Arqueología completa web_OK (30-5-2011)

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  • Arqueologa aplicadaal estudio e interpretacin de edi cios histricos

    Ministeriode Cultura

    ltimas tendencias metodolgicas

  • Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

    ltimas tendencias metodolgicas

  • Edita: SECRETARA GENERAL TCNICA Subdireccin General de Publicaciones, Informacin y Documentacin

    MINISTERIO DE CULTURA

    NIPO: 551-10-116-X

    www.mcu.es

    www.060.es

    Direccin y Coordinacin de las JornadasEsther de VegaConcepcin Martn Morales

    Direccin y Coordinacin EditorialMara Domingo FominayaAntonio J. Snchez Luengo

  • ngeles Gonzlez-SindeMinistra de Cultura

    Mercedes E. del Palacio TascnSubsecretaria de Cultura

    ngeles AlbertDirectora General de Bellas Artes y Bienes Culturales

    MINISTERIODE CULTURA

  • 7vez estimulante tarea de desentraar la evolucin y etapas constructivas de los edi cios histricos; y por ltimo, dotarles de una herramienta prctica y ope-rativa que facilite su trabajo y les permita extraer el mximo de informacin contenida en la materialidad emergente del edi cio.

    La convocatoria de este Encuentro tuvo gran acep-tacin entre los profesionales de la arquitectura, la arqueologa y la restauracin, lo que demuestra que esta disciplina suscita gran inters para el futuro de la conservacin de nuestro patrimonio. Durante las sesiones se dispuso de tiempo para la participacin del pblico, desde donde tambin se hicieron intere-santes aportaciones. Vaya desde aqu nuestro agrade-cimiento a los asistentes.

    Estas actas recogen los textos e imgenes que los expertos expusieron durante las dos primeras sesio-nes. Agradecemos a cada uno de ellos su participa-cin en estas jornadas. Sin su esfuerzo y dedicacin, el xito de este Encuentro y la publicacin de estas actas no hubiera sido posible.

    Sin embargo, an queda camino por recorrer, pues est pendiente la publicacin de un documento que recoja las conclusiones debatidas en este Encuentro y establezca unos criterios metodolgicos consensua-dos que sirvan de herramienta operativa a los profe-sionales de la disciplina. Esperamos verlo pronto en nuestras manos.

    Esther de Vega GarcaCodirectora y Coordinadora del Encuentro

    Presentacin

    Durante los das 14, 15 y 16 de octubre de 2009 se ce-lebr en la sede del Instituto del Patrimonio Cultural de Espaa una reunin de renombrados especialistas en el campo de la arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos.

    La organizacin de jornadas destinadas a especia-listas se enmarca dentro de las funciones principales del IPCE, una de las cuales es establecer criterios y pautas de actuacin que puedan orientar la labor de profesionales dedicados a la conservacin y restaura-cin de edi cios histricos.

    En concreto, esta iniciativa surgi desde el rea de Intervenciones en Bienes Culturales en respues-ta a la demanda de informacin sobre esta materia ya que, en los ltimos aos, los estudios y anlisis de edi cios histricos realizados con metodologa arqueolgica han cobrado un valor importantsimo dentro de los equipos de redaccin de proyectos de restauracin, pues aportan valiossima informacin para el conocimiento y comprensin del objeto ar-quitectnico que se pretende conservar, y se han convertido en factor indispensable en la toma de decisiones de proyecto, por ser sus conclusiones de-terminantes e irrefutables.

    Las jornadas se concibieron con un triple objetivo; por un lado, ofrecer un foro a expertos espaoles e italianos donde pudieran exponer sus ltimos traba-jos, debatir sus mtodos y plantear propuestas para el futuro; por otro lado, hacer extensivo el conoci-miento de las tcnicas de anlisis arqueolgico a los profesionales que se enfrentan a la ardua pero a la

  • NDICE

    Archeology. Archeologia. Arqueologa. Hacia el anlisis de la Arquitectura........................................................11M. de los ngeles Utrero Agudo

    La conservacin del tiempo en la restauracin: el proyecto estratigrfico..........................................................25Pablo Latorre Gonzlez-Moro

    El anlisis estratigr co en la restauracin del patrimonio construido................................................................51Agustn Azcrate Garai-Olaun

    La construccin de un mtodo de intervencin en el patrimonio arqueolgico edi cado.............................65Alberto Lpez Mullor

    Experiencia metodolgica en Arqueologa de la Arquitectura de un grupo de investigacin. Instituto de Historia. CSIC. Madrid..................................................................................................................................103Luis Caballero Zoreda

    Procedure di documentazione e percorsi interpretativi delledilizia storica.....................................................121Gian Pietro Brogiolo

    I segni della strati cazione nellarchitettura costruita. Identi cazione e conservazione nel restauro..............................................................................................................129Francesco Doglioni

    El anlisis estratigr co: una herramienta de conocimiento y conservacin de la arquitectura................145Camilla Mileto y Fernando Vegas

    ndice

    Pg.

  • La investigacin arqueolgica en di cios histricos. Metodologa y experiencias. El Alczar de Sevilla.................................................................................................................................................................159Miguel ngel Tabales Rodrguez

    Herramientas metodolgicas aplicadas al estudio de un paisaje urbano forti cado: el caso de la villa de Vern (Monterrei, Ourense)............................................................................................................179Rebeca Blanco-Roteta

    Hacia una metodologa de anlisis de la arquitectura Romana en Augusta Emerita.........................................199Pedro Mateos Cruz - Antonio Pizzo

    Il Castello di Madrignano (La Spezia): analisi archeologica degli elevati in vista del progetto di recupero e conservazione..........................................................................................................217Anna Boato

    Diez aos de Arqueologa de la Arquitectura desde la empresa privada.Re exiones y un ejemplo prctico.......................................................................................................................................237Miguel ngel Muoz Garca

    La Arqueologa de la Arquitectura en la Escuela Tcnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politcnica de Madrid...........................................................................................................................253Fernando Vela Cosso

    ndice

    Pg.

  • 11tancias histricas y metodolgicas con la intencin de explicar cmo y por qu tiene lugar este recorrido.

    Palabras clave

    Building Archaeology, Archeologia dellArchitettura, Arqueologa de la Arquitectura, investigacin, restau-racin, destruccin.

    Summary

    This paper proposes an analysis of the prehistory of the Archaeology of Architecture as discipline born co-etaneously in the United Kingdom and Italy and, later, introduced in Spain. Main historic and methodologic circumstances are explored and exposed in order to explain how and why this route took place.

    Key words

    Building Archaeology, Archeologia dellArchitettura, Arqueologa de la Arquitectura, researching, restora-tion, destruction.

    La autora es doctora en Prehistoria y Arqueologa por la Universidad Autnoma de Madrid y est especia-lizada en arqueologa tardoantigua y altomedieval y Arqueologa de la Arquitectura. Actualmente es con-tratada postdoctoral JAE-Doc del Instituto de Historia (CCHS-CSIC), formando parte del GI Arqueologa de la Arquitectura dirigido por el investigador Dr. L. Ca-ballero Zoreda.

    Resumen

    Se propone un anlisis de la prehistoria de la Arqueo-loga de la Arquitectura como disciplina que da sus primeros pasos de manera coetnea en Reino Unido y en Italia y es, posteriormente, introducida en Espa-a. Se exploran y se exponen las principales circuns-

    Archaeology. Archeologia. Arqueologa. Hacia el Anlisis de la Arquitectura

    M. de los ngeles Utrero Agudo

    Instituto de Historia, CCHS-CSIC1

    [email protected]

    Este texto es principalmente resultado de las re exiones y del trabajo de-

    sarrollado tanto en Espaa como en Reino Unido con motivo del ciclo de

    formacin Predoctoral (FPI, Ministerio de Ciencia y Tecnologa) realizado

    en el Instituto de Historia (CSIC, Madrid), bajo la direccin de Luis Ca-

    ballero Zoreda, y Postdoctoral (Ministerio de Educacin y Ciencia), en el

    Museum of London Archaeology Service (MoLAS, Londres, Reino Unido),

    bajo la supervisin de Andrew Westman. A ambos, como siempre, mi ms

    sincero agradecimiento.

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    Precisamente las experiencias de M. Biddle (1968) y la sntesis de Ph. Barker (1977) sobre el sistema de registro estratigr co sentaron las bases de la poste-rior sistematizacin elaborada por E. C. Harris (1979a)3, arquelogo formado justamente en la Winchester Re-search Unit. El llamado sistema Harris supona el abandono de los presupuestos metodolgicos de las excavaciones de estratos individualizados arbitraria-mente4 e introduca, frente a las sntesis previas men-cionadas, una matrix o diagrama numrico que re e-jaba las superposiciones estratigr cas (Harris, 1975: 114, g. 24), siendo sta una imagen formalizada de la secuencia estratigr ca del yacimiento (Hammond, 1991: 29). Este sistema de registro fue aplicado por primera vez en una ciudad por el Departamento de Arqueologa Urbana de Londres (Department of Urban Archaeology, DUA; Hobley, 1985: 194), precedente del actual Servicio de Arqueologa del Museo de Londres (Museum of London Archaeology Service, MoLAS). De hecho, esta misma entidad public inmediatamente un manual de excavacin (Scho eld, 1980) que, basado en el mtodo Harris, propona ya unas primeras chas de registro5 (Figura 1).

