas urbanas de alminares que en cierto modo nos familiarizan con las torres baluartes de las fachadas de las catedrales de Cefalú y Monreale (Figs. 2 y 3), estas dos poblaciones de gran atractivo histórico y artísticos en muchos conceptos. Cefalú- el Safludi árabe- como vimos poblada por muchos musulmanes en el siglo XII (Ibn Yubayr) y con su be-lla catedral construida como sede episcopal por Ruggero II, rey de Sicilia (1131) y continuada entre 1145 y 1148; y la Catedral de Monreale fundada en el reinado de Guglielmo (1172-1189) (10). Siguiendo con las torres, por el alto predicamento que tuvo en Palermo el alminar de

Figura 9. Almenas decorativas en la arquitectura sículo-normanda

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la mezquita mayor de la Qal´a de los Bannu Hammad (s. XI), como ya veremos, al menos en la arquitectura civil, ponemos esta torre como ejemplo distinguido (Fig. 4, 9), su fachado de esquena tripartito muy próximo al alminar, llamado hoy Giralda, de la mezquita mayor almo-hade de Sevilla (Fig. 4, 8). Por citar que no queden ausentes de esta síntesis los alminares al-mohades de las mezquitas principales de Rabat y de la Kutubiyya (Fig. 4, 10, 11), con ventanas de arcos gemelos o bíforas arropadas por gran arco que vemos en las torres de la fachada de la catedral de Cefalú (Fig. 2) y de la catedral de Monreale (Fig. 5, 5) y otras torres palermitanas (Fig. 5, 1), sin descartar las bíforas de la torre de la catedral de Erice (Fig. 6, 1-1). Los arcos gemelos o bíforas también presentes en el alminar de la pequeña mezquita de Cuatrohabitas (Sevilla) (Fig. 4, 6), que a su manera emulan los ejemplos más vistosos de la Giralda (Fig.5, 3) y del alminar de la Kutubiyya (Fig. 5, 7). En definitiva, los dos arcos gemelos pudieron llegar a las poblaciones sicilianas por dos vías, la bizantina, con ejemplo en la iglesia de San Nicolás de Hosios Lukas (s. XI) (Fig. 5, 4) y otra hispanomusulmana del siglo XII ya analizada con ori-gen en el alminar de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X (Fig. 4, 2-2), que alcanzaría a los alminares tunecinos de la etapa hafsí (s. XIII) (Fig. 5-1, 1, 2, 3). Ya señalamos el parentesco de las torres de Cefalú y Monreale (Fig. 4, 3) con las torres mudéjares aragonesas de Ateca y Belmonte (Fig. 4, 4, 5), éstas distantes de aquéllas en la programación de la escalera, en las sicilianas como un apéndice exterior. Todas ellas, las sicilianas y las aragonesas, en cierto modo modo con funciones castrenses, las segundas muy semejantes a la torre almanara de la alcazaba de Susa (Fig. 4, 2-3), siendo de procedencia de edificios militares o murallas urbanas los merlones que coronan el segundo cuerpo de las torres de Cefalú los que continúan por los paramentos exteriores de la catedral (Fig. 9, 4, 5, 6, 7). Se trata de merlones prismáticos con re-mate redondo derivado de fortalezas y murallas de Ifriqiya (Fig. 9, 1, 2, 2-1, 3, de los ribat-s de Almonastir y de Susa y la mezquita mayor de esta ciudad; 2-1, de las murallas de Qayrawan); merlones que pueden verse también en El Cairo (Bab Zuvailah, s. XI), y metamorfoseados pasan al exterior de la catedral de Palermo (Fig. 9, 4-1).

Nueva modalidad constructiva de las torres de Cefalú y Monreale es que en la primera parte del cuerpo inferior enseña mampostería grosera entre los esquinales de sillares, con sendas saeteras superpuestas mientras la segunda mitad es de impecable sillería. Semejante hábito constructivo también se dio en las torres mudéjares, básicamente de Toledo, durante los siglos XIII y XIV. Las de Monreale prescinden de los merlones de Cefalú sustituidos por un simple parapeto liso y el segundo cuerpo luce cuatro postes o pináculos por remate, uno por cada esquina, nada extraños en torres y alminares, en España y Túnez. Igualmente sig-nificativo es que el segundo cuerpo en Monreale adopta por ventana principal la bífora con columnilla añadida en el parteluz, reiterada en Cefalú, sus arcos con tres roscas apuntadas y circulillo en lo alto de los arcos gemelos (Fig. 5, 5) sugerentes modalidades sin duda llegadas de la arquitectura palatina palermitana, el tema del circulillo sobre la bífora con presencia más allá de las fronteras italianas. Nos referimos en concreto a las ventanas de la Giralda (Fig. 5, 6). Muy interesantes son las ventanas de la torre de la catedral de Erice (Fig. 6, la mitad inferior, 1) construida ya en el siglo XIV por el rey Federico III de Aragón. En este caso refirién-donos a la bífora inferior se ve que luce hasta cinco columnillas incluida la del parteluz, evo-cando de una parte ventana de una torre de Palermo (Fig. 5, 1) y de otra la Giralda, ésta y la de Erice con el círculo sobre los arcos gemelos. Este círculo u óculo en Erice distínguese por

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singular entramado geométrico (Fig. 6, 2) formado por medallón de seis lóbulos anudados al círculo perimétrico dentro del que se dibuja también lacillo de seis zafates, entrelazándo-se ambos temas al gusto de composiciones árabes. El mismo tema con ligerísima variante se ve ya en una piedra de casa antigua del Fostat publicada por Creswell (Fig. 6, 3) (11), así como en un plato de plata del siglo X-XI (12), reapareciendo en el monasterio cisterciense de Córcoles, provincia de Guadalajara (13) y con variantes en el arte árabe y mudéjar aragonés, mezquita de Maleján e iglesias de ladrillo y estuco (Fig. 6, 5), también representado en ana-quelería de la catedral de Tudela (Fig. 6, 6). Del minbar de la mezquita almorávide de Argel es el disco 4 de la misma figura (14).

Antes de seguir con las torres sículo-normandas podemos cerrar el tema del alminar y su repercusión en las torres cristianas con lo que en nuestro criterio debió ser un hecho artístico real aunque por hoy sin constatar. Me refiero una vez más al tándem bíforas sicilianas y bífo-ras de la Giralda coincidentes en lo del disquillo sobre los arcos gemelos, en ambos casos con gran arco envolvente el que en las ventanas sevillanas, a diferencia de las de Sicilia, tiene sus impostas por encima de las de los arcos gemelos. Respecto a los disquillos quede constancia que se constatan en buen número de monumentos de Ifriqiya y de El Cairo, a partir del siglo XII (Fig. 5-1, 4). Hecha esta aclaración nuestra propuesta es que la bífora siciliana de tan alto predicamento en los edificios de Palermo debió darse ya en los alminares desaparecidos de la ciudad y tal vez partiendo de este supuesto pudieron derivar hacia la España dominada

Figura 10. Torres mudéjares de Aragón Figura 11. Torre mudéjar de Utebo. Aragón.

por los almohades cuyos sultanes la eligieron como ornamento básico de sus monumenta-les alminares, la Giralda y el alminar de la Kutubiyya de Marrakech. Este traspaso de Sicilia a al-Andalus cuenta a título un tanto anecdótico con la siguiente noticia suministrada por el cronista hispanmusulmán Ibn Abi Zar: “el peso de las bola del yamur de la Giralda era de cuatro arrobas de hierro, el que lo construyó y llevó hasta lo alto del alminar fue el maestro Abu-l- Layt el al-siqilli-el siciliano” (15). Por entonces corría el año 1198.

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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Dos cuerpos de planta decreciente tipo alminar tiene la torre de la iglesia “Martorana” de Palermo (1143), el primer cuerpo coronado por bífora arropada por arco cuyas dovelas si-mulan rollos o tacos de descendencia egipcia, con disco sobre los arcos gemelos (Fig.7, 2, 3), monumento al que Ibn Yubayr llama “torre campanario de las columnas” (Sawma al- sawari). Interesa ahora realzar el pintoresco segundo cuerpo de esta torre con planta cuadrada a la que se añaden en los ángulos cuatro torrecillas redondas decoradas con arquillos ciegos que a imitación de los otros arcos de los frentes rectos llevan columnas, en suma la torre cuenta con 48 columnas. Este mismo cuerpo de la torre reiterado en la torre de la Catedral de Amalfi. Manuel Gómez-Moreno se fijó en el paralelismo de la torre de la “Martorana” que describimos y el exterior de los cimborrios de las catedrales de Salamanca (Fig. 7, 4, 5) y de Zamora, de la segunda mitad del siglo XII, que enseñan las mismas torrecillas de ángulo palermitanas, el cimborrio de la segunda “con arcos apuntados, como novedad en el siglo XII en España e impuesto en Oriente por los musulmanes, imponiéndose en Sicilia, Capua y Tierra Santa” (16). Fue el arquitecto Vicente Lámperez quien rechazó influencia francesa en las cúpulas o cimborrios españoles citados inclinándose por origen claro bizantino patente en los Santos Apóstoles de Salónica y torre de la Martorana de Sicilia. Sobre este tema opina Torres Balbás que tan sólo la planta circular en las cuatro torrecillas cilíndricas adheridas relacionan las torres de la Martorana y de la catedral de Amalfi con las españolas de Zamora y Salamanca, y concluye este autor: “No es lógico deducir influencias de tan escasa semejanza” (17). Sin embargo, se constata del lado de la España del siglo XII dominada por los almohades que alarifes musulmanes sin duda de procedencia sevillana viajaron a Palermo para decorar los palacios de esta ciudad entre los años 1131 y 1187, y son de destacar las dos esbeltas torres que flanquean la fachada triabsidal de la Catedral de Palermo así como las de la fachada meridional o de los pies. Estas últimas (Figs. 7, 1 y 8, 1, 2, 3, 4) con estampa de alminar, sobre todo el primer cuerpo coronado con arquería decorativa formada por arcos entrecruzados con columnillas y encima cresta de peudoalmenillas, una y otra modalidad de indeclinable influencia hispanomusulmana. No otros eran los remates del primer cuerpo de alminares is-lámicos de al-Andalus a partir del alminar de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X (Fig. 4, 2-1) que por herencia directa pasó a la torres campanarios mudéjares de Toledo. Para los arcos entrecruzados de Sicilia y su influencia hispana ver el apartado 2 que viene a continua-ción. El primer cuerpo de estas torres de la catedral palermitana se ve continuado hasta por cuatro pisos añadidos en el siglo XVI provistos de bíforas arropadas y torrecillas redondas de ángulo, ofreciendo una estampa esbelta a la vez que pintoresca digna de ser comparada con los fantásticos alminares de El Cairo (Fig. 8, A, conjunto funerario del sultán Qa´it Bey, El Cairo, 1472-1474). No se puede probar que en dichas torres se de una influencia egipcia de tipo estructural, salvados algunos temas puramente decorativos, siendo como son producto local fraguado con existencias artísticas propias a partir de la arquitectura sículo-normanda clásica. Igualmente por su brillante pintoresquismo cabría establecer un paralelo con las vis-tosas torres campanarios de la arquitectura mudéjar española, concretamente de Aragón, en las que no falta la presencia de arcos entrecruzados a título decorativo como remate del primer cuerpo. En las figuras 11, torre de Santa María de Utebo; en la 10 torre de Santa María de Calatayud (1), de la catedral de Teruel (2), de San Pedro de Teruel (3), y detalle de la torre de San Martín de Teruel (4).

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Basilio Pavón Maldonado

Por último subrayar, por si ello pudiera ser un respaldo del origen islámico de las torres sici-lianas aludidas, que en España las torres mudéjares de Toledo, Andalucía y Aragón son con-sideradas como legítimas herederas de los alminares de la dominacion árabe sobre todo a los efectos decorativos del exterior (básicamente arcos efectivos y arcos o arquerías fingidas). En Toledo con un modelo de alminar local desaparecido de descendencia omeya, en Sevilla con la Giralda por modelo y en Aragón algún modelo árabe local si bien pronto desbancado por la influencia de la Giralda. Estos procesos con parecidas características se dieron en el Magreb donde los alminares posteriores a la etapa almohade son por la vía de la simplificación un vivo reflejo de los tres emblemáticos alminares del siglo XII comentados, la Giralda, alminar de la Kutubiyya y el de la gran mezquita de Hasán de Rabat.