    Sin embargo, las primeras sistematizaciones te-ricas y aplicaciones al anlisis de las construcciones histricas entendidas como secuencias de unidades estratigr cas, se deben en un principio a investi-gadores italianos. La rpida transmisin de la es-tratigrafa desde el mbito ingls al italiano septen-trional, puede residir en varios motivos. En primer lugar, en una tradicin local que ya haba solicitado la necesidad de obtener un mtodo propiamente ar-queolgico para el anlisis de la arquitectura his-trica6. En segundo lugar, en el desarrollo pionero de la arqueologa medieval7, la cual contaba con el precedente consolidado de la arqueologa cristiana (Gutirrez Lloret, 1997: 58-61). Este hecho se re eja,

    El hecho de participar en una reunin que cuenta con los principales protagonistas del nacimiento y desa-rrollo de la Arqueologa de la Arquitectura nos lleva inevitablemente a modi car nuestra intervencin, la cual deba responder inicialmente a la organizacin, con un estado de la cuestin sobre esta disciplina. Con la intencin de evitar caer en la repeticin y po-siblemente en el error, pues nadie mejor que ellos podrn recorrer y hacer balance de su propia expe-riencia, hemos optado por retroceder algo ms en el tiempo para comenzar por lo que podramos denomi-nar la prehistoria de la Arqueologa de la Arquitectu-ra, etapa algo menos explorada y posiblemente ms esclarecedora.

    De este modo, las lneas que siguen a continuacin no pretenden explicar la evolucin de la Arqueologa de la Arquitectura en nuestro pas, radiogra ada por otro lado en otros trabajos recientes a los que reme-timos al lector (Caballero y Fernndez Mier, 1997; y Quirs, 2002 y 2006), sino ofrecer una visin de su proceso de surgimiento en un marco ms amplio con la intencin de comprender el por qu y el cmo de su aplicacin actual.

    Veinte aos despus en Europa

    Si entendemos que el registro estratigr co forma parte de la Arqueologa de la Arquitectura, debe-mos contextualizar su surgimiento para entender el nacimiento de sta. La arqueologa anglosajona de posguerra, necesitada de responder con rapidez a la reconstruccin de las ciudades arrasadas en la d-cada de los 40, implant el uso del mtodo estrati-gr co y con l, de herramientas de documentacin que se fraguaron y perfeccionaron gracias a las in-tervenciones dirigidas en distintos centros urbanos por arquelogos como B. Cunliffe (1964, Winchester, Bath), M. Biddle (1968, Repton, Winchester)2 o Ph. Barker (1977, Londres). Estas experiencias subraya-ron complementariamente la necesidad de establecer organizaciones profesionales de arqueologa (Units) que respondieran a las urgencias arqueolgicas de las ciudades en reconstruccin, fundndose entonces gran parte de ellas.

    Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

    Reivindicando por primera vez las excavaciones en rea (Biddle y Kjlbye,

    1969: 211-213).

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    Adelantada en varios artculos previos (ver bibliografa Harris, 1975, 1977,

    1979b y, posteriormente, 1984). Aunque el alzado incluido en la monogra-

    fa de Harris (1979: 44, g. 12) suele ponerse como ejemplo de la aplica-

    cin de la estratigrafa a los alzados, el tema no se desarrolla en el texto.

    Sistematizados por Wheeler (1954).

    Manual y chas de registro actualizados, hasta hoy, en dos ediciones pos-

    teriores (Spence, 1990 y Westman, 1994).

    Como evidencian distintos trabajos en el mbito de la arquitectura ro-

    mana (Lugli, 1957 y Lamboglia, 1958), y de la tardoantigua y altomedieval

    (Angelis dOssat, 1971).

    Sobre el nacimiento y desarrollo de la arqueologa medieval en Italia, ver

    Francovich (1992) y Gelichi (2006).

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    por ejemplo, en las tempranas ediciones a inicios de la dcada de los 70 de las revistas de Notiziario di Archeologia Medievale (1971) y de Archeologia Medievale (1974), ambas series con vigencia hasta nuestros das. Y en tercer lugar, en el conocimiento por parte de la arqueologa italiana del los trabajos de Ph. Barker y E. C. Harris (Ferris, 1989: 12), cuyo mtodo era empleado por los arquelogos britni-cos en las excavaciones de los yacimientos roma-nos del Norte de frica (ejemplo de la villa romana de Sette nestre; Roure, 1992: 21). Prueba de ello es tambin la temprana edicin del manual de excava-cin de A. Carandini (1981)8.

    En la dcada de los aos 80, gracias a arquelo-gos y arquitectos como F. Bonora (1979), T. Manno-ni (1984), R. Parenti (1985), G. P. Brogiolo (1988a y

    Ed. revisada en 1991 (en castellano, Historias en la tierra: manual de exca-

    vacin arqueolgica, Barcelona, 1997).

    8

    Archaeology. Archeologia. Arqueologa. Hacia el Anlisis de la Arquitectura

    1988b) y F. Doglioni (1988), se elabora una termino-loga espec ca y el concepto de Unidad Estratigr ca Muraria (UEM). Su formacin e individualizacin, as como las tcnicas de documentacin y mtodos de datacin establecen entonces su base (Parenti, 1988a y 1988b). La primera cha de registro propuesta por Mannoni (1976) (Figura 2) ser modi cada poste-riormente por Parenti (1985: 63), incorporando ya el diagrama estratigr co. Estos hechos evidencian la rpida traduccin del sistema estratigr co de regis-tro del suelo al edi cio, proceso que se o cializar como disciplina en la publicacin de Francovich y Parenti (1988), una puesta al da y recopilacin de di-versas propuestas y experiencias llevadas a cabo por los autores arriba mencionados, que, como indica su ttulo, se vincula ya en su fase emergente a la restau-racin de la arquitectura.

    Ser a principios de los 90 (Mannoni, 1990a y 1990b: 28) cuando el trmino de archeolo-gia dellarchitettura uni que otros precedentes, prximos pero variados (archeologia degli elevati,

    Figura 1. Ficha de registro propuesta por Schofield (1980). Figura 2. Ficha de registro de tcnicas constructivas propuesta por

    Mannoni (1976).

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    Evidencia de ello son las reuniones de Interpreting Stratigraphy, promovidas por las propias Units a -nales de la dcada de los aos 80 y comienzo de los 90, con el claro objetivo de servir de foro de discu-sin sobre la metodologa y su aplicacin a partir de las numerosas experiencias llevadas a cabo principal-mente en suelo urbano10. Ejemplos de esta re exin son, por ejemplo, las discusiones surgidas en torno al diagrama estratigr co, con propuestas de diagramas de Actividades (conjuntos de UEs coetneas) o group matrix o, por otro lado, la introduccin del land use diagram (Figura 3), mediante el cual se intenta intro-ducir la duracin o longevidad de las UEs y ordenar-las en categoras mayores11.

    Este proceso determin su posterior y paulatina implantacin en la arquitectura. Despus de un perio-do de incertidumbre, con un debate interno (Ferris, 1989 y 1991; Meeson, 1989; Smith, 1989 y Bold, 1990) ms centrado en el uso de chas de documentacin que en su funcin como herramientas tiles para de-terminar y organizar la secuencia ( Jones, 2000: 114), las primeras experiencias (Lea, 1985/86 (Figura 4) y Westman, 1987, en Londres) y re exiones en torno a los grados de anlisis (Ferris, 1989) o la integracin de los trabajos arqueolgicos en las distintas fases del ciclo de restauracin del patrimonio edi cado (Wood, 1994) retrasaron sus fechas a nales de los 80, inicios de los 90. Otros trabajos pioneros tuvieron lugar en el mismo entorno anglosajn, aunque en los territorios de las antpodas y de Latinoamrica, y se centraron en problemas como la identi cacin de las UEs y su situacin cronolgica12.

    A da de hoy, se puede decir que la aceptacin de la aplicacin estratigr ca a los muros comienza a ser mayoritaria13, aunque no homognea, no faltando voces que reclaman la necesidad de particularizar la aplicacin del sistema de registro al anlisis de los

    delledilizia storica, del costruito), y se justi que como la arqueologa basada en los caracteres cons-tructivos y en las transformaciones de los edi cios, es decir, en el anlisis objetivo de los mismos arte-factos (Mannoni, 1996: 5). Es entonces cuando la disciplina abrir su propia va de divulgacin. Nace as la revista Archeologia dellArchitettura (1996/I), la cual, no hay que olvidar, lo hace como suple-mento anual a la revista de Archeologia Medievale (1974/I), serie inaugurada ms de dos dcadas antes.

    Pero por qu entonces la Arqueologa de la Ar-quitectura surge en Italia cuando las primeras expe-riencias estratigr cas se dan en Inglaterra? En nues-tra opinin, la razn de ello puede buscarse en varias causas. Por un lado, las ciudades inglesas fueron un buen marco para el desarrollo de una arqueologa estratigr ca de suelo, condicionada por los impera-tivos de la urgente reconstruccin, pero no lo fueron sin embargo para la de los alzados, dada la ausencia de estructuras murarias de poca antigua y medieval y, por otro lado, la notable presencia de complejos industriales, propiedad de una arqueologa industrial de corte positivista y con una consolidada tradicin desde nales de los aos 60. De hecho, aunque la Society for Medieval Archaeology se funda en 19579, es decir, casi dos dcadas antes que su homloga italiana, la arqueologa medieval encajar dentro del marco citado de excavaciones urbanas (Biddle, 1968: 110), en las cuales se incluyen gran nmero de igle-sias y conjuntos medievales.