Iglesias Normandas

Iglesias con decoración de arcos entrecruzados.

Junto con los arcos apuntados de segura descendencia egipcia fatimí, arcos por excelencia de la arquitectura sículo-normanda, y los abocinados de dos o más retranqueos de origen

Figura 1. Arcos árabes entrelazados. España. Origen y evolución

Figura 2. Arcos entrelazados magrebíes e hispanos. Claustro de Amalfi, 12.

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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bizantino o hammadí, los arcos de medio punto entrelazados les siguen en importan-cia preferentemente empleados en los áb-sides de las catedrales de Cefalú, Palermo y Monreale y otras iglesias menores sicilianas, amén de la fachada de casa señorial palermi-tana del siglo XIV cual es el palacio Sclafami (Fig. 31). Todos estos templos responden al tipo de iglesia latina con triple ábside y tran-septo poco destacado, a diferencia de las iglesias de planta central con cúpulas de tra-dición bizantina que veremos más adelante. Gómez-Moreno hizo notar ya que esos arcos entrecruzados de Sicilia tenían por modelo los empleados en la arquitectura hispano-musulma (18). No se conoce otro autor que haya defendido esa tesis hispana que anali-zamos a continuación. En principio el entre-cruzamiento de arcos hispanos se realiza a base de arcos de herradura o ultrapasados, según se presentan en los siguientes monu-mentos de la Península Ibérica. Monumen-

Figura 3. Arcos entrelazados. Toledo y Aragón (4) Figura 4. Arcos entrelazados. Aragón.

Figura 5. Arcos doblados de ábsides mudéjares. España

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tos árabes. Fig. 1: 1 y 2, mezquita aljama de Córdoba del siglo X; 3, arcos lobulados entrecru-zados de la misma mezquita; 8, fachada de la mezquita del Cristo de la Luz de Toledo (999); 9, con arcos de medio punto, fachada del oratorio islámico de la Aljafería de Zaragoza (s. XI); 10, A, de cúpula de la mezquita citada de Córdoba; 11, con arcos lobulados, oratorio islámico de la Aljafería de Zaragoza; 12, remate del primer cuerpo de alminar, iglesia de Archez (Má-laga); 13, brocal de pozo de barro cocido, alcazaba de Málaga; 14, con arcos de herradura y lobulados entrelazados, mezquita del Cristo de la Luz de Toledo; 14-1, con arcos de medio punto, pared de alberca del siglo X de almunia de Córdoba. Siguen los entrecruzamientos de arcos en la figura 2: 1, Qubbat al-Barudiyyin de Marrakech (s. XII); 2, con arcos lobulados o mixtilíneos, friso del primer cuerpo de la Giralda de Sevilla; 3, de puerta del Alcázar de Sevilla (s. XII); 4, remate superior del primer cuerpo de alminar, iglesia de Salares (Málaga) (s. XIII). Monumentos mudéjares Fig. 2: 5, 10, fachada exterior e interior de la Capilla Dorada, palacio mudéjar de Tordesillas (Valladolid) (s. XIV); 6, ábside de capilla, convento de Santa Fe de Toledo (s. XIII), reiterado aunque con arcos de medio punto en ábside de la iglesia de El Salvador de Talavera de la Reina (Toledo); 7, Puerta del Sol, Toledo (s. XIV); 8, de torre mudéjar de Utebo, Aragón (s. XIV): 9, con arcos de medio punto, de edificio de Segovia; 11, claustro de piedra de la iglesia de San Juan de Duero (Soria) (s. XII), arcos anteriores a los del claustro de la catedral de Amalfi (12). Más edificios mudéjares en las tres siguientes figuras. Fig. 3: 1, con arcos lobulados, interior de la ermita del Cristo de la Vega (s. XIII); 2, interior de la iglesia parroquial de Valdilecha (Madrid) (s. XIII); 3, fachada de la iglesia de Santiago del Arrabal, Toledo (s. XIII); 4, torre de la iglesia de Utebo; 5, portada mudéjar, en el Ayuntamien-to de Toledo. Figura 4: 1, 2, 3, 4, fachada mudéjar de la Seo de Zaragoza (s. XIII); 5, con arcos de medio punto, torre de San Pedro de Teruel. Hasta aquí los ejemplos hispanomusulmanes y mudéjares, estos últimos posteriores a las iglesias sicilianas que estudiamos, con la con-notación de que en España no se ha reconocido el entrecruzamiento de arcos en ábsides o superficies poligonales, exceptuado el caso 6 de la figura 2 y el de El Salvador de Talavera de la Reina.

Naturalmente la Córdoba del siglo X, no an-tes, debió inspirarse en modelos anteriores árabes o de otras latitudes o civilizaciones. En este sentido ya Torres Balbás reparó en al-gunos mosaicos romanos con arcos de me-dio punto cruzados entre si (mosaicos de Vi-llajoyosa, Alicante, Fig. 1, 11) (19); una piedra de arte visigodo aparecida en la provincia de Toledo muestra déntico dibujo (20) (Fig. 1, 4). Respecto a Oriente y el Norte de Africa se han registrado algunos ejemplos. En Egipto (s. IX-X) pieza de madera de los Museos Na-cionales de Berlin (21) (Fig. 1, 5), en este caso los arcos con pies o apoyos verticales, reite-rados en el Palacio de Zirí de Ashir, en Argelia, fundado bien por Ziri en 935-36 o por su hijo Figura 6. 1, 2, ábsides mudéjares; 3, 4, iglesias

bizantinas

1 3

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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Yusuf Balukkin hacia el año 972, según L. Golvin ((22) (Fig.1, 6). También excepcionalmente en ciertos alminares de pequeños poblamientos argelinos de fecha muy incierta se ve el dibujo de Ashir. Por último placas decorativas con rueda de arcos de medio punto entrelaza-dos de las mezquitas mayores de Susa y de Qayrawan (Fig. 1, 7) (según A. Lézine). Desde esta perspectiva de los precedentes estimamos que España se sitúa en posición preferente para que se adjudique el papel de modelo preferido de los entrecruzamientos sículo-normandos.

Dada la importancia que adquiere en las iglesias normandaas los ábsides de planta poligo-nal arropados por el estrecruzamiento estudiado además de otros arcos con dobladura o doble retranqueo y moviéndonos en la línea de las influencias hispanas que nos ocupa su-brayamos que en la mitad norte de la Península Ibérica se levantaron entre los siglos XII y XIII numerosas e importantes iglesias del llamado “románico de ladrillo” caracterizadas por sus ábsides siempre de ladrillo de uno, dos o tres órdenes de arquerías superpuestas, los arcos siempre ciegos, de medio punto y con doble retranqueo y en las iglesias del área toledano arcos de herradura y arcos lobulados heredados de mezquitas y palacios árabes. Ejemplos de los primeros figuran en las iglesias norteñas (Fig, 5, 1, 2) y en Toledo entre sus muchos áb-sides destacamos el de la iglesia de Santa Leocadia (Fig. 5, 6). Interesantes son los ábsides de las iglesias de la Lugareja, en la provincia de Ávila y de San Salvador de Toro (Zamora) (Fig. 5, 3) con un solo orden de arcos de doble retranqueo y de acusada esbeltez tanta que nos lleva a pensar en los arcos decorativos de los palacios pelermitanos de la Zisa y de la Cuba como ya se verá. Sin embargo, también es cierto que este tipo de arco espigado con retranqueo doble o incluso triple y cuádruple se deja ver en iglesias bizantinas construidas entre el siglo X y el XII; del primer siglo por ejemplo en Tesalónica la Panagia Ton Calkeón (976-1025) (Fig. 6, 3) y del XII en Constantinopla Santa María de Pammakaristos (Fig. 6, 4) (23). Como quiera que fuere el bizantinismo de los ábsides hispanos y el más firme de los dos ejemplos últimos citados entrarán en juego en el estudio de los palacios de Palermo junto con los muy pare-cidos de los palacios de la Qal´a de los Bannu Hammad de Argelia del siglo XI. Para finalizar

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Basilio Pavón Maldonado

este apartado de ábsides incidimos una vez más en la planta poligonal de los mudéjares castellanos (Figs. 5, 5 y 6, 1, 2) que viene a coincidir con la de los ábsides de las catedrales de

Monreale y de Palermo y de otros templos sicilianos (Figs. 10 y 15).

Estudio descriptivo de los arcos entrecruzados en las princi-pales iglesias normandas.

A. Catedral de Cefalú (Figs. 7, 8,).

Como ya indicamos este templo es construido hacia los años 1130 y 1154, en el reinado de Ruggero II, adelantándose a las catedrales de Monreale (1172-1189) y de Palermo (1169-1190). Dándose por tanto en él el primer experimento de arcos entre-lazados en la arquitectura religiosa de la isla, no descartándose que el mismo pudiera derivar de mezquitas del lugar desapa-recidas, de antes o de después del año 1072. De sus dos torres de la fachada principal ya nos ocupamos en líneas anteriores, retándonos por estudiar la fachada entre ellas, con pórtico e ingreso muy restaurados. Reparamos en que sus tres ábsides describen un semicírculo en lugar de los ábsides poligonales de las catedrales de Monreale y Palermo, los laterales de Cefalú adornados con arcos apuntados entrecruzados con pareja de columnillas de apoyo (Fig. 9, B). En la fachada principal por debajo de la arquería de arcos de medio punto se ve

Figura 7. Catedral de Cefalú. Exteriores e interior Figura 8. Catedral de Cefalú. Exteriores.

Figura 9. Cefalú. Exterior, arcos entrelazados.

C

A

B

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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ventanal central de la nave principal y a uno y otro lado arcos apuntados entrelazados con la moldura de sierra de los arcos de encima, dibujo que en cierta manera recuerda los arcos lo-bulados entrecruzados por ejemplo de la parte superior de la Giralda (Fig. 7, C). Los mismos arcos cabalgan en lo alto de todo el exterior del transepto o crucero y presbiterio (Fig. 8), siguiendo el modelo D de la figura 7 (Figs. 8 y 9, A), a modo de triforio o tribuna de compro-bada inutilidad a la vez que de festividad o complaciente vistosidad .

B. Catedral de Monreale (Figs. 10, 11, 12)

Su construcción se debe a Guglielmo II (1172-1189). Como en Cefalú el pórtico central entre

las dos torres es un añadido moderno, conservándose de la antigua fachada por encima del pórtico una vistosa arquería de arcos apuntados entrelazados a uno y otro lado del ven-tanal de la nave central, las cintas de los arcos adornadas ya con dibujos según la técnica de taracea bícroma entre los que destacan círculos o medallones intercalados con temas de estrellas; siendo ya una novedad en este tipo de entrecruzamientos el que cada arco apuntado cobije a otro también apuntado y ciego con medallón en el timpano, según orde-namiento que veremos en los ábsides del templo. Esta modalidad sólo la hemos visto en la cubierta con linterna de la qubba de delante del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X (Fig. 1, 10). La planta del templo con la cruz o transepto apenas destacado viene a ser una imitación de la planta de la catedral de Palermo, en ambos casos ya con ábsides triples de planta poligonal. De verdadero delirio ornamental cabe calificar el triple ábside

Figuras 10 y 11. Fachada, interior y ábsides. Catedral de Monreale.