    Por el contrario, la sustancial cantidad y cualidad de los restos murarios medievales conservados en los centros histricos italianos, as como la presencia de una teora de la restauracin y de una emergente ar-queologa medieval, que requeran una herramienta de anlisis de la arquitectura, se prestaron a su de-sarrollo. Es precisamente en la Italia septentrional y otras zonas carentes de grandes monumentos (Quirs y Gobbato, 2004: 190) y por ello necesitadas de otra herramienta de anlisis que permitiese abordar el es-tudio de una arquitectura urbana y rural annima, donde la arqueologa estratigr ca de los alzados en-cuentra su sitio.

    En Inglaterra, el sistema Harris fue sometido a un proceso de re exin que afectaba a sus herramientas.

    Publicndose el primer volumen del Journal of Medieval Archaeology un

    ao ms tarde (1958).

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    Steane (1992), Barber (1993), Sheperd (1995) y Roskams (1998 y 2000),

    entre otros.

    Diferentes propuestas (Carver, 1990; Spence, 1990 o Steane, 1993) pre-

    tenden resolver el problema de representar la longevidad de las Unida-

    des. Fenmenos como la reutilizacin de las Actividades por otras pos-

    teriores a lo largo del proceso constructivo o de ruina o el deterioro de

    las Unidades y Actividades que pertenecen a distintos momentos, por

    ejemplo, no son representados explcitamente en el diagrama.

    Destacamos las propuestas de Davies (1987 y 1993) sobre la introduccin

    de smbolos de representacin, y de Hammond (1991), sobre la adicin de

    la informacin cronolgica proveniente de analticas de c14.

    Trabajos recopilados en Roskams (2000).

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    Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

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    Figura 3 (arriba). Land use diagram segn Steane (1993). OA: Open Area, B: Building, ph: phase.

    Figura 4 (abajo). Dibujo estratigrfico del muro N de St Mary-at-Hill (Londres) segn Lea (1985-86).

    Archaeology. Archeologia. Arqueologa. Hacia el Anlisis de la Arquitectura

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    po, es decir, una sincrona re ejada sintticamente en el diagrama o secuencia temporal, el anlisis sintc-tico de los espacios se aplica a un momento esttico de esa secuencia temporal, generalmente re ejado en una planimetra, base sobre la que se representan los anlisis arriba indicados. Ambas aproximaciones son, en consecuencia, complementarias. La protohistoria, carente de alzados, por un lado, y la arqueologa his-trica17, rica en ellos pero habitualmente ocultos por revestimientos posteriores, por otro, es decir, las eta-pas ms antiguas y las ms modernas, son los campos de aplicacin que cuentan con un mayor recorrido en los anlisis espaciales.

    Por ltimo, el estudio de la arquitectura verncula se rige segn un mtodo tipolgico, aunque con un pronunciado nfasis en el proceso de entendimiento de la arquitectura industrial18. Estos trabajos pueden encuadrarse dentro del denominado, segn Mannoni (1998), anlisis con guracional. Se realiza una lectu-ra arqueolgica, pero no se sigue un esquema estra-tigr co, teniendo en cuenta que los revestimientos ocultan gran parte de las super cies murarias de es-tos conjuntos, pertenecientes principalmente a poca moderna y contempornea. Se observan las caracte-rsticas morfolgicas y las variaciones tipolgicas y dimensionales, siendo evidente las limitaciones del estudio. Por ello, estos trabajos deben entenderse dentro de un marco legal establecido que pone en relacin la importancia del edi cio, el grado de pro-teccin y los niveles de anlisis (TABLA 1).

    Este marco garantiza el estudio en mayor o menor medida de todos los conjuntos arquitectnicos, situa-cin totalmente ajena en Espaa. Sin embargo, las constantes transformaciones de la ciudad y el rgido sistema de grados de proteccin condicionan severa-mente el nivel de anlisis, siendo habitual la aplica-cin de los niveles ms super ciales (niveles 1-2), de forma eventual el intermedio (nivel 3) y de manera excepcional el que implica un anlisis estratigr co pormenorizado (nivel 4).

    De la paulatina aceptacin de la Arqueologa de la Arquitectura en territorio ingls se desprenden dos

    edi cios14. De hecho, los estudios realizados en In-glaterra pueden distinguirse por el tipo de arquitec-tura que analizan (Clark, 2000: 17), siendo el anlisis estratigr co propiedad casi exclusiva de los alzados medievales15.

    En la arquitectura excavada con uyen propuestas encaminadas a entender la arquitectura desde un en-foque socio-espacial y funcional. En la dcada de los 80 aparecen distintas propuestas en torno al anlisis de la arquitectura excavada en los yacimientos. Arqui-tectos (Hillier y Hanson, 1984), arquelogos (Sanders, 1990) o antroplogos (Steadman, 1996) afrontan el anlisis de construcciones carentes o pobres de al-zados, desarrollando un tipo de estudios que intenta explotar al mximo la capacidad informativa de las plantas constructivas, a menudo lo nico conservado. Aspectos como la forma arquitectnica, los accesos y la visibilidad espacial, son analizados y representados en anlisis gamma, planos de circulacin y campos de visin. Principalmente el anlisis gamma (diagra-mas de accesibilidad) fue notablemente criticado por obviar otro tipo de informacin (tamao relativo de los espacios, esquemas decorativos de suelos y mu-ros) que puede complementar el estudio espacial (Brown, 1990) y porque corre el riesgo de caer en la simpli cacin de identi car modelo espacial y mode-lo social (Grenville, 1997: 20). Sin embargo, hay que subrayar que este sistema interpretativo debe ir siem-pre precedido de uno de registro como medio para averiguar la convivencia y/o sucesin de las unidades espaciales que caracterizan los distintos momentos espaciales y funcionales. Por lo tanto, primero hay que registrar (estratigrafa) y despus interpretar (an-lisis espacial)16.

    Es ms, mientras la Arqueologa de la Arquitectura obtiene una evolucin constructiva a lo largo del tiem-

    Distintas puntualizaciones realizadas por Ferris (1989), sobre la utilizacin

    de chas de documentacin espec cas para elementos arquitectnicos

    y elementos estructurales; Grenville (1997: 2-59), sobre la necesidad de

    especi car una agenda de investigacin y, posteriormente, de trabajo; o

    por Morriss (2000: 152-155), sobre el inadecuado uso, en su opinin, del

    trmino estratigrafa en el anlisis de los edi cios.

    Addyman y Morris, 1976 y Rodwell, 2005 como principal sntesis, con re-

    ferencias previas.

    Entre las experiencias prcticas en nuestro pas, podemos citar los traba-

    jos de Snchez (1998 y et alii 1999) en la arquitectura ibrica meridional,

    de Maana, Blanco y Ayn (2002) y Criado y Maana (2003) en la prehis-

    trica septentrional, de Bermejo (2009 en prensa) en la arquitectura do-

    mstica romana y de Gutirrez y Cnovas (2009) en la medieval (baslica

    de El Tolmo de Minateda, Albacete).

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    16 Con un notable desarrollo en Latinoamrica, ver Zarankin (2003), Funari y

    Zarankin (2003) y Zarankin y Niro (2007).

    Como evidencia el manual de Hutton (1986), trabajo centrado en realidad

    en la manera de realizar los dibujos de forma detallada, con un mtodo

    similar al utilizado para el mismo tipo de arquitectura en Amrica del Nor-

    te (Deetz, 1977 y Guy, 2006).

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    Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

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    extensos (over-extended) o infravalorar los aspectos iconogr cos de los edi cios (Fernie, 1988: 357). Fue-ra de estos reproches, ms bien aislados, aunque sig-ni cativos, la aceptacin del anlisis estratigr co de la arquitectura parece asumida.

    Por lo tanto, tal vez debamos reformular la cues-tin planteada unos prrafos ms arriba, en la que nos preguntbamos por qu la Arqueologa de la Arquitectura surge en Italia cuando las primeras ex-periencias estratigr cas se dan en Inglaterra? La res-puesta reside, en nuestra opinin, en el hecho de que la Arqueologa de la Arquitectura surge de manera natural en aquellos mbitos que asumen el mtodo Harris como sistema de registro. La nica diferencia consiste en que en el mbito anglosajn, la Arqueo-loga de la Arquitectura surgi como arqueologa, mientras que en el italiano lo hizo como arqueologa medieval, marcos que determinan irremediablemente su evolucin posterior. Tanto la vinculacin historio-gr ca, idiomtica como patrimonial podra explicar la importacin desde Italia, y no desde Inglaterra, a nuestro pas. Sintetizando, podramos decir que la Ar-queologa de la Arquitectura nace gracias a la reno-vacin de la metodologa arqueolgica en el mbito sajn y a su importacin por parte de una arqueo-loga medieval italiana emergente, libre por ello de una tradicin consolidada y rica, a su vez, en alzados construidos.