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de este templo (Figs. 11, 12, 1, 2), festividad sólo superada por la reflejada en los ábsides de la catedral palermitana. Tamaño exor-no digno del más avanzado estilo barroco lleva a pensar en las maravillas decorativas de las iglesias y sus torres del arte mudéjar aragonés al que aludíamos en anteriores párrafos, con piezas vidriadas polícromas acompañando al discurso de la decoración monumental. Festividades como éstas en Occidente sólo precedidas por las fachadas exteriores y frontispicio del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X. Al margen de la aparatosa o teatral decoración de los ánsides monrealinos destacamos que sus arcos entrelazados de los dos pisos u ór-denes superiores descansan en columnas con sus capiteles y basas de excelente labra que a decir verdad vemos mucho antes en la fachadas externas de la mencionada mez-quita cordobesa (fig. 1, 1, 2). Tal presencia de columnas presta a los ábsides de Monreale una nota de madurez a la vez que ligereza antes reconocidas en las arquerías de Cefalú, frente a la ausencia de columnas en los ábsides de la catedral de Palermo que por ello delatan una marcada pesadez o reciedumbre consus-tancial con los templos románicos de piedra de la época. Efectivamente, en los tres templos que estudiamos planea la arquitectura románica de piedra como enseña dicotonómica de templo y fortaleza sin abandonar sus perfiles bizantinos y los paralelos con la arquitectura hispanomusulmana y la del románico de ladrillo o mudéjar del Norte de la Península Ibérica, que traemos aquí por lo significativo que resultan las explosivas o espontáneas y policroma-das manifestaciones exornamentales que siempre afloran tanto en la isla italiana como en España, siendo el factor islámico o herencia árabe sin duda la causa principal de tales herma-namientos. En este sentido bien vale la pena comparar una vez más los ábsides de Monreale con el revestimiento de las torres e iglesias del arte mudéjar aragonés (ver apartado primero, figs. 10 y 11, y del presente apartado fig. 4). De otra parte, la superposición de tres órdenes de arcos en el ábside central, que no en los colaterales, caso único en Sicilia, merece ser comparado con los ábsides hispanos relatados. En resumen, como ha escrito Mario Salmi, en la arquitectura italiana aflora también, y es importantísimo, otro componente, constituido por el elemento decorativo que, en relación con la venida de los árabes a España y a Sicilia, ejerce una particular influencia determinante.

Todos los medallones de los ábsides estan ilustrados con temas geométricos diferentes entre los que sobresalen esquemas de mosaicos antiguos y bizantinos, además de temas clásicos tratados con bastante libertad, que junto con los discos de los ábsides de la catedral de Palermo constituyen todo un tratado de geometría decorativa, sin obviar que en unos y

Figura 12. Ábsides de Monreale (1,2), en Palermo la Trinidad y Sto Espiritu, 3, 4. Torre Amalfi, 5. Arcos entrelazdos de Itàla, 6.

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otros ábsides aparecen figuras heráldicas de animales, en Monreale el águila de alas ex-playadas, tal vez como heraldo de la monar-quía normanda, según consta en la figura 28 (friso de animales, 1). De Monreale son los discos de contenido geométrico de la figura 29 (reseñados con los números 12, 16, 18, 20, 21,22, 23, 24, 25, 26) ; el 16 con dos estrellas concéntricas de aspecto islámico pero con origen en mosaicos romanos, en este senti-do veáse la traza geométrica A de la misma figura, muy empleada por los árabes. Consti-tuidos en moda o símbolo de la arquitectura sículo-normanda en su modalidad religiosa los arcos entrecruzados se expanden por nu-merosas iglesias de la isla, sobresaliendo los ábsides de las iglesias del Santo Espiritu (Fig. 12, 4) y la de la Santísima Trinidad de Paler-mo (Fig. 12, 3), fachada sur de Santa María de Mili San Pietro, en Itàla Iglesia de San Pe-dro y San Pablo en cuya fachada exterior los arcos entrelazados muy esbeltos simulan ser trilobulados (Fig. 12, 6), además del templo de los Santos Pedro y Pablo de Forza d´Agrò en cuya fachada de los ábsides se ven gigan-tescos arcos entrecruzados emulando el arte bizantino por la alternancia bicolor en las dovelas y en las pilastras. Y como punto y aparte, en la catedral de Amalfi su torre luce al exterior su segundo cuerpo de planta circular acom-pañado de cuatro torrecillas de igual planta, imitación de los cuerpos superiores de la torre de la Martorana de Palermo, aquellos cinco cuerpos adornados con los arcos entrelazados (Fig. 12, 5). Con motivo de estos singulares cuerpos recordamos una vez más su parecido con los cimborrios románicos de las catedrales de Zamora y Salamanca (s. XII).

C. Catedral de Palermo (figs. de la 13 a la 29)

El carácter de templos fortalezas que señalamos en las catedrales anteriores con presencia de abultadas torres y merlones se mantiene en la catedral palermitana como lo determinan cuatro torrecillas ubicadas en los ángulos de la fachada absidal y en la meridional de los pies (Fig. 13, 1, 2, de Museos sin Fronteras), apenas perceptibles en planta (Fig. 13, 3), ahora con carácter más simbólico que funcional, además de las crestas de merlones que coronan los cuerpos primeros de las torres y todos los muros peféricos. Añádase a ello la presencia al exterior por frente de la fachada meridional de la gran torre llamada “ El Campanario” unida a la catedral por dos potentes arcos apuntados, a modo de arcos de arriostramiento, sin cie-rre pero que debieron ejercer con la torre una función efectiva castrense (Figs. 13, 2 y 14, 1).

Figura 13. Catedral de Palermo

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Esos puentes-arcos y la torre figuran en la parte inferior con panorámica de la ciudad de la pintura la “Virgen y los Santos” de Mario Di Laurito (1530) (extremo izquierda) conservada en el Museo Diocesano de Palermo (Fig. 14, 2). La cual pintura da una imagen de la torre exterior privada del florido cuerpo superior actual añadido en el siglo XIX, el resto de la torre con sillares de finísimas juntas que ha llevado a algunos autores a atribuir el baluarte a época romana (24). En realidad se trata de lo que en la España musulmana del siglo XII era torre albarrana (el término árabe barrani con significado de exterior), inaugurada por los almohades, con numerosos ejemplos en ciudades y fortalezas hispanomusulmanas del siglo XII y otras cristianas inspiradas en ellas de los dos siglos siguientes. Como ejemplos recogemos en la figura 14: A, torre de la cerca almohade de Cáceres; B, torre de la fortaleza de Silves (Portugal); B-1, del castillo árabe-mudéjar de Jaén; C, de la muralla de Faro (Por-tugal); D, árabe de la alcazaba de Mérida. La presencia de tales torres solía darse cerca de puertas principales de la muralla para defensa de la misma que en realidad es el caso de la torre palermitana supuestamente guardiana de la puerta meridional de la catedral. Tal vez la idea o el maestro de obra viniera de España.

Trasladándonos a la fachada de los tres ábsides de la catedral de Palermo (Fig. 13, 4) el maes-tro de tan magna obra la concibió con efecto de máxima teatralidad recurriendo a cuantos lujos o caprichos decorativos se daban por entonces en la ciudad derivados de muy diferen-tes estilos y procedencias, paladeándose en semejante amasijo básicamente temas árabes y bizantinos y alguno que otro egipcio con ilustraciones figurativas añadidas propias de la iconografía musulmana: leones pasantes, águilas dando caza a ciervos o liebres y el águila

Figura 14. La torre exterior de la Catedral. Palermo, reflejada en la pintura 2 (s.XVI). Torres albarranas hispanomusulmanas, A, B, B-I, C, D.

Figura 14-1. Vistas de los ábsides. Catedral de Palermo

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A B

C

D

B-1

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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bicefala, anunciada ya en el ábside de Mon-reale, aunque aquí el ave es monocéfala (fig. 28, 1, 2, 4, 5). La bicéfala representada en dis-co sobre el arco central del cuerpo de arcos entrecruzados, tenida como el símbolo de la “Máramma” u obra de la catedral u “obra del Duomo” (25) (Máramma derivada del térmi-no árabe mramma con la traducción de obra pública o confusión).Tamaña promiscuidad decorativa forzó a los alarifes, a nuestro en-tender de etnia arábiga, a hacer una revisión de cuantos repertorios pudieron concurrir en la ciudad contando con la herencia islá-mica local y las artes menores, como telas, pinturas y arquetas propias y otras llegadas a la ciudad de al-Andalus, Ifriqiya y Egipto, mercancías a través de las cuales se perso-nalizaron en Sicilia orientalismos y arabis-mos de toda especie. En este sentido España vuelve a tener cierto protagonismo manifiesto principalmente en los esquemas geométri-cos de determinados discos o medallones que al igual que en Monreale se intercalan sobre los arcos entrecruzados del cuerpo superior del ábside central y de los pequeños laterales; en el inferior en las albanegas de los arcos sencillos cuyos tímpanos llevan también el mismo decorado, además de los arcos de los cuerpos inferiores de las torrecillas laterales las que cuales paréntesis floridos de tantos fastos exornamentales estiran sus siluetas en un prin-cipio con dos cuerpos superpuestos imitando la silueta de alminares igualmente presentes en las torrecillas de la fachada meridional. A tal aparato ornamental se suman los merlones castrenses de la catedral de Cefalú que en Palermo adoptan forma de registro decorativo o cretería ondulada que arropa por igual todos los muros periféricos de la catedral. Únicamen-te en lo alto del muro sur que da a la plaza se advierten merlones prismáticos con remate angular o de tejadillo a dos aguas, siguiendo modelo de fortalezas o ribat-s de Ifriqiya y murallas de Sfax, también presentes, como se vio, en los muros de la catedral de Cefalú (ver figura 9 del apartado primero de mezquitas y torres).

Un resumen de la decoración monumental de la catedral puede verse en las figuras 28 y 29; en esta última hemos intercalado temas de los ábsides de Monreale (del 16 al 25). Sobre todo ello volveremos más adelante. Ateniéndonos a la realidad del monumento, para la descripción de sus decorados damos en la fachada 4 de la figura 13 la ubicación con números de cada uno de ellos fotografiados en las figuras que se exponen a continuación. También sobre el esquema 2 de la figura 13 mediante las letras A (frente del crucero) y B (cuerpo principal del templo) orientaremos ubicación de los decorados pertinentes. En primer lugar vistas generales de los tres ábsides y torrecillas laterales (Figs. 14-1 y 15) con dibujo de la planta poligonal del ábside central. Dos órdenes de arcos en lugar de los tres de Monreale, arcos apuntados entrecruza-dos en el superior con otros exentos a título de ventanas ciegas, alternativamente anchos y es-

Figura 15. Ábsides de la Catedral de Palermo

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Basilio Pavón Maldonado

trechos en juego de cinco arcos, esta misma alternancia se da en los arcos del cuerpo inferior, apuntados de doble retranqueo, y entre los dos pisos separándolos ancha cenefa reservada para círculos anudados con presencia de leones pasantes. En los ábsides menores se insiste en el entrecruzamiento de arcos. Los discos o medallones siempre van intercalados en el en-trelazado, éste de tal manera dispuesto que las cintas de las curvas mayores alternativamente pisen y dejen de pisar las cintas de las curvas de los arcos laterales, principio de origen ára-

Figura 16. Decoración de la torre derecha de la cabecera. Cate-dral de Palermo

Figura 17. Parte superior de la cabecera. Catedral de Palermo.

Figuras 18, 19, 20. Catedral de Palermo. Decoración de la fachada de los ábsides

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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be que se ve en Monreale y Palermo en mayor grado que Cefalú, dándose obligatoriamente en obras hispanas hechas lo mismo por musulmanes que por alarifes mudéjares. Tal vez se deban atribuir estos ábsides sicilianos si no a ejecutor o ejecutores musulmanes al menos a maestro o alarife director de esta etnia.

Fig. 16. (fachada 4 de la figura 13, números 4 y 5); Fig. 17 (fachada 4 de la figura 13, números 6

Figuras 21, 22, 23-24. Catedral de Palermo. Decorados de la fachada de los ábsides

Figuras 25 y 26. Fachadas sur. Catedral de Palermo.

AB

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y 7; Fig. 18 (fachada 4 de la figura 13, núme-ros 1 y 2); Fig. 19, (fachada 4 de la figura 13, número 3); Fig. 20 (fachada 4 de la figura 13, número 1; Fig. 21 (fachada 4 de la figura 13, números 1 y 2); Fig. 22 (fachada 4 de la figura 13, número 8; Fig. 23 (fachada 4 de la figura 13, números 10- cornisa- y 9-registro ancho entre los dos órdenes de arcos-; Fig. 24 (fa-chada 4 de la figura 13, número 11, cara late-ral de la torrecilla de la derecha).

En el frente de la catedral que mira a la gran plaza, por el esquema 2 de la figura 13: Fig. 25, A, arcos del frente del crucero y B arcos del cuerpo principal de la nave central. Fig. 26, arcos B de 2 en la figura 13, y detalle de cornisa en la misma fachada. Fig. 27, arcos B de 2 en la figura 13, y detalle de cornisa de piedra con decoración de muqarnas.

Tras esta obligada exposición nos entrete-nemos en matizaciones sobre los diferentes temas geométricos ya expuestos en figuras sucesivas guiándonos por las 28, 29 y 30. El repertorio más abundante se refiere a cenefas estrechas que exornan prácticamente todos los arcos. De la figura 28 de la fachada absidal son los siguientes temas: 3, muy repetido en obras menores árabes y mudéjares; 4, con pa-ralelo en las pinturas del techo del siglo XI de la Gran Mezquita de Qayrawan (C); 5, 6, 8, 9 y 10, este último con paralelo en yeserías de la mezquita de Tremecén (s. XII), letra D; 11, ára-be clásico con presencia en Madinat al-Zahra; 12, esquema básico del techo de la nave cen-tral de la Capilla Palatina de Palermo, presen-te en El Cairo, Madinat al-Zahra y la Qal´a de los Bannu Hammad de Argelia; 13 arabesco muy visto en el arte egipcio; 14, cenefa floral, equiparable a la cenefa E de Madinat al-Zahra; 15, repetida la anterior en pareado directo e invertido; 16, muy común en repertorios árabes; 17, tema clásico de los mosaicos antiguos y bi-zantinos, pasando por el arte visigodo de España; 18, árabe; 19, muy repetido como guarnición en obras árabes y mudéjares; 20, a veces aparece en lo árabe; 21 y 22, estrella de seis y ocho

Figura 27. Ventanas de fachada sur. A, muqarnas de pie-dra. Catedral de Palermo

Figura 28. Tabla resumen del decorado. Catedral de Pa-lermo

A

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F

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14 15 16 17

A B

4 611

C D

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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puntas, muy representada en composiciones árabes y mudéjares; 23, también como guar-nición de obras árabes y mudéjares; 24, pro-pia de Cefalú, muy vista en cerámica árabe, en España Madinat al-Zahra; 25, tipo bizantino y de cerámicas árabes; 26, de Cefalú; 27, esque-ma bizantino con representaciones en mosai-cos y piedras de la Córdoda califal (ver figura 19), repetido en los ábsides de la catedral de Monreale; 28, propio de mosaicos romanos detectados en España (Cartagena y Lucentun, Alicante); 29, cenefa ancha del tramo B del di-bujo 2 de la figura 13, con paralelo bizantino en el esquema F; 30, también en ábsides de Monreale. Temas de animales de Palermo: 2, águila bicefala, 3 león alado, 4, león rampan-te, 5, águila dando caza a un cuadrúpedo, te-mas provenientes de iconografía bizantina y árabe, de Egipto y España. En la misma figura el 1 de la parte superior corresponde a friso cerámico de una de las torres de la fachada de la catedral de Monreale. Muy interesante es el 2, del cuerpo B (del esquema 2 de la figura 13), especie de florón de 14 hojillas de dibujo

clásico con roseta en el centro, tema reflejado antes en las paredes de la cúpula de delante del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X (letras A y B) (ver figura 27). En la figura 25 con la contraseña A-I se dan medallones con geometría lobulada de seis lóbulos de aspecto bizantino.

Pasando a la figura 29 encontramos tramas geométricas muy curiosas provenientes de mo-saicos y composiciones árabes de Egipto y España, cuales son el 1 (ver fig. 20). El 2, repetido en el 12 de la figura 28, tiene una variante en zócalos de la Capilla Palatina de Palermo (10). Muy representativo es el lazo de seis zafates, número 3, constatado en El Cairo de los siglos IX y X, en España piedras de Madinat al-Zahra, muy repetido en el arte mudéjar (ver Figs. 20 y 21); 4, lazo de ocho zafates habitual en el arte hispanomusulmán y en el mudéjar a partir de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X ( ver figs. 21 y 22); el esquema 5 formado por repetición del esquema 3 de la figura 28 o el 8 de la figura 29, este último tipo bizantino (11) y del arte omeya oriental; el 8, del palacio omeya de Jirbat al-Mafyar, según Hamilton, también de alto predicamento en España. El dibujo 5 se ve en la decoración de columnas del templete de la fuente del claustro de la catedral de Monreale de los mismo años e idéntica composición labrada en yeserías en el claustro de San Fernando del monasterio burgalés de las Huelgas, s. XII-XIII. El 6, árabe, preferentemente hispánico, presente en techo plano del palacio Real de Palermo, existente en la Galería Regional de Palacio Abatellis de la ciudad, obra de alarifes hispanomusulmanes, según Gómez- Moreno, que veremos en el capítulo

Figura 29. Temas decorativos de las catedrales de Paler-mo y Monreale

1

6

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cuarto de este libro, también con representación en las pinturas de techos de las naves late-rales de la Capilla Palatina; 7, lazos de diez zafates (ver fig. 20) habitual en Egipto a partir del siglo XII y en España a partir del siglo XIII (de este siglo es la composición 7, de la qubba del Cuarto real de Santo Domingo, en Granada); 14 (ver figura 26) muy semejante a medallón de la Gran Mezquita de Qayrawan (13), según Marçais) y constatado en la arqueta de marfil de la catedral de Gerona, s. XII-XIII; 15 (ver figura 19); 17 (ver figura 26) como variante de tema prototipo bizantino, figura en el arte visigodo, mezquita aljama de Córdoba, en piedra y mosaicos del mihrab del siglo X, mezquita de las Tres Puertas de Qayrawan, palacios ome-yas de Mxatta y Jirbat al-Mafyar, siglo VIII. Los restantes temas son de Monreale.

A la figura 30 hemos reservado cenefas estrechas con decoración floral muy semejante a las cresterías o remates de los muros de edificios de El Cairo de muy diversa índole, a partir de los siglos XI y XII; mausoleos de tipo (A), madrazas o maristanes, incluso algunas mezqui-tas; también presentes en edificios de Ifriqiya. 1, 2, de qubbas funerarias de El Cairo; 3, tipo de remate del alminar de la mezquita mayor de Sfax (Túnez); 4, mezquita cairota del sultán

Figura 30. Decorados exteriores de la cabecera de la catedral de Palermo. Crestería exterior de San Cataldo. A, mausoleo de El Cairo.

Figura 31. Almenillas decorativas de zócalos de alicatado hispanomusulmanes. Fachada de pala-cio de Palermo (s. XIV).

Hasan; 5, de Mausoleo de Baibars de El Cairo; 6, silueta de arcos en ventanas de la mezquita Zaytuna de Túnez y arcos de la Qal´a de los Bannu Hammad de Argelia; del 7 al 14 cenefas de la catedral de Palermo; el 10 pseudo almenas que coronan los muros de la iglesia normanda de San Cataldo de Palermo (15). No estará demás presentar como final del tipo de decoración que ahora nos ocupa varios esquemas de almenillas decorativas por lo general de cerámica vidriada constatadas en El Cairo y en España: figura 31, 1, de El Cairo, las restantes de Grana-da, preferentemente la Alhambra, siglos XIII y XIV.

A 1

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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Al margen de la decoración, a los arcos protagonistas de la catedral de Palermo, los entrecru-zados y los apuntados con retranqueos se suman estos otros: arcos decorativos apuntados con dovelas a modo de rollos o baquetones convergentes en el centro, a veces continuadas por las pilastras hasta el suelo, representados en lo alto del centro de la fachada absidal ( Fig. 17), en las torrecillas de ángulo de la misma fachada (Fig.16) y en la fachada de la plaza arcos de la parte superior del frente del crucero (Fig. 25, A). Este tipo con su modelo en El Cairo de época fatimí, presentes en Bab Futuh y en la portada de la mezquita de Baybars (1280). Además arquillos de tres lóbulos (Figs. 17 y 25) extraños en la arquitectura palermitana con modelo muy probable en la arquitectura de Ifriqiya de los siglos IX y X y en la Mezquita aljama de Córdoba del siglo X.

Iglesias de planta central o cruz inscrita con cúpula.

Figura 1. Planta central tipo bizantino en iglesias de Palermo (1, 2, 3, 4), palacios árabes ( A, B, C, D, 9, 10), Baños his-panomusulmanes (5, 6, 7, 7-1, 8, 11, 12, 13), mezquitas ( E, F), aljibes (G).

1

2 3 4 A

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10N E

F

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Vistas las iglesias de planta latina o basilical nos ocupamos ahora de templos de planta central con nueve espacios, cruz griega ins-crita, pero con el central de mayor tamaño y altura el que se hace coronar con cúpula sobre cuatro trompas siguiendo modelo bizantino muy popularizado en el arte me-dieval tanto cristiano como árabe, línea en la que no podía estar ausente la España mu-sulmana. En honor a las cúpulas también nos interesan ahora las existentes en el crucero de iglesias basilicales. Podriamos arrancar este estudio de la iglesia de la Theotokos de Osios Lukas (946-955) de planta de cruz

griega inscrita o de cuatro columnas (Fig. 1, 1) (26) cuyo cuerpo principal enseña ya los nue-ve espacios con el central priorizado como modelo más próximo de los templos de Paler-mo que pasamos a estudiar. Dicha planta se da en Santa Cristina, “La Veréte”, San Cataldo (1154-1166) e iglesia de Santa Maria del Almi-rante llamada la “Martorana” (1143-1185) (Fig. 1, 4, 2, 3). La 2 de San Cataldo excepcional-mente tiene planta rectangular sin priorizar el espacio central, aparte de que la nave central enseña tres cúpulas iguales enfiladas. Fuera de Palermo la iglesia de San Nicolás el Real, en Mazara del Vallo, modificada la planta, que se viene fechando en las primeras décadas del siglo XII; en Castelvetrano la iglesia de Santí-sima Trinidad de Delia también atribuidos al siglo XII los inicios, con los típicos tres ábsides de San Cataldo y la “Martorana”, por último la planta híbrida, entre planta latina y la central o cruz griega inscrita de San Pedro y San Pablo de Forza d`Agro igualmente de la décima se-gunda centuria (27). De la parte árabe, básica-mente los palacios, mezquitas (principalmen-te en Turquía y en El Cairo) y edificios funciona-les adoptaron la planta central tipo bizantino que venimos describiendo tanto en Oriente como en Occidente, y excusado es decir que la cúpula sobre trompas trasdosada quedó

Figura 2. Iglesia de la “Martorana”, 1, 2, 3.