    Fuera de este tringulo, se constata una presencia heterognea de la Arqueologa de la Arquitectura en otros pases europeos, aunque se reconoce un pau-latino incremento en los ltimos aos. En Portugal, la Arqueologa de la Arquitectura ha sido introducida de la mano del ya extinto IPPAR (Instituto de Portugus de Patrimonio Arquitectnico), institucin consciente de la necesidad de aplicar este mtodo de cara a los proyectos de restauracin en el patrimonio edi cado.

    efectos positivos. Primero, la introduccin del trmi-no building archaeology sustituyendo a otros anterio-res (building recording, architectural archaeologists o surveyors) en 1993, como ocurre de manera casi coetnea en el mbito italiano, con motivo de la con-ferencia del Buildings Special Interest Group, dentro del Institute of Field Archaeologist (IFA)19. Este he-cho supone el inicio del estudio del edi cio como objeto arqueolgico con su propio derecho (Morriss, 2000: 14). Y en segundo lugar, la normalizacin de los anlisis arqueolgicos de acuerdo a un marco de gradacin de estudio-importancia del edi cio. Las normativas de anlisis peridicamente actualizadas, ms que unas instrucciones de nitivas, deben enten-derse como un amplio marco referencial20. Lejos de la bonita utopa a la que pueda conducir a primera vista la existencia de tal aparato normativo, esta reglamen-tacin supone frecuentemente el inicio del proceso de destruccin del edi cio, no de su recuperacin o restauracin. Es decir, se documenta el edi cio que se va a destruir, idea sobre la cual volveremos al nal del texto.

    Los efectos negativos fueron comunes a los de otros mbitos cient cos. Se produjo un enfrenta-miento con una historia del arte que acusaba a la arqueologa de tener un carcter confuso o engaoso al proponer unos periodos constructivos demasiado

    Catalogacin de EH RCHM

    Fechas Grado de proteccin Inters arquitectnico e histrico Niveles de anlisis

    Pre 1700 Grado I Antigedad y excepcional inters (Act 1979 Ancient Monuments

    and Archaeological Areas)

    Niveles 3 (analtico) y 4 (analtico comprensivo)

    1700-1840 Grado I Antigedad y excepcional inters (Act 1979 Ancient Monuments

    and Archaeological Areas)

    Niveles 1 (bsico) y 2 (descriptivo)

    1840-1945 Grado II Particular importancia

    Post 1945 Grado II Especial inters (aprox. 90% de los edi cios catalogados)

    Tabla 1. Relacin entre los grados de proteccin establecidos por el English Heritage (EH) y los niveles de anlisis determinados por el Royal Commision on

    Historical Monuments (RCHM).

    Con un correspondiente monogr co sobre building archaeology en la

    revista The Field Archaeologist (1992).

    Standard and Guidance for the archaeological investigation and recor-

    ding of standing buildings or structures, IFA, 1 ed. 1996, rev. 2001; Recor-

    ding Historic Buildings. A Descriptive Speci cation, RCHME, 1 ed. 1990; o

    Understanding Historic Building, EH, ltima ed. 2006; y de proteccin por

    el gobierno estatal de los edi cios catalogados, PPG15: Planning Policy

    Guideline: Planning and the Historic Environment.

    19

    20

    Archaeology. Archeologia. Arqueologa. Hacia el Anlisis de la Arquitectura

  • 18

    Quince aos despus en Espaa

    Tanto la introduccin como desarrollo de la apli-cacin del mtodo estratigr co al anlisis de los edi cios histricos en Espaa ha sido ya tratado en trabajos previos de sntesis general (Caballero y Fer-nndez Mier, 1997; y Quirs, 2002 y 2006), de cuya lectura se concluye un panorama desigual sobre la puesta en prctica as como sobre la aceptacin en nuestro pas tanto por parte de los arquelogos y arquitectos como de la administracin. La primera puesta en comn en el marco peninsular (Murillo y Snchez Zu aurre, 200422) permite reconocer un panorama de creciente aplicacin as como una re- exin de los primeros resultados, condiciones y perspectivas que vienen a sumarse a las efectuadas ya en el mbito internacional con anterioridad (mo-nogr co Arqueologa de la Arquitectura 2002/1 y Ayn, Blanco y Maana, 2003).

    En Espaa, la introduccin del mtodo de una ma-nera normalizada se debe a la actividad restauradora del Servei del Patrimoni Arquitectnic Local de la Di-putacin de Barcelona, servicio que afronta las res-tauraciones una vez realizado el estudio arqueolgico correspondiente. Arquelogos y arquitectos iniciaron a comienzos de los aos 80 una labor que llega hasta nuestros das y que cuenta con un extendido currcu-lo de actuacin en conjuntos edi cados de distintas etapas histricas. Hay que sealar que Catalua era probablemente el marco natural de introduccin de la Arqueologa de la Arquitectura, teniendo en cuenta que tambin las primeras experiencias de estratigrafa de suelo tuvieron lugar all a nales de los aos 70 en yacimientos de cronologa romana (Roure, 1992; Lpez Mullor, 2002: 159, villa de Vilauba, Gerona) y medieval (Lpez Mullor, 2002: 159, ermita de Nues-tra Seora de Bellvitge, Barcelona23), incrementndo-se el nmero de excavaciones de edi cios de culto medievales en la siguiente dcada (Lpez Mullor y Gonzlez, 1991). La creacin de grupos de trabajo como el Taller Escola dArqueologia de Tarragona (TEDA) y las reuniones sobre mtodo (Trcoli y Sos-pedra, 1992) re ejan su paulatina acogida en el seno

    De hecho, el primer edi cio analizado estratigr ca-mente (Ramalho, 2004: 149) fue la iglesia de So Gio de Nazar (Caballero, Arce y Utrero, 2003), gracias a un convenio establecido entre el IPPAR y el CSIC. Trabajos posteriores se han desarrollado en varios conjuntos monsticos (Rendufe, Tibes), amurallados y eclesisticos (Idanha-a-Velha, Lourosa), siendo el IPPAR (actualmente IGESPAR, Instituto de Gesto do Patrimonio Arquitectnico e Arqueolgico) y el co-rrespondiente ente regional (gobierno, universidad) los habituales garantes de estos trabajos.

    En Francia, dentro de la llamada Archologie du bti o Archologie des lvations, el inters por el co-nocimiento de las fases constructivas21 (Rouger, 1999 y Journot, 1999) es en gran medida deudor de la ex-periencia sajona (Davies, 1993 y Wood, 1994). Los materiales y las tcnicas constructivas y de manera destacada las marcas de cantero, han gozado de un gran protagonismo, re ejando de nuevo la importan-cia de la arquitectura medieval como sujeto principal de anlisis (Sapin et alii, 2008, conjunto de Mont-SaintMichel). Los ejemplos han sido sin embargo su- cientes para poner sobre la mesa cuestiones como las di cultades de implantacin de la Arqueologa de la Arquitectura (Parron-Kontis y Reveyron, 2005) o la inadaptacin de la legislacin (Derieux, 2004: 47).

    En centro Europa, la Bauforschung es an un campo de arquitectos e ingenieros civiles que ana anlisis estructurales con otros de carcter descrip-tivo. Las referencias que conocemos nos llevan de nuevo al periodo medieval, como ejempli can los trabajos practicados en algunos castillos bajomedie-vales por el Instituto de Cultura Material del Medioe-vo Austriaco de la Academia de las Ciencias (Institut fr Realienkunde des Mittelalters der sterreichischen Akademie der Wissenschaften) y diversas iglesias me-dievales del mismo entorno (Hauser, 2003 y Mitter-mair y Bitschnau, 2003). Aunque estas referencias son escasas como para efectuar una valoracin global, la sombra de la tradicin de la Arqueologa Clsica de la escuela alemana as como el reducido nmero de alzados medievales, mayoritariamente destruidos en las contiendas del siglo XX, de manera similar al caso ingls, podran ser algunas de las causas de esta si-tuacin.

    Algunos ejemplos indicados por Esquieu (1997), Prigent (2000) y Prigent

    y Hunot (2000).

    21

    Sesin de Arqueologa de Arquitectura en el IV Congresso de Arqueolo-

    gia Peninsular (Faro, 2004), publicada como parte de la revista Arqueolo-

    ga de la Arquitectura 2004/3.

    Considerada el primer diagrama estratigr co de la arqueologa me-

    dieval catalana.

    22

    23

    Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

  • 19

    ternacional celebrado en Valladolid26, as como otras monografas posteriores surgidas con vocacin de es-tablecer una puesta al da (Ayn, Blanco y Maana 2003 y Murillo y Snchez Zu aurre, 2004).

    Hacia un anlisisde toda la Arquitectura

    Como ya hemos mencionado, la habitual conserva-cin parcial o total de los alzados de las construc-ciones medievales fue en un inicio uno de los prin-cipales motivos del desarrollo de la Arqueologa de la Arquitectura para el estudio de los conjuntos cons-truidos de este periodo. Dos dcadas despus, sus lmites parecen establecerse peligrosamente en esta poca, como demuestran la mayora de los ejemplos que conocemos. Se constata igualmente un desequili-brio regional, del mismo modo que evidencia DUlizia (2005) para la pennsula italiana, dependiendo los distintos trabajos realizados de los correspondientes marcos legislativos y gubernamentales y de la inicia-tiva de los distintos organismos pblicos y privados, saliendo unas arquitecturas y unos territorios ms be-ne ciados que otros.