Figura 3. Iglesia de San Cataldo

1 2

3

B

A

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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como emblema o enseña de las arquitecturas islámicas, exceptuada la española. Del área árabe son las plantas esquematizadas A, B, C, D, a las que añadimos la planta 5. En A la planta clásica de los nueves espacios que con-forman la cruz griega; en B esquema del salón principal de audiencia del palacio omeya de Jirbat al-Mafyar (28); C, edificio tal vez palatino de Resafa que ha sido catalogado como sala de audiencia del príncipe árabe al-Mundhir, muy probablemente con cúpula en el centro, según Cyril Mango del siglo VI (29); el D, de los palacios de Samarra con cruatro unidades de nueve espacios o cruz flanqueando una gran cruz griega, según Herzfeld (30). Respecto a la plata 5 pertenece al apodyterium de unos ba-ños árabes del Alcázar de Córdoba (s. X) (31). De la España musulmana son las restantes plantas de tipo bizantino de la figura 1, esta vez correspondientes a apodyteriun o tepida-

ria de baños, salas de audiencias o qubbas de palacios, mezquitas y cisternas o aljibes, si bien como adelantábabamos nunca el espacio central coronado con cúpula o bóveda trasdosada. De baños son las plantas 6 (baños de Jaén), 7 (baños de Palma de Mallorca), 7-1 (baño de la al-cazaba de Jerez de la Frontera, con los pilares de ángulo muy semejante a los de la iglesia 4 de Santa Cristina de Palermo de la presente figura. En el 8 (del Baño Real del palacio de Comares de la Alhambra); 12, (baños de Ronda); 13 (baños mudéjares del palacio de Tordesillas, Vallado-lid). Pertenecen a palacios en calidad de qubba real las plantas 9 (del Mexuar de la Alhambra); 10 (de la torre del Peinador de la Alhambra); son de mezquitas, esta vez con los nueve espacios iguales el E (mezquita del Cristo de la Luz de Toledo, s. X) y el F (mezquita de Bu Fatata de Túnez, s. IX). De aljibe o cisterna es el G (del patio de la mezquita aljama de Córdoba, del siglo X); de mausoleo de cementerio el 11 (cementerio de la Alhambra); el H de estructura de cubierta de mocárabes de la iglesia mudéjar de San Andrés de Toledo, s. XII-XIV.

Descendiendo a las cúpulas sobre cuatro trompas su enumeración dentro de la arquitectura religiosa de Palermo del siglo XII es la siguiente. La “Martorana” (Figs. 2 y 4, 1), San Cataldo (Figs. 3 y 4, 2- dibujo de Di Stefano-, 3, 4, 5), San Juan de los Eremitas, iglesia con planta en forma de T con dos cúpulas en el brazo principal (Figs. 5, 7, 1); San Juan de los Leprosos, igle-sia de planta basilical de tres naves y tres ábsides con la cúpula instalada en el tramo central del presbiterio; coronando la torre de la entrada (moderna) se ve un casquete hemiesférico (Fig. 6, 3, 4), Capilla del palacio de la Zisa, planta de única nave con cúpula en el presbiterio, Capilla del Palacio de la Favara, también de nave única y cúpula en el presbiterio; por últi-mo, la cúpula del presbiterio de la Capilla Palatina en el Palacio Real (Fig. 7, 2). Otras cúpulas fuera de Palermo pueden verse en las iglesias de San Nicolás de Mazara del Vallo y Santísima Trinidad de Delia de Castelvetrano, ambas de planta central, la planta y cúpula de la primera muy restauradas y la cúpula de la segunda de la escuela palermitana. Originalísima son las

Figura 4. San Cataldo, 2, 3, 4, 5. “Martorana”, 1

1 3

4 5

2

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dos cúpulas de la nave central de la iglesia de San Pedro y San Pablo de Forza D´Agrò, cuyas trompas dibujan varias trompillas cónicas o de abanico superpuestas hechas enteramente de ladrillo (Fig. 12, 7, 10), virtuosismo equiparable al de bóvedas también de ladrillo de la Alham-bra de Granada (Fig. 12, 8, 9). A excepción de las capillas palatinas mencionadas los palacios de Palermo no dan señales de presencia de cúpu-las trasdosadas, solamente la ostenta la peque-ña qubba o “Cubola” de los jardines de palacio de la Torre Alfaina (Fig. 7, 3. 4 y tal vez existió en el tramo central del palacio de la “Cuba” que veremos en el capítulo segundo.

Harta conocida es la génesis dentro de la arqui-tectura bizantina de las cúpulas trasdosadas con pechinas luego sustituidas por trompas las que se generalizaron en estructuras cupulares ára-bes del orbe mediterráneo, Ifriqiya, al-Andalus y Palermo. Nuestro estudio y los de precedentes autores dan por hecho que las cúpulas sicilia-nas descienden directamente de la arquitectura islámica de Ifriqiya, tierra otrora dominada por Roma, Bizancio y los árabes quienes islamizan todo el territorio durante los siglos VII (en 670 comienza la ocupación árabe del actual Túnez), VIII, IX y X bajo el reinado de sucesivas

Figura 5. Trompas de San Juan de los Eremitas. Figura 6. Iglesia de San Juan de los Leprosos.

Figura 7. Palermo. “Piccola Cuba”, 3. Cúpula de mo-saicos, Capilla Palatina, 2. San Juan de los Eremitas.

1

3

4

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3

4

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3

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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dinastías, aglabí, zirí y fatimí (909-1171) con sedes principales sus arquitecturas en Qayrawan, Túnez, Susa, Sfax, Mahdiyya y Monastir. Esta tesis de las cúpulas tunecinas trasplantadas a Sicilia viene naturalmente de que durante la primera dinastía, en el siglo IX (año 827), los ára-bes ifriqíes se apoderaron de Sicilia sojuzgada por el Islam hasta el año 1072 a partir del cual empieza a desarrollarse la arquitectura sículo-normanda, a lo largo de todo el siglo XII, como heredera de la fatimí desarrollada en la isla sobre la que no ha llegado resto alguno. Y es aquí donde surge la polémica tesis-contratesis que admite que los palacios e iglesias palermita-nos actuales fueron hechos por alarifes de época fatimí, no se sabe si llegados de Ifriqiya o provenientes de Egipto dominado por esa dinastía hasta el año 1171 en que sobreviene la dinastía ayyubí. A continuación respaldando la tesis ifriqi ofrecemos un inventario de cúpulas trasdosadas tunecinas.

Susa enseña una airosa cúpula en temprana edad (s. VIII) en el segundo piso de su ribat o fortaleza de la fe islámica (Fig. 8, 1) (32); se trata de sencillo espacio cuadrado con cupulilla semiesférica peraltada, con cuatro trompas en los ángulos cuyos arcos enlazan con los otros cuatro de los testeros (Fig. 9, 2), en planta su dibujo responde a las características de los edifi-cios de planta central exenta de baptisterios bizantinos y carolingios (Fig. 8, A, B). El extradós de la cúpula apoyado en especie de podium ciego sustituyendo al cuerpo de linterna de la cúpula del testero de la Gran Mezquita de Qayrawan (Fig. 2, A), ambos ejemplos presentes en la cúpula de la “Martorana” (Fig. 2, 3). En Susa su mezquita mayor del siglo IX exhibe cúpula de media naranja lisa con las trompas gallonadas qayrawaníes (Fig. 8, 5). También la Zaytuna, mezquita mayor de Túnez, enseña el tipo de cúpula de Qayrawan (Fig. 8, 2, 3) con ventanas

Figuras 8 y 9. Tipos de cúpulas en Ifriqiya (1, 5, Susa; 2, Túnez; Qayrawan, 3, 4, 6. Fig. 9: Susa, 2, 3, 3-1,4; Qayrawan, 1.

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2

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A

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en la linterna reflejadas al exterior gallonado con aspecto más romano que bizantino, como señaló A. Lézine (33). Excusado decir que las cúpulas de Palermo del siglo XII en ningún caso se estructuran con gallones. Otros ejemplos de cúpulas trasdosadas africanas con gallones o sin ellos: Fig 9, 1, puerta del siglo XIII añadida al patio de la Gran Mezquita de Qayrawan; 3, torrecilla con función de alminar, del patio de la mezquita mayor de Susa; 3-1 y 4, exterior e interior de Qahwat al-Qubba de Susa (obsérvese en 4 en la parte inferior los retranqueos o dobladuras tanto de las trompas como de los arcos de las falsas ventanas, modalidad tan característica de las cúpulas pelermitanas).

No queremos obviar aquí la cúpula de la entrada de la nave central de la Gran Mezquita de Qayrawan (Fig. 10, 3, 4, 5, 6.), edificio de ladrillo hecho en el siglo XIX, o quizá antes, se dice que a imitación de la cúpula de piedra que existió allí desde el siglo IX, ésta a su vez imitación de la cúpula aglabí existente en el testero o transepto de la nave central (Fig. 8, 3, 4). La cúpula es gallonada con las trompas esta vez de aristas y arcos doblados o de doble retranqueo en los ocho de la planta cuadrada del primer cuerpo, según tipo también vigente en Palermo. Estu-diando este ejemplar de cúpula nos vienen a la memoria algunos prototipos de estructuras trompeadas de Oriente y de España. En el primero, aunque no ausente en la segunda, cúpulas con trompas de piezas triangulares en saledizo superpuestas (fig. 10, 7) y el tipo hispánico constatado en Granada entre los siglos XIII y XIV (Fig. 10, 8, 9). Obsérvese que aquí la media naranja es gallonada y que ésta descansa en cuatro trompas de aristas de los ángulos cu-yos arcos enlazan siguiendo modelo ifriqí y palermitano con los otros cuatro de los testeros; además, por novedad nunca vista en Palermo, el modelo hispano introduce ocho trompillas planas sobrepuestas a las cuatro mayores esta vez provenientes de modelo qayrawaní. Como ampliación de este concepto español ver la figura 14 a la que volveremos más adelante.

Figura 10. Bóvedas gallonadas. Qayrawan, 1, 2, 3, 4, 5, 6. Figura 11. trompas árabes

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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Resta por analizar más detenidamente el jue-go de trompas y los orígenes de la cúpula tipo Palermo (Fig. 11). Aunque rehecha, en la mez-quita mayor de Damasco consta el modelo de trompa (1), prototipo bizantino atestiguado por el modelo (2), de San Vital de Ravena. Es-tos prototipos pasan pronto a los edificios de El Cairo, aquí cúpula de la mezquita fatimí de al-Azhar (1130-1149) (3), otro tipo de El Cairo es el (5); el (4) como ejemplo de trompa per-sa vista en edificio de Sengbest (950) con arco apuntado llamado iraní, y como más remotas las bóvedas de la Persia sasánida (6), de pala-cio de Servistán. La (7), persa de Masdjid-i- de Ardistan (1133), modelo traspasado y adaptado a la arquitectura fatimí de El Cairo, mausoleos fatimies de los siglos XI-XII (8). De la estudiada cúpula de ladrillo de Qayrawan es el número (9), como vimos trompas de arista con arco de doble retranqueo según modelo palermitano;

también de El Cairo es el (10); el (11) de pequeña qubba- tumba localizada en Túnez, esta vez con sucesivos arcos retranqueados. El (12) de una de las puertas hafsíes de ladrillo añadidas al patio de la Gran Mezquita de Qayrawan, rústica interpretación de arco con un retranqueo y bovedilla baída. De la misma mezquita y del siglo XIII es Bab Lalla Rihana (13), trompas de doble retranqueo y pequeños arcos de ventanas ciegas en los cuatro testeros, modalidades ambas presentes en la “Cubola” de Palermo. Como excepcionales cabe estudiar los ejemplos (14) y (15) del transepto de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X que bien mirado son es-pecimenes particulares o exóticos derivados de las cúpulas tunecinas analizadas, disparatada la dobladura o retranqueo de los arcos de modelo distinto que en el fondo se trata de modelo bizantino adaptado al particular o innovador arte del califato de Córdoba de al-Hakam II. Con tales precedentes en los que siempre o casi siempre afloran remotos matices bizantinos e ira-nés las trompas de Palermo quedan suficientemente esclarecidas, su origen tunecino más de la etapa fatimí que de la anterior aglabí. Los tipos de trompas de las iglesias palermitadas se atienen a los modelos (1), (2), (3), (4) de la figura 12, con uno, ninguno, dos y tres retranqueos como descendientes seguros de arcos de Mahdiyya, Qayrawan, Susa y Túnez (para arcos veá-se el capítulo tercero); las semibovedillas de aristas oriundas de Egipto fatimi y de Qayrawan (Fig. 12, 6). El aspecto exterior dominante en todas las cúpulas de Palermo es el que ofrece la iglesia de San Cataldo (fig.12, B): tambor cuadrangular con una ventana en cada uno de los cuatro lados y el casquete rojo de mucho peralte con aires del Egipto fatimí, también con cuatro ventanas. El ladrillo no fue material afortunado en la arquitectura sículo-normanda al menos en Palermo, Monreale y Cefalú, pese a su empleo en mezquitas y palacios tunecinos desde temprana edad que perduró en edificios de la etapa hafsí y posteriores (veáse la cú-pula de los pies de la Gran Mezquita de Qayrawan, fig. 12, 6). De ladrillo son o eran algunas cúpulas, incluidas trompas, de las torres de la muralla de Constantinopla de los siglos X y XI, y

Figura 12. Tipos de trompas. Sicilia, 1, 2, 3, 4, B, 7, 10; Qayrawan, 5, 6. España,, 8, 9, 11.