    Pero si hay una conclusin evidente despus de realizar este recorrido por la prehistoria e historia de la Arqueologa de la Arquitectura es que, mientras los proyectos de investigacin27 y de restauracin28 han tenido en Italia y en Espaa su principal marco de aplicacin y desarrollo, el ambiente anglosajn est notablemente marcado por un proceso totalmente contrario, el de la destruccin. Del mismo modo que la reconstruccin de la posguerra actu como acicate para la introduccin del mtodo estratigr co, el de la destruccin ha condicionado el devenir del anlisis de los alzados construidos dentro de un estricto esquema (tabla 1). La documentacin arqueolgica se convierte aqu en el nico modo de preservar la informacin sobre un patrimonio destinado a desaparecer.

    de la arqueologa catalana. En los 80, la estratigrafa se extiende a los alzados construidos de otras tantas iglesias barcelonesas (Lpez Mullor, 2002: 160). La afortunada combinacin de lectura de paramentos y excavacin, permiti obtener una comprensin com-pleta del monumento y de su entorno inmediato en la mayora de estos ejemplos.

    El Servei no slo implant y desarroll una mane-ra de hacer. Su nacimiento estrechamente vinculado a la restauracin y a la arqueologa de suelo dentro de un equipo multidisplinar (arquitectos, arquelogos, historiadores) favoreci su difusin entre estos distin-tos profesionales, contando adems con un medio de divulgacin propio (Simposi).

    Con anterioridad al trabajo desarrollado por el Ser-vei, las re exiones y experiencias de investigadores como L. Caballero (1986 y 1987) y A. Jimnez (1989) haban evidenciado la necesidad de un cambio meto-dolgico. Este salto tuvo lugar con la puesta en mar-cha de distintos proyectos de investigacin sobre la arquitectura altomedieval hispnica, concretamente de la regin castellano-leonesa, que contaban con la Arqueologa de la Arquitectura como herramienta de anlisis. Los primeros desarrollos tericos as como experiencias prcticas, quedaron plasmados en dos publicaciones que suponen el inicio o cial de este mtodo: el monogr co Leer el documento construi-do (Caballero y Latorre, 1995), publicado signi cati-vamente en una serie de arquitectura (Informes de la Construccin), y el Curso de Arqueologa de la Arqui-tectura (Caballero y Escribano, 1996). Ambas mono-grafas constituyeron una sntesis metodolgica y una recopilacin de distintas experiencias que sentaron las bases para trabajos posteriores.

    Con estos precedentes, la dcada de los 90 fue testigo del desarrollo de ciertos aspectos metodol-gicos24 y de la implantacin paulatina del mtodo en distintos entornos geogr cos y acadmicos. A la consolidacin de estos grupos de trabajo e investiga-cin25, hay que sumar la fundacin de la revista de Arqueologa de la Arquitectura, coeditada por la UPV y el CSIC, cuyos dos primeros nmeros (2002 y 2003) recogan las aportaciones realizadas al congreso in-

    Sobre cronotipologa y mensiocronologa, ver Quirs (1994 y 1996), Alta-

    rriba et alii (2001). Sobre micro-estratigrafa, Arce (1996) y Arce, Doglioni

    y Parenti (1996). Y ms recientemente sobre prospeccin, Mauri (1995),

    Quirs y Gobbato (2004) y Snchez Zu aurre (2007).

    Cuyos trabajos forman parte de este volumen.

    24

    25

    En el V Congreso de Arqueologa Medieval Espaola (Valladolid, 1999, vol. 1)

    se acogi una seccin espec ca de arqueologa de la arquitectura que

    recoga trabajos realizados en distintos tipos de conjuntos peninsulares.

    Caballero (2002 y 2004) y Utrero (2008).

    Distintos ejemplos en Azkarate (2002), Gonzlez Moreno-Navarro (1995

    y 1999), Lpez Mullor (2002), Mileto y Vegas (2003 y 2004) y Tabales

    (2002a y 2002b).

    26

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    Archaeology. Archeologia. Arqueologa. Hacia el Anlisis de la Arquitectura

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    De este modo, la aplicacin de la Arqueologa de la Arquitectura como herramienta de documentacin del patrimonio a destruir y, por ello, nico guardin de su memoria, se sienta por el momento en la sala de espera, aunque esperemos que no por mucho tiempo, junto a su vertiente investigadora y restaura-dora para ser llamada por la administracin y alzada a la misma categora que la arqueologa de suelo.

    Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

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  • 25proceso de transformacin en el tiempo, que provoca la estrati cacin de su construccin y le con ere su condicin histrica. Simultneamente, la arquitectura histrica est dotada de unos valores sincrnicos que emanan de su propia condicin como arquitectura.

    De nida la estratigrafa de una construccin hist-rica podemos proyectar la que resultar de la obra de restauracin: de niendo y proyectando los depsitos que se eliminarn o cortarn, el trazado de las nuevas super cies de corte, la colocacin, volumen y super- cies de borde de los nuevos depsitos constructivos y las relaciones resultantes entre los depsitos histri-cos conservados y los nuevos construidos.

    Palabras clave

    Espacio, arquitectura, tiempo, estratigrafa, restauracin.

    Abstract

    The story of restoration has been marked by the limi-tations imposed to the restoration works for guaran-teeing the unaltered conservation of the documen-tal, historical and temporal values. However, it hasnt

    Best Poster Award, CIPA 2001; Premio Europa Nostra 2002; Premio Olaguibel de Arquitectura 2006; profe-sor en los master de restauracin de Madrid, Sevilla y La Corua; restauracin de La Torre de Hrcules (La Corua), Melque (Toledo), Trampal (Cceres) y Cate-dral de Santa Mara (Vitoria-Gasteiz); levantamientos del Acueducto de Segovia, Catedrales de Palma y Vi-toria y Cripta Guell; arquitecto del Programa de Con-servacin del Patrimonio Histrico de la Fundacin Caja Madrid.

    Resumen

    La historia de la restauracin ha estado marcada por las limitaciones que se han impuesto a la obra para garantizar la conservacin inalterada de los valores documentales, histricos y temporales. Sin embargo, no ha sido posible concretar la materialidad de los elementos que otorgan estos valores al monumento y cmo se destruyen con la obra de restauracin.

    No puede percibirse un espacio inmaterial, ni de- nirse el tiempo en un espacio esttico. El valor dia-crnico de la arquitectura es una consecuencia del movimiento de los materiales de su estructura en su

    La conservacin del tiempo en la restauracin: el proyecto estratigr co

    Pablo Latorre Gonzlez-Moro

    Arquitecto, Fundacin Caja Madrid

    [email protected]

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    turas, o las ruinas de civilizaciones periclitadas para transmitir esta sensacin, (Yourcenar: 65)1. Hace poco pude or el comentario de un periodista radiofnico describiendo como, en el interior de una pequea iglesia romnica, se poda or el tiempo almacenado; expresin que, en principio, no nos resulta chocante y aceptamos como una licencia literaria.

    En realidad esta evocacin responde a un sen-timiento muy comn de la imagen que ofrecen los monumentos histricos, las ruinas y los objetos anti-guos que autenti can la existencia y la actividad de las sociedades que nos precedieron o certi can la de civilizaciones desaparecidas cuando se integran ya, como un elemento ms de la naturaleza y el paisaje, (Marchan: 11)2. Cada huella, mancha, raya, muesca o roto en la materia que conform el espacio de la ar-quitectura y la erosin que molde la forma originaria de sus materiales o de los objetos usados, responde directamente a sucesos que se desarrollaron durante la vida de las personas que los habitaron o utilizaron (Fig. 01).

    Tampoco nos extraamos que se con era un va-lor aadido a la accin del paso del tiempo sobre las obras de arte. Frases como: el tiempo, que es tambin quien pinta de F. Goya; la piedra ms humilde de un viejo monumento, aunque haya sido desbastada por un pobre cantero rudo e inhbil, se termin por el ms potente de los escultores, el tiempo de Anato-le France, recogidas por Torres Balbs; o las de l mismo, que manifestaba cmo las restauraciones eli-minaban de los monumentos la belleza y el factor pintoresco que el tiempo les ha ido prestando en una labor secular (Torres Balbs: 27), son expresiones igualmente aceptadas. Pero esta valoracin positiva del paso del tiempo sobre las obras de arte sigue vigente y no es exclusiva del romanticismo, como de-lata el ttulo del libro de Yourcenar: El tiempo, gran escultor.

    been possible to establish the materiality of the ele-ments that give this values to the monument and how are they destroyed with the restoration works.

    Its impossible to perceive an immaterial space, to de ne the time in a static space. The diachronic value of architecture is a consequence of the movement of the materials of its structure in the processes of trans-formation along time, which causes the strati cation of its construction and gives to it its historical condi-tion. Simultaneously, the historic architecture is equi-pped with synchronical values which emanate from its own status as arquitecture.

    De ned the stratigraphy of an historic building we can project the one that will result from the restora-tion works: de ning the deposits that will be elimi-nated or cut, the layout of new cutting surfaces, the placement, the volume and the surfaces of the edges of the new constructive deposits and the resulting re-lationships between the preserved historical exposits and the ones recently built.

    La aprehensin del tiempo a travs de la arquitectura histrica y su conservacin

    Las ruinas producen una fascinacin deriva-da de ser algo raro: una tragedia ms sin au-tor. Una tragedia cuyo autor es simplemente el tiempo; nadie la ha hecho, se ha hecho... Tam-bin las cosas gastadas muestran el paso del tiempo y en el caso de un objeto usado por el hombre algo ms: la huella siempre misteriosa, de una vida humana grabada en su materia. Un cepillo usado, un zapato viejo, un traje ra-do, casi llegan a alcanzar la categora de rui-na. Porque ruina es solamente la traza de algo humano vencido y luego vencedor del paso del tiempo. (Zambrano: 253).

    Existe la certeza no solo profesional, sino gene-ralizada socialmente y expresada a travs de la li-teratura, la poesa, la losofa o el arte, de que al contemplar los objetos antiguos o visitar las ruinas y los monumentos somos capaces de conectarnos con el pasado, permitindonos ese instante viajar en el tiempo. Es un recurso habitual utilizar la imagen de las piedras desgastadas y fracturadas de los monu-mentos; la desvada, lamida o mutilada de las escul-

    Estos duros objetos, moldeados a imitacin de las formas de la vida

    orgnica, han padecido a su manera lo equivalente al cansancio, al enve-

    jecimiento, a la desgracia. Han cambiado igual que el tiempo nos cambia

    a nosotros

    ... la ruina se basta a s misma, y la recuperacin o incluso la mera invo-

    cacin de su arquitectura originaria podran contribuir a que perdiera sus

    encantos. Las ruinas hechizan por sus propias imperfecciones, cautivan

    ms que el monumento acabado, en ellas se antepone lo fragmentario

    a lo integral. En una palabra, son asumidas desde una belleza que no

    posean en sus orgenes, siendo decisiva para que aqulla brille la inter-

    vencin del tiempo, la permanencia...

    1

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    Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

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    Figura 1 (arriba izquierda). Ruina de una edificacin abovedada en el yacimiento arqueolgico de Tiermes, Soria, 1990. Foto autor. (arriba derecha). Detalle

    de ngel y grgola de la fachada de San Pablo de Valladolid, 2006. Archivo Fundacin Caja Madrid. Foto autor. (abajo izquierda). Edouard Valds. Templo de

    Augusto y de Livie en Vienne , Lyon en 1851. Mrime, Monum, 2003. (abajo derecha). Templo de Augusto y de Livie en Vienne, Lyon en la actualidad.

    Nizinha feb 2009.

    La conservacin del tiempo en la restauracin: el proyecto estratigr co

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    Es lgico, que aplicando la teora y la praxis de una disciplina, cuyo objetivo es de nir la geometra y la construccin del espacio arquitectnico y los me-canismos del proyecto para de nirlos, el arquitecto trate de descubrir tanto en la fase de levantamiento (Latorre 2009, en prensa), como durante la redaccin del proyecto de restauracin aquellos retazos de un monumento que formaban parte de una forma re-conocible de un espacio, de una arquitectura con una tipologa concreta y que trate de devolver al monu-mento en la restauracin su condicin de arquitectu-ra, recuperando los espacios mutilados por el tiempo y las formas de los materiales degradados.

    Desde su aparicin como disciplina a principios del siglo XIX, la teora y la prctica de la restaura-cin monumental ha tratado de buscar una solucin al problema que aparece inevitablemente cada vez que es necesaria la intervencin sobre un monu-

    Por otro lado, desde la aparicin misma de la His-toria del Arte como disciplina y de la restauracin como actividad, ha existido un rechazo social casi ge-neralizado a la imagen que ofrecen los monumentos restaurados (Del Valle Incln: 11)3, debido fundamen-talmente a la prdida de plasticidad que sufren, que se asocia con su estado alterado y degradado y, sobre todo, a su incapacidad desde ese mismo momen-to para evocar el paso del tiempo (Le Corbusier: 30-31)4. Parece un contrasentido que la restauracin dirigida a recuperar la arquitectura del pasado consi-ga destruir esta capacidad, cuando son precisamente los edi cios mejor conservados los que nos permiten trasladarnos con ms autenticidad al mismo. Qu me-jor que el Acueducto de Segovia o el Panten para entender la arquitectura romana y, sin embargo, qu escasa o nula capacidad parecen tener las reproduc-ciones de arquitecturas desaparecidas (Hernndez: 29-53) o las fantasas estilsticas y tipolgicas para transmitirnos esa sensacin (Fig. 02).

    Hay que reconocer que ms all de la valoracin romntica de los monumentos y las ruinas y de su exaltacin plstica y potica, la historia de la arqui-tectura no se ha interesado en estudiar las caracters-ticas de la materia y la con guracin degradada que con eren a un monumento su capacidad para evocar el paso del tiempo y su valor documental e histrico. Desde la ptica de los arquitectos responsables lti-mos de la restauracin de los bienes inmuebles hay una cierta incomprensin hacia la documentacin que puede desprenderse de los restos de transformaciones menores y de escaso valor arquitectnico que alteran u ocultan los espacios y la construccin de la arquitec-tura que ms se valora y se considera original. Tam-poco se entienden las razones que pueden existir para conservar las huellas de la erosin y de la degradacin en los materiales que han perdido su forma y que im-piden apreciar la arquitectura en toda su integridad.

    A este respecto es muy signi cativa la descripcin que hace Valle Incln

    de la escenografa de la primera escena de la farsa infantil La cabeza

    del dragn, ...Es un castillo de fantasa, como lo saben soar los nios.

    Tiene grandes muros cubiertos de hiedra, y todava no ha sido restau-

    rado por los arquitectos del Rey. Alabemos a Dios!.

    ... La iglesia Saint-Etienne, librada a su indigencia, es admirable y contur-

    badora; la baslica de Saint-Front, violada por los restauradores, puede

    considerarse arruinada. Creo en la piel de las cosas como en el de las mu-

    jeres. En Saint-Front, lo han raspado, retocado, rehecho todo, centmetro

    por centmetro. Todo lo han falsi cado: mentirosos, falsi cadores. Con qu

    derecho? Trgica confusin! Bien s que su intencin fue buena. Ay, ay!...

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    Figura 2. Exterior e interior de casa romana construida en la exposicin de

    Paris de 1889 para ilustrar la evolucin histrica de la tipologa de vivienda.

    Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

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    se negaba su valor documental e histrico, (Senz de Oiza: 136)5.

    Las incorporaciones de la nueva arquitectura se efectuaban con toda la libertad en el diseo que avalaban las diferentes cartas de restauro, al exigir que stas pudiesen reconocerse distinguindose de las originales, lo que facilitaba que el resultado nal de la restauracin se convirtiese en una suerte de co-llage constructivo que mezclaba las fbricas histri-cas con las nuevas estructuras de hormign y acero6. De hecho, las razones y los mecanismos de composi-cin que se utilizaban eran similares a los que de na Kurt Schwitters en su trabajo, cuando reaprovechaba pequeos trozos de restos desechados, de objetos mutilados y textos rotos de peridicos, libros o re-vistas olvidados y despedazadas para componer sus collages (Schmalenbach: 14)7 (Fig. 03).

    Las distorsiones y agresiones que estas actuacio-nes provocaron en la percepcin y construccin de la arquitectura histrica, tuvieron como consecuencia la bsqueda de soluciones que, sin renunciar a su condicin contempornea, fuesen compatibles con la arquitectura histrica. Con este objetivo se trat de establecer un cierto dilogo entre las fbricas antiguas y las nuevas aportaciones, mediante el intento de lo-grar una diacrona armnica o una analoga formal

    mento. Si no intervengo y conservo su arquitectura degradada, lo estoy condenando a su desaparicin, aunque sea con la dignidad que le otorga la auten-ticidad de sus restos, concedindole eso s las hon-ras fnebres del recuerdo (Ruskin: 229). Si restauro, condeno tambin al monumento a convertirse en un documento mudo y, por tanto, carente de valor histrico. Esta realidad es la que ha provocado el en-frentamiento entre los profesionales y ha marcado el desarrollo mismo de la teora de la restauracin y la redaccin de las cartas y legislaciones de proteccin que, sucesivamente, han ido ampliando las medidas de conservacin como garanta de la preservacin de los valores documentales e histricos y la salva-guarda del monumento.

    Entre conservar o restaurar, verdadero o falso, ar-queologa o arquitectura, documento o recreacin, tiempo o espacio, valor diacrnico o sincrnico, etc. se abre una brecha tan estrecha y profunda que pa-rece insalvable y que convierte en antagnicos e in-compatibles estos conceptos. Esta separacin parece que nos obliga en cada intervencin por pequea que sea sta a declararnos partidarios de una u otra postura y elegir entre restaurar su arquitectura, recu-perando la forma y el espacio alterados por el tiempo, rea rmando la verdadera autenticidad de estos valo-res (Hernndez: 55-64); o defender la conservacin a ultranza de su estructura degradada, para garantizar la preservacin de la documentacin y la autenticidad inherente al material y a su con guracin original, tal y como ha llegado hasta nosotros.

    En los ltimos aos del siglo XX, hemos visto repetida la confrontacin que se haba producido a nales del siglo XIX. Las rehabilitaciones y restaura-ciones acometidas en los edi cios histricos, que mu-chas veces se utilizaban como meros contenedores de nuevas funciones (Rivera: 167), provocaba el rechazo del mundo de la historia y especialmente del arqueo-lgico, al ver otra vez manipulados o demolidos de forma totalmente aleatoria y muchas veces gratuita los restos conservados de las fases menores del mo-numento (Caballero, 1987: 29). Vivimos una poca en la que se atac la especializacin en restauracin, de-gradndola y convirtindola en un subproducto de la profesin y se defendi que slo los buenos arquitec-tos modernos eran capaces de hacer y crear buenas restauraciones, puesto que slo ellos eran capaces de incorporar y superponer buena arquitectura sobre la histrica, que se valoraba slo como arquitectura y se utilizaba como parte de la composicin y a la que

    ... Mi tesis es: la operacin de actuacin sobre la arquitectura antigua

    es una operacin de arquitectos. El objeto sobre el que trabajan los ar-

    quelogos y restauradores es un objeto de arquitectura, que incumbe al

    arquitecto... al nal la operacin de intervencin es una operacin que

    transforma la arquitectura. La arquitectura transformada es una opera-

    cin de arquitectura... Entre arquelogos y restauradores por un lado,

    y los legisladores por otro, estamos entre enemigos: unos nos entregan

    del pasado lo que quieren, otros nos proponen lo que debe ser el futuro

    de las formas que soamos...