1 2 3 4

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ya mencionamos las dos cúpulas ladrilleras de la iglesia de los Santos Pedro y Pablo de Forza d´Agrò (Fig. 12, 7, 10), especimenes que como deciamos evocan bovedillas de ladrillo engen-dradas dentro de los muros de la Alhambra de Granada (Fig. 12, 8, 9, 11). En el exterior de la última iglesia mencionada así como en las fachadas de San Pedro de Itàla las vistosos arcos entrecruzados enseñan dovelaje con dovelas alternativamente claras y oscuras siguiendo un principio bizantino manifiesto en el palacio Tekfur Aruyi de Constantinopla del siglo XI al XIII (Figura 13, 1) en el que insisten muchos arcos de piedra y ladrillo de iglesias bizantinas griegas (Fig. 13, 4), con precedentes en la arquitectura antigua de Roma (Fig. 13, 5, 6) así como los ar-cos del interior de la mezquita aljama de Córdoba desde el siglo VIII (Fig. 13, 2). En la Zaytuna de Túnez el bicolor de las dovelas se expresa bien en las ventanas del tambor y de la linterna de la cúpula de los pies de la nave central (Fig. 13, 3). Y como jalón ejemplar aunque único en Palermo la iglesia de la “Martorana” (Fig. 2, 3) cuyos arcos de una de las fachadas principales con dos y tres retranqueos enseñan dovelas rosas o rojizas alternando con otras blancas.

Al final de toda esta lectura queremos subrayar el elenco de bóvedas o cúpulas hipanomu-sulmanas y mudéjares de ladrillo que se dieron en la Península Ibérica como ejemplares que de alguna manera se hacen eco del legado bizantino- tunecino, bien patente en la transición de planta cuadrada a la octogonal mediante juego de cuatro trompas de ángulo enlazadas con los cuatro arcos de los testeros, esto y el que las trompas sean de aristas (Fig. 14). Las cúpulas o bóvedas pueden ser gallonadas, a veces con ocho trompillas planas sobre las cuatro mayores con modelo en las estudiadas cúpulas de la Gran Mezquita de Qayrawan; otras veces se advierten cúpulas, de piedra en la mezquita aljama de Cordoba del siglo X y de ladrillo en ejemplos mudéjares, con armazón o cimbraje de arcos entrecruzados, moda-

Figura 13. Arcos con dovelas bicolor Figura 14. Bóvedas hispanomusulmanas, De Qayrawan, 1.

1 2 3

4

5 6

3

1

2

2

4 5

3

A

6

6 7

8 9

B

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lidad ya analizada para las superficies de los ábsides de las catedrales de Cefalú, Monreale y Palermo, según modelos hispanos. Pensamos que esas cúpulas de piedra de nervios en-trelazados del califato de Córdoba (Fig. 2, B y Fig. 14, A, `planta de cúpula) prescindiendo de éstos se explican teniendo delante el modelo de las cúpulas tunecinas y de la cúpula de la “Martorana” (Fig. 2, 1), ésta y la central del testero de la aljama cordobesa (Fig. 2, B) colmadas de mosaicos bizantinos con brillantes tonos dorados sobre el pedestal de la linterna y el juego de trompas ligadas a los arcos testeros, además por extraño que parezca en ambas cúpulas se advierten pese al tiempo que las separa de dos siglos unos mismos dibujos de las teselas como descendientes uno y otro caso de la escuela de mosaistas de la corte de los emperadores bizantinos radicados en Constantinopla; de ello daremos fe en las páginas siguientes. La lectura de la figura 14 es como sigue: 1, por comparación, dibujo de G. Marçais de la cúpula de delante del mihrab de la Gran Mezquita de Qayrawan; A, planta de la cúpula, al ras de las trompas, de delante del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X; 2, bóveda gallonada de la Puerta de las Armas de la Alhambra; 3, detalles de otra bóveda de la misma puerta; 4, una bóveda trompeada de torre de la alcazaba de Sevilla en Carmona; 5, bóveda de torre de El Carpio (Córdoba); 6, ejemplo de cúpula mudéjar de ladrillo con arcos entrecruzados y juego de cuatro trompas, de torre de la alcazaba de Alcalá la Real (Jaén); 7, trompa de arista de una de las puertas almohades de las murallas de Rabat; 8, 9, trompas

de ladrillo mudéjares, modalidades; B ejemplo de bóvedas de aristas hispanas, también em-pleadas en la arquitectura árabe de Túnez y de Palermo (iglesias de la “Martorana”, San Catal-do, Santa Cristina, palacios de la Zisa y la Cuba, entre otros edificios).

Ornamentación

Ornamentación floral de los mosaicos

Las iglesias sículo-normandas tienen un lugar preferente en la historia de los mosaicos que a veces se hacen acompañar de inscripciones griegas siendo obras de artistas griegos bizan-tinos inferiores en general a los mosaicos con inscripciones latinas atribuibles a artistas ita-lianos alumnos de los primeros. Las catedrales de Cefalú y Monreale, la “Martorana”y la Capilla Palatina son los escenarios por excelencia de los mosaicos de carácter sacro en los que se pueden ver bustos monumentales del Cristo

Pantocrator. La Capilla Palatina pasa como un resumen de los mosaicos de las catedrales de Cefalú y Monreale, localizados en la cúpula y cascaron del ábside (Fig. 1), en ella el busto de Cristo Pantocrator con mirada grave y severa rodeado de varios arcángeles y apóstoles o profetas, y sobre las cuatro trompas o pechinas la representación de los cuatro evangelistas.

Figura 1. Capilla Palatina. Mosaicos de la cúpula del presbiterio y solería.

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En la cúpula de la Capilla Palatina en inscripción consta el año 1143 en que fue consagrada y en el tambor otra inscripción griega con el año 1140 a 1143 del reinado de Ruggero II (34). La representación figurativa sobre fondo de oro es realmente excepcional interesándonos ahora más los temas florales y geométricos unidos a los de la catedral de Monreale y de la “Martorana”. En la primera se han advertido cuadrillas de mosaiquistas a las órdenes de persona única coordinadora, pese haber talleres distintos pero con una misma tradición y técnica (35). En la “Martorana” riquísima decoración musiva del interior de la cúpula con Cristo sentado bendiciendo y 4 ángeles postrados, en la base de la cúpula una inscripción con himno de la liturgia bizantina (el sanctus con Hosanna y Gloria) traducida al árabe (36) (Fig. 2, 1 del anterior apartado).

En nuestro estudio hemos elegido aquellos dibujos o temas musivos de estilo bizantino que más calaron en obras islámicas, entendiendo que los dibujos en que se inspiraron los artesa-nos árabes de los siglos VIII, IX y X eran de obras bizantinas comprendidas entre el siglo VI y el X. Desde esta perspectiva las obras musivas sículo-normandas son de importancia capital transmitiéndonos sus talleres un variado repertorio decorativo heredado de siglos anteriores instalado en el triángulo Constantinopla del emperador Nicéforo, la Córdoba califal de al-Hakam II e iglesias normandas de Sicilia de Ruggero II y sus herederos Guglielmo I y Gugliel-mo II, un ciclo artístico de dos siglos de duración con interesantes sorpresas. En las figuras que vienen a continuación se analizará la presencia y evolución de formas florales de origen bizantino que fueron a instalarse entre los árabes. Ya en la mezquita mayor de Damasco y en la “Roca” de Jerusalen sus mosaicos del siglo VIII fueron ejecutados por maestros bizantinos (37) anticipándose este traspaso en dos siglos al constatado en la Córdoba del califa al-Hakam

Figura 1-1. Mosaico de la catedral de Monreal, A.

Figura 2. Origen y evolución de una unidad floral. Mosai-cos de la catedral de Monreale, A. Del ábside de la misma catedral, 11. Fachda sur de la catedral de Palermo, 12. Mosaicos de la mezquita aljama de Córdoba, 9.

1

3

2

4

3

1-1 2

5

4

A 11

1

5 6

7

8 9 10 13

12

2 3 4

A

B

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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II (972). Un texto de Ibn Idari (38) nos informa sobre la aportación de Bizancio del trabajo de los mosaicos o fusayfiya a la mezquita cordobesa, en el reinado del emperador Nicéforo (Fig. 2, B del anterior apartado). El tema es que el califa al-Hakam II pidió al emperador bizantino Nicéforo artistas de la especialidad para decorar la fachada del mihrab y la cúpula de delante de éste de la mezquita aljama cordobesa, y que el experto bizantino que acudió a cumplir el encargo regresó a su país tras haber enseñado la técnica a sus auxiliares musulmanes de Cór-doba. Estudiando los mosaicos de la mezquita cordobesa se pueden distinguir temas florales propios de Bizancio, que aparecen también en los mosaicos de Monreale, la “Martorana” y Capilla Palatina, alternando con otros locales de Córdoba traídos de los palacios de Madinat al-Zahra, ciudad erigida por el padre de al-Hakam II en 936. Como quiera que fuere en un por-centaje muy crecido el decorado califal de Córdoba se debe a influencia bizantina paulatina-mente presente en la ciudad del Guadalquivir desde el emirato del siglo IX a la que se fueron sumando en pleno califato otros bizantinismos ya arabizados que atesoran tanto la ciudad palatina de Madinat al-Zahra como la mezquita aljama de Córdoba esta vez procedentes de la arquitectura omeya y la abbasí de Oriente. Produciéndose en consecuencia un eclecticismo andalusí de marcado sello bizantino a la vez que omeya oriental junto con un renacimiento de las viejos repertorios romano y visigodo. Esto de la parte de España.

En la figura 1-1 el mosaico A es del arco triunfal que separa el crucero del ábside de la nave central de la catedral de Monreale. El tema que aquí interesa realzar es la trama de estrellas de ocho puntas y sencillas crucetas, en el interior de estas figuran temas vegetales de cuatro pun-tas o elementos que nacen de un circulillo o de un pequeño cuadrado. Prácticamente el mismo

Figura 3. Mosaicos. Decoraciones florales. Catedral de Monreale y Capilla Palatina, A. La “Martorana”, B, 1, 2 Estudio de motivos florales en el arte bizantino y el árabe.

Figura 4. Mosaicos. Decoración floral. La “Martorana”, 1, 2. Mezquita aljama de Córdoba, 3, 6, 12. Estudio de moti-vos florales en el arte bizantino y el árabe.

A

1

2

B

1

1

3-1

2 3

4

5

6

7

8

9

1210 11

2

3 4 5

6 7

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tema se da en las piedras del Salón Rico de Madinat al-Zara de Córdoba (Fig. 1-1, 1, 2, 3), antes representado en los estucos de los palacios de Samarra (Fig. 1-1, 4). El esquema geométrico fue elegido para el entramado de la techumbre de la nave central de la Capilla Palatina, si bien combinado con temas nuevos de mocárabes hispano-árabes que en su momento veremos. Otro concepto decorativo es el conformado con estrellas de ocho puntas dentro de las cuales se instalan rosetones originales de cuatro pétalos mayores más otros cuatro inferiores presen-te en la catedral de Monreale y en la Capilla Palatina (Fig. 1-1, B). Los pétalos mayores tienen forma almendrada o de lágrima con una semipalmeta dentro, tema sin duda de origen bizanti-no, con representación en tejidos coptos (39), del que se apropia desde muy temprana edad el arte árabe oriental y el occidental. Figura en piedra en la Gran Mezquita de Qayrawan (s. IX) (1-1), en jarrones pintados de Madinat al-Zara (2) y fuentes de esta misma ciudad palatina (4). En el número (3) aparecen diversas formas almendradas con semipalmetas extraídas de cerámica árabe de otras latitudes: de Alcalá la Vieja o qal´a árabe de Alcalá de Henares, plato fatimí de El Cairo (s. X y XI), jarrón de Samarra, cerámica de Mesopotamia (40), cerámica de Samarcanda (s. IX), y yesos de la mezquita iraní de Nayin (s. X) (41).