    Carta de Venecia 1964, Art. 9: La restauracin es un proceso que debe

    tener un carcter excepcional. Su nalidad es la de conservar y poner de

    relieve los valores formales e histricos del monumento y se fundamenta

    en el respeto a los elementos antiguos y a las partes autnticas. La res-

    tauracin debe detenerse all donde comienzan las hiptesis: cualquier

    trabajo encaminado a completar, considerado como indispensable por

    razones estticas y tericas, debe distinguirse del conjunto arquitectni-

    co y deber llevar el sello de nuestra poca

    ... Por ahorro, utilizaba para expresarme todo lo que encontraba pues

    ramos un pas empobrecido. Se puede tambin gritar con restos de

    basura y lo hice encolando y clavando estos desechos. Los denomin

    MERZ, eran como mi oracin por el nal victorioso de la guerra, pues una

    vez ms haba vencido la paz. De cualquier forma, todo estaba destruido

    y era vlido empezar a reconstruir lo nuevo a partir de los escombros... el

    material es tan inesencial como yo mismo. Lo verdaderamente importan-

    te es la con guracin. Utilizo cualquier material que admita el cuadro...

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    La conservacin del tiempo en la restauracin: el proyecto estratigr co

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    se acompaa con la publicacin del mani esto para una restauracin tmida (Ermentini)8. Este documen-to proclama el n de la teora de la restauracin y promueve una labor continua y plani cada de man-tenimiento de los monumentos, basada en la mnima aportacin de material que garantice su conserva-cin, con su con guracin y estrati cacin conserva-da y con su identidad compleja y multiforme.

    El mani esto se promueve acompaado de una fuerte carga irnica y entre sus alegatos reivindica las guras de Boito, Ruskin, Brandi y Bonelli acompaa-dos de los hermanos Marx, Chaplin, Benigni y Totto. Proponen imponer un carnet por puntos que el res-taurador ira perdiendo al incumplir determinados pre-ceptos (Ermentini: 21)9, un men para el restaurador tmido (Ermentini: 29) y un tratamiento mdico con la famosa aspirina Timidina, con vitamina C para cu-rar los males que afectan a los restauradores, (Ermen-tini: 19). La publicacin se acompaa de una imagen fotogr ca en la que el super-conservador Amadeo Bellini le recomienda este tratamiento al sper-re-constructor Paolo Marconi para curar su grave enfer-medad, con el consejo de que practique el espritu de la no violencia sobre los monumentos (Fig. 04).

    Con independencia de las ironas teraputicas para curar los males y las veleidades que padecen los res-tauradores ms osados, lo cierto es que seguimos constatando cmo la restauracin provoca de forma inexorable en el monumento la destruccin de su valor documental e histrico y de su capacidad para evocar el paso del tiempo; adems, tenemos la certeza que este problema se produce siempre al manipular los materia-les de la construccin del edi cio conservado, lo que conduce inevitablemente para evitar este problema a actuar tmidamente y con la prudencia necesaria para garantizar la mnima intervencin posible.

    En este contexto, parece lgico pensar que si el valor temporal asociado a la contemplacin de la ar-quitectura histrica desaparece con su restauracin, este valor necesariamente estar asociado a los mate-riales y a la con guracin de los elementos construc-tivos que la componen tal y como la hemos recibido, ya que es en el proceso de su manipulacin y modi-

    en la superposicin de estilos, formas, construccin y composicin arquitectnicos que se produca entre ambas (Sol-Morales: 30-38; Capitel: 47-50).

    Frente a las veleidades en el diseo y la compo-sicin propuesta por los arquitectos en su afn de proporcionar al monumento arruinado una nueva unidad, fuese mediante la reconstruccin estilstica en el XIX o en el estilo de la arquitectura moderna en el XX, se ha propuesto de nuevo, en los inicios del siglo XXI, la mnima intervencin como nica va para garantizar la conservacin de la totalidad de la documentacin histrica inherente a la materialidad del monumento. La repeticin cclica de la polmica histrica, ahora entre los partidarios de las recons-trucciones tipolgicas (Marconi) y los conservadores (Bellini) reaparece como un espectro sin solucin.

    En el entorno de los colaboradores y alumnos del profesor Amadeo Bellini se crea en septiembre del ao 2000 la Shy Architecture Association que

    Figura 3. Kurt Schwitters, Merzbild 31, 1920.

    http://www.shyarch.it/

    ... Sanciones. Exceso de velocidad en la actuacin, 5 ptos; no conceder

    prioridad al conocimiento del monumento, 8 ptos; uso del mvil en la

    obra, 2 ptos; invertir el sentido del proceso de la historia reconstruyendo

    el primitivo esplendor, 20 ptos, restaurar ebrio, 5 ptos, ...

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    Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

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    Espacio, materia, movimiento y tiempo

    El tiempo, como la mente, no es cognosci-ble como tal. Solamente conocemos el tiempo indirectamente por lo que sucede en l, por la observacin del cambio y lo que permanece, por el sealamiento de la sucesin de aconte-cimientos entre marcos estables e indicando el contraste de varias clases de cambios (Ku-bler: 70).

    El espacio vaco e inmaterial no tiene lmites y carece de referencias, por lo que no es perceptible, ni com-prensible. Para Poincar, el espacio vaco es amor-fo, una forma cida, sin rigidez, que es adaptable a todo y carece de propiedades por s mismo, son los cuerpos en sus relaciones mutuas los que determinan el espacio y le dan una u otra forma (De Lorenzo: 37). Slo podemos comprender el espacio asocin-dolo a la materia que lo delimita, lo con gura y le con ere su tridimensionalidad, al permitir situar el origen de un sistema euclidiano de coordenadas rela-tivo. Adems, es la materia la que dota al espacio de cualidades y caractersticas: dimensiones, peso, color, textura, olor, sonido, etc. que nos permiten percibir-lo, sentirlo, y experimentarlo. En de nitiva, espacio y materia forman un binomio necesario: no hay espacio sin materia, ni materia sin espacio, como nos recuer-da constantemente la disciplina de la arquitectura.

    Por otro lado, es imposible percibir un espacio inmvil que sera simplemente un engao de nues-tra imaginacin. En un espacio inmvil e inerte slo tendramos una percepcin esttica condicionada por nuestra propia inmovilidad que lo convertira en una foto ja en tres dimensiones y en una sensacin nica y permanente. Para percibir el espacio necesitamos movernos y cambiar de posicin, modi cando cons-tantemente nuestras sensaciones y percepcin de la materia que se sita en l, multiplicando nuestros puntos de vista de los espacios atravesados por la luz, que nos permitir observar sus formas, dimensiones y color. Durante el recorrido, tambin percibimos el so-nido del aire y del agua al rozar con los materiales, el olor que desprenden y el acabado de sus super cies al tocarlas, etc. (Zevi: 24).

    Sabemos que no existe un espacio esttico, el uni-verso es dinmico y todo se mueve. Sabemos tambin que sin movimientos de la materia no pueden produ-cirse cambios en sta, que son una consecuencia del

    cacin en la obra de restauracin cuando este valor se destruye (Latorre, 1995). Este problema se acepta como irremediable sin preguntarse ni plantearse qu elementos y materiales de la con guracin de una arquitectura histrica contienen su valor temporal, de tal modo que su conservacin pueda manejarse como una variable con la que poder trabajar en la fase de estudio de un monumento y, sobre todo, en la elabo-racin del proyecto de restauracin.

    Figura 4. El super-conservador (Prof. Amadeo Bellini) receta la Timidina al

    super-reconstructor (Prof. Paolo Marconi) ao 2003 (Ermentini, p. 18).

    La conservacin del tiempo en la restauracin: el proyecto estratigr co

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    Como expresin plstica del cambio que provoca el paso del tiempo sobre la materia, es ejemplar la fo-tografa de Man Ray titulada criadero de polvo y en la que puede verse el efecto de la accin del polvo de Brodway sobre el gran vidrio de Duchamp, (Richter: 103)10. Como explica el propio Duchamp, el polvo depositado sobre el vidrio necesita de tres a cuatro meses para hacerse perceptible a la vista y crear un color y una textura traslcida que pueda incorporarse a la obra. Uno de los subttulos que Duchamp dio a este trabajo fue vidrio en retardo, concepto que implica movimiento y duracin y que explica, cmo para su materializacin, es necesario un proceso pla-ni cado en el tiempo de sedimentacin del polvo so-bre el vidrio (Duchamp: 62) (Fig. 05).

    Los conceptos de espacio y tiempo y sus relacio-nes son uno de los temas fundamentales de la historia de la losofa, la ciencia, la literatura o el arte. A partir de Newton y Descartes, la civilizacin occidental ad-

    contacto, los roces y choques que se producen en su interaccin. El movimiento de la materia puede tener su origen en fuerzas de carcter natural o derivarse de la accin de los seres vivos, especialmente del hombre que lo dotar de unas razones socio-cultura-les, decisivas en su comprensin histrica. Por tanto, es el cambio y la transformacin de la materia, como consecuencia de su movimiento en el espacio el que nos permite tener constancia del paso del tiempo al establecer un antes y un despus de ste.

    A n de conferir determinada calidad pictrica planteada de ante-

    mano a una parte de la estructura, dej que el polvo de Nueva York se

    acumulara en la obra. Quin conozca Nueva York sabr qu signi ca

    esto. Durante un ao y medio el gigantesco vidrio permaneci apoyado

    sobre tacos de madera en su taller mientras que el polvo que penetraba

    por la ventana que daba a Brodway se depositaba en la obra. Una vez

    que Man Ray lo haba fotogra ado limpi cuidadosamente el vidrio, con

    excepcin de los conos sobre los cuales j el polvo valindose de un

    producto adhesivo

    10

    Figura 5. Cra de polvo, polvo de Brodway sobre Le Grand Verre de Duchamp. Foto de Man Ray 1920. (Duchamp, 1978, p. 103).

    Arqueologa aplicada al estudio e interpretacin de edi cios histricos

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    como los del Santuario de Ise en Japn no son ms que la materializacin de un ritual de retorno a los orgenes, asociado a la idea de regeneracin, puri- cacin y transicin para destruir el paso del tiempo, alejando de nuestra existencia la proximidad de la muerte (Vegas: 32-37). Cuando la restauracin trata de devolver al edi cio su con guracin original, re-pite de algn modo los ritos de abolicin del tiem-po que de ne Eliade, al restaurar el instante inicial de la construccin y sacri car cualquier rastro que se conservase hasta ese momento de su proceso de reformas y transformacin.

    La tetradimensionalidad de la arquitectura histrica: los procesos de transformacin en el tiempo

    ... Si uno no sabe lo que es un suceso, no pue-de entender la geometra del espacio-tiempo. Igual que las localizaciones son los lugares en un pai-saje, los sucesos son los lugares en el espacio-tiem-po Un suceso es una posicin en el tiempo tanto como en el espacio. Evidentemente, el mundo de tales sucesos que llamamos espacio-tiempo es tetradimensional. Se necesitan tres coordenadas para especi car el dnde de un suceso, y una co-ordenada para especi car el cundo (Price: 21).

    Entendemos como suceso una accin espec ca que se desarrolla en un espacio determinado y en un momento concreto. Cada movimiento de la ma-teria en el espacio (suceso) tiene una causa que lo provoca y unas consecuencias, al ocupar la mate-ria una posicin en el espacio vaco y dejar vaco un espacio que puede ocuparse nuevamente. To-dos los materiales que componen un edi cio hist-rico quedan de nidos por las tres coordenadas de su posicin en el espacio que establece dnde esta colocado y por una coordenada temporal que de-termina cundo fue colocado. La colocacin en un instante concreto de un material formando parte de un elemento constructivo, constituye un suceso. El conjunto de sucesos que se producen a lo largo de una obra y que concluyen con la construccin del edi cio o su transformacin, deben quedar de ni-dos en el proyecto de arquitectura.

    El proyecto de arquitectura selecciona, conforma y ordena el movimiento y la colocacin de los ma-teriales en el espacio (sucesos), siguiendo un pro-

    quiri una concepcin del espacio y del tiempo ab-soluto, matemtico e in nito y la de un tiempo que uye uniformemente en una sola direccin, desde el pasado al futuro sin interrupcin, sin relacin con los sucesos externos y sin retorno posible.

    Pero esta imagen es falsa. A rmar que los cuerpos se mueven en un espacio y en un tiempo absolutos es pura ccin, lo que se observa realmente son mo-vimientos relativos de unos cuerpos con respecto a otros que tambin estn en movimiento, pero que se consideran quietos para jar en ellos un sistema de referencia que, como hemos dicho, siempre es rela-tivo. Poincar insistir en que dadas las condiciones aqu en la tierra, la geometra eucldea tridimensio-nal, ha sido y ser la ms conveniente, porque se ha mostrado como necesaria para la supervivencia de la especie humana aunque mantiene una concepcin relacional entre los cuerpos del espacio y a rma que la nica realidad objetiva consiste en las relaciones de las cosas, de las que resulta su armona universal (Poincar: 119; Isham y Savvidou: 11)11.

    Esta concepcin lineal del tiempo, de la historia y el progreso son relativamente recientes. Mircea Elia-de, el gran historiador de las religiones mostr cmo los pueblos primitivos posean una idea cclica del tiempo, en el que los grandes acontecimientos repe-tan sistemticamente hechos sobrenaturales y gestas protagonizadas en los orgenes mticos del cosmos por los dioses, antes de que el hombre apareciese en la tierra. Lo que hace el hombre, ya se hizo; su vida no es ms que la repeticin ininterrumpida de las gestas realizadas por otros (Eliade: 15). Los pueblos primitivos sentan un verdadero terror a la historia y tenan un sentido fatalista de la vida, por ello celebra-ban ritos y estas de regeneracin del tiempo con el objetivo de inaugurar peridicamente un ciclo nuevo que se repeta sistemticamente (Eliade: 79)12.

    La mayora de los rituales de destruccin y recons-truccin que conocemos para la renovacin de los materiales que componen una cabaa o un templo

    ... La visin relacional niega al tiempo (y al espacio) una existencia inde-

    pendiente de los objetos y procesos materiales... el tiempo existe slo en

    virtud de la existencia de la materia y los acontecimientos materiales...

    ... los ritos de construccin nos descubren algo ms: la imitacin y por

    ende, la reactualizacin de la cosmogona. Una era nueva se abre con

    la construccin de cada casa. Toda construccin es un comienzo ab-

    soluto, es decir, tiende a restaurar el instante inicial, la plenitud de un

    presente que no contiene traza alguna de historia.

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    La conservacin del tiempo en la restauracin: el proyecto estratigr co

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    del interior. A esta accin se suman las de carcter traumtico que pueden provocar catstrofes natura-les (terremotos, incendios, inundaciones) o la accin directa y destructiva del hombre (guerras, incendios, etc.) (Fig. 06).

    La mayora de las reformas se acometern cuan-do la construccin se haya deteriorado o arruinado, lo que impedir su utilizacin habitual y ser nece-saria su reparacin, reconstruccin o restauracin. Tambin puede suceder que al pasar el tiempo el grupo social que utiliza el edi cio haya variado en su nmero, cambiado sus costumbres, sus necesida-des o cambie la propiedad y el uso al que se destina y el edi cio sea incapaz de satisfacer las exigencias de sus usuarios, que promovern su rehabilitacin. Finalmente, puede suceder que su entorno fsico o su contexto socio-cultural tambin hayan cam-biando con el paso del tiempo, modi cndose los gustos del grupo social que lo ocupa, que no se identi ca con la forma o el estilo del edi cio, lo que impedir que la imagen de ste cumpla con su funcin representativa y simblica y provocar su remodelacin.

    En de nitiva, toda transformacin de una arquitec-tura preexistente se promueve cuando sus usuarios la consideran inadecuada para desarrollar su actividad habitual desde el punto de vista constructivo, fun-cional o formal, y se consideran con la capacidad econmica su ciente para acometerla. Todo proyecto de transformacin de una arquitectura preexistente se inicia con la rede nicin, por parte del promotor, de las variables constructivas, funcionales o formales previas, en un contexto sociocultural distinto y con unas condiciones econmicas nuevas, de acuerdo a las cuales y la estructura conservada objeto de la reforma (preexistencias), el arquitecto redactar un proyecto de intervencin que ordenar los sucesos constructivos de la modi cacin proyectada.

    Muchas veces, especialmente cuando nos referi-mos a grandes obras de arquitectura, en vez de pensar en un proceso de transformacin de una arquitectura previa deteriorada, debemos imaginarnos procesos de construccin muy dilatados en el tiempo y en una se-rie de arquitecturas sucesivas que nunca se completan. En estos casos, tenemos que suponer que la construc-cin del proyecto que inicia la ocupacin del espacio se interrumpe y contina despus de un periodo de inactividad, reutilizando las preexistencias del periodo anterior, integrndolas en un nuevo proyecto (Azkara-te, 2001)13. La adaptacin y reutilizacin de una arquitec-

    ceso constructivo previamente plani cado con una duracin determinada. El proyecto es la respuesta a una serie de variables funcionales, formales, cons-tructivas y econmicas establecidas previamente por el promotor de la obra y que satisfacen unas ne-cesidades espec cas y se enmarcan en un contex-to socio-cultural concreto (Latorre, 1996: 105-107). Adems, el edi cio al situarse en un espacio deter-minado deber adaptarse a las preexistencias que lo ocupan, eliminarlas para ocupar el espacio vaciado o podr adaptarse a stas, integrndolas en la nueva construccin.

    Todos los materiales de un monumento, colo-cados siguiendo un mismo proyecto y en el mis-mo contexto sociocultural y temporal y sobre las mismas preexistencias, constituyen una fase de la construccin que se designa como estructura (Ca-ballero, 1996: 41). Todos los materiales que com-ponen una estructura, es decir que se colocaron en una misma fase de la construccin, mantendrn una relacin espacio-temporal de contemporaneidad y compartirn una serie de caractersticas indirectas que permitirn relacionarlos, aunque en la realidad estn