El número 5 azulejo abasi del mihrab de Qayrawan (42). Nueva unidad ornamental nos de-para la figura 2 (A), de la catedral de Monreale, que se ve en el intradós de los arcos de la nave central, además de los arcos de la cúpula del crucero de la Capilla Palatina de Palermo. El tema es florón de contorno lobulado en el que se inscriben cuatro motivos vegetales, el medallón lobulado partido en cuatro segmentos por dos ejes que se cruzan en el centro ocupado con motivo floral en sus extremos. Este tema es cabecera de otros muchos de la misma familia repetidos en el arte omeya oriental y el occidental según breve inventario que

Figura 5. Mosaicos bizantinos. Mezquita aljama de Córdoba.

Figura 6. Mosaicos. La “Martorana”, 1, 2, 3, 4.

1

3

4

2

3

A

B

2

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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damos a continuación. 1, palacio omeya de Mxatta (por Creswell); 2, de piedra bizantina; 3, de España, visigodo, yacimiento arqueológico de la Alberca (Murcia); 4, palacio omeya de Kirbat al-Mafyar (Hamilton); 5, España, visigodo, del yacimiento de Saamasas (Salamanca); 6, España, mozárabe, pintura en bóveda de la iglesia de Santiago de Peñalba (repetido en el ábside de Monreale); 7, dos unidades de la fachada de la Mezquita de las Tres Puertas de Qayrawan; 8, Córdoba, de piedra del museo de la mezquita aljama; 9, Córdoba, de los mosai-cos de la qubba de delante del mihrab de la mezquita aljama de esta ciudad; 10, España, in-completo, de piedra de Madinat al-Zahra. El tema tiene reflejos en el ábside de la catedral de Monreale (11) y en el exterior de la catedral de Palermo (12). El número 13 es de los estucos del palacio de la Aljafería de Zaragoza (s. XI). Como se verá en el estudio de las pinturas de la nave central de la Capilla Palatina la misma figura se repie en ellas en más de una ocasión. Nuevo tema o unidad decorativa que se constata en la catedral de Monreale y en la Capilla Palatina de Palermo es el A de la figura 3. Esta vez la figura conformada por cuatro formas acorazonadas con vegetal incluido que por contacto originan en el centro un octógono de lados curvos. Este tema aparece en diversos sitios bizantinos, el (1) es de iglesia (según G. Mi-llet); 2, de los mosaicos de la qubba de delante del mihrab de la mezquita aljama de Córdo-ba; 3, rescatado por A. Lézine de la mezquita mayor de Susa (s. IX); 4, de los estucos de pala-cio de Samarra; 5, de piedra de Madinat al-Zahra. Los orígenes podrían ser los temas clásicos 6, 7 y el 8, sasánida de Ptesifón (según versión de Creswell). Nuevo motivo de la presente figura es el B, de la “Martorana”, con varias representaciones (1, 2 y Fig. 4, 1) de dos palme-tas cuyas hojas superiores flexionan hacia abajo con fruto almendrado, unidad decorativa muy repetida en el arte árabe oriental y occidental según vemos en el siguiente repertorio de la figura 4: 3, 6, de mosaicos de la qubba de delante del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X; 3-1, 10, varias unidades de edificios clásicos bizantinos; 4, de mezquita

iraní de Nayin (s. X) (Flury); 5, de la Gran Mez-quita de Qayrawan, repetido en el palacio omeya de Jirbat al-Mafyar; 7, de la mezquita mayor de Tudela (Navarra) (s. X); 8, de piedra de Madinat al-Zahra (según G. Marçais); 9 de fuente o plato fatimí (s. X-XI) del Fustat (43); 11, de la mezquita omeya al-Aqsa de Jerusa-lén (G.Marçais); 12, mosaicos de la qubba de delante del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba, siglo X. En la figura 5, varios temas de mosaicos de la misma mezquita. De arcos de la “Martorana” son los temas vegetales de la figura 6 (1, 2, 3, 4). En el 2 tienen protago-nismo sendas palmetas de tres puntas asidas a tallos ondulados de los que derivan parejas de roleos con otras palmetas, a los tallos se añaden hebillas, botones o joyas; semejan-te composición fue adoptada en numerosas obras islámicas entre las que figuran cenefas y dovelas de piedra de la ciudad palatina de

Figura 7. Estudio del vegetal bizantino 5-2 (mosaicos de la Zisa). La foto en color del Palacio Real de Palermo. Los restantes de Madinat al-Zahra y Córdoba (s. X).

5-2

AB

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Madinat al-Zahra. Las hebillas o joyas reiteradas en esta ciudad cordobesa (2) y antes en esquemas vegetales de la mezquita omeya de al-Aqsa de Jerusalén (1-1, según Creswell); la hebilla X es de la Qubbat de la Roca; la 3, de mármol de colores romano de Ostia. En el número 4 de la “Martorana” se da nueva pareja de palmetas esta vez con vegetal como eje de bastante arraigo en obras islámicas orientales y occidentales como vemos en el siguiente repertorio: en el apartado A, 1, posible embrión romano de piedras del yacimiento de Tubur-bo Majus (Túnez), como precedente más remoto de la unidad vegetal que nos ocupa; 2, un modelo bizantino del siglo IX-X; 3, visigodo de España; los tres restantes de piedras de Tude-la (Navarra), Madinat al-Zahra y de la Gran Mezquita de Qayrawan. Sigue el apartado B con los números 1, de estucos de palacios de Samarra, 2, del palacio omeya de Jirbat al-Mafyar (Hamilton). Los restantes de Madinat al-Zahra.

Otro tema vegetal muy arraigado tanto en lo bizantino como en lo islámico es la unidad for-mada por dos o más discos o arillos de los que brotan dos hojillas y hoja péndulo encima; fi-gura en composición vegetal de los mosaicos de la bóveda de la habitación de Ruggero II del Palacio Real de Palermo (Fig. 7) y en los frisos musivos de la habitación del Ninfeo del palacio de la Zisa de Palermo (5-2), reiterado en obras islámicas orientales y occidentales, básicamen-te en la ciudad palatina de Madinat al-Zahra. El siguiente repertorio es copia de nuestro libro El arte hispanomusulmán en su decoración floral. 1 al 3, Qubbat de la Roca (según Creswell); 4, del palacio omeya Jirbat al-Mafyar; 4-1, bizantino, de la iglesia del Monasterio de Chora (según Lepage, L´ornamentation); 5, tablero visigodo de Saamasas (Navarra); 5-2, de mo-saicos de la Zisa; 5-3, omeya oriental, estucos Qasr al-Hayr (Grabar, City); del 6 al 11-2, de Madinat al-Zahra; 11-3, canecillo de madera mudéjar de Toledo; 11-3-1, tablero de piedra de Madinat al-Zahara;, 15, 16 de capiteles del siglo X de España; 17, de jamba del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X; del 20 al 27, 30, de Madinat al-Zahra, los restantes de Córdoba. Tal vez el modelo del tipo de vegetal que nos ocupa referido a la Córdoba del siglo X por su semejanza con los motivos reseñados de Palermos sean los reseñados con las letras A y B.

La decoración geométrica de la Capilla Pala-tina de Palermo

Solerías y celosías de esta magistral capilla cosechan esquemas geométricos básicos de origen bizantino ampliamente difundidos en el mundo islámico los mismos que pasan a decorar las iglesias palermitanas del siglo XII: Figura 8. Estudio. Decoración geométrica de solerías y

jambas. Capilla Palatina, Palermo, 1, 2, 3, A.

1

2

A65

3

4

8

7

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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la “Martorana, San Cataldo y catedral de Monreale. En las solerías (Fig. 8, 1, 2) se impone la técnica del mosaico, alicatado llamado en España, con temas antiguos reelaborados cual es el lazo de seis zafates inscritos en exágonos (2) cuyo punto de partida en la Antigüedad sería el esquema (1) visto en mosaicos de la Casa de las Cascadas de Túnez y pavimento de Santa María in Comedin de Roma. El lazo de seis zafates inmerso en la lacería de la mezquita de Ibn Tulún de El Cairo así como en la hispanomusulmana a partir de los siglos IX y X. El esquema (3) enseña el lazo de 6 según desarrollo en las artes islámicas con réplica en la mencionada mezquita y en el palacio del “Salón Rico” de Madinat al-Zahra (4), también visto en el techo pintado en el siglo XI de la Gran Mezquita ded Qayrawan (5, según G. Marçais). El lazo de seis se deja ver en ocasiones dibujado en los vestidos de personajes de piezas de marfil egipcias de época fatimí (8) (44). Otras solerias de las iglesias normandas de Sicilia (Fig. 12, A) guardan interesantes semejanzas con pavimentos de Santa María de Roma y ambón de la catedral de Salermo (s. VIII).

Interesante es un mármol existente en la Capilla Palatina (Fig. 8, A), probablemente romano- o bizantino, al parecer de jamba de arco, con malla de círculos anudados que incluyen rose-tas de seis pétalos y otras de cuatro en los intersticios, esquema que se considera precedente de celosías de las mezquitas aljamas del siglo X de Córdoba y de Madinat al-Zahra (6) y (7). Respecto a celosías de la Capilla Palatina, algunas de las cuales fueron imitadas en las iglesias de de San Juan de los Leprosos, Martorana y San Cataldo, podemos clasificarlas en cuatro modelos de dibujo geométrico diferente.

En la figura 9 el A-1 cuyo desarrollo vemos en el dibujo (2), celosía que pudo gestarse en la cres-tería del patio de la mezquita de al- Azhar de El Cairo (3, según Creswell y otros). Dentro de esta familia de lazos de 6 cabe mencionar algunos esquemas hispanomusulmanes, por ejemplo el (4), de celosía de la mezquita aljama de Córdoba y el (6), (7, de la sinagoga de Santa María la Blanca de Toledo); el (8) del palacio de la Aljafería de Zaragoza (s. XI-XII), además del (9), tam-bién toledano. De la mezquita de Ibn Tulún es la trama (10, dibujo restituido por Flury) que con

Figura 9. Decoración geométrica. Capilla Palatina, A-1, 2, X.

Figura 10. Decoración geométrica de celosías detectadas en la Capilla Palatino, San Juan Eremita y San Juan de los Leprosos. Los esquemas 4, 5 y 6, de El Cairo. Las celosías

2, de la mezquita aljama de Córdoba (Us. X).

A-1 2

4 6 8

10

7

9

11 13 X

12

3 B-1 2 3

4

5C-1

2 D-1 X

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variante se repite en el (11, de yesería del Monasterio de las Huelgas de Burgos, s. XII-XIII). La foto (12) corresponde a celosía de la mezquita de al-Azhar (según Creswell), y el 13 es esquema mudéjar. Para el desarrollo o desarrollos del lazo de seis zafates en el arte islámico en general consultar dos obras nuestras (45). También de la Capilla Palatina es la cenefa (X) de la presente figura que se repite en San Juan de los Eremitas y otros templos palermitanos.

Siguiendo con la Capilla Palatina en la figura 10 ofrecemos la celosía (B-1), reiterada en San Juan de los Eremitas según Gabrieli y Scerrato (B-2). En (B-3) su desarrollo que parece origi-narse en (B-4), de intradós de arco de la mezquita de Ibn Tulún (Creswell). El (5) es de yeserías andaluzas, concretamente de Ronda (Málaga). Otras dos celosías de dudosa autenticidad en la Capilla Palatina: (C-1) y (D-1). La primera con origen en la mezquita Ibn Tulún ( 2) se deja ver en San Juan de los Leprosos, con remoto precedente en mosaicos de Volúbilis (Marrue-cos) y en la mezquita aljama de Córdoba del siglo X (X). La celosía D-1 quiere imitar celosía con incipiente lazo de ocho zafates de la qubba central del testero de la mezquita cordobesa (X); asimismo guarda semejanza muy estrecha con una celosía de la mezquita de Constantina (Argelia) del siglo XI (46).

En la Capilla Palatina se ven superficies vidriadas de zócalos o pavimentos de dudosa fecha con esquemas geométricos vistos en el arte egipcio tardio y en el hispanomusulmán. Veáse la figura 11 con las representaciones (A) (B) (C). Respecto a la primera el (1) tiene composición de lazos de 12 trabados por cuatro octogonillos formando lacería muy popular en España en

Figura 12. Zócalos y solerías de Palermo. Figura 11. Capilla Palatina. Decoración geométrica, A, B, C. Made-ra de El Cairo, 9.

A 2 3

B

X 5 6 7

C

2

3 4

9

1 A

D-1

D-3

D-2

A

2 3 4 8

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Arquitectura y decoración en el Islam occidental: España y Palermo

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yeserías y maderas de edificios mudéjares (2) (3). El tema (B-1) se compone de doble malla de distintos colores, una de hexágonos de azul y otra sobrepuesta con lacillos de seis zafates en forma de rombillos irregulares. El primer esquema se ve ya en celosía de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X (B-X) y respecto al segundo aparece en Egipto en el siglo XII, en el mi-hrab de madera de la mezquita de Sayyida Sitá Nafisa (1138) (9) (según Creswell). Composi-ciones emejantes se dan bastante en obras orientales, Siria, Palestina, Anatolia entre el siglo XIII y XIV) (B, 2, 3, 5, 6); el (4) de yeserías del monasterio de las Huelgas de Burgos; 7, de zócalo pintado del palacio almorávide de “El Castillejo” de Murcia; el (8) óculo o celosía de iglesia mudéjar de Cervera de la Cañada (Aragón) entre otros ejemplos. Este tema está tratado por nosotros en la obra El arte hispanomusulmán en su decoración geométrica. En el apartado C lacillos de ocho zafates trabados en serie (1), tema muy visto en la lacería hispanomusulmana (2) (3) (4) a partir ded la mezquita aljama de Córdoba del siglo X.

Por último composición muy original a la vez que complicada de superficie vidriada de la Capilla Palatina (Fig. 12, 1) cuya génesis analizamos de seguido (A). Desarrollada en Oriente antes que en España, entre los los siglos XI y XII, en Occidente básicamente en la mezquita de Taza y en Granada (siglo XIII). El esquema se forma por superposición de dos lazos diferentes, lazo de seis zafates (D-1) más el (D-3) que dan la composición (D-2) o la (3) de la Alhambra de Granada. Creswell reconoce este tema en la mezquita cairota de al-Salih Tala´i (1160) si bien el mismo autor le da en una torre tumba de Kharragan (Gülru Necipoglu) (47)

BIBLIOGRAFÍA

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5. Ibidem.

6. Ibn al-Jatib, Kitab a´mal (Historia islámica del Norte de Africa y Sicilia), trad., notas e ín-dices por Rafaela Castrillo, Madrid, 1983.

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7. Ibn Hawqal, op. cit.. Este panorama urbano lo interpreta Rosario La Duca en su plano del año 1962 (Cartografia della origini al 1860, Palermo, y La cittá perduta, III). Palermo, una ciudad que con sus alrededores tendría del orden de 300 hectáreas en las que habría que situar las numerosas mezquitas, a juicio de Amari 300 en la ciudad cercada y 200 en los suburbios o amplios arrabales. Ayudaría a evaluar por encima esta situación saber que Córdoba sólo entre sus murallas tenía 182 hectáreas cuyas mezquitas de dentro y fuera de los muros según los diferentes cronistas rebasaba con mucho el millar (490 en el siglo VIII, según Emilio García Gómez Sevilla al finalizar el siglo XII, 187 hectáreas para una población de 83.000 almas, al parecer con no más de 64 mezquitas en el año 1248 de la conquista cristiana. Y El Cairo fatimí según estimación de Torres Balbás, en torno a las 140 hectáreas para una población de 300.000 almas (¿tantas como Palermo hacia 977 estimadas por Ibn Hawqal?),aunque sólo la mitad vivía dentro de la cerca. Igual o pare-cido reparto de habitantes habría que pensar para Córdoba. Y es significativo que una de las puertas urbanas de Palermo, basándonos en La Duca, respondía por el nombre de Bab as-Sifa, nombre de una mujer del emir Abd al-Rahman II de Córdoba con que era conocida una mezquita del barrio de la ciudad. Respecto a los arrabales (en árabe rabad) amurallados del barrio ( en árabe hara) denominado Yadida (barrio nuevo) que mencio-na Ibn Hawqal, se debe contar con que estas ampliaciones de las medinas tipicamente hispanas podías estar cercadas por murallas independientes o no, en este segundo caso los habitantes estaban expuestos a asaltos y saqueos. El hecho de que el arrabal de Pa-lermo tuviera murallas implica una ciudad bien conformada ya en el siglo X. Al finalizar el siguiente Palermo, al igual que las ciudades hispanomusulmanas, se acrecentó y en-riqueció por su eficaz organización comercial, época en que la urbe contaba con más de 50.000 habitantes (Sapori, M. A., “Rapprt”, IX e Congrés Internationale des Sciences Historiques (Rapport, Sección IV. Histoire Sociale, Moyen Âge, París, 1950).

Otro aspecto urbano importante de Palermo es que la muralla árabe debió subsistir en grandes tramos en el siglo XII lógicamente con los debidos arreglos que fue imponiendo el correr del tiempo y las novedades castrense adecuadas a cada momento. Por ejemplo, la llamada Torre Campanario separada de la fachada occidental de la catedral sobre cuya función se viene especulando, en nuestro criterio se trata de torre albarrana añadida a la muralla en el siglo XII para mayor protección del duomo de la ciudad y de esta misma. Sobre este tema volveremos más adelante.

8. VV. AA., El arte islámico en el Mediterráneo. El arte sículo-normando. Museos sin frontera, 2004, p. 207.

9. Molinari, A., Sagesta II. Il castello e la moschea, 1997.

10. Krönig, W., Il Duomo de Monreale e l´archittetura normanna di Palermo, Palermo, 1965.

11. Creswell, K. A. C. The Muslim Architecture of Egypt, 939-1171, Oxford 1952.

12. Migeon, G., “Ofévrerie d´argent de style oriental trouvée en Bulgarie”, Syria, III, 1922, pp.

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141-144, Lam. XXX.

13. Pavón Maldonado, B., Guadalajara medieval. Arte y arqueología árabe y mudéjar, Ma-drid, 1984, pp. 179-180.

14. Pavón Maldonado, B., Tratado de arquitectura hispanomusulmana, III, Palacios, Madrid, 2004, Fig. 29, p. 779.

15. Abi Zar, Rawd al-Qirtas, edic., trad. Huici Miranda, Valencia, 1954, p. 447. Otro aspecto ur-bano importante de Palermo es que la muralla árabe debió subsistir en grandes tramos en el siglo XII lógicamente con los consabidos arreglos que fueron precisos.

16. Gómez-Moreno, M, Catálogo monumental de España. Provincia de Zamora, 1927.

17. Torres Balbás, L.,“Los cimborios de Zamora, Salamanca y Toro”, Congrés d´Histoire de l´Art, París, 1921, París, 1923, pp. 318-330.

18. Gómez-Moreno, M. “Entrecruzamiento de arcadas en la arquitectura árabe”, Actas du Congrés d´Histoire de l´Art, Paris, 1921, París, 1923, pp. 318-330.

19. Torres Balbás, L., “Arte califal”, España musulmana hasta la caída del califato de Córdo-ba, T. V de Historia de España de Ramón Menéndez Pidal, Espasa- Calpe, Madrid, 1957, pp.494-497.

20. Pavón Maldonado, B., “A propósito de Almonacid de Toledo”, Al-Qantara, XVI, 1995, pp. 125-141.

21. Gluck, H., Diez, E., Arte del Islam, Labor, 1961, fig. 461.

22. Golvin, L., “Le palais Ziri à Achir”, Ars Orientalis, VI, 1966, fig. 29..

23. Cyril Mango, Arquitectura bizantina, Madrid, 1989, pp. 115-116, fig. 166 (ver figura 6 del capítulo primero del presente libro).

24. Santoro, Rodo, La catedral de Palermo, pp. 79-80.

25. Ibidem. pp. 27-27-

26. Cyril Mango, Arquitectura bizantina, pp. 117-118, fig. 170.

27. Para este tema de iglesias regionales de Sicilia, VV.AA. Arte islámico en el Mediterráneo. Museos sin fronteras.

28. Creswell, K.A.C., Early Muslim architecture. Parte I, Umayyads, 622-750, Oxford, 1932-40.

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29. Cyril Mango, Arquitectura bizantina, pp. 54-55.

30. Herzfeld, E., Erster vorläufiger Bericht übre die Ausgrabungen von Samarra, Berlin, 1912.

31. Pavón Maldonado, B., Tratado de arquitectura hispanomusulmana. I, Agua, Madrid, 1990, p. 308, fig, 330.

32. Lézine, A., “ Deux ribats du Sahel Tunisien”, Cahiers de Tunisie, IV, 1956.

33. Lézine, A., Architecture de l´Ifriqiya. Recherches sur les monuments aghlabides, París, 1966.

34. Terzi,, A., La Cappella di S. Pietro nrlla di Palermo, 1889,

35. Monneret de Villard, U., Le pitture musulmane al soofitto della Capella Palatina in Paler-mo, 1950, p. 21 y notas 68, 69, 70.

36. Demus, Otto, The mosaics of Norman Sicily, London, 1949. Amari, Le epigrafi, pp.109-117, e “Inscrizione arabica nella chiesa di Santa Maria dell´Ammiraglio volgarmente detta chiesa della Martorana in Palermo”, Anuario della Società Italiana per gli Studi Orientali, I, 1873, pp. 105-115.

37. Creswell, Early Muslim Architecture. Parte I. Umayyads; Grabar, O., “The umayyad Dome of the Rock in Jerusalem”, Ars Orientalis, 1959, 33, 62.

38. Marçais, G., “Sur les mosaïques de la Grande Mosquée de Codoue”, Studies in islamic Art and Architecture, in Honour of Profesor K. A. C. Creswell, 1965. Stern, H., Les mosaïques de la Grande Mosquée de Cordoue, Berlin, 1976. Ibn Idari se expresa así sobre los mosai-cos de la mezquia cordobesa: “al-Hakam escribió al emperador bizantino Nicéforo Focas pidiéndole el envio de obreros mosaistas” (Bayan, 11 p. Trad. 392).

39. Wessel, Klaus, L´art copte, 1964, lám, 122.

40. Pope, A., A Survey of Persian Art, vol. VI, lám. 580 b.

41. Flury, “ La mosquée de Nayin”, Syria, XI, 1930.

42. Marçais, G. Les faïnces a reflets métalliques de la Grande Mosquée de Kairouan, París, 1928. Para este tipo de decoración concreto ver: Pavón Maldonado, B., “ La loza domésti-ca de Madinat al-Zahra”, Al-Andalus, XXXVII, 1972, pp. 172-227.

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43. en el Museum Für Islamisched Kunst, Berlín.

44. Arqueta de marfil atribuida a Egipto o sicilia del Museo Nacional de Florncia (Fig. 8, 8).

45. Pavón Maldonado, B., El arte hispanomusulmán en su decoración geométrica, Madrid, 1984, y “El lazo de 6 de la Alcudia (Elche)...”, Al-Qantara. XXI, 2001, pp. 171-204.

46. Bourouïba, R., L´art religieux musulman en Algerie, Argel, 1973, p. VII, foto 5.

47. Creswell, K.A.C., The Muslim Architecture of Egypt, lám. 28-10, apendice, fig, 14